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La enumeracin de los sueos

Del 1 al 19

-Los huevos al agua que ya est hirviendo -dijo el nio, con la estampita de San Cono
junto a sus pies que parecan de porcelana bajo el fro de julio.
Dicho esto se levant de la cama con un bostezo seco, besando, casi en un slo
movimiento, a la estampita del santo y al gato, que le daba vueltas entre las piernas con
la cola en alto.
-No es como el otro invierno, nio, ac est haciendo ms viento polar -le dijo don
Remilgo mirando a sus perros, que uno no saba si le hablaba a los animales o al nio
prodigio.
Diez minutos despus estaban comiendo los huevos duros con sal y pimienta, con el
revlver sobre la mesa y el fuego de la salamandra calentando el hogar. El nio prodigio
comi trece y dijo basta, el viejo Don Remilgo se comi diecisiete y dijo que se estaba
nublando feo y haba que apurar la salida.
Ya pareca de noche cuando los dos con sus perros cruzaban el arroyo seco.
-Cuntos pasos hasta el almacn, nio?
-Setecientos treinta y dos sin andar a los saltos ninguno si nos vamos volando.
-Un verdadero prodigio este nio le dijo don Remilgo a sus cuatro perros-. Yo no s
cmo es que sabe tanto, porque a la escuela no lo mando.
-Ni falta que hace, abuelo. Yo ya conozco las respuestas.

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