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MUJERES
2009
ISSN 1668-8600
TEMAS DE
MUJERES
COMITÉ DE ARBITRAJE
Hilda Habichayn (Universidad Nacional de Rosario)
Andrea Martínez (Universidad de Ottawa, Canadá)
Marta Bonaudo (Universidad Nacional de Rosario ‐ CONICET)
María Clara Medina (Göteborgs Universitet, Suecia)
Alejandra Ciriza (Cricyt – CONICET ‐ Mendoza)
Enriqueta Bezian (Universidad Nacional de Tucumán)
Sandra Fernández (Universidad Nacional de Rosario ‐ CONICET)
Gabriela Karasik (Universidad Nacional de Jujuy – CONICET)
Juan Pablo Ferreiro (Universidad Nacional de Jujuy – CONICET)
Imagen de portada: Alicia Moreau de Justo. Fotografía extraída del libro "Gran Enciclopedia Argentina". Autor: Diego Abad de Santillán. Ediar Soc.
Anon. de Editores. 1966, Buenos Aires, Argentina. Julieta Lanteri, www.oni.escuelas.edu.ar/.../image002.jpg. Cecilia Grierson, 1894,
http://biblioteca.udesa.edu.ar/colecciones/britanica/grierson/index.htm. Elvira Rawson, www.rimaweb.com.ar/imgmujs/elvirarawson.gif,
Reseñas 73
Resumen:
Durante la guerra civil española, las milicianas, mujeres que se alistaron voluntariamente en las
milicias obreras, impusieron una radical ruptura con respecto a la tradicional concepción de la
mujer. Hacia ellas no faltaron los elogios, especialmente en los primeros meses de lucha y
entusiasmo revolucionario, y las descalificaciones, después. La guerra es, por definición, una
actividad masculina, y la lucha armada uno de los espacios históricamente vedados a las
mujeres. Fusil en mano y ataviadas con atuendos hasta entonces masculinos, las milicianas
habían traspasado las rígidas fronteras del género. Esta transgresión y desestabilización de la
tradicional identidad de género femenina fue experimentada de forma consciente por algunas
de ellas, como Mika Etchebéhére, única mujer que alcanzó el grado de capitana en el ejército
regular republicano. Esta revolucionaria argentina que asumió el mando de una columna de
milicianos tras la muerte de su marido, expresó en sus memorias los conflictos derivados de la
compleja ubicación de su identidad de género al incurrir, siendo mujer, en un terreno concebido
como masculino.
5
Partido Obrero de Unificación Marxista.2 A la muerte de Hipólito, en combate, Mika
asumiría la dirección de la columna de milicianos, siendo la única mujer con mando de
tropa en el ejército regular republicano.
2 El POUM, fundado en 1935, era un partido marxista disidente con respecto a las políticas estalinistas de la Unión
Soviética. Durante la guerra civil española propugnó, al igual que el anarquismo, que la revolución social debía
llevarse a cabo de forma paralela a la lucha contra el ejército franquista. Falsamente acusado de “fascista” y
“contrarrevolucionario” por parte del Partido Comunista, sufriría una dura persecución política.
3 Sobre la actuación de los anarquistas en el conflicto bélico véase: Bernecker (1982) Colectividades y revolución
social. El anarquismo en la guerra civil española, 1936-1939. Barcelona: Crítica (1982); y Casanova (1997) De la
calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1931-1939). Barcelona: Crítica.
6
entrevistar a mujeres en su búsqueda de testimonios orales, puesto que habían
asumido que “mujer” y “lucha” eran conceptos que se excluían mutuamente (Strobl,
1996). Habitualmente vinculada por los propios sectores de la izquierda a la
superstición y la resignación, la mujer parecía tener su lugar forzosamente al lado de la
reacción.
4 Los años veinte conocieron la publicación de la obra de Gregorio Marañón que, pese a reconocer la
intersexualidad humana, insistía en la existencia de un sexo verdadero, legítimo y principal que debía ser potenciado
al máximo frente a la posible desestabilización de la coherencia de la identidad. Marañón se mostraba así contrario
al feminismo que pretendía virilizar a la mujer. Véase Marañón (1928): Tres ensayos de teoría sexual. Madrid:
Espasa-Calpe.
5 Solidaridad Obrera, 13 de septiembre de 1936.
7
Nash señala, no obstante, que la imagen de la miliciana, que pobló durante
los primeros momentos de la guerra los carteles de la propaganda republicana, fue más
bien un símbolo de llamamiento a los hombres hacia la lucha que un verdadero
prototipo femenino. Todas las organizaciones sociales repitieron la consigna de que las
mujeres tenían su puesto de lucha en la retaguardia, marcando una clara división de
espacios de actuación en función del género.
8
motivaciones eran diversas desde la conciencia política hasta el deseo de acompañar a
sus familiares. Pero incluso en el seno de la milicia, pervivió la división de roles de
género. Aquellas que combatieron “como hombres” constituyeron efectivamente una
minoría, dedicándose las más de ellas al desempeño de tareas tradicionalmente
femeninas tales como la cocina o la limpieza (Nash, 1999).
9
bien inicialmente la prensa había puesto como ejemplo a seguir a las mujeres que
luchaban en la vanguardia con “arrestos varoniles”, elogiando sin reservas a aquellas
que morían combatiendo al fascismo fusil en mano, muy pronto comenzarían a circular
otro tipo de discursos. Ya a finales de agosto de 1936, este mismo periódico insistía en
que “en estos momentos el papel de la mujer es ayudar al hombre, no suplantarle”,8 y
propugnaba para las mujeres tareas, como la enfermería, más acordes a su supuesta
naturaleza femenina, caracterizada por la sensibilidad.
10
nadie les dijo nada de que se vinieran, nadie las echó. En el sitio que yo estuve no las
echaron”.10
Mujer sin sexo y comandante madre. Mujer “no como las otras”
11
Mika, que había optado por no ser madre para evitar toda traba que le
impidiera tomar parte en la lucha revolucionaria, se definía a sí misma como “capitana
madre de familia que vela por sus niños soldados”. Cipriano Mera la consideró una
mujer valiente y capaz mas demasiado madre, a su modo de ver “cosa natural”, con los
milicianos a sus órdenes.
Abrumada por el dolor que le producían los muertos y los heridos, preocupada
por la salud y alimentación de los combatientes, Mika tuvo, por ser mujer, derecho a las
actitudes de cuidado y de consuelo, actitudes de las que por momentos se trataba de
autocensurar al concebirlas como una “flaqueza de capitana ama de casa o madre de
familia” y que, sin embargo, resultaban altamente efectivas para la moral de los
soldados. Comprendiendo así la importancia del alimento y de una buena intendencia
para mantener una posición en una milicia voluntaria, procura conseguirles chocolate y
café caliente, recorre las trincheras cuchara en mano repartiendo aspirinas y jarabe a
los milicianos enfermos y consuela a los más pequeños que, asustados, lloran: “¿Se ha
visto alguna vez a un capitán administrando jarabe para la tos a sus soldados en plena
guerra, dentro de una trinchera cavada a ciento cincuenta metros del enemigo?”. “Mala
suerte si esta solicitud me quita autoridad”.
“¿Me quieren ahora? Quizás, a su manera, como yo los quiero. […] Esa especie
de desazón que nos mantiene a distancia viene de mi calidad de mujer que manda
hombres, definida por ellos “mujer no como las otras” para justificar su obediencia o
alardear frente a las columnas privadas de esta anomalía: tener de capitán a una
mujer”.
“Sonrío para dentro al descubrir el extraño lazo que me une a los milicianos. Yo
los protejo y ellos me protegen. Son mis hijos y a la vez mi padre. Se preocupan por lo
poco que como y por lo poco que duermo, encontrando milagroso que resista tanto o
más que ellos a las penalidades de la guerra. Todo el catecismo que sabían sobre la
mujer se les ha embrollado. Para no declararlo falso me juzgan diferente, y por tenerme
de jefe se sienten en cierto modo superiores a los demás combatientes”.
12
El carácter explícito con que la propia Mika plantea estas cuestiones nos lleva
necesariamente a abordar el problema de la identidad. Entendemos “mujer” y “hombre”,
como categorías políticas y no como hechos naturales, como construcciones
socioculturales sujetas a la variabilidad histórica. El género no depende pues de una
esencia predeterminada sino que se encuentra en constante y permanente
construcción (Butler, 1990). La concepción de estas categorías como identidades
esenciales conduce habitualmente a que la inadecuación a los roles de género, hasta
tal punto naturalizados, sea concebida como anomalía, así como a hablar de
“desviación” ante el incumplimiento de las normas. Pensamos que la identidad, lejos de
ser esencial e independiente de una situación externa, se construye de modo continuo
y permanente a través de discursos y prácticas sociales, existiendo así un espacio para
la transformación.
Mika, que expresa abiertamente los conflictos derivados de la compleja
ubicación de su identidad de género, consciente de que su “situación en el frente,
mandando hombres, contradice lo que la gente define como esencia femenina”, se
descubre en una posición ambivalente y fronteriza a través de los discursos,
contradictorios, de los milicianos a sus órdenes, que tan pronto le profieren su máximo
elogio, “es mucho hombre esta mujer”, como le recuerdan que “por muy valiente que
sea, una mujer es una mujer”. En su propio encuentro con Mera expresa Mika esta
rebelión frente a un discurso que la constriñe, de modo humillante, en un concepto de
“mujer” asociado a la debilidad: “Vamos moza, deja de llorar. Llorando con lo valiente
que eres. Claro, mujer al fin”, le había dicho el comandante. “La frase me cruza como
un latigazo. El dolor y la humillación me hacen apretar los puños y arder la cara.
Levanto despacio la cabeza buscando una respuesta que lave la ofensa. Sólo acierto a
decir: Es verdad, mujer al fin. Y tú, con todo tu anarquismo, hombre al fin, podrido de
prejuicios como un varón cualquiera”.
Mujer al mando de una tropa de guerra, mujer que manda hombres, mujer que
toma las armas, capitana que cuida como madre a sus soldados, Mika, que encarnó
una posición híbrida, de frontera, entre la masculinidad y la feminidad, ofrece un
ejemplo de cómo los sujetos, configurados por las normas mas no completamente
determinados, poseen capacidad y agencia para transformar modelos que no son
inmutables.
13
Bibliografía:
14
-Nash, Mary y Tavera, Susanna (eds.) (2003): Las mujeres y las guerras. El papel de
las mujeres en las guerras de la Edad Antigua a la Contemporánea. Barcelona: Icaria.
-Orwell, George (2003): Homenaje a Cataluña. Barcelona: Virus.
-Preston, Paul (1987): La guerra civil española. Barcelona: Plaza y Janés.
-Scott, Joan (1990): “El género: una categoría útil para el análisis histórico”. En
Amelang y Nash (eds.): Historia y género: Las mujeres en la Europa Moderna y
Contemporánea. Valencia: Alfons el Magnanim.
-Strobl, Ingrid (1996): Partisanas. La mujer en la resistencia armada contra el fascismo
y la ocupación alemana (1936-1945). Barcelona: Virus.
-VV.AA. (1989): Las mujeres y la guerra civil española, III Jornadas de Estudios
Monográficos. Salamanca: Ministerio de Asuntos Sociales-Instituto de la Mujer.
15
En la búsqueda por la igualdad de derechos para las mujeres
Resumen
1933.
2 “Nombramiento de Margarita Robles de Mendoza” Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores (en
16
La historia de la presencia y actividades femeninas en las Conferencias de la
Unión Panamericana ha sido poco estudiada3. Lo que se conoce da cuenta de las
dificultades y de los logros que enfrentaron las latinoamericanas por alcanzar derechos
políticos. Unieron sus fuerzas para presionar a sus gobiernos a fin de que les
reconociera un espacio donde discutir y ser escuchadas sobre la discriminación que
las aquejaba: legislación laboral, nacionalidad, tráfico de mujeres y por supuesto, el
sufragio.
Recuperar la historia del feminismo sufragista mexicano implica adentrarse en
los procesos de cambio social que trajo consigo la lucha de algunas mujeres que
tomaron conciencia de lo que significaba ser mujer y de los elementos que creían se
necesitaban para empujar cambios en su estatus legal y por consiguiente en las
relaciones de género a nivel político.
¿Qué significado tuvo la participación de las mexicanas a nivel internacional?
¿Cuál fue el impacto de esa participación en el movimiento organizado de las
mujeres?
Los años veinte y treinta tanto en México como en América Latina fueron de
intensa actividad femenina a favor del sufragio4. La organización de conferencias
nacionales e internacionales permitió posicionar las demandas sufragistas dándolas a
conocer en la prensa donde ya se las empezaba a mencionar.
Este artículo tiene como objetivo analizar a través de la figura de Margarita
Robles de Mendoza, cómo se organizaron las mexicanas y cómo intervinieron en el
escenario nacional e internacional. Su participación nos llevará de la mano por la
conflictiva década de los años treinta en México en donde la organización femenina
destacó por su militancia y presencia en el ámbito publico. La construcción del Estado
mexicano de esta etapa no se explica sin la intervención femenina. La recuperación de
la experiencia de lucha de Robles de Mendoza en su carácter de delegada ante la
Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) y en la fundación de la Unión de Mujeres
Americanas (UMA) es importante para examinar la manera en que se constituyó e
impulsó el movimiento femenino por el sufragio, en donde la noción de pertenencia al
Estado nacional que estas mujeres tenían pasaba por un proceso que buscaba la
igualdad de condiciones con los varones.
3 El Panamericanismo apoyaba la idea de que las naciones del Norte, Centro y Sudamérica trabajarían unidas para
desarrollar la región. A principios del siglo XX muchas mujeres compartieron el entusiasmo por una América unida y
empezaron a conformar organizaciones que promovían el entendimiento y amistada entre mujeres de todas las
repúblicas americanas. Francesca Miller, Latin American Women and the search for Social Justice, Estados Unidos,
University Press of New England, 1991.
4 Esther Sue Wamsley, A Hemisphere of Women: Latin American and U.S. Feminist in the IACW, 1915-1939,
Dissertation for the Degree Doctor in Philosophy in the Graduate School of The Ohio University, 1998, Esperanza
Tuñón Pablos, Mujeres que se organizan. El Frente Único Pro Derechos de la Mujer, México, UNAM/Porrúa, 1992.
