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Reglas de simetría

Traducido por Antonio Gallego

Todos saben lo que es la simetría. Pero en este artículo, Mario Livio,


del Instituto Científico del Telescopio Espacial (STScI en inglés),
Baltimore, USA, explica cómo pueden ser simétricas no solo las
figuras, sino también las leyes naturales.

Todos se darán cuenta de que la mancha de tinta de la parte inferior


izquierda es simétrica, pero pocos saben que la figura de la parte
inferior derecha también se considera simétrica desde el preciso
punto de vista matemático. ¿Qué es entonces realmente la simetría?
¿Y por qué ese concepto ha resultado tan fundamental que muchos
científicos creen que es la base de las leyes naturales?

Cuando cosas que podrían haber cambiado no lo hacen

La simetría significa inmunidad a posibles alteraciones: la forman


esos nucleos resistentes de ciertas figuras, frases, leyes o
expresiones matemáticas que permanecen inalterables bajo
determinadas transformaciones. Consideremos por ejemplo la frase
"Se es o no se es"; es simétrica cuando se lee al revés, letra a letra;
es decir, la sentencia se mantiene idéntica leída de atrás adelante.
La misma propiedad tiene el título de la película Amor a Roma. Las
frases con ese tipo de simetría se denominan palíndromos. Pues bien,
los palíndromos juegan un importante papel en la estructura del
cromosoma Y, que define el sexo de los machos. Hasta el 2003, los
biólogos especialistas en el genoma creían que, dado que el
cromosoma Y carece de compañero con el que intercambiar sus
genes, su carga genética tendería a perderse debido a mutaciones
que la dañaran. Mas para su sorpresa, los investigadores que
secuenciaron el cromosoma Y descubrieron que ese cromosoma
combate su destrucción usando palíndromos. Unos 6 millones de
letras de su DNA (de un total de 50 millones) froman secuencias en
forma de palíndromos. Estas copias-espejo proporcionan una copia de
seguridad ante mutaciones perjudiciales y permiten que, en cierto
sentido, ese cromosoma haga el sexo consigo mismo, pues ambas
hileras pueden intercambiar su posición.

Para las figuras y formas bidimensionales, como las que se dibujan en


un trozo de papel, existen exactamente 4 tipos de simetría "rígida" (o
sea, sin permitir estiramientos ni distorsiones). Se conocen por los
nombres de: reflexión, rotación, traslación y reflexión con
deslizamiento.
La simetría de reflexión la hallamos por todas partes en nuestro
alrededor: es la conocida simetría bilateral característica de los
animales. Trácese una linea por la mitad de la foto de una mariposa
(ver arriba). A continuación voltéese la foto manteniendo la línea
central quieta. El perfecto solapamiento resultante indica que la
mariposa permanece inalterable por una reflexión en torno a su eje
central.

Muchas letras del alfabeto tienen también esa propiedad; por eso, si
en un folio colocamos en columna (una debajo de otra) las letras
AHIMTWX y ponemos un espejo al lado de ella, la imagen reflejada es
idéntica a la columna original.

La simetría rotacional domina también mucho en la naturaleza. Un


copo de nieve (ver arriba) girado 60, 120, 180, 240, 300 ó 360
grados (en torno al eje que pasa por su centro y es perpendicular a
su plano) conduce a una configuración indistinguible de la original.
También permanecerá inalterado un cículo girado un ángulo arbitrario
entorno a su eje central perpendicular.

La simetría de traslación representa el tipo de inmunidad al cambio


que encontramos en los motivos repetidos de forma periódica en
figuras tales como la segunda. Traslación significa desplazamiento o
salto, a una distancia determinada, a lo largo de una línea particular.
Muchos frisos clásicos, los diseños de los papeles de pared, las filas
de ventanas de los grandes edificios de apartamentos e incluso los
ciempiés, todos exhiben este tipo de simetría.

La simetría de traslación representa el tipo de inmunidad al cambio


que encontramos en los motivos repetidos de forma periódica en
figuras tales como la segunda. Traslación significa desplazamiento o
salto, a una distancia determinada, a lo largo de una línea particular.
Muchos frisos clásicos, los diseños de los papeles de pared, las filas
de ventanas de los grandes edificios de apartamentos e incluso los
ciempiés, todos exhiben este tipo de simetría.

Todas las simetrías discutidas hasta ahora son simetrías de formas y


figuras: aquellas que de hecho podemos ver con nuestros propios
ojos. Las simetrías que subyacen a las leyes fundamentales de la
naturaleza están íntimamente relacionadas con ellas; pero en lugar
de centrarse en la forma o la figura, tienen que ver con una cuestión
diferente: ¿qué transformaciones pueden realizarse en el mundo que
nos rodea que dejen inalteradas las leyes que describen todos los
fenómenos que observamos?

