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hu Uniclad Tt Fo 18 : TELEVISION, EL CASI- PUBLICO Daniel DAYAN Original: « Télévision, le presque public » Rey. Réseauxn® 100- CENT/Hermés Science Publication - 2000 A Pierre SORLIN La experiencia que consiste en mirar television no puede describirse en términos simplemente individuales. Ver, es ver con, es entrar en interaccién con un "contracampo" constituide por todos aquellos que miran simultaneamente la misma imagen televisiva 0, mas exactamente, con todos aquellos que imaginamos que lo hacen. Tal experiencia es la que describe el flbsofo americano Stanley Cavell cuando nos dice que la programacién comporta siempre un momento pivotal donde la enunciacién se hara en directo, permitiendo asi acceder al registro de ver con, de entrar en la comunidad imaginaria de aquellos que lo miran al mismo tiempo." ZAUDIENCIAS 0 PUBLICOS? Tal es la experiencia que yo mismo intenté deseribir a propésito de la “Television ceremonial" y del sentimiento ocednico que experimenta el piblico de grandes acontecimientos en la idea de desaparecer en una comunidad planetaria, comunidad inmensa y fugitiva, pablico cuya monumentalidad efimera es caracteristica de la experiencia que ofrece la television 2 Es la misma idea que Se encuentra en Michel Gheude cuando muestra que la television sirve de pretexto para una *reunién invisible’, y es la misma idea que ya habia experimentado Walter Benjamin, hace casi 60 afos, antes de fa llegada de fa televisién, cuando decia que: "La experiencia del espectador (estaba) siempre ya determinada por la experiencia del pablico que é| est4 a punto de constitu”? El piblico sirve luego de horizonte del espectador. Desde este punto de vista no podemos ser cespectador sin referencia a un piblico. Pero mas allé de la experiencia subjetiva que relaciona el ver, con fa comunidad imaginada de todos aquellos que también ven {como pensar la nocién de un piblico de television? ,Qué significa esta nocién? Los piblicos tienen segin el caso mas 0 menos sustancia, ms 0 menos estabiidad? Son siempre emanaciones de colectivos preexistentes?. ;Pueden al contrario constiuirse en respuesta a situaciones inédites, ante la solcitud de ciertos textos? {Existen entonces situaciones que serian “publigénas", en comparaciin con situaciones que serian estérles? ¢Existen circunstancias publicidas (publicides]? ¢Puede haber un piblico sin que éste haya hablado? {La nocién de piiblico es disociable de fa de ’estera publica” y por consiguiente de una actividad especifica de debate? zPodemos, al contrario, formar parte de un piblico por simple + Este texto retoma y articula varlos temas abordados en ensayos precedentes (cf. DAYAN 1992a, 1996, 1998). Corresponde 2 un trabajo en curso, de los que hemos presentado extractos: 1) en el Coloquio “Peut-on apprendre & voir ?", Paris, unio de 1998; 2) en el Coloquio franco-aleman “Nouvelles recherches sur les publics, en France et en Allemagne", Munich, noviembre de 1996; 3) en el coloquio «As ciencias dda comunicagao, na viragem da seculo’, Lisboa, marzo de 1999. 2 DAYAN y KATZ, 1996. °? GHEUDE, 1994: BENJAMIN, 1936. yuxtaposicién, ver incluso sin que haya yuxtaposicién, por la simple virtud de un céleulo estadistico? Finalmente, zqué relacién mantiene la nacién de pUblico con la de audiencia? Publico: el sustantivo, el adjetivo. La palabra piblico puede presentarse ya sea como sustantivo, ya sea como adjetivo. El sustantivo presupone que existen piblices. Reenvia ideaimente a una “sustancia’ publica, @ identidades relativamente reconocibles, eventualmente efimeras, pero suficientemente estables como para ser descriptas. Reflexionemos ahora sobre la dimension adjetiva de la palabra “piblico", Hablamos de comportamientos o de opiniones piblicas en oposicién a aquellos que seria privadas (es decir, privadas de publicidad). Me parece esencial tener en