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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
© EGACAL
Escuela de Altos Estudios Jurídicos
Pedidos:
Carlos Alayza y Roel 2535 (Ex Miguel Iglesias) - Lince
Trinidad Morán 269 – Lince
Lima – Perú
Teléfonos: (511) 441-0284 / (511)211-6935
E-mail: egacal@egacal.com
Website: www.egacal.com
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
ÍNDICE
PRESENTACIÓN.................................................................................................7
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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PRESENTACIÓN
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esde hace más de una década, y cada vez con mayor intensidad,
estamos asistiendo a la última revolución jurídica: la constituciona-
lización del Derecho.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
Hacemos votos para que este esfuerzo no sólo sirva para propósitos de
afrontar las diversas evaluaciones que han colocado a esta temática en po-
sición de exigencia de rigor. El Consejo Nacional de la Magistratura se en-
cuentra en primer orden, sino para el desempeño profesional cotidiano de
los distintos operadores jurídicos.
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16. Es que en general un contrato contiene –sin que ello importe intentar
un análisis pormenorizado y sea solo con fines pedagógicos–, primero,
la identificación de las partes que lo suscriben, así como la descripción
de la materia u objeto materia del mismo, luego las obligaciones que
corresponden a cada parte, y finalmente las cláusulas vinculadas al in-
cumplimiento, impugnación del contrato, pacto arbitral o de someti-
miento a la competencia territorial de determinados jueces, etc., entre
otras cláusulas.
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19. Por ello, este Colegiado concluye expresando que el contenido del con-
trato regulado en la norma impugnada tiene las características de un
contrato de trabajo y no de un contrato administrativo, en la medida en
que prevé aspectos tales como la determinación de la jornada de traba-
jo (que implica incluso determinar el horario de trabajo, pues de lo con-
trario sería imposible controlar la jornada semanal), así como los des-
cansos semanales y anual. Cabe considerar también que la denomina-
ción dada por el legislador a la norma cuestionada resulta, cuando me-
nos, imprecisa, dado que le pretende conferir un significado distinto al
contenido que regula.
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17. Asimismo, este Colegiado estableció que “Este principio no debe ser
entendido en su concepción clásica, esto es, en el sentido que establece
una separación tajante y sin relaciones entre los distintos poderes del
Estado; por el contrario, exige que se le conciba, por un lado, como con-
trol y balance entre los poderes del Estado –checks and balances of po-
wers– y, por otro, como coordinación y cooperación entre ellos”1, y
además que “Dentro del marco del principio de división de poderes se
garantiza la independencia y autonomía de los órganos del Estado”, lo
que “sin embargo, no significa en modo alguno que dichos órganos
actúan de manera aislada y como compartimentos estancos; sino que
exige también el control y balance (check and balance) entre los órganos
del Estado”2.
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deres u órganos. Así por ejemplo, si bien el Poder Ejecutivo puede ex-
pedir decretos legislativos, tal facultad de legislar se encuentra enmar-
cada en determinados límites (legislar sobre la materia específica y por
el plazo determinado establecidos en la ley autoritativa, entre otros),
encontrándose vetado a tal poder invadir las competencias asignadas al
Poder Legislativo y así legislar sobre otras materias que no fueron ma-
teria de la delegación o hacerlo fuera del respectivo plazo.
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30. Entre tales tensiones destacan de modo especial las tensiones entre el
Tribunal Constitucional y el Legislador. El aspecto medular de tales
tensiones se encuentra constituido por la existencia de determinadas
sentencias de inconstitucionalidad que han supuesto la creación de
normas, y la exhortación o recomendación al legislador para que expi-
da otras leyes que sí resulten compatibles con la Constitución.
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32. De otro lado, cabe precisar que las tensiones existentes entre Tribunal
Constitucional y Parlamento no pueden circunscribirse a un falso di-
lema entre supremacía de la Constitución o supremacía de la ley en un
determinado ordenamiento jurídico, o entre superioridad del Tribunal
Constitucional o del Parlamento. En el Estado Constitucional, es preci-
samente la Constitución la principal fuente de derecho, y es la ley,
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7 AJA, Eliseo. Las tensiones entre el Tribunal Constitucional y el Legislador en la Europa actual”.
Ariel, Barcelona, 1998, p. 290.
8 Expediente N.º 00013-2003-AI/TC FJ 6
9 STERN, Klaus. Derecho del Estado de la República Federal Alemana. Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1987, pp. 707-708.
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37. De este modo, prima facie, puede entenderse la autonomía del Tribunal
Constitucional como aquella garantía institucional mediante la cual se
protege el funcionamiento del Tribunal Constitucional con plena liber-
tad en los ámbitos jurisdiccionales y administrativos, entre otros, de
modo que en los asuntos que le asigna la Constitución pueda ejercer li-
bremente las potestades necesarias para garantizar su autogobierno, así
como el cumplimiento de sus competencias. Ello implica además que
los poderes del Estado u órganos constitucionales no pueden desnatu-
ralizar las funciones asignadas al Tribunal Constitucional en tanto
órgano de control de la Constitución.