Reglas de simetría
Las "leyes naturales" en su conjunto describen un cuerpo de reglas
que se supone que explican al pie de la letra todo lo que observamos
en el universo. Que semejante enorme conjunto de reglas existiera
era inconcebible antes del siglo XVII. Sólo gracias a las obras de
gigantes de la ciencia como Galileo Galilei (1564-1642), René
Descartes (1596-1650) y, en especial, Isaac Newton (1642-1727)
resultó claro que un simple puñado de leyes podía explicar un
extenso campo de fenómenos. De pronto, cosas tan diversas como la
caída de las manzanas, las mareas en la playa y el movimiento
planetario, todo quedaba cubierto por el paraguas de la ley de la
gravitación de Newton.

De forma parecida, partiendo de los impresionantes resultados


experimentales de Michael Faraday (1791-1867), el escocés James
Clerk Maxwell (1831-1879) fue capaz de explicar con sólo cuatro
ecuaciones toda la electricidad y el magnetismo clásicos, así como los
fenómenos luminosos.

Esas leyes naturales se vio que obedecían algunas de las mismas


simetrías que acabamos de encontrar y algunas otras pocas
simetrías, algo más esotéricas. Ante todo, esas leyes son simétricas
por traslaciones. La forma en que esa propiedad se manifiesta es muy
sencilla: independientemente de que un experimento se realice en
Nueva York o Los Ángeles, en el otro extremo de la Vía Láctea o en
una galaxia a más de mil millones de años luz, los resultados
podremos describirlos usando las mismas leyes. ¿Cómo sabemos que
eso es verdad? Porque las observaciones sobre galaxias diseminadas
por todo el universo muestran no sólo que la ley de la gravitación es
la misma aquí y allí; también que los átomos de hidrógeno en los
confines del universo obedecen con exactitud las mismas leyes del
electromagnetismo y la mecánica cuántica que en la Tierra.

Las leyes naturales también son simétricas repecto a las rotaciones:


esas leyes presentan exactamente la misma forma, tanto si medimos
en dirección norte como en dirección a la cafetería más cercana. Es
decir, la física no tiene direcciones preferentes en el espacio.

Si no fuera por esa notable simetría de las leyes por traslaciones y


rotaciones, no habría esperanza de entender nunca las diferentes
partes del cosmos. Más aún, incluso aquí en la Tierra, si esas leyes no
fueran simétricas los experimentos habrían de repetirse en cada
laboratorio por todo el globo.

Un palabra de cautela es necesaria para distinguir entre las simetrías


de las figuras y las de las leyes. Los antiguos griegos pensaban que
las órbitas de los planetas alrededor del sol eran simétricas respecto
a las rotaciones: o sea, circulares. En realidad, esa no es la forma de
las órbitas; sin embargo la ley de la gravitación de Newton sí es
simétrica repecto a las rotaciones. Eso significa que las órbitas
pueden ser (¡de hecho lo son!) elípticas, aunque sí pueden tener
cualquier orientación en el espacio (ver arriba).

En el primer párrafo afirmé algo que es más fuerte que decir


simplemente que las leyes obedecen ciertas simetrías. Dije que la
simetría puede ser el origen de las leyes. ¿Qué significa eso?

El origen de las leyes naturales

Imagina que nunca antes habías oído hablar de los copos de nieve y
que alguien te pide que lances una hipótesis sobre la forma de uno de
ellos. Claramente se trata de un empeño imposible. Por lo que tú
conoces, el copo de nieve lo mismo puede parecerse a una tetera que
a la letra S que a Bugs Bunny.

Incluso si te dieran la forma de uno de los rayos del copo de nieve


(arriba, a) y te dijeran que es una parte de la figura completa, ello no
te ayudaría mucho. El copo de nieve podría tener el aspecto de la
configuración b (arriba). Por otra parte, si te dijeran que el copo de
nieve es simétrico por rotaciones de 60 grados en torno a su centro,
esa información sí podría usarse de forma muy eficiente. Esa simetría
limita inmediatamente las posibles configuraciones a copos de nieve
de seis, doce, dieciocho, etc esquinas. Asumiendo por experiencia
que la naturaleza tiende a optar por la solución más simple y
económica, una suposición muy razonable sería la del copo de nieve
de seis esquinas (arriba, c). En otras palabras, la exigencia de
simetría en la figura nos ha puesto en la dirección correcta.

En esa misma línea, la exigencia de que las leyes naturales sean


simétricas repecto a ciertas transformaciones, no sólo dicta la forma
de estas leyes; en ciertos casos, además, hace necesaria la existencia
de fuerzas o nuevas partículas elementales. Dejad que me explique
usando dos ejemplos de interés.

