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Extraído de Consenso Cívico – Prof. Gustavo Medina www.consensocivico.com.

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Flacso, 15-11-99
Teoría de la Ciudadanía

Reinhard Bendix.- Estado Nacional y Ciudadanía, Bs.As., Amorrortu, 1974 (1964)

Cap. 3.- "Transformaciones experimentadas por las sociedades de Europa Occidental, a partir del
Siglo XVIII", (pp.61-104)

En la vida política medieval los lazos hereditarios o el rango espiritual y el control de la tierra
resolvían los límites legítimos para la participación en los asuntos públicos. Toda dependencia
económica implicaba la exclusión de los derechos políticos que se reconocían a los colectivos
(grupos, estamentos, corporaciones) antes que a los sujetos individuales.
Este modo de organización social se disloca en la intersección de la "doble revolución", política e
industrial, que inaugura una nueva pauta de autoridad (individualista) y la posibilidad de una
"generalización" formal de los derechos ciudadanos a "todos" los adultos, ahora a título individual,
incluso en posición de dependencia material. El problema político fundamental será, de aquí en
más, la extensión de las fronteras de esta ciudadanía en una adecuación de compromiso con la
protesta social.
La relación tradicional de autoridad garantizaba obediencia y lealtad de las clases inferiores a
condición de ciertas responsabilidad de quienes resultaban privilegiados. La decadencia y final
ruptura de estas relaciones se verifica como un proceso de larga duración ( durante siglos) a través
del cual se registra en los estamentos dirigentes una creciente brecha entre el mantenimiento de los
privilegios consuetudinarios y el progresivo olvido de las respectivas responsabilidades para con las
clases subalternas. Mientras el señor insiste en esperar servilismo, pero ahora rehusando toda
responsabilidad para con los inferiores, estos últimos reclamarán y cada vez mas, igualdad de
derechos volviéndose progresivamente intratables.
Durante la primer fase industrializadora se constata un paradojal paternalismo convergente con un
creciente rechazo por toda responsabilidad hacia los pobres. Sin embargo, el nuevo paradigma de la
economía política clásica encontrando en la pobreza un fenómeno inevitable (relación
población/recursos o resultado de la relación oferta/demanda) o vinculado con la imperfección
moral del individuo prescribirá la declinación del elemento patrernalista mientras intensificará el
elemento impersonal (fuerzas del mercado). Finalmente también este último elemento decrecerá
frente a una progresiva confianza en los procedimientos educativos (secuencia que se verifica tanto
en Inglaterra como en EEUU).
El desarrollo del estado nacional implica una pauta impersonal e igualitaria de reconocimiento de
derechos individuales (vg. propiedad, trabajo). Sin embargo los incentivos a la autosuficiencia
individual de los trabajadores bien puede antes que derivar en cooperación, generar una acción de
protesta política y social (en el caso inglés de manera mas bien conservadora). Quienes
efectivamente contribuyen con su trabajo sistemático a la riqueza nacional y sin embargo continuan
sumidos en la miseria pasan a definir un verdadero problema político (la posición cívica de las
clases inferiores en la comunidad política nacional).
Si bien los niveles económicos y políticos se inflencian y relacionan recíprocamente lo hacen
históricamente de diversas formas. Ciudadanía nacional e industrialismo se han combinado con
diferentes estructuras de clases: industrialismo y democratización deben considerarse procesos
distintos por estrecha que sea su vinculación en determinadas circunstancias históricas.
La Ilustración con su formulación de principios de igualdad de derechos para todos los hombres
hicieron visibles a las clases bajas otras formas de protesta política. La moderna sociedad industrial
con su movilización física e intelectual de las personas supuso la activación de clases antes pasivas.
El objetivo se orienta hacia una participación plena en la comunidad política nacional.
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Las dos grandes reacciones sociales, como movimientos sociales de masas, del siglo XIX, el
socialismo y el nacionalismo, significaron agitaciones en procura de una integración política de las
masas excluidas de toda participación política.
El problema de las clases bajas en el estado- nación moderno reside en el proceso político por el
cual se amplían y redefinen gradualmente, en el nivel de la comunidad nacional, los derechos-
deberes recíprocos. Esta distribución y eventual re-distribución no depende en exclusiva de la
estructura socioeconómica (perspectiva marxista) sino que está influida por: 1.- la posición
internacional del país; 2.- las concepciones sobre la distribución correcta en la comunidad nacional;
3.- el "toma y daca" de la lucha política.
En el caso europeo la protesta obrera expresa la conciencia de una alienación política: no ocupar
una posición reconocida en la comunidad cívica. La posibilidad de participación política orienta el
reclamo en términos tradicionales y "conservadores": antes que buscar un nuevo orden social se
requiere revisar una "ciudadanía de segunda" para reemplazarla por una inclusión plena (en
condiciones de igualdad) en la comunidad política nacional.

