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i \ i HISTORIA POPULA\ i Y TEORIA SOCIALISTA| \ 1 feW BURKE, STUART HALL i Tne STEPHEN VED rem nscn naeEROS, | | Reta onamere, caren STeDNa wre MU BAREABA TAT ayy ata noWBORnAN, SALLY A SHE Pega GON COWARD P. THOMPSON RAPHAEL SAMUEL, : ewe WoRPue, seh |, Pena, ANDERSON, Et Sate rowan Perer BURKE EL «DESCUBRIMIENTO» DE LA CULTURA POPULAR La idea de cultura populars, en contraposicién s «cultura ilus- trada», deta de las postrimerfas del siglo xvim y el primero en fot- mularle fue el esctitor alemén J, G. Herder. Los historiedares erudi- tos, huelga decirlo, ya habfan descrito las costumbres populares antes de Ia fecha citada: Henry Bourne, por ejemplo, coadjutor de Todos Jos Santos, Newcastle, publicé un libro sobre «antigiiedades popu- lates» en 1725, y Pepys hebfa coleccionado romances en hojas suel- tas y libritos de coplas y cuentos a finales del siglo xv1t. Lo que era nuevo en el enfoque de Herder, asf como en el de sus amigos y se- guidotes, entre los que se contaban los hermanos Grimm, eta le idea fl auc les canclones y los cuentos, las obrat de tat y Jos prover- os, las costumbres y ceremonias, formaban parte de un conjunto que expresaba el «espfritu» de un pueblo determinado, De ahf la apaticién de téminos como Volkslied (‘cancién tradicional’), que Herder fuz uno de los primeros en empleer, 0 de «folclote», palabra que invents William ‘Thomas en 1846, Estos términos expresan lo que cabrla Hamar el «descubtimiento» de la cultura popular por perte de los intelectuales. La mayoria de éstos procedia de las clases altas, para quieres el pueblo era un mistetioso como ha sugetido Edward ‘Thompson, pero es claro que las culturas populares de este perfodu no constitufan una extensién de Ia hegemonfa burguesa. La indus- tuializacién rural habla alterado Ia naturaleza de la familia al reorien- tar tanto las relaciones entre los sexos como la categorfa de los jOvenes y los viejos, Las pautas de consumo habfan suftido tal transformacién que amenazaban las restricciones suntuatias impues- tas por les élites censuradoras. Muchas de las formas populares —beber, comer opfparamente, bailar y cantar— eran, de hecho, tun aconflicto de clases desplazadon. Asf, entre estos estratos con- cretos Ja cultura popular era claramente escenatio de una pugna, incluso de subversién. En este punto el debate volvié a Ja cuestién de las fuentes y Nick Rogers (Londres) expresé escepticismo acerza del valor de los Libritos de coplas como medio de llegar a Jos niveles profundos de las actitudes populares, Los romances y las hojas sueltas ¢ impre- sas a una sola cara representaban una fuente mucho'mds wtil, Mu- chas de éstas habfan ido a parar ¢ manos del gobierno en el si glo xvi y en ellas aparecen los autores utilizendo un lenguaje «pa- ternalista» como veh{culo de la protesta social, Los instrumentos de Ia autotidad se estaban volviendo contra la clase gobernante de una maneta que convendsla seguir investigando. Gran parte del debate habia girado en torno a {a influencia de Ja ciudad en el campo. Tanto es asf que Peter Christensen (Copenhague) pregunté si habla tun pablico ciudadano para los libritos de coplas y cudl habia. sido la acogida dispensada a éstos. Peter Burke contesté que, efectivamen- te, habfa un mercado urbano y que !a dicotomfa cudad-campo podia set falsa, Seguidamente abordé Ja sugerencia de que el anilisis del contenido serfa una forma de descubrir fos cambios. de significado habidos @ lo largo del tiempo. EI cuento escrito « principios del si- slo xvit podia alterarse para que encajara en el gusto, del siglo xvitt; y esto era un dato a tener en cuenta, La lectura atenta del texto revestia impottancia, aunque él siguié insistiendo en que Ia distin. 