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EL CONCEPTO DE ANTITRABAJO EN EL /TOMO II

DE LA /CRITICA DE LA RAZON DIALECTICA


DE JEAN PAUL SARTRE, Y LA RELACION CON LOS
TALLERES NACIONALES DE 1848, EN PARIS

( UN ENSAYO CRITICO )

AUTOR DR. ELISEO RABADÁN FERNÁNDEZ

• INDICE
• Introducción
• PRIMERA PARTE : LOS TALLERES NACIONALES

1.1 El contexto histórico


1.2 La Revolución de siete semanas
SEGUNDA PARTE: ANTITRABAJO, LUCHA Y CONFLICTO EN EL TOMO II DE LA

CRITICA DE LA RAZON DIALECTICA


2.1 La relación trabajo/conflicto, como constitutiva de la historia humana
2.2 Lucha y colaboración
2.3 Contradicción y lucha. Estructuras versus praxis
2.4 La unidad y sus formas
2.5 Antitrabajo

TERCERA PARTE: REFLEXIONES CRITICAS


3.1 Aspectos positivos del planteamiento sartreano
3.2 Aspectos negativos del planteamiento
APENDICE
BIBLIOGRAFIA

INTRODUCCION
Tras la muerte de Sartre, en 1980, han sido publicadas por la editorial Gallimard, tres obras,
que, si bien, como nos advierte el editor, son textos inacabados, el mismo Sartre deseaba que
fuesen publicados después de su muerte. De los tres libros, nos ocuparemos del que mas
importancia tiene para la investigación filosófica, que seria, el tomo 2 de la /Critica _de la
Razón _Dialéctica/, subtitulado “La inteligilibidad de la Historia”. Aparece este texto en
1985, y de él se han realizado poquísimos estudios. En español, hasta donde he podido saber,
no ha sido publicado todavía ningún comentario.
En este ensayo, me centrare en un problema muy concreto, a saber: el concepto de
“antitrabajo”. Concepto que, tal como lo exponen los editores en un glosario, al final de la
obra, se definirla como sigue:
“actividad antagonística doble (o plural), productora de objetos _a considerar como
resultados de una colaboración negativa, que ninguno d e los adversarios reconoce como
suyos”.
Para analizar estas nociones, Sartre recurre al problema planteado en el
Paris de 1848, en lo que se conoce como “Talleres Nacionales”.
Pensamos, de acuerdo con Ronald Aronson, (1987), que el problema central de este tomo dos
de la Critica, gira en torno a esta cuestión:
“de que manera dos grupos en lucha “colaboran en un trabajo común”?.(1)
Ahora bien, Sartre mismo, al referirse a los Talleres Nacionales, los define como
“totalizaciones en curso”, que son, en palabras de los editores, “trabajo de síntesis y de
integración a partir de circunstancias determinadas y en función de un objetivo; la
totalización define a la misma praxis? (2)
Aunque Sartre desarrolla especialmente el proceso del ascenso _al poder de Stalin, a lo largo
de dos terceras partes del libro, el caso de los Talleres, nos será muy útil para entender
posteriormente el caso del estalinismo. Vemos la importancia que Sartre da a esta cuestión,
en sus propias afirmaciones al respecto:
“ ... si la Historia es totalizante, hay totalización de la lucha en tanto que tal (poco importa,
desde el punto de vista formal donde nos coloquemos, que esta lucha sea un combate
singular, una guerra o un conflicto social). Y si esta totalidad es dialécticamente
comprensible, es necesario poder captar en la experiencia a los individuos y a los grupos en
lucha, como colaborando de hecho en una obra común ... ... En cuanto a los Talleres
Nacionales y a los objetos sociales nacidos de una lucha, se podría llegar a sostener que son
realidades históricas solamente en la medida en que no son conformes a ninguno de los
proyectos que los han realizado en el antagonismo reciproco. Tienen una suerte de existencia
propiamente histórica en la medida en que, hechos por los hombres, les escapan (inclusive si,
como convención, son ellos mismos agrupamientos) sin recaer por tanto en el nivel de la
materia no trabajada...”. (3)
Un planteamiento que presenta, a mi juicio, una novedosa aclaración respecto del
“marxismo” de Sartre, se refiere a lo que Èl mismo expone como “contradicción formal en la
teoría marxista”. Esta contradicción radica en el hecho mismo de que el planteamiento de la
lucha de clases como “motor de la Historia”, forma parte Èl mismo de ese desarrollo de la
Historia. En otros términos: aunque, en determinados momentos de la Historia, el
materialismo dialéctico haya sido “útil”, en la medida en que los marxistas se preocupaban
por el Éxito material de sus hipótesis, ello no impide que el problema de la “inteligibilidad
formal” permanezca sin solución. Cuando la maquina parece “trabarse”, es cuando surge el
problema. Veamos cómo plantea Sartre la cuestión:
El marxismo es verdadero rigurosamente si la Historia es totalización; ya no lo seria, si la
historia humana se descompone en una pluralidad de historias particulares o si, de cualquier
manera, en el seno de la relación de inmanencia que caracteriza el combate, la negación de
cada adversario por el otro es por principio destotalizante ... Nuestro propósito es,
únicamente, establecer si, en un conjunto práctico desgarrado por antagonismos (sea que
haya múltiples conflictos o que se reduzcan a uno solo), los desgarramientos mismos son
totalizantes y arrastrados por el movimiento totalizante del conjunto. Pero si establecemos, en
efecto, este principio abstracto, la dialéctica materialista como movimiento de la Historia y
del conocimiento histórico no tiene otra cosa sino probarse por los hechos que ella misma
aclara o, si se prefiere, que descubrirse a sí misma como un hecho y a través de los otros
hechos”. (4)
Sartre considera que es suficiente estudiar los conflictos dentro de un grupo organizado, para
que la opacidad de los productos del antitrabajo, productos que conllevan la deformación, la
semi ineficacia, la ineficacia total, la contraeficacia, sean reconstruidos, desde la perspectiva
de la inteligibilidad dialéctica. Si el trabajo es definido como una “operación material
encaminada a producir un determinado objeto, como determinación del campo práctico y en
vistas a cierto fin, debemos nombrar antitrabajo a la doble actividad antagonística , puesto
que cada sub grupo trabaja para destruir o desviar el objeto producido por el otro...”. (CRD,
T. 11, 105-106)
Nuestra labor, por tanto, consistirá en mostrar cómo es posible acceder a una inteligibilidad
del hecho histórico, para lo que es necesario desarrollar el ejemplo de los Talleres
Nacionales, y posterior mente, realizar un análisis de los términos planteados por Sartre, que
nos puedan aportar los elementos necesarios para realizar el análisis critico de toda la Critica
sartreana. (5)
PRIMERA PARTE
LOS TALLERES NACIONALES
1.1 El contexto histórico:

Jean Sigmann, (1977), plantea el caso de Paris, en la primera mitad del siglo XIX, como una
especie de “mito revolucionario europeo”. Las revueltas en Londres, no son lo mismo que en
Paris. Los obreros londinenses buscan obtener ventajas laborales. Los parisinos quieren el
control del Gobierno. Por otra parte, la crisis económica de 1825-32, que golpea más
duramente al Reino Unido que a Francia, provoca en Paris el levantamiento popular y el
derrocamiento de un rey en 1837. ... El ebanista londinense Lovett no piensa, como sus
congéneres del faubourg Saint Antoine, en levantar barricadas para obtener el sufragio
universal. Revolucionaria por principio, ya que rechaza los fundamentos mismos del
régimen, la oposición republicana y obrera de Paris acepta en un clima pasional los riesgos de
la acción revolucionaria: renacen los recuerdos del 10 de agosto de 1792 y con ellos el sueño
de una nueva república conquistada por Paris para toda Francia. La historia revolucionaria
pesa sobre París y no sobre Londres ... 11. (6)
A pesar del periodo de expansión económica que sucedió a la depresión de 1825-32, otra
recesión entre 1845 - 47 trae nuevos vientos revolucionarios. Francia se enriquecía, si, pero
las dificultades campesinas y la miseria obrera muestran que la única beneficiaria del
progreso era la burguesía. Las clases populares, divididas en Francia entre campesinos y
obreros, tenían diversos intereses. Los campesinos, “que no comprendían la diferencia entre
una república y una monarquía”, velan en Napoleón, el /petit caporal,/a través de la tradición
oral, a un amigo de los campesinos. Será axial, en palabras de Sigmann, como,”votando
masivamente por su sobrino en diciembre de 1848, los electores del campo harán una
estrepitosa entrada en la historia”. El proletariado industrial sigue siendo una minoría: “hacia
1848, los obreros de fábrica no suman más que un millón doscientos cincuenta mil mientras
que el número de trabajadores a domicilio se eleva a cuatro millones. Describir la formación
de la nueva clase, evocar sus condiciones de vida y de trabajo seria incurrir en repeticiones.
Porque en Francia, como todos los países continentales que entraron detrás de* *ella en la vía
de la industrialización, sigue el “modelo” ingles, aunque a un nivel menos elevado... ...La
esperanza de un aumento de salario o de una disminución de la jornada de trabajo (la
reivindicación de una jornada de diez horas aparece, como en Inglaterra, hacia 1840) pudo
impulsar a los obreros de la gran empresa a movimientos improvisados ... ... La conciencia de
clase es un sentimiento intermitente. La idea de derrocar el orden social está ausente”.
(Siegmann, op. cit.; p. 65) . La burguesía no puede clasificarse bajo un criterio unificador; es
decir, debemos tener presente la existencia de una clase menos numerosa y cohesionada de lo
que pareciera desde su ascenso, un tanto paradójico, en opinión de Siegmann. (7)
Concluyendo, y coincidiendo con la opinión de Siegmann, “vista desde Paris, la revolución
de 1848 aparece como la victoria de las clases obreras sobre la burguesía”. (Siegmann, op.; p.
66). Contra quienes pretendían llegar al “sufragio universal” a través de reformas
parlamentarias, contra aquellos que Siegmann llama los aprendices de brujo de la Cámara de
diputados”, “algunos miles de parisienses erigirán barricadas y derrocarán a Guizot, al rey, a
la monarquía y al sistema parlamentario”.
Los hechos revolucionarios de febrero de 1848, que Siegmann describe como un “drama en
tres actos”, son importantes para comprender la idea sartreana de antitrabajo, en especial el
tercer acto del drama.
“Tercer acto. Para obtener la consagración de la calle, única autoridad real, y para no ser
postergados ¿ quién puede serlo nunca?, tan pronto como lo permite el obstáculo de las
barricadas, los siete notables ganan el Hotel de Ville, esas “Tullerías del pueblo”, rodeado por
una muchedumbre tumultuosa y que ocupan mocetones armados y resueltos. Encuentran por
fin una oficina y comienzan a repartirse carteras ministeriales, en medio de un indescriptible
tumulto salpicado con alegres disparos.
• ¡Tarea cómoda entre compinches ! Pero hacia las ocho d e la noche aparecen con
naturalidad cuatro hombres que se dicen elegidos después de una discusión con las
sociedades secretas en los locales de La Reforme: tres periodistas, Armand Marrast,
Ferdinand Flocon, Louis Blanc y un desconocido Albert. Molestos, los otros deben
apretarse un poco!. Luego los once pasan a la sala del consejo municipal colmada por
completo para recibir de manera relativamente oficial la investidura popular ... ‘y. (8)