17
El servicio exterior
5 “Expediente Personal de Margarita Robles de Mendoza “en Archivo Histórico de la Secretaria de Relaciones
Exteriores (en adelante AHSRE), 24-6-92.
6 Archivo General de la Nación (en adelante AGN) Fondo Emilio Portes Gil, Caja 92, Exp. 6/48.
7 AHSRE, “Rebellion Sparks Career of Mexico’s Leading Feminist Now Serving in Detroit Consulate”, en Detroit Free
1916. Stevens fue presidenta de la CIM mientras que Paul diseñó la Enmienda por la Igualdad de Derechos
aprobada hasta 1972.
10 Era entonces dirigente del PNR.
18
Mendoza del contexto mexicano, motivo por el cual fue removida11. En 1934, formó una
federación de mujeres: la Unión de Mujeres Americanas (UMA) para trabajar por la
paz e igualdad de derechos, así como para promover la amistad y comprensión de las
mujeres de las Américas; el grupo tuvo su sede en el Hotel Biltmore en Nueva York.
Robles de Mendoza tenía la convicción de que las mujeres podían prevenir las
guerras ya que por naturaleza eran pacifistas y abogaba para que fueran ellas quienes
evitasen el derramamiento de sangre. Percepción que entonces mantenían algunas
feministas y sufragistas a nivel mundial quienes pensaban que las mujeres
esencialmente buscaban la armonía y la concordia. Un feminismo de la diferencia
mezclado con el de la igualdad era lo que que Margarita sostenía. Reivindicaba los
aspectos positivos de las mujeres especialmente el pacifismo, y al mismo tiempo
luchaba porque se concediera el voto a fin de emanciparlas de la esclavitud del hogar,
lograr la igualdad de oportunidades, la independencia económica y el acceso al
espacio público.
El hecho de que estuviera alejada del ambiente político mexicano le creó
muchos problemas. Sus puntos de vista en ocasiones, no correspondían con lo que
estaba pasando en el país y por ello sus escritos no tuvieron repercusión ni eco en el
ambiente político mexicano, ni con las militantes sufragistas. Sus planteamientos se
acercaban como dijimos, más al feminismo liberal que blandían las norteamericanas
que al del Frente Único Pro Derechos de la Mujer donde se entrelazaban diversas
corrientes feministas que iban desde las comunistas hasta las católicas12.
La relación epistolar que mantuvo con el presidente Plutarco Elías Calles, da
cuenta de que éste la apoyaba. Encontramos que le escribe a Puebla, a Cuernavaca y
a la ciudad de México refiriéndose a Calles como maestro y líder ejemplar; decía
tenerlo en alta estima y profesarle gran veneración. Habría que pensar si los
problemas que tendrá en el futuro con el presidente Lázaro Cárdenas, quien la separa
de su cargo en la CIM, tuvieron algo que ver con este vínculo tan estrecho13.
Su hoja de servicios revela que en 1941 ingresó al servicio exterior como
Canciller de Tercera y en 1946 fue ascendida a Canciller de Segunda14 después de
esa fecha no se sabe nada de su actuación, ni tampoco se encontró el año de su
fallecimiento. Su base de operaciones se encontraba en Detroit, Michigan donde
11 Contra viento y marea. El movimiento feminista en México hasta 1940, México, PUEG-UNAM/CIESAS, 2002,
pp.163.
12 Esperanza Tuñón Pablos, Mujeres que se organizan, Op.cit.
13 En 1935 se dio la crisis política que causó la caída de la hegemonía callista y el afianzamiento de Cárdenas en el
poder. Cfr, Tzvi Medin, Ideología y praxis política de Lázaro Cárdenas, México, siglo veintiuno editores,1976.
14 En esa época el servicio exterior se dividía en rama diplomática, consular y administrativa. Esta última
comprendía las categorías de agregado administrativo, de primera, de segunda y de tercera así como Canciller de
primera de Segunda y de tercera.
19
estuvo encargada de impartir conferencias a favor de México, responder la
correspondencia, hacer inventarios, redactar informes comerciales y atender al
público, entre otras labores15. A fines de la década de los veinte fue Delegada de la
Secretaría de Educación en Nueva York, cargo honorario por el cual demandó
remuneración en varias ocasiones directamente al presidente Portes Gil, sin obtener
respuesta.
México fue escenario durante los años veinte y treinta de varias conferencias
nacionales e internacionales en que las mujeres participaron con el claro objetivo de
alcanzar el sufragio y prerrogativas para su género16. De igual modo a lo largo del
continente se llevaron a cabo reuniones y congresos con el mismo fin. Francesca
Miller incluso denomina a esta etapa como de feminismo trasnacional por las
relaciones entabladas entre las latinas con las norteamericanas17.
En México, luego del término de la revolución y ante la ambigüedad de la
respuesta dada por los constituyentes de 1917 acerca de no conceder el voto para las
mujeres. Las sufragistas mexicanas formaron grupos encaminados a demandar ese
derecho. Uno de ellos, el Consejo Feminista Mexicano estableció vínculos con las
norteamericanas quienes habían conseguido el voto en 1920 y estaban interesadas en
extender sus redes políticas e influencia sobre las latinoamericanas a lo largo del
continente. Cobijadas por la Liga Nacional de Mujeres Votantes organizaron la Primera
Conferencia Panamericana de la Mujer que se llevó a cabo en Baltimore en abril de
1922, donde se conformó la Liga Panamericana para la Elevación de la Mujer -
conocida posteriormente como Comisión Interamericana de Mujeres- cuyo objetivo
principal fue fomentar la paz y el entendimiento en la región, además luchar por el
reconocimiento del voto para las mujeres. Esta relación con grupos de extranjeras,
principalmente latinoamericanas, fue un hito para que las mexicanas compararan su
condición y se percataran de formas de lucha que después utilizarían.
15 “Informe confidencial sobre el persona comisionado en el Consulado de México en Detroit Michigan, por el Cónsul
mexicano Pedro Inzunza” 17 de junio de 1947, AHSRE, 24-6-92. Sus conferencias abarcaban temas variados, por
ejemplo, Las casas de ambiente andaluz, Xochimilco y el Desierto de los Leones, hasta Mujeres Profesionistas, La
primera médica graduada, entre otros temas.
16 Cfr, Ana Lau, “Las luchas por transformar el estatus civil de las mexicanas. Las organizaciones pro sufragio
femenino, 1919-1930” en Nicolás Cárdenas, et.al, Integrados y marginados en el México posrevolucionario, México,
UAM-X/Porrúa, (en prensa).
17 Francesca Miller, “Latin American Feminism and the Transnational Arena” en Seminar on Feminism and Culture in
Latin America, Women, Culture, and Politics in Latin America, University of California Press, 1990, pp.10.
20
En Baltimore se organizó una sesión en la que solamente participaron
latinoamericanas18; Esther Neira de Calvo, representante de Panamá propuso fundar
una Liga de Mujeres Panamericanas; como corolario las participantes se
comprometieron a llevar a cabo reuniones en cada país para afiliarse. Elena Torres19,
Luz Vera, Eulalia Guzmán, Elisa Acuña y Rosete y María del Refugio González entre
otras, organizaron en la ciudad de México el Primer Congreso feminista de la Liga
Panamericana de Mujeres en mayo de 1923 a la que asistieron representantes de
varios estados de la república, así como de organismos internacionales. En Panamá la
reunión se efectuó en junio de 1926 y en Brasil en diciembre de 1928.
21
había mujeres entre las delegaciones oficiales. A pesar de ello, el Nacional Woman´s
Party21 envió una comisión que debía proponer la aceptación de un tratado en donde
se estableciera el principio de igualdad entre varones y mujeres. Se inició una
confrontación en donde norteamericanas y latinoamericanas, tenazmente forzaron la
inclusión de la mujer y de su problemática en el temario de las reuniones
interamericanas, modificando con ello el contexto de dichas relaciones
interamericanas. Si bien no se adoptó el Tratado sobre Igualdad de Derechos, como
ellas pretendían, el 18 de febrero de 1928 esta Conferencia aprobó por unanimidad
una resolución que creaba la Comisión Interamericana de Mujeres22, organismo oficial
que tendría como cometido investigar el estatus legal de las mujeres a lo largo del
continente. Se integraría con delegadas de 21 países y en un primer momento, por
sorteo, se nombraron las 7 primeras representantes23
21 Fundada en 1917 esta organización se abocó a la lucha por el sufragio para las mujeres. La enmienda XIX se
promulgó en 1920. Continuaron trabajando por la eliminación de todo tipo de discriminación hacia las mujeres en
especial por conseguir se aprobase una enmienda que contemplara la igualdad de derechos.
22 Secretaría General de la OEA, Noticiero de la Comisión Interamericana de Mujeres, Washington D.C., núm. 30,
Ernestina A. López de Nelson de Argentina; María Elena de Hinestrosa, Colombia; Télegny Mathon de Haití; Clara
González, Panamá; María Álvarez de Guillén Rivas, El Salvador; Lucila Luciani de Pérez Díaz, Venezuela.
24 También se nombraron representantes de Brasil, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala,
Nicaragua y Perú.
25 “Convención sobre Nacionalidad de la Mujer” en Conferencias internacionales Americanas 1889-1936, México,
Secretaría de Relaciones Exteriores, 1999, pp.452. El objetivo de estas discusiones era afinar un documento que se
presentaría en la Convención de Nacionalidad de La Haya en 1930 donde se explicitaba la igualdad entre los sexos
en lo relativo a la nacionalidad de la mujer casada.
26 Esther Sue Wamsley, A hemisphere of women, Op.cit. Flora de Oliveira Lima, “The First Conference of the Inter
American Commission of Women”, The Pan American Union, Washington DC, 1930.
22
Las vicisitudes para participar en la CIM
27 Archivo Plutarco Elías Calles en adelante APEC, Fondo Soledad González, Exp. 488, Inventario 425.
28 AHSRE, III-209-5, febrero 26, 1930.
29 AHSRE, III-209-5, diciembre 22, 1930.
30 AHSRE, III-209, enero 16, 1932.
23
no la ha autorizado para que continuara como comisionada”31. Se podría pensar que
las continuas peticiones de dinero eran una forma de hacerse presente en el ámbito de
las relaciones exteriores, pero también puede haber sido una fuente de sobrevivencia
para ella y su familia. A pesar de las respuestas negativas, ella siguió adelante en la
CIM, hasta ser reemplazada en 1939.
AHSRE, “Margarita Robles de Mendoza rinde su informe de actividades” Legajos encuadernados, L-E-234, 1933
35 Educador, político, diplomático, murió en Uruguay en 1935.
36 La CIM sesionó al mismo tiempo que la VII Conferencia. En las conclusiones de la reunión se propuso que se
adoptaran dos resoluciones: la petición de los tratados de derechos iguales para la mujer y el Convenio de igualdad
sobre nacionalidad.
24
Margarita cuenta que las integrantes de la CIM presentaron la Convención de
Igualdad de Derechos de Nacionalidad y un tratado sobre la Igualdad de Derechos
Civiles y Políticos de la Mujer. La primera, fue firmada por todos los países que
concurrieron al Congreso con excepción de Venezuela;
México la firmó con una reserva que rompe el principio de igualdad que
perseguimos todas las mujeres del mundo. El segundo fue firmado por Cuba,
Ecuador, Uruguay y Paraguay y se le relegó a la oscuridad. México no firmó, no
obstante que el delegado profesor Basilio Vadillo, encargado del tema había
dado su firma y autorizado plenamente a la asesora técnica para defender el
punto en los debates37.
Los Estados Unidos, país que había promovido la creación de la CIM fue el
más reacio a aceptar los informes presentados por cada representante y se negó a
avalar las conclusiones y recomendaciones. En estos momentos se endurece la
relación entre Doris Stevens, presidenta de la CIM y la delegación de los Estados
Unidos, debido a la declaración de Alexander W. Weddell quien asentaba:
37 CONDUMEX VIII-2Imp, carpeta 2, legajo 69. Si bien México firmó no ratificó el tratado. En cuanto a la igualdad de
25
hacia Stevens ayudó a que fuera removida al igual que todas las que trabajaban con
ella40.
40 K. Lynn Stoner, “In Four Languages with One Voice: Division and Solidarity with Pan American Feminism, 1923-
1933” en David Sheinin (editor), Beyond The Ideal. Pan Americanism in Inter-American Affairs, Wesport Connecticut,
Greenwood Press, 2000, pp. 90.
41 AHSRE, “Margarita Robles de Mendoza rinde su informe de actividades” Legajos encuadernados, L-E-234, 1933.
42 APEC, Fondo Plutarco Elías Calles, Expediente 135, Inventario 4957, 1933.
43 AHSRE, “Telegrama” Legajos encuadernados, L-E-234, 1933.
44 Pierre Bourdieu denomina estas prácticas sociales como habitus, cfr. El sentido práctico, Versión castellana de
26
República Dominicana a la Conferencia de Montevideo, en una carta al Cónsul general
de México en Nueva York, relataba haber prestado 400 dólares a Robles de Mendoza
para pagar el hotel en Uruguay y reclamaba que de regreso a Nueva York se había
encontrado con la noticia de que esta mujer carecía de dinero para saldar la deuda.
Solicitaba que el secretario de Relaciones respondiera al compromiso contraído. No
conocemos el desenlace.
45 AGN, Fondo Lázaro Cárdenas del Río, Caja 830, Exp. 544/1.
27
legal y real de la mujer en los aspectos civil y político, con referencia además, a las
leyes reguladoras del trabajo de la mujer y del hombre en la industria, el comercio y la
agricultura. Ahí se aprobó la resolución XXIII que estableció a la CIM sobre bases
permanentes, le dio carácter de organismo consultivo e informativo y encargó a la
Unión Panamericana el estudio de un estatuto orgánico para regular su
funcionamiento, el cual debía ser sometido a la aprobación de la 9ª Conferencia
Internacional Americana46 fue entonces cuando se relevó a Margarita, sin haber sido
oficialmente avisada, por Amalia Castillo Ledón.
