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OBRAS DE SAN JUAN DE LA CRUZ SUBIDA AL MONTE CARMELO Editorial APOSTOLADO MARIANO Recaredo, 44 - 41003 SEVILLA Tel.: 954 41 68 09 - Fax: 954 54 07 78 www.apostoladomariano.com Con licencia eclesiastica ISBN: 978-84-7770-670-0 Depésito legal: M. 40.386-2007 Impreso en Espaiia - Printed in Spain Por: Impresos y Revistas, S. A. (IMPRESA) Subida al Monte Carmelo Trata de cémo podrd un alma disponerse para legar en breve a la divina unién. Da avisos y doctrina, asf a los principiantes como a los aprovechados muy provechosa, para que sepan desembarazarse de todo lo temporal, y no embarazarse con lo espiritual, y quedar en la suma des- nudez y libertad de espiritu, cual se requiere para la divina unién. ARGUMENTO Toda la doctrina que entiendo tratar en esta Su- BIDA AL MONTE CARMELO esta incluida en las si- guientes CANCIONES, y en ellas se contiene el modo de subir hasta la cumbre del monte, que es el alto estado de la perfeccién que aqui llamamos unidén del alma con Dios. Y porque tengo de ir fundando sobre ellas lo que dijere, las he querido poner aqui juntas, para que se entienda y vea junta toda la substancia de lo que se ha de escribir; aunque al tiempo de la declaracién convendra poner cada cancion de por si, y ni mas ni menos los versos de cada una, segtin lo pidiere la materia y declaracion. Dice, pues, asi: CANCIONES En que canta el alma la dichosa ventura que tuvo en pasar por la oscURA NOCHE DE LA FE, en des- nudez y purgacién suya, a la unién del Amado. 1. En una Noche oscura, con ansias en amores inflamada, SUBIDA AL MONTE CARMELO joh dichosa ventura! sali sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. A oscuras, y segura por la secreta escala disfrazada, joh dichosa ventura!, a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la Noche dichosa en secreto, que nadie me veia, ni yo miraba cosa sin otra luz y guia, sino la que en el corazén ardia. Aquesta me guiaba mas cierto que la luz del mediodia, a donde me esperaba, quien yo bien me sabia en parte donde nadie parecia. jOh Noche que guiaste!, joh Noche amable mds que el alborada! joh Noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada! En mi pecho florido, que entero para él sdlo se guardaba, allf quedé dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcfa, con su mano serena en mi cuello herfa, y todos mis sentidos suspendia. Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre ef Amado, cesd todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. PROLOGO 1, Para haber de declarar y dar a entender es- ta Noche oscura, por la cual pasa el alma para llegar a la divina luz de la unién perfecta del amor de Dios, cual se puede en esta vida, era menester otra mayor luz de ciencia y experien- cia que la mia; porque son tantas y tan pro- fundas las tinieblas y trabajos, asi espirituales como temporales, por que ordinariamente sue- len pasar las dichosas almas para poder llegar a este alto estado de perfeccidn, que ni basta cien- cia humana para saberlo entender ni experiencia para saberlo decir; porque sdlo el que por ello pasa lo sabra sentir, mas no decir. 2. Y, por tanto, para decir algo de esta No- che oscura, no me fiaré ni de experiencia ni de ciencia, porque lo uno y lo otro puede faltar y engafiar; mas, no dejandome de ayudar en lo que pudiere de estas dos cosas, aprovecharme he para todo lo que con el favor divino hubiere de decir, a lo menos para lo mas importante y oscuro de entender, de la divina Escritura, por la cual guidndonos no podremos errar, pues el que en ella habla es el Espiritu Santo. Y si yo en algo errare, por no entender bien asi lo que en ella como en lo que sin ella dijere, no es mi inten- cién apartarme del santo sentido y doctrina de la santa madre Iglesia Catdlica, porque en tal caso totalmente me sujeto y resigno, no sdlo a su mandato, sino a cualquiera que en mejor razon de ello juzgare. 8 SUBIDA AL MONTE CARMELO 3. Para lo cual me ha movido no la posibili- dad que veo en mi para cosa tan ardua, sino la confianza que en el Sefior tengo de que ayudara a decir algo, por la mucha necesidad que tienen muchas almas; las cuales comenzando el cami- no de la virtud, y queriéndolas nuestro Sefior po- ner en esta Noche oscura para que por ella pasen a la divina union, ellas no pasan adelante; a ve- ces, por no querer entrar o dejarse entrar en ella; a veces, por no entender y faltarles guias idéneas y despiertas que las guien hasta la cum- bre. Y asi, es lastima ver muchas almas a quien Dios da talento y favor para pasar adelante—que si ellas quisiesen animarse, llegarian a este alto estado—y quédanse en un bajo modo de trato con Dios, por no querer o no saber, 0 no las encami- nar y ensenar a desasirse de aquellos principios. Y ya que, en fin, nuestro Sefior las favorezca tanto, que sin eso y sin esotro las haga pasar, llegan muy mas tarde, y con mas trabajo, y con menos merecimientos, por no haber acomodadose ellas a Dios, dejando poner libremente en el puro y cierto camino de la union. Porque aunque es verdad que Dios las lleva—que puede llevarlas sin ellas—, no se dejan ellas llevar, y asi cami- nase menos, resistiendo ellas al que las lleva, y no merecen tanto, pues no aplican la voluntad y en eso mismo padecen mas. Porque hay almas que en vez de dejarse a Dios y ayudarse, antes estorban a Dios por su indis- creto obrar o repugnar; hechas semejantes a los nifios, que queriendo sus madres llevarlos en bra- zos, ellos van pateando y llorando, porfiando por irse ellos por su pie, para que no se pueda andar nada; y si se anduviese sea al paso del nijfio. 