1.2 La Revolución de siete semanas:


Esta “revolución romántica” será motivo de la reflexión sartreana en el Tomo 2 de la Critica,
que, como veíamos en la Introducción, será sólo un ejemplo previo al desarrollado más
ampliamente, cuando analice Sartre el ejemplo del estalinismo, como “encarnación” de la
Revolución rusa de 1917, tras la desaparición de Lenin. En cierto modo, Louis Blanc será
semejante a Trotsky. Pero continuemos con el asunto d e la “explosión” de 1848.
“El pueblo de Paris, nos dice Siegmann, está poseído de la “ilusión lírica”: “Por fin se va a
constituir una sociedad justa cuyos miembros serán todos libres e iguales Después,
quién sabe si con la ayuda del contagio muy pronto toda Europa no va a transformarse en una
federación de pueblos libres?. Después de todo, solamente es necesaria la rectitud y la
energía de parte del gobierno provisional .... (op. cit.; p. 187). Nacen más de trescientos
periódicos, y sin embargo, en Paris, la acción de los clubes eclipsa a la de la propia prensa.
Surgen cerca de cuatrocientos clubes. Los que surgen de las sociedades secretas son
“verdaderamente temibles”. Auguste Blanqui funda la Sociedad republicana central, que
atrae al “bello mundo” parisino, (Baudelaire, Sainte-Beuve), pero cuando descubren que no
son sólo bellas palabras en boca de un elegante hombre bien vestido, sino propuestas políticas
concretas, huyen asustados de esa teoría de la revolución permanente. Armand Barbès,
áspero y duro, funda el Club de la revolución. La rivalidad con la sociedad fundada por
Barbès, radicalizará las posiciones iniciales del Club fundado por Blanqui. “Las promesas
ilusorias -nos dice Siegmann- marcarán todas las empresas de los voceros del pueblo
parisiense. El gobierno aprenderá poco a poco a servirse de ellas, pero en varias ocasiones
cuestionará su existencia” (Siegmann; op. cit.; p. 189).
Un obrero, Marche, presenta al gobierno un pliego petitorio, elaborado en las oficinas de la
Démocratie pacifique de Considérant, que el mismo Louis Blanc hubiera podido rubricar.
“Enfrentado ruidosamente a las autoridades, Marche comenta lacónicamente: “ La
organización del trabajo, el derecho al trabajo inmediatamente! Tal es la voluntad del pueblo.
¡El espera! ¿Qué hacer sino ceder?. Y Louis Blanc redacta con la alegría que es de suponer el
famoso decreto: “El gobierno de la República francesa se compromete a garantizar la
existencia del obrero por el trabajo ( ... ) a garantizar el trabajo para todos los ciudadanos.
Reconoce que los obreros deben asociarse entre ellos para gozar del beneficio de su trabajo”.
En pocas horas - afirma Siegmann - la república se ha convertido, en los papeles, en ¡
socialista !”. (Siegmann, op. cit.; p . 190).
En medio de la “fiebre revolucionaria”, en medio de la elocuencia de un poeta, Lamartine,
que ante el temor a causar excesivo recelo en el exterior de Francia, trataba de no acceder a la
implantación de “un nuevo símbolo”, (la bandera roja), y la elocuencia fria de un tribuno, un
gobierno que es, en palabras de Siegmann, “prisionero” de la revoluciÛn “social”, se logra
continuar, a pesar de “esa marea que suba y resonaba como un trueno”, el intento de controlar
los fervores “románticos” del pueblo.
“Al día siguiente (28 de febrero de 1848), divididos en cuerpos de oficios, (construcción e
imprenta, especialmente), 2000 obreros vienen a reclamar la creación de un “ministerio del
Progreso”, es decir del Trabajo. Concertada o no con Louis Blanc, esta reivindicación está
dentro de la lógica del decreto del 25, cuya primera aplicación práctica parece ser, el mismo
28, bajo la denominación de Talleres nacionales (en realidad se trata de talleres de caridad),
una institución revolucionaria. Satisfacerla equivaldría a confiar a un teórico de “la
organización del trabajo” la misión oficial de instaurar el socialismo. Una vez más la mayoría
es superada. Por una transacción que calma las susceptibilidades de la extrema izquierda, se
decide la formación _inme_diata de una “ComisiÛn del gobierno para los trabajadores”.
Sesionando en el Luxemburgo en lugar de la C·mara de los pares, bajo la presidencia de
Blanc asistido por Albert, compuesta por delegados obreros y pa≠tronales a los que se
agregar·n cuatro escritores socialistas y econo≠mistas, tiene como misiÛn “expresa y especial
ocuparse” de la suerte de los obreros. Reunida el 12 de marzo, propone la aboliciÛn del
/marchandage/ (especialmente en la construcciÛn, los jefes de equipo, *ver≠daderos
subcontratistas, explotan sin verg¸enza *a los compaÒeros que contratan), y la reducciÛn de
la jornada de trabajo ... ... Pr·cticamen≠te ahogado, el gobierno hizo promesas cuya
realizaciÛn se considera se≠gura: a comienzos de marzo, øpor quÈ dudar, entonces, d e la
eficacia social de los Talleres y de la ComisiÛn del Luxemburgo que dirige Louis Blanc?. El
compromiso de retomar la tributaciÛn indirecta (impuestos a la sal, las bebidas, etc.) y los
decretos del 2 de marzo, øno represen tan en fin la prueba de una activa simpatÌa hacia las
“clases obreras”?.” (9)
Los extremistas pierden el control de las calles de Paris. El 23 de abril de 1848 ser·n
derrotados por el voto de los franceses, “que los condena sin apelaciÛn”. La insurrecciÛn
obrera de junio ser· la “˙ltima manifestaciÛn de las ilusiones perdidas y la desesperaciÛn”.
“Los obreros ?en palabras de Siegmann y no solamente los beneficiarios d e la instituciÛn,
ven en los Talleres un recuerdo ?la victoria popular de febrero? y un sÌmbolo: el derecho al
trabajo. Para la asamblea, in≠tÈrprete del paÌs, la existencia de los Talleres es un esc·ndalo
finan≠ciero (150.000 francos por dÌa), moral (m·s de 100.000 inscritos paga≠dos por no hacer
nada) y polÌtico: Marie habla favorecido la creaciÛn de un Club de Talleres nacionales y el
ingreso de los obreros que Èl creÌa controlar en la guardia nacional; la penetraciÛn de la
propagan≠da “demagÛgica” en un medio destinado a combatirla fue una de las lec≠ciones
del 15 de mayo. Las medidas que anunciaban la disoluciÛn provo≠can una serie de motines
espont·neos que degeneran en una guerra estric tamente social: contra los insurrectos del
hambre, la guardia nacional y la guardia mÛvil combaten con mayor ardor que el ejÈrcito;
varios mi≠les de muertos del lado de los insurrectos, 1.000 en las filas adversarias ... ... Las
provincias arden por combatir, armas en manos, a los per≠petuos revoltosos que se niegan a
inclinarse ante el sufragio univer≠sal. øCÛmo sorprenderse si despuÈs de una atroz
represiÛn, seguida d e la anulaciÛn de las conquistas sociales de la revoluciÛn ... ... el
dere≠cho al trabajo no es introducido en la constituciÛn... ...los proleta≠rios redescubren,*
*m·s all· de los sueÒos de febrero, el mito bonapar≠tista ... ... La impresionante victoria de
Luis NapoleÛn el 10 de diciembre de 1848 se debe, como hemos dicho, ante todo al
campesinado...” (Siegmann; op. cit. pp. 197?98).
La esperanza de Louis Blanc de lograr una transformaciÛn pacifica de la sociedad se vela
completamente frustrada. La derrota por el vo≠to era tajantemente cerrada por la derrota por
las armas. Las elecciones ponÌan de manifiesto “el car·cter minoritario del socialismo en
Francia a mediados del siglo XIX. Sin embargo, estas luchas aportan enseÒanzas claves para
la historia del socialismo. Marx criticar·, en sus escritos _La lucha de clases _en Francia, y El
dieciocho Brumario de _Luis Bonaparte, _las consignas “derecho al trabajo” y “organizaciÛn
del *trabajo” *y les opondr· exigencias como la aboliciÛn de la condiciÛn de asalariado y la
de la lucha de clases. Ser· la Comuna de Paris de 1871 el hecho que seÒalar· un giro decisivo.
Sin duda, los setenta y dos dÌas de la Comuna “conmover·n” la historia del socialismo. Ha
llegado el momento, sin embargo, de pasar, una vez planteado el contexto histÛrico, al
planteamiento filosÛfico, que abordaremos, en primera instancia, desde la propia perspectiva
de Sartre, tal como la desarrolla en CRD, II.