88 HISTORIA POPULAR ¥ TEOR{A SOCIALISTA cidn entre una cultura de élite y otra plebeya funcioné bien en el caso de Francia a principios del petfodo moderno, Mary Ann Conant (Londres) no estaba tan segura de que los libritos de coplas ingleses los escribiera Ia élite con destino al pueblo Ilano. Cité una obra reciente en la que Margarct Spufford indica la posiblidad de que los aprendices de imprenta fueran los autores de algunas de Jas primeras versiones inglesas, En este punto intervino Hans Medick para sugerir que hacer hincapié en la instruccién podfa provacar tergiversaciones, pues este enfoque descuidaba necesaria- mente muchas cosas y ocultaba el hecho de que se estaba produ- ciendo un gran arenacimiento» de la cultura popular con total inde- pendencia de lo que ocuttfa,en los cftculos instruidos, En Jas regio- nes de industrislizacién rural la propia familia eta consumidora y creadora de cultura. Las mujeres tanto como los hombres, los j6ve- nos junto con sus mayores, obtuvieron acceso al tiempo, los recursos y Ia libertad que hacfan falta para patticipar en actividades que ni Ja Iglesia ni el estado sancionaban y que a menudo se opontan a estas instituciones. Medick apunté que los esfuerzos llevados a cabo en el sig’o xvii con el fin de inculcar una ética de austeridad y ahorro deberian verse no sélo como un medio de acumulacién de capital, sin como un medio de sojuzgar a una cultura que amenazaba a los intereses de Ia élite. E- debate volvié de nuevo al contenido de los libtitos de coplas cuando Cathérine Delaval (Parfs) comenté que también podian brin- dat una forma sin igual de explorar el cometido de Jas mujeres. Res- pondiendo @ Ia peticién de més explicaciones que formulé Ellen Ross (Nueva York), Cathérine Delaval dijo que los libritos de co- plas franceses del siglo xvi muestran a las mujeres jévenes como seres bastante libres. Las alusiones a la desnudez eran frecuentes y ottis muchas inhibiciones, sexuales y sociales, brillaban por su ausencia, Sin embargo, en el siglo xvit a Jas mujeres jévenes ya se Jas ptesentaba como thmidas y reservadas, ast como recatadas en lo que hace a la sexualidad. En la literatura del siglo siguiente apare- cfan todavia més.recluidas; 1a mujer buena se conviette en la per- sona caseta sin acceso al mundo exterior. Al parecer, las imégenes de mujeres que apatecen en los libritos de coplas confirman Ia tesis de Feucault sobre la agran reclusién» de los inicios del perfodo mo- derno, pero también le dan un significado especial con respecto las mujeres. , «campesinado»— nos dice mAs cosas sobre las preocupaciones de éstos que sobre Ja cultura popular misma, Las palabras’ de este tipo coscurecen el aspecto activo, proteico, de le cultura como experien- cia vivida, toda vez que In abstraen y alejan de fa vida real de las personas. Los comentarios de Harker fueron acogidos con entusiasmo, y Adrian Rifkin (Portsmouth) reforzé su argumento relativo a los pe- igros de estudiar Ia cultura como si fuese un objeto, préctica que invariablemente ponfa el acento en las élites. John Gillis (New Jer- sey) aiiadié. que los iamados histotiadores de la cultura hebfan ten- 90 HISTORIA POPULAR ¥ TEORIA SOCIALISTA. dido a situat Jas fuerzas creatives dentro de instituciones piblicas como la, Iglesia, Ja escuela y el cfrculo literatio, exeando ast Ja im- presién de una’ cultura popular principalmente masculina y adults. Opiné que Hans Medick tenfa razén al pensar que el renacimiento de le cultura popular en el siglo xvmr tenfa mucho que ver con Ja economfa familiar asociada a la industrializacién rural. Si bien no ‘estamos acostumbrados a buscar fuerzas creativas en el seno de la familia misma, los estudios de la cultura doméstica revelatfan cémo personas que no han tenido acceso a las instituciones publicas —esto es, las mujeres y Jos jévenes— intervenfan en los procesos cultura- les de los inicios del perfode moderno. El término «cultura populary puede tender a homogeneizar y oscurecer las diversas fuentes de creatividad. Empezando con Ja familia, deberla ser posible «desem- paquetare las diversas dimensiones de edad y sexo de este renaci- miento cultural, Pata entonces ya habia legado Carlo Ginzburg (Bolonia). En vex de presentar tun artfeulo, coment6 brevemente ef debate anterior ¢ hizo algunas observaciones propias. Le preocupaba mucho el pto- blema de los datos y 1a dificultad de hacerse una idea exacta de lo gue realmente pensaban y hacfan Jas personas. Coincidié con Dave Harker en que habia que sacar mucho més partido de las «media- clones activas» que son tan evidentes hoy como lo eran en