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Principio de la lealtad y probidad o veracidad de la prueba

Al respecto de este principio menciona DEVIS (s.f.) :

Es consecuencia de los anteriores si la prueba es común, si tiene su unidad y


su función de interés general, no debe usarse para ocultar o deformar la
realidad, para tratar de inducir al juez a engaño, sino con lealtad y probidad o
veracidad, sea que provenga de la iniciativa de las partes, o de actividad
inquisitiva del juez.

Claro es que la lealtad y la probidad no rigen sólo para la prueba, sino para el
proceso en general, y deben reflejarse en la demanda, en las excepciones, en
los recursos y en toda clase de actos procesales, como expusimos al tratar
precisamente del "principio de la buena fe y la lealtad procesal", que es una de
las bases fundamentales del derecho procesal. Pero en la prueba tiene
particular importancia.

A este respecto, la prueba "debe tender a la reconstrucción de los hechos y de


la situación jurídica, tal como efectivamente ocurrieron o están ocurriendo las
cosas", y que las partes "deben colaborar a la obtención de la voluntad de la
ley, subordinando el interés individual a una sentencia justa".

Esta última exigencia puede resultar excesiva y contraria a la manera como


naturalmente ocurre la actividad probatoria de las partes, pues inevitablemente
pensarán más en su interés privado que en el público de que haya justicia, por
lo cual no hace falta exigirles que subordinen su interés individual a ésta j pero
es indiscutible que la persecución de ese interés egoísta, no excluye el deber
que tienen de obrar con probidad y lealtad con su actividad probatoria, una
cosa es tratar de defender los propios derechos, y otra muy diferente poder
hacerlo con mala fe y deslealtad,

FLORIÁN dice al respecto que la probidad procesal se impone por la lógica y el


sentido común, y que es requisito intrínseco de la prueba que esté libre de dolo
y violencia.

COUTURE expresa el mismo concepto en los siguientes términos: "Pero la


lucha también tiene sus leyes y es menester respetarlas para que no degenere
en un combate primitivo. Las leyes del debate judicial no son sólo las de la
habilidad sino también las de la lealtad, la probidad, el respeto a la justicia.

Una acentuada corriente de doctrina y de legislación de los últimos tiempos,


recuerda la existencia de antiguos deberes en el proceso, que no pueden ser
eliminados en una consideración técnica del mismo."

Y MICHELI dice que la parte puede permanecer inactiva, si quiere, "pero si


actúa debe decir la verdad, esto es, no debe mentir a conciencia", obligación
que es un aspecto del deber de buena fe procesal, que no está en contraste
con la existencia de poderes procesales reconocidos las partes, y que, por
consiguiente, armoniza con el principio dispositivo; estima, y en esto lo
seguimos, que a pesar de la distinción que hay entre ser leal y ser verídico, ello
no impide "la subsunción de ambos comportamientos en la noción más amplia
de buena fe procesal, porque nadie podrá ser mendaz y seguir siendo leal, ni
por otro lado, ser leal mintiendo"; en otro lugar advierte que el juez debe
apreciar en conjunto el comportamiento procesal de las partes en causa,
"deduciendo de él elementos preciosos para la formación de la propia
convicción", como lo consagra el art. 286 de la Z. P. O. alemana, y el art. 116
del C. de P. C. italiano, pero que se ha dicho que tales normas son superfluas,
"puesto que fatalmente quien juzga valora también la conducta del sujeto
juzgado".

Compartimos el pensamiento de MICHELI y estimamos como una preciosa


facultad del juez la de sacar conclusiones que influyan en su criterio para la
valoración de las pruebas, sobre el comportamiento procesal de las partes, y
concretamente, en la faz probatoria de la causa.