*SEGUNDA PARTE *

* *

*ANTITRABAJO, LUCHA Y CONFLICTO** ** *


*EN EL TOMO DOS DE LA CRITICA DE LA RAZ**”**N DIAL…CTICA *
*2.1 _la relaciÛn trabajo?conflicto, como constitutiva _de la _historia
_humana: *
Dos problemas esenciales son seÒalados por Sartre. En primer lugar, se pregunta si pueden
estar “en el interior de un grupo, las actualiza≠ciones reales de una contradicciÛn en
desarrollo”, mediante la praxis com˙n, (sea Èsta en tanto individuos comunes, individuos o
sub grupos). Para completar adecuadamente el planteamiento de esta primera cuestiÛn, Sartre
afirma que:
“...Mas, para poder asimilar un combate a una contradicciÛn, y los adversarios a los tÈrminos
de la contradicciÛn en curso, seria preciso que pudieran ser considerados como las
determinaciones transitorias de un grupo m·s amplio y m·s profundo, cuyo conflicto
actualizarÌa una de las contradicciones presentes; de una manera inversa seria necesario que
el grupo retotalice y supere su lucha sin piedad hacia una nueva reunificaciÛn sintÈtica de su
campo pr·ctico y una reorganizaciÛn in≠terna de sus estructuras. Tendremos que determinar
si esta condiciÛn puede ser cumplida, si lo es alguna vez o siempre y quÈ clase de rela≠ciÛn
implica ?en el caso en que sea cumplida? entre la pareja antago≠nista y la sociedad que la
sostiene y la rodea. Ser· preciso, por otra parte, volver a encontrar en la singularidad de cada
lucha, a partir del grupo en el cual se engendra, los tres caracteres de la inteligi≠bilidad
dialÈctica, es decir, la totalizaciÛn, la particularizaciÛn y la contradicciÛn ... 11. (10)
La segunda cuestiÛn se refiere, en el planteamiento sartreano, a1 problema del “proceso
objetivo”. “La lucha , nos dice Sartre, determina acontecimientos, crea objetos, y Èstos son
sus productos”, (CRD; T. II; p. 20). Los productos de la lucha son, al ser ellos mismos
humanos, am≠biguos, insuficientemente desarrollados. Sin embargo, desde la perspectiva
sartreana, estos objetos van a ser los factores y las condicio≠nes de la historia ulterior”.
Desde su condiciÛn de indeterminaciÛn, estos objetos “hipotecan” el futuro y comunican a
la lucha que se ins≠taura a partir de ellos “su opacidad de cuestiones mal planteadas, de
problemas mal resueltos, de liquidaciÛn mal hecha”. (CRD;
T. II; p.20). Para Sartre, la RazÛn positiva estar· plenamente a gusto ante estos problemas, a
los que proceder· a clasificar, reduciendo lo complejo a elementos m·s simples. Estudiar· (por
ejemplo, en el caso de los Talle res nacionales, de 1844), sucesivamente el proyecto inicial, la
res≠puesta, la respuesta a la respuesta, quedar· satisfecha si *puede “ex≠plicar” cada *uno de
*los caracteres *del objeto estudiado relacion·ndolo con la acciÛn de uno de los grupos o con
la reacciÛn de los grupos ad≠versarios. Ser·, sin embargo, insuficiente este esfuerzo
explicativo, al encontrarnos con que los hechos analizados se nos presentan como _aporÌas,
_que son a un tiempo resultados de una “obra com˙n”, que es, sin embargo, seg˙n muestran
los propios productos de la Historia que son objeto de nuestra consideraciÛn, una obra que en
realidad nunca ha existido sino como anverso inhumano de “dos acciones opuestas que
tra≠tan de destruirse entre sÌ”.
“ ... En la perspectiva dialÈctica, volvemos a encontrar estos obje≠tos como producciones
humanas y proveÌdas de un porvenir (los Talleres nacionales se definen a partir de una
necesidad social del momento y como la obra que puede satisfacer esta necesidad): as!
parecen, por sÌ mismos, totalizaciones en curso...”. (11)
El ejemplo de un campo de batalla arrasado, plantea la cuestiÛn d e la Historia como evento
totalizante; en la guerra, hay totalizaciÛn de la lucha en cuanto tal. Es preciso poder
comprender la lucha como “la objetivaciÛn de un grupo trabajando”, formado Èl mismo por
dos subgru≠pos antagonistas. En el caso de nuestra investigaciÛn, centrada en los Talleres, se
plantea el problema, al igual que sucede en el caso de otros objetos sociales, de hasta quÈ
punto histÛricos. Se plantea, e n otros tÈrminos, si estos acontecimientos, por exceso de
“indetermina≠ciÛn”, debida a la no?significaciÛn dada a los mismos por sus antago≠nistas, o
inclusive, en algunos casos, por la “sobredeterminaciÛn” de≠bida a lo que Sartre llama
“exceso de trabajo humano”, pueden ser his≠tÛricos, o en quÈ sentido lo son. Y no se trata,
advierte Sartre , de alienaciÛn, (aunque en la base misma de la lucha se halla la alienaciÛn
como “superada y conservada”); no son ni la materialidad inanimada, ni la serialidad las que
“roban”, en tÈrminos de Sartre, a cada adversa≠rio su acto:
“. . es cada uno quien roba su acto al otro, es en la reciprocidad de los grupos ya constituidos
contra la serialidad y la alienaciÛn, donde se forja, precisamente, este proceso nuevo y vivo
que nace d el hombre y que le escapa.
Estos problemas tienen una importancia capital: ha sido suficiente formularlos, para
franquear un nuevo umbral de la experiencia crÌtica; acabamos, en efecto, de reencontrar la
Historia. Naturalmente, se _pre_senta bajo su forma m·s abstracta...”. (12)
En este momento Sartre vuelve a plantear una concepciÛn central en su idea de la DialÈctica:
la de escasez. La inteligibilidad de la lu≠cha, la de la Historia, sÛlo ser· posible desde la
perspectiva de la escasez. Ser· definida, aquÌ, como elemento condicionador de conflic≠tos y
luchas sociales, como “negaciÛn del hombre por la Tierra, nega≠ciÛn que se interioriza
como negaciÛn del hombre por el hombre”. Las luchas no son, nunca, en ning˙n lugar,”£
puros accidentes de la histo≠ria humana”. “Representan la manera misma en que los
hombres viven la escasez en su movimiento perpetuo para superarla”. (CRD.; T. II; p.22).
Mientras no se haya logrado que la abundancia sea el nuevo rasgo qu e determine las
relaciones de los hombres con el Universo, los desplazamientos de la escasez (del producto,
de la herramienta, del conoci≠miento, etc.) ser·n vividos como desplazamientos de las luchas
humanas. Desde el momento en que esta teorÌa no puede ser demostrada como poseedora de
una validez a prior°, ya que la escasez como fundamento de las relaciones de reciprocidad no
se da en todos los casos analizados, Sartre acepta que lo ˙nico que podemos inferir de sus
planteamientos es que la lucha “engendra productos que, desde un punto de vista, (el de la
escasez puede ser considerada como unidad, que engendra productos que ser·n las
circunstancias materiales que deber·n superar otras generaciones lanzadas a otros conflictos”.
(CRD; T. II. p. 23). La lucha, en tanto que desborda a los propios adversarios, se engendra a
si misma como su propio proceso. Sin embargo, remite constante≠mente a la praxis que ser· a
su vez otra, diversa, de lo que cada uno de los grupos ha proyectado.
Esto mismo es, precisamente, el proceso histÛrico, en tanto que
“temporalizaciÛn en curso de la historia humana
En estos planteamientos, Sartre va a encontrar lo que Èl denomina una “contradicciÛn formal
en la teorÌa marxista”. Esta contradicciÛn radica en el hecho de que el materialismo histÛrico
pretende que el motor de la historia sea al mismo tiempo su fundamento epistemolÛgico.
Dicho en otros tÈrminos: la lucha de clases y el principio de inteli≠gibilidad de la misma ,
tÈrminos opuestos, no son adecuadamente diferenciados en la interpretaciÛn marxista de la
Historia. Veamos en quÈ _tÈr_minos lo plantea el texto de la Critica que nos ocupa:
“ ... si la lucha de clases debe ser inteligible a la razÛn dialÈctica del historiador, es preciso
poder totalizar las clases en lucha y ello nos lleva a descubrir la unidad sintÈtica de una
sociedad desgarrada de lleno ... ... siendo la contradicciÛn dialÈctica inmanente, es decir,
siendo un desgarramiento mantenido y producido por la realidad que Èl mismo desgarra,
øhay una unidad de las diferentes clases, que sostiene y produce sus conflictos
irreductibles?...”. (13)
Lo que Sartre critica a los marxistas es, precisamente, su preocu≠paciÛn por mostrar la
utilidad pragm·tica de la teorÌa, en casos con≠cretos, pero no les interesa si, formalmente, su
propia teorÌa fraca≠sa. Esta cuestiÛn, que es la que Sartre analiza en el Tomo II de la
_CrÌtica, _es la misma cuestiÛn que ya preocupaba a Merleau?Ponty en /Las aventuras de la
dialÈctica/, y que, como veremos, es una cuestiÛn de crucial importancia para entender el
propio planteamiento de Sartre, tal como expresa Ronald Aronson. Por ahora, es suficiente
seÒalar que, “cuando la m·quina parece trabarse”, es cuando los problemas formales salen a
la luz, y con ellos, la necesidad de replante·rselos. Tal co≠mo Sartre lo plantea, “el marxismo
es verdadero rigurosamente, si la Historia es totalizaciÛn; no lo es si la historia humana se
descompone en una pluralidad de historias particulares o si, de cualquier manera, en el seno
de la relaciÛn de inmanencia que caracteriza el combate, la negaciÛn de cada adversario por
el otro es por principio _destotalizan≠te”. _Esto no implica, en opiniÛn de Sartre, sino el
hecho de que si la lucha, los conflictos, son parte de un orden m·s amplio, que se plan≠tea
dialÈcticamente como totalizaciÛn en curso, el propio marxismo no seria sino una parte de
ese proceso, y no el marco privilegiado, des≠de el cual se plantearla el desarrollo de la
Historia. La misma crÌtica cabria plantear a quienes pretenden otras formas de presentar la
Historia como un proceso cerrado. (Me refiero concretamente al caso del planteamiento de
Fukuyama).
*2.2 _Lucha y colaboraciÛn:_*_* *_
Las luchas entre grupos, entre diversas praxis en conflicto, son _in_teligibles desde la
perspectiva m·s amplia de totalidades precisamente desde esas praxis en conflicto entre si, no
desde un todo previamente dado, que* *era el punto de vista del marxismo. Para entender
cÛmo la _lu_cha se desarrolla, Sartre la plantea como un proceso que se define _”co_mo la
deteriorizaciÛn de una praxis por otra”. (CRD, II, p. 19).
Para explicar ese proceso es preciso recurrir a la nociÛn de contra dicciÛn. De esta manera,
podemos plantear las caracterÌsticas de la _lu _cha: 1) expresa una contradicciÛn. 2)
particulariza dicha contradicciÛn. 3) totaliza el grupo.
Ver si realmente esto sucede asÌ, es el primer problema, crucial, para el entendimiento
dialÈctico. Sartre piensa que la lucha no es un proceso en el que los intereses en oposiciÛn,
