Sie sind auf Seite 1von 6

Manuel Fuentes Vázquez

Doctor en Filología Románica. Profesor de


Literatura Española e Hispanoamericana de
la Universitat Rovira i Virgili (Tarragona).
Ha publicado diversos artículos sobre Bor-
ges, Azorín, César Vallejo, Lezama Lima,
etc., y sobre poesía española de posguerra.
Es coeditor, junto al Dr. Paco Tovar, de La
Aurora y el Poniente: Borges (1899-1999),
Tarragona, 2000. En la actualidad investiga
sobre la «generación argentina del 40».
NOTAS PROVISIONALES DE UNA
LECTURA COMPARTIDA
(DE BORGES A UNAMUNO)
MANUEL FUENTES VÁZQUEZ

Ya Séneca la preludió aun no nacida, Difícilmente podría extraerse el perfil de :


y en su austero latín ella se encierra. Unamuno a través de los distintos y contra- Miguel de Unamuno, «La sangre
MIGUEL DE UNAMUNO1 del espíritu» (LXVII), Rosario efe
dictorios juicios de opinión que Borges fue re- sonetos líricos (1911). Cito por la
pitiendo a lo largo del tiempo. Sin ir más le- edición de Ana Suárez Mira-
Por Séneca y Lucano, de Córdoba, món: Miguel de Unamuno, Poe-
Que antes del español escribieron jos, cuando Esteban Peicovich recogió en su
sía completa (1), Madrid, Alian-
Toda la literatura española. libro Borges, el palabrista lo que Borges que- za Editorial, 1987, p. 300. En
JORGE LUIS BORGES2 ría decir o lo que querían oír decir a Borges, adelante, PC.
el escritor argentino afirmaba del poeta vasco:
¿A qué se refiere Borges cuando en uno de Jorge Luis Borges, «Otro poema
sus prólogos más citados y recordados escri- Unamuno es un gran escritor. Admiro muchísimo a de los dones», El otro, el mismo
(1964). Cito por la edición Obra
be: «Yo, por ejemplo, me propuse demasiados Unamuno. Lo que yo he dicho contra Unamuno es
poética ¡I923-1976), Madrid,
fines: remedar ciertas fealdades (que me gus- que él está interesado en cosas en las que yo no estoy Alianza Editorial / Emecé Edito-
taban) de Miguel de Unamuno»? 3 Remedar, interesado5. res, 1979, pp. 268-269. En ade-
lante, salvo indicación expresa,
según el DRAE, vale por imitar o contrahacer,
OP.
pero en su tercera acepción incorpora la con- Aunque más adelante afirme refiriéndose a
notación burlesca que no es ajena a la signifi- los vascos: «Por lo demás han producido unos
cación que Borges quiso darle al vocablo para pintores execrables y un escritor insoportable «Prólogo» a Fervor de Buenos
Aires, OP, p. 25.
relativizar el valor de su obra juvenil recorda- como Unamuno» 6 . La consideración de Una-
da desde la distancia. Pero en el mismo párra- muno como un gran escritor o un escritor in-
fo el escritor argentino afirma «ser un escritor soportable revela, cuando menos, una oscila- Jorge Luis Borges, «Prólogo» a
Cuaderno de San Martín, OP,
español del siglo XVII, ser Macedonio Fer- ción en el juicio que podría, quizás, resumirse p. 93.
nández». en esta otra menos conocida afirmación:
Remedar frente a ser. Borges hubiera podi-
Esteban Peicovich, Borges, el pa-
do ser —de hecho lo fue— Cervantes o Que- A lo largo de los años, he frecuentado los libros de labrista, Madrid, Letra Viva,
vedo o Macedonio Fernández, pero nunca pu- Unamuno y con ellos he acabado por establecer, pe- 1980, p. 180.
do ser Unamuno. ¿Son esos versos de Borges se a las «imperfectas simpatías» de que Charles Lamb
que encabezan estas notas, separados de los de habló, una relación parecida a la amistad7. Ibidem, p. 184.
Unamuno por más de cincuenta años, un
remedo? ¿La corrección de una fealdad? O De todas formas, no podemos estar muy se-
Jorge Luis Borges, «Nota de un
manifiestan quizás, si admitimos la similitud guros de que a Borges —como él afirmara— no mal lector», en Ciclón, La Haba-
conceptual entre ellos, la permanencia en el le interesasen las mismas cosas que a Unamuno; na, vol. 2, n2 1, enero de 1956,
tiempo de las lecturas que el joven ultraísta entre otras: el tiempo, la muerte, la ficción co- p. 28.
realizó en la década de los veinte y que la me- mo realidad, la supremacía de la criatura ficti-
moria —que se hace, como bien es sabido, para va sobre el creador y la existencia de la misma,
el olvido— rescató bajo la forma del «brusco en una suerte de formulación muy Berkeley Notas provisionales de una lectura
compartida (de Borges a Unamuno)
don del Espíritu»4. compartida por ambos, dado que ser es ser per- MANUEL FUENTES VÁZQUEZ
cibido; la incertidumbre, la literatura popular, res latinoamericanos y españoles que desde el