Declaraba que en México las mujeres habían cambiado gracias a los viajes, al
acceso al trabajo remunerado y a la educación superior. Estaba segura de que al
incorporarse al ámbito público, las mujeres no perderían la feminidad, ni se
convertirían en “marimachos” como se argumentaba en ciertos sectores. Si bien su
preocupación principal iba dirigida a obtener el sufragio, al que consideraba un medio
para el logro de derechos económicos y sociales, sostenía que la ciudadanía para las
mujeres se apoyaba en la obtención de ese derecho en igualdad de condiciones con
los varones y pensaba que las mujeres alcanzarían una mejora porque ya estaban
preparadas para los asuntos públicos. Al mismo tiempo que pugnaba por el sufragio
femenino, estaba a favor de un voto progresivo a fin de que las mujeres fueran primero
“educadas en el sufragio viniendo de lo simple y local, a lo complejo y general”49.
Trabajó incansablemente por conseguir el voto como la mejor forma para desechar el
círculo religioso en que estaban inmersas las mujeres, sustituyéndolo por
46 Organización de Estados Americanos, 10ª Conferencia Interamericana, Informe sobre las actividades de la
organización de los Estados Americanos. 1948-1953, Washington D.C. 1953, pp.189.
47 s.p.i 1931.
48 Ibid, pp.15.
49 Ibid, p.38
28
…otro objetivo más sagrado y más fuerte: la Patria que siempre ha sido un
interés más sublime y más poderoso que la iglesia…Hagamos a nuestras
mujeres amar como suya la obra de reconstrucción nacional, pongamos en sus
manos plenos poderes para participar en todos nuestros asuntos públicos50.
Fue sagaz, se dio cuenta de que una de las principales objeciones contra el
otorgamiento del sufragio para las mujeres era la sospecha, -no comprobada-, de que
estaban sometidas a la iglesia y votarían por quien dicha institución recomendara.
Para contrarrestar y prepararlas organizó la Liga para el voto de la Mujer Mexicana, y
presentó a las distintas Legislaturas -entre 1932 hasta 1937- demandas de reforma del
artículo 34 de la Constitución, sin éxito.
La respuesta que recibió fue que no existían razones técnicas, ni de otro orden,
para negar a la mujer mexicana la calidad de ciudadana. Con lo anterior se caía en
una flagrante contradicción, ya que por un lado se nombraban mujeres para cargos
internacionales en donde se esperaba capacidad de decisión, pero al interior del país
no se le otorgaban esos mismos derechos, a pesar de que se ponía énfasis en que a
la mujer se le estaba dando amplia ocasión para que ocupase puestos administrativos
de importancia, “porque se considera que no será completo ningún gobierno, ni
integral un movimiento social si no comprende la importancia que tiene la mujer como
50 APEC, “El voto para la mujer mexicana y el problema religioso” Exp. 94, Inventario. 3668.
51 Salvador Novo, La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas, México, INAH/CONACULTA,
1994, pp.36.
52 “Discurso en pro de los derechos políticos de las mujeres” Condumex, Carpeta 2, Leg. 29, 18/11/1935.
29
factor de complemento”53. Con esto daba a entender que se consideraba la igualdad de
derechos un requisito indispensable.
53 “Discurso en pro de los derechos políticos de las mujeres” Condumex, Carpeta 2, Leg. 29, 18/11/1935.
54 Margarita Robles de Mendoza, Ciudadanía de la mujer mexicana, Morelia, Mich., Talleres Tipográficos de la E.T.I.
Alvaro Obregón, 1932, pp. 24.
55 Grabriela Cano, “Una ciudadanía igualitaria. El presidente Lázaro Cárdenas y el sufragio femenino” en
Desdeldiez. Boletín del Centro de Estudios Lázaro Cárdenas A.C., Mèxico, 1995; Enriqueta Tuñón, Por fin…ya
podemos elegir y ser electas, México, PyV/CONACULTA/INAH, 2002.
56 Macías, Op.cit, pp .162.
30
a organizar la Unión de Mujeres Americanas para trabajar por la liberación de las
mujeres latinoamericanas y obtener la igualdad civil, social y política.
31
Pequeñas cocineras para grandes amas de casa…
La propuesta pedagógica de Angel Bassi para las escuelas argentinas, 1914 -
19201
Paula Caldo2
Resumen
Introducción
1 Las ideas centrales del presente artículo fueron presentadas en formato de ponencia en el marco de las “IX
Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres” y del “IV Congreso Iberoamericano de Estudios de Género”,
realizados en la ciudad de Rosario en el año 2008.
2 Paula Caldo es Licenciada y Profesora en Historia y en Ciencias de la Educación por la UNR. Actualmente se
desempeña como profesora auxiliar en la cátedra de Pedagogía del ciclo de Formación Docente de la FHyA, UNR y
como becaria doctoral de CONICET. La línea de investigación en la que inscribe sus trabajos en los últimos años es
la historia sociocultural de la cocina en un registro local-regional y desde la perspectiva de la historia de las mujeres.
Dirección electrónica: paulacaldo@uolsinectis.com.ar
32
problemática de género y de las mujeres3. En este punto, y buscando explicar tal
descuido, es preciso reconocer la joven, y no poco conflictiva, constitución de las dos
áreas de investigación mencionadas. Promediando la década del ‘70, la alimentación y
la cocina fueron incluidas en el interior de la agenda historiográfica. Esta problemática,
lejos de abrazar un territorio exclusivo, fue entendida como un apéndice de la historia
de la cultura material, un apartado de la historia de la vida privada y de la historia de la
vida cotidiana o un capítulo de la historia del consumo. En consecuencia, mientras que
la antropología y la sociología contaban con una larga tradición en investigaciones con
identidad propia relativas a la alimentación y a la cocina; la historia hallábase novata
en la materia. Casi todo estaba y está por hacerse y más aún si pensamos la temática
en contextos latinoamericanos en general y argentinos en particular. Asimismo, las
mujeres, como objeto de estudio de la historia, atravesaron por una experiencia,
aunque no homóloga, aledaña. En la década del ‘70 las historiadoras feministas, en
palabras de Isabel Morant (2006: 7), “notaron que la mitad de la población no había
merecido un lugar en la historia, las mujeres habían silenciado sus nombres y aún
más, sus vidas” y, en consecuencia, comenzaron a tallar los lineamientos de una
Historia de las mujeres. Desde entonces y hasta nuestros días mucho se ha crecido al
respecto. Con el auxilio de categorías como patriarcado, poder, género, relaciones
sociales, ciudadanía, cultura política, esfera pública, sociedad civil, clases sociales,
etcétera, etcétera, las investigadoras cincelaron el perfil de una historia con mujeres,
una historia que las integrase como sujetos temporales en una trama relacional
intergenérica.
3 Al escribir estas frases estamos pensando puntualmente tanto en la Historia de la Alimentación coordinada por
Jean-Louis Flandrin y Massimo Montanari (1996) como en las compilaciones de Historia de Mujeres dirigidas por
Georges Duby y Michelle Perrot (1992) para el caso de la Europa accidental, por Isabel Morant (2006) para el caso
Español y Latinoamericano y por Fernanda Gil Lozano, Valeria Pita y María Gabriela Ini (2000) o los mismos
escritos de Dora Barrancos (2007; 2008) para el caso argentino.
4 En su momento dijimos que la problemática de las mujeres y las prácticas culinarias fue y es poco visitada por los
historiadores e historiadoras, dijimos “poco” y no “nunca” porque contamos con algunas excepciones. Massimo
Montanari (2004), en algunos de sus escritos sobre la temática, destina algunos “pocos” renglones donde reflexiona
e historiza algunas de las experiencias de las mujeres en la cocina. No obstante, en lo personal, los trabajos de
Rebekah Pite fueron reveladores al momento de disponerme a pensar cómo articular la problemática de género con
la propia de la alimentación (Pite, 2004, 2007). Asimismo, podemos mencionar como ejemplo de estos aportes los
trabajos de Amelia Royo (1999), de Sandra Aguilar Rodríguez (2008), el clásico libro de Ivonne Verdier (1979) o el
trabajo en perspectiva antropológica de Luce Giard (2006).
33
del saber culinario a las mujeres en un espacio y en un tiempo en particular, las
escuelas argentinas en la década de 1910. Los por qué, qué y cómo de tal hecho
educativo los responderemos a partir de la lectura interpretativa de la obra del, ya
citado, Angel Bassi. Un pedagogo que, entre los años 1894 y 1920, se ocupó de la
educación de las mujeres. Tal interés cristalizó en las páginas de un libro5 que hoy nos
sirve como fuente para reflexionar alrededor del semblante que la pedagogía
argentina, cierta vez, atribuyó a la cocina y de las cocineras.
1.
Aunque hallar a las mujeres cocinando sea casi una constante en la historia, la
citada actividad no siempre se resolvió de la misma manera, en las mismas
condiciones y respondiendo a los mismos sentidos y fundamentos socioculturales. Por
ejemplo, el enunciado: “la mujer alimentó a la prole”, pudo y puede significar:
amamantó, recolectó tallos, frutos silvestres y raíces, cultivó la huerta, cocinó, fue al
supermercado, compró; pero también: sanó, nutrió, halagó, premió o castigó, entre
otras tantas posibilidades. Gracias a los aportes teóricos de las Ciencias Sociales, la
cocina ha dejado de ser entendida exclusivamente como una serie de técnicas e
indicaciones para la adaptación de los alimentos al consumo humano. Por el contrario,
esta se perfila “como el conjunto de representaciones, creencias y prácticas que están
asociadas a ella y que comparten los individuos que forman parte de una cultura o de
un grupo” (Fischler, 1995: 34). De este modo, cada sociedad genera una determinada
gramática culinaria, compuesta por todas aquellas reglas, clasificaciones y valores que
presiden las preferencias, las elecciones y los actos de elaboración y consumo
alimentario. Cocinar es mucho más que combinar ingredientes; cocinar es hacer que
5Se trata del libro Gobierno, Administración e Higiene del Hogar. Curso de Ciencia Doméstica, publicado en el año
1914, del que contamos con su segunda edición del año 1920.
34
los seres humanos socialicen los alimentos a los efectos de perder el miedo a la
ingesta de lo desconocido y presumiblemente dañino para el organismo (Fischler,
1995). Asimismo, el hecho alimentario (Goody, 1995), al tiempo que ilustra cómo se
cocinan los alimentos, recrea una gimnasia a partir de la cual van gestándose
identidades nacionales, regionales, generacionales y también de género. En este
último sentido, se establece una clara dicotomía jerárquica y sexuada (Olsen, 1998)
entre: mamá amasa la pasta y hierve el puchero, mientras que a papá le corresponde
el asado de los días festivos (Tobin, 2002; Archetti, 1999). En otras palabras, se trata
de un reparto de actividades y de identidades que, lejos de estar inscriptas en los
cuerpos, deben ser construidas, transmitidas, enseñadas y aprendidas.
Concebida así, la alimentación se nos presenta con una textura hojaldrada cuyo
descifrado implica analizar los procesos de producción, de distribución, de
preparación, de consumo y finalmente de higiene y recolección de los residuos, en el
marco de una cultura particular (Goody, 1995). En el desarrollo de la mencionada
secuencia de tareas, mujeres y varones van socializándose de modo asimétrico, con el
fin de resolver las demandas del proceso alimentario. Justamente, mientras que a los
varones correspondieron las tareas productivas, las decisiones sobre la distribución y,
por supuesto, el consumo-ingesta; en manos de las mujeres recayeron las labores de
producción de carácter doméstico –realizar la huerta, criar aves de corral, cuidar y
ordeñar las vacas-, como también las de la preparación de los alimentos y la limpieza
de los residuos.
35
conocimientos acerca de la Economía Doméstica y sus múltiples ramas. Así, las
mujeres, siguiendo el atajo, por ejemplo, de la cocina, alcanzaron el espacio público.
Sin embargo, el autor que motivó esta ponencia vendría a ser una excepción en el
planteo de Nari. Bassi, prestigioso profesor, emprendió la ardua tarea de prescribir
para las escuelas el fascículo de la educación femenina en general y las cocineras en
particular.
2.
En el año 1914, Angel Bassi publicó: Gobierno, Administración e Higiene del Hogar.
Curso de Ciencia Doméstica. En sus páginas, este libro cosechaba todo el saber
sembrado por el autor en materia de educación femenina escolarizada. Precisamente,
la biografía de Bassi está plagada de indicios que demuestran tal preocupación. En
primer lugar, en el año 1894 asumió como director de una escuela mixta en la ciudad
de Esquina, Corrientes. Por sus méritos académicos, logró que aquella institución
fuese categorizada como “Escuela Experimental”. Categoría que habilitaba al director
para construir un plan de estudios innovador y particular. Fue así como Bassi se abocó
a esa tarea e incorporó, bajo el rótulo: Economía e Higiene del Hogar (Bassi, 1905),
una asignatura específica para niñas. La propuesta era hacer de las clases de mujeres
un sitio donde convergieran todos los saberes aportados por las demás materias del
currículum. De esta forma, las pequeñas ensayarían los modos en que, los principios
de la matemática, la química, la biología, la física, la urbanidad, etcétera, etcétera,
cristalizan en los quehaceres del ama de casa. Desde temprana edad, las niñas
debían definir el hogar como un laboratorio donde se tallaría el espíritu y el cuerpo del
los ciudadanos. El objetivo perseguido por Bassi, lejos de ser original, se ajustaba a
las ideas que colmaban el paisaje social de su tiempo (Fernández Valencia, 2006;
Bolufer, 2006). Para él, la pedagogía debía atender a la formación, ya no de sujetos
letrados y cultos, sino de varones y mujeres dotados/as de conocimientos útiles para
resolver los problemas de la vida diaria. Saber hacer para ser: los varones,
ciudadanos, trabajadores o profesionales responsables, como también sostén
económico del hogar; y las niñas, amas de casa y madres (Bassi, 1905). El mandato
social era claro y Bassi lo hizo suyo con sumo compromiso.
36
todos sus presupuestos relativos a la educación femenina. Aquel enriquecimiento
teórico y didáctico germinó en la publicación del citado libro, Gobierno, Administración
e Higiene del Hogar.