defendidos por los sub≠grupos enfrentados, son totalmente eliminados cuando uno de los
grupos triunfa sobre el otro. El proceso es m·s bien dialÈctico. El trabajo destructor,
(antitrabajo), supone acumulaciÛn de energÌas, de medios, una real transformaciÛn del
“campo pr·ctico”. Ciertamente se da la _cons_tituciÛn de realidades nuevas (sea por
degradaciÛn, sea por desintegraciÛn) dentro del grupo. Ante un enfrentamiento, se producen
diferentes tomas de posiciÛn: el sub grupo A con su proyecto inicial; el sub grupo B con un
contraproyecto; y el proyecto conciliador del sub grupo C. El producto de esta lucha poseer·
algunos elementos de los tres proyectos, pero no ser· correspondiente con ninguno de los tres.
“ ... Recordemos ,el ejemplo es lejano, pero es uno de los m·s claros,cÛmo el proyecto de
instituir los Talleres nacionales, concebido por Louis Blanc, irreconocible despuÈs de las
enmiendas que en Èl se hablan introducido en la Asamblea, fue, por todos los medios,
saboteado sistem·ticamente por Marie y sus colaboradores...” (CRD;* *T. II; p. 107).
øCÛmo es posible que grupos en conflicto colaboren en un trabajo _co_m˙n?. Este es el
problema central del volumen dos de la Critica. Comprender esto es comprender el proceso
de la Historia. Dos sub?grupos en conflicto, dentro de un grupo organizado, øson sÛlo
“agentes de _des_trucciÛn”, que atacan la unidad colectiva?, o al contrario, øventila n la
contradicciÛn, que, expresada y trascendida, hace posible el desarrollo del grupo?.
El an·lisis de los sub grupos que Sartre realizÛ en el volumen I de la Critica, presenta el
grupo?en?fusiÛn, con la unidad original, producida para lograr metas urgentes, inmediatas, y
necesita recurrir al ìjuramentoî impuesto a los componentes del grupo?en?fusiÛn mismo.
Poste≠riormente organiza y diferencia a los miembros para lograr sus objeti≠vos a largo
plazo. (CRD, Tomo I, Libro II; “Del grupo a la Historia”).
En el proceso de organizaciÛn, el grupo crea a su vez aparatos _espe_cializados o subgrupos.
La diferenciaciÛn creada ser· la que de lugar a que los sub?grupos entren en conflicto.
Surgen tambiÈn desacuerdos con el grupo organizado, desacuerdos que reflejan “estructuras
objetivas del problema pr·ctico que debe ser resuelto”. Pero, como muy bien seÒala
Aronson, la contradicciÛn tiene raÌces en realidades objetivas de la vida del grupo, m·s bien
que en diferencias subjetivas.,(14).De esta manera, surge el problema de cÛmo la
colaboraciÛn lleva a enfren≠tamientos, a lo que Sartre plantea como el concepto de
contradicciÛn.
2.3 _ContradicciÛn y _lucha. _Estructuras versus praxis: _
Para Sartre, la contradicciÛn no est·, como un a prior° dado en las estructuras, ni siquiera de
modo latente. La praxis no es, para Èl, el agente de esas estructuras. La contradicciÛn no
aparece cuando un sub≠?grupo _contra el otro, _cuando la indeterminaciÛn, es decir, aquello
que a˙n es sÛlo proyecto, enfrente a ambos subgrupos en la praxis concreta. La estructura se
har· inteligible una vez que la previa indeterminaciÛn vaya configur·ndose en lo que Sartre
llama precisamente “praxis?pro _ce _so”. As!, la indeterminaciÛn superada por uno y otro
sub?grupo se c _on _vierte en la mediaciÛn que los une en el antagonismo. (CRO; II, p. 65).
El conflicto ser·, por lo tanto, en los propios tÈrminos de Sartre: “la realizaciÛn pr·ctica de
una coexistencia imposible”.
La _praxis _del grupo ha creado una nueva situaciÛn. Por ejemplo , el caso de los Talleres,
que en teorÌa, como seÒala Aronson , “debÌan ser e≠ficientes cooperativas de trabajadores,
ayudadas por el Estado, que ga≠rantizarÌan el trabajo y competirÌan favorablemente con el
capitalismo”. (Aronson, p.45, nota 7). Sin embargo el proyecto se convirtiÛ, para al≠gunos
polÌticos, enfrentados a Blanc, en una forma de controlar y despolitizar a los obreros. Aunque
los problemas puedan presentarse al an·lisis como estructuras, el hecho es que el conflicto se
manifiesta en _pri_mer lugar concretamente como comportamiento. La contradicciÛn sÛlo
se _ha _ce explÌcita hasta que es asumida por la praxis. (CRD; II; p. 64). Y _es _tas
contradicciones dadas entre los sub?grupos no se convertir·n en con≠_flictos, _sino cuando la
imposibilidad pr·ctica de la coexistencia im≠pida el mantenimiento de la relaciÛn de simple
contradicciÛn de objeti≠vos e intereses”. Cuando los intereses del grupo no pueden ser
compartidos por los sub?grupos aparecer· la violencia. El problema de la inteligibilidad de la
Historia no radica en entender el supuesto “progreso”de la actividad de los grupos por
superar las condiciones de “escasez”. El problema est· en entender cÛmo un grupo que se
forma para superar condiciones concretas adversas a su propio sobrevivir como tal grupo,
llega a enfrentar luchas internas que hacen, en ocasiones, peligrar al propio grupo. Los
conflictos surgen cuando realidades que no estaban pre≠sentes en el proyecto original,
cuando los sub?grupos se enfrentan de≠bido a indeterminaciÛn de poderes en un momento
dado de la praxis.
“...Cada subgrupo ha tomado la inercia del “juramento”, siendo ju≠ramentado para responder
a tales y tales situaciones, pero ahora enfrenta “esta otra inercia que es, por ejemplo, la
indeterminaciÛn de pode≠res”. Cuando una situaciÛn no anticipada ocurre, ambos subgrupos
se en≠cuentran a si mismos juramentados para responder a ella... ... act˙an libremente, pero a
travÈs de y en relaciÛn con una doble inercia : la inercia de los grupos juramentados y la de
indeterminaciones especifi≠cas en relaciÛn con una demanda no anticipada sobre ellos.
øNo mina este Ènfasis sobre la inercia, la insistencia previa del Sartre antiestructuralista, en
que las contradicciones no se deben a estructuras preexistentes?. Y, øno sugiere Èl mismo
ahora que los miembros del grupo son agentes de un m·s amplio proceso que sus propias
acciones encarnan?. Continuando con su crÌtica a LÈvi?Strauss, Sartre _in_siste en la
necesidad y en la libertad, la una creada por la otra:”la absoluta necesidad de esta
contradicciÛn, como estructura objetiva e interior del grupo, viene de una oposiciÛn de
inercias _constituidas por _los _sub?grupos mismos _en su libre _movimiento pr·ctico ...
_(15)
Sin duda, y ello est· bien claro en Sartre, la existencia de contra
dicciones no lleva siempre a conflictos. Cuando un grupo ha avanzado
hasta etapas caracterizadas por una creciente “serializaciÛn”, la
inercia de la tradiciÛn pesa sobre los sub?grupos de tal manera que “no
hay lucha”. Este asunto interesa ahora, en la medida en que muchos
_crÌ_ticos de Sartre la achacaban promover constantemente el terrorismo
y la violencia. Sartre, en efecto, expresa la imposibilidad de lograr
a≠vances contra la alienaciÛn, o mejor a˙n, contra la explotaciÛn de
unos hombres por otros, dentro de grupos inertes. Esto, en el momento en
que Sartre escribÌa, era un hecho histÛrico?politico concreto, (la
“Guerra FrÌa”), pero aunque actualmente se hable de la posibilidad
“real” de resolver las contradicciones “tÈcnicamente” ?polÌticos
tec≠nÛcratas?, los hechos muestran que las diferencias de niveles de
vida son enormes, no dentro de determinados grupos (en Europa, por
ejemplo), sino entre paÌses avanzados y subdesarrollados. Es interesante
recordar, por ejemplo, el texto polÈmico de Raymond Aron, /_Histoire et
dia≠lectique de _la violence. /
Es urgente, para nosotros, ahora, recalcar algunos puntos centrales de nuestra investigaciÛn,
antes de pasar a exponer la cuestiÛn de quÈ es la “Unidad”.
El enfrentamiento con el estructuralismo nos muestra la enorme _difi_cultad de Sartre para
hacer justicia, tanto a la praxis individual, _co_mo a los m·s amplios procesos
socio?histÛricos. En tÈrminos de Aronson, la cuestiÛn se plantea asÌ:
“ ... _Ambas, unidad y contradicciÛn, _deben ser mostradas ahora como productos de la
praxis individual y como teniendo su propia lÛgica e imponiendo sus propias demandas. La
clave para la explicaciÛn radica en el “juramento”, que ha dado al grupo solidez y presencia
en cada uno de los individuos, como explica (Sartre) ampliamente a travÈs del concepto de
encarnaciÛn.
Cada subgrupo se mira a sÌ mismo, legÌtimamente, como “el centro de esta totalizaciÛn, cuyo
centro est· en todas partes” (CRD, II,p. 76). AquÌ, el grupo existe como este subgrupo; allÌ,
existe como ese subgrupo enfrentado a aquÈl. Es el desarrollo de _todo el _grupo ?su
caracterÌstica diferenciadora en este punto _y _su desdoblarse de los epicentros (la
encarnaciÛn de estos en subgrupos)? lo que pone en conflicto a los subgrupos ... ... Los
subgrupos luchan entre si como _miembros del grupo...”. _(16)
Sartre plantea la _unidad _del grupo como el motor de los conflictos. Pero la unidad “no es
una estructura, impuesta desde fuera a los miem≠bros del grupo, que de alguna manera se
perpet˙a a _si misma”;
_(Aronson, p. 89), la unidad, en estas palabras que clarifican, a mi juicio, lo que debemos
analizar a continuaciÛn, se presenta ante nosotros como “una realidad compleja, una de
cuyas facetas es la praxis de lucha y la otra, la exigencia inerte del momento, es, lo hemos
visto, que la unidad del grupo no es otra cosa, sino, en efecto, su pr·ctica perma≠nente de
reunificaciÛn”. (CRD; II; p. 78).
*2.4 _La unidad y sus _formas:** *
Recordemos que la contradicciÛn es, para Sartre, acciÛn que realiza la oposiciÛn pr·ctico
inerte, pero sÛlo como movimiento de reunifica≠ciÛn. Por otra parte, la unidad es pr·ctica:
“est· perpetuamente mantenida, reasumida por y en la acciÛn global”. (CRD; II; p. 81).
El conflicto, siempre bajo el “imperativo” ?permÌtaseme utilizar este tÈrmino? de la unidad
del grupo, se desarrolla, se presenta, b ajo estas posibles determinaciones:
a) “mediaciÛn”: sucede cuando se mantiene la posibilidad de que los conflictos sean
superados y las crisis evitadas por “Ûrganos efectivos de mediaciÛn”. (Aronson, p. 90).
b) “cisma”: cuando la mediaciÛn fracasa, puede suceder que se llegue a cisma, tal como
ocurriÛ en el caso de Roma y Bizancio. El cisma surge *ante la imposibilidad de liquidar
uno de los oponentes. *Cada uno de los sub?grupos siente la separaciÛn como una
“amputaciÛn”, pero al tiempo, cada uno procede a reunificarse a si mismo mediante la
expulsiÛn del otro.
c) “liquidaciÛn”: la victoria de un sub?grupo sobre otro, siempre s e presenta como “estando
bajo el interÈs del grupo m·s amplio”. La vic≠toria se presenta siempre como una especie
de garantÌa de progreso.

