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x Leer: bosquejo sociofisiol6gico ‘as pitginas que siquen s6lo pueden consist en no- vas: ume ecurmulacion, mas intsitwa que organizada, de ‘echos dgpersos que glo excepelonalmenteremiten aun ‘aber constidos pettenecerfan maa bien a esos dominios, Soco favorecdes, esos erals de la etnologia descriptive Se Marcel Mauss evoca en sinoduceton elas téenicas Jal cuerpo" (ct. Soctologie et Anthropologte, Paris, PLU. 1960, pp. 365 a0), los cuales, ordenads bajo el mubro ‘varios’ constiuyen aonas de emergoncia sobre las que ilo sabomos que no sabemos mucho, pero donde presen- mos que podifamos encontrar mucho si nos cignaramot restr clea atenctn hechos Wivales, observados en Hloncio, pasados por alto, que se dan por senlados: no Sbetante nos deseriben, aunque creams que podemos Jescindc se desonbion emit, com mua més aes leza y. presencia que la mayoria de las insttuciones © deologias de que suelen natsre los sociologos, ala histo ‘a de nuestro cuerpo, ala cultura que modeld nuestros pesto y porturas, ala educacion que molded nueatzoeac- {Se motores no menos que nists aclos mentales, Ast eure, precisa Mause, con el andar y In danza, con la ca- ‘tetas pie yel salto, con lor modes de reposo, las tcniens {je transporte y lanzamient, los modales del comensal y ‘os modaies dela alcoba, as formas exterores de respeto, \a higine corpora, etoters. Asi ocurre también con la ‘actu. 30 Leer 65 un acto. Quisiera hablar de este acto, y solo de este acto, de aquello que lo constitaye, de aqucllo auc Jo rodea, no de aqueilo que lo produce (la lectura, el tar, to lefdo}, ni de aquello que lo precede (ia eecrituta y sus ‘opciones, Ia edicion y sus opciones: y la impresion y sus ‘opciones, la difusion y sus opciones, etcétcra), algo ast fen sintesis, como una economia de la lectura en sus as! pectos ergolégicos (fsiologta, trabajo muscular) y sociees. ogicos (su ambientacién espacio-temporal) Hace varias décadas que toda una escuela modema de la critica pone el acento, precisamente, en el cOmo de la escritura, en el hacer, la “poiesis”. No la mayéutica sa ‘ada, la inspiracion tomada de los cabellos, sino el negre sobre’el blanco, la textura del texto, la insoripcion, el 20, el pie dela letra, el trabajo mindsculo la organizacien ‘espacial de Ia escritura, sus materiales (la pluma o el pin- cel, la maquina de escribir), sus soportes (Valmont a In presidenta de Tourvel: “La mesa donde le escribo w usted, ‘onsagrada por primera vez a este uso, se convierte pare ‘fer etalter sagrado del amor. ..), sus cbdigos (puntua- cién, sangrias, parrafos, eteétera),’ su autor (el escritor escribiendo, sis lugares, sus ritmos; los que escriben en el café, los que trabajan de noche, los que trabajan al alba, Jos que trabajan los domingos, etoéter ‘Queda por hacer, ami juicio, un trabajo similar sobre el aspecto eferente de esta produccién: el lector hacién- dose cargo del teato. No-se trata de concentrarse en 1 ‘mensaje captado sino en Ia caplacién del mensaje en si. nivel elemental, Jo qe sucede cuando leemos: Ios ojos, que ce posan en las Lineas, y su recorrido, y todo lo qué ‘acompafia este recorrido: la lectara levada a lo que es en. primer lugar: una actividad precisa del cuerpo, la partici- acién de ciertos mitsculos, diversas orgasizaciones postu- rales, decisiones secuenciales, opciones temporales, todo tun conjunto de estrategias insertadas en el continuum de Ja vida social, y que hacen que no Ieamos de cualquier tt 8 manera, ni en cualquier momento, nl en cualquier lugar, aunque leamos cualquier cosa. meg Ll cuerpo Los ojos Lemos con los ojos. Lo que hacen los ojos mientras Jeemps tiene una complejidad que excéde mi competencia y el marco de este articulo. De la abundante literatura {ue se ha consagrado a tal cuestién desde principios de