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Ja neurastenia se genera un empobrecimiento totalmente si- milar por cl hecho de que la excitacién se escapa como por un agujero, pero en ese caso se bombea en vacio s. S., mien- tras que en la melancolia el agujero esta en lo psiquico. El empobrecimiento neurasténico, por su parte, puede des- bordar sobre lo psiquico. Y ademés, los fendmenos son de hecho tan semejantes que en muchos casos es preciso poner cuidado para separarlos [Figura 3.] \ Ps. 8. Sm, Manuscrito H. Paranoia La representacién delirante se clasifica en la psiquiatria junto a la representacidn obsesiva como una perturbacién puramente intelectual, y la paranoia junto a Ia locuta obses va como psicosis intelectual. Una vez que Ia representacién obsesiva se ha reconducido a una perturbacién afectiva, y se ha demostrado que debe su intensidad a un conflicto, es forzoso que la representacién delirante caiga bajo la misma concepcidn; por tanto, también ella es Ia consecuencia de 35 [Anexo a una carta (inédita) del 24 de encto de 1895. — Es este el primero de mumerosos estudios de Freud sobre fa paranoia Doy un resumen de ellos en mi «Nota introductoria» al andlisis de Schreber (1911e), AE, 12, pigs. 46, Mas o menos un aio después del presente manuscrito, Freud volvid a hacer un examen (menos in- teresante) del tema en’ el Manusctito K (infra, pigs. 266 y sigs.), que luego, ampliado, constituyd la seccidn TIL del segundo. trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1896b), AE, 3, pigs. 175 y sigs. Si bien aqui se indaga en el mecanismo de la proyeccisn, no hay ninguna vislumbre de que Ja afeccién tenga un fundamento cn la homosexualidad. Esa teorfa fue dada a conocer por primera vez en el andlisis de Schreber (AE, 12, pig. 41), aunque alli nos dice Freud (ibid., pag, 55) que habia estado estudiando el problema junto con 246 perturbaciones afectivas y debe su intensidad a un pto- ceso psicolégico. Los psiquiatras suponen Jo contrario. el lego estd habituado a derivar la locura de unas vivencias animicas conmocionantes. Quien en ciertas circunstancias no pierde su entendimiento wes que no tiene ninguno que perder». De hecho, esto es asi: la paranoia crénica en su forma clisica cs un modo patolégico de la defensa, como Ia histe- ria, Ia neurosis obsesiva y la confusidn alucinatoria. Uno se vuelve patanoico por cosas que no tdlera, suponiendo que uno posea la predisposicién psfquica peculiar para ello. in qué consiste esta predisposicién? En Ia inclinacion a aucllo que constitaye el signo distintivo psiquico de la paranoia; lo consideraremos con un ejemplo, Una doncella que va envejeciendo, de unos 30 afios, vive junto con su hermano y su eeu [mayor]. Pertenecen al estamento obrero superior; mediante su trabajo, el hermano ha logrado instalarse como pequefio fabricante. Entretanto, alquilan una habitacién a un compafiero, un hombre muy viajado, algo enigmdtico, muy diestro e inteligente, que durante un afio mora con ellos como el mejor camarada y la mejor de las compaiiias. Luego el hombre se despide, para retornar pasados seis meses. Ahora petmanece sélo breve tiempo y desaparece definitivamente. Las hermanas suclen lamentar su ausencia, no saben més que hablar bien de él; no obstante, la menor Ie cuenta a la mayor sobre una vez que 4 intenté ponerla en peligro. Ordenaba ella la pieza mien- tras él todavia estaba en cama; entonces la Ilamé junto al lecho, y cuando se llegé sin sospechar nada, le puso su pene Jung y Ferenczi «en los Gltimos altos». Emest Jones (1955, pigs. 303 ¥ 281) menciona que Freud habia planteado el asunto a Ferenczi el lide febrero de 1908 —cn una carta que Jones cita en parte (ibid., pig. 488)—, y fo habia discutido con Jung unos dias antes, el 27 de enero, En esa carta a Jung, asevera Jones (ibid., pig. 281), Fread de- cia que Lliess le habia ensediado esto. Presumiblemente lo hizo de palabra, ya que en las publicaciones de Fliess no hay indicio alguno de ello. Ahora bien: hace poco se descubrié un memorando (hasta ahora inédito) que Freud envié a Jung y que versa sobre la teoria de la paranoia con bastante detalle; y tampoco en él hay trazas del fundamento homosexual, Aunque ese memorando no tiene fecha, se Jo hallé junto a otras cartas dirigidas a Jung que datan del primer semestte de 1907. Es probable, entonces, que la nueva tearfa fuese concebida en el segundo semestre de es¢ afto, y que Freud sélo la hubiese considerado seriamente poco antes de enviar las dos cartas 4 Jung y Ferenczi antes mencionadas.] ® [Lessing, Emilia Galotti, acto IV, escena 7. La misma cita apa- rece en un trabajo inconcluso de Freud, «Personajes psicopéticos en el escenario (1942« [1905-06]), AE, 4, pg. 281.) 