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El valor de la razón en la vida del creyente

Algunas personas piensan que ser anti intelectual es piadoso por aquello de que “el conocimiento envanece,
pero el amor edifica” (1Cor. 8:1). Tales personas pierden de vista que la Biblia nos manda amar a Dios con
toda nuestra mente, así como también pierden de vista algunos aspectos de la naturaleza de Dios y de Su
revelación.

La Naturaleza de Dios

Nuestro Dios es un Dios racional, perfecto en conocimiento. El conoce todas las cosas, tanto las reales como
las posibles (1Sam. 23:11-13; Job 37:16; 1Jn. 3:20). La Biblia señala a Dios como el “único sabio Dios”
(Rom. 16:27), como el Dios de verdad, completamente confiable (Tito 1:2; Rom. 3:4; He. 6:18). Su Palabra es
verdad (Jn. 17:17, y Su Iglesia (no las universidades) es columna y baluarte de la verdad (1Tim. 3:15).
Conocer a Dios necesariamente involucra nuestras capacidades mentales.

La Naturaleza de la revelación bíblica

1. La revelación es verdad y ha de ser entendida racionalmente.

Las palabras bíblicas que se usan en hebreo y en griego para indicar la idea de revelación implican, no solo
que Dios es una Persona que se ha dado a conocer, sino también que ha revelado proposiciones verdaderas
objetivas y comprensibles.

Dios no solo se ha dado a conocer a Sí mismo, sino que también nos ha dado a conocer la verdad, una verdad
que requiere del esfuerzo de nuestras mentes para ser comprendida y aplicada. Por la naturaleza de la Biblia,
necesitamos para su comprensión la iluminación del Espíritu Santo, pero necesitamos aplicar también el
estudio serio y concienzudo.

Algunas partes de las Escrituras son fáciles de entender, mientras que otras requieren de un esfuerzo mayor
(2P. 3:16). A mayor desarrollo de la mente y del entendimiento de las reglas de hermenéutica, mayor será la
capacidad de comprender el significado de la Biblia.

“Necesitamos iglesias locales dedicadas a la tarea de entrenar a los creyentes a pensar teológica y
bíblicamente. Debemos desarrollar cristianos inteligentes; esto es, cristianos que tengan el entrenamiento
mental para ver asuntos claramente, para hacer cuidadosamente distinciones importantes, y sopesar varios
factores apropiadamente” (Moreland; pg. 48-49).

2. Tres textos importantes:

Rom. 12:1-2. No podemos comprobar, esto es, dar a conocer a nosotros mismos y a otros, cual es la voluntad
de Dios, sino hay una renovación o transformación de nuestro entendimiento. Esto coloca nuestras mentes en
el centro mismo del proceso transformador en el que estamos envueltos si somos cristianos. Todo creyente
desea conocer la voluntad de Dios, pero este texto nos dice que a menos que presentemos nuestros cuerpos
para ser transformados, incluyendo por supuesto nuestras mentes, eso no será posible.

Mt. 22:23-39. Ya vimos al principio algo del significado de los versículos 37ss. Ahora solo quiero hacer notar
el contexto. En los versículos anteriores vemos a Cristo confrontado por los saduceos con el tema de la
resurrección. La pregunta de estos hombres dejaba a Cristo tres opciones aparentes: 1) Negar la resurrección;
2) aceptar la poligamia y el adulterio al afirmar que en el cielo ella sería mujer de los siete; y 3) injustamente
limitar a uno solo de los hermanos. La respuesta de Cristo tiene dos partes: en primer lugar, quita a los
saduceos la base de la dificultad que plantean con respecto a la resurrección al afirmar que en el cielo no hay
matrimonio; en segundo lugar, prueba bíblicamente la resurrección, pero citando un pasaje que, visto
superficialmente, nos puede parecer inadecuado. ¿Por qué no usó mejor Dn. 12:2 que habla explícitamente de
la resurrección? Porque los saduceos no aceptaban la autoridad del libro de Daniel, pero sí tenían en alta
estima el texto que el Señor citó. Esto nos muestra que Cristo conocía la Escritura, pero conocía también a sus
oponentes; y también nos muestra que aplicaba su inteligencia al estudio de las Escrituras para extraer
conclusiones, aun del tiempo de los verbos que allí se usan. Dado que este texto se encuentra inmediatamente
antes de Mt. 22:37ss, este es un buen ejemplo de lo que significa amar a Dios con toda la mente.

1P. 3:15. Hay dos palabras claves aquí: apología y logos. Apología significa “defender algo” ya sea
ofreciendo argumentos positivos a favor de, o respondiendo argumentos negativos en contra de. Eso era lo
que Pablo hacía al evangelizar (Hch. 14:15-17; 17:2,4, 17-31; 18:4; 19:8). El persuadía a las personas
ofreciéndoles argumentos racionales a favor de la verdad del evangelio. Incluso cita en Atenas a dos filósofos
paganos, Epiménides y Arato de Soles (Hch. 17:28). Ahora bien, el punto es que aquí en 1P. 3:15 no se nos
sugiere que hagamos eso, se nos ordena (leer). La palabra logos en este caso significa “evidencia o argumento
que provee una justificación razonable para alguna creencia”. Lo que Pedro está diciendo es que nosotros
debemos estar preparados para proveer argumentos racionales y buenas razones para creer lo que creemos, y
esto envuelve la mente.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este
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