A propósito de la obra que inau-
la asociación de los motivos clásicos del espejo Romanticismo hasta Rubén Darío tejieron
gura el romanticismo argentino
Elvira o la novia del Plata y del río; la gramática, las lenguas germánicas, una vasta geografía de afectos y desafectos8.
(1832), afirma Esteban Echeve- la des j erarquización y contaminación de los gé- Así, mientras Unamuno clama arrebatado
rría de su poema «que no halla-
neros literarios en el proceso de la escritura; las de furor patriótico por la españolidad del
rá modelo alguno en la poesía
castellana». [Cf. Rafael Alberto
reservas ante cierta novela del XIX y del XX; Martín Fierro y afirma: «Martín Fierro es de
Arrieta, Historia de la literatura la literatura inglesa, el común aprecio por Cer- todo lo hispano-americano que conozco lo
argentina, t. II, Buenos Aires, vantes y Quevedo, el similar desafecto por más hondamente español»9, Borges, cuyo pa-
Peuser, 1958, p. 37). Afirma-
ción, cuando menos, discutible.
Góngora, el desprecio de la poesía francesa por dre guardaba en su biblioteca un ejemplar
parte de Unamuno que en Borges se convierte del Facundo y otro del poema de Hernández
en prevención y reticencia; el interés por lo se- —poema al que no podía acceder por la prohi-
Cito por Miguel de Unamuno, El
fardita, la compartida afición de denostar a los bición de su madre, ya que Leonor Acevedo
gaucho Martín Fierro, Prólogo a
José Hernández, Martín Fierro, académicos, la filosofía de Schopenhauer, pero de Borges consideraba el Martín Fierro una
M a d r i d , Giner, 1972, p. 6 1 . (El no concebir la filosofía como sistema; la poesía defensa de Rosas—10, despacha en un ejercicio
estudio se publicó por primera
de Blake; el azar y el libre albedrío; la escisión, de ironía —ese wit británico que ejerció a lo
vez en Revista Española, año 1,
n s 1, M a d r i d , 1894).
dramática en Unamuno, tamizada por la ironía largo de su vida— el análisis de Unamuno:
en Borges, entre el personaje público y la per-
10
Cf., Mariano Iturbe, «The Martin
sona; la simetría de la historia, las casas que les Cabe citar —afirma Borges— a título de curiosidad el
Fierro and Borges: A n Argenti- habitaron, los paisajes interiorizados, los mo- dictamen de Miguel de Unamuno [...]: «Cuando el pa-
nean National Poem», en Hispa- nólogos dramáticos de Browning, la ficción del yador pampero a la sombra del ombú, en la infinita cal-
nic Horizon, Journal of the Cen-
poeta como vate en permanente tensión con el ma del desierto, o en la noche serena a la luz de las es-
tre of Spanish Studies, Winter,
1996-1997, p. 115. poeta filólogo; la fidelidad a Whitman, a quien trellas, entone, acompañado de la guitarra española, las
ambos tradujeron y en quien ambos aprendie- monótonas décimas del Martín Fierro, y oigan los gau
11
Cito por José Hernández, Martín
ron la enumeración —caótica o no— deudora chos conmovidos la poesía de sus pampas, sentirán sin
Fierro, ed. de Jorge Luis Borges, del sinatroísmo de la poesía clásica que ambos saberlo, ni poder de ello darse cuenta, que les brotan del
con la colaboración de Margari- amaron; el tránsito del verso libre al verso me- lecho inconsciente del espíritu, ecos inextinguibles de la
ta Guerrero, Buenos Aires, Co-
lumba, 1953, p. 2 8 .
dido, el común desprecio por la rima conso- madre España, ecos que con la sangre y el alma les le-
nante y su posterior valoración; la hermenéuti- garon sus padres. Martín Fierro es el canto del lucha-
12
ca, que en numerosas ocasiones deviene en dor español que, después de haber plantado la cruz en
Ibidem, p. 29.
heurística; el General Perón para Borges que Granada, se fue a América a servir de avanzada a la ci-
13 fue el General Primo de Rivera para Unamu-
Ataca Borges en las páginas del
vilización y abrir el camino del desierto»11.
Evaristo Carriego al escritor es-
no, el soñador soñado dentro del sueño, la
pañol J. M. Salaverría, a propó- sombra y el libro. Y al fin, ambos reclamaron
Borges comentará, con su habitual técnica
sito de su libro El poema de la con insistencia para sí, más allá de su obra en
Pampa, Martín Fierro y el crio- —la destrucción del horizonte de expectativas
prosa, la condición de poetas.
llismo español. Sin mencionar a del lector que espera, quizás, un análisis argu-
Unamuno, afirma de éste: «Otro
Salaverría —de cuyo nombre no
La relación de Borges con Unamuno debe mental ante ese ejercicio de hispanidad here-
