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TU AUTORIDAD

REFLECTOR
Tu Autoridad Interna: Ninguna

No tener autoridad interna debe ser como estar a un paso de entender que no
tenemos elección. No hay un punto interno en el que poder basar tus decisiones. Y eso
te muestra claramente que estamos a expensas de la vida, que somos indefensos e
incompetentes, que hemos sido creados “incompletos”; porque ninguno de nosotros está
aquí para cumplir su propósito por sí mismo, sino por su interacción con otros.

Desde esta perspectiva te das cuenta de que, con nuestros huecos y aristas, con
nuestros defectos y virtudes, hemos sido creados perfectos para encajar con las piezas
que corresponden y completar el gran puzzle de la historia que nos trasciende. Somos
perfectos para la totalidad e imperfectos o incompletos a nivel individual cuando no
aceptamos las características únicas que nos diferencian del resto de las personas, al
mismo tiempo que nos limitan a ser de una forma y no de otra.

Estás diseñado mecánicamente para cumplir un propósito concreto que


desconoces. Y lo único que puedes hacer para vivirlo es ser correcto contigo mismo en
tus decisiones. Pero si no tienes una autoridad interna, ¿cómo vas a tomar por ti mismo
tu decisión correcta? La manera de hacerlo es alineándote, (quitar coma)
conscientemente, desde la perspectiva de tu eje nodal y tu perfil, con aquello que te trae
el programa evolutivo. (El fragmento del párrafo que venía a continuación lo he pasado
al siguiente por la continuidad del tema que trata)

Disponemos en nuestro organismo de tres centros de conciencia: el bazo, el ajna


¿no sería más claro poner mente en vez de ajna? y el plexo solar. Tú tienes estos tres
centros abiertos y, por tanto, no estás limitado a la sabiduría que puede emerger de uno
de ellos, sino al enorme potencial que emerge de los tres. A esto podrías llamarlo algo
así como tu “consejo de sabios”. Es como un comité donde se reúnen para emitir cada
uno su opinión; y tu decisión podrá apoyarse en la base del compuesto que tú percibes
de los tres. Es por eso que necesitas tiempo,(quitar coma) para hacer tu compuesto de
conciencia. Es por eso que tu estrategia es perfecta para ti. Te permite tomarte el tiempo
que necesitas para extraer la conciencia de tu consejo de sabios y crearte tu propia
opinión.

Todos decidimos a ciegas, sin saber las consecuencias que tendrá nuestra
decisión. Tanto si tienes autoridad interna como si no, la toma consciente de nuestra
decisión no deja de ser un acto ilusorio dentro del plano de la dualidad. En realidad, no
tenemos elección. Tu estrategia es lo que te permite alinearte mecánicamente con esa
realidad única de tu geometría individual.

Utiliza tu estrategia para realizar tu compuesto de conciencia y elaborarte tu


propia opinión y podrás tomar tus propias decisiones alineado con tu naturaleza, sin
dejarte atrapar por el condicionamiento que te rodea ni dejarte arrastrar por las prisas de
los demás.
Tu Autoridad Interna: Emocional – Plexo solar

La autoridad emocional no es una conciencia de nuestro tiempo, sino algo que


está por venir. Reconocer que tu autoridad interna (el sitio desde el que tomar tus
decisiones correctas en la vida) reside en el motor del plexo solar –que está
continuamente liberando la química emocional– implica reconocer que no tienes
autoridad en el ahora.

Imagínate que tienes unas gafas con los cristales de colores. Imagina que son de
esos cristales que van cambiando de color según la intensidad de la luz que les llega.
Con esto quiero decir que tú nunca estás viendo la “vida tal cual”, sino que en cada
momento estás viendo la vida según el color del cristal con el que miras.

Es necesario reconocer esto porque las consecuencias de no reconocerlo son


todavía peores. No puedes permitirte ser espontáneo cuando trates de tomar una
decisión en tu vida. No puedes permitirte ser espontáneo en el ahora porque lo que estás
viendo ahora no es tu verdad; es una imagen más o menos distorsionada de la realidad.