cuenta esta dimension adjetiva de la palabra ‘publico’, todo eso que liga la nocién de piblico con la nocién de "esfera piiblica’ + En efecto, la nacién de publico es una nocisn reflexiva. El piblico del siglo XVIII se constituye, nos dice John Peters, a fuerza de leer y de ciscutr diarios donde esta la cuestion de lo “puiblico", Le nocion de publica no consiste solamente en ver, sino en ser visto, Todo publioo remite entonces a un otro piiblico que lo mira, Existen ‘maneras de piblicas' como existen maneras de mesa, Es ostensible que fos piblicos se constituyen en su diferenciacién con otros piiblioos. En otros términos, ser un piblico es llevar a cabo una performance. Esta performance puede ser consensuada 0 polémica, pero no puede ser invisible. Estos no son, por lo tanto, piblicos que veamos materialzarse sin saberio, bajo la pluma de los expertos. Los publicos no brotan del reino de las sombras, y no tienen necesidad de pitonisas para expresarse El adjetivo “piblico” introduce, entonces, una distincion esencial de cara a la pasividad del recuenio. Marca la voluntad de proceder a una presentacién de si. En ottos términos, un pitblico toma siempre, de una cierta forma, la pose. Un piiblico se sabe, y se ve, mirado. ,Qué ha sido de esa auciencia, seres timidos sumergidos en una penumbra perpetua, parejas con miradas desorbitadas, fantasmas cuya existencia se divide entre el imbo de los comedores y los quesos camemberts de los mercados? Este retrato es generalmente aquello que bosquejamos de los pblicos de televisién. Es abrumador. Es parecido? Publicos visibles e invisibles. El problema de los medios de masa es precisamente el de saber si ellos ro tienen, frente a ellos, otra cosa que auditorios invisibles, espectadores a quienes hacer manifestar la actividad subterranea. ZLos medios de masa tienen frente a ellos solamente audiencias? {Sus “piblicos” son sélo artefactos inventados por los sociélogos, por los institutos de sondeo? {Se trata sélo de fiociones armadas a desconocimiento de fos interesados?. Si este fuera el caso, estos publicos ‘no estarian dotados de habla. Serian piblicos sin saberio. © no existrian mas que como argumentos en los discursos portados por otros y donde ellos figurarian a titulo de instancias legitimadoras. Nada impide sin embargo imaginar que, incluso frente a los medios masivos, podrian existr piilicos que se manifestaran camo tales. El piiblico disperso de la television no es sdlo necesariamente un ectoplasma de complejos encantamientos con obligacién de volverse visible. No esta condenado a ser diagnosticado tal como se identifica una enfermedad. Este plibico puede ser reflexivo, consciente de existr, desdefioso de otros piblicos, aigunes veces defensivo de sus consideraciones: no esta condenado al silencio, + HABERMAS, 1992. Publico, compromiso, espacio piblico. Todo piblico se define por una cualidad que Austin lamarta comitiva, por una afirmacién de lealtad emanada de aquellos que dicen pertenecer $ Contrariamente a la audiencias voluntarias avergonzadas, cuyos "sondeadores" (los sondeadores de alma) aprenden muy pronto a desemboscar las negaciones, los pliblicos se constituyen en el gesto mismo de tomar posicion Podemos entonces designar muchos tipos de situaciones televisivas generadoras de piiblcos. Quisiera aqui privilegier una’ la versién contempordinea y televisiva de los "grandes affaires" del pasado. Para estos autores ~en los que yo me inspiré aqut-, el modelo del “affare” no consiste solamente en explicar fa conffontacion de los pblicas. Permite ver cémo estos plblicas se constituyen, comprender que el gesto por el que ellos se afirman equivale @ una verdadera estructuracion de la ‘esfera piblica’. Tal gesto determinars, a menudo por décadas, la identidad de los actores y de los lenguajes polices. Llegamos aqui al punto donde la performance det piblico parece aguardar su amplitud