quiero acordarme, porque lo de- inscribirse en esa compleja red de atracción y dada— el párrafo unamuniano y sentenciará:
más de sus libros tiene mi admi- desprecio que el escritor argentino urdió con «Acaso no es inútil advertir que las «monóto-
ración [...]; pero el escritor es tan
monótono, décimo, infinito, es-
los escritores e intelectuales españoles desde nas décimas» que Unamuno hospitalariamen-
pañol, calmoso, desierto y acom- Baltasar Gracián o Quevedo hasta Américo te anexa a la literatura española son realmen-
pañado, que no se fija que en el Castro, Ortega o Cansinos Assens, por no ci- te sextinas»12. Sentencia ésta que venía a
Martín Fierro no hay décimas».
tar a García Lorca, los Machado, Juan Ramón estilizar otra un tanto más críptica contra
Cf. Jorge Luis Borges, Evaristo
Carriego, M a d r i d , Alianza Edi- Jiménez o Diego de Torres Villarroel. Borges Unamuno y menos afortunada estilísticamen-
torial, 1979, p. 5 6 . es, en ese sentido, un eslabón más en el com- te que ya había incorporado al Evaristo Ca-
14
plicado proceso de relación entre los escrito- rriego de 193013. Borges frecuentó con asidui-
Recogido ahora en inquisiciones, dad la obra de Unamuno durante los años
M a d r i d , Alianza Editorial, 1998,
amigo mallorquín Jacobo Su- temprana afición de Borges
veinte, y en esa época el escritor fijó, contra la
pp. 4 2 - 4 9 .
reda escribía Borges: «En Que- por Quevedo vendrá, poste- corriente del momento, su aprecio por Que-
15 vedo encontré 4 versos que co- riormente, a inscribirse en la vedo, al que dedicó el artículo publicado en
En una carta fechada en Buenos pio casi panteístas y que relectura que del clásico hará
Aires en 1922 y dirigida a su mucho tienen que ver con el la generación del 2 7 . (Véase,
Revista de Occidente «Menoscabo y grande-
asunto: Medulas que han glo- para este último aspecto, José za de Quevedo»14: texto que venía a desarro-
riosamente ardido». Cf. Carlos Luis Calvo Carrillo, Quevedo y llar el deslumbramiento que le produjo la lec-
Meneses, «De! epistolario Bor- la generación del 27, Valencia,
Notas provisionales de una lectura
gesSureda», Furia, n 2 2 1 - 2 2 , Pre-Textos, 1992).
tura del más celebrado poema del escritor
compartida (de Borges a Unamuno)
MANUEL FUENTES VÁZQUEZ octubre de 1992, p. 37. Esa madrileño15. Es el tiempo del desencuentro de
Borges con Antonio Machado y con Unamu- cero del destierro (1928), afirmaba
no, quienes nunca fueron condescendientes Unamuno:
con los jóvenes vanguardistas. Años en los
que Antonio Machado con certera e inteli- Detesto todo manifiesto programático. Al
gente malicia se preguntaba en el mismo ojo que me viene diciendo: «Voy a hacer esto
del huracán —esto es, en 1925 y en Revista de o lo otro» le digo: «haga no más lo que
Occidente—: «¿Es la metáfora elemento líri- sea, y déjenos de cuentos». Los manifies-
co?»16 tos programáticos se los dejo a los futu-
Unamuno, al publicar en 1924 Teresa. Ri- ristas, ultraístas, vanguardistas y demás
mas de un poeta desconocido y presentado por artesanos de escuela. No expongo aquí
Miguel de Unamuno, incluía en el libro este doctrinas que precedieron a mis poemas y
poema-pastiche, cuyo último sentido y signi- me guiaron en hacerlo, sino el ámbito ín-
ficado paródico dependen del juego ficcional timo mental en que me brotaron. Mental
que organiza la obra: digo porque la mente es visión, senti-
miento y voluntad. Se ve, se siente y se
Volverán las oscuras golondrinas... quiere con el entendimiento20.
¡vaya si volverán!
las románticas rimas becquerianas Fatalmente una poesía intelec- Jorge Luis Borges (1951)
gimiendo volverán...[...] tual, pero en 1928. Y no deja de ser
Mas los fríos refritos ultraístas, una azarosa coincidencia temporal,
hechos a puro afán, quizás del gusto del escritor argentino, que los más duradera que la poesía pu-
ra», Miguel de Unamuno, PC (3),
los que nunca arrancaron una lágrima, libros que Borges nunca quiso reeditar coin-
p. 64.
¡esos no volverán!17 cidieran con la aparición de ese último libro
de Unamuno publicado en Buenos Aires: In- 19
Miguel de Unamuno, Del senti-
Entre 1907 y 1928 Unamuno fijó su poéti- quisiciones (1925), El tamaño de mi esperanza
miento trágico de la vida, M a -
ca enfrentado a todas las banderías literarias (1926) y El idioma de los argentinos (1928); al d r i d , Espasa Calpe, 1980, p.
hegemónicas de ese período, y si bien com- tiempo que los libros de poesía de ese perío- 122.

