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Introducción
El estudio del mundo social, materializado por las ciencias sociales, tiende a la
descripción y explicación de conjuntos o agregados de personas y objetos, naturales y
artificiales. Para lograr ese objetivo, el pensamiento sociológico se ha basado en el
enfoque holista y prácticamente nunca ha concebido a la sociedad humana como un
conjunto interactuante de individuos con capacidades o algún tipo de agencia. Más bien,
la sociedad se ha definido como un conjunto que interactúa con individuos (lo que ha
permitido el surgimiento de un enfoque esotérico en la sociología), y ha considerado a
los individuos como organismos que responden al juego de factores o fuerzas externas.
La creencia básica de la sociología es que la conducta de los individuos o personas,
como miembros de una sociedad, es una expresión del juego de factores sociales totales,
como el factor político interactuando con el económico. Estas fuerzas actúan en
espacios sociales inferidos de carácter estructural que denominaremos sistemas sociales,
dentro de los cuáles están las representaciones colectivas, las normas y valores sociales,
las instituciones sociales y otras estructuras; o bien, en que se expresan en instancias
fenomenológicas acotadas tales como costumbres, roles, situaciones, procesos y eventos
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discusión se relacionan con: a) la realidad social está compuesta por múltiples niveles
interconectados, b) cada nivel tiene una dinámica característica y, c) cada nivel en su
conjunto permite la emergencia de propiedades de bulto que no poseen los elementos de
ese nivel, y tales propiedades pueden ser características de los elementos del nivel
superior que le sigue (siempre que la forma en que concibamos una estructura
multinivel sea vertical). Detallaremos esto en la sección donde se describe el principio
socioantrópico que defenderemos.1
Hacer ciencia y hacer “humanidad” son, por supuesto, dos actividades distintas,
aunque pueden ligarse ventajosamente en las ciencias sociales. En especial, porque las
ciencias sociales aprovechan la hipótesis del libre albedrío para pensar que la sociedad
puede ser mejor diseñada o construida, en tanto sistema determinístico artificial o no-
natural. Y aunque parece juego de palabras, hay un hecho conceptual interesante en el
razonamiento. Cuando hablamos de determinismo (Mosterín y Torretti 2002: 162-164),
asumimos que al hablar de un sistema determinístico se habla de un sistema cerrado y,
precisamente, el sistema físico que origina el libre albedrío, a saber, el sistema nervioso
central, es cerrado. He aquí la explicación de la frase poética de Sartre, cuando describe
al ser humano como un ser condenado a ser libre. Obviamente, como carecemos de una
teoría profunda sobre el funcionamiento del cerebro y, sobre todo, de “lo mental”, sólo
podemos tener como punto de partida que algunos productos de estos dos fenómenos (lo
cerebral y lo mental) son ideas y disposiciones para la acción individual cuyas
consecuencias radicales consisten en innovar, quebrar y recrear realidades individuales
y sociales previas. El problema de cómo reconocer la acción libertaria es bastante
simple: todo cambio en las cadenas causales establecidas al interior de los mecanismos
de un sistema social, que las redefinen o reconstruyen intencionalmente, supone la
acción del libre albedrío, individual o colectivo. La diferencia sustancial de la ciencia
social respecto a otras disciplinas estriba en el fenómeno y tratamiento de la libertad
humana.
El enfoque que adoptaré en el trabajo es compatibilista, que quiere decir que por
más que nuestra acción individual forme parte de cadenas causales, somos libres de
1
La presente versión es similar a un trabajo original aparecido en Principia, Vol.12 (1) 2008: El principio
socioantrópico: la conexión libertad-determinismo y una nueva estructura explicativa para las ciencias
sociales. Ahí, se enfatizaba el enfoque epistémico. Acá, se enfatiza la dimensión ontológica del problema.
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romper o innovar en alguno de los eslabones de esas cadenas. Ello hace posible la
responsabilidad moral y la ética.
Así, la tesis es que las ciencias sociales exhiben un importante déficit debido a
una solución errónea del problema libertad del agente – determinismo de la estructura.
Rebatimos tanto el ideal voluntarista (cuyo término central es la libertad) como el ideal
naturalista (cuyo término es el determinismo), que se plantean excluyéndose entre sí.