s- alo (Yarbus, Stark, eteétera), podemos extraer esta cert dumbre elemental, pero fundamental: los ojos no leen las letras una tras oti, ni Jes palabras na tras oe, nl les lineas una tras otra, sino que proveden por tirones y fia. ciones, explorando simultineamente la totalidad del cam- po de lectura con una redundancia obstinada: recorridos incesantes puntuados de detenciones imperceptibles como si, para descubrir lo que busca, el ojo debiera barrer Is pagina con intensa agitacion, no tegularmente, ala manera de una antena de television (como podria hacer penser la idea de barrido), sino de manera aleatoria, desordenada, repetitiva, o, si se prefiere, ya que estamos en plena mets: fora, como tina paloma que picotea el suelo en busce de ‘migajas de pan. Baia imagen és por cierto algo sospechoca, ero no Obstante me parece caracteristica, y no titubeo ' Exzepto los clegos, que leen con los dedos. Excepto tam: én, aquelioe & quienes lecmos: en las povelas Tusa, Ia Guguesns 3 ‘sua demas de compafifa, las demas frenceaas de buena famila ‘uruinadat por In revoluciSn’ on Ist novelas de Erckmann-Chatrian, cen extraer de ella algo que podria ser el punto de partida dde-uuna teoria del texto: leer es ante todo extcaer de un texto elementos signitcantes, migajas de sentido, algo ast ‘como palabras clave que destacamos, compareinos, en- ccontramos. Al verificar que estan alli sabemos que esta- ‘mos en el texto, que lo identificamos, que lo autentif- camor, estas palabras, clave;pueden ser palabras (en las novelas policiales, po ojemplo; més aun en les produe- clones eréticas o'que’presumen’ de tales), pero también pueden ser sonoridades (rimas)," modos de disposicion en la pagina, giros de frase, particularidades tipogriticas (por ejemplo, cuando se poncn on bastardilla ciertas pala- bras ‘en demasiados textos de ficeién, do erftice, 0 de cxitica-ficeién, contemporineos), o aun secuencias narra. tivas enteras (Cf. Jacques Duchateau, “Lecture marginale de Peter Cheney”, en La littérature potentielle, Paris, Gallimard, “Idées”, 1978). Se trata, en cierto modo, de aquello qué los teéricos de fa’ informacion denominan reconocimien:to formal: In ‘busca de ciertos rasgos pertinentes permite pasar de esta ‘aucesién lineal de letras, de espacios y de signos de pun: tbacion que es ante todo tin texto a lo que serd su sentido cuando hayamos advertido, en diferentes etapas de la lec- ‘ura, una coherencia sintéctica, una organizcion narrati- vay lo que denominamos un “estilo”. Fuera de ciertos ejemplos clisicos y elementales, es decir, lexicales (leer es saber de inmediato que la palabra couvent [“empollando”; “convento”] designa o bien lo ‘que hacen las gallinas una vez puesto el huevo,’o bien un ‘Monasterio que Fils Aymon no son fils dcoudre ["hilos de ccoser’"], no 86 con qué protocolos experimentales podrie- ‘mos estudiar esta labor de reconocimiento; por mi parte, s6lo tengo una confirmacion negativa: el sentimiento de intensa frustracin que me-embarg6 durante mucho tiem- po durante la lectura de las novelas rusas (tras enviudar de Anna Mijailovna Drubetskoi, Boris Timofeltch Ismailor pedfa la mano de Katerina Lyovna Borissitch, que preferia Iran Mijlior Vasile) 0 cuando, alos quince aos, au Garifar lou pusjenpresuntamnene aces dels des dineretas ("Sape turgentem spumantemaue edmovit or fapum: simulgue appresats od labia lai, fellatrce me aperrcult i Cdl are del texto podria fundare eno juego en- te prevble y To imprevisible, ents la espera 7 la de- ‘pli, nconnroncy sore: lpn ee ‘Réncosamente preciso? saipesdos al acaso con expreior ‘Fetimene ive ofrncamenta lone (hae tein) podra suministrar un ejemplo elo: 0, mejor ins pro 90 agit, usted alg Mltord: sUha vga de 1H, don dedoe de oto?” (Jean Tardien, Un mot pour un tie) 0 lasmelamotfons do Boer (Boul, Belugt, ‘olvest, Botugat, Botrulat, Broduga, Bretor, Butaga, ‘elogt, Bretoull, Brodruga, letter) en Le dimanche ie Cierto arte de la lectura —y no solo la lectura de un_ sxto, sino'lo que Hamamos la lectura de un cuadro, 0 1a cchira de una eiudad— podria consistir en leer de costa- 6, em llevar al texto una mirada oblicua (aunque yano ‘trata de la lectura en su nivel fisiologico: {como ensehar los miiscilos extracculares a “leer de otro modo"), La.voz, los labios 1 rear cmtage eae See ela 2 Creo que ay dos cits propia para precisa lo precadene «pat tpl as stances a peters erence «ager Beet a cerebro de pomplinas) Un libre purged (no confund con un bro exmrgad nl con wh Ur no expend) wm io donde ‘con lpi cera contand de palabras ob\cenct” Ia t- inks peceneces El prado cero dea soca de Roland Barthes: Hubert ams comensabe tun nimero de Pre Duchéne tn interca (igi intsjecconen inultontes, Eros roerin no sities. “nnada peo wohalabar. 4 zs hhubo que desaprender lo que nos describieron como una mala coetambre, siniduda porque pone en. evidencia Ia splicacién y elestuerio.- 08g h he, Ello no impide que 1os miisculos cricdaritenoideos y cricotiroideos, tensores y constrictores de las cuerdas vo. eales y de la glotis, estén activos mientras leemos. La lectura permanece inseparable de sus mimicas la. biales y sus actividades vocales (hay textos que sélo debe. fan set mummurados o sururados; otros, que seria preciso poder gritar o martillas)." ~ i Les manos i No sélo los ciegos tienen inconvenientes para leer. ‘También estin los mancos: no pueden volver las Paginas, ‘Las manos s6lo sirven para volver las paginas. La di fusién de los libros guillotinados priva al lector de hoy de dos grandes placeres: el de cortar las paginas (aqui, si yo fuera Steme, intercalarfa un capitulo sobce la gloria de los cortapapeles, desde el cortapapel de cartén obsequia- do por las libretfas cada vex. que comprabamos un libro, hhasta el cortapapel de bambii, de piedra pulida, de acero, pasando por loscortapapeles con forma de cimitarra —T- nnez, Argolia, Marruecor, de espada de matador —Espa- fia~, de sable de samurai ~Jepn—y por esas cosas horr- bies enfundedas en cuerina que constituyen, con diversos objetos de la misma. indole —tijeras, portalapiceras, cala de lépices,calendario iniversa, agenda, carpeta con secan- te, eteétera—, lo que denominamos un ‘‘juego de escrito- "ys y el placer, aun mayor, de comonzar a leer un libro, sin haber cortado las piginas, Recordemot (no hace tanto tiempo de esto) que los libros estaban plegsdos de tal ‘modo que les paginas a cortar se altemaban asf: ocho pé- sinas donde habfa que cortar primero el borde superior, ¥ Juego, en dos etapas, los bordes laterales. Las ocho prime- raas se podian leer casi totalmente sin cortapapel; de las otras ocho podfamos\leer, por supuesto, la primera y Ia Bs) ima, y, levantindolas, la euarta y Ia quinta, Pero nada’ 1 Hab(a en el texto lagunas que réservaban sorpresas y titaban expectativas. _ Posturas| , . ‘La posturologia dela lechira esté demasiado relacio- ta con las condiciones ambientales (que examinaré en instante) como para que podamos abotdarla por si so- Seria empero wna biequeda fascinante, intrinsecamen- igada auna sociologia del cuerpo, y no podemos menos “ssombrarnos de que ningin sotiélogo ni antropélogo haya intaresado on empronderia (a pesar del proyecto Marcel Mauss que mencioné al principio de este artfcu- ‘En ausencia de todo estudio sistemiitico, no pode. ‘s sino bosquajar una enumeracién sumaria leet de pie ‘el mejor modo de consultar un diccionario); leet set &, pero hay muchas maneras de estar gentado: los pies ‘en el suelo, los pies mas ellos que el asiento, el ever po reclinado (sold, canapé), los codos apoyados en famosa, eteétera; é acostad®, acostado de espaldat, acostado de bruces, stado de costado, etoftera © de rodillas (Ios nifios que hojean un libro de figuras,” os japaneses? Areca (Marcel Mausn: “Estar en else amt ‘ender, una posicion interesnte que podriamos conserva en wn nifo, Deslentarla es uh grave €or Foda'le humanided, excepto mucstres sociadades, te he conseroado" «« caminando..Pensamos-ante todo.en.el cura que toma. Sco mientras le el breviario, Pero también esta el turisia ‘que deambula por una ciudad extranjera con un pla- ho en la mano, o que pata pate los cuadros cel museo Teyendo la deseripoién que brindan laz guias. O bien & caminar por la campifa, libro en mano, leyendo en vor alta, Me parece que és cada ver mis infrecuente. I. Elentorno et # aF c ‘I have always been the sort of person who en- joys reading. When I have nothing else to do, I read. (CHARLIE BROWN Podemos distinguir, muy burdamente, dos categorias, de lectura, las que acompafian otra ocupacion (activa 0 pasiva), y las que solo se acompaiian a sf mismas. La pri- ‘mera serfa adecuada para un sefior que hojea uns revista ‘mientras espera su tumo en el consultorio del dentista, Ia segunda seria adecuada para el mismo seiior cuando, una ‘Yer en st case, en paz con su dentadura, se seutsra ante Ix ‘mesa para leer los Recuerdos de una embsjada en Chi ‘del marqués de Moges. : En este caso loemos por leer, y 1a loctura os la nica actividad de un momento determinado. Tenemos un ejem: plo en los lectores sentados en Ia sala de lectira de wna biblioteca; Ia biblioteca, ademis, ex un sitio expecifica mente destinado a la lectura, uno de los tnicos lugares donde la lectura es una ocupacién colectiva (leer no es ne cesariamente una actividad solitaria, pero sucle ser una actividad individual; syele ocuxrir que leamos de a dos, sion contra sien, o por’ encima del hombro de otro, o que releamos, para otras personas, en vor alta; pero In idea de ‘varias personas que leen lo mismo al mimo tiempo tiene ‘algo de sorprendent rojo de Mao. chy ‘Otro ejemplo ce |cabalmente dustrado por ‘una foto publicada hace afios en LExpress en ocesion de Un estado deconntg soma odcines en Franc “Gentlemen en un club, leyendo el ire; un ere decatpesney chines eds bro representa a Maurice Nadeau, apoltronado en un cémodo divin, rodeado por pilas de libros ms altas que él ‘6 bien un nino leyendo o tentando de leer el capitx- lo de historia natural cobre el cual teme que le pregunten al di siguiente, Podrfamos multiplicar los ejemplos sin dificultad, Creo que todos se. vinculan cada vez que este “leer pot leer" se asocia con‘tina actividad de estudio, con algo que esta en el orden laboral 0 profesional, en todo caso en el orden de la necesidad, Claro que se requriria mayor prec sion y, en particular, el hallazgo de criteri6s mas 0 menos satisfactorios para distinguir ol trabajo del no-trabajo. En el actual estado de’ cosas creo pertinente establecer este, distingo: por una parte, la leciura que lamaremos profe- sional, a {a cual hay que consagrarse por entero, convertir fen objeto tinico de tuna hora o de un dia; por la otra, una Jectara que lamaremos del ocio, que sierapre va acompa- fiada por otra zetividad. Para el propésito que me ocupa, esto es lo que tis sme lama la atencién en las maneras de leer: no que la lee- ttura se consideze como una actividad ociosa, sino que en general no pueda existir sole, es preciso que ests insertada fen otra necesidad;es preciso que otra actividad la soporte: la lectura se asocia con la idea de un tiempo que se debe Tenar, un tiempo muerto que se debe aprovechar para leer. ‘Tal vez esta actividad portadora no sea sino el pre- ‘texto de Ia lectura, ipero cémo saberlo? Un sefior que lee fn le playa, zesté on la playa para leer o lee porque esté Ja playa? ;Acaso el frigil destino de Tristram Shandy, Je importa mas que la insolacién que esté por sufrir’en las ‘pantorzillas? ~No conviene, en todo