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Wheen, Francis.
Karl Marx. Londres: Fourth
Estate, 1999.
Hctor Melndez
Departamento de Ciencias Sociales
Facultad de Estudios Generales
Universidad de Puerto Rico, Ro Piedras
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obreros, por cierto, Marx los saluda con admiracin tras la repre-
sin sangrienta de la Comuna de Pars en 1871, contrastando su
herosmo colectivo con la pequeez inmoral de sus asesinos, en la
prosa quiz ms elocuente de todos sus escritos. La guerra civil en
Francia es un tratado magistral de teora poltica y a la vez texto
apasionadamente esttico, ansioso de dejar memoria colectiva y
de dibujar un movimiento universal, histrico. (Tras la destruccin
de la Comuna, hubo una cacera policiaca de brujas a travs de
Europa contra los comunistas, y Marx cobr notoriedad en la
prensa sensacionalista como el doctor rojo que supuestamente
haba causado las convulsiones.)
Lejos de ser slo un libro de economa (una ciencia sin
duda burguesa pero, qu ciencia no lo es?), El capital es una
obra tambin literaria y poltica que muestra el absurdo social del
dominio del capital sobre la sociedad moderna; y lo hace con los
trazos de irona de Shakespeare, Swift, Dickens y las narrativas
mitolgicas, notablemente la judeocristiana. Lo real es un con-
junto de fragmentos en tensin y lucha incesante, cementados
por apariencias, por discursos, por el Estado y la nacin, por
textos e imgenes que simulan y disimulan grotescas comedias,
infernales anillos, transmutaciones misteriosas, el drama in-
creble y fantasmagrico en que el capital fragmenta y a la vez
da sentido a la vida social que lo produce y engruesa. Marx ha
dejado atrs el po positivismo de buscar la demostracin ino-
centemente cientfica, como si lo que se fuera a demostrar no
lo supisemos ya, hace mucho, a partir de la experiencia secular
del ser humano.
La intransigencia con que Marx se trat a s mismo y su ne-
gativa a suponerse modelo moral de nadie podran indicar alguna
lucha intensa y secreta en su interior y, a la vez, la lucidez sufi-
ciente para asumir al propio ser siguiendo el principio de la lucha
continua, en la certidumbre de que un nuevo modo de produccin
y convivencia era posible, sin ocultar sus contradicciones con el
sentido comn y con los otros y sin inclinarse ante ningn dolo,
mucho menos l mismo.
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