Insistiendo en el hecho de que progreso significa simplemente, e n este contexto, una


“progresiÛn irreversible” hacia el logro de las _me _tas del grupo, Sartre trata de evitar toda
alusiÛn a posibles juicios externos de valor. Pero, a pesar de este cuidado, surge
inevitablemente la pregunta acerca de si siempre tiene la victoria este sentido de progreso, es
decir, de aumento en la efectividad del grupo para lograr su unidad, su supervivencia, en
suma. øMarca siempre un progreso en el proyecto com˙n?. Sartre dedica aproximadamente
las dos terceras p ar≠tes de la Critica (Tomo II), a analizar el ejemplo del stalinismo, _co_mo
“desviaciÛn” del proyecto leninista. Nosotros, en este trabajo, no nos ocuparemos de ello,
como ya hemos seÒalado, y precisamente nuestro objetivo era intentar presentar la nociÛn de
anti?trabajo, en referencia a los Talleres nacionales, de tal manera que su an·lisis aquÌ, _sir
_va como elemento previo a un trabajo m·s amplio. Sin embargo, si _seÒa_lo esta cuestiÛn,
es por el hecho de que considero el asunto de _inte_rÈs para, al menos, alg˙n eventual lector
de mi ensayo, y, por otra parte, para no desvirtuar excesivamente el propio trabajo de Sartre.
Uno de los hechos que Sartre muestra, es que “el grupo existe, a buen seguro, pero no por si
mismo, independiente de la pluralidad d e praxis individuales que, a travÈs de incontables
mediaciones, lo sos≠tienen y le dan su fuerza”. (Aronson; p. 95). El mismo stalinismo, a
pesar de la fuerza polÌtica de quien lo encarna , en el sentido que _Sar_tre da a esta
expresiÛn, es, en un momento dado, superado por el _de_sarrollo de nuevas contradicciones,
de nuevas mediaciones, etc.
Las desviaciones vienen determinadas por el azar y por lo pr·ctico≠?inerte. Desde luego, esta
postura de Sartre es discutible, pero me li≠mitarÈ a exponer su tesis.
Por una parte, la praxis busca siempre limitar el poder del a zar, de lo imprevisible. A pesar
de ello, aunque el hombre gobierna la ma≠teria trabajada, nunca se libra totalmente de la
influencia de lo _pr·c_tico?inerte, cuando se presenta bajo forma de “azar”, de hechos fuera
de nuestro control, al menos en sus primeros momentos. Me atrevo _a men_cionar el
conocidÌsimo asunto de la U.R.S.S. actual, y los problemas que enfrenta Gorbachov, ya que
es posible que sirva para entender me≠jor, dado el breve espacio de que dispongo para
desarrollar este pun≠to.
*2.5? _Antitrabajo: _*_**_
Hemos visto cÛmo el concepto de antitrabajo surge de la oposiciÛn con el de trabajo; (“si
trabajo significa una operaciÛn material que busca producir cierto objeto, como
determinaciÛn del campo pr·ctico y en vistas a cierto fin”, anti?trabajo es una actividad
doblemente an≠tagonista en la que cada subgrupo intenta desviar o destruir el _obje_to
producido por el otro. (CRD; II; p. 105ª.
Lo importante, ahora, es seÒalar el hecho de que, para Sartre, el resultado del proceso de
antitrabajo, por ejemplo, como veÌamos en el caso de los Talleres nacionales, es lo que 61
llama “monstruoso y de≠formado reflejo” del proyecto original. En ese caso, el proyecto
ori≠ginal fue manipulado bajo cuerda, saboteado sistem·ticamente para que no fuese llevado
a cabo. Cuando el objeto inicial se convierte en un producto de nadie, se hace parcialmente
efectivo, o inefectivo por _com_pleto. Es inteligible a pesar de ello, si lo tomamos como lo
que es: un nuevo objeto. Es, en palabras de Sartre, ìla totalizaciÛn dialÈctica de dos t·cticas
enemigas en su _irreductibilidadî. _(CRD; II; p. 107).
øCÛmo es inteligible esta nueva realidad?. Para Sartre, en el sen≠tido de que es
pr·ctico?inerte, y por tanto, alienada de la praxis de sus antagonistas, “como tal, escapa a la
inteligibilidad” (CRD; II; p. 107). Pero una vez lo conocemos, sabemos que, a pesar de sus
malos _re_sultados, esos resultados negativos contribuyeron, en el caso d e los Talleres
nacionales, a la insurrecciÛn de junio de 1848. As!, de _algu_a manera, esos resultados que
parecÌan en un momento dado, como _nega_tivos, se presentan como inclusive, esperados o
deseados. Resulta muy esclarecedor a este respecto, lo que menciona Aronson:
“ ... El antitrabajo crea, entonces, un producto que objetiviza el conflicto y negativamente
unifica la dualidad. Este producto es inte≠ligible del mismo modo que cualquier objeto
pr·ctico?inerte producido por una praxis de grupo, emprendida por acuerdo com˙n: es una
sÌntesis pasiva, que espera ser revivida por la acciÛn venidera. El antitrabajo crea un
producto que act˙a sobre sus productores y otros dentro de su campo _”a pesar de sus
_defectos de construcciÛn”, y vive _”a pesar de _malformaciones que lo hacen inviable” ...
(CRD; II; p. 108)...”. (17)
Sartre sugiere, como vemos, que el producto del antitrabajo tiene un sentido profundo, que,
en sus palabras, Ua RazÛn dialÈctica puede descubrir y que el positivismo no descubrir·”.
(CRD; II; p. 109).El _ca _so de los Talleres nacionales refleja el conflicto de clases; no
sim≠plemente un enfrentamiento de subgrupos. Este conflicto expresa e1 grupo entero, en la
medida en que es actualizado por todos los Ûrganos y por todos los individuos comunes. Lo
que Sartre quiere mostrar es que el antitrabajo es producido por todo el grupo, no sÛlo por
los subgrupos directamente implicados en la lucha. Es en este sentido en el que sostiene
Sartre que no puede ser “alcanzado” por el positivis≠mo. Como mencionaba antes, Sartre
procede a analizar otro ejemplo d e antitrabajo, lo que Èl llama “monstruosidad ideolÛgica”,
el socialismo en un solo paÌs, de Stalin.
Para terminar esta segunda parte, me parece importante recapacitar en el siguiente hecho: la
importancia que pueda tener el planteamien≠to que hace Sartre radica en el papel que juegan
todos los tÈrminos, o mejor a˙n, todos los componentes del concepto de antitrabajo. Esto
significa que el conflicto, la lucha, de cualquier manera que se desa≠rrollen, (queremos decir,
se resuelvan a travÈs de cismas, acuerdos consensuales o eliminaciÛn de tal o cual subgrupo,
etc.), tiene _la ca_racterÌstica, que en la perspectiva de Sartre, ha de ser dialÈctica, de formar
un todo complejo, una especie de juego entre intereses enfrentados, en los que ninguno de sus
componentes es independiente de los dem·s, sea cual sea su “fuerza” aparente. En realidad,
Stalin dio lugar al stalinismo, Trotsky, al trotskismo, pero los indivi≠duos Trotsky o Stalin,
por fuerte que fuese su influencia en el propio proceso de la Historia, no eran sino elementos
m·s o menos decisivos dentro de la “totalizaciÛn en curso”. Conceptos como este ˙ltimo, que
