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«Estafa Contractual» y Criminalización de controversias comerciales | Enfoque Derecho

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«Estafa Contractual» y Criminalización de
José Leandro Reaño
controversias comerciales
Soy Abogado en Por: José Reaño
Rodrigo, Elías & 14 Junio, 2010 - 20:24
Medrano. Me gradué en No es infrecuente que aquello que empezó como una relación comercial
la Católica e hice mi termine por criminalizarse luego del incumplimiento de una de las partes
Doctorado en la contratantes. En la práctica, lamentablemente, no es inusual el recurso al
Universidad Pompeu derecho penal como mecanismo de presión para mejorar una posición
Fabra (Barcelona- negociadora débil y generar transacciones extrajudiciales que pongan fin a
España) gracias a una controversias comerciales. ¿Cuándo nos encontramos ante un genuino delito
beca de la AECI. de estafa y cuándo frente a un montaje de lo que en rigor no es sino un puro
Enseño Derecho Penal en la PUCP y en la y simple incumplimiento contractual? ¿Por qué si la diferencia entre una y
UPC. Me dedico a litigar casos penales, otra situación es clara, la criminalización de una relación comercial puede
principalmente derivados de conflictos
resultar rentable? Veámoslo.
corporativos, y a prestar asesoría legal de
El delito de estafa, tipificado en el artículo 196º del Código Penal, se
corte preventivo. Ahora también soy blogger configura con la concurrencia secuencial de los siguientes elementos: (1) la
en el portal de Enfoque, lo que me permite verificación de un mecanismo fraudulento idóneo para (2) producir un estado
intercambiar reflexiones con quienes de error en el destinatario [estado de déficit cognitivo], a partir del cual (3)
compartimos el interés por el Derecho este realiza un acto de disposición patrimonial, que le irroga un (4) perjuicio
penal. patrimonial cuantificable. La configuración del tipo penal de estafa exige que
estos cuatro elementos objetivos acaezcan en el orden establecido, y se
encuentren unidos entre sí por un nexo causal de antecedente a
Buscar consecuente. Por su parte, el elemento subjetivo del tipo está dado por el
dolo del autor, consistente en el conocimiento que posee sobre el carácter
fraudulento de su comportamiento, esto es, que la información proporcionada
es inveraz o que la información conscientemente omitida es esencial para la
Blogs formación de la voluntad negocial.
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El fundamento del injusto típico de la estafa –la razón por la cual se


criminaliza este comportamiento– no es otro que el constituir una lesión a la
libertad de disposición patrimonial que detentan los ciudadanos y las
empresas, en tanto legítimos administradores de un ámbito de organización
patrimonial. El engaño típico de la estafa consiste en la infracción de deberes
de veracidad por parte del autor, que anulan o bloquean el libre
consentimiento del administrador del patrimonio perjudicado. El fraude bien
puede consistir en el suministro de información falsa o en el ocultamiento de
información relevante para la toma de decisión del titular o administrador del
patrimonio, y se verifica siempre que éste haya activado sus deberes de
autoprotección. Es decir, que no corresponderá apreciar un engaño típico de
estafa cuando el déficit cognitivo –estado de error– sea imputable al propio
perjudicado, al no haberse informado adecuadamente de aquellos aspectos
del negocio que le compete conocer, o al haber confiado irrazonablemente allí
donde el ordenamiento jurídico –incluida la costumbre comercial– no le
autoriza a hacerlo. Por ejemplo, no será víctima de un delito de estafa quien
paga por un automóvil a quien afirma ser el propietario, a pesar de no
encontrarse inscrito como tal en el Registro de Propiedad Vehicular.
Independientemente de la responsabilidad civil que pueda imputársele a quien
afirma ser el titular del bien mueble registrable, no podrá apreciarse un delito
de estafa ni de estelionato, a menos que haya mediado suplantación de
identidad o falsificación documental. A la luz de la presunción iuris et de iure
establecida en el artículo 2012° del Código Civil, la mera afirmación de ser el
propietario del automóvil no es idónea para generar un estado de error.