perfodos anteriores. A modo de ejemplo cit6 los estudios que se han realize do sobre el hecho de ver Ia televisién y que demuestran que las personas no ebsorben pasivamente lo que les echan, En vez de ello, Ho desmontan y fuego vuelven a montarlo del modo que mejor se ajuste a sus propios fines, Los anifios se burlan de los anuncios que ven; y hay un perpetuo feedback cuyas posibles consecuencias no son jas que pretendian los productores de los programas de televisién. Dijo que era escéptico en lo referente a Ja labor de Bajtin porque éte habia confiado excesivamente en Ias fuentes literatias. Lo que se necesitaba, arguy6 Ginzburg, era una forma «disciplinaday de en- focat las culturas del pasado, Se necesitan «nuevas teglas de tes- timonio» comparables a las creadas durante el pasado decenio para ocuparse de otros campos de Ja historia social. El campo, en efecto, \ esté insuficientemente desarrollado y, por ende, la labor comparativa resulta diffcil. Mientras no haya mfs rigor-en Ja teorfa y también en Ia estrategia de Ia investigacién, no podré dar respuesta a Jas preguntes que se han formulado en este debate y en ottos. | | } ‘DESCUBRIMIENTO DE LA CULTURA POPULAR OL Algunos de os problemas de interpretacién y testimonio’ cit dos por Ginzburg fueron luego muy bien ilustrados por Sandro Por- telli (Roma), que recaloé que Ia fectura no debe verse como un pro- ceso pasivo, sino como una «lucha» que el lector libra activamente con el material, A menudo los resultados son muy distintos de los que buscaba el autor, sobre todo cuando ef lector no pertenece a Ja misma clase social, En las zonas montafiosas de Italia los textos de la literatura y la poesfa clisicas frecuentemente son reelaborados por personas que parecen totalmente «incultas». Personalmente, conocia el caso de un pastor de ganado que habla construido su propia ver- sién de In Odisea porque el original se le antojaba demasiado largo para aprendérsclo de memoria, Portelli habia oldo cémo un campe- sino daba a sus compafieros una conferencia sobre el Primer Canto de la Divina comedia, interpretando de un modo propio y original el pocma de Dante, En la versién de este campesino el lobo re- presentaba a los ricos y el Primer Canto pasaba a set una alegoria del advenimiento del comunismo a Italia, Pero, aunque el mensaje pateciese revolucionario, el autor de esta interotetacidn no era so- Gial ni politicamente radical. Desde luego, la historia de la cultura popular era tan contradictoria como rica y evocadora. Parecfa apropiado terminar Ja sesién hablando de: cosas con- cretas, de hecho, impenetrables. La introduccién de ‘Peter Burke « la literatura de los libritos de coplas eta vitil como punto de par- tida, aun cuando en el curso del debate se pusiera en duda el valor de concentrarse en una sola fuente, La definicidn de Ja cul- tata popular se habla ampliado considerablemente, aunque nadie se hebfa atrevido a proponer una definicién. A veces parecfa que estébamos hablando de toda Ja forma de vivir de un pueblo, como hubiese hecho un antropélogo; y existia el peligro de que el tema se deshiciera en algo totalmente inmanejable. No obstante, también parecia haber consenso en que una historia auréntica de Ja cultura popular eta posible y que debfa empezar no con los artefactos de Ja cultura elitista, sino con los diversos puntos de produccién y mediacién denteo de la misma clase obrera. Términos como chegemo- nfa> parecfan fundir y oscurecer la vitalidad de Ia cultura como ex. periencia vivida, ‘A pesar de los notables esfuerzos de Hens Medick por pro- porcionar un marco histérico més amplio para el renacimiento cultural del perfodo, la generalizacién no estaba en el orden del paar 92 HISTORIA POPULAR Y TEOR{A SOCIALISTA dia, La diversidad, 1a ambigiiedad y Ia contradiccién se entrome- tieron en cada punto del debate. Como ocurtié con Ja historia social hace ua decenio, habla tanto tetritorio inexplorado que la obten- cién de un nuevo juego de mapas parecia muy lejana, Lo que hacts falta, al parecer, eran herramientas: debidamente estandatizadas para seguir explorando, directrices ademés de reglas de testimonio que, andando el tiempo, hicieran posible In