méxima, puesto que ella viene a confundirse con ef funcionamiento de la "esfera piblica’. Pero estas grandes moviizaciones de la opinién piblica se producirian sin fa television y se han producido desde mucho antes de que ella exista. La television juega aqul -mucho después que otros el rol de relevo de lo politica. ¢Hay otras situaciones donde vernos frente a ella emerger los piibicos? Un buen objeto... gY el resto? Proponer una distincién radical entre audiencias y piblicos es una empresa llena de dificultades. Dificultades culturales, en primer lugar. Tradiciones de investigaci6n vecinas se construyen en efecto sobre homénimos tramposos. En francés, por ejemplo, la nocién de “piblico” sirve de término genérico y la nocién de “audiencia’ se presenta como un término "marcado’. En inglés en cambio es la nocién de audiencia la que sirve de grado cero y la nocin de piblico la que se presentaba como una forma de audiencia particular y valorizada. A continuacién, dificultades evaluatvas ligadas al estatuto normativo que es el de la nocién de piibico en la flosofia politica, La opesicién entre “audiencia® y ‘pliblico” descansa en efecto sobre un clivaj. El ‘pablico’ es automaticamente acreditado con un valor positivo La audiencia es el doble oscuro del piblico. Es un mal objeto, incluso, como fo sugiere Livingstone, un envoltorio vacio, un hacer valer sin forma: lo que queda cuando terminamos de dibujar los contomos del “piblco’. Es verdad entonces que ‘rente a las caracterizaciones negativas de la audiencia, ta nocién de piiblico se define por una serie de atributos positives. Primeramente, como le llama Sorin, un plibico constituye un término medio. Implica un cierto tipo de sociabilidad y un minimo de esiabilidad. En segundo lugar, esta sociablidad se acomparia de una capacidad de deliberacion interma, En tercer lugar, un piblico dispone de una capacidad de performance, Procede en las presentaciones-de-si, frente a otros publicos. En cuarto lugar, estas presentaciones-de-si incluyen a sus autores. Son “comitivas”. Un piblico manifiesta una disposicion a defender ciertos valores en referencia a un bien comdn 0 a un universo simbélico compartido. En quinto lugar, un pilblico es susceptible de traducir sus qustos en demandas (prolongando, asi la capacidad de "encargo” de los antiguos mecenas). En fin, un pibico puede existir solo bajo forma reflexiva, Su evistencia pasa por una capacidad de autoimaginarse, por modos de representacién de lo colectvo, por rattcaciones de la pertenencia. 8 AUSTIN, 1962. © BOLTANSKI, 1993; CLAVERIE, 1999. En contraste con un piblico, una audiencia no se caracteriza ni por un imperativo de sociabilidad © de estabilidad ni por una obligacién de performance (que queda confinada en el espacio privado) ni por una referencia necesaria a un bien comin. Su atencién es reactiva: responde a una oferta. Al contrario que en la de los piblicos, fa realidad de las audiencias es una realidad imaginada. Nada de sombroso en esto. La construccién de todo sujeto colectivo pasa por una fiocidn. Todavia es necesario que ese sujeto colectivo exista, La cuestidn entonces es saber, no sies imaginado, sino por quién. En el caso de los piblicos el sujeto colectivo es imaginado en primera persona, por un Nosotros. En el caso de las audiencias, este sujeto es esencialmente imaginado en tercera persona. Es construido por terceros y en la intencién de olfos terceros A partir de estas clasificaciones conceptuales, es posible ahora volver a los piiblicos de television. Vemos que un saber sostenido sobre estos pilblicos no se confunde con el que disponemos sobre las audiencias, Pero no es muy distinto. Primeramente, audiencias y piblicos estan a menudo compuestos de los mismos espectadores. A continuacién, el acto por el cual decidimos si nos ocupamos de unos o de otras es frecuentemente un acto de evaluacién. En fin, las audiencias