38. Asimismo, debe destacarse que tal autonomía del Tribunal Constitu-
cional si bien es atribuida por la Constitución también es limitada por
ésta, de modo que el ejercicio de sus respectivas competencias no pue-
de desvincularse parcial o totalmente del ordenamiento jurídico.
10 MORTATI, Costantino. Istituzioni di diritto pubblico, 9ª ed., Tomo II, Padova, Cedam, 1976.
pp.823
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12 BOCANEGRA SIERRA, Raúl. El valor de las sentencias del Tribunal Constitucional, Instituto
de Estudios de Administración Local, Madrid, 1982, p.205.
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49. Ello, sin lugar a duda, no implica una total discrecionalidad o arbitrario
accionar por parte del Tribunal Constitucional, sino todo lo contrario.
Como sostiene Zagrebelsky, esta potestad de diferir los efectos de sus
decisiones, “empleada con prudencia y, al mismo tiempo, con firmeza
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13 ZAGREBELSKY, Gustavo. “Il controllo da parte della Corte Costituzionale degli effetti
temporali delle pronunce d’incostituzionalitá: posibilita e limiti”. En: Effetti temporali delle
sentenze della Corte Costituzionale anche con riferimento alle esperienze straniere. Atti del
seminario di studi tenuto al palazzo della consulta il 23 a 24 novembre 1988. Giuffré, Milano,
1989. pp.195 y 198.
14 MODUGNO, Franco. “Considerazione sul tema”. En: Effetti temporali delle sentenze della
Corte Costituzionale anche con riferimento alle esperienze straniere. Atti del seminario di studi
tenuto al palazzo della consulta il 23 a 24 novembre 1988. Giuffré, Milano, 1989. p. 15.
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71. Bajo estas consideraciones, es evidente que en el presente caso las re-
soluciones judiciales que se dictaron contraviniendo la interpretación
jurídica de este Colegiado y los efectos normativos de la sentencia 009-
2001-AI/TC y del precedente vinculante sentado a través de la senten-
cia 4227-2005-AA/TC, nunca adquirieron la calidad de cosa juzgada
constitucional y, por ende, no puede afirmarse que su nulidad consti-
tuya una afectación de la garantía de la cosa juzgada y del derecho
fundamental al debido proceso, ambos principios reconocidos en el
artículo 138º, incisos 2 y 3 de la Constitución, respectivamente. Y es
que de la relación que existe entre la Constitución y el proceso se deri-
va que éste no puede ser concebido como un instrumento de resolu-
ción de conflictos aséptico y neutral de cara la realización de determi-
nados valores constitucionales, pues esta es una práctica propia del
positivismo y relativismo procesalista; antes bien, debe entenderse
como un instrumento jurídico comprometido con la realización de va-
lores democráticos y con el respeto pleno de la Constitución y de los
derechos fundamentales.
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15. Se trata, en resumidas cuentas, del derecho que tienen los trabajadores
para suspender sus labores como un mecanismo destinado a obtener
algún tipo de mejora en ellas, y que se ejerce cuando se ha agotado
previamente la negociación directa con el empleador.
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17. Sin embargo, el derecho de huelga, como todos los derechos, no puede
ser considerado como un derecho absoluto, sino que puede ser limita-
do por la legislación vigente, razón por la cual resulta admisible que
mediante una ley el Estado module su ejercicio, dado que “la huelga
no es un derecho absoluto, sino regulable. Por ende, debe efectivizarse
en armonía con los demás derechos”.
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a) Los funcionarios del Estado con poder de decisión y los que des-
empeñan cargos de confianza o de dirección (artículo 42° de la
Constitución).
b) Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional
(artículo 42° de la Constitución).
c) Los magistrados del Poder Judicial y del Ministerio Público (artícu-
lo 153º de la Constitución).
