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El presente libro está constituido por un conjunto de ensayos que

tienen el común denominador de situarse en el campo de la reflexión


sobre el p a pel de la educación en la reproducción y el cambio socia-
les, correspondiendo a trabajos que han sido publicados como artícu-
los de revistas o ponencias en seminarios y encuentros científicos en
el periodo 1982- 1986 . Esto presenta el inconveniente de la repetición
de algunas tesis centrales de la propuesta del autor, aunque resituán-
dalas en el nuevo contexto de discusión . La ventaja de una presenta-
ción cronológicamente diferente es el permitir la visualización de la
evolución y cambio en las discusiones teóricas respecto de la educa-
ción, con el correspondiente auge y caída de algunos enfoques que

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Jri'J La obra de Fernández Enguita nos permite conocer el grado de de-

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conjunta con el proceso de transición democrática iniciada en 1976,
pero también no es m enos cierto que con a nterioridad a su implanta-
ción libre, en la sociedad española existían sociólogos españoles for-
mados en las más diversas universidades de países europeos y
americanos , incluido México. La dictadura produjo el fenómeno cu-
rioso de que hubiesen sociólogos españoles antes que una sociología
hecha en España. El advenimiento de la democracia produjo la con-
junción d e todos ellos en su país , con la con siguiente discusión teórica
y metodológica, producto necesario de las distintas formaciones teó-
ricas que cada uno traía consigo.

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Universidad Autónoma de Sinaloa


PRESENTACION

Rector:
Lic. Audómar Ahum ada Quintero
&cretario Gmeral:
M .C . José Guadalupe Meza Mendoza
Tesorero Gmeral:
L.A . E. Francisco Alvarez Cordero
Director de Servicios Escolares:
M.C . Carlos Alfaro Morales

La Escuela en el capitalismo democrático constituye una reflexión sobre el


papel de la educación en la reproducción y el cambio sociales; es, tam-
bién , un intento por establecer las relaciones entre la educación y la
economía y el Estado que nos permitan caracterizar la real naturaleza
y funciones de la escuela y la educación dentro de las formaciones
económico-sociales que pueden ser englobadas bajo la categoría de ca-
pitalismo democrático. Se trata, por tanto , de una obra que se ubica
en el campo de la sociología de la educación .
Sin embargo esa caracterización genérica no es suficiente . La so-
ciología de la educación es una disciplina . Como tal admite múltiples
enfoques. Agreguemos que se trata de una obra situada en la pers-
pectiva del marxismo , entendido como una teoría que posibilita el
"despliegue de los saberes" -tal como lo desarrolla Della Volpe-
y la elaboración de constructos que permiten dar cuenta de los fenó-
Mariano Fernández Enguita menos inmediatos en estrecha relación con las categorías más amplias
LA ESCUELA EN EL CAPITALISMO DEMOCRATIC O que los contienen y los explican.
En esa perspectiva, Fernández Enguita se sitúa en el contexto de
Colección Educación las sociedades capitalistas europeas occidentales y norteamericanas a
las que denomina de capitalismo democrático. Esta categoría permite
diferenciar las sociedades bajo el capitalismo real de acuerdo con los
grados de autonomía relativa de la sociedad civil respecto de los apa-
ratos de Estado y el nivel de ejercicio de los derechos ciudadanos y
Primera edición de la UAS, 1987
© Universidad Au tónoma de Sin aloa vigencia de los mecanismos de la democracia, formalmente definida.
Culiacán, Sinaloa, México (1987) Así, se aparta de la nebulosa y generalizadora formulación de la es-
cuela inserta en la amplia categoría modo de producción -como lo
editores: hacen Aníbal Pon ce y los teóricos soviéticos del periodo estalinista y
Felix Goded , Rafael C enteno, Eisa NaccarelIa posestalinista- para acercarse a las formulaciones propiamente mar-
ISBN 968-59-0094-9
xianas , continuadas por Makarenko y en la actualidad retomadas por
los llamados "radicales norteamericanos" -en especial Carnoy, Bow-
Edición con fines académicos, no lucrativos les y Gintis- y los marxistas franceses -Baudelot, Establet, Boudot,
Diseño de portada: Felix Goded y otros.

Hecho en México 5
Printed in Mexíco
Las sociedades capitalistas democráticas marcan el acento en las sidad de "elevar la calidad de la educación" o el "nivel académico".
libertades individuales -forma necesaria de legitimar la libertad de En ambas situaciones se recalca la necesidad de aliecuar la escuela
empresa y de mercado- y en la igualdad de oportunidades. En ese a los requerimientos de los avances científicos y técnicos, pero sin en-
sentido, el conjunto de las relaciones sociales juegan un papel de legi- trar a analizar si efectivamente los nuevos y más avanzados produc-
timación de la hegemonía dominante, pero, como lo advierte nuestro tos tecnológicos requieren un mayor adiestramiento/capacitación!
autor, en el caso de la escuela se aplican dos modalidades diferentes formación de la mano de obra, o si por el contrario, cada nueva inno-
para lograr la función de ideologización y reproducción : de una par- vación tecnológica significa una nueva y más profunda descualifica-
te, se prepara realmente al joven para la incorporación al aparato pro- ción de la fuerza de trabajo.
ductivo por medio de la internalización de prácticas escolares que Al situar la educación en esos planos la discusión en torno a su orien-
reproducen la misma mecánica y disciplina del taller ; mientras, por tación y contenidos, da por supuesto que ésta efectivamente cumple
otra parte, se maneja en el lenguaje pedagógico y en la política edu- las funciones de movilización social y de modernización tecnológica
cativa una retórica que tiende a ubicar la escuela en un campo similar y científica. En el primer caso, resulta más fácil y convincente para
al del mercado, es decir como una instancia de plena igualdad en la quienes se encuentran ubicados en situaciones de poder y relevancia
que los "fracasos escolares" sólo son la justa equivalencia a un traba- social justificar su posición privilegiada atribuyéndola a la educación.
jo mal realizado o a la carencia de aptitudes. En tal perspectiva, la Se evita así tener que establecer relaciones con el origen familiar, so-
responsabilidad del fracaso es individual y no del sistema escolar o cial , redes de amistad o de participación de otro tipo que, en la mayo-
de la sociedad, puesto que al existir igualdad de oportunidades - ría de los casos, resultan mucho más convincentes para explicar la
garantizada por la escuela gratuita y unitaria- las diferencias que al conformación de las élites sociales, económicas y políticas de cualquier
interior de ellas se dan sólo se corresponderían con las diferencias in- país . De cualquier forma, educación se asocia con inteligencia y ca-
dividuales. pacidad, mientras los lazos familiares y de pertenencia a grupos apa-
El'ta perspectiva -de velada ya como errónea e interesada por los recen asociados a compadrazgo, oportunismo u otras razones no
reproduccionistas franceses y norteamericanos, así como por la teoría claramente explicitables y cargadas de una cierta connotación negati-
de la correspondencia elaborada por Bowles y Gintis- cumple la mis- va ante la mayor parte de la población.
ma función encubridora que Marx asigna al mundo de la circulación El segundo aspecto , el de la modernización científico-tecnológica,
y el mercado . Así como el mercado y su oferta permiten mantener significa reconocer una complejización creciente de la sociedad al que
en funcionamiento los valores asociados a las excelencias del capita- sólo los más capaces y actualizados pueden incorporarse. Surge así
lismo, de la misma forma el mito de la igualdad de oportunidades edu- la vieja tesis de la idea del progreso versus el atavismo como forma de
cativas permite mantener una fe colectiva e ilimitada en el valor de avance social y de renovación de las élites. La parte no manifiesta de
la educación como mecanismo de nivelación social o de movilidad so- ese discurso, pero sí explicitada en Marx, es que la ciencia y la tecno-
cial ascendente. No importa que estadísticamente se pueda demos- logía al aplicarse al contexto de las relaciones económicas y sociales,
trar que el fracaso escolar no se distribuye de manera uniforme, sino significa la expropiación de una parte de los conocimientos acumula-
que presenta una sospechosa tendencia a concentrarse en las clases dos en los trabajadores y su transferencia al nuevo artilugio tecnoló-
subordinadas; tampoco importa que no sea posible demostrar en for- gico, teniendo como resultado final una descualificación del trabajo
ma unívoca una corrdación favorable entre educación y éxito social asalariado en su conjunto, aunque eventualmente puedan ser recuali-
y/o económico . La conciencia colectiva sigue dando muestras eviden- ficados una parte ínfima de los mismos. Dado que el proceso es conti-
tes de su confianza en la educación sistemática como una rampa de nuo, cada innovación trae como consecuencia asociada esa
lanzamiento para mejorar las condiciones individuales y familiares . descualificación, que va afectando progresivamente a nuevos sectores
De ahí que muchas veces no se cuestione la significación concreta que de trabajadores , quedando incorporados la mayor parte y/o casi la to-
para los distintos grupos sociales reporta la educación , sino más bien talidad de éstos bajo la férula del capitalismo y el trabajo asalariado.
la discusión tienda a centrarse en la ampliación de las oportunidades El examen de la creciente proletarización del l:rabajo intelectual -
educativas n (,lIpOS p~colares , o bien, sobre una nunca definida nece- como la denomina Mandel- o el rápido proceso de conversión de los

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profesionistas en trabajos asalariados, así como la creciente descuali- el aprendizaje de las relaciones de producción, dado que la familia
ficación de numerosas profesiones por el impacto de las nuevas tecno- -ni ninguna otra institución u organización social- ya no puede cum-
logías, bastarían como ejemplos para el debate en torno a ese punto. plir con tal cometido, aprendizaje que realmente im~rta a quienes
La enseñanza universitaria es un campo privilegiado donde se re- detentan el poder fáctico en la sociedad. Mientras tanto, la escuela
producen esas tesis acerca de la educación. La preocupación por el sigue pensando que lo que enseña tiene una valoración en el mercado
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nivel académico ocupa una buena parte de la literatura especializada, social y lo que ofrece es un mecanismo de movilidad social. Asrel aná-
tratando de encontrar la llave mágica qúe permita resolver los pro- lisis de los problemas educativos deviene en una práctica donde las
blemas de una educación actualizada, científica, crítica, renovada y capas medias extrapolan sus propias posibilidades de recorrido para
renovadora, capaz de incidir en el mercado de trabajo y en el avance sí y para las otras clases; como señala Fernández Enguita: "Lo que
científico. De ahí los intentos de reforma universitaria que cíclicamente es más triste, como una muestra de las anteojeras o prejuicios de gru-
sacuden esas casas de estudio, sin que ellos puedan resolver los pro- po con que académicos, investigadores, expertos y autoridades en la
blemas de fondo que se manejan al momem.) del estallido reformista. educación, generalmente universitarios, analizan la sociedad en su con-
No importa que se busque la salida por la vía de la actualización pe- junto sin imaginar que puedan existir otras formas que las de su pro-
dagógica o de la actualización de los contenidos; por la reforma curri- pio entorno inmediato".
cular o la formación de profesores; por la ampliación de la cobertura Fernández Enguita avanza en la discusión de las relaciones entre
o la instauración de los numeros clausus o selectividad. Al fmal, se com- escuela y sociedad, en una polémica con las teorías actualmente en
prueba que la situación de fondo -más allá de pequeños cambios su- boga, haciendo una profunda inmersión en las fuentes del marxismo
perficiales y/o de autoridades directivas- continúa siendo exactamente original y recordando que Marx no formuló una teoría explícita de
la misma. la educación ni un recetario pedagógico, sino que estableció la forma
Pese a ello, se sigue sosteniendo la autoridad y el papel distributi- en que ésta se inserta en el proceso de renovación de la mano de obra
vo de la educación y la escuela. Se sigue argumentando que la educa- dentro de las relaciones capitalistas y el papel ideológico que esta acti-
ción y las universidades pueden ser los mecanismos privilegiados para vidad trae consigo. La forma en que dichas relaciones han ido varian-
la movilidad social. En ese análsis, tolerado y respaldado por las auto- do, conforme se modifica la sociedad, y las características especiales
ridades de los gobiernos en época de bonanza económica, hay mucho que ellas adquieren en determinados momentos históricos y en el mo-
de lo que Carlos Lerena denomina el campo de los "idealismos peda- mento actual de las sociedades capitalistas democráticas o industrial-
gógicos", es decir, la proyección de los deseos de los que forman par- mente más avanzadas, conforman el cuerpo analítico de su obra; sin
te de la institución escolar, muchas veces omitiendo o idealizando las olvidar tampoco la necesaria revisión y ajuste de cuentas con diversas
reales relaciones de la escuela con la sociedad por la sobrevaloración teorías explicativas de esas relaciones entre escuela, economía y Estado.
de la función de la primera. Esto podría ser la expresión del papel En tal sentido, la Escuela en el capitalismo democrático resulta ne-
que juegan tanto la escuela como quienes se encargan de su funciona- cesariamente controvertida. Tanto por retomar y profundizar los te-
miento: la primera es una instancia que al reproducir o guardar una mas constituyentes del actual debate en la sociología de la educación,
relación de correspondencia con las relaciones sociales dominantes sirve cuanto por hacerlo desde una perspectiva marxista en un momento
de factor de amortiguación de los conflictos sociales, como una suerte en que se ha vuelto lugar común el considerar que el pensamiento mar-
de colchón intermedio entre capital y trabajo. De la misma forma, xiano ya está superado en el debate educativo. Esta última afirma-
quienes se encargan de su operación son las capas medias sociales, ción aparece sobre todo en Europa, donde la derechización creciente
que encuentran su propia legitimación y posibilidad teórica de ascen- de las distintas sociedades ha ido conformando un pragmatismo ideo-
so social en la misma medida en que la escuela aumente su grado de lógico que, como primer punto de su ideario, propugna y proclama
reconocimiento y prestigio social. Por consiguiente, el sistema educa- el fin de las ideologías y la muerte definitiva del marxismo. Pese a
tivo estaría realizando su propio diseño ideal sobre la realidad, mien- esa proclama, en sí nada original ni nueva, la escuela sigue en crisis
tras los sectores dominantes efectúan su diseño y su práctica concreta y la primera puesta a punto de los postulados educativos de esa con-
sobre la sociedad, incluida la escuela. Esa práctica otorga a la escuela cepción, tuvo como respuesta el explosivo renacimiento del movimiento

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estudiantil durante 1986 en Italia, Francia, España, que convulsio- De la somera descripción de los capítulos que conforman la obra,
nan a la sociedad y ponen en tela de juicio a las autoridades educati- puede inferirse su actualidad y valor polémico para 13 discusión edu-
vas de esos países, paradojalmente -o quizá no tanto- herederos cativa, en especial la universitaria, tanto por la cercanía de autores
directos de las tradiciones del movimiento estudiantil de 1968 del cual y fuentes a las que se utilizan por muchos investigadores de las uni-
fueron actores y, en varios casos, dirigentes destacados. versidades mexicanas, cuanto porque significan el desplie~e de un
similar artesanal teórico sobre problemas relativamente comunes, aun-
que en realidades estructurales y sociopolíticas diferentes .
El presente libro está constituido por un conjunto de ensayos que tie-
La obra de Fernández Enguita permitirá conocer lo que actualmente
nen el común denominador de situarse en el campe de la reflexión
se realiza en sociología de la educación en España. Es verdad que la
sobre el papel de la educación en la reproducción y el cambio socia-
sociología de la educación es una disciplina relativamente nueva en
les, correspondiendo a trabajos que han sido publicados como artícu-
este país , ya que su pleno despegue se produce en forma conjunta con
los de revistas o ponencias en seminarios y encuentros científicos en
e: proceso de transición democrática iniciada en 1976, pero también
el periodo 1982-1986. Esto presenta el inconveniente de la repetición
no es menos cierto que con anterioridad a su implantación libre, en
de algunas tesis centrales de la propuesta del autor, aunque resituán-
la sociedad española existían sociólogos españoles formados en las más
dolas en el nuevo contexto de discusión . La ventaja de una presenta-
diversas universidades de países europeos y americanos, incluido Mé-
ción cronológicamente diferente es el permitir la visualización de la
xico. La dictadura produjo el fenómeno curioso de que hubiesen so-
evolución y cambio en las discusiones teóricas respecto de la educa-
ciólogos españoles antes que una sociología hecha en España. El
ción, con el correspondiente auge y caída de algunos enfoques que
advenimiento de la democracia produjo la conjunción de todos ellos
en su momento alcanzaron gran difusión, tanto en Europa como en
en su país, con la consiguiente discusión teórica y metodológica, pro-
América Latina. Pese a ese origen diverso de los ensayos, la obra pre-
ducto necesario de las distintas formaciones teóricas que cada uno traía
senta una continuidad argumental y de desarrollo que permite su lec- consigo.
tura continua, aunque también el lector puede intentar su lectura
agrupándolos por los temas que guardan mayor relación entre sí. En En esta perspectiva, se puede asumir que la sociología de la educa-
tal sentido, los capítulos primero, tercero, quinto y séptimo tienen como ción en España tiene menos tradición e implantación histórica que en
común denominador las teorías de la reproducción tratadas a un alto México, pero, como podrán apreciar los lectores a través de la obra
nivel de abstracción. Estos análisis teóricos son complementados con de Fernández Enguita, no por ello carece de significación y validez
un esfuerzo de concreción empírica en el análisis de algunos aspectos en el contexto de la discusión educativa y de los problemas relativos
de la enseñanza secundaria en el capítulo sexto. Asimismo, los capí- a la situación actual y perspectivas de la escuela en su sentido más
tulos segundo y cuarto se relacionan directamente con la temática de amplio . Descubrirán, también, que en los países de la OCDE que agru-
educación, trabajo e innovación tecnológica, constituyendo una revi- pa las naciones más industrializadas (España es el país número 12 en
sión de las teorías que se manejan en esa área y de los mecanismos índices de industrialización) algunos de los problemas que confronta
mediante los cuales el sistema escolar y la innovación tecnológica fue- la escuela son similares a los que debe afrontar la escuela de los países
ron despojando a los trabajadores de sus cualificaciones y sus iniciati- que se encuentran en vías de desarrollo.
vas en educación, en especial de la autoinstrucción que propugnaban La escuela en el capitalisrrw democrático permite una aproximación a
importantes sectores de la Primera Internacional. temas comunes a los investigadores educativos de las universidades
Los capítulos octavo y noveno desplazan el foco de atención de las mexicanas, con enfoques teóricos renovados pero no desconocidos para
teorías de la reproducción a las llamadas teorías de la resistencia, re- esos investigadores y con un tratamiento de profundidad teórica y al-
visando críticamente y ofreciendo una versión nueva de las mismas. ta ironía respecto de los problemas educativos de la España de hoy
El capítulo noveno, es un ejercicio etnográfico, que tiende a estimu- que, insistimos: no son lejanos ni ajenos a los que movilizan la discu-
lar la observación participante como forma de aproximación al análi- sión educativa en México. La publicación de esta obra por parte de
sis de los problemas escolares, tal y como éstos se dan en la escuela. la Editorial de la Universidad Autónoma de Sinaloa, permite el cono-

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cimiento de la sociología de la educación española, de la cual Maria- CAPITULO I
no Fernández Enguita junto a Carlos Lerena forman parte de su TEXTO Y CONTEXTO EN LA EDUÜ<\CION:
estamento más significativo y relevante. PARA UNA RECUPERACION DE LA TEORIA
MATERIALISTA DE LA IDEOLOGIA
Ornar Ruz Aguilera
Centro de Investigaciones y Servicios Educativos DAS.

¿Qué, O quién, enseña en las escuelas? ¿De qué, o de quién, apren-


den los escolares? Quizá esta pregunta sea el paso previo y necesario
para acercarse a la respuesta y a otra, ya vieja: ¿qué enseñan real-
mente nuestras escuelas? (Dreeben, 1968; Apple y King, 1977). Lo
habitual es que tanto los especialistas en el estudio de la educación,
sociólogos incluidos, como los enseñantes y otros actores implicados
pongan el acento en el cuTTiculum explícito, en el discurso del maestro
o del libro de texto, en el programa oficial: en todo caso en aquello
que en la escuela se comunica o, para ser más exactos, se verbaliza.
I~cluso cuando se habla de cuTTiculum oculto, tácito, no expreso, im-
plícito, etcétera, se sigue poniendo el acento en el discurso, en las re-
laciones de comunicación, aunque esta vez sea su contenido no oficial.
Bourdieu y Passeron (1970) son también, tal vez a pesar suyo, un ejem-
plo de reducción de las relaciones sociales a relaciones de comunica-
ción. También cuando se quiere saltar los muros de la escuela es para
caer con frecuencia en lo mismo: al discurso escolar se contraponen
entonces el discurso familiar y el o los discursos de los medios de co-
municación de masas, etcétera, con lo que la discusión sigue encerra-
da en el ámbito de las relaciones de comunicación.
Este sesgo tiene, en mi opinión, unas raíces fácilmente detectables.
Los educadores, como los estudiosos de la educación -generalmente
también ellos educadores- son -somos- gente que no ha salido de
la escuela desde su más tierna infancia, que vive en y de ella, y que
tiene por consiguiente grandes dificultades para situarse a la distan-
cia necesaria y ponerla en cuestión, por más que cada educador se
considere a sí mismo como un reformador nato. En la escuela, lo úni-
co que parece cambiar a lo largo del tiempo es el discurso, el conteni-
do, mientras el resto presenta la apariencia de lo natural. La formación
cívica no es la vieja formación del espíritu nacional, ni la ética es la
religión -aunque a veces se parezcan como un huevo a otro huevo-,

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ni la matemática moderna es la vieja aritmética, pero las relaciones opinión, la hipótesis de que la ideología se produce en el interior de las
del alumno con la institución escolar, la autoridad del profesor, las relaciones sociales, o para decirlo de otro modo, que las relaciones socia-
formas de evaluación y otras relaciones sociales dentro de la escuela les timen una ificacia ideológica proPia. Sólo esta segunJa interpretación
varían poco a lo largo del tiempo y si cambian, parecen hacerlo lam- puede reclamar el título de teoría o crítica marxista de la ideología.
pedusianamente, para que nada cambie. Sin embargo, la primera interpretación fue la favorita de la II y
La literatura marxista y marxistizante sobre educación, a pesar de la nI internacionales y sigue siendo hoy la del marxismo oficial. Su
su vocación crítica frente a la escuela, ha caído también en esta tram- mejor expresión puede hallarse en la obsesión de Lenin por los" agentes
pa. Se ha criticado el carácter selectivo del sistema escolar, más con- burgueses en el seno del proletariado" y por la "introducción de la
cretamente el carácter clasista de la selección, para a continuación pedir conciencia revolucionaria desde el exterior" (Lenin, 1970; Lu-
más de la misma o parecida escuela para más gente, lo que obvia- kács,1975). Por la segunda es por la que opta claramente Marx en
mente implica aceptación. Se ha criticado el contenido reaccionario sus análisis más complejos y desarrollados sobre aspectos cruciales de
de la enseñanza para pedir que fuera sustituido por otro más progre- la ideología dominante, como la escisión entre Estado y sociedad civil
sista (Gramsci, 1971; Snyders, 1975), lo que está muy bien si no se (Marx, 1970b, 1975b), la religión (1970b, 1970c, 1975a: 87-102), la
convierte ésta en la única reivindicación o en la fundamental. Se ha igualdad y la libertad burguesas (1975a: 214, 1976b: 173-5 y 177-8),
criticado también el autoritarismo de la enseñanza, pero los dardos el fetichismo de la mercancía, del dinero y del capital (1975a: 87-102,
se dirigían más contra el modo de ejercer la autoridad que contra la 1976b, 1976a, 1973), etcétera. (Para una exploración más detallada
autoridad misma. de esta interpretación, véase Fernández Enguita, 1982: capítulos VIII,
Este error, al margen de que los educadores marxistas siguen sien- X Y XI, 1985: capítulos III a VII).
do educadores, proviene de una versión instrumentalista de la teoría En el fondo, la versión instrumentalista de la teoría marxista de
marxista de la ideología. En La ideología alemana, escribía Marx: "Las la ideología subvierte los postulados del propio Marx. Para Marx, es
ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; la existencia, y por tanto las relaciones sociales, lo que determina la
o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material domi- conciencia. Para el enfoque instrumentalista, los hombres aceptan su
nante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual domi- existencia porque les ha sido imbuida una conciencia que les lleva a
nante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción ello: aunque se cuiden mucho de formularlo así, para ellos es la con-
material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la pro- ciencia la que determina la existencia, mientras lo contrario sólo sería
ducción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, cierto a través del mecanismo maniqueo del monopolio de los medios
por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios nece- de producción espiritual. No seré yo, desde luego, quien niegue que
sarios para producir espiritualmente" (Marx, 1970a: 50). A continua- la (s) clase (s) dominante (s) posee (n) y domina (n), además de los
ción, sin embargo, el propio Marx añadía: "Las ideas dominantes medios de producción material, los medios de producción espiritual:
no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales los medios de comunicación, la escuela, las iglesias, la cultura y el len-
dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas guaje mismo; pero esto no basta para explicar el carácter dominante
como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada de su ideología, su aceptación por el conjunto de la población. Para
clase la clase dominante son también las que confieren el papel domi- que esta dominación sea estable, es preciso que la producción mate-
nante a sus ideas". Y unas pocas páginas antes había escrito: "La rial -las relaciones sociales- empuje a la conciencia en el mismo sen-
conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el tido que los" productos espirituales". Los poseedores de los" medios
ser de los hombres es su proceso de vida real" (Marx, 1970a: 26). de producción espiritual" siembran su semilla sobre un terreno ya tri-
No multiplicaremos más las citas para no aburrir, pero el lector llado por las relaciones sociales materiales. Traducido al campo de
avisado habrá notado ya la diferencia de tono entre la primera y las la escuela, lo que aquí se sugiere es que el contenido de la enseñanza
dos posteriores. La primera, al hablar de los "medios de producción no es todo, ni siquiera lo más importante. La importancia que se le
espiritual", sugiere la hipótesis de que la ideología es algo introduci- otorga, incluso entre los críticos radicales de la educación proviene
do o impuesto desde fuera. Las otras dos, en cambio, sugieren, en mi simplemente, de que el resto de las cosas se dan por bu~nas. '

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El alumno es sujet%bjeto de relaciones sociales de comunicación lenta es asertórico, adscriptivo, posicional : porque es niña no debe
y relaciones sociales materiales. Además, vive simultáneamente en el pegarse, porque es niño no ha de llorar. Semejante ruido no forma
ámbito escolar y en el ámbito extraescolar. Por consiguiente, para efec- parte de ningún plan de estudios, ni está en los libros do"texto, ni es
tos analíticos, podemos considerar que se desenvuelve en cuatro esfe- programado por el maestro para sus lecciones, pero forma parte de
ras distintas: la vida cotidiana de la escuela. Las ideas, opiniones , normas y valo-
res que forman el ruido de la relación pedagógica tienden a ser .siem-
Relaciones simbólicas Relaciones simbólicas pre posicionales, fácticos: las cosas son así; no lo son por tal o cual
fuera de la escuela dentro de la escuela razón .. . simplemente son así. Su fu erza socializadora es probable-
mente mayor y en todo caso más adecuada para la socialización en
Relaciones sociales Relaciones sociales el orden, para la educación en la disciplina , que la de los mensajes
materiales fuera de materiales dentro de explicativos y razonantes. Volviendo al ejemplo, ¿qué podría alcan-
la escuela la escuela zar el mensaje de igualdad entre los sexos del curTiculum oficial, si es
que realmente existiera, contra el poderoso ruido sexista que se mani-
En el apartado de las relaciones simbólicas fuera de la escuela entra todo fiesta por doquier? Algo, sin duda, pero probablemente no mucho.
lo que es objeto de comunicación en distintos contextos extraescola- Hay que añadir que sabemos muy poco sobre lo que realmente se tras-
res : los discursos de la familia, de los medios de comunicación, del mite en las escuelas. Se ha deducido repetid amente que deben tras-
grupo de iguales, de la subcultura juvenil, etcétera. mitirse fuertes dosis de clasismo, sexismo , racismo, desprecio del
En el apartado de las relaciones simbólicas dentro de la escuela hay que trabajo manual, etcétera, pero para conocer la realidad hará falta un
incluir no sólo el contenido oficial de la enseñanza -lo que el maes- muy amplio trabajo etnográfico que apenas ha comenzado. Por nues-
tro dice querer enseñar, lo que incluye el libro de texto, el programa- tra parte, nos conformamos con que lo dicho sirva como indicación
sino también el ruido que acompaña a todo mensaje en un sistema de de que el contenido oficial de los programas de enseñanza, los libros
comunicación, particularmente en uno de tan escasa fidelidad como de texto, etcétera, está muy lejos de agotar, no ya las fuentes de apren-
la escuela (véase, por ejemplo, Henry, 1971, 1972). Por ruido debe- dizaje, ni las fuentes de aprendizaje en el marco estricto de la escuela,
mos entender todas aquellas señales no oficiales, no buscadas, que el sino incluso las fuentes de aprendizaje simbólico en ella.
alumno recibe constantemente del profesor y de sus compañeros. Se En el apartado de las relaciones sociales materiales fuera de la escuela de-
refiere, pues, al curriculum oculto en tanto que nos sigamos moviendo bemos incluir las relaciones de producción (de producción social, es
todavía en el estricto ámbito de las relaciones de comunicación. Con- decir, general, básicamente capitalista pero también burocrática, do-
sideremos un ejemplo: si dos niños varones se pelean, lo normal es méstica y artesanal) de las que el alumno, al menos hasta cierta edad,
que el profesor se explaye con ellos y con el resto explicándoles que no participa directamente (pero sí indirectamente, a través de la cul-
pelearse es malo por tal y por cual; si quienes lo hacen son dos niñas, tura dominante y de la cultura o subcultura de su clase) , y las relacio-
muy posiblemente se limite a afirmar, o comience por afirmar, que nes de cambio -el m ercado- , en las que el alumno se inicia ya a
"las niñas no se pegan". Si una niña llora, el comportamiento más edades tempranas.
probable del profesor es el de preguntarle por qué, tratar de consolar- En el apartado de las relaciones sociales materiales en la escuela, en fin,
la y calmarla, etcétera; si quien llora es un varoncito , seguramente cae el conjunto de rel ac iones sociales que conforman el modo en que
empezará por sentenciar que "los niños" o "los hombres no lloran". se produce o reproduce el conocimiento escolar: la estruct ura de la
Sin duda podemos apostar por qué en ningún caso dirá : "los niños institución, las relaciones de los alumnos con los profesores, con los
no se pegan" o "las niñas no lloran", pues todo el mundo sabe , y demás alumnos , con el contenido de la enseñanza, con el método de
el maestro el primero, que las niñas tienen la costumbre de llorar y apre ndizaje, con los materiales escolares y consigo mismos.
los niños la de pegarse. El mensaje dirigido a la niña que llora o el En esas cuatro esferas no existe una relació n indiferenciada sino
niño que se pega es discursivo, explicativo, circunstancial, quiere ser líneas de determinación que, a efectos del análisis soc iológico, deben
racional. Por el contrario, el mensaje para el niño llorón o la niña vio- ser consideradas como prioridades. Lo qu e aq uí postulamos es que

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las relaciones sociales materiales tienen una importancia mucho ma- por sí mismos y no organizan materialmente la vida de los videntes,
yor que el contenido de las relaciones de comunicación. No aspira- oyentes o lectores. La escuela, en fin, tiene a su favor una autoridad
mos a demostrar esto, porque no es demostrable: no estamos en socialmente sancionada, organizar materialmente la vid~de los alum-
condiciones de observar directamente los procesos por los cuales la nos y, por lo general, ser isomorfa en su organización y equivalente
vida material de los individuos determina su vida intelectual. Se tra- en sus significados a la organización y los significados dominantes en
ta, un tanto kuhnianamente, de proponer un paradigma que, a nues- el conjunto de la sociedad, pero también es, de los citados, el contex-
tro juicio, tiene mayor capacidad explicativa al analizar el to más proclive a la resistencia material y cultural individual o colec-
funcionamiento de la escuela. Simplemente más adelante sugeriremos tiva. Estas son, por supuesto, consideraciones muy generales, pero
algunas ideas sobre el sentido en que estas relaciones sociales tienden co~ducen a la conclusión inequívoca de que no tiene sentido pontifi-
a conformar las ideas y cómo ejercen un papel selectivo entre ellas. car sobre el predominio de la familia, los medios de comunicación o
En segundo lugar, sugerirnos que las relaciones sociales de produc- la escuela al margen del análisis concreto de sociedades situadas en
ción y cambio, es decir, las relaciones sociales fuera de la escuela, de- el tiempo yen el espacio (análisis que habría de incluir, por cierto,
terminan en gran medida las relaciones sociales de la educación y las otros sistemas de comunicación: iglesias, grupos de iguales, etcétera).
indicaciones de que así es y los procesos por los que ocurre se tratarán Volvamos , pues, a la beligerancia ideológica inmediata -directa,
después. Lo dicho hasta aquí, y lo que se dirá a continuación, puede no mediada- de las relaciones sociales materiales. No se trata de que
interpretarse como una visión determinista y reproductivista y no sin las relaciones sociales de producción determinen la ideología porque
motivo . Permítaseme aclarar, sin embargo, que el autor de este tra- quienes dominan aquéllas sean capaces de imponer a su gusto ésta.
bajo no cree que la escuela sea solamente reproducción ni que las in- Algo o bastante hay de esto, mucho más de lo que generalmente se
fluencias entre las cuatro esferas citadas sean unidireccionales. No creo, cree. Pero lo que importa es que las relaciones sociales de producción
desde luego, que la escuela sea una máquina perfectamente engrasa- generan por sí mismas ideología. (Podríamos decir relaciones socide~
da y fiel en el servicio a los intereses de la sociedad, como tampoco a secas, pero decidimos relaciones sociales de producción porqu~ cre~·
creo que lo sea esta misma. Creo por el contrario, que existen proce- mas que éstas dominan el conjunto de las relaciones sociales). Nat 1j-
sos de retroalimentación, procesos entrópicos, desajustes, disfuncio- ralmente, las relaciones sociales de producción no crean directamente
nes, superposiciones, redundancias, conflictos y contradicciones en la y por sí mismas las ideas ya formalizadas de la gente, ni por supuesto
sociedad, en la escuela y en la relación escuela-sociedad. Lo que ocu- los grandes sistemas de ideas . El dogma cristiano o la filosofía kantia-
rre es que esta segunda parte no la vamos a tratar aquí, sino en los na no surgen acabados, como salió Atenea armada y crecidita de la
capítulos siguientes. Lo que aquí nos interesa es restablecer en sus cabeza de Zeus, de la esclavitud romana o el mercado alemán. Su ma-
derechos a la eficacia ideológica propia de las relaciones sociales ma- nifestación más directa hay que buscarla más bien en el campo de lo
teriales. que el interaccionismo, el conductismo social -no confundir con el
En tercer lugar, debemos añadir que está menos clara la cuestión conductismo a secas- , la etnometodología, la perspectiva fenomeno-
de qué es más eficaz cuando se trata de las relaciones de comunica- lógica y la sociología schutziana o humanista llaman "el mundo que
ción dentro y fuera de la escuela. La familia tiene en su favor ser el se-da-por-sentado" .
marco de la socialización primaria, es decir, tomar al niño cuando Cualquier persona en sociedad emite al día decenas o cientos de
aún no tiene defensas a su alcance, así como la autoridad que propor- mensajes y recibe cientos o miles de ellos. En cantidades de ese or-
ciona a los padres la relación de dependencia y el intercambio afecti- den, tanto más en una sociedad plural, pueden encontrarse mensajes
vo que establecen con los hijos (sin embargo, es sabido que estos que entre sí sean similares o redundantes, yuxtapuestos o indiferentes
aspectos tienen sus contrapartidas en los mismos procesos psicológi- y opuestos o contradictorios. Si se tratara simplemente de una pugna
cos: por ejemplo, matar freudianamente al padre, etcétera). Los me- entre significados, sin otro árbitro que la razón -pura o práctica-,
dios de comunicación cuentan con las ventajas de su omnipresencia, las cosas habrían dejado de ser lo que son hace mucho tiempo . Para
su indudable atractivo, la situación letárgica en que suelen coger a comprender por qué lo siguen siendo hace falta, a menos que se quie-
sus víctimas, su carga subliminal, etcétera, pero carecen de autoridad ra pensar que la humanidad está enferma, como creía Reich, ente n-

18 19
cción dominante Las mujeres son relegadas al trabajo
do d e pr odu ' . .
der que hay cosas más sólidas y consistentes que cualquier mensaje. . d doméstico- o en la medida en que se mcorporan al tra-
pova 0 - ' . . .
Estas son las relaciones del hombre con la naturaleza y con los otros . 'al a posiciones secundanas. En la esfera mlSQ1a del trabajO
baJo SOCI , . .' .
hombres, es decir, las relaciones sociales. Lo que aquí sostenemos es " la posición de la mUjer
domestiCO, .sigue
, siendo subordInada.
. Se ha
que los rasgos básicos de una cultura (el mundo que se-da-por-sentado) mu cho sobre la preemInenCIa que da a la mUjer en la edu-
especu 1a do
actúan como pivotes contra los cuales se estrellan algunos mensajes 'ó d e los niños el hecho de tener la llave de la despensa, pero la
caCln . "
y, a la vez, como trampolines que impulsan a otros; actúan, en defi- . , dome' stica sigue estando domInada por el varon, que es
prod UCClon . ,'o .. "
nitiva, como un dispositivo de selección entre el mare mágnum gene- quien trae el salario y hace posible esa, Isla de feliCidad o de lo qu.e
ral . Y son estos rasgos básicos, en sí apenas ideologemas, los que, por l.. La mUJ' er se encuentra ante el varon, a este respecto, en una SI-
un lado , vertebran las ideologías y, por otro, están fuertemente enrai- St:a . b' l
tu ación parecida a la de los primeros artesanos que caye~on ~Jo a
zados en las condiciones de vida material. férula del capital: el capitalista les proporcionaba las matenas pnmas,
Veamos ahora sí, efectivamente esta hipótesis ofrece explicaciones o los medios de producción, o el dinero necesario para mantenerse
convincentes, o al menos más convincentes que otras. Cualquier enu- mientras tanto, o varias de estas cosas a la vez, y le~ comprab~ ~I pro-
meración de los rasgos básicos de nuestra cultura es, desde luego, ar- ducto acabado; los artesanos continuaban prodUCiendo al vieJo mo-
bitraria, pero seguramente no se nos negará que, formulados así o do, el modo artesanal, pero el proceso ya estaba bajo el control d~l
de otro modo, entre ellos figuran los siguientes : el dominio o la pri- capital. El varón mantiene en última instancia el control del trabajO
macía de lo masculino; la competitividad; el individualismo posesivo, doméstico. Los niños vienen al mundo en este c.ontexto: el ~~dr~,~ra­
es decir, la idea de que valemos por lo que tenemos, más que por lo baja fuera, la madre dentro; el padre produce bienes o serVICIOS Im-
que somos o hacemos; la igualdad formal o , para ser más exactos, la portantes", la madre produce servicio~ efímeros; el p,adre produce
combinación de igualdad formal y desigualdad real; en fin, la merito- valores de cambio , algo de alcance SOCIal, la madre solo valores de
cracia. A continuación analizaremos -muy breve y, por tanto, muy uso, de alcance doméstico; el padre hace posible ~a existenc.ia del ho-
superficialmente- las raíces materiales de cada uno de estos ras- gar con el salario, la madre se limita a hacer fU{lclO~ar el pnmero. ad-
gos . Conviene aclarar, no obstante, que no pretendemos sentar cáte- ministrando parte del segundo. Además, no se olVide, el padre tiene
dra en cuestiones que son demasiado complejas y demasiado discutibles la autoridad última y suele tener mayor fuerza física, mayor estatura,
todavía para ello; no pretendemos ofrecer la mejor de las explicacio- aparentemente mayor inteligencia -es menos di~cutido-,. etcéte:~ .
nes posibles, sino simplemente mostrar la superioridad de una inter- En este contexto, y mucho antes de recibir cualqUier mensaje expliCi-
pretación de tipo materialista sobre cualquier otra. to sobre los sexos, el niño es socializado en unas relaciones que pre-
El patriarcado tiene su origen último, probablemente, en el papel sentan la facticidad, la solidez, la consistencia y la incuestionabilidad
accesorio del varón en la reproducción sexual y en que su metabolis- de las cosas mismas (Berger y Luckmann, 1973). Estos hechos entra-
mo catabólico, y su consiguiente mayor fuerza física, le permitieron rán más tarde en el terreno discursivo y en ese momento podrán ser
monopolizar las actividades productivas y generales no domésticas, discutidos, pero sólo más tarde, y aun entonces seguirán '.' si~ndo.~sí".
todo ello en un contexto de degradación de la propiedad colectiva y En el mercado -la organización capitalista de la dlstnbuclOn-
de los lazos de parentesco. Pero lo que importa no es dónde nació, podemos encontrar las raíces del individualismo, la competenci~ y la
sino por qué dura cuando las tareas productivas y de cualquier tipo meritocracia. La competitividad que conforma el ethos de las sOCieda-
pueden ser compartidas y el trabajo doméstico puede ser socializado. des occidentales -los ·países del Este, en cambio, han cosechado rei-
Más exactamente, lo que nos interesa es por qué cala tan hondo en teradamente estrepitosos fracasos en la organización de la emulación-
la mente de las personas, empezando por los niños -de ambos sexos no es sino la expresión psicológica de lo que ocurre cotidianamente
que suelen ser más sexistas que los mismos adultos. Lo que interesa en el ~ercado: los poseedores de mercancías -individuos o empre-
aquí no es la filogénesis , sino la ontogénesis. La articulación entre el sas tanto da- compiten entre sí por colocar sus productos; los traba-
capitalismo moderno y la estructura famili a r y la tradición patriarcal jad~res, poseedores de su fuerza de trabajo mercancí~, compiten
ha producido el efecto de que, en términos gene rales, los varon es si- igualmente entre ellos; también la producción se orgamza en parte
gan monopoliza ndo el trabajo social , la producción capitalista , el mo-
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-
con base en la competencia entre los trabajadores dentro de! taller. la articulación mercado-producción. La circulación es meramente
en
.mtercambio de equivalentes -valor de cam b'10, tnn.laJo ........ a b stracto,
Permitiendo la entrada de todos -teóricamente- en la competen- . .
cia , el mercado se supone que da a cada uno la oportunidad de ser . po de trabajo- y, como tal, en ella se borran las dlferenClas-
uem l d' . .
retribuido de acuerdo con su aportación, con el valor de su producto, que remiten al trabajo concreto, al valor de uso, a as Istmtas POSI-
con la calidad de su servicio. Esta idea de retribuir a cada cual según ciones del comprador y e! vendedor de la mercancía. Es, carpo decía
sus méritos no sólo impera en la esfera económica -el mercado-, "una nebulosa tras la cual se esconde un mundo entero, e! mun-
M arx,
sino también en la esfera política -el derecho electoral- y en la do de los nexos del capital" (Marx, 1976b:II, 153). En el acto de venta
educativa -la igualdad de oportunidades-: es la meritocracia, Cle su fuerza de trabajo, el trabajador hace el aprendizaje de que, me-
principal forma de legitimación de nuestras sociedades desiguales y diante un acto jurídico libre entre sujetos iguales, puede abrir la puerta
leitmotiv de la escuela. a su sometimiento. El acto tiene lugar en e! mercado, pero sus conse-
Que la competitividad del mercado y la producción se extienda a cuencias principales se desarrollan en la producción. La igualdad y
la organización del consumo no tiene nada de extraordinario. Pero la simetría entre los contratantes Y la desigualdad y jerarquía
es en la articulación de mercado y producción, que no en el mercado empleador-empleado se presentan como las d?s c~ras de una m~sma
mismo, donde hay que buscar las raíces de! individualismo posesivo. moneda. ¿Por qué extrañarse, pues, de que la IgleSIa afirme que SIem-
Negado en e! trabajo, donde se ve obligado a adaptarse estrechamen- pre habrá pobres sobre la tierra, de que las mismas leyes sean ben~fi­
te a roles preestablecidos y donde pierde prácticamente toda capaci- ciosas para unos y opresivas para otros, de que el voto sea contrapartIda
dad de control y autodeterminación, el trabajador se ve obligado a de la impotencia política o de que la escuela produzca desigualdad
afirmarse , a buscar una identidad satisfactoria, fuera de! lugar y de! tratando a todos por igual?
proceso de producción . Si en e! trabajo no existe autodeterminación, Vayamos ahora con las relaciones sociales de la educación. Una
en e! consumo sí, o al menos la apariencia de ella. Por muy rígidos descripción general de lo que son servirá también como argumento
que sean los estereotipos sociales, por mucha que sea la capacidad ma- de su dependencia respecto de las relaciones sociales de producción.
nipuladora de la publicidad, por más que sea la producción la que La existencia de la división social del trabajo y de la competencia en
en última instancia determina e! consumo, desde el punto de vista de! la escuela son algo tan obvio que no necesitamos detenernos en ello,
individuo todo acto de adquisición o de consumo se presenta como como tampoco en que existen igualmente en la producción. Vale la
el ejercicio de una opción , como un acto de libertad, como una posi- pena decir algo, no obstante, sobre la división entre trabajo in.telec-
bilidad de organizar la propia vida y configurar la propia personali- tual y manual. Normalmente se identifica el primero con los hbros,
dad y la propia imagen. Se sustituye así el ser por el tener. el lápiz y el pape! y e! segundo con las labores que exigen mayor es-
Tomemos como último ejemplo la igualdad formal o, mejor dicho, fuerzo físico, aunque es evidente que cualquier trabajo intelectual exige
el par igualdad formal-igualdad real . La religión de occidente, e! cris- algún esfuerzo físico y que el trabajo manual más simple requiere cua-
tianismo, enseña a los hombres que pueden ser a la vez iguales ante lidades intelectuales. Sin embargo, e! aspecto más importante de la
dios o en e! cielo y perfectamente desiguales en la tierra. Ante la ley, división del trabajo manual e intelectual bajo el capitalismo no es esa
teóricamente, todos son sujetos de iguales derechos y obligaciones, aun- dualidad :le tareas, sino la separación entre concepción y ejecución.
que en la vida real enteramente distintos : e! que roba, roba , tanto da
que lo haga por hambre o por gusto. En la esfera política y electoral, Lo que distingue al trabajo humano de la actividad de cualquier ani-
todos tienen los mismos derechos políticos ante el Estado; aunque unos mal es precisamente el hecho de que el hombre, antes de poner ma-
sean ricos burgueses y otros proletarios en paro. La escuela se preten- nos a la obra, tiene una concepción libre y previa de lo que va a hacer.
de justa porque aplica a todos unos mismos criterios de valoración -o El trabajo en sí es , pues , unidad de concepción y ejecución . El capita-
cree que sería justa si lograra aplicar unos criterios idénticos~, por lismo , empero, disocia estos dos elementos, convirtiendo la función
más que con base en ello asigne oportunidades escolares desiguales de concepción en monopolio del capital, o de las oficinas de la dir~c­
que se asocian a su vez a distintas oportunidades de vida. La raíz de ción, y reduciendo cada vez más la labor del trabajador a la mera.eJe-
este desdoblamiento hay que buscarla una vez más en el mercado y cución . El trabajo escolar , por más que e! lápiz, el papel y el hbro

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de texto sean sus principales instrumentos, es fundamentalmente un
trabajo de ejecución, aunque se trate de una ejecución intelectual. La evaluación del rendimiento es también individual. Las calificacio-
Hemos incluido entre las relaciones sociales de la educación las nes que sancionan este trabajo y est.e rendimie~to. indi~iduales: son,
relaciones del alumno con la institución y con los profesores. E~ la r así decirlo, la metáfora del salano. El conOCImIento es conSIdera-
escuela existen una jerarquía y unas líneas de autoridad que descien- ra como algo que puede ser objeto de propiedad privada, acumulable
den desde el director del centro hasta el alumno, pasando por el pro- y~~. '.
fesor. Esto permite organizar el tiempo y el espacio del alumno y El individualismo, la división del trabajo, la competenCIa, la mso-
someterlo a una serie de rutinas que prefiguran lo que luego será su lidaridad, la convicción de que todo lo que otro gana es algo que uno
actividad laboral. La enseñanza simultánea -de implantación relati- ierde, la organización de la realidad en compartimentos estancos,
vamente moderna-, es decir, la organización en paralelo de la acti- ia'pérdida del punto de vista de la totalidad, la aceptación de rutinas
vidad de un número elevado de alumnos bajo el control de un solo y procesos prestablecidos, el sometimiento a la ejecución de tareas con-
profesor, representa en la escuela lo mismo que representó en el taller cebidas por otro, la sumisión a la autoridad, la disciplina del cuerpo,
artesanal la introducción del modo de producción capitalista propia- la inserción en un tiempo y un espacio organizados, etcétera, etcéte-
mente dicho -la subsunción real del trabajo en el capital, con la in- ra, surgen así como resultado de las relaciones sociales de la educa-
troducción de la división del trabajo y la maquinaria-; el maestro ción, se aprenden en el pro~eso escolar con independencia del contenido
-como el patrón- no trata ya simplemente de obtener unos resulta- de la enseñanza. Dadas semejantes condiciones, puede comprenderse
dos determinados, sino que organiza a su antojo el proceso mismo. fácilmente el porqué del fracaso de tantos y tantos intentos de tras-
Esta organización escolar se traduce en la falta de control del alumno formar la enseñanza -y a los enseñados- a base de cambiar el con-
sobre el contenido y el proceso de aprendizaje -igual que el trabaja- tenido sin cambiar los métodos y el proceso de producción del
dor carece de control sobre el producto y el proceso de su trabajo-, conocimiento, es decir, las relaciones sociales de la educación. ¿De
vale decir en su alienación respecto de ellos. qué sirve, por ejemplo, hablar de solidaridad a los alumnos cuando
El mismo curriculum e~colar, por ejemplo, puede decir tanto o más toda la organización de la escolaridad apunta materialmente en senti-
por su forma que dice por su contenido. Bernstein ha sugerido la- exis- do contrario? Todo intento de cambiar la enseñanza por la vía del
tencia de dos grandes tipos de códigos pedagógicos, según su clasifi- conte~ido del curriculum está llamadó a chocar con la materialidad de
cación: tipo colección y tipo integrado. La clasificación expresa el grado la organización social en que se basa su impartición. Un contenido
?e diferenciación entre los contenidos de las distintas materias que se más o menos perfectamente inserto en la ideología dominante tiene
Imparten en la escuela. U na clasificación fuerte significa un aislamiento casi asegurado su éxito, porque las condiciones materiales trabajan
entre las diversas materias. Una clasificación débil, por el contrario a su favor. Los contenidos críticos y progresivos, por el contrario, se
implica un importante grado de intercomunicación. A mayor fuerz~ enfrentan, quiéranlo o no, a un formidable adversario.
de la clasificación, menor posibilidad de incidencia y control del alumno PermÍtasenos todavía una palabra sobre las relaciones sociales de
sobre el contenido de la enseñanza, mayor libertad de acción del pro- la educación. No hay nada en la lógica intrínseca del saber humano
fesor respecto de sus colegas y menor interacción entre el conjunto que indique que éste deba ser adquirido en compartimentos estancos
de éstos; y viceversa. U na clasificación fuerte convierte el aprendizaje o en un proceso de competencia interpersonal, que la geografía na-
en un proceso de socialización en el orden. Por el contrario una cla- cional deba darse antes que la universal o que la historia de la anti-
sificación débil, un código de tipo integrado, sustituye el orden exte- güedad tenga que aprenderse previamente a la historia moderna.
rior por una mayor implicación del alumno en los fines perseguidos, Incluso cuando algunas de estas costumbres parecen justificadas des-
en el_ ethos de la institución escolar, etcétera (Bernstein, 1971: XI). de el punto de vista de la exposición (¿cómo explicar la Revolución
Anadamos, por último, el individualismo que vertebra las prácti- Francesa sin el Antiguo Régimen?), puede que no lo sean desde una
cas escolares. Los alumnos son responsables individual, y no colecti- perspectiva pedagógica. Así, por ejemplo, empezar por la historia in-
vamente, por su trabajo. Las tareas, incluso tareas idénticas, se realizan mediata puede parecer desatinado desde el punto de vista de una teo-
por separado, casi con los brazos alrededor de su propio cuaderno. ría general de la historia, o de la simple concepción de ésta como
proceso, pero quizá resulte muy acertado desde el punto de vista pe-
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dagógico, al mostrar que la historia no es simplemente una colección
roceso de acomodación selectiva, o si se prefiere de "selección
de hechos ~:.etéritos sino algo que ayuda a interpretar el presente. Obli- un p "ó 1
natu ral" , por el cual sobreviven las formas de orgamzaCI n ., esco ar
gar a los nmos a empezar desde el principio por la matemática mo-
e]' or se adaptan a las exigencias del modo de producCIon y a
dern~ ~uede s~r algo incuestionable desde el punto de vista del que m , . '' " . .
la ideología dominante. Por último, es 10gIcO que unas orgamzaclO-
esp~CIalls~a y, sm embargo, seguramente es también la forma de ha-
es de fines tan imprecisos y con un rendimiento tan poco claro como
cer .Imposlble cualquier motivación intrínseca. La mayor parte de las
opclOne~ que configuran el proceso escolar, lejos de responder a nece-
~s escuelas, tiendan, en la búsqueda de legitimidad , a adaptarse mi-
méticamente a las formas de las organiz,ciones más exitosas, princi-
Sidades m~erentes o a la naturaleza del saber, no pasan de ser cons-
palmente las empresas capitalist~s. . .
tructos s.~clales -o arbitrariedades, en el sentido de que representan
I Para terminar, debemos rendir tnbuto a los autores que plOnera-
una opclOn entre otras muchas posibles y sin duda igualmente razo-
mente han señalado la importancia de las relac:ones sociales de la edu-
na~les. Pero, ciñéndonos a los rasgos fundamentales de las relaciones cación. Algunos clásicos del pensamiento occ' dental, como Locke y
SOCIales de la educación, ¿qué es lo que hace que los alumnos compi-
Kant , y la mayor parte dt: las órdenes religioS'is dedicadas a la en~e­
ta~ en vez de colabo.rar, que se les motive mediante recompensas ex- ñanza, particularmente los jesuitas, los Hermanos de las Escuelas Cns-
trmsecas en vez de mtrínsecas, que los profesores tengan autoridad
tianas y los Escolapios, fueron siempre muy conscient~s ?e. que l~
sobre ellos en vez de lo contrario (como en las universidades medie-
fundamental en la enseñanza no era el saber, sino la dlsclphna. NI
vales), que sean sometidos a una enseñanza simultánea en vez de mar-
el imperativo categórico ni la cosa en sí impidieron a Kant ver.la i~­
char cada uno a su propio ritmo, etcétera? Aunque esto no lo hemos
portancia del mero hecho de tener a los alumno~ sentad.os, en s¡Jen:1O
desarrollado aquí en detalle, el lector menos avisado se habrá dado
y atentos varias horas al día. Sin necesidad de Ir tan leJOS, las teo~las
cuenta de q~e las relaciones sociales de la educación que hemos enu-
sociológicas que ponen énfasis en la socialización, los "desescolanza-
m~rado son lsom~rf~s con las relaciones sociales de producción capi- dores" (Reimer, Illich) y los teóricos del curriculum oculto han llama-
talista.
. ,Bowles
. y Gmtls (1976) fueron los primeros en señalar de manera
do en mayor o menor medida la atención sobre este punto. Lo que
s~stemauc~ 10 que ellos denominan la correspondencia entre las rela-
queremos destacar, no obstante, son las aportaciones de Althusser,
CIOnes sociales de la educación y las de la producción. No pretende-
Baudelot y Establet, Bowles y Gintis y Sharp. Althusser (1977) s.u-
mo~ que la escuela sea un calco del taller, pero sí que las relaciones brayó lo que él llamaba el carácter material de las ideologías, es deCIr,
sociales en una ~ otro ~antienen, en general, un alto grado de iso-
el hecho de que éstas, lejos de ser simplemente ideas, encarnan en
morfismo. E~te Iso~orfls~o se produce por distintas vías. Una pri-
prácticas, rituales, modos de comportamiento, e~cétera, dentro ~e. l~s
mera es la eXistenCia de cierta lógica intrínseca de las organizaciones
formales y buro:rátic~s, pero ni mucho menos es la más importante.
"aparatos ideológicos de Estado"(AIE). CualqUiera .que sea el JUICIO
que merezca la teoría de los AIE, debe~os t.~ner CUl~~~O de no. me-
U~a segu~da VI~ esta dada por el carácter expansivo e invasivo de
l~ ,Ideolog.la domman te ~ la i~eología generada por el modo de produc- nospreciar lo que es una importante contnbuclOn al análISIS de las Ideo-
logías. Baudelot y Establet (1976) en su conocido libro sobre la escuela
CIon dommante, es deCir la IdeolOgía capitalista, y no es difícil encon-
francesa hicieron un fino análisis de las diferencias en la forma de
trar ~bundantes ejemplos de literatura sobre la escuela
-partlc~~armente política y administración educativas, economía de
organiza~ión del aprendizaje entre las ramas de élite (la red secundaria-
superior) y las de aluvión (la red primaria-profesional), o sea, entre
la educaclOn, pedagogía por objetivos, etcétera- que trasladan al cam-
la enseñanza de los futuros burgueses y cuadros y la de los futuros
po de la edu:a~ión los principios, los valores, los objetivos, las técni-
trabajadores: este análisis se refería en parte a los contenidos y e,n parte
c.as y procedImientos, los criterios de evaluación y hasta la jerga y los
a las relaciones sociales, aún cuando ellos no lo formularan as!. Bow-
tlCS del mu.ndo de las empresas. En tercer lugar, menudean los actos
les y Gintis (1976) tienen el mérito de haber señalado el. hecho de q~e
de pura y Simple imposición a la escuela de características funcionales
las relaciones sociales de la educación deben ser exammadas al mis-
para la reproducción del orden dominante. En cuarto lugar, muchos
mo título que las relaciones sociales de producción, añadiendo ade-
aspectos de la escuela han surgido como resultado de conflictos y lu-
más un importante trabajo empírico sobre la import~nc~a en la.esc.uela
chas más o menos encarnizados y prolongados. En quint-o lugar, hay
de los rasgos no cognitivos, considerados como un mdlcador mdIrec-
26
27
to de las relaciones sociales: Rache! Sharp (1980), en fin, distingue en
la escuela lo que denomma Ideologías teóricas -el contenido- e ideo- CAPITULO 11
logías prácticas -la organización material de la vida escolar-o La CON EL SUDOR DE TU FRENTE
mayor_parte de estos autores están ahora bajo el fuego cruzado de quie-
nes s~nalan que no. tO?~ el monte es reproducción y que también hay
conf1tct~ y co~tradlcc.lOn.' de los estudios etnográficos, de la etnome-
todol~~a y el mteracclOlllsmO, de los estudios culturales, etcétera, pero
las CrItIC~S a la Ferspe~ti.va de la reproducción -de las que e! autor
de estas hneas solo participa a medias-, por muy saludables que sean
a ~a hora de re.stablecer :1 pa~e1 de los actores y de sustituir el pesi-
mlsm~ ~ el Cllllsmo que mvadlan a la sociología por la afirmación de
la poslblhdad y la necesidad de una acción militante y transformado-
ra, no deben .hacernos olvidar lo que ha sido su mejor aportación: ha- Concebimos normalmente e! trabajo como una actividad regular y sin
ber r:stablecldo !a eficacia ideológica propia de las condiciones y las interrupciones, intensa y carente de satisfacciones intrínsecas. Nos im-
relaclOne~ maten~e~, dando así e! primer paso hacia la recuperación pacientamos cuando un camarero tarda en servirnos y nos sentimos
de la teona matenallsta y marxista de la ideología para el análisis de indignados ante la imagen de dos funcionarios que charlan entre sí
la .escue~a, lo que quiere decir para su transformación. Sería triste ter- haciendo un alto en sus tareas, aunque sabemos que sus empleos no
mmar tirando al niño con el agua sucia del baño. tienen probablemente nada de estimulantes. Consideramos que alguien
que cobra un salario por ocho horas de jornada, o las que sean, debe
cumplirlas desde e! primer minuto hasta e! último. Incluso cuando
en nuestro propio trabajo hacemos exactamente lo contrario, escurrir-
nos cuanto podemos, lo vemos como una excepción que revela nues-
tra escasa moral kantiana, adoptando la postura de!free n'der, del viajero
gorrón que incumple las normas en la confianza de que otros las cum-
plirán por él y nada se vendrá abajo . No se trata simplemente de que
pensemos que e! trabajador por cuenta ajena tiene contraídas obliga-
ciones que debe cumplir, sino más bien d e que somos incapaces de
imaginar el trabajo de otra manera. Nos resultaría igualm ente extra-
ño que un d entista o un fontanero que ejercen su profesión de modo
independiente lo hicieran sólo a media jornada y veríamos como irra-
cional que interrumpiesen una y otra vez sus tareas para entregarse
al descanso, a sus aficiones o a sus relaciones sociales, en lugar de tra-
bajar e! máximo tiempo posible para obtener los máximos ingresos
posibles. Por supuesto que conocemos las excelencias de estar tumba-
dos o dedicarnos a lo que nos plazca al marge n de! trabajo, pero éstos
no nos parecen motivos suficientes. Vivimos en una cultura que pa-
rece haber dado por perdido el campo del trabajo para buscar satis-
faccion es solamente e n e! del consumo. Este fatali smo del trabajo se
expresa lo mismo en máximas religiosas -"ganarás el pan con e! su-
dor de tu frenle" - que en canciones - " arrastrar la dura cadena,
trabaj ar sin tregua y sin fin , etcétera"-. En este contexto , acepta-
mos de buena o mala gana empleos sin interés, compuestos por ta-
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reas monótonas y rutinarias, sin creatividad, que requieren nuestra das por interrupciones. No se trata de casos excepcionales, sino de
atención y nuestra dedicación permanentes, y elegimos -cuando una pauta normal entre los pueblos cazadores-recolectores (Lee y De-
podemos- entre uno y otro no en función de lo que son en sí, sino vore, 1968; Sahlins, 1977; Meillassoux, 1979). Podemos pensar que
de lo que los rodea: ingresos -lo que nos darán a cambio- horarios no trabajaban más porque con ello, dado su primitivismo, sólo po-
~ ~acacio~e~ .-durante cuánto tiempo nos libraremos de ello~-, pres- drían haber conseguido más subsistencias que no podrían con¡;ervar
tIglO, poslbllIdades de promoción -o sea de escapar de ellos- etcé- y más objetos que no podrían transportar, lo que, dicho sea de paso,
tera. Víctimas de nuestro etnocentrismo y de nuestra li~itada significaría atribuirles una racionalidad de la que nosot~os,. que acu-
experiencia histórica, no imaginamos que pueda ser de otro modo. mulamos objetos que no necesitamos y que a veces ni slqUlera tene-
Sin embargo, casi siempre ha sido de otro modo. La organización mos tiempo de utilizar, hacemos poca gala; pero, en todo caso, no
actual del trab.ajo y n.uestra actitud hacia la misma son cosas que tra- es esa la cuestión.
tan de fecha blen reClente y que nada tienen que ver con "la natura- El acceso a las técnicas agrícolas fue , lógicamente, una condición
lez~ de las cosas". Son , por el contrario, productos y constructos necesaria para el paso de la caza y la recolección a la agricultura y
sociales que tienen una historia y cuyas condiciones han de ser cons- la ganadería, pero quizá no fue suficiente. Seguramente fue más im-
tantemente reproducidas. La humanidad trabajadora ha recorrido un portante la presión del crecimiento demográfico sobre los recursos na-
largo camino antes de llegar aquí y cada individuo debe recorrerlo turales, pues los cazadores-recolectores necesitaban de grandes
para incorporarse al estadio alcanzado. La filogénesis de este estadio extensiones para sobrevivir, al menos tierra adentro. Muchos pueblos
de la evolu~ión ha consistido en todo un proceso de conflictos que, han rechazado, mientras han podido, la agricultura porque implica-
P?r desgracI~, nos es prácticamente desconocido (la historia, no se ol- ba una mayor cantidad de trabajo, a pesar de conocer sus técnicas
vide, la escnben los vencedores). Reconstruirlo es una ambiciosa ta- o poder acceder a ellas y de estar al tanto de su mayor productividad:
rea, apenas comenzada, que dará mucho trabajo a los historiadores así, por ejemplo, desde los muy primitivos hadza, aun estando rodea-
-tanto ~ás :uanto que son pocos todavía los que han comprendido dos de pueblos agricultores (Sahlins, 1977: 41) , pasando por los ger-
que la hlstona real de la humanidad no puede tener su única ni su manos según el testimonio contemporáneo de Tácito (Le Goff, 1983:
primera fuente en los testimonios de los poderosos . Aquí nos limita- 10B), hasta, en el siglo pasado, los bachkir de los Urales (Le Play,
r~mos a argumentar que el trabajo ha jugado un papel distinto en la citado por Lafargue, 1970: 12).
vida de la gente a lo largo de la evolución de la sociedad. En el si- Como señala Marshall Sahlins (1977, 99 y ss.), la antropología oc-
guiente capítulo pasaremos a ocuparnos, por así decirlo de la onto- cidental ha mantenido un doble prejuicio respecto a estos pueblos : por
génes.is, .0 .sea del. proceso que lleva a seres humanos qu: desarrollan un lado, se los imaginaba trabajando constantemente sólo para so-
en pnnClplO apetitos y disposiciones inconstantes y variables a acep- brevivir, mientras por otro no dejaba de señalar su "haraganería con-
tar empleos rutinarios y frustrantes, proceso en el que la escuela jue- génita". Pero la realidad era más sabia: tenían unas necesidades
ga un papel principal.
limitadas y trabajaban solamente hasta donde se veían obligados a ha-
Nos comp.adecemos de los pueblos primitivos y tendemos a imagi- cerlo para cubrirlas, más allá de lo cual preferían el ocio. Por otra
narlos sometidos a un durísimo trabajo para atender a sus meras ne- parte, la estructura de parentesco existente no habría resistido un pro-
cesidades de subsisten~ia. Sin embargo, y sin necesidad de hacer aquí ceso de producción de mayor excedente y acumulación , como lo mues-
el canto al buen salvaje, podríamos envidiarlos por numerosas razo- tra su disolución progresiva en las economías agrícolas.
nes, la primera de ellas su trabajo. Es lo mínimo si tenemos en cuen- Aunque la economía campesina supone mayores cantidades de tra-
ta, por ejemplo, que los bemba, los hawaianos o los kuikuru sólo bajo y, con ello, mayores posibilidades de acumulación y de diferen-
tr~bajan cuatro horas diarias, y los bosquímanos 'kung y los kaipaku ciación social, conserva la característica de buscar un equilibrio entre
sel~ ; todavía más si nos enteramos que los mismos bosquímanos tra- esfuerzo de trabajo y satisfacción de las necesidades . Ambos se sitúan
baJaban dos días y medio a la semana, 10 que hace quince horas se- en un punto muy superior, pero se mantiene, no obstante, la misma
man~es, y los kaipaku un día sí y otro no; y mucho más si lógica cualitativa de la economía primitiva. Esto es particularmente
consideramos que se trata de jornadas de trabajo tranquilas y jalona- cierto en la economía campesina de subsistencia, autosuficiente, so-
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bre todo en sus formas más primitivas, pero continúa siéndolo, aun- trabajo que ¡t la cantidad, y a la dignidad de su proceso de trabajo
que con una intensidad muy mitigada, cuando el ritmo de la que a sus resultados en renta. Incluso cuando ya producían para un
producción se ve forzado por el contacto con el mercado o por la ex- capitalista que les proporcionaba las materias primas y l~vaba sus pro-
ductos al mercado, se mantenían en buena medida dueños y señores
plotación directa de un tercero. Así, estudiando la economía campe-
sina de subsistencia en la Rusia de principios de siglo, Chayanov (1966) de su proceso de trabajo. Oigamos a un historiador de la Revolución
Industrial hablar del sistema de trabajo a domicilio (putting-out) entre
llegaba a la conclusión de que, cuanto mayor era la capacidad de tra-
bajo de una familia, menos trabajaban sus miembros y viceversa. Di- los campesinos, a los que se suponían más dóciles: '
cho de otro modo, cada familia tiene unas necesidades rígidas, de [El manufacturero] no tenía forma alguna de forzar a sus traba-
acuerdo con sus dimensiones, y las cubre de acuerdo con sus posibili- jadores a hacer un número dado de horas de trabajo. El tejedor
dades, sea con mucho trabajo de pocos o con poco trabajo de muchos, o el artesano domésticos eran dueños de su tiempo, empezando
según cómo se distribuyan las capacidades laborales de sus miembros. y terminando cuando lo de' c:aban. Y, si bien el empleador po-
Esta "regla de Chayanov", como la denomina Sahlins, vale lo mis- día elevar el pago por pieL' con vistas a estimular la diligencia,
mo para explicar el escaso trabajo de los nupe (Nadel, 1942) que las solía encontrarse con que, en realidad, esto reducía la produc-
intensas jornadas de los campesinos sometidos al trabajo complemen- ción. El trabajador, que tenía un concepto bastante rígido de
tario a domicilio de principios del capitalismo (Medick, 1976; Levi- lo que ccnsideraba como un nivel de vida decente, prefería el
ne, 1977; Berg, 1985). ocio a lo,. ingresos por encima de cierto punto; y, cuanto más
El trabajo de los artesanos independientes no ofrecía un panorama altos fueran sus salarios, menos tendría que hacer para alcanzar
esencialmente distinto. La imagen del laborioso artesano inclinado de ese punto. En momentos de abundancia el campesino vivía al
sol a sol sobre la rueca, el telar o el yunque tiene más que ver con día, no pensando en absoluto en el mañana. Gastaba mucho de
los enanitos de Blancanieves que con la realidad. No queremos decir su magra pitanza en la taberna o la cervecería locales; se iba
que los artesanos fueran haraganes: bien al contrario, era gente orgu- de parranda el sábado de paga, el domingo sabático y también
llosa de su condición trabajadora y capaz de grandes esfuerzos, arro- el "sagrado lunes", volvía de mala gana al trabajo el martes,
pados por una cultura gremial que consideraba al trabajo como un entraba en calor el miércoles y trabajaba furiosamente el jueves
alto valor. Pero también eran gente con ideas firmes sobre qué era y el viernes para terminar a tiempo para otro fin de semana (Lan-
un nivel de vida decente y suficiente y qué era una jornada justa, que des, 1969: 58-59).
daba una gran importancia al libre control de su propio tiempo y que,
Los campesinos que trabajaban a domicilio para los manufacture-
más allá de un cierto límite, tenía una marcada preferencia sobre el
ros tenían la ventaja de poder atender en buena parte a sus necesida-
ocio. Tras la peste negra de 1348, por ejemplo, los gremios artesana-
des con el trabajo agrícola, algo que no podían hacer los artesanos
les de Orvieto decidieron, como ofrenda, celebrar las fiestas de los san-
tos de todas las iglesias, capillas y barrios de la ciudad, cincuenta en sometidos al mismo sistema. Pero, a cambio, éstos tenían ideas más
total, con lo que redujeron en un día su jornada laboral (Kula, 1979: firmes sobre hasta dónde estaban dispuestos a trabajar. "Cuando el
206). Si hacemos caso a Lafargue (1970: 30) los artesanos del Anti- comercio interior y el comercio exterior de Gran Bretaña se desarro-
guo Régimen no debían de trabajar más de cinco días a la semana llaron, los salarios subieron y los obreros exigieron cambiar una parte
pues solamente la iglesia les garantizaba noventa días de descanso al de sus ingresos por más ocio" (Marglin, 1973: 72). Por eso los patro-
año (52 domingos y 38 festivos). nos, que todavía no habían podido someterlos al trabajo fabril, recu-
Lo esencial, no obstante, no es la jornada laboral sino su ritmo. rrieron una y otra vez al parlamento, en el siglo XVIII, para que forzase
El artesano podía decidir por sí mismo cuándo empezar y cuándo ter- mediante leyes a los trabajadores a domicilio a entregar el producto
minar su trabajo, cuándo interrumpirlo, cuándo ralentizarlo y cuán- terminado en plazos determinados (Heaton, 1920).
Tanto en el caso de los pueblos primitivos como en los de la econo-
do intensificarlo. Los artesanos que trabajan directamente para el
mercado, cuando todavía no se había interpuesto el capitalista, da- mía campesina de subsistencia o el trabajo artesanal, incluido el tra-
ban una importancia mucho mayor a la calidad del producto de su bajo a domicilio, nos encontramos ante formas de trabajo sometidas