Sustentamos una filosofía de las ciencias sociales “sistémica realista”. Ella se
fundamenta en especial en la idea de que la agencia individual está conectada en algún
sentido o medida con la estructura que la cobija, luego las regularidades existen por
doquier. Pero también existen el indeterminismo y la libertad, que equivalen a la
desconexión, en alguna medida o respecto, de las agencias individuales con los sistemas
sociales, de estructura supra-individual. Ello es posible porque la realidad posee una
estructura ontológica de múltiples niveles. Pensamos que existe una conexión entre
libertad y determinismo, tanto a nivel psicológico individual como a nivel social.
Centraremos nuestra discusión en el caso social, diciendo que los actos libertarios
surgen en la esfera social y ello hace posible que “la sociedad moldee a los individuos y
los individuos moldeen la sociedad”.
donde E es el estado del sistema S, estado que varía en función de L (libre albedrío de
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Los estados generales de un sistema social, suponemos, no pueden ser sino tres:
de orden, de conflicto y de colaboración.
Pero antes de seguir, es necesario discutir brevemente los términos del debate, el
libre albedrío ó agencia y la estructura ó el determinismo en el mundo social.
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La discusión actual en ciencia social sufre de una confusión tal, que me permitiré homologar
determinismo con patrones regulares observables, en aras de saltarse problemas semánticos menores y
guiar el argumento hacia buen puerto.
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Un comienzo podría ser reconocer que existen dos clases de pautas en el mundo
social: las naturales (regularidades legaliformes) y las construidas (regularidades
regladas). Las primeras son más determinísticas y las segundas no, dependen del libre
albedrío en sistemas determinísticos. Sin embargo, muchas regularidades se refieren a
las modalidades de la convivencia social fuertemente determinadas por reglas que
“generan leyes”. Es decir, mientras existen reglas creadas de convivencia, éstas generan
leyes pues es inherente al funcionamiento de tales reglas que se manifiesten ciertas
leyes para que ello ocurra (Bunge 1999, p. 141).
Así, el alcance y status de las leyes sociales varían bastante. Por un lado,
tenemos las leyes “naturales” de lo social (como que los gobiernos siempre quieren más
poder; o la ley que los mercados libres generan desigualdades) y por otro lado las leyes
construidas o reglas, menos estables y de algún modo intercambiables, como las del
juego político (que varían si el régimen es parlamentario o totalitario). A estas últimas
deberíamos trabajarlas como leyes no universales emergentes. En otras palabras, las
leyes estables operan y son el océano social, mientras las reglas que pretenden imponer
ciertos grupos o elites son olas que modifican la quietud del océano llamado historia.
Pero no es un problema de gradualidad, sino ontológico: dos tipos de condicionamiento
sociales diferentes. Con esto, refutamos la idea de las “sumatorias de buenas voluntades
individuales”, las que todas juntas y al unísono, generan los grandes cambios históricos,
tan característica de todo discurso político delirante.
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Todo lo que afirma una ley científica es que hay diferencias individuales que cumplen
en ciertos respectos ciertos esquemas o ciertas estructuras. Dicho brevemente: una ley
es un esquema de variedad y cambio (Bunge 1983, p. 342).
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Definición 1: la terna ordenada n = < C (s), M (s), E (s) > representa un sistema
concreto s sí y sólo si
Un enfoque que conecta las tesis de la libertad con las del determinismo puede
ser auspicioso, en virtud del hecho que ha decrecido la fracción de sistemas sociales
espontáneos con respecto a los planificados (educación, salud pública). En general los
sistemas espontáneos (mercados, pandillas) sólo podemos comprenderlos ex – post y la
modelación y predicción es en la práctica imposible. Podemos comprenderlos, pero muy
parcialmente, en especial en los sistemas pequeños, donde siempre se deben esperar
grandes fluctuaciones. En cambio, en los sistemas planificados o diseñados, aunque
evolucionan de forma a veces imprevista, en general pueden ser comprendidos y
explicados, cuando no predichos. Podemos conocerlos, ya que tales sistemas poseen
determinados tipos de organización.
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del concepto de sistema, la que incluye los mecanismos. Siempre los mecanismos deben
ser conjeturados a partir de la información empírica y consistentemente con ella.
Por ello, y no por dogma, es que las ciencias sociales científicas requieren
aplicaciones específicas, al igual que las ciencias naturales.