Según tu estado emocional, la mejor de las oportunidades de tu vida puede


parecerte algo de lo más trivial y sin chiste. Tu copa siempre podrá estar medio llena o
medio vacía según el color de tu cristal. Es por eso que, para poder usar la fuerza de las
emociones como autoridad interna para tomar tus propias decisiones, necesitas aprender
a esperar, tener paciencia para digerir un compuesto emocional del que pueda surgir tu
claridad emocional.

Ten presente que la claridad emocional nunca podrá llevarte a una certeza 100%
de que estás tomando la decisión que toca; pero lo que sí te permitirá es contar con el
respaldo energético suficiente para hacer frente a las consecuencias que tu decisión va a
acarrear.

La forma de encontrar la claridad emocional es algo muy personal. No existe


una fórmula válida más que la que obtienes con tu propia experiencia. A veces basta con
“consultarlo con la almohada”; para otras decisiones puedes tardar días, meses o años
antes de encontrar tu claridad. Partiendo de que todos somos diferentes, todo está dentro
de lo que es normal. La clave principal más importante en este caso es la PACIENCIA.

Asumir la responsabilidad de tus emociones te va haciendo fuerte. Y con el


tiempo y la paciencia vas comprendiendo que tu verdad. está en tu forma de sentir. Esto
te permite reforzar tu autoridad a medida que la va perdiendo tu mente. La mente sirve
para especular, pero no para tomar decisiones. Sólo la claridad que emerge cuando sabes
esperar el transcurso de tu ola emocional puede servirte para alinearte con tu propia vida
y en tus relaciones con los demás.
Tu Autoridad Interna: Sacral

La voz de tu sacral es tu fuente de autoridad interna. Es un sonido que emerge


desde lo que los japoneses llaman “el hara”. Se encuentra dos dedos por debajo de tu
ombligo. En nuestra cultura decimos: “me sale de las tripas”. Es algo que no puedes
controlar con tu mente. Está expresando la realidad de tu cuerpo en el momento
presente y utiliza un lenguaje binario simple, es decir, que si prestas atención, (a pesar
de la riqueza de matices con la que se pueda expresar tu sacral), observarás que cada
sonido de respuesta tiene un significado claro de aprobación (Sí) o rechazo (No) que
nada tiene que ver con las especulaciones de tu mente.

Tu sacral no entiende de razonamientos. No puede discutir con la mente para


convencerla. No sabe, ni puede explicar, por qué ha respondido que sí o por qué ha
respondido que no. Es por eso que debes prestar atención a tu respuesta sacral cuando se
produce, depositar en ella tu confianza si existe controversia con tu mente y esperar que
sea el tiempo y las consecuencias de tu decisión las que te den la razón. Así podrás
comprobar por ti mismo que tu respuesta sacral es lo que te conecta con tu realidad y
que en este centro es donde reside tu fuerza interior.

Esta es tu verdad interior. La máxima autoridad a la hora de tomar las decisiones


en tu vida. Necesitas aprender a reconocer tu respuesta sacral y darle el respeto que se
merece. Sólo si decides desde tu verdad interior te sentirás responsable de tus actos y
encontrarás fuerza interior para hacer frente a las consecuencias de los mismos. Poco a
poco te vas relajando y tu vida transcurre sin resistencias porque reconoces y confías en
tu fuerza interior y sabes que pase lo que pase en tu vida, siempre habrá dentro de ti una
respuesta.

Recuerda que eres único y que de nada sirve buscar las soluciones a tus
problemas fuera de ti. Nunca vas a conocerte a ti mismo recorriendo los caminos que
han recorrido otros. Tu proceso es único en el tiempo y el espacio. La fuerza vital de tu
cuerpo es lo que te conecta con la realidad de tu propio proceso. Y las respuestas que
emergen de tu sacral te indican la dirección y el momento de aplicar tu energía para
recorrer tu camino.