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solamente, de estarlo, a mecanismos de coerción externos. El cazador huras -en palabras de Sombart, antes del capitalismo
entre d os cu
primitivo o el campesino están a merced de la relación entre sus nece- . produce para vivir mientras con e1 a d vemmlento., de
trabaja y se .'.
sidades y la fuerza productiva familiar, así como de los cambios eco- . ra trabaJ'ar y produclr- smo del choque ootre una cul-
é l e se VIVe pa . ~ . .
lógicos, la aleatoriedad de las cosechas o la presión demográfica. El 'd a partir de! solo cnteno de! beneficIO empresanal, la
tura constru 1 a . b
artesano y el trabajador por cuenta ajena a domicilio, por su parte, . l'zación de la productividad del trabajO y otra asada en
de la maXlm . . ,
dependen de los precios de! mercado o de la fuerza de intermediarios . racional de todos en las disposIcIOnes natur¡;Ues o,
un sana cálculo ' . .
Pero en ningún caso se ejerce una coerción directa sobre e! proceso la inercia de las leyes físicas, la cultura que busca. un
al menos, en
de trabajo mismo. No obstante, esta coerción, por sí misma, tampoco equilibrio entre e! esfuerzo y su s resultados . ,
es muy útil cuando el trabajador controla lo esencial de su proceso Las formas más espectaculares de este choque pueden verse alh don-
de trabajo. Una muestra de ello la tenemos en la bajísima productivi- 'tall'smo entra en súbito contacto con una cultura enteramente
de e1capl . .,
dad de! trabajo esclavo . Sabemos que la esclavitud hubo de ser aban- .' Es el caso de la primera colomzaclOn de! Nuevo Mundo o
dlstmta . , M
donada en el declive de la Antigüedad precisamente por eso, porque de la explotación de la fuerza de trabajo indíge~a todavla ,hay. ax
cerradas las fuentes de nuevos esclavos la sociedad ya no podía des- Weber se refiere repetidamente al tema en su HIstOria E~onomlca Gen~­
cansar sobe un trabajo tan improductivo (Kovaliov, 1973; Anderson, ral: "En los siglos XVI Y XVII [en el s~r de Estados Um~~s de Ame-
1979). Lo mismo puede decirse de la esclavitud tardía en e! sur de rica] se había intentado utilizar a los indiOS para ~a producClon. en masa,
Estados Unidos, con la sola diferencia de que, en este caso, la bajísi- pronto se '¡io que no servían para este tipo de trabaJO, por lo
ma productividad de! trabajo esclavo se veía parcialmente compensa- peralo se acudió a la importación de esclavos negros" (Weber, 1974;
cu . . d 1
da a corto plazo por una actitud depredadora ante una disponibilidad también Williams, 1973). La situación de los propletanos e ~sc a-
de tierra prácticamente ilimitada (Williams, 1973). a en la AntiguO. edad, era de lo más desdichada, pues debido a
vos, y d' . l' b' b
Tampoco e! feudalismo destacó como una máquina particularmente ta de interés en e! trabajo "sólo a base de una ISClp ma ar ara
su fal . b
eficaz en la extracción de plustrabajo. Aunque los campesinos tenían podía obtenerse e! rendimiento que hoy fácilmente arrOja un o. rero
obligación de trabajar la tierra de los señores, obligación a la que no libre en el sistema contractual. De ahí que las grandes explota~lOn~s
podían escapar salvo huyendo a las ciudades o emigrando, la mano con esclavos constituyeran grandes excepciones; en toda la hlstona
de obra se veía notablemente desperdiciada en los latifundios . La ex- aparecen sólo en gran escala cuando existe un monopolio absoluto en
plotación real de los campesinos por los señores se situaba muy por la rama en cuestión" (Weber 1974: 121). .
debajo del límite fisiológico al que tanto se acercaría después con el "Las colonias capitalistas se resolvieron por lo regular en ?lantaclO-
capitalismo fabril, y ello sin duda por la resistencia activa o pasiva nes. Los indígenas suministraban la mano de obra ne.cesan~. [ .. . ]
de los siervos: con la misma técnica y con tierras de similar o mejor Pronto se evidenció que los indios eran absolutamente mservlbles pa-
calidad, el trabajo de los campesinos rendía notablemente menos en ra e! trabajo en las plantaciones . A partir de entonces se inici~ la im-
las tierras del señor que en las suyas propias. Incluso éstos se negaban portación de esclavos negros, negocio que poco a poco. se hlz~ con
a aceptar parcelas mayores para sí por temor a una elevación de las regularidad y adquirió considerable extensión en las Indias OCClde~­
cargas asociadas (Kula, 1979). tales ". Pero ni siquiera los negros resultaron buenos para el trabajO
Tal como lo ha expresado Le Goff (1983: 64-65) refiriéndose al propiamente fabril: "Durante largo tiempo los negros sehan mostra-
occidente medieval en su conjunto, "en líneas generales, e! tiempo do ineptos para e! servicio de máquinas; en muchas ocasIOnes queda-
de trabajo es el de una economía aún dominada por los ritmos agra- ban sumidos en un sueño cataléptico" (Weber: 254).
rios, exenta de prisa, sin preocupación por la exactitud, sin inquietud En las colonias, la incorporación de la población indígena como
por la productividad , y el de una sociedad a su imagen, sobriay púdica, mano de obra a la industria exige su previo desposeimiento. Allá donde
sin grandes apetitos, poco exigente, poco capaz de esfuerzos cuantita- la población conserva la posibilidad de subvenir total o parcial~ente
tivos" . a sus necesidades por medio de la agricultura o el artesanado mde-
Estos hábitos resultaron difíciles de rompe r para el capitalismo na- pendientes, su paso por la industria suele ser, como comentan com-
ciente. Sin duda porque no se trataba simplemente de la oposición pungidos lo s economistas burgueses de! "desarrollo", efímero y

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En 1530, Enrique VIlIlegisla en Inglaterra que los vagabundos ca-
ocasional (dicho sea de paso, esto sirve al capital para justificar eco-
trabajO ar serán atados a la parte trasera de un carro y azota-
nómicamente salarios más bajos -si fueran más altos se irían igual, paces d e , .. .
e mane la sangre tras lo cual deberan prestar Juramento
pero antes- y lo libra en gran parte de la necesidad de reproducir dos h asta qu ' . "
de que regresarán a su lugar de procedenCia y se pondran a trabajar ;
las fuerzas de trabajo, al operarse esta reproducción sobre las espal-
ley establecerá más tarde que, en caso de ser arrestados
das.de otro modo de producción) (Gunder Frank, 1979: II, 236 y ss; una nuev a .
ez y tras ser flagelados de nuevo, les sea cortada,medla
Meillassoux , 1979). Generalmente e! capital tiene que vencer también por segun da V , .
. . a la tercera serán eJ·ecutados. Eduardo VI establece que qUlen
fuertes resistencias culturales, pues los pueblos a los que pretende ex- oreJa '1 .
rehúse trabajar será entregado como esclavo a su denunCiante , el cual
plotar tienen una gama de necesidades mucho menor que la de los
drá forzarlo a poner manos a la obra con el uso de cadenas y del
obreros de la metrópoli, rechazan el tipo de trabajo al que pretende po 'd . d' ' d d
látigo si es preciso; si se. escapa mas _ e qum~e las sera con. ena o
sometérse!es o incluso no aceptan la explotación masiva de los recur-
a la esclavitud de por Vida y el dueno podra venderlo, alquüarl~ o
sos naturales. Migue! Ange! Asturias, por ejemplo, ha representado
1 arlo' si se escapa por segunda vez será condenado a muerte; qUlen
espléndidamente, en Hombrts de maíz, la lucha de los indios maya- eg , , ' d
sea descubierto holgazaneando durante tres dlas sera marca o con una
quiché contra los cultivadores de maíz, que a sus ojos violaban e! or-
V quien indique un falso lugar de nacimiento, condenado a ser es-
den natural al extraer de la tierra más de lo que necesitaban para su y, . . d h
clavo en el mismo y marcado con una S; cualqUlera tlene erec o a
subsistencia .
quitar a un vagabundo sus hijos y tomarlos como aprendices; los ~os
Pero el problema no fue muy distinto en la industrialización de las
podrán poner a sus esclavos argollas en el cuello, los brazos o las pier-
metrópolis: simplemente, fue expuesto de una manera menos brutal
nas para mejor identificarlos , etcétera. Isabe!. regu~a en .1572 que los
por la literatura de la época, recubriéndose la lucha por e! sometimiento
mendigos no autorizados serán azotados y, SI nadie qUler~ to~arlos
de la mano de obra rebelde de toda especie de moralinas sobre las vir-
a su servicio por dos años , marcados a hierro en la oreja IzqUlerd~;
tudes de! trabajo y los males de la indolencia. En Inglaterra, durante
en caso de reincidencia serán ejecutados si nadie los toma a 'su servI-
e! siglo XVI, masas ingentes de campesinos, jornaleros, pequeños apar-
cio y en la tercera ocasión ejecutados en todo caso. Jacobo 1 dicta que
ceros y anti.guos sirvientes fueron arrojados de sus tierras y apartados
los jueces de paz podrán hacer azotar en público a los vag_abundos
de sus medIOs de subsistencia sin otras pertenencias que su capacidad
y encarcelarlos hasta seis meses la primera ve.z y hast.a .~os anos la ~e­
laboral nuda. Ahí estaba la base humana de la Revolución Industrial
e! futuro proletariado, pero muchos de estos nuevos "trabajadores li~
gunda, que serán azotados durante su estan::la en pnslOn, que los m-
corregibles serán marcados con la letra R y, SI son arrestados de n~evo,
bres": libres de cualquier forma de propiedad que no fuera la propie-
ejecutados. La mayoría de estas disposiciones conservaron su vigen-
dad ajena, preferían vagabundear y vivir de raíces y de la caridad
cia hasta comienzos del siglo XVIII, siendo derogadas por la rema Ana
p.ú blica ~ privada antes que vender su fuerza de trabajo en las condi-
Ciones remantes en la naciente industria . Por lo demás, ésta ni siquie-
(ibid.: 919-921). Max Weber prolonga este panorama:
ra era capaz de absorber la mano de obra al mismo ritmo que era
El reclutamiento de obreros para la nueva forma de producción , tal
"liberada" por e! campo.
como se ha desarrollado en Inglaterra desde el siglo XVIII, a
base de la reunión de todos los medios productivos en manos
del empresario, se realizó en ocasiones utilizando medios coerciti-
De ahí -escribe M arx- que a fines de! siglo XV y durante todo
vos muy violentos , en particular de carácter indirecto. Entre és-
el siglo XVI proliferara en toda Europa Occidental una legislación san-
tos figuran , ante todo, la ley de pobres y la ley de aprendices
guinaria contra la vagancia. A los padres de la actual clase obrera
de la reina Isabel. Tales regulaciones se hicieron necesarias da-
se los castigó, en un principio , por su transformación forzada
do e! gran número de vagabundos que existía en el país, gente
en vagabundos e indigentes. La legislación los trataba como a
a la que la revolución agraria había convertido en deshereda-
delincUlntes voluntarios: suponía que de la butna voluntad de ellos de-
dos . La expulsión de los pequeños agricultores por los grandes
p:ndía e! que continuaran trabajando bajo las viejas condiciones, ya ine-
arrendatarios y la transformación de las tierras laborables en pas-
xIstentes (Marx, 1975a: I, 3, 918) .
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. len trabaJ'ar y de esta manera, el país está infestado mi-
tizales (si bien se ha exagerado la importancia de e!:te último fe- u nO q U l e r ' ..
q t "(Foucault 1967: 1 106). En 1630, una comiSión re-
nómeno) han determinado que e! número de obreros necesarios rablemen e " . . .
. da perseguir" a todos aquellos que vivan en la oCIOsidad
en e! campo se hiciera cada vez más pequeño, dando lugar a dÍa reco mlen . ,' .
1')- desean trabajar a cambio de salanos razonables (loc. cII.).
u.n. excede~te de población que se vio sometida al trabajo coer- y que no "1 al 'bl' " 1 b
D.h d if TratÚ se propone "volver ut! es pu ICO a os po res
CitiVO. QUIen no se presentaba voluntariamente era conducido Elvvu ro 'd ra ue el origen de su situación no esta, en losbaJos:;a
' lanos
'
a.los tall~res públicos regidos por severísima disciplina . Quien y cons l e q " . . . l d' . l' l
. l desempleo, sino en ' el debihtamlento de a ISClp ma y e
SIn permiso de! maestro o empresario abandonaba su puesto en ni en e ' l' .
. . to de las costumbres" (ibid.: 1, 117). La economla po ltlca
e! trabajo, era tratado como vagabundo; ningún desocupado re- relaJam 1en a Bentham propone una orgamzaclOn. . , de casas
cibía ayuda sino mediante su ingreso en los talleres colectivos . nO se que d a a la zag
· ,.' .
de trabajo sobre el modelo de su panoptIco: mle~tras Malthus, RI-
Por este procedimiento se reclutaron los primeros obreros para
Say criticarán toda la legislación aSIstenCial sobre los pobres
la fábrica. Sólo a regañadientes se avinieron a esa disciplina de car d o y d 'd'
Y propondrán su su~resión (De Gaudemar, 1981). Say propon ra 1-
trabajo. Pero la omnipotencia de la clase acaudalada era abso-
luta; apoyábase en la administración, por medio de los jueces rectám ente el trabajO forzado (Say, 1972).
Weber, de nuevo, nos informa de que el fenómeno no quedaba res-
de paz, quienes, a falta de una ley obligatoria, administraban
tringido a las islas británicas: "L~s ~ri~eras fáb~icas ~ue aparecen
j~sticia tan sólo conforme a una balumba de instrucciones par-
emania tienen el carácter de mstItuClones obhgatonas para ayu-
ticulares, según el propio arbitrio; hasta la segunda mitad de! ffi Al O b"
dar [sic} a los pobres y a los necesitados" (Weber, 1974: 15 ; tam len
siglo XIX dispusieron a su antojo de la mano de obra embu-
tiéndola en las nuevas industrias (Weber, 1974: 260-;). Mumford, 1970).
En su Historia tÚ la locura en la época clásica, Michel Foucault ha do-
cumentadO abundantemente esta cruzada en favor del sometimiento
A principios de la Edad Moderna la concentración de obreros den-
laboral de los indigentes, particularmente en el caso francés. En 1685,
tro de los tall~re~ se operó en parte por medios coactivos; pobres, va-
un edicto prohíbe toda forma de mendicidad en la ciudad de París,
gabundos y ~nmInales fueron obligados a ingresar en la fábrica, y hasta
"so pena de látigo la primera vez; Y la .segunda, irán a las ~aleras
entrado el siglo XVIII los obreros de las minas de Newcastle iban su-
los que sean hombres o muchachos , y mUjeres y muchachas seran d~s­
j~~os con argollas de hierro (ibid: 158). Sidney Pollard escribe, refi-
terradas" (Foucault, 1967: 1, 104-5) ; cuatro años más tarde hay cm-
nendose a Gran Bretaña, que:
co o seis mil personas encerradas en París.
Hubo pocas áreas del país en las que las industrias modernas
No olvidemos que las primeras casas de internación aparecen
particularmente las textiles , no estuvieran, en e! caso de desa:
en Inglaterra en los puntos más industrializados del país: ~or­
rr~llarse en grandes edificios, asociadas a prisiones , casas de tra-
cester, Norwich, Bristol; que el primer Hospilal General se mau-
baJO u orfanatos . . . El moderno proletariado industrial fue
guró en Lyon cuarenta años antes que en París; que la primera
introducido en su papel no tanto por medio de la atracción de
entre todas las ciudades alemanas que tiene su Zuchlhaus es Ham-
la recompensa monetaria como por medio de la compulsión, la
burgo , desde 1620. Su reglamento , publicado en 1622 , es muy
fuerza y el temor ... [Esto J, es raramente subrayado, particu-
preciso: todos los internos deben trabajar. Se calcula exactamente
larmente por aquellos historiadores que dan por bueno que los
el valor de sus trabajos y se les da la cuarta parte (Foucault, 1967:
nuevos talleres reclutaban solamente trabajo libre (Pollard, 1965:
38; en el mismo sentido Berg, 1983 : 41). 1, 107-108).

Colbert es perfectamente consciente del papel jormali~o de la legis-


Los pu.~licistas, en sintonía con los poderes de su tiempo, se lanza-
lación sobre pobres: "Todos los pobres capaces de trabajar deben ha-
ron tamblen a la ~aza. Un folleto atribuido a Dekker, GrelJious groan
cerlo en los días laborables, tanto para evitar h ociosidad, que es la
jor lhe poor, se queFba de que "muchas parroquias lanzan a mendi-
madre de todos los males , como para acostumbrarse al trabajo, y tam-
gar, estafar o robar para vivir , a los pobres y a los obreros válidos
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38
blh para ganar parte de su ,,¡¡mento" (¡bid.: ¡ 10). En 1657 se ordena . dor 'más aplicado "recibirá del señor presidente un premio
el tra b ap ,
el ingreso de todos los me!1digos de Pal"Ís en el Hospital General, sal- seis libras y el que haya obtenido tres veces el pre-
de un esc udo de ' . ' ,, . . ,
vo que abandonen la ciudad y, según un fcileto anónimo de 1676, . habrá obtenido su hbertad (lbld.: 138),Pero para ~sto no haCla
"la previsión de los direno,es había ,¡d() !:é n 'Csc!an:cida y su suputa- I1no ' 1 .. d>'
falta la revolución: ya un Siglo antes e pnslOnero que po la y quena
CIón tan justa que ti ntÍmu'o de lo, enct:<, <ido, resulte) casi igual al baJ'ar era liberado (ibid.: 1, 118).
provecto que aquéllos habían hecho, los +ti mil mendigos se reduje- tra d 'd d . .
El internamiento no es en absoluto una forma e can a ,nI Sl-
ron a ,¡ míl o "> mil, que tuvieron a gran h"Hlle encontrar un refugio , s principalmente una medida de orden público, es, sobre to-
qUiera e ' / '
en el Hospital; pero :iesde ,monee,; el i l~imi"',¡ ha aumelltado; a me- do, un instrumento para forzar a la poblaclOn al trabajO cuando han
nudo ha pasado de 6 mil, \i C:o, ,'n la de más de 10 mil" sido destruidas las viejas condiciones laborales y las nuevas no resul-
(¡'bid" II 3(1), Un nuevo ,(Ílno rcal de 1661 >Jfdena que "los pobres tan lo bastante atractivas.
mendigos, válluos o ínváEci(ls, de uno u otro 'iCXO, sean empleados
en un hospitaL para laboril' en ¡as obra;;. m:mufacturas v otros traba- Antes de tener el sentido medicinal que le atribuímos, o que al
'(/bid. 310-: 1) En el mismu edicto, el rey tst:lblec~ como parte menos queremos concederle, el confinamiento ha sido una exi-
del reglamento a observar (:n el Hospital Genel al quc "para excitar gencia de algo muy distinto de la preocupación ~e la curaci~n.
a les pobres cnceiTados a t{(iba/al en [a:, manufacturas con mayor asiduidad Lo que lo ha hecho necesario, ha sido un imperativo de trabaJO,
ji dedicación, los que hayan ;¡,><-{ado a :a edad de 16 ,iño~, de uno u otro Donde nuestra filantropía quisiera reconocer señales de bene-
St·xo, se quedarán con un terCIO de la ganancia de su trabajo, sin nin- volencia hacia la enfermedad, sólo encontramos la condenación
gún descucl'W" (zbid: 31 en siglo más tarde, un "reformador" de de la ociosidad (ibid.: 102),
los hospitales dará cuenta de que:
Aunque los pobres internados son explotados en el Hospital Gene-
Los holandeses han jllVentáGO un método excelente: consiste en ral y otras instituciones, tal explotación dista mucho de ser rentable,
destinar a la bomba éL clquelJos qüe desean ejercitar en el traba- competitiva con la de los trabajadores libres, Pero "lo que hoy nos
jo, hacerles desear el em¡:¡ko de cultivar la tierra y prepararlos parece una dialéctica inhábil de la producción y de los precios ~enía
para ello mediante un ITabajf} mucho más duro. l, , ,J Se encie- entonces su significación real de cierta conciencia ética del trabajO en
rra tan sóÍo al per:é();jaje al que sc trata de habituar al trabajo que las dificultades de los mecanismos económicos perdían su urgen-
::n un reducto que los c:¡¡¡ales iHundan, de tal manera que lo cia en favor de una afirmación de valor" (ibid,: 112), Naturalmente,
ahogan sí no da ,;udta:: sm cesar a la manivela de la bomba, el discurso que justifica el internamiento es esencialmente moral: "En
Sólo se le dan tanta agua y tantas horas de ejercicio como so- la Edad Media, el gran pecado, radix malorum omnium, fue la soberbia,
portan sus fuerzas ios primeros días; pero se aumenta continua. Si hemos de creer a Huizinga, hubo un tiempo, en los albores del Re-
mef'te mechante graduación. !. ,J Es natural que se aburran nacimiento, en que el pecado supremo tomó el aspecto de la Avari-
de gira" así cOl1tinuarrJente y de ser los únicos ocupados tan la- cia, la cieca cupidigia de Dante. Todos los textos del siglo XVII anuncian,
boriosamenle. Sabiendo que podrían trabajar la tierra del re- por el contrario, el triunfo infernal de la Pereza: es ella, ahora la que
(into en corn pañía, d"searán que se les permita trabajar como dirige la ronda de los vicios y los arrastra" (ibid.: 114),
íos otros. Es una gracia qu.c se les acordará tarde o temprano, De acuerdo con Mantoux (1962: 375), "el personal de las fábricas
:-:cgún sus faltas y sus disposiciones actuales (ibld' 325-6). estuvo, al principio, compuesto de los elementos más dispares: cam-
pesinos expulsados de sus aldeas por la extensión de las grandes ~ro­
Como explica Bad(~a;] ten medlO de su entusiasmo por la utilidad piedades, soldados licenciados, indigentes a cargo de las parroqUIas,
social de los po/der, todo lo que el pobre necesita hacer para escapar los deshechos de todas las clases y de todos los oficios", Los que más
del castigo es decidirse a trabajar, es deClr, someterse a las nuevas re- fieramente se resistieron a caer en la condición de asalariados depen-
L-teiones de producción En 1790, en plena revolución, Musquinet pro- dientes fueron, sin duda, los artesanos y oficiales, Un tejedor de Glou-
yecta una casa correccional para vagabundos en la que cada semana cestershire se quejaba así en 1838: "Nos han expulsado de nuestras

+e 41
I

casas y nuestros huertos para que trabajemos como prisioneros en sus dfa obligar a trabajar, pero dificilme.nte .a trabaja~ "bien". Edward
fábricas y sus escuelas de vicio" (citado por Wadsworth y Mann, 1931: o ue quería introducir la maqumana perfecclOnad"por Wyatt,
Cave, q o l "L d d
o .
393) ..Otro afirmaba ante un Comité Especial sobre las peticiones de °b' al colaborador de éste LeWiS Pau : a mita e mi gente
escn la ' .
los tejedores manuales: no ha venido a trabajar hoy y no me produce un gran entuSIasmo la
idea de depender de gente semejante" (W ~ds~~rth .y Mann, .~ 931:
... A ningún hombre le gustaría trabajar en un telar mecáni- 433). Por ello proliferan diversos sistemas. di.sC!.rlmano~ co~ la mten-
co, se produce tanto ruido y escándalo que cualquiera se vuelve 06 de someter a los trabajadores a la dlsclplma fabril. SI hacemos
CI n "ó en la'mven-
loco: y además, hay que someterse a una disciplina que un teje- caso a An drew , Ure el mérito de Arkwright no conslsO
. , . .
do: manual no puede aceptar nunca. [ ... ] Todos los que tra- ción de la throstlt, cuyos elementos esenciales ya hablan sld.o mtrodu-
bapn en los telares mecánicos lo hacen a la fuerza, pues no cidos por Wyatt, sino en disciplinar a la fuerza de trabaJo:
pueden vivir de otro modo; suele ser gentes cuyas familias han
sufrido calamidades o que se han arruinado ... son los que for-
En la fábrica automática, la principal dificultad [ ... ] radicaba
man esas pequeñas colonias alrededor de las fábricas ... (cita-
[. . .] en la disciplina necesaria para lograr ~ue I~s ho.~bres aban-
do por Thompson, 1977: II, 178).
donaran sus hábitos inconstantes de trabajO e ulentifuarlos con la
regularidad invariable del gran auUÍTlUJia. Pero inventar ~n código.dis-
Los artesanos preferían malvivir de la crisis de sus oficios traba-
ciplinario adaptado a las necesidades y a la velOCidad d:l siste-
jando a domicilio, pero manteniendo un cierto grado de control' y auto-
ma automático y aplicarlo con éxito, era una empresa digna de
nomía en su t:~bajo, antes que traspasar la puerta de las fábricas, que
Hércules, iY en eso consiste la noble obra de Arkwright! (citado
eran la nega~~on de su independencia y a las que veían como lugares
por Marx, 1975: 1, 2, 517).
de depravaclOn moral y deshumanización. Como indica Thompson
(1977: III, 143),
Lenin, por su parte, hizo una acerba crítica de la Ley de Multas
la ~iferencia de status entre un servant, un trabajador asalariado implantada contra los trabajadores fabriles ~r el.zaris.mo, aun cuan-
sUjeto a las órdenes y a la disciplina de su master, y un artesano do en parte era un intento de refrenar la dlscreclOnahdad de los pa-
que podía ir y venir cuando le placiese, era lo bastante grand~ tronos -en respuesta a la protesta obrera-o La imposición de multas,
como para que los hombres se dejasen matar en su ramo antes que llegaban a absorber fácilmente una cuarta part: ~~ los salarios
de tolerar les llevasen de un sitio para otro. De acuerdo con el de los trabajadores y, en algunos casos, la mitad, se dlngIa sobre todo
sistema de valores vigente en la comunidad, quienes se resistían contra diversas formas de indisciplina en el trabajo por parte de una
a la degradación estaban en su perfecto derecho de hacerlo. clase obrera que no había perdido sus lazos con el campo o el artesa-
no. A primera vista puede parecer que las multas no eran sino un tru-
, En el mismo sentido se expresa Malcomson (1981: 126 y ss.): sen- co de los patronos para embolsarse una mayor cantidad de ~lusvalo~,
tIan un ~to respeto por el trabajo' 'independiente", pero ninguno por lo que probablemente era cierto. Pero el hecho de que el ~istema Si-
el trabajo" esclavizado". Así, por ejemplo, el número de tejedores guiera manteniendo toda su vigencia después de que se .obhg~ra a I.os
manuale.s se mantuvo prácticamente constante en las primeras déca- patronos a destinar lo obtenido a distintas formas de aSi~tencl~ s~C!~
d~s del siglo pasado en Gran Bretaña a pesar de que sus ingresos dis- a los trabajadores, indica que lo fundamental era su caracter diSCiplI-
mmuyeron en más de la mitad y de que el trabajo fabril ofrecía salarios nario (Lenin, 1972: n, 33-72).
más altos (Landes, 1969: 86-87). Aunque los trabajadores asalariados perdieron pronto el control so-
. Con el tiempo, la presión mercantil, financiera, política y tecnoló- bre la duración de su tiempo de trabajo, lo mantuvieron durante un
gica ~e los patronos fue desplazando a los oficios independientes. Pe- periodo sobre su intensidad. y aunque habían perdido el control so-
ro la mcorporación de los trabajadores a las fábricas todavía no era bre el producto de su trabajo -pérdida que se remontaba, de hech~,
suficiente para que éstos actuaran a gusto de los patronos. Se les po- al sistema de trabajo a domicilio-, lo mantenían en un grado conSi-

42 43
derable sobre el proceso, o sea sobre el procedimiento de realizar sus nosame'nte cuando estaba presente la autoridad y a holgazanear
tareas. Así, por ejemplo,
cuando estaba ausente [ . .. ) pronto se sustituyó en las minas
de carbón o en los talleres de fabricación de vagon~s por la ética
en los estatutos de la asamblea local número 300 de los trabaja- del artesano de negarse a trabajar cuando estaba mirando e! pa-
dores del vidrio de ventana de los Knights 01 Labor [en Estados trón (Montgomery, 1985 : 61).
UnIdos a fines del siglo XIX] había 66 "normas de trabajo" .
Estas espeCificaban que "e n cada criso l" debía estar presente Como puede imaginarse , esta tradición ética artesanal acogió muy
todo e! grupo de trabajo ; que la fusión sólo se podía hacer al mal los comienzos del taylorismo.
com ienzo del soplado y en la hora de! al muerzo ; que los sopla-
dores y los levantadores no debían "trabajar a un ritmo supe- Para el artesano, los estudios de tiempo simbolizaban simultá-
flor a nueve laminados por hora", y que e! " tama ño estándar neamente el robo de sus conocimientos por parte de los patro-
de cada laminado de fuerza estándar" debía de ser de " 40 x nos y un ultraje contra su sentido de la conducta honorable en
58 para cortar planchas de 38 x 56". No debía trabajarse en de- el trabajo ... Los moldeadores [del arsenal de W a tertown 1es-
terminadas festividad es, y ningún soplador, levantador o ciza- taban de acuerdo en que ninguno trabajaría contra reloj . Un
llador podía tra b~jar entre e! 15 de junio ye! 15 de septiembre. mecánico del arsenal de Rock Island , que fue visto midiendo
En otras palabras, el sindicato prohibía trabajar durante los me- la base de una cepilladora de tornillos y abrazaderas estandari-
ses de verano. En 1884, la asamblea local llevó a cabo con éxito zados, fue aislado por sus compañeros de trabajo. Los hombres
una larga huel ga para proteger su límite de 48 cajas de vidrio que realizaban estudios de tiempos en la American Locomotive
a la semana , norma que sus miembros consideraban clave para Company, de Pittsburgh, fueron atacados y golpeados por los
preservar la dignidad y e! bienestar del oficio (Montgomery, trabajadores en 1911 , a pesar del hecho de que se habían intro-
1985: 30-31).
ducido en la fábrica con el consentimiento de los sindicatos. La
aparición de relojes y de tarjetas de trabajo en Norfolk Navy Yard
El sindicato nacional de moldeadores de hierro estableció que nin- en 1915 provocó una enorme huelga y una manifestación en el
gún miembro ~odría ir a trabajar antes de las siete de la mañana. (ibid., sindicato" en una protesta enérgica" . e inco años antes, los me-
32). U n estudIO de 1912 sobre la industria del acero reveló que, en cánicos de Starret Too] había decidido considerar esos relojes
los horno s al lugar abierto, el ocio de los trabajadores iba del 54 por "como parte del mobiliario". La mera sospecha de que se iba
cIento del turno para un segundo ayudante a 70 por ciento para un a introducir un estudio de tiempos en los talleres de reparacio-
colador de acero . Análogamente, " los hombres de los altos hornos tra- nes del Illinois Central Railroad fue suficiente para forjar un fren-
bajaban d enodadam ente durante 38 por ciento del turno, moderada- te unido de todos los oficios y provoca r una huelga en 1911 que
mente durante el 3 por ciento y ligera mente, por no decir nada, durante duró cuatro sangrientos años (ibid., 144-145).
el 47 por ciento, y dedicaban el 12 por ciento restante a vigilar el hor-
no" (ibid., 59).
Hemos traído a colación todos estos datos, testimonios y valora-
Las .i?du strias de montaje siguieron siendo durante largo tiempo ciones porque, a pesar de su carácter no sistemático, parecen suficientes
un bastion de los trabaj adores cualificados , puesto que sus conocimien- para mostrar que la adaptación de los trabaj adores al sistema fabril
tos y ~estrezas permanecieron imprescindibles hasta la llegada de la no fue tarea fácil. Conseguirlo exigió, en primer lugar, privarles de
maqumafla automática de precisión y el taylorismo (Landes, 1969: cualesquiera otras posibilidades de subsistencia. Fue nece sario arran-
306-307). Los artesanos y oficiales llevaron consigo a los talleres un car a los campesinos del campo, lo que se logró gracias a la combina-
alto y rígido concepto sobre la dignidad de! trabajo. ción del crecimiento demográfico, la supresión de tierras comunales,
la extensión de las grandes propiedades en detrimento de las peque-
Por ejemplo, la tendencia de los inmigrantes campesinos [en Es- ñas y la capitalización de las explotaciones agrarias . Hubo que empu-
tados Unidos , pero probablemente por doquier] a trabajar afa- jar a los oficios tradicionales a la ruina y la disolución , para lo cual
44
45
anos y campesin os, e incluso el r ígido código
se quebraron sus privile gios monopolistas, se les arrebató el control . mut\}as d e a r tes f
g aClOneS h .' t e el campesinado y la noble za, ueron
obhgaclOneS en r .
del a prendizaje y el acceso, se diseñó maquinaria fuera de su alcance de derec os y 1 tomización de las relaciones SOClal~S, la expan-
económico y hasta se prohibió su organización colectiva, lo que , jun- lazados por a a d
reemp . "d l' o y la guerra de todos contra to os .
. , d 1 mdlvl ua Ism . .
to con las presiones del mercado, determinó su degradación hasta su Slon e o último lugar , fue preciso asegurar los ~ecanlsmos ms-
práctica desaparición en los terrenos de la actividad económica codi- En cu art y e cada nue vo individuo , antes de mcorporarse al
ciados por el capital. Por lo demá s, este proceso no pudo completarse tituClOnales para :u _ el camino que su s antecesores habían re-
b' recorriera en anos '. .
sino a m edida que se cerraban las fronteras económicas , es decir, a tra aJO, . 1 Este mecanismo no podía estar en el trab aj O.ml s-
medida que desaparecía la posibilidad de escapar al Nuevo Mundo Ido en Sig os. 'b .
corr b 1 pleo de los niños en las fa ncas rompieron
ues las leyes so re e em
o hacia las fronteras móviles de éste. mo: P osibilidad : el a prendizaje que, intensamente degrad~do a
En segundo lugar, la organización del trabajo que hoy co nocemos la u01~ ~us formas artesanales, se había convertido en pura y Simple
es el resultado de una larga cadena d e conflictos globales, sector a sec- partir e loración de la infancia. T ampoco podía estar en la famlha,
tor, industria a industria, fábrica a fábrica y taller a taller entre los p
super: x ha conservado aunqu e diluidas, muchas de las pautas de
patronos y los trabajadores. Esto s conflictos se desarrollaron -y se ues esta ' . d na
p . tos y relaciones que la caractenzaban cuan o era u
desarrollan todavía- en el lugar de trabajo mismo , y sólo muy lenta- comportaml en , 1 1 n as incluso reforza-
.d d de producción a gncola o artesana , Y a gu . /
mente fueron saldándose con victoria tras victoria de los patronos. Pri- un! : esde que dejó de serlo y se liberó de la carga del trabaJO. Habla
mero fue la a sfixia financiera de los artesanos independientes y su das . t algo y se inventó la escuela : se crearon escuelas donde
dificultad para acceder a los mercados nacionales e internacionales co- que IDVen ar , ./ 1 f a a
ía se reformaron las existentes y se metlO por a uerz
mo vendedores de productos terminados o como compradores de ma- no 1as hab , ,
toda la población infantil en ella s.
terias primas, que les hizo caer bajo la férul a del sist.- na de trabajo
a domicilio. Después fue su agrupación bajo un mi srr:o techo y a las
órdenes de un solo patrón. A partir de ahí vinieron, inextricablemen-
te unidos , los cambios en la organización del proceso de trabajo, des-
de la división manufacturera d e las tareas hasta los estudios de
movimientos y tiempos, y la sustitución del trabajo vivo por capital
fijo , d esde las formas elementales de la mecanización hasta las más
sofisticadas de la automatización y la informatización. En todo este
proceso, los patronos pudieron valerse no sólo de su prepotencia eco-
nómica, sino también y mucho del poder polic ial, judicial y militar
del Estado .
En tercer lugar, fue necesaria una profunda revolución cultural .
L a "economía moral " - en palabras de Thompson- de los artesa-
nos y las tradiciones de los campesinos fueron barridos por la ideolo-
gía capitalista del " libre" mcrcado. El profundo respeto por el trabajo
personal bien hecho dejó paso al fetichismo de la maquinaria . La bús-
queda de un equilibrio entre la satisfacción d e las necesidades de con-
sumo y el esfuerzo laboral necesa rio para ello fue sustituida por la
identificació n del bienestar con el mito del consumo sin fin. La esti-
mación del tra bajo como parte integral de la vida que debía ser juzga-
da por sus valores materiales y morales intrínsecos cedió el terren o
a su consideración como mero medio de conseguir satisfacciones ex-
trín secas. Las redes comunitarias de solidaridad , reciprocidad y obli-
47
46
CAPITULO 111
EL APRENDIZAJE DE LAS RELACIONES SOCIALES
DE PRODUCCION ,

En nuestros días existen diversos mecanismos que fuerzan de una for-


ma más o menos suave a la gente a someterse a las relaciones de pro-
ducción capitalistas. El más elemental es la generalización misma del
trabajo asalariado: la gente a nuestro alrededor trabaja y, por consi-
guiente, sabernos desde pequeñitos que algún día nos tocará hacerlo;
sabemos que nos espera la función de trabajador o trabajadora, igual
que sabemos que nos esperan las de marido o mujer, padre o madre,
con la particularidad de que aquélla sólo resulta evitable para una pe-
queña minoría de la población. El mecanismo más poderoso, sin em-
bargo , es la imposibilidad de subsistir sin vender la propia fuerza de
trabajo y someterse a las relaciones de producción capitalistas. En los
orígenes del modo de producción ca pitalista, los potenciales asalaria-
dos conservaban en muchos casos estrechos lazos con la producción
agraria, tenían o al menos suspiraban por la posibilidad de convertir-
se en campesinos o artesanos independientes o de vivir en los poros
de una sociedad todavía poco homogeneizada en torno a aquél. Con
la industrialización y la capitalización del campo tal posibilidad se des-
vanece progresivamente. Por último, debemos añadir como un factor
esencial la multiplicación de las necesidades humanas, infinitamente
alejadas ya de la mera supervivencia biológica y canalizadas social-
mente hacia un consumo creciente de m ercancías y servicios que , hoy
en día, y fu era de quienes viven del trabajo de otros, parece excluir
cualquier posibilidad de renunciar a la venta de la propia fuerza de
trabajo.
Sin embargo, las relaciones sociales de producción son potencial-
mente explosivas. Los factores antes citados pueden contribuir a ex-
plicar la decisión individual de vender la propia fuerza de trabajo, pero
en modo alguno la pasividad colectiva de todos los sometidos a las
relaciones de producción capitalistas. Esta pasividad es mantenida por
mecanism os muy dispares que van desde la represión pura y simple

49
a la inculcación ideológica, pasando por el confinamiento de la parti- este tratia , pues cada uno' cualquiera
.que , sea su fortuna, envía
._
cipación social a la esfera de la política parlamentaria y por estrate- ,
aSI a sus hiJ'os a las casas de otros mientras recibe a~.su vez nmos
gias diversas para dividir y enfrentar entre sí a los trabajadores. Pero extraños.
lo que aquí nos interesa es otro proceso: el aprendizaje y la interiori-
zación previas de esas relaciones sociales, proceso en el que juegan ." <riere que esta costumbre, aunque asombre al autor italia-
AneS su,,- . .
un papel primordial la escuela y los ejércitos de conscripción. o citado debía estar bastante extendida en OCCidente du-
no de1 tex t , ., d
Pronto volveremos sobre esto. Antes, sin embargo, debemos seña- (ante la Edad Media, apoyándose par~ ello en otros testlIDomos e
lar que siempre ha existido algún tipo de proceso preparatorio para . l XII Y XV Los niños eran enViados a otra casa con un con-
los slg os . .
la integración en las relaciones de producción y con frecuencia alguna . '1 Allí aprendían buenas maneras, o un OfiCIO, o eran en-
trato o sm e . . '
otra institución que la producción misma en la que se ha llevado a 'd la escuela. Desempeñaban funCIOnes serviles y no estaba muy
Vla os a . . 'h l ',
cabo este proceso. En las sociedades primitivas suelen ser los juegos tera entre los sirvientes propiamente dlc os y os Jovenes
cl ara la f r an . '
y las fratrías de los adolescentes, jalonado su desarrollo por algún que os para su educación -y los proplOs-: de ahl que los
encomendad . . .
otro ritmo iniciático. En algunos casos la iniciación de niños y adoles- 'b
¡I ros q ue enseñaban maneras para los Sirvientes se llamasen en m-
b" d'
centes es encomendada a los adultos en general o a los ancianos; en glés babees books, o que la palabra val~t si~iera tam le~ para eSI~ar
otros a estructuras más o menos cerradas de parentesco o a la familia, a los muchachos jóvenes, o que el termmo garfon deSignase también
que es en todo caso una estructura extensa. En la Roma arcaica, por ambas cosas y se conserve todavía hoy en Francia para los camareros
ejemplo, nos encontramos con una mezcla de aprendizaje familiar y -tal vez sea el mismo caso el de nuestro término mozo-. Esta era
participación en la vida adulta en general: el joven varón, sencilla- 'normal de aprendizaje, mientras la escuela quedaba reservada
¡a vla . il El
mente, acompaña al padre a trabajar la tierra, al foro o a la guerra. para quienes estaban llamados a ser escribientes o al?o slm aro
En la economía campesina, incluso en nuestros días, la sede del apren- aprendizaje se transmitía directamen.t~ de una generaCión. a otra, E~
dizaje laboral y social sigue siendo la familia (en este caso la escuela concluye Aries "la transmlSlón de una generaCión a la SI-
gener al , ' .. . . . .
tiene tanto de factor disolvente de la vieja comunidad como de factor guiente era asegurada mediante la partiCipaCiÓn coudlana de los m-
integrador en la comunidad nacional o estatal más amplia). ños en la vida adulta" (ibid. : 257).
Algo parecido encontramos en la Edad Media, con la diferencia Pero aquí nos interesa subrayar otro aspecto. En. una épo~a en que
de que en este periodo la familia propia es sustituida en gran medida las relaciones de producción son traspasadas de arnba a abajO por re-
por el aprendizaje en el seno de otra familia. Philippe Aries (1973 : laciones personales de dependencia, el niño que es enviado como
252-3) recoge un texto italiano sobre la familia medieval inglesa a fi- aprendiz-sirviente a otra familia está aprendiendo ~go más .que un
nales del siglo XV: oficio o buenas maneras: está aprendiendo las relacIOnes sociales de
producción .

La falta de corazón de los ingleses se manifiesta particularmen-


te en su actitud para con sus hijos . Después de haberlos tenido Así el servicio doméstico se confunde con el aprendizaje, forma
en casa hasta los siete o los nueve años (entre nuestros autores mu~ general de la educación . El niño aprendía ~o~ medio de
clásicos, siete años es la edad a la que los niños dejan a las mu- la práctica, y esta práctica no se detenía en los hmltes ~e una
jeres para incorporarse a la escuela o en el mundo de los adul- profesión, pues no había entonces , ni hubo por muc~o tiempo,
tos), los colocan, tanto a los muchachos como a las muchachas, límites de una profesión, pues no había entonces, m hubo por
al duro servicio de las casas de otras personas, a las que estos mucho tiempo, límites entre la profesión y la vida privada [ . . . )
niños son vinculados por un periodo de siete a nueve años (por Así, es por medio del servicio doméstico que el maest~o trans-
lo tanto hasta la edad de catorce a dieciocho años, aproximada- mitirá a un niño , y no al suyo, sino al de otro, el bagaje de co-
mente). Los llaman entonces aprendices. Durante este tiempo nocimientos, la experiencia práctica y el valor humano de los
desempeñan todos los oficios domésticos . Hay pocos que eviten que se le supone en posesión (ibid.: 255).

50 51
¿Por qué, sin embargo, en otra familia, y no en la propia? Precisa- instauración qeJ modo capitalista de producción propiamente dicho,
mente por esa se~nda función del aprendizaje, quizá la más impor- o sea del paso de la subsunción fonnal a la sub sunción real del trabajo
tante: En aquell~ epoca, lo nonnal era que los hijos varones adoptaran en el capital, en términos de Marx, o, para decirlo más simplemente,
la nllsma profesión o el mismo oficio de los padres. La transmisión a partir del momento en que el capital no se limita ya ~ poner bajo
y adquisición de destrezas laborales, por consiguiente, bien podría ha- su férula formas de producción preexistentes sino que organiza el pro-
berse lleva.d o a efecto en la familia propia. Pero ésta, vinculada por ceso mismo de producción a su manera, entonces la pregunta que te-
lazos efectiVOs, no. era el lugar más adecuado, probablemente, para nemos que formularnos es la siguiente: ¿por qué las personas aceptan
aprender las relacIOnes de dependencia. Para ello era necesaria una y desean aceptar un trabajo cuyas condiciones limitan su libertad, no
rela~ión más distanciada entre el maestro y el aprendiz , y esto sólo les ofrecen ninguna satisfacción personal inti>ínseca y obstaculizan su
podla lograrse -o al menos era la mejor fonna de hacerlo- enco- desarrollo? 0, si suponemos que aceptan ese modo de trabajo porque
mendando a los jo~encitos a otra familia que, asumiendo su papel de no hay alternativas, ¿por qué, entonces, unas relaciones sociales de
educadora, no se viese trabada por los lazos afectivos. En definitiva producción que son intrínsecamente explosivas no tenninan de explo-
y.a en la E~ad.Me.~ia nos encontramos con la incapacidad total o par~ tar?
Clal de la mstltuclOn familiar para iniciar a las jóvenes generaciones Lo primero que debemos considerar es en qué medida la familia
en las relaciones sociales existentes . misma prepara para la incorporación a las relaciones sociales de pro-
En la actualidad, ni siquiera es pensable, al menos en contextos ducción capitalistas. Hemos dado ya una respuesta global a esto: la
industriales y urbanos, un aprendizaje social o laboral mínimamente familia solamente pudo cumplir ese papel mientras la producción mis-
consistente en el seno de cualquier familia, propia o ajena. En la Edad ma tuvo una base familiar. Sin embargo, debemos matizar esta afir-
~edia, la familia no era solamente una unidad afectiva y una institu- mación en varios sentidos. En primer lugar, al niño se le aparecen
c.lón encargada de la reproducción, sino también una unidad produc- ya como modelos en la estructura familiar unos padres -nonnalmente
tlva, fuese por cuenta propia o ajena . Hoy en día las bases de la un padre, varón- que son trabajadores. Aunque el mundo del tra-
producción familiar han sido destruidas desde hace ya mucho tiem- bajo sea un misterio para la infancia, está presente ahí como un desti-
p? En un c~~texto familiar -propio o ajeno- no son ya posibles no inevitable, en el sentido más amplio: incorporación al mundo del
ni la transmISIón de destrezas laborales ni el aprendizaje de las rela- trabajo como obrero industrial, profesional independiente, patrón o
ciones sociales. lo que sea, según la profesión u oficio del padre y, en su caso, de la
Hoy en día la familia continúa siendo la unidad básica en que tie- madre. Este es un asunto suficientemente tratado en los estudios so-
ne lugar I~ reproducción biológica de la fuerza de trabajo, así como bre socialización, interacción, etcétera, por lo que podemos dejarlo
un mecanismo de transmisión de la propiedad privada y una unidad de lado .
~e consumo (~unque esto último con matices, pues progresivamente En segundo lugar, no debemos olvidar que la familia es una insti-
tlen~e a. a~omlzarse al consumo familiar en el agregado de los consu- tución fundamentalmente autoritaria, por lo que de algún modo pre-
mos md.lvl~uales de cada u~o de los miembros que la componen), pe- para para la inserción ulterior en otras estructuras jerárquicas. El niño
ro en nmgun caso una umdad de producción, salvo en los sectores se ve sometido a la familia desde cuando su mente es todavía una ho-
d?nde aún .no ha irrumpido el modo de producción capitalista pro- j a en blanco, cuando aún no posee la capacidad de construir por sí
piamente dicho. Cuando todavía lo era, la crianza y educación de los mismo o negociar significados para los estímulos que recibe del exte-
niñ~s coincidía con su socialización para el proceso productivo . rior . En este sentido , la influencia d e la educación familiar -y esta-
. .SI el t.rabajo en el régimen de producción capitalista fuera una ac- mos pensando más en lo que es común a todas las familias que en
tiVidad hbre y gratifican te , todas estas disgresiones estarían de sobra. lo que la diferen cia- es decisiva, si bien no definitiva . Wilhem Reich
~ero como no lo es, s~n.o que antes al contrario, se trata de una carga (1972, 1976) a rgumentó bastante convincentemente la importancia de
l~pues.ta, .de una a.c tlvldad con la que la identificación resulta impo- la familia autoritaria en la form ación de una estructura de carácter
Sible, siqUiera parCIalmente, para la inmensa mayoría de los trabaja- proclive a aceptar estructuras sociales totalitarias, y no sólo los regí-
dores; y como esto resulta especialmente cierto a partir de la menes fascistas o estalinistas son totalitarios: también lo son , yen ma-

52 53
yor medida, las fábricas, talleres y oficinas, desparramadas por todo
el "mundo libre" y fuera de él. simplemenfe de imponerlas -por la falta de alternativas para ac-
~er a la satisfacción de las propias necesidades o por medio de la
Zn tercer lugar, los valores y actitudes que llevan a un adulto a coerción directa-, sino de asegurar que funcionen por ~í solas como
confo~arse con sus c?ndiciones de trabajo se transmiten a través de una máquina bien engrasada, sin demasiados conflictos, entonces de-
la familia a la generación llamada a sustituirlo. Melvin Kohn ( 1977 be haber alguna otra institución que facilite ese aprendizaje antes de
1978, ~980, !~81; Kohn y Schooler, 1969) ha estudiado en forma bas~ la incorporación del individuo a la vida activa. Cae de su peso que
tante slste~at1ca el modo en que las condiciones de trabajo modelan la institución fundamental que se interpone entre la familia y el tra-
la personall~ad de los t~~bajadores y el grado en que esto se refleja bajo es la escuela, luego es ahí donde debemos buscar ese aprendiza-
en la educaClón de sus hiJOS . Kohn sugiere y fundamenta estadística- je. Sin embargo, no qu.e~mos dejar.de decir an~es un~ palabras sobre
mente que la relación entre el empleo que una persona Ocupa y sus los ejércitos de conscnpclón (también se podnan deCIr sobre los de-
valores . se debe principalmente al grado de autonomía de que goza portes colectivos, pero esto es menos importante). Es sabido que en
en el mlsm~ . Y, dentro de este aspecto de la autonomía (seif-direction), el servicio militar los jóvenes varones "se hacen hombres", aunque
resulta partlc~larmente crucial el grado de complejidad sustantiva de sería mejor decir que se preparan para ser obreros. No hay nada más
las. tareas re.a llzadas . La mayor autonomía en las condiciones de tra- parecido a la organización del trabajo en cadena que una formación
b.aJo se refl.eJa en u.na mayor flexibilidad mental y una orientación ha- militar practicando la "instrucción", ni nada que se asemeje a la je-
CIa sí y hacI~ la SOCIedad que prima la autonomía sobre el conformismo. rarql,ía despótica del trabajo como la disciplina aberrante de un ejér-
Kohn .su~:re lo. q~: denomina un modelo de aprendizaje- cito. El lugar por excelencia donde se aprende a actuar sin otro móvil
general~zaclOn: el mdlvlduo aprende en el empleo una serie de com- que la evitación del castigo, sin el más mínimo asomo de motivación
por~amlen~os, actitudes y valores que proyecta hacia otras esferas de intrínseca, es el cuartel. El cuartel es también el sitio donde uno apren-
l~ vida SOCl~ . Kohn estudió las actitudes de la familia ante la educa- de a no preguntarse sobre los fines de su actividad, porque estos fines
Clón en ~nclón del estatus ocupacional del cabeza de familia -varón- son impresentables . Y el servicio militar se practica precisamente en
y en particular de s~ ~ado ~~ autonomía en el empleo. Encontró que, la edad inmediatamente anterior a la incorporación definitiva al tra-
en gen~ral, ~a~ familias de clase media" esperan sobre todo que la bajo productivo (el propio servicio militar convierte la incorporación
educaCión hlClese con sus hijos cosas como aumentar su curiosidad anterior en provisional, tentativa y no importante). A la salida del ejér-
elevar su consideración, reforzar su responsabilidad , estimular su auto~ cito, las relaciones sociales imperantes en la producción, similares en
control y hacerlos felices . Las familias de clase obrera, en cambio es- los aspectos más i'llportantes pero atenuadas, aparecen como un ali-
peraban que sus hijos aprendieran obediencia, pulcritud, honesti'dad vio, por no decir (:¡mo un paraíso. Sin embargo, la incorporación al
y bue~os mo~ales. En el análisis estadístico, dos terceras partes de servicio "nilitar sobreviene cuando el individuo ya es capaz de elabo-
est~s diferencias según el estatus ocupacional estaban relacionadas es- rar una respuesta propia, las relaciones sociales en él son vividas de
peclficam:nte con el grado de autonomía en el empleo. Los resulta- una forml hostil y la autoridad invariablemente considerada como ar-
dos o.btellldos por Kohn, naturalmente, no pueden considerarse como bitraria ( :alvo, quizá, por ese diminuto sector psíquicamente sospe-
un dIctamen definitivo sobre la relación entre el empleo, la familia choso de 11 población que elige con gusto la milicia como profesión) .
y los ,:,alores en torno a la educación (los trabajos de Paul Willis (1978) La escuelz , sin embargo, recoge al niño cuando carece prácticamente
p,or ejemplo: re~resentan una réplica parcial o, cuando menos, ha- de capacidad de autodefensa. Al contrario que en el ejército, donde
nan necesariOS Importantes matices), pero aportan poderosas razo- todo es arbitrario -lo que no quiere decir aleatorio-, en la escuela
nes para ~ensar que la familia no es enteramente inocente en la todo lleva el signo de lo natural e inevitable. El servicio militar obli-
reprod~cclOn de las relaciones sociales de producción capitalistas, si gatorio, en fin, lo es sólo para los varones y ni siquiera existe en todos
no hubIera otros motivos para ello.
los países, mientras la escuela reúne a ambos sexos y se extiende por
P~ro, si la familia no proporciona un aprendizaje adecuado de las doquier .
relacIones socIales de producción capitalistas y si de lo que se trata no Venimos afirmando que en la escuela se aprenden las relaciones
sociales de producción dominantes en la sociedad. La forma más ha-
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rle de ningu'n plan de estudios, configuran la vida coti-
bitual en que suele entenderse esto es atendiendo al contenido del cu- . foI1llar pa." '
111 1 aulas Las diferencias entre nuestro enfoque y el citado
rriculum, Esto es algo tan obvio que no precisa comentarios, La religión diana en as ' " ,
, ' ¡mente dos Nuestro objeto de estudIO y n\.\{:stro enfasls
enseña que el hombre está condenado a trabajar y que debe despreo- son pnnClpa,
' , ' .
ás restrinuido pues SI bien nosotros vamos a centrar-
cuparse de sus condiciones de vida -y las de los demás- en la tie- valoraUvo es m b" , '
ias relaciones sociales en la educaCión -que consideramos
rra \ La historia enseña que siempre han existido pobres y ricos, nOS sob re , , " " '1 l
'1 d 1 proceSO educatlVO- baJO la expreslO n currlCU um ocu -
gobernantes y gobernados, que la humanidad progresa imparablemen- d nuC eo e ' , ;'l
" otras similares caben otros muchos aspectos (por eJemp o , la
te gracias a la ciencia y que los intentos de alterar las cosas, además '1 o, no fi19u-
to u "ó xpHcita de valores y normas que, por aSl'deClr
de injustificados, terminan invariablemente mal, La literatura trasla- tras nllSI n e , , '
rograma) , Además, no nos duela deCirlo, baJO la perspecti-
da a los niños a un mundo subjetivista generalmente protagonizado raneneI P ' 'd l
va del curriculum oculto, que generalmente es tn~~tana e
por figuras que tienen poco que ver con su mundo real, Las matemá- n
, l'smo cabe formular cualquier tipo de artlculaclO entre la
tic~s int~oducen al alumno en problemas tan vitales como qué tasa funCiona 1 , , '
'edad' así por eJ'emplo los partidanos de la desescola-
de mteres hace falta para acumular un capital dado o cómo repartir escuel a y l 80cI
a, ,. ' "
, " y los estructural-funcionalistas, que ven la sOCIedad casI ex-
e~ ~~rtes proporcionales una herencia, La formación "cívica" y"so- nzaclOn ' '
c1usivam e nte a través de sus relaciones de mtercamblO -mal
Cial trata de convencer al pequeño Cándido de que tout va au mieux
'das- y no de las relaciones de producción que son su centro,
dans le meilleur des mondes possibles, Y así sucesivamente, enten d I '
erspectiva parecida a ésta ha sido formulada desde la etnolog-¡a
Lo que aquí queremos sugerir, no obstante, es que el verdadero U Pna ' "
en otros términos: si la educación es una relació~ de comum~aClon
aprendizaje de las relaciones sociales de producción no se lleva a efec-
_aunque se trate de una comunicación unidirecclonal-, habna qu:
to por la vía de estos mensajes recibidos con mayor o menor creduli-
preguntarse, en ese sistema de comunicación que es la es,:uela ... que
dad, sino a través de una serie de prácticas, ritu alés, formas de
se oye más, si la trasmisión deseada o el ruido que la acampana (He nry ,
interacción entre alumnos y con los profesores , modos de relacionar-
se con los objetos, etcétera, en definitiva , a través de unas relaciones 1972), '
La otra perspectiva a la que podemos conectar la aqm presentada
sociales imperantes en la escuela que prefiguran las relaciones socia-
es lo que a veces se llama el " e nfoqu e interpretativo" , ~n el que ~on­
les del mundo de la producción. Lo que el contenido del curriculum
fluyen el conductismo social, el inte raccionismo simból~co, la sOCl~lo­
hace es dar sentido a esta serie de prácticas, no explícitamente discu-
gía fenomenológica, la etnometodología y la pe rspectiva humamsta
tidas ni justificadas , que conforman la cotidianeidad de la vida en la
en sociología (Turner, 1974; Blumer, 1982; Schutz, 197:-; Berger y
escuela, las que configuran con más fuerza la co nciencia del niño. Su
Luckmann, 1971), etiquetas que a veces designan una misma cosa y
fuerza deriva de su m a terialidad (el ser consciente es la expresión cons-
a veces no, Distintivo de este enfoque en ge neral , no obstante, es en
C!~nte del ser real: M a rx) , de su regularidad y de su no problematiza-
todo caso su énfasis w la importancia del takenjor-granted world (el mun-
Clon -vale decir de su ca rácter oculto , no explícito , no discursivo.
do que se da por supuesto), es d ecir , el amplio mundo ~e signi~ca­
Ellas co~~guran lo qu e Freire de nominaría la conciencia ingenua o
dos, valores y prácticas que son sencillamente aceptados sm neceSidad
no I.ranSItlva.
de justificación alguna, Lo que nos separa d e este enfoque son sobre
No es difícil ver que este enfoque, que aquí presenta remos desde
todo dos cosas -sin nega r por ello sus muy útiles aportaCIOnes, sobre
una perspectiva m a rxis ta que, a nuestro juicio, tien e una fuerza ex-
todo en cuanto que ha r evolucionado las técnicas de investigación, en
plicato ri:l incomparable mente mayor, conecta directamente con dos
una disciplina como la sociología que, demasiado, a nsiosa de :eoblf
perspecr :viiR bast ante fam ilia res en el mundo del estudio de la educa-
el marchamo de "científica", tiende en exceso haCIa los procedImien-
ción y en la sociología En primer lugar, con lo que se ha llamado
tos cuantitativos, lleva ndo el empleo de la estadística hasta extremos
el curncuív.m "oculto " , " laLe nte" , " implícito " o " no escrito " . Para
ridículos, y en tanto que ha vuelto a dar vida a los actores del proceso
muchos :,u tGres (V all a nce, 19n : Eisner y V aJl a nce, 1974; Frey , 1972·
jackson, 1(;6fn hay qu e dudar ~i lo más imporunte qu e se aprend~
social frente a una aproximación altamente reificadora que conSide-
ra ba a las instituciones como verdaderas m áquinas a pisonadoras en
en la eseueh t'S lo que su programa oficial recon oce , o toda una serie
su función d e reproducción social y a las personas con meros objetos,
de presu nci";n::5, \',:!o rt:s, formas de comportamiento e { ~étc
) - r a qu~''',
~ \ .

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particularm~nte en el campo de la educación. En primer lugar, uno los patronos, Y puesto que ellos dominaban las escuelas, el papel
no puede evItar al encontrarse con este enfoque la sensación de que ~e éstas debía' ser generar oscurantismo religioso, sumisión política
ha caído la noche, en la que todos los gatos son pardos; la sensación docilidad laboral. Esta crítica se dirigía particularmente contra la
de que to~as la.s instituciones son tratadas por igual cualquiera que ~scuela estatal, de cuyas creencias y prácticas trataban ae apartarse
sea su articulaCión con el todo social, que por lo general simplemente más o menos consecuentemente y con distintos grados de éxito las ex-
se deja de lado o se ignora. En segundo lugar, este enfoque tiende periencias de autoinstrucción obrera y las escuelas libertarias.
a. ~olocar. a l?s agentes sociales en un plano de igualdad en la negocia- Pero cuando se ha llamado la atención por primera vez y de forma
CIOn de sIgnIficados y el establecimiento de relaciones ignorando que sistemática sobre el papel de la escuela en la integración de los indivi-
estas relaciones interindividuales se configuran en torno a relaciones duos en las relaciones sociales de producció,l ha sido, sobre todo, a
de poder que, tanto en la realidad como desde el punto de vista del finales de la década de los sesenta y principi()~ de los setenta, en este
análisis, son previas y prioritarias (Sarup, 1978; Gleeson y Erben siglo. y ese toque de atención ha llegado de!t::le puntos muy dispa-
1976). '
res .. , Por un lado, desde dos escu~las históricas -o
Antes de entrar definitivamente en materia debemos todavía pun- historiográficas- tan distintas como las encabezadas por Michel Fou-
tualizar algunos aspectos. A estas alturas debe estar ya claro que si cault o la formada por los "historiadores revisionistas" norteameri-
bien consideramos la escuela como el lugar fundamental donde se Íle- canos, a quienes nos referiremos enseguida. Por otro, desde el
va.a cabo el aprendizaje de las relaciones sociales de producción capi- estructural-funcionalismo, especialmente parsoniano, al que aludire-
talIstas, n? .es el únic.o.l~gar donde se hace . Hemos señalado ya el papel mos muy brevemente . Y, por último, lo más importante, desde dos
de la familIa y la milICIa, y podríamos incluir ahí también, en cierto fuentes declaradamente marxistas: el estructuralismo althusseriano y
modo, los grupos de iguales, y más en general, las subculturas de cla- su teoría de la ideología y los aparatos ideológicC'3 de Estado y el "prin-
se. También deberíamos añadir, por supuesto, el aprendizaje sobre cipio de correspondencia" que preside el análisis de la escuela de Sa-
el terreno, esto es, en la producción misma, pero lo que ahora nos muel Bowles y Herbert Gintis.
ocupa son la educación y la escuela. Debe estar también claro que Foucault ha analizado la evolución de algunas instituciones duran-
ese aprendizaje no solamente se lleva a efecto a través de las prácticas te los siglos XVII y XVIII en términos de control social. Concreta-
~scol~r:s, sino también por medio de la inculcación de un mensaje mente, lo que otros autores denominan "instituciones totales" (la
Ideologlco, aunque este punto no precisa mayor análisis por su carác- prisión, el hospital, el ejército .. . ), la escuela y el taller. Ha destaca-
ter obvio. Digamos, en fin, que este aprendizaje de las relaciones so- do la visión panóptica, el control disciplinario, la organización del es-
ciales de producción no es, por supuesto, la única función de la escuela. pacio, la economía del tiempo, la organización de los movimientos,
Otras son la cualificación de la fuerza de trabajo, la inculcación ideo- la información registral y, en general, la normalización que tiende a
Jó~ca en general, el encuadramiento de una infancia para la que no operarse en su interior. Es lo que denomina el surgimiento de las "dis-
eXIste otro lugar en la sociedad que no sea la familia, la calle o las ciplinas", la "microfisica" o la "capilaridad;' del poder, etcétera. Lo
a~las, la legitimación de la división social del trabajo, la configura- que permite establecer un paralelismo limitado entre s J. análisis y el
CIón de I~ "~omunidad" nacional, etcétera. Pero consideramos que que aquí estamos tratando de presentar en su énfasis En las discipli-
e~ ap.rendlzaJe de las relaciones sociales de producción es, bajo el ca- nas . Citando a Walhausen, define la "recta disciplina" como un arte
pItalIsmo, de entre las múltiples funciones de la escuela, la más im- del "buen encauzamiento de la conducta" (Foucault, 19 76: 175). Es-
portante de todas las citadas y de cuantas otras se puedan pecialmente en la escuela, analiza el movimiento que denomina co-
individualizar.
mo de "especificación de la vigilancia, e integración al nexo
. Algunos autores anarquistas o anarquizantes (por ejemplo, God- pedagógico" (ibid.: 180). Subraya, en fin, el isomorfismo de las evo-
wm y ~errer; Woodcock, 1946; Ferrer y Guardia, 1977) ya habían luciones que se dan en las distintas instituciones estudiadas -para
d.enuncIado el papel de la escuela en la formación de trabajadores dó- lo que aquí nos interesa, el isomorfismo entre la organización interna
ciles, pero su argumentación era poco atractiva y convincente. Pues- de la escuela y la del taller. Pero, a pesar de que los trabajos de Fou-
to que los grandes ogros de la sociedad eran los curas, los gobernantes cault constituyen una fuente riquísima de sugerencias para el análisis
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de las relaciones sociales en la educación habl d l'
, . . . , a n o en meas genera-
les aquI termman las COinCidencias. A despecho de ser un t b ' h' La imagen del nuevo sistema de control, imposición uniforme
t' ' fi l ál " ra aJo IS- de un poder abstracto desligado de toda relación de dominación,
onogra ICO, e an ISIS de Foucault es profundament ah ' , . d
. . e Istonco: esde
su enfoque es Imposible comprender por qué las "d ' . l' " . yen consecuencia, de toda función asignable a lo\,grupos socia-
, . ISClp mas surgl-
nan en el Siglo de las Luces y no por eiemplo d' . l les , excluye el a nálisis de la diversidad de las formas escolares
, ,~ , lez slg os antes o
~n. nues,t:o~ dlas ..En lugar de integrar los descubrimientos de su aná- y de las funciones de esas formas en relación con las estrategias
lISIS (la mlcr?físlCa del poder' ') en una concepción global y coheren- de transmisión. En efecto, en el análisis de M. Foucault, la cons-
te ~el tod~ SOCial, construye ésta extrapolando y absolutizando aquéllos titución de la "disciplina" como modo específico de control su-
ASI , no tiene reparo en escribir: . pone hacer abstracción de las relaciones de dominación que hacen
posible el ejercicio de estos modos de poder. Es a este precio co-
mo las técnicas de domesticación, la manipulación, la reglamen-
Aparece, a través de las disciplinas el poder de la N 'N
l di' ' orma. é ue- tación, cuyo sentido y forma varían según la relación en la cual
v.1a .ey e a sociedad moderna .' Digamos ma's b'len que d es d e se ejercen (relación de asalariado, relación pedagógica, relación
e Siglo XVIII ha venido a agregarse a otros poderes obligándo- de autoridad en una organización, etcétera) pueden ser consti-
los a nuevas delimitaciones ; el de la Le y, el de la Palabra y del tuidas como un modo nuevo de poder. Este modelo de análisis
~exto , el de.:a Tradición. Lo Normal se establece como princi- retiene los efectos genéricos de represión de las instituciones es-
plO.~e coerClOn en la enseñanza con la instauración de una edu- colares, en detrimento de las funcion e s diferenciales de trans-
caClOn estandarizada y el establecimiento de l l
as escue as misión.
nO,r~ales ; se establece e~ el esfuerzo por organizar un cuerpo En el análisis interno del funcionamiento de la institución,
m edICO y un encuadramiento hospitalario de la nación capaces la problemática de las "disciplinas" conduce a autonomizar las
de hacer fun CIOnar unas normas generales de salubridad; se es- técnicas de control en relación a su función de aprendizaje . Es-
tablece .en la r~gulanzación de los procedimientos y de los pro- to reenvía a dos distorsiones mayores en la demostración de M.
ductos mdu strIales (ibid. : 188-9) .
Foucault . En la cronología, la definición del siglo XVIII como
momento de constitución de las "disciplinas" supone la instau-
. L as " disciplinas" a parecen así como un sobreañ adido a la s or a - ración de una ruptura artificial con el ascetismo conventual y
n~zaCl~nes , que todo lo invade, pero del qu e no se sabe dó d .g la racionalización de la vida religiosa, fuente de reglamentacio-
nI a do d S ah . n e viene
n e va. on Isróricas , pues a pesar de que Foucault les otor- nes del tiempo y del cuerpo, que tienen una larga historia ante-
ga ,un acta ~e n acimiento , no da la m ás mínima explica ción de por rior a la edad clásica. En el análisis de los sectores institucionales
qu e ~ o surgieron en cualquier o tro m om ento. Son extraterritoriales donde nace la disciplina, es, inversamente, una amalgama de
y ubi cuas , pues se desenvuelven por igual en cu alquier t . las técnicas escolares, militares, industriales , reunidas en la ca-
. 1 . . . ., en eno -en
eu a qUler ,m stltuclOn. Y, si hem os d e h acer caso a Fou cault pa recen tegoría de tecnología del cuerpo cuya finalidad es el control de
ser tamble n maoÍsta s p . ' la interioridad y la instauración de un poder . Pero ¿no es esto
. . ' ues a vanzan , com o la guerra campesina del
gra n ptloto y tImone!, de la pe riferia al cen tro : del hospi tal a 1 asimilar técnicas de maniobra y de ordenamiento y técnicas de
1 dI" , a escue-
ra, ~ e a pnSlOn' al. ta ller, e tcétera . So n " en fin un lDstrumento
' .
m o ra-
adiestramiento racional? Existen constantes de la maniobra, de
Ista, pues se Justifica n e n sí mism as y se diría, en el caso d e la e 1 la disposición, del desplazamiento en el espacio : distribuir una
que agotan las fun ciones de ésta. seue a, clase, reorganizar un taller, desplegar y hacer maniobrar a un
a C omo Fou cault es t o?avía con siderado en Espa ña como un santón batallón. Pero todas no intentan del mismo modo asegurar un
1 que parece condU Cir mexora bl em ente todo - '10' o • • control de la interioridad; son asimiladas porque el modelo im-
, <ina ISIS m s tItuClonal y
c~m o ha ce estragos particularmente entre lo s críticos radicales de' la plícito de referencia es el de la prisión en tanto que instrumento

