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El deporte naci miles de aos atrs, con diversos motivos como ha sido en los
inicios prepararse para la guerra o la sustitucin de la misma por competiciones,
como en el caso de los Juegos Olmpicos antiguos en Grecia. Tambin se ha
practicado como formas de rituales en todo el mundo, con registros tallados en
cientos de esculturas egipcias y en el arte antiguo. Si bien el deporte y la guerra
desde sus orgenes tienen una estrecha relacin, en la actualidad el deporte ha
logrado alcanzar valores ms fuertes dentro de las sociedades posmodernas.
La euforia, la pasin por el deporte, la fidelidad de los seguidores es tan grande que
se puede convertir en negatividad, cuando la indignacin por una derrota culmina
con fuertes actos de violencia, cuando la tolerancia hacia un contrincante deportivo
comienza a ser nula y traspasa los lmites, cuando dentro de esa rivalidad deportiva
se empiezan a incorporar problemas o frustraciones personales y se canalizan con
violencia verbal e inmoralidades la esencia se comienza a dejar de ver y se disfruta
menos, la derrota es en conjunto. Como si la estrecha relacin entre el deporte y la
guerra en los inicios se volviera a acercar, y ese es el verdadero partido perdido de
la sociedad que ms importa. En ese partido jugamos todos; los que seguimos el
deporte, los que nos representan, los medios y los que lo gobiernan.
Ser cuestin de decidir por salir a jugar con una buena defensa y entre todos
proteger el Deporte argentino para que no se siga manchando, que fortalezcamos
el mediocampo para bloquear a los que vengan con intenciones deshonestas,
priorizar el ataque ofensivo para exigir el juego limpio, que entre todos digamos NO
a la violencia.
Sol davalos