Sartre introduce en el Tomo II de la Critica, son tan novedosos y _des_conocidos
?especialmente en EspaÒa?, que considero imprescindible _aÒa_dir al* *final de mi trabajo,
a manera de “apÈndice”, un glosario de tÈrminos que tomo Ìntegramente de la ediciÛn de
Gallimard de la _Critica _(1985)
*TERCERA PARTE *
* ** ** **REFLEXIONES CRITICAS *
*3.1 _Aspectos positivos del planteamiento _sartreano: *
øQuÈ encontramos una vez que terminamos nuestro estudio de las _pro _puestas teÛricas de
Sartre ?. Por lo pronto, vemos que la praxis revo≠lucionaria ha creado su situaciÛn
contradictoria. CiÒÈndome al ejemplo de los Talleres Nacionales, el hecho de que los
obreros guiados por _in_telectuales revolucionarios socialistas (Blanc), no lograsen triunfar
plenamente, se debe a las propias situaciones que surgen dentro del mismo movimiento
revolucionario: enfrentamiento ?en buena medida pro≠vocado, lo sabemos? con los
campesinos, encarnado en los resultados _elec_torales; reacciÛn temerosa de las potencias
europeas, que recordaban la RevoluciÛn de 1789 y el poder imperial de NapoleÛn
Bonaparte, etc.
TambiÈn, en tanto proyecto unificado, crea, mejor, engendra, su _pro_pia contradicciÛn
entre moderados y radicales. Es decir, la m·s importante contribuciÛn teÛrica del concepto
de anti?trabajo, es el hecho de ser un criterio central para mostrar cÛmo los conflictos de
clases dan lugar a unidades m·s amplias, no previstas ni, en muchos aspectos, previsibles. El
concepto que Sartre introduce en su trabajo teÛrico nos sirve as!, para desarrollar un mÈtodo
dialÈctico capaz de permitir nos mostrar de quÈ modo acciones opuestas pueden ser
consideradas como acciones que est·n realizando una sola historia.
El hecho de su insistencia en que los individuos son quienes hacen la Historia, si bien dentro
de determinadas circunstancias, es un _avan_ce en el planteamiento ontolÛgico de El _Ser y
la Nada, _del Sartre se≠guidor de Husserl y Heidegger. El planteamiento sartreano, aporta _la
in_sistente necesidad de plantear el estudio de las actividades de los hombres, desde un
horizonte de libertad, a˙n reconociendo el innegable hecho de la existencia de estructuras.
Pareciera, incluso, que para Sartre, hasta el concepto de “escasez” tuviera la caracterÌstica de
ser Èl mismo una estructura “fundamental”. Sin embargo, la libertad no es algo dado,
determinado, sino una capacidad, una potencialidad, que la misma praxis de los grupos
permite afianzar, ampliar. Es por esto ˙ltimo por lo que el pensamiento de Sartre y entendido
globalmente?con lo cual quiero significar que no puede ser juzgado desde planteamien≠tos
parciales (criticar a Sartre desde El _Ser y la _Nada, o desde _El existencialismo es un
humanismo, _pongamos por caso). Hoy en dÌa, tras la publicaciÛn de los escritos que
mencion·bamos en la IntroducciÛn, despuÈs de su muerte, quien criticase la dialÈctica
sartreana sÛlo _des_de el Tomo I de la CrÌtica) pr·ctica esta muy corriente, y no por ello
menos lamentable, entre los filÛsofos.
*3.2** **_Aspectos negativos del planteamiento: _*
En el estudio de los fenÛmenos histÛricos, la pretensiÛn de captar la totalidad es ciertamente
utÛpica (los elementos de que dispone el historiador son limitados, la visiÛn del historiador
difÌcilmente e s imparcial completamente, etc.). Puede, sin embargo, resultar fÈrtil el intento
de comprender esa “totalizaciÛn” sin totalizador.
Como lo expresa Aronson (op. cit.; p. 185 ss.), el mismo Sartre, en el ˙ltimo tercio del libro,
cae en an·lisis hÌbridos, que no son “ni plenamente histÛricos, ni plenamente formales”. Este
problema es com˙n, de hecho, cuando los filÛsofos analizan la Historia, o cuando los
_his_toriadores se plantean an·lisis formales de la Historia. Es un peligro muy real, como se
puede comprobar en m˙ltiples autores. Conviene re≠cordar aquÌ, el excepcional caso de
Ortega, quien combina las perspectivas histÛrica y formal magistralmente. Recordemos, sin
embargo, que Sartre, adem·s de intentar establecer los par·metros de la razÛn dia≠lÈctica,
trataba de salvar el sentido profundo del materialismo histÛrico, contra las “visiones de la
historia, que hacen de las visiones revolucionarias, tab˙es”. (Aronson; p. 220).
Uno de los problemas que puede plantearse a quien enfoque el estu≠dio de las cuestiones
sociales, polÌticas o histÛricas desde la dialÈctica que Sartre busca, es, sin duda, la
posibilidad de caer en plan≠teamientos un tanto utÛpicos, o subjetivos; pues, al enfatizar los
_tÈr_minos, de crucial importancia para Sartre, de _interiorizaciÛn _y re?ex≠_teriorizaciÛn,
_la teorÌa sartreana, acepta una praxis ?la cual n o es sino la realizaciÛn de proyectos
humanos a travÈs de la transformaciÛn de lo pr·ctico?inerte por los grupos? que est· siempre
inscrita en la materia y que se desvÌa, pero siempre sigue siendo humana: “en el co≠razÛn de
la dialÈctica est· siempre un proyecto, una pr·ctica y una _in_tenciÛn que es humana”.
(Aronson; p. 226).
* ** **APENDICE *

*PRINCIPALES NOCIONES** **(para los dos* tomos de *la _Critica _de la


_RazÛn DialÈctica). _*

Como hacen notar los editores del Vol. II de CRD, para Sartre: Una
nociÛn filosÛfica (contrariamente del concepto cientÌfico que no
_remi_te al hombre) guarda una cierta ambig¸edad porque se comprende en
in≠terioridad: “”Lo que sirve (la filosofÌa), es que estas palabras _no
es_t·n enteramente definidas ... hay en la ambig¸edad de la palabra
filo≠sÛfica algo de lo cual podemos servirnos para ir m·s lejos””.
(Sartre: _Situations IX, _1965)”.
Actividad pasiva: actividad de lo pr·ctico?inerte (de la materia
trabajada en tanto que ella domina al hombre y del hombre en tanto es
gobernado por ella).

_AlienaciÛn: _el robo del acto por el exterior; yo act˙o aquÌ y la


_ac_ciÛn de otro o de un grupo, allÌ, modifica desde fuera el sentido de
mi acto.

Fundamento de la alienaciÛn: la materia aliena en ella al acto que la


trabaja, no en tanto es ella misma una fuerza ni tampoco en tanto es
inercia, sino en tanto que su inercia le permite absorber y devol≠ver
contra cada uno la fuerza de trabajo de los otros.

Anti dialÈctica: momento (inteligible) de la superaciÛn, por la


_ma_terialidad, de las libres praxis individuales, en tanto que son
m˙ltiples.

_Antitrabajo: _actividad antagonÌstica doble (o plural), productora de


objetos a considerar como resultados de una colaboraciÛn negativa que
cada uno de los adversarios no reconoce como suyos.

_Apocalipsis: _Ver grupo en fusiÛn (“grupo en vÌa de constituciÛn por


disoluciÛn de la serialidad, bajo presiÛn de una praxis adversa . La
Apocalipsis es el _proceso violento de esta _disoluciÛn (de la
seriali≠dad).