2 5 en Ia mano. La escena no tuvo ninguna continuacién, el extrafio partié de viaje poco después En los afios que siguieron, la hermana que habia tenido esa vivencia, sufriente, empez6 a quejarse y al fin se formé un inequivoco delirio de ser notada y de persecucidn, con este contenido: las vecinas le tenfan ldstima como a una que se habla quedado para vestir santos, que seguia esperando a aquel hombre; Je hacian alusiones de esta clase, se con- taban toda clase de chismes con respect a eg hombre, y cosas parecidas. Ella dice que desde luego erntode falco, A partir de entonces, ese estado aqueja a la enferma sdlo por algunas semanas; trascurridas estas, se le vuelve a aclarar la mente, explica todo como una consectiencia de la itrita cién; en'los intervalos padece, por Jo dems, de una new- rosis que no es dificil interpretar sexualmente —y pronto torna a caer presa de una nueva oleada de paranoia~ La hermana mayor habfa notado con asombro que la enferma, tan pronto la platica recafa sobre aquella escena de tentacién, la desconocia {lewgner}. Breuer atendid el caso, la enferma fue enviada a mi y me empefié en curar el cs" fuerzo {Drang} hacia la paranoia restituyendo sus derechos al recuerdo de aquella escena. No se consiguid; le hablé dos veces, me hice narrar en hipnosis de concentracién ** todo lo que se referfa al huésped, y a mis insistentes preguntas sobre si empero no habia ocurtido algo «embarazoso», re- cibi como respuesta la més tajante negacién y... no volvi a verla, Me hizo comunicar que eso la irtitaba demasiado. ‘Defensa! Eso se discernia con claridad. Ella no querfa que se lo recordaran, y en consecuencia lo habfa reprimido {Ver- dringen} adrede® La defensa eta de todo punto indudable, pero de igual modo habria podido crear un sintoma histérico 0 una repre- sentacidn obsesiva. Ahora bien, edénde se sittin lo peculiar de la defensa paranoica? Ella se ahorraba algo; algo era reprimido. Se puede dis cernir qué era, Es probable que cayera en irritacién con la visién 0 con el recuerdo de esa visidn, Se ahorraba de ese modo el reproche de ser una «mala persona». Luego hubo de oitlo desde afuera. El contenido positive se conservd er- 87 [Estadio intermedio, muy pronto abandonado por Fread, entre la sugestién hipnética propiamente dicha y In asociacidn libre. Véase mi «Introduccién» a los «Trabajos sobre hipnosis y sugestién», stpra, pag. 73.1 55 [Respecto de la expresién «reprimido adrede», utilizada a me- nudo por Freud en este perfodo, véase una nota mia en la «Comu: cacién preliminar> (18932), AE, 2, pag. 36.1 248 tonces imperturbado, pero algo varié en la posicién de to- da Ia cosa, Antes eta un reproche interno, ahora era una insinuacién que venia desde afuera. El juicio sobre ella habfa sido trasladado hacia afuera, la gente decfa lo que ella habria dicho de si misma, Algo se ganaba con ello, Al juicio pronunciado desde adentro habrfa debido aceptarlo; al que Megaba desde afuera podia desautorizatlo. Cow esto, el jui- cio, el reproche, era mantenido lejos del yo. La paranoia tiene, por tanto, el propdsito de defenderse de una representacién inconciliable para el yo proyectando al mundo exterior el sumario de la causa que la representa- cién misma establece.! Dos preguntas: [1] ¢Cémo se llega a ese tra eRige también en otros casos de paranoia? lado? [2] 1. Muy simple; se trata del abuso" de un mecanismo psi quico utilizado con harta frecuencia dentro de lo normal: el traslado o proyeccién. Ante cada alteracién interior, tene- mos la opcién de suponer una causa interna 0 una externa. Si algo nos esfuerza a apartarnos del origen interno, natural- mente recurrimos al origen externo. En segundo lugar, es tamos habituados (por la expresin de las emociones) a que nuestros estados interiores se denuncien ante los otros. Esto da por resultado el delitio normal de ser notado, y la pro- yeccién normal. Y normal es, en efecto, mientras a todo esto permanezcamos concientes de nuestra propia alteracién in- terior. Si la olvidamos, nos queda sélo fa rama del silogismo que