4. Y asi, para este saberse dejar llevar de PROLOGO 9 Dios, cuando Su Majestad los quiere pasar ade- lante, asi a los principiantes como a los aprove- chados, con su ayuda daremos doctrina y avisos para que sepan entender, o a lo menos, dejarse Hevar de Dios. Porque algunos confesores y padres espiritua- les, por no tener luz y experiencia de estos cami- nos, antes suelen impedir y dafiar a semejantes almas que ayudarlas al camino; hechos semejantes a los edificantes de Babilonia, que habiendo de administrar un material conveniente, daban y aplicaban ellos otro muy diferente, por no en- tender ellos la lengua, y asf no se hacia nada. Por lo cual es recia y trabajosa cosa en tales sa- zones no entenderse un alma, ni hallar quien ja entienda. Porque acaecera que lleve Dios a un alma por un altisimo camino de oscura contem- placién y sequedad, en que a ella le parece que va perdida, y que estando asi llena de oscuridad y trabajos, aprietos y tentaciones, encuentre con quien le diga como los consoladores de Job, que es melancolia, o desconsvelo, 0 condicién, o que podra ser alguna malicia oculta suya, y que por eso la ha dejado Dios. Y asi, luego suelen juzgar que aquella alma debe de haber sido muy mala, pues tales cosas pasan por ella. 5. Y también habra quien le diga que vuelve atras, pues no halla gusto ni consuelo como antes en las cosas de Dios. Y as{ doblan el trabajo a la pobre alma; porque acaecera que la mayor pena que ella siente sea del conocimiento de sus mise- rias propias, en que le parece que ve mas claro que la luz del dia que esta llena de males y pe- cados, porque le da Dios aquella luz de conoci- miento en aquella noche de contemplacién, como adelante diremos. Y como halla quien conforme 10 SUBIDA AL MONTE CARMELO con su parecer, diciendo que serdn por su culpa, crece la pena y el aprieto del alma sin término, y suele llegar a mas que morir. Y no contentandose con esto, pensando los tales confesores que pro- cede de pecados, hacen a las dichas almas re- volver sus vidas y hacer muchas confesiones ge- nerales, y crucificarlas de nuevo; no entendien- do que aquél por ventura no es tiempo de eso ni de esotro, sino de dejarlas asf en la purgacién que Dios las tiene, consolandolas y animandolas a que quieran aquello hasta que Dios quiera; por- que hasta entonces, por mds que ellas hagan y ellos digan, no hay remedio. 6. De esto hemos de tratar adelante con el fa- vor divino, y de cémo se ha de haber el alma entonces y el confesor con ella, y qué indicios habra para conocer si aquélla es la purgacién del alma; y si lo es, si es del sentido o del espiritu —lo cual es la Noche oscura que decimos—, y cémo se podra conocer si es melancolia u otra im- perfeccién acerca del sentido o del espiritu. Porque podra haber algunas almas que pen- saraén ellas o sus confesores, que las lleva Dios por este camino de la Noche oscura de purgacién espiritual, y no sera por ventura sino alguna im- perfeccién de las dichas. Y porque hay también muchas almas que pien- san no tienen oracién, y tienen muy mucha; y otras que piensan tienen mucha, y es poco mas que nada. 7. Hay otras que es lastima que trabajan y se fatigan mucho y vuelven atras, y ponen el fruto del aprovechar en lo que no aprovecha, sino an- tes estorba; y otras que con descanso y quietud, van aprovechando mucho. PROLOGO i Hay otras que, con los mismos regalos y mer- cedes que Dios les hace para caminar delante, se embarazan y estorban, y no van adelante; y otras muchas cosas que en este camino acaecen a los seguidores de él, de gozos, penas y esperan- zas y dolores: unos que proceden de espiritu de perfeccion, otros de imperfeccién. De todo con el favur divino procuraremos decir algo, para que cada alma que esto leyera, en alguna manera eche de ver el camino que lleva, y el que le con- viene llevar, si pretende llegar a la cumbre de este Monte. 8. Y por cuanto esta doctrina es de la Noche oscura por donde el alma ha de ir a Dios, no se maraville el lector si le pareciere algo oscura. Lo cual entiendo yo que sera el principio que la co- menzare a leer; mas, como pase adelante, ira entendiendo mejor lo primero, porque con lo uno se va declarando lo otro. Y después, si lo leyere la segunda vez, entiendo le parecera mas claro y la doctrina mas sana. Y si algunas personas con esta doctrina no se hallaren bien, hacerlo ha mi poco saber y bajo es- tilo; porque la materia, de suyo, es buena y harto necesaria. Pero paréceme que, aunque se escribiera mas acabada y perfectamentede lo que aqui va, no se aprovecharan de ello sino los menos; porque aqui no se escribiran cosas muy morales y sabro- sas para todos los espirituales que gustan de ir por cosas dulces y sabrosas a Dios; sino doctrina substancial y sdlida, asi para los unos como para los otros, si quisieren pasar a la desnudez de espi- ritu que aqui se escribe. 9. Ni aun mi principal intento es hablar con todos, sino con algunas personas de nuestra sa- 12 SUBIDA AL MONTE CARMELO grada religién de los primitivos del Monte Carme- lo, asi frailes como monjas, por habérmelo ellos pedido, a quien Dios hace merced de meter en -la senda de este Monte; los cuales, como ya estan bien desnudos de las cosas temporales de este si- glo, entenderén mejor la doctrina de la desnudez del espiritu. LIBRO PRIMERO NOCHE ACTIVA DE SENTIDO En que se trata qué sea NoCHE OSCURA, y cudn necesario sea pasar por ella a la divina union; y en particular trata de la NocHE oscura del sentido, apetito, y de los dafios que hacen en el alma. CAPITULO PRIMERO Pone la primera cancién. Dice dos diferencias de oches por que pasan los espirituales, segun las dos partes del hombre, inferior y superior, y de- clara la cancién siguiente: CANCION PRIMERA En una Noche oscura, con ansias en amores inflamada, joh dichosa ventura!, sali sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. 1. En esta primera cancién canta el alma la dichosa suerte y ventura que tuvo en salir de to- das las cosas afuera, y de los apetitos e imper- fecciones que hay en la parte sensitiva del hombre, por el desorden que tiene de la razon. Para cuya inteligencia es de saber que para que un alma llegue al estado de perfeccién, ordinaria- 14 SUBIDA AL MONTE CARMELO mente ha de pasar primero por dos maneras prin- cipales de Noches, que los espirituales llaman purgaciones o purificaciones del alma, y aqui las llamamos Noches, porque el alma, asi en la una como en la otra, camina como de noche, a oscuras. 2. La primera Noche, o purgacién es de la par- te sensitiva del alma, de la cual se trata en la presente canci6n, y se tratard en la primera parte de este libro. Y la segunda es de la parte espi- ritual, de la cual habla la segunda cancién que se sigue; y de ésta también trataremos en la segun- da y tercera partes, cuanto a lo activo; porque cuanto a lo pasivo, sera en la cuarta. 