Esta ciencia más que una unidad compacta, se abría en frondosas ramas.
Precisamente, los capítulos que componen Gobierno, Administración e Higiene del
Hogar, profundizan en cada una de aquellas, ofreciendo así lecciones de: las
obligaciones de una esposa; la contabilidad doméstica y nociones de ahorro; el diseño
y selección de la vivienda, la provisión de agua, la iluminación, la ventilación, la
calefacción y la refrigeración; la limpieza, el mobiliario y la ornamentación del hogar; el
37
vestido, su confección, selección, limpieza y arreglo; la arboricultura, la floricultura y la
horticultura; el modo de seleccionar a los animales domésticos; la elección del servicio
doméstico; y, ocupando un lugar destacado, los problemas de la alimentación (Bassi,
1920).
El mismo concepto conlleva una paradoja, puesto que la libertad creadora que
distingue a las manifestaciones artísticas se halla limitada por los principios del ahorro,
por los del higienismo y por los de la nutrición.
38
Aunque naturales a la condición femenina, estas actividades parecían necesitar de
instrucción y Bassi actuó en consecuencia. Para ello, puso en palabras cada uno de
los sustentos teóricos y científicos de los quehaceres domésticos y, en aquella
compilación, el arte culinario resultó central.
3.
Ahora bien, a lo largo de todas esas lecciones Ángel Bassi no alude al arte de la
cocina sino a la ciencia de la alimentación. Decisión que tendrá sus implicancias en la
estructura del texto y en la formación de las mujeres cocineras. De esta forma, su libro
se aparta de la serie de tratados culinarios que sólo se limitan a listar recetas y
consejos. Precisamente, nos aventuramos a decir que él conceptualiza a la
alimentación, parafraseando a Jack Goody (1995), como un hecho total, en el cual la
cocina es sólo un aspecto entre otros. Así, analizará las condiciones de producción –
cómo se producen los alimentos, dónde-; de distribución –costos, modos de
conservación, de traslado- ; de preparación –aquí se enuncian recetas culinarias,
rescatando en cada una sus componentes químicos y nutritivos-; de consumo -aportes
positivos y negativos al organismo -; como también de limpieza y recolección de
residuos –espacio donde se juegan los principios más sólidos del higienismo-. De esta
forma, el libro de Bassi se distingue en la región editorial destinada a la educación del
público femenino más por lo que muestra que por lo que oculta. Es decir, se diferencia
por presentar a la alimentación como un hecho total y no, como afirma Aníbal Arcondo,
por omitir la anunciación de listados de “indicaciones o recetas culinarias” (2002: 238).
39
el contrario, estas quedan enmarcadas y muchas veces esfumadas en una
presentación holística del acto alimentario. Él dirá:
Sin dudas, las intenciones que timoneaban las lecciones alimentarias de nuestro
pedagogo colisionaron con el sentido que la gastronomía y la cocina habían adquirido
en el marco de la cultura occidental del momento. En este punto consideramos
adecuado abrir un paréntesis para efectuar un repaso histórico del complejo y
dinámico vínculo entre cocina y dietética. En el Mundo Antiguo occidental, ambas se
encontraban estrechamente ligadas. Alimentarse correctamente era un atajo que
conducía al mantenimiento de la buena salud (Mazzini, 1996). Desde entonces y hasta
los albores de la modernidad, la cocina y la dietética trabajaron al unísono, basadas
preferentemente en la medicina humoral de Hipócrates y de Galeno como así también
en el poder medicinal de las especias. La intervención culinaria venía a compensar el
equilibrio humoral ausente en los alimentos en estado natural. El cocinero era un
experto, tanto en el arte culinario como en la dietética (Montanari, 2004). Empero, la
atadura que estrechaba a las dos disciplinas comenzará a ser erosionada con el
40
advenimiento de la modernidad. El proceso que determinó la independencia entre
cocina y dietética se irá produciendo paulatinamente, hasta alcanzar la total
diferenciación en el siglo XIX (Flandrin, 1996). Dicho proceso fue complejizándose al
calor de dos innovaciones. Una, aportada por los cambios experimentados en el plano
científico durante los siglos XVII y XVIII. Los avances producidos en el campo de la
química vinieron a poner en tensión y a superar los postulados de la medicina
hipocrática. La cocina, inspirada en tal cambio, mutó su perfil. Así, los alimentos
comenzaron a ser clasificados según sus componentes: hidratos de carbono,
albúminas, fosfato, cloruro de sodio, sacarosa, caseína, etcétera. Y, en consecuencia,
las recetas apuntaron, ya no a confeccionar platos sabrosos, sino a combinar
nutrientes (Montanari, 2004). La otra novedad surgió en la región de las artes e
involucró un cambio en el concepto del término gusto. En la antigüedad el gusto refería
a una percepción emanada del paladar y del estómago de cada comensal relativa a la
calidad y sabor de los alimentos. Pero, los protagonistas de la sociabilidad propia de
los siglos XVII y XVIII transformaron la noción de gusto en un juicio –positivo o
negativo- acerca de las artes, la sociedad, el trato y también la comida. El gusto dejó
de emanar del aparato digestivo individual para hacerlo desde el intelecto regido por
las convenciones y reglas sociales. Esta segunda acepción aludía a un saber apto
para discriminar entre lo feo y lo lindo, lo bueno y lo malo (Montanari, 2004).
41
medicina, entonces cómo explicamos la existencia de un tratado como el de Ángel
Bassi (que restituye la relación cocina-dietética) en el escenario educativo argentino
para el mismo período. Para responder, comenzaremos situando el texto en su
contexto socio-político y cultural. En aquellos años, los principales países de occidente
fueron afectados por incipientes y rápidos procesos de modernización. Esto implicó:
migraciones internas y externas; crecimiento urbano; experiencias de industrialización;
encuentros e intercambios entre culturas. El corolario fue la instalación de una nueva
cuestión social en la agenda de los Estados nacionales. En este clima, apremiaba la
domesticación de los sectores populares. Para el logro de tal fin, los intelectuales
orgánicos del momento centraron la atención en las prácticas cotidianas, dentro de las
que la alimentación no ocupó un lugar menor. Por ejemplo, en Estados Unidos, país
cuyos adelantos estaban en la mira de muchos de los intelectuales y políticos
argentinos, surgió una serie de principios denominada New Nutrition, destinada a
subsanar los malos hábitos, consumos y prácticas de los sectores obreros. Si bien la
teoría era prometedora, los resultados de la aplicación fueron accidentados e
inesperados. Es decir, ésta sólo incidió en las clases medias, no así en la alta
burguesía ni mucho menos en sus destinatarios originales, las familias obreras
(Levenstein, 1996). El ejemplo americano ilustra cómo el resurgir del vínculo dietética-
cocina estuvo marcado por una contradicción de los sectores intelectuales y
adinerados de la sociedad. En otras palabras, mientras éstos seguían degustando
suculentas comilonas, pretendían que los sectores carenciados de la sociedad
comieran de acuerdo a las reglas de la dietética y del higienismo. Tal paradoja no fue
privativa de la burguesía estadounidense, sino que afectó a los proyectos burgueses
en general y el caso argentino no fue una excepción.
42
Entonces, mientras que la gastronomía, entendida como el arte del buen comer,
colonizaba el espacio público de los restaurantes, clubes y eventos sociales; la cocina
cotidiana y doméstica desandaba esos pasos, sometida a una vigilancia cada vez más
estrecha por el léxico de la química, los principios de la nutrición y los propios de la
medicina higienista. Asimismo, a la división del saber le correspondía una división del
trabajo entre los géneros. Esto es, al tiempo que los varones se convertían en los
grandes chefs y así seducían a los/as comensales con sus magnificas creaciones
culinarias, las mujeres, cocineras y amas de casa, promovían las reglas de la nutrición
y la cocina para la salud y la moderación (Contreras, Gracia Arnaiz, 2005). En
resumidas cuentas, Bassi prescribe una alimentación para ser puesta en práctica por
cocineras, en la intimidad de la cocina hogareña y para degustar en el marco de una
familia sana, austera y decorosa.
4.
43
palabras lo que se hace, se elige y se ve en los alimentos, sino también a desentrañar
los nutrientes ocultos en cada uno, lo invisible. La cocinera de Bassi podrá distinguir
cada alimento de acuerdo a la ausencia o presencia de sodio, hidratos de carbono,
grasas, etcétera. Entonces, cocinar no será mezclar, sazonar y condimentar alimentos
sino combinar y equilibrar nutrientes. Para ello, nuestro pedagogo compiló y dispuso
una serie de conocimientos que, en conjunto, dieron cuerpo a una gramática culinaria
particular.
Como ya dijimos, el texto de Bassi fue escrito para servir de guía en el dictado de
las clases de Ciencia Doméstica en las escuelas públicas argentinas. De este modo,
sus contenidos llegarían, sin distinciones, a todas las niñas del país. El mismo autor,
repetidas veces, enunció la necesidad de formar en estos saberes a las muchachas de
los sectores populares, pero también a las de clases pudientes6. Así, en materia de
alimentación, pretendía que sus alumnas-cocineras fuesen las difusoras de los
fundamentos de una nueva gramática culinaria para la alimentación de los/as
argentinos/as. Dicha gramática, partiendo de la unión entre cocina-dietética e higiene,
valoró y definió a cada alimento y a cada receta por la composición química, sus
nutrientes, los aportes al equilibrio de la economía del organismo y por la mayor o
menor facilidad de digestión y absorción. Asimismo, el cuerpo se convertía en
metáfora del hogar. En consecuencia, la alimentación debía ser presupuestada para
sostener el equilibrio económico, tanto del organismo como de la familia. En esta
clave, la enseñanza del ahorro resultó ser un principio motriz.
1-De los alimentos en general. El autor y su colaborador –José Bassi- nos dicen:
6 En este punto desacordamos con Liernur (1997), quien clasifica al texto de Bassi como un libro dedicado
exclusivamente a la formación de las mujeres de los sectores populares.
44
Al primer grupo corresponden el agua, el cloruro de sodio o sal común y los
fosfatos; mientras que el segundo comprende: grasas, hidratos de carbono y los
albuminoides. Respecto a los alimentos de origen mineral, se detalla la importancia
que poseen en la economía del organismo, sus indicaciones y contraindicaciones, el
problema de los usos y abusos, así como la descripción de algunas tipologías. En
cambio, al introducir los alimentos de procedencia orgánica, la descripción se torna
más densa y detallista. Las grasas se presentan en sus distintas acepciones: grasas
de vaca –manteca- y de cerdo –tocino-; los aceites: de hígado de bacalao, de olivo –el
recomendado- y también sus variaciones menos recomendables –aceites comunes y
falsificaciones-. En el grupo de los hidratos de carbono, son enunciados: la sacarosa,
la glucosa, los azúcares de frutas, el almidón y las féculas de origen vegetal.
Finalmente, entre los albuminoides se distinguen las llamadas albúminas del músculo
o carnes –rojas y blancas-, la caseína de la leche, la legumina de las legumbres y el
gluten de los cereales.
Al primer grupo corresponden las carnes7, la leche y los huevos. El segundo grupo
está compuesto por: los cereales, las legumbres, los feculentos, las verduras y
hortalizas, las frutas, los condimentos y, finalmente, las bebidas, básicamente de
origen vegetal o frutal8.
Sin dudas, cuando el autor aborda la problemática de los alimentos en particular, no
hace más que abrir en detalles la rama de los alimentos orgánicos. En tal sentido,
presentará a las vituallas de origen animal como ricas en albuminoides y grasas, a
diferencia de las de origen vegetal, que ostentan mayor riqueza en hidratos de
carbono. Además, junto a cada clase de alimento, repara tanto en la composición
7 Entre estas se incluyen: de matadero, de cordero, de cerdo, de caza –en sus versiones de pelo y de pluma-, de
aves de corral, de pescados.
8 Entre ellas se consideran: bebidas fermentadas, alcoholes, licores, alcaloides, aromáticas, infusiones.
45
química y las aptitudes para la digestión como también en precios de mercado y
recetas culinarias –en esta sección son muchas y variadas-, etcétera.
Esta prolija y detallada clasificación responde a una gramática culinaria que debía
colonizar, presidir y caracterizar las prácticas alimentarias argentinas. En tal sentido,
las amas de casa tenían el encargo de construir con los parámetros de tal gramática la
dieta racional y normal adecuada para la familia. Dieta que solo resultaría de la
correcta y equilibrada combinación entre alimentos de origen vegetal con otros de
origen animal. Entre las múltiples condiciones que debían evaluarse al momento de
cocinar, Bassi consideró: primero, atender al factor climático y a las estaciones; luego,
adaptarse a la situación laboral, la condición social, el estilo de vida y la edad de los/as
comensales; después, conocer los principios de digestibilidad de cada alimento, al
igual que las condiciones de digestión de cada sujeto; y por último, ser ejecutado por
una mujer-ama de casa experta en el arte culinario.
Finalmente…
46
general. Al escribir sus preceptos, Bassi parecía suponer que, cocinar hace a los seres
humanos, y éstos a la sociedad toda… Sentencia que sitúa a las mujeres-cocineras-
amas de casa como un engranaje clave de las políticas socioculturales de la época.
47
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cuisinière. Paris: Gallimard.
Corpus documental
50
La violencia contra las mujeres. Un análisis a través de la producción teórica
feminista*
Beatriz Garrido**
Resumen
Nos interesa analizar la violencia contra las mujeres en el proceso histórico de la región desde
las miradas feministas, destacando el papel que el movimiento tuvo en su desvelamiento
reflejado en una importante producción teórica que incidió necesariamente en el diseño de
leyes y políticas.
Nos proponemos realizar, por una parte, un análisis sobre la producción escrita en relación a
los distintos enfoques desde los que se ha investigado la violencia contra las mujeres,
centrándonos en textos que tuvieron incidencia en el avance del conocimiento.
En este sentido, resulta evidente que el movimiento feminista ha tenido un papel central en
este acumulado al generar una importante producción así como el logro de cambios
sustanciales en la legislación.
