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La historia de esta pelcula merece otra pelcula, dice este artculo sobre El pueblo (1969),
de Carlos Saguier, que cuente sus vicisitudes, su infortunio y su milagrosa sobrevivencia
final.
Cristino Bogado
kurubeta@gmail.com
Guahu y metralla
Un pueblo bajo la salmodia de un novenario, un pueblo bajo la mirada vigilante del yryvu
ruvicha, un pueblo golpeado por una sequa interminable. La tierra est cuarteada como la
cara de la lechi que prende una vela o calienta su pava para el mate, resquebrajada por los
polvos del tiempo seco, apergaminada de humo de cigarro poguazu y campanadas llamando
a misa en espaol.
La versin de cuarenta minutos que vimos en Turlututu tiene el kunuu de la Undcima de
Shostakovich; la sonrisa del adagio, sobre todo, amansa su ritmo dramtico, angustiante.
Shostakovich vela ms que tapa el canto ubicuo del kyju ogakue y el llanto bogomilo del
nio al despertarse con la pelcula.
La fotografa se encuadra en naturalezas muertas con mano, mano ya vaca, ya empuando
un cigarro. Asistimos a un tiempo aureolado de velas de sebo y esperma, de farol mbopi y
lmpara Petromax, pre-Itaip, cuando la bendita Ande no pasaba todava de San Lorenzo,
un tiempo de vasos y saleros de vidrio, de damajuanas de caa, de ollas de hierro o de metal
abollado. La cmara tambin busca una sntesis; se detiene por ejemplo, en un angelote que
hace de caritide del altar de la iglesia, o en una hormiga que pasea por la saliente moldura
de una repisa tallada.
La seca, como dicen los pueblogua, manda en el pueblo, mientras la mujer machaca maz y
cierne su harina hablando en jopara, ta tanteamina, un karai para suspender la ingestin
de caa y cigarros dice en guaran jaha jake mbae. La seca se expresa de igual manera
por medio de su lenguaraz viento norte sacudiendo las ramas de los eucaliptos, agujereadas
por los espadas del sol despiadado, ese San Gabriel tratando de cortar la cola de la sierpe
eucalipto, rbol que absorbe el agua de la tierra, rbol secante
El segundo da es multicolor, florido y psicodlico. Recuerda el final enigmtico de Odisea
en el espacio, de Kubrick. Parece la otra escena, utpica o pesadillesca, de la rutina de una
aldea que vimos antes, pero sometida ahora al bombardeo inmisericorde de los infrarrojos
que delatan los huesos del pueblo traspasados de guahu y de metralla.