3. Y¥ esta primera Noche pertenece a los prin- cipiantes, al tiempo que Dios los comienza a po- ner en el estado de contemplacién, de la cual tam- bién participa el espiritu, segin diremos a su tiem- po. Y la segunda Noche o purificacién pertenece a los ya aprovechados, al tiempo que Dios los quiere ya poner en el estado de la unién con Dios; y ésta es mas oscura y tenebrosa y terrible pur- gacion, segun se dira después. DECLARACION DE LA CANCION 4. Quiere, pues, en suma, decir el alma en esta cancion, que sali6—sacandola Dios—sdlo por amor de El, inflamada en su amor. en una Noche oscura, que es la privacién y purgacién de todos sus ape- tilos sensuales, acerca de todas las cosas exteriores del mundo y de las que eran deleitables a su car- ne, y también de los gustos de su voluntad. Lo LIB. I. cap. 1 15 cual todo se hace en esta purgacién del sentido; y por eso dice que salié estando ya su casa sosegada, que es la parte sensitiva, sosegada ya y dormidos los apetitos en ella, y ella en ellos. Porque no se sale de las penas y angustias de los retretes de los apetitos hasta que estén amortiguados y dor- midos. Y esto dice que le fue dichosa ventura, salir sin ser notada, esto es, sin que ningtin apetito de su carne ni de otra cosa se lo pudiese estorbar. Y también, por- que salié de noche, que es privandola Dios de to- dos ellos, lo cual era noche para ella. 5. Y esto fue dichosa ventura meterla Dios en esta noche, de donde se le siguid tanto bien; en la cual ella no atinara a entrar, porque no atina bien uno por si solo a vaciarse de todos los apetitos para venir a Dios. 6. Esta es, en suma, la declaracién de la can- cién, y ahora nos habremos de ir por cada verso escribiendo sobre cada uno, y declarando lo que pertenece a nuestro propésito. Y el mismo estilo se lleva en las demas canciones, como en el pro- logo dije, que primero se pondra cada cancién y se declarara, y después cada verso. 16 SUBIDA AL MONTE CARMELO CAPITULO 2 Declara qué NocHE oscuRA sea ésta por que el alma dice haber pasado a la unidn. EN UNA NOCHE OSCURA 1. Por tres causas podemos decir que se llama Noche este transito que hace el alma a la union de Dios. La primera, por parte del término [de] donde el alma sale, porque ha de ir careciendo el apetito de todas las cosas del mundo que poseia, en negacion de ellas; la cual negacién y carencia es como Noche para todos los sentidos del hom- bre. La segunda, por parte del medio o camino por donde ha de ir el alma a esta union, lo cual es la fe, que es también oscura para el entendi- miento como Noche. La tercera, por parte del tér- mino a donde va, que es Dios; el cual, ni mas ni menos, es Noche oscura para el alma en esta vida, 0, por mejor decir, el alma por ellas, para venir a la divina unién con Dios. 2. En el libro del santo Tobias (6, 18) se figu- raron estas tres maneras de Noches por las tres noches que el Angel mandé a Tobias el mozo que pasasen antes que se juntase en uno con la esposa. En la primera le mandé que quemase el co- razon del pez en el fuego, que significa el corazén aficionado y apegado a las cosas del mundo; el cual, para comenzar a ir a Dios, se ha de quemar y purificar de todo lo que es criatura con el fuego del amor de Dios. Y en esta purgacion se ahu- yenta el demonio, que tiene poder en el alma por asimiento a las cosas corporales y temporales. LIB. I. CAP. 2 17 3. En la segunda noche le dijo que seria ad- mitido en la compania de los santos Patriarcas, que son los padres de la fe. Porque pasando por la primera Noche, que es privarse de todos los objetos de los sentidos, luego entra el alma en la segunda Noche, quedandose sola en fe—no como excluye la caridad, sino las otras noticias del en- tendimiento, como adelante diremos—, que es co- sa que no cae en sentido. 4. En la tercera noche le dijo el Angel que conseguiria la bendicidn, que es Dios, el cual, mediante la segunda Noche, que es fe, se va co- municando al alma tan secreta e intimamente, que es otra Noche para el alma, en tanto que se va haciendo la dicha comunicacién muy mas oscura que esotras, como luego diremos. Y pasa esta tercera Noche, que es acabarse de hacer la comunicacién de Dios en el espiritu, que se hace ordinariamente en gran tiniebla del alma, luego se sigue la unidn con la esposa, que es la Sabiduria de Dios. Como también el Angel dijo a Tobias que pasada la tercera noche se jun- taria con su esposa con temor del Sefior; el cual temor de Dios, cuando esta perfecto, esta perfecto el amor, que es cuando se hace la transformacion por amor del alma. 5. Estas tres partes de noche, todas son una Noche; pero tiene tres partes como la noche. Por- que la primera, que es la del sentido, se compara a prima noche, que es cuando se acaba de carecer del objeto de las cosas. Y la segunda, que es la fe, se compara a la media noche, que totalmente es oscura. Y la tercera, al despidiente, que es Dios, la cual es ya inmediata a la luz del dia. Y para que mejor lo entendamos, iremos tratando de cada una de estas causas de por si. 18 SUBIDA AL MONTE CARMELO CAPITULO 3 Habla de la primera causa de esta NOCHE, que es de la privacién del apetito de todas las cosas, y de la razén por qué se llama NocHe. 1. Llamamos aqui Noche a la privacién del gusto en el apetito de todas las cosas; porque asi como la noche no es otra cosa sino privacién de la luz, y, por consiguiente, de todos los ob- jetos que se pueden ver mediante la luz, por lo cual se queda la potencia visiva a oscuras y sin nada; asi también se puede decir la mortifica- cién del apetito Noche para el alma, porque pri- vandose el alma del gusto del apetito en todas las cosas, es quedarse como a oscuras y sin nada. Porque asi como la potencia visiva mediante la luz se ceba y apacienta de los objetos que se pueden ver, y apagada la luz no se ven, asi el alma mediante el apetito se apacienta y ceba de todas las cosas que segtin sus potencias se pue- den gustar; el cual, también apagado, o, por me- jor decir, mortificado, deja el alma de apacentarse en el gusto de todas las cosas, y asi se queda se- gun el apetito a oscuras y sin nada. 2. Pongamos ejemplo en todas las potencias. Privando el alma su apetito en el gusto de todo lo que el sentido del oido puede deleitar, segin esta potencia, se queda el alma a oscuras y sin nada; y privandose del gusto de todo lo que al sentido de la vista puede agradar, también segun esta potencia se queda el alma a oscuras, y sin nada; y privandose del gusto de toda la suavidad de olores que por el sentido del olfato el alma LIB. I. CAP. 3 19 puede gustar, ni mas ni menos segun esta poten- cia se queda a oscuras y sin nada; y negando también el gusto de todos los manjares que pue- den satisfacer al paladar, también se queda el al- ma a oscuras y sin nada; y finalmente, mortifican- dose el alma en todos los deleites y contentamien- tos que del sentido del tacto puede recibir, de la misma manera se queda el alma segun esta po- tencia a oscuras y sin nada. De manera que el alma que hubiese negado y despedido de si el gus- to de todas las cosas, mortificando su apetito en ellas, podremos decir que esta como de noche a oscuras, lo cual no es otra cosa sino un vacio en ella de todas las cosas. 