No obstante, importa remarcar que, más allá de los avances, el tema de la violencia contra las
mujeres constituye un problema social estructural que trae consecuencias terribles sobre la
vida, hasta llegar a la muerte de las mujeres. De allí que es importante encuadrar este análisis
dentro del patriarcado y de la subordinación, opresión y explotación de las mujeres.
En las sociedades contemporáneas occidentales los varones detentan la universalidad en
cuanto sujetos dominantes de la vida social, por ello los valores dominantes en la sociedad son
valores patriarcales. Bourdieu documenta con insistencia como la dominación masculina está
anclada en nuestros inconscientes, en las estructuras simbólicas y en las instituciones de la
sociedad “... muestra cómo el sistema mítico-ritual –que juega un rol equivalente al sistema
jurídico en nuestras sociedades- propone principios de división ajustados a divisiones
preexistentes que consagran un orden patriarcal” (Lamas, 2000).
Nos ha preocupado también plantear algunas tensiones y conflictos al interior del feminismo en
su interacción con el estado, por un lado, y el posicionamiento de sectores más radicalizados
que se identifican con la búsqueda de una real autonomía de las mujeres.
H Una versión de este trabajo fue presentada y aprobada en el Primer Congreso Sobre Género y
Sociedad, Córdoba 27-30/05/2009.
H Facultad de Filosofía y Letras, UNT. bettinabia@gmail.com
51
Sin duda, las últimas décadas del siglo XX han sido las más productivas en este
sentido al visibilizar la violencia contra las mujeres desde la violación al feminicido,
pasando por todas las formas en que el patriarcado ha puesto en acto el ejercicio del
poder masculino sobre el cuerpo de las mujeres. Aunque, como indican Castro y
Riquer1, quedarnos sólo en el análisis del patriarcado como en general se ha realizado,
resulta insuficiente:
La primera crítica que surge a los estudios que sobre la violencia contra las mujeres
se han desarrollado, es no verla dentro de una lógica masculinista, que tiene que ver
con la construcción diferenciada de las subjetividades de mujeres y varones, la división
sexual de los funcionamientos sociales y las relaciones de poder-dominación y control
social. En palabras de Ibarlucía, estas tres variables interrelacionadas conforman parte
de los sentimientos, pensamientos y acciones de la humanidad: qué se espera de las
mujeres y de los varones, qué deben sentir, cómo deben ser y actuar las mujeres2.
La asociación de la masculinidad al varón proveedor unido al papel de guardián y
jefe del hogar, refuerza la imagen de pertenencia de los varones a la esfera pública y,
con ella, su independencia; como contrapartida, en esta argumentación, el hogar es el
espacio al que las mujeres pertenecen. La lógica binaria -empleada como opuestos
excluyentes-, vieja falacia cuestionada por el feminismo, al dualizar al mundo afirmó
que tales antinomias responden al modelo de nuestras identidades. La antinomia
básica en la visión del patriarcado hombre-racionalidad-civilización-iniciativa-liderazgo
social y político se opone a la de mujer-naturaleza-intuición-sentimiento-hogar-
1 Roberto Castro y Florinda Riquer. 2003. “La investigación sobre violencia contra las mujeres en América Latina:
entre el empirismo ciego y la teoría sin datos”. Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 19(1):135-146, jan-fev.
2 Blanca Ibarlucía. Trata y tráfico de personas. (Un aporte a la reflexión), en Agenda de las Mujeres. Internet:
http://agendadelasmujeres.com.ar/notadesplegada.php?id=3748
52
3
maternidad , “naturalmente”, es su dominio exclusivo, es la esfera privada de la
dependencia.
3
Cf. Asunción Lavrín. 1998. “Género e Historia. Una conjunción a finales del siglo XX”. En Cuadernos del Instituto
Nº1. Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer. La Pampa. Catharine Stimpson, 1999 “¿Qué estoy haciendo
cuando hago estudios de mujeres en los años noventa?”. En Marysa Navarro y Catherine Stimpson (comp.) 1999.
¿Qué son los estudios de mujeres?. F.C.E. Bs. As. y Griselda Gutiérrez Castañeda, “El concepto de género: una
perspectiva para repensar la política”. La Ventana. Universidad de Guadalajara. México.
4 “Bourdieu... muestra cómo las diferencias entre los sexos están inmersos en el conjunto de oposiciones que
organizan todo el cosmos, la división de tareas y actividades y los papeles sociales. Explica cómo, al estar
construidas sobre la diferencia anatómica, estas oposiciones confluyen para sostenerse mutuamente, práctica y
metafóricamente, al mismo tiempo que los “esquemas de pensamiento” las registran como diferencias “naturales”,
por lo cual no se puede tomar conciencia fácilmente de la relación de dominación que está en la base y que aparece
como consecuencia de un sistema de relaciones independientes de la relación de poder (Lamas, 2000).
53
(Graña, 2000). El poder se sitúa en el centro de la vida social y se despliega con
mayor claridad para legitimar las desigualdades de estatus dentro de la estructura
social.
5 Entrevista por Andrea Lagos G. Margarita Pisano acusa el "Triunfo de la masculinidad": Desde la derrota. En
Internet:
http://www.mpisano.cl/
54
Cuando avanzamos en el análisis sobre los estudios de las familias en
Latinoamérica, se observa que fueron mostrando, en las relaciones genéricas e
intergeneracionales, la presencia de aspectos afectivos y simbólicos, al lado de
relaciones solidarias y también de conflictos que tienen incidencia en los grados de
cohesión que dan mayor o menor continuidad a familias y a las unidades domésticas.
Cómo se configuran estos espacios y cómo son los patrones que van a regir su
cambio va a depender de la manera en cómo se asocian los elementos ideológicos,
las formas de ejercicio del poder y, en recurrentes ocasiones, el uso de la violencia
basada sobretodo en las formas de autoridad y de división sexual del trabajo
generadas cultural y socialmente (de Oliveira y Salles, 1989).
El orden familiar burgués se asentó en tres fundamentos: la autoridad del marido-
padre, la subordinación y opresión de las mujeres y la dependencia de hijos e hijas.
“La adjudicación del papel de madre y de la maternidad a las mujeres, las define y las
limita funcionalmente pues una mujer es cabalmente una mujer cuando es madre, con
todo lo que supone dentro de la cultura occidental6.
El análisis de la familia con perspectiva de género y la crítica sobre la división entre
esfera pública y ámbito privado7 han derivado en una serie de aportes que han
cuestionado la imagen idealizada de la familia nuclear. Estos itinerarios han
posibilitado el análisis de “las tensiones y dilemas que la institución familiar, o mejor
dicho, la multiplicidad de modalidades de organización familiar enfrentan en la
actualidad”8. Magdalena León afirma que, en la relación familia y género es decisivo
señalar que las jerarquías de género son creadas, reproducidas y mantenidas día a
día a través de la interacción de quienes integran el hogar. "Es por esto que aunque el
análisis de género revela internamente los factores de poder en la familia,
inevitablemente se la ve como la institución primaria para la organización de las
relaciones de género en la sociedad. En la familia es donde la división sexual del
trabajo, la regulación de la sexualidad y la construcción social y reproducción de los
géneros se encuentran enraizados” (León, 1994).
55
La desigualdad en la familia, es en primer lugar entre varones y mujeres, niños y
niñas. De acuerdo a Rivera-Garretas, el análisis de esta forma de desigualdad es
fundamental para entender la historia de las mujeres y, por tanto, la historia9.
Por su parte, Castro y Riquer señalan que si se acepta que la violencia de género
es un problema relacional y específicamente de acceso y uso desigual de diversos
recursos entre los integrantes de una pareja y/o al interior del hogar, sobre lo que
habría que preguntarse es acerca del poder en las relaciones de género. Tema
planteado en la teorización feminista, como vimos, “pero que continúa en busca de un
nicho dentro de la teoría sociológica y que aún no se pudo traducir en variables e
indicadores que permitan mejorar nuestra comprensión de la violencia contra las
mujeres”.
9 Del libro: Nombrar el mundo en femenino / Pensamiento de las mujeres y Teorías feministas – Fuente Creatividad
Feminista.
10 María-Milagros Rivera Garretas. 2001. “La violencia contra las mujeres no es violencia de género”, en Duoda 21.
Universitat de Barcelona.
56
El tema del amor también ha sido estudiado por la teoría feminista, encontrando
en un texto clásico como “Tráfico de mujeres” de Emma Goldman claras referencias
a la función que el amor, asociado al matrimonio, ha cumplido en la cultura
patriarcal. Las investigaciones de Lola Luna y Marcela Lagarde, entre otras,
muestran como el amor y la institución matrimonial monogámica son construcciones
patriarcales para reforzar el sometimiento de las mujeres11.
Al remarcar que lo social es una construcción histórica, las experiencias sociales de
mujeres y varones diferenciadas presentes en la trama histórica, emergen con
condiciones propias en cada sociedad. Marta Lamas advierte que no se puede
comprender al género sin antes ocuparse de la construcción de la identidad12; identidad
que tiene que ser comprendida “tomando al género como un componente en
interrelación compleja con otros sistemas de identificación y jerarquía. El paradigma de
que el sujeto no está dado sino que es construido en sistemas de significado y
representaciones culturales requiere ver que, a su vez, éstos están inscriptos en
jerarquías de poder”13. La autora remarca que no se tiene que perder de vista que
mujeres y varones son producidos tanto por el lenguaje, las prácticas y las
representaciones simbólicas al interior de determinadas formaciones sociales, como
por los procesos inconscientes relacionados a la vivencia y simbolización de la
diferencia sexual. En este sentido, es fundamental entender que la diferencia sexual
no es un producto de la cultura (como sí el género) y por ello no puede ser colocada a
11 En la cultura occidental el amor tiene funciones importantes; como explica Lagarde es un elemento de cohesión
de la vida cotidiana, de expresión de las instituciones de la vida íntima (matrimonio, familia), “pero sobre todo nos
mantiene –como género- adheridas a los hombres”. Tal adherencia se fundamenta en la dependencia de las
mujeres en la que se concreta la impotencia y, en la cual los varones concretan su omnipotencia. “Las mujeres
completamos nuestra dependencia (carencia, orfandad, etc.) en la potencia masculina. Se construye un género en
deseo permanente de amar al otro y ese deseo, la realización de ese deseo es la felicidad y completud del género
femenino. En el caso de los hombres, amar es solamente un elemento (entre otros) de realización posible. Los
hombres ... se realizan siendo. Las mujeres ...siendo para ellos ...el amor es patriarcal”. Cf. Marcela Lagarde. 1992.
Identidad y subjetividad femenina. Puntos de Encuentro.
Julia Varela, citada por Luna, explica la formación del “dispositivo de feminización” en los discursos de los
humanistas; este discurso visto en términos de género, es un elemento definitorio de la mujer moderna. La filosofía
humanista implanta a través del matrimonio y su articulación al estado moderno el dispositivo de feminización. El
matrimonio monogámico será un “anclaje clave” de dicho dispositivo, como lo son la naturaleza y el cuerpo de las
mujeres para la “naturalización del desequilibrio entre los sexos”. A su vez se aplicará una estrategia educacional
con “tecnologías blandas” (mujeres nobles y burguesas) y “tecnologías duras” (mujeres de sectores populares); en
términos de la teoría feminista en este proceso se percibe de forma evidente una interrelación de los dispositivos de
género con la clase social”.
12 Lagarde sostiene que “la identidad de los sujetos se construye a partir de una primera gran clasificación genérica.
Las referencias y los contenidos genéricos, son hitos primarios de la conformación de los sujetos y de su identidad.
Sobre ellos se organizan y con ellos se conjugan otros elementos de la identidad, como los derivados de la
pertenencia real y subjetiva a la clase, el mundo urbano o rural, o a una comunidad étnico, nacional, lingüística,
religiosa o política. La identidad se nutre también de la adscripción a grupos definidos por el ámbito de intereses, por
el tipo de actividad, por la edad, por el período del ciclo de vida, y por todo lo que agrupa o separa a los sujetos en la
afinidad y en la diferencia”. Marcela Lagarde. “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y
locas”. Lecturas. Página web CIDHAL. 2001.
13 Cf. Marta Lamas. “Género, diferencia de sexo y diferencia sexual”. En Alicia E.C. Ruiz (comp.) Identidad femenina
57
igual nivel que los papeles y prescripciones sociales; la diferencia sexual debe
entenderse como subjetividad inconsciente14.
…el dilema político del feminismo pasa de dejar de pensar toda la experiencia
como marcada por el género a pensarla también marcada por la diferencia
sexual, entendida no como anatomía sino como subjetividad inconsciente …Lo
que está en juego, como siempre, es la concepción que se tiene del sujeto. El
sujeto es producido por las prácticas y representaciones simbólicas dentro de
formaciones sociales dadas. El género produce un imaginario con una eficacia
política contundente y da lugar a las concepciones sociales y culturales sobre la
masculinidad y feminidad que son la base del sexismo, la homofobia y la doble
moral sexual. Confundir diferencia sexual con sexo o con género, utilizar los
términos indistintamente, oculta algo esencial: que el conflicto del sujeto consigo
mismo no puede ser reducido a ningún arreglo social15.
La igualdad jurídica-formal tiene una tradición que parte del feminismo ilustrado y es
asumido luego por el feminismo de la igualdad, con un claro carácter reivindicativo.
Nadie podría negar que esta búsqueda de igualdad ha tenido logros interesantes
vinculados a los derechos civiles y políticos de las mujeres a lo largo de la historia.
Pero actualmente se puede observar que, si bien existe una legislación internacional y
nacional que protege a las mujeres, aún no se ha modificado realmente el derecho,
14 “... resulta una tarea necesaria afinar la distinción epistemológica entre diferencias de sexo, género y diferencia
sexual. Hoy en día un desafío para el feminismo es dejar de pensar toda la experiencia como marcada sólo por el
género y pasar a pensarla como marcada también por la diferencia sexual, que debe entenderse no como anatomía
sino como subjetividad inconsciente”. Marta Lamas. Op. Cit. 2000.