lleva hacia afuera, y de ahi la paranoia, con la sobresti- macién de lo que de nosotros se sabe y de los hechizos que padecemos, Y ¢50 que se sabe de nosotros, y que nosotros no sabemos, no podemos admitirlo. Por tanto, abuso del mecanismo de proyeccién a los fines de la defensa. Por otra parte, con Jas representaciones obsesivas ocurre algo por entero andlogo. También el mecanismo de sustitu cién es normal, Cuando la vieja doncella se aficiona a un perro, y el solterén colecciona tabaqueras, la primera susti- tuye su necesidad de comunidad conyugal, y el segundo, su necesidad de... conquistas numerosas. ‘Todo coleccionista es un Don Juan Tenorio sustituido, como también el es 50 [En cste enunciado emerge por primera vez el concepto de proyeccidn, cuya primera aparicidn en una obra publicada se encuen: tre en el segundo trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1896), AE, 8, pig. 183, aunque allf se lo wata de manera mucho mis su matia que aqui] 60 [«Aisbrauch» al final del pétraio en el original; en AGA figura erréneamente «Ausbruch> {aestallidox}.] 249 calador de cumbres, el sportsman, etc. Son unos equivalen- tes eréticos. Las mujeres los conocen también, El tratamien- to ginecoldgico cae en esta categoria. Existen dos clases de mujeres enfermas: unas son tan fieles al médico como a su matido, las otras cambian de médico como de amante. Aho- ra bien, de este mecanismo de sustitucién de efecto normal se abusa en el caso de las representaciones obsesivas —even- tualmente, a los fines de la defensa—. [2.1 Y bien: gtige esta concepeién también pata otros ca sos de paranoia? Yo opinaria que para todos. Tomaré algunos ejemplos El paranoico litigante no se concilia con la idea de ha ber obrado mal, o de tener que separarse de sus bienes, En consecuencia, el juicio no es conforme a derecho, él no ha obrado mal, etc. El caso es harto clato, aunque acaso no del todo univoco; se lo podria resolver mas simplemente. La gran nacién no puede entender Ia idea de haber sido derrotada en Ia guerra. Por consiguiente, no ha sido derro- tada, la victotia no vale; asi da el ejemplo de una paranoia de masas, ¢ inventa el delitio de Ja traicién! El alcohdlico nunca se confesard haberse vuelto impo- tente por la bebida. Puede tolerar mucho alcohol, mas no tolera en igual grado esa inteleccién. Por ende, es Ia esposa la culpable —delitio de celos, ete— El hipocondrfaco se debatird largo tiempo antes de hallar Ja clave para sus sensaciones de estat gravemente enfermo. No se confesaré que aquellis provienen de su vida sexual, pero le deparard Ia méxima satisfaccién que su enfermedad no sea endégena, en los términos de Moebius, sino exdgena; en consecuencia, estd envenenado. El funcionario relegado en los ascensos necesita {imagi- nar} el complot de persecucién y que es espiado en su ofi- ina, de lo contratio tendrfa que confesatse su fracaso. Pero lo que asi se genera no es siempre forzosamente un delirio de persecucién. Un delitio de grandeza consigue, qui- x4 todavia mejor, mantener apartado del yo lo penoso. Es el caso de la marchita cocinera que deberia hacerse a la idea de permanecet excluida de la dicha amorosa. Es el momento justo para el caballero de Ja casa frontera, quien a todas lu- ces quiere desposarla y se lo da a entender de una manera tan asombrosamente timida, aunque perceptible. En todos los casos, Ia idea delirante es sustentada con la misma energfa con que el yo se defiende de alguna otra ‘6t [Alude a las secuelas de Ja guerra franco-prusiana de 1870.) idea penosa insoportable. Asi, pues, aman al delirio como 4 si mismos, He abi el secreto. Ahora bien, écémo se comporta esta forma de la defensa en relacién con las ya consabidas: 1) histeria; 2) represen- tacién obsesiva; 3) confusién alucinatoria, y 4) paranoia? Entran en cuenta: afecto, contenido de Ja representacién y alucinaciones. [Véase la figura 4.] 1. Histeria. La representacién inconciliable no es admiti- da para su asociacién con el yo. El contenido se conserva desintegrado, falta dentro de 1a conciencia, su afecto es [tra- mitado]® por conversién a lo corporal. 2. Representacién obsesiva: Tampoco aqui la represen- tacién inconciliable es admitida para la asociacién. El afecto conserva; el contenido es sustituido. 