En la estafa contractual, que debe su nombre a la particular manifestación del


engaño típico en un «contrato criminalizado», el engaño se caracteriza por el
quebrantamiento de los deberes de declaración e información que les son
impuestos a las partes de un negocio jurídico, y que se derivan del principio
de la buena fe contractual, consagrado en el artículo 1362° del Código Civil,
según el cual «los contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según

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las reglas de la buena fe y común intención de las partes». Desde esta


perspectiva, según la cual los deberes jurídico-privados de declaración e
información vienen impuestos por la posición de garantía que la parte
contratante ostenta frente a su contraparte, se considera como engaño típico
de la estafa tanto las inveracidades positivas (suministrar información falsa)
como la ausencia de manifestación (inveracidad por ocultar información que
debía proporcionarse).

El modelo de la estafa contractual debe diferenciarse del mero incumplimiento


sobreviniente a la suscripción de un negocio jurídico, que como es sabido es
siempre impune. En efecto, la estafa contractual se caracteriza porque el
autor ab initio es consciente de la imposibilidad material de cumplir los
compromisos consignados en el negocio jurídico suscrito, y pese a ello induce
o mantiene en error a la víctima. Es el llamado dolo antecedente que
caracteriza a la estafa contractual. En esta línea, la doctrina jurisprudencial de
la Sala Penal del Tribunal Supremo español ha destacado que:

«Los principios de lealtad y buena fe que deben presidir las relaciones


contractuales obligan a las partes a exteriorizar y mostrar todas las
circunstancias que confluyen sobre el objeto del contrato y las personas de
los contratantes. Cualquier omisión de las cargas o gravámenes de la cosa
que va a constituir el objeto sobre el que ha de versar el consentimiento o la
ocultación de las circunstancias personales de uno de los contratantes sobre
su solvencia económica o sobre la capacidad o posibilidades reales de
cumplir con la prestación de la voluntad, son elementos sustanciales que
determinan la prestación de la voluntad o consentimiento necesario para
llevar a cabo el contrato. El engaño puede ser activo o positivo, realizando
una convincente exposición de ventajas inexistentes o puede ser omisivo,
ocultando o sustrayendo datos que si el otro contratante hubiera conocido le
harían desistir de su voluntad de contratar» [ Sentencia del Tribunal Supremo
español, de 31 de diciembre de 1996, ponente Martín Pallín ].

Asimismo, la modalidad de estafa contractual ha sido reconocida por la


jurisprudencia peruana en lo siguientes términos

«Se encuentra plenamente acreditado que los procesados concertadamente y


alternando unos y otros obtuvieron diversos créditos en artefactos en agravio
de diversas casas comerciales, premeditando no pagarlos; verificándose por
lo tanto la comisión del delito de estafa y responsabilidad penal» [Ejecutoria
Superior recaída en el Exp. Nº 2769-98, ponente Martínez Maraví. En: Rojas Vargas.
Jurisprudencia Penal Comentada, Ejecutorias Supremas y Superiores 1996-1998,
Gaceta Jurídica, Lima, 1999, p. 761].

Ciertamente la prueba del dolo ab initio no es sencilla, debiéndose contar con


evidencia suficiente a partir de la cual inferir que al momento de la
celebración del negocio existía una situación que objetivamente impedía
cumplir la obligación asumida, y que dicha situación era conocida por la parte
que la asumió y que fue ocultada a la contraparte, la cual no tenía el deber
de conocerla.