teorfa BIBLIOGRAFIA, Sobre el descubrimiento del pueblo, P. Burke, Popular culture in early modern Burope, cap. 1, Londres, 1978. Sobre la poesta oral, Ruth Finnegan, Oral poetry, Cambridge, 1977. Sobte los libtitos de coplas franceses, R. Mandtou, De la culture poptlaire aux 17* et 18° sidcles, Paris, 1964, y G. Bolle, La Biblioth3que Bleue, Paris, 1971; cf. R. Muchembled, Culture populaire et culture des élites, Patts, 1978, ¥ HLJ. Liisebrink, «L’image de Mandrin», en Revwe de 'Histoire Moderne, 26 (1979), pp. 345.364, C. Ginzburg, «Cheese and worms», en J. Obelke- vich, ed., Religion and the people, Chapel Hill, 1979, se ocupa de In cosmologla de un molinero del siglo xvi que posefa unos cuantos libros. V. Neuburg, Popular literature, Harmondsworth, 1977, es una gula de los fibritos de coplas ingleses; su red de distribucién se ha estudiado en un libro de Margaret Spufford que se publicarf en breve. Sobre aideologle> y ahegemonfan, R. Williams, Marxism and literature, Londres, 1977. Sruart Hat * NOTAS SOBRE LA DESCONSTRUCCION DE «LO POPULAR» Primeramente, quiero decir algo acerca de las petiodizaciones en el estudio de Ia cultura popular. La petiodizacién plantea aquf pro- blemas dificiles; yo no se Ia oftezco a ustedes sencillamente como una especie de gesto pura con los historindores. gSon en gran parte descriptivas las rupturas importantes? gNacen principalmente del seno de a propia cultura popular, o de factores gute som ajenos a ella pero la afectan? gCon qué ottos movimientos’y periodizaciones se vincula mAs reveladoramente la «cultura popular»? Luego deseo haablatles de algunas de Jas dificultades que me ocasiona el término -apopular>. Tengo easi tantos problemas con «popular» como con «cul- tura, Cuando se unen los dos términos, las dificultades pueden ser horrendas. Durante la larga transicién hecia el capitelismo agtatio’ y Juego en la formacién y evolucién del capitalism hay una lucha més 0 menos continua en toro a la cultura del pueblo trabajador, las clases obreras y los pobtes, Este hecho tiene que set el punto de partida de todo estudio, tanto de Ia base como de Ia transformacién de la cultura popular. Los cambios de equilibrio y de fas relaciones de las fuerzas sociales durante la citada historia se manifiestan, una y otta ver, en Jas luchas en tomo a fas formas de Ja cultura, las * Stuart Hall, uno de los directores fundadores dein New Left Review y durante muchos aiios director del Centre for Contemporary Cultural Studies de Birmingham, es actualmente profesor de sociclogla de la Opén University. ta ier dosis de cerca pas comeneara andar con santo: conera para despertarcon tanta sr cies dass de rmanca adivinar, en eta oscurdad: un pecacto de luz para ha y lavengiienzs una orden, ‘Sub-Cormandante EL CEFyL_ 401 Pee ee ede (eee Ores ee T | “Lepecce A Siimaf 28 Pred , 5 SOESCURIMIENTO» DE LA CULTURA POPULER 9 otk Cat Gr'clRyogeama a rade trigante, y no preiendo tener Is respuesta co: Bertiowe} Cndhcae G5 0 Bremer daa | les a 7 InesttuTo WACIONAL DL AIBOROLOSLE weblo de sw culvura a Spales del C84 pe tao aT eemaattd eee at * ~ vo estztico fue Ja revuelta Ee baa! i a Binsles del siglo x ; ico. Les obzes de teat i fsperteban entusiasmo pore PETER $oteles y sus c 2 troncformads ea i 1 ortodeiia en el teatro francés, alemain ¢ icalisno. Les cencio EL «DESCUBRIMIENTO> : ; 5 s¢ consideraban como obras de la i DE LA CULTURA FOPULAR i arte, del mismo modo que a les cur Gel descubsimiento 5, on los rmovimien Ls ides de ccultem poplars, en contraposicida a , dasa d2 kis pecrsimerias def siglo xan y el primero ea for fda fue ef cacctor aleaia J. G. Herder. Los bs sabres populares antes Jo, coadjutor de Todos ‘contigiedades pops nado romarces-en hojas svel- tn ohedeenn neat a estas nacio: en cl sentido de gue constis paises evropeos, muchos de los cusles se excontrzban bajo Je reavivar sus culruras tracicionales. No J ol Kloee Cru. ~ dl eafoque de Herder, asf como en ci de sus amigos y se- eres, enire los que se cos los hermancs Grimm, era la idea ss obras de teatro y les prover patie de un conjunto terminedo, De sbi Ia (eancién tradicional’), que rafia que en Perfs, en tos de Ebsracidn necion codo a