Creemos, además, que el carácter más o menos dispositivo que impere en la


regulación legislativa del proceso civil no es obstáculo para ello, pues siempre
le quedará campo de aplicación a su criterio personal, principalmente en la
apreciación de testimonios e indicios, lo mismo que en las investigaciones que
oficiosamente puede adelantar en el curso de las inspecciones orales y de las
preguntas que pueden formularse a los peritos y testigos. Desde luego, en un
proceso inquisitivo y con libertad para apreciar las pruebas, la intervención del
juez para salvaguardar la probidad y la lealtad en el debate probatorio es más
efectiva; pero en los procesos dominados todavía por el principio dispositivo,
esa indudable facultad de vigilar y calificar la conducta de las partes sirve para
disminuir el divorcio entre las concepciones modernas del proceso, la
jurisdicción y la acción, y las limitaciones que la ley le impone a su libertad de
juzgador.

Las partes tienen derechos subjetivos procesales muy importantes, como los
de acción y contradicción, de recurrir y de probar; gozan también de libertad
para utilizarlos y de igualdad de oportunidades para su defensa, pero, como
sucede también en las actividades extraprocesales, esos derechos y esas
libertades deben ser ejercidos con lealtad, probidad y buena fe. Si en derecho
civil se exige la buena fe contractual y extracontractual, y se sanciona la mala
fe y el abuso del derecho, con mayor razón debe suceder esto en los actos
procesales.

La probidad y la veracidad de la prueba exigen también sinceridad en ella,


cuando se trata de documentos, confesiones y testimonios, lo mismo que
autenticidad, tanto para estos medios como para las pruebas, rastros y cosas
observadas directamente por el juez y que puedan servir para demostrar
hechos; es decir, que no se alteren su contenido ni su forma para ocultar la
verdad. Rige, pues, este principio tanto para las partes como para los testigos,
peritos, funcionarios encargados de la custodia de documentos y la expedición
de copias, traductores e intérpretes. De ahí que sea indispensable la crítica,
tanto subjetiva o intrínseca como objetiva y extrínseca, de los medios de
prueba, para valorarlos correctamente.
Este principio tiene perfecta aplicación en todos los procesos: penales,
laborales, contencioso-administrativos y de cualquiera otra naturaleza.

Principio de la contradicción de la prueba.-

Es consecuencia del anterior y se aplica al proceso penal como al civil.


Significa que la parte contra quien se opone una prueba debe gozar de
oportunidad procesal para no cocerla y discutirla, incluyendo en esto el
ejercicio de su derecho de contraprobar, es decir, que debe llevarse a la causa
con conocimiento y audiencia de todas las partes; se relaciona con los
principios de la unidad y la comunidad de la prueba, ya que si las partes
pueden utilizar a su favor los medios suministrados por el adversario, es
apenas natural que gocen de oportunidad para intervenir en su práctica y con el
de la lealtad en la prueba, pues ésta no puede existir sin la oportunidad de
contradecirla. Es un aspecto general de la contradicción o audiencia bilateral en
el proceso, que estudiamos en otro lugar.
Este principio rechaza la prueba secreta practicada a espaldas de las partes o
de una de ellas y el conocimiento privado del juez sobre hechos que no
constan en el proceso ni gozan de notoriedad general, e implica el deber de
colaboración de las partes con el juez en la etapa investigativa del proceso.
Es tan importante, que debe negársele valor a la prueba practicada con su
desconocimiento, como sería la que no fue previamente decretada en el
procedimiento escrito, e inclusive, el dictamen de peritos oportunamente
ordenado, pero que no fue puesto en conocimiento de las partes para que
estas ejercitaran derecho de solicitar aclaraciones o ampliaciones.
Los autores exigen generalmente la contradicción de la prueba como requisito
esencial para su validez y autoridad. Cuando la prueba se practica antes del
proceso o extrajudicialmente, cual puede ocurrir en materia de testimonios e
inspecciones judiciales, debe ratificarse luego durante su curso, para que este
principio quede satisfecho. Sería conveniente exigir, como en los Estados
Unidos de Norteamérica, que para practicarse esas pruebas antes del proceso
se cite a quien deba ser luego su oponente, con el fin de que pueda intervenir
en su práctica.