Otro: (con may˙scula): aunque no lo haya hecho con gran rigor a lo


largo del manuscrito, el autor parece haber querido dotar esta pala≠bra
de may˙scula cada vez que, pronombre representando una persona o
adjetivo que la calificase, insiste sobre la alteridad radical: el otro,
en tanto gobierna, o es susceptible de gobernar lateralmente (o de ser
gobernado por) la actividad de alguien _(_/chacun /). Hemos
sistematizado esta intenciÛn, excluyendo el adjetivo otro cuando es
portador del _mis_mo sentido pero no califica una persona: est· en
general en it·licos; su lugar basta a veces para subrayar su
significaciÛn en el contexto (libertad otro / otro libertad).

_Colectivo: _llamo colectivo la _relaciÛn de _doble sentido de un


_obje_to material, inorg·nico y trabajado, con una multiplicidad que
encuen≠tra en Èl (en el objeto) su unidad de exterioridad.

ComprehensiÛn e intelecciÛn: nombro intelecciÛn a todas las eviden≠cias


temporalizantes y dialÈcticas en tanto deben poder totalizar _to≠das
_las realidades pr·cticas y reservo el nombre de comprehensiÛn a la
captaciÛn totalizante de cada praxis en tanto que esta es
intencional≠mente producida por su o por sus autores.

_Destino: _futuro del hombre, en tanto estÈ inscrito en la materia


trabajada.

_DiacrÛnica (totalizaciÛn): _desarrollo inteligible de una praxis?pro


ceso a travÈs de vastos conjuntos temporales en los cuales son tomadas
en cuenta las discontinuidades arrastradas por el relevo de las
generaciones.
DialÈctica _(o RazÛn): _lÛgica viva de la acciÛn.

_Exigencia: _pretensiÛn emitida por una materialidad inorg·nica sobre


una praxis (y, naturalmente, a travÈs de otra praxis).

_Experiencia critica: _b˙squeda ?ella misma dialÈctica~ de los


funda≠mentos del campo de aplicaciÛn de los limites de la RazÛn dialÈctica.

_Exterioridad e interioridad: _estos tÈrminos no son para ser tomados


en su acepciÛn puramente espacial: hay lazo de interioridad en un _con
_junto, entre cada elemento como definido y modificado por su
pertenencia a este conjunto; lazo de exterioridad para los elementos que
coexisten inertemente.

_Extero?condicionamiento: _operaciÛn de un grupo soberano sobre


conjuntos seriales, que consiste en condicionar a cada uno actuando
sobre los otros, produciendo asÌ falsamente la serie como un todo para
cada Otro que la conforme.

_Fraternidad?terror: _lazo estatutario entre los miembros del grupo


juramentado en tanto su nuevo nacimiento de individuos comunes da a
_ca_da uno derecho de violencia sobre la libertad de todos los otros
con≠tra la disoluciÛn del grupo.

_Grupo en _fusiÛn: grupo en vÌas de constituciÛn por destrucciÛn de la


serialidad, bajo presiÛn de una praxis adversa. El Apocalipsis es el
proceso violento de esta disoluciÛn.
EncarnaciÛn: captaciÛn de una realidad pr·ctica como envolviendo en su
singularidad el conjunto de las totalizaciones en curso.

_Individuo _com˙n: individuo cuya praxis es com˙n. Es creado por el


juramento.

IntelecciÛn: comprehensiÛn.

InterÈs: es, en un campo social condicionado por la escasez y _la


ne_cesidad, cierta relaciÛn del hombre con la cosa, tal que Èl ve en
es≠ta su ser y su verdad y, tratando de conservar y desarrollar el
con≠junto material que es Èl mismo, se encuentra completamente sometido
a las exigencias de lo pr·ctico?inerte.

_Interioridad: _ver exterioridad.

_Pasividad _activa: *actividad del individuo com˙n, *quien consiente


_li_bremente una cierta (disciplina , diferenciaciÛn por su funciÛn en
el grupo) para mejor servir la praxis com˙n de conjuntos seriales, que
consiste en condicionar a cada uno actuando sobre los otros, produciendo
as! falsamente la serie como un todo para cada Otro que la conforme.

_Fraternidad?terror: _lazo estatutario entre los miembros del grupo


juramentado en tanto su nuevo nacimiento de individuos comunes da a
_ca_da uno derecho de violencia sobre la libertad de todos los otros
con≠tra la disoluciÛn del grupo.

_Grupo en _fusiÛn: grupo en vÌas de constituciÛn por destrucciÛn de la


serialidad, bajo presiÛn de una praxis adversa. El Apocalipsis es el
proceso violento de esta disoluciÛn.

_EncarnaciÛn: _captaciÛn de una realidad pr·ctica como envolviendo en


su singularidad el conjunto de las totalizaciones en curso.

_Individuo _com˙n: individuo cuya praxis es com˙n. Es creado por el


juramento.

IntelecciÛn: cf. comprehensiÛn.

InterÈs: es, en un campo social condicionado por la escasez y _la


ne_cesidad, cierta relaciÛn del hombre con la cosa, tal que ve en Ès≠ta
su ser y su verdad y, tratando de conservar y desarrollar el conjunto
material que es Èl mismo, se encuentra completamente sometido a las
exigencias de lo pr·ctico?inerte.

_Interioridad: _ver exterioridad.

_Pasividad _activa: actividad del individuo com˙n, quien consiente


_li_bremente una cierta (disciplina , diferenciaciÛn por su funciÛn en
el grupo) para mejor servir la praxis com˙n.

Pr·ctico?inerte: gobierno del hombre por la materia _trabajada


rigu_rosamente proporcionado al gobierno de la materia inanimada del
hombre.

_Praxis: _proyecto organizador que supera condiciones materiales ha≠cia


un fin y que se inscribe por el trabajo en la materia inorg·nica como
reacomodo del campo pr·ctico y ramificaciÛn de los medios en _vis_ta de
un fin.

_Praxis?proceso: _praxis de un conjunto social organizado, que reto≠ma


en ella, para superarlas _(_/les dÈpasser/_), _los condicionamientos y
contra ?finalidades que engendra necesariamente al temporalizarse, y que
le hace*. *

_Proceso?praxis: _es la praxis proceso tomado, no ya en interioridad


como totalizaciÛn, sino en exterioridad (en tanto que surge en la
_dis_persiÛn del Universo); como tal, no puede ser sino tomada en vacÌo.

_Progresivo: _ver regresivo.

RazÛn _dialÈctica constituyente: _praxis, transl˙cida, pero abstrac≠ta,


del individuo considerado aisladamente (u organismo pr·ctico).

_RazÛn dialÈctica constituida: _inteligibilidad, fundada sobre la


_Ra_zÛn dialÈctica constituyente, de toda praxis com˙n.

_Reciprocidad mediada _(en un grupo): relaciÛn humana de tercio a


_ter_cio, pasando por todos los miembros del grupo que se hace *medio
*de _es_ta relaciÛn.

_Regresivo?progresivo _(movimiento): marcha de la experiencia criti≠ca,


en primer lugar regresiva en tanto remonta desde lo vivido inmediato
hasta la inteligibilidad de las estructuras de las praxis y de los
conjuntos humanos que se organizan por ella, despuÈs progresiva en el
sentido de que propone hacer inteligible el juego de estas mismas
estructuras en la Historia.

Sentido _diacrÛnico de la Historia: _direcciÛn axial por relaciÛn a la


cual se podrÌa definir (y corregir) toda deriva posible, hoy y e n el
porvenir infinito de la interioridad.

_Serialidad: _modo de coexistencia en el medio pr·ctico?inerte, de una


multiplicidad humana en la que cada uno de sus miembros es a la vez
intercambiable y otro por los Otros y para si mismo.

_SincrÛnica _(totalizaciÛn): desarrollo de la praxis?proceso en tan≠to


su temporalizaciÛn es una y en tanto ramifica continuamente sus _me_dios
en vista de un objetivo com˙n, a partir de un *conjunto definido *de
circunstancias anteriores.

_Tercio _(/tiers/): cada miembro de una multiplicidad en tanto que


to≠taliza las reciprocidades de los dem·s.

_TotalizaciÛn: _trabajo de sÌntesis y de integraciÛn a partir de


_cir_cunstancias determinadas y en funciÛn de un objetivo; la
totalizaciÛn define la praxis misma.

DistinciÛn entre totalidad y totalizaciÛn (cf. CI, h.161 sq).

_TotalizaciÛn _de _envolvimiento: _Seria temerario querer fijar aquÌ la


significaciÛn de esta nociÛn: permanece inconclusa a lo largo del T. II,
como la intuiciÛn que lo anima y que el autor intenta cerner y
profundizar; su intenciÛn es la *inteligibilidad y el sentido *de la His
toria. M·s a˙n, su acepciÛn varia seg˙n la realidad considerada. AsÌ, la
totalizaciÛn de envolvimiento es simplemente la *integraciÛn de to≠dos
los individuos concretos por la praxis, *si se trata de un grupo
_or_ganizado; en el capitulo sobre las sociedades dictatoriales, es
_defini_da como la *praxis *autÛnoma y afirm·ndose como tal, en tanto
que produce, sigue, recela y disimula su propia heteronomÌa como la
unidad pa≠siva y reactualizada de sus propios subproductos, o incluso la
exterioridad interior de una empresa com˙n. Pero estas formulaciones no
valen para una sociedad “desunida” en la cual no hay una empresa com˙n,
sino simple unidad de inmanencia; øy quÈ seria de ello para un proceso
_his_tÛrico m·s vasto (diacrÛnico)?. Estas cuestiones son abordadas,
pero sin duda no resueltas, en las notas anexas.