15 Marta Lamas. 1999. “Género. Los conflictos y desafíos del nuevo paradigma”. Ana María Portugal y Carmen
Torres, editoras. El siglo de las mujeres. ISIS Internacional, Ediciones de las Mujeres número 28, 1999
58
pues aunque proclama la universalidad de la categoría sujeto, su elaboración continúa
respondiendo al modelo del ciudadano-varón-propietario16.
Las leyes sobre violencia contra las mujeres, denominadas generalmente contra la
violencia de género no han logrado resolver este problema (ver cuadros estadísticos
para la Argentina, 2008).
Los logros del movimiento de mujeres desde el Ilumismo a la actualidad han sido,
sin duda, significativos; pero siempre surgen preguntas asociadas a lo que en la
actualidad las mujeres queremos, apareciendo un postmachismo igualitarista en el
discurso, pero que persigue (como siempre) la subordinación de las mujeres, aunque
nadie podría ser tan anacrónico de negar derechos que hoy tienen rango
constitucional en casi todo el mundo, al menos en el mundo occidental.
“Por ejemplo: critica que algunas mujeres ponen denuncias falsas contra sus
parejas, critica que las madres estén generando en algunos casos un Síndrome
de Alienación Parental en los hijos, critica que haya que luchar excesivamente
para conseguir la custodia compartida, critica que las mujeres ya han alcanzado
la igualdad y que ahora sólo quieren obtener beneficios extras… Por tanto, el
postmachismo no critica el discurso de la igualdad en sí, sino que cuestiona un
cúmulo de asuntos puntuales para deteriorar poco a poco ese mismo discurso”.
Aparece también actualmente un discurso cada vez más instalado socialmente que
se aproxima a un viejo esencialismo, las mujeres somos más sensibles que los
varones, dependemos de un hombre, lloramos si se va pues quedamos en la soledad.
16Cf. Ana Rubio Castro. 1990. “El feminismo de la diferencia: los argumentos de una igualdad compleja”, Revista de
Estudios Políticos (Nueva Época), Nº 70.
59
Estos son estereotipos muy vinculados a la publicidad en los distintos medios de
comunicación. Esto puede caracterizarse como un nuevo intento de retornar a la
“mística de la femineidad” de los años ´50, como ya hubo una tentativa de hacerlo en
los años´80.
Entre las décadas de los ´70 y los ´80, mujeres negras, chicanas, asiáticas, entre
otras “mujeres de color” en los Estados Unidos, plantearon un abierto separatismo en
relación al feminismo anglo-americano denunciando no sólo la violencia de los
hombres en general, sino también la violencia de las feministas blancas y marcaron al
racismo y al comportamiento racista como herencia del patriarcado blanco17.
A partir de la crítica sobre la complicidad del feminismo con el racismo, el
colonialismo y el heterosexismo, De Laurentis comenzó a hablar del feminismo de la
época postcolonial en donde el sujeto del feminismo:
17 Cit. Por Asunción Oliva Portolés. 2004. Feminismo postcolonial: la crítica al eurocentrismo del feminismo
occidental. Cuadernos de Trabajo Nº 6.
18 Cit. Op. cit.
60
macho/hembra y, peor aún, ignora la complejidad que supone la diferencia sexual”
(Lamas,1999).
Me interesa, por otra parte, citar la posición de feministas como Ximena Bedregal
que, frente al 11avo encuentro feminista latinoamericano y del Caribe y, al encuentro
feminista autónomo (ambos se llevaron a cabo en México en 2009), hizo una fuerte
declaración sobre lo que está ocurriendo con una parte del movimiento:
Entonces lo que se puede observar dentro del panorama esbozado es que existe
una cooptación del feminismo, más bien de cierto feminismo por parte del estado, un
vaciamiento de la categoría género que ha ido perdiendo su potencial revolucionario y
un cuestionamiento a legislaciones que, en realidad, no han podido resolver la
violencia (en todas sus formas) contra las mujeres.
Francesca Gargallo ha criticado a algunas feministas “institucionalizadas” pues al
auto titularse “especialistas en cuestiones de género”, han ido perdiendo el diálogo y la
capacidad de regenerar su pensamiento en términos de una radicalidad, pues se han
19 “A partir de que Simone de Beauvoir declarara que no se nace mujer, el papel del sustrato biológico y soial en la
constitución de las nociones de hombre y mujer ha marcado las discusiones teóricas y políticas en relación a lo que
significa ser hombre y ser mujer”. Cf. “El ser mujer”. En internet: http://www.clam.org.br/
20 Ximena Bedregal. 2009. “Reflexiones epistolares sobre el próximo 11avo. Encuentro latinoamericano y del
61
institucionalizado no sólo en las tareas, sino en las ideas y han perdido la capacidad
de escucha21. No obstante cree posible el diálogo entre las distintas vertientes del
feminismo, especialmente la institucionalizada y la radical:
Frente a esta realidad, sectores feministas que reactualizan la autonomía, así como
posturas radicales, cuestionan al feminismo reivindicacionista e institucionalizado en el
estado y proponen salirse de la lógica masculinista para crear una nueva humanidad.
62
FEMICIDIOS EN ARGENTINA
GRAFICOS
Informes elaborados por la Asociación Civil La Casa del Encuentro - 2008
Informe elaborado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro. Femicidios en Argentina.
Periodo: 1º de enero a 21 de Noviembre de 2008. Promedio por Provincias sobre 165 casos.
Pcia Buenos Aires CABA Cordoba La Pampa Mendoza Rio Negro
45
40
35
30
25
20
15
10
0
1
Informe elaborado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro. Femicidios en Argentina. Período
1º de enero a 21 de Noviembre de 2008.Promedio de edades sobre 165 casos de femicidios.
60
50
40
30
20
10
0
1
Edades 3 a 12 años Edades 13 a 18 años Edades 19 a 30 años Edades 31 a 50 años Edades 51 a 65 años Edades 66 a 85 años
63
Informe elaborado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro. Femicidios en Argentina.
Período: 1º de enero a 21 de noviembre de 2008 . Promedio por Vínculos sobre 165 casos.
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
1
Esposos, Parejas, Amantes, Novios Ex Parejas Padres Hermanos y Hermanastros Tios Padrastros Hijos Anónimos con Violencia Sexista
64
Experiencias y representaciones masculinas de desempleo, subocupación y
nuevos roles familiares. Del trabajo y no-trabajo de hombres y mujeres1
Rosa N. Geldstein*
Resumen
Se presentan resultados de una investigación cualitativa que exploró los aspectos de género
(comportamentales y subjetivos) implicados en las estrategias de reproducción familiar
desarrolladas en hogares de sectores populares del area Metropolitana de Buenos Aires
durante la década de 1990. Se aplicaron entrevistas individuales en profundidad –que
incluyeron historias de vida focalizadas en las trayectorias familiares, laborales y conyugales- a
ambos cónyuges en 12 hogares nucleares completos y 10 jefas de hogares monoparentales.
Los habitus de género, moldeados en las experiencias y prácticas familiares, conyugales y
laborales de mujeres y varones, jugaron un claro papel en sus respectivas respuestas de
adaptación o resistencia a la exclusión. Estas prácticas, a su turno, tuvieron consecuencias
diferentes en los roles familiares y en la subjetividad de unas y otros, así como en las
relaciones de poder, cooperación y conflicto entre los cónyuges. Esta ponencia focaliza en los
discursos masculinos, a cuya comprensión e interpretación contribuyeron las entrevistas a
mujeres y el análisis comparativo que integró la información de ambas fuentes para intentar
reconstruir la dinámica familiar. La ponencia profundiza en el análisis de las percepciones y
valoraciones masculinas acerca de sus contribuciones y las de las cónyuges, y de los sentidos
y significados de género que los hombres atribuyeron a las prácticas femeninas y a las propias
prácticas.
Introducción
1
Este artículo fue presentado como ponencia y publicado en Actas de las VIII Jornadas Nacionales de Historia de
las Mujeres y III Congreso Iberoamericano de Estudios de Género. CDR. Villa Giardino, Córdoba, Argentina, 25-28
de octubre de 2006.
* CONICET – Centro de Estudios de Población (CENEP), Buenos Aires. Argentina.
65
la búsqueda de recursos económicos no laborales. Los habitus2 de género, moldeados
en las experiencias y prácticas familiares, conyugales y laborales de mujeres y
varones a lo largo de sus cursos de vida, jugaron un claro papel en sus respectivas
respuestas de adaptación y resistencia a la exclusión. Estas prácticas, a su turno,
tuvieron consecuencias diferentes en los roles familiares y en la subjetividad de unas y
otros, así como en las relaciones de poder, cooperación y conflicto entre los cónyuges.
El aporte de las mujeres ganó peso absoluto en la economía familiar por la
intensificación de sus esfuerzos (productivos y reproductivos), y peso relativo por el
menor éxito de los hombres. Las múltiples identidades femeninas de madre, ama de
casa y administradora del hogar -ligadas tanto a representaciones sociales de
altruismo femenino como a un sentido práctico (Bourdieu 1991) para evaluar
necesidades y resolver problemas de escasez-, impulsaron la inserción productiva de
las mujeres y, en general, su activa búsqueda de recursos (Geldstein1994,2001,2004).
Ellas aprovecharon las escasas oportunidades y también las generaron para
desarrollar, intensificar y diversificar su oferta en la economía informal y para acceder
a la ayuda de programas sociales. Transformaron relaciones y ámbitos femeninos y
afectivos (familia extendida, escuela, iglesia, barrio) en capital social, relaciones
económicas y “mercado local” para su oferta de bienes y servicios. Al hacerlo, ganaron
autonomía y poder dentro y fuera del hogar. Ello ocurrió no sin resistencia de los
compañeros que habían perdido o visto decaer sus fuentes de ingreso, autoestima y
autoridad.
Este contexto reafirma la necesidad de nuevos paradigmas para dar cuenta de
las relaciones de género (De Barbieri 1993, Friedan1997). Siguiendo a Rubin (1986),
De Barbieri propone la categoría de sistemas de sexo/género, más neutra y general
que la de patriarcado, “puesto que deja abierta la posibilidad de existencia de distintas
formas de relación entre mujeres y varones, entre lo femenino y lo masculino [y] la
posibilidad de distinguir formas diversas en períodos históricos diferentes [...
considerando] los sistemas de género como sistemas de poder, resultado de un
conflicto social” (1993:5-8)
Para Sen (1990) las relaciones de poder y los procesos de negociación en la
pareja conyugal constituyen una clase especial de conflictos, la de los conflictos
cooperativos, donde se juegan al mismo tiempo los intereses individuales y el interés
colectivo y compartido del bienestar familiar. Y donde la posibilidad de arribar al punto
de ruptura en el proceso de negociación es evaluada en términos del poder relativo de
cada jugador, aunque también en función de la valoración de las contribuciones del
2 “disposiciones [durables] a actuar, percibir, valorar, sentir y pensar de una cierta manera más que de otra”
(Bourdieu 1988, Gutiérrez 1997).
66
otro al bienestar colectivo. Pero en esta conceptualización, referenciada en un
contexto de gran subordinación femenina, el balance de poder siempre sería favorable
al hombre.
Marqués sostiene que el núcleo fundamental de la construcción social del
varón es la transmisión de la idea de que ser varón es importante y que –una
constante histórica y cultural- hagan lo que hagan los varones, ello siempre se
consideró importante. Pero de los dos modos de internalizar y experimentar este
modelo ambiguo –bien como derecho adscripto al sexo, o bien como derecho a ser
ganado-, el segundo remitiría a un varón en precario, potencialmente conflictivo con
las mujeres que, inseguro de sus merecimientos, necesitaría convencerse de su
superioridad sobre ellas (1997:24) Dada la escasa disponibilidad social de posiciones
objetivas de poder –como las que detentan los exitosos varones en propiedad-, el
mandato para la mayoría careciente de dones especiales sería “Como mínimo debo
ser capaz de proteger, alimentar y orientar a una mujer y a los hijos que me dé”
(Marqués 1997:23)
En lo que sigue se resumen resultados parciales de una investigación
cualitativa que explora aspectos de género (comportamentales y subjetivos)
implicados en las estrategias de reproducción familiar en hogares de sectores
populares del AMBA durante los ’903. Interpretamos los discursos de los hombres4
acerca de sus propias contribuciones y las de sus cónyuges, tratando de reflejar los
sentidos y significados (de género) que ellos atribuyeron a las prácticas femeninas y
algunos de sus mecanismos de resistencia simbólica.
... en mi mente todavía está como que yo siempre fui el que estuvo afuera, el
que proveía dinero y listo, o sea, las otras decisiones las tomaba el ama de
casa. Pero ahora cada vez es menor la entrada de dinero, se ha perdido la
dignidad de trabajar. Hace años atrás el padre de familia salía a trabajar, vivía
de su sueldo...
En general los hombres utilizan el término trabajo para designar una ocupación
estable, bien remunerada, con horario y a jornada completa, que se desempeña afuera
de la casa y con la finalidad de proveer al bienestar familiar. De acuerdo a la
valoración generalizada y a la experiencia pasada de algunos, se trataría de empleo
3 A fines del 2000 se aplicaron entrevistas individuales en profundidad –que incluyeron historias de vida focalizadas
en las trayectorias familiares, laborales y conyugales- a ambos cónyuges en 12 hogares nucleares completos y a 10
jefas de hogares monoparentales.
4 A cuya comprensión e interpretación contribuyeron las entrevistas a mujeres y el análisis comparativo que integró
67
asalariado formal (blanqueado) o del desempeño habitual de un oficio calificado, a
demanda de una clientela con poder adquisitivo. Muy diferente entonces de los
actuales contratos precarios (trabajos mediocres) y mal remunerados y de las
changuitas y rebusques, raramente denominados trabajo y cuyo desempeño, aun
cuando frecuente o habitual en la última década, no modifica la autoclasificación como
desocupado en búsqueda constante de trabajo. Búsqueda para la que parecen más
adaptados los jóvenes y los trabajadores no calificados –habituados al empleo
precario- y más limitados los maduros y calificados -algunos ya “trabajadores
desalentados” que se perciben definitivamente sin trabajo, ya que es preferible no salir
a buscar porque te rechazan por la edad: ya sos descartable-.