Es por eso que debes respetar la voz de tu autoridad interna por encima de los
parloteos de tu mente. Da igual si en el momento sabes explicar el porqué de tu decisión
o no. No se trata de saber más o menos. Nuestro conocimiento siempre es, por
naturaleza, limitado. Por más cosas que sepamos hoy, es mucho más lo que ignoramos.
Nunca puedes saber todas las consecuencias que se derivan de cualquiera de tus
decisiones. No se trata pues de tener razón o no tenerla, de estar en lo cierto o estar
equivocados; se trata de ser correctos en nuestra limitación. Y lo que es correcto para ti
sólo puedes saberlo tú desde tu respuesta interior.
Tu Autoridad Interna: Esplénica

Tu autoridad esplénica emerge de la conciencia más primitiva del cuerpo. La


conciencia del bazo representa la inteligencia animal de nuestro cuerpo para sobrevivir.
Somos animales y estamos dotados de instinto, intuición y patrones genéticos para saber
lo que necesitamos en cada momento.

Cuando quieres expresar con tus palabras algo que ha salido de esa inteligencia,
sueles decir cosas como: “no sé cómo lo se, ni por qué lo sé, pero lo sé” Ese “no saber”
hace referencia a la mente. En nuestro tiempo y cultura la mente es “la reina del baile”
porque es nuestra capacidad mental para pensar, recordar y comunicar la que nos ha
permitido transformar nuestro entorno y “alejarnos” de nuestro origen animal.

Pero está ocupando un lugar que no le corresponde porque la vida está en


nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es el que se mueve en el espacio y nos permite
experimentar la vida. Nuestra mente está aquí para tomar nota, ser testigo de la
experiencia. Todo intento por controlar el curso del río en el que fluimos produce más
frustración, rabia, amargura o desilusión.

La conciencia esplénica opera en el presente. Es en el momento dado cuando


tienes tu intuición o tu instinto te dice lo que hacer. Pero si confieres autoridad a la
mente (la tuya o la de otro), ésta siempre va a decir: “espera un momento, de dónde sale
eso, no es lógico, y si esto… y si aquello…”. Saber que tu autoridad es esplénica te
permite hacer “oídos sordos” al parloteo de la mente, cuando sabes algo que
mentalmente no se puede comprender en ese momento, y seguir tu verdad interior.

Puede que a estas alturas de tu vida confíes más o menos en tu intuición, pero
desde ahora mismo puedes practicar conscientemente la confianza en tu verdad interior
y ver qué pasa. Prueba con tu próxima decisión: “giro a la izquierda o a la derecha”.
Escucha lo que te dice tu cuerpo y síguelo. Verás que, aunque hagas cosas que
aparentemente no tienen explicación, serán las cosas correctas para ti. Eso es lo único
que importa: ser correcto contigo mismo.

Lo siguiente que podrás observar es que tu mente se pondrá de tu lado cuando


vea que la cosa funciona; y a toro pasado, encontrará explicaciones de una u otra forma
para cada una de tus acciones inexplicables. ¿Por qué hacer caso a tu mente que siempre
está barajando diferentes posibilidades cuando tu cuerpo te lanza mensajes que te
indican lo que es correcto para ti? Atrévete y practica.

Si practicas lo suficiente estos ejercicios hasta que resulten tu manera natural de


actuar–es decir, seguir tu estrategia y respetar tu juicio, instinto o intuición, a la hora de
tomar tus decisiones–, poco a poco te alineas con tu verdadera naturaleza y vives las
experiencias que son correctas para ti.
PROYECTOR MENTAL
Tu Autoridad Interna: Ninguna

En Diseño distinguimos entre Autoridad Interna y Autoridad Externa. La


Autoridad Interna representa ese punto dentro de cada uno en el que podemos confiar a
la hora de tomar una decisión “a ciegas”, es decir, sin necesidad de ponderar todas las
variables que nos están afectando y sin tener ni idea de todas las consecuencias que se
derivarán de nuestra decisión.

La Autoridad Externa representa ese punto en el que podemos confiar como


referencia o guía cuando no disponemos o no reconocemos nuestra Autoridad Interna.
El ejemplo más claro lo vemos en la relación entre un niño pequeño y su madre. El niño
explora un mundo atractivo, desconocido y peligroso para él y su madre interviene
cuando lo considera necesario.