caso, interrogar estos ‘mbitos de Ia lectura? Leer no es s6lo leer un texto, descl- ‘rar signos, recorrer linens, explorar péginas,atravesar un sentido; no es sélo la comunién abstracta entre autor y lector, ia boda mfstica de la Idea y el Ofdo. Es, al mismo tiempo, €l ruido del metro, oel bamboleo de un vagén de tate feridcartil,o el calor del sol en tina playa y los nifios que juegan un poco més lejos, o la sensacién del agua caliente en la bafiera, ola espera del sue Un ejemplo me permltid procisar el sentido de esta interogicion que por otra parte poderos considera, can todo derecho, sbsolutaments ociosa: hace varios aids yo ceenaba con tnos artigos en un pequefio restaurante (ow. trada, plato del dia, queso 0 postze); en otra moza conaba tun filésofo que ya" gozaba'de-justa reputacién; cenaly solo, leyendo un texto mimeografiado que seguramenle era tina tesis, Lefe entre un plato y otro, y a menudo en. tre un bocado y otro, y mis amigos y yo nos preguntamoy cual seria el efecto de esa doble actividad, como se mex. claban ambas, qué sabor tenfan las palabras y qué sentido tenfa el quesb: un bocado, un concepto, un bocado, un concepto. . . ;Comé se masticaba un concepto, como se ‘agabe, cémo #2 digerfa? g¥ como dar cuenta del efecto de este doble alinento, edmo descibnlo, ebmo mens ‘La enumeracién que sigue, bosquejo de una tipole- fa de las situaciones de lectura, no responde s6lo al mero Placer de enumerar. Creo. que puede prefigurar una des- ‘eripeién global de las actividades urbanas en la actualidad. En,la enmarafada néd de los ritmos cotidianos se incortan por doquier lepeos,fragmentos, playas de lectura, como st Jos imperativos horarios la hubieran ahuyentado de nue ta vida, pero al recordar la época de la infancia en que, ppasébamos el mediodfa del jueves tendidos en una cama | en compaiifa de los tres mosquetetos y de los hifos del ceapitin Grant, permitiéramés que la lectura se desiizars subrepticiamente en los intersticios y 16s, desgarrones de nuestra vida adults, Lapsos tee - Podemos clasificar las lecturas segiin el tiempo que ‘ocupen. Los lapeos vendrian primero. Leemos al espera 1 Is peluguerfe, en el consultorio del dentista (lectura 'straida por el temox); al hacer cola delante del cine, lee 108 el programa de los cines; en la administracion (seguri 'ad social cheques postales, objetos eficontrados, etzéte- 2) mientras esperamos que liamen nuestro mimero. Cuando saben que habré une larga espera. las puer as de un estadio o de Ia Opera, los futuros espectadores se "evan un asiento plegable y un libro, El cuerpo Pocemos clasificar las lecturas eogtin las funciones orporales: ‘El alimento: leer mientras come (ver més ats). \brir la correspondencia, desplegar el diaio, mientras se oma el desayuno. ‘BI bafio: michos consideran que la lectura durante Ubaiio es un placer supremo. A menudo, sin embargo, la Jen es mucho més grata que si realizacién; la mayoria de ‘© baferas resultan incomodas y, sin un equipo especial atl, eojin flotante, toallas ysifos de Teil acceso— y ‘réealclones ezpeciales, leer en el bao es tan incémodo omo, por ejemplo, fumar un eiganllo; he aquf un peque- © problema de Ia vida cotidiana que los disenadores de. ‘erian tener en cuenta. ‘Las necestdades naturales: Luis XIV daba eudienciat nu sila retrete. Era algo muy corriente en la época, Tuasteas sociedades se han vuelto mucho més dscretas of. Bl fantosma de la Ubertad). Sin embargo, el retrete si- tue siendo un lugar privilegiado para la Jeetara. Entre el jentre que se alia y el texto so instaura una rolacién ‘rofunda. algo asi como une intensa disponibilidad, una sceplividad amplificada, una felicidad de lectura: ua en- ‘aentro deo visceral y fo sensible sobre el cual, ami jui io, nadie se ha expresado mejor que Joyce: “Bien insto- xdo an al asiento despleg6 ef diario y voluis