partió con Borges los ataques al rubendaris- do —Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de
20
mo, el escritor vasco lanzaba sus invectivas enfrente (1925) y Cuaderno de San Martín «Prólogo» a Romancero del des-
contra los poetas puros en defensa de una po- (1929)— sufrieron más adelante profundas tierro, PC (2), p. 367.
21
esía impura, siete años antes del excesivamen- correcciones, alteraciones y supresiones .
21
te famoso manifiesto nerudiano, tanto como Durante esos años el joven Borges perpetró la Véase para este aspecto Tomma-
rechazaba la vanguardia de los jóvenes futu- elaboración de manifiestos programáticos que so Scarano, «Intertextualidad y
ristas y ultraístas18. El bien conocido gusto de hoy, y contra la voluntad de su autor, son bien sistema en las variantes de Bor-
22 ges», en Nueva Revista de Filo-
los vanguardistas por elaborar manifiestos, conocidos ; sin embargo, años después, al re- 9
logía Hispánica, t. XLI, n 2,
proclamas y programas que generalmente se cordar aquel período, en 1969, cierto eco una- 1993, pp. 504-537.
quedaban en proclamas, programas y mani- muniano resonaba en las palabras del Borges
22
fiestos, chocaba frontalmente con la concep- de setenta años: Desde la edición de Enrique Sa-
ción poética de Unamuno. Ya al publicar Del cerio Garí y Emir Rodríguez Mo-
sentimiento trágico de la vida anunciaba su negal, Jorge Luis Borges, Textos