3. La causa de esto es porque, como dicen los fildsofos, el alma, luego que Dios la infunde en el cuerpo, esté como una tabla rasa y lisa, en que no esta pintado nada; y si no es lo que por los sentidos va conociendo, de otra parte naturalmen- te no se le comunica nada. Y asi, en tanto que esta en el cuerpo, esta como el que esta en una carcel oscura, el cual no sabe nada sino lo que alcanza a ver por las ventanas de la dicha carcel; y si por alli no viese nada, no veria por otra parte. Y asi, el alma si no es lo que por los sentidos se le comunica, que son las ventanas de su carcel, naturalmente por otra via nada alcanzaria. 4. De donde, si lo que puede recibir por los sentidos, ella lo desecha y niega, bien podemos decir que se queda como a oscuras y vacia; pues, segun parece por lo dicho, naturalmente no le pue- de entrar luz por otras lumbreras que las dichas. Porque aunque es verdad que no puede dejar de ofr y ver y oler y gustar y sentir, no le hace mas al caso, ni le embaraza mas al alma, si lo niega 20 SUBIDA AL MONTE CARMELO y lo desecha, que si no lo viese ni lo oyese, et- cétera. Como también el que quiere cerrar los ojos quedara4 a oscuras como el ciego que no tiene potencia para ver. Y asi al propdsito habla Da- vid (Sal. 87, 16), diciendo: Pauper sum ego, et in laboribus a juventute mea. (Sal. 87, 16). Que quie- re decir: Yo soy pobre y en trabajos desde mi juventud. Lla4mase pobre, aunque esta claro que era rico, porque no tenia en las riquezas su vo- luntad, y asi era tanto como ser pobre realmente. Mas antes, si fuera realmente pobre, y de la vo- luntad no lo fuera, no era verdaderamente pobre; pues el alma estaba rica y llena en el apetito. Y por eso llamamos esta desnudez Noche para el alma, porque no tratamos aqui del carecer de las cosas; porque eso no desnuda al alma, si tiene apetito de ellas; sino de la desnudez del gusto y apetito de ellas, que es lo que deja el alma libre y vacia de ellas, aunque las tenga; porque no ocu- pan al alma las cosas de este mundo ni la dajian, pues no entran en ella, sino la voluntad y apetito de ellas, que moran en ella. 5. Esta primera manera de Noche, como des- pués diremos, pertenece al alma segun la parte sensitiva, que es una de las dos que arriba dijimos por las cuales ha de pasar el alma para llegar a la unién. 6. Ahora digamos cuanto conviene al] alma sa- lir de su casa en esta Noche oscura del sentido para ir a la unidn de Dios. LIB. I. CAP. 4 21 CAPITULO 4 Donde se trata cudn necesario sea al alma pasar de veras por esta NOCHE OSCURA DEL SENTIDO, la cual es la mortificacién del apetito, para ca- minar a la unidn de Dios. 1. La causa por qué le es necesario al alma para llegar a la divina unidén de Dios pasar esta Noche oscura de mortificacién de apetitos y ne- gacion de los gustos en todas las cosas, es porque todas las afecciones que tiene en las criaturas son delante de Dios puras tinieblas, de las cuales es- tando el alma vestida, no tiene capacidad para ser ilustrada y poseida de la pura y sencilla luz de Dios, si primero no las desecha de si; porque no puede convenir la luz con las tinieblas; porque como dice san Juan (1, 5): Tenebrae eam non comprehenderunt. Esto es: Las tinieblas no pu- dieron recibir la luz. 2. La raz6n es porque dos contrarios—segun nos ensefia la filosofia—no pueden caber en un sujeto; y porque las tinieblas, que son las afec- ciones en las criaturas, y la luz, que es Dios, son contrarios y ninguna semejanza ni conveniencia tienen entre si, segin a los Corintios (2.7, 6, 14) ensefia san Pablo diciendo: Quae conventio luci ad tenebras? Es a saber: ¢Qué conveniencia se podra dar entre la luz y las tinieblas?; de aqui es que en el alma no se puede asentar la luz de la divina unién, si primero no se ahuyentan las afecciones de ella. 3. Para que probemos mejor lo dicho, es de saber que la aficién y asimiento que el alma tiene 22 SUBIDA AL MONTE CARMELO a la criatura iguala a la misma alma con la cria- tura, y cuanto mayor es la aficién, tanto mas la iguala y hace semejante; porque el amor hace semejanza entre lo que ama y es amado. Que por eso dijo David (Salm. 113, 8) hablando de los que ponian su aficidn en los idolos: Similes illis fiant qui faciunt ea, et omnes qui confidunt in eis. Que quiere decir: Sean semejantes a ellos los que po- nen su corazén en ellos. Y asi, el que ama cria- tura, tan bajo se queda como aqueila criatura, y en alguna manera mas bajo, porque el amor no solo iguala, mas atin, sujeta al amante a lo que ama. Y de aqui es que por el mismo caso que el alma ama algo, se hace incapaz de la pura unién de Dios y su transformacién. Porque mu- cho menos es capaz la bajeza de la criatura de la alteza del Criador, que las tinieblas lo son de la luz. Porque todas las cosas de la tierra y del cielo, comparadas con Dios, nada son, como dice Jere- mias (4, 23) por estas palabras: Aspexi terram, et ecce vacua erat, et nihil; et caelos, et non erat lux in eis. Miré a la tierra, dice, y estaba vacia, y ella nada era; y a los cielos, y vi que no tenian luz. En decir que vio la tierra vacia, da a enten- der que todas las criaturas de ella eran nada, y que la tierra era nada también. Y en decir que mir6 a los cielos y no vio luz en ellos, es decir que todas las lumbreras del cielo, comparadas con Dios, son puras tinieblas. De manera que todas las criaturas en esta manera nada son, y las aficiones de ellas menos que nada podemos decir que son, pues son impedimento y privacion de la transfor- macion en Dios; asi como las tinieblas nada son, y menos que nada, pues son privacién de la luz. Y asi como no comprende a la luz el que tiene tinieblas, asi no podra comprender a Dios el alma que en criaturas pone su aficion; de la cual, hasta LIB. I. CAP. 4 23. que se purgue, ni aca le podra poseer por trans- formacién pura de amor, ni alla por clara vi- sién. Y para mas claridad hablaremos mas en particular. 