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Navidad a contraluz *Amanecía Dios

(nacimientos de hoy) subido en un tractor


mientras labraba esos surcos ocres
Quintín García OP abiertos para la siembra del pan
en el otoño.
Yo solito, luego,
Andaba Dios en los zapatos logré impedir la primavera.
andariegos de aquel hombre
que habitaba en la intemperie *Jugaba Dios en la sonrisa
de las noches y los días redonda de unos niños
como un perro sin dueño ni cobijo. que bailaban peonzas en la plaza
Y me repugnó su voz aguardentosa. -gano yo, ganas tú-.
Me asustó el jolgorio aquel
*Se hizo Dios poeta y me marché.
en la voz azul y blanca
de un arlequín que contaba *Soñé que Dios estaba
antiguas leyendas libertarias en la guitarra burlona de un rockero
a los pájaros. que escupía sus pérfidas verdades
Los jilgueros, sin embargo, siguieron en contra los muros del patio
las jaulas infectado de una cárcel.
En la calle de enfrente
*Lloraba Dios ayer ardían los orondos letreros
entre la carne lechal y magullada, luminosos de los bancos.
macerada de hierros y cristales, Sentí que el mundo era un fracaso
de un chaval roto, y desperté.
tendido sobre las cárdenas
esquirlas de la carretera. *Crecía Dios sentado
Por las prisas no pude detenerme. en los pupitres de la Universidad
donde un joven aprendía a dividir
*Miraba Dios los panes y los peces
desde las pupilas remansadas entre cinco mil millones
de hambres y silencios de habitantes.
de una niñita de tez africana Allá él. Pero a mí
que se asomó un momento no me salían las cuentas.
a los colores de mi televisión.
Y yo seguí comiendo bacalao al pilpil. *Estaba Dios en las muecas
amargas de la pena
*Se quedó Dios prendido de aquella mujer joven que bebía
entre la áspera arquitectura por si lograba taponar la herida
de un almendro que recitaba versos de un corazón
con la voz albimorada lacerado de recuerdos.
de sus pétalos. Y yo pensé que sólo
No logré verle. quería emborracharse.
Mis ojos estaban ocupados
en el fulgor de los escaparates *Abrió un quiosco Dios
en la plazuela de mi calle
*El domingo pedía Dios y escribía de su puño y letra
a las puertas blindadas cuatro líneas en los márgenes
de una catedral heridos de cada noticia.
llenita de santos y cristos de marfil. Ya ven, nunca
Tenía las manos tiesas logré entender su letra.
de indagar compasión
en las miradas. *Plantó su tienda Dios
Lo sentí. Se me había olvidado en mitad de la marea de la vida.
la cartera en el otro gabán. A la amanecida,
embarcaba sus pies
en las crestas restallantes de las olas
y oteaba el aullido de los náufragos.
Yo preferí huir hacia alta mar.

*Lloraba Dios el otro día


reclinada la cabeza
sobre la lápida morada
de una tumba
al caer la tarde en el misterio.
El caso es que no tuve tiempo
de hacerle compañía.

*Había un Dios
acurrucado en los frágiles barrotes
de una cuna
mientras el alba estallaba
en mil hogueras.
¡Qué lástima!
Aún no había aprendido
a ponerme de rodillas.

*Estaba Dios aquí, allí,


y no lo vi.
Era una fecha cualquiera
en cualquier sitio.
Pero yo creía entonces
que Dios estaba sólo en los belenes,
en la misa del Gallo,
al final de la cena,
en el champán de Navidad.

Y allí no encontré a Dios.

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