de la television de masas puede enmascarar a los pibicos. Estas audiencias pueden también transformarse en publicos. Por lo tanto, hay que interesarse en esta transformacién y datse los medios de observaria, {Se ha hecho? ESTUDIOS DE AUDIENCIA: EL PUBLICO ESTA ROGANDO CALLARSE. “Los métodos de mediciones de audiencia contribuyen, por las tomas de partido que encubren, a at forma a una cieria idea del publico’, escribe Sabine Chalvon-Demersay.? *Circunscribiendo ciertos abjetos de observaci6n (...) estos métodos (...) operan una cierta forma de estlizacion’, ya que la disimulan bajo ‘la neutralidad aparente de las clas’, El universo de os telespectadores se encuentra entonces “fitrado, enrarecido, hasta venir @ refugiarse en una cifra tinica que no es, sin mencionar los recuerdos de las notas que sancionaban las performances escolares". Construido en vista de una evaluacién de la “porcién de audiencia’, tal estiizacion tiende a disolver la dimensién colectiva de la escucha y a desprender esta ultima de su inscripcion en un proceso social Esta dimensién temporal es progresivamente tomada en cuenta. Pero los progresos de las rmediciones de audiencia permanecen ambiguos. Por cierto, “las mediciones ganan en precisién; los instrumentos se afinan, las técnicas se estandarizan, adquiriendo una establlidad, una homogeneidad, una comparabilidad, las muestras se ensanchan, la continuidad do las ediciones se estabilza". Pero la vemos estrecharse en tomo de las descripciones reificantes, continuar la empresa de desocializacion del espectador. "El conocimiento de fos piblicos es cada vez menos dependiente de la intervenciin directa, lo que se revela cada vez mas fenue. Los ciiterios retenidos no dejan lugar ni al placer de ser un piblico, ni a la voluntad de reconocerse en él". La “objetividad” consiste en gran medida en excluir que el pUblico sea tratado en si y en privarle de ocasiones de expresarse, en cortarle la palabra, Su discurso ya no es necesatio, Los indices lo han remplazado. Por cierto, tal discurso no es siempre facil de aprehender. En efecto, las reacciones de los, ‘oyentes o de los telespectadores quedan a menudo confinadas en una esfera doméstica donde se escapan de las miradas. No obstante, escribe Pierre Sortin, las tomas de posicion de este pbiico invisible "son tan numerosas ¢ interesantes que estariamos tentados a no creerle. Desde el siglo XIX, os lectores han escrito a fos diarios y en el siglo siguiente a menudo han continuado con los canales de radio y de televisién. En el comienzo de los afios ‘30, la BBC recibia dos mil 7 Chal VON-DEMERSAY. 1999. cartas por semana; en el curso de la misma década, cinco millones de mensajes escritos fueron dirgidos a la cadena americana NBC." En el curso de fo arios '80, un estudiante que preparaba una tesis sobre el piblico de la cadena india Doordashan fue invitado a excavar monticulos en los accesos a las oficinas de la cadena. Estos monticulos estaban compuestos por millares de cartas de los lectores, de sobres atin sellados, de mensajes empapados por la luvia. De esos montones de mensajes en suspenso, una conclusién se desprende: "No sirven para nada. Algunos han sido leidos y comentados para dar la sensacién de que se les tomaba en setio, pero el correo no ha sido jams examinado sisteréticamente ni ha side tenido en cuenta"? Los andlisis de Chalvon-Demersay, tanto como los de Sorfin, demuestran la profunda indiferencia de las instituciones mediaticas frente 2 espactadores que serian socializados, dotados de habla, susceptibies de manifestar gustos 0 pertenencias. Que los espectadores puedan formar piblicos no interesar a nadie. Los plilicos no soh realidades "notables". Su existencia hace el gasto del proceso de estilzacién. Pero el silencio en el que ellos estan sumergidos va a interrumpirse. ESTUDIOS DE RECEPCION: gEL HABLA RESTITUIDA? Numerosos sociélogos de fos