LFE
Las reflexiones contenidas en este libro no son tini-
‘camente consideraciones te6ricas, sino que quieren ser
una invitaci6n a unos «ejercicios espirituales». Sélo se
puede «ejercitar» aquello que de alguna forma ya se
posee; el ejercicio presupone un fundamento ya dado.
Gnicamente con el ejercicio hago mia aquella cuali-
dad que estoy ejercitando, de modo que pueda dispo-
ner de ella y volverla fructifera. Un pianista debe ejer-
citarse en su arte, y si no, lo pierde. Un deportista debe
«entrenarse», porque s6lo asf estard en plena forma. Si
me rompo una pierna, debo ejercitar el érgano que
esté en vias de curacién, para que aprenda de nuevo a
sostenerme. Y asf en todas las cosas. {Qué debemos
«ejercitar» en estos dias? Los «ejercicios» son una ini-
ciacién a la existencia cristiana. Pero, puesto que la
existencia cristiana no es un arte mas junto a otros,
sino simplemente }a existencia humana vivida tal y
como se debe, se podria afirmar que queremos ejerci-
tar el arte de la vida justa. Queremos aprender el arte
de las artes: la existencia humana,
Aqui se impone de inmediato una visién panorémi-
ca sobre nuestra vida cotidiana. Existe en nuestra so-
ciedad contemporénea un sistema altamente desarro-
nllado de formacién profesional, que ha conducido al
méximo nivel la posibilidad del dominio del hombre
sobre todas las cosas. El poder del hombre, en el senti-
do de dominio del mundo, ha alcanzado proporciones
casi vertiginosas, En el «hacer» somos grandes, gran-
disimos, pero en el ser, en el arte del existir las cosas
son bien distintas, Sabemos muy bien qué se puede
«hacer» con las cosas y con los hombres, pero qué son
las cosas, qué es el hombre, eso ya es otra cuestién, En
estos dias trataremos precisamente acerca de este arte
perdido, el arte de saber vivir. Nos encontramos en la
misma situacién de aquel que ha suftido diversas frac~
turas en Ja piema: debemos volver a aprender a
den su fruto adecuado.
La fe es el acto fundamental de la existencia cristia-
na. En el acto de fe se expresa la estructura esencial
el cristianismo, su respuesta a la pregunta de e6mo es
posible llegar a la meta en el arte de la existencia hu-
mana. Hay otras respuestas, por supuesto, pero no to-
das las religiones son «fe». El budismo, en su forma
clisica, por ejemplo, no considera este acto de auto-
trascendencia, de encuentro con el Otro Absoluto:
Dios que me habla y me invita al amor. Sin embargo
es caracteristico del budismo un acto de radical inte-
Fiorizacién: no salir de si mismo (ex-ira) sino entrar
mis adentro; este proceso es el que debe conducir a la
liberaci6n del yugo de Ia individualidad, del peso de
ser persona, al retomo a Ja identidad comtin de todo
ser. Y esto, en comparacién con nuestra experiencia
existencial, se puede definir como no ser, como nada,
si queremos expresar toda su alteridad !
1. Feen la vida cotidiana como actitud
fundamental del hombre
Pero aqui no queremos entrar en esa discusién,
aunque muchas de las cosas que diremos en estas con-
vyersaciones pueden servir perfectamente como tes-
puesta a ciertas cuestiones que pudieran resultar. Lo
que nos importa ahora es simplemente aprender lo
mejor posible el acto fundamental de la existencia
cristiana, el acto de la fe. Si nos introducimos por esta
via, surge sibitamente un impedimento. Advertimos,
por decirlo asf, una de aquellas intimas ruptures nues-
tras, que bloquean nuestro movimiento en el campo de
la fe, La pregunta es: ;la fe es una actitud digna de un
hombre modemo y madura? «Creer» parece algo pro-
visional, transitorio; se desearia més bien salir de esa
situacién, aunque con frecuencia precisamente como
actimd transitoria~ es inevitable: nadie puede saber
realmente y dominar con su propio saber todo aquello
en Jo que se basa nuestra vida en una civilizacién téc-
nica, Muchisimas cosas —la mayoria~ debemos acep-
tarlas con confianza en la «ciencia», y tanto més te-
1, Cf a este respectoen lacoleccidn Die Religionen der Mensch
‘de Chr. M, Schrerel vol. 13: Die Religione Indien Hf, de A. Bareau, W.
‘Schubring, Cs. von Fur Haimerdor, Sustzart 1964; par a tela ex
‘ne cstiansmo y badismo, asi como bibliogafl sobre el tema, v.H, Burkle,
Eingihrung indie Theologie der Religionen, Darmstadt 1977, pp. 63.92.niendo en cuenta que dicha confianza aparece sufi-
cientemente confirmada por la experiencia comtin.