oposición a cualquier intento de sistematiza- 16 17 cautivos (Ensayos y reseñas en El


Antonio Machado, «Reflexio- Migue! de Unamuno, «Presen- Hogar, 1936-1939), Barcelona,
ción doctrinal, y afirmaba glosando a Whit- nes sobre la lírica (El libro Co- tación» a Teresa..., PC (2), p. Tusquets, 1986, apenas queda
man: lección del poeta andaluz José 119. nota o texto de Borges por ree-
Moreno Villa (1924)», Revista ditar: Jorge Luis Borges, Textos
de Occidente, año III, n 2 XXIV, 18 recobrados {1919-1929), ed. de
Lo que va a seguir no me ha salido de la razón, sino ¡unió de 1925, p. 3 6 1 . Luis Esa formulación contra la poe- Sara Luisa del Carril, Buenos A i -
de la vida, aunque para transmitíroslo tengo en cier- Cernuda, al recordar aquel sía pura se encuentra en las res, Emecé, 1997; Borges en Sur
tiempo ultrametafórico, aposti- páginas capitales del «Prólo- ¡I931-1980), Barcelona, Emecé,
to modo que racionalizarlo. Lo más de ello puede re- llaba: «La metáfora estaba de go» que Unamuno antepuso a 1999; Borges, Obras, reseñas y
ducirse a teoría, pero como Walt Whitman, el enor- moda [en 1925] tanto que Or- su Cancionero a fines de traducciones inéditas ¡Diario Crí-
me poeta yanqui, os encargo que no se funde escuela tega y Gasset, con su rara ig-
norancia en cuestiones poéti-
1928. No está de más recor- tica 1933-1934), ed. de Irma
dar un breve fragmento: «Una Zangara, Buenos Aires, Atlánti-
o teoría sobre mí: / charge that there be no theory orcas, definió entonces la poesía cierta cuantía de aleación de da, 1999; entre otros.
school founded out ofme™. como álgebra superior de las cobre o de plata le da al oro
metáforas». Cf. Luis Cernuda, dureza y con ella duración. Y
Estudios sobre poesía españo- por esto la poesía impura, con
Notas provisionales de una lectura
Y en el prólogo al último libro impreso en la contemporánea, Madrid, aleación de retórica, de lógica, compartida (de Borges a Unamuno)
Buenos Aires en vida de su autor, el Roman- Guadarrama, 1975, p. 37. de dialéctica, es más dura y MANUEL FUENTES VÁZQUEZ
No soy poseedor de una estética.f...] Por lo Basta para comprender los principios de su arte poé-
demás, descreo de las estéticas. En general no tico. Por eso tendrá antipatía por todo lo francés y le
pasan de ser abstracciones inútiles23. veremos gustar de toda la poesía inglesa, de Shakes-
peare, de los lakistas, del italiano Carducci27.
Es durante el momento de agita-
ción ultraísta cuando un joven de En el análisis de la poesía de Unamuno,
apenas veinticuatro años se enfren- Borges, que exclusivamente se centra en algu-
ta en el artículo «Acerca de Una- nos ejemplos espigados del segundo libro del
muno poeta» 24 , cuyo título parece poeta vasco, Rosario de sonetos líricos (1911),
evocar la famosa y magnífica apro- e ignorando el primero, Poesías (1907) —aun-
ximación a la poesía del escritor es- que afirme: «hace bastante tiempo que mi es-
pañol que Rubén Darío publicó en píritu vive en la apasionada intimidad de sus
el diario La Nación de Buenos Ai- versos»28—, carga contra la posición defendi-
res con el título «Unamuno poe- da por Darío —táctica habitual del argenti-
ta»25, al escritor vasco. El poeta del no— y sentencia lapidariamente: «No hay en
«Responso a Verlaine» acepta y los versos de Unamuno el más leve acaricia-
pondera la belleza y el ritmo de la miento de ritmo»29.
Jorge Luis Borges.
poesía unamuniana que es, sin em- Al analizar la poesía de Unamuno —filo-
bargo y parcialmente, una declara- sófica, afirma—, Borges recurre a un método
ción de oposición al canon que ins- bien conocido en el proceso de su escritura:
23 tauró el poeta francés26. Darío, al glosar los ilustrar la valía del poeta no tanto a través de
Jorge Luis Borges, «Prólogo» o versos del poema de Unamuno «Denso, sus virtudes (los versos «nocturno el río de
Elogio de la sombra (1969), PC,
p. 3 1 5 .
denso» —Dinos en pocas palabras, I y sin de- horas fluye / desde su manantial, que es el ma-
jar el sendero, / lo más que decir se pueda, / ñana / eterno...», que le impresionan por la
24 denso, denso—, afirmará: paradójica inversión del motivo clásico, ya
Jorge Luis Borges, «Acerca de
Unamuno poeta», en Nosotros, Virgilio, ya Heráclito, ya Eclesiatés 1,7), sino
XLV, 1923, pp. 4 0 5 - 4 1 0 . a lo largo de sus deficiencias rítmicas, métri-
unamuniano, éste ¡amas gustó consideran que la máxima
cas, léxicas y semánticas; y, ciertamente, los
25 completamente del suyo. Es re- obra de Unamuno es su Vida
El conocido artículo de Darío fue velador en este sentido la ne- de Don Quijote y Sancho. De-
versos seleccionados para su disección no pa-
publicado en La Nación de Bue- crológica «Nunca llegan tarde cididamente no puedo com- sarán a la posteridad.
nos Aires en mayo de 1909. (Ci- las palabras buenas» de Una- partir ese parecido. Prefiero la
muno a la muerte de Darío: «Y ironía, las reservas y la unifor-
Sin embargo, algunas dudas razonables
to por Rubén Darío, Semblanzas.
Obras completas, li, Madrid, yo — a f i r m a — oyendo aquel midad de Cervantes a las in- parecen asaltar al historiador de la literatura
Afrodisio A g u a d o , pp. 787- canto, me callé. Y me callé continencias patéticas de Una- cuando catorce años después, y con motivo
795). porque tenía que cantar, es de- muno. Nada gana el Quijote
cir, gritar acaso, mis propias
de la muerte del Rector de Salamanca en
con que lo refieran de nuevo
26 congojas» (Poesía, n 2 3 4 - 3 5 , en estilo efusivo; nada gana el diciembre de 1936, el escritor argentino,
Son los muy conocidos versos de primavera, 1 9 9 1 , p. 256). Quijote, y algo pierde, con director de la sección de libros extranjeros de
Unamuno «Peso necesitan [los esas azarosas exornaciones
la revista El Hogar, publica en esa revista el
versos], en las alas peso, / la co- 28 tan comparables, en su tipo
lumna de humo se disipa entera, Jorge Luis Borges, «Acerca de sentimental, a las que suminis-
29 de enero de 1937 el artículo «Presencia de
/ algo que no es música es la po- Unamuno poeta», p. 4 0 5 . tra Gustavo Doré. Las obras y Miguel de Unamuno» 30 . Borges, tras destacar
esía, / la pesada sólo queda», la pasión de Unamuno no el valor de Del sentimiento trágico de la vida
29 pueden no atraerme, pero su
Poesías (1907), PC (1), p. 5 3 .
Ibidem, p. 409. Pese a que, intromisión en el Quijote me
frente a la Vida de Don Quijote y Sancho}\
27 precisamente, sea la palabra parece un error, un anacronis- reitera su admiración por los versos ya cita-
Rubén Darío, «Unamuno poe- ritmo la más recurrente en la mo» [ibidem, p. 79). Desde es- dos en el artículo de 1923 —«nocturno el río
ta», p. 793. Si Darío supo en- poética del escritor vasco. Cf. ta posición, no sería aventura-
Francisco Ynduráin, «Unamu-
de horas...»—, pero verifica el horror de
tender la belleza del duro canto do observar cómo uno de los
no en su poética y como poe- cuentos capitales de Borges, poemas titulados «Salud no, ignorancia», «La
ta», Miguel de Unamuno, ed. «Pierre M e n a r d , autor del manifestación antiliberal» o «Hipocresía de la
de Antonio Sánchez Barbudo, Quijote», fechado igualmente
hormiga». Al comentar los peores versos de
M a d r i d , Taurus, 1990, pp. en 1939 e incorporado poste-
3 2 3 - 3 4 7 (324). riormente a Ficciones (1944),
Unamuno, el argentino se atiene a la siguien-
refiere la obra de Cervantes te formulación:
30 como clara inversión unamu-
En 7extos cautivos, ed. cit., pp. niana; esto es, nada gana el
79-82. Quijote con que lo refieran de Se dice que a un autor debemos buscarlo en sus obras
nuevo en estilo efusivo. Pierre
mejores; podría replicarse (paradoja que no hubiera
31 Menard aprendió de Borges
Notas provisionales de una lectura desagradado a Unamuno) que si queremos conocer-
compartida (de Borges a Unamuno) Afirma Borges de la Vida de lo que éste consideró defectos