medias, en el curso de los alos '80, dearon las mediciones de audiencia y los problemas de impacto a fin de volverse hacia la cuesion de la recepoién. La cuestisn asentada es la de una circulacion social del sentido, Ella se revela vinculada a un doble proyecto. Proyecto de conocimiento de la cultura de los receptores; proyecto de raconocimiento de la legilimidad de esta cultura, Estudiar la recepcién es entrar en la intimidad de esos receptores y considerar que los universos de significacién que alli son elaborados pueden estar caracterizados de otro mado que en términos de alienacién o de deficit. La cultura de los crticos y de los investigadores es convocada a dejar atrés su textocentrismo, su propension didactica. 2ES ésta capaz, tal como las culturas europeas que han sabido hacerlo, frente a.aquellas que parecian las mas extranjeras, de comunicar con lo que le es exterior, de restablecer diversos piblicos en un rol de sujetos? Tal es en todo caso uno de los grandes objetivos de los estudios de recepcion, No se contentan con hablar "en nombre del piblico’, se niegan hablar de éste en tercera persona, intentan hacer entender su voz. El modelo texto-lector. Tal tentativa se da un marco teérico. Combinando andlsis textual e investigacion empirica, teoria literetia y ciencias sociales, este marco abandona la psicologia del espectador individual o la coherencia estructural del texto, para interesarse en la naturaleza de [a relacion entre texto y lector. Asi se constituye lo que ahora se conviene en designar como el “modelo texto-lector’.1? Este modelo, que ya evoqué en otra parte, *t puede resumirse en cuatro froposiciones: El sentido de un texto no es parte integrante del texto. La recepcién no es la absorcién pasiva de significaciones preconstruidas, sino e! lugar de una construcién de sentido. La ambicién del andlisis textual ~deducir la lectura (y el lector) det estudio del solo texto~ es por lo tanto rechazada. ® SORLIN, 1992 *d ® LIVINGSTONE, 1989. 1" BAYAN, 1992. - Este rechazo pasa por el abandono de todo modelo de interpretacién que privilegia el saber del analista. Desde el momento en que la investigacién sobre recepcién reclama una aproximacién ‘empirica, hay que reconocer que les estructuras de un texto son solo virtuales, hasta tanto los lectores 0 los espectadores™? no las han activado. El saber sobre un texto, por refinado que sea, ‘no permite predecir la interpretacion que recibira - Estos leciores y estos espectadores estén diversificados. En ruptura con una concepcion lineal de la comunicacién, el principio que prefiere que los cédigos que presiden la “produccién’ de mensajes, serian necesariamente aquellos puestos en obra al momento del “reconocimiento” que hacen los receptores, es igualmente rechazado, Desde el momento en que reconocemos la diversidad de contextos donde la recepcién se realiza y a pluralidad de cédigos en circulacién al interior de un mismo conjunto lingdistico y cultural, ya no hay razones para que un mensaje sea automaticamente recibida en los términos en que ha sido emitido, La coincidencia de la "decodificacion® y la “codificacién’ puede ser frecuente, Permanece sin embargo como una coincidencia. - La recepcién es el momento en el que las significaciones de un texto son consttuidas por los miembros de un publica. Son estas signiicaciones, y no el texto mismo, las que sirven de punto de partida a las cadenas causales de conduccién a los efectos, Lo que puede estar dado no es el texto concebido, 0 el texto producido, o et texto difundido, sino el texto efectivamente recibido. Este texto es recibido segin modalidades especificas por piblicos -o auciencias— distintos. A partir de este marco, el gran aporte de los estudios de recepcidn consiste en demostrar la diversidad de lecturas, la diversidad de modos de construocin de signiticaciones atrbuidas a los textos difundidos y, por consiguiente, la diversidad de piblicos."