coda, de tal manera que Jas arbigt Herder fue uno de los primeras en emplear, 0 de efolclores, pelabra .en:é Williem Thomas en 1846, Estos términos expresan Jo que ato» de Ta culvura popular por parte de Ics intelectuales. La mayoris de éstos procedfa de las clases altas, Fem quieces el puchlo exs un mistericso «otro», al que sc describia i descubridores no eran (0 creian no sex); natural, sencillo, instintivo, irracional y enraizado en el sue- Io loch. Per gpé las clases altes (al menos vna parte de ellas) se iateresae zon per ks ectivsdes, los valores y la vida cotidiana del pueblo co- mrinuts en este mamenm concreto de Ja historia es una pregunta in- 1 bloo no eran saa aparentes como Jo serfan més adelante. vPucblo» ‘eta una palabra clave en una ideolagia. De este perfodo de lucha hemos heredado no sto cultura populers, «canciéa tradicionals y DE LA CULTURA POPULAR 81 des tenfan sus tradiciones, inclayendo les oreles, A Ja inverss, al- ‘runes de los campesinos eran instruidos, En le Suecia rural 4: plo xvimt Ia instrucciéa, en el sentido de saber leer —aunque no siempre de saber escribir, alcanzaba « virtualmente el 100 por 100 de los adultos. ‘Aun més peligroso es el ecomunalismor, Is suposicién de que dl pacblo crea colectivamente: «Das Volk dichter», como dijeroa los hherimanes Grimm, Es verdad que los romances tradicionales, por cjemplo, son productos colectivos en al sentido de que son varias Jos personas que han tomado parte en la creaciin de cada wro de cllos. En une teadicién oral, Jo que no es objeto de Iz aprobscién general no se transmite a otras personas; en ese sentido, el pablico hace las veces de censor. Sin embargo, durante los wltimos cinowen- ta afios mis o menos, Ja investigacién ha demostrado que el hecho de trabajar dentro de una tradicién oral no impide Ja ereacién de um estilo individual. Avdo Mededovie, un poeta oral analfabeto eriun- do de Montenegto que murié, ya muy viejo. en 1955, se ba trans formada en un ejemplo eélebre de creatividad individual en el seno de una tradicién popular. Una distinciéa todavia més importante se occulta detrés de ts férmvla «el pueblo crear. Se trata de la distinciéa entre Ta evloura que procede de las personas comientes (sobre todo de las més do- tadas entre ellas, como Avdo) y la cultura pars Jas personas corrien- tes proporcionada por otras persones. Mucho antes de la revolucién dustrial, y 0 bablemos de la cra de Ja televisi6a, una cartidad considerable de cultura popular Uegaba a las personas desde fuera en vez de ser un producto casero de Ia co:sunidad local. Ea el siglo xvurt Jos habitantes de los pueblos de Francia (poagamo: por caro) 0 de Suecis podian comprar un almanague © un xcloj de caja pintada en una feria, o escuchar actuzciones de acto:es 0 predic dores itinerantes. Estos artefactos y estas acruscones cabe verlos como otros tancos mensajes, y acerca de ellos occesitamos preguntar, como ha hecho Raymond Williams en el caso de las formas de co- municacién contemporineas: «gquién dice qué, eémo, 2 quiéa, con qué efecto 7 para qué fin?». Puede ser stil explorar estas pregun- tas por medio del estudio de un caso: el de fa Hamada «Biblioteca Azul» («Bibliothéque Bleue»). La «Bibliotbaque Bleue» ex el nombre que en Francia se da a Jos Tibritos de coplas porque sus tapas eran azules. Empezaton 4 eae 86 SUSTORLA POPULAR Y TEORIA sOctAListA f0 que el articulo de uy amplia de intertonontes prdctica teal de Li inve 1 ibicis el Sebate seesleando fe nec ste eo dos casos en que se dispusiera de Probablemente esta clase 4 investigacién Uegatia « loa se Je cclsura popstar de av indo en que no. podéan Neyer cs edieatads at uscrcudo. Frye pregumts tambicn sls Giclacisa de Jos lbsitos de coplas 20 suntria el efecto de ee igader is fomtruccida y subvert con cle el control por parte de a fowkine (Sussex) se ma:trd amis escéptico ea le rele vedio de ens scia fuente. Los Hbvitos de eoplas no potian ladamente y ti scepta Js eaistencia de dos cules ji2dcpenemtes, una oral y oir excita, levaria forzosamemte a sar jsiversaciones. Normalmente las Ubros ‘de todes les tipos se lene or alis y despads, at scr

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