4. De manera que todo el ser de las criaturas, comparado con el infinito ser de Dios, nada es. Y, por tanto, el alma que en él pone su aficion, delante de Dios también es nada, y menos que nada; porque, como habemos dicho, el amor hace igualdad y semejanza, y aun pone mas bajo al que ama. Y, por tanto, en ninguna manera podra esta alma unirse con el infinito ser de Dios; porque lo que no es no puede convenir con lo que es. Y descendiendo en particular a algunos ejemplos: a) Toda la hermosura de las criaturas, compa- rada con la infinita hermosura de Dios, es suma fealdad, segin Salomon en los Proverbios (31, 30) dice: Fallax gratia, et vana est pulchritudo. En- gafiosa es la belleza y vana la hermosura. Y asi el alma que estd aficionada a la hermosura de cualquiera criatura, delante de Dios, sumamente fea es. Y, por tanto, no podra el alma fea trans- formarse en la hermosura, que es Dios, porque la fealdad no alcanza a la hermosura. b) Y toda la gracia y donaire de las criaturas, comparada con la gracia de Dios, es suma desgra- cia y sumo desabrimiento. Y por eso el alma que se prenda de las gracias y donaires de las cria- turas, sumamente es desgraciada y desabrida de- lante de los ojos de Dios; y asi no puede ser capaz de la infinita gracia de Dios y belleza; por- que lo desgraciado grandemente dista de lo que infinitamente es gracioso. c) Y toda la bondad de las criaturas del mun- do, comparada con la infinita bondad de Dios, se 24 SUBIDA AL MONTE CARMELO puede llamar malicia; porque nada hay bueno sino solo Dios (Lc., 18, 19). Y, por tanto, el alma que pone su corazén en los bienes del mundo, suma- mente es mala delante de Dios. Y asi como la ma- licia no comprende a la bondad, asi esta tal alma no podra unirse con Dios, el cual es suma bondad. d) Y toda la sabiduria del mundo y habilidad humana, comparada con la sabiduria infinita de Dios, es pura y suma ignorancia, segun escribe san Pablo ad Corinthios (12, 3, 9), diciendo Sa- pientia hujus mundi stultitia est apud Deum. La sabiduria de este mundo delante de Dios es locura. 5. Por tanto, toda alma que hiciere caso de todo su saber y habilidad para venir a unirse con la sabiduria de Dios, sumamente es ignorante de- lante de Dios y quedara muy lejos de ella; porque la ignorancia no sabe qué cosa es sabiduria, como dice san Pablo, que esta sabiduria le parece a Dios necedad; porque delante de Dios, aquellos que se tienen por de algtin saber, son muy igno- rantes, porque de ellos dice el Apéstol, escribien- do a los Romanos (1, 21), diciendo: Dicentes enim se esse sapientes, stulti facti sunt. Esto es: Teniéndose ellos por sabios, se hicieron necios. Y solos aquellos van teniendo sabiduria de Dios, que, como nifios ignorantes, deponiendo su saber, andan con amor en su servicio. La cual manera de sabiduria ensefid también san Pablo ad Corin- thios (1.*, 3, 18): Si quis videtur inter vos sapiens esse in hoc saeculo, stultus fiat ut sit sapiens. Sa- pientia enim hujus mundi stultitia es apud Deum. Esto es: Si alguno le parece que es sabio entre vosotros, hagase ignorante para ser sabio; porque la sabiduria de este mundo es acerca de Dios locura. De manera que para venir el alma a unir- LIB. I. CAP. 4 25 se con la sabiduria de Dios, antes ha de ir no sa- biendo que por saber. e) Y todo el sefiorio y libertad del mundo, com- parado con la libertad y sefiorio del espiritu de Dios, es suma servidumbre y angustia y cautiverio. 6. Por tanto, el alma que se enamora de ma- yorias o de otros tales oficios, y de las libertades de su apetito, delante de Dios es tenida y tratada, no como hijo, sino como bajo esclavo y cautivo, por no haber querido él tomar su santa doctrina, en que nos ensefia que el que quisiere ser mayor sea menor, y el que quisiere ser menor sea el ma- yor. Y, por tanto, no podra el alma llegar a la real libertad del espfritu que se alcanza en su di- vina unién; porque la servidumbre ninguna parte puede tener con la libertad; la cual no puede mo- rar en el corazén sujeto a quereres, porque éste es corazon de esclavo, sino en el libre, porque es corazén de hijo. Y ésta es la causa por que Sara dijo a su marido Abraham que echase fuera a la esclava y a su hijo, diciendo (Gen., 21, 10) que no habia de ser heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 7. f) Y todos los deleites y sabores de la vo- luntad en todas las cosas del mundo, comparados con todos los deleites que es Dios, son suma pena, tormento y amargura. Y asi, el que pone su co- razon en ellos es tenido delante de Dios por digno de suma pena, tormento y amargura; y asi no podra venir a los deleites del abrazo de la unién de Dios, siendo él digno de pena y amargura. g) Todas las riquezas y gloria de todo lo cria- do, comparado con la riqueza, que es Dios, es su- ma pobreza y miseria. Y asi, el alma que lo ama y posee es sumamente pobre y miserable delante 26 SUBIDA AL MONTE CARMELO de Dios, y por eso no podra llegar a la riqueza y gloria, que es el estado de la transformacién en Dios, por cuanto lo miserable y pobre sumamen- te dista de lo que es sumamente rico y glorioso. 8. Y, por tanto, la Sabiduria divina, doliéndo- se de estos tales, que se hacen feos, bajos, misera- bles y pobres por amar ellos esto hermoso y rico, a su parecer, del mundo, les hace una exclama- cién en los Proverbios (8, 4-6; 18-21), diciendo: O viri, ad vos clamito, et vox mea ad filios homi- num. Intelligite, parvuli, astutiam, et insipientes, animadvertite. Audite quia de rebus magnis locu- tura sum. Y adelante va diciendo: Mecum sunt divitiae et gloria, opes superbae et justitia. Melior est fructus meus auro et lapide pretioso, et geni- mina mea argento electo. In viis justitiae ambulo, in medio semitarum judicii, ut ditem diligentes me, et thesauros eorum repleam. Quiere decir: jOh varones!, a vosotros doy voces, y mi voz es a los hijos de los hombres. Atended, pequefiuelos, la astucia y sagacidad; los que sois insipientes, advertid. Oid, porque tengo de hablar de grandes cosas. Conmigo estan las riquezas y la gloria, las riquezas altas y la justicia. Mejor es el fruto que hallaréis en mi, que el oro y que la piedra pre- ciosa; y mis generaciones, esto es, lo que de mi engendraréis en vuestras almas, es mejor que la plata escogida. En los caminos de la justicia an- do, en medio de las sendas del juicio, para enri- quecer a los que me aman y cumplir perfectamen- te sus tesoros. En lo cual la Sabiduria divina ha- bla con todos aquellos que ponen su corazén y afliccién en cualquier cosa del mundo, segun ha- bemos ya dicho. Y ll4malos pequefiuelos, porque se hacen semejantes a lo que aman, lo cual es pe- quefio. Y por eso les dice que tengan astucia, y LIB. I. CAP. 5 27 adviertan que ella trata de cosas grandes y no de pequefias como ellos. Que las riquezas grandes y la gloria que ellos aman, con ella y en ella estan, y no donde ellos piensan. Y que las riquezas altas y la justicia en ella moran; porque aunque a ellos les parece que las cosas de este mundo lo son, di- celes que adviertan que son mejores las suyas, diciendo que el fruto que en ellas hallaran les sera mejor que el oro y que las piedras preciosas; y lo que ella en las almas engendra, mejor que la plata escogida que ellos aman; en lo cual se en- tiende todo género de afliccién que en esta vida se puede tener. CAPITULO 5 Donde se trata y prosigue lo dicho, mostrando por autoridades y figuras de la sagrada Escritura cudn necesario sea al alma ir a Dios por esta NocHE oscura de la mortificacién del apetito en todas las cosas. 