Si la dogmática penal ofrece criterios claros a partir de los cuales diferenciar


un mero incumplimiento contractual de una estafa contractual, la práctica del
Ministerio Público, según el cual se admite a trámite de investigación casi
toda denuncia que se presenta, fomenta el abuso del derecho penal, pues
aunque el caso no llegue a judicializarse, la sola instauración de una
investigación preliminar de carácter penal significará para el denunciado un
peregrinaje tortuoso por una senda muchas veces surrealista, en cuyo tránsito
deberá gastar en abogados e invertir valioso tiempo en preparar una defensa
que debería articularse en la vía civil. Así las cosas, es el propio sistema de
persecución penal el que ofrece condiciones auspiciosas para el abuso del
derecho penal, pues no se toma con seriedad la calificación de las denuncias
penales. Son pocos los casos en los que el Ministerio Público rechaza
liminarmente las denuncias carentes de razonabilidad argumental y/o de
sustento probatorio.

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Comentarios

15 Junio, 2010 - 19:50 — Vickhy Goicochea

Muy intersante y didáctico

http://www.enfoquederecho.com/?q=node/377[20/08/2010 10:55:51 a.m.]


«Estafa Contractual» y Criminalización de controversias comerciales | Enfoque Derecho

Muy intersante y didáctico artículo. Tengo una pregunta. Del artículo se infiere que
habrá estafa en tanto la falta u ocultamiento de información constituya la base
objetiva del negocio contractual, qué sucedería si se oculta información que a la
celebraciñon del contrato no constituye parte de la base objetiva; sin embargo, en la
ejecución del contrato resulta gravitante para el cumplimiento de las prestaciones.

Gracias.

responder

21 Junio, 2010 - 17:01 — jreaño

Gracias por su comentario

Gracias por su comentario Vickhy. La conclusión que anota es correcta,


aunque requiere de un matiz, en el sentido que corresponderá apreciar un engaño
típico de estafa siempre que: i) el ocultamiento de la información esté referido a un
aspecto cuya divulgación fuera competencia de quien la omite revelar; o, ii) la
información transmitida comporte la infracción de deberes de veracidad impuestos
por la normatividad sectorial que regula el negocio.

Si entendemos por base objetiva del negocio jurídico: "el conjunto de circunstancias y
estado general de cosas cuya existencia o subsistencia es objetivamente necesaria
para que el contrato, según el significado de las intenciones de ambos contrantes,
pueda subsistir como regulación dotada de sentido" [la definición es de Karl Larenz],
en la variante consultada sólo podríamos postular la existencia de una estafa si se
cumplen dos condiciones; a saber, i) que una de las partes del contrato --el autor de
la estafa-- tuviera conocimiento al momento de negociar y celebrar el negocio que
una determinada circunstancia, integrante de la base objetiva del negocio, fuera a
desaparecer en la fase de ejecución de la prestación; y, ii) que la normatividad
sectorial aplicable imponga el deber de revelar el conocimiento de dicha circunstancia
que será sobreviniente a la celebración.

La regla general para determinar el engaño típico de la estafa es: "Habrá engaño
típico de estafa cuando exista una razón normativa que permita afirmar que el acto
de disposición patrimonial perjudicial es competencia del estafador, y no del
propio titular del patrimonio". Este es el baremo que permite distinguir las ganancias
fruto de la habilidad negocial de las que son producto de una estafa.

José Reaño Peschiera

responder

24 Junio, 2010 - 11:13 — Silverio Alvarado

Doctor Reaño. Es usted un

Doctor Reaño.
Es usted un verdadero maestro; su trabajo no sólo es excelente sino que -además-
es un gran e importante aporte en el tema de los "contratos criminalizados".

Le pido que me permita usar su nombre como referente en la materia, así como usar
parte de su trabajo con mención expresa de su autoría, cuando en alguna ocasión
deba yo referirme a este asunto.

Felicitaciones y gracias

Atte.
Silverio Alvarado

responder

24 Junio, 2010 - 19:21 — jreaño

Estimado Silverio: Si está

Estimado Silverio:

Si está interesado en la dogmática de la estafa y, en particular, en su configuración a

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través de contratos criminales, le recomiendo consultar la tesis doctoral de la Prof.


Nuria Pastor Muñoz, publicada bajo el título: "La determinación del engaño típico en
el delito de estafa", Marcial Pons, Madrid / Barcelona, 2004. A mi juicio, es el mejor
trabajo que sobre el tema se ha escrito en nuestra lengua.