C
eslcu edla , C~os va m os a pe rmitir cita r aquí con ci erta extensió n aJean
au e h a mboredo n:
de reforma y de punición . Esto conduce a darles una finalidad
moral a técnicas de organización espacial relativamente autó-
nomas, de racionalización de los desplazamientos y de los mo-
60
61
El modo ,de educación actual, concretamente el seguido por los
vimientos, .de las cuales podrían co nSI'derarse también Hermanos de las escuelas cristianas tarda más en conseguir los
consecuencIas del crecimiento mOnO.1 ló'
gtco d e las o . corno
. objetivos (. . .), pero ofrece una serie de ventajas~ través de
nes (Chamboredon; 1983 : 86-7). rgamzaclo- la relación que tiene con la educación moral, la cual no puede
ser reemplazada por ninguna otra. Este modo de educación di-
Maticemos por nuestra cuenta sim leme rige de alguna manera el empleo del tiempo de los niños (. . .)
huir a Foucault al " . , ' p nte, que recurrir para re-
creCImIento morfoló' d l desde muy pequeños hasta su adolescencia, es decir, hasta que
corno nueva fuente explicativ ' 1 gtco e as organizaciones" puedan entrar útilmente a la sociedad, con los conocimientos
a sena vo ver a la m dI'
zas durkhemianas: la expl'lCaClOn . , d e la organl'ó . ayor e. as slmple- convenientes a su condición y con los luibitos de ordm, docilidad,
nos de inocua transición d i ' zacI n SOCial en térmi-
O . e o SImple a lo comple'o aplicación al trabajo, y la práctica de los deberes sociales y religio-
tros
' foucaultlanos ofrecen una mterpretaclón
' . mJ. . d'{' sos (ibid.: 75. El subrayado es nuestro) .
a. SI, Anne Querrien (1979' 21) . enos m Ilerencia-
d A
en ella [en la escuela] sim 1 . , por ejemplo, escribe: "Yo veo
p emente un aparato p {' Entre los historiadores norteamericanos que, estudiando los oríge-
ra hacer operaciones sobre d ' ara translormar, pa-
· . ' para pro UCIr efectos ( )P nes de la educación de masas, han señalado el papel de la escuela en
pltallsmo la operación funda ment al es Ia apl . .,en. al .. ara el ca- el ajuste del individuo a la estructura social de la empresa, debemos
obtención se dirige la escuela cap'tal lIsta m ustnal" n,trabajo,
' . d lcac.lOn . y a su destacar los nombres de Marvin Lazerson (1971), David Tyack (1967,
za eI papel de los industrial 1 ., . ",,-uernen anali-
sica y en la introd .~s enda expanslOn de la escolarización bá- 1974-), Michael Katz (1970, 1971a, 1971b), Clarence Karier (1975),
. . ucclOn el mét d . l' Paul Violas (Karier, Spring y Violas, 1973), Joel Spring (1972), Co-
mdlvidualizado las d " o o slmu taneo frente al
t~I:: orga~iza-
· ,ISCUSlOnes sobre l l' , lin Greer (1973). Marvin Lazerson, describiendo el crecimiento de
clón de la escuela y las exigencias del aClOn entre la la escolarización en los centros urbanos del estado de Massachusetts
-que supone la ocupacl'o' , el papel de la escntura
. . n permanente de l '- (al que Marx consideraba casi un ejemplo), escribe:
,
d Isclplinario, la organización d e un tiempo . os
y lllnos-
u corno
. .método
as escuelas etcétera P t' I . n espacIO senales en Hacia 1915, dos temas centrales saltaron a la palestra en las es-
l. ' . ar ICU armente mte
Interpretación de la polémica e .res~nte es 1a descnpclón ..
e cuelas urbanas de Massachusetts. Uno retrotraía a los fennen-
táneo" y los del me't d " ntre los partldanos del método "simul-
o o mutuo" d . tos de la reforma de las décadas entre 1870 Y 1900 Y veía a la
orígenes de la escuela de m ,que ~Ja claro cómo, ya en los
asas, sus patrocm d ' educación comO la base de la mejora social . La escuela debería
e un modo u otro la prioridad d i ' ~ ores teman en mente alcanzar y elevar al pobre, particulannente a través de nuevas
d
sobre la trasmisión y ad ... , de as practicas y rutinas escolares
qUlslclOn e conocim ' t Q . técnicas para enseñar los valores sociales tradicionales . El segun-
lere a "la profunda ad ., . len os. uernen se re-
fi ecuaclOn eXIstente t 1 - do tema, cada vez más prominente a partir de 1900, incluía la
Hermanos [de las Escuela C . . en re a ensenanza de los
· . . s nstlanas la en - . , aceptación del orden industrial Y la preocupación porque la es-
dlsclphna que imponen la h' senanza sImultanea], la
cuela reflejara ese orden . Hacía de ajustar el individuo a la ecO-
la Sociedad para la Me.ioYr dqul la en l~s talleres, adecuación que
e y
:J a e a nstrucCIó El nomía la principal función de la escuela. Por medio de la
objetivo a conseguir que c h b n emental considera el enseñanza de destrezas específicas y patrones de conducta, las
, ree a er encont r d i '
pero que al fin reconoce en el 't d d l .a o en e metodo mutuo escuelas producirían trabajadores y ciudadanos mejores y más
El método mutuo permitía f me o o e . os Hermanos" (ibid.: 66).
·, o recer en vanos m i ' . eficientes, y harían esto a través de un proceso de selección y
CIon que el método simult' . _ eses a misma mstruc-
aneo en vanos anos . orientación (Lazerson, 1971: x-xi).
ue rechazado : porque l . ' y preCIsamente por eso
f . o Importante no era l ' ., .
aprendIzaje de prácticas social El ' a. ~nstrucclOn, smo el En general, 10 que une a los historiadores "revisionistas" es el ha-
decisión tomada por el C . es · n a exposlclOn de motivos de la
onseJo G eneral d C i d ber intentado, con un trabajo muy cuidadoso y sofisticado, desmon-
subvención para la escuel e a va os de no votar la
tar los mitoS sobre los objetivos igualitarios de las reformas liberales
(1818), citada por nuerrlaenmu¡tua pese a las órdenes del gobernador
x.: , eemos . de la educación norteamericana, acabar con la idea de que la escola-
63

62
nzación de masas es una conquista pura y simple del movimiento obre- carlos más én el área de la dominación política e ideológica. Siempre
ro y popular y rom~r con el planteamiento unilineal y frecuentemente ha existido , claro está, una educación sistemática de los vástagos de
Incorrecto
., que. relacIOna escuela y sociedad en términos de cU al'f'
I~~ la minoría dominante, educación que en algunos peri('hlos ha pasado
CIO~ del.trabaJo . Por el contrario, han subrayado el papel de control por la escuela y en otros no. Pero lo que hay que explicar es el origen
sOCIal aSignado a la ~niv~rsalización de la escuela por sus promotores y la evolución de la escuela de masas.
en un contexto de diversidad cultural, explotación del trabajo y bol- Los primeros sistemas escolares propiamente dichos que surgen en
sas urbanas de miseria. Europa, responden a fines religiosos, políticos o militares . El sistema
El trabajo de estos autores ha servido a otros para reanalizar la his- escocés, por ejemplo, es de carácter básicamente religioso. El prusia-
ton.a d~ ~a escuela en términos de sus funciones en la socialización de no es más bien una cantera de soldados para el ejército -y de oficia-
los mdlvlduos en las relaciones sociales de producción capitalistas A ' les en sus canales minoritarios-. En Francia, después de los intentos
Al d F' . SI,
exan er leld, analizando la estructura económica, demográfica y fallidos en la Revolución, surge ea primer lugar un minisistema esco-
esco.l~r del estado de Massachusetts, ciudad por ciudad, llegó a la con- lar estatal que agrupa a los lice·.)' y las universidades -la enseñanza
cluslOn de que el impulso para la reforma de la escuela no vino del de los hijos de las clases altas- y se encarga de proporcionar oficiales
proceso. de urbanización, ni del empleo intensivo de la maquinaria al ejército y funcionarios a la burocracia del imperio napoleónico . El
(es deCir, de la mayor _comp.lejida~ del trabajo que supuesta -y sistema de las leyes Ferry, que pretende agrupar ya a toda la pobla-
fal.samente- l~ acompana), smo mas bien del surgimiento de la fá- ción infantil en una escuela primaria" común' " es un instrumento
~nca como umdad productiva dominante (citado por Bowles y Gin- de consolidación de la lB República frente a la reacción monárquica
tlS, 1976b: 174). y eclesiástica y la amenaza obrera. La vinculación de la expansión es-
colar a la lucha política o al desarrollo de una organización política,
~avid Reeder (1981: 184) ofrece también documentación en este burocrática y centralizada, por lo demás, no es un producto de últi-
sentido para el caso de Gran Bretaña. ma hora . El impulso dado por la reforma protestante a las escuelas
primarias fue el efecto conjunto de la lucha religiosa contra el Papa-
L~s datos aportados , por ejemplo, a la investigación sobre las do, la lucha nacional contra el Imperio y la lucha económica y políti-
H~g,:" Elemen~ary Schools en 1906 (según la interpretación del Co- ca de los burgueses contra la nobleza y el Imperio . En la Edad Media ,
mlte ConsultiVO), indicaban que lo que los patronos querían de el único fenómeno parecido a un sistema escolar que encontramos se
estas escuelas más avanzadas para los niños de la clase obrera da bajo el Imperio Carolingio. Análogamente, lo más asimilable a un
era que les proporcionasen un buen carácter, cualidades servi- sistema escolar que produce Roma lo hace durante el Bajo Imperio.
les y d.estreza~ generales. [Reeder concluye: 1Las " necesidades" Lo que aquí postulamos no es que la necesidad de imponer las rela-
de la mdustna no sólo, ni siquiera principalmente se han ex- ciones sociales de producción capitalistas sea la causa que explica por
presado en términos de requerimientos cognitivos,' y el interés sí misma la escolarización de masas, sino que el ajuste de la escuela
en l~s .cursos pre-empleo deriva también de la preocupación más a la producción, tensión a la que permanentemente se ve sometida
tradl.clOn~ de al~nos patronos por las experiencias sociales y aquélla, no se plantea -cualquiera que sea el discurso que lo
la aSI~te?CJa a!a Juventud, una preocupación que, en el pasado, encubra- en términos de destrezas, habilidades y cualificaciones del
c?mbmo un cierto sentido de responsabilidad social con la an- trabajo -que juegan, no obstante, un papel relevante-, sino funda-
sled~d.en torno a la lealtad y la docilidad de la fuerza de traba- mentalmente en términos de isomorfismo de las relaciones sociales en
JO. (Ibld. : 196). una y otra.
Cabe aún preguntarse en qué medida no era el movimiento obrero
Lo que. aquí postulamos, por supuesto, no es la existencia de un el primer interesado en la escolarización universal, en qué medida no
c~~tubemlo ~e ~atrone s para poner en pie una escuela en la que los es la escuela una conquista obrera y popular que las clases dominan-
nmos se conVirtieran en buenos obreros. La escuela ha tenido segu' tes habrían intentado e intentarían todavía adulterar con más o me-
I ' , , n
os paises, ongenes causales muy diversos y en general hay que bus- nos éxito. Desgraciadamente, la historiografía existente es obra de

64 65
autores que identifican en lo fundamental la escuela con el progreso
vía éxisten en el norte museos y sociedades de historia natural
social, lo que probablemente les ha llevado no sólo a una interpreta-
ue poseen ficheros y colecciones de lepidópteros realizadas por
q. dores' se cuentan aún historias de tejedore~en aldeas apar-
ción sesgada, sino también a una selección igualmente sesgada de los
datos históricos. Así lo que normalmente sabemos del movimiento teje , 'b' d
obrero es que siempre ha pedido más escuelas, mayor acceso a las es- tadas que aprendían por sí mismos geometría eSCrI len ? con
tiza en el suelo y que discutían entre sí los problemas del cálculo
cuelas existentes, etcétera. Sin embargo, hay información suficiente
como para pensar que, antes de la identificación de la clase obrera diferencial.
con ~a :scuela como instrumento de mejora social, hubo un amplio
movl~IUento de autoinstrucción. Harry Braverman (1974: 133-4) ha David Landes (1969: 63), a su vez escribe:
deSCrIto elocuentemente en qué consistía ser un trabajador cualifica-
d? a~t:s de que las hordas de Ford y Taylor irrumpieran en la orga-
Todavía más chocante resulta la preparación teórica de estos
lllzaClOn del trabajo fabril. hombres [los artesanos durante la revolución i~dust~iall: En.ge-
neral no eran los chapuceros iletrados de la mltologla histÓrIca.
El. artesano activo (the working craftsman) estaba ligado al conoci-
Inclu~o el maquinista (millwright) ordinario, como hace notar
Fairbairn, era por lo general' 'un buen aritmético", sabí~ algo
miento técnico y científico de su tiempo en la práctica diaria de
su oficio. El aprendizaje incluía generalmente el entrenamiento de geometría, nivelado y medición y en al~nos ca,so~ posela c~­
nocimient·)s muy competentes de matematlcas practicas. Podla
en matemáticas, comprendidas el álgebra, la geometría y la tri-
calcular la velocidad, resistencia y potencia de las máquinas, po-
gonometría, en las propiedades y procedencia de los materiales
día dibujar en plano y en sección . . . Gran parte de estos "lo-
c~munes al ofi.cio, en las ciencias físicas y en el dibujo indus-
trIal. Las relacIOnes de aprendizaje bien administradas propor- gros y potencialidades intelectuales elev~~os' ~ r:flejab~? las
abundantes oportunidades para la educaclOn teclllca en pue-
cionaban suscripciones a las revistas técnicas y económicas que
blos" como Manchester, que iban desde las academias disiden-
afectaban al oficio, de modo que los aprendices pudieran seguir
los avances. Pero, más importante que el entrenamiento fonnal tes y sociedades ilustradas hasta los conferenciantes locales y
visitantes las escuelas privadas "matemáticas y comerciales"
o informal era el hecho de que el oficio proporcionaba un víncu-
lo cotidiano entre la ciencia y el trabajo, puesto que el artesano con clases'verpertinas y una amplia circulación de manuales prác-
ticos, publicaciones periódicas y enciclopedias.
se veía constantemente obligado a recurrir en su práctica a los
conocimientos científicos rudimentarios, las matemáticas el di-
seño, etcétera. Estos artesanos eran una parte importa~te del A esta red formal e informal de formación profesional, técnica y
público científico de su época, y como norma mostraban un in- científica (en el mejor sentido de la palabra, no en el actual) hay que
terés en la ciencia y en la cultura que iba más allá de lo directa- añadir las escuelas de iniciativa popular, las sociedades obreras, los
ateneos las casas del pueblo y toda una gama de actividades simila-
mente relacionado con su trabajo. Los florecientes Institutos
Mecánicos, que en Gran Bretaña llegaron a ser unos mil 200 res que 'componían un considerable movimiento de auto instrucción.
y tu.vieron más de 200 mil miembros, estaban en gran medida Buena parte del movimiento obrero cifró en este entra~ado.sus es~e­
dedicados a satisfacer este interés por medio de conferencias y ranzas de guardar el ritmo del progreso y mejorar su situación SOCial
bibliotecas. y política frente a las clases dominantes. Otra parte -la de mayor
influencia marxista- centró sus reivindicaciones en una escuela para
Edward Thompson (1977: I1, 156-7) describe algo de la vida de los trabajadores financiada pero no gestionada por el ~~tad~ y combi-
un barrio obrero: nada con la incorporación de los jóvenes a la producclOn. S~n emba~­
go, la escolarización estatal o bajo la égida del Estado -~ la mflu~nCla
Todos los distritos de tejedores tenían sus tejedores-poetas, bió- más o menos directa de los industriales- pronto gano la partida a
logos, matemáticos, músicos, geólogos, botánicos ( ... ). Toda- este movimiento de autoinstrucción. En Inglaterra, la derrota del car-
tismo supuso la desaparición de las iniciativas obreras en el campo
66
67
Para Dreeben (1983: 77), diversos estudios
I
de la educación, durante las décadas de 1830 y 1840 (Sharp, 1980:
cap. V). En Francia, las leyes Ferry eliminaron cualquier espacio pa- nos llevan a creer que los niños aprenden cosas en la escuela,
ra posibles alternativas (Ligue Communiste Révolutionaire, 1974: 54). además de lo que se les enseña mediante la inshucción, en vir-
En España, este movimiento llevó siempre una vida no muy animada tud de su experiencia diaria en un escenario organizativo que
y sufrió su mayor derrota como corolario de la Semana Trágica (So- tiene las propiedades sociales particulares de la escuela; y que
lá, 1976). Factor importante de esta sustitución fue, sin lugar a du- lo que aprenden allí es probablemente diferente, a .10 que ~pren­
das, la ingenua confianza del movimiento obrero en las virtudes den en otros escenarios con diferentes caractensucas' sOCIales.
reformadoras y progresistas de la educación en general.
Los funcionalistas han puesto también de relieve la relación entre Para Inkeles y Smith (1974: 140), "la escuela moderniza a tra~és
la escuela yel mundo de la producción en términos de homogeneidad de una serie de procesos distintos de la instruc,ción formal en matenas
de su estructuras sociales. Entre ellos, debemos destacar particular- académicas. Estos son: recompensas y castigos, adopción de modelos (mode-
mente los trabajos de Talcott Par son s (1976), Robert Dreeben (1968, ling), ejemplificación y generalización}J. .
1983), y AlexJ. Inkeles (1966). Parsons (1976c: 229) considera que Pero en lo que a nosotros concierne, las excelencias del estructural-
"el sistema escolar es un microcosmos del mundo laboral adulto, y funcionalismo terminan aquí. Porque, a partir de este punto,.Parsons
la experiencia en él constituye un campo muy importante de actua- y sus correligionarios analizan la relación entre ~scuela y sOCIe~ad en
ción de los mecanismos de socialización de la segunda fase [la prime- el marco de una concepción de ésta que no es smo una ap?logt~ tre-
ra es la familiar], la especificación de las orientaciones de rol". Dreeben mendamente superficial del orden existente. Para el funCIonall~.mo,
(1983: 74), discutiendo posibles acepciones de la expresión "currícu- las sociedades se distinguen en virtud de sus grados de compl:Jldad
lum no escrito", afirma: y modernidad. La complejidad de las sociedades actu:ues reSide en
que cómprenden un sinfin de funciones complementanas qúe deb.en
ser desempeñadas por diversos individuos. Para.asegura; que los ~n­
Un cuarto significado se refiere al marco social dominante en dividuos más capaces se hagan cargo de las funcwnes mas sustanc.la-
el que la escolarización tiene lugar, y que implica que los niños les se establece un sistema de recompensas diferenciales que los atraiga
lograrán modos de pensar, normas sociales y principios de con- ha~ia ellas, así como una serie de mecanismos que permitan la selec-
ducta, dada su prolongada participación en ese marco. Este es ción de the ríght manjar the n'ght place: el más importante de estos me.c~­
el significado que encuentro más interesante ( ... ) la estruc- nismos sería la escuela. La modernidad, por otra parte, se defilllna
tura social de la escuela. en función de aspectos como el universalismo (las funciones se distin-
guen de las personas), la especificidad (la solidarid~d orgánica, bas~­
Ambos deslindan claramente este aspecto de la socialización en la da en la diferencia y no mecánica, basada en la 19ualdad~, el afan
escuela de la instrucción propiamente dicha. Para Parsons (1976c: 228), de logro, la independencia, el carácter adquirido (y no adscnto, here-
ditario) de las posiciones, la movilidad geográfica, l~ apertura a nue-
vas experiencias, la creencia en la ciencia, la actitud frente ~ las
desde muy diversos puntos de vista, en la sociedad norteameri- tradiciones, etcétera. La escuela -también a través de sus relacIOnes
cana es preciso considerar la experiencia que surge en el curso sociales- sería un elemento de modernización.
de la educación formal como una serie de aprendizajes de roles Así, para Parsons (1976c) el niño aprende en la escuela a ajustarse
ocupacionales adultos, aún prescindiendo de los grados hacia [sic] a un sistema específico-universalista-adquisitivo. Se sumerge en una
los que el contenido real de la instrucción (como, por ejemplo, estructura que, a diferencia de la familia, se interesa por sus re~~lta­
los conocimientos aritméticos o lingüísticos) puedan utilizarse dos, no por sus necesidades. Es sometido a ~eglas ~guales y, válidas
allí directamente. (El exotismo gramatical de la segunda mitad para todos y a un sistema de recompen.sas d~ferenc~a1es segun el lo-
de esta cita, probablemente debido a la traducción, no impide gro, aprendiendo la justicia de esas gratificaCIOnes diferentes para 10-
comprender su significado.)
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68
gros diferentes e incluso de que, a su vez, proporcionen nuevas
oportunidades desiguales, e interioriza a la vez la motivación de lo- Harry B~averman (1974) ha documenta~o sufi.ciente~e~te este pro-
ceso en el que sin duda es el mejor trabajO de Investigación sobre l~
gro. Aprende, de paso, lo que son los modelos universalistas (1976a).
lución del modo de producción capitalista: Labor r;.nd monopo/y capt-
Para Dreeben (1968), la escuela hace que el niño aprenda que hay evo b' . l' d
tal: the degradation 01 work in the twentieth century (Tra a~o asa ana o y
cosas que debe hacer solo y a hacerlas. Adquiere responsabilidad in-
ital monopolista: la degradación del trabajo en el Siglo XX). Pero
dividu~ y acepta la evaluación individual de su trabajo, aprendiendo capun hecho que la degradación del trabajO . (la descu al'fi' , d e 1os
a asumir la secuencia asignación-realización-evaluación de cada ta- es I IcaClon.
rea. Se entrena en trabajar por las notas y no por su relación personal puestos de trabajo) ha venido acompañada a lo l.argo de de<::~lOslor
con el profesor, es decir, a hacerlo en función de una motivación ex- un aumento masivo de la escolarización en amphtud y.duraclOn. sto
trínseca e impersonal. Interioriza que las recompensas y status depen- ha llevado a la búsqueda de interpretaciones alternatlVa.s ~e la rela-
den de lo que se hace (status adquirido, sociedad abierta) y no de lo CI'o'n entre educación y empleo que van desde el credenclallsmo, . que
ve la escuela simplemente como una instituci9n que reparte etIquet~s
q.~e se es (status adscrito, sociedad cerrada). En general, la organiza-
clOn de las aulas de forma relativamente autónoma COn un tamaño arbitrariamente (CoBins, 1979) hasta el principio de correspond:nCla
(Bowles y Gintis, 1976) pasando por el gran robo de entren~mlento
eSP<:cl'fiI~O, por edades, por velocidades de aprendizaje' o notas, la or-
(Berg, 1971), la teoría de la "cola del empleo" o la co~petenCla ~ntre
gamzaClón de un programa de actividades y la estructura del sistema
empleos (Thurow, 1983), las teorías de la reproducción (Bordleu y
de r<:compensas proporcionan a los alumnos la experiencia social que
precisan para ~prender las normas que rigen en el empleo adulto. Passeron, 1971; Young, 1971), o del curriculum (Young, 197~; Ber~­
stein, 1977) y otras muchas (véanse Forquín, 1985, y Papaglammls,
Inkeles y SmIth (1974: 142) ilustran así lo que entienden por "ejem-
plificación" : KIees y Bickel, 1986).
La escuela puede crecer y su estructura cambiar, en función del
modo en que la sociedad entiende las necesidades de la pro?ucción,
La escuela comienza y termina en momentos prefijados del día.
por imperativo de la legitimación mer~tocrática, p~r la creCiente de-
Dentro del día escolar hay generalmente una secuencia regular
manda popular de educación, por un mtento de disfrazar el desem-
para ?rdenar las actividades: cantar, leer, escribir, dibujar, to-
pleo, en aras de la conciliación de clases dentro de un Estado o. por
das tienen sus periodos programados y normalmente invaria-
bles. Los profesores trabajan por lo general de acuerdo con un otras diversas razones; pero, cualesquiera que sean las causas p:lme-
ras y/o aparentes, siempre hay un proceso a lo largo del cual tiende
plan, un patrón que les han enseñado de forma bastante riguro-
a producirse un ajuste entre lo que la escuela da y lo que la ~roduc­
sa en la escuela normal. Puede que los alumnos no tengan nin-
ción pide. Nuestro problema sigue siendo mostrar que este ajuste se
gún conocimiento directo del plan, pero su influencia penetra
de ~anera palpable el curso de su trabajo a lo largo del día y
da sobre todo en términos de relaciones sociales, que en la escuela el
futuro trabajador es introducido en las relaciones sociales de produc-
el ano escolares. De esta forma, los principios directamente in-
ción capitalistas.
corp?rados en .la rutina diaria de la escuela enseñan la impor-
Al mismo punto podemos llegar desde otra base de partida. En el
tanCia de plamficar lo por venir y de mantener un programa
regular. capítulo 1 de este libro hemos argumentado que. la ideolo?a es sobre
todo y ante todo la expresión de las relaciones SOCiales, ~a~lcularmente
de las relaciones de producción. Hemos opuesto exphCltamente este
El <0uste entre escuela y producción ha sido comúnmente estudia-
do en. té:~inos de cualificación del trabajo. Sin embargo, hay razo-
enfoque a la idea más o menos maquiavélica y externista de que la
~es ~Istoncas y sociológicas suficientes para hacernos. dudar que el ideología es algo impuesto desde fuera por quie?es poseen.l,os "me-
e?f
aSlS
d~ba. ser puesto ahí. Marx ya planteó que el modo de produc- dios de producción espiritual" o cualquier otra mter~r~tac~on por el
Clon capitalista suponía una permanente descualificación de los tra- estilo. La educación, por desgracia, es un campo pnvllegIado para
baja?ores, al sustituir reiteradamente el trabajo de los obreros este tipo de interpretaciones. Se considera a la organización social de
cualificados por máquinas servidas por mano de obra no cualificada. la escuela como algo eterno o natural, producto del simple h~c~o de
que alguien que sabe enseña a los que no saben y de su crecimiento
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numérico, y por tanto se llega a la conclusión de que esta organiza- históricamente previas y su tratamiento es prioritario a la hora del aná-
ción social carece de relevancia (para ser exactos, por lo general ni · 's . Una vez dentro de la escuela, las relaciones sociales de la educa-
l ISl
siquiera se piensa en ella). Los efectos ideológicos de la educación son ción deben ser subrayadas y priorizadas frente a la tr~smisión o el
entonces vistos como efectos por excelencia del discurso. Esta impre- discurso ideológico, es decir, frente al contenido del cum·culum. Tal
sión es reforzada por la identificación apresurada del trabajo escolar vez surj a la pregunta de por qué este orden de prioridades si la expe-
con el trabajo intelectual, creativo. riencia escolar es la primera 'experiencia extrafamiliar del individuo,
Ahora bien, si hemos afirmado la primacía del proceso material una experiencia prolongada y anterior al trabajo: semejante ptegunta
(social) de trabajo en la generación y asentamiento de la ideología, cuadraría bien con la concepción anarcoide según la cual la clase obrera
frente a todas las formas de inculcación explícita e implícita sufridas debería ser necesariamente revolucionaria pero la escuela lo impide.
simultáneamente por el trabajador (los medios de comunicación, etc.), El orden de prioridades que establecemos deriva, al menos, de tres
no hay razón alguna por la que no podamos hacer lo mismo con la puntos : la centralidad de las relaciones de producción en el con~unto
actividad escolar. Si el ser consciente es la expresión consciente del de la organización social; la capacidad expansiva de estas relacIOnes
ser real (Marx), la ideología, también en la escuela, debe ser exami- de producción , cuyo paradigma de utilización eficiente del trabajo tien-
nada como la expresión consciente -ideológica- de las relaciones de a expandirse a otras esferas de la actividad social; y la convicción,
sociales reales, en este caso de las relaciones sociales de 13. educación. ya afirmada en otro modo', de que la ideología dominante es la expre-
Igual que el trabajo conforma al hombre, así lo hace la educación . sión ideal de las relaciones dominantes (sobre todo esto , véase Fer-
Pero, del mismo modo que no es el resultado del trabajo, sino el pro- nández Enguita, 1985).
ceso material y social de su consecución lo que conforma al indivi- ¿A qué nos referimos cuando hablamos de las relaciones sociales
duo, así consideramos que no son los conocimientos finales -el de la educación? Nuestro interés se centra en las relaciones sociales
discurso ideológico-, sino su proceso de adquisición/imposición, las de los alumnos y estudiantes -no, por ejemplo, en las de los ense-
relaciones sociales y materiales en las cuales se adquieren, las que cons- ñantes o autoridades académicas-, y esto quiere decir las relaciones
tituyen la fuente fundamental de ideología en la escuela. En este sen- que mantienen entre sí, con los enseñantes, con el establecimiento es-
tido se puede hablar por igual de las relaciones sociales de la educación colar en su conjunto, con los materiales' escolares -el espacio, los
-como lo hacen Bowles y Gintis (1976b), y como lo hacemos noso- objetos-, con el conocimiento escolar y con la institución educativa
tros aquí-, de "ideologías prácticas" -como lo hace Rachel Sharp en general.
(1980), siguiendo a Althusser- o de la "estructura profunda de la La atención a las relaciones sociales de la educación no es un in-
experiencia escolar" como lo hacen Michael W . Apple y Nancy R . vento de nuestros días, ni ha tenido que esperar al marxismo para
King (1983). De las tres terminologías , no obstante, la primera nos surgir. Ha estado siempre ahí : los agentes del proceso educativo esta-
parece más correcta y más distintivamente marxista , sin necesidad de blecían esas relaciones y ponían énfasis en ellas , aunque no lo supie-
recurrir a los neologismos althusserianos ni a conceptos indiferencia- ran o no fuera su objetivo explícito . Pero, además, ha sido un tema
dos y vagos como el de Apple y King. recurrente del pensamiento pedagógico. Recuérdense, por ejemplo,
Más aún, debemos considerar la ideología producida por la escuela los argumentos ya citados en la defensa del método simultáneo frente
~o como el producto impersonal de una estructura social sin agentes, al mutuo. O la obsesión de Comenio por distribuir el tiempo escolar
SInO como algo que deriva de la experiencia cotidiana de los agentes "para cada año, cada mes, cada día y aún cada hora" (1976: 137),
de las relaciones sociales de la educación, del modo en que viven re- por la disciplina ("Escuela sin disciplina es molino sin agua", ibid. :
gularmente esas rel aciones sociales, y que existe no como una entidad 155), o por la primacía de la conformación de la conducta sobre la
reificada , sino personificada en su conciencia individual. instrucción ("la disciplina más rigurosa no debe emplearse con moti-
Permítasenos, además, recordar el orden de importancia que asig- vo de los estudios y las letras, sino para corrección de las costumbres" ,
namos a los distintos contextos y procesos de producción de la ideolo- loco cit. Véase Fernández Enguita, 1986c). Se podrían multiplicar los
gía. Las relaciones sociales de producción y cambio son mucho más ejemplos, pero ninguno tan ilustrativo como el énfasis puesto por Kant
importa ntes que cualquier cosa que pueda ocurrir en la escuela, son en la importancia de estar sentado, en silencio, atendiendo al profe-

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sor, etcétera, pues también para el filósofo de Konigsberg el objetivo cidad de los alumnos para determinar el contenido de su aprendizaje
primordial de la educación era la formación de las costumbres, antes es manifiesta y absoluta en los primeros grados de la enseñanza, don-
que la instrucción (Kant , 1983). no existen opciones curriculares diversas ni se concede a las pe-
de ", 1 . 1
En los Manuscritos de 1844, Marx cifraba la alienación del trabaja- ueñas personas iniciativa alguna . Más adelante, en os mve es
dor en su alienación con respecto al producto de su trabajo, respecto ~mtermedios y superiores de la pirámide escolar (a los que ya acceden .
del proceso de trabajo, respecto de los medios de producción, respec- todos), se permite cierta iniciativa y comienzan a presentarse OpCiO-
to de la vida genérica de la especie -el trabajo social- y respecto nes, pero la gama de alternativas es muy limitada. A~í, p~rejemp~o,
de los demás hombres -del trabajo de otros (Marx, 1977 : 105 y ss.). los sistemas educativos ofrecen generalmente, en su mvel mtermediO,
A continuación vamos a examinar en qué modo y medida se reprodu- la posibilidad de seguir un curriculum general, literario, o una ense-
cen en la educación esos aspectos de las relaciones sociales de produc- ñanza "vocacional", profesional. Sin embargo , aparte de que más
ción. de una opción suele ser una orientación forzosa, la capacidad de op-
Hablamos de alienación del trabajador respecto del producto de ción, cuando existe, se limita a eso : optar entre dos (o alguna más)
su trabajo en un doble sentido: el producto no pertenece al trabaja- ramas posibles, una vez dentro de las cuales el estudiante vuelve a
dor, es propiedad ajena, propiedad de otro, de quien ha comprado encontrarse en la misma posición respecto del contenido de los estu-
su fuerza de trabajo, el capitalista . En este sentido no hay paralelismo dios: la de impotencia. Incluso cuando dentro de un canal existe la
posible , puesto que los conocimientos adquiridos pertenecen al alum- posibilidad de optar por distintas combinaciones de materias o asig-
no o al estudiante (lo que no quiere decir que todo marche bien: lue- naturas, el contenido de éstas es determinado por los enseñantes den-
go nos referiremos a esta configuración del conocimiento como tro del marco establecido por las autoridades, la dirección del centro
propiedad privada) . Pero el aspecto que nos interesa no es éste, pues y los oferentes de mercancías educativas -marco que tien~e ~ est.re-
ni Marx postuló nunca ni lo hacemos nosotros que el producto del charse cada vez más. Aun a la hora de acceder a la espeClallzaClón
trabajo individual -o la parte alícuota del trabajo colectivo- debie- última está igualmente restringida la gama de alternativas: en vez de
ra pertenecer individualmente al trabajador aislado, sino que el pro- dos canales de enseñanza media, el estudiante encuentra ante sí una
ducto social debe pertenecer al cuerpo social, a los trabajadores veintena de carreras superiores o un cenú:nar de especialidades pro-
asociados. Lo que nos interesa ahora es otro aspecto de la alienación fesionales, pero en su mano solamente está, cuando lo está, la prime-
del trabajador respecto de su producto : el trabajador, en las relacio- ra opción . Autoridades de uno u otro orden, profesores y fabricantes
nes de producción capitalistas, carece de capacidad para determinar del sector son quienes deciden qué es lo que deben aprender el futuro
qué ha de producir, cuál ha de ser el producto de su trabajo, y esto electricista o el futuro abogado. A lo largo de todo este proceso alum-
vale tanto para el trabajador individual como para el conjunto de los nos y estudiantes se acostumbran a aceptar que la delimitación del
trabajadores, pues es el capitalista, o son los capitalistas, quienes de- contenido de su estudio no es asunto suyo , tal como mañana tampoco
terminan qué se produce (consideramos innecesario detenernos a dis- lo será la determinación del contenido de su trabajo .
cutir aquí boutades como la de la "soberanía del consumidor" , estando En las relaciones de producción capitalistas, el trabajador está alie-
ya suficientemente demostrado a la altura de nuestros días que es el nado también respecto del proceso de trabajo. No es él, sino el capi-
capital el que genera la demanda y modela las necesidades y la forma tal, quien determina cómo deben producirse un objeto o un servicio
de satisfacerlas) . cualesquiera. Lo mismo ocurre en la escuela: el alumno no determina
Esta misma situación, o relación , se da en la escuela. El alumno de qué modo ha de adquirir los conocimientos dispuestos para él, no
o estudiante carece de capacidad para determinar el producto de su decide sobre la forma del aprendizaje. Son, una vez más, las autori-
trabajo, es decir, el objeto de la enseñanza y el aprendizaje. Esta ca- dades de diverso orden, los oferentes de mercancías y los profesores
pacidad se la reparten en proporciones variables los enseñantes, la di- quienes deciden si se debe primar el aprendizaje memorístico o la com-
rección de los centros, las autoridades educativas y las empresas prensión general, los libros de texto o las bibliotecas, los libros en ge-
capitalistas que suministran diversos elementos auxiliares de la ense- neral o el acceso directo a los materiales, la recepción de verdades
ñanza (libros de texto y materiales didácticos en general). La incapa- pretendidamente absolutas o la experimentación, etcétera. Como en

75
74
el caso anterior, la gama de alternativas es nula en los primeros nive-
les y se abre ligeramente a medida que ascendamos los escalones de hace en la persona del capitalista, así la cultura y los conocimientos
la pi~án:'ide es~olar, ~ero sigue siendo en el mejor de los casos muy escolares, en la medida en que se personifican, lo hacen en la persona
restrIngIda. Anos y anos de este tipo de experiencia escolar enseñan del profesor, agente legítimo de la inculcación. ...
también a los alumnos que el método de aprendizaje no es asunto su- En la misma posición que respecto del producto y el proceso de
y?: como no lo será en la vida adulta el procedimiento de la produc- su trabajo, decía Marx, se encuentra el trabajador respecto del pro-
ClOno ducto y el proceso de trabajo de los demás hombres. La alienación
L~ alienación del trabajador se cifra también en la ajenidad de los del trabajo, por consiguiente, se manifiesta también como alineación
med~os de .producción. Como en el caso del producto, esta ajenidad respecto de los demás hombres, alienación del hombre respecto del
consiste prImero en el hecho de que los medios de producción no per- hombre. La escuela, lejos de fomentar la cooperación, fomenta la com-
tenecen al productor, ni al trabajador productivo individual ni al pro- petencia destructiva (raramente una emulación constructiva) entre sus
duct~r social, el t~ab~jador colectivo. Tampoco los instrumentos y miembros. Como veíamos afirmar a Dreeben, en la escuela los niños
medIOS del aprendizaje pertenecen sino parcialmente al alumno ni al aprenden que hay cosas que "deben" hacer solos, empiezan a hacer-
estudiante. Pero, tal como antes, lo que aquí reclama nuestra aten- las solos y son llevados a aceptar la responsabilidad y la contabilidad
c~~n no es tanto. la propiedad como sus efectos. Igual que la no pose- individuales por su trabajo. El estímulo del trabajo individual hace
SlOn de los medIOS de producción impide al trabajador apropiarse de que los conocimientos adquiridos sean considerados como una pro-
su p~oducto y dominar el proceso de producción, la no posesión de piedad privada, contable y acumulable. De ahí que se hable a veces
mediOS de aprendizaje -o su posesión no suficiente- impide al alum- -mal hecho- de "capital escolar" o "cultural". La posesión de co-
no y al est~di~nte determinar el producto (conocimientos) y el proce- nocimientos implica su no posesión por los demás, pues la escuela atien-
so (aprendIz~e, pedagogía). de más al rendimiento diferencial que a la consideración absoluta del
L~ alie~,ación del hombre en el trabajo, afirmaba Marx, significa rendimiento individual. El éxito personal es a la vez el fracaso de los
s~ alIenaclOn respecto de su vida genérica, de la especie. El nexo so- demás, y el éxito ajeno es visto como un fracaso propio. Se construye
CIal -el carácter social del trabajo- no es dominado y conformado así lo que algunos autores denominan el "individuo posesivo" (Ap-
por los hom.bres, sino por una minoría de entre ellos, los que personi- pIe, 1982; MacPherson, 1962; Henry, 1972). La individualización del
fic~n al :apltal. Desde un punto de vista general, la ajenidad del tra- aprendizaje, de la realización de pruebas, exámenes y tests, de las pun-
baJO SOCial respecto del trabajador es también la ajenidad de la especie tuaciones, de la selección, son partes importantes de este proceso. Así
del género humano. Aquí también podemos establecer un paralelis~ se prepara, desde la escuela, la futura atomización de los trabajado-
mo con la escuela. La cultura, que es el producto de los hombres, se res como poseedores individuales de fuerza de trabajo en el mercado
presenta en la escuela como algo ya creado y ajeno. La relación que y como elementos competidores en la producción.
se es~ablece en la educación formal entre el estudiante y la cultura es La alienación respecto del contenido y el proceso de la enseñanza
la ~lsma que luego se establecerá entre el trabajador y la producción implica inevitablemente un sistema de motivaciones y recompensas
SOCIal. La cultura y los conocimientos escolares se presentan al alum- extrínsecas. Tanto da que se trate de estímulos positivos o negativos,
no ,c~mo u~a ~ntidad acabada, reificada, con lógica y vida propias, de motivaciones o pavores, de recompensas o castigos, éstos surgen
estatlca y dlfiCIlmente modificable (o, simplemente, "natural" e in- siempre de fuera de la enseñanza misma, como en el proceso de tra-
~uta?le), es. decir, tal como posteriormente se le presentará la orga- bajo surgen de fuera de la producción. El trabajador, incapaz de iden-
nIZaCIÓn sO,CIal de ~a producción. Nuestro pequeño o joven personaje tificarse con su trabajo, lo evalúa en términos de salario, estabilidad,
aprende aSl a con~lderar a la comunidad (la cultura, el trabajo social) tiempo libre y vacaciones, prestigio, posición social, etcétera, pues son
c~mo algo dado, mmutable y autónomo, como una realidad sui gene- muy pocos los empleos que autorizan una alta valoración intrínseca.
TlS. Aprende que es sujeto de la comunidad, pero no agente activo. Al estudiante que no encuentra motivaciones ni satisfacciones intrín-
~sí como la capacidad de organizar el trabajo y la producción, capa- secas ni en el proceso ni en el producto de su trabajo -ni en el apren-
CIdad que pertenece al capital, en la medida en que se hace carne lo dizaje ni en los conocimientos a adquirir-, se le motiva por medio
de notas, calificaciones para llevar a casa, vacaciones perdidas por sus-
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pender o bicicletas regaladas por aprobar, clasificaciones, premios, ex- o en vez de darse al m enos un diálogo constante entre lo que la socie-
posiciones a la reprobación de sus compañeros, por la posibilidad de dad y la educación ofrecen y lo que el individuo necesita o quiere -o
acceder a un grado superior o por la promesa de un futuro profesio- lo que los individuos necesitan o quieren colectivamente-, la educa-
nal mejor. Las notas y los títulos son, por así decirlo , la metáfora del ción ofrece una serie de papeles predeterminados -y estandarizados-
salario, el status. de los que puede investirse la persona, siempre dentro de una gama
El estudiante aprende así a desentenderse del contenido de su tra- limitada. Esto no es distinto cuando la pedagogía pequeño-Burguesa
bajo, escolar primero y productivo después, ya conformarse a un sis- promete "formar al hombre" para ofrecer a continuación, no un molde
tema extrínseco de recompensas. Tal como planteaba Marx al analizar específico, sino lo que tienen de común todos los moldes posibles en
el trabajo asalariado, la verdadera vida genérica, la esencia del hom- la sociedad capitalista -o al menos los moldes que corresponden a
bre, e! trabajo -en la escuela el aprendizaje- se convierte en un me- las " clases medi.as" .
dio , mientras el no trabajo se convierte en un fin. Como el trabajador Uno de los aspectos de los que depende la cantidad de plusvalor
respecto de su trabajo, e! alumno se encuentra en la escuela fuera de producida por el trabajador, obviamente, es la duración de lajorna-
sí y sólo se encuentra en sí fuera de ella. Por más que, acostumbrados da laboral. En la antesala del modo de producción capitalista propia-
como estamos a juzgar un empleo por e! salario que reporta, puede mente dicho -cuando, en términos de Marx, el capital sólo se adueña
parecer esto una divagación filosófica, no debe subestimarse en modo formalmente del trabajo-, es decir, cuando el capital recoge modos
alguno lo que representa esta sustitución de las motivaciones intrínse- de producción anteriores -artesanal, por ejemplo- y se limita sim-
cas por motivaciones extrínsecas. El desinterés del trabajador por los plemente a ponerlos bajo su férula, la forma de aumentar el plusvalor
aspectos intrínsecos de su trabajo representa un cheque en blanco pa- es obtener más plusvalor absoluto, o sea prolongar la jornada de tra-
ra e! capitalista para organizar el proceso de producci ó·" a la vez que bajo. Con la subsunción real del trabajo en el capital, o sea con e!
la sumisión del trabajador a una organización totali taria del proceso paso a la obtención de plusvalor relativo, esta tendencia, si bien pasa
laboral. William Godwin (1797), precursor d el anarquismo, ya afir- a ocupar un lugar secundario con respecto al aumento de la producti-
maba, con razón , que la educación preparaba al individuo para acep- vidad de! trabajo, se mantiene no obstante, si no como impulso en
tar ser gobernado por leyes despóticas . favor de la prolongación de la jornada, al menos como resistencia a
En la educación, como en la producción, se invierten los términos su disminución. Ya hemos aludido un par de veces a la polémica en-
de la realidad entre sujeto y predicado . El trabajador, que produce tre los partidarios del método mutuo y los de! simultáneo, ganada por
objetos y máquinas, mercancías y capital, ve como éstas se indepen- los segundos entre otras cosas por su capacidad de mantener más tiem-
dizan y terminan por someterlo. El hombre pasa de ser el sujeto a po entretenidos a los niños para un mismo aprendizaje. Para nadie
ser el predicado de la relación. Las relaciones sociales -el capital, será dificil estar de acuerdo en que, a medida que se prolonga e! pe-
la división del trabajo, la mercancía , el dinero, que no son cosas sino riodo de escolarización d e la infancia y la juventud, los contenidos de
eso: relaciones sociales- cobran una figura independiente y lo tratan la enseñanza, más que ampliarse , se ven trivializados y estirados arti-
como a un juguete entre sus manos. De manera análoga, la cultura ficialmente . Desde los experimentos de enseñanza mutua hasta las téc-
y la educación resultan reificadas y someten al hombre a sus dictados. nicas de enseñanza programada han demostrado repetidamente que
El alumno o el estudiante no eligen qué quieren ser, de este modo se podría enseñar lo mismo en un tiempo incomparablemente menor,
o del otro, hacer esto o lo de más allá, y se sirven para ello de talo bien en número de años de escola rización, bien en jornadas escolares
cual aprendizaje o de determinados conocimientos. Por el contrario anuales, bien en horas de enseñanza por jornada. Sin embargo, así
la educación establece que los roles disponibles son unos y no otros: como la presión por ocultar el desempleo y la demanda popular de
que se puede ser fogonero o ingeniero, albañil o arquitecto , mecanó- escolarización sustentan la ampliación reiterada del periodo de esco-
grafo o abogado , y que hay que serlo de tal o cual forma. En vez de larización, la búsqueda consciente o inconsciente del isomorfismo en-
ser las emergencias de la personalidad, las necesidades surgidas del tre el trabajo y la enseñanza es el factor fundamental -junto al papel
propio desarrollo -como ser social, no en términos esencialistas-, de aparcam iento de niños que juegan las escuelas y la justa lucha de
las que determinan el modo en que uno se servirá de la educación, la mujer por independizarse del hogar- que pe rmite explicar la du-
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significantes y aparentemente sin importancia. Pero lo importante de
ración de la jornada escolar. Con jornadas de seis horas en la escuela, esas tareas era hacerlas, no hacerlas bien, de modo que los niños pronto
un tiempo de transporte considerable y "deberes para casa", los ni- aprendieron a terminarlas en el menor tiempo posible para irse a ju-
ños realizan en definitiva una jornada similar a la de los adultos en gar con sus amigos. "Los niños conciben los periodlo.s de trabajo co-
el trabajo. Aprenden aSÍ, desde muy pequeños, que una jornada nor- mo periodos donde todos ellos trabajan al mismo tiempo, haciendo
mal se divide en ocho horas para el sueño, ocho o más horas para el la misma actividad, con los mismos materiales y dirigidos hacia los
"trabajo" y 0010 el resto para satisfacer otras necesidades vitales y para mismos objetivos finales" (ibid.: 48).
el ocio.
Sharp y Green (1975), analizando una escuela primari~ cuya di-
y lo aprenden en un contexto en que el trabajo escolar se convierte rección y profesores estaban empeñados en el empleo de una pedago-
en un símil perfecto del trabajo productivo. Así como el adulto no pue- gía progresiva, no directiva, centrada en el niño, etcétera, se
de sino considerar el trabajo como una obligación, independiente de encontraron con que, presionados por la necesidad institucional de
cualquier interés intrÍseco y sólo un medio indirecto para satisfacer mantener el control sobre los niños y ante la imposibilidad de soste-
sus necesidades personales (fuera del trabajo), así se enseña a los ni- ner una atención individualizada en cada uno de ellos, la solución prác-
ños a considerar el trabajo escolar. Ya nos hemos referido un poco tica a que recurrían las profesoras en mantenerlos constantemente
más arriba a que en ambos tipos de trabajo el rendimiento es estimu- ocupados (busyness), haciendo algo -una pr~figuración más de lajor-
lado mediante un sistema de recompensas extrínsecas. Apple y King nada laboral sin poros.
(1977: 46-8) estudiaron cuáles eran los aspectos fundamentales de la Más en general, la similitud entre el tiempo escolar y el tiempo de
socialización sufrida por los niños en las primeras semanas de ense- trabajo no se agota en su duración. En términos de mercado puro -
ñanza preescolar.
levemente mitigados hoy por la legislación laboral-, el trabajador no
vende al capitalista su trabajo, sino su fuerza de trabajo. Dicho de
Sus respuestas durante la entrevista -escriben- indicaron que otra forma, el capitalista y el obrero no se comprometen a que el pri-
las actividades en la clase no tenían un significado intrínseco, mero utilice la capacidad laboral del segundo para un objeto y en una
los niños atribuían los significados basándose en el contexto en forma determinada, sino que quien compra la fuerza de trabajo ad-
el que se les había puesto. ( ... ) Las categorías de trabajo y de quiere el derecho a emplearla discrecionalmente en la producción. A
juego surgieron rápidamente como organizadores poderosos den- través de la experiencia del horario escolar, el niño también aprende
tro de la realidad de la clase. ( ... ) El trabajo incluye todas y a poner no sólo su tiempo, sino también la organización de su tiem-
cualquiera de la actividades dirigidas por la profesora, única- po, a disposición de otro, en este caso del profesor, como mañana lo
mente a las actividades desarrolladas durante el tiempo libre se hará a disposición del empleador. Y la escuela va todavía más lejos
les llamaba' 'juego". Tareas como colorear, dibujar, esperar en en este camino, pues si bien en los niveles superiores de la enseñanza
fila, escuchar historias y cuentos, ver películas, recoger o can- o en sus canales privilegiados de la organización del tiempo escolar
tar, merecieron el nombre de "trabajo". Así que "trabajo" era está predeterminada de antemano por normas generales que obligan
aquello que a uno se le dice que tiene que hacer, sin tomar en también a los profesores, en la escuela primaria y en los canales que
cuenta la naturaleza de la actividad de que se trata. conducen directamente al trabajo manual la discrecionalidad del pro-
fesor crece hasta convertirse casi en absoluta. Este aspecto ya fue se-
Apple y King observaron también que los niños dividían, según ñalado por Baudelot y Establet (1976) como parte de las diferencias
el mismo criterio extrínseco, los materiales y los objetos "de trabajo" que separaban la enseñanza conducente al trabajo manual de la re-
o "de juego". Las actividades organizadas por la profesora ("el tra- servada a las clases media y alta a la misma altura del periodo
bajo") se caracterizaban por la simultaneidad y por la exigencia plan- de escolarización (entre lo que ellos denominan las redes
teada a los niños en el sentido de terminarlas en periodos señalados. primaria-profesional y secundaria-superior). Es fácil ver la significa-
Además, implicaban la utilización de los mismos materiales y la ob- ción clasista del grado diferente de arbitrariedad en la organización
tención de los mismos resultados. En su realización, los niños debían del horario escolar entre la enseñanza primaria y secundaria, siendo
seguir métodos predeterminados, incluso hasta los procedimientos in-
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como es la primera la única escolarización que reciben la gran mayo-
ría de los trabajadores . . l ar en la organización global y al detalle de la enseñan-
o pnm er ug , . . . , 1 al-
En términos más amplios que los del horario escolar o la jornada e en peno . d os fiios
~ , a semejanza de los ciclos de la produccIOn. gu
laboral, el trabajador y el estudiante se encuentran en una relación za
roente, no d e b e pasarse por alto la homogeneidad . en'" la duración d de
similar con la estructura de relaciones sociales constituida por la em- · d
estu d lOS e l , t'po muy diferente lo que eqUipara su coste. de pro uc-
presa o la escuela. El paso de la subsunción formal a la subsunción .
CIón y aproxlm . a su valor
. de mercado
. . Así, en nuestro . .sistema educa-
.
real del trabajo en el capital se cifra en que éste, en vez de limitarse . "
UVO, un tecnlco
auxiliar ' cualqUiera
. que sea, .su espeClahdad, . . necesita,
a reclamar una mayor producción -una mayor jornada- para obte- - d e l'cormación profeSIOnal ' un tecOlco
dos anos . ,
espeCialista tres mas
ner más plusvalor absoluto, pasa a organizar a su antojo el modo de , . o dl'plomado otros tres', cualqUier titulo de .
y un tecUlC graduado
. me-
producir, el modo de producción capitalista específicamente hablan- dIO. eXige
. tan-os
res , de licenciado cinco (salvo excepCIOnes . aisladas,
do, para obtener así más plusvalor relativo . Es en este punto donde coma os l estudios de medicina) y de doctorado siete
. . (toda nueva ca-
surge la alienación del trabajador respecto del proceso de trabajo , no rrera, a nte s de que le sea otorgada el acta . de nacimiento , pasa por
ya sólo de los medios de producción o del producto . A partir de este una denodada pugna por alargarse lo sufiCiente par~ :eclamar un va-
momento, el trabajador se inserta en el proceso de trabajo como algo lar eqUlv . al en te) . Apple y King ya llamaban la atenclOn,. como hemos ,
ya dado , predeterminado, sobre lo cual su capacidad de influencia es . obre el hecho de que en la enseñanza preescolar Importase mas
VISto, s . 1 b'
nula . De manera análoga está ya dada y predispuesta la organización hacer la tarea y hacerla en el tiempo preestablecido que ha~~r a len.
de la escuela para el alumno, privado de la capacidad de crearla o Las calificaciones, teóricamente, tienen precisamente la.funclOn de m~­
modificarla. Cuando el alumno accede al aula, ya han sido determi- dir la calidad del trabajo realizado , pero esto sólo parCialmente es aSI:
nados todos los aspectos de lo que será su experiencia escolar: la con- de hecho , al calificar el maestro mide otras muchas cosas, ent~e ellas
figuración del espacio , la distribución del tiempo, la gama de materiales el esfuerzo -es decir, el tiempo de trabajo abstracto-.' partlc~lar­
utilizables, la disposición que se puede hacer de los mismos , la estruc- mente los maestros y profesores progresistas que no qUieren pnm~r
turación y clasificación de los estudiantes en grupos , la estructura je- las diferencias anteriores a la escuela. Si lo importante fuera la c~h­
rárquica y el reparto de competencias en el centro , lo que debe ser dad, en vez de la cantidad, no serían los maestros y profesores, SInO
enseñado y aprendido, el modo en que habrá de serlo, etcétera. Sería tribunales ad hoc, los encargados de evaluar a los alumnos . (De hecho,
ingenuo pensar que esta predeterminación del contexto institucional donde existen, estos tribunales se sitúan en las fronteras ent~e la e~u­
es inseparable de la vida misma de cualquier institución , incluso de cación y el mundo del trabajo, o entre niveles fuerte~ente dlfer~nCla­
la institución escolar en particular. Piénsese, por ejemplo, en la expe- dos de la educación: piénsese en los exámenes de OIvel O y OIvel A
riencia de Summerhill -por citar sólo la más conocida- , donde los británicos, el Abitur alemán, la agregation francesa o las reválidas, las
niños disponen libremente de su tiempo y organizan la mayor parte pruebas de selectividad y los exámenes de grado e~pañol~s) ~a peda-
de sus actividades y relaciones, o en las universidades medievales en gogía por objetivos -programación- y los matenales ~I,dactlcos em-
las que los estudiantes se organizaban como corporación, acudí~n a paquetados para uso de profesores y estudiantes tamb.le~ favorecen
las clases con armas y podían permitirse multar a los profesores cuan- un tratamiento cuantitativo de la enseñanza y el aprendizaJe. Una ex-
do no se sabían la lección o les aburrían . presión indirecta de este deslizamiento , .e n fin, pue~: ve rse en !a du-
Con el tránsito de cualquier modo de producción anterior al modo dosa costumbre de los sociólogos de medir la educacIOn por el numero
de producción capitalista, el énfasis pasa del valor de uso al valor de de años incluirla en ec uaciones lineales, etcétera.
cambio, del trabajo concreto al trabajo abstracto, de la calidad del tra- En 1; fase de subsun ción formal del trabajo en el capital, ést~ no
bajo al tiempo de trabajo . El artesano medieval podía todavía intere- ejerce todavía ninguna autoridad directa sobre el. proceso ~roductlvo,
sarse por su trabajo en términos de calidad: el obrero sólo puede limitándose generalmente a suministrar los matenales y los Instrumen-
hacerlo, tal como lo hace el capitalista, en términos de tiempo, aun- tos de producción al principio del proceso y recoger los productos al
que el uno para disminuirlo y el otro para aumentarlo. Este desliza- final, o a poner a los artesanos bajo un mismo techo . En .la fase .de
miento del énfasis también tiene lugar en la educación. Se manifiesta, la subsunción real, en cambio, el capitalista pasa a ser qUle~ ~ecI~e
cómo se produce, quién interviene en cada fase de la producclOn, co-
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mo se organiza la cooperación de los trabajadores, con qué ritmos se
trabaja, etcétera. Su autoridad se ejerce entonces directamente den- ' omo la unidad del proceso productivo que conduce a una
pular ) . A SI c . . "
tro y a lo largo de todo el proceso productivo, instaurándose lo que 'la acabada solamente eXiste para el capital, no para el obre-
mercan C .,....al .
Marx denominaba el despotismo de la división manufacturera del tra- ·al" y así como la unidad de la producClon SOcl no eXiste
ro. parcI , ·fi . d·
bajo (la división del trabajo en el interior del taller). El capital puede . . para los capitalistas sino que so.lamente se mam lesta m 1-
siqUiera' d '
ejercer su autoridad en persona o, si lo prefiere o si así lo requieren
rectame nte a t ravés del J·uego ciego. de las fuerzas del merca . . o; aSI,
las dimensiones y la complejidad de la explotación, a través de una la unidad e interrelación de los diversos campos del conoClIDlen.to se
pirámide de delegados (lo que también sirve para que las relaciones . , en lo. fundamental fuera de la experiencia tanto del estudiante
sltua . .
de producción presenten una estructura más difusa, menos polariza- Co.mo del enseñante . En la división del trabajO escolar, el estudl~nte
da y antagónica). Las líneas de autoridad y jerarquía que atraviesan experimenta po.r primera vez, por activa o por pasiva, q~e la umdad
la escuela, desde la dirección de cada centro hasta los alumnos, pa- de las distintas parcelas del conocimiento s~lamente eXiste f~era de
sando por los profesores, reproducen la existencia de una jerarquía su alcance, en una entidad exterior, en el sistema ~scolar, o mcluso
similar en la empresa. En la escuela, el niño aprende a aceptar una mas, allá de éste , en su aplicación al sistema productiVo., tal como
. . ma-
,
autoridad externa, impuesta, distinta de la familia. - a la unidad de los distintos trabajos aislados solamente eXlstlra en
nan d ., d
En la producción, o más específicamente en el modo de produc- las manos del capitalista que organiza globalmente la pro UCClOn .e
ción capitalista, el trabajador no se limita a entregar su esfuerzo, sino la mercancía y el carácter social de las mercancías sólo podrá, ma~l­
que somete su voluntad, reprime su creatividad y contiene sus emo- festarse a través del mercado. El estudiante se entrena, por aSI deCir-
ciones para adaptarse a las tareas marcadas y el ritmo establecido . lo, para encajar en su casilla sin preguntarse por lo que le. rodea y
Pues bien, es en la escuela donde los niños aprenden por vez primera aceptando de antemano que no es asunto suyo, por no _deCl~ que es
a someterse a rutinas institucionales con independencia de sus necesi- incognoscible. Como se ha dicho muchas veces, la ensenanza evol~­
dades, inclinaciones, disposiciones y deseos, incluso cuando éstos guar- ciona en el sentido de que cada uno de nosotros sepa cada vez mas
dan una relación directa y positiva con el trabajo escolar. Apple y King de cada vez menos. .
(1983: 46-7), en el estudio ya citado, llegaron a la conclusión de que Pero, más importante que esta especialización que corta el trabaJ~
los aspectos que se premiaban en las primeras semanas de la educa- y el saber a lo largo de líneas verticales es, a efectos de lo que aqUl
ción preescolar eran aspectos tales como la diligencia, la persistencia, nos interesa, la división a lo largo de una línea horizontal que supone
la obediencia y la participación en las tareas colectivas, pero no la per- la escisión entre trabajo manual y trabajo intelectual, ent~e mano y
fección en el trabajo ni la ingeniosidad o la creatividad. cerebro. En propiedad, no existen trabajos estrictamente lOtelectua-
La división capitáJista del trabajo tiene también su correlato en la les ni estrictamente manuales, sino tan sólo trabajos que son predo-
educación . Así como el proceso de producción estalla en mil parcelas minantemente una cosa u otra. El más simple de los trabajos manu~es
distintas entre los distintos centros de producción y dentro de cada conlleva en algún grado atención, premeditación y voluntad, mien-
uno de ellos, los conocimientos escolares se fraccionaron incesante- tras el más puro (perdónense los adjetivos obviame.nte sesgados) .tra-
mente para seguir, aunque sea con un notable retraso, la evolución bajo intelectual exige al menos un cierto esfuerzo fíSICO. Es demaslad?
de la división del trabajo productivo. La misma polarización que se fácil identificar trabajo intelectual con escuela y desde esta perspecti-
da en el mundo del trabajo entre la universalidad creciente de la pro- va no puede llegar a captarse realmente el pa~el de la escuela e~ la
ducción social y la unilateralidad cada vez más restrictiva del trabajo producción de la división del trabajo . Para meJ~r comprender la I~­
del obrero o incluso del taller aislados, se da en la educación entre portancia de la división entre trabajo manual e ~ntelec~ual es prec~so
la constante ampliación del conocimiento humano y la castrante es- remontarse a sus características genéricas. A diferenCia de la mejor
pecialización de los estudios. (El ingeniero que ignora todo de la lite- abeja, explicaba Marx, el peor albañil tiene ya, antes de po.ner man~s
ratura y el humanista que no sabe nada de las ciencias, el obrero cuya a la obra, una representación en la cabeza de lo. que va a prodUCir
biblioteca se reduce a enciclopedias vendidas a domicilio y el titulado con los materiales y medios a su disposición. Dicho de ?~ro m?do, el
superior incapaz de arreglar un grifo, forman ya parte del folklore po- trabajo humano es una unidad de concepción y ejecuclOn, mle~tras
las labores más complejas de los animales no pasan de ser mera eJecu-
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ci6n. Ahora bien, esa unidad puede romperse de modo que las fun- señalado, al estudiar la escuela francesa, esas diferentes relaciones con
ciones de concepción o planificación recaigan sobre unas personas el conocimiento entre los alumnos de los canales literarios y los cana-
mientras las de ejecución o realización lo hacen sobre otras. Lo dra- les prácticos; y, como antes, debemos subrayar el ~archamo clasista
mático de la división manufacturera del trabajo no es que los obreros de esa diferencia desde el momento en que los dictados, los ejercicios
no lean a Hegel, sino que progresivamente se vacía su trabajo de cual- de cálculo o la historia aprendida de memoria, simples ejemplos entre
quier aspecto creativo convirtiendo todas las funciones de su concep- entre otros muchos posibles, son característicos de la enseñanza pri-
ción en monopolio de la dirección, o sea del capital. Los primeros maria y la secundaria profesional, única enseñanza de la mayoría de
movimientos en esta dirección fueron la división manufacturera del los futuros trabajadores manuales, en contraste con la secundaria aca-
trabajo y la introducción de las máquinas, pero los avances más im- démica y la superior, garantizadas a los vástagos de las clases altas.
portantes han venido de la mano de la "dirección científica" (Tay- Cada clase practica así un trabajo escolar análogo a la función que
lor, 1969) [mal llamada -traducida- "organización científica del luego le corresponderá en el trabajo productivo.
trabajo", pues ni el mismo Taylor tuvo jamás semejante pretensión] No obstante , y aunque más o menos restringido a funciones de eje-
y la automatización parcial y total (Bright, 1958; Braverman, 1974). cución, el trabajo escolar es en lo fundamental, efectivamente, traba-
Este proceso ha afectado tanto a los trabajos industriales y de servi- jo intelectual. Se diría entonces que incluso los futuros trabajadores
cios tradicionales como a los pretendidamente intelectuales trabajos manuales tienen, gracias a la escuela, la fortuna de hacer la experien-
de oficina (teclear en una máquina o copiar recibos con tareas que cia elel trabajo intelectual, que debido a la ampliación de la escolari-
exigen menos formación y bastante menos gasto de energía cerebral dad obligatoria y a las reformas comprensivas esta experiencia dura
que construir una silla completa o cultivar adecuadamente un huer- cada vez más años y que, por consiguiente, no hay que lamentarse
to, aunque estas últimas cosas no se aprendan necesariamente en la si, al cabo de un largo periodo, unos muestran disposiciones y capaci-
escuela), y empieza a afectar a los trabajos de investigación, desarro- dades adecuadas a las exigencias de un trabajo intelectual ulterior mien-
llo, diseño, control de la mano de obra, etcétera. tras que otros se muestran más adecuados para el trabajo manual. Si
esto fuera tan simple cabría en todo caso preguntarse por qué la es-
El trabajo escolar, decíamos hace un instante, es generalmente consi- cuela no imparte principalmente destrezas manuales y rechaza a los
derado como un trabajo intelectual, pero, si atendemos a la distin- poco capaces o poco dispuestos hacia trabajos intelectuales que serían
ción entre concepción y ejecución', salta a la vista que se trata peor pagados, pero el hecho es que la escuela, en la medida en que
primordialmente de un trabajo de ejecución. La mayor parte del tra- pinta algo -que , por cierto, no es mucho- en la distribución de las
bajo escolar está compuesta de aprendizaje memorístico, procesos ru- oportur,idades sociales, envía a la mayor parte de la gente hacia tra-
tinarios y tareas repetitivas. La concepción de dicho trabajo es algo bajos manuales -o hacia la formación profesional- sin preocuparse
que queda en principio en manos de los enseñantes, aunque progresi- lo más mínimo de c:omprobar previamente su capacidad para los mis-
vamente va desplazándose a manos de las autoridades y de los fabri- mos . La realidad, (;mpero, es que la escuela no ofrece sino una cari-
cantes de mercancías educativas. Esto es especialmente cierto en la catura d e trabajo intelectual en forma de aprendizaje libresco,
enseñanza primaria y sólo empieza a dejar parcialmente de serlo en memorÍstco, desligado de la realidad, sin perspectivas de aplicación,
niveles superiores de la educación . Un dictado, obviamente, no es lo etcétera. El mismo alumno que se identifica con las metas que le ofre-
mismo que una redacción o una disertación, ni un ejercicio de cálculo ce la escuela no está más motivado por los aspectos intrínsecos del tra-
es igual que un problema, ni el aprendizaje de memoria de la lista bajo escolar que el que rechaza aquéllas . En lo fundamental, se
de los reyes Godos equivale a la interpretación de las causas de las identifica con la escuela, sus objetivos y sus procedimientos porque
guerras mundiales, cualquiera que sea ésta. No solamente tienen dis- acepta o es llevado a aceptar el sistema de recompensas externas que
tinto valor propedéutico y pedagógico, sino que expresan relaciones se le propone, incluidas las más etéreas: sus padres dan gran impor-
distintas entre los estudiantes y el conocimiento, formas de trabajo tancia a las notas, ellos y él valoran altamente la cultura escolar, unos
escolar diversas: en suma, relaciones sociales diferentes. A Baudelot y otro relacionan los resultados escolares con las futuras oportunida-
y Establet (1976: I1I, 1,1), de nuevo, corresponde el mérito de haber des sociales, etcétera. El rechazo del insípido trabajo escolar, en cam-

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bio, tiende a manifestarse temprana y primariamente como exaltación chos humanos innatos: en ella imperan la libertad y la igualdad, aun
del trabajo manual, incluso en su forma capitalista -o por lo menos a pesar de la propiedad y de Bentham. El disc.urso id,,:ológico de la
en la forma en que lo imaginan los escolares-, y disgusto por el tra- educación Y el saber corre desde hace mucho tiempo paralelo al del
bajo intelectual tout courl. Así, en ausencia de estímulos extraescolares mercado. Ya en el Renacimiento, dinero y saber representaron dos
suficientemente poderosos, los escolares son conducidos hacia el tra- arietes meritocráticos contra la sociedad estamental, y el prolegóme-
bajo manual a través de una experiencia nefasta de trabajo "intelec- nO oficial de la Revolución Francesa fue el discurso demoerático-
tual", lo que no deja de ser una preparación indirecta y quizás algo cultural de la Ilustración, no la defensa de los beneficios frente a los
tortuosa, pero tan eficaz como real, en las relaciones sociales de pro- impuestos. En las sociedades occidentales, o en general en las socie-
ducción. Algo muy similar a lo dicho concluye Paul Willis (1978), dades capitalistas actuales, el mercado y la educación forman por igual
en un excelente trabajo etnográfico sobre la subcultura antiescolar de la base material del discurso meritocrático, si bien el primero pierde
la clase obrera y su interacción con la institución escolar. credibilidad mientras la segunda ve aumentar las exigencias que se
Las formaciones socioeconómicas en general, y la sociedad capita- ciernen sobre ella. Esto lo ~xpresa muy bienJürgen Habermas (1975):
lista en particular, se configuran en torno a sus relaciones sociales de
producción y cambio. Hasta aquí hemos venido ocupándonos de las De acuerdo con una idea burguesa que ha permanecido cons-
relaciones de producción. Ahora lo haremos de las de cambio. Argu- tante desde los comienzos del moderno derecho natural, hasta
mentaremos que en la escuela existe: a) un discurso ideológico oficial llegar al derecho electoral contemporáneo, las recompensas so-
importado de la vena iusnaturalista que era y es la expresión ideoló- ciales deben distribuirse de acuerdo con el rendimiento de los
gica del mercado; b) la configuración de una esfera distintiva en las individuos: el reparto de las gratificaciones debe ser isomorfo
relaciones sociales de la educación que reproduce las relaciones socia- respecto del modelo de los diferenciales de rendimiento de to-
les de cambio en la economía; c) una articulación entre los procesos dos los individuos. Condición de ello es que todos participen,
de selección y socialización en la educación similar a la existente en con iguales oportunidades, en una competencia regulada de tal
las relaciones económicas entre mercado y producción. modo que puedan neutralizarse las influencias externas. El mer-
El mercado está en la base del discurso ideológico pretendidamen- cado era, precisamente, un mecanismo de asignación de esa ín-
te igualitario de la sociedad burguesa. En él, los poseedores de mer- dole; pero desde el momento en que aun las grandes masas de
cancías se presentan como sujetos de iguales derechos y obligaciones población han advertido que en las formas del intercambio se
que intercambian entre sí valores equivalentes. Cada uno acude con ejerce también una coacción social, el mercado pierde credibili-
su producto a la plaza y las leyes de la oferta y la demanda se encar- dad, como mecanismo de justicia del rendimiento, en cuanto a
gan de decirle si ha empleado su trabajo en algo útil o inútil, si ha la distribución de Dportunidades de vida conformes al sistema.
invertido más, menos o exactamente el trabajo socialmente necesario Por eso en las recientes versiones de la ideología del rendimien-
en la producción. Reglas y medidas son comunes para todos, y no to el éxito en el mercado es reem plazado por el éxito profesio-
hay otras desigualdades que las imputables a cada cual, pues la re- nal, procurado por la educación formal.
compensa individual recibida por cada uno se fija de modo acorde con
su contribución, la cual a su vez depende de su esfuerzo, su ingenio, La escuela, efectivamente, pretende en su discurso presentarse co-
etcétera. Como el mercado es transparente, las ventajas ocasionales mo una institución que garantiza la igualdad de oportunidades al tra-
adquiridas por algunos debido a la casualidad o a nuevoS procedimien- tar a todos por igual. Es cierto que hay clases sociales, niveles culturales
tos de producción tienden a generalizarse rápidamente a todos. El mer- o subculturas distintas, familias de este tipo o del otro, pero todo eso
cado, por consiguiente, garantiza a todos la igualdad de partida, la queda fuera de la escuela, que trata a los niños de manera idéntica.
igualdad de oportunidades, e incluso tiende a garantizar la igualdad Periódicamente se comprueba que, de todos modos, las clases socia-
de resultados. aunque se trate de una igualdad lograda cíclicamente les atraviesan normalmente la escuela como si tal cosa, que ahí no
a través de la constan te superación de rupturas recurrentes. La circu- se hace sino elegir a los ya elegidos (Bordieu y Passeron), pero enton-
lación, como afirmaba Marx, es la esfera por excelencia de los dere- ces la escuela hace acto de contricción, se estira por delante, se alarga

