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representativos.
Lo que s podra generar es que algn sindicato simplemente inscripto llegara a plantear (sobre la base de los
argumentos dados en el fallo) el derecho a la tutela sindical de sus representante pero de ningn modo el
reconocimiento de la "personera gremial" en tanto no cumpla con los requisitos que establece la ley.
Los cambios necesarios no estn en la ley
Entiendo que el rgimen jurdico de las asociaciones sindicales recepta todos los derechos y garantas que
exige la OIT y que son necesarios para el cumplimiento de los fines sociales que deben perseguir los sindicatos.
Las dificultades que se presentan en el camino hacia ese objetivo (que no es otro que la mejora de las
condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores) tienen que ver con otras cuestiones que no hacen a la letra de
la ley.
En primer lugar hace falta un mayor control para que efectivamente se cumplan las disposiciones que tienden
a proteger la libertad y la democracia. En particular, controlar que las empresas sean ms respetuosas de la libertad
sindical.
En segundo lugar, hace falta que los jueces interpreten la ley en el sentido con el que fue concebida y no de
modo restrictivo, fundamentalmente, en relacin con el artculo 47 y en el decreto reglamentario en cuanto acota
la tutela sindical.
Por otro lado, en algunas organizaciones sindicales hace falta fortalecer su democracia interna para garantizar
que la representacin unificada sea genuina y la creacin de un sindicato paralelo sea la ltima ratio de los
mecanismos previstos en la ley. Para ello tambin es importante que el Ministerio de Trabajo asuma su rol de
control, porque el objetivo es que exista pluralidad, pero al interior del sindicato.
Pero de todos modos, un sistema democrtico y dinmico no se consigue atacando la fortaleza de los
sindicatos, ni modificando la ley, sino que depende de cambios de fondo mucho ms profundos. En donde sean
bajos los porcentajes de afiliacin o los porcentajes de participacin, es difcil que una norma pueda lograr que sea
ms democrtica la vida interna de esa asociacin. Es necesario modificar las pautas culturales que han
estigmatizado la participacin y el compromiso, dado que todava subsisten notorios vestigios del "no te mets" y
el "slvese quien pueda".
(1) ERMIDA URIARTE, Oscar "Apuntes sobre la huelga", 1 edic., Montevideo 1982, pg. 12 y 2 edic.
Montevideo 1996, pg.14.
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