28. Por otro lado, también a nivel legislativo se establecen límites al ejerci-
cio del derecho de huelga, por razón de la naturaleza del servicio. Así, el
Texto Único Ordenado de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo,
Decreto Supremo N.º 010-2003-TR, prevé que
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22. No obstante, cabe recordar que las normas constitucionales deben ser
interpretadas a la luz de los principios de unidad de la Constitución,
corrección funcional, concordancia práctica, fuerza integradora y
normativa de la Constitución (cfr. al respecto, entre otras, la STC 5854-
2005-AA/TC). En ese sentido y precisamente en aplicación de dichos
principios cabe determinar si existen en la Constitución otras materias
indelegables al Poder Ejecutivo. El Tribunal Constitucional entiende
que lo previsto en el último párrafo del artículo 79° de la Constitución
–el mismo que regula el establecimiento de un régimen o tratamiento
tributario especial a determinadas zonas del país– constituye también
una materia que sólo puede ser regulada por una ley del Congreso de
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25. En ese sentido, es claro que cuando las exoneraciones tributarias for-
men parte de un tratamiento tributario especial a una determinada
zona del país, su modificación o eliminación queda comprendida bajo
el principio de reserva de ley absoluta. Lo que se justifica por cuanto
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a) Buena fe
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b) Flexibilidad
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21. Puesto que el Convenio N.° 169 ha sido suscrito y ratificado por el
Estado peruano, es evidente que le impone obligaciones. En este caso
la obligación de llevar a cabo la consulta. Es por ello que el Estado pe-
ruano es el responsable que se lleve a cabo la consulta. Ello desde
luego no diluye la responsabilidad de los pueblos indígenas de plan-
tear organizaciones que puedan detectar previamente al dictado de las
medidas administrativas o legislativas susceptibles de afectarlos direc-
tamente, y por lo tanto, plantear al órgano estatal pertinente que se
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d) Transparencia
22. El principio de transparencia también es inherente al proceso de con-
sulta. Si bien se ha visto manifestación de éste cuando se hizo referen-
cia al principio de buena fe, aquel tiene una relevancia que permite en-
fatizar su autonomía. Ya se adelantó que en cuanto se establezca que
determinadas medidas pueden afectar directamente a los pueblos
indígenas, estas deben ser puestas en conocimiento de dichos pueblos.
También es importante que se establezca cuales van a ser las conse-
cuencias de tales medidas, sean estas positivas o negativas. Es impor-
tante también que se conozcan cuales van a ser las metodologías de la
consulta, así como las normas pertinentes que sustenten la medida. El
principio de transparencia también implica que la documentación re-
levante tendría que ser traducida a fin de que la comprensión de los
mismos pueda garantizarse como plenitud. También se tendrán que
tomar en cuenta las costumbres de cada pueblo indígena, evaluando la
mejor metodología aplicable para cada caso en concreto.
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28. Si bien el Convenio N.° 169 está vigente en nuestro país desde 1995, su
aplicación no ha sido asumida por el Estado de manera regular. De
otro lado, no se han presentado ante esta instancia litigios en los que
se discuta este derecho. En tal sentido, y en virtud de la finalidad pro-
pedéutica que tiene la jurisprudencia de este Tribunal, resulta relevan-
te que se den algunas pautas a fin de que se configure claramente el
proceso de consulta:
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torios que cada comunidad ocupa. Con ello también se estaría promo-
viendo la seguridad jurídica puesto que al momento de lotizar o em-
prender estudios y acciones con miras a desarrollar la exploración y
explotación de recursos naturales se tendría una adecuada perspectiva
de la realidad y de cuales son los pasos necesarios a fin de llevar a ca-
bo ese tipo de procesos sin vulnerar derechos fundamentales de los
pueblos indígenas. La apertura económica del mercado pasa por brin-
dar seguridad a los agentes a través de la información sobre las “reglas
de juego” las que, en el fondo, no son más que la normativa dirigida a
procurar el bien común, así como tutelar los derechos fundamentales
de los ciudadanos, dentro del imprescindible respeto por la lógica de
la economía social de mercado. Con ello se pretende alcanzar el difícil
equilibrio entre inversión, justicia y progreso.
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los congresistas con relación a los otros altos funcionarios del Estado.
Tal explicación se irá presentando a través de los fundamentos siguien-
tes.
Así,
3 MARTÍNEZ ESTERUELAS, Cruz. La agonía del Estado. ¿Un nuevo orden mundial? Madrid,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000. p. 85.
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5 SCHENEIDER, Juan P. “El régimen parlamentario”. En: BENDA, Ernesto y otros. Manual
de Derecho Constitucional. Madrid, Marcial Pons, 2001. 2ª Ed. p. 342.
6 PUNSET, Ramón. Estudios Parlamentarios. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Consti-
tucionales, 2001. p. 10.
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dos los que se consideren dudosos por parte del mismo; criti-
carlos si los encuentra censurables (...)7.
7 MILL, John Stuart. Consideraciones sobre el Gobierno representativo. México, 1966. pp. 96-97.
8 Demanda (fojas 16 del Expediente).
9 BIDART CAMPOS, Germán J. Manual de la Constitución reformada. Buenos Aires, Ediar,
2001. 2ª reimpr. tom. III, p. 80.
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ción similar el Defensor del Pueblo (artículo 161º) y los magistrados del
Tribunal Constitucional (artículo 201º).