Tú no dispones de Autoridad Interna, pero como proyector mental puedes llegar


a ser una gran Autoridad Externa que sirva de guía o referencia para los demás. Para eso
es necesario que comprendas el concepto más difícil de aceptar de los que expresa el
Sistema del Diseño Humano, cuya filosofía se resume en tres frases: Eres único. No
tienes elección. Ámate a ti mismo. Que eres único es algo que podías intuir o desear, se
acepta fácilmente, pero que no tienes elección es algo que no resulta evidente. En el
mundo de ilusión en el que vivimos, todo es dual y siempre hay para cada elemento su
opuesto. A este mundo “virtual” lo llamamos Maya para distinguirlo del mundo real que
subyace. Podemos decir que el Maya lo componen las infinitas expresiones diferentes
de una realidad única. La mente sirve para explorar este maravilloso mundo de ilusión.
Pero muy pronto cae en la trampa y se le olvida que es una ilusión; que lo que vemos es
el resultado de lo que hay debajo y que modificando las apariencias no se modifica el
origen.

Si confías en tu propia mente para tomar tus decisiones es como si jugaras a la


lotería, igual aciertas una vez. Si aceptas que no tienes elección, el resultado es la
rendición de la mente y el amor a ti mismo. Tu poderosa mente está aquí para
comprender los mecanismos que nos gobiernan y explicarle a los demás que no se
tienen que fiar de su propia mente; que la solución es fiarse de su Autoridad Interna.

Tú tampoco puedes fiarte de tu mente para tomar tus propias decisiones en la


vida. Necesitas recurrir a la referencia externa que para ti suponga autoridad. Pero como
lo que te viene de fuera siempre será algo subjetivo de la otra persona, necesitas realizar
lo que llamamos un “compuesto mental”, es decir, cuando tienes que tomar tu decisión
importante, comentas el tema con distintas personas que para ti representan distintos
enfoques de autoridad. A medida que se mezclan sus opiniones y son analizadas por tu
mente, va surgiendo una idea que puedes considerar como tuya. Si respetas el tiempo
suficiente necesario para que eso ocurra, aunque nunca puedas llegar al 100% de
seguridad, podrás tomar tu propia decisión y asumir las consecuencias.

Éste es el proceso correcto de toma de decisiones para ti. Necesitas practicar


para tener la claridad suficiente para no sucumbir principalmente a la carga emocional o
al miedo instintivo a lo desconocido de las fuentes consultadas.
Tu Autoridad Interna: Proyectada del Ser

Tu autoridad interna emerge de tu Ser. Es una autoridad poco frecuente


estadísticamente y, por lo tanto, es normal que no encuentres mucha gente con quien
compartir el experimento de tomar tus decisiones desde el centro G definido.

Tu tipo de autoridad interna encaja perfectamente con tu tipo Proyector. Es


importante que entiendas el mecanismo de funcionamiento para poder usarla
correctamente.

Tu verdadero Ser sólo puede expresarse correctamente cuando es reconocido por


otro. Tu autoridad interna sólo emerge cuando es invitada a expresarse. Esa es la esencia
del mecanismo del proyector y de tu autoridad interna a la hora de tomar tus decisiones.

Pongamos un ejemplo por si no ha quedado claro. Tu autoridad interna es lo que


te permite, en última instancia, tomar tu decisión personal resumida en un Sí o un No al
tema de que se trate. Aunque tu centro G está conectado a la garganta y puede expresar
el amor y la dirección continuamente a los demás consciente o inconscientemente, tu
verdadera identidad sólo se revela cuando es reconocida e invitada a expresarse.

Cualquier esfuerzo que hagas por tener tu posición clara dentro de ti o intentar
explicar a los demás por qué decides Sí o No, será un esfuerzo inútil porque es un
esfuerzo mental; y tu mente no tiene autoridad para tomar tu decisión puesto que para la
mente, en su dualidad, siempre cabe otra posibilidad.