Uno de las principales metas de Einstein para su explicación de la


relatividad general fue formular una teoría dentro de la cual las leyes
naturales se presentaran exactamente igual para todos los
observadores. Es decir, las leyes debían ser simétricas respecto a
cualquier cambio de nuestro punto de vista espacio-temporal (en
Física, esto se denomina "covarianza general"). Un observador
sentado sobre la espalda de una tortuga gigante debería deducir las
mismas leyes que uno montado en un tiovivo o en un cohete en plena
aceleración. De hecho, si las leyes han de ser universales ¿por qué
iban a depender de si el observador está o no acelerando?
Aunque la exigencia de simetría por parte de Einstein era ciertamente
razonable, no era en absoluto trivial. Después de todo, un millón de
traumatismos cervicales al año, sólo en Estados Unidos, prueba que
sí notamos la aceleración. Y cada vez que un avión entra en un bache
de aire, sentimos cómo el estómago se nos sube a la garganta.
Parece pues haber una clara distinción entre movimiento uniforme y
acelerado. ¿Cómo entonces las leyes naturales pueden ser las
mismas para observadores en movimiento acelerado, cuando estos
observadores parecen experimentar fuerzas adicionales?

Consideremos la situación siguiente. Si te subes en una balanza de


baño dentro de un ascensor que está acelerando hacia arriba, tus
pies ejercen una gran presión sobre la balanza, que regristrará un
peso mayor del real (arriba, a). Lo mismo sucedería, sin embargo, en
un ascensor estático si la gravedad se hiciera más fuerte por algún
motivo. Y un ascensor acelerando hacia abajo produciría la misma
sensación que una gravedad más débil (arriba, b). Si el cable del
ascensor se partiera, tú y la balanza caerías a la vez, en caida libre;
y la balanza registaría peso cero (arriba, c). Así pues, la caída libre
equivale a que alguien milagrosamente hiciera desaparecer la
gravedad. Esto es lo que llevó a Einstein en 1907 a una realmente
rompedora conclusión: la fuerza de la gravedad y la fuerza resultante
de la aceleración son de hecho una y la misma. Esta potente
unificación ha recibido el nombre de "principio de equivalencia" e
implica que la aceleración y la gravedad son realmente dos facetas de
una misma fuerza: son equivalentes.

Control de peso, estilo "ascensor": ganando peso cuando el ascensor


acelera hacia arriba (a), perdiéndolo cuando acelera hacia abajo (b) y
consiguiendo pérdida total de peso en caída libre (c)

En una conferencia impartida en Kyoto en 1922, Einstein describió así


ese momento de revelación que tuvo en 1907: "Estaba sentado en la
oficina de patentes, en Berna, cuando de repente se me ocurrió el
siguiente pensamiento: si una persona está en caída libre ya no
sentirá su propio peso. Estaba impresionado. Ese simple pensamiento
me hizo una profunda impresión. Ello me impulsó a la teoría de la
gravitación.”

El principio de equivalencia es en realidad la afirmación de una


omnipresente simetría: las leyes naturales -tal como las expresan las
ecuaciones de la relatividad general de Einstein- son las mismas en
todos los sistemas, incluyendo a los sometidos a una aceleración.
¿Por qué entonces hay diferencias aparentes entre lo que se nota en
un tio vivo y en un laboratorio en reposo? La teoría de la relatividad
general da una respuesta sorprendente: Las diferencias se dan sólo
en el entorno; no en las propias leyes. De forma parecida, las
direcciones arriba y abajo, en la Tierra, parecen diferentes sólo por la
gravedad terrestre; en sí mismas, las leyes naturales no tienen
direcciones preferentes (son simétricas respecto a las rotaciones) y
no distinguen el arriba y el abajo. En cuanto a los observadores
situados en un tiovivo, sienten la fuerza centrífuga, que -según la
relatividad general- es equivalente a la gravedad. La conclusión es
verdaderamente electrizante: ¡la simetría de las leyes frente a
cambios en las coordenadas espacio-temporales impone la existencia
de la gravedad! Esto explica por qué la simetría es el origen de las
fuerzas. La exigencia de simetría no le deja a la naturaleza ninguna
opción: la gravedad tiene que existir.

Reseña

El Dr. Mario Livio, un Astrofísico Numerario del Instituto Científico del


Telescopio Espacial, ofrece una explicación muy interesante de la
simetría de las leyes naturales. Para las formas y figuras trazadas
sobre un trozo de papel existen cuatro tipos de simetría: reflexión,
rotación, traslación y reflexión con desplazamiento. ¿Cómo pueden
aplicarse estas simetrías a las leyes naturales? ¿Las leyes naturales
son simétricas? ¿Qué transformaciones pueden hacerse sobre ellas de
forma que las leyes queden invariantes?

Aunque no está directamente relacionado con el curriculum de


materias escolares, este artículo será seguramente de interés para
todos los profesores de ciencias a los que les gustaría mejorar su
comprensión de las leyes que gobiernan el universo. Los profesores
de matemáticas podrían encontrar este artículo de especial interés.
Elton Micallef, Malta

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