Lo que hacen las mujeres que no trabajan (trabajo intermitente, en domicilio, a
tiempo parcial), como las changuitas masculinas, no parece ser clasificado como
trabajo ni dar lugar a la investidura de proveedora. Esto aún cuando las actividades,
rebusques, ideas y aportes de las cónyuges sean valorados en un contexto de
escasez de recursos y de imposibilidad propia de obtenerlos en una medida
suficiente5. En síntesis, los hombres definen al trabajo desde sus propias experiencias,
expectativas y reglas morales (¿y acaso podría ser de otra manera?) y por lo tanto
nombran trabajo a aquello que hacen las mujeres cuando tales actividades se
acomodan a sus propios marcos interpretativos. En primer lugar y sobre todo, cuando
se realiza fuera de la unidad doméstica (ahora las mujeres salen a trabajar) y
especialmente si se trata de un empleo asalariado formal. Pero es precisamente el
trabajo remunerado fuera de la unidad doméstica el más resistido por estos hombres y
sólo aceptado para sus esposas bajo ciertas y determinadas circunstancias
atenuantes. La principal, la necesidad que lo torna imprescindible, remite a la
afirmación de Kandiyioti (1997) de que sólo los hombres ricos tienen el poder real para
impedir el trabajo extradoméstico de sus esposas -y sugiere que los pobres lo harían si
pudieran-. La dificultad para aceptar que no pueden evitarlo parecería responder no
sólo a la resistencia a que la mujer salga y gane autonomía, sino también a la
vergüenza o incomodidad de reconocer su pérdida de importancia como proveedor6.
Escasos discursos sobre los celos de la juventud remitieron a la necesidad de
controlar el cuerpo de las mujeres, una fuente de poder (reproductivo) femenino, pero
no quedaron dudas del despliegue de mecanismos de control sobre su capacidad de
5 Y aunque las mujeres de este estudio, como muchas mujeres pobres, lo hayan estado haciendo a lo largo de casi
todo el curso de vida familiar (Geldstein 2004)
6 Ello se descubre no sólo en lo que se dice en este sentido sino también en las contradicciones, el uso de
metáforas, la ocultación y las discrepancias con los datos aportados por las esposas. La falta de espacio nos impide
citar aquí a las diversas autoras que escribieron acerca de las resistencias masculinas al empleo remunerado de las
cónyuges (ver Geldstein 2004)
68
trabajo (De Barbieri 1993). En esta investigación, como en otras, se recogieron
múltiples testimonios del malestar masculino por no poder responder a las
expectativas adscriptas a la identidad de proveedor. Un malestar que se incrementa si
es la esposa quien asume el rol y, más aún, si sintiéndolo como una carga, ella
reprocha al marido su incumplimiento o le atribuye responsabilidad por la falta de éxito
(ser quedado, bajar los brazos).
Contrariamente, las mejores expresiones de valoración hacia la esposa
estuvieron centradas en su inteligencia y delicadeza para no hacer notar que el dinero
contribuido por el marido subempleado no alcanzaba. Al decir de Marqués (1997), lo
que el varón “no soporta es, pues, la ausencia de énfasis, trascendencia de sus
acciones y aun de su propia persona” (25) Así, “ [...] la propuesta real del sistema
[patriarcal] es que las mujeres desempeñen no sólo roles femeninos sino también, eso
sí, discreta o clandestinamente, roles masculinos cuando los varones fallan o flojean
en su desempeño [... pues] si el varón fuese muy consciente de sus carencias podría
sentirse incómodo con el sistema. Él debe creer que cumple como varón y para ello
basta con que la mujer en ocasiones cumpla por él sin hacerlo notar [...] todo lo que
hacen las mujeres suele leerse como femenino, siempre que respeten la superioridad
teórica del varón y no lo hagan a bombo y platillo; el bombo y el platillo son
masculinos” (30)
Pocos aceptarían que la esposa salga a trabajar para su propio desarrollo, por
gusto personal7, y sólo si ello no significara una interferencia con sus obligaciones –
lógicas y prioritarias- como madre. En estos discursos –opuestos al trabajo de la
esposa fuera del hogar- descubrimos reglas morales sobre el cuidado de los hijos y
sobre la obligación del padre de protegerlos y de proteger a la madre que los cuida8.
Pero también rechazo/disgusto a asumir trabajo reproductivo en su reemplazo, y
referencias a constricciones reales –la dificultad para compatibilizar dos horarios
exigentes cuando ambos cónyuges trabajan y hay niños que cuidar y escasez de
ayuda reproductiva-. Lo que remitiría a una lógica de la división del trabajo en la pareja
conyugal de sectores populares –ciertamente compartida por algunas mujeres-, que
tendería a apoyar la especialización de quien tiene mejores oportunidades laborales (y
que solía ser el hombre) (Ferrée 1984); y también a reafirmar el ámbito “tradicional” de
poder (doméstico) femenino (De Barbieri 1993). De allí la atribución a las esposas de
que se quedarían con gusto en su casa si no necesitaran trabajar. Por este motivo, y
ante la necesidad innegable, el ingreso que ellas pueden generar desde su casa -
7 Y lo cierto es que raramente estas mujeres han tenido la oportunidad de decidir trabajar sólo por gusto o como una
forma de realización de sus propias potencialidades. Lo cual no niega el surgimiento de esta motivación después del
ingreso al mercado.
8 Aunque el deseo de paternidad fue escasamente mencionado como proyecto personal previo al matrimonio.
69
mediante actividades que por realizarse en ese ámbito y por ser típicamente
femeninas no se denominan trabajo-, constituye un recurso mejor reconocido y una
contribución valorada por los hombres. La categoría de administradora del
presupuesto familiar –la contribución sin duda más valorada por los hombres
(Geldstein 2004)- se asocia a dichas prácticas, revelando su múltiple funcionalidad
como uno de los principales mecanismos de afrontamiento y resistencia simbólica a la
amenaza de la negación de su identidad dominante.
No, no [me incomoda que atienda el kiosco] porque está acá dentro de la casa.
Ahora si tiene que salir es otra cosa, o tiene que ir a otra parte. Ahí no me gusta.
Estando acá... No, porque está en su propia casa. Hace de cuenta que es de ella, que
administra ella nomás. Ese es el motivo...
Conclusión
9El lenguaje encantado, que no reconoce el interés implícito en los intercambios, propio de sociedades donde el
campo económico no se encuentra completamente estructurado (a diferencia del lenguaje desencantado utilizado
en las relaciones capitalistas de mercado) es el lenguaje típico de las relaciones familiares (Bourdieu 1991, 1998)
70
problema es que trabaje porque ésa es una actividad masculina que implica salir de la
casa y usurpar la investidura de proveedor(a).
¿Se trata de un resabio de cuando estos hombres realmente podían proveer, y
por lo tanto de habitus incorporados a través de la experiencia personal, cuya
actuación o expresión actual expresa un rezago cultural respecto del cambio en las
condiciones objetivas? ¿Son representaciones sociales instituidas e instituyentes que
vienen de más lejos –y van más allá- de la experiencia singular?
El trabajo femenino más negado y más resistido es el que, precisamente, es
significado como trabajo. Ello parece constituir una forma de control simbólico sobre
las capacidades de las mujeres, la única que pueden ejercer los hombres
desempoderados y que no desean o no pueden ejercer la violencia de género contra
la esposa.
Cuando el hombre niega o se opone al trabajo remunerado de la mujer fuera de
la unidad doméstica es porque ello constituye un hecho doloroso, pues torna visible,
inocultable e innegable el hecho de que la mujer trabaja y por lo tanto la propia
insuficiencia como proveedor. Que el varón sea o se sienta importante por su rol de
proveedor parece ser una de las formas en que la sociedad se asegura su
reproducción, porque el padre de familia tiene así un aliciente para esforzarse en
obtener los recursos necesarios. De la misma manera que la mujer se esfuerza en el
desempeño de las tareas reproductivas porque la sociedad, al endiosar a la madre, a
la reina del hogar, al otorgarle identidad, autonomía y poder en su lugar de
subordinación, la hace sentir importante por ello.
Colaborar con sus esposos al ocultamiento de la sustitución que ellas hacen al
proveer, es una contribución especialmente importante de las mujeres al
mantenimiento de la necesaria autoestima masculina en una época en que los
hombres parecen haber perdido importancia para el mercado.
71
Bibliografía
- Ferrée, Myra Marx (1984). “The view from below: Women’s Employment and
Gender Equality in Working Class Families”. Marriage and Family Review, vol. 7
(57-75)
- Friedan, Betty (1997). Beyond Gender. The New Politics of Work and Family, editado
por Brigid O'Farrell. Washington, D.C., Baltimore y Londres: The Woodrow Wilson
Center Press y The Johns Hopkins University Press.
- Geldstein, Rosa N. (1994). Los roles de género en la crisis: Mujeres como principal
sostén económico del hogar". Buenos Aires: CENEP y UNICEF. Cuadernos del
CENEP Nº 50.
- Gutiérrez, Alicia. (1997) Pierre Bourdieu. Las prácticas sociales. Córdoba: Co-
edición Dirección Nacional de Publicaciones de la Universidad Nacional de Córdoba
y Editorial Universitaria de la Universidad Nacional de Misiones, colección Cátedra.
- Sen, Amartya K., 1990. Gender and Cooperative Conflict. En Tinker, I. (ed.)
Persistent Inequalities: Women and World Development. New York: Oxford
University Press (123-49)
72
RESEÑAS
73
RESEÑA
Ester Kandel*
Con una mirada retrospectiva, el libro nos acerca a una época de valoración contradictoria del
trabajo de la mujer: cuando su misión esencial eran la maternidad y las tareas domésticas, y se
la sometía a grados de explotación que comprometía su vida.
La autora retoma el tema iniciado en el libro anterior, División sexual del trabajo
– ayer y hoy – una aproximación al tema (Editorial Dunken), donde indagara las
relaciones de trabajo desde la perspectiva de género, particularmente en la empresa
Terrabusi.
Ahora, al cumplirse 100 años de la sanción en nuestro país de la Ley 5291 de
trabajo de mujeres y menores, analiza el proyecto legislativo, así como el complejo
entramado de intereses, propuestas, debates y acciones; y los acontecimientos que
enmarcaron la incorporación de la mujer a la industria y sus condiciones de trabajo.
Estos hechos constituyen el motivo principal que la impulsó a escribirlo, según
ella misma lo señala, partiendo de las circunstancias que rodearon a este
acontecimiento. La indagación de varias fuentes, tales como muchos números del
periódico La Vanguardia, las posiciones de las centrales sindicales, los contenidos de
los debates públicos y las discusiones por las que atravesó el proyecto de ley desde la
primera propuesta elaborada por Gabriela Laperriere de Coni, resultan reveladoras de
las diferencias, tanto estratégicas como tácticas, que muestran los intereses
contrapuestos de los distintos sindicatos, los trabajadores y los patronos. El debate
abierto entre corrientes sindicales, también reflejado por los historiadores, las
opiniones del Partido socialista, mediatizadas por La Vanguardia, forman parte de las
citas textuales.
*La autora es profesora en Ciencias de la Educación, psicóloga social y magíster de la UBA en Ciencias
Sociales del Trabajo; se especializa en la temática mujer y trabajo.
Otras problemáticas conexas a las que se ha avocado, con investigaciones, ponencias, artículos, son los
siguientes: las condiciones y medio ambiente de trabajo, desde la perspectiva de género, la discriminación
directa e indirecta en el mercado laboral, y las cláusulas de género en los convenios colectivos de trabajo
y la ciencia, la tecnología y la política – una mirada desde la perspectiva de las relaciones de género.
Email: ester_kandel@yahoo.com.ar
74
La presencia decisiva del Diputado Alfredo Palacios como representante del
ideario socialista y del diputado Seguí por la UIA, como vocero de estos últimos,
reflejan una ardua puja sostenida en batallas cuyos escenarios van desde congresos o
asambleas hasta huelgas, marchas, manifestaciones en las calles y la represión que
muchas veces se desencadenó.
Si bien su relevancia histórica se considera indiscutible, ¿para qué plantearse
este tema actualmente?
Descontamos por una parte que para las/os trabajadoras/es siempre es útil
saber más acerca de los hechos que acompañaron los cambios en su condición de
tales; que el conocimiento del contexto sirve para aprender, reflexionar y proponer
modificaciones en esta relación desigual que nos impone el sistema capitalista.
Por otra parte, ciertos aspectos que conciernen a las condiciones y medio
ambiente de trabajo como la salud, la violencia y el acoso sexual, la discriminación
directa e indirecta de las mujeres, continúan siendo temas de preocupación
permanente en esta sociedad de mercado libre, donde predomina la flexibilidad en las
relaciones laborales.
Así, el tema de la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres está
instalado en las agendas de distintos organismos estatales y sindicales, aunque sean
insuficientes las políticas públicas que la garanticen y sólo se registre un avance en
cuanto a los derechos sexuales y reproductivos.
El trabajo infantil, a diferencia de lo que ocurría a principios del siglo XX,
cuando se localizaba en los talleres y fábricas, lo vemos diariamente en las calles de
los centros urbanos o en las tareas rurales, sin que se garanticen en la mayoría de los
casos, la alimentación, escolaridad y vivienda.
Sustentar una concepción del sujeto y de su conducta, como emergentes de
complejas relaciones sociales, permite a su vez abordar, con espíritu reflexivo y crítico,
la lectura de las fuentes, la reconstrucción de los hechos con distintos puntos de vista,
y discernir entre las posiciones positivistas, que negaban las contradicciones en el
seno del movimiento obrero, y las de algunos análisis académicos de las mujeres, que
aún hoy no reconocen la lucha de clases, y ni las contradicciones de clase y de
género. Por lo tanto, intentar un análisis desde un enfoque que contemple las
relaciones de clase y de género, sin apegarse al discurso oficial aséptico, puede
constituir una contribución válida para un mejor conocimiento de estos conflictos.
De ahí las referencias a los aspectos macroeconómicos, condiciones de vida,
datos de población, de sus organizaciones gremiales, los conflictos, del proyecto de
ley nacional de trabajo, el trabajo de las mujeres y su participación.
75
En el prefacio, un recorrido por los diferentes grados de opresión que han
sufrido las mujeres a lo largo de la historia, permite dimensionar la importancia del
período particular analizado.