MANUEL FUENTES VÁZQUEZ Don Quijote y Sancho: «Otros de Unamuno. lo de veras, conviene interrogar las menos felices,
pues en ellas —en lo injustificable, en lo imperdona- —¡uno!— frente al espejo y se mira como
ble— está más el autor que en aquellas otras que na- a un extraño, no, como a un prójimo, y
die vacilaría en firmar32. se dice: «pero, ¿eres tú?, ¿eres tú ése
del que se dice?, ¿eres tú?» Y siente uno
Y claro está que Unamuno no hubiera de- —¡uno!— no ya yo, sino tú. íntimos mis-
saprobado tal paradoja, puesto que fue el es- teriosos momentos de sumersión en ti. Y
critor vasco quien la formuló en la «Presenta- ese yo, tú, es —no soy ni eres— el poeta.
ción» a Teresa... (1924), pese a que Borges Lector, el poeta aquí eres tú. Y como po-
nunca cite esta última obra. Escribe Unamu- eta, como creador, te ruego que me crees.
no: Que me crees y que me creas. Es lo mis-
mo36.
Repúgnanme las églogas o selecciones; me repugna el
escogimiento de poesías de un poeta. En las que nos Borges simplificará la argumenta-
parecen las peores de uno, suele latir el alma de él tan- ción, eliminará las exclamaciones,
to o más intensamente que en las otras, y por lo me- limpiará el conceptismo unamunia-
Miguel de Unamuno.
nos explican y aclaran y hermosean a las que tenemos no para afirmar: «El que lee mis pa-
por mejores33. labras está inventándolas».
Más allá de los temas y las formas, un 61