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por detrás, se reforma por el medio y promete conseguir pronto lo Es esta combinación de igualdad formal y desigualdad real, y no
hasta entonces nunca visto (Baudelot y Establet, 1976: 266-79). De ninguna de ellas por separado, lo que caracteriza tanto a la sociedad
acuerdo con el discurso ideológico escolar, puestos todos los niños en capitalista como a su escuela. O, dicho de otro mod'b, tanto en una
el mismo punto de partida y dotados de los mismos medios, sus reali- como en otra, sobre la base de la desigualdad real imperante, la igual-
zaciones diferentes dependerán solamente de sus particulares capaci- dad sólo puede constituirse como igualdad formal.
dades, disposiciones, motivaciones, vocaciones y elecciones. Si alguno y es esta combinación la que experimentan -sin conciencia ple-
parte con desventaja en la carrera por factores extraescolares - familia- na, pero con plenos efectos sobre su conciencia- los alumnos yestu-
res, culturales, sociales - , la escuela no se arredra en ofrecerse a "com- diantes. Con independencia de que incluso las versiones descafeínadas
pensarlos". No en vano las teorías más típicamente burguesas de la de la igualdad sean en realidad falsas, no ex;sLm siquiera como tales,
sociedad, como el funcionalismo sociológico o el liberalismo econó- niños y jóvenes interiorizan y aprenden en la t;scuela que la igualdad
mico, que primero vieron en el mercado la panacea, han terminado debe ser pensada como igualdad de partida c' de oportunidades, no
por encontrar en la escuela el mecanismo de asignación por excelen- de resultados. Aprenden, sobre todo, que la igualdad no debe ser al-
cia (por ejemplo, los parsonianos y los defensores de la teoría de la go que todo lo invada, sino algo estrictamente restringido a una esfe-
modernidad, en sociología, y los teóricos del "capital humano", en ra separada, a la superficie de las relaciones sociales: a los derechos
economía. Papagiannis, Klees y Bickel, 1986; Schultz, 1983; Bowles iguales o los patrones de evaluación comunes hoy en la escuela, y a
y Gintis, 1983). la esfera política -mejor decir: electoral- y a la circulación maña-
El mercado no es simplemente un discurso ideológico: es también, na. Se prepara así buenos ciudadanos dispuestos a cambiar un día
y antes que nada, una esfera de relaciones sociales reales en la que de voto por cuatro o cinco años de impotencia y a buenos obreros que
se constituye un nivel de igualdad formal, pero no por formal menos crean que vender su fuerza de trabajo es una nperación de la misma
existente. De la misma manera que en la economía, la igualdad, ne- índole que comprar un traje.
gada en la esfera de la producción, existe en un modo abstracto _y La circulación, en fin, se constituye, afirmaba Marx, en un velo
aquí abstracto quiere decir con independencia de la desigualdad im- que oculta el mundo de la producción. Casi toda la teoría -la
perante en la esfera de la producción- en la esfera de la circulación, ideología- de los economistas está basada en esta ocultación, que per-
en la escuela existe -o tiende a existir- esa igualdad de tratamiento mite explicar -justificar- la realidad de los monopolios partiendo
a los alumnos, o esos derechos escolares iguales, que ignoran sus dife- de las pequeñas transacciones entre dos náufragos. La temática de la
rencias extraescolares. Y es esa combinación de igualdad y desigual- igualdad de oportunidades educativas, o sea el nivel de igualdad for-
c;lad lo que convierte el tratamiento igual en un tratamiento desigual, mal de la educación, tiende también a ocultar sus aspectos producti-
tanto en la circulación como en las oportunidades escolares, realizan- vos, sus funciones de socialización y socialización diferencial, así como
do el viejo principio de summum ius, summa injuria. Cuando en el mer- las relaciones de poder imperantes dentro de la escuela. No es casual
cado se enfrentan el poseedor de la fuerza de trabajo, obligado a que la mayor parte de las investigaciones sociológicas enfoquen la es-
venderla por estar desposeído de los medios de producción yel posee- cuela como una institución de selección y certificación, ~s decir, como
dor de éstos, el capitalista, lo que formalmente -y realmente, en tér- ~ercado educacional. Pero no es sólo para los so~iólogos, sino tam-
minos de la circulación- ocurre es una relación entre iguales que bién y sobre todo para los alumnos -y para los profesores, los pa-
intercambian valores equivalentes, se constituye en una relación de dres, etcétera- para quienes las funciones de selección de la escuela
desigualdad que permite al segundo explotar el trabajo del primero ocultan sus funciones de producción (producción de destrezas, de con-
y obtener finalmente un valor superior al desembolsado. En la escue- ciencias y, primordialmente, de comportamientos).
la, de manera análoga, el sometimiento a un tratamiento igual de alum- Fue Louis Althusser quien primero abrió una brecha desde la que
nos que parten de posiciones extraescolares -pero no irrelevantes de sería posible buscar la función de reproducción de las relaciones so-
cara a la escuela- desiguales, se convierte en un tratamiento en defi- ciales de producción en las relaciones sociales de educación o, para
nitiva desigual, es decir, en un modo de perpetuar la desigualdad an- emplear su propia terminología, en las prácticas escolares. En Ideología
te las oportunidades escolares. y aparatos ideológicos de Estado (Notas para una investigación) (1977), escri-

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cas, pero son clasificados según de qué tipo sean sus funciones esen-
ta a la altura de 1970, Althusser, interrogándose sobre los mecanis- ciales.
mos de reproducción de las relaciones de producción, afirmaba:
Designamos por Aparatos Ideológicos de Estado cierto número
de realidades que se presentan de modo inmediato al observa-
En resumidas cuentas, ¿qué se aprende en la escuela? Se llega dor en forma de instituciones diferenciadas y especializadas (. . .)
más o menos lejos en los estudios, pero de todos modos se apren- Con todas las reservas ( ... ) podemos, de momento, tonsiderar
de a leer, a escribir, a contar. Así, pues, algunas técnicas y bas- como Aparatos Ideológicos de Estado las instituciones siguien-
tantes cosas más todavía, incluidos algunos elementos (que tes: el AIE religioso (el sistema de las diferentes iglesias), el AlE
pueden ser rudimentarios o, por el contrario, profundos) de "cul- escolar (el sistema de las diferentes "escuelas", públicas y pri-
tura científica" o "literatura" directamente utilizables en los di- vadas), el AIE familiar, el AlE jurídico, el AIE político (el siste-
ferentes puestos de la producción (una instrucción para los ma político, con los diferentes partidos), el AlE sindical, el AIE
obreros, otra para los técnicos, una tercera para los ingenieros, de la información (prensa, radio, televisión, etcétera), el AIE cul-
una última para los cuadros superiores, etc.). Se aprenden, por tural (letras, bellas artes, deportes, etc.) (ibid.: 84-5).
tanto, ciertas "habilidades".
Pero al mismo tiempo, y también con ocasión de estas técni- El aparato represivo asegura mediante la represión las condiciones
cas y estos conocimientos, se aprenden en la escuela las "reglas" adecuadas para el funcionamiento de los aparatos ideológicos: es, por
del buen comportamiento, es decir, de la adecuada actitud que así decirlo, la línea última de defensa. Pero la dominación cotidiana,
debe observar, según el puesto que está "destinado" a ocupar, y en general la estabilidad a lo largo del tiempo de la dominación de
todo agente de la división del trabajo: reglas de la moral, de la clase, se asegura por medio de los aparatos ideológicos. "Hasta don-
conciencia cívica y profesional, lo que, hablando claramente, sig- de alcanza nuestro conocimiento, ninguna clase puede detentar de forma
nifica reglas del respeto de la división técnico-social del trabajo duradera el poder del Estado sin ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre y
y, en definitiva, reglas del orden establecido por medio de la do- en los Aparatos Ideológicos de Estado" (ibid.: 88). Debido a ello, los AlE
minación de clase. ( ... ) son a la vez el objeto y el escenario de la lucha de clases.
Para enunciar este hecho en un lenguaje más científico, dire- A lo largo de la historia, las clases dominantes han creado, trans-
mos que la reproducción de la fuerza de trabajo exige, no sólo formado y suprimido aparatos ideológicos de Estado, y los mismos
una reproducción de su cualificación, sino también, y simultá- aparatos no han jugado siempre idéntico papel. Entre los diversos apa-
neamente, una reproducción de su sumisión a las reglas del or- ratos ideológicos, siempre hay alguno que juega un papel dominante.
den establecido, es decir, una reproducción de su sumisión a la En la Edad Media, el aparato ideológico dominante fue la Iglesia, o
ideología dominante. ( ... ) mejor el par familia-Iglesia; bajo el capitalismo lo es la escuela, o el
En otras palabras, la escuela ( ... ) enseña ciertas "habilida- par familiar-escuela.
des' , , pero mediante formas que aseguran el sometimiento a la ideología Cada uno de los aparatos ideológicos realiza, según Althusser, una
dominante, o bi¡n el dominio de su "práctica n. (ibid.: 74-5 El subra- ideología -religiosa, moral, jurídica, etcétera-, y la unidad de to-
yado es nuestro). das ellas es garantizada por su sumisión a la ideología dominante. Pe-
ro hay más: en cada uno de esos aparatos, la ideología tiene una
existencia material.
Althusser trata entonces de enmarcar esto dentro de una teoría ge-
neral, la teoría de los aparatos ideológicos de Estado. Distingue, afir-
Una ideología existe siempre en un aparato, yen su práctica,
mando que ésa es la teoría marxista del Estado, entre poder del Estado
o sus prácticas ( ... ). Nosotros hablaremos de actos insertos en
y aparato de Estado. La conquista del primero es el objetivo de la lu-
prácticas. y además indicaremos que estas prácticas están regla-
cha de clases y a través del segundo ejercen las clases dominantes su
mentadas por rituales en los que dichas prácticas se inscriben,
dominación. Distingue además entre aparatos represivos y aparatos
ideológicos del Estado. Ambos tienen funciones represivas e ideológi- 93

92
en el interior de la existencia material de un Aparato Ideológico. ( ... ) nes ideológicas -aunque hubiera sido mejor hablar de su integración
Por lo tanto diremos, considerando un solo sujeto (tal o cual in- en la economía capitalista y el orden burgués- de todas estas institu-
dividuo), que la existencia de las ideas en las que cree es mate- ciones, algunas de ellas con pretensiones distintas, rompe con la salu-
rial, en tanto que sus ideas son sus actos materiales, insertos en dable distinción entre sociedad civil y Estado presrnte en casi todos
prácticas materiales, reglamentados por rituales también mate- los clásicos de la teoría política (Hobbes, Locke, Rousseau, etcétera,
riales definidos por el Aparato Ideológico material del que de- con distintos sentidos) y mantenida por Marx (1970b; 1975b) yesen-
penden las ideas de dicho sujeto. ( ... ) Ocurre, pues, que el cial para el análisis marxista del Estado. Por lo demás, co,n los mis-
sujeto actúa en tanto que es activado por el sistema siguiente mos criterios con que se incluye entre los AlE a la familia o a los
(enunciado en su orden de determinación real): la ideología exis- sindicatos podrían incluirse también la producción y el intercambio
tente es un Aparato Ideológico material, y que prescribe las prác- capitalistas, ampliamente regulados por el derecho civil, mercantil,
ticas materiales reglamentadas por un ritual material; dichas financiero-tributario e internacional.
prácticas existen en los actos materiales de un sujeto que obra Precisamente esto nos conduce a la tercera objeción, la más im-
con plena conciencia, según su creencia (ibid.: 107-110). portante. Si hemos de hacer caso a Althusser, entre las instancias pro-
ductoras de ideología se encuentran prácticamente todas las
Hay varios aspectos de la teoría althusseriana de los aparatos ideo- instituciones menos las relaciones de producción y cambio. Sin em-
lógicos contra los que tenemos cosas que objetar. En primer lugar, bargo, es precisamente aquí donde Marx cifraba el origen de la ideo-
la distinción entre poder y aparato de Estado no pasa de ser una tra- logía, no en el sentido de que las relaciones de producción y cambio
ducción de la distinción entre gobierno -o, mejor, como dicen los constituyan un "piso" -la infraestructura- sobre el cual se eleva
norteamericanos, "administración", que es un concepto más amplio- otro -la superestructura- (Althusser, 1977), que es el que propia-
y Estado. Pero si la distinción entre Estado y gobierno es funcional, mente produce la ideología, sino en el de que esas relaciones de pro-
la separación de los conceptos de poder y aparato de Estado casa muy ducción y cambio, invertidas en la realidad, producen directamente
mal con un análisis marxista. El aparato de Estado es precisamerite, falsa conciencia, ideología (Marx, 1975a: n, IV y V). En buen mar-
en lo fundamental, una serie de relaciones de poder, y considerarlo xista, el papel de los aparatos ideológicos de Althusser se limitaría a
al margen de éstas es sustituir el análisis dialéctico y relacional por reforzar la acción prioritaria y más consistente de las relaciones coti-
una hipóstasis sin vida. Curiosamente el análisis de Althusser ha ser- dianas de producción y cambio sobre los sujetos inmersos en ellas.
vido para justificar toda suerte de prácticas políticas. Puesto que la No es extraño que Althusser haya tenido que saltarse algunos capítu-
regularidad de la dominación de clase se basa en los aparatos ideoló- los de El capital y los escritos juveniles de Marx (Althusser et al: 1969),
gicos, habría que comenzar por destruir éstos, aseguraban sectores pues la elusión del papel generador de ideología de las relaciones de
mao-althusserianos: ¡Destruyamos la Universidad!, etcétera. Puesto producción y cambio le aleja del análisis marxiano de la ideología y
que la dominación de clase se basa en la hegemonía -ideológica- dentro le acerca al análisis durkheimiano de la conciencia social (rj. Rancie-
de los aparatos ideológicos, el reformismo podía proponer como paso re, 1978; Strawbridge, 1982).
previo a la conquista del poder e incluso del gobierno una "larga mar- También cabría objetar contra la forma en que Althusser formula
cha a través de las instituciones" -no la de Rudi Dutchske, por el "orden de determinación real" (véase poco más arriba) en que el
cierto- hasta lograr una "contrahegemonía" en los aparatos (Carri- sujeto es activado por los aparatos, orden confuso e idealista que re-
llo, 1977), y como fuera de los "aparatos" sólo quedaba el "poder", cuerda la teoría hegeliana del Estado y la teoría burguesa del Dere-
podía confundir el acceso al gobierno con la conquista del poder. En- cho, pero esto llevaría demasiado espacio. Insistimos, sin embargo,
tre sus múltiples virtudes, además, este análisis daba sentido al acce- en que, con todos sus posibles defectos, el análisis de Althusser tiene
so al funcionariado de la generación de mayo del 68. el valor de haber llamado la atención sobre lo que él llama la materia-
En segundo lugar, la caracterización como aparatos de Estado de lidad de la ideología y nosotros preferiríamos denominar relación causal
cosas tan dispares como la familia o los sindicatos, la escuela o los par- entre las relaciones y prácticas sociales en otras instituciones que la
tidos, si bien tiene la cualidad de llamar la atención sobre las funcio- producción y el cambio, y la ideología en sentido estricto -las ideas.

94 95
Baudelot y Establet (1976), en La Escuela capitalista en Francia, hi-
cieron un excelente estudio del papel de la escuela en la reproducción fenoménicas; consolida la división entre trabajo manual e intelectual,
estructural de la división del trabajo y las clases sociales y, aunque concepción y ejecución; refuerza la creencia liberal en el individualis-
no exploraron a fondo el terreno que nosotros tratamos de desbrozar mO y la igualdad de oportunidades, empapando a la ~nte de una ex-
ahora, apuntaron, en un apartado denominado "De las diferencias plicación de las jerarquías sociales como funcionales, necesarias e
sistemáticas", elementos -algunos ya aludidos aquí- indispensables inevitables (¡bid.: 124-6).
para el análisis de las relaciones sociales de la educación (al menos Como puede verse, el planteamiento de Sharp se basa en Althus-
la organización de la institución escolar y la relación de los alumnos ser, pero no precisa de la teoría de los aparatos ideológicos de Estado.
con el saber escolar). En todo caso, la autora deja clara la primacía de las relaciones de pro-
Rache! Sharp (1980), en Knowledge, ideology and the politics 01 schoo- ducción y cambio: "En una exposición marxista, las condiciones de
ling, ha desarrollado también un enfoque que conduce inequívocamente la reproducción ideológica de la formación social deben ser halladas
a poner el énfasis en las relaciones sociales de la educación. Sharp parte en la producción misma, y no sim~lemente fuera de ella. En las ruti-
de distinguir entre lo que denomina "ideologías teóricas" (los siste- nas corrientes del proceso labora', a través del hábito de la sumisión
mas teóricos abstractos) y lo que Althusser llama "ideologías prácti- a la autoridad, por ejemplo, se fI producen y refuerzan las ideologías
cas", o Volosinov (1973) "ideologías conductuales". El término prácticas" (ibid.: 97).
"ideologías prácticas" invoca "un modo socialmente definido de pen- El trabajo más importante llevado a cabo en este terreno es, con
sar y actuar, una serie de convenciones y supuestos que hacen posible mucho, el de Samuel Bowles y Herbert Gintis (1976a, 1976b; Bow-
la significación" (Sharp, 1980: 96). La ideología práctica que se rea- les, 1971, 1972; Gintis, 1971), particularmente en Schooling in caPita-
liza en la escuela debe ser subrayada y priorizada por el análisis fren- list America (1976). Bowles y Gintis han analizado las insuficiencias
te a las ideologías teóricas que en ella se transmiten. y contradicciones de las reformas educativas liberales, mostrando que,
en última instancia, de la gama de objetivos de los reformadores los
Es en gran medida a través de la ideología práctica que la es- que han salido adelante han sido invariablemente los que tenían que
cuela logra asegurar las condiciones para la acumulación conti- ver prioritariamente con el ajuste de la fuerza de trabajo a las relacio-
nuada de capital y la reproducción de las relaciones de clase nes de producción; han mostrado que las sucesivas grandes reformas
capitalistas. La manera en que están socialmente organizadas educativas respondieron siempre a transformaciones en el modo de
las escuelas, las aulas y el conocimiento, las prácticas y rutinas producción y la estructura de clases del capitalismo; y han sometido
materiales a través de las cuales tienen lugar el aprendizaje y a una consistente crítica las ilusiones sobre las virtudes igualitarias de
la enseñanza proporcionan el contexto socialmente significativo la educación. Pero, sobre todo, han argumentado la correspondencia
que media cualquier transmisión explícita del conocimiento, los entre las relaciones sociales en la educación y las relaciones sociales
conceptos y las teorías formales (ibid.: 123-4). de producción y han documentado abundantemente el papel de la es-
cuela en la conformación en la fuerza de trabajo de rasgos de perso-
La escuela somete a los niños a procesos que legitiman y refuerzan nalidad y patrones de conducta.adecuados a la organización jerárquica
el papel del profesor como autoridad central, con capacidad de estruc- de la producción.
turar la jornada del alumno, definir qué es conocimiento, regular los Lo que las clases dominantes quieren de la escuela, argumentan
patrones de interacción y distribuir recompensas; los alumnos desa- Bowles y Gintis, es que produzca fuerza de trabajo y reproduzca las
rrollan su trabajo individualmente; se fomentan en ellos la diligencia, instituciones y relaciones sociales que permitan su traducción en be-
la conformidad social y la deferencia hacia la autoridad profesoral; neficios.
se establecen dicotomías en los estudios que reflejan la jerarquización
de los alumnos: puro-aplicado, abstracto-concreto, especializado- Podemos ser considerablemente más concretos sobre el modo en
general, académico-vocacional, etcétera; conocimiento y vida son ar- que las instituciones educativas se estructuran para lograr estos
bitrariamente separados, y éste sólo entra en la escuela en sus formas objetivos. Primero, la escuela produce muchas de las cualifica-
ciones técnicas y cognitivas que exige un rendimiento adecuado
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en el empleo. Segundo, el sistema educativo ayuda a legitimar nera!. En la cúspide, los colleges selectos de cuatro años ponen
la desigualdad económica ( ... ) Tercero, la escuela produce, re- el énfasis en relaciones sociales asimilables a los niveles superio-
compensa y certifica las características personales relevantes para res de la jerarquía de la producción. Por con1Ñguiente, las es-
cubrir las distintas posiciones de la estructura jerárquica. Cuar- cuelas mantienen continuamente bajo control a los estudiantes.
to, el sistema educativo, a través de las distinciones de status que Cuando "dominan" un tipo de regulación de la conducta se les
fomenta, refuerza la conciencia estratificada que sirve de base permite progresar al siguiente o ser canalizados al ni'{el corres-
a la fragmentación de las clases económicas subordinadas (ibid.: pondiente en la jerarquía de la producción. Incluso dentro de
129-30). una misma escuela, las relaciones sociales de los diferentes ca-
nales tienden a conformarse según distintas normas conductua-
La escuela contribuye a integrar a la juventud en el sistema econó- les (ibid.: 132).
mico a través de la correspondencia estructural (lo que denominan
el "principio de correspondencia") entre las relaciones sociales de una Además, los autores analizan cuáles son los rasgos personales esti-
y otro. "La estructura de las relaciones sociales en la educación no mulados por las escuelas basándose en un abundante material empí-
solamente acostumbra al estudiante a la disciplina del lugar de traba- rico. No podemos dar cuenta aquí de las características muestrales
jo, sino que desarrolla los tipos de comportamiento personal, modos y estadísticas de los distintos estudios analizados y empleados en apo-
de autopresentación, imagen de sí mismo e identificaciones de clase yo de la tesis c,>ntral (en realidad, de una constatación indirecta de
social que constituyen los ingredientes cruciales de la adecuación al la misma, como ellos mismos advierten, pues lo central son las rela-
empleo" (ibid.: 131). Las relaciones jerárquicas de la producción se ciones sociales, mientras los estudios empíricos se refieren fundamen-
reflejan en la autoridad escolar; la alienación del trabajo lo hace en talmente a rasgos de personalidad y patrones de conducta), pero sí
la falta de control del estudiante sobre el contenido y el proceso del dar constancia de la conclusión general: "Los estudiantes son recom-
aprendizaje y en la motivación mediante recompensas externas (he- pensados por mostrar disciplina, subordinación, un comportamiento
mos desarrollado esto antes por nuestra cuenta); la fragmentación del orientado intelectual y no emocionalmente, y una fuerte laboriosidad
trabajo encuentra su reflejo en la competencia escolar institucionali- independiente de la motivación intrínseca por las tareas. Más aún,
zada. Pero Bowles y Gintis proponen ir más lejos en este análisis. estos rasgos son recompensados con independencia de cualquier efec-
to de la 'conducta adecuada' sobre el rendimiento escolar" (ibid.: 40).
La correspondencia de la escuela con las relaciones sociales de
producción va más allá de este nivel agregado. Diferentes nive-
les de educación canalizan a los estudiantes hacia diferentes ni-
veles dentro de la estructura ocupacional y, en correspondencia
con ello, tienden hacia una organización interna comparable a
los niveles de la división jerárquica del trabajo. ( ... ) En los ni-
veles más bajos de la jerarquía de la empresa se enfatiza la su-
misión a las normas; en los niveles medios, la fiabilidad y la
capacidad de funcionar sin una supervisión directa y continua;
yen los niveles altos se subraya la interiorización de las normas
de la empresa. Análogamente, en la educación, los niveles infe-
riores (primer y segundo ciclos de la enseñanza secundaria) tien-
den a limitar y canalizar severamente las actividades de los
estudiantes. Un poco más arriba en la escala educacional, las
escuelas de magisterio y los colleges de las comunidades permi-
ten una actividad más independiente y menos supervisión ge-

98
CAPITULO IV
TECNOLOGIA, ORGANIZACION DEL TRABAJO
Y EDUCACION i>,

Pocas cosas concitan ho y una dosis tan elevada de fetichismo como


la tecnología. Así como generacione s anteriores atribuyeron todos los
bienes y males a los espíritus, el destino o la voluntad divina, hoy ten-
demos a quedarnos extasiados a nte la triunfante marcha de la Tecno-
logía -así, con mayúscul a, como Dios o el Estado-. En la versión
optimista, la ciencia y la técnica nos van a liberar del esfuerzo, de los
trabajos desagradables y rutinarios. En la pesimista , que es la imagen
de la primera devuelta por el espejo, la tecnología nos ha traído y nos
traerá desde la alienación del trabajo hasta el agotamiento de los re-
cursos y la destru cción universal. En una y otra, el lugar de los moto-
res de la historia es ocupado por la historia de los motores .
La optimista es la versión del consumidor de tecnología, la del " cien-
tífico" social que saca conclusiones sobre los efectos de la innovación
tecnológica observando los utensilio s de la cocina familiar: la lavado-
ra evita a su esposa el trabajo de lavar y protege sus manos del des-
gaste, la aspiradora le libra d el polvo levantado por la escoba, el
molinillo eléctri co o la batidora relevan su brazo del cansancio de dar
vueltas a la manivela o move r la m ayonesa sin que se corte, etcétera,
y todo ello hace que llegue a la noche limpia, fresca, descansada y
dispuesta a triunfa r . También hace que, para ev ita r aburrirse, sentir-
se inútil o caer en el alcoholismo anónimo , ten ga que inventa rse cada
vez nu evas tareas con las que llenar su ti empo, pero nuestro científico
soc ial no se dedica a los problemas familiares, sino a los laborales,
y se pregun ta: ¿acaso la pala mecá nica , la cinta transportadora, la
m áquina- he rramienta de control numérico o el robot no son los elec-
trodomésti cos del obrero? El problema es que ni el obrero tiene tanta
capacid ad de dec isión como el am a de casa al elegir sus aparatos ni
la autoridad empresa rial es tan benévola con él como la a utoridad pa-
triarcal con ella. El em presario no está interesado en que el trabaja-
dor - o la traba jado ra- conserve la salud de s us pulmones y la tersura

101
de su piel, ni en que sea exhibible en sociedad, ni en que llegue des- la escuela debe seleccionar de manera eficiente a los mejores talentos,
cansado al lecho conyugal, sino en que le resulte más barato y sea más y la sociedad darles el puesto que merecen para beneficiarse de sus
controlable . Pero para nuestro sociólogo optimista no existe el em- capacidades; todos deben tener unos ciertos conoci~ientos de la pa-
presario y, si existe, es, como el trabajador, uno más de los agradeci- nacea del mañana, la informática, si no quieren ser como analfabetos
dos súbditos de Su Majestad la Tecnología, sometido a sus benévolos funcionales; las nuevas tecnologías, en general, son el reto de nuestra
dictados. Nuestro sociólogo también ha oído o leído que las máquinas sociedad y, por tanto, de nuestra escuela; todo ello, en fin, se ve con-
sustituyen a los trabajadores, que destruyen viejos puestos de traba- firmado por la elevación de las exigencias de los empleos en 'términos
jo, pero ¿acaso no ha sido así siempre y, sin embargo, los trabajado- de títulos escolares. Para e! fetichismo pesimista, por el contrario, y
res desplazados han encontrado e.-,pleo en otras empresas y sectores? ; puesto que los trabajos requieren cada vez menos cualificaciones rea-
¿acaso, si abandonamos el punto de vista coyuntural y adoptamos e! les, la escue!ajuega cada vez más e! simple papel de una inmensa guar-
de la historia, no es cada vez mayor la fuerza de trabajo en los países dería en la que se mantiene recluidos y entretenidos a niños y jóvenes;
industriales? En definitiva, e! razonamiento discurre así: la ciencia, su función de socialización desplaza crecientemente a la función de
y tras ella la tecnología, avanzan y nos permiten producir más bienes trasmisión de conocimientos; alternativamente, la escuela podría y de-
con menos trabajo, al aumentar la productividad de éste; la adopción bería educar a los jóvenes, prácticamente condenados al ocio y/o al
de las innovaciones tecnológicas es inevitable, pues serta suicida no trabajo precario, a emplear de manera satisfactoria y creativa su tiempo
adoptarlas tanto para la humanidad en general como, dentro de! con- libre.
cierto de la economía internacional o doméstica, para cualquier so-
ciedad o empresa en particular; la tecnología, en fin, libera al
trabajador de las tareas más duras y rutinarias. La evolución del trabajo
!"'a versión pesimista se obtiene, como ya hemos indicado, dando
la vuelta , como se le da a un guante, a la anterior. La tecnología si- Como descripción de la realidad, la versión pesimista es mucho más
gue siendo el resultado" natural" de la ciencia en una sociedad orien- ajustada que la optimista, aunque dista todavía de dar adecuada cuenta
tada hacia la búsqueda de! beneficio empresarial. Su aplicación es de ella. Efectivamente, los trabajadores ven progresivamente descua-
también, en cierto sentido, inevitable debido a los mercados competi- lificarse sus tareas y pierden control sobre -o autonomía en- su pro-
tivos. Sus efectos, sin embargo, no son ya positivos , sino negativos: ceso de trabajo. Por cualificación del trabajo entendemos aquí el
destruye puestos de trabajo, condena a los trabajadores a empleos des- conjunto de ~apacidades y conocimientos que e! trabajador debe apli-
cualificados, monótonos y rutinarios, induce al consumismo, deshu- car en las tareas que forman su empleo. En principio, la cualificación
maniza las relaciones sociales y, en fin, nos conduce al holocausto de un puesto de trabajo puede medirse por el tiempo que se precisa
universal. Los trabajadores , e! movimiento obrero, la izquierda tra- para aprender a desempeñarlo, vale decir en términos cuantitativos;
dicional y el marxismo no han sabido responder a la civilización pro- o bien desagregando las tareas que lo componen y estimando su gra-
ductivista que acompaña al mito del progreso y llega e! turno de los do relativo de dificultad. Queda claro, pues, que la cualificación de
colectivos ecologistas, verdes, marginales, feministas, etcétera. El tra- un puesto de trabajo es distinta de la cualificación del trabajador, pues
bajo no será nunca e! reino de la libertad, de manera que hay que éste puede poseer -y, normalmente, posee- capacidades, conoci-
empezar a hablar de una cultura del ocio y e! tiempo libre. mientos y habilidades que no necesita ni puede aplicar a su trabajo.
Ambas formas de fetichismo tecnológico tienen sus ideas sobre la Por consiguiente, no pueden tomarse como indicador de la cualifica-
educación. El fetichismo optimista cree que, para que e! progreso ba- ción del puesto de trabajo las credenciales educativas exigidas a, o po-
sado en la innovación tecnológica pueda seguir su mar.cha en bien de seídas por, e! trabajador. En cuanto a los términos control y autonomía,
todos, es necesaria una fuerza de trabajo cada vez más cualificada de los empleados aquí para designar e! grado en que un trabajador pue-
acuerdo con las "necesidades" de la producción. La enseñanza debe de tomar decisiones sobre e! objeto y el procedimiento de su trabajo.
orientarse , pues, hacia las ciencias experimentales; los jóvenes deben Un médico , por ejemplo, disfruta de un grado de control y autono-
especializarse eficazmente de acuerdo con las demandas del empleo; mía máximo, ya que decide, respecto de sus pacientes, qué hacer y

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cómo hacerlo ; el operario de una cadena de montaje, en el extremo realmente permiten aumentar la productividad del trabajo, cosas harto
opuesto, se ve obligado a realizar una y otra vez una secuencia prede- discutibles. Lo que realmente importa es la empresa sistemática de
terminada de movimientos . Aunque no son la misma cosa, la cualifi- descompone r y calcular el trabajo, distribuirlo entre l?S trabajadores
cación, de un lado, y el control y la au tonomía, de otro , suelen ir en conjuntos de tareas m ínimas y dictarles la forma de llevarlo a ca-
unidos, y a ellos suele vincularse también e! grado de satisfacción e bo . El caso paradigmático de taylorismo es, como se sabe, la cadena,
interés intrínseco de! trabajo. Para abreviar: a partir de ahora desig- en la que un trabaj a dor puede realizar cientos o miles de veces al día
naremos globalmente como descualificación d el trabajo el proceso de una seri e de tareas que apenas duran segundos o unos pocos minutos ,
pérdida de control sobre y autonomía en e! mismo de los trabajado- lo que d a como resultado una j ornada laboral monótona, rutinaria ,
res , la de scualificación de sus tareas y el deterioro del interés y la sa- fatigosa , carente de interés, alienante y embrutecedora. Las formas
tisfacción en él. de división del trabajo más simples conllevan ya descualificación: el
La descualificación del trabajo discurre a lo largo de dos líneas pa- trabajo de un mecánico automovilista en un taller de reparaciones ,
ralelas, separables más a efectos analíticos que en términos reales: la por ejemplo, se descualifica cuando se ve encargado sistemáticamen-
división del trabajo y la introducción y perfecc ionamiento de la ma- te de reparar un tipo específico de motores y no otros, o cuando se
quinaria . Por división del trabajo entendemos lo que Marx denomi- le especializa en una parte determinada del motor, pero ésta es toda-
naría división particular (o "manufacturera") de! mismo; a diferencia vía una descualificac ión mínima . Entre esta división arcaica del tra-
de la división social. En otras palabras, no nos referimos a la división bajo y la cadena de montaje son posibles todos los grados imaginables
que deriva del hecho de que , al multiplicarse los tipos de bienes y ser- en el tiempo y en el espacio, o sea en la evolución de una industria
vicios que se ofrecen al mercado , se multipliquen también los proce- y entre las distintas industrias, pero la tendencia general es siempre
sos de producción tras ellos y los correspondientes oficios, empleos , hacia una mayor división del trabajo y, por consiguiente, una mayor
etcétera. Nos referim os a la di visión que se da dentro de una unidad descualificación.
o un proceso productivos. Por utilizar un viejo ejemplo de Adam La mecanización y la automatización representan un camino para-
Smith , no nos referimos a que unos produzcan alfileres mientras otros lelo que conduce al mismo lugar. En sus primeras formas, puramente
producen tejidos, alime ntos , cerámicas, diagn ó sticos, libros o cuales- instrumentales, la máquina exige una mayor cualificación del traba-
quiera otros bienes y se rvicios entre los miles y miles posibles , sino j ador. Pero a medida que pasamos de la simple m ecanización a la auto-
al hecho de que la producción d e cada uno de esos artículos pueda m atización , es decir , a medida que la máquina no sólo ejecuta las
descomponerse en una multiplicidad de tareas que se encomiendan órdenes del operario sino que co ntiene o incorpora por sí misma in-
a trabajadores diferentes. Smith empleaba el ejemplo de la descom- formación, el trabajo se descualifica. En primer lugar, por cuanto que
posición de la fabricación de un alfiler en diecinueve operaciones dis- la máquina realiza tareas que ya no son realizadas ni tiene que saber
tintas, y las consecuencias son imaginables: cada trabajador se realizar el trabajador (pero esto , a su vez, puede verse compensado
especializa en una operación , en la cual llega a desarrollar un virtuo- por la nueva cualificación que requiere el manej o de la máquina) ; en
sismo detallista y no necesita saber más o, si lo sabe, no tiene ocas ión segundo luga r , por cuanto la máquina , particularmente en el estadio
de aplicarlo. Pe ro Smith sería un simple aficionado si lo valorásemos de la automatización, lleva ya incorporadas capacidades , conocimientos
con criterios de hoy. El desarrollo y sistematizac ión de la división del y habilidades que antes se requerían del trabaj ador. Este lenguaje pue-
trabajo fu e llevado al paroxismo por Taylor y Gilbreth, sus seguido- de parecer un tanto críptico, pero un simple ejemplo aclarará lo que
res y la filosofía empresarial por ellos inspirad a . El taylorismo supuso queremos decir: un tendero realiza multitud de funciones, entre ellas
desplazar la atención del empleo a la tarea, es decir , a los componen- cobrar y hacer las cuentas correspondientes; una cajera sin otra cosa
tes más d etallados en que puede d escomponerse un proceso producti- que un a caja -o sea un lugar donde meter e! dinero-, se especializa
vo. Los estudios de m ov imientos y tiempos pueden llegar a calcular en la función de cob rar y calcular y puede prescindir de las demás
la m anera teóricamente más adecu ada de reali zar una operación sim- destrezas qu e precisaba e! tendero; una cajera con una caja registra-
ple con un detalle de has ta una cienmilésima de hora (time-motion unit) dora - en realidad , calculadora- ya no n ecesita calcular, bastándole
o m enos. No importa a hora si estos cálculos son ajustados o no o si con saber le er y m a nejar un teclado sencillo; una cajera con una Jec-

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tora óptica que identifica las etiquetas de precios o diagramas de ba- sí los tienen son aquellos que se benefician directa o indirectamente
rras no necesita siquiera saber leer. En el paso del tendero a la cajera de ella. Para unos , la tecnología es un dato , una imposición, un en-
no media más que la división del trabajo, pero en los siguientes lo torno preordenado al que hay que adaptarse; para dtros es e! resulta-
hace la maquinaria, que descualifica e! trabajo de la cajera porque do de opciones políticas e ideológicas y un poderoso instrumento para
in corpora y manipula por sí misma información. sus fines. No existe una tecnología , producto imparable de la ciencia,
División de! trabajo y mecanización se complementan y refuerzan que se imponga a toda la sociedad con la fuerza de lo inevitable; exis-
mutuamente. Es, justamente, porque un proceso productivo ha sido ten, por el contrario, grupos sociales que tienen el poder suficiente
desagregado en tareas simples por lo que puede introducirse una o para determinar las opciones tecnológicas y grupos que no pueden si-
varias máquinas que realizan algunas de ellas . Y, a la inversa, sólo no adaptarse a ellas o combatirlas. Entre los grupos que cuentan con
con la introducción de la maquinaria, con su ritmo constante, es po- ese poder están , en primer lugar , los empresarios y los técnicos y, se-
sible realizar el sueño -o pesadilla- tayloriano de una administra- cundariamente , los investigadores y el Estado. Los que lo sufren son
ción exacta del tiempo y los movimientos del obrero sin la onerosa la mayoría de los trabajadores.
y conflictiva necesidad de poner tras cada uno a un capataz y un cro- Con la descualificación de los trabajadores, los empresarios ganan
nometrador. Por eso la verdadera materialización de! taylorismo es dos cosas: dinero y control. Una mano d e obra dedicada a tareas par-
e! fordismo , o sea el trabajo en cadena. celadas y rutinarias es más barata que una fuerza de trabajo poliva-
Es cierto que no todo e! mundo trabaja en una cadena o manipula lente y cualificada. Un proceso productivo suele reunir en diversas
una lectora óptica en la caja de unos grandes almacenes. Pero la ma- dosis tareas que requieren fuerza física, destreza manual y capacidad
yoría de la población de cualquier país industrializado trabaja por cuen- intelectual, por ejemplo. Tres trabajadores que reúnan las tres condi-
ta ajena. Trabajar para otro suele ser e! principio de la descualificación. ciones serán siempre más caros que otros tres que posean, por sepa-
Incluso los "profesionales" que trabajan para otros ven des cualifica- rado, uno cada una. Aunque los tres trabajadores que van a realizar
do su trabajo: arquitectos que sólo diseñan una parte de la estructu- las tareas parciales reúnan las condiciones para desempeñar el con-
ra, abogados que sólo se ocupan de un tipo de casos, etcétera; pero junto de ellas , su salario no depende de su capacidad, del valor poten-
aquí todavía nos encontramos ante una división muy tenue del traba- cial de su fuerza de trabajo, sino tan sólo de la parte de esa capacidad
jo. La mayoría de la población trabajadora por cuenta ajena se en- que efectivamente aplican, de! valor real de su fuerza de trabajo . Cuan-
cuentra en algún lugar entre la cooperación simple -la división del to más se subdividan y simplifiquen las tareas , o cuanto más se re-
trabajo que tiene lugar, por ejemplo, en una oficina de arquitectos duzca el tiempo necesario para aprender a desempeñarlas , más caerá
o en un taller de reparación de automóviles -y las diversas variantes el valor de la fuerza de trabajo empleada. Además, la división del tra-
del fordismo. Repetidos estudios han mostrado que la mayor parte bajo permite al empresario comprar las cantidades más o menos exactas
de los trabajos no son más difíciles que conducir un automóvil, a la de fuerza de trabajo que necesita para el conjunto de! proceso pro-
hora de aprenderlos, y, desde luego, requieren mucha menos iniciati- ductivo, evitando así pagar por capacidades que , desde su punto de
va en su desempeño; la mayor parte, de nuevo , se aprenden sobre vista, permanecerían largo tiempo ociosas.
e! terreno en horas, días o unas pocas semanas ; la inmensa mayoría, Por otra parte , u na fuerza de trabajo desr:ualificada resulta más
en fin, requieren una cualificación real mucho menor que cocinar o fácilmente m anipulable que su opue sta. Los trabajadores cualificados
labrar la tierra . son escasos casi por definición -en general y cada uno en su
especialidad-, de manera que los empresarios no pueden prescindir
fácilmente de ellos. Esto les da fuerza negociadora a la hora de discu-
¿A quién interesa la descualificación del trabajo? tir los salarios o las condiciones de trabajo . Por el solo hecho de que
el proceso d e producción se confía en buena parte de su capacidad,
Dicen las novelas policiacas que pa ra encontrar al criminal hay que a su criterio y a sus decisiones, representan el agujero negro en e! con-
buscar primero el móvil. La tecnología, que se nos aparece como la trol ejercido por el empresario. Pero los trabajadores que sólo reali-
causante de la descualificación del trabajo , no tiene móviles. Quienes zan tareas parciales, rutinarias y de aprendizaje breve carecen de fuerza

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negociadora, pueden ser sustituidos en cualquier momento por otros
y pueden ser manejados en los cálculos empresariales casi con la mis- pensar y hacer pensar a los demás, que ellos "generan" el progreso,
ma frialdad que las materias primas o las máquinas . que "producen" la riqueza de todos, que "crean" empleo, que "dan
No es sino un prejuicio ideológico el que lleva a pensar que los em- de comer" a miles de familias, que "asumen" por sí"}olos los riesgos,
presarios sustituyen fuerza de trabajo por capital fijo, o sea por ma- que "innovan" para el bien general, etcétera. Las máquinas, más con-
quinaria, con e! único criterio de la rentabilidad. La fuerza, la velocidad cretamente, son para ellos como la mies crecida para los campesinos :
y la precisión de una máquina pueden aumentar enormemente la ca- el símbolo de su obra. Los obreros, por el contrario, son el problema:
pacidad productiva del trabajo, vale decir la cantidad de producto por gente que pide más salarios, que hace huelgas, que comete errores
unidad de tiempo trabajada, pero esto explica simple y parcialmente (el "error humano" que, por lo visto, siempre es el trabajador y nun-
por qué se introducen máquinas en general, no por qué se introduce ca e! empresario), que coge la gripe, que se resiste a ser tratada como
talo cual tipo de máquina, ni por qué se introduce una maquinaria una parte más de! inventario y que hasta se permite, a veces, la pre-
que descualifica el trabajo. La explicación de estas opciones viene por- tensión de que son ellos quienes producen la riqueza. Por eso e! sueño
que se busca conscientemente el control y la descualificación, como del empresario es la fábrica enteramente automatizada, sin trabaja-
veremos un poco más adelante con algunos ejemplos. dores; un sueño, delirio o pesadilla que le empuja en sus decisiones,
Los empresarios, por lo demás, son más humanos -lo que no quie- muy frecuentemente, más allá de la lógica económica, incluso de la
re decir humanitarios- de lo que se les imagina . La teoría económi- lógica económica del capital.
ca clásica y neoclásica, como la ideología al uso, supone que toman El segundo grupo interesado en la descualificación masiva del tra-
sus decisiones de acuerdo exclusivamente con criterios de rentabili- bajo -de todo el trabajo menos el suyo- son los técnicos. Todo pro-
dad económica y competencia a través de los precios; supone que se ceso de descualificación es, a la vez, un proceso de sobrecualificación,
compartan como agentes económicos racionales que sólo persiguen con la particularidad de que los des cualificados son los muchos y los
vender más y producir a un coste menor para ello. Sin embargo, la sobrecualificados los pocos. En realidad, podríamos hablar, más bien,
realidad dista mucho de ser asÍ. Curiosamente, a la opinión pública de transferencia de las cualificaciones y de la capacidad de control.
llegan constantemente críticas dirigidas contra las opciones económi- Cuando un trabajador pierde cualificación -aplicable- por un nue-
cas de los organismos públicos, pero muy raramente contra las de los vo paso en la división del trabajo o por la introducción o renovación
empresarios. Ingenuamente se podría pensar que los poderes públi- de maquinaria, la cualificación que antes ejercía él pasa ahora a ejer-
cos son víctimas en sus decisiones de los grupos de presión, mientras cerse en algún otro lugar. En parte puede incorporarse a la máquina
los empresarios sólo tienen en cuenta a ese poderoso juez que sería misma, desplazándose así al lugar donde se construye esa máquina.
el mercado. Pero lo cierto es que las decisiones de los organismos pú- Pero básicamente pasa a manos de quienes trabajan estrechamente
blicos también se fundamentan ostensiblemente en criterios económi- vinculados al empresario, un sector privilegiado y minoritario. Cuando
cos, y sus críticos suelen hacer críticas desde un punto de vista el fabricante de Smith dividía la fabricación del alfiler en diecinueve
económico general; y unos y otros , por cierto, con un aparato con- operaciones distintas , la coordinación de esas operaciones, o sea el co-
ceptual y teórico y una información disponible bastante mejores que nocimiento y la capacidad decisoria sobre el conjunto del proceso, pa-
las de los empresarios. Aquí, no obstante, no se trata de defender las saban lógicamente al empresario y al supervisor que actuaba en su
decisiones económicas de los organismos públicos sino de poner en nombre. Cuando una cortadora de metales deja de ser manejada di-
su sitio las de los empresarios. Estos, como cualquier otra persona, rectamente o programada en e! taller mismo, es porque pasa a ser ma-
tienen sus propias dependencias y limitacion es ideológicas, sus pro- nejada o programada desde la cabina del técnico. El objetivo primero
pios valores, sus prejuicios, sus preferencias y hasta sus sueños. Para y final del taylorismo no era otro que éste: concentrar en manos de
ser más exac tos, no están, a este respecto , en la situación de cualquier la dirección todo el conocimiento y saber hacer que estaba en manos
otra persona, sino peor; los empresarios form a n uno de esos grupos de los trabajadores.
sociales que necesitan una visión distorsionada de la realidad para vi- Desde el punto de vista de los técnicos, que es el grupo de! que
vir en paz consigo mismos y necesita n también difundirla: necesitan nos estamos ahora ocupando, esto significa que, considerando tam-
bién a los trabajadores colectivamente como grupo , el reparto de com-
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petencias entre unos y otros es un juego de suma cero: lo que los táculo todavía inevitable pero de! que esperan desembarazarse . Y, si
trabajadores pierden, lo ganan los técnicos, y viceversa. Así, los téc- el trabajador produce errores, es precisamente porque toma decisio-
nicos prefieren que el cuadro de mandos de una máquina esté en una nes , luego ¿qué mejor que liberarle de esa pesada carga?, ¿qué mejor
cabina a la que tienen acceso reservado antes que en la máquina mis- que diseñar una maquinaria en la que e! papel humano se vea reduci-
ma, que la programación de la máquina se haga de forma digital -lo do a un mínimo; en la que, si no es posible todavía prescindir entera-
que requiere sus conocimientos- antes que analógica -para lo que mente de él, lo que se le exige esté tan claramente especificado y sea
pueden bastar los de los trabajadores del taller-, etcétera. Al contra- tan simple que disminuya al máximo la posibilidad de error? Poco
rio de lo que a veces piensan, ingenuamente, los sindicatos, lo que importa si ello conlleva e! diseño de unos puestos de trabajo en los
separa a los técnicos de los trabajadores en la organización capitalista que las personas apenas pueden emplear y desarrollar sus capacida-
del trabajo -yen su remedo socialista "real"- no son las diferen- des o si las tareas se vuelven repetitivas, monótonas, carentes de sen-
cias salariales, ni los modos de vida, ni la distancia física ni ninguna tido y embrutecedoras. Al fin y al cabo, nuestro investigador no lo
otra diftrencia. Lo que existe entre técnicos y trabajadores es una rela- ve; si lo ve, no le preocupa; y, si le preocupa, tiene que comer.
ción de oposición debida a que los segundos tienen que agradecer su Un importante papel indirecto corresponde también, finalmente,
indispensabilidad a la privación de los primeros, la privación de sus a los poderes públicos. Por la cantidad de recursos que movilizan, és-
competencias, su cualificación y su autonomía. En general -no siem- tos están en condiciones de determinar en buena medida la orienta-
pre, claro-, cuando los técnicos se rebelan ante la descualificación ción de la investigación y sus aplicaciones industriales. De hecho, la
no lo hacen como parte de la clase trabajadora, sino contra la amena- mayor parte de la investigación básica que luego se traducirá en apli-
za de verse convertidos en trabajadores; no lo hacen para romper la caciones productivas se lleva hoya cabo con fondos públicos, en esta-
barrera que los separa de los trabajadores del taller, r;ilo para resta- blecimientos igualmente públicos o en establecimientos privados con
blecerla e incluso fortalecerla. Esto no quiere decir c¡u:~ no sea en mo- subvenciones estatales. Y, lógicamente, los organismos públicos es-
do alguno posible una confluencia de técnicos y trabajadores, pero sí tán sometidos a la presión de aquéllos que pueden hacerse oír más,
que jamás surgirá de la simple suma de intereses particulares que son de los que llevan a cabo e! proceso que va desde la investigación fun-
contrapuestos. En todo caso, retengamos el hecho de que el papel pri- damental hasta el desarrollo y la implementación, o sea los empresa-
vilegiado de los técnicos surge directamente, en buena parte, de la rios, los técnicos y los investigadores. ¿Dónde se ha visto un gobierno
descualificación del resto de los trabajadores. consultando a los sindicatos obreros, o a los trabajadores en general,
Fuera del ámbito estricto de las relaciones de producción no faltan qué tipo de orientaciones priori zar en la investigación tecnológica? Por
tampoco intereses que empujan hacia la descualificación del trabajo. si fuera poco, hoy entran también en liza los militares. Su espíritu
Los investigadores, los científicos y técnicos que conciben, diseñan y nunca ha sido mejor resumido que en la observación del Gran Duque
ponen a punto las máquinasen los laboratorios universitarios o de Migue! tras un desfile de tropas: "Está bien, pero respiran". Para
organismos públicos de investigación, están también involucrados. No ellos, por otra parte, los trabajadores son a veces el peligro principal
sólo porque, en noventa y nueve de cada cien casos, acepten sin re- dentro de las propias fronteras, el enemigo interno. Sin necesidad de
chistar dirigir su esfuerzo investigador hacia fines que son fijados por que lleguen a entrar en juego sus opiniones políticas, la mejor fábrica
los empresarios, directamente o a través de su influencia sobre el Es- de material bélico es aquella que de ninguna manera pued.e ser esce-
tado, y elaboren así desde las máquinas que van a echar a la calle a nario de espionaje, ni de conflictos, ni de reivindicaciones de retaguar-
numerosos trabajadores hasta las tablas de movimientos y tiempos que dia, que funcione a pleno rendimiento y como un reloj : o sea, la fábrica
permitirán tratarlos -a los trabajadores- como máquinas -todo ello, automática. ¿Acaso no es un ejército automático el sueño de todo es-
claro está, en nombre de la supuesta neutralidad de la ciencia y la tado mayor? Pues bien : una parte creciente de los fondos públicos se
técnica o, más prosaicamente, porque, quien paga, manda-o No só- destina desde la Segunda Guerra Mundial a investigaciones relacio-
lo por todo esto, sino porque ellos mismos alimentan el delirio de la nadas con el armamento, por medio de contratos en los que los mili-
producción enteramente automatizada. Desde el punto de vista cien- tares son una parte importante, acaso la que más a la hora de decidir.
tífico, el trabajador no es más que la fuente del error humano, un obs- Piénsese, si no, en la llamada "guerra de las galaxias" o en la ya no-

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cuando lo ha logrado a su satisfacción, pulsa simplemente un botón
table intromisión del Ministerio de "Defensa" español en la investi- y deja que la máquina repita la secuencia de oper.a ciones ya realiza-
gación en ciencias experimentales. da. En ambos casos hay descualificación del trabajo, pero en grados
distintos: en el primero se descualifica enteramente, en principio, el
trabajo de taller, pues todo el control del proceso se remite allabora-
La organización del trabajo como objeto de la lucha política torio , quedando el trabajador reducido a una función de' vigilancia;
en el segundo se multiplica la cualificación de un trabajador en detri-
Los intereses yel poder de estas fuerzas sociales han sido determinan- mento de los demás, pero el control del proceso sigue radicando en
tes a la hora de configurar la actual organización de! trabajo. Algunos buena parte en el taller. El método de! control numérico permite un
ejemplos pueden ilustrar esto. Supongamos un tren de laminación . diseño y una fabricación más precisos, en el límite , que el de regis-
En su forma más simple, puede ser manejado por tres trabajadores: tro/reproducción, pero se calcula que la precisión de éste es suficiente
uno lo carga; un segundo controla mediante dispositivos la posición para e! noventa por ciento de los procesos industriales en que se utili-
de los objetos a laminar, los introduce y los saca de las tinajas que zan máquinas-herramienta para pequeñas series. Por otra parte, la
contienen las soluciones, regula la temperatura y el tiempo de inmer- programación mediante control numérico es mucho más larga, cara
sión, etcétera; y un tercero lo descarga . Cualquiera de las fases es, y tediosa. Sin embargo, la conjunción de los intereses de los investi-
en principio, automatizable; y, cualquiera que sea la opción, se e!i- gadores, las fuerzas aéreas, los técnicos de las empresas, las corpora-
minarán puestos de trabajo si el producto permanece constante . Pero ciones de la informática y las compañías que producen grandes series,
hay diferencias sustanciales entre automatizar una fase u otra: si se todos ellos hostiles al trabajo cualificado, llevó a que Estados Unidos
automatizan la carga y/o la descarga, se conserva e! trabajo de con- optase por desarrollar el control númerico en vez de! registro/repro-
trol y regulación del proceso de laminación, que es e! más cualificado ducción, opción que sufrimos ahora todos . Periódicamente, la posibi-
de los tres y e! que permite a los trabajadores influir sobre el ritmo lidad de desarrollar este segundo tipo de tecnología fabril ha
de producción; si, por e! contrario, se automatiza e! control de la la- reaparecido una y otra vez para dar muestras de que se trata de un
minación misma, se suprime e! puesto de trabajo más cualificado y procedimiento más barato y eficaz, pero ha sido sistemáticamente des-
se obliga a los trabajadores que cargan y descargan a hacerlo al ritmo deñada bajo la presión de las fuerzas en presencia (para una historia
de! dispositivo automático. Cualquiera de las dos opciones puede ser detallada, véase Noble, 1984).
argumentada en términos de productividad, pero la segunda es más Tomaremos el último ejemplo de la aplicación de la informática
probable porque elimina la fuerza de trabajo más cara y refuerza el a las funciones médicas de los hospitales. Dejando de lado la adminis-
control empresarial (un estudio de caso en Wilkinson , 1983). tración hospitalaria, los ordenadores se introducen en los centros mé-
Un segundo ejemplo podemos tomarlo del desarrollo de la máquina- dicos atendiendo a las necesidades y conveniencias de los distintos
herramienta de control numérico. Una máquina-herramienta es una departamentos configurados por una historia anterior. Child et al.
máquina de usos múltiples, capaz de producir piezas diversas -es de- (1985), estudiaron su introducción en las funciones de diagnóstico mé-
cir, lo contrario de una máquina de producción en serie, que sólo pro- dico, control de los pacientes en las unidades de cuidados intensivos
duce un resultado o una gama muy estrecha de ellos-. Cuando se y análisis clínicos. La innovación en estos tres departamentos afecta
empezó a estudiar la forma de automatizarlas, se vio de inmediato a sectores distintos del trabajo hospitalario: médicos, enfermeras y ana-
que había dos opciones: el sistema de control numérico yel de re gis- listas de laboratorio. En lo que con cierne al diagnóstico, el ordena-
trolreproducción (record/playback). En el caso del control numérico, la dor, alimentado por un "sistema experto", es capaz de diagnosticar
máquina debe ser alimentada con una cinta perforada u otro soporte la situación del paciente con mayor precisión, consistencia y fiabili-
de información que es preparado en la oficina o el laboratorio. En el dad que el propio médico. Por consiguiente, su potencial de descuali-
caso del registrolreproducción, la máquina contiene de una vez por ficación de! trabajo del médico es enorme, ya que podría hacerse cargo
todas un programa d e aprendizaj e que le permite reproducir las ope- de todos los casos en los que una gama de síntomas se asocia de ma-
raciones que se realizan manualmente con ella : el método consiste, nera precisa a una enfermedad o, en general, a un -estado de salud,
entonces, en qu e el mecánico fabrica un a o varias veces una pieza y,
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y conduce a unas recomendaciones estandarizadas. Sin embargo, los se benefician de la posibilidad de exponer a la luz las debilidades de
sistemas expertos se elaboran, de propósito, de manera tal que sólo la profesión médica, no están en mej?r posición que cualquier otro
pueden ser empleados por los médicos, sin que sea posible la interac- rupo de trabajadores manuales cuahficados.
ción directa con el cliente o su manejo por las enfermeras, particular- g La producción, sea de bienes o servicios, es el resultado de la con-
mente gracias al empleo de una jerga esotérica y la evitación del ·unción de los recursos materiales, la tecnología y el trabajo. La elec-
lenguaje común. De este modo, su introducción no sólo no disminu- ~ión de estos tres componentes y de la forma de combinarlos permite
ye sino que eleva la cualificación del médico. una amplia gama de posibilidades a la hora de configurar el proceso
En las unidades de vigilancia intensiva, el ordenador puede ser uti- de producción o la organización del trabajo. Dejando de lado los ma-
lizado para controlar las constantes vitales de los pacientes. Puede ser teriales sobre los que se va a trabajar, un empresario puede optar por
también programado para efectuar las correcciones necesarias en un uno u otro tipo de maquinaria, por un trabajo más o menos cualifica-
sistema de ciclo cerrado: modificar la mezcla de oxígeno, por ejem- do y por una u otra tecnología en la organización de un proceso pro-
plo. Si así se hiciera, supondría una fuerte descualificación de las en- du~tivo. Las decisiones que tome dependerán en parte de la viabilidad
fermeras, que se verían reducidas a atender las necesidades físicas económica de las distintas opciones; dependerán también, como he-
básicas de los pacientes. Sin embargo, no se hace aSÍ, sino que el or- mos visto, de sus propias preferencias y prejuicios, de las tecnologías
denador suministra simplemente información de acuerdo con la cual desarrolladas disponibles y de criterios políticos, o sea relativos a có-
las enfermeras o, en su caso, los médicos, toman las decisiones co- mo mantener el poder en la empresa; pero dependerán también, por
rrespondientes. cierto, de la capacidad de negociación o resistencia de los otros acto-
En los laboratorios, finalmente, un equipo automatizado y dirigi- res del proceso productivo: los trabajadores.
do por un ordenador puede realizar la mayor parte de los análisis clí-
nicos tomando muestras de distintos especímenes, sometiéndolos a
distintas pruebas bioquímicas y registrando y editando los resultados. Motivos y resultados de la recualificación del trabajo
El ordenador reduce, para la mayor parte de los análisis, la función
de los técnicos a unas cuantas tareas rutinarias y descualifica suStan- Si en las décadas de los cincuenta y sesenta se daba por desconta::k
cialmente su trabajo. Aquí, la posibilidad se convierte, invariablemen- que la división parcelaria del trabajo, las cadenas de montaje, el tay-
te, en realidad. lorismo y el empleo intensivo de capital fijo eran, por excelencia, la
¿Por qué esta diferencia? Lajustificación convencional viene a de- panacea del aumento de la productividad, el descontento obrero de
cir que las decisiones en el diagnóstico o el cuidado intensivo entra- finales de los sesenta y principios de los setenta, primero, y la crisis
ñan un alto riesgo, por lo que tanto los profesionales como el público económica, después, han conducido a una reconsideración del tema,
prefieren que sean tomadas por personas antes que por máquinas. aun de alcance limitado. Algunos de los motivos para ello son exter-
Otros estudios, sin embargo, indican que los pacientes llegan con fa- nos al sistema de fabricación en masa considerado en sí mismo. En
cilidad a confiar más en el ordenador que en el médico (Fagot, 1985). primer lugar, la producción en grandes series, escenario privilegiado
En cualquier caso, la explicación es mucho más sencilla: son los mé- de la descualificación del trabajo, exige mercados estables, y éstos de-
dicos quienes tienen más poder en las instituciones hospitalarias. Los jan de serlo cuando la crisis económica recorta la demanda efectiva
sistemas expertos de diagnóstico se diseñan de forma tal que no pon- o cuando, satisfechas sus necesidades básicas, los consumidores se
gan en cuestión el trabajo, la autonomía ni la autoridad del médico. muestran menos dispuestos a adquirir productos estandarizados y bus-
Las enfermeras se benefician de su mayor fuerza corporativa, de su can cierta variedad e individualización. En segundo lugar, exige tam-
proximidad a los médicos y, probablemente, de que éstos no podrían bién costes estables y esta estabilidad se ve cuestionada por las
mantener su autoridad sin la colaboración de ellas. Así, lo que deter- variaciones en los precios de las materias primas, el encarecimiento
mina el empleo que se hace de una tecnología de aplicaciones poten- de los productos semitransformados y la fuerza sindical del movimiento
ciales distintas es la fuerza relativa de los grupos que van a trabajar obrero. Por todo ello, los sistemas de producción rígidos son los que
con ella. Los analistas de laboratorio, que ni tienen fuerza propia ni peor soportan la incertidumbre, las variaciones de los mercados y los

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movimientos dclicos de la economía. Los sistemas de producción fle- mO la rotación, los problemas de calidad y los conflictos; por otro,
xibles, en cambio, se adaptan mejor a estas fluctuaciones y están en a q~e la inteligencia colectiva es si~mpre más poder~a que la de cual-
ascenso. Ahora bien, un sistema de producción flexible exige una or- . ml'noría si tiene las oportumdades de expresarse, lo que se tra-
ganización del trabajo radicalmente opuesta a la de la producción en ~~ . .
duce en un mejor ajuste de los métodos productlvo~, u~ :nenor tIem~
masa: maquinaria universal en vez de específica y, especialmente, ma- desde la concepción de un producto hasta su fabncaclOn y una sene
no de obra altamente cualificada que sea capaz tanto de emplear esa de innovaciones útiles. '
maquinaria, con máximo rendimiento, para diversos cometidos, co- Pero ¿hay que considerar los sistemas de fabricación flexibles y las
mo de implementar y corregir los diseños, técnicas y métodos previs- nuevas formas de organización de! trabajo como e! futuro de! capita-
tos por la dirección sin eternizar el proceso de desarrollo de un lismo o como un paréntesis obligado? Mi opinión es que lo ~egundo.
producto; esto requiere, además, una disposición de los trabajadores La investigación tecnológica se dirige hoy precisamente haCIa la pro-
a colaborar con la dirección que difícilmente puede conseguirse en la ducción de maquinaria susceptible de usos múltiples sin necesidad de
producción en masa, como veremos a continuación. una mano de obra altamente cualificada: los robots multiuso, concre-
Las limitaciones más importantes de la producción en masa, no tamente, pueden llegar a ser para la fabricación flexible lo que la ma-
obstante, son de orden interno. Unas son propiamente técnicas, co- uinaria tradicional de uso específico fue para la producción en masa;
mo, por ejemplo, la dificultad de coordinar a un gran número de tra- ~ opción por la automatización de las máquinas-h.erramienta con.~a­
bajadores que realizan tareas breves pero interdependientes, de modo se en e! control numérico en vez del sistema de regIstro/reproducClon,
que el retraso de uno, o e! error en e! cálculo de tiempos para un puesto a la que aludimos antes, no tiene otra finalidad que ésta. Las nuevas
de trabajo, se convierte fácilmente en retraso de todos (en los años formas de organización del trabajo, por su parte, no han l1e~ado en
sesenta se calculaba que la cuarta parte del tiempo de los trabajadores modo alguno a generalizarse siquiera mínimamente y han SIdo con
de la industria automovilística norteamericana se perdía debido al de- frecuencia abandonadas por las mismas empresas que las habían ex-
sequilibrio en las tareas a su cargo) . Otras son propiamente sociales. perimentado con notable éxito. La razón de esta polít,ica empr:sarial
El desinterés en el propio trabajo se traduce en descontento, aumento ya ha sido señalada antes: los empleadores no se gulan por sImpl~s
del absentismo, abandono del empleo tan pronto se presenta la opor- criterios de aumento de la productividad, sino, sobre todo y en pn-
tunidad (tumover), problemas de calidad, pequeños sabotajes, frecuentes mer lugar, por el móvil de mantener el control sobre la fuerza de tra-
conflictos que suponen pérdida de horas de trabajo, etcétera. Otras, bajo. Un sistema de fabricación flexible basado e~ el empleo d~ mano
en fin, están a caballo entre lo social y lo técnico: las oficinas de dise- de obra cualificada significa una fuerza de trabajo con capaCidad de
ño y métodos, que sólo conocen el taller como espectadoras, se equi- resistencia y negociación. Por su parte, el enriquecimiento de tareas
vocan y los trabajadores del taller, que ven su trabajo descualificado, y la participación, aunque sea muy primaria, de los trabaj.adore~ en
pierden, no adquieren o no están dispuestos a emplear sus capacida- las decisiones sobre el proceso de producción desatan de mmedlato
des para corregir estos errores. En numerosas ocasiones se ha inten- una lógica imparable y, en todo caso, temible para los empresarios:
tado hacer frente a estos problemas poniendo en pie lo que si podemos decidir sobre una pequeña parcela, e incluso hacerlo me-
genéricamente se denominan "nuevas formas de organización de! tra- jor que ellos, ¿por qué no sobre una parcela mayor., e ¿por que' so'1 o
bajo": enriquecimiento de tareas, círculos de calidad, trabajo en equi- sobre cómo fabricar algo y no sobre qué fabricar?, ¿por qué no sobre
po, recomposición de funciones, "neofordismo", etcétera. La dirección el conjunto del proceso productivo? Quizá nadie haya resumido e.1 pro-
del cambio es siempre similar: se reúnen varios puestos de trabajo frag- blema mejor que un directivo de la General Motors, Thomas Fltzge-
mentarios y se encomiendan a un grupo de trabajadores que pueden raId, en la Harvard Business Review:
rotar por las viejas tareas, realizarlas todas u organizar a su antojo
e! proceso de trabajo, siempre que cumplan ciertas normas de pro- ( ... ) Los temas de participación no se restringen ne.cesariam.ente
ductividad. Sistemáticamente, estos experimentos arrojan una mayor a esos pocos asuntos que la dirección considera de mterés direc-
productividad por trabajador/hora. Por un lado, ello se debe a que to y personal para los empleados. ( ... ) [Un plan no puede] man-
un trabajo más interesante hace disminuir radicalmente e! absentis- tenerse largo tiempo sin que, A) sea reconocido por los empleados

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como manipulador o, B) conduzca a expectativas de una parti- y' 'concreta" para justificar esta partición, precisamente lo que nece-
cipación más amplia y significativa - " ¿Por qué sólo nos pre- sitaba una escuela que divide a los jóvenes entre los que desempeña-
guntan sobre los planes para pintar la oficina y no sobre la rán un trabajo manual, o de ejecución, y los que>.desarrollarán un
sustitución de este viejo equipo o la reorganización de este ins- trabajo intelectual, o de concepción. La idea de formación integral
trumental?"-. Una vez que se ha mostrado (o que se cree que trata justamente de reunir estos polos separados, de compaginar tra-
se ha mostrado) que se es competente en, por ejemplo, reorde- bajo y estudio, saber práctico y teórico, abstracto y conqeto.
nar e! lugar de trabajo, y cuando la participación se ha conver- La batalla entre los partidarios de la formación integral para todos
tido en una actividad consciente y con apoyo oficial, los y los defensores de una enseñanza diferenciada y especializada ha si-
participantes pueden muy bien querer pasar a los temas de asignación de do siempre desigual. Los primeros sacaban sus argumentos de la crí-
tareas, distribución de recompensas e incluso selección de los responsables. tica de los efectos de una formación unilateral y de la afirmación de
En otras palabras, el actual monopolio [de control] de la dirección pue- que e! ser humano debe desarrollarse de forma polifacética. Estos pue-
de llegar a ser, él mismo, objeto de discusión (citado ppr Edwards, den ser, y probablemente son, argumentos de un gran peso moral,
1979). pero de poco efecto práctico en una sociedad que identifica el progre-
so con e! bienestar material, la abundancia de productos de consumo
y la competitividad en la arena económica internacional. Los segun-
Un viejo y nuevo reto para la educación dos, los partidarios de una formación unilateral -es decir, de una
especialización estrecha-, lo tenían más fácil, pues podían recurrir
Existe una vieja reivindicación humanista y socialista, por un lado, sin esfuerzo al argumento pretendidamente realista de las supuestas
y especialmente sostenida por los educadores, por otro, que queda re- exigencias de la estructura del empleo. Y, en la pugna entre un fin
cogida en la expresión:formación integral. Por tal podría entenderse hoy moral y una necesidad económica, entre la utopía y e! realismo, entre
una educación que atendiera simultáneamente a los aspectos prácti- los fines vagos de la formaciónm integral y e! propósito concreto de
cos, técnicos, estéticos y teóricos del aprendizaje. Tradicionalmente, una mano de obra ajustada a la oferta de empleo, tenía que ganar
la escuela ha escindido los distintos aspectos del desarrollo humano necesariamente lo segundo.
asignándolos a ramas escolares distintas y a poblaciones distintas. La Y así ha sido, hasta el punto de que hoy, o bien ya no se habla
triste realidad social -y, sobre todo, productiva- de que unos deci- apenas de formación integral, o se hace de manera vergonzante: puesto
den -y, por tanto, conciben, piensan, crean, etcétera- y otros eje- que les espera un futuro de paro, ahora podemos educar a los jóvenes
cutan -y, por consiguiente, deben adquirir habilidades manuales y para el ocio, la vida comunitaria, la creatividad, etcétera. El objetivo
aprender a someterse a normas- se ha traducido en vías escolares de la formación illtegral reaparece, en primer lugar, por la puerta de
paralelas: una que discurre desde la enseñanza primaria, pasando o atrás, no atacando e! problema de! trabajo sino agradeciendo -¡bonito
no por la formación profesional, hacia los empleos subordinados y ca- consue!o!- que ya no lo sea tanto, ahora que no aparece claramente
rentes de iniciativa; otra que, a través de la secundaria académica _ en el horizonte; pero, en segundo lugar, reaparece degradado, pues
e! bachilIerato- y, en su caso, los estudios superiores, lleva a empleos lo que se ::>frece no es la vieja educación para e! trabajo más una edu-
o posiciones sociales en los que se requiere iniciativa y/o ejercicio de cación para otras esferas de la vida social e individual, sino, simple-
la autoridad. Esta escisión se manifiesta en curricula diferentes, inclu- mente, esta segunda parte, cayendo así en un unilateralismo de signo
so mucho más diferentes de lo que, a primera vista, pudieran pare- contrario -más bien imaginario, sin embargo, pues las supuestas de-
cer: bajo e! mismo epígrafe "Matemáticas", alumnos de la misma mandas del empleo siguen marcando la pauta-o Es e! corolario del
edad pero ubicados en ramas escolares distintas pueden aprender "cál- pesimismo sociológico al que aludíamos al principio: puesto que no
culo" (o sea, un ejercicio repetitivo) o "problemas" (o sea, un ejerci- van a tener empleo y, cuando lo tengan, será un trabajo descualifica-
cio creativo); bajo el mismo epígrafe "Lengua", pueden realizar do, basta con enseñarles al respecto a leer y escribir, las cuatro reglas
"dictados" o "redacciones", y así sucesivamente. La psicología se y un puñado de destrezas básicas, y podernos dedicar e! resto del tiempo
ha apresurado a inventar los conceptos de inteligencia "abstracta" a prepararlos para el ocio o recitarles la Constitución.

118 119
Sin embargo, del panorama que hemos presentado de la evolución dad económica. El objetivó· de aumentar la riqueza nacional
y perspectivas del proceso de trabajo se desprende una línea de acción _ampliamente compartido por unos y por otros, pues se suele supo-
muy distinta. Básicamente, se debe recordar dos conclusiones a las ner que, si aumenta la tarta, aumentarán las porciones de todos in-
que habíamos llegado : que la degradación del trabajo no es un resul- cluso si no hay redistribución- ya no pasa necesariamente por que
tado inevitable de la tecnología, sino un resultado buscado por las op- la escuela haga lo que los empresarios digan . La mayoría de los em-
ciones conscientes de quienes podían tomarlas y que las formas de presarios optan por una mano de obra descualificada aunque bien so-
organización del proceso productivo que se basan en una elevada cua- cializada -vale decir disciplinada-, pero también los hay que han
lificación del trabajo son, no sólo más gratifican tes para los trabaja- comprendido la mayor productividad de una mano de obra cualifica-
dores, sino también más productivas para las empresas y para la da y polivalente, a pesar de los riesgos que para ellos entrañe en térmi-
sociedad. No pretendemos que lo segundo haya quedado probado con nos de control del proceso productivo . Por lo demás, tengan o no por
la fuerza de la demostración de un teorema, pero es que el estudio voceros a grupos distintos de empresarios, las dos opciones sobre la
de la realidad social no se presta a los teoremas . Un trabajador que organización de! trabajo y el tipo de cualificación -y, por consiguiente,
posee una elevada cualificación y la ejerce eleva la productividad de el tipo de educación- están ahí presentes.
su puesto de trabajo, probablemente, porque mejora la asignación de Así las cosas , se torna superflua la discusión sobre si la escuela de-
recursos, supera los desequilibrios en otros factores de la producción, be o no preparar para el trabajo, si para el trabajo o "para la vida",
etcétera. Hay muchas teorías sobre el por qué, probablemente com- etcétera. De lo que se trata es de saber qué tipo de trabajo y qué tipo
plementarias, pero lo que importa aquí es que la práctica totalidad de educación queremos. Aunque la escuela pueda y deba ser el lugar
de los estudios empíricos reflejan ese aumento de la productividad o, en e! que los jóvenes se forman para otras muchas cosas que el em-
en el peor de los casos, no indican un descenso (véanse, por ejemplo, pleo, la sombra de éste siempre estará presente y jugará un notable
desde distintas perspectivas, Rosenberg y Rosenstein, 1980; Jones y papel determinante. Pero esta sombra yano es única, sino múltiple:
Svejnar, 1982; Dettelback, 1974; Griliches, f.d .; Goldstein y Buxton, todo depende de qué tipo de organización del trabajo tengamos en
1982; Hackman y Lawler, 1971; Gyllenhammar, 1977; Berg, Free- mente . Ya no hay que sustraerse a la problemática del trabajo para
man y Freedman, 1978; Rumberger, 1985; Levin, 1984; Piore y Sa- proponer una educación libre de sus dictados, sino que optar, al mis-
bel, 1984; Castillo y Prieto, 1983; Fernández Enguita, 1986a). mo tiempo que por un proceso de trabajo multilateral, creativo y sa-
Ahora bien , en un contexto de rotáción en los empleos, cambio cons- tisfactorio -y por ello mismo- por una cualificación elevada y una
tante en las técnicas de producción, sistemas de fabricación flexibles , formación polivalente para todos. En este sentido, el proyecto de trans-
etcétera, alta cualificación quiere decir necesariamente polivalencía; o formación de la escuela se vuelve in disociable del proyecto de trans-
sea, habilidad práctica y capacidad de razonamiento abstracto, do- formación del lugar de trabajo.
minio de unas funciones determinadas pero también conocimientos Los enseñantes y sus organizaciones harían bien en intentar conectar
suficientes de las funciones conexas. Un trabajador estrechamente es- su lucha por una formación polivalente con la de los trabajadores contra
pecializado es , por definición -al menos en lo que depende de la for- la degradación de su trabajo . Los sindicatos de trabajadores, por su
mación adquirida en la escuela-, alguien incapacitado para valorar parte, deberían prestar más atención a que la escuela ofrezca el tipo
y tomar iniciativas sobre un proceso colectivo que rebasa con mucho de formación necesario para estar en condiciones de responder a pro-
los límites de su especialidad y condenado, por otra parte, a que, más cesos de trabajo recompuestos, enriquecidos y cambiantes. Pero, aun-
tarde o más temprano, su especialización resulta obsoleta . En conse- que ninguna de estas dos cosas ocurra, es decir, aunque los enseñantes
cuencia, podemos afirmar que también desde el punto de vista de la produc- y los trabajadores continúen haciendo cada uno la guerra por su cuenta,
tividad, o de la economía, una sociedad industrializada necesita de una la transformación de la escuela contribuye indirectamente a la trans-
fuerza de trabajo altamente cualificada y polivalente. 0, dicho de otro formación del lugar de trabajo; más exactamente, el avance hacia una
modo, la formación polivalente pasa de ser meramente -lo que no formación polivalente contribuye indirectamente a que los trabajado-
era poco- un principio humanista, un objetivo social, una opción pe- res resistan y subviertan las tendencias a la degradación de los proce-
dagógica reformista, o sea un buen deseo, a ser , además, una necesi- sos de trabajo .