Durante todo el dia todos nosotros utilizamos pro-
ductos de Ia técnica, cuyos fundamentos cientificos
nos resultan desconocidos: .quién va a caleular y veri-
ficar la estética de los rascacielos? ;Y el funciona-
miento del ascensor? :Y el campo de la electricidad y
de la electrénica, de los que nos servimos cada dia? O
bien, lo que ain resulta més grave, ;quién va a com-
probar Ja fiabilidad de la composicién de un producto
farmacéutico? Podriamos continuar por mucho tiem-
po. Efectivamente vivimos dentro de una red de no
conocimientos, de los que sin embargo nos fiamos a
causa de experiencias generalmente positivas. «Cree-
mos» que todo es suficientemente justo, y con esta
«fe» tenemos parte en el producto del saber de otros
Pero, qué clase de fe es ésta, que practicamos nor-
malmente sin damos cuenta y que estd en 1a base de
nuestra vida diaria? Intentemos no comenzar con una
definicién, sino que veamos lo que se puede establecer
répidamente. Saltan 2 la vista dos aspectos opuestos de
esta especie de «fev. En primer lugar podemos estable-
cer que tal fe es indispensable para nuestra vida. Por-
que de lo contrario no funcionarfa nada: cada uno ten-
dria que empezar desde el principio. Esta reflexién es
valida también en un sentido més profundo: la vida hu-
mana seria imposible si no hubiera confianza en el otto
¥ en los otros, puesto que uno no puede fiarse tnica-
mente en su propia experiencia, en sus propios conoci-
mientos. Este es el aspecto positive de esa fe. Pero por
otra parte resulta al mismo tiempo expresién de una ig-
rnorancia y, en ese sentido, tiene un aspecto secundario:
7]
conocer serfa mejor. De hecho muchos pueden confiar
en todo el mecanismo de un mundo tan técnico, tinica-
‘mente porque algunos estudiaron un sector particular y
Jo conocen con exactitud. En este sentido existe el de-
seo de pasar, en la medida de lo posible, de la fe al co-
nocer, y en todo caso a un conocer justo y significativo,
al menos en el campo de la técnica, Auin estamos muy
Jejos de la zona de la religién y nos movemos todavia
en el espacio del dominio de Ja vida puramente intra-
‘mundana, cotidiana, sin embargo hemos alcanzado lo-
{gt0s e intuiciones importantes para el fendmeno de la
vida religiosa, y que por supuesto deseamos precisar
expresamente. Decfamos que en el cuadro de la «fe de
cada dia» (asi queremos llamaria) se deben distinguir
dos aspectos: por una parte el cardcter de la insuficien-
cia, de la provisionalidad; estamos ante un estadio inci-
piente del saber, del que se intenta salir, si es posible.
Pero junto a este aspecto hay algo més: una «fe» de este
tipo es confianza reciproce, participacién comin en la
comprensién y en el dominio de este mundo; este as-
pecto en general es esencial para la formaci6n de la
vida humana. Una sociedad sin confianza no puede vi-
vir. Las palabras promunciadas por Tomés de Aquino,
aunque dichas a otro nivel, tienen aqui total validez: la
incredulidad es esencialmente contraria a la naturaleza
del hombre?, Los distintos niveles no dejan de tener al-
guna relacién entre si.
Hasta ahora hemos elaborado una «estructura axio-
l6gica» de la fe natural; hemos visto que dicha fe es un
2. §. Theol HLH g, Wa, Yad lye. 3. Pieper Leben, hfe, glauben,
Minchen 1986, pp. 315 y 376.
15valor ciertamente menor respecto al «conocer», pero
ue resulta fundamental para la existencia humana y
constituye un valor sin el que una sociedad no podria
subsistir. Ademés ahora podemos elencar as{mismo
Jos elementos individuales que pertenecen a esta fe (la
«estructura de su acto»). Son tres, Esa fe se refiere
siempre a alguien que totalmente pura,
carente de todo tipo de confirmacién.
2, gSupone el agnosticismo una via de salida?
Esta reflexion nos hace ver distintos pass abiestos
hacia la fe religiosa y evidentes semejanzas en su es-
tructura, Pero si ahora intentarnos el paso, el camino
se verd répidamente bloqueado por una objeci6n gra-
ve ¢ importante, que mas o menos se podria formular
as(: puede ocurrir que en la vida social del hombre sea
imposible que cada uno pueda «conocer» todo lo que
sea util y necesario en la vida y que nuestro actuar se
deba basar necesariamente sobre la «fe» en el «cono-
cer» de los otros. Pero estamos en el campo del saber
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humano, que en principio todos podrfan aleanzar. Por
el contrario, con la fe en la revelacién, superamos los
confines del conocer propiamente humano. Incluso si
Ja existencia de Dios pudiera convertirse de alguna
forma en un «conocer», la revelaci6n y sus contenidos
permanecerian siempre y para todos en el terreno de la
fe, algo que esta més alld de cuanto sea accesible a
nuestro conocer. Aguf no hay referencia alguna al co:
nocer especializado de unos cuantos en quienes poder
confiar y que conocen de forma inmediata en base a
sus propias investigaciones. Nos encontramos una vez
més ante la siguiente cuestién: esta especie de fe es
coneiliable con Ja moderna conciencia critica? ;No se-
ria mds conforme al hombre de nuestro tiempo abste-
nerse del juicio sobre esta materia y esperar el momen-
toen el que la ciencia pueda dar respuestas definitivas,
incluso para este tipo de cuestiones? La actitud que se
expresa en tales cuestiones correspond indudable-
mente a la conciencia media de un universitario de hoy
dia, La honestidad en el pensamiento y la humildad
ante lo desconocido parecen aconsejar el agnosticismo,
mientras que el ateismo declarado pretende saber de-
masiado y lleva consigo claramente un elemento dog-
mittico, Nadie puede afirmar que «sabe», en sentido es-
tricto, que Dios no existe. Se puede trabajar con la
hipstesis de que Dios no exista e intentar, a partir de
aqui, explicar el universo, Las ciencias naturales mo-
demas parten fundamentalmente de este presupuesto.
Pero si el método respeta sus propios limites, aparece
claro que no se puede superar el campo de lo hipotéti-
co y que incluso una explicacidn atea del universo, co-
herente en apariencia, no conduce a una certeza cienti-
”