La extensión de la ciudadanía a las clases bajas

El estado-nación (EN) inaugura una relación directa de todos los ciudadanos con la autoridad
soberana (contrariamente a la política medieval donde sólo "los principales" contaban en ésta
relación). Lo importante en la formación social será la codificación de todos los derechos - deberes
de todos los adultos clasificados como ciudadanos. El problema a plantear entonces es el grado de
inclusividad de la ciudadanía. Esta inclusividad se orienta en torno a dos principios: 1.-
representación funcional ( en sentido amplio designa actividades, derechos y obligaciones
específicos de un grupo); 2.- plebiscitario (refiere a la votación directa sobre los asuntos públicos de
todos los electores calificados de una comunidad dada - cuanto mayor sea la comunidad menores
requisitos estiplados para los electores).
La expansión de la ciudadanía tuvo que ver con diversas transacciones entre ambos principios
(cuanto mayor sea el número de sujetos que mantienen una relación directa con la autoridad pública
mayor será el conflicto entre el principio plebiscitario y el funcional).
Siguiendo a Marshall se tiene que la ciudadanía se vincula con el reconocimiento de la igualdad de
derechos frente a la ley. No obstante paralelamente al incremento de la igualdad legal en el espacio
público, se verifican desigualdades socio-económicas emergentes desde el espacio de lo privado.
Estas desigualdades contestan y coartan la efectividad de los derechos jurídicos igualitarios. Existe
entonces una tensión manifiesta entre situación legal y capacidad para hacer.
La expansión de la ciudadanía que medió entre las sociedades estamentales del s.XVIII y la
sociedad de bienestar del s.XX, implicó la entrada de las clases bajas al espacio público. El proceso
se vió facilitado por dos factores : 1) el derecho a la asociación y 2) el derecho a una educación
formal básica.
a.-El principio abstracto de la igualdad jurídica de los sujetos de derecho, en tanto individuos
singulares, ignora las diferencias materiales requiriendo entonces que los mas débiles recurran a la
organización colectiva en defensa de sus intereses. La legalidad de las asociaciones políticas
implicó la posibilidad de una acción de agitación contra la cupresión de los sindicatos. El desarrollo
de los sindicatos significó el tránsito, en los derechos civiles, desde la representación de los
individuos a la de las comunidades (y con ello las clases bajas obtuvieron un poder de negociación
equitativo que la igualdad formal impuesta les había negado).
b.-Pese a que los derechos sociales tienen un sentido liberador se caracterizan porque habitualmente
los individuos no tienen posibilidad de decidir si hacen o no uso de sus ventajas (en este caso los
derechos implican deberes-obligaciones: cada ciudadano está obligado a participar de los servicios
que otorga el estado - vgr. la educación). Mientras los derechos civiles y políticos son facultativos,
los sociales son obligatorios pero todos tienden a instaurar una relación igualitaria frente a la
autoridad pública nacional (precisamente esta relación directa es la que le da significado concreto a