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Efectivamente, todos hemos oído hablar de eso que suele llamarse problema presupuestario. Sustituir la división entre enseñanza profe-
"sobreeducación", o exceso de educación. En síntesis, el argumento sional Y académica por su unificación en un tronco común integrado
viene a decir que, por efecto de la confianza popular en las virtudes y polivalente es una opción política. -10,.

de la educación, de las políticas oficiales de igualdad de oportunida- Más interés tiene precisar qué idea tenemos sobre el alcance y la
des y de la lucha entre grupos de status a través de las credenciales profundidad de una formación polivalente . La expresión "formación
otorgadas por el sistema escolar, la gente recibe mucha más educa- polivalente " aparece de manera reiterada, desde hace muc,hos años,
ción , como promedio, de la que realmente necesitará en su empleo. en toda la literatura oficial y oficiosa sobre la educación, particular-
Este fenómeno comenzó a preocupar cuando, por una parte, se com- mente en la de los organismos internacionales, las comisiones (inter)
prendió que no se podía estar hablando durante años a los jóvenes ministeriales , las reuniones de expertos , etc.~t~ra . Esta profusión na-
de igualdad, desarrollo personal , ascenso y otras cosas, para luego ofre- ció simplemente de la constatación de que la éscuela no podría jamás
cerles empleo sin salida; y, por otro, cuando se constató que, en tra- aportar una oferta de estudios tan variada como las demandas de una
bajos de índole rutinaria, sus ocupantes suelen ser menos productivos estructura del empleo altamente diferenciada y especializada. Los em-
-debido a su descontento- cuanta más educación tienen. El corola- pleadores sabían que tendrían que entrenar por sí mismos a sus tra-
rio espontáneo del empleo del término "sobreeducación" es que hay bajadores para puestos de trabajo específicos, que tendrían que hacerlos
que educar menos, pero podemos dar fácilmente la vuelta al asunto rotar por estos puestos, que los mismos puestos cambiarían interior-
si , en su lugar, hablamos de infrautilización de las capacidadts adquiridas mente , que no existe un mecanismo eficaz que asigne a la persona
(esto es, al fin y al cabo, la descualificación del trabajo) . Es fácil intuir adecuada al lugar adecuado y que la parafernalia tecnológica de las
que, rerum sic stantibus, cuanta más educación tenga una persona, cuanto escuelas suele ser pobre y anticuada en relación con la de las empre-
más polivalente sea ésta,cuanto más le haya servido para desarrollar sas . Por eso , en su boca, la expresión "formaci5n polivalente" quería
su capacidad de iniciativa, más alto pondrá el listón de lo que consi- decir tan solo que la escuela, aparte de disciplinarlos, impartiera a
dera un empleo satisfactorio. Nadie pide lo que no conoce, pero la los jóvenes los conocimientos básicos para pasar rápidamente por pro-
escuela, ampliando los horizontes personales y sociales de los jóvenes, cesos de aprendizaje sobre el terreno, o sea el mínimo común deno-
pone la semilla para que éstos exijan el enriquecimiento de su proceso minador de todos los empleos -salvo, claro está, para los llamados
de trabajo y se resistan a su degradación. Por eso decimos que contri- a ocupar puestos superiores en la jerarquía laboral-o En otras pala-
buye indirectamente a la transformación del lugar de trabajo . bras: "Entréguenoslos con unas capacidades básicas, que nosotros los
Para terminar, debemos hacer todavía alguna precisión sobre el tér- prepararemos para puestos de trabajo específicos" . Naturalmente,
mino polivalencia. No habrá pasado inadvertido al lector que hemos pronto se les ocurrió que estos procesos de entrenamiento específicos
sustituido, subrepticiamente, la expresión "formación integral" por también podrían ser financiados con fondos públicos y nació la hoy
la de "formación polivalente". Ciertamente, estas dos expresiones evo- boyante formación ocupacional . Así es como las consignas de "for-
can ideas distintas, aunque no contrapuestas . El término "polivalen- mación polivalente" (o incluso, puesto que las palabras no cuestan
te" alude a una formación que capacite a la persona para desempeñar dinero, " integral " ) y "educación permanente" (o "recurrente") se
diferentes puestos de trabajo. El término "integral" se refiere al de- convirtieron en el grito de guerra de los empleadores y de sus porta-
sarrollo de todas las facultades de la persona, que van más allá de aque- voces privados y públicos .
llo. No podríamos imaginar una formación integral que excluyera la De la perspectiva que aquí hemos planteado no se desprende una
faceta estética, pero no nos causaría embarazo calificarla de poliva- formación que sea el mínimo (o máximo, tanto da) común denomi-
lente . Lo que ocurre es que la división y especialización de las ramas nador de todos los empleos, sino, para quien guste de los símiles ma-
de enseñanza no se debe a ninguna discusión sobre si niños y jóvenes temáticos, algo bastante más parecido al mínimo común múltiplo. Es
deben o no aprender música, sino a un debate exclusivamente referi- decir: se trata de una formación polivalente que capacite para desem-
do a aquellas materias de enseñanza que tienen que ver con futuros peñar una familia de empleos cualificados y, sobre todo, para com-
laborales alternativos . Añadir o no un área estética a cualquier curri- prender las bases generales, científico-técnicas y socioeconómicas, de
culum, sea profesional, académico o integrado, es, como mucho, un la producción en su conjunto ; que reúna la adquisición de habilida-

122 123
des ~ destrezas genéricas y específicas con el desarrollo de capacida- CAPITULO V
des .Intelectuales y estéticas; que unifique, en definitiva formac" REPRODUCCION, CONTRADICCION,
teónca y á ' R' ,Ion
. pr ctlca. esta deCir algo que no se le habra' esc d ESTRUCTURA y ACTIVIDAD HUMANA
dI' apa o a na-
le re aClonado con la problemática de la educacI'o'n' h
h bl d . que no emos EN LA EDUCACION
a a o en absoluto del desarrollo de capacidades sociales ersona-
les no relevantes en el mundo de! trab . , yP
I'd '. aJo pero SI en otras esferas de
a VI a comUnItana e individual Sólo ha l" ,
'b . y una exp IcaCIon' aquí nos
oc~pa a~os de la.s rel~ciones entre tecnología, trabajo y educación
y esa sena otra hIstona. Otra vez será. '

Las teorías de la reproducción en sociología de la educación se hallan


sometidas hoya un intenso fuego cruzado por parte de quienes les
achacan no haber visto la existencia de conflictos y resistencias dentro
de y en torno a las instituciones educativas y de quienes les acusan
de no haber dejado espacio alguno para la actividad humana. Son ta-
chadas incesantemente de mecanicistas, economicistas, reduccionis-
tas, estructuralistas, marcadas por el funcionalismo, etcétera. Florecen
sin cesar las posiciones alternativas y, en particular, se afirma lo que
se ha dado en llamar la teoría de la resistencia (Apple, 1985; Giroux,
1983b). Quien se mueva en el mundillo de la sociología de la educa-
ción habrá podido notar, además, que la hostilidad verbal es muy su-
perior a la escrita y se encuentra al alcance de cualquier aficionado,
quizá porque obras de la calidad de las de Baude!ot y Establet (1976),
Bowles y Gintis (1976b) o Bourdieu y Passeron (1970) son más fáciles
de denostar que de criticar seriamente -lo que no significa que no
existan críticas serias. El objetivo de este capítulo, dicho muy breve-
mente, es hacer una defensa matizada de la perspectiva de la repro-
ducción argumentando que reproducción y contradicción, o estructura
y actividad humana, no son necesariamente incompatibles. Puede con-
siderarse como una continuación del ensayo que figura como capítulo
1 de esta recopilación, consistente en la defensa de lo que considera-
mos la principal aportación de la perspectiva -marxista, lo que ex-
cluye, por ejemplo, a Bourdieu y Passeron de la reproducción: el énfasis
de la eficacia ideológica propia y directa de las relaciones sociales ma-
teriales dentro y fuera de la escuela, frente a la consideración exclusi-
va o prioritaria del contenido de la enseñanza, vale decir de las
relaciones de comunicación.
124
125
Marx y la reproducción capitalista ducción capitalista propiamente dicho -en cuanto que su resultado
vuelve a ser el obrero desposeído- y parcialmente t;n la esfera del
En e! libro primero de El capital, escribía Marx (1975a: JI, 695): consumo. Desde este punto de vista, e! consumo indiv-idual del obre-
rO es consumo productivo, salvo que la correlación de fuerzas frente
Cualquiera que sea la forma social de! proceso de producción, al capitalista le permita empujar su consumo más allá de lo estricta-
es necesario que éste sea continuo , que recorra periódicamente, mente necesario para seguir trabajando, pero podemos prescindir de
siempre de nuevo, las mismas fases . De! mismo modo que una esto último. Los mismos actos que desde el punto de vista del trabaja-
sociedad no puede dejar de consumir, tampoco le es posible ce- dor son consumo individual encaminado a satisfacer sus necesidades
sar de producir. Por tanto , considerado desde este puma de vis- personales, desde el punto de vista del capitalista son consumo pro-
ta, de una interdependencia continua y de! flujo constante de ductivo: así la alimentación, e! vestido , el cobijo o la adquisición de
su renovación, todo proceso social de producción es al propio destrezas técnicas. "La reproducción de la clase obrera implica, a la
tiempo proceso de reproducción. vez, que la destreza se transmita y acumule de una generación a otra"
(Marx, 1975a: n, 706). Huelga aclarar que aquí entra la escuela.
Si nos limitamos a considerar los factores no humanos de la pro- Detengámonos todavía en otro aspecto de la reproducción capita-
ducción, esto se reduce a que una parte de! producto debe ser utiliza- lista no señalado explícitamente por Marx (1975a: n, 706).
da siempre como medios de producción en los ciclos productivos
posteriores, tal como, por ejemplo, una parte de la cosecha agrícola El proceso vela para que esos instrumentos de producción auto-
ha de ser empleada como semilla en la siguiente siembra, pues de no conscientes (los obreros) no abandonen su puesto, y para ello
ser así e! proceso productivo se interrumpiría. Pero Marx se refiere aleja constantemente del polo que ocupan, hacia e! polo opues-
al conjunto de las condiciones de la producción, incluidos e! capital to ocupado por el capital, el producto de aquéllos. El consumo
y la fuerza de trabajo. La conditio sine qua non para que pueda iniciarse individual, de una parte , vela por su propia conservación y re-
el proceso capitalista de producción es que existan, de un lado, el pro- producción, y de otra parte, mediante la destrucción de los me-
pietario de los medios de producción y, de otro, el trabajador despo- dios de subsistencia, cuida de que los obreros reaparezcan
seído de ellos, es decir, sin otra posesión que su fuerza de trabajo. constantemente en el mercado de trabajo. El esclavo romano es-
Pero este presupuesto del proceso productivo capitalista es también taba sujeto por cadenas a su propietario; el asalariado lo está
su resultado, pues al final de! mismo e! propietario del capital ve con- por hilos invisibles. El cambio constante de patrón individual
servado o acrecentado éste y e! trabajador sigue sin poseer otra cosa y lajictio Juris del contrato, mantienen en pie la apariencia de
que su fuerza de trabajo. El resultado de! proceso capitalista de pro- que el asalariado es independiente.
ducción, pues, no es solamente la reproducción de sus elementos ma-
teriales, sino también la reproducción de sus agentes sociales, e! La comparación entre e! asalariado moderno y el esclavo antiguo
capitalista y e! trabajador, yen la rnisr.·la condición que antes, es de- nos servirá como punto de partida. En cualquier modo de producción
cir, la reproducción también de la relación social. "El proceso capita- anterior, la sujeción de los trabajadores, la reproducción de su condi-
lista de producción, emsiderado en su interdependencia o como ción social, debe ser asegurad a en cada momento por medios extrae-
proceso de reproducción , no sólo produ ce mercancías, no sólo produ- conómicos. La relación del campesino medieval con la tierra no le
ce plusvalor , sino que produce y reproduce la relación capitalista mis- obliga a entregar al señor una parte de su cosecha en especie o en di-
ma: por un lado el capitalista, por otro e! asalariado " (Marx, 1975a: nero, o a poner a su disposición una parte de su tiempo. Lo que le
Ir, 712). fuerza a ello es la espada del señor, aunque generalmente baste con
La reproducción de la fuerza de trabajo signitíca su reproducción su mera evocación. En e! caso del capitalismo, sin embargo, no se pre-
en condiciones de ser explotada, es decir, con la salud suficiente, las cisa ninguna intervención extraeconómica - salvo que los propios tra-
destrezas adecuadas y las disposiciones oportunas . La r eproducción bajadores se comporten extraeconómicamente, es decir,
de la fuerza de trabajo tiene lugar parcialmente en e! proceso de pro- políticamente-, pues la reprodu cción de la relación social es resulta-

126 127
do del proceso económico por sí mismo. Este automatismo está en la los deportes, etcétera. Dejemos también de lado el hecho de que este
base de la fascinación que ejerce la idea de la reproducción. batiburrillo borre las fronteras entre el Estado y la sociedad civil y cua-
Para pasar de aquí a la perspectiva de la reproducción en sociolo- lesquiera otras que el mero sentido común pueda a(:onsejar. Althus-
gía de la educación, sólo era necesario ponerse a analizar en qué me- ser señala que el principal de estos AlE, en nuestros días, es la escuela.
dida y por medio de qué mecanismos el consumo individual de A la escuela, por consiguiente, corresponde lo fundamental de la re-
escolaridad por parte del obrero se convierte en consumo productivo, producción, pues "en efecto, son éstos [los Aparatos Ide~lógicos de
reproductor de la fuerza de trabajo, desde el punto de vista del capi- Estado], los que aseguran, en su mayor parte, la reproducción inclu-
talista. Aquí nos mantendremos dentro del campo de la sociología mar- so de las relaciones de producción" (1977: 91). La enumeración de
xista y nos limitaremos a repasar brevemente los planteamientos de los AlE que hemos hecho antes era extensiva, de donde se deduce que
Althusser, Baudelot y Establet y Bowles y Gintis. Althusser minimiza el papel del proceso mismo de producción en la
reproducción de las relaciones s Jeíales de producción y lo reduce a
nada en términos ideológicos, e" decir, reduce a nada su capacidad
Althusser: la escuela como sede de la reproducción ideológica propia. Se diría, pue~ que al proceso de producción perte-
nece solamente la reproducción material, mientras que la reproducción
"La reproducción de la fuerza de trabajo tiene lugar, en lo esencial, social es asunto de la escuela, con ayuda secundaria de otros AlE. Al-
fuera de la empresa", afirma Althusser (1977: 72). Para que h fuerza go que concue:da con el conocido menosprecio althusseriano por las
de trabajo sea efectivamente reproducida como tal es preciso, además teorías marxianas de la alienación, el fetichismo y la reificación, su-
de asegurar supervivencia material, añadirle las competencias nece- puestamente "premarxistas".
sarias para ser empleada en el complejo proceso de producción, com- La descabellada definición que da de la ideología, su rechazo de
petencias que serán diversas en concordancia con la división la teoría marxiana de la ideología como algo "francamente positivis-
técnico-social del trabajo. La escuela enseña" algunas técnicas", al- ta" o "fuerbachiano" (quiere decir humanista), el olvido del proceso
go de "cultura cientlfica y literaria": ciertas habilidades, en suma; de producción, la sin par violación del diccionario por los "aparatos
pero también enseña "reglas de la moral, de la conciencia cívica y ideológicos de Estado" , la conversión de la vulgar distinción entre go-
profesional, lo que, hablando claramente, significa reglas del respeto bierno y Estado y una fastuosa delimitación entre "poder" y "apara-
a la división técnico-social del trabajo y, en definitiva, reglas del or- to", la simplificación sin igual de la idea gramsciana de hegemonía
den establecido por medio de la dominación de clase" (1977: 72-75). o la confusa relación entre ideología y prácticas no pueden ser discu-
Hasta aquí, el planteamiento de Althusser tiene la virtud de lla- tidas en este lugar. Baste con señalar que Althusser abre la puerta al
mar la atención sobre el papel funcional de la escuela en la reproduc- análisis del papel de la escuela en la reproducción de las relaciones
ción de la fuerza de trabajo. El segundo acierto del autor es hacer notar de producción y los actores sociales del capitalismo.
que las ideologías tienen una existencia material en prácticas y ritua-
les (1977: 106-7) aunque es difícil decidir si son las prácticas las que
determinan la ideología o al contrario para él. La cosa se complica Baudelot y Establet: la reproducción de la división social
cuando trata de ofrecer una teoría general de la ideología. Dejemos del trabajo
de lado el hecho de que ésta se presente como un fenómeno de cuarto
grado: "La ideología es una representación [cuatro] de la relación [tres] La teoría althusseriana de los aparatos ideológicos, con su particular
imaginaria [dos] de los individuos con sus condiciones de existencia consideración de la escuela, no pasaba de ser una proposición teóri-
[uno]" (1977: 103). Althusser distingue entre el poder y los aparatos ca, sugestiva aunque discutible en muchos aspectos. Baudelot y Esta-
del Estado. Estos últimos, a su vez, se dividen en el aparato represivo blet emprendieron un análisis pormenorizado del sistema escolar
yen los aparatos ideológicos (AlE). Entre los AlE figuran las iglesias, francés con el objeto de mostrar su contribución a la reproducción de
las escuelas, la familia, el sistema jurídico, el sistema político, los par- la división social del trabajo. Su contribución, decimos, porque estos
tidos, los sindicatos, los medios de comunicación, las letras, las artes, dos autores, más prudentes en ese terreno que Althusser, no preten-

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den que la escuela sea la sede principal de la reproducción tout court,
nidos y métodos pedagógicos, opuestas por la base social en la que
sino tan sólo el lugar principal de la reproducción ideológica y una
reclutan Y el lugar de la producción al que conduce.n. En realidad,
contribución a la reproducción material.
lo que Baudelot y Establet realmente argumentan -.:'aunque su tra-
bajo podría dar a pie hipótesis más ambiciosas- es que la escuela con-
Como tal, este aparato contribuye, en cuanto a la parte que le concier-
tribuye a la reproducción de la división social del trabqjo, lo que no es
ne, a reproducir las relaciones de producción capitalistas ( ... ) Los
más que una parte del conjunto de las relaciones sociales de produc-
demás aparatos ideológicos (partidos burgueses, televisión, pu-
ción, y de la fuerza de trabajo.
blicidad, ejército, iglesia . . . ) cuya acción se ejerce, o bien si-
multáneamente o bien ulteriormente, pueden cumplir su función
de dominación ideológica sólo sobre la base de la inculcación
primaria realizada por el aparato escolar. El aparato escolar ocu- Bowles y Gintis: el principio de correspondencia
pa así un lugar privilegiado en la superestructura del modo de
producción capitalista porque es, entre todos los aparatos ideo- El horizonte de Schooling in capitalist America es aún más ambicioso, y
lógicos, el único que inculca la ideología dominante sobre la ba- la forma en que se intenta alcanzarlo es verdaderamente brillante. Para
se de la formación de la fuerza de trabajo (1976: 41, 254-5). Bowles y Gintis, lo central en la reproducción de las relaciones socia-
les es la reproducción de la conciencia. Las relaciones sociales no pue-
Como puede verse, una vez más es olvidada la eficacia ideológica den mantenersl' sino excepcionalmente a través de la represión;
de las relaciones de producción y cambio por sí mismas; de hecho, normalmente, deben hacerlo con base en su aceptación por los acto-
leyendo La escuela capitalista en Francia parecería que éstas sólo empu- res sociales, o en el peor de los casos con base en la idea fatalista de
jan a la conciencia a convertirse en conciencia revolucionaria, lo que su inevitabilidad. Esta conciencia no surge como simple subproducto
se encarga de impedir la escuela. de la experiencia cotidiana, sino que las relaciones sociales deben ser
¿Cuál es la "parte que le concierne" reproducir a la escuela? "Con- concientemente organizadas para este propósito. Los principales ins-
tribuye a la formación de la fuerza de trabajo" y "a la inculcación trumentos, en este sentido, son la familia y, sobre todo, la escuela.
de la ideología burguesa". ¿Mediante qué mecanismos? Primero, "la
repartición material de los individuos en dos masas desiguales (75 por
( ... ) Hemos identificado los dos objetivos principales de la po-
100-25 por 100) distribuidas entre dos redes internas de la escuela y en-
lítica educativa de las clases dominantes: la producción de la fuer-
tre dos posiciones tendencialmente opuestas de la división del trabajo
za de trabajo y la reproducción de las instituciones y las relaciones
sobre las cuales estas dos redes desembocan en el exterior de la escuela";
sociales que facilitan la conversión de la fuerza de trabajo en be-
segundo, "la inculcación de la misma ideología burguesa bajo dos for-
neficios. Ahora podemos ser considerablemente más concretos
mas diferentes, correspondientes a las dos masas consideradas, con
sobre la forma en que las instituciones educativas se estructu-
un destino único: el mantenimiento de las relaciones de producción
ran para alcanzar estos objetivos . . . Primero, la escuela produ-
existentes. Esta inculcación va a la par, como hemos visto, del recha-
ce muchas de las cualificaciones técnicas y cognitivas requeridas
zo y el disfraz de la ideología del proletariado". La escuela contribu-
para un desempeño adecuado de los empleos. Segundo, el siste-
ye, pues, a la reproducción: '(1) contribuyendo a reproducir
ma educativo ayuda a legitimar la desigualdad económica. ( ... )
materialmente la división en clases; 2) contribuyendo a mantener, es de-
La orientación objetiva y meritocrática de la educación estadu-
cir, a imponer, las condiciones ideológicas de las relaciones de domi-
nidense reduce el descontento por la división jerárquica del tra-
nación y de sumisión entre las dos clases antagónicas, relaciones
bajo y por el proceso a través del cual los individuos alcanzan
conformes a la lucha de clase capitalista" (1976: 254).
posiciones en ella. Tercero, la escuela produce, recompensa y
El procedimiento de la argumentación consiste en mostrar que pue-
certifica las características personales relevantes para la ocupa-
den identificarse, dentro del aparato escolar supuestamente único, dos
ción de las posiciones de lajerarquía. Cuarto, el sistema educa-
redes escolares distintas, incomunicadas, heterogéneas en sus con te-
tivo, a través del patrón de distinciones de status que fomenta,
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131
refuerza la conciencia estratificada en que se basa la fragmenta- Bowles y Gintis apoyan esta interpretación en una serie de sofisti-
ción de las clases económicas subordinadas. (Bowles y Gintis, cados estudios empíricos sobre las normativas de los centros de ense-
1976b: 129-30). ñanza, los rasgos no congnitivos o de personalidad t<ecompensados o
indeseados por las escuelas y empresas, comparaciones de la capaci-
Lo que permite al sistema educativo desempeñar estas diversas fun- dad predictiva del éxito escolar y la productividad laboral por los ras-
ciones es la vigencia del "principio de correspondencia". La estruc- gos cognitivos y no cognitivos, las actitudes hacia la educación según
tura y las relaciones sociales de la escuela son una réplica de la la clase social y el tipo de trabajo del padre, etcétera, si bien éstos,
estructura y las relaciones sociales de la producción capitalista. como ellos mismos reconocen, no son más que indicadores indirectos
de las relaciones sociales. También se apoyan en otra línea de argu-
El sistema educativo ayuda a integrar a la juventud en el siste- mentación directa, el trabajo de los historiadores "revisionistas" de
ma económico, en nuestra opinión, a través de la corresponden- la educación norteamericana, que han puesto la búsqueda del control
cia estructural entre sus relaciones sociales y las de la educación. y la integración sociales en el centro de la historia de las reformas es-
La estructura de las relaciones sociales en la educación no sólo colares en Estados Unidos, yen una indirecta, la demostración esta-
habitúa al estudiante a la disciplina del lugar de trabajo, sino dística de que la educación y el cociente de inteligencia, por sí mismos,
que desarrolla los tipos de conducta personal, modos de auto- no juegan el papel que la interpretación dominante pretende asignar-
presentación, imágenes de sí e identificaciones de clase social que les en la distribución de las oportunidades sociales y educacionales en
son los ingredientes cruciales de la idoneidad para el empleo ese país.
(1976b: 131).

Lo que importa no es tanto el contenido formal de la enseñanza Marx y el concepto de contradicción


como la experiencia cotidiana vivida. La división jerárquica del tra-
bajo productivo se refleja en las líneas de autoridad administración- El marxismo vulgar ha estirado el concepto de contradicción hasta con-
profesores-alumnos. La alienación del trabajador respecto del producto vertirlo en principio de todo movimiento. Las expresiones de esta idea
y el proceso de su trabajo lo hace en la alienación -falta de control han llegado a ser realmente grotescas, como en el caso de las contradic-
y de implicación- del alumno respecto del contenido y el método de ciones en el seno del pueblo del Gran Piloto y Timonel Mao Zedong, o
su aprendizaje y su motivación mediante un sistema de recompensas en el papel asignado a la contradicción como concepto central de las
extrínsecas. La fragmentación del trabajo se refleja en la competencia ciencias de la naturaleza por el materialismo dialéctico staliniano. Para
escolar institucionalizada y en la clasificación y la evaluación preten- Marx, sin embargo, la contradicción -la contradicción real, y no la
didamente meritocráticas. Más aún: la correspondencia llega hasta mera contradicción especulativa entre el ser y el no ser- era un rasgo
el punto de diferenciarse por niveles de educación, de acuerdo con específico y exclusivo de la sociedad capitalista. De la sociedad y no
los distintos niveles de la estructura ocupacional que estarán llama- del dominio de la naturaleza. Y del capitalismo, no de ningún modo
dos a alcanzar los estudiantes. En los niveles inferiores de la empresa de producción anterior ni posterior (Colletti, 1975). La contradicción
y la escuela se subraya la disciplina externa, el sometimiento a nor- es el resultado de la ruptura de una unidad de dos polos diferentes
mas; en los niveles intermedios de una y otra, la predecibilidad y la que llegan a cobrar una existencia separada, pero esa unidad y esa
seriedad o fiabilidad, es decir, la disposición a trabajar sin una conti- ruptura no son simplemente pensadas, sino reales. La crisis es el res-
nua supervisión directa; en los niveles superiores, en fin, la' interiori- tablecimiento violento de la unidad perdida. Se entenderá mejor esto
zación de las normas de la institución. De esta manera, cuando los con un ejemplo del propio Marx.
alumnos dominan ya un tipo de regulación de la conducta son canali- En el libro 1 de El capital, al tratar el dinero como medio de circu-
zados hacia el lugar correspondiente de la producción o se les permite lación y la metamorfosis de las mercancías, Marx polemiza implícita-
pasar al siguiente nivel escolar y aprender las nuevas formas de con- mente con Say, Milis y Ricardo, para quienes toda compra genera
ducirse. automáticamente una venta y viceversa. A diferencia del trueque, don-

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de efectivamente toda compra es a la vez venta, M-M, mercancía por 1975a: l, 138-9. La misma idea puede encontrarse desarrollada
mercancía, el ciclo de circulación de la mercancía es más complejo: en detalle en las Teorías del plusvalor, 1974: n, 31-41).
primero el productor vende su mercancía por dinero, después utiliza
ese dinero para comprar nuevas mercancías. El ciclo, por consiguien- Esta simbiosis de unidad interna y antítesis externas es para ~arx
te, es ahora M-D-M, mercancía-dinero-mercancía. La descomposición 'cción No podemos extendernos más aquí en el tratamlen-
~~rn t dl . .. '
de la vieja operación de trueque en dos operaciones de cambio abre . l de este tema Si nos hemos permitido una cita tan larga
to g e n e r a ' . .
la posibilidad de que se lleve a cabo la una pero no la otra. El dinero ente tan aJ'ena para aclarar el concepto marx lana de con-
y aparen t e m . . . .,
puede cambiarse en cualquier momento por cualquier mercancía exis- · . , ha SI' do para Justificar lo que proponemos a contmuaClOn.
tra d ICClOn , .
tente en el mercado, pero no todas las mercancías pueden realizarse La contradicción entre capital y trabajo no es otr~ co~a que la ahena-
siempre en dinero. Dicho de otro modo, la operación D-M no entra- ., d l trabaJ'o En el proceso de producción capltahsta, el resultado
Clon e . . - l
ña ninguna dificultad, pero la operación M-D puede entrañarlas to- del trabajo del obrero se convierte en una potenCIa extran~ que se e
das, interrumpiendo entonces el proceso de producción afectado. Esto opone Y le domina : el capital (¿hay qué explic~r que el ca~ltal es pro-
ocurre constantemente de manera puntual en el mercado, pero estos ducido por el trabajo del obrero?). Las potenCias produCtlvas del tra-
desajustes puntuales se resuelven por la vía del crédito . Cuando, por bajo -el trabajo asociado, la facultad de conservar el valor de la
el contrario, ocurre en cadena o masivamente, se desencadena una aquinaria y los materiales, la facultad de crear valor de nuev~ cu-
m , . l '
crisis comercial, una crisis de realización del plusvalor. _ la división del trabajo, la ciencia y la tecmca, as maqumas,
no, .
etcétera-, cobran una vida separada y alienada: se con':'lerten en ~a-
'tal se manifiestan como potencias del capital. El capital es la ahe-
La circulación derriba las barreras temporales , locales e indivi- ~~ciÓn -o reificación, enajenación, extrañamiento, si se prefiere ~tro
duales opuestas al intercambio de productos, y lo hace precisa- término- del trabajo. Su personificación, la burguesía, es la pnva-
mente porque escinde, en la antítesis de venta y compra , la identidad 'ón del trabaJ·ador. El burgués es lo que el trabajador dejá de ser.
CI b' b '
directa existente aquí entre enajenar el producto del trabajo pro- Las tan mentadas contradicciones entre capital y tra aJo, ~rguesl~
pio y adquirir el producto del trabajo ajeno. El hecho de que y proletariado, apropiación privada y producci~n soci~, unlversah-
los procesos que se contraponen autónomamente configuren una dad de la producción y unilateralidad del trabajO, rela~lOnes de, p~o­
unidad interna, significa asimismo que su unidad interna se mue- ducción y fuerzas productivas no son más q~e la misma y Unlca
ve en medio de una antz'tesis externa. Si la autonomización exter- contradicción entre el trabajo y su producto alienado -el producto
na de aspectos que en lo intern,o no son autónomos, y I'O lo son de su alienación-, o dicho más brevemente, la contradicción del tra-
porque se complementan uno a otro, se prolonga hasta cierto bajo alienado , vista desde distintas perspectivas.
punto , la unidad interna se abre paso violentamente, se impone
por medio de una crisis. La antítesis inmanente a la mercancía
-valor de uso y valor, trabajo privado que a la vez tiene que Reproducción y contradicción
presentarse como trabajo directamente social, trabajo específi-
co y concreto que al mismo tiempo cuenta únicamente como tra- Ahora podemos ya responder a una de las críticas fundamentales di-
bajo general y abstracto, personificación de la cosa y cosificación rigidas contra las teorías de la reproducción , a saber: q~e Ig~oran el
de las personas-, esa contradicción inmanente, adopta susfor- conflicto. Marx no se limitó a develar que, tras su apanenCla mera-
mas más evolucionadas d e movimiento en las antítesis de la meta- mente objetiva, el trabajo asalariado, el capital, la división ~el tr~~a­
morfosis merca ntil. Estas formas entra ñan la posibilidad , pero jo , la competencia y otras muchas categorías que la econ.omla pol~tlca
únicamente la posibilidad, de las crisis . Para que dicha posibili- burguesa tomaba por eternas, por naturales, eran relac~ones soc~ales
dad se d esarrolle , convirtiéndose en realidad , se requiere todo históricas y transitorias. También mostró que eran relaclOn.e,s sOCla!es
un conjunto de condiciones que aún no existen, en modo algu- contradictorias, que el capitalismo es un modo de producClon pre~a­
no, en el plano de la circulación simple de mercancías. (Marx, do de contradicciones, o, mejor dicho, atravesado por la contradlC-

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ción capital-trabajo, por la contradicción del trabajo alienado, que se La idea de contradicción en las teorías de la reproducción
manifiesta en formas diversas. La reproducción de las relacio-
nes sociales es pues, necesariamente -o, si se nos apura, Veamos ahora cómo han tratado el problema de la cotltradicci6n las
tautológicamente-, reproducción de sus contradicciones. Desde este teorías de la reproducción que resumimos al principio. En el trabajo
punto de vista, pierde sentido la problemática: "o reproducción, o ya citado, Althusser (1977: 88) escribe:
contradicción". Otra cosa es el uso que las distintas teorías sobre la
escuela agrupables en el capítulo de la perspectiva de la reproducción
hayan hecho del concepto de contradicción, indisociable del análisis Los Aparatos Ideológicos de Estado pueden ser no sólo lo que
marxista del modo de producción capitalista. Sobre esto volveremos se arriesga, sino también e! lugar de la lucha de clases. La clase
en breve. (o la alianza de clases) en e! poder no impone tan fácilmente su
Antes debemos señalar otra consecuencia del concepto de contra- voluntad en los AIE como en e! Aparato (represivo) de Estado,
dicción y aportar un matiz. La consecuencia a la que aludimos no sólo porque las antiguas clases dominantes pueden todavía
es sencillamente que, si se acepta este concepto de contradicción, ya conservar en ellos poderosos reductos durante mucho tiempo,
no se puede andar repartiendo alegremente la etiqueta ante cualquier sino también porque la resistencia de las clases explotadas pue-
conflicto que se desarrolle en la escuela o la roce, ante cualquier desa- de encontrar en ellas el medio y la ocasión de hacer oír su voz,
juste entre escuela y empleo o ante cualquier forma de resistencia. sea utilizando las contradicciones existentes en su interior, sea
También volveremos más adelante sobre esto. conquistando por la lucha puestos de combate en ellos.
El matizar es quizá más importante, porque nos permitirá pos-
teriormente buscar respuestas al otro capítulo de críticas a la perspec- Althusser, por consiguiente, deja espacio al conflicto en la sede de
tiva de la reproducción: no haber dejado espacio para la actividad la reproducción, los AIE. Pero e! tratamiento que se da a la cuestión
humana. Al discutir las consecuencias de la descomposición del acto en esta párrafo -el único que lo hace- deja mucho que desear. En
de intercambio de mercancías en una venta y una compra indepen- primer lugar, el "no sólo, sino también" nos hace pensar que el autor
dientes, Marx afirmaba que ahí residía la posibilidad de la crisis. De no comprende la especificidad de la contradicción como fen6meno y
la misma manera, opinamos que en la alienación del trabajo, en la categoría específicos del capitalismo. Esta impresión se mantiene aun-
objetivación y reificación de las potencias alienadas del trabajador, que hable de las "contradicciones en su interior", lo que recuerda
está de nuevo la posibilidad de la crisis, es decir, de la crisis revolucio- el viejo dicho (no marxista) de que "hay que aprovechar las contra-
naria. La diferencia entre un caso y otro estriba en el distinto pape! dicciones de la clase dominante". La idea, en fin, de que las clases
de la actividad humana, consciente. En el caso de la crisis comercial explotadas "hagan oír su voz" en el interior de los AIE tampoco pa-
es precisamente la falta de conciencia de los actores -cada un~ rece sugerir una implicación directa -no como instrumentos de una
decide comprar o vender de acuerdo con sus propios intereses o incli- de las partes, sino como "lugar" para las dos- de los AlE en las con-
naciones- lo que permite el desarrollo de la contradicción y, en últi- tradicciones fundamentales del sistema. En cualquier caso, una for-
ma instancia, conduce al restablecimiento violento de la unidad mulación tan vaga no parece ir más lejos de la idea de que las
perdida. En el caso de la crisis revolucionaria, es también la falta de contradicciones del capitalismo todo lo salpican -hasta el AIE fami-
conciencia de los actores -vale decir la falta de una ingeniería social liar. No hay que olvidar, por lo demás, que Althusser siempre se ha
adecuada- lo que permite el desarrollo de la contradicción, pero e! distinguido especialmente por no entender ni palabra de la teoría de
restablecimiento de la unidad del trabajo, o sea la supresión de la alie- la alienaci6n.
nación de! trabajo -de las relaciones sociales en que .se manifiesta: Con Baudelot y Establet se puede ir más allá del juicio de intencio-
capital, trabajo asalariado, división de! trabajo, etcétera-, sólo pue- nes, puesto que son mucho más explícitos. Para estos dos autores, la
de ser producto de la actividad humana consciente. No en vano la contradicción principal se sitúa fuera de la escuela, pero, siendo ésta
cr~sis comercial restablece el funcionamiento normal del capitalismo, un instrumento en manos de una de las partes en liza, se manifiesta
mientras la crisis revolucionaria tiene por objeto su supresión. en su interior en forma de imposición y de resistencias.
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La contradicción principal existe brutalmente fuera del colegio duce periódicamente desajustes que tienen que ser cubiertos median-
bajo la forma d e una luch a que enfrenta a la burguesía con el te procesos d arwinianos de acomodación o como resultado de luchas
prolefariado. ( ... ) Como aparato id eológico del Estado, la es- soc iales que invariablemente gana el capital (19t6b: 236-9). No obs-
cuela es un instrumento de éste en la lucha ideoló gica de clases, tante , Bowles y Ginti s sitúan como motor del cambio educacional " la
en donde dicho Estado burgués persigue objetivos exteriores a la naturaleza contradictoria de la acumulación del capital y la reproduc-
escuela (es un instrumento destinado a esos fines). La lucha ideo- ción del orden capitalista" (1976: 235), es decir, la contradicción en-
lógica librad a por el Estado burgués en la escuela apunta a la tre una y otra. La acumulación de capital produce la proletarización
ideologia del proletariado que existe fuera de la escuela en las m asas de nuevas capas de la sociedad, ampliando así la clase obrera y su
obreras y sus organizacion es . La ideología del proletariado no potencial de acción . La escuela y las reform as escolares serían así un
se presenta en persona dentro de la escuela sino solamente bajo la intento de resolver o mitigar esta contradicción , mediante el despla-
form a de algunos de sus efectos que se presentan como resisten- zamiento de los problem as sociales a la esfera del Estado. Como pue-
cias: sin embargo, y aún a través de esas resiste ncias, se apunta de verse, más que la idea de una escu ela cruzad a por contradicciones,
contra ella, en el horizonte, con las prácticas de inculcación ideoló- lo que aquí se ofrece es una idea de la escuela como instrumento para
gica, burguesa y pequeño-burguesa (1976: 249). la mediación en la contradicción acumulación-reproducción .
Permítasenos ahora una observación de pasada. En términos mar-
xistas, la acumulación es precisamente la reproducción ampliada del
Baudelot y Establet acuerdan, pues, y de bu en grado, un espacio capital (Marx, 1975a: 1, 761). Por consiguiente, hablar de contradic-
a la resisten cia en la escuela. Ellos mismos dedican un capítulo a las ción entre la reproducción y la acumulación, o es un sinsentido, o quie-
formas , el alcance y la significación de esta resistencia: desde el inte- re decir que la acumulación en sí misma es contradictoria, o que lo
rés sel~ctivo por las materias impa rtidas hasta la revuelta salvaje y el es la reproducción . .. siempre que pretenda uno moverse dentro de
vandalismo, pasando por la rudeza, la voluntad de autosegregación, la terminología marxista . En realidad, lo que se expresa en la fórmu-
la co?testación a los profesores, el rechazo d e la terminología escolar, la de Bowles y Gintis es la identificación que suele operar la sociolo-
el rUido , el desorden, etcétera (1976: 155-72). Empleando ahora el gía, aunque no necesariamente al cien por cien, entre reproducción
ténnino contradicción en el sentido más laxo posible, debemos decir y legitimación . En todo caso, la fórmula de Bowles y Gintis está saca-
que le otorgan un lugar d entro d e la escuela, pero en absoluto en la da deJames O ' Connor (1973), para quien el Estado cumple la doble
relación escuela-sociedad (salvo en tanto que instrumento d e la lucha función, contradictoria, de favo recer la acumulación capitalista y ga-
de clases ideológica) . No parece existir ni siquiera la posibilidad de rantizar la legitimación del orden social.
desajuste entre lo que la escuela produce y lo que el modo de produc- Posteriormente, Bowles y Gintis (1983a) han propuesto otra inter-
ción requiere d e ella, entre la educación y el empleo, etcétera. Apa- pretación de la dinámica del cambio educacional. La sociedad, plan-
rentemente, la escuela llena adecuadamente los puestos vacantes en tean, está organizada en esferas (sites) estructuralmente delimitadas
la estructura social. que organizan sus propias prácticas sociales (apropiativas, políticas,
Bowles y Gintis presentan precisamente el aspecto contrario. Na - culturales, distributivas). Las prácticas propias de una esfera pueden
d a parece impedir el perfecto funcionamiento interno de la escuela en ser trasladadas a otra , y esta traslación ser reproductiva o contradic-
su papel reproductor. Normalmente , se sobreentiende que la escuel a toria. La importación a la educación d e la organización o el discurso
no consigue lo mismo de todos los alumnos y estudiantes , pero sólo empresarial, por ejemplo (que era uno de los motivos principales en
nos enteramos de ello porque no todos son igualmente recompensa - Schooling in capita/ist America), es reproductiva . La traslación del dis-
d os con títulos y notas , de donde puede indu cirse que n o todos pre- curso de los derechos individuales a una esfera como la familia , orga-
sentaban los rasgos no cognitivos adecu ados. El principio de nizada en torno a los derechos del patriarca, en cambio, es un ejemplo
correspondencia, como tal , no deja mucho espacio para la contradic- de traslación contradictoria. La contradicción principal de la escuela
ción. Simplemente, como la economía y el sistema educativo tienen consiste en que form a p arte de la esfera del Estado democrático libe-
lógicas internas diferentes, el carácter más dinámico de la primera pro- ral -organizado en torn o a los derechos de la persona- , pero debe

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preparar a los alumnos y estudiantes para integrarse en la producción ducción de plusvalor, etcétera; Fernández Enguita, 1982, 1985); los
-organizada en torno a los derechos de la propiedad. enseñantes, decirnos, también introducen muy frecuentemente elemen-
tos de ideología anticapitalista en las escuelas; piénsese, si no, en el
papel de los sindicatos de clase en la enseñanza, en los planteamien-
La naturaleza contradictoria del capitalismo tos de muchas asociaciones pedagógicas, en el cariz de numerosas ex-
y la escuela. Una reconsideración periencias de innovación educativa. Esta contradicción en el nivel
ideológico se manifiesta también en la articulación escuela/sociedad,
Hemos señalado dos contradicciones básicas del capitalismo. No pre- por ejemplo, en el rechazo de la cultura escolar, o de importantes as-
tendemos que ésos sean los únicos conflictos que le afligen, sino sim- pectos de ella, explícito en una crítica de clase o implícito en oponerle
plemente aplicar el término marxiano de contradicción donde es debido la "escuela de la vida", "de la calle" o "del trabajo".
y no a ciegas. Hemos señalado la naturaleza contradictoria del traba- Al analizar la división capitalista del trabajo, Marx (1977, 1970a,
jo alienado y de la mercancía. Veamos en qué medida, a partir de 1975a, 1976b) hizo notar insistentemente la contradicción entre el de-
ellos, pueden explicarse las contradicciones de la escuela. Estas con- sarrollo universal de las fuerzas productivas, o sea la universalidad
tradicciones pueden tener su escenario en el interior mismo de la es- de la producción, y la unilateralidad del trabajo. Hablando propia-
cuela, en la articulación escuela/sociedad o en ambas. Nos referiremos mente, esta contradicción no es otra que la del trabajo alienado vista
a tres contradicciones que, en nuestra opinión, engloban muy buena desde el punto de mira de la división del trabajo. La universalidad
parte de los conflictos en el aula y de la inadecuación entre escuela de las fuerzas productivas, el desarrollo humano, quedan del lado del
y sociedad, a saber: la contradicción entre dos ideologías de clase; la capital y la burguesía; la unilateralidad de las tareas productivas y
contradicción entre universalidad y unilateralidad; y la contradicción sus efectos embrutecedores, del lado del trabajo asalariado y la clase
entre estructuras democráticas y totalitarias. En realidad, es impro- obrera. Al contrario de lo que piensa el saber convencional sobre las
pio seguir hablando de contradicciones para referirse a estos fenóme- nuevas tecnologías productivas, éstas no se traducen en un enriqueci-
nos; deberíamos hablar de manifestaciones en la escuela, o en la miento, sino, a la inversa, en un empobrecimiento del contenido del
articulación escuela/sociedad de las contradicciones del capitalismo an- trabajo para la inmensa mayoría de la población. Si bien es cierto que
tes señaladas, pero para no complicar más el lenguaje seguiremos em- el propio desarrollo tecnológico genera nuevas profesiones de elevada
pleando el término "contradicción". cualificación, y que los sectores económicos de nueva planta, al me-
Empecemos por lo más sencillo . Puesto que la escuela es un instru- nos cuando empiezan a existir en la forma de pequeñas y medianas
mento de lucha ideológica, una de cuyas funciones es inculcar la ideo- empresas, comprenden generalmente tareas productivas comparati-
logía dominante, y puesto que la ideología inculcada y la ideología vamente multilaterales, o sea una división del trabajo poco desarro-
que se pretende erradicar son las ideologías de dos clases en contra- llada, no lo es menos que, más tarde o más temprano, unas y otras
dicción, esto tiene que manifestarse en alguna parte. En el interior terminan por caer bajo la férula de la división extrema del trabajo,
de la escuela, y aunque los hijos e hijas de la clase obrera no son toda- de la sujeción del hombre a máquina, del taylorismo, etcétera (Bra-
vía obreros/as, sí que forman parte de una cultura de clase, muchos verman, 1974). Al contrario también de lo que predica toda la litera-
de cuyos elementos introducen dentro de los muros del aula con ma- tura oficial sobre la educación, el desfase entre la educación yel empleo
yor o menor éxito (Baudelot y Establet, 1976; Willis, 1978, Jenkis, de los trabajadores no se debe al carácter unilateral de la primera y
1983); los enseñantes, por otra parte, si bien tienden a considerarse las exigencias cambiantes del segundo, sino, totalmente a la inversa,
como algo distinto de la clase trabajadora, como clase media, como a la dimensión universalista de la educación frente al carácter estre-
clase de la cultura, etcétera, provienen muchas veces de un medio tra- cho, unilateral, rutinario e intrínsecamente nada gratifican te de los
bajador -particularmente los varones- y están sometidos a un pro- empleos. El problema opuesto sólo existe desde el punto de vista de
ceso intensivo de proletarización (insistimos, no es un error; los empresarios que tienen que minimizar los costes de formación de
proletarización, o sea trabajo asalariado, creciente división del traba- la fuerza de trabajo. Para los trabajadores, en cambio -y siempre
jo, creciente falta de control sobre el contenido del propio trabajo, pro- pensando en el contenido de la educación y el contenido de los

140 141
empleos-, la paradoja consiste en que el saber impartido por la es- portante. Como ya señaló Marx, la circulación -el mercado- es la
cuela, que refleja pálidamente, pero al fin y al cabo refleja, la univer- esfera de los derechos inviolables, de la igualdad, de la libertad, de
salidad de la producción , contribuye a generar una amplia gama de la independencia, del intercambio de equivalentes, e~étera.
inquietudes, aspiraciones, expectativas, emergencias de la personali-
dad e incluso simples destrezas que, en su mayoría , no encontrarán La esfera de la circulación o de intercambio de mercancías, dentro de
satisfacción ni aplicación alguna en unos procesos de trabajo cada vez cuyos límites se efectúa la compra y la venta de la fuerza de tra-
más degradados en términos absolutos y relativos. A esto contribu- bajo, era, en realidad, un verdadero Edén de los derechos humanos
yen la relativa autonomía del aparato escolar, su inercia y exigencias innatos. Lo que allí imperaba era la libertad, la igualdad, la propie-
propias, su dinámica de autolegitimación en té rminos cognitivos, la dad y Bentham. ¡Libertadl , porque el comprador y el vendedor de
formación generalista de los educadores y su resistencia a especiali- una mercancía, por ejemplo de lafuerza de trabajo, sólo están de-
zarse y reciclarse, y otros factores . Todo esto quiere decir estrictamente terminados por su libre voluntad. Celebran su contrato como per-
lo que dice y no que nuestras escuelas ofrezcan hoy lo que debería sonas libres, jurídicamente iguales. El contrato es el resultado final
ser una formación verdaderamente omnilateral; pero éste es ya otro en el que sus voluntades confluyen en una expresión jurídica co-
tema. Para comprender mejor el argumento, piénsese en la diferen- mún. ¡Igualdadl , porque sólo se relacionan entre sí en cuanto posee-
cia entre el obrero escolarizado d e hoy y el maestro artesano o el cam- dores de mercancías, e intercambian equivalente por equivalente.
pesino de antaño: el aprendizaje -la educación- de éstos coincidía ¡Propiedadl , porque cada uno dispone sólo de los suyos. ¡Bent-
estrechamente c<;>n su incorporación a la producción misma, por lo ham!, porque cada uno de los dos se ocupa sólo de sí mismo
que difícilmente podría haber generado aspiraciones imposibles de sa- (Marx, 1975a: 1, 214).
tisfacer o habilidades inaplicables: grosso modo, la educación propicia-
ba un horizonte mental calcado del horizonte social real. Por lo demás, ¿Por qué esta dualidad formada por una producción "totalitaria"
la dinámica que hemos señalado no puede dejar de agravarse en un y una circulación "democrática"? Aunque esto tiene que hacerse pro-
periodo en el que , puesta la escuela en el centro del funcionamiento duciendo valores de uso que a su vez satisfagan necesidades, el móvil
supuestamente meritocrático de nuestras sociedades, todas las clases exclusivo del capitalismo es la extracción de plusvalor. La extracción
sociales demandan más y más educación y, por añadidura, una edu- de plusvalor se basa en las características especiales y exclusivas de
cación similar en todo caso a las de las clases privilegiadas. En defini- la fuerza d e trabajo a saber: la capacidad de la fuerza de trabajo para
tiva, esto es más o m enos lo que algunos sociólogos han llamado producir un valor de cambio superior al suyo propio (para decirlo en
sobreeducación (Carnoy, 1985; Berg, 1971; Freeman, 1976). un lenguaje más llano: la capacidad de los trabajadores de trabajar
Por último, volvamos de nuevo sobre la "autocrítica" de Bowles más horas de las necesarias para producir el equivalente de su sala-
y Gintis (1983a). Para ellos, tal como hemos visto, la contradicción rio, o sea realizar un plustrabajo, o producir un plusvalor). El valor
que atraviesa la educación estribaría en el hecho de estar situada en de cambio de la fuerza de trabajo -el salario-, como el de cualquier
la esfera del Estado, organizada en torno a los derechos de la persona otra mercancía, está determinado por su coste de producción. Su va-
-democrática-, mientras debe preparar a los alumnos para integrarse lor de uso consiste en producir valor de cambio, y su valor de uso pa-
en la producción, organizada en torno a los derechos de la propiedad ra el capitalista en producir un valor cambio superior al propio, al
-totalitaria. Esta idea puede ser muy útil , pero sometida a una re- salario , o sea un plu svalor. Para que el negocio funcione, la fuerza
formulación, que, de paso, la convertiría en "más marxista". Hasta de trabajo tiene que ser comprada a su valor de cambio y, luego, ser
los niños saben que el binomio Estado democrático/producción tota- exprimida hasta que produzca un plusvalor suficiente. La compra-
litaria sólo existe en algunos sitios . La mayor parte de la humanidad venta de la fuerza de trabajo es un intercambio de equivalentes como
qu e tiene la desgracia de vivir en una economía capitalista tiene tam- otro cualquiera que tiene lugar en la esfera de la circulación, sin nece-
bién la de soportar regímenes totalitarios o autoritarios. Por otro la- sidad de coerción (es decir , sin necesidad de otra coerción que la ob-
do, la economía no es solamente producción y totalitarismo, sino jetiva consistente en el hecho d e que el trabajador no tiene otro medio
también circulación y democracia, aunque lo primero sea lo más im- de sobrevivir). La explotación de la fuerza de trabajo tiene lugar en

142 143
la esfera de la producci6n, y exige coerción al objeto de extraer el má- dos todos por un mismo patrón, e! patrón del mercado, o sea de la
ximo plusvalor posible. Para la realización del valor de cambio de la circulación. Dicho más taxativamente, e! Estado democrático es la ex-
fuerza de trabajo, o sea para su compraventa, basta la esfera demo- presión política de la circulación. Pero es igualmente'berto que el ca-
crática de la circulación . Para la realización de su valor de uso, o sea pitalismo presenta una tendencia a organizar la sociedad en una forma
para su explotaci6n, es preciso organizar totalitariamente la esfera de igualmente totalitaria que la producción, especialmente en el periodo
la producción. La combinación de ambas es el capitalismo. Si la pro- de! capital m onopolista (Hilferding , 1923). El Estado totali~ario es la
ducción no estuviera organizada en forma totalitaria, tendríamos lo expresión política de la producción . Naturalmente, la masa de la po-
que el capitalismo dice ser a través de las páginas más edulcoradas blación prefiere, salvo accidente, lo primero a lo segundo . Para opo-
de sus apologetas : una sociedad en la que unos han ahorrado sacrifi- nerse a las tendencias totalitarias de! Estado -de la producci6n-,
cadamente, y ponen ahora las máquinas, y otros no, y ponen el tra- e! movimiento obrero y popular ha extraído su referencia de! merca-
bajo. Si la circulación no estuviese organizada democráticamente, do, de la circulación, del otro lado de la contradicción. El discurso demo-
tendríamos la esclavitud. Como se verá, hemos vuelto a la ruptura crático liberal -los derechos de la persona- no es simplemente un
de la unidad de la me rcancía , en este caso la mercancía fuerza de tra- añadido político y cultural superspuesto a una realidad económica to-
bajo, en un valor de cambio y un valor de uso separados, ruptura que talitaria, como parecen sugerir Bowles y Gintis . Es la expresi6n polí-
ahora se manifiesta en la dualidad y en la antitética forma de organi- tica y comunicacional de una de las dos subesferas de la economía ,
zación de la circulación y la producción . Pero ruptura dialéctica, que de un polo de la contradicción . Así se explicá también e! carácter li-
no puede borrar la unidad, y el capitalismo, repetimos, es precisa- mitado de este discurso, limitado a la igualdad y la democracia for-
mente esa unidad contradictoria de producción y circulación. La con- males, como formal es la igualdad y es la libertad en la esfera de la
tradicción inherente a la mercancía, valor de uso y valor de cambio , circulación (la libertad del obrero de vender su fuerza de trabajo para
resulta coincidir ahora con la contradicción del trabajo alienado, pues comer y su igualdad con e! patrón son puramente formales -lo que
el valor de uso de la fuerza del trabajo pertenece al capitalista -tanto no quiere decir inexistentes-; la igualdad de las mercancías, o sea
en su función de producir plusvalor como trabajo abstracto cuanto su capacidad de cambiarse como equivalentes, es también formal, pues
en la de producir nuevos valores de uso , bienes o servicios, como tra- se debe al hecho de ser producto del trabajo abstracto, con indepen-
bajo concreto- y al trabajador le queda sólo su valor de cambio -el dencia de! valor de uso o del trabajo concreto que haya tras él). Pero
salario. La contradicción inherente a la mercancía se manifiesta aho- hay más : la contradicción que ahora se expresa como circulaci6n-
ra como contradicción entre la producción y la circulación- y entre producción, democracia-totalitarismo, no sólo vive en la existencia de
sus respectivas formas de organización, totalitarismo y democracia, dos diferentes tipos de estados,sino en el interior del Estado demo-
o derechos de la propiedad y derechos de la persona. crático mismo. Como muy brillantemente argumentaba e! joven Marx
El Estado capitalista tiene la función de garantizar el mantenimiento (19i5b), la expresión política de la sociedad civil en el Estado no era
de las condiciones sociales de la producción y de la circulación, y pue- e! conjunto de éste, sino una parte : el legislativo. Hacia 1843, e! jo-
de organizarse de manera isomorfa a cualquiera de ellas o a una mez- ven Marx todavía confundía en gran medida la sociedad civil con la
cla de ambas. Aquí se nos revela una vez más e! carácter determinante circulación, pero nosotros, gracias al viejo Marx, podemos ser más
de las relaciones de producción y cambio en la configuración de la supe- precisos : la expresión política de la circulación es e! poder legislativo;
restructura jurídica, política e ideológica. A nadie se le escapa que la de la producción, e! ejecutivo -el llamado poder judicial, como
el mercado , el moderno derecho natural, el derecho electoral y la me- bien se sabe, aunque no se dice, al menos desde Locke, Montesquieu,
ritocracia escolar (Habermas, 1975 ; y también teorizaciones como el Hege!, etcétera, no existe , es mentira, es e! ejecutivo disfrazado- (Fer-
liberalismo político, la economía política clásica, la sociología durk- nández Enguita e Iriarte, 1981). Y, como habrá notado cualquier lec-
heimiana, la teoría funcionalista de la estratificación y, más en fami- tor de periódicos , la supuesta sujeción del ejecutivo (que no es sólo
lia, la teoría técnico-funcionalista de la modernización y la teoría del el gobierno, sino también y sobre todo los inamovibles funcionarios,
capital humano, más la problemática de! éxito y el fracaso escolares los intoca bles militares , los profesionales guardias , los independientes
que obnubila a la sociología en e! campo de la educación) están corta- jueces) es más bien teórica, lo que se demuestra especialmente en mo-

144 145
mentos de cambio polftico, a veces con sangre. El propio Estado tro de ella y, en todo caso, una esfera estatal que es incomparablemente
democrático-liberal, pues, lleva en su interior la contradicción entre más democrática -cuando lo es- que el interior de cualquier em-
totalitarismo y democracia . presa; en el otro, las prácticas y relaciones autoritarias..de la escuela,
Recapitulemos ahora: la contradicción inherente a la mercancía la distribución de oportunidades desiguales a medida que avanza la
que en el caso de la fuerza de trabajo es la contradicción del trabaj~ biografía de los alumnos, la producción totalitaria. En realidad, es es-
alienado, la contradicción entre capital y trabajo, entre burguesía y ta combinación de sumisión y libertad, de igualdad formal y desigual-
clase obrera, etcétera, se manifiesta ahora como contradicción entre dad real, es esta disposición a la doble vida, a la esquizofrenia, lo que
producción y circulación, entre organización totalitaria y organiza- el capitalismo necesita meter en la cabeza de los futuros ciudadanos
ción democrática, y lo hace en la esfera de la economía y en la esfera y trabajadores, lo mismo que necesita de la combinación entre circu-
del Estado, en las distintas formas que puede adoptar el Estado capi- lación mercantil y producción, de modo que no hace más que repro-
talista y en el interior del Estado democrático mismo. La escuela se ducirse a sí mismo . Pero esa combinación, no se olvide, es tan
encuentra dentro de la esfera del Estado -democrática- pero, a la contradictoria como el capitalismo mismo. Reproducir la estructura
vez, prepara para la inserción en la producción -totalitaria-. Se mue- es también, como ya dijimos en su momento, reproducir la contra-
ve en un campo organizado en términos de los derechos de la perso- dicción. Finalmente, podemos considerar también desde esta perspec-
na, pero prepara para otro organizado en términos de derechos de tiva el problema de la sobreeducación. Como parte de la esfera del
la propiedad (Bowles y Gintis, 1983a). Esto mismo podría formularse Estado cuyo fin es mediar la contradicción entre las clases contrapo-
en los viejos términos de Bowles y Gintis (1976), si llamamos acumu- niendo a la lucha colectiva y solidaria de la clase subordinada la alter-
lación a ese servicio a la producción y reproducción al papel legitima- nativa de una vía para la salvación individual -el obrero que escapa
dor del Estado -y de la circulación-, pero esta terminología es mucho a su destino de clase gracias a su brillante éxito escolar-, dado que
más imprecisa y confusa. Además, en el interior mismo de las escue- esta salida sólo funciona efectivamente en un número muy reducido
las se manifiesta la unidad contradictoria de totalitarismo y democra- de casos, la misma eficacia con que el meritocratismo escolar conven-
cia en el capitalismo: mientras, por una parte, la escuela se basa o ce a la gente de que ésta es la vía más practicable y deseable genera
tiende a basarse en la igualdad formal (acceso inicial, CUTTículum ini- una demanda creciente de escolarización que fuerza al Estado a (!x-
cial común, patrón único de evaluación, etcétera, aunque no se nos pandir las oportunidades escolares -lo que no significa igualarlas (Pas-
debe escapar que tampoco esto es enteramente cierto), y subrayamos seron, 1983)- y, más concretamente, por lo común, las oportunidades
el adjetivo formal, pues es una igualdad que se superpone a las desi- de seguir estudios de tipo general o literario. Pero, como instancia que
gualdades de clase, etcétera, por otra presenta una estructura y un contribuye a la formación de una fuerza de trabajo que debe ser espe-
funcionamiento interno claramente autoritarios. Sobre el papel y los cializada, jerarquizada y estratificada, la escuela debería, y así se lo
efectos de esa igualdad formal, combinada con una desigualdad real exigen los voceros del empresariado, ofrecer una educación igualmente
-como la circulación se combina con la producción- ya nos han in- especializada, jerarquizada y estratificada, es decir, cualquier cosa me-
formado Bordieu y Passeron (1970) . Pero , de cualquier manera, el nos una educación igualitaria. Esta forma de la contradicción se ex-
alumnado o estudiante vive a la vez una educación democrática (lo presa en las reivindicaciones incompatibles de "democratización de
ya dicho, pero también el discurso escolar dominante: igualdad de la enseñanza" y "adecuación al empleo", que sólo la ignorancia del
oportunidades, gratificación proporcional, desarrollo personal . . . y carácter contradictorio de la institución escolar permite que sean for-
hasta educación compensatoria) y una educación totalitaria (autori- muladas juntas con tanta frecuencia (Fernández Enguita, 1983a). Sus
dad de la institución y del maestro, cUTTiculum y pedagogía impuestos manifestaciones se hacen patentes en el interior del aparato escolar
. y también parte, al menos, del mensaje transmitido). Para decir co- -como pugna en torno a la organización de los curricula, la selectivi-
sas más precisas hay que analizar sistemas escolares concretos en so- dad, la orientación , etcétera-, en la transición de los jóvenes de la
ciedades concretas y en momentos históricos concretos, pero podemos escuela al trabajo -cuando surge el famoso "desajuste"- y en el
afirmar, en general, que la contradicción está ahí: en un polo, el dis- trabajo mismo -cuando la cualificación del puesto de trabajo se re-
curso democrático de la escuela, algunas prácticas democráticas den- vela por debajo de la cualificación del trabajador.