1. Por lo dicho se puede echar, en alguna ma- nera, de ver la distancia que hay de todo lo que las criaturas son en si a lo que Dios es en Si, y cémo las almas que en alguna de elias ponen su aficién, esa misma distancia tienen de Dios; pues, como habemos dicho, el amor hace igualdad y se- mejanza. La cual distancia, por echarla bien de ver san Agustin, decia hablando con Dios en los Soliloquios: «Miserable de mi gcudndo podra mi cortedad e imperfeccién convenir con tu rectitud? Tu verdaderamente eres bueno, y yo malo; Ta piadoso, y yo impfo; Tu santo, yo miserable; Tu justo, yo injusto; Tu luz, yo ciego; Tu vida, yo 28 SUBIDA AL MONTE CARMELO muerte; Ti medicina, yo enfermo; Tu suma ver- dad, yo toda vanidad.» Todo esto dice este san- to (1). 2. Por tanto, es suma ignorancia del alma pen- sar podra pasar a este alto estado de unién con Dios, si primero no vacia el apetito de todas las cosas naturales y sobrenaturales que le pueden impedir, segin que adelante declararemos; pues es suma la distancia que hay de ellas a lo que en este estado se da, que es sumamente transforma- cién en Dios. Que por eso nuestro Sefor, ense- fidndonos este camino, dijo por San Lucas (14, 33): Qui non renuntiat omnibus quae possidet non po- test meus esse discipulus. Quiere decir: El que no renuncia todas las cosas que con la voluntad po- see, no puede ser mi discipulo. Y esto esta claro: porque la doctrina que el Hijo de Dios vino a en- sefiar, fue el menosprecio de todas las cosas para poder recibir el premio del espiritu de Dios en si. Porque en tanto que de ellas no se deshiciere el alma, no tiene capacidad para recibir el espiritu de Dios en pura transformacién. 3. De esto tenemos figura en el Exopo (c. 16), donde se lee que no dio Dios el manjar del cie- lo, que era el mana, a los hijos de Israel, hasta que les falt6é la harina que ellos habian traido de Egipto. Dando por esto a entender que primero conviene renunciar a todas las cosas, porque este manjar de angeles no conviene al paladar que quie- re tomar sabor en el de los hombres. Y no sola- mente se hace incapaz del espiritu divino el alma que se detiene y apacienta en otros extrafios gus- tos, mas aun enojan mucho a la Majestad Divina (1) Solilog., c. 2. Micne: Patr. lat., t. 40, p. 866 LIB. I. CAP. 5 29 los que, pretendiendo el manjar de espiritu, no se contentan con solo Dios, sino que quieren en- tremeter el apetito y aficidn de otras cosas. Lo cual también se echa de ver en este mismo libro de la sagrada Escritura, donde también se dice que no se contentaron ellos con aquel manjar tan sencillo, apetecieron y pidieron manjar de carne. Y que nuestro Sefior se enojé gravemente, que quisiesen ellos entremeter un manjar tan bajo y tosco con un manjar tan alto y sencillo; que, aun- que lo era, tenia en si el sabor y sustancia de todos los manjares. Por lo cual, aun teniendo ellos los bocados en las bocas, segin dice también David (Sal. 77, 31): Ira Dei descendit super eos. Descendié la ira de Dios sobre ellos, echando fue- go del cielo y abrasando muchos millares de ellos; teniendo por cosa indigna que tuviesen ellos apeti- to de otro manjar dandoseles el manjar del cielo. 4. jOh, si supiesen los espirituales cudnto bien pierden y abundancia de espiritu, por no querer ellos acabar de levantar el apetito de nifierfas, y como hallarian en este sencillo manjar del espfri- tu el gusto de todas las cosas, si ellos no quisie- ren gustarlas! Pero no le gustan, porque la causa por qué éstos no recibfan el gusto de todos los manjares que habia en el mana era porque ellos no recogian el apetito a solo él. De manera que no dejaban de hallar en el mana todo el gusto y fortaleza que ellos pudieran querer, porque en el mana no lo hubiese, sino porque ellos otra cosa querian. Asi el que quiere amar otra cosa junta- mente con Dios, sin duda es tener en poco a Dios, porque pone en una balanza con Dios lo que su- mamente, como habemos dicho, dista de Dios. 5. Ya se sabe bien por experiencia que cuando 30 SUBIDA AL MONTE CARMELO una voluntad se aficiona a una cosa la tiene en mas que otra cualquiera, aunque sea muy mejor que ella, si no gusta tanto de la otra. Y si de una y de otra quiere gustar, a la mas principal por fuerza ha de hacer agravio, pues hace entre ellas igualdad. Y por cuanto no hay cosa que iguale con Dios, mucho agravio hace a Dios el alma que con El ama otra cosa, o se ase a ella. Y pues esto es asi, ¢qué seria si la amase mds que a Dios? 6. Esto también es lo que se denotaba cuando mandaba Dios a Moisés que subiese al monte a hablar con El (Ex., 19, 24); le mandé que no sola- mente subiese él solo, dejando abajo a los hijos de Israel, pero que ni aun las bestias paciesen de contra del monte. Dando por esto a entender que el alma que hubiere de subir a este monte de per- feccién a comunicar con Dios, no solo ha de re- nunciar todas las cosas y dejarlas abajo, mas tam- bién los apetitos, que son las bestias, no las ha de dejar apacentar de contra de este monte, esto es, en otras cosas que no son Dios puramente, en el cual todo apetito cesa, esto es, en estado de la perfeccién. Y asi es menester que el camino y su- bida para Dios sea un ordinario cuidado de hacer cesar y mortificar los apetitos; y tanto mas pres- to llegara el alma, cuanto mas priesa en esto se diere. Mas hasta que cesen, no hay llegar, aunque mas virtudes ejercite, porque le falta el conseguir- las en perfeccién; la cual consiste en tener el alma vacia y desnuda y purificada de todo apetito. De lo cual también tenemos figura muy al vivo en el Génesis (35, 2), donde se lee que, querien- do el patriarca Jacob subir al monte Betel a edi- ficar alli a Dios un altar en que le ofrecié sacrifi- cio, primero mando a toda su gente tres cosas: la una, que arrojasen de si todos los dioses extra- LIB. I. CAP. 5 31 fios; la segunda, que se purificasen; la tercera, que mudasen sus vestiduras. 