Principio de la formalidad y legitimidad de la prueba.-

Al respecto de este principio menciona DEVIS (s.f.) :

Al tratar del sistema de la libre apreciación de las pruebas vimos que éste no es
incompatible con las formalidades procesales para la validez de las practicadas
en el juicio, sino que, por el contrario, es preciosa garantía para la defensa del
acusado en el proceso penal y para la contradicción, lealtad e igualdad de
oportunidades en el proceso civil, punto. Esas formalidades permiten que las
pruebas gocen de publicidad, que se conozcan en oportunidad, que no se
lleven subrepticiamente y, en fin, que ofrezcan garantías de probidad y
veracidad. Este principio tiene dos aspectos: con arreglo al primero, para que la
prueba tenga validez se requiere que sea llevada al proceso con los requisitos
procesales establecidos en la ley; el segundo exige que se utilicen medios
moralmente lícitos y por quien tenga legitimación para aducirla. Es el
complemento indispensable de los cuatro anteriores y rige por igual en los
procesos civil, penal y de cualquiera otra naturaleza.

Las formalidades son de tiempo, modo y lugar, y se diferencian según la clase


de proceso y el sistema oral o escrito, inquisitivo o dispositivo, consagrado para
cada uno. El segundo aspecto consiste, como dice SILVA MELERO, en que
debe obtenerse la prueba "por los modos legítimos y las vías derechas' "
excluyendo las calificadas de "fuentes impuras de prueba"; se contempla la
moralidad, la licitud y la procedencia de la prueba.

Este principio implica que la prueba esté revestida requisitos extrínsecos e


intrínsecos. Los primeros se refieren a las circunstancias de tiempo, modo y
lugar; los segundos contemplan principalmente la ausencia de vicios, como
dolo, error, violencia, y de inmoralidad en el medio mismo, como sería la
reconstrucción total de un delito sexual o de una unión extramatrimonial para
establecer la concepción; procuran que con ella se busque en realidad el
convencimiento del juez sobre hechos que interesan al proceso, y no lesionar
el patrimonio moral o económico de la parte contraria, como ocurriría con la
exhibición de escritos sobre escabrosos secretos familiares que en nada
influyan sobre el litigio.

CODIGO PROCESAL CIVIL

Artículo IX.-Principios de Vinculación y de Formalidad

Las normas procesales contenidas en este Código son de carácter imperativo, salvo regulación
permisiva en contrario. Las formalidades previstas en este Código son imperativas. Sin
embargo, el Juez adecuará su exigencia al logro de los fines del proceso. Cuando no se señale
una formalidad específica para la realización de un acto procesal, éste se reputará válido
cualquiera sea la empleada.

Capítulo II Audiencia de pruebas

Artículo 202: Dirección.-

La audiencia de pruebas será dirigida personalmente por el Juez, bajo sanción de nulidad.
Antes de iniciarla, toma a cada uno del convocado juramento o promesa de decir la verdad.

La fórmula del juramento o promesa es: "¿Jura (o promete) decir la verdad?".

Artículo 287 C.P.C.- Emplazamiento y actuación sin citación.-


El Juez ordenará la actuación del medio probatorio, con citación de la persona
a la cual se pretende emplazar.
Artículo 282 C.P.C.- Presunción y conducta procesal de las partes.-
El Juez puede extraer conclusiones en contra de los intereses de las partes
atendiendo a la conducta que éstas asumen en el proceso, particularmente
cuando se manifiesta notoriamente en la falta de cooperación para lograr la
finalidad de los medios probatorios, o con otras actitudes de obstrucción. Las
conclusiones del Juez estarán debidamente fundamentadas.

Artículo 201 C.P.C.- Defecto de forma.-


El defecto de forma en el ofrecimiento o actuación de un medio probatorio no
invalida éste, si cumple su finalidad.

Artículo 199 C.P.C.- Ineficacia de la prueba.-


Carece de eficacia probatoria la prueba obtenida por simulación, dolo,
intimidación, violencia o soborno.

