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partió con Borges los ataques al rubendaris- do —Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de
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mo, el escritor vasco lanzaba sus invectivas enfrente (1925) y Cuaderno de San Martín «Prólogo» a Romancero del des-
contra los poetas puros en defensa de una po- (1929)— sufrieron más adelante profundas tierro, PC (2), p. 367.
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esía impura, siete años antes del excesivamen- correcciones, alteraciones y supresiones .
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te famoso manifiesto nerudiano, tanto como Durante esos años el joven Borges perpetró la Véase para este aspecto Tomma-
rechazaba la vanguardia de los jóvenes futu- elaboración de manifiestos programáticos que so Scarano, «Intertextualidad y
ristas y ultraístas18. El bien conocido gusto de hoy, y contra la voluntad de su autor, son bien sistema en las variantes de Bor-
22 ges», en Nueva Revista de Filo-
los vanguardistas por elaborar manifiestos, conocidos ; sin embargo, años después, al re- 9
logía Hispánica, t. XLI, n 2,
proclamas y programas que generalmente se cordar aquel período, en 1969, cierto eco una- 1993, pp. 504-537.
quedaban en proclamas, programas y mani- muniano resonaba en las palabras del Borges
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fiestos, chocaba frontalmente con la concep- de setenta años: Desde la edición de Enrique Sa-
ción poética de Unamuno. Ya al publicar Del cerio Garí y Emir Rodríguez Mo-
sentimiento trágico de la vida anunciaba su negal, Jorge Luis Borges, Textos
MANUEL FUENTES VÁZQUEZ Don Quijote y Sancho: «Otros de Unamuno. lo de veras, conviene interrogar las menos felices,
pues en ellas —en lo injustificable, en lo imperdona- —¡uno!— frente al espejo y se mira como
ble— está más el autor que en aquellas otras que na- a un extraño, no, como a un prójimo, y
die vacilaría en firmar32. se dice: «pero, ¿eres tú?, ¿eres tú ése
del que se dice?, ¿eres tú?» Y siente uno
Y claro está que Unamuno no hubiera de- —¡uno!— no ya yo, sino tú. íntimos mis-
saprobado tal paradoja, puesto que fue el es- teriosos momentos de sumersión en ti. Y
critor vasco quien la formuló en la «Presenta- ese yo, tú, es —no soy ni eres— el poeta.
ción» a Teresa... (1924), pese a que Borges Lector, el poeta aquí eres tú. Y como po-
nunca cite esta última obra. Escribe Unamu- eta, como creador, te ruego que me crees.
no: Que me crees y que me creas. Es lo mis-
mo36.
Repúgnanme las églogas o selecciones; me repugna el
escogimiento de poesías de un poeta. En las que nos Borges simplificará la argumenta-
parecen las peores de uno, suele latir el alma de él tan- ción, eliminará las exclamaciones,
to o más intensamente que en las otras, y por lo me- limpiará el conceptismo unamunia-
Miguel de Unamuno.
nos explican y aclaran y hermosean a las que tenemos no para afirmar: «El que lee mis pa-
por mejores33. labras está inventándolas».
Más allá de los temas y las formas, un 61
Quizás el empeño borgiano de borrar las poeta es un tono. A Borges le alejó de Una- Cl, Juan Morichal, «La origina-
lidad de Unamuno en la literatu-
huellas de su escritura juvenil, la depuración muno el grito existencial y dramático; le dis-
ra de confesión», La Torre, Revis-
constante de su obra y el deseo de sobrevivir- tanciaba igualmente la creencia unamuniana ta General de la Universidad de
se en antologías y selecciones sea el resultado en Dios como proveedor de inmortalidad. Puerto Rico, año II, n 2 8, octubre-
diciembre 1954, pp. 25-43.
del proceso simétricamente inverso que carac- Como ficción, como sueño de Dios, Unamu-
terizó la obra y la vida del pensador español. no necesitaba creer que Dios no era una 35
La poesía de Unamuno entendida como de- creación soñada por su criatura: «Eres sueño Ezra Pound, «El verso libre y Ar-
nudación, como derramamiento, como diario de un dios; cuando despierte / ¿al seno tor- nold Dolmetsch», Ensayos litera-
rios, Julia J. de Natino (trad.),
confesional34, se opone frontalmente al proce- narás de que surgiste? / ¿serás al cabo lo que Barcelona, Laia / Monte Avila,
so de escritura borgiano. Unamuno no podía un día fuiste? / ¿parto de desnacer será tu 1989, p. 409.