las péginas Dore us rdilos deenudas. Lo mueeo y to habitual Nin- sruna urgencia, Retengamosun poed nuestra noticia sobre Sotiente. El goipe maestro de Match. Forel sor Philip Beaufroy, Clrctto de Featromanoe, Londres, El eutor rec bid el premio de una fulnea por columna. Tres y media Tres bras tres. Tres irastrece chelies sls “Impasible ve puso a ler, contenténdeee, ia primera column hiego, etdiendo y reitiendo, abordé i segun- da En la mitad de la columna, ded que sus entroias se ‘viaron a gusto mlentrs lef feta tin prea Le ligera Constipaciin de ayer, goluclonada. No tan grve, etpero, como para product hemorroldes, No, justo fo neces, Bao et, Constipado, una tableta de cfscorascgrada, Le vi dapodia eras" (User) "El eucio: ae lee'miicho antes de dormir, y a men- do para dormitse, mis aun cuando no se con Hay tin gran placer en deseubrir, en una casi donde not {nvitaron’a pasar el fin de semana, Ubros que no leimos pero que seatfamos deesos de leer ibs farllares que Ro lefamor desde haofa mucho tiempo, Nos leremos unt ddocena tl dormitoti, ls lex, los releemos, cal hasta inmabana. El espacio sociat d Rare ver so lee durante el trabajo, a menos que el ‘trabajo consista precisrmente en leer. ‘Las amas de casa leen en las plazas mientras miran jugar alos hijos. Los curiosos vagabundean en las librerfas de lance, 0 ‘van a leer las noticias expuestas en las puertas de las ofic- nas de los diario’. Los consumidores leen el diario vespertino mientras toman un aperitivo en la terraza de un café, Transportes.” + nts Se lee mucho al ir 0 al volver del trabajo. Podrfamos lasificar las lecturassegin el medio de transports: cche y el autocar no sirven (leer produce dolor de cabea cl atitobiis es més apropiado, pero alli los lectores son mas infrecuentes de Jo que podriafnos pensar, sin duda a causa del especticuio de la calle. El lugar donde se lee es en el subterréneo. Eso podria! ser casi una definicién. Me asombra que el ministro de Cul- tra 0 el secretario de Estado encargado de las universida- des, aiin no haya exclamado: "Basta, sefiores, basta de re- laniar dinero para las bibliotecas:'jla verdadera biblioteca del pueblo es el subterrineo!" (salva de aplausos en Tos bbancos de la mayoria). Desde el punto de vigta de la lectura, el subterréneo ofrece dos ventajas: la primera es que un trayecto en sub- terrineo dura un tiempo determinado casi con exactitud (alrededor de un minuto y medio por éstacin), ello per- ‘ite regular la lecbuta: dos péginas, cinco péginas, un ca- pitulo entero, segin la longitud del trayecto. La segunda ventaja ¢s la recurrencia bicotidiana y pentasemanab del trayecto. El libro comenzado el lunes por la mafiana se terminard el viernes por la tarde... Viajes : Se lee mucho cuando ze estd de visie. Incluso se le cconsagra une literatura especial, Usmads literatura de tacién, Sobre todo, se lee en los trenes. En los aviones se suele hojear revistas. Los viajes en barco son cada vex més raros. Desde el punto de vista de la lectura, por lo demés, tun barco no es sino una ehaise longue (ver mas adelante). Varios - Leer en vacaciones. Lecturas de veraneantes. Lecturas Je agiistas. Lecturas de turistas. 7 ‘Leer cuando uno esté enfermo, on casa, en el hospital, on convalecencia, Btoétara. 92 A lo argo de ests gina, no me interes en Lo gue | te ofa, turalibro, diario 0 prospecio. Sola ene hecho | qué 28 lef, en diversos lugares, en diversos momnentog 2a qué 20 Wansforme el texto, qué permmece de & sOfmo eco una ora quem exen a ls ones Monigallet y Jacques Bonsergent? jCémo vo ‘esta trituractén del texto este haceree cargo intone, | Dido por el evezpo, por los otros, por el tempo, por Ine friccionas dela vida colectiva? Sou preguntas que tue plan to, no oreo que plantereelas sea inal pate un escttor

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