7. En las cuales tres cosas se da a entender a toda alma que quiere subir a este monte a hacer de si misma altar en el que ofrezca a Dios sacri- ficio de amor puro y alabanza y reverencia pura, que primero que suba a la cumbre del monte ha de haber perfectamente hecho las dichas tres co- sas. Lo primero, que arroje todos los dioses aje- nos, que son todas las extrafias aficiones y asimien- tos; y lo segundo, que se purifique del dejo que han dejado en el alma los dichos apetitos, con la Noche oscura del sentido que decimos, negandolos y arrepintiéndose ordinariamente; y lo tercero, que ha de tener para llegar a este alto monte es las vestiduras mudadas, las cuales, mediante la obra de las dos cosas primeras, se las mudara Dios de viejas en nuevas, poniendo en el alma un nuevo entender de Dios en Dios, dejando el viejo enten- der de hombre, y un nuevo amar a Dios en Dios, desnuda ya la voluntad de todos los viejos quere- res y gustos de hombre, y metiendo al alma en una nueva noticia y abismal deleite, echadas ya otras noticias e imagenes viejas aparte, y haciendo cesar todo lo que es del hombre viejo, que es la habilidad del ser natural, y vistiéndose de nueva habilidad sobrenatural segun todas las potencias. De manera que su obrar ya, de humano, se haya vuelto en divino, que es lo que se alcanza en es- tado de union, en la cual el alma no sirve de otra cosa sino de altar, en que Dios es adorado en alabanza y amor, y solo Dios en ella esta. Que por eso mandaba Dios (Ex., 27, 8) que el altar donde habia de estar el Arca del Testamen- to estuviese de dentro vacio; para que entienda el alma cudn vacia la quiere Dios de todas las cosas, 32 SUBIDA AL MONTE CARMELO para que sea altar digno donde esté Su Majestad. En el cual altar tampoco permitia ni que hubiese fuego ajeno, ni que faltase jamas el propio; tanto que porque Nadab y Abiud, que eran los hijos del sumo sacerdote Aarén, ofrecieron fuego ajeno en su altar, enojado nuestro Sefior los maté alli de- lante del altar (Lev., 10, 1). Para que entendamos que en el alma ni ha de faltar amor de Dios para ser digno altar, ni tampoco otro amor ajeno se ha de mezclar. 8. No consiente Dios a otra cosa morar con- sigo en uno. De donde se lee en el libro primero de los Reyes que, metiendo los filisteos el Arca del Testamento en el templo donde estaba su {do- lo, amanecia el idolo cada dia arrojado en el suelo y hecho pedazos. Y sélo aquel apetito con- siente y quiere que haya donde él esta, que es de guardar la ley de Dios perfectamente, y llevar la cruz de Cristo sobre si.. Y asi no se dice en la Es- critura divina (Deut., 31, 26) que mandase Dios poner en el Arca donde estaba el mana otra cosa sino el libro de la Ley, y la vara de Moisés, que significa la cruz. Porque el alma que otra cosa no pretendiere que guardar perfectamente la Ley del Sefior y llevar la cruz de Cristo serd arca ver- dadera que tendra en si el verdadero mana, que es Dios, cuando venga a tener en si esta Ley y esta vara perfectamente, sin otra cosa alguna. LIB. I. CAP. 6 33 CAPITULO 6 En que se trata de los dafios principales que causan los apetitos en el alma, el uno privativo y el otro positivo. 1. Y para que mds clara y abundantemente se entienda lo dicho, sera bueno poner aqui y decir cémo estos apetitos causan en el alma dos dafios principales: el uno es que la privan del espiritu de Dios, y el otro es que al alma en que viven, la cansan, atormentan, oscurecen, ensucian y enflaquecen, segtin aquello que dice Jeremias, capitulo 2: Duo mala fecit populus meus: me dereliquerunt fontem aquae vivae, et foderunt sibi cisternas dissipatas, quae continuere non valent aquas. Quiere decir: Dejaronme a mi, que soy fuente de agua viva, y cavaron para si cisternas rotas, que no pueden tener agua. Esos dos males, conviene a saber: priva[tivo] y positivo, se causan por cualquiera acto desordenado del apetito. Y primeramente, hablando del privativo, claro esta que por el mismo caso que el alma se aficio- ma a una cosa que cae debajo de nombre de cria- tura, cuanto aquel apetito tiene de mas entidad en el alma, tiene ella de menos capacidad para Dios; por cuanto no pueden caber dos contrarios, segun dicen los filésofos, en un sujeto, y también dijimos en el cuarto capitulo; y aficién de Dios y aficién de criatura son contrarios, y asi no caben en una voluntad aficién de criatura y aficién de Dios. Porque ¢qué tiene que ver criatura con Crea- dor, sensual con espiritual, visible con invisible, temporal con eterna, manjar celestial puro espi- ritual con el manjar del sentido puro sensual, des- 34 SUBIDA AL MONTE CARMELO nudez de Cristo con asimiento en alguna cosa? 2. Por tanto, asi como en la generacién natu- ral no se puede introducir una forma sin que pri- mero se expela del sujeto la forma contraria que precede, la cual estando es impedimento de la otra, por la contrariedad que tienen las dos entre si; asi en tanto que el alma se sujeta al espiritu sensual, no puede entrar en ella el espiritu puro espiritual. Que por eso dijo nuestro Salvador por san Mateo (15, 26): Non est bonum sumere panem filiorum, et muttere canibus. Esto es: No es cosa conveniente tomar el pan de los hijos y darlo a los canes. Y también en otra parte dice por el mismo Evangelista (7, 6): Nolite sanctum dare canibus. Que quiere decir: No querdis dar lo santo a los canes. En las cuales autoridades compara nuestro Sefior a los que negando los apetitos de las cria- turas se disponen para recibir el espiritu de Dios puramente, a los hijos de Dios; y a los que quie- ren cebar su apetito en las criaturas, a los perros. Porque a los hijos les es dado comer con su pa- dre a la mesa y de su plato, que es apacentarse de su espiritu, y a los canes las migajas que caen de la mesa. 3. En lo cual es de saber que todas las cria- turas son migajas que cayeron de la mesa de Dios. Por tanto, justamente es llamado can el que anda apacentandose en las criaturas, y por eso se les quita el pan de los hijos, pues ellos no se quieren levantar de las migajas de las criaturas a la mesa del espiritu increado de su Padre. Y por eso jus- tamente como perros siempre andan hambreando, porque las migajas mas sirven de avivar el apetito que de satisfacer el hambre. Y asi de ellos dice LIB. I. CAP. 6 35 David (Salm., 58, 15, 16): Famem patientur ut canes, et circuibunt civitaeem. Si vero non fuerint Saturati, et murmurabunt. Quiere decir: Ellos pa- decer4n hambre como perros, y rodeardn la ciu- dad, y como no se vean hartos, murmuardan. Por- que ésta es la propiedad del que tiene apetitos, que siempre esta descontento y desabrido, como el que tiene hambre.. Pues ¢qué tiene que ver el hambre que ponen todas las criaturas con la hartura que causa el espiritu de Dios? Por eso no puede entrar esta hartura increada en el alma, si no se echa primero esotra hambre criada del apetito del alma; pues, como habemos dicho, no pueden morar dos contrarios en un sujeto, los cuales en este caso son hambre y hartura. 