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la ciudadanía nacional). Si bien los derechos sociales, no obstante ampliar los beneficios y deberes
del pueblo, pueden no estimular la movilización social, los derechos políticos (extensión del
sufragio) terminan con los privilegios e incrementan la participación activa del pueblo en los
asuntos públicos.
Desde la perspectiva de las elites el debate se centraba en torno a la preocupación por las
consecuencias de esta expansión de los derechos políticos a las clases bajas: por un lado el temor a
una creciente radicalización, por otro, la seducción de fortalecer el poder del EN mediante la
movilización de las clases obreras (un hombre, un voto, un fusil).
Cinco criterios sirvieron para limitar el sufragio durante este período de transición: 1.-estamental;
2.-censitario, 3.-capacitario; 4.- responsabilidad familiar; 5.- residencia.
La idea de que el ejercicio de los derechos políticos requería tanto capacidad de discernimiento
como independencia de criterio reclamaban aquellas fronteras que asegurasen al interior del espacio
público el imperio del juicio razonado. En torno a la cuestión de la independencia intelectual
liberales y conservadores debatieron la expansión del sufragio universal. Los primeros promovieron
el régimen censitario temiendo la manipulación electoral de las clases dependientes. Los segundos,
dada la importancia del voto para consolidar cualquier poder local, propugnaron la expansión del
sufragio pensando en que en las zonas rurales y merced al predominio de relaciones patriarcales las
masas apoyarían la tradición y el poder constituido. La incertidumbre se planteaba en las zonas
urbanas donde los trabajadores mas independientes de las filiaciones tradicionales planteaban un
problema a la definición de la ciudadanía política. Allí se impone como estrategia la introducción de
diferencias estructurales en las capas asalariadas en términos de residencia: se integran a los
trabajadores mas acomodados y se excluye a los inmigrantes y marginales carentes de arraigo local
(el proletariado real). Otras instituciones de control social fueron el voto plural y el voto calificado.
La administración de las elecciones planteó el problema de la independencia del voto en torno al
"voto secreto". Aunque la noción tradicional dice relación con un acto público de hombres capaces
de mantener abiertamente sus opiniones, mas seguramente oficiaba como eficaz control de las
inclinaciones de las clases subalternas. La introducción del "secreto", aunque tiene que ver con la
cultura liberal (anónima y privatista) tiene dos posibles lecturas: si bien aisla al trabajador de la
influencia del empleador también lo aisla de sus pares (en este sentido puede funcionar como
estrategia para enfrentar la organización obrera). De todas formas, sociológicamente abre
posibilidades de expresión para lealtades no explícitas o encubiertas. El voto secreto representa el
principio nacional y plebiscitario de integración cívica frente a las organizaciones de clase obrera
(principio funcional).

Conclusiones

 La constitución del EN moderno es la fuente originaria de los derechos de ciudadanía y los


derechos políticos signo de igualdad nacional.
 El proceso de expansión de la representación política expresa la incorporación progresiva de las
clases bajas. Esta expansión encierra dos elementos contradictorios (la representación
individual - principio plebiscitario-; la representación colectiva - principio funcional).
 Cuando la extensión de los derechos legales, políticos y sociales se convierte en la política
oficial, se debe recurrir a criterios abstractos para llevar tales derechos a la práctica (proceso de
constante redefinición: en qué se han de considerar iguales las personas).
 Frente a la persistencia de evidentes desigualdades prácticas los individuos adultos tienden a la
asociación para maximizar la eficacia de sus demandas (estas asociaciones reflejan y subrrayan
las desigualdades de la estructura social).
 El derecho plabiscitario de todos los adultos a la participación directa como votantes es
perfectamente compatible con la aceptación de diferencias entre los grupos y con diversas
formas indirectas de representación funcional.

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 El sistema de instituciones representativas (características de la tradición europea occidental)


persiste en tanto se constata esta tensión entre la idea plebiscitaria y la idea de representación
grupal. Y en tanto las contradicciones entre los criterios abstractos de igualdad y las viejas y
nuevas desigualdades sociales son corregidas parcialmente según soluciones de compromiso (el
sistema es destruido cuando se renuncia a estos compromisos parciales en pos de la concreción
de un principio plebiscitario exclusivo bajo el imperio de un estado totalitario).

Bueno amigos, espero les sea útil este resúmen. Sepan disculpar las deficiencias que puedan
encontrar. Buena suerte con el ciudadano Vilas. Cualquier queja mi e- mail : gusti1@infovia.com.ar /
te: 02293-44-65-04, Tandil, Bs.As.

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