En cuanto a las motivaciones personales, la autora destaca su práctica
cotidiana como trabajadora y la experiencia de años de militancia en defensa de los
derechos de las mujeres, lucha en la que me he sentido impactada por la experiencia
de otras mujeres que por su capacidad y posibilidades, tuvieron una actividad pública
relevante, tales como La Pasionaria1 e Isadora Duncan2.
1
Dolores Ibarruri, era su nombre. Fue dirigente comunista de la República Española y de guerra civil.
2Bailarina norteamericana, pionera de la danza contemporánea. En los inicios de la revolución rusa, dictó clases de
danza a las niñas.
76
Los ingresos de los otros miembros de la familia eran considerados
suplementarios y ello reforzaba la convicción tradicional de que el trabajo de la mujer
(y por supuesto de los hijos) era inferior y mal pagado.”
Las mujeres que se empleaban como obreras, también eran requeridas por las
señoras burguesas como empleadas domésticas, además de ser descalificadas,
llamándolas prostitutas o fabriqueras.
Otra autora a la que recurre, Marcela Nari, explica que, con el desarrollo de la
gran industria, “se reformularon la división del trabajo, las formas y unidades de
producción. Las unidades domésticas, las familias perdieron gradualmente su lugar en
la producción para el mercado y se concentraron en la producción para el
autoconsumo. El trabajo doméstico quedó invisibilizado entre la naturaleza y el amor
de las mujeres. El trabajo urbano a domicilio se mantuvo, y en algunos casos creció,
porque abarataba costos de producción y porque permitía a las mujeres compatibilizar,
en el espacio y el tiempo, trabajo doméstico y trabajo asalariado. Emplearse en
fábricas y talleres era incompatible con la maternidad, con la nueva imagen de madre
nodriza, cariñosa, altruista y siempre unida a su hijo por un cordón.”
La problematización del tema, implicaba el reconocimiento de su rol materno,
plasmado en un proyecto de ley, que admitía la necesidad de no concurrir por treinta
días al lugar de trabajo y la posibilidad de amamantar. La justificación de su aporte era
contradictoria, desde el punto de vista de los empleadores, los favorecía, pues
retribuían menores montos que a los varones y desde la visión que se tenía del rol de
la mujer, se aceptaba su inserción laboral como un mal necesario. La maternidad, era
concebida como un hecho natural.
El grado de desarrollo de las fuerzas productivas no permitía vislumbrar a la
mayoría de la sociedad, a las mujeres, como sujetos de distintos derechos. Sólo se
había definido el papel reproductor de la mujer como su función primaria y el Estado
reforzaba el estatus secundario de su actividad productiva.
Continúa desarrollando el comportamiento de los diferentes actores sociales: el
movimiento obrero organizado por ejemplo luchó por aumentos de salario,
acortamiento de la jornada laboral, utilizando la huelga como método principal hasta
que se comenzaron a discutir varios temas: necesidad de la reglamentación del
trabajo, y métodos como el boicot, el sabotaje, el arbitraje, el papel del parlamento, su
relación con las organizaciones obreras y partidos políticos. Estos temas despertaron
polémicas entre los integrantes de las organizaciones gremiales y rupturas. Las
mujeres fueron convocadas para participar activamente en las organizaciones
gremiales.
77
“Tan intensas y resonantes como en 1906 son las luchas libradas durante el
año 1907, numerosas huelgas corporativas, y dos generales, de vastas proyecciones,
en solidaridad con trabajadores en conflicto y de airada protesta contra agresiones,
abusos y atropellos de las autoridades, regístranse en este período”.3
Contradicciones de clase y de género, enfrentaban simultáneamente las
mujeres, ante el patrón (extensión de la jornada laboral, salarial y acoso sexual) y con
sus compañeros de trabajo y sus esposos (competencia, costumbres y moral
predominante).
La base material en que se desarrollaban los trabajos en fábricas y talleres,
impactó en la inspectora de fábricas de la Municipalidad de Buenos Aires. Aunque no
lo planteó en estos términos, Gabriela L. de Coni visualizó la doble jornada laboral y
sus efectos en la salud y aunque pertenecía a otra clase4, se ubicó desde las
necesidades e intereses5 de las obreras, proponiendo la limitación de la jornada de
trabajo de las mujeres a ocho horas. Elaboró un proyecto que tenía en cuenta la
experiencia en Europa: por ejemplo en Inglaterra, en 1819, se votó la primera ley
limitaba el trabajo de la mujer y el niño en las fábricas6. Gabriela L. de Coni, supo
interpretar la nueva realidad social y se conectó7 con el Partido Socialista pues sus
portavoces expresaban necesidades, sentimientos y acciones que los/as
trabajadores/as no lo podían verter por sí solos. Este modelo, desarrollado en los
primeros países industrializados, permitía que se abordara “el conflicto entre quienes
pagaban los salarios y quienes vivían de ellos”. Según Hobsbawm era una realidad
existencial cada vez más apremiante.
Las legislación protectoria en Europa no se puso en práctica para dar remedio
a las condiciones del trabajo industrial en general, como lo solicitaban las
organizaciones obreras, sino como una solución específica al problema de la mujer (y
del niño) en el trabajo. Los legisladores partían de considerar a las mujeres
vulnerables y dependientes y en consecuencia, con necesidad de protección.
3 S. Marotta, completa el comentario: “Datos estadísticos publicados por el Departamento nacional del Trabajo-no
siempre veraces- hacen ascender, en la ciudad de Buenos aires, a 231 el número de huelgas producidas en el año y
a 75.000 los obreros comprendidos en ellas. Analizadas sus causas, 49 son motivadas por petitorios de aumentos
de salarios, 46 por la reincorporación de obreros despedidos en acto de represalia patronal; 16 por la reducción de
la jornada de trabajo; 18 por solidaridad; 27 por expulsión de capataces prepotentes u obreros traidores a su propia
causa; 5 por la abolición del trabajo a destajo; 70 por causas distintas”.
4 En Europa, señala, E. J. Hobsbawn, “la emancipación de la mujer”, fue iniciada y desarrollada de forma casi
exclusiva (finales del siglo XIX) por la clase media y -de forma diferente- por los estratos más elevados de la
sociedad, menos importante desde el punto de vista estadístico.
5 A diferencia de la UIA.
6 Roberto Owen fue el impulsor de este proyecto. Citado por F. Engels en el Socialismo utópico al socialismo
científico.
7 Luego se incorporó y participó activamente. En el apéndice hacemos referencias biográficas.
78
Las organizaciones de beneficencia, también asistieron a la mujer obrera, en su
formación para cuestiones de puericultura y en algunos casos previniéndolas contra
las ideas socialistas.
Las organizaciones obreras se ubicaban tácticamente según su estrategia: los
anarquistas planteaban la “liberación femenina” oponiéndose a la reglamentación del
trabajo, propuesta por el socialismo. Asimismo en su interior, había quienes pensaban
que las mujeres no tenían que trabajar en las fábricas. En el Partido socialista también
surgió un debate sobre la relación de los trabajadores y las instituciones burguesas. S.
Marotta (1960) lo expresa en estos términos: “…si los trabajadores deben pugnar por
la conquista de las instituciones burguesas y adaptarlas a su modalidad revolucionaria,
o si, por el contrario, independizarse de ellas creando sus propios órganos,
desarrollándolos autónomamente, conspiración y pensamiento propio.”
Tales peticiones por mejores condiciones de trabajo, se realizaba en el país
cuando predominaba la línea que marcaba el Código Civil (1869) de la inferioridad
femenina y la mujer casada estaba subordinada al marido.
79
RESEÑA
Nace la Crisálida
*Lic. Gustavo Diaz Fernandez, es Especialista en Derechos Humanos para Comunicadores Sociales.
Integra el Área Queer NOA y es miembro fundador de Crisálida Biblioteca Popular de Género, Diversidad
Afectivo Sexual y Derechos Humanos. Entre sus logros se destacan el armado y ejecución del proyecto
de educación en derechos humanos para niños, niñas y adolescentes apadrinado por Amnistía
Internacional Noruega; el proyecto de prevención del HIV “Llevalo con vos” para el portal
www.sentidog.com y trabajos de investigación en género, diversidad afectivo sexual y derechos
económicos, sociales y culturales.
Actualmente desarrolla actividades para la Asociación Civil Atenea de Mujeres víctimas de violencia
www.asociacionatenea.org.ar y el Centro de Derechos Humanos en el NOA
http://www.centrodeddhhdelnoa.blogspot.com
80
El saber permitió mejoras que llevaron al descubrimiento de nuevos horizontes
externos e internos. Pero también permitió la creación de justificaciones para accionar
contra los grupos vulnerados históricamente desterrándolos, aún más, a las márgenes
de la historia oficial.
81
intelectuales, fuente de saber básico y gestora de memorias. Muchas veces fue
funcional por acción u omisión a quienes ejercían el poder. Muchas otras, resistió
desde la difusión del conocimiento, garantizando el libre acceso al saber: la libre
expresión.
Sin embargo, las bibliotecas y más aún las populares, pocas veces han sido
conscientes del poder que descansa en sus manos y de la inmensa responsabilidad
que significa gestionarlo. Distraídas en sus actividades tradicionales de conservación y
organización, ajenas a los cambios vertiginosos que le han traído los nuevos tiempos,
ellas parecen no darse cuenta del importantísimo rol que pueden jugar en la sociedad
actual.
Pueden garantizar libertades y derechos humanos, tales como educación,
información, libre expresión, identidad, trabajo. Pueden y deben borrar todo tipo de
analfabetismo, recuperar la tradición oral, difundir conocimientos perdidos y luchar
contra la discriminación. En sus estantes duermen herramientas para enseñar la
tolerancia y el respeto, facilitar la integración, dar voz a quienes son mantenidos/as en
silencio, mostrando así la igualdad de todos los seres humanos desde esa maravilla
conceptual: la diversidad humana.
82
concentrar la mayor y mejor bibliografía sobre género, diversidad sexual y DDHH,
abierta a todo público dispuesto a conocer, aprender, compartir y generar cambios
sustanciales en nuestra sociedad”. Para esto, este espacio abre y prioriza el diálogo, la
información, la educación y la promoción de los derechos económicos, sociales y
culturales. Busca desarrollar su trabajo facilitando la consulta a expertos y el acceso a
entornos de interés relacionados directamente con el concepto más vasto de género y
diversidad. Su objetivo, entonces, es reunir bajo su tutela todo el material posible,
existentes en materia de género, diversidad afectivo sexual y derechos humanos tanto
para activistas, nuevas generaciones comprometidas, como para toda la comunidad.
Sus comienzos vienen avalados por la continúa promoción que en materia de
derechos humanos desde una perspectiva de género y respetuosa de la diversidad
viene desarrollando el Área Queer NOA. www.areaqueer.org.ar
Además, el programa de actividades confeccionado, no nace con una actitud
estática, sino que arranca con mucha fuerza. Para esto se estrecharon lazos con
organizaciones que trabajan género, diversidad afectivo-sexual y derechos
económicos, sociales y culturales en la provincia y la región; y se prevé la puesta en
marcha de herramientas para hacer más efectivo el trabajo de promoción y extensión
al medio.
No sólo es necesario salir del capullo, también hay que tener la posibilidad de poder
construirlo. Cuando la crisálida logra armar su capullo y vive todo el proceso que le
permite generar las alas, es cuando garantiza que podrá volar siguiendo su deseo.
83
SELECCIÓN WEB
84
SELECCIÓN DE WEB
85
Igualdad
Fundación Tehuelche http://www.fundaciontehuelche.com.ar
Gabriela De Cicco http://www.gabrieladecicco.com.ar
Género con perspectiva http://generoconperspectiva.blogspot.com/
GIRE Grupo de Información http://www.gire.org.mx/
en Reproducción Elegida
IL PAESE DELLE DONNE http://www.womenews.net/
Periódico feminista
italiano
IPAS Información acerca www.ipas.org/spanish/about/default.asp
de la salud y los derechos
reproductivos
Irene Ocampo http://www.ireneocampo.com.ar/
Isis www.isis.cl
La Casa del Encuentro www.casadelencuentroweb.com.ar
La Boletina Un aporte de http://www.puntos.org.ni/boletina
Puntos de Encuentro a la
comunicación entre
mujeres
laCuerda http://www.geocities.com/lacuerda_gt
La Haine www.lahaine.org
La Tarea http://www.latarea.com.mx/
Lola Press Revista Feminista http://www.lolapress.org
Internacional
La Neta www.laneta.apc.org
La Tertulia http://www.geocities.com/guatertulia/
Librería de Mujeres http://www.sion.com/libreriamujeres
MamaMetal (Ximena http://www.mamametal.com/
Bedregal)
Margarita Pisano http://www.mpisano.cl/
Modemmujer http://www.modemmujer.org/
Mujeres en Red http://www.nodo50.org/mujeresred
MujeresNet http://www.mujeresnet.info/
Observatorio de Género http://www.generoypobreza.org.ar/
y pobreza en Argentina
PADH Programa Andino de http://www.uasb.edu.ec/padh
Derechos Humanos
Pensar el Género http://www.pensarelgenero.com.ar/index.html
Psicomundo www.psiconet.com www.psicomundo.com
Red Feminista www.redfeminista.org
Red Iberoamericana de http://www.redmasculinidades.com/
Masculinidades
Revista Topía http://www.topia.com.ar
Revista Cotidiano Mujer http://www.cotidianomujer.org.uy
RIMA Red Informativa de http://www.rimaweb.com.ar
Mujeres
Semlac http://www.redsemlac-cuba.net/
Submergentes http://www.submergentes.org
Sudestada. Asociación de http://www.sudestada.net
Escritoras de Buenos Aires
Tertulia http://www.geocities.com/guatertulia
Women´s Link Worldwide http://www.womenslinkworldwide.org/
XOy1 http://www.x0y1.net/x0y1.html
86
ORIENTACIONES PARA PUBLICAR
Las contribuciones no deben superar los 50.000 caracteres, en Arial 11, interlineado
1.5
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la página).
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autor-a, área de investigación y pertenencia institucional.
87
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