Artículo 50 C.P.C.- Deberes.-


Son deberes de los Jueces en el proceso:
1. Dirigir el proceso, velar por su rápida solución, adoptar las medidas
convenientes para impedir su paralización y procurar la economía procesal;
2. Hacer efectiva la igualdad de las partes en el proceso, empleando las
facultades que este
Código les otorga;
3. Dictar las resoluciones y realizar los actos procesales en las fechas previstas
y en el orden que ingresan al despacho, salvo prelación legal u otra causa
justificada;
4. Decidir el conflicto de intereses o incertidumbre jurídica, incluso en los casos
de vacío o defecto de la ley, situación en la cual aplicarán los principios
generales del derecho, la doctrina y la jurisprudencia;
5. Sancionar al Abogado o a la parte que actúe en el proceso con dolo o
fraude.
6. Fundamentar los autos y las sentencias, bajo sanción de nulidad, respetando
los principios de jerarquía de las normas y el de congruencia.
El Juez que inicia la audiencia de pruebas concluirá el proceso, salvo que fuera
promovido o separado. El Juez sustituto continuará el proceso, pero puede
ordenar, en resolución debidamente motivada, que se repitan las audiencias, si
lo considera indispensable.

Artículo IV.- Principios de Iniciativa de parte y de Conducta procesal.-


El proceso se promueve sólo a iniciativa de parte, la que invocará interés y
legitimidad para obrar. No requieren invocarlos el Ministerio Público, el
procurador oficioso ni quien defiende intereses difusos.
Las partes, sus representantes, sus Abogados y, en general, todos los
partícipes en el proceso, adecuan su conducta a los deberes de veracidad,
probidad, lealtad y buena fe.
El Juez tiene el deber de impedir y sancionar cualquier conducta ilícita o
dilatoria.
Principio de contracción de la Prueba.

I. ¿Cómo surge la contradicción?

Cada parte interviniente en el proceso tiene un interés particular en él, eso es


demostrar la verdad de sus afirmaciones o pretensiones.

El actor afirmará los hechos que constituyan la causa de su pretensión, aportando


las pruebas que los verifiquen; del mismo modo el demandado hará lo propio
respecto de los hechos que fundamenten su resistencia.

Es como consecuencia de ese choque entre ambas partes, que se origina la


necesidad de que se ejerza un control recíproco entre sí, con el objeto de
precautelar los respectivos derechos.

Es así como surge esa contradicción, que dará pie al desarrollo del principio
tratado.

2. La tarea del principio de contradicción.

Existen ocasiones en que no todas las pruebas con que se cuenta son beneficiosas
para lograr lo deseado, en ese caso las partes sólo aportan al proceso aquéllas que
crean conveniente a su derecho.

En la tarea de llegar a la verdad, las partes acercan pruebas al proceso, ejerciendo


su deber de colaboración con el juez.

Esa colaboración reviste un carácter parcial, pues obviamente, las partes sólo
aportarán aquéllas pruebas que beneficien a su pretensión.

Esa relatividad es subsanada por el ofrecimiento de pruebas de la contraparte, lo


cual establece cierto grado de equilibrio en el proceso, brindado igualdad de
oportunidades a las partes, ya sea p.ua refutar las ofrecidas o para fortalecer el
derecho defendido.

Ese equilibrio, es el resultado del principio de contradicción, sin el cual se estaría


frente a una actividad arbitraria del juzgador, pues el mismo estaría oyendo una
sola campana.

3. El principio de contradicción como garantía.


El principio de contradicción está implícito dentro de la garantía constitucional del
debido proceso.

Es por ello que a cada una de las partes se les debe brindar la oportunidad
razonable de tomar posición, de pronunciarse, de contradecir las afirmaciones,
pretensiones o pruebas presentadas por la otra parte, y así también pudiendo
ofrecer las pruebas que hacen a su derecho.

Las partes tiene la facultad de ejercer una rigurosa fiscalización entre sl pues la
producción de una prueba secreta, es decir, a escondidas de la contraparte es
ineficaz, como lo señala Couture.

Esta tarea de inspección, de la cual se habla, puede ser desarrollada lo largo de


todo el procedimiento probatorio.

Es allí donde se ve la importancia de aportar pruebas aI proceso, y la


responsabilidad no sólo descansa sobre las espaldas de la parte a quién
corresponde la carga de la prueba, pues así se estaría menoscabando el derecho
con que goza el defendido, de ejercer control y vigilancia sobre el procedimiento
probatorio.