Quizás el empeño borgiano de borrar las poeta es un tono. A Borges le alejó de Una- Cl, Juan Morichal, «La origina-
lidad de Unamuno en la literatu-
huellas de su escritura juvenil, la depuración muno el grito existencial y dramático; le dis-
ra de confesión», La Torre, Revis-
constante de su obra y el deseo de sobrevivir- tanciaba igualmente la creencia unamuniana ta General de la Universidad de
se en antologías y selecciones sea el resultado en Dios como proveedor de inmortalidad. Puerto Rico, año II, n 2 8, octubre-
diciembre 1954, pp. 25-43.
del proceso simétricamente inverso que carac- Como ficción, como sueño de Dios, Unamu-
terizó la obra y la vida del pensador español. no necesitaba creer que Dios no era una 35
La poesía de Unamuno entendida como de- creación soñada por su criatura: «Eres sueño Ezra Pound, «El verso libre y Ar-

nudación, como derramamiento, como diario de un dios; cuando despierte / ¿al seno tor- nold Dolmetsch», Ensayos litera-
rios, Julia J. de Natino (trad.),
confesional34, se opone frontalmente al proce- narás de que surgiste? / ¿serás al cabo lo que Barcelona, Laia / Monte Avila,
so de escritura borgiano. Unamuno no podía un día fuiste? / ¿parto de desnacer será tu 1989, p. 409.

ni quería depurar: suprimir era matar uno de muerte?»37. Borges trasciende a Unamuno e
36
sus yo. De ahí la ocasional circunstancialidad interroga: «Dios mueve al jugador, y éste la
Miguel de Unamuno, «Prólogo»
intrahistórica de parte de su obra poética, que pieza. /¿Qué dios detrás de Dios la trama em- a Cancionero (Diario poético

no tiene sentido mutilada, sino incrustada en pieza / De polvo y tiempo y sueño y ago- 1928-19361, en PC (1), p. 6 8 .