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
Es posible entender ésta, entonces, como una garantía que busca prote-
ger la libertad personal de los parlamentarios contra detenciones y pro-
cesos judiciales que tienen una evidente motivación y finalidad políti-
ca. Con dicha protección se salvaguarda la conformación y funciona-
miento del Parlamento. Por ello, corresponde al Poder Legislativo efec-
tuar la valoración de los móviles políticos que puedan existir a través
del procedimiento de levantamiento de la inmunidad parlamentaria, a
fin de garantizar la autonomía del Parlamento y la plena vigencia del
principio de separación de poderes (artículo 43º de la Constitución).
16. Pero, ¿qué significa que sea la inmunidad parlamentaria una garantía
institucional para el funcionamiento del Parlamento?
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13 PECES-BARBA MARTÍNEZ, Gregorio. Ética, poder y Derecho. Reflexiones ante el fin de siglo.
Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1995. p. 86.
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GRÁFICO N° 1
DELITO CASOS
Abuso de autoridad 2
Fraude en la administración de personas jurídicas 1
Contra la administración de justicia 1
Contra el honor 15
Malversación de fondos 1
Contra los medios de comunicación 1
Desobediencia a la autoridad 2
Contra la libertad de trabajo 1
Contra el patrimonio 1
Contra la fe pública 1
Peculado 12
Violencia contra funcionario público 1
Violencia de libertad sexual de menor 1
Enriquecimiento ilícito 1
Fuente : Congreso
Elaboración : TC
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GRÁFICO N° 2
Inmunidades levantadas
(Periodo 2001 - 2006)
Fuente : Congreso
Elaboración : TC
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22. Ante todo, este Colegiado estima conveniente precisar que la inmuni-
dad parlamentaria solamente rige para los procesos penales:
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25. Ante tal disyuntiva, los recurrentes sostienen que se afecta su derecho
a la inmunidad parlamentaria. Enfatizan que ella protege tanto a los
procesos penales iniciados con anterioridad a la elección como a los
iniciados con posterioridad a la elección. Añaden que la disposición
impugnada resultaría incongruente con lo expresado por el Tribunal
Constitucional en la sentencia recaída en el Expediente N.° 0006-2003-
AI/TC, puesto que
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Esto está en relación estrecha con lo que se ha venido afirmando con re-
lación a la función vigorizante del sistema democrático por parte del
Congreso y con los contornos de la interna corporis acta contemporánea.
Así,
29. De otro lado, la protección contra el arresto sólo comienza con la elec-
ción, es decir, desde que el Jurado Nacional de Elecciones proclama al
congresista electo. En nuestro ordenamiento jurídico, antes de la pro-
clamación el candidato no está protegido.
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Al respecto, los demandantes alegan que el literal d) del artículo 20º del
Reglamento del Congreso vulnera su derecho de igualdad ante la ley
(artículo 2º inciso 2 de la Constitución); y que los demás funcionarios
aforados que gozan del derecho de antejuicio, no tienen semejante res-
tricción en el desempeño de su función pública. Así, sostienen que el
Presidente de la República o los Ministros de Estado involucrados en
procesos judiciales penales dolosos no están impedidos de participar
en los Consejos de Ministros. Sostienen también que la norma en cues-
tión restringe indebidamente la función congresal (artículo 92º de la
Constitución).
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33. El mismo artículo 16º in fine del Reglamento del Congreso expresa, con
bastante precisión, cómo se ha de llevar a cabo el procedimiento del
levantamiento de inmunidad parlamentaria. Éste es como sigue:
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35. Frente a las cuestiones formales que han ido estableciendo, conviene
poner de relieve ahora que el levantamiento de la inmunidad parla-
mentaria puede llegar a afectar los derechos fundamentales de los que
son detentadores de ella. Tal ha sido la lógica utilizada por el deman-
dante cuando alega que la norma reglamentaria ha venido a afectar
derechos de los congresistas.
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a. Derecho a la igualdad
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38. Para ello, conforme al test de igualdad, desarrollado por este Colegiado
en las sentencias recaídas en los Expedientes N.o 00045-2004-PI/TC y
N.º 00004-2006-PI/TC, se procederá a verificar si la diferenciación in-
troducida por las normas son válidas o constituyen una violación del
derecho a la igualdad y una excesiva limitación a la función congresal.
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EXP. N° 0252-2009-PA/TC
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12. Para tal efecto y atendiendo al principio pro actione, debe interpretarse
que el legislador, al considerar el inicio del plazo para interponer la
demanda en la fecha de notificación de la resolución que queda firme,
simplemente ha dispuesto que el justiciable está facultado para inter-
poner la respectiva demanda de amparo sin necesidad de esperar que
se notifique la resolución que ordena se cumpla lo decidido, mas no
está postulando que el computo de los 30 días hábiles a que se refiere