Ahora bien, la variabilidad es más alta en una sociedad que en un bosque, debido
a que “alguien” será primer ministro, líder religioso o todo el resto de posiciones
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sociales de alto impacto, y por tanto, esa sociedad recibirá el impacto del desempeño
social de ese individuo y su psicología particular. Pero este impacto no es directo, está
configurado psicosocialmente, que es lo que opera como factor directo en última
instancia y permite su expresión en los sistemas sociales intermedios. Luego, toda
legalidad social, más específicamente considerada, debe considerar el nivel inferior, que
no es el biopsicológico sino el psicosocial, ello porque las decisiones y los estilos de
hacer las cosas son “lideradas” por líderes individuales pero sufren modificaciones de
fondo y forma en el proceso decisional o de implementación. Es decir, mezclando el
nivel social con el nivel psicosocial y —obviamente— mezclando también dentro de lo
social las esferas culturales, económicas y políticas.
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explicaría solamente por lo social, sino por nuestro principio socioantrópico, que
conectaría la libertad individual con el determinismo social.
Los individuos poseen mayor libertad mientras más grande sea el agregado que
los cobija como miembros. Pero, para ser cobijados en ese agregado, deben resolver la
coordinación acatando reglas determinísticas (que mientras más grande es el agregado
más simples son, por ejemplo, el intercambio económico en el sistema económico), lo
que permite hacer funcionar la coordinación del agregado. Pero la libertad individual se
restringe mientras más pequeño sea el agregado que los cobija, pues pueden resolver la
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coordinación con menos reglas fijas, pero más determinados por las expectativas
mutuas, más complejas, como en la interacción social.
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Una tercera consecuencia es que debemos enfatizar aún más las realidades
emergentes, pues precisamente ahí se fragua la conexión libertad – determinismo,
además de que en tales ejercicios, se supera en la práctica la distinción metodológica
entre el individualismo y el holismo. Recientemente, este enfoque se ha robustecido
(Bunge 2004).
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No existen expectativas “sociales” de manera llana, sino que, más bien, las
expectativas pertenecen y se generan entre los agentes o, si se prefiere, entre grupos con
intereses diversos. La colaboración o la indiferencia es un juego mutuo de palabras y
actos de unos respecto a otros. Las expectativas generales de los agentes son creadas de
acuerdo a cómo cada cual “proyecta” lo que hará el otro y él mismo.
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Expresión latina que significa “guerra hasta la exterminación”, pero que para los propósitos de nuestro
trabajo más bien expresa el ánimo de los agentes y sólo en contados casos la intención literal de
exterminio.
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conflicto aún en el siglo XXI siguen desembocando en la victoria del más fuerte, al
igual que en el mundo animal.
Los tres estados descriptos brevemente apuntan a clarificar la idea que la libertad
individual y el determinismo social son categorías compatibles porque son realidades
que expresan estructuras ontológicas de distintos niveles pero coexistentes.
Vistas así las cosas, la filosofía de las ciencias sociales puede seguir
interesándose en la explicación científica social, puesto que la libertad de agencia es un
hecho que puede generar leyes, en el sentido de leyes no naturales, sino socialmente
construidas. Sea que hablemos de hechos o de leyes, el papel de las expectativas es
fundamental, puesto que las leyes sociales son expectativas estabilizadas históricamente
y los hechos, la mayoría de las veces, dependen de las situaciones de “estado” en las
dobles, triples o cuádruples contingencias de expectativas entre actores y
organizaciones. Lo interesante del fenómeno de “lo social” es que, a diferencia de los
seres vivos en general, nuestro desarrollo sociocultural y como especie depende de
expectativas que se construyen socialmente. No hay un programa preestablecido para la
evolución humana. La conducta social no es regular siempre y puede cambiar
voluntarísticamente. Igual fenómeno se observa en las organizaciones. Pero desde cierta
perspectiva, la conducta social siempre es regular (intersubjetiva y fundada en la
reciprocidad de perspectivas), pues remite a tipificaciones, pero producto de los azares
(rol de lo singular-novedoso en el universo social), que alteran el procesamiento de las
expectativas típicas, las acciones sociales mutan a través del tiempo. La novedad
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Cuyo significado es “fuerte por la protección de los amigos”.
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siempre emerge como propiedad en un sistema producto del determinismo del sistema
inferior o superior, como lo indicaría nuestro principio socioantrópico.
Conclusión
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Agradezco la referencia a Miguel Espinoza.
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Departamento de Sociología
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