un todo impuro y frenético. Mediante la acu- nía?»38


37
mulación, a veces indiscriminada, trató de Y frente a la disolución del yo propuesta «Muerte», en PC(1), p. 2 2 5 .

ofrecer las páginas de su vida íntima diaria: ha- en inumerables ocasiones por Borges, frente al
38
cer de la escritura una metáfora impura de la cansancio del yo, Unamuno ejemplarmente «Ajedrez» (II), El Hacedor
vida. Más que un poeta de la existencia, Una- reconocía en su Diario íntimo la obsesión tor- (1960), en PC, p. 125.

muno fue un poeta del existente; Borges lo turadora: «Estoy muy enfermo, y enfermo de
39
quiso ser de la esencia. «La poesía —escribe yoísmo»39. A lo largo de las páginas del
Ezra Pound en una afirmación que parcial- Unamuno muere en diciembre de 1936; Diario íntimo, Unamuno expresa
en varias ocasiones esa obse-
mente hubiera agradado a Borges, pero que sobre su nicho —narra Luciano González
sión: «Dios me ha concedido el
Unamuno hubiera desaprobado— es una Egido— se dejó un recuerdo de sus propias que esa enfermedad de mi alma
composición de palabras ordenadas musical- palabras, elegido por su hijo Fernando: quedara oculta, el que no tras-
cendiera esa yoización [...]»; en
mente. Las otras definiciones —prosigue—
Diario intimo, Madrid, Alianza
son en su mayoría insostenibles o metafísi- Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, Editorial, 1986, p. 274.
cas»35. Sin embargo, más allá de las definicio- misterioso hogar,
nes esencialistas de cuño romántico de la dormiré allí, pues vengo 40
Luciano González Egido, Agoni-
poesía, ambos entendían al lector como hi- deshecho del duro bregar40. zar en Salamanca ¡Unamuno, ju-
póstasis del escritor, y el poema como el co- lio-diciembre 1936), Madrid,
Alianza Editorial, 1986, p. 274.
mercio entre el lector y el texto. Así, afirma
Unamuno:
32 33
Jorge Luis Borges, «Presencia «Presentación», Teresa, PC (2), Notas provisionales de una lectura
Esos íntimos, misteriosos momentos —el de esta ma- p. 114. compartida (de Borges a Unamuno)
de Miguel de Unamuno», pp.
ñana— en que de pronto, al pasar, se sorprende uno 79-80. MANUEL FUENTES VÁZQUEZ
41 Apenas un mes después, el 28 de enero de cirse que Unamuno remedó al escritor argen-
Jorge Luis Borges, «Inmortalidad
1937, en la revista Sur, Borges publica una tino:
de Unamuno», Sur, Buenos A i -
res, año Vil, n 2 2 8 , enero de breve nota sobre la muerte de Unamuno.
1937. Cito por Borges en Sur Quizás el último párrafo de esa noticia necro- Leer, leer, leer, vivir la vida
¡1931-19801, ed. de José Blan-
lógica sirva para trazar el destino final de los que otros soñaron,
co, Buenos Aires, Emecé Edito-
res, 1999, p. 144.
dos hombres: leer, leer, leer, el alma olvida
los que pasaron.
42
El primer escritor de nuestro idioma acaba de morir, Se queda en las que quedan, las ficciones,
Cancionero, PC (3), pp. 535-536.
no sé de un homenaje mejor que proseguir las ricas las flores de la pluma,
discusiones iniciadas por él y que desentrañar las se- las solas, las humanas creaciones,
cretas leyes de su alma41. el poso de la espuma.
Leer, leer, leer; ¿seré lectura
Con seguridad, Borges conoció este texto mañana también yo?
de Unamuno; en él, salvo algún énfasis que el ¿Seré mi creador, mi criatura,
escritor argentino consideraría grosero, y al- seré lo que pasó>42
guna reiteración emocional, bien podría de-

Notas provisionales de una lectura


compartida (de Borges a Unamuno)
MANUEL FUENTES VÁZQUEZ

Das könnte Ihnen auch gefallen