El Principio de Contradicción üene por objeto potenciar el derecho del ciudadano


agozar de igualdad durante el proceso, para lograr la efecüüdad de su
participación y culminar asf, en la tan anhelada certe?.a.

4. Ejemplos normativos.

El Código Procesal Civil del Paraguay, en el artículo 244, faculta a las partes a
oponerse a la apertura a prueba en la audiencia; es decir, que desde el inicio del
procedimiento probatorio las partes pueden poner en práctica el principio de
contradicción, el que debe ser respetado y observado por el juez llegado el caso.

El artículo 250 del código procesal paraguayo, trata sobre los hechos nuevos,
determinando que del escrito que se le alegue se correrá traslado a la otra parte,
para que ella la conteste y fundamente lo que considere conveniente en
contraposición a los previamente presentados.

De ésta manera, se garantiza a las partes su derecho a refutar lo presentado por la


contraparte y a presentar lo que convenga a sus pretensiones; ésta facultad se
encuentra afianzada por el principio de contradicción.

En lo que respecta a cada medio de prueba en particular, y en lo que a la prueba


documental atañe, éste principio obtiene respuesta en el artículo 308 del Código
Procesal Paraguayo, éste trata de la redargución de falsedad de un instrumento
público lo que puede ser ejercido por cualquiera de la partes cuando así lo crean
conveniente, basándose siempre en el principio en estudio.

Con relación a la prueba de confesión, el artículo 277 del Código de


procedimientos civiles paraguayo; determina que cada parte podrá solicitar que la
contraria absuelva posiciones, para posteriormente incorporarlas al procedimiento
y valerse de ellas.

La prueba de testigos puede ser rechazada por cualquiera de las partes, cuando
ellas las crean conveniente, en atención al artículo 316 del Código Procesal Civil de
la República del Paraguay.

Según lo demostrado a lo Iargo de ésta exposición de normas, el código analizado


permite el ejercicio y aplicación del principio de contradicción, pues el lo establece
ya en la parte general, y posteriormente para cada uno de los medios de prueba
en particular.

Esto demuestra la importancia que reviste el principio de contradicción dentro de


todo el marco del procedimiento probatorio, porque de lo contrario se estaría
violando el derecho constitucional de legítima defensa.

TIPOS DE CONCENTRACION

Al respecto de la naturaleza de la prueba y el momento de la prueba se da la


contradicción concentrada y difusa. Es por tanto lo que explica la página
MINDOMO:

Contradicción concentrada

Por concentrado entendemos lo que se realiza en una misma audiencia o


diligencia. El ejercicio concentrado de contradicción es, entonces, aquel que se
realiza en el momento mismo en que la prueba se está produciendo, practicando,
es decir, una contradicción directa, in situ, coetánea a la recepción o producción.
Son ejemplos de contradicción concentrada la que se realiza al participar del
interrogatorio al testigo, la participación en la inspección judicial, la intervención
en la elaboración del dictamen pericial, presenciando la recolección de muestras,
evidencias o información por parte del perito y el interrogatorio a este en el
proceso oral y, en general, la asistencia personal a las audiencias y diligencias en
las cuales se practican pruebas o se adoptan decisiones.

Contradicción difusa
Es aquella que se realiza en las demás etapas del proceso judicial, desde la
demanda y hasta en la formulación de los recursos extraordinarios de casación y
revisión. Son ejemplos de este ejercicio la oposición que se hace en la contestación
de la demanda al decreto de las pruebas solicitadas por el demandante, el recurso
de reposición que se interpone contra el auto que decreta pruebas o el de
apelación contra el que las niega, la tacha de falsedad material de documentos
cuando estos son aportados en la demanda, en las audiencias o en las diligencias,
la contradicción al dictamen pericial en todas sus formas, cuando este es
presentado en proceso escrito , los alegatos formulados en la instancia o en el
trámite del recurso de apelación, y en general, toda controversia que se realice
frente a las pruebas, en oportunidad distinta a la práctica o la asunción.

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