*BIBLIOGRAFIA *

ARON, R. ; /Histoire et _dialectique de la violence_/_; _Gallimard,


Paris 1973.

ARONSON, R.; /Sartre’f.Second Critique/_; _The University of Chicago


Press, _Chi _cago and London 1987.

BEDARIDA, F.; DROZ, J.; SOBOUL, A.; et _al.; /Historia general del
/_/socia≠lismo/; Vol. I. Te los orÌgenes a 1.875”; Ed. Destino,
Barcelona , 1976.

CATALANO, J.S.; /A _commentary on Jean?Paul Sartre’s Critique of


_Dialec≠_tical reason_/_, Vol. 1. _The University of Chicago Press,
Chicago and London 1986.

FLYNN, T.R.; /Sartre and Marxist Existentialism/_; _The University of


Chi≠cago Press, Chicago and London 1984.

MERLEAU?PONTY, M.; /Las _aventuras _de la dialÈctica/; Ed. La PlÈyade,


_Bue_nos Aires 1974.

RANCH SALES, E.; /El mÈtodo _dialÈctico en Jean?Paul Sartre_/_; _Ed.


Univer≠sidad de Alicante, Alicante 1983.

REIMAN, M.; /El nacimiento del estalinismo/_; _Ed. Grijalbo (CrÌtica),


Bar celona 1982.

SARTRE, J.P.; /_Critique _de la _Raison dialectique_/_; _(precedido de


/Questions de mÈthode/); _Tome I: _”ThÈorie des ensembles pratiques”.
Gallimard, Paris 1960.

SARTRE, J.P.; /_Critique de la Raison dialectique; Tomo _II (inachevÈ):


“L’intelligibilitÈ de l’Histoire”./ Gallimard, Paris 1985.

SIEGMANN, J.; (1848). /Las revoluciones rom·nticas y democr·ticas de


Eu≠ropa/_; _Ed. Siglo XXI, Madrid 1977.

*NOTAS *
(1)Cfr. ARONSON, R.; Sartre’s Second _Critique; _1987. Este investigador fue el primero
que tuvo acceso a los manuscritos de Sartre, y su libro es el primero que desarrolla un
an·lisis minucioso del Tomo 2 de la Critica. A partir de ahora, en las citas al mismo, nos
referiremos como ARONSON.

Ciertamente estamos de acuerdo con Aronson, cuando afirma que “gran parte de la
historia del perÌodo entre Febrero y Junio de 1848 puede ser escrita en torno de la lucha
por, y la deformaciÛn de, los Talle≠res Nacionales”. Ver, sobre este problema, nota 7, de
pag. 45. Para lo referente al problema central, ver pag. 76, ambas en ARONSON.
(2)Cfr. SARTRE, J.P.; _Critique de la Raison Dialectique; _Tome II (inachevÈ) .
I_ntelligibilitÈ de l’Histoire; _1983. Las referencias que se hagan a esta obra, se citar·n, a
partir de este momento, mediante las siglas CRD, II.

Para comprender mejor este concepto, quisiera mencionar la cuestiÛn que preocupaba
obsesivamente a Sartre, a cerca de si es posible entender la Historia, cuando sabemos que
es una “totalidad destotalizada”, es decir, cuando la Historia misma es ambigua, y cuando
los hechos _his_tÛricos, son, as! mismo, ambivalentes. El desarrollo de este problema lo
encontramos, precisamente, en los _Cahiers pour une Morale _(1.983), obra que el mismo
Sartre, en entrevista con Michel Sicard, en la revista “Obliques”, (1978), considera
excesivamente idealista. SÌ tenemos en cuenta que, precisamente en el mismo n˙mero de la
revista, es decir, dos aÒos antes de la muerte de Sartre, aparece publicado un fragmento de
lo que era La Gran Moral de 1947,17, en el cual se plantea el proble≠ma de la ambig¸edad
de la Historia. La acciÛn histÛrica ser· equÌvoca, la Historia es posible solamente por la
mediaciÛn de agentes histÛri≠cos no abstractos, sino concretos, los cuales por el hecho
mismo _de es_tar a un tiempo “fuera” y “dentro” de la Historia, tienen un car·cter de
ambig¸edad insoslayable. Est·n fuera en tanto tienen la posibilidad de planificar sus
conductas. Est·n dentro, en tanto lo exterior a su pensamiento los aliena. AsÌ por ejemplo,
en el caso del hegelianismo como mito, desde el momento en que hay posthegelianos. El
fin d e la Historia se presenta, de esta manera, como algo inalcanzable, al menos, en tanto
no se suprima la opresiÛn de unos hombres por otros. La ac≠ciÛn histÛrica, por otra
parte, es ambivalente, en tanto que el azar interviene en las acciones histÛricas.
Ver para esta cuestiÛn, /Cahiers pour une Morale/, pp. 26?71.
(3)Cfr. SARTRE; CRD, II; pp. 21. Para un desarrollo de esta cues≠tiÛn, ver el planteamiento
que desarrollo en la parte I de mi ensayo.
(4)Cfr. SARTRE; op. cit.; p. 24. Para comprender este planteamiento, Sartre vuelve a
plantear el papel que juega en la dialÈctica dela Historia la “raretÈ”,la escasez. Este
concepto ser· desarrollado en un apÈndice, anexo a esta investigaciÛn, ya que es de
crucial importancia analizar su alcance, dentro del pensamiento sartreano.
(5)Si no prestamos atenciÛn a las otras dos obras pÛstumas hasta ahora publicadas, (/Cahiers
pour une morale/, 1983; y /VÈritÈ et existen≠ce/_, _1989), es por considerar que, en el
caso de la Moral, supone, en palabras de Aronson, con quien coincidimos, su “Etica
abortada”. En el caso de /VÈritÈ et _existence_/_ _ puede ser interesante para entender
mejor la relaciÛn de Sartre con Heidegger, especialmente en lo referente a /_El Ser y la
_Nada/.
Cfr. ARONSON, p. 9. A pesar de referirse al proyecto sartreano d e 1945?47, de elaborar
una Ètica, como un proyecto abortado, no por ello es rechazable de una manera tajante
todo el libro de los /_Cahiers pour _une Morale/; como velamos, al menos lo referente al
problema del sentido de la Historia, tiene un valor por si mismo, si tenemos en cuenta que
fue el propio Sartre quien quiso verlo publicado antes de morir, en la revista ìObliquesî
como mencion·bamos. Encontramos, adem·s, mul≠titud de planteamientos muy sugerentes
respecto de problemas Èticos y morales, que, en todo caso, aclaran m·s de un
malentendido surgido a raÌz de la publicaciÛn de /El existencialismo _es un humanismo.
_/Debemos tener en cuenta, a este respecto, que, como expresa Aronson, “.. La presencia
del segundo volumen impone nuevas lentes, a travÈs de las cuales ver los propÛsitos y
an·lisis del primero, tanto como toda la carrera de Sartre”. (ARONSON, p. 2).
(6)Cfr. SIEGMANN, J.; 1848. /Las revoluciones rom·nticas y democr·≠ticas de Europa/_;
_Ed. Siglo XXI; pp. 44?45.
(7)Quienes est·n interesados en profundizar sobre esta cuestiÛn, pueden acudir al propio
texto de Siegmann, el cual desarrolla detalladamente la composiciÛn de las “clases”
obrera y campesina, as! como la burguesÌa, con sus diversos matices. Es muy interesante
la afirmaciÛn, por parte de Siegmann, de que “el rÈgimen parlamentario estaba, (antes de
los hechos de 1848), al servicio del rey y de la burguesÌa de de los negocios”. Vid. op.
cit.; pp. 68?70.
(8)Es preciso hacer notar que la inclusiÛn de ministros como Blanc, no es de buen grado
aceptada por los “polÌticos” profesionales. E sto puede ser un factor importante en el
momento de analizar la postura de Sartre. En el caso de Trotsky y Stalin, podrÌa haber
alguna semejanza, en tanto Blanc es un teÛrico y Blanque, por ejemplo, un polÌtico m·s
pragm·tico. Este problema se desarrollar· m·s detenidamente en el _capÌ_tulo siguiente.
Sugiero la lectura de /La _revoluciÛn desfigurada_/_, _de Trotsky, para preparar una
aproximaciÛn al problema.
(9)Los _Talleres nacionales _eran vistos, sin embargo, por los cam≠pesinos, hasta los m·s
pobres, como lugar donde deambulan “haraganes y perezosos”, a quienes debÌan mantener
mediante el aumento de la contribuciÛn territorial, que desde la perspectiva campesina,
amenazaba, _des _de la responsabilidad de los escritores socialistas, su pequeÒa
frac≠ciÛn de tierra. El aumento de un 45% en todos los impuestos directos, promulgado
por Garnier, provocÛ “en el campo un descontento fa≠tal para la rep˙blica”. Cfr.
Siegmann; op. cit.; pp. 190?195.
(10) Cfr. SARTRE; CRD; II; pp. 19?20. TambiÈn es conveniente consultar la secciÛn A,
del libro II del Tomo Primero de la /Critica/. (En la Ed. ?1960? de Gallimard; pp. 381
ss.).
(11) CRD; II; p.20. Para el tÈrmino totalizaciÛn en curso , ver el apÈndice de este ensayo.
(12) CRD; II; p. 22.
(13) CRD; II; p. 107.
(14) Cfr. ARONSON; pp. 77?78.
(15) Cfr. ARONSON; p. 83. Sobre este problema, consultar el libro de RANCH SALES;
/El _mÈtodo dialÈctico en Jean?Paul _Sartre/; en especial la parte VII, que es, entre lo que
hemos encontrado publicado en es≠paÒol, de lo m·s valioso y serio.
(16) ARONSON; p. 88.
(17) ARONSON; pp. 102?103.
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