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Cada profesin tiene sus peligros y tentaciones particulares. Los banqueros sentirn la tentacin de
quedarse con el dinero ajeno. Los que venden fruta, por ejemplo, tendrn la tentacin de dar menos
peso del debido en lo que venden. As, podramos seguir con todas las profesiones. Pues bien, la
tentacin de los que tienen autoridad es precisamente la de abusar de ella. Pueden llegar a pensar que
son propietarios de esa autoridad y que se pueden aprovechar de ella para su propio beneficio.
El Evangelio de hoy aplica estas ideas a los letrados y los fariseos del tiempo de Jess. A ellos
Jess les dice que lan fardos pesados e insoportables y se los cargan a los dems, pero ellos no estn
dispuestos a mover un dedo para llevarlos. Y recuerda a sus discpulos que no se deben dejar llamar
maestro ni padre ni jefe porque uno slo es el padre de todos y uno slo el maestro y uno slo
el jefe. La autoridad en la Iglesia es un servicio. Y el que no sirve, pierde automticamente su
autoridad, traiciona al maestroy padre al que dice representar, a Jess.
Es que Jess dijo esto slo para los letrados y fariseos de su tiempo? No creo. Hoy tenemos que
aplicar el cuento a nuestra Iglesia. Porque todos los que tenemos alguna responsabilidad en ella, alguna
autoridad, todos tenemos la tentacin de abusar de nuestra autoridad, de creernos jefes y maestros,
superiores a nuestros hermanos. Y en ese momento les dejamos de servir. Y rompemos la comunidad
de Jess. Obispos, sacerdotes, ministros diversos, agentes de pastoral, catequistas, etc, todos estamos
para servir a la comunidad, para con nuestro trabajo contribuir a formar la familia de Dios, reunidos
como hermanos y hermanas en torno a la mesa de la Eucarista, sin que nadie quede excluido.
Para la reflexin
Hoy no hay preguntas. Hoy los que predicamos, todos los que tenemos alguna autoridad en la
Iglesia, pedimos la oracin de nuestros hermanos cristianos. Para que no caigamos en la
tentacin, para que nuestra vida sea un servicio. Lo pedimos humildemente.