146
147
, t.ICO impagado Y en la medida en que es indirectamente pa-
Clase, sexo y etnia domes - ' , . . .
a través de! salario del varon, retnbUldo por debajO de su valor.
gad o . ., n f il· . .
do lugar conservando la instltuClO am lar autontana y
Hemos delimitado el concepto de contradicción de tal manera que ya En segun , . . . 1 . l· ., .
misión ideolómca e! capital deja a sOCIa IzaClOn pn-
no pueda servir de cajón de sastre para meter todas las oposiciones genera d or a de su
maria de la infancia en manos, en general, mas se~ras que la fábn-
0- " .

conflictos y desajustes de la sociedad , como por desgracia suele hacer~


1 alle e incluso la escuela -piénsese en el sentido de la defensa
se . Hemos subrayado , sobre todo, que , como realidad y como con-
~\ '~d~recho de los padres a elegir la educación de sus hijos"- y ob-
cepto, la contradicción es algo indisociable de las relaciones de
ti:n una reserva importante de voto femenino conservador que le pro-
producción capitalistas y no debe ser generalizada con ligereza a otras e
e los riesgos del sufragio universal . En tercer lugar, relegando
e~feras . Ahora trataremos de mostrar que , sin embargo , otras oposi- tege d · ··1 · l· d
a las mujeres trabajadoras y sostemendo los pnvI eg~os re atlvos e
Ciones reales que atraviesan a la sociedad actual , pero que discurren
los trabajadores varones, el capital fuerza la co~figuraClón d~ una clase
a lo largo de líneas diferentes y no son en sí mismas contradictorias
obrera dividida y de una conciencia segmentarla y corporatl,:,a. Se po-
en el sentido fuerte del término , tienden a subsumirse en la contra-
dría desarrollar más esto , pero los tres argumentos son sufi.Clentes pa-
dic~ión gene~al del capitalismo: la contradicción del trabajo alienado,
cómo el patriarcado y la discriminación sexual sirven a los
capital-trabaJo, producción-circulación o como queramos llamarla . ra ver ., d
intereses de la producción capitalista, es decir , de la producclOn e
Una sociedad puede discriminar a la gente, y con frecuencia lo ha-
ce, a lo largo de líneas muy diversas: sexo, raza, nacionalidad, len- plusvalor. . . ., . b· '
El último argumento relativo a la dlvlSlon sexual se ap~lca tam .Ie~
gua, creencias religiosas , ideas políticas, edad, credenciales educativas
a las discriminaciones étnicas. Sea cual sea el pasado de estas (pr~J~I­
etcét~ra. Nos limitaremos aquí a las dos formas más importantes; cios religiosos, choques culturales, esclavitud moderna, colomahs-
r
mo . .. ) y sean cuales sean las ventajas materiales y en cuant~ allog
mamfiestas : el sexo y la etnia, comprendiendo dentro de ésta las di-
ver~as configuraciones posibles de la raza, la nacionalidad , la lengua,
?
de una identidad gratificante que los trabajado~es d~ la e~ma do~m­
etcetera. Estas formas de discriminación no pueden ser entendidas me-
nante extraigan de ella, sirve a la división , estratificaCIón , JerarqUlza-
diante explicaciones unicausales, pero no por ello hemos de caer en
enumeraciones indiferenciadas de causas que, en vez de explicar, sim- ción e ideologización de la clase obrera. .
En determinadas circunstancias , la situación de las mUjeres o de
las etnias oprimidas como tales puede ser mucho más grave e .injus~a
plemente confunden.
Así, para empezar por la discriminación sexual, que se manifiesta
-con arreglo a ideales de igualdad y libertad que son ya patrm~omo
irrenunciable de la humanidad- que la explotación del trabaJa~or
en la relegación de la mujer a la esfera doméstica, su sujeción al cabe-
za ~e familia varón y su postergación, cuando se incorpora al trabajo
por el capitalista -la mujer en algunas culturas islámic~s, o los JU-
SOCial, a los peores empleos , es claro que a ella contribuyen factores
díos bajo el nazismo , por ejemplo. Pero no por ello constituyen con-
que se desenvuelven en distintos niveles de la vida social . Contribu-
tradicciones en el sentido marxiano del término . No hay nada en ellas
parecido a la unidad rota , pero no borrada y ~ue tien?e a res.tablecer-
yen, por ejemplo , la tradición cultural , las ventajas materiales que to-
dos los.varones -incluidos los trabajadores- extraen del hecho que
se violentamente, del trabajo bajo el capltahsmo. SI nos fijamos en
~s mUjeres carguen con el trabajo doméstico y el cuidado de los ni-
e! caso de la mujer, cuya opresión dura ya siglos, y aunque no han
nos , y las que para los trabajadores varones se derivan del hecho de
faltado formas de resistencia que la historia escrita por los varones se
que las muj~r~s desempeñen los empleos asalariados peor pagados,
ha encargado de silenciar, es obvio que nunca.tal op.r esión ha produ-
menos prestlglOsos, más inestables , etcétera. Pero no son sólo los va-
cido una confrontación de la regularidad y la llltensldad de la que se
rones , como individuos o colectivamente, quienes se benefician de es-
desarrolla entre el trabajo y el capital. Esta opinión , por supuesto , es
to . T~mbién se benefician las relaciones de producción capitalistas,
discutible y puede que repelente para la conciencia f~~inista, ~ero
el capital , la reproducción ma terial e ideológica del sistema social. En
espero que se me conceda que no es una simple expr~slOn de seXismo
primer lugar, gracias a la fa milia patriarcal e! capital obtiene que la
o de menosprecio de la historia y la lucha de las mUJeres. De hecho ,
reproducción material - e ideológica , como veremos enseguida- de lo mismo podríamos decir de la lucha de los sie rvos feudales contra
la fuerza de trabajo se ll eve a cabo a costa de un trabajo -el trabajo
149
148
los señores, o de los esclavos de la antigüedad contra sus amos, varo- dominante; del otro, el trabajo, la circulación, el discurso democráti-
nes incluidos. Lo que Ocurre es que esto no viene ahora al caso. co de los derechos de la persona en que se expresan los trabajadores,
Estas oposiciones, decíamos, no son contradicciones en el sentido las mujeres y las etnias oprimidas. <-

fuerte del término . Pero, si miramos con atención la lucha de las mu- Para cumplir con el mandato de la producción a la que ha de ser-
jeres y de las etnias oprimidas, veremos que, en general, tienden a vir, la escuela debe discriminar en sus prácticas y en su discurso a
expresarse. en el discu~so de los derechos de la persona, opuesto al dis- las mujeres Y a las etnias oprimidas. Pero ese discurso y es~s prácticas
curso patnarcal o al dIscurso que predica la superioridad de una raza son en sí mismos contradictorios. En su discurso, la escuela predica
o ~ación s~br~ otra. No siempre ha sido aSÍ, pero en nuestra época, en proporciones diversas la igualdad de todos los seres humanos y la
baJo el capitalIsmo, ha sido defendiendo la equiparación de sus dere- superioridad del hombre sobre la mujer y de la etnia dominante sobre
chos personales a los del sexo o la etnia dominantes, y no gracias a las etnias dominadas. En sus prácticas, organiza en distintas formas
una cultura específicamente feminista o específicamente étnica como la discriminación al tiempo que somete a todos a unos mismos meca-
las mujeres y las etnias dominadas han obtenido sus mayores' avan- nismos de acceso y selección (no necesitarnos volver sobre cómo esta
ces. Y ha sido cuando se han incorporado total o parcialmente a la combinación de igualdad y desigualdad genera desigualdad: Aristó-
clase trabajadora, al trabajo asalariado -y no cuando estaban rele- teles ya sabía que la mejor forma de generar desigualdad es tratar de
gadas al hogar, en el caso de la mujer-, cuando realmente han podi- forma igual situaciones desiguales, y la escuela ni siquiera se limita
do hacerlo (Bowles y Gintis, 1983a). Pero, ¿de dónde sale ese discurso a eso). Como institución llamada a mediar en las contradicciones del
de lo.s derechos de la persona del que se sirven las mujeres y las etnias capitalismo sustituyendo las prácticas de clase por un espacio merito-
d~mma~as contra los derechos patriarcales o los privilegios de la et- crático en el que sólo hay lugar para la lucha individual, la escuela
ma dommante? Tiene, por supuesto, un pasado, y hasta una docena contribuye a reforzar el discurso democrático de los derechos de la
de pa~ados, como la madre y rival de Lay Windermere, pero su base persona del que se servirán -contra ella y contra su opresión en el
matenal está, como hemos visto antes, en la esfera de la circulación, conjunto de la sociedad- las mujeres y las etnias oprimidas. Una vez
vale decir en el mercado . más, no hay reproducción -del capitalismo y sus secuelas- sin con-
De mO,do que: oposiciones que por sí mismas discurren a lo largo tradicción.
de otras lmeas, tienden a expresarse en los términos de la contradic-
ción específica del capitalismo. Esto no tiene nada de extraordinario
si admitimos que las relaciones sociales de producción en general, y Estructura y actividad humana
el modo de producción capitalista en particular, dominan -aunque
no agotan- la vida social. El capitalismo podría prescindir perfecta- Resulta cuando menos irónico que e! marxismo, cuyo propósito últi-
~e~te ~: la discriminación sexual y étnica, pues hoyes posible la so- mo era mostrar la posibilidad y necesidad de -y las vías para- la
ClallzaclOn del trabajo doméstico en forma tal que incluso abarataría transformación de las estructuras sociales, la abolición de las relacio-
el coste .de la fu~r~a ~e trabajo y l~ división de la clase obrera puede nes de producción capitalistas, pueda ser acusado de haber dado lu-
perse~lrs.e con exIto Igual o parecIdo por otros medios. Por la especí- gar a teorías de la reproducción que excluyen o minimizan el pape!
fica hlstona de nuestras sociedades, por inercia, porque cuando se es de la actividad humana. No es un secreto que Marx calificó al princi-
de derechas se es para todo o por lo que quiera que sea, no lo hace . pio su nueva concepción de la sociedad y de la historia como "huma-
El p:~cio es ~ue estas contradicciones buscan y encuentran mejor ex- nismo", "nuevo humanismo" o "humanismo revolucionario" (Marx,
preSlOn -mas eficaz- en términos de la contradicción fundamental 1977). En otro lugar hemos argumentado que, aunque pese al estruc-
que :asga la relación capitalista y, por ende, un mejor terreno para turalismo puro y duro, esta denominación conviene perfectamente al
la alIanza con el movimiento opositor de la propia clase obrera _ luego llamado materialismo histórico y, seguramente, fue más tarde
alianza, sin embargo, muy conflictiva. abandonada por Marx por las mismas razones que le llevarían tam-
En,cualquie~ c~so~ volvemos a tener, de un lado , el capital, la pro- bién a rechazar e! término" socialista" en El manifiesto y en otros lu-
ducClon, los pnvIleglOs de la propiedad, del patriarca y de la etnia gares: los vocablos tienen una historia propia y éstos circulaban

150 151
intis (1976b) Para explicar los periodos de inapetencia
demasiado por los salones burgueses y servían para designar concep- a~w~ 1 YG . . .
de un proletariado que debiera ser más actlvo, se con-
ciones muy diferentes, la inmensa mayoría meramente fIlantrópicas y los frac asoS . .
escolares a comportarse como seres enterafhente pasIvos.
(Fernández Enguita, 1982, 1985). Marx construyó su teoría no sólo dena a 1os . . '
casual que el estructurallsmo marXista, para exphcar la rela-
en oposición al idealismo, sino igualmente en oposición al materialis-
. No es "base" o" estructura" Y "superestructura " , h aya evoca-
mo mecanicista tan extendido en la fIlosofía progresiva y en el movi- cl6n e n t r e , . . '
"damente la imagen de un edificIO de dos o mas plantas
miento reformador de la época. El adversario no era tanto el do repe t I .
Pero la paternidad de la Idea de la estructura como
materialismo mecanicista en sentido estricto , al estilo de La Mettrie (Alth usser, 1977) . . "
siciones no corresponde al marXismo, SIllO a la teona
o d~ Laplace, co~o su versión socio-política , encarnada mejor que un ord en de po . ., .
. 1ó .ca funcionalista de la estraUficaclOn SOCial. Para Marx, la es-
nadie por HelvecIo. Fue Helvecio y no Marx , quien imaginó unos SOCIO gt ., . " .
era una determinada configuraClon de pOSICiones, Silla,
seres humanos perfecta, estrecha y eficazmente moldeados por las "ins- tructura no ., , .
lícitamente, las relacioTUs de producclOn. ASI, en el famoso pre.faclO
tituciones", es decir, por la estructura social (Helvecio , 1795; Fer- exp , l' . 'b' "El to
nández .Enguita, 1985 , 1986b). Y fue Marx, precisamente, quien
a la Contribución a la crítica de la lConomza po l/Ica, escn la: con}u~
de estas relaciones de producción constituye la estructura economlCa
respondió certeramente en la tercera tesis sobre Feuerbach: "La teo-
de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una ,superestruc~ura
ría materialista del cambio de las circunstancias y la educación olvida
, ídica y política y a la que corresponden formas sociales determma-
que las circunstancias las hacen cambiar los hombres y que el educa- Jur 1 " , 'fi
das de conciencia" (Marx, 1976a : 37), Ahora bien, re aCiOn Slgnl l~a
dor n~cesita, a su vez, ser educado. Tiene, pues, que distinguir en
actividad humana, no simplemente posicionamiento mutuo, Una ma-
la sociedad dos partes, una de las cuales se halla situada por encima
quina es una máquina, por mucho que a su lado, c~mo en las foto-
de ella" (Marx, 1970a: 666).
as familiares, se pongan el propietario, el trabajador y hasta el
El marxismo posterior a Marx, particularmente su rama estructu- grafi " ' ald
policía, Para que sea capital, para que eI)carne una relaciOn SOcl ,e
ralista, ~o ha entendido, por lo general, la eficacia ideológica propia,
ucción hace falta que el trabajador venda su fuerza de trabajO
la efi~acla reproductiva, en el sentido más amplio del término, de las prod , ' ,
al capitalista y que éste le haga trabajar al pi~ de aquella y e~tr~lga
relaciones sociales de producción y cambio. En vista de esto, ha teni-
de ello plusvalor. Pero el trabajador no es actlva~o por el cap~tallsta
d~ q~e buscar en otra parte la razón de que las legitimaciones del ca-
como la máquina por el trabajador. Por desgraCla para el pnmero,
pItalismo calaran tan hondo en la conciencia de las personas
el movimiento de los músculos del segundo depende de órden~s que
tra.baja~or~s incluidos. Esto es obvio en el caso de Althusser (1977): debe emitir su cerebro . La misma idea de relación de producClón, '!
qUien, SI bien no tiene empacho en incluir entre los aparatos ideológi-
por ende la de estructura, presuponen la de activida,d humana, y a~t~­
cos de Estado a la familia, cuya regulación legal es mucho más débil
vidad humana consciente , y es este carácter conSClente de su actlvI-
que la de las relaciones de producción y cambio, excluye éstas de la
dad lo que distingue la reacción del hombre ,ante la ~st~uctura de
teoría de la ideología -sólo aparecen como fondo, no como agentes-
relaciones sociales que le constriñe de las reaCClones qu~mlcas prov~­
y rechaza en bloque la teoría de la alienación , la reificación y el feti-
cadas en el laboratorio. Pretender que las relaciones sOCiales determi-
chismo . Si las relaciones de producción y cambio debían empujar ine-
nan enteramente la conciencia de los seres humanos es volver al peor
quívocamente hacia la revolución, la evitación de ésta, que tarda más
determinismo dieciochesco Y decimonónico, Sin embargo, frente al
de lo esperado, habría entonces de ser función exclusiva de otra esfe-
estructuralismo puro y duro ha sido necesaria una respuesta ,que su-
ra distinta. Esta esfera es el Estado y, en especial, la escuela. El es-
brayara los procesos activos por los cuales los hombr~s ~erClben las
tructuralismo althusseriano no considera al ser humano
relaciones en que están inmersos, se apropian de los Significados que
intr.ínsecamente pasivo ni, por consiguiente, se ve obligado, como Hel-
se les ofrecen y, lejos de limitarse al papel de un buzón e~ ~l que se
veCIO, a hacer llamamientos a los príncipes para que cambien las ins-
echa una carta, los reelaboran bajo la constricción de, condiciOnes da-
tituciones . Pero considera al proletariado activo únicamente en la esfera
das formando así su conciencia individual Y colectiva (Thompson,
de la producción y condena a su progenie, y por ende a los enseñantes ,
en tanto que tales, en la escuela, a esperar pacientemente que la aurora 1977; Williams, 1965). ,
Willis , discutiendo la "conexión" entre los actores sOCIales y la es-
del gran día se levante en las fábricas. Algo de esto les ocurre también
153
152
tructura
. ' lo pre senta en una forma sugerente. Permítasenos u .
de Cierta extensión: na Ci ta de la estructura y de sus contradicciones. La reproducción se da en
todo caso a través de la actividad de los sujetos, de procesos creativos,
En el pensamiento marxista ortodoxo y est al' en cierto sentido, en el sentido del tercer momento'<ie Willis, siem-
·
la pnmera , . ructur Ista general
y mas Importante' 'ca '", 1 .' pre . Estos procesos pueden resultar en prácticas acomodaticias o en
. nexlOn es a determlnació
estructural e histórica de la sub' t" 'd d I n prácticas oposicionales, pero esto está escrito ya en la estructura mis-
cirl . ~e IVI a y a cultura -para de-
o Sin. ambages, el haber nacido dentro de un cierto se . ma, no al margen de ella. No pretendemos ahora rizar el riz9 y cerrar
clase, cierta región, haberse formado desarrollado y xo, Clerr.a el círculo argumentando que toda práctica, toda subjetividad, todo
do en s . t 'al d ' conVertl- proceso de producción cultural, toda actividad humana , sea acomo-
uJe o SOCI entro de cierta red culturaVid 1" .
comunidad de len . "h " ea OgIca y Cierta daticia u oposicional, esté igualmente deter'llinada por entero por la
c. guaje, eredar una serie de posibilid d
¡uturas No está a es estructura, contradicción incluida, de modo que el sujeto ya no tenga
.. en nuestra mano, por eiemplo d 'd' d 1
sur nco ' d J , eel Ir ser e escapatoria. Nuestro argumento es otro: no están, por un lado, las
, , varan y e una familia con "capital Cultural"
Normalmente la " ., " . prácticas y la conciencia acomodaticia, determinadas por la econo-
. ' conexlOn complementaria, nuestra se-
gunda,. ~onslste en que tales agentes, formados de cierta mane- mía , y, por otro, los sujetos y los procesos de producción cultural, li-
ra, se sltuan y.~omportan entonces del modo apropiado: entrando bres de aquélla y flotando en el limbo . El carácter contradictorio de
en la producclOn en roles de clase preordenados casándo la estructura de las relaciones sociales proporcionan una base mate-
tanda y act d' , s e , vo- rial tanto para las prácticas y la conciencia acomodaticias como para
' uan o Como ciudadanos "responsables" del E t d
b urgues de mod sa o las oposicionales. Pero los niveles de organización y complejidad al-
.' o que se mantengan las estructuras en 1
naCle.ron y :eproduciéndolas para la próxima genera ., as que canzados por los seres biológicos y sociales, y el desorden que conlle-
repetir el Ciclo. ClOn, para van, no permiten el juego de los determinismos unilaterales (Van
. Lo que yo quiero añadir a estos dos es un " " Bertalanffy, 1976; Morin, 1977). Para el propio Marx, las leyes inhe-
Clal 'd' momento cru- rentes al capitalismo no agotan la economía, la economía no agota
, por aSI eCIrlo, "en el medio" -lo d h h .
cualquier forma que e ec o cambia las relaciones sociales materiales, y éstas tampoco agotan el "ser real",
en que podamos pensar los otros dos ( )S
trata del uso y la explo " . . . " e que por su parte no es más que la base del ser consciente, el cual,
s' b T 'd , . raclOn actIvos y colectivos de los recursos
o a su vez, forma parte del ser real (Marx, 1970a; Jakubowsky, 1971;
1m 'd lCOS, I eologlCos y culturales recibidos , para explorar da
seno o y respo d . . , r Fernández Enguita, 1985) e incide sobre las otras esferas en que éste
l . n er pOSItIvamente a las condiciones estructura
es y matenales de existencia heredadas (Willis, 1986: 112-3).- se desenvuelve. Las posibilidades de emergencias de la personalidad
que no sean simplemente una réplica de la estructura en la que está
La única cuestión es q Wil . inmerso el sujeto son infinitas , pero se mueven dentro de los límites
., ue, para lIs, esto significa" " .
1a noclOn marxista tradi cional d b casI invertir y constricciones impuestos por la estructura misma, deambulan por
terminaci~nes que discurren de:de a,~: ~::::;:;~uc~:: .~~e la,~ de- sus espacios vacíos y pueden encontrar vías de desarrollo en sus con-
que debena sonarnos como " h .,,, I .' P J plo, lo tradicciones internas. Si se nos permite una analogía, la buena mar-
, ereJla a os marxistas Pero no t"
por que ser necesariamente así Wi]]" (" " lene cha de la estructura, por un lado, y sus contradicciones, por otro,
I . . IS lene razon en la medida e
;:~eJu?,to d~ vista .:narxista tradicional identifica reproducción; actúan como dos polos eléctricos dentro de una solución química, atra-
aClOn, a aptaclOn o autosumisión a la estructura Com '1 . yendo hacia sí las partículas . Pero , a diferencia de la solución quími-
mo comparte esta identifica " I . o e mls- ca, la solución social no es homogénea , de modo que nunca faltan
forzado a subrayar el lado cploon, da ~elnods term,inológicamente, se ve partículas que no van a un polo ni a otro. Los procesos de producción
d ' r eClr o e algun modo o " I
e los procesos de producción cultural-"ex lorar d ' p.OslclO na cultural, la actividad humana, puede sostener la estructura, alimen-
ponder positivamente"_ con obieto d p ,ar sentido y res- tar sus contradicciones o, simplemente, aumentar la carga de entro-
• J e mostrar que ahí se da
portamlento activo Pero d d . un com- pía que todo sistema lleva consigo. Ha sido el propio Willis (1978)
repitámo I ' , ' es e una perspectiva marxista no unilateral
s o una vez mas, la reproducción es reproducción a la ve~ quien ha mostrado en un trabajo etnográfico puntero, cómo esos pro-
cesos de producción cultural también pueden traducirse en reproduc-
154
155
ción en el peor sentido del término, es decir, en reforzamiento de la el espacio a la irrupción de la actividad humana en las relaciones so-
est~ctur~ de las relaci~nes sociales, lo que es tanto como mostrar que ciales y en la teoría sociológica, tanto en general c<?mo en la educa-
Jos bInOmIOS reproducCión/contradicción, acomodación/oposición, es- ción. La idea marxista de reproducción y de contradicción , además,
tructura/actividad humana pertenecen a planos imbricados , sí, pero arroja nueva luz sobre la forma en que se desarrollan y expresan otros
distintos, del análisis . " Los hombres hacen su propia historia, pero conflictos sociales y educacionales, como los que giran en torno al se-
no la hacen arbitrariamente, bajo circunstancias elegidas por ellos mis- xo y la etnia.
mos , sino bajo circunstancias directamente dadas y heredadas del pa- Pero, sobre todo, la perspectiva apuntada, más estricta y a la vez
sado " (Marx, 1971: 11). más integradora , suministra la base para una actitud más matizada
de los educadores radicales ante los distintos conflictos que surcan la
escuela y ante las diferentes manifestaciones de la subjetividad en ella.
Conclusiones
En principio, todo conflicto y toda actividad libre, en lo que los sepa-
ra de la simple acomodación, representan , por así decirlo, un "se-
~os análisis marxistas de la educación que se inscriben en la perspec- gundo nacimiento " -parafraseando a WilliamJames- de los sujetos
tiva de la reproducción, aun sin negar la existencia de contradiccio- implicados que, frente a la mera sumisión , ofrece un terreno para in-
nes o incluso afilmándola explícitamente, han minimizado este aspecto, tervenciones progresivas. Sin embargo, no todas las resistencias ni to-
~an de~:tendido los ~últiples conflictos que rasgan la escuela y su ar- das las manifestaciones de actividad humana independiente tienen el
tlculacIOn con la sociedad y han negado espacio a la actividad huma- mismo valor : las hay progresivas y regresivas; las hay relevantes de
na. La primera reacción contra la elisión de la actividad humana vino cara al mantenimiento o la transformación de las estructuras sociales
d.e la perspectiva .interaccionista y fenomenológica (Young, 1971), que, y las hay irrelevantes; las hay que discurren por la línea de las contra-
SIn embargo, deJó a un lado las constricciones estructurales impues- dicciones y oposiciones con mayor potencial de cambio y las hay que
tas a los actores sociales (Sharp y Green, 1975; Sarup, 1978; Sharp, lo hacen a lo largo de líneas secundarias. Si el educador y/o el sociólo-
1980) y por parte de estudios etnográficos que la más de las veces han go se ponen como meta la eliminación de la desigualdad , la discrimi-
caído en el mismo error (Giroux, 1983a, b). Una reacción más mati- nación, la explotación y la opresión en sus diversas formas, deben
zada, menos unilateral y más enriquecedora es la de lo que se ha da- aprender a localizar los objetivos, los actores, las configuraciones de
do en llamar teorías de la resistencia que, a la vez que tratan de fuerza y los discursos con mayor potencial transformador, y para ello
recuperar el espacio para la actividad humana, no pierden de vista es necesario entender las distintas dinámicas sociales en presencia y
las estructuras en que ésta se desarrolla y centran su atención en la su articulación común.
idea de que las escuelas son sedes de conflictos propios y sociales ge-
nerales (Apple, 1982 , 1985; Giroux, 1983a, b ; Willis 1978 1981
1982). ' , ,
E~,este ca~ítulo he~os mostrado que la idea marxista de la repro-
duccIOn, en SI y por SI -otra cosa son las elaboraciones particulares
que de ella se hagan- no conlleva la exclusión de la contradicción
sino que, ~l contrario, la presupone. La contradicción, como ruptura
de una umdad que pugna por restablecerse, es consustancial a la es-
tructura de la relación capitalista y es reproducida con ella. Un análi-
sis pormenorizado del carácter contradictorio de las relaciones de
p~o~u~ción capitalistas, por otra parte, permite explicar y prever la
dmamICa de los principales conflictos que se desarrollan en la educa-
ción y en su articulación con el conjunto de la sociedad. En este senti-
do, la idea de reproducción no sólo no debe cerrar, sino que debe abrir

156
157
CAPITULO VI
PARTICIPACION y SUMISION EN LA EXPERIENCIA
ESCOLAR, O EL APRENDIZAJE DEL
DESDOBLAMIENTO

Cualquiera que no sienta nostalgia de oscuras épocas pasadas estará


de acuerdo en que una función de la escuela debería de ser la de pre-
parar a los alumnos para una actitud libre y participativa en la vida
social. Así como no hay declaración de principios en la historia de la
enseñanza que no haya hablado de prepararlos para la vida adulta,
en los últimos decenios -en España en los últimos años- desapare-
cen las formulaciones más autoritarias -formar "súbditos leales",
por ejemplo- e incluso las de género ambiguo -preparar para la "in-
tegración " o la "vida" en sociedad, etcétera-, y abundan cada vez
más expresiones, al menos en apariencia, más comprometidas con el
aprendizaje de la libertad: "participación", "participación activa",
"actitud crítica", "ejercicio de la libertad", "aprendizaje de la de-
mocracia", etcétera.
No cabe duda de que en este terreno es muy importante el mensaje
impartido por la escuela: libros de texto, la palabra del maestro. Tam-
bién lo es la presencia de otros ámbitos concurrentes: la familia, el
barrio, los grupos de iguales, las distintas subculturas, los medios de
comunicación, la sociedad en general . Pero en este capítulo nos va-
mos a centrar en la escuela y, más concretamente, en algo distinto
del mensaje escolar: en la experiencia de la escolaridad .
Es bien sabido que términos corno "democracia", "libertad" o
"participación", por mucha carga emocional o política que puedan
tener, están muy lejos de designar con precisión realidades específi-
cas. Hay democracias "representat iv as ", "parlamentarias", "pro-
letarias ' " "populares", "de base", "sociales", "socialistas", por no
hablar ya de "orgánicas", "vigiladas" y demás. Por consiguiente,
examinaremos primero las características generales de los sistemas que
pretenden acaparar el apelativo de "democracias", las democracias
representativas , es decir, las del llamado " m undo libre". No tema
nadie encontrarse con un minicompendio de derecho político, porque

159
. que estos fines fueron muchas veces explícitos en los pioneros y
lo que interesa es otra cosa: la relación entre la democracia polít'
correspol~
reformadores , quienes, lejos de educar por educar, querían obtener
y la vida social. Después veremos en qué modo la escuela de la escuela, alternativamente, buenos súbditos, bt.l(nos servidores
• . n
d e a 1as
. caractenstlcas
. generales de la sociedad ' esto es ,que• t·lpo d e domésticos, buenos oficiales del ejército, buenos funcionarios de la bu-
aprn:dIZa}C democrático organiza para los alumnos . Pero antes debemos rocracia, buenos ciudadanos de la república o lo que en cada caso se
de~Ir algo sobre el porqué de centrarnos en la eXperiencia de la esco-- terciase. Para ello no les bastaba con adecuar e! contenido de la ense-
landad. ñanza, sino que daban una importancia mayor a su organizatión ma-
terial. Esto puede constatarse fácilmente leyendo a autotes como
Cuando se i~tenta ~veriguar qué es lo que enseñan nuestras escuelas Demiá, Bally , Locke o Kant. Pero no es estrictamente necesario vol-
se acude de mmedIato a los libros de texto, a su contenido En ver hasta las fuentes. En los últimos quince años ha surgido ya una
al d •. . un
ar e cntlco, .se puede i: más lejos y ver cómo el texto es comple- importante literatura al respecto, en la que destacan los trabajos de
mentado, medl~do o t~rgIversado por el mensaje del profesor. Pocas Miche! Foucault y su escuela (véanse, por ejemplo, Foucault, 1976
v~ces, en ca.m.blO, . se atiende a la experiencia de la escolaridad, es de- y Querrien, 1979 , yen España, Vare!a, 1984) Y los de los llamados
cIr: a la cotIdIaneIdad de la escuela. Sin duda esto tiene que ver con historiadores revisionistas norteamericanos (por ejemplo Katz, 1971;
la mquebrantable fe en la fuerza de la palabra que mantenemos los Tyack , 1974). Hemos llevado a cabo un tratamiento más general de
edu~adores y, sobre todo, ese producto acabado e irredento de la uni- esto en otro luv,ar , por lo que no parece necesario ni conveniente re-
verSidad que ~omos los investigadores . Sin embargo, si sólo se tratara
petirlo aquí.
d~ .eso, deb~namos preguntarnos por qué los libros, la radio, la tele- De los distintos aspectos de la organización social material de la
VISIón o ~l VIde? no ~an sustituido hace ya tiempo a las escuelas. Quien escuela nos interesa uno en particular: la combinación de jerarquía
esto ~sc~I~e se IdentIfica poco con el viejo dogmajudeo-cristiano: "En y autoridad, por un lado, y democracia y participación, por otro. Aun-
el ~n~~IplO era la palabra", y prefiere inspirarse en Goethe: "En el que sólo sea de manera intuitiva, se estará probablemente de acuerdo
pnnclplO era la acción". Es más, si se trata de reconocer paternida- en que una organización escolar y una relación pedagógica jerárqui-
des, re~ulta inevit~ble ~l nombre de Marx : "Es la experiencia la que cas y autoritarias preparan, en lo que les concierne y hasta donde lo
deterrnma la conCIenCIa, y no al contrario". permita su e ficacia, para la integración en estructuras económicas, so-
La exp.eriencia a que nos referimos en este caso, la experiencia de ciales y políticas autoritarias. Por e! contrario, una organización es-
la esc~laf)dad, es la constituid~ por la organización del tiempo y el colar democrática y participativa y una relación pedagógica activa y
espaclO en la escuela; las relaclOnes de los alumnos entre sí con los dialógica prepararían para la inserción en una sociedad libre, plural
profeso~es .y.con las autoridades escolares; su capacidad o i~capaci­ y participativa. En todo caso, éste es el presupuesto de nuestro traba-
dad.de lDCldIr en las decisiones sobre el contenido de la enseñanza jo , que no argumentaremos más aquí: que la experiencia de la orga-
s~. ntmo, los métodos de aprendizaje o los procedimientos de evalua: nización, gestión y funcionamiento cotidianos de la escuela tiene, en
ClO~; las rutinas cotidianas de la vida en el centro; la estructura del la configuración de la co nciencia, las expectativas y el comportamien-
curnculum; los procesos pretendidamente meritocráticos de selección to futuro de los alumnos, una importancia incomparablemente ma-
y el valor simbólico de las cualificaciones, etcétera. yor que la de! contenido de la enseñanza cívica en sentido estricto,
_A pesar de que muchos aspectos de la organización social de la en- es decir , que cualquier cosa que puedan decir el libro de texto o e!
se~anza, por no decir todos, aparecen como consustanciales a cual- profesor sobre "democracia", "convivencia" y otros temas asocia-
qUier ~orma de educación, a la dinámica interna del aprendizaje o a dos. Con ellos no queremos decir que los libros de texto o los profeso-
la gestión de gr~pos numerosos u organizaciones complejas, conta- res sean inocentes. Sobre los textos escolares de educación cívica
n:os ya con un cierto corpus teórico y empírico que indica lo contra- remitimos al excelente trabajo de José Manuel Toledo Guijarro (1983).
no. La.s figuras or~anizativas de la escuela ni son naturales, ni son Sobre las clases de "Educación para la convivencia" en los centros
a1eatonas ..Antes bien , responden, consciente o inconscientemente, a no conocemos ningún trabajo destacable, pero en el curso de una in-
c.o~fi~r.a~lOnes de fines generalmente situados fuera de ella. El aná- vestigación que estamos llevando a cabo, y cuyos resultados totales
lISIS hIstonco de la génesis de la escuela moderna muestra con frecuen-
161
160
o parciales no tardarán mucho en darse a conocer, hemos podido ob- De ahí -y no de la maldad congénita de los capitalistas- que
te. l' .
servar cómo, incluso con la mejor y más progresista de las intencio- roducción se organice de manera tola llana.
la p
nes, los profesores no cesan de transmitir sus propios prejuicios a los Esta unidad de circulación y producción, d e d emocraCl1.
. . y tot al'Ita-
estudiantes, tanto en forma de juicios de valor como, lo que es más . o es el sistema capitalista mismo. Si la fuerza de trabajo no se
ns m , . '
grave; en forma de sesgo de la información. diera libremente y a su valor de cambIO en el mercado, o SI los
ven d '6
italistas no pudiesen imponer su voluntad en la pro UCCI n" nos
cap ., S' 1 b . d
El capitalismo es una curiosa combinación contradictoria de totalita- encontraríamos ante otro modo de producclOn. I os tra aja ores ~s-
rismo y democracia. Dejando de lado la esfera del consumo, en la que tuvieran directamente -no sólo indirectamente, por falta de medios
las relaciones sociales dejan paso a la relación de la persona con la de vida alternativos, sino directamente, mediante el uso de la fuerza-
cosa o servicio, con la mercancía en su dimensión estrictamente ma- obligados a entregar su fuerza de trabajo al capital,. estaríamos ant.e
terial, la economía capitalista presenta dos esferas: circulación y pro- una versión más de la esclavitud o la servidumbre . SI no fuera el capl-
ducción. La esfera de la circulación comprende el intercambio de ista sino los trabajadores, quien impusiera su voluntad dentro de
t al , 'al'
mercancías. Por mercancía entendemos aquí una unidad de valor de la esfera de la producción, estaríamos muy cerca del SOcl Ismo auto-
uso y valor de cambio, tanto da que se trate de un objeto -lo que gestionario.
normal o vulgarmente se denomina mercancía- o de una actividad Una dualidad semejante encontramos entre la esfera de la econo-
-lo que se denomina prestación o servicio. El intercambio de mercan- mía y la esfera (:el Estado. Considerada globalmente, la esfera de l.a
cías es , esencialmente, intercambio de equivalentes. Como tal, este in- economía está dominada por la producción, que es tanto como deCir
tercambio es una relación entre iguales en la que ninguna de las partes por los derechos de la propiedad. N o ocurre lo mismo con la e~fera del
necesita emplear la fuerza sobre la otra. La esfera de la circulación es, Estado , que en todos los países occidentales en alguna medida y en
como decía Marx , el paraíso por excelencia de los lÚrechos hurr¡anos. las democracias representativas en particular, está organizada en tor-
La única coerción ocasional que necesita el mercado para su buen fun- no a los lÚrechos de la persona. Esta caracterización del Estado no con-
cionamiento es la necesaria para hacer frente a eventuales interven- cierne sólo a los derechos civiles y políticos o al ejercicio del sufragio
ciones exteriores. Por supuesto, dentro de la circulación está también universal, sino también a su intervención en la vida económica. En
englobado el intercambio de fuerza de trabajo por salarios, es decir, general, eso que se llama vagamente Estado de Bienestar. no es otr.a
la venta de la fuerza de trabajo . cosa que la intervención del Estado para salvaguardar en cierta medi-
Muy distinto es el panorama en la esfera de la producción. La pro- da los derechos de la persona frente a los derechos de la propiedad
ducción capitalista se basa en la explotación de la fuerza de trabajo . juna de la esfera de la producción. . . .
La mercancía fuerza de trabajo tiene la peculiaridad de que su valor La misma dualidad, en fin, podemos hallar en el mtenor mismo
de uso, además de traducirse en nuevos valores de uso realizables en del Estado . En diversas formas, el Estado es a la vez libertad y coer-
el mercado -mercancías, sean bienes o servicios-, consiste en pro- ción. Los ciudadanos ejercen su derecho al voto, pero se privan a cam-
ducir un valor oe cambio superior al suyo propio. Dicho de una ma- bio de un ejercicio de la actividad política que delegan en una casta
nera más simple, dado cierto nivel de desarrollo de las fuerzas profesional . Eligen normalmente al poder legislativo, pero deben so-
productivas un trabajador puede producir en una jornada laboral nor- meterse a un ejecutivo cada vez más autónomo.
mal un valor superior al equivalente de lo que necesita para mante- Aquí nos limitaremos a apuntar muy brevemente todo esto. Para
nerse y reproducirse, vale decir el valor de su fuerza de trabajo . Este un tratamiento más sistemático puede acudirse a otros trabajos (Bow-
excedente es el plusvalor, y su dimensión depende, entre otras cosas, les y Gintis, 1983a; véase el capítulo II de este libro). Lo que aquí
y más directamente que de ninguna otra, de la organización del pro- debemos tener en cuenta es simplemente este carácter dual y contra-
ceso de trabajo y la duración de la jornada laboral. Para extraer el dictorio de las relaciones sociales bajo el capitalismo. Por supuesto que
máximo de plusvalor, el capitalista necesita someter enteramente a hay otras esferas sociales , como la familiar, organizada en torno a la
su voluntad el proceso de trabajo , lo que quiere decir al trabajador, autoridad y los derechos patriarcales, pero en esto no es preciso dete-
con independencia o en contra de la voluntad y las necesidades de és- nerse ahora. No es menos cierto que los regímenes democrático-

162 163
representativos
. existen en sólo una pequeña parte de l so '
paises .
capl-
o para la obediencia? ¿Para la participación o para la sumisión? ¿Pa-
\\
\\.
ra el ejercicio de los derechos de la persona o para el respeto a los de-
ta:lstas, .per? podernos dar corno normal la combinación entre econo- rechos de la propiedad? ¿Para una cosa, para la otra, o para una cierta
mla caplta\¡~t~ y Estado democrático, y en todo caso es en ella en la combinación de ambas? Esta última hipótesis es la que vamos a argu-
que ahora ':'Ivlmos. Va de suyo también que los distintos regímenes mentar aquí centrándonos en cuatro aspectos de la experiencia esco-
representatlv~s s~n democráticos o autárquicos en grados muy diver- lar: primero , la combinación entre igualdad formal de oportunidades
sos, pero aq~1 s~lo nos interesan sus rasgos más generales. y desigualdad de resultados; segundo , el casa de la asignatura "Edu-
En estos termmos de generalidad, podernos afirmar que estas duo.li- cación para la convivencia" ; tercero, los distintos modos de organi-
dades co~guran la experiencia humana cotidiana bajo el capitalismo . No im- zación de las otras asignaturas del plan de estudios ; cuarto, en fin,
porta cuan eficaz pueda ser la manipulación de las necesidades y el la combinación entre la llamada" gestión democrática" de los cen-
deseo: el ~ercado, o sea la elección del consumo, es vivido corno una trOS y la gestión de las rutinas escolares cotidianas. El primer punto
expenenCla de \¡ber~ad,. mientras que las rutinas de la producción lo se basa simplemente en consideraciones generales sobre la escuela. Los
son corno una expenencla de sometimiento. Por poco democrático que otrOS tres, aun cuando no podemos aportar todavía una evidencia em-
s~a. un Estado, e.n los regímenes occidentales la esfera pública -el ejer- pírica sistematizada, lo hacen en lo que hemos po~ido observar a l~
~ICI~ ~el sufragIO y de los derechos políticos, los derechos civiles, la largo de una investigación todavía en curso sobre diez centros madri-
JuStiCia, la e~cuel~, la seguridad social y los servicios públicos en leños de enseñanza secundaria y son, a la vez, hipótesis para conti-
general- es mfimtamente más respetuosa de la libertad y de los de- nuar esta investigación. Se comprenderá enseguida que no se trata
rechos .de.la persona que la organización del lugar de trabajo. Por exi- de "hallazgos" sino de simples sugerencias.
~as, IImltad.as, insuficientes o bastardas que sean las experiencias de Por una parte, todos los alumnos son iguales ante la escuela. To-
lIbertad de nmgu.na manera debe subestimarse su importancia, pues dos reciben una primera enseñanza común (aunque, como en la granja
son la base matenal del consenso social en torno a la economía de mer- de Orwell, para algunos sea más común que para otros), todos son
cado, el Estado parlamentario y el discurso liberal. juzgados según unos mismos criterios y, en consecuencia, todos tie-
. Por ot~o lado, ~sta doble experiencia da forma a muchos de los con- nen ante sí las mismas oportunidades, pues la institución se ofrece in-
flIctos baJo el capitalismo, a la expresión de sus contradicciones. La clu so a "compensar" las desigualdades anteriores a ellas. Los alumnos
mayor parte ~e las reivindicaciones de los trabajadores ante el capital hacen en ella, por consiguiente, la experiencia de la igualdad formal, de
(o de las mUJeres, o de las razas oprimidas) se expresa en la forma la realización d¡¡ los derechos personales. Esta es, por así decirlo, la posición
de d~fensa de los derechos de la persona frente a los derechos de la de los alumnosfrente a la escuela, una posición de igualdad. Pero, una
propIedad (o l~s ?el patriarca, o los de la raza dominante) . vez dentro del aula , los alumnos no pueden determinar qué aprender,
Las contradiCCIOnes de la escuela se explican también en este te- cómo aprenderlo , a qué ritmo; no pueden organizar por sí mismos
rreno. Está situada dentro de la esfera del Estado -derechos de la su espacio, ni su tiempo, ni su actividad, ni la organización de la cla-
persona-, pero debe preparar para la inserción en la jerarquía de se o la escuela. Donde mañuna estarán los derechos de la propiedad está ahora
la p.roducción capitalista -derechos de la propiedad. Ofrece un nivel la autoridad magistral, y los alumnos aprenden a declinar en el ejercicio de sus
de Igualdad formal -la igualdad de oportunidades: derechos de la derechos y someterse a una autoridad ajena. Empieza así lo que, sin duda
persona-, pero deb~ estratificar y jerarquizar la fuerza del trabajo con poca fortuna , hemos llamado en el título de este capítulo el apren-
-de acuerdo con la Jerarquía de producción, derechos de la propie- dizaje del desdoblamiento. Pero esta dualidad, que no es sino el resultado
dad. Se expre~a. en un discurso y de acuerdo a unos principios libera- de la doble función distributiva y productiva de la escuela (distribuir
~es .-d~mocratlcos- pero se organiza de manera isomorfa a las a los individuos, con legitimidad, a través de la pirámide del empleo
mstlt~clO.nes sociales dominantes, las empresas capitalistas - y producir los individuos adecuados para los distintos empleos), va-
autontanamente. También esto lo hemos desarrollado en otros luga- mos a pasarla por alto y centrarnos en la vida interna de las escuelas.
res, luego tampoco nos detendremos más en ello. Es de toda evidencia que nuestras escuelas son hoy más democrá-
ticas que antaño, que tratan de preparar, con mejor o peor fortuna,
La cuestión ahora es: ¿Para qué prepara la escuela? ¿Para la libertad
165
164
, . odemos dictaminar sin temor a error que
;os ciudadanos para una sociedad democrática, es decir, para una em áticas o histona, P b de él Lo que se pre-
de mat ado de lo que se espera a • , '
jedad capitalista con un régimen político parlamentario , Uno de rofesor se ha apart d' r cl'a de las demás aSIgnaturas, donde
el P qs ue a lleren , 1 al
JS instrumentos fundamentales en este empeño es lo que hoy, en Es- e en suma, e , 'omnipresente, en esta os um-
ten d , 1 ae stro se mantiene , '
paña, se llama "Educación para la convivencia" , que tiene la forma la autoridad de m , , ,, de la democracia, Los objetivoS no son
de una asignatura, Esta asignatura no sólo tiene como objeto explicar ...ns hagan la "expenenCla, d ' ales y de ahí que se dé a los alum-
...~ ,' como actltu In , -
qué es la democracia (la Constitución, los derechos fundamentales, tanto congnltlVOS 'd los métodos de ensenanza,
las formas de participación ciudadana, etcétera), sino, lo que es más, más voz sobre el contenl o Y Es más bien un lugar co-
nOS d' cho de ser nueva, , "
también practicarla , En el librito titulado Hacia la reforma. Documentos Es ta opción 1St a mu , , H la friolera de vemUcmco
, democraUcos, ace , fl
' n en los regtmenes , forme que tuvO una m uen-
de trabajo (1983), editado por la Dirección General de Enseñanzas Me-
dias, y tras la enumeración de una serie de objetivos cognitivos y des- :;05,
"
James B, Conant (195:)'1 e:s~::~ seculldaria en Estados Uni-
ensa sobre el futuro e a ,, ",
trezas que deben ser alcanzados por el alumno, se lee: "Los métodos Cla Inm , " RecomendaclOn 20 '
didácticos aplicados a esta asignatura han de ser activos y estimular dos, P ropOUla en su
la indagación personal, el sentido crítico, la reflexión y la toma de pos-
tura razonada, (, , ,) En esta materia , más que en ninguna otra, con- , o al hogar estudiantil (ho-
tenidos y métodos se implican mutuamente, de mane'ra que una Hay que asignar suficiente tIde:nPtes puedan emplear este pe-
d que los estu lan , 11
metodología inadecuada puede hacer inaccesibles los objetivos", "Las mero om ), d e mo o 'd del interés comunitano y evar
llar un sen ti o
situaciones de enseñanza" que se recomiendan desbordan el ámbito riodo para d esarro _ ala del gobierno represen-
a cabo una práctica a pequena esc
del aula, extendiéndose al "ámbito escolar" y, más aún, al "ámbito
social" , Entre las "actividades y experiencias de aprendizaje" se re- tativo, d 'ó 21"'] En el doceavo curso debe
comiendan los grupos pequeños, menores que el conjunto de la clase; lY, en su ,"Re comen aCl n ' , b'
b los problemas o el go lemo
'gnatura so re dá
los "estudios de situaciones que requieren una rápida toma de postu- ser obligatona una aSl d t mbre porque Cana
A ' n como e cos u ,
ra", las "discusiones orientadas", "encuestas" y "sondeos" reali- estadunidense l menca" G d hacia el sur ya se sabe, no
" de R 10 ran e ' )
Zártos por el propio grupo, "estudios de casos preferiblemente elegidos
es una provmCla y l ' o spanish MFE] , ( , ' ,
'd' lo que es o mlsm " al
por los propios alumnos" , "grupos con proyecto de trabajo formados hay más que m lOS o, d b ' er un corte transvers
, atura e ena s ,
por alumnos especialmente motivados que no necesiten la asistencia Cada grupo de esta aSlg n co""posición heteroge -
1 d b ría tener una 'u
del profesor" , "exposiciones orales", "entrevistas públicas", "foros" , de la escuela: la c ase e e . 1 todos los estudiantes a
d b ' n esumu ar a
"mesas redondas", "dramatizaciones", etcétera, nea, Los maestros e ena ' t a debería desarrollar no
d b t Esta aSigna ur .
En general, las orientaciones posteriores del Ministerio y la prácti- participar en los e a es, " d 1 forma estadunidense (Amen-
solamente una c O mprenslOn e a ó 'as de nuestra SOCie a d
' d
ca de los profesores de "Educación para la convivencia" (sólo cono- , d I s bases econ mlC d'
cemos el caso de los centros de Madrid afectos a la reforma can) de gobierno y e a I rensión mutuOS entre 1-
b ' , 1 respeto y a comp al
experimental de las enseñanzas medias, pero podemos presumir que , libre, sino tam len e , D b ' incluirse temas actu es;
, d t dlantes , e enan , ,
salvando las distancias , será generalizable a los demás) van mucho ferentes tipOS e es u , ' , I'bre de cuestiones polem icas ,
, 1 r la dlscuslo n 1 , ,
más lejos, Si un observador entra en una clase de "Educación para habría que esumu a , niflcativo que dlstmgue
ta un aspecto slg ,
la convivencia", lo más probable es que encuentre a los alumnos dis- Este enfoque represen 1 ' nes totalitarias, Esta aSlg-
d las de as naclO ,
cutiendo vivamente algún tema , todos juntos o por grupos; es proba- a nuestras escueIas e d' t'les bien orgamzados y
, I h gares estu lan 1 , r
ble también que este tema haya sido elegido por ellos mismos o haya natura , aSl como os ~, d ontribuir mucho a la lor-
"d t dlantiles pue e c
surgido como síntesis entre sus intereses y los planes del profesor. En ciertas actIvlda es es u 'd tra democracia que sean
, d danos e nues ,
todo caso, la imagen que ofrecen las clases de esta asignatura es muy
mación de futuros Clu a fi s en los momentos dl-
, mantengan Irme I
electores inteligentes, se , d ' . por la oratoria de os
diferente de las demás: mayor libertad, más diálogo, mayor partici- ,, e dejen se UCll
ñciles para la naClon Y no s ,
pación , más opcionalidad, etcétera, Si encontramos una clase de "con- que apelan a los intereses partIculares,
vivencia" que no se diferencia -o lo hace poco- de cualquier otra
167

166
Examinemos un poco este texto, que tiene la virtud de la claridad
además del sello de los pioneros. Lo más evidente es que Conant que~ Allí, como aquí, ciertas actividades extracurriculares y las clases
ría que los alumnos de secundaria aprendieran las excelencias de ele- de "estudios sociales" o "convivencia" debían convertirse en una pe-
gir cada cuatro años entre dos partidos casi idénticos ("la forma ueña democracia de laboratorio. Allí, como aquí, los estudiantes
estadunidense de gobierno") y la indisociabilidad de economía capi- q renderían no sólo teóricamente por qué el sistema parlamentario
ap > • 1 >' d > • •
talista y libertad ("las bases económicas de nuestra sociedad libre"). es democrático, el más democratlCo y e UIllCO emocratlco, smo que
Pero Conant quería más. En todas las demás recomendaciones, cuando también practicarían la democracia como pequeños ciudadanos libres
tratan de las asignaturas, se dice simplemente lo que los alumnos tie- durante dos o tres horas a la semana, dentro del programa oficial, y
nen que aprender. No hay "debates", ni "comprensión mutua", ni alguna más fuera de él. Pero ¿qué es lo que realmente se apr~nde así?
"interés com unitario", ni "práctica a pequeña escala del gobierno Se aprende que la democracia es una cosa que pue~e pr:c~lcarse en
representativo": las autoridades y el profesor mandan, y los alumnos algunos contextos, pero no en otros. Para deCirlo mas gra[¡camente,
obedecen. En las demás asignaturas no hay "temas actuales" ni "cues- se aprende que la democracia es algo para los dommgos ~y fiestas de guardar _
tiones polémicas", sino programas preestablecidos y tan áridos y aca- ue es lo que representan las clases de convivencia frente al resto. Se
demicistas como de costumbre. ;prende, sobre todo, que las prácticas democráticas no tienen cabida e~ las
Conant quería incluso más. En las escuelas secundarias de Esta- asignaturas importantes, aquéllas que cuentan realmente en el expedIen-
dos Unidos existe un sistema de canales (tracks) diferentes en los que te,' aquéllas que preparan para un futuro empleo o que contienen ~os
los alumnos se preparan para acceder a la universidad (college prepara- "conocimientos relevantes", aquéllas, en definitiva, que se relacIO-
lory) o para incorporarse pronto a trabajos manuales y subordinados nan con la producción. Se aprende, pues) a ser a la vez un ciudadano con
(l;ocationa{), o bien se mantient: todavía indeciso su futuro (general). Es- derechos en la esfera poHtica y un trabajador sin ellos más allá de la puerta del
tos canales ofrecen programas distintos a públicos distintos. Además, taller o de la ofiúna.
existe una práctica generalizada de agrupamiento de alumnos según Esto, decía Conant, "distingue a nuestras escuelas de las de las na-
las distintas ,. capacidades intelectuales" o "ritmos de aprendizaje" . ciones totalitarias". Se podría decir también así: nuestras escuelas se
distinguen de las de los regímenes totalitarios (los de los países llama-
Lo normal es encontrar en los cursos que preparan para la universi- dos socialistas, claro está, pues, como sabemos hoy ya gracias a la pro-
dad o en los grupos de los "mejor dotados" (special~y gifted) una ma- fesora Kirkpatrick, las dictaduras de derechas son simplemente
yor abundancia de varones blancos, altos, ru bias, protestantes y de "autoritarias") en que practican la democracia dos o tres horas ala
clase media o alta, mientras en el pelotón de los torpes-los canales semana. Así "nuestros" regímenes se distinguen de aquéllos entre
"vocacionales". los grupos de infradotados o problemáticos (slow lear- otras cosas en que se puede ejercer la soberanía popular una vez cada
ners)- se agolpan, más o menos por este orden, los negros e hispa- cuatro o cinco años a cambio de renunciar a ella cotidianamente.
nos, los emigrantes de Europa meridional, los de Europa central y Este tipo de dicotomía se da también, en dimensiones menores, en-
otros, en general los hijos de los trabajadores, que con frecuencia son tre las asignaturas tradicionales del programa, al menos a la altura de la en-
también morenos y católicos. Así se constituyen en las escuelas sub- señanza secundaria, que es la que hemos podido observar
grupos cortados entre sí por diferencias de clase y etnia que tienden directamente. Ante el observador surgen dos grupos distintos de asig-
a coinCIdir C<in las divisiones dentro de la institución escolar, pero Co- naturas, con dos modos de organización distintos. De un lado están
nant quería que en los hogares estudiantiles y en los grupos de "Estu- las materias literarias y sociales (lengua, literatura, historia, geogra-
dios sociales" de doceavo -y treceavo- curso las cosas fueran fía), lo que suele llamarse el área humanística. De otro las matemáti-
distintas: allí estarían mezclados los hijos de la burguesía y los de la cas, las ciencias experimentales (biología, fisica, química) y las materias
clase obrera, los ricos y los pobres. los blancos y los "de color", los tecnológico-prácticas (el área tecnológico-práctica de la reforma o los
protestantes y los católicos, los listos y los tontos, los "académicos" talleres de la formación profesional). (Otras materias como el dibujo,
y los . 'vocacionales" . todos en perfecta comunidad y haciendo ga- pueden caer indistintamente dentro de un grupo u otro, según se en-
la de "respeto y comprensión mutuos". foquen.) Naturalmente, la actitud del profesor puede convertir una
clase de literatura en algo especialmente árido o una de matemáticas
168

169
en algo excitante, pero la norma es 10 opuesto. Las asignaturas del
primer grupo están organizadas de manera más libre, con más énfa- . guna libertad discente. Por otra parte, parece innecesario re-
sis en la introducción de temas cercanos a los intereses de los alumnos en dnID q ue los programas educatiVOs. fi' d··· 1as auton'da d es
cor ar , son
. IJa os por
,
y de cuestiones actuales y cotidianas, con mayor opcionalidad, can bernamentales -centrales o autonomlcas. Ademas, no hay que su-
participación de los estudiantes, debates, etcétera, y formas de eva- ~stimar en modo alguno el poder .ejercido so?re el contenido y los
luación más flexibles y benignas. En las del segundo grupo, en cam- meto, d o s de enseñanza por los fabncantes de lIbros de texto y otros
bio, la enseñanza está centrada en el profesor, la opciona1idad es nula materiales didácticos.
los métodos Son menos activos, el programa suele ser de índole pura~ En resumen, el poder sobre la organización de la actividad acadé-
mente académica y la evaluación más estricta y dura. U na vez más m~C otI'diana en las escuelas se reparte, en proporciones
. . diversas,
.
el mensaje es éste: en todo lo que tiene que ver con la producción, hay poc~ entre las autoridades de la administración educativa, los fabncantes
.
lugar para el capricho del individuo, es decir, para la libertad. de materiales didácticos, los profesores individualmente conSIderados,
Finalmente, debemos analizar la relación entre la llamada gestión las autoridades de cada centro y los claustros (el orden de enumera-
democrática de los centros escolares y la gestión cotidiana de las acti- ción no es casual, pero no podemos explicarlo aquí). Los alumnos no
vidades en las aulas. La Ley General de Educación preveía ya cierta tienen apenas ninguna capacidad de incidencia -re~onocida
participación de los alumnos, pero no vamos a detenernos en ella. La . stitucionalmente- en este terreno. Sin embargo, los consejos esco-
ID
lares, o sus equivalentes, existen, se reúnen, discuten y toman d eC!-.
Ley Orgánica del Derecho a la Educación, que en este terreno, y dentro
del ,mundo capit~ista, es notablemente democrática, prevé dos tipos SlOne
. s , pero éstas , o bien se refieren a funciones consideradas
de organos colegiados de gobierno en los centros públicos: el consejo secundarias de la escuela, distintas de la transmisión del saber acadé-
escolar y el claustro. Los alumnos participan en el primero, pero no mico y su evaluación, o bien son de índole casi enter~ment~, form~
en el segundo, que está reservado a los profesores. Las competencias muy poco operativas. El mensaje vuelve a ser el mismo: Podels
respecto de la enseñanza del consejo se fijan en tres apartados del ar- ;jercer vuestros derechos", se les dice implícita y explícitamente a los
tículo 40: "f) Aprobar y evaluar la programación general del centro alumnos pero fuera de lo que se refiere a la función de producción
que con carácter anual elabore el equipo directivo; g) Elaborar las di- de la esc~ela. Al fin y al cabo, se podría añadir, ¿no es también esa
rectrices para la programación y desarrollo de las actividades escola- la situación de vuestros padres cuando entran en el proceso laboral?
res complementarias, visitas y viajes, comedores y colonias de verano. En 10 que los alumnos pueden incidir es en las funcion:s de .la escu:1a
e· .. ) 1) Supervisar la actividad general del centro en los aspectos ad- que no conciernen a su papel productivo, selectivo, certI~~CatIV~ y aSlg-
ministrativos y docentes". Las del claustro de profesores son regula- nativo. Esto es, en sus funciones de aparcamiento de nmos y Jóvenes
das en el artículo 45: "a) Programar las actividades docentes del centro' y en los aspectos marginales derivados de su organización compleja.
( ... ) c) Fijar y coordinar criterios sobre la labor de evaluación y re~ Hay un fen6meno muy común, y para muchos sorprendente, e~
cuperación de los alumnos; d) Coordinar las funciones de orientación estos años. En el periodo anterior, bajo la dictadura y en la tranSI-
y tutoría de los alumnos; e) Promover iniciativas en el ámbito de la ción, los estudiantes lucharon junto a la mayoría de los profesores y
experimentación o investigación pedagógica". Casi huelga cualquier un sector de los padres por lograr el control y la gestión democráticos
comentario. Las competencias del consejo escolar, único órgano en de los centros de enseñanza. Hoy, cuando los profesores ya tienen ase-
el que se encuentran representados los alumnos, normalmente en mi- gurada una participación -mejor o peor- y abundan directores y
noría, Son de índole muy general y apenas rozan los aspectos acadé- equipos de dirección voluntariosamente progresistas, unos y otros se
micos propiamente dichos; las del claustro, en cambio, son mucho más quejan de la abulia de los alumnos y su poco interés en participar en
precisas y ejecutivas.
los órganos de gestión. A todo profesor quejoso de la inercia y el ~e­
Pero hay más. "Los profesores, dentro del respeto a la Constitu- sinterés de sus alumnos a la hora de participar en los órganos colegia-
ción y a las Leyes, tienen garantizada la libertad de cátedra" (artícu- dos habría que hacerle de inmediato una sola pregunta: ¿se puede
lo 3). Esta libertad docente, por más que expurguemos los artículos decidir ahí plenamente lo que se va hacer en las clases? Si no es así
6 y 7, relativos a los derechos de los alumnos, no tiene contrapartida -y no lo es-la explicación del desinterés de los estudiantes. -al me-
nos en su mayor parte- es evidente: ¿para qué perder el tIempo en
170

171
reuniones, para qué soportar aburridos informes y discursos, para qué o sólo en ellas- y exigir y poner en práctica su ampliación ha-
_yn . DI'
prestarse a fingir que esto es el soviet de Petrogrado cuando de cinco (la terr en()S
. . más relevantes v, m enos margmales . .' e a misma mane-
a siete horas diarias de su actividad, las que ocupan las clases, se van , l()s derechos de los trabajadores en el lugar de trabajo sólo
ra que . .
a ver poco o nada afectadas por lo que allí se decida' avanzar a costa de los derechos de la propiedad, o que los de-
pue d en . ._ ., '
las mUjeres los mnos y los Jovenes como personas solo pue-
rechos de ' .
Hemos intentado plantear una crítica de la combinación de democra- hacerlo a costa de los derechos de los mandos-padres como
den . 1 d '
cia y coerción totalitaria que se da tanto en la sociedad en general co- . cas los derechos de alumnos y estudiantes so amente po ran
patnar , . . . .
mo en la escuela y de la funcionalidad de la segunda para el ganarse en detrimento de qUIenes hoy d etentan la autondad .d lrecta
mantenimiento y legitimación de la primera . Podría deducirse de ahí o indirecta en las escuelas. La existencia de esas parcelas de hb;rtad
que el sistema está perfectamente engrasado y no hay por donde co- en la escuela introduce un cambio importante ~n la p.ersecuclOn de
gerlo, es decir, que se reproduce a la perfección; que mejor habría sido, este propósitO : ya no nace simple~en~e de una Idea , SIllO de la base
dado su carácter "integrador", que no se hubieran introducido las más real y positiva de una expenenCla.
clases de "Educación para la convivencia", que las asignaturas hu-
manísticas no fueran flexibl es o que los alumnos no pudieran partici-
par engañados en los órganos de gestión (esto es lo que, en general,
podríamos formular así: cuanto mejor, peor); para colmo, así como
los chinos y prochinos decidieron hace tiempo que el enemigo princi-
pal era la Unión Soviética -el socialimperialismo en ascenso- y no
Estados Unidos -el imperialismo en decadencia-, podría llegarse
a la conclusión de que el blanco principal de la crítica progresista de
la escuela deberían ser estos amagos de democracia falaz e integradora.
D esde luego, n ad a m ás lej os d e nuestra intención. Al igual que las
libertades democráti cas en el marco de la sociedad en general, estas
parcelas de democracia en la escuela no son una graciosa concesión
de las clases dominantes y los poderes establecidos, sino una conquis-
ta producto de largas lu chas. Es cierto que una dictadura reúne siem-
pre más enemigos que una democracia a m edias , y que las escuelas
estilo D ómine Cabra de hace veinte o treinta años no eran muy efica-
ces en sus propósitos de socialización. Pero , como las libertades de-
mocráticas bajo el capitalismo, la combinación de formas democráticas
y totalitarias en la escuela constituye una contradicción que encierra
en sí un potencial explosivo. Los alumnos pueden preguntarse, con
base en su propia experiencia positiva, por qué las asignaturas no se
organizan segú n d modelo más democrático o por qué las competen-
cias de los órganos colegiados en los que participan no alcanzan a los
aspectos m á s important es y cotidianos de la escuela. Esas experien-
cias parciales de libertad son una base material para su reivindicación
en otros terrenos, igual que la experiencia relativa de libertad e igual-
dad en la escuela es ya hoy, sin duda, una fuente de descontento y,
por tanto, de reivindi caciones en el trabajo. La cuestión no es ignorar
o criticar sin matices estas parcelas de libertad, sino apoyarse en ellas

173
172
CAPITULO VII
ENTRE LA ESPERANZA DEL CAMBIO
Y EL ESTIGMA DE LA REPRODUCCION

Desde que el cambio social y las estrategias p ara conseguirlo son ob-
jeto de reflexión y discusión, o desde que tenernos consta ncia de que
lo fueran, la educación ha estado en medio de un debate con posicio-
nes contrapu estas: para unos debía o debe ser el instrumento princi-
pal y protagonista de cualquier transformación , para otros era o es
una parte an cillar de la vida social; para unos el motor por excelencia
del cambio , para otros el instrumento fiel del p oder. En los albores
del socialismo , una corriente del movimiento , los utópicos, centró su
proyecto en una educación distinta, ya fuera una educación directa
mediante las escuelas, las sociedades culturales, etcétera, ya indirecta
mediante el ejemplo de las comunas, lIamáranse Icaria o Nueva La-
mark. En el otro extremo, algunos materialistas mecanicistas , los blan-
quistas y otros creyeron que la sociedad tendría que cambiar antes
que los hombres , aunque esto les llevara a propugnar un cambio por
obra de una minoría ilustrada y redentora. Así, Owen consideraba
que el cambio de la sociedad vendría por el ejemplo de pequeñas co-
munas racionales y por efecto de la nueva educación, mientras Hel-
vecio había creído que bastaría cambiar las instituciones para cambiar
la naturaleza de los hombres. Esta polémica era , a la vez, la prolon-
gación de la vieja pugn a entre materialismo e idealismo, entre causa-
lidad material y libertad moral y precursora de un debate más explícito
sobre la escuela. El marxismo y el anarquismo también tornaron po-
sición al respecto. Para el primero, la escuela era un factor de muy
segundo orden en la empresa de la transformación social, y de ahí que
apenas le pr estara atención. Por ello mismo no vio inconveniente en
que los hijos de los trabajadores acudieran a las escuelas públicas , aun-
que tuviera cosas qué decir sobre cómo debían funcionar éstas, sobre
la combinación de enseñanza y trabajo productivo, y demás . El anar-
quismo, por el contrario, fue en gran medida una prolongación del
movimiento ilustrado y racionalista y conservó una fe casi ilimitada

175
en las virtudes de la razón y, por consiguiente, de la educación. De e roductivas , etcétera, ni tampoco como unilateralmente democrá-
ahí que prestase gran atención a la escuela y que estuviera mucho me- ~i:aS, progresivas o igualitarias. Aceptándose hoy la existencia de am-
nos dispuesto a dejarla en manos d el Estado. bas dinámicas, la cuestión estriba en determinar en qué aspectos o
Con la escolarización universal y la prolongación del periodo obli- mecanismos de la institución y la vida e scolare s residen una y otra
gatorio , en todos los países avanzados, después de la Segunda Guerra ué proba bilidades tienen éstos de ser reforzados o prevalecer. De
Mundial, ya no es posible manten er posiciones de esa simplicidad. ~nq modo u otro, en este debate está cogida toda la sociología de la
Cuando todos los niños y jóvenes de un país pa san largos a ños en las educación; pero aquí vamos a ocuparnos en concreto de cómo se plan-
aulas, no cabe ya ignorar a la escuela como una institución de poca
tea, en términos del análisis de la relación entre la escuela, la econo-
importancia ni conde narla a espe rar la aurora del gran día. Por otra mía capitalista y el Estado, dentro de la sociología marxista o
parte, la experiencia tampoco permite ya una confianza sin matices "neomarxista' , , o en tre lo que a veces se llam a teorías de la "corres-
en el potencial de libertad y justicia de la razón. Claro que esto no p0ndencia" y de la " contradicción" (expresiones, en realidad, ina-
ha sido inmediato . Durante decenios, quienes querían transformar la decuadas tanto en un caso como en otro). Sin embargo, antes de ocupar
sociedad -incluida la izquierda marxista- vieron en la escuela una a los sociólogos marxistas, este debate se encontraba ya en forma lar-
poderosa palanca de cambio , de manera que la problemática queda- vada entre los funcionalistas . Aunque el m arxismo es un enfoque crí-
ba reducida a igualar los recursos de las escuelas de las distintas clases tico y el funcionalismo una visión apologética, sus análisis d~ la
sociales, prolongar hacia delante y hacia atrás la escolaridad obligato- educación tienen que ver mucho más de lo que normalmente se pIen-
ria , criticar la escasa presencia de los trabajadores en la secundaria sa. No hay que sorprenderse de ello, pues, cuando se intenta abordar
o la superior, abogar por la gratuidad estricta, etcétera. Posteriormente seriamente un mismo objeto de análisis, por más que difieran los puntos
vino el desencanto: la escuela no fomentaba la igualdad social , ni si- de vista adoptados tie nen que surgir elementos comunes. Tiene inte-
quiera era capaz de propiciar la movilidad social en el grado d eseado rés , por consiguiente, volver la atención provisionalmente a los análi-
ni garantizaba la igualdad de oportunidades, de modo que pasó a ser sis funcionalistas clásicos.
vista como un simple lugar de reproducción de las relaciones sociales
y las desigualdades existentes.
Algo, desde luego, se aprendió en todo este proceso. En particular Dos visiones funcionalistas de la educación
a mirar dentro de las escuelas por qué producían una cosa u otra, en
vez de limitarse al recuento de lo que entraba e n o salía d e ellas y de En el campo de la educación, el análisis funcionalista está indisolu-
suponer que , como instituciones de socialización, sus efectos depen- blemente asociado a los nombres de Ta\cott P arsons y Robert Dree-
derían exclusivamente de la naturaleza del discurso escolar explícito. ben - y, subsidiariamente, al de Alex Inkeles (1966; Inkeles y Smith,
Esto quiere decir, en el caso de la sociología, que se pasó de conside- 1974) , aunque su ate nción a la educación es menor y su análisis más
rar la organización del sistema educativo como algo dado y natural impreciso. Cualquiera de los dos autores primeramente citados se sor-
a preguntarse por las causas y los efectos d e cada aspecto de tal orga- prendería ante un intento de oponer entre sí sus respectivas teorías,
nización. Sin menospreciar la impo rtancia del mensaje -sea el del pero eso es justamente lo que vamos a intentar hacer aquí. Hay ~ue
enseñante o el del libro de texto- en el aula, se pasó a analizar las señala r, sin embargo, qu e ambos autores , com o corresponde al calIfi-
condiciones en que éste era tran smitido : la estructura burocrática de cativo de funcionalistas que aquí les aplicamos y que aceptan gusto-
las escuelas, las relaciones sociales , la jerarquía de autoridad, la rela- samente, consideran qu e la escuela debe ser exa minada en su relación
ción de los estudiantes con el canten ido y el método del aprendizaje, con la totalidad social y que deben a nalizarse sus funciones dentro de
las características de la evaluación, etcétera. ésta. De manera más precisa, pa rte n del supuesto común de que , en-
Dentro de la sociología radical, el debate no consiste ya en si la contrándose la escuela entre la fa milia de la que proceden y las insti-
escuela lo puede todo o no puede nada , sino en qué dinámica predo- tuciones de la vida adulta a las que deben incorporarse los individuos ,
mina dentro de ella. En general, poca gente califica ya a las escuelas su función sin duda e s la de facilitar que esa integración tenga lugar
como instituciones netamente autoritarias , represivas , conservadoras , sin fri cciones. Consideran, por ta nto , que diversos aspectos de la vida

176 177
escolar deben encontrarse en algún punto intermedio entre los valo-
res y normas de comportamiento de la esfera familiar y los de las esfe- mundo adulto y, por ende, la escuel~ que prepara para la inco~r~-
ras política y laboral. ., al mismo , baJ'o el prisma exclUSIVO del mercado,
CiOn . . algo cuya. slgm-
Para Parsons (1976a), las funciones del grupo-clase en la eScuela fi!CaCl'ó n se comprenderá meior
J
cuando comparemos su perspectiva
• "
con
elemental pueden resumirse así: la de Dreeben. En todo caso, él mismo es claro a contmuaclOn de!
párrafo anteriormente citado:
1) Una emancipación del niño respecto a su relación primaria
elemental con la familia; 2) una interiorización de normas y de La condición fundamental subyacente al proceso es probable-
valores sociales que se sitúan por encima de los que puede apren- mente la división de los valores comunes entre los dos sistemas
der únicamente por medio de su familia; 3) una diferenciación adultos referidos: la familia y la escuela. En este caso, e! punto
de la clase sobre la base tanto del logro real como de una eva- principal es una evaluación dividida de! logro. Esto conlleva, por
luación diferencial de este logro; y 4) desde el punto de vista de encima de todo, el hecho de admitir gratificaciones diferentes
la sociedad, una selección y atribución de sus recursos respecto según los diferentes niveles de logro, en la medida en que las
al sistema de roles adultos (pág. 76; pág. 57 de la versión 1976b). oportunidades hayan sido repartidas equitativament~, así c~~o
la justicia de que estas gratificaciones den a los que tIenen eXlto
El primer apartado nos dice lo que deja el niño, pero no a dónde oportunidades aún mayores. La clase de la escuela. e!ement~ pa-
va. El segundo nos dice ya a dónde va, pero no lo que se encuentra. rece encarnar fundamentalmente la virtud amencana pnmor-
El tercero y el cuarto son los que especifican lo que Parsons entiende dial de la igualdad de oportunidades, en el sentido de que pone
por preparación para la sociedad adulta: la diferenciación de la clase el acento a la vez en la igualdad de partida y el logro diferencial
según el logro y la distribución desigual de recompensas de acuerdo (ibid).
con tal diferenciación. El logro es el distinto rendimiento escolar indi-
vidual de los alumnos, su evaluación diferencial son las notas y, la Pasemos ahora a la obra básica de nuestro otro personaje, Robert
selección y atribución de los recursos humanos, la asignación de los Dreeben (1968). Para éste, la escuela contribuye al aprendizaj~ por
alumnos a distintas ramas escolares que prefigura ya la diversidad de los jóvenes de normas, y estas normas ~e ~esumen, en cuatro: md~­
sus destinos sociales. Es obvio que Parsons piensa que el logro indivi- pendencia, logro, universalismo y espeCIfiCIdad, eplgrafes que expli-
dual en la escuela es independiente del origen social de los alumnos ca así:
o, al menos, que éste puede ser superado con algunas Oportunas vir-
tudes que están al alcance de todos. No sería dificil mostrar lo contra- Al hablar de estas cuatro ideas como normas, me refiero a que
rio, y precisamente para el caso de las escuelas norteamericanas (véase los individuos las acepten como criterios legítimos para gober-
Fernández Enguita, 1986), a saber, que el origen social es un podero- nar su propia conducta en las situaciones apropiadas. Concre-
so determinante del rendimiento y, por tanto, de las recompensas y tamente, aceptan las obligaciones de 1) actuar por sí mismos (a
la asignación escolares, pero éste no es el tema que nos interesa en menos que se requiera un esfuerzo cooperativo) y aceptan la r~s­
esta ocasión. ponsabilidad personal por su conducta y por las consec~enCIas
Lo que interesa resaltar es el isomorfismo entre la representación de la misma; 2) desempeñar activamente tareas y dommar. e!
de la escuela como institución de selección, espacio de evaluación del entorno material de acuerdo con ciertos patrones de excelencIa;
logro ,Y. mecanis~o de asignación de recursos con la teoría clásica y 3) reconocer el derecho de los demás a tratarles como ,m~embr.os
neoclasIca, es deCir, con la teoría burguesa del mercado. Desde el ius- de categorías 4) sobre la base de unas pocas caractenstIcas dIS-
naturalismo hasta hoy se viene suponiendo que el mercado es un me- cretas antes que sobre la entera constelación de ellas que repre-
canismo objetivo ante el que todos se encuentran en igualdad de senta a la persona completa (pp. 63-64).
condiciones y que distribuye recompensas y posiciones de acuerdo con
el logro o con la contribución personal de cada cual. Parsons ve el Los dos primeros puntos, que definen qué se entiende por inde-
pendencia y por logro, no precisan de mayores explicaciones. Los otros
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179
~os ~n m~s cr~~ticos .y, a la vez, más definitorios para nosotros. El su concepción de la independencia y del logro- son las normas de
universalismo
• consistente en aceptar ser tratado como miemb ro d e la producción, más exactamente de la producción capitalista y, en cierto
categonas puede también expresarse, dentro de la jerga funcionalis- sentido, las de las organizaciones burocráticas que conocemos -por
ta, como _aceptar ser tratado como
. ocupante de un r-ocomo l oqUien
' eso podrían identificarse también, con matices , como las de la pro-
desempena un papel-, es decir, como asalariado, como fresador co- ducción mal llamada socialista en los países del Este, que es en reali-
mo .maestro, como directivo o como miembro de cualquier otra ~ate­ dad producción burocrática . . . pero aquí sólo nos interesa la relación
gana. La c~art~.norma, la "especificidad", consistente en aceptar que de Dreeben con su sociedad. Normas como las de universalismo yes-
e.sa cat.egonzaCl~n t.enga lugar sobre la base de unas pocas caracterís- pecificidad no tendrían sentido alguno si se pensara en un mundo del
ticas dlscret~s, significa la renuncia a evocar otras características que trabajo compuesto por artesanos independientes que deciden por sí
las que conClern~n al papel desempeñado, a la relación o estructura mismos su proceso de trabajo y acuden independientemente con sus
~e roles, a lo que Interesa a la institución en la que éstos son desempe- productos al mercado o, en general, por trabajadores no insertos en
na~o~. Cuan~oJuan Pérez, trabajador de la construcción, acepta re- organizaciones burocráticas (entendiendo por tal, no sólo los ministe-
cibir l.nstrucclOnes del ~rquitecto, del maestro de obra o del jefe de rios, sino también la mayoría de las empresas con asalariados). Las
cu~drilla aun cuando piense en su fuero interno que podría decidir mismas definiciones de la independencia y el logro, que en sí podrían
meJ~r q~e ellos, ~ aunque tenga en su casa un título de arquitecto ser características de una organización del trabajo no burocratizada
Ique • Jamas
. ha podido llegar a aplicar; o cuando , a la hora de cob rar -o, en el capitalismo, de la pequeña producción y el mercado- des-
a ?omIna, acepta que se le pague según las horas trabajadas cuales- tilan un intenso tufo a trabajo asalariado (el término" responsabili-
~Uiera que sean sus necesidades económicas en ese momento está prac- dad" lo hemos empleado para traducir, simultáneamente, responsibility
tlcan.do el "universalismo" y la "especificidad" que re~ultan tan y accountability) y a división capitalista del trabajo y taylorismo (tareas:
quendas a I~s funcionalistas. Universalismo, porque acepta ser trata- tasles) .
do co~o miembro de la categoría obrero, y se comporta como tal, Podemos ver, pues, cómo Dreeben, al considerar la relación entre
es deCir,
. • hace lo que se espera de un obrero ' o de un obrero de la cons _ la escuela y la economía, toma ésta por el lado de la producción, mien-
trucclOn, o de. un escayolista si es su caso. Especificidad , por cuanto tras Parsons lo hacía por el lado del mercado . Ciertamente, no se tra-
acepta renunciar a sus otras c.aracterísticas: arquitecto desempleado , ta de una contraposición estricta entre los planteamientos de ambos
tal ve~ poeta nocturno, enemigo del trabajo o cabeza de una familia autores, sino de una cuestión de énfasis. Dreeben, cuya obra es pos-
necesitada de más dinero que su salario. terior, no tenía la menor intención de polemizar con Parsons, sino
En la familia no concurren estas normas. No se trata a un niño al contrario. Las normas de independencia y logro, como ya hemos
co~o malo buen estudiante con independencia de que sea varón o apuntado, no son exclusivas del lado de la producción sino que po-
mUJer, de que sea o no el favorito, de su salud o su carácter etcétera drían considerarse también características de la ideología del merca-
En I~ escuela, .sin e.~bargo, se les trata como alumnos con' indepen~ do -si bien con una formulación algo más comprehensiva que la que
dencla de su sl~uaclOn familiar: como alumnos de tal o cual curso y aporta Dreeben . Las categorías de universalismo y especificidad, por
d: tal o cual aSignatura, es deCir como miembros de categorías espe- otra parte , pertenecen, históricamente, más al conjunto de la obra de
cificas. No se puede pretender obtener una buena nota escolar por- Parsons que a los escritos de Dreeben . Pero esto sólo significa que no
que se colabore mucho en las tareas hogareñas, ni ser disculpado de habría sido imposible para ellos dos ponerse de acuerdo . En nada dis-
no a~rende.r geografía porque se saben muchas matemáticas. En la minuye el hecho de que, al sintetizar las funciones de la escuela, uno
termInologla de Parsons, esto podría definirse como el aprendizaje de saca su "virtud americana" de una imagen ideológica que identifica
que los roles so~ algo disti?to de las personas que los ocupan, o como la economía con el mercado y el otro sus "normas" de una imagen
el paso d.e un sistema parucula rista a un sistema universalista de roles. que la identifica con la producción. No es casual que, más adelante,
Lo~ eJem~los que elegimos anteriormente para ilustrar las normas la sociología crítica desdeñara simplemente el análisis de Parsons co-
? e u?l~ers~I.lsmo_ y especificidad no eran ociosos. Las normas cuya mo una teorización más de la relación entre educación y movilidad
IntenonzaclOn senala Dreeben como objetivo de la escuela -incluidas social mientras los teóricos del currículum oculto, las teorías de la co-