Los momentos en los que vas a poder usar tu autoridad interna será en esos
momentos “cruciales” en tu vida cuando tienes que decidir qué vas a estudiar, de qué
vas a trabajar, dónde vas a vivir, con quién te vas a juntar. A todas estas cosas necesitas
ser invitado. Y mientras te lo piensas, a lo más que puedes aspirar es a recoger
información para el momento en que te toque hablar. En ese momento, cuando te
preguntan: “¿qué te parece, te vienes a trabajar con nosotros?”, es cuando las palabras
que salen por tu boca sorprenderán a los que te están escuchado, y posiblemente a ti
también, pues en ese momento no es tu mente la que habla sino tu verdadero Ser
expresando la autoridad interna de tu identidad.

Necesitas practicar a escuchar tus palabras cuando eres invitado a expresarte


porque, al principio, puede parecer confuso o contradictorio al mezclarse en tu discurso
lo que sale de tu mente y lo que sale de tu Ser. Cuanto más claro tengas cuándo está
hablando la mente y cuándo está hablando el Ser, más fácil te resultará discernir entre
tus especulaciones y tus decisiones correctas.

La mente se nutre del condicionamiento que se va acumulando en tu experiencia


de vida. No resulta fácil desenmascararla y despojarla de su poder. La mente necesita el
reconocimiento de su importante labor. Está aquí para tomar conciencia, ser el testigo
de la experiencia. No está aquí para decidir sino para observar y disfrutar.
Tu Autoridad Interna: Manifiesta del Ego

Tu autoridad interna emerge de tu centro del Corazón definido y conectado


permanentemente con el centro de la garganta. Es una autoridad poco frecuente
estadísticamente que te define como un tipo muy concreto de manifestador del ego y,
por lo tanto, es normal que no encuentres mucha gente con quien compartir el
experimento de tomar tus decisiones desde el centro del Corazón definido.

Tu verdadero Ser se expresa continuamente a través de tu fuerza de voluntad.


Esto provoca enormes resistencias con la gente que te rodea, puesto que el Ego no es un
centro de conciencia, es una máquina de luchar por sobrevivir en un mundo material.

Estamos hechos de materia y la materia necesita alimentarse para seguir


viviendo. Podemos tener ideales muy humanistas o espirituales, pero si el cuerpo no se
alimenta, fallece y “adiós a todos esos buenos propósitos o ideas”. Lo que quiero decir
con esto es que siempre vas a estar rodeado de gente que intentará hacerte ver que tú no
eres “el ombligo del mundo”, que no puedes hacer siempre “tu santa voluntad”. Y tú
estás aquí para recordarnos que “la caridad bien entendida, comienza por uno mismo”,
que primero necesitas mirar por ti y cubrir tus necesidades, que primero hay que tener si
luego quieres repartir.

Tu mensaje está tan claro porque es de sentido común, pero estamos tan
condicionados por nuestra mente, nuestros clichés, nuestras ideas, que creemos que toda
manifestación del ego es mala, cuando lo que realmente está ocurriendo es que es mal
entendida y mal interpretada. El sentido común es el menos común de los sentidos.

Tu autoridad reside en la expresión de tu fuerza de voluntad, en la expresión


clara y directa de lo que tú quieres tener o lo que tú quieres hace. Y desde que naciste te
han castigado, culpado y reprendido por ello en la mayoría de ocasiones haciéndote
creer que eso “es malo” cuando, en realidad, es tu forma natural de ser. Y por más que
intentes “educar o disfrazar” ese Ego, tu naturaleza se manifiesta irremediablemente. Y
a medida que has ido creciendo, todo el dolor de la represión que has ido sufriendo
puede manifestarse insanamente con una contundencia y fuerza bruta desproporcionada
o inoportuna.

No se trata de culpar a nadie. Tú sólo puedes ser como eres. Tienes tus
limitaciones y los demás también tenemos las nuestras. Se trata de entender los
mecanismos correctos en la interacción. Como manifestador del ego, informar a los
directamente afectados de lo que tienes que hacer, antes de hacerlo, te permite hacer lo
que es correcto para ti, eliminando gran parte de las resistencias que podrías encontrar
en tu actuación. Reconocer tu impacto y el poder de tus acciones sobre los demás te
facilita aprender a informar antes de actuar y demostrarles el respeto que te merecen. Al
tenerlos en cuenta, te ganas su respeto. No les estás pidiendo permiso, no lo necesitas.
Sólo quieres que te dejen ser.

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