Un saludo y gracias por su comentario,

José Reaño Peschiera

responder

8 Julio, 2010 - 11:10 — Carlos

Saludos Dr. Reaño: Tomando

Saludos Dr. Reaño:


Tomando en cuenta el dolo antecedente, deseo hacerle una consulta. ¿La emisión de
una Orden de Pago(Cajas Municipales), producto de una relación contractual, puede
considerarse como Estafa COntractual?
Considero prudente que, si bien es cierto la Orden de Pago no es un Titulo valor, por
extensión podría darse un tratamiento de Libramiento indebido a las órrdenes de
pago impagas. Agradezco su apreciado su comentario.
Carlos.

responder

9 Julio, 2010 - 14:34 — Donny Pedreros

Estimado José: Me parece

Estimado José:

Me parece muy interesante y bastante útil la exposición sobre la estafa contratual,


pues es recurrente encontrar este tipo de acciones que lindan con el incumplimiento
contratual. No cabe duda que el tema probatorio resultará vital.

En efecto, el desarrollo que realiza Nuria Pastor es bastante profundo,incluso expone


soluciones a los casos de la "víctima estructuralmente débil"?, entendiendo a ésta
como aquélla que tiene capacidades intelectuales y volitivas disminuidas y quienes
por tanto resultan ser más vulnerables.

El desarrollo que se hace de este tema se centra en definir si la contratación del autor
con una víctima de estas características debe tener un tratamiento diferenciado con
la de una víctima normal. ¿Los deberes de veracidad, de información, que tiene el
autor son los mismos?.

Por un lado, Pastor señala que si se trata víctimas inimputables (donde existe un
déficit de conocimiento relevante para el derecho), estaremos frente a una
sustraccíón y no a una estafa, pues el autor no puede pretender que la víctima
realice un acto de disposción en "sentido jurídico, idóneo para dar lugar a una nueva
situación jurídica".

Por otro, en los casos de déficit de conocimiento irrelevante para el derecho (donde
la debilidad no fundamenta la concurrencia de la inimputabilidad, v.gr. persona de
poca formación cultural), se indica que es relevante penalmente si el autor ha
"adaptado" su comportamiento a la debilidad de la víctima para sacar provecho de la
situación asumiendo por tanto mayores deberes de información, no siendo exigible
únicamente el mero conocimiento de tal debilidad.

Considero ambas soluciones bastante acertadas, sin embargo hay más consenso en
el primer caso que en el segundo. En éste, otras posiciones exigen siempre un mayor
deber de información por parte del autor cuando se está frente a estas "víctimas".

Esto sigue siendo un asunto debatible ¿Que opinión les merece al respecto?.

Finalmente, en relación a los casos de formalización fiscal de denuncias sobre


asuntos que deben ventilarse en la vía civil, creo que pasa porque luego de dicha
formalización aquél ya no conocerá más el caso, se olvida del mismo, dejando la
investigación en manos de un Juez (C. de P.P.). Esperemos que estos casos no sean

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tan recurrentes en los distritos donde se aplica el nuevo código procesal penal, donde
el fiscal que conoce del inicio de la denuncia es el mismo responsable de la
investigación durante todo el proceso.

Saludos cordiales,
Donny Pedreros

responder

16 Julio, 2010 - 12:19 — Gloria

Buenas tardes Dr. Reaño: Me

Buenas tardes Dr. Reaño:


Me parecio interesante este articulo y sinceramente no sé casi nada de leyes, pero
quisiera hacerle una conculta, ¿Podría yo considerar como un engaño contractual
cuando la institución en la cual labore desde enero hasta la fecha no me cancela los
meses trabajados, no habiendóse firmado ningún tipo de contrato? Cuál sería mi
situación, ya que trabaje para una institución pública y el ministerio de trabajo no me
puede ayudar? ¿A que institución podría recurrir?. Gracias por la atención prestada y
espero pueda responderme.

Atte.

Gloria.

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