ni quería depurar: suprimir era matar uno de muerte?»37. Borges trasciende a Unamuno e
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sus yo. De ahí la ocasional circunstancialidad interroga: «Dios mueve al jugador, y éste la
Miguel de Unamuno, «Prólogo»
intrahistórica de parte de su obra poética, que pieza. /¿Qué dios detrás de Dios la trama em- a Cancionero (Diario poético
no tiene sentido mutilada, sino incrustada en pieza / De polvo y tiempo y sueño y ago- 1928-19361, en PC (1), p. 6 8 .
ofrecer las páginas de su vida íntima diaria: ha- en inumerables ocasiones por Borges, frente al
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cer de la escritura una metáfora impura de la cansancio del yo, Unamuno ejemplarmente «Ajedrez» (II), El Hacedor
vida. Más que un poeta de la existencia, Una- reconocía en su Diario íntimo la obsesión tor- (1960), en PC, p. 125.
muno fue un poeta del existente; Borges lo turadora: «Estoy muy enfermo, y enfermo de
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quiso ser de la esencia. «La poesía —escribe yoísmo»39. A lo largo de las páginas del
Ezra Pound en una afirmación que parcial- Unamuno muere en diciembre de 1936; Diario íntimo, Unamuno expresa
en varias ocasiones esa obse-
mente hubiera agradado a Borges, pero que sobre su nicho —narra Luciano González
sión: «Dios me ha concedido el
Unamuno hubiera desaprobado— es una Egido— se dejó un recuerdo de sus propias que esa enfermedad de mi alma
composición de palabras ordenadas musical- palabras, elegido por su hijo Fernando: quedara oculta, el que no tras-
cendiera esa yoización [...]»; en
mente. Las otras definiciones —prosigue—
Diario intimo, Madrid, Alianza
son en su mayoría insostenibles o metafísi- Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, Editorial, 1986, p. 274.
cas»35. Sin embargo, más allá de las definicio- misterioso hogar,
nes esencialistas de cuño romántico de la dormiré allí, pues vengo 40
Luciano González Egido, Agoni-
poesía, ambos entendían al lector como hi- deshecho del duro bregar40. zar en Salamanca ¡Unamuno, ju-
póstasis del escritor, y el poema como el co- lio-diciembre 1936), Madrid,
Alianza Editorial, 1986, p. 274.
mercio entre el lector y el texto. Así, afirma
Unamuno:
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Jorge Luis Borges, «Presencia «Presentación», Teresa, PC (2), Notas provisionales de una lectura
Esos íntimos, misteriosos momentos —el de esta ma- p. 114. compartida (de Borges a Unamuno)
de Miguel de Unamuno», pp.
ñana— en que de pronto, al pasar, se sorprende uno 79-80. MANUEL FUENTES VÁZQUEZ
41 Apenas un mes después, el 28 de enero de cirse que Unamuno remedó al escritor argen-
Jorge Luis Borges, «Inmortalidad
1937, en la revista Sur, Borges publica una tino:
de Unamuno», Sur, Buenos A i -
res, año Vil, n 2 2 8 , enero de breve nota sobre la muerte de Unamuno.
1937. Cito por Borges en Sur Quizás el último párrafo de esa noticia necro- Leer, leer, leer, vivir la vida
¡1931-19801, ed. de José Blan-
lógica sirva para trazar el destino final de los que otros soñaron,
co, Buenos Aires, Emecé Edito-
res, 1999, p. 144.
dos hombres: leer, leer, leer, el alma olvida
los que pasaron.
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El primer escritor de nuestro idioma acaba de morir, Se queda en las que quedan, las ficciones,
Cancionero, PC (3), pp. 535-536.
no sé de un homenaje mejor que proseguir las ricas las flores de la pluma,
discusiones iniciadas por él y que desentrañar las se- las solas, las humanas creaciones,
cretas leyes de su alma41. el poso de la espuma.
Leer, leer, leer; ¿seré lectura
Con seguridad, Borges conoció este texto mañana también yo?
de Unamuno; en él, salvo algún énfasis que el ¿Seré mi creador, mi criatura,
escritor argentino consideraría grosero, y al- seré lo que pasó>42
guna reiteración emocional, bien podría de-