3. Confusién alucinatoria: La representacién inconcilia- ble integra (afecto y contenido) es mantenida apartada del yo, lo cual sdlo es posible a expensas de un desasimiento parcial del mundo exterior. Se IHega a unas alucinaciones que son amistosas para con el yo y que sostienen la defensa. 4. Paranoia: Contenido y afecto de la representacién in- conciliable se conservan, en total oposicién al caso 3, pero son proyectados al mundo exterior. Alucinaciones que se generan en variadas formas; son hostiles al yo, pero sostic- nen Ia defensa. Por oposicién a ello, las psicosis histéricas, en las que justamente cobran poder las representaciones que cayeron bajo Ia defensa. Tipo: ataque y état secondaire, Las aluci- naciones son hostiles al yo. La idea delirante es © bien el calco o bien lo opuesto de la representacién que cay bajo la defensa (delirio de gran- deza). Paranoia y confusién alucinatoria son las dos psicosis de «desafio eso 0 de «justamente es eso» {Trotz- oder Tus- tamentspsychosen). La «referencia a si propio» de Ia para- noia es andloga a las alucinaciones de Ia confusién, que jus- tamente quieren aseverar lo contrario del hecho que cayé bajo la defensa. Asi, la referencia a sf propio quiere demos- trar siempre que la proyeccién es correcta © [En el original falta el verbo; en AdA, pig. 124, se agregd «verschoben» {adesplazado»}, que no es muy convincente. De acuer- dlo con eb resumen hecho par Freud en la figura 4, seria werledigtn fetramitado»}.] 3 [En este punto del original Iecmos «Psychoneurose die einzigen {epsiconcurosis. Ia nica}, palabras estas bastante cnigmiéticas, que en Add, pig. 124, se omiten.] f vsuayop vy v [NSOEL + + wOHD sty, epesvovay wsuajacy Of |B [280] viguaDUuOD wT | eUTWOG sisooisg vouvued — | esuayap vy vsed esoystury OPPIPONO + ae opeazasuos) vyourreg js oqouruad esuajoq. Of Te [RSOEL opeazasu03 « oqueyig epueues vsuayap ey vied esorsruy aiuasny —— — aquasny | visoweurnye ‘qqwauruad wsuaIc { y sed esoisumy | wOIsnyuOD, | opinausng | eee eleee - iusisuos — | + ——epesrasuan | enisosqo : CL by ap a1uasny uoionnuasastog i { euang epubued =- Igua}uOs — - ugiszaauo> woo TIGR] esuajacy ey] ap aruasny aod openwery, BIOISTEY opensay | uppeupnry voomunsies 0 9p onayy | opruniue-) i epipeapep pououad vuvsouvg [py ema] 252 Carta 22% [...] No tengo nada para adjuntarte. A lo sumo, una pequefia analogia para la psicosis onfrica de D. que hemos vivenciado juntos, Rudi Kaufmann, un sobrino muy inteli- gente de Breuer, también médico, es dormilén y se hace despertar por una servidora a quien luego obedece de mata gana, Una mafiana, ella torna a despertarlo y, como no quic- re ofla, lo llama por su nombre: «jSefior Rudi!». Tras eso el durmiente alucina un letrero de hospital (cf. Rudolfiner- haus)" con el nombre «Rudolf Kaufmann» sobre él escti to, y se dice: «O sea que Rudolf. Kaufmann ya esté en el hospital; no necesita entonces encaminarse a él», y sigue durmiendo. [ : : : : J Manuscrito 1.° Migraita: puntos establecidos 1. Un asunto de sumacién. Desde el amago hasta el esta- ido de los sintomas pasan horas y hasta dias. Uno tiene, por asf decir, la sensacién de cémo es superado un obstéculo y luego se contintia un proceso. 2. Un asunto de sumacién. Aun sin amago se tiene la impresién de que es preciso que se acumule un estinulo que al comienzo del intervalo esta presente en minima cantidad, y al final, en maxima cantidad. 3. Un asunto de sumacion es que la sensibilidad a di- versas ctiologias consiste en la altura del nivel del estimulo ya presente. 4, Un asunto con etiologia complicada, quid seein ef & [Pechada en Viena el 4 de marzo de 1895.] & [Un hospital privado de Viena, — «Rudi» es et sobrenombre familiar para «Rudolly.1 #6 [Este es quizis el primer registro que existe de_un «suefio de comodidad» guiado por el cumplimiento de deseo; fue presentado luego por Preud en Ler interpreticién de los sueftos (19004), AE, 4, 144-5 y 245, Volvis a apelar a este ejemplo en Esquema del ricowndlisis (19402), AE, 23, pig, 168.) 87 [Sin fecha. Este manuscrito no formaba parie del resto de la colecci6n, sino que estaba en poder del doctor Robert Fliess, en Nueva York, En un fragmento no publicado aqui de la Carea 22 parece hhacerse referencia’ a este documento como si hubiera_ sido redactado poco antes que esa carta. — Tanto Freud como Fliess suftfan de migraias. Cf. Jones, (1953, pig. 339) y Psicopatologta de la vida cotidiana (19015), AE, 6, pig. 28.1 253

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