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rrespondencia, etcétera, tomaban tal cuales los argumentos de Dree- Carnoy y Levin (1985) admiten la dinámica reproductiva señala-
ben para indicar que la escuela es una preparación para la inserción da por Bowles y Gintis, pero añaden la existencia de otra que la con-
subordinada en fábricas y oficinas . tradice. Se trata de la dinámica democrática que surge del hecho de
que la escuela se encuentre integrada en la esfera del Estado y que
se manifiesta en la mayor participación democrática en las escuelas
Un debate dentro de la sociología marxista (en comparación con el lugar de trabajo), en la ideología favorable
a la igualdad y la movilidad social que las invade (frente a la desigual-
Desde hace más de un decenio , la sociología marxista viene ocupán- dad y la rigidez de la producción), en el énfasis en el desarrollo cultu-
dose del lugar de la escuela en la reproducción de las relaciones socia- ral general y humanístico (frente a la demanda de simples capacidades
les del capitalismo. Fueron trabajos punteros en su momento los de técnicas por el trabajo) y en la independencia de la burocracia educa-
Baudelot y Establet (1976) y Bowles y Gintis , que hemos expuesto ya. tiva. A esto hay que añadir la resistencia de los estudiantes al discurso
El libro de Bowles y Gintis (1976b), en especial, desató dos tipos de y la disciplina escolares, su desentendimiento de las exigencias de la
polémicas: una sobre los aspectos reproductivos o contradictorios de escuela más allá de lo necesario para obtener sus credenciales, la con-
la estructura escolar, y otra sobre la relación entre estructura y activi- figuración conflictiva de los profesores como un sector más de traba-
dad humana. De ambas nos hemos ocupado con anterioridad (véase jadores y el hecho de que la asignación de los recursos escolares sea
el capítulo 1 de este libro), pero debemos todavía abordar un aspecto objeto de pugnas políticas. De manera general, los autores lo expre-
no tratado de la primera. Como se recordará, Bowles y Gintis formu- san así:
laban el llamado principio de correspondencia, según el cual las rela-
ciones sociales de la educación reflejan estrechamente las relaciones (. . .) La relación entre la educación y el trabajo es dialéctica
sociales de producción. Esto se concreta en los siguientes aspectos de -compuesta de una perpetua tensión entre dos dinámicas, los
la escuela, que la hacen isomorfa con el lugar de trabajo: líneas de imperativos del capitalismo y los de la democracia en todas sus
autoridad administración -profesores-estudiantes que reflejan la jerar- formas . Como producto y factor conformador, a la vez, de la
quía de la producción; alienación y falta de control de los estudiantes discordia social, la escuela está necesariamente atrapada en los
sobre el objeto -contenido- y método -pedagogía- de su trabajo grandes conflictos inherentes a una economía capitalista y un
escolar -el aprendizaje-, al igual que el trabajador no controla ni Estado capitalista liberal. Estos conflictos residen en la contra-
el producto ni el proceso de su trabajo productivo (y motivación, en dicción entre la relación desigual subyacente a la producción ca-
ambos casos, mediante un sistema de recompensas extrínsecas); com- pitalista y la base democrática del Estado capitalista liberal. La
petencia institucionalizada y destructiva y clasificación y evaluación escuela es esencial para la acumulación del capital y la repro-
meritocráticas que reflejarían la fragmentación y estratificación del tra- ducción de las relaciones de producción capitalistas dominan-
bajo; en fin , socialización en los distintos niveles educativos de acuer- tes, y es considerada por los padres y los jóvenes como un medio
do con diferentes criterios (sumisión a las normas externas, pa~a una mayor participación en la vida económica y política
responsabilidad e iniciativa) que se corresponden con lo que se busca (p ..l) .
de los trabajadores en los varios niveles de la jerarquía productiva (de
modo que los jóvenes abandonan la escuela con el tipo de socializa- Bowles y Gintis (1983a) han llegado a conclusiones parecidas. Pa-
ción adecuado para el lugar que van a ocupar en dicha jerarquía). ra éstos, la mayoría de las sociedades capitalistas avanzadas pueden
Esta, como ya indicamos en su momento, es una visión penetrante ser consideradas como compuestas de tres esferas (sites) distintas : la
pero unilateral que considera sólo una parte de la sociedad, la econo- economía, organizada en torno a los derechos de la propiedad; el Es-
mía y, parcialmente, la producción . Dos intentos de rectificar esta uni- tado liberal democrático, organizado en torno a los derechos de la per-
lateralidad , siempre dentro del análisis estructural de la escuela, son sona; y la familia, organizada en torno a los derechos patriarcales de
los producidos por otros dos sociólogos marxistas norteamericanos, los varones adultos. Entre estas esferas hay relaciones de delimitación
Carnoy y Levin, y por los propios Bowles y Gintis. estructural, que impiden que las normas de unas interfieran en las

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otras, y de traslación de prácticas, que es justamente lo contrario. Así, ducción organizada de manera totalitaria -con el fin de explotar el
por ejemplo, la correspondencia que señalaban en su primer libro en- valor de uso de la fuerza de trabajo- y una esfera democrática o igua-
tre escuela y producción sería el resultado de la traslación de prácti- litaria que es la de la circulación -donde se interc~bian como equi-
cas de la esfera de la producción a la del Estado , en la que se encuentra valentes las mercancías , incluida la fuerza de trabajo . Por otra parte,
la escuela. De manera general, formulan así las contradicciones que hemos mostrado que el Estado al que solemos llamar, simplificando,
cruzan a ésta: democrático, es también una unidad contradictoria de democracia y
autoritarismo que se manifiesta en la contraposición entre poder le-
La contradicción central de los sistemas educativos de las socie- gislativo y poder ejecutivo, entre ejercicio de la soberanía popular me-
dades de capitalismo avanzado se deriva de dos aspectos de su diante el voto e inamovilidad y ausencia de control de la burocracia,
localización en la totalidad social. Primero: forma generalmen- etcétera. La simplificación que llevan a cabo los cuatro autores arriba
te un subsistema de la esfera del Estado y, por tanto, está direc- citados es, ciertamente, unilateral, pero está menos lejos de la reali-
tamente sujeta al principio de los derechos otorgados a la persona. dad que otras. Efectivamente, dentro de la esfera de la economía, la
Segundo: la educación desempeña un papel central en la repro- subesfera de la producción domina sobre la de la circulación, mien-
ducción de la estructura política del proceso de producción ca- tras que, dentro de la esfera del Estado, los aspectos de la subesfera
pitalista, que a su vez está legitimado en los términos de los democrática parecen tender a ganar terreno -en un largo proceso de
derechos otorgados a la propiedad. Así pues, la educación está avances y retrocesos- sobre los de la subesfera autoritaria y , en todo
directamente involucrada en la articulación contradictoria de las caso, el discurso democrático domina la vida política.
esferas en el capitalismo avanzado, lo que se expresa en térmi- Sin embargo, esta unilateralidad simplificadora no es más que el
nos de la dicotomía propiedad/persona: la educación reproduce reverso de otra que nos es incluso más familiar : la del discurso ideoló-
los derechos de la propiedad, mientras que está en sí misma or- gico liberal y neoliberal. Para liberales y neoliberales, la economía se
ganizada en los términos de los derechos de las personas (p.20). reduce a la esfera de la circulación y la pequeña propiedad, o sea el
mercado y la producción directa para el mismo y el Estado a los as-
pectos autoritarios . Por eso ven a la economía como el reino de la de-
Una visión unilateral de la economía y del Estado mocracia y la libertad, y propugnan la absoluta vigencia de un mercado
sin trabas (estamos aludiendo a su discurso ideológico, no a una prác-
Con independencia de que puedan poner más énfasis en un lado u tica política y económica que exige constantemente al Estado que venga
otro de la contradicción, los planteamientos de Carnoy y Levin , por a salvar a las empresas o contribuya a enriquecerlas) y al Estado co-
una parte, y Bowles y Gintis, por otra, son ahora similares -tanto mo un Leviatán autoritario cuyo alcance debe ser reducido al míni-
da que se hable de Estado y economía, de esfera de la producción ca- mo (empezando por los servicios públicos 'l las diversas formas de
pitalista y esfera del Estado democrático-liberal, de derechos de la per- asistencia social y continuando por su interferencia en la vida interna
sona y derechos de la propiedad, de reproducción y contradicción o de las empresas).
de dinámica reproducti va o antigualitaria y dinámica democrática . Señalar la doble unilateralidad de la concepción de Carnoy y Le-
Lo esencial es que se ubica a la escuela como una institución situada vin y Bowles y Gintis sería un mero ejercicio intelectual si no fuera
en el campo del Estado, que está organizado de manera democrática, por sus consecuencias para el análisis. Pero ocurre que, al situar a
igualitaria, etcétera, pero sometida a las presiones de la producción, la escuela dentro de una esfera estatal simplemente democrática, pero so-
que lo está de modo antigualitario y autoritario. metida a las presiones desde juera de una esfera económica simplemente
En un capítulo anterior hemos señalado ya cómo ésta es una ca- totalitaria, no se comprende muy bien cómo estas últimas pueden lle-
racterización unilateral de ambas esferas que identifica a la economía gar a ser tan eficaces, sobre todo si se tiene en cuenta que la escuela
capitalista con la subesfera de la producción y al Estado con las elec- jamás ha desatado conflictos demasiado violentos; o por qué , en últi-
ciones y los derechos civiles. La economía capitalista, sin embargo, ma instancia , la dinámica democrática del Estado no termina por ven-
es ya en sí una unidad contradictoria entre una subesfera de la pro- cer a la dinámica antidemocrática de la economía en el específico

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campo de la educación. Por otra parte, si bien hay que reconocer que Algo similar sucede a la hora de explicar el otro problema señalado
Carnoy y Levin admiten también un cierto impulso democrático ve- con anterioridad: por qué una dinámica antidemocrática externa -
nido desde fuera, concretamente de 1:1s reformas democratizadoras del la de la producción- se impone con tanta facilidad a tipa dinámica
lugar de trabajo (Carnoy y Levin, 1985, 1976), esto, lejos de resolver democrática interna -la del Estado- en la escuela, o p~r qué las re-
el problema, lo mantiene y crea otros nuevos: lo primero, por cuanto laciones sociales de la educación se pliegan tan bien hasta convertirse
sigue ignorándose la esfera de la circulación, o sea el mercado; segun- en una réplica aproximada de las relaciones sociales de producción.
do, por cuanto resulta un argumento traído por los pelos el que pre- Este fenómeno resultaría más fácilmente explicable si existiera un alia-
tende justificar las extendidas reformas de la educación en el sentido do interno de las presiones externas, yeso es, efectivamente, lo que
de una mayor participac ión de los alumnos , una enseñanza más acti- sucede . Como ya hemos indicado, la orgar,ización dual de la econo-
va y menos directiva, etcétera, en función de unas reformas del lugar mía se refleja y expresa en una organización dual del Estado capita-
de trabajo , como son los círculos de calidad, el enriquecimiento de lista, incluso del más democrático. A las fuerz< s de una economía cuya
tareas, el trabajo en equipo, etcétera, que son extremadamente mino- producción exige trabajadores dispuestos a dceptar unos puestos de
ritarias cualquiera que sea su futuro; tercero , porque nos introduce trabajo rutinarios , carentes de interés, somet idos a una estricta auto-
en un razonamiento circular, según el cual el carácter más democrá- ridad y alienantes, se suman las de un Estado que basa su poder, más
tico de la escuela propiciaría la reforma democrática del lugar de tra- allá de los ejercicios rituales de la soberanía popular, en la formación
bajo y ésta requeriría unos trabajadores distintos y alentaría la de ciudadanos sumisos, insolidarios , poco participativos y respetuo-
democratización de la escuela, círculo que, aunque contiene elemen- sos de la autoridad constituida. Si la producción exige una fuerza de
tos de verdad, exige un mayor análisis que el calificarlo simplemente trabajo dividida, estratificada y en competencia entre sÍ, el Estado re-
de "dialéctico". quiere una ciudadanía desorganizada, atomizada e incapaz de actuar
La explicación de la insuficiencia de un análisis que hace descan- colectivamente por iniciativa propia. Si la producción capitalista se
sar los aspectos democráticos de la escuela en una dinámica interna beneficia de convertir a la familia en una unidad insaciable de consu-
y los aspectos reproductivos en una dinámica externa está precisamente mo, el Estado requiere unos ciudadanos entregados enteramente a su
en lo que no tiene en cuenta. ¿Cómo explicar, por ejemplo, que las vida privada.
escuelas hayan seguido la misma evolución democrática -extensión
del tronco común, mayor igualdad de oportunidades escolares, libe-
ralización de los métodos de enseñanza , etcétera- en los países de El Estado como esfera política y como modo de producción
régimen parlamentario yen los sojuzgados por dictaduras -piénsese
en la Ley General de Educación bajo Franco- ? Aunque una parte Hasta aquí hemos venido apoyándonos en una definición del Estado
de la explicación corresponde al hecho de que la dinámica democráti- como esfera de la vida social en la que los individuos que forman una
ca nunca está enteramente ahogada ni bajo un Estado autoritario, lo sociedad se relacionan entre sí como iguales, con independencia de
mismo que la dinámica autoritaria no desaparece en los estados de- su lugar en las esferas económica o familiar. Pero el Estado es todavía
mocráticos, nuestro análisis sugiere, frente al de Carnoy y sus cole- algo más: es, también, un modo de producción. Hablar de capitalis-
gas, que la otra parte de la explicación reside en una dinámica externa. mo es una forma simplificada de referirse a las sociedades que están
Concretamente, en la experiencia de la circulación, o sea del merca- dominadas por el modo de producción capitalista. Sin embargo, en
do -experiencia al alcance de todos, pues comprende desde el acto estas sociedades coexisten cuatro modos de producción distintos: el
de elegir qué periódico se compra por las mañanas o pagar el autobús doméstico, el mercantil simple, el capitalista y el burocrático. Tam-
hasta la bolsa de valores. No es preciso volver a recordar que la lógica bién la expresión "modo de producción" es una cierta simplificación
de la igualdad de oportunidades escolares es exactamente la misma debida a un criterio de brevedad; en realidad , deberíamos decir: mo-
que la de la igualdad de oportunidades que se supone proporciona el do de producción y distribución, aunque seguiremos empleando la ex-
mercado - y tan real o meramente formal es la una como la otra-, presión abreviada. Los distintos modos de producción se diferencian
pues ha sido extraída precisamente de ahí. entre sí por qué producen, cómo lo producen y cómo distribuyen lo

186 187
·do Qué producen es una pregunta que no se refiere a las ca- tintos los criterios de uno y otro modo de producción sobre las carac-
prodUCl . .. t t
racterísticas materiales de los resultados del trabaJ?, smo a su es a u- terísticas materiales de qué producir o, dicho de otro modo, sobre qué
. 1 Cómo se produce es algo que conClerne
to SOCla. , . al modo
. de necesidades satisfacer. Puesto que los modos de producció'n mercantil
. , en la acepción estricta y estrecha del termmo o, SI se pre- simple y capitalista producen valores de cambio que deben realizarse
pro d uCClOn .,
roceso de trabajo. Cómo se distribuye -o para qUlen s.e en el mercado, tanto para uno como para otro no existen otras necesi-
filere, al P l· d
produce- comprende la forma en que se reparte a nqueza pro UC1- dades que las que llevan por delante una demanda solvente . A dife-
da por el trabajo. . . rencia de ellos, los modos de producción doméstico y burocrático no
Dos de estos modos de producción, el mercantil slmp!e -o peque- exigen esta mediación, de manera que pueden dirigirse ambos hacia
ña producción mercantil- y el capitalista, se caractenzan ambos. y necesidades, cada uno en su ámbito, que no presentan tal solvencia,
e distinguen de los demás por producir para el mercado, es deCir, pero se distinguen entre sí por la forma en que se determinan esas
~or producir valores de cambio . Se diferencian entre sí po.r~ue, en necesidades . En ambos casos, las necesidades pueden ser directamen-
el primero, el trabajador es dueño de los medios d~ producclOn y,d~­ te expresadas -un marido que pide la ropa limpia o un grupo social
mina su proceso de trabajo . Los otros dos modos Cltados, el domesti- que demanda asistencia sanitaria- o no serlo -un bebé que tiene
co y el burocrático, comparten la característica, que les separ~ de los que comer o unos jóvenes que son adoctrinados en la Constitución-;
anteriores, de producir estrictamente valores de us~, es de~lr, para pero, en el caso del modo de producción doméstico, la relación entre
satisfacer directamente las necesidades de los consumidores sm la me- el sujeto de las necesidades y quien determina su satisfacción es direc-
diación del mercado. Pero se diferencian entre sí por c~~o pro~u~en ta, inmediata, personal y afectiva, mientras en el modo de produc-
y cómo distribuyen su producto. El modo de producc~on domestico ción burocrático es indirecta, lejana, impersonal y objetiva.
produce y distribuye de acuerdo con las relacione~ patna~cales de pa- Esta caracterización de los modos de producción que conviven en
rentesco: sus productores son fundamental Y casI exc~~slvamente las lo que llamamos sociedades capitalistas está claramente establecida para
mujeres, y los productos de su trabajo -bie~~s o servlClOS- son con- los modos mercantil simple y capitalista, es objeto de debate en lo que
sumidos por los miembros de la unidad familiar . El modo de ~rod~c­ concierne al doméstico y sonará poco habitual en lo que se refiere al
ción burocrático produce siguiendo las pautas de una ,0rganlzaClón burocrático, pero este no es el lugar para extenderse más sobre el te-
compleja y burocrática y distribuye su producto a traves de ~as rela- ma. En todo caso , por el momento resulta suficiente con lo apuntado
ciones que vinculan en general a los individuos con el Estado. En cu~­ y ése es el marco desde el que analizamos la escuela. No obstante,
to al proceso de trabajo, el modo de pro~ucción do~ésti~o se asemeJ~ convienen varias aclaraciones puntuales para evitar equívocos. La pri-
en lo fundamental a la pequeña produCClón merca~til.' mientras e~ ~~ mera es que nos referimos a la familia y el Estado como unidades de
do de producción burocrático se aproxima al capitalIsta. Estas ~lmill­ producción, lo que son sin lugar a dudas, con independencia de que
tudes proceden en parte de las dimensiones de las umd~des la primera pueda ser un espacio de amor intenso o el segundo sea fre-
productivas: el ama de casa y el pequeñoburgués son personas als~a­ cuentemente visto bajo la óptica optimista de los mecanismos parla-
das en su trabajo, mientras las empresas capitalis.tas y las agencl~s mentarios o la pesimista de la policía y las cárceles. La segunda es
y organismos públicos son organizacione~, co~pleJas de grandes d~~ que se trata de modelos analíticos que no quiebran por el hecho de
mensiones. Además, la pequeña producclOn, mcluso cuando la un~ que, en la realidad, aparezcan con frecuencia entremezclados -
dad productiva. comprend e a vanos . t rab a
·adores
J , pero todavla
. familias que son a la vez unidades mercantiles, empresas de propie-
susceptibles de ser contados con los dedos de una m~no, lleva la lffi- dad pública pero que producen para el mercado formando parte del
pronta de la familia -que era, no hace mucho, la umdad de prod~c­ modo de producción capitalista, etcétera. La tercera es que las expre-
ció n por excelencia- o se confunde con ella -:-como en las pequen as siones "valor de uso " y "necesidad" nada tienen que ver con crite-
explotaciones agrícolas o los pequeños comerclOS-; .po~ su parte,. las rios de utilidad o conveniencia de lo consumido y producido: valor
organizaciones del sector burocrático importan sus cntenos de efiClen- de uso es lo que satisface una necesidad , y las necesidades pueden ser
cia de las organizaciones ?p::xentemente más exitosas, en gen~~all.as y suelen ser artificiales .
empresas capitalistas del sector privado. Por último, son tamblen dls- Esta explicación sobre los modos de producción era necesaria por-

188 189
externa de la economía, En segundo lugar, encaja perfectamente en
, amente una institución integrada en el modo
que la escuela es, preCl,s , P , duce un servicio la enseñanza, que la dinámica general del modo de producción burocrá'tico el que la de-
' , b rocratlCo, ro " terminación de cuáles son las necesidades a cubrir y los valores de uso
de pro d UCClOn u el sUJ'eto de esta necesldad son
'd d O puesto que llamados a satisfacerlas sea llevada a cabo por una instancia ajena a
satisface una neceS1 a, , b' d aumenta el valor de una mer-
'6 futuros tra aja ores, los portadores de esas necesidades y destinatarios de esos valores de
los niños y J yenes ' p d e por tanto un valor de uso que
canda, la fuerza de trabaJo" ro uc , arte volu~tariamente, a todos uso , En tercer lugar, cuadra exactamente a la naturaleza particular
se ofrece, en parte compuls~va y en ~o que todos se encuentran en de ese sector del modo de producción burocrático que es la escuela
los miembros de la socieda e~ cuan os derecho a la educación -y -aunque no sólo ella-, donde el proceso de trabajo es una mezcla
esa relación con el Estado ~ue amEam " en fin satisface como de los que corresponden al capitalismo y a las profesiones -por eso
,, d ' ' 1 mlsma se serviCiO, ' en la jerga sociológica se denomina a estas ocupaciones pseudo o
obligaclOn de a qUlnr a ' , enteramente determina-
valor de uso unas necesi?ades qU~dsoncocmas~ tales por sus consumido- semiprofesiones-, el hecho de que el que ofrece el servicio -el
tanto SI son sentl as , enseñante- reclame para sí y obtenga la competencia exclusiva para
das por e1 E stad o, , d ' d la forma preClsa que,
res como si no y con mdepen enCla, e decidir lo que necesita el cliente -el alumno- (las únicas constric-
d' n querer darle estos, ciones a esta autonomía vienen desde arriba, de donde la calificación
eventualmente, pu ler~ d d roducción burocráticO reúne
El proceso de trabajO del mo o e p " 't de una parte del de semiprofesiones, no desde abajo, del cliente),
una mezcla de características del ~odo cCaP1tal1S aei primero los fu n- Análisis de detalle similares, basados o no en la interferencia del
' 1 1 profeslOnes amo en ,
modo mercant il sl,m p e, as d
, d de los medios de producción, profesionalismo en la enseñanza y en las características generales del
cionarios están pnvados d~ la pro pie ala, tán sometidos a la divi- conjunto del modo de producción burocrático, podrían hacerse de otros
d t baJO por un s ano, es aspectos de las relaciones sociales de la educación como la introduc-
venden su fuerza e ra ," icas Pero importantes
, , del trabajO o y bajo unas relaclOnes Jerarqu, II 1s ción de la competencia entre los alumnos, la división del trabajo y la
Slon , ' no todos pero entre e os o
. d burocratlco - , especialización, la evaluación individual y diferencial del rendimien-
sectores d e1 mo o d t ml'naciones con las profe-
_ t n importantes e er , to, etcétera, pero para muestra basta un botón y no vamos a detener-
ensenantes- compar e bl trol directo o ind1recto
11 n de un nota e con nos en ello, Sí vale la pena, en cambio, llamar la atención sobre la
siones, Como e as, goza "acceso a los cuerpoS; como ellas,
sobre las condiciones de fOrma~l?n ~ d su exclusivismo en la po- suerte de otra relación social que ha salido mal parada de la escuela,
basan la legitimidad de sus p~lviledgtoslY e, el' como ellas reivindi- La dominación masculina, la primacía de los hombres sobre las mu-
'al d catlvas e ato nlV , ' jeres, impera sin discusión en la esfera familiar y es ampliamente acep-
sesión de credenc~ ,es e u estaría al alcance de sus clientes; y, en
can un saber esotenco que no " otros asalariados del sec- tada y estimulada en la producción , Pero en la escuela, a pesar del
, d' f t en comparaclOn con largo camino que todavía queda por recorrer para depurar el conteni-
consecuenCia, IS ro an, , ' lo mismo que sus
" d 1 pio sector burocratlcO -y do machista de los textos, modificar las expectativas de los profesores
tor capltahsta y e pro , ' d dIsector capitalista-, de una
homólogos en las burocracias pnva as e , sobre los alumnos de distinto sexo y equilibrar sus pautas de interac-
, proceso de trabaJo, ción con unos y otros, quebrar los últimos bastiones masculinos en
notable autonOmla en su arte considerable de las
Así las cosas, podemos afirmarhque u~a p orfa con el lugar de tra- las enseñanzas de élite y lograr una distribución no sexista de hom-
" d 1 la que la acen 1som bres y mujeres por las distintas especialidades educativas, se ha avan-
caractenstlcas e a escue , ' 1 particular del sec-
, d 1 d' 'm1ca mterna genera Y zado muchísimo más en la reducción del sexismo que en la de cualquier
bajo denva tanto e a ma , S' nos detenemos , por
, ' de preslOnes externas, 1 otra forma de discriminación social , A nuestro juicio, la razón de esto
t~r burocratico como 1 de los estudiantes sobre el contenido
ejemplo, en la falta de, co~tro ue res onde simultánea- reside en que, aunque los profesores y las autoridades educativas -
y el método de aprend1zaJe, pode~os velr q r como ya se indicó con
P ellos o eIlas- puedan seguir siendo tan machistas como cualquier per-
, 1 d' , 'ca En pnmer uga , sona de la calle, no hay nada en la lógica interna del modo de produc-
mente a una tnp e mam1 , 1 ' , de alienación con
1 l ' 'venes en una re aClOn ción burocrático que empuje hacia la discriminación entre los sexos,
anterioridad, co oca a os JO b ' efleja la que luego, como
el proceso y el produ~to de ~u, t~~ :~~a~ur:;aciones de producción ca- de manera que las fuerzas externas que propician esta discriminación
trabajadores productivos, V1Vlra 1 do de la influencia o se resisten a su desaparición , o no son más que eso: externas ,
'd ara para y es resu ta
pitalistas; en este senO o, prep
191
190
Una vez más, sobre las contradicciones de la escuela
las necesidades en general de la población mientras, ttor otro, trata
Puesto que hemos señalado la existencia de una dinámica reproducti- de determinar por sí mismo cuáles sean éstas y cómo satisfacerlas. La
va y antidemocrática interna al Estado como esfera política y al modo segunda deriva de que, al organizar el proceso de trabajo de manera
de producción burocrático, lo que quiere decir interna a la escuela, parecida al modo de producción capitalista (trabajo asalariado, divi-
pudiera parecer que las fuerzas de la reproducción vuelven a abru- sión de! trabajo, etcétera), el modo de producción burocrático tiende
mar de nuevo a los factores de contradicción y la esperanza de cam- también a ser escenario de conflictos similares (por el salario, por las
bio se ve otra vez anegada en un mar de lágrimas sobre la eficacia condiciones de trabajo, etcétera).
autoconservadora de lo instituido. Pero las cosas no son así. Una vez Todo esto no quiere decir que cada conflicto real en o en torno a
más, las estructuras puestas al descubierto resultan tener sus propias la escuela deba ser objeto de una definición o clasificación unidimen-
contradicciones internas y mutuas. Sin retractarnos de la delimitación sional, pues un mismo conflicto o conflictos simi1ares pueden expre-
estricta del término marxiano "contradicción" que propusimos en el sar a la vez contradicciones u oposiciones distintas. Así, una huelga
capítulo II, pero en aras de una simplicidad que no parece obstáculo de profesores puede ser simultár ea o alternativamente motivada por
en este preciso contexto, designaremos con el término "contradicción", la solidaridad o el mimetismo con los trabajadores del secto: privado
en su sentido lato las líneas de contradicción en sentido estricto, opo- (expresión de la contradicción capital-trabajo en la escuela), por las
sición o conflicto en que se encuentra inmersa la escuela. condiciones de trabajo o e! salario propios (oposición dentro del mo-
En primer lugar, en ella se reflejan o expresan las distintas mani- do de producci{Jll burocrático) y/o por la voluntad de resistir a la auto-
festaciones de la contradicción entre capital y trabajo que ya analiza- ridad superior o de mantener la propia frente a los usuarios o sus
mos con anterioridad, y sobre las que no volveremos. representantes (conflictos entre las dos dinámicas de la esfera políti-
En segundo lugar, la escuela, en tanto que parte de la esfera del ca). Análogamente , las distintas formas de resistencia de los jóvenes
Estado y lugar de preparación para la inserción en la economía, y por escolarizados contra la imposición del saber escolar pueden obedecer
cuanto en la primera prevalece la dinámica democrática y en la se- alternativa o simultáneamente a que las necesidades sentidas no se
gunda, dominada por la producción, una dinámica totalitaria y antii- ven satisfechas por los valores de uso que se ofrecen (conflicto interno
gualitaria, se encuentra en el centro de esta segunda contradicción, a la escuela en cuanto que parte del modo de producción burocráti-
sobre la que tampoco es preciso insistir de nuevo. co), a que se quieren hacer valer los derechos personales frente a una
En tercer lugar, la escuela pertenece a la vez al Estado como esfera imposición autoritaria (conflicto interno a la esfera política o entre la
política y como modo de producción burocrático. Pero mientras la es- dinámica imperante en ésta y la procedente de las presiones del modo
fera política se rige por principios democráticos, el modo de produc- de producción capitalista) y/o a que el mensaje que la escuela impone
ción burocrático lo hace por principios jerárquicos, lo que se expresa es visto como antagónico con los intereses de la clase de origen del
en la forma de oposición entre un público que se considera sujeto de destinatario (contradicción del modo de producción capitalista refle-
derechos a la hora de recibir o elegir educación y unos profesionales jada en el interior de la escuela). De manera parecida podrían consi-
que se creen en pose sión del único criterio de decisión válido y son derarse los conflictos entre los estudiantes y las autoridades académicas,
respaldados por una j erarquía que les atribuye una autoridad única los enseñantes y los padres, etcétera.
dentro de los límites sólo por ella establecidos. Ya.
En cu arto lugar, en cuanto mera parte de la esfera política, la es-
cuela se encuentra, como cualquier otra institución pública , cogida
entre las dos dinámicas, democrática y a utoritaria, de dicha esfera.
En quinto y último lugar, yen cu anto mera parte del modo de pro-
ducción burocrático, la escuela sufre también las contradicciones de
éste. La primera de ellas o, si se prefiere, el primer conflicto, surge
del hecho de que el modo burocrático se dirige, por un lado, hacia

192
193
CAPITULO VIII
EL RECHAZO ESCOLAR:
¿ALTERNATIVA O TRAMPA SOCIAL?

Como reacción al funcionalismo estructuralista y a ciertos análisis mar-


xistas de la escuela, algunos enfoques sociológicos de la escuela han
afIlado sus armas para criticar la consideración de ésta como una "caja
negra" cuyo interior puede ser ignorado o suponerse con base en lo
que entra en o !.ale de ella. La reacción al enfoque funcionalista es-
tructural vino principalmente de la mano del interaccionismo simbó-
lico y, subsidiariamente, de la teoría del etiquetado (labeling tMOry),
la etnometodología y algunos trabajos estrictamente etnográficos. La
, reacción contra los análisis deterministas hechos desde una perspecti-
va marxista, especialmente los que reducen o parecen reducir a los
individuos a la mera impotencia frente a la omnipotencia y omnipre-
sencia de las estructuras sociales, ha venido sobre todo de la investi-
gación etnográfica, los "estudios culturales" y las teorías de la
resistencia, aunque también de una cierta recuperación de los enfo-
ques antes citados. En realidad, es dificil encontrar un trabajo de in-
vestigación digno de ser mencionado que pueda adscribirse
inequívocamente a una u otra de las tendencias citadas como repre-
sentativas de la reacción al determinismo estructuralista. Todas ellas
coinciden, en cuanto a la preocupación y el objetivo de fondo, en se-
ñalar que los individuos no son meros juguetes sometidos a fuerzas
que se mueven por encima de sus cabezas, sino actores de las relacio-
nes sociales, es decir, sujetos activos capaces por igual de aceptar, mo-
dificar o resistir los imperativos estructurales; y, en cuanto al método,
en el énfasis sobre las formas de investigación cualitativas: observa-
ción participante, entrevistas en profundidad individuales o grupa-
les, prioridad de los estudios de casos sobre el análisis de datos
agregados, etcétera.
Pero no todo son coincidencias. La primera oleada de escritos in-
teraccionistas y etnometodológicos, así como los análisis generales de
la escuela vinculados a ellos (por ejemplo, la llamada "nueva sociolo-

195
En este s~ntido, el interacci~nismo, la teona del etiquetado, los pri-
meros trabajos etnometodológlcos en materia de educación, la " nue-
va sociología de la educación" y otros, rompieron con el determinismo
gía de la educación" británica), tendían a considerar los actores y las
del funcionalismo estructural, pero no con su visión'tlrmónica y/o ater
relaciones sociales en el aula como libres de influencias exteriores
mientras los nuevos trabajos etnográficos y las teorías de la resisten~
mística de la sociedad, de manera que, aunque en oposición a la pers-
pectiva dominante, nacieron y siguieron marcados por su impronta.
cia subrayan la relación entre lo que ocurre puertas adentro de las
Los estudios etnográficos más recientes, la perspectiva de)os "estu-
escuelas y la sociedad y la cultura globales fuera de ellas, particular-
dios culturales" , las teorías de la "producción cultural" o de la resis-
mente los elementos de clase y género (entendiendo por tal el cons-
tencia, aunque oponen una visión voluntarista a la determinista de
tructo social que se levanta en torno al sexo). Esto resulta lógico si
las teorías de la correspondencia o de la reproducción que critican,
se tiene en cuenta contra qué van dirigidos unos y otros . En realidad,
se benefician de la visión conflictual de la sociedad elaborada por és-
no se trata de una polémica, sino de dos, como ya se señaló en un
tas en respuesta al funcionalismo estructuralista, así como de su énfa-
capítulo anterior. Por un lado se enfrentan una visión funcionalista
sis en las clases, géneros, etnias y otros grupos sociales frente a las
y armónica de la sociedad y una visión conflictual, por lo general mar-
representaciones individualistas y atomísticas .
xista, neomarxista o marxistizante, que la ve escindida en colectivos
En un capítulo anterior nos dedicamos a discutir las relaciones en-
opuestos, clases sociales en primer lugar, pero también géneros y et-
tre reproducción y conflicto y, muy en general , entre estructura y ac-
nias. Por otro, se oponen , como ya se ha indicado indirectamente,
tividad humana. Ahora nos centraremos en algunos análisis de las
y si se nos permite el empleo de términos enormemente simplificado-
formas colectivas de resistencia de los jóvenes en la escuela y tratare-
res, una visión determinista y otra voluntarista. Con la advertencia
mos de sugerir algunas ideas sobre lo que representan en la articula-
previa de que estos calificativos son simplemente relativos o compa-
ción de las distintas esferas que componen el todo social.
rativos y no absolutos, podemos decir que son deterministas el fun-
cionalismo estructuralista y ciertos análisis marxistas como el principio
de correspondencia, mientras que son voluntaristas los enfoques jnte-
raccionistas, de la resistencia, etcétera. A lo largo de la otra dimen- Actitudes y grupos en la escuela
sión del debate, suscriben la idea de una sociedad sin conflictos o sin
otros conflictos que los interindividuales el funcionalismo estructura- Con base en el reconocimiento de la importancia de los grupos de igua-
lista y el interaccionismo y sus asociados, mientras sostienen la ima- les en toda institución y, en particular, en el proceso de socialización
gen de una sociedad dividida y conflictiva el marxismo y las teorías escolar, la microsociología de la educación puso hace ya tiempo su
de la resistencia. A efectos puramente ilustrativos, este cruce de va- atención en los distintos subgrupos de alumnos que tienden a formar-
riables podría representarse así: se en el interior del grupo-clase. Los primeros de entre los estudios
más conocidos solían destacar la presencia de dos grupos distintos:
pro y anti escuela. Aunque ahora se suelen reconocer más grados in-
Determinismo termedios en la intensidad y el signo de la relación de los jóvenes con
la institución, siguen siendo, no obstante, los grupos definidamente
Funcionalismo Teorías correspondencia pro o anti los que concentran con mayor frecuencia la atención de los
estructural y similares investigadores. Así, Hargreaves (1967) localizaba en una escuela se-
cundaria inglesa un grupo decididamente pro , en el canal A (las es-
Armonía social - - - - - - - - - Conflicto social
cuelas secundarias inglesas suelen, aunque cada vez menos, dividir
Interaccionismo, T a resistencia, a los alumnos en canales -streams- según su velocidad de aprendi-
etcétera producción cultural, zaje o capacidad) y otro claramente anti en el canal C (el de menor
etcétera nivel). El primer grupo se caracterizaba por una cultura netamente
académica o proescolar, por tener como valor central el trabajo esco-
V oluntarismo
197

196
lar duro y el logro académico, por valorar el aspecto atildado, la asis- Existe también una modalidad tripartita, generalmente basada no
tencia regular, no fumar, etcétera; el segundo grupo, por una cultura en el análisis de las actitudes dentro del aula, sino en la clasificación
antiacadémica o antiescolar, por su opción por divertirse dentro y fuera de las trayectorias de los jóvenes. Así, para Larkin (1979) existen los
del aula , por esquivar el trabajo académico, por su gusto por enviarse conformistas, los no conformistas y los "escoceses" (un estereotipo,
mensajes y copiar en clase, por la preferencia por los vaqueros y el como el de "gallego", que quiere decir algo así como mañoso) . Para
pelo largo, por la tendencia hacia la pequeña delincuencia, etcétera. Willmott (1969) se trata de alumos de clase obrera, de clase media
Lacey (1970) localiza los dos mismos grupos y atribuye su existen- y rebeldes . Para Ashton y Field (1976) están los que siguen carreras
cia a una doble dinámica interna y externa. Por un lado, los jóvenes -en el sentido de trayectorias escolares en general, no de estudios
que obtienen éxito en-la escuela se adhieren a ella porque les propor- superiores- largas, los que siguen carreras cortas y los sin carrera.
ciona un alto estatus, al tiempo que los que no logran buenos resulta- Pollard (1979) distingue entre los "buenos" , que son conformistas;
dos en su trabajo tienden a comportarse mal para disociarse de un las "bandas", que protagonizan un desorden estructurado; y los "co-
sistema que les otorga un bajo estatus. Por otro , esta reacción toma modines" (jokers), que sólo protagonizan formas rutinarias de desvia-
la forma de reversión hacia los valores de clase obrera locales, que ción y es de quienes dependen el equilibrio y el consenso de trabajo
son adaptados a la nueva situación y opuestos a los valores escolares. en clase. Jenlcins (1983) habla de "colegas" (lads), ciudadanos y chi-
Parecidas caracterizaciones llevan a cabo Ball (1981) Y Willis (1978). cos corrientes . Como puede fácilmente inducirse, todas estas clasifi-
Otros autores, y a veces los mismos que han dedicado su atención caciones tripartitas se deben a que se acepta la existencia, en los
al estudio de los grupos y actitudes extremos, se inclinan por una cla- extremos, de grupos pro y anti escuela pero se postula la existencia
sificación cuatripartita. Este paso suele basarse en la distinción de dos de un grupo intermedio con uno u otro nombre .
formas de estar a favor de la escuela y dos formas de estar en contra. Por nuestra parte, consideramos más útil una clasificación cuatri-
Se puede estar a favor por una identificación total o por razones pu- partita que comprenda las siguientes actitudes: adhesión, acomoda-
ramente instrumentales, y se puede estar en contra resistiendo a su ción, disociación y resistencia. Lógicamente, se basa en critetios muy
{'mcionamiento de forma activa o pasiva, colectiva o individualmen- similares a los de otras clasificaciones cuatripartitas, pero nos parece
te. Así, Ball (1981) habla de dos variantes de la actitud proescuela, que emplea una terminología más adecuada a las diferencias específi-
de apoyo (supportive) y de instrumentalización (manipulative), y de dos cas entre los grupos. No obstante, lo que designa cada término dista
actitudes antiescuela, la pasividad y el rechazo . En una vena similar, mucho de resultar espontáneamente claro, de manera que convienen
Hargreaves (1979) distingue entre alumnos comprometidos, instru- unas breves definiciones .
mentalistas, indiferentes y opositores. Otros análisis, más basados en Por adhesión podemos entender la identificación con la institución
las posibilidades teóricas que en el análisis real de las actitudes escola- escolar y con la cultura que vehiculiza. Podríamos designar lo prime-
res distinguen un número aún mayor de grupos . Harary (1966) y Wa- ro como identificación instrumental y lo segundo como identificación
keford (1969) desarrollan su modelo a partir de la distinción de Merton expresiva. El grupo que adopta esta actitud es el grupo proescuela,
(1957) entre cinco tipos de adaptación individual a las instituciones: el de los "buenos" alumnos y es altamente probable que se trate de
conformidad (aceptación de los objetivos culturales y de los medios alumnos de clase media o alta que obtienen buenos resultados escola-
institucionalizados para alcanzarlos) , innovación (los objetivos pero res . Este grupo presentará no sólo un comportamiento individual ho-
no los medios), ritualismo (los medios pero no los objetivos) , disocia- mogéneo, sino también un comportamiento colectivo favorable a la
ción (retreatism: ni los objetivos ni los medios), y rebelión (se oponen escuela: la institución y el grupo de iguales empujan en la misma di-
objetivos y medios distintos) . Woods (1979) distingue las seis posibles rección.
actitudes de indiferencia, indulgencia, identificación, rechazo con al- Por acomodación podemos entender la identificación o aceptación de
ternativa (replacement) , ambivalencia y rechazo sin alternativa, pero la la escuela como mecanismo de movilidad social, pero sin identifica-
aplica doblemente, a los medios y a los fines , con lo que obtiene un ción con su cultura. Hay identificación instrumental, pero no expre-
cuadro de treinta y seis combinaciones posibles, aunque sólo se aven- siva. Este grupo puede presentar pautas individuales homogéneas, pero
tura a asignar nueve nombres a trece de ellas. no un comportamiento colectivo, porque se trata de una estrategia

198 199
individual. Es altamente probable que se trate de alumnos de clase Adhesión y acomodación son actitudes que refuerzan a la. escu la
obrera o simplemente "baja" que ven en la escuela un medio de es- como mecanismo de reproducción, mientras la disociación y la resi _
capar a su condición. Se renuncia al grupo de iguales y a la cultura tencia la hacen quebrar en distinto grado. Pero la acomodación y l~
de origen en favor de la adhesión a la institución, pero ésta ya no es disociación añaden y restan poco, respectivamente, aJ'funcionamien-
completa, sino que solamente existe en la medida en que ~irve a los to del sistema escolar, puesto que se trata de prácticas individuales,
fines propios . mientras que la adhesión y la resistencia, que son prácticas colecti-
Por disociación podemos entender la negativa individual a aceptar vas, alternativamente la refuerzan o la socavan. Sin embargo, esto
las exigencias de la escuela. Esta variante es probable en alumnos de sólo es cierto si se considera de manera aislada la institución escolar,
clase media o alta que rechazan los fines y/o los medios escolares pero dejando de serlo si prestamos atención a su articulación con el resto
no cuentan con una cultura propia a la que agarrarse en su oposición. de la sociedad . La adhesión sigue siendo en todo caso una práctica
La institución es rechazada , pero no existe un grupo de iguales que reproductiva, pero la acomodación y la disociación pierden su estatu-
se oponga a ella en el que resulte fácil la integración . Podemos hablar to de prácticas ambiguas . Justamente porque son prácticas individuales
de identificación expresiva pero no instrumental . Se trata también de contribuyen a, o por lo menos toleran, la reproducción social por vía
una estrategia individual que puede dar lugar a comportamientos ho- de la escuela, puesto que en modo alguno ponen en cuestión su fun-
mogéneos, pero no a grupos activos como tales. cionamiento. Aunque desde el punto de vista de la escuela pueden
Por resistencia podemos entender la negativ: colectiva a aceptar las considerarse como prácticas, ni reproductivas ni contradictorias, que
exigencias y promesas de la escuela y la contraposición a éstas de va- representan simplemente, por así decirlo , una cierta entropía o pérdi-
lores alternativos. En este caso no hay identificación expresiva ni ins- da de energía del sistema educativo , desde el punto de vista social ge-
trumental. La variante más probable la constituyen alumnos de clase neral no cuestionan nada sino la suerte personal de los individuos que
obrera que oponen sus propios valores, o parte de ellos, a los de la las adoptan . Forman parte de la reproducción de las clases sociales
escuela. El grupo de iguales es la instancia informal que se opone a a través de la escuela, si bien cuestionan el papel de ésta como meca-
la institución formal. Son los jóvenes claramente antiescuela y sostie- nismo de herencia o trasmisión de la posición social familiar de ori-
nen una estrategia colectiva a través del grupo . gen (el hijo de obrero que, mediante una estrategia de acomodación
Huelga decir que adhesión, acomodación, disociación, resistencia, a la escuela, consigue auparse a la cIase media, o el vástago de la cIase
identificación expresiva, instrumental, pro, anti, clase media y alta media que, por su disociación de la institución educativa, viene a caer
y clase obrera, son categorías analíticas, no descripciones de las con- en las filas de la clase obrera).
diciones o actitudes de alumnos conc~etos . No es posible elaborar ecua- Más complejo es el caso de la actitud de resistencia , que, si bien
ciones que mezclando, por ejemplo, el origen social y las calificaciones se trata de una práctica colectiva que contradice al funcionamiento
escolares de un alumno, nos den como resultado su actitud . Sin em- de la escuela desoyendo sus exigencias y rechazando sus promesas ,
bargo, se trata de categorías que, a nuestro juicio, contribuyen a orien- puede tener, desde un punto de vista social global, un papel indistin-
tarse en el mar de la casuística. Hecha esta salvedad, podemos intentar tamente contradictorio o reproductivo. Pero esto lo veremos mejor ana-
representar gráficamente estas cuatro actitudes según el grado y el mo- lizando algunos estudios etnográficos al respecto .
do de la identificación con la escuela.

Identificación instrumental Escuela, clase social y género


Adhesión + I + Acomodación
pro Sin duda , los trabajos más importantes de etnografia de la escuela son
Identificación + clase clase
aquellos cuyos autores han sido capaces de relacionar los comporta-
expresiva + media
-~- obrera - mientos observados entre las paredes escolares y el medio social y cul-
anti
Disociación Resistencia tural de los alumnos, concretamente su clase social, su etnia o su
-1- género. Autores como Hargreaves (1967), Lacey (1970) y Corrigan

200 201
(1979) relacionan inequívocamente a los grupos antiescuela con u~a tar éste porque no creen en aquéllos. Al fm y al cabo, como señala
procedencia, un medio ambiente y una cultura de clase obrera. Sm Willis, el saber escolar es algo particularmente árido y despegado de
embargo, un análisis más comprehensivo y penetrante al respecto es, la práctica, y la promesa de movilidad social puede,"cumplirse para
:~ con toda seguridad, el de Paul Willis (1978) y vale la pena detenernos algunos individuos, pero nunca para el conjunto de ellos, o sea para
precisamente en él. la clase social. Pero, al operar este rechazo, aceptan otra oferta igual-
Willis estudió en profundidad el caso de doce adolescentes de ori- mente unilateral, la del trabajo manual no cualificado. En este senti-
gen obrero que constituían el grupo antiescuela en un centro de ense- do , su rechazo de la escuela contribuye a la reproducción de la división
ñanza secundaria ubicado en un medio industrial tradicional. Estos capitalista del trabajo. Para convertir en valores positivos su anticul-
jóvenes, que se auto denominaban como "los colegas" (the lads), re- turalismo y su opción/condena hacia el trabajo manual, los asocian
chazaban la cultura y las exigencias escolares despreciando el trabajo a la masculinidad y, de este modo, lo que eran actitudes de oposición
intelectual, practicando el absentismo, valorando altamente la vesti- a la escuela y de afirmación de la identidad y la solidaridad de clase
menta heterodoxa y el consumo de tabaco y alcohol como muestras se traducen en la reproducción de la división sexista de la sociedad
de independencia y madurez . Su obsesión en la escuela era pasar un en géneros, o sea del patriarcado o la dominación masculina, pues
rato de cachondeo (having a laff) y, fuera de ella , tener dinero en el la defensa positiva de la masculinidad no es sino eso.
bolsillo para integrarse en "la vida real". Rechazaban toda forma de Considerada como proceso cultural, la actitud de estos jóvenes es
control escolar, negaban validez a las promesas de movilidad social, una actividad creativa que se salda en un resultado reproductivo. Es
criticaban el comportamiento de los conformistas u "orejas marca- posible por la conjunción entre la cultura obrera, de la que surgen
das" (earJoles) y hacían discurrir toda su actividad a través del grupo. esoS valores de afirmación del trabajo manual y rechazo del intelec-
El deseo de incorporación inmediata al trabajo, a sabiendas de que, tual, defensa del saber práctico, búsqueda de la independencia fuera
dada su carencia de credenciales escolares, sería a empleos no cualifi- del trabajo e indiferencia ante el contenido de éste como mero meca-
cados y duros, era presentado como una afirmación de masculinidad, nismo de obtención del salario, rudeza y masculinidad. No tiene sen-
identificándose trabajo manual con independencia, dureza, virilidad tido discutir aquí si la adhesión a esa cultura obrera genera el rechazo
y rechazo de la escuela, y trabajo intelectual con sometimiento a con- de la escuela o si el fracaso en ésta lleva a recurir a aquélla: segura-
trol, feminidad o falta de hombría y aceptación de la escuela. El rasgo mente suceden ambas cosas .
más característico de esta subcultura antiescolar era esa afirmación Un trabajo de características parecidas, aunque centrado en un gru-
de los valores masculinos, la fuerza y la rudeza, la aceptación del tra- po de alumnas de enseñanza secundaria de la clase obrera, es el reali-
bajo manual: una inversión ideológica que les permitía convertir en zado por Angela McRobbie (1978). A la altura de la secundaria, las
un valor positivo todo lo que se asocia a posiciones subordinadas en jóvenes ya conocen por su medio social que les espera el futuro papel
la escuela (el fracaso escolar) y el trabajo (los empleos manuales). Ca- de esposas y madres . Formas comunes de defensa son la formación
racterísticos de su subcultura eran también un chauvinismo y un ra- de intensas amistades basadas en la similitud de género y clase y la
cismo profundamente enraizados, entrega personal a sueños románticos. Pero el género femenino tam-
Lo interesante de este proceso es cómo una práctica contradictora bién está dividido por la pertenencia de clase y aquí se bifurcaban las
en el seno de una institución, la escuela, puede resultar reproductiva actitudes de las jóvenes estudiadas por McRobbie. Las jóvenes de la
en su articulación con otras, en este caso el trabajo asalariado, la divi- clase media ampliaban el papel tradicional que les reservaba la estruc-
sión en géneros y la segregación étnica. Los "colegas" empiezan por tura patriarcal mediante la educación, aunque ésta llevaba la impronta
rechazar el control escolar de la conducta por sí mismo y porque se de la feminidad manifiesta en la opción por las actividades artísticas,
niegan a considerar las contrapartidas como suficientes (el saber es- es decir, por una educación a caballo entre lo profesional y lo glamo-
colar y la promesa de movilidad social, es decir, porque no se identifi- roso. En contraposición, las jóvenes de clase obrera, con un futuro
can ni expresiva ni instrumentalmente con la escuela) . Pueden tener profesional y social más claramente marcado, oponían a la escuela una
tanta razón en rechazar el saber teórico y la promesa de movilidad feminidad agresiva,jemaleness, o condición de hembra, en vez defemi-
por no aceptar a cambio el control como en lo contrario, en no acep- ninity, o condición femenina (distinción que no se nos ocurre cómo

202 203
traducir al castellano en dos términos simples). Esta consistía en la
afll"mación de su sexualidad y su madurez física mediante el uso de
maquillaje, de ropas que resaltaran su físico, conversaciones insisten- el enfrentamiento a los valores y normas de una insiftución de otros,
tes sobre escarceos y noviazgos, etcétera. Esto venía acompañado de alternativos, derivados de la crítica o la inversión de su l6gica. Esto
una visión realista sobre el matrimonio, el hogar y el trabajo femeni- es lo que encontramos cuando los trabajadores cuestionan la propie-
no. Aquí, pues, volvemos a encontrarnos con un proceso cultural p~r dad privada del capital o sus atribuciones, cuando los jóvenes escola-
el que se rechaza la escuela mediante la asunción de un papel propiO rizados ponen en solfa la autoridad de la institución o cuando las
de otra esfera, pero aceptando ésta tal cual es y contribuyendo así a mujeres desafían la jerarquía entre los géneros o la condena al trabajo
su reproducción material e ideológica. doméstico. Por compensación entendemos el mecanismo por el cual el
Otros trabajos de investigación centrados en el comportamiento de individuo se defiende de su posición subordinada en una esfera o ins-
las mujeres en la escuela señalan también este proceso de empleo de titución agarrándose a su posición preeminente en otra. Aunque esta
la condición de mujer como arma (Anyon, 1983; Davies, 1979). Un forma de resistencia es menos visible y espectacular, es mucho más
par de observaciones quizá permitan comprenderlo mejor. La prime- común, moneda corriente de todos los días; y es ambas cosas porque
ra es que esta afirmación de la feminidad, sobre todo en la forma de no consiste sino en acogerse con cierta habilidad a las formas sociales
madurez física y sexualidad, es, al propio tiempo, una reivindicación e ideológicas dominantes.
de la condición adulta . La segunda es que la condición de mujer pone Este mecanismo de compensación es tan viejo como la vida misma
coto a algunas formas de control escolar. Es bien sabido que las situa- y no concierne sólo a la escuela. El patriarcado se sostiene en buena
ciones más críticas en el terreno de la disciplina para un profesor no parte gracias a él, pues una institución que permite convertirse en el
suelen ser las creadas por los jóvenes varones, sino las producidas por rey de la casa, el guerrero en reposo o, simplemente, el cabeza de fa-
las jóvenes. Piénsese, por ejemplo, que una profesora puede pegar a milia responsable que gana el dinero necesario para crear y sostener
un alumno, pero un profesor no puede hacer lo mismo con una alum- un hogar concebido como remanso de paz y amor y refugio frente a
na, pues lo primero se asocia a una actitud maternal mientras lo se- un mundo hostil; una institución en la que el último trabajador de
gundo adquiere una connotación sexual. la fábrica o la oficina pasa de realizar tareas rutinarias a aparecer an-
te los demás y verse a sí mismo como la encarnación de la razón, de
una posición subordinada al ejercicio casi indiscutido de la autoridad,
Dos formas de resistencia: oposición y compensación de la dependencia a ser quien garantiza los medios de subsistencia,
de la alienación al ejercicio de la responsabilidad, de la guerra de to-
Estos estudios conllevan a primera vista una cierta dosis de pesimis- dos contra todos al supuesto de que existen relaciones afectivas inque-
mo. Considerados desde la perspectiva que defiende el carácter acti- brantables; una institución, en fin, que traca el estatus y la dignidad
vo del individuo frente a las estructuras sociales, introducen un mínimos en máximos, es, qué duda cabe, para los trabajadores varo-
elemento de determinismo, pues nos presentan a jóvenes que al desa- nes, una defensa contra su desdichada posici6n en la producción. Ade-
rrollar su propia producción cultural no hacen sino regenerar elementos más, facilita una inversión ideológica por cual lo que en sí era negativo
de la cultura ya existente, incluso su peor lado. Vistos desde la pers- se convierte en positivo, pues el trabajo duro, de bajo estatus, rutina-
pectiva que considera a la escuela como una institución contradicto- rio, frustrante y embrutecedor pasa a ser visto como un medio nece-
ria que debe suscitar la resistencia de los alumnos, introducen una sario y aceptable para mantener el hogar. No hay que sorprenderse
viciosa lógica circular , pues los jóvenes aparecen, en un mismo acto, de que, en contra de las predicciones de Engels, la subcultura obrera
oponiéndose a una institución antigualitaria y jerárquica y cayendo sea notablemente más sexista y machista que la burguesa o de clase
en los brazos de otras. media. Los procesos de producción cultural, en este caso de compen-
Para salir de este círculo que, como todo círculo infernal, solamen- sación, nos dicen mucho más sobre la relación entre capitalismo y pa-
te puede conducirnos al infierno , proponemos distinguir dos formas triarcado que todas las especulaciones sobre los costes alternativos de
de resistencia: oposición y compensación . Por oposición entendemos la reproducción material de la fuerza de trabajo a través del trabajo
doméstico o de bienes y servicios adquiribles en el mercado.
204 Un mecanismo de compensación similar es el que pueden ejercer

205
las mujeres con los niños, pues el patriarcado no es solamente una tal pero interfiere en su trabajo escolar. De esta fOrl'ba, lo que parecía
jerarquía de géneros, sino también de edades. De ahí que la materni- un tanto a fa~or de las niñas termina por convertirse en un punto pa-
dad pueda aparecer como compensación ante la subordinación domés- ra los varoncltos y las cosas vuelven una vez más a su sitio.
tica, pues, además de vivirse como un proceso creativo frente al La interpretación que sugerimos es muy distinta, y no,se basa en
carácter rutinario del trabajo doméstico y lo efimero de sus resulta- diferencias entre los sexos ni entre los géneros sino en los distintos cri-
dos, crea un espacio donde son posibles para la mujer, sin más requi- terios de organización de la escuela y la familia patriarcal. Mientras
sitos , un estatus elevado y una posición de autoridad. la familia se organiza en torno a la superioridad indiscutida del géne-
Por cierto que, a partir de la comprensión de estos procesos de com- ro masculino sobre el femenino, la escuela considera a todos los alum-
pensación, podemos proponer una nueva interpretación de un fenó- nos como formalmente iguales, y sólo deja de hacerlo en la medida
meno que suele ser tratado demasiado a la ligera. Es sabido que , hasta en que injieren en ella criterios venidos de otras esferas. Es cierto que
cierta edad, las niñas consiguen resultados escolares mucho mejores existen numerosas manifestaciones del sexismo en la escuela, pero no
que los de los niños . Esta tendencia suele invertise hacia los doce años, cabe duda de que son menos numerosas y menos intensas que en la
y existe un amplio acuerdo en torno a que su "inferioridad" en esta familia y en el lugar de trabajo, así como en las culturas que rodean
segunda fase se debe, por un lado, a que para ellas no tiene la educa- a ambos (Delamont, 1983). En consecuencia, podemos explicar el me-
ción el mismo carácter instrumental de medio para acceder a una me- jor rendimiento de las niñas en la escuela, así como su aceptación con-
jor ocupación, pues su futuro ocupacional es progresivamente siguiente de los valores y normas de la institución -superior a la de
ensombrecido por su futuro como amas de casa, y, por otro lado, a los niños varones- como una estrategia de compensación: las niñas,
que siguen de hecho un curriculum más débil en áreas como matemáti- cuyo papel presente en la familia y futuro en el trabajo y de nuevo
cas y ciencias naturales o experimentales (véase, por ejemplo, Bad- en la familia es inequívocamente subordinado, se acogen a una insti-
ger, 1983). Lo que queda por explicar es su superioridad anterior. tución que las trata como iguales a los niños varones o, al menos, co-
Si los resultados mejores fueran los de los niños varones, la discusión mo menos desiguales . Posteriormente vendrá la conciencia de que la
se reduciría a la disyuntiva entre si son naturalmente más inteligentes eficacia de la escuela no es tan grande como para invertir las oportu-
o la sociedad los hace más inteligentes. El problema es que se trata nidades futuras de las mujeres en la familia propia y el trabajo , pero
de las niñas y la sociedad, que está dominada por los hombres, y la esto es ya sólo la segunda parte de la historia.
sociología y la psicología, que también, no pueden aceptar que las ni-
ñas sean por naturaleza más inteligentes que los niños (el autor de
estas líneas tampoco lo acepta, como no acepta lo contrario, pero lo Escuela, infancia y condición adulta
que es de notar es que haya quien está dispuesto a aceptar las "dife-
rencias de la naturaleza" en favor de un género pero no del otro). Además de un lugar donde se aprende o se enseña, la escuela es un
Como sociólogos y psicólogos son gente avispada, se ha inventado un espacio social en el que niños y jóvenes se encuentran sometidos a la
nuevo argumento : las niñas son más sumisas, o han sido educadas autoridad de los adultos . Aunque esto parezca a muchos la cosa más
para someterse a la autoridad, ser pulcras en su trabajo, etcétera, lo natural del mundo, no lo es; o, por lo menos, no lo es en la forma
que hace que se plieguen mejor a las exigencias de orden y disciplina en que tiene lugar en nuestra sociedad. Aunque la mayoría de las so-
que plantea la escuela, y los profesores, voluntaria o involuntariamente, ciedades tienen y han tenido ritos de iniciación que simbolizan la tran-
tienen tan en cuenta el comportamiento como la capacidad intelec- sición a la edad adulta y la representan en un momento concentrado
tual mostrada; o, simplemente, el mayor sometimiento de las niñas del tiempo, resulta dificil, antes de la sociedad actual, encontrar otras
a las normas favorece su trabajo escolar, aunque los profesores sean en las que esta transición se lleve a cabo de forma tan abrupta y como
gente desprejuiciada. Los niños varones, por el contrario, 3erían me- desplazamiento entre los dos extremos polares de una disyuntiva: se
nos sumisos, más independientes, creativos, rebeldes, etcétera, lo que trabaja o no se trabaja, se alcanza o no la mayoría de edad legal, se
se reflejaría en una conducta que la escuela sanciona negativamente ?epende enteramente de la familia de origen o se sostiene de forma
por sí misma o que, en el mejor de los casos, no es penalizada como mdependiente una familia propia. La inmensa mayoría de las socie-

206 207
por un lado, y como futuro por otro. La taxonomía de las clases so-
dades anteriores -y sus pervivencias actuales , desde la sociedades pri- ciales que ofrecemos dentro de ella es casi insultantement~ simple, pero
mitivas todavía existentes hasta las comunidades campesinas no no nos interesa aquí discutir cuántas clase -oexisten ni a qué criterios
demasiado" modernizadas" , aunque en distintos grados-, siguieron obedecen, ni siquiera si puede denominárselas clases, sino simplemente
pautas más graduales de transición de la infancia a la sociedad adul- señalar la existencia de una jerarquía. La segunda columna pretende
ta: incorporación paulatina al trabajo y a las responsabilidades fami- lo mismo en cuanto a las evaluaciones y sanciones que la escuela tiene
liares desde la primera infancia, asunción gradual de funciones sociales como fin primordial distribuir y no importa si los términos adecuados
adultas, fratrías de jóvenes del mismo sexo en las que se está fuera son los de " éx ito" y "fracaso" o si deberían ser sustit uidos por otras
del alcance de los adultos , permanencia con la familia propia en el dicotomías como " inteligentes y deficientes ", " académicos y no aca-
hogar de la familia de origen, etcétera. En contraposición a esto, el démicos" , "inteligencias abstractas e inteligencias concretas", etcé-
discurso liberal en que se basa el consenso de las sociedades capitalis- tera, o por categorizaciones con más de dos subdivisiones. En cualquier
tas modernas fundió las ideas de igualdad política y sumisión patriar- casO, las categorías de "éxito" y "fracaso" son, probablemente, las
cal para someter legalmente los jóvenes a los adultos. que más se acercan a la forma en que es vivida esa jerarqu ización por
Junto con otros principios, las escuelas están organizadas en torno niños y jóvenes. La tercera columna, que concierne a la edad, perte-
a esta división entre condición adulta e infancia, que se asocia a una nece a la vez a la esfera de la escuela y a la de la familia patriarcal
presunta diferencia sin matices entre los que saben y los que no, entre y tampoco interesa detenerse en si convendría o no introducir catego-
los que son libres de elegir y los que todavía tienen que aprender. La rías intermedias como "adolescencia" o "j uventud". La cuarta co-
consideración de esta partición entre adultos y jóvenes, heredada del lumna , relativa al género, es la única que, afortunadamente, sólo se
patriarcado y codificada, rigidificada y estabilizada por el Estado mo- presta a ser dicotomizada . La quinta columna , en fin , pretende in-
derno y el discurso liberal, nos permite una consideración más com- cluir el conjunto de organizaciones voluntarias y grupos de iguales a
prehensiva del haz de líneas de estratificación en que se encuentran los que la inmensa mayoría de la gente pertenece y que, con mucha
inmersos los jóvenes: frecu encia , dan sentido o parte del sentido a su vida. La práctica tota-
Asociaciones lidad de las asociaciones voluntarias y una buena parte de los grupos
voluntarias de iguales están altamente jerarquizados, de manera que podríamos
Producción Escuela/Patriarcado
y grupos haber introducido dos categorías abstractas como, por ejemplo, "li-
(trabajo) evaluación edad género de iguales derazgo" y "adhesión" para reflejar la jerarq uía existente en su se-
no. Sin embargo, lo que nos interesa resaltar es la pluralidad de
criterios que puede existir entre las distintas asociaciones y grupos:
burguesía, éxito condición masculino jerarquía así, un club de levantadores de pied ras asignará el estatus más eleva-
directivos, etc. adulta variada e do al más fuerte entre sus miembros; un partido político al mejor es-
informal tratega o ideólogo ; una asociación cultista a quien m ás se parezca al
cuadros Discóbolo de Mirón; y una banda de carteristas al de dedos más ágiles.
Esto quiere decir que cada cual puede, de acuerdo con sus virtudes,
trabajadores fracaso infancia femenino acogerse al grupo o asociación qu e mejor le convenga si lo que busca
subordinados es estatu s y consideración . Finalmente, resta decir que todavía po-
drían añadirse otras líneas de diferenciación social: por ejemplo, las
En realidad haría falta un cuadro mucho más amplio para reflejar de dominio o hegemonía de una raza o etnia sobre otra; o se podría
la diversidad de líneas de igualdad y desigualdad que constituyen el desglosar algu na de las j era rquías empleadas en varias entrecruzadas,
entramado en que se mueven los jóvenes. La "producción", que re- por ejemplo: trabajo predominantemente intelectual o predominan-
ducimos a una columna, es en realidad el aspecto determinante de temente manual , bien pagado o mal pagado, independiente o subor-
la clase de origen de los jóvenes escolarizados y lo fundamental de su dinado, cómodo o duro , distinciones que no necesariamente coinciden.
destino, luego podría estar por dos veces, como pasado y presente,
209
208
Lo que queremos sugerir es que cada joven disconforme o insatis- ceder a otros empleos mejores, que sería la permanencia en la escue-
fecho con su posición en la jerarquía escolar podrá buscar una afir- la; y las jóvenes de M cRobbie se niegan a sí mismas el>tiempo necesario
mación de identidad en una jerarquía alternativa . La opción más para construirse una feminidad más compleja como es la de la "mu-
sencilla es la de acogerse a un grupo de iguales o a una asociación jer culta" de clase media, es decir, se privan de los medios para intro-
voluntaria, pero esto también puede presentar problemas. Por ejem- ducir elementos nuevos én la negociación de su estatus en el
plo, los alumnos "fracasados" de clase obrera cuentan con menos me- matrimonio, encaminándose a una versión de éste en la que sólo po-
dios que los de una clase superior para acogerse a organizaciones drán hacer valer su condición de hembras y de fuerza de trabajo do-
voluntarias -porque cuentan con menos medios para el ocio en méstico, mientras sus contrapartidas de clase media harán valer su
general-, y éstas están, en cualquier caso , menos abiertas a los jóve- condición de "compañeras", su glamur, etcétera, basándose sobre todo
nes que a los adultos, lo que convierte al grupo de iguales en la alter- en su nivel de educación, y podrán por este mismo, tal vez, acceder
nativa más alcanzable. Por el contrario, el alumno " fracasado" de a empleos que a las otras les estarán vedados y cuya condición retroac-
clase media que se vuelve hacia su grupo de iguales es probable que (uará circularmente sobre su condición dentro de la familia en ambos
se encuentre con que éste comparte los valores escolares y no es pro- casos.
clive a asignarle un alto estatus, al tiempo que, por otro lado, encon- No se trata, pues, de jóvenes que cambian Guatemala por Guate-
trará dificultades para incorporarse a un grupo compuesto por jóvenes peor en un ejercicio de autoinmolación . Unos y otras reivindican una
de distinta clase social que la suya -por eso señalábamos antes como madurez a la que todavía sólo asocian imágenes vagas de los roles la-
más probable en estos casos una estrategia de disociación. Sin embar- borales y de género que la acompañan, pues ¿qué padre reconocerá
go, nos queda todavía el problema de los jóvenes que cambian una que el trabajo es para él esclavitud y qué madre admitirá que matri-
posición subordinada en la escuela por otra igualmente subordinada monio y familia son frustración? Aunque las imágenes que estos jóve-
en el trabajo o en la familia, o sea, los varoncitos de Willis y las mu- nes de ambos sexos tienen de las instituciones adultas probablemente
jercitas de McRobbie. Para estos autores, tales procesos no resultan ya no son idílicas, seguramente están todavía muy por encima de la
demasiado problemáticos, pues derivan simplemente, en un sentido realidad. Los jóvenes varones, en todo caso, tienen la ventaja de aco-
positivo , de la influencia de la cultura obrera tamizada por el género, gerse a un rol de género comparativamente privilegiado. Más ade-
y, en un sentido negativo, del rechazo del control escolar. Sin embar- lante tendrán más y mejores informaciones sobre las consecuencias
go, desde el punto de vista del modelo de estrategia de compensación de sus opciones , pero para entonces ya será tarde.
en que pretendemos aquÍ subsumirlos queda la cuestión de explicar
por qué se acogen a esferas sociales en las que no tienen mucho que
ganar . ¿Son posibles estrategias generalizadas de oposición?
Los "colegas" de Willis que afirman su independencia respecto del
control escolar mediante el tabaco, el alcohol, la vestimenta informal La distinción entre estrategias de compensación y de oposición nos
y otros modos de incorporación a la " vida real", o las jóvenes estu- permite comprender que hay formas de resistencia que no ponen en
diantes de secundaria de clase obrera de McRobbie que hacen gala cuestión la reproducción global de la sociedad como sociedad dividi-
de su madurez sexual, están reivindicando su condición adulta frente da en clases, géneros, edades y etnias. Las estrategias de compensa-
a una escuela que basa su poder en atribuirles una condición infantil. ción cuestionan los fines oficiales y manifiestos de la escuela, pero no
Pero la condición adulta no existe al margen de los papeles que le co- sus objetivos reales y latentes de reproducción social. Ciertamente,
rresponden en la esfera del trabajo y/o familiar, y aquÍ es donde se pueden verse como la otra cara de lo que se denomina el proceso de
produce el drama. Porque, si la escuela prolonga forzosamente la ado- "enfriamiento" o "disuasión" (cooling-out functíon) por el que la es-
lescencia, las formas más rápidas de acceso a roles adultos son las que cuela, sin decir a ningún grupo social que no debe estudiar, va con-
prescinden de ella, la in corporación pronta a empleos no cualificados venciendo uno a uno a su s miembros de que no valen para hacerlo
y el matrimonio temprano. Con ello , los jóvenes de Willis renuncian (Clark, 1960).
a la única vía a su alcance -discutible en su verosimilitud- para ac- La pregunta ahora es: ¿son posibles , y tienen lugar, las estrategias