? Estos estudios concluyen que, en efecto, hay piblicos, pero no se interesan ni en la produccién ni en a constitucién de estos piblicos. ;Su conclusién es valida? ¢Poner la palabra piiblico en plural acanza para justiicar su empleo? ¢Los plblicos se definen solamente por su diversidad? No podriamos hablar de diversidad de audiencias? Los estudios de recepcién restituyen un habla. {Este habla es la de los paiblicos? EL HABLA DE LA AUDIENCIA: ANATOMIA DE UNA EQUIVOCACION Esta esta generalmente referida a piblicos o @ comunidades de interpretacion. Es necesario, sin embargo, mirarla més de cerca. Podemos en efecto sostener que, basados en preguntas sobre los pidblicos, los estudios de recepcién se interesan ante todo en las audiencias y que, victimas de una equivocacion, describen tales audiencias como si fueran publions. Las audienctas son entonces impelidas a la performance y dotadas de sociabilidad. Dandole el habla a espectadores que no ia han solcitado, baséndose en ‘a legitimidad de ese habla, nos animamos a volverias explictas, en un discurso semi-publico, de reacciones que frecuentemente no son ni discursivas ni argumentadas. Nos animamos entonces a adoptar un rol, a proceder en una “presentacion de si’ marcada segin el caso por la complacencia o por el desaflo. Se crea asi un artefacto specifica: una toma de la palabra critica en los espectadores por los cuales tal performance es exdtica 0 incongruente. 2 VERON, 1988. * Un segundo aporte de los estudios de recepsién incide sobre la dindmica de les audiencias. Concieme tun proceso que se puede resumir a partir de los trabajos de John Fiske y de Sonia Livingstone y que yo llamo “audienciacién” ['audienciation’]. Para Fiske, las audiencias no son “sustancias” (de las que se podria entonces tomar porciones “representativas’), sino configuraciones méviles, fiujos y refujos de espectadores; no de grupos, sino de reagrupamientos. Congelar tal movimiento vendria a disolver el objeto de estudio. Fiske Sefala entonces que no se trata, para una emision, de “demandar audiencia” de ee ee Oe Debertamos entonces conjugar “audlencia" como un verbo. Por esto, Fiske propuso crear el verbo “to audiencie’; focalizar el estudio de la recepcién en el momento de la “audiencing’, en lo que podriamos lamar en castellano ‘ia audienciacion® ["Taudienciation"), y que yo definiia como el proceso de aceptacién de identidad colectiva propuesta al espectador en el acto de enunciacion. Ver FISKE, 1992. Este proceso pasa por una negociacion. Una cierta fiecién de publico es propuesta por una emisién 0 un programa, Esta se constituye en el “marco participative’. Este “marco partcipativo” remite a estos miembros del piblico cuya presencia sive de referencia a la performance de los participantes en una emision, o en la experiencia a la que se acogen sus espectadores. Estos espectadores de referencia pueden ser efectivas, pero en la situacién de reoepcién, su estatuto es esencialmente imaginado, (LIVINGSTONE y LUNT, 1992; DAYAN, 1992). Uno de los ‘elementos esenciales que conduce a la activacién o a la no activacién de la audienciacién consiste entonces en aceptar o rechazar la compafiia de estos “otros” que imaginamos; a senfirse parle de una imagen de piblico que juzgamos deseable 0, al contrario, inaceptable. Entramos entonces en el juego o nos batimos en retrada con el zapping. En otros términos, se trata aqui de describir el proceso de entrada en (0 de salida de) una comunidad imaginada de lelespectadores (DAYAN, 1992, 1998). Este proceso de imaginaciin no requiere, sin embargo, ni sociabilidad ni performance. Recibir una emisién es comprometerse en una interaccién “para-sociaf’, que puede no quedar en ela. El proceso de “audienciacién’ describe, entonces, no la constitucién de un piblico, sino la agregacién en una audiencia. Es una contribucién fenomenoldgica a una “demografia de los flujos” que sugiere que “el publico presente en el curso de una emisién conoce los acontecimienios andlogos a fos de una poblacién humana. Nace al comienzo de la emision (es ef encendido del aparato), muere en el final (detiene la escucha); efectia migraciones (con procedencia de o en direccién a otros canales); esté sometido a epidemias.” (CHALVON- DEMERSAY y ROSENTAL, 1999}. El reconocimianto de tal problema se traduce en la generalizacién de aproximaciones que, en un estio otnogréfco, rectaman fa observacin participante. Se trata de observar “comunidades de interpretacion’. Pero, a partir de cterios buenos o malos, los limites de la comunidad son generalmente definidos por el encuestador. Su intervencién logra volver colectiva una actividad que puede serio o no serlo,o serlo de otro modo. Se traduce asi por un artefacto de sociabitdad Dar la palabra a una alegoria. Si le sumamos estos dos artefactos, podemos entonces sugerir que la investigacién sobre recepcién consiste en inventar una fiecién de piiblico y darle e! habla. Tal piblco, en efecto, no es reivindicado bajo la forma de un “nosotros”. Es puesto desde el exterior, consiituide sobre invitaciones o reclutado en el seno de los espectadores de una emisiin dada. Pero los reclutados no forman necesariamente una colectvidad. Los individuos convocados en los estudios de recepcion no saben generalmente que forman piblicos. Forman puiblicos sin saberlo como Monsieur Jourdain hace prosa.” Los “pilblicos" de este tipo no son entonces susceptibles de habla, por la simple razon de que ellos no existen més que sobre el papel. No son mas capaces de hablar que las alegorias clasicas como la libertad o fa igualdad, Como lo dice entonces John Hartley’ “siendo su estatuto Esta comparacion remite a ta obra de Moliére, Le bourgeois gentifhome, cuyo personaje principal es Monsieur Jourdain, quien pese a su riqueza no sabe ni leer ni escribir, entonces contrata a un profesor de fiosofia para que le ensefie y asi pader confesarle su amor a una sefiora de la robleza. El profesorle pregunta sile quiere escribir en prosa o en verso y al explicarle a diferencia ene ambas, M. Jourdain se dda cuenta de que estuvo 40 afios de su vida hablando en prosa sin saberioll. [N. de ios T.] '* HARTLEY, 1987 y 1988. cl de una creacién discursive, es absurdo querer estudiar un pbico en a realidad. Tal realidad 6 fisicamente invisible, observable textualmente y solo textualments. Surge entonces de una sola discplina: ef andlisis de discurso.” Este piblico que no existe mas que como realidad discursiva, mas que como un reagrupamiento operado desde el exterior, mas que como categorizaci6n performativa, tiene entonces un nombre: es una audiencia. El pasado de una confusién. La equivocacién entre audiencia y piiblico se remonta entonces a uno ce los actos fundadores de la investigacion en recepcin: el estudio que dos discipulos de Stuart Hell ~Charlotie Brundson y David Morley- consagra al piblico de un magazine d= noticias televisadas, Nationwide. Los autores hacen ali la demostracién empirica de la diversidad de lecturas reservadas @ una misma emisién, emision que puede ser leida en conformidad con las intenciones de los productores (lecturas ‘dominantes"), en oposicién con ellos (lectures “oposicionales"), 0, la mayoria, situarse en un vaivén entre aceptacion y objecién (lecturas “negociadas’). En su contrbucién a este estudio, David Morley precisa que las lecturas “oposicionales’ manifestadas en el curso de una encuesta emanan casi todas de un pequefio grupo de espectadores. Estos titimos son capaces no solamente de rechazar ciertas proposiciones contenidas en fas noticias, sino de reformularlas haciendo mencién a su propia vision de la realidad social. Estos espectadores minoritarios tienen una particularidad. Son miembros activos

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