4. Por lo dicho se vera cuanto mas hace Dios en limpiar y purgar un alma de estas contrarieda- des que en criarla de nonada. Porque estas con- trariedades de afectos y apetitos contrarios, mds opuestas y resistentes son a Dios que la nada: porque ésta no resiste. Y esto baste acerca del primer dajio principal que hacen al alma los apeti- tos, que es resistir al espiritu de Dios, por cuanto arriba esta ya dicho mucho de ello. 5. Ahora digamos del segundo efecto que ha- cen en ella, el cual es de muchas maneras, porque los apetitos cansan al alma y la atormentan y os- curecen, y la ensucian y la enflaquecen. De las cuales cinco cosas iremos diciendo de por si. 6. Cuando a lo primero, claro esta que los ape titos cansan y fatigan al alma; porque son como unos hijuelos inquietos y de mal contento, que siempre estan pidiendo a su madre uno y otro, y munca se contentan. Y asi como se cansa y fatiga el que cava por codicia del tesoro, asi se cansa 36 SUBIDA AL MONTE CARMELO y fatiga el alma por conseguir lo que sus apetitos le piden; y aunque lo consiga, en fin, siempre se cansa, porque nunca se satisface; porque al cabo son cisternas rotas las que cava, que no pueden tener agua para satisfacer la sed. Y asi, como dice Isaias (29, 8): Lassus adhuc sitit, et anima ejus vacua est. Que quiere decir: Esta su apetito vacio. Y cansase y fatigase el alma que tiene apetitos, porque es como el enfermo de calentura, que no se halla bien hasta que se le quite la fiebre, y cada rato le crece la sed. Porque como se dice en el libro de Job (20, 22): Cum satiatus fuerit, arc- tabitur, aestuabit, et omnis dolor irruet super eum. Que quiere decir: Cuando hubiere satisfecho su apetito, quedara mas apretado y agravado; cre- cid en su alma el calor del apetito y asi caera sobre él todo dolor. Cansase y fatigase el alma con sus apetitos, por- que es herida y movida y turbada de ellos como el agua de los vientos, y de esa misma manera la al- borotan, sin dejarla sosegar en un lugar ni en una cosa, Y de la tal alma dice Isaias (57, 20): Cor impii quasi mare fervens. El corazén del malo es como el mar cuando hierve; y es malo el que no vence los apetitos. Cansase y fatigase el alma que desea cumplir sus apetitos, porque es como el que, teniendo ham- bre, abre la boca para hartarse de viento, y en lu- gar de hartarse se seca mas, porque aquél no es su manjar. A este propdsito dijo Jeremias (2, 24): In desiderio animae suae attraxit ventum amoris sui. Como si dijera: En el apetito de su voluntad atrajo a si el viento de su aficién. Y luego dite adelante (2, 25) para dar a entender la sequedad en que esta tal alma queda, dando aviso y diciendo: Prohibe pedem tuum a muditate et guttur tuum LIB. I. CAP. 6 37 a siti. Que quiere decir: Aparta tu pie, esto es, tu pensamiento, de la desnudez; y tu garganta de la sed, es a saber: tu voluntad del cumplimiento del apetito que hace mas sequia. Y asi como se cansa y fatiga el enamorado en el dia de la esperanza, cuando le salié su lance en vacio, se cansa el alma y fatiga con todos sus ape- titos y cumplimiento de ellos, pues todos la cau- san mayor vacio y hambre; porque, como comun- mente dicen, el apetito es como el fuego, que echandole lefia crece, y luego que la consume, por fuerza ha de desfallecer. 7. Y aun el apetito es de peor condicién en esta parte; porque el fuego, acabandose la lefia, descrece; mas el apetito no descrece en aquello que se aumenté cuando se puso por obra, aunque se acaba la materia, sino que en lugar de descre- cer como el fuego cuando se le acaba la suya, él desfallece en fatiga, porque queda crecida el ham- bre y disminuido el manjar. Y de éste habla Isaifas (9, 20), diciendo: Declinabit ad dexteram, et esu- riet: et comedet ad sinistram, et non saturabitur. Quiere decir: Declinard hacia la mano derecha, y habra hambre; y comera hacia la siniestra, y no se hartara. Porque estos que no mortifican sus apetitos, justamente cuando declinan, ven la hartu- ra del dulce espiritu de los que estan a la diestra de Dios, Ja cual a ellos no se les concede; y justa- mente cuando comen hacia la siniestra, que es cumplir su apetito en alguna criatura, no se hartan; pues dejando lo que sdlo puede satis- facer, se apacientan de lo que las causa mas hambre. Claro esta, pues, que los apetitos cansan y fati- gan al alma. 38 SUBIDA AL MONTE CARMELO CAPITULO 7 En que se trata cémo los apetitos atormentan al alma.—Pruébalo también por comparaciones y autoridades. 1. La segunda manera de mal positivo que causan al alma los apetitos, es que la atormentan y afligen, a manera del que esta en tormento de cordeles amarrado a alguna parte, de lo cual hasta que se libre no descansa. Y de éstos dice David (Sal. 118, 61): Funes peccatorum circumplexi sunt me. Los cordeles de mis pecados—que son mis apetitos—en derredor me han apretado. Y de la misma manera que se atormenta y aflige el que desnudo se acuesta sobre espinas y puntas, asi se atormenta el alma y aflige cuando sobre sus apetitos se recuesta; porque, a manera de espinas, hieren y lastiman y asen y dejan dolor. Y de ellos también dice David (Sal. 117, 12): Circunmederunt me sicut apes: et exarserunt si- cut ignis in spinis. Que quiere decir: Rodedronse de mi como abejas, punzandome con sus aguijo- nes; y encendiéronse contra mi, como el fuego en espinas. Porque en los apetitos, que son las espi- nas, crece el fuego de la angustia y del tormento. Y asi como aflige y atormenta el gafidn al buey debajo del arado, con codicia de la mies que espe- ra, asi la concupiscencia aflige al alma debajo del apetito por conseguir lo que quiere. Lo cual se echa bien de ver en aquel apetito que tenia Dalila de saber en qué tenia tanta fuerza Sansén, que dice la Escritura que le fatigaba y atormentaba tanto, que la hizo desfallecer casi hasta morir diciendo

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