210 211
'ento de temas no incluidos en los programas oficia-
lama e1 tra t am I
de oposición? Son viables y tienen lugar, pero se enfrentan a una se- reC cuando tratan de poner coto a la autoridad de \ln p~ofesor, cuan-
rie de condiciones adversas que las hacen infrecuentes , En primer lu- les, , ' en los mecanismos de evaluaCión o cuando
d reclaman mtervelllr ,
gar, no debe olvidarse que se trata de niños y jóvenes, carentes por o, obre temas de política educativa en su centro o en
h cen olr su voz s 1 d d
tanto de experiencia social o, al menos, de la experiencia necesaria a . d d global Prosperarán a medida qU'~ se prolongue a e a
para elaborar objetivos oposicionales y organizar los medios para per- 1 saCie a ' , d' ,
al' " obligatoria y la institución se encuentre ante m lVI-
seguirlos, En segundo lugar, el consenso liberal-socialdemócrata en d escO anzaCiOn "ald ó
e 'd d' da que el discurso hberal-soCl em crata
d s mas ma uros, a me I . '
torno a la escuela ha calado tan profundamente en las distintas clases uO la escuela quiebre víctima de sus promesas mcumphdas y a ,me-
re
sociales que las mismas ideologías que aceptan como legítimo el con- s~~ ue la izquierda social y política comprenda que l~ escolandad
flicto entre trabajadores y empleadores no extienden esta legitimidad di a q n bl'en en sí sino un espacio y un objeto tan sometido a la pug-
nO es u ,
a un eventual conflicto entre alumnos o estudiantes y profesores, ni na entre fuerzas sociales como otro cualqUIera ,
siquiera al conflicto entre los enseñantes y sus empleadores (las huel-
gas docentes, por ejemplo, son vistas como básicamente injustifica-
das y perjudiciales, tanto por la pátina de servicio público que recubre
a la enseñanza como por la peculiar idea de que los profesores son
gente que trabaja poco y por las incomodidades domésticas que gene-
ra el cierre repentino de las escuelas), En tercer lugar, este m ismo con-
senso hace que los partidos y organizaciones que articulan las luchas
de los trabajadores y otros sectores sociales intervengan menos inten-
samente en el aparato educativo y lo hagan más por conseguir una
base social indiferenciada para temas políticos o sociales generales que
para responder a su estructura de poder interna , En cuarto lugar,
alumnos y estudiantes no cuentan con estructuras organizativas esta-
bles y reconocidas desde las que articular sus reivindicaciones, y ~sto
es precisamente lo que requiere una estrategia de oposición, mientras
que para las estrategias de compensación bastan estructuras informa-
les como son los grupos de iguales, En quinto lugar, y como conse-
cuencia de lo anterior , no existe un discurso sistemático que oponer
al de la escuela y esto es lo que se precisa para una estrategia de opo-
sición, mientras que las de compensación se bastan con la ideología
o el "sentido común" -en la peor acepción gramsciana- de todos
los días, En sexto y último lugar , hay también una cuestión de tiem-
po, pues la escuela de masas a la que asiste toda la poblac ión en edad,
incluido el sector que podría ser sujeto de una estrategia de oposición,
es todavía una realidad reciente; si los trabajadores tardaron muchos
decenios en conseguir ciertos derechos contra las empresas y, sobre
todo, en lograr el reconocimiento de sus organizaciones como interlo-
cutores válidos, los estudiantes bien pueden tardar otro tanto, espe-
cialmente si se piensa en derechos e interlocutores que cuestionen las
líneas de autoridad de la escuela ,
Sin embargo. estas estrategias de oposición existen , prosperan y
seguirán haciéndolo , Pueden percibirse cuando un grupo de estudiantes
213
212
CAPITULO IX
CUALQUIER DIA A CUALQUIER HORA.
INVITACION A UNA ETNOGRAFIA DE LA ESCUELA

Este artículo tiene una estructura poco usual, al menos dentro de la


bibliografía de su autor. Se trata de analizar unos datos -en este ca-
so, 90 minutos de clase-, no para verificar o falsear una hipótesis
de partida, sino para formular multitud de ellas. No es que se preten-
da hacer un ejercicio de investigación "pura", sin planteamientos a
priori. Su autor tiene lo que suele llamarse ideas muy "sesgadas" so-
bre la educación, principalmente críticas, que pueden conocerse por
otros escritos. Pero, así como cuando se quiere demostrar o argumen-
tar una idea se recurre a tanta evidencia como sea posible para apo-
yarla, lo que aquí se hará es tratar de lanzar muchas ideas con sólo
un pedacito de evidencia, o sea de datos. Para quien escribe, esto es
más fácil, más entretenido y, tal vez más gratificante que perseguir
machaconamente la demostración o argumentación de una sola cosa.
Para quien lo lea, debe cumplir otras funciones, que son las que dan
sentido al trabajo. En primer lugar, mostrar la inmensa riqueza de
información e ideas que puede surgir de la observación directa, en gene-
ral, y, en particular, en el campo de la sociología de la educación o,
más concretamente, del análisis sociológico de la escuela. Con ello es-
peramos contribuir a alentar a otros investigadores a abandonar la
imagen de la escuela como una caja negra cuyos inputs y outputs (por
ejemplo, cuántos hijos de obreros terminan obteniendo las cualifica-
ciones y los títulos que les conducirán a ser también ellos obreros) me-
recen ser analizados, pero cuyo funcionamiento interno no.
Igualmente, confiamos, con este pequeño ejemplo, en ayudar a los
educadores que lo lean a ser más vigilantes y autocríticos con su pro-
pia práctica y sus certezas indiscutidas. Por otra parte, con este pe-
queño ejercicio intelectual pretendemos terciar en la polémica en torno
a la perspectiva de la reproducción en sociología de la educación. Aquí
no se abordará la polémica desde un plano teórico, pero saltará a la
luz que 90 minutos de observación de lo que sucede en las aulas pue-

215
se denomina Ciclo polivalente . Las edades de los alumnos oscilan en-
den echar por tierra los enfoques mecanicistas y deterministas que re-
tre los 14 Y los 16 años, y algunos de ellos son susp@sos de! año ante-
presentan a los alumnos como simples juguetes en manos de la escuela
Esto, sin embargo, no quiere decir que neguemos e! papel reproduc~
rior en FP-l a los que se ha forzado a matricularse en "polivalente".
Este grupo era considerado el más conflictivo entre los.de la reforma,
tor de la escuela, que hemos argumentado abundantemente en otros
hasta el punto de que siete u ocho alumnos habían Sido expulsados
lugares (Fernández Enguita, 1983, 1984a, b). Aquí mismo encontra-
durante una semana. La imagen de "grupo difícil" era ampliamente
remos algunas manifestaciones de ese papel.
compartida por la dirección , los profesores, los alumnos del grupo y
El centro en e! que se hicieron las observaciones es una escuela de
los demás alumnos. Los alumnos que fueron expulsados, y alguno más,
form~ción profesional (F'P) de dimensiones notables. Tiene un cierto
están constantemente juntos en clase y fuera de ella -aunque no cons-
prestigIO en el sect~r, un buen equipamiento, un cuadro heterogéneo
tituían un grupo cerrado- y eran permanentemente un punto de re-
-en todos los senudos- de profesores y un alumnado abrumadora-
r ncia para los profesores. Aquí les colgaremos la etiqueta de "los
mente masculino -más que en cualquier otro centro de FP- ma 0- ~re d' El .
. . ' y malos" , para distinguirlos de "los buenos " y los de enme 10 . egl-
ntanamente de clase obrera "baja" en general y procedente de todas
mas este epíteto precisamente porque recuerda las películas de la in-
las .zonas de la ciudad en que está ubicado. El centro se apuntó volun-
fancia y carece en principio , de cualquier \egi.ti~id~~. ~o.s_profesores
tanamente para la experimentación de la reforma de las Enseñanzas
utilizan otros más presentables: "alumnos dIfíCiles , nmos proble-
mático " , "grupo revoltoso", "demasiado niños", "in~uietos", et-
Medias durante e! curso 1983-84, Y los profesores que dan clase en
los grupos de la reforma están ahí porque lo pidieron ellos mismos. s
cétera , aunque no tienen empacho, a veces, en recurrir a los otros
En general, pero de ninguna manera siempre, los grupos de la re-
calificativos con tal de poner detrás la palabra fetiche: " buen estu-
forma en este centro están formados por alumnos que sólo obtuvieron
el certificado de escolaridad al terminar la Educación General Básica diante" y " mal estudiante".
Las observaciones que vamos a presentar, dos, pertenecen a un gru-
(ECB), de modo que son grupos homogéneos , y no una "mezcla de
po de ocho clases registradas en dos jornadas escolares con dos sema-
capacid.~des ". Esto es natural, porque, al ser el primer año de experi-
nas de diferencia entre sí. Antes de entrar a tomar notas y grabar en
mentaClon de la reforma, los grupos experimentales se constituyeron
las aulas, el observador había mantenido largas entrevistas con el di-
rector del centro, el jefe de estudios , tres tutores, tres maestr~s de .ta-
en este centro a partir de un público que venía inequívocamente a .
c.ursar Formación Profesional. Señalamos esto, sin embargo, porque
ller y cinco grupos de alumnos, había recorrido el centro y habla temdo
tlene, al menos : tres consecuencias; la primera es que la imagen que
numerosos contactos informales en él. Para entonces, el observador
los profe.s ore.s tienen. de los alumnos y de su futuro sigue apegada a
llevaba ya unos dos meses y medio deambulando por el lugar . En par-
su expenenCla antenor con estudiantes de FP (los profesores de estos
ticular, los grupoS de discusión organizados con alumnos, dos, de ellos
grupos, ade~ás, siguen dando clase en el centro a otros de FP); la
con alumnos de ese grupo -17 sobre 28, en total-, le hablan con-
segunda consiste en que , como es lógico , y a pesar del indudable de-
vertido ya en un personaje familiar. La razón de elegir este grupo pa-
seo de renovación de la dirección y los profesores , la realidad de la
ra las observaciones , aparte del atractivo de que fuera el "grupo
aplicación e~perimental de la reforma se sitúa en algún lugar entre
difícil" fue sobre todo la mayor apertura y franqueza -realmente
lo que se qUiere que sea la nueva enseñanza media de primer ciclo
sorpre~dentes- de alumnos y profesores en las entrevistas y contac-
y lo que era la FP , debido a múltiples constricciones y tradiciones (al
tos. Desde el principio hasta e! final contamos con toda la colabora-
contrano de lo que ocurre con los grupos experimentales formados
ción de unos y otros , desde la dirección hasta el último alumno .
El porqué de discutir aquí esta hora y media de obse~ación re-
en institutos) ; por último, la relativa homogeneidad de los grupos ha-
ce que no aparezcan procesos de diferenciación en e! aula de la mis-
quiere todav ía algún matiz. De entonces a hoy hemos realizado y se-
n:a intensidad de los que puedan darse en la EGB o de los que se darían
guiremos realizando otras muchas observaciones en este y en otros
SI los centros de secundaria reclutaran un público enteramente
centros, pero aquí nos interesa especialmente mos tra.r, lo mucho que
aleatorio.
puede encontrarse en una hora y media de observacJQn ent.resacada
El grupo con e! qu e realizamos las observaci ones está compuesto
de solamente seis (los módulos son de 45 minutos). Postenormente
formalmente por 28 alumnos de primer curso de lo que en la reforma
217
2 16
hemos registrado clases mucho ' ,
logo, pero también a Costa de b mas rIcas ~ara la voracidad del Soc¡"
, , i1 es, astantes mas ho ras d e tra b' .... Profesora: Hasta que no esté la clase en silencio no leas,
e Inut q}o -ú h '
'·"es porque, , ,
,En c~anto a la posible modificación d " Alumno: (Empieza a leer e interrumpe enseguida) ¡Ya me está
el InvestIgador creemos ' e la realIdad Investigada po
, sInceramente y l' r insultando! (el que se encuentra sentado delante de él),
que fue mínima y en tod ' por a experIencia pOsten'o
, o caso que n ' l' r. La profesora dice que hará copiar cinco veces el texto al que in-
ha,remo s a partir de los datos, Los al o Inva Ida ,l~s sugerencias que cordie, El alumno sigue leyendo,
la Idea, limitándose sus rea ' umnos se hIcIeron enseguida
lada del tipo de: "Estam cCIonels ~parentes a alguna observación "';fta
os en e aIre" (al " .....,. Detengámonos aquí. La rotura del cristal nos sugiere el primer co-
guna pregunta suelta sobre qu ' 1 USlOn a la grabadora) y aJo
, , e era o que apunt'b L mentario, Al estilo de las escuelas secunda,ias estadunidenses (el di-
SI se vIeron más influido a amos, os profesorea
rector estuvo allí unos años), los alumnos del (entro no tienen un aula
el sentido de una cierta a St' pero cr:,emos poder afirmar que sólo e
u orrepresIOn _p , n fija, propia, sino que las distintas aulas estún asignadas al uso parti-
zas a los alumnos lo que n ' or ejemplo, menos amena
, o qUIere d ' • cular de cada materia, Esto se justifica a veces por las exigencias es-
cuando faltaba nuestra prese ' E eCIr que creamos que eran ogros
h b' d nCIa, n todo mom t h b peciales de algunas asignaturas (taller, desc..e luego, pero también
a len 0 - una relación d'al ' en o u o -y sigue dibujo, ciencias sociales, etcétera), por la posibilidad de crear un "cli-
N Cor I entre el I 'd
o ha sido el caso en todos 1 l' nvestIga or y sus víctimas
ma" acorde (por ejemplo, el aula de tecnología -teórica- tiene sus
pero sí en éste, os co egIOs englobados en el proyecto:
paredes cubiertas con carteles en los que se explican partes de los mo-
Vale, pues, de explicaciones prevI'as, Al tores) y como forma de evitar que los alumnos pasen los cinco minu-
grano,
tos de "desfogue" entre clase y clase en un lugar donde hay muchas
La primera clase observada es d L cosas rompibles, Al terminar cada clase, los estudiantes cogen sus bár-
16 de mayo, La profesora es 11' e ,edngua Española y tuvo lugar un tulos, se trasladan a otra aula y tienen qlJe esperar a que el profesor
e bl cencla a de '
ala e, Forma filas entre 1 fi ,unos treInta años y trato correspondiente venga con la llave y la abra, En nuestra opinión, cua-
os pro esores más ' ,
centro y está muy bien d' actIvos e Innovadores del lesquiera que sean sus ventajas, esta forma de organización no puede
L os alumnos la colocabanISpUesta para col b '
1 ~ orar con la Investigación dejar de fomentar una cierta sensación de desarraigo en los jóvenes,
, en as entr t '
Junto con otro de los profeso d eVlS as en el primer lugar _ impidiendo un sentimiento de identidad y pertenencia, la idea de que
res- e sus pref. '
e11 a unas relaciones de fi erenclas y mantienen Con existe un lugar "propio", Esto es más grave cuando se trata de un
con lanza mutua y simpatía,
centro mastodóntico, con unos cuatro mil alumnos, Además, el trán-
sito entre las aulas es una buena ocasión para la escapada o las tar-
Mientras esp
eran para entrar en clase 1 danzas, por lo que el centro ha impuesto un control de asistencia que
gando y, accidentalmente rom ' ~s alumnos pelean ju- debe verificarse en cada clase -o sea cada 50 minutos-, reforzando
pen
13:45, Entran en clase L' e el ,crIstal de una ventana,
h b ' a prolesora pld 1 así el ambiente de control policial,
a lando, Recuerda que el 1 d ' , e ca ma, porque están En la primera intervención de la profesora encontramos ya lo que
tregar un trabaJ'o que t' e J~lllO es la fecha tope para en-
lenen pendIente U 1 es una constante, en mayor o menor medida, aquí yen otras clases,
un vozarrón'' "'Q '?, '
¿ ue, ¿queeee?" , na umno, fingiendo
"Hasta que no esté la clase en silencio, no leas", Es evidente que de
Profesora: Mirad, no voy a tener aci ' nada sirve leer en voz alta cuando no le escuchan a uno, pero estos
tando, ni porque este'l's ' P, enCIa de estar aquí aguan-
nervIOSOs III p 1 condicionales se expresan lo mismo con mucho que con poco ruido,
ser yo, el observador,) or o otro, (Lo otro debo
y pueden también leerse así: sólo se os impartirá enseñanza si estais
Reparte unas hojas de tr b ' callados y os portais bien, Si se prefiere una jerga más técnica, la rela-
Miguel Hernández U a ~dJO con u~ texto de Aleixandre sobre
, no PI e perro s ' ción de enseñanza es un intercambio de conocimientos legítimo y so-
Pone a leer a otro al I o para Ir al servicio y sale
"buenos"), umno que estaba hablando (es de lo~ cialmente sancionado por sumisión al control social (Willis 1978), El
alumno que se niega a ese sometimiento -que va más allá de su com-
218 portamiento en el aula, por no hablar ya de las condiciones meramente

219
. ' Ieerse a SI' , por debaJ'o de su exageración e iro-
do y p od na
técnicas de la enseñanza colectiva- tiene todas las probabilidades de del etiqueta t ?"
que le sean negados los conocimientos. Naturalmente, no se le expul- , . ". N o recuerda usted que yo soy ton o. .
nla . G
sará de la escuela -salvo en casos extremos ; o no tan extremos, co- d " algunas veces él y Pablo y Delia
mo los de este grupo-, pero los profesores rebajarán sus expectativas El texto q~e eDst.án l~:~~a°f:::~ gramatical, es decir, el empleo
respecto a él, disminuirán su presión académica, el comportamiento y yo . . . ' lSC~
influirá sobre sus calificaciones y el propio alumno tenderá a confor- reiterado de la copula y. I d
'd' Es que esto lo ha escrito un pa ur o.
marse a su imagen pública. No se trata sólo de las consecuencias de D aVl , al rdo? . Vicente Al·
elxan d?
re.
conductas aparentemente no relevantes para los fine;:; de enseñanza Profesora: ¿U n p u e . G L profesora ofrece una primera
en sentido estricto: el propio aprendizaje, tal como lo piden los profe- . d· t" ndo la lorma. a
SIguen lSCU le . .'1 Pablo Delia y yo. Comenta-
. · '··b n por parejas . e y , .
sores, es ya aceptación del control social, y el rechazo de ese control exphcaclOn. 1 a . "'1 Pablo" A partir
. ,. d I alumnos sobre la pareja e Y .
puede llevar aparejado el rechazo de todo lo que le acompaña (los pro- rios lromcoS e os l al nos afirman que no iban
I . e en el texto, os um
fesores , la escuela y la cultura misma). de o qu: Sl~ . La profesora explica entonces que
Como se verá a lo largo del registro , la amenaza de la profesora por parejas, SinO todos Juntos. . .h "feo" o "bo-
stilístico DIscuten SI ace
(copiar cinco veces el texto) no va a tener mucho efecto. Las amena- se trata de un rec~rs~ e ~ ~ que debería poner comas.
zas -en general, los significantes- tienen distintos significados se- . " La mayona dice que esta eo, .
nito . .' es una cuestión de esulo.
gún quién las lance , ante quién y en qué contexto. En el contexto de La profesora mSlste en que 'b omo quiere. Pones vaca
la relación entre alumnos y esta profe~ora, una amenaza tie ne menos "Largo": Entonces cada uno escn e c
consecuencias que una apelación afectiva. He aquí un pequeño caso con be . . . 1 ' deton
de negociación de significados dentro del aula, es decir, una pequeña La profesora e xplica el polisíndeton.y e as1m d .
·1 "SIguen eyen o.
muestra de que los profesores no hacen con los alumnos lo que quie- "Vamos chicos, tranqUl os .. : . .Aleixandre o un
ren, sino lo que permiten los términos del consenso reinante (Har- David: ¿Y esto quién lo ha escnto, a ver .. . <-
greaves , 1967). La ruptura de tal consenso tendría un alto precio. menda por ahí? . abusando de mi paciencia.
Profesora: Yo creo que estalS
Van leyendo otros varios sucesivamente. Uno lee con un tono h· de la broma sobre la pareja "él y Pa-
enteramente monocorde e intercalando la coletilla: "¿no?". Dejando de lado el mac lsmo h h la rígida definición de los
Profesora: Por favor, Ocaña. blo" -el machismo de los mue ac os y . tas y en otras
na constante en las entrevls
Ocaña: Yo, no .. . roles sexuales son u , el fuego cruzado al que
. os a detenernos aqUl en
Profesora: ¿No sabes leer? observaclO nes - , vam I l· Cl· as estilísticas del autor.
~ n torno a as Icen
Ocaña: No , todavía no he aprendido. someten a la pro esora e estra de sentido del humor,
Profesora: ¿Por qué lees diciendo "no" cada vez? al este diálogo es una mu . ..
Muy en gener ' . . ., de los alumnos para interrumpIr e ¡rrum-
Ocaña: Porque estoy incómodo. de la capacidad y dlSposlC,lon del fervor con que se agarran a un he-
Pir en la marcha de la clase y
w ·lr E
1978' ver ar
h t 1983)
.
Ocaña, desde luego, sabe leer, pero no entona bien e intercala coleti- cho para ellos divertido ( liS, : . ' cho más. El em-
·fi 'd d este pasaje contlene mu
llas . Es uno de los alumnos de rendimiento más bajo de la clase, aun- Pero en su espeCl lCl a , , . d onllicto pací-
, . . , 1 campo mas Importante e c
que, como observan varios profesores, y como pudo detectar el P leo del lenguaJe es qUlza e ca vocación académica
observador , posee una inteligencia despierta y viva y es bastante so- 1 l lumnos con po
fico entre la escue a y os a, . " ..sam ente porque no se trata
, . "academlca preCl d
ciable . Su expediente escolar anterior es muy malo -en la EGB- y (utilizamos e1 termmo . l· tengan o no curiosida
a 1 o no mte 1genteS,
él mismo está convencido de que, por más que lo intente, no podrá de que esos alumnos se I II en general). La mayo-
obtener buenas calificaciones a fin de curso. Efectivamente, es uno d r y esforzarse para e o ,
o quieran o no apren e . tre la subcultura obrera
sitúan en un cruce en .
de los nueve -sobre veintiocho- que no ha promocionado curso. Su ría de estoS al umnos se I · e informal muy dlS-
respuesta a la profesora es un ejemplo de confirmación de la teoría y la subcultura juvenil que les aporta un enguaJ
221
220
FP Y ya veremos qué pasa con el Ciclo
tinto del lenguaje altamente formalizado que requiere la subcultura tar la EGB yl a , E al
cre , de socialización en el orqen, n gener ,
, lente- es un proceso . " , ,
escolar, que es también la de la clase media (Bernstein, 1977a; La- po1\Va . ' a por ser un proceso de sOClahzaclOn
roceso educativO comlenz ,
bov, 1985), En términos tanto instrumentales como expresivos, su len- to d o P al' d d ordenada y perfectamente COgnosCl-
guaje no es ni peor ni mejor que el de la escuela, aunque larden -en una re I a al I
en e I 'd d- para revelar sólo al fin que e
la certeza, en a segun a . ' I
gramaticalmente sea con frecuencia incorrecto, La mayoría de las ve- bIe , en I b t' el desorden la incertidumbre Y a com-
'Itimo de sa er es a e n , d
ces no es que no sepan utilizar las reglas de la gramática, sino que secreto u , d r geometría euclidiana o cálculo e-
.. d d Se empieza por apren e
prescinden de eIJa, Sobre el "Largo" y David concretamente, que son pleJI a . 'b' tardíamente la revelación de que hay otras muchas
en estos casos los organizadores del jolgorio, pudimos observar du- cimal para reCl, Ir 'bl S comienza por aprender la férrea
, y sistemas pOSI es, e .
rante nuestra estancia allí, y particularmente en las discusiones de gru- geometnas , al final ser introducido en las incertldum-
, 'ca newtoUlana para I al
po, que se cuentan entre los más verbales , que disfrutan jugando con m ecaUl " la física cuántica o relativista, Se inicia a os um-
los dobles sentidos del lenguaje y que poseen mentes particularmente bres Y polemlCas de el' para que sólo con posterioridad
lI 'de los lormu anos
despiertas, tanto en comparación con los de su grupo de amigos como nOS en e en guaJe , construye saltando muchas nor-
dan que la mejor prosa se "
frente a los alumnos "buenos" y más académicos , Pero la escuela en compren l' a mayoría de la poblaclOn esco-
e ocurre es que a mmens d
general, claro está, las clases de gramática en particular, descalifican mas. L o qu I al os que observamos- es apea a
, 1 idos sin duda os umn .
permanentemente su lenguaje -o, si se prefiere , su "código lingüís- lar -mc ,u 'rte del ~ecorrido y el secreto sigue siendo patnmo-
tico " (Bernstein, 1977), Para eIJo no hace falta que el profesorado se tras la pnmera pa
lo proponga expresamente , sino que se bastan a sí mismas la lógica nio de unos pocos,
interna y la inercia de la escuela, En este caso particular, la profesora
Un alumno habla a la profesora,
se esforzaba precisamente en lo contrario, haciendo, por ejemplo, que
Profesora: ¿Te he llamado?
resumieran una narración mediante diversas formas de expresión -
" normal" , "culta" , "cheli" , y otras- y sin pretender jerarquizar- Alumno: No,
P 'te' 'Entonces, vete!
las, es decir, planteando simplemente que corresponderían a situa- ~;:~;:or~~~ ~:: sé ~i el hecho de que esté el chico, aquí o~ alte-
ciones distintas, Pero una gota de café en un vaso de leche hace un r) Yo SI querelS, me
ra o ué, (El " chico" soy yo, e I o b servada . ,
mal café con leche, Aunque no buscamos confirmar esto por otros me- ,q .' Si uereis contar cosas, lo hacemos , , , Lo
dios, es probable que los alumnos que ironizaban sobre el "estilo", siento y yae~:L:e'r ~~ qu; quiera llevar un orden en la clase y que
lo mismo que el resto que los coreaba, no se preocuparan en este caso que no pu , t ) Vamos a
" (Se calla y deja pasar unos mstan es, ,
demasiado sobre si el recurso era estéticamente acertado o no, Lo que no me d eJels , al (A DaVid que
hacer el último intento de leer el texto norm ' ,
habían encontrado en el texto de Aleixandre era, por así decirlo, la , h?
está enredando:) Eres mayorClto ya, ¿e '
oportunidad de lanzar a la cabeza de la profesora y de la escuela las
mismas reglas de legitimidad linguística que normalmente planean so- D avid: No , Soy pequeñito, es traer la plastilina Y
Profesora: Otro día lo que h ago
bre la suya, Puesto que el autor era un reconocido poeta y Premio
Nobel, cosa que sabían, podían atacar a la profesora -no a la perso- jugamos, , ,
Todos: ¡ ¡Bieeeeen !'
na, sino a lo que representa- con las armas del "profesor de la pro-
fesora" , de nuevo un fino hu-
Los alumnos, como puede verse , demuestran , l ala-
Este pasaje revela todavía otra característica del proceso de la es- d a notable capacidad para Jugar con as p
colaridad, En realidad, todo ocurre por un "error" o exceso de bue- mor para su ~da Yd~ndoble sentido, También vuelve a aparecer el
nas intenciones de la profesora , No habría sucedido si hubiera bras y expresIOnes " , ue ha a enseñanza,
. b' de control por conOCimientos, para q Y ,
empleado un texto de Campoamor y Azorín , a la "altura" que se les mtercam 10 silla que
tiene que haber orden, Esta vez la p~ofesora no amelnoa~:~emos, Lo
supone a los estudiantes de FP, aunque ocasionalmente estén en el . e ' , " S' querels contar cosas,
Ciclo Polivalente, Como ha señalado acertadamente Bernstein (1977b) , recurre al registro alectlVO, I d la clase y que no
que no puede ser es que quiera llevar un or en en
la trasmisión de los primeros conocimientos escolares -si hay que con-
223
222
me dejeis". Cuando quereis hacer otra cosa, viene a decir la profeso-
excesiva identificación con el lenguaje de la escuela y a aquellos que
ra, yo os dejo; pero ahora que quiero yo hacer algo, vosotros no me
la practican.
dejais. El registro efectivo venía reforzado por el tono de voz y la ex-
presión de la profesora. Esta invitación a la reciprocidad -yo os de-
La profesora pide a los alumnos que resuman lo leído.
jo, vosotros no me dejais- en que se basa el reproche sólo puede
Pregunta a uno: " ¿Que hay ahí?" (en el texto).
funcionar , por supuesto, y cualesquiera que sean las buenas intencio-
Alumno: Letras.
nes y los votos por la enseñanza activa de la profesora , sobre la base
Varios: ¡Pringao . .. !
d e que los alumnos están ya acostumbrados a no pedir demasiado,
La profesora dice que desespera y pone a David a llevar la cla-
pues de otra manera no podría cumplirse el programa. Los alumnos
se. Este sale al estrado y comienza a hacer preguntas a algunos
por lo demás, se muestran prestos a acomodarse a su papel d e "revol:
de sus compañeros, a decir a otros que se callen de manera os-
tosas" y "demasiado niños " (la plastilina). Esta interpelación afecti-
tensiblemente autoritaria, etcétera. La profesora corta la expe-
va tuvo visiblemente más afecto que la amenaza citada con
anterioridad. riencia y anuncia que, puesto que no es posible seguir, va a poner
preguntas para hacer en c<,sa. Se forma basta~te ~evuel~ ~n los
pupitres ante la perspectiva. La profesora lo Jusnfica dlcle~do
Profesora: A ver, David: tú que lo haces mejor que nadie, lee
de nuevo. que es lo ·.nismo que iban a hacer en clase, pero que no ha SIdo
posible; t:ue no es un castigo. _
La profesora va repitiendo algunas palabras que figuran en el
Profesora: Uno. Significado de las palabras senaladas.
texto para que las subrayen y busquen el significado en el dic-
(A la vista de que, efectivamente, pone tareas, se organiza de
cionario: "límpidas" , "faz térrea " , "ocre", " un viso" (aspec-
nuevo un revuelo.) Estais hoy un poco rebeldes . (A uno que no
to), "corroborado", "de bruces", .• fraterno ", "aura",
"'d t " "b enevo Iente. " p regunta qu e, quiere decir "de toma notas:) ¡Venga, apunta!
VI en e,
bruces" . Varios: ¡Dispara' . . . ¡Agua! ...
Largo: De morros. Profesora: ¿Es un texto descriptivo, narrativo o dialogado? ¿Por
qué? Razonadlo .
(Gesto d e d esagrado moderado de la profesora)
Otro: D ecúbito supino. Uno: ¿Y para esto nos hace copiar?
Profesora: Tres. ¿Qué se resalta de su físico y qué de su carác-
Varios: ¡Qué chico más culto' ¡Qué cuIta! ¡Es cultísimo! ¡Es
ter? Cuatro . Señala todas las palabras de color ... y de con-
médico, el tío ese ' ...
traste. (A uno:) ¡Tú! ¿Qué haces guardando los bártulos?

Las respuesta s de "Largo" yel otro a la pregunta sobre la expresión


El primer incidente, en torno a lo que " hay" en el texto, tiene un
" de bruces" son una doble demostración. Al contestar : "de morros "
significado múltiple . En primer lugar, el alumno i~te rrogado encuentra
tras unos instantes de silencio en el aula, el "Largo", viene a recor:
-y con él todos los demás- una nueva oportullldad de llevar las co-
dar que exi.ste otro lengu aj e y a hace r patente que éste ofrece la mejor
sas a su terreno favorito: el cachondeo . Con ello, además, se zafa de
equlvalenCJa. Tras el gesto de la profesora, el segund o alumno lleva
una pregunta poco clara y difícil de responder , tanto por su conteni-
la recomend ación de em plear un lenguaje culto has ta la caricatura
do presumible -sobre todo cuando la lectura del texto en clase ha
aun a sabiendas de que su respuesta no present a una equivalencia exac:
sido constantemente interrumpida por bromas en voz alta y en voz
tao La respuesta m ás adecuada no es culta, y la culta es pedante. Jun-
baja- como por la incertidumbre de su misma formulación. Como
tos, como si 10 hubies en preparado , han m ostrado que su lengu aje es
veremos al analizar la otra clase, interpretar malla pregunta de un
tan bueno como el de la escuela. Los gritos d e los res tantes alumn os
profesor es un riesgo que hay que evitar siempre que se pueda: en
aunque tengan lugar en un contexto de broma y cordialidad y pes~
el contexto de esta clase , al contestar una payasada lo más probable
a que saben que el segundo respondente ha exagerado consciente y
es que el alumno interrogado consiga que la pregunta sea trasladada
burlonamente la nota "culta", expresan la prontitud a rechazar la
a otro sin mayores consecuencias. Por último, el interpelado hace no-
224
225
no resistencia: los primeros ofrecen paz, los segundos manga ancha.
tar implícitamente a la profesora que, mejor que preguntar qué "ha" r
A veces, este contrato afecta directamente a los c?nocimientos: los
podría haber preguntado qué "dice", de qué "se habla", etcéte:a alumnos están obligados a aprender menos de algo que no les intere-
es decir, que la posibilidad de una respuesta tonta está contenida e~ sa, y los profesores a estudiar menos para enseñar ~o in~luso, a cam-
una ~regunta ambigua . Tanto a él como a los demás estudiantes, esto bio de la paz, enseñan menos de lo que saben, slmphficándolo en
les sirve una vez más para interrumpir e! ritmo de la clase. equeños elementos teóricamente de fácil absorción que, a su turno,
~l paso .del relevo de la profesora a David es una nueva forma de pconvierten la enseñanza en algo todavla , mas" Irre1evante para 1os al um-
decir que. Sl~ orden -sin control- no puede haber clase -trasmisión con lo que se dispara la espiral de la mediocridad general (McNeil,
de COn?C1mlentos. Pero una experiencia así es arriesgada, pues con no, S .
1983). En e! caso que nos ocupa, no obstante, e! consenso estableCido
c~alqUlera .de sus posibles finales pierde la profesora. Si David orga- tre las dos partes se ciñe a las tareas para casa y e! orden en la clase.
n~za una tnfulca, se producirá más desorden del que se quería evitar. en .
La profesora anuncia a los alumnos que han incump.hdo su parte ~
SI: ~or e! contrario , consigue orden -lo que es muy fácil con la com- han roto e! orden- y se considera, por tanto, autorizada para aSig-
pliCidad de un grupo tan advertido como éste-, será una especie de nar tareas para casa. Los alumnos protestan, pero reconocen impl~~i­
descalificación minúscula de la forma en que la profesora lleva la cla- tamente su falta mediante la brevedad de la protesta y la aceptaClon
se., Probablemente la profesora cortó la experiencia en e! momento de las tareas . Su protesta viene a decirle a la profesora que la represa-
mas.oportuno: después de los primeros gritos de David y antes de que lia debe ser proporcional al incumplimiento, que n? se exceda y ésta
pudiera prosperar. reconoce que debe ser así al hacer con ellos, allí mismo,. pa~te de las
A esta altura del. registro, por otra parte , podemos pensar que el tareas propuestas . Debemos decir incluso que, en este mCldente, el
pape! central de los Juegos de palabras en la irru pción de los alumnos personaje de víctima es desempeñado por la profesora y e! papel cruel
en el orden de clase p~opuesto por la profesora se debe en gran parte por los alumnos, al menos cuando uno le pregunta: "¿ Ypara eso nos
al h~cho de que la aSignatura sea precisamente Lengua Española. hace copiar?", que es tanto como decir que, efectivamente, .eso no
Fmalmente , resulta sobremanera sugerente e! episodio de las ta- es un castigo . Tras estos regateos, el consenso queda rest~bleCl.do pa-
reas para casa. La profesora anuncia que va a poner tareas porque ra lo sucesivo en los mismos términos anteriores. He aqul un ejemplo
"n~ es posible seguir" .. Los alumnos se muestran sorprendidos y or-
condensado de lo que los interaccionistas llaman "negociación" en
ga~lzan un revuelo considerable. La profesora se justifica diciendo que
lo Iban .a hacer en clase, pero no ha sido posible. (Una parte de esas e! aula (Young, 1971).
~areas , mcluso, se h.izo en e! tiem po que quedaba de clase.) El mensa- Profesora: Me parece honrado decir ... -si me dejais. Si me
Je ~s claro: os llevals tareas para casa porque no habeis estado tran-
dejais , lo digo; si no, os vais ...
qUilos y callados aquí. A estas edades, cuando los alumnos ya son
Uno: Usted es muy honrada .
perfectamente capaces de controlar el nivel de ruido e irrupción que La profesora se detiene a explicar lo que es una "descripción"
producen en la c!a.se, se establece un pacto, generalmente implícito, y que hay varios tipos . Cuando se describe lo físico y lo psíqui-
pero a veces explicito, con los profesores: e! nivel de exigencia presen-
co, explica, se trata de un "retrato".
tado por e! profesor no será alto si, a cambio, los estudiantes no crean Los alumnos bromean: lo "físico" y lo "químico", "retrato"
problemas de orden ..La parte más visible de! rendimiento de un pro-
y "foto", etcétera. .
feso.r y, con frecuenCia, la que más preocupa a la dirección, es su ca- La profesora dice que un día explicará qué es la caricatura, cuan-
paCidad para mantener e! control de la clase. En mayor o menor
do se exagera algún rasgo.
~edlda, de.su ~apacidad para mantener el control dependen el presti- Uno: Se exagera siempre la cabeza. (Risas generales.)
g.lO, las posibilidades de ascenso, la estabilidad en el empleo y el sala- Profesora: Eso es en las caricaturas dibujadas. Yo me refiero
riO de! profesor. Los alumnos , por su parte , necesitan -para el empleo
a las caricaturas escritas.
y ante sus padres- las calificaciones, y, dada una cierta cantidad de Se organiza un gran jolgorio en torno a las caricaturas . La pro-
esfuerzo, éstas están en razón inversa al nivel de exigencia del profe-
fesora les indica que se vayan con un gesto.
sor. Alumnos y profesores tienden así a encontrarse en la línea de me-
227
226
otra distinta. La clase que presenciamos
·al"dad y emplearlo en h
Para explicarles lo que es una descripción la profesora vuelve a re- espeCl 1 d. . al aunque otras veces -pero no mue as,
r memente tra \Clan , d· L
currir al registro afectivo ("honrado", término que se aplica también era eno . 1 ban grabaciones y otros ,me lOS. a
r razones dlVersas- se emp ea .
a quien cumple un pacto) y vuelve a recordar a su público que sin po ., tuVO lugar un 30 de abril.
orden no hay enseñanza posible . Los alumnos vuelven a interrumpir observ aClon
e! ritmo de la clase con nuevas bromas basadas en los juegos de pala-
bras. No insistiremos más sobre esto. 8 : 10 . Hora teórica de comienzo de la clase .
8 :19. Da comienzo la clase. . .
El segundo registro que vamos a analizar corresponde a una clase de . d· ·' n sobre si es justo o mJusto tener que
Se organiza una lSCUSlO ti )
inglés con e! mismo grupo de alumnos . El centro ha colocado el inglés 1 martes es lesta.
venir hoya clase (es l unes, Y e
-en vez de! francés- en el programa por las mismas razones que . . 13 de los 28 alumnos del grupo .
otros -su mayor uso- y por su eventual mayor utilidad en las profe- El profesor pasa lista . ASisten ntan los resultados de la liga
siones técnicas. Pero algunos de los alumnos han estudiado francés Los alumnos, mientras tanto, come
en la EGB, lo que indudablemente los sitúa en malas condiciones y futbolística.
is demás.
hace que existan niveles muy dispares en la clase. Un alumno monta más jaleo que o
La enseñanza de una lengua extranjera a niños y jóvenes es una L d ·ra ·qué pasa?
Profesor: O ye, an el 'é. . b la liga Hay un intenso
actividad en la que se plantea habitual y claramente el problema de Continúan cruzando comentanos so re .
la motivación . Para estos alumnos, que venían a cursar FP, si las asig- murmullo de fondo. ., d. ., . )
naturas académicas en general tienen poco interés -sistemáticamente .25 Profesor: Sixteenth lesson (lecclO n leClselS . l · l
8. . . . lés algunas cosas re aOvas a a
afirman en las entrevistas que creían que aquÍ habría que estudiar me- El profesor intenta deCir en mg . b k please" (tu libro de
nos y hacer más cosas prácticas, menos libros y más taller-, el in- . . , d 1 trabajO o · "Your exerCtse 00 ,
organiz aClOn e . d d me?" (·me entiendes?) .
glés, en particular, tiene todavía menos. No obstante, algunos . f ) · "Doyou un erstan
ej· erciClos, por avor , .
. ll c
profesores de tecnología y, por supuesto, el de inglés, les han insistido . deClrlas en caste ano .
Pero siempre termma por 'burres"· "Una
mucho en que con frecuencia encontrarán instrucciones en inglés en os· "Es que aSl te a ,
Comentar:as de l os al umn .
"~o ".Vamos a contar c 18
h · tes'''·
. ,
"Ni-
los prospectos o en la cubierta misma de las máquinas que habrán charla, podemos montar, ,
de utilizar . Este argumento era barajado en las discusiones de grupo l .,,,
ño, ¡para el re OJ o . d l have? (verbo tener o haber).
por numerosos jóvenes, a la hora de valorar las asignaturas. Habeis practlca o con e . .
Pro f esor: ¿ . . . Al bo de unos instantes, alguien
El profesor de la asignatura es varón, aparentemente en el final Nadie contesta lniClalmente. ca
de los cuarenta, ni especialmente innovador ni lo contrario. Es licen-
dice que no. . . ra una serie de términos o
ciado en historia, pero la rigidez de las plantillas en los centros estata- 8:30 . El profesor escnbe edn lla pltZarque leerán a continuación.
les ha hecho que esté enseñando inglés . Aunque ha estudiado inglés . tresacadas e tex o 1
expresIOnes en s alumnos repiten a coro a
por su cuenta, ha hecho cursillos del idioma y ha viajado a Gran Bre- 8:31. Lee palabra por .pala~~a. Lloprofesor revela el significado
taña en varias ocasiones, su pronunciación -manifiestamente- y su . . , A contlDuaclOn e
pronunClaclOn. ., C d posible gesticula antes
conocimiento de! idioma -presumiblemente- se resienten de la fal- ,. preslO n uan o es ,
de cada termmo o ex . , .. lo." I'm lookíng at Jau" (te
ta de una mayor especialización, si bien su nivel -excepto fonético- de ofrecer la traducclOn. Por eJemp .
es suficiente para e! programa que tiene que impartir a ese grupo . Pro- . do) mientras lo indica con gestos.
estoy miran .' d .Qué será swimming pool?
bablemente el hecho de llevar pocos años enseñando inglés se tradu- Profesor: SWlm : na ar. . e
cirá también en una falta de especialización en la didáctica específica Varios: Piscina. tao " ·Qué es swim?"
de la enseñanza de lenguas extranjeras. En todo caso, la responsabili- Transcurridos unos. instant~s, u::~r~~:ja~ o cno . El resto de
dad de este despilfarro de conocimientos de historia y geografía y esa 8.34 El profesor discute SI se e
. . 1 lectura de un texto .
insuficiencia de conocimiento del inglés y su didáctica no es suya , si- la clase transcurre en torno a a
no de lo que quiera que sea que ha hecho imposible dedicarlo a su 229

228
. d 1 texto aparece un dibujo infantil del
sonajes. Junto a cada pasaje e
La clase efectiva comienza a las 8:30, veinte minutos después de
personaje descrito.
la hora teórica. Nueve minutos se pierden en nada, como consecuen-
cia de ser la primera clase de la mañana, hecho agravado por ser un , , Me llamo Gloria Gusto. Soy actriz. Soy de Lon-
día de puente potencial. La escasa asistencia de alumnos -uno me- ¡AqUI estoy . . Londres y una lujosa casa en Hollywood,
nos de la mitad- es una indicación de lo que probablemente sería dres . Tengo un piSO en R 11 Royce nuevo y mucho dinero
. ' Tengo un o s .
la asistencia sin un control férreo (este comentario no es una invita- con una plscma. 'd tres maravillosos niños en Holly-
en el banco. Tengo un man o y I
ción a intensificar el control, pues también cabría intensificar el inte-
wo od .,'La vida es grande! ¡Lo tengo todo .
rés) . De pasada, notemos también que el horario de la inmensa
mayoría de los centros de Formación Profesional empieza una hora . bre Se llama Terry Areher . No es de Lon-
antes que el de los de Bachillerato, así como la sirena de las fábricas Miren a este hom . b fabril Tiene un buen empleo.
E d O ford Es un o rero · .
suena antes que el reloj de las oficinas: interesante ¿no? Otros seis dres. s e x ' . sa rande Tiene un piso . Tle-
Tiene un coche. No t~ene u~a c~ ~ño L~ vida está bien.
minutos se pierden en controlar la asistencia, es decir, en tareas de
ne esposa. Pero no tiene nmgun m . .
control general. Otros cinco, finalmente, en tareas de organización
de la clase. Aunque no lo hemos verificado empíricamente, estamos Tom Atkins . Yo también soy de Londres . Es~
seguros de que, si se procediera a un minutaje preciso y tepresentati- Hola, me llamo d d d ' ero No tengo empleo, m
. d N t ngo na a e m .
vo del tiempo de clase que se emplea en trasmisión de conocimientos toy arruma o. o e t mpoco tengo niños. La vi-
casa, ni coche . No tengo espOSa, y a
y el que se dedica a la organización y el control, sorprendería la pro- da es terrible. No tengo nada .
porción que ocupan estos últimos (no sólo al principio de las clases,
sino a lo largo de ellas). Es obvio, de cualquier manera, que, en lo . . G to l'm an actress. I'm from
inmediato, toda actividad de control hace perder tiempo de enseñanza. ( I'm here! ,My namefi IS 'Glona us .
n London and a luxury ouse I
h ' T I Holly-
London . 1 ve got. a a.t I 1 l' t a new Rolls Royee and
La predisposición de los alumnos a ampararse en el menor pretex- .h mmmgpoo ve go
wood, Wlt a SWI . h b nd and three won-
to para no dar clase se manifiesta tanto en la proporción de ausencias . . he bank I've got a us a
como en la insistencia en que, ya en el aula, ese día se puede hacer a lot 01 money m t . d L' e ' at' I've got everything!
. H II woo ue IS gre .
derful children m o y .. T A her He isn't from Lon-
cualquier otra cosa. . H ' ame IS erry re .
Look at thls mano IS n ker He's got a good
Los intentos del profesor de iniciar la clase en inglés, dando las ins-
don. He's from Oxford. He's, a faetor~igw~:use·. He's got a fiat.
trucciones rutinarias también en inglés, se vienen pronto abajo. Pro- . H' car He hasn t got a .
bablemente los alumnos entienden ~as instrucciones , pero mostrarlo Job . e s got a · , t any children. Life is allnght.
He's got a wife . ~ut he hAaskn. t g~'m from London too . I'm bro-
así sería dar pie a una mayor presión por parte del profesor. El alum-
no que trata de pasar por la escuela con el menor daño y el menor H e11 o, my name IS Tom t ms.1 h h
't got a J'ob, or a ouse,
' ot any money aven
esfuerzo posible debe buscar un delicado equilibrio a la hora de ofre- ke. 1 h aven t g .C· d 1 haven't got any children.
or a car. 1 haven't got a WI e, an .
cer la imagen de su nivel de conocimiento y de su disposición al tra- Life is terrible . 1 haven't got anythmg.)
bajo escolar: ni demasiado, para que no le presionen más, ni demasiado
poco, para no incurrir en sanciones negativas. La poca disposición acer notar sobre el texto resulta obvio.
a la colaboración se muestra lo mismo aquí que en el episodio de los Lo primero que hay que h. . , ' nterés intrínseco . Es difícil
Es absurdo, trivial, ridículo y sm m~gun 1 alumno Se diría que,
ejercicios : no sólo no los han hecho, sino que tampoco se apresuran . paz de motivar a un . .
imagmar algo menos ea está ensado para su m-
en contestar que así es. En general, todo lo que sea perder el tiempo
más que para el desarrollo de los alu~nos'consee:encia ineludible del
es una manera de echar abajo los planes del profesor .Y disminuir la . , L . 1 a de la smtaxIS es
presión sobre uno mismo. fantilizaeJOn . a slmp ez d ' su público pero la va-
1 e encuentra to aVla ' .
Veamos ahora el texto inglés sobre el que se organizó esta clase, nivel elemental en e qu e s ., tUI'ta de su autor (por Cler-
'd aportaclOn gra
ciedad del contem o es una U " d d de Oxford o la de
que no tiene desperdicio. Damos la traducción al castellano y el texto ..mal d be a la mverSI a
to , el mérito del ong se e
original en inglés. El contenido del texto es la descripción de tres per-
231
230
Cambridge, no podemos recordar exactamente cuál). Alternativamente desempleados consiste en que no tienen piso ni coche, lo que sin duda
a un interés intrínseco -que se podría lograr, por ejemplo, explican-
uiere decir que tienen todo lo demás. El obrero que tiene su consu-
do seriamente cosas de Inglaterra-, podría haber ofrecido un interés q
mo cubierto -o sea, su coche y su pISO-. ya pued '
e grItar .,ll los vlen-
.
extrínseco. No sería dificil elaborar un manual de inglés que se apo-
tos que "la vida está bien" (y más que bien: allr¡,'ght, entre bien y
yara en e! lenguaje técnico -cuyos vocablos son generalmente más
perfecta). Las condiciones de trabajo no cuentan. . .. .
sencillos, por su raíz latina, que los de! lenguaje normal-, en la in-
Naturalmente, no podía faltar tampoco e! mensaje familIar. La VI-
tromisión del inglés técnico en los electrodomésticos que rodean a es-
da es "maravillosa" cuando se tiene un cónyuge y varios niños, "per-
tos alumnos o en cualquier cosa que lo vinculara a su eventual utilidad fecta" o "bien" cuando se tiene cónyuge pero no niños y "terrible"
profesional. En lugar de ello, se ofrece a los alumnos una patochada
cuando ni una ni otra. Además, debemos considerar como una mues-
ante la c~al sólo pueden preguntarse: "Si el inglés sirve para esto, tra de responsabilidad por parte de! desempleado no tener esposa ni
¿para que lo queremos? Por añadidura, aquí se muestra también có-
hijos. Como repite frecuentemente Fraga Iribarne, hay qu~ hace: ca-
mo e! libro de texto descualifica e! trabajo de! profesor y lo determi-
rrera, casarse y tener hijos, por este orden y no al contrano. Notese
na. Sin duda el profesor sabría emplear e! inglés en algo mejor y más
también que el autor de! texto ha tenido e! detalle de introducir a una
interesante, pero mientras se someta al libro tendrá que organizar la
clase en torno a temas triviales y sin interés alguno. m uJ'er , cosa no tan común como debiera, pero lo ha hecho con . una
sutileza exquisita. No podía ser desempleada, porque las m~Jeres no
Pero e! texto tiene más: tiene todo un mensaje y hasta una docena están desempleadas, sino simplemente solteras; cuando trabajan es ex-
de ellos de carácter abiertamente ideológico, por no decir reacciona-
cepcionalmente y para ayudar a s~~ mar~dos ..Tamp~co podría h~b~r
rio. Presenta las diferencias de clase de manera falsamente cuantitati-
sido la obrera fabril, pues eso tralcIOnana la Ideologta de la femme~­
va y desde e! punto de vista -a su vez caricaturizado- del consumo.
dad y la familia y sería e! colmo. Tenía que ser la rica, pero los capI~
Desde luego, en él no hay obreros explotados -lo que serán estos
tanes de la industria, los nobles entre los nobles, los banqueros, aSI
alumnos- ni burgueses -lo que no serán-, sino señores y señoras como los generales, los obispos y los ministros, son y deben ser siem-
?
con más menos pisos o coches. En una palabra, "ricos" y "pobres",
pre varones. La solución: recurrir a u~a profesión "glamorosa", con
como" SIempre los ha habido y los habrá". Puesto que no se puede
lo que se matan dos pájaros de un tiro.
ocultar que hay diferencias, procede distorsionarlas. La rica es una
Desde luego, no hay que sobreestimar de ninguna manera la efica-
actriz, no una propietaria de una fábrica, ni una rentista, ni una te-
cia ideológica de mensajes como éste. Lo más probable e.s, que a l~s
rrateniente: se va a elegir precisamente e! ejemplo más alejado posi-
alumnos les parezca una simple patochada. Pero la cuestIOn es, pn-
ble de las relaciones de producción q\le dominan la vida de la inmensa
mero en la medida en que un texto para e! aprendizaje de! inglés de-
be d~cir algo y transmite algo más que su soporte técnico -el
mayoría de la población, las del trabajo asalariado, en cuyos polos
están e! obrero y e! capitalista. La riqueza aparece así asociada al ar-
idioma-, que es lo transmitido en este caso. Si el mensaje tiene al~­
te, a Hollywood, a la excepción. En la parte más baja de la escala
na eficacia, será para mal. Segundo, en la medida en que el contem-
se pone al desempleado, artificio que permite colocar en e! medio al
do aparezca manifiestamente como falso, puede arrastr:r en su
obrero fabril, que se convierte así, milagrosamente, en clase media
desprestigio al continente, a la lengua que se pretende ensenar, pro-
(cuando incluso en la más vulgar jerga periodística inglesa se distin- vocando e! rechazo global y sin matices de los alumnos. Salvando las
gue claramente entre "clase media" -empleados, técnicos medios,
distancias nos encontramos ante un caso similar al de la estupidez
de las ca~illas escolares ("mi mamá me mima"), que, como repeti-
etcétera- y "clase trabajadora", pero estos niños, que están siendo
preparados para ser obreros, son muy jóvenes para enterarse de ello).
damente se ha criticado (Bette!heim, 1982), se basta por sí misma en
De paso, se nos informa de que un empleo fabril es un buen empleo,
ocasiones para convencer a los niños de la futilidad de aprender a leer.
cosa que mataría de risa a los padres de estos alumnos.
Incluso desde e! lado de! consumo, el desenfoque es escandaloso.
El consumo de las clases sociales se distingue por si tienen coche o 8:35. El profesor pregunta a Jaime, uno de los "malos": "A
no, por si tienen mansión, piso o ni siquiera eso. El problema de los
101 01 books" .
232
233
Jaime: Que tiene muchos libros. (Un momento antes habfan
visto e! significado de a 101 of rrwney en e! contexto del diálogo: guntas que el profesor hac~ di~ectamente sobre el texto son contes~a­
"1've gol . .. a 101 of money . .. "Tengo ... mucho dinero ... ") das por los alumnos o por el mismo en tercera persona: es una actnz,
Profesor: No. tiene una gran casa en Hollywood, tiene mucho dinero-en el banco,
Andrés: Un lote de libros. etcétera. La pregunta típica es: ¿qué significa 1 have a lot of money? Y,
Profesor: Sí. Muchos libros. la respuesta típica: que tiene mucho dinero. Aquí se atiende al conteni-
(Gestos de desagrado de Jaime). do significado en la frase, no a la forma gramatical exacta. Cuando
.................................. , ................ . el profesor pregunta a Jaime: a lot of book~, éste, contextualizando. la
.................................................... f se como lo venían haciendo hasta ese mstante, responde: que tIene
ra
muchos libros. Como el centro de la pregunta y el o b.~eto d e expl·ICa-
8:44. Están leyendo e! segundo párrafo de! texto. El profesor in-
terrumpe la lectura porque a dos alumnos les falta e! libro. Ex- ciones inmediatamente anteriores, es la expresión ~ lot oj, la respu~sta
plican que se les ha olvidado en su casa. de Jaime puede considerarse correc~a, au?que este desc.antextuallza-
Profesor: Desde luego, tomaré una medida por esto. da -lo estrictamente correcto hubiera Sido: muchos li.bros-: pero
Al terminar la lectura del segundo párrafo, e! profesor pregunta el profesor la rechaza. La respuesta de ~ndrés, en cambIO, es, literal-
nte: un lote de libros. Aunque el parecido entre lot y lote pueda hacer
a Pablo ("malo"): "1s lije allrightfor you?" En vez de contestar, me
pensar que es correcta, en realidad no lo es .. En caste11 ano, un "1ote
e! alumno repite la frase íntegra, tal como venían haciendo has-
ta ese instante con cada frase del texto. de libros" puede ser tres o seis libros, por ejemplo, los que acompa-
- n como regalo a la compra de una gran enciclopedia en algunas
Profesor: ¿Lo pasas bien tú? ¿Cuántas suspendiste en la eva- na ., al.fi
luación anterior? ofertas comerciales, pero a ningún inglés se le ocurnna c I Ica~ tan
igua cantidad como a lot of books. En castellano, un lote de libros
e~ede ~ibros,
Pablo: Todas menos Convivencia.
Profesor: Pues hablaré con el profesor de Convivencia. ser un lote de unos pocos libros, o un pequeño lote de
Al final de! tercer párrafo, e! profesor se dirige a un alumno, lpuego "un lote" no es lo mismo que "muchos". El profesor, sm em- ,
de los "malos": bargo, da la traducción por buena ("Sí, muchos libros"). Pero no so-
Profesor: 1 lhink you ha ven '1 arry terrible lije. You have a very happy lo no es buena, sino que es burda: lo que Andrés ha hecho es plegarse
lije. (Yo creo que tú no llevas una vida nada terrible. Llevas una a la forma literal (un lote de, para conserva~ la forma. ~ lol oi), lo cu~
vida muy feliz). ya es malo, y traducir, incluso dada esa pnmera opClOn, mal (podna
El profesor dice a uno que está enredando que se quede al final haber dicho un rrwntón de, que, aun siendo una expresión figurada: re~­
de la clase. pondería más al contenido). Jaime, en cambio, ha.~abid~ prescmdlr
de la forma literal del texto y ha ofrecido la traducclOn mas adecuada
8:55. El profesor ordena releer el diálogo citado y dos ejercicios
en los cinco minutos que quedan. Pregunta sucesivamente a dos posible: muchos. ¿Por qué, entonces, el profesor rechaz~ ~a res~uesta
alumnos, "bueno" el primero y "malo" el segundo. de Jaime y acepta la de Andrés? Porque Andrés ha omltld~ la mtro-
Profesor: What is your name? (¿Cómo te llamas?) ducción: que tiene, respondiendo así a la estructura gramatICal de la
(El alumno no contesta. El profesor se dirige al segundo:) WheTe pregunta del profesor y no a la de la frase del texto escrito. y como
el centro de ese trozo del texto y de las explicaciones y preguntas del
areyoufrom? (¿De dónde eres?) (Tampoco contesta.) Un negati-
vo. Eso 10 tendrías que saber. profesor era la expresión a lot oj, es posible incluso que Andrés ,h~ya
omitido esa introducción involuntariamente, pensando que lo UnICO
Analicemos con detenimiento este tramo de la clase. El profesor que había que corregir en la respuesta deJaime era la poco ~iteral tra-
pregunta a Jaime qué significa a lot of books. Un momento antes ha- ducción muchos: habría, pues, sonado la flauta por casualidad. .
bían visto e! primer párrafo del texto inglés. En él, la expresión a lot Enseguida se comprenderá el porqué de una discusión tan detallis-
of money (mucho dinero) no aparece aislada, sino dentro de una frase: ta. La respuesta de Jaime, que era buena, ha sido dada pO,r mala por
1 ha ve (. .. ) a lot of money (. . .) (tengo . .. mucho dinero. . .). Las pre- no responder a las expectativas del profesor. La de Andres, que era
mala, ha sido dada por buena por responder a ella. Es fácil encontrar
234
235
multitud de ejemplos similares en la observación de clases, en los exá-
menes o en las respuestas a los tests normalizados (Hoffmann , 1962; 1,' - smo , que se II ev a la gran bronca (se le amenaza, incluso, ,
Tort , 1977), Ser considerado un buen alumno, ser objeto de la apro- exp ICItas,
'bil'dad
n la PoS) ) de "
mflUlr '
negatlvam ente
) sobre su nota en "otra aslg-
bación y la atención del profesor y obtener buenas calificaciones de- co b I ue volveremos ,
pende en gran parte del saber o no qué es lo que el profesor espera natura, ,asunto so re e qablo volvemos al de Jaime, no deben per-
Si dejamos el caso de P ,Y d I actitud del profesor. El gesto
en cada momento de uno , No tanto de los conocimientos que se tie-
derse de vista las consecuenlclas t: loas brazos y se volvió simultánea-
ne, sino de saber qué parte de esos conocimientos y cómo debe ser d d J 'me (que evan o
expresada en cada momento , El alumno que no sabe captar las inten_ de desagra' o e')al 't ado entre eI rec h azo, el desengaño y la ,deses-
mente haCia atras , SI u d ' expresiones del tipo de
ciones no explícitas, incluso inconscientes, del profesor, el examina_ pe ' , t' eos correspon ena a , d"
dor o el autor de un test, tiene asegurado ya un billete hacia el fracaso raCIon momen a n , " ,," d '" 'váyase a la mler a ,
""d" eenpaz pler ase, ' ?"
escolar, Por otro lado, esta segunda parte de cualquier respuesta correc_ "olvídeme, ' eJem " "pues' vaya .' ""'do'ndeestáladiferencla,
, c
ta pertenece por lo general, no al contenido mismo sino a su forma , °(pbien "pues SI que, '" ul ' es pues el gesto fue mudo, pero
or supuesto, esto son espec aCllOn, e podría él mismo haber
no al supuesto centro del conocimiento oficial sino a sus márgenes O b vador se e ocurre qu
es lo que al autor y o ser ) E fin cualquiera que sea la
aledaños, En el caso que hemos analizado, que sin duda es extremo, ' t con ese gesto , n ,
lo que le falta aJaime para dar una respuesta "correcta" es algo a b- dicho simultaneamen ' eb dudar que'conse cuencias sacará de esa bre-
solutamente trivial, innecesario y bastante imprevisible, mímica de Jaime no ca e , ' enudo en ésta o en otras
' , b todo SI se repite a m
Sin embargo, aunque repetimos que éste es un caso extremo y las ve expenenCIa, so re ' d dar una respuesta correcta
"bl El ha Intenta o
COsas suelen ser más sutiles y menos visibles, poco después encontra- clases, como es prevlsl e, ido ha mostrado un conocimiento ade-
(
ha colaborado), lo ha consegu (h 'do rechazada incluso al pre-
mos otro parecido en el incidente con Pablo, El profesor está leyendo, ' b su respuesta a SI
cuado) y, sm em argo, '1 uede haber ocurrido porque,
y los alumnos repitiendo , el segundo párrafo del texto frase por frase, ' tao lo que so o p
cio de aceptar otra mcorrec, " a l " y el otro uno de los "bue-
Sin transición alguna (sin, por ejemplo, añadir: "Traduce"), le espe- '1 o de los m os
ta a Pablo: "Is life allright jor you?" , Pablo, entonces, repite la frase de antemano, e era un d I cosas porque los profesores
'ora en na a a s , , '
tal cual. Podríamos suponer incluso que Pablo repetía las frases ante- nos", o, lo que no meJ , d ' , nes la única decisión practica
'E eJantes con ICIO , I
son arbitrarlOS , n sem d entenderse de la escue a
riores sin mirar al texto , 10 cual sería mejor forma de aprender pro- hall alcance es es
nunciación que mirando -así es como se hace en los cursos más y saludable que se a a , su, H ' cómo se fabrica un "fraca-
o, al menos , de la clase de mgles, e aqUl
especializados de idiomas , En tal caso, toda la razón estaria de su parte,
Sin embargo, concederemos el beneficio de la duda al profesor y con- sado" escolar.' " o alternativa , sm'o complementaria, de
Cabe otra mterpretaclOn, n , , . la dimensión exagerada
cluiremos, simplemente, que Pablo no ha sabido entender que ahora .. A ' e explIcana mejor
estos dos mCldentes. SI s , ,, el aula los profesores
no se le pedía repetir y pronunciar adecuadamente, sino traducir, co- o de mteraCClOn en ,
del primero, En el proces , b 1 alumnos que a su vez
sa que debería haber comprendido al ver que la pregunta no estaba ' , xpectatlvas so re os , '1
en el texto, El error de Pablo sería entonces similar al de Jaime: un se forman Imagenes t'
y el'
las En e ongen e
d estas etiquetas no estan so a-
caso de contextualización inadecuada de la pregunta y la respuesta, se traducen en e zqUlf , , o otros muchos rasgos que ,
" del alumno , sm
mente los conoclffilentos, f:' valoración ni, mucho me-
El propio contenido de la pregunta (¿te va bien?) y la intervención d b 'n mtenenr en su
inmediatamente posterior del profesor ("¿lo pasas bien tú?") sugie- oficialmente, no e ena l d Es el caso obviamente , de su
' ue se es a, , 1
nos en el tratamiento q adscriptivos (sexo, ca-
ren que tal vez esté dirigiéndose irónicamente a Pablo porque piensa ' , también de sus rasgos "
que no atiende, En cualquier caso , el hecho de que Pablo repita la comportamiento, pero d de autopresentaclOn (ves-
I d l iel) de sus mo os
se en su caso co or e a p , d 1 del lenguaje y un largo
pregunta con una pronunciación más o menos adecuada -una pre- ' ' d 't ra) su forma e emp eo
gunta que no tiene escrita delante de sÍ- indica, como mínimo, un timenta, pema o, etce e ' 1 tes Estas etiquetas no son
ntemente Irre evan , ,
etcétera de rasgos apare , .' , e el enseñante tiene so-
cierto grado de atención mecánica , Y, sin embargo, no sólo es deses- fi ' , , d la ImpreslOn qu ,
simplemente una IFclOn e pectativas sobre el mismo
timada su respuesta por parte del profesor -correctamente, pero ha- ' conforman sus ex
bría sido más correcto si las intenciones de la pregunta hubieran sido bre el enseñado, smo que ' d h ' ' 1 o ella. El etiquetado, por
su actItu aCla e
y, precisamente por eso, al na medida a la etiqueta que
236 otra par te, tl'ende a conformarse en gu

237
se le ha impuesto Gaime, por ejemplo, se cuidará mucho de COntestar
voluntariamente preguntas, aunque conozca las respuestas, en suce- hace saber que sudPo er , es (cuando dice que
E las otras os ocaSlOn
"tomar~
d llega más allá de los límites que se le supo·
"
medidas
b
sivas clases de inglés, y el profesor verá así confirmada su idea de qUe
nen, tn" cuand o ord ena a un alumno que se quede al final), , am as
no sabe y es un mal alumno), Entramos así de lleno en el terreno de
por es o y rtamiento el profesor remite a un mo-
las prf!/ecías qlM se cumplen a sí mismas (Rosenthal y Jacobson, 1968; Rat. debidas a cuestiones de co~,pod 1 sanción Esto puede que obedez-
1977), Jaime y Pablo pagan por el hecho de ser considerados " ma- ' la concreClOn e a "
mento postenor ' , a de prud ' pe rmÍtiendo al profesor repensar
enCla, , la
los" alumnos, mientras que Andrés se beneficia de su etiqueta de ca a una'dmaXlm " d la sanción así como se dIce que
"bueno" , d I caractenstlcas e ,
Esta inferencia aparece confirmada en el último incidente de la clase,
o~ortum a y as hablar, No hay razones para deducir de ello
Cesar contaba antes de , ser especialmente duras, espe-
E! profesor pregunta a un alumno "bueno": "What is your TUlme?" (¿c6- q ue las sanciones anunCiadas vayan a sl'n consecuencias, Pero lo que
mo te llamas?) y pasa por alto el hecho de que no responda, A conti- I d 'pIes amenazas
cialmente b an as o slm " , control diametralmente
nuación, pregunta a uno "malo": "Where are youfrom?" (¿de dónde " delo de orgalllzaclOn y ,
se eVIdenCia es un mo , I I de Lengua Española, AIII,
eres?) y sanciona su falta de respuesta negativamente, La pregunta h b' os VIsto en a case
opuesto al que a lam , , de la ruptura del consenso
dirigida al "malo" es incluso más dificil que la dirigida al "bueno" . ' ecordara surg¡an
las sanClOnes, como se r " 1 ' negar que haya detrás una
pues, en primer lugar, la pregunta sobre el nombre antecede siempre ( aclaremos que d eClr ' sen so no Imp lca
con , , al al grado de rup-
a la de la procedencia en cualquier manual de inglés; en segundo lu- d ' al) debla ser proporClon
relación de fuerzas eSlgu, y 'd d presenta desnuda y hace
gar, la primera pregunta presenta una construcción sintáctica cuyo ' I trano la auton a se
tura, AqUl, por e con , , ' I b' 'edad Allí la sanción se ha-
equivalente tiene sentido en castellano (literalmente: ¿qué es tu nom- d mltlrse a ar ltran , ,
gala de que pue e per, '1 porque fuera colectiva -las
bre?, o ¿cuál es tu nombre?), mientras la segunda presenta una cons- cía pública en la clase mlsmb~" no so °manifestar explícitamente que
trucción característicamente inglesa que no posibilita la traducción - sino tam len para "
tareas para casa , , " del consenso estableCido, AqUl,
automática (literalmente: ¿dónde eres tú desde?), No es ya, pues, que su legitimidad procedla de los te~mos momento posterior, dejando
al "malo" se le sancione por lo mismo que se le perdona al "bueno", ' "n se remite a un
en cambiO, su concreclO d d '10 de la autoridad del profe-
sino que se le sanciona por menos todavía, d era que epen e so ,
en claro' I e esta"man t 'a sus 1"Imites en los te'rminos del consenso, AqUl,
En la discusión de grupo con los "malos" surgió repetidamente sor, AlII,' a dsanClon enl , l' 't 'no habrá nadie para contes-
el tema de las etiquetas, Los chicos, evidentemente, no hablaban de d I f; or no tIene lml es,
la autonda e pro Ies dOcto emita ' 1 a sen tencI'a , y traspasa incluso
"etiquetas" ni citaban a Rosenthal y Jacobson, pero llegaban a las tarla cuando, tras e vere I 'd 1 que no sugerimos que el pro-
mismas descorazonadoras conclusiones, que resumían Con un viejo ' l' t ra Que e caro
los límites de a aSigna u , b' d Lo más probable es que
refrán: cobra fama y échate a dormir, Tenemos en nuestro poder varios 'd ' nes desor Ita as,
fesor haya aplica o sanclO lo sabemos, Lo que que-
folios con sus impresiones grabadas sobre este tema, que no les fue d que fueran suaves, no
se quedaran en na a o " de dos modelos de auto-
sugerido ni directa ni indirectamente por el entrevistador, pero no nos - '1 nte es la eXlstenCla ,
remos senalar, slmp eme, al otra cosa es la magnItud
parece oportuno dedicar más espacio aquí al asunto, ' , otro consensu -
ridad, uno autarqUlco y r S puede ocurrir como con los
Tanto la discusión organizada al principio de la clase sobre la liga ' con los prolesore
de las sanClOnes, pues l d acias son a veces más duras
de futbol, que prolonga el tiempo necesario para pasar lista, como el regímenes políticos, entre los que as emocr
hecho de que algunos alumnos no traigan libro (y otros incidentes de con sus reos que las dictaduras,
menor cuantía no registrados), representan formas de boicot de los
planes del profesor por parte de los alumnos, De ahí que éste reaccio- , ' s t o s 90 minutos de clase, Permítasen~s
Hasta aqUl el comentariO de e d d de dónde ha salido, Im-
ne amenazadoramente al constatar que dos alumnos no tienen libro, d d pezamos recor an o
terminar por on ' et em n en este, centro las observaciones realizadas
De la mano de esto llegamos al tema de las sanciones y amenazas, cialmente, se regls raro "fi h ódulos de 45 minutos, De
En tres ocasiones, el profesor anuncia sanciones, Una de ellas, la diri- 'h lo que slgm lca oc o m
durante seis oras, h d sólo se observaron
gida a Pablo, destaca por su desmesura: si no se porta bien en la asig- ' s que se an trata o,
cada una de las aSignatura h utilizado la mitad del
natura de Inglés puede suspender la de Convivencia, El profesor le e en cada caso se a
dos clases, de man:ra, qu h b' ucho donde elegir, pero he-
material, Por conSIguiente, no a la m
238
239
mas encontrado dos registros de una riqueza inmensa. Los restantes
también tienen muchas cosas que comentar, aunque, desde luego, no REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
tantas como éstos . Cuatro de ellos permitirían tratar algunos de los
temas aparecidos aquí y otros que no han salido, mientras otros dos
son desechables . "Desechable" quiere decir aquí que nunca utiliza-
ríamos como material de estudio esos registros, no porque no conten-
gan nada, sino porque las interpretaciones que podríamos forzar a
partir de ellos aparecen como mucho más evidentes en otros materia-
les, es decir, por la misma razón que un médico no intenta diagnosti-
car una anemia por el color de la piel cuando tiene a su disposición
un análisis de sangre .
El empleo de materiales etnográficos presenta el peligro de que el
investigador se incline por lo vistoso, por los sucesos más aparentes,
ignorando sencillamente que muchas veces no pasa nada. En nuestra ALONSO HINOJAL, 1. (1985): " La nueva Sociologí~ de la Educación, ,l,a
opinión, no hay manera de conjurar esto -y, desde luego, no esta- vieja y la de siempre . Interpretación de los anos 70 desde los 80 ,
mos por la labor de mostrar que a veces no pasa nada a base de repro- Educación y Sociedad 4. . ' "
ALTHUSSER, L. (1977) : " Ideología y aparatos IdeológICOS de Estado ,en
ducir registros soporíferos. Pero debe tenerse en cuenta que lo que
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se busca con este método de investigación no es generalizar, ni mu- ALTHUSSER, L. et al. (1969): Lire ú Capital,. ~ans, Maspero .
cho menos cuantificar. Del hecho de que una clase de Inglés y una ANDERSON, P. (1979): Transiciones de la Antlguedad alfeudabsmo, Madrid,
de Lengua Española se hayan desarrollado así , no pretendemos decir Siglo XXI. od' d
que todas lo hagan, ni afirmar que ocurra en otras asignaturas, en ANYON , J. (1983): "Intersections of gender and class: Accom ~uon an
resistan ce by working-class and amuent fe males to contradlctory ~x
otros cursos o en otros colegios. Cada cual puede sacar sus conclusio-
roles", en S. Walker y L. Barton, eds. , Gender, class and educatlOn,
nes a este respecto y no cabe duda de que, desde el punto de vista
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de su aprovechabilidad, hemos tenido suerte en encontrarnos de en- APPLE, M.W. (1979) : ldeology and currículum, Londres, Routledge and Ke-
trada con estos dos casos . Sin embargo, lo que persigue la observa- gan Pau!. d K P 1
ción etnográfica es poner la visión e interpretación de los procesos vivos (1982): Education and Power, Lon?res , .Routledge an ~ga~ au:
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donde antes sólo había un recuento de entradas y salidas, una especie
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tendemos negar el pan y la sal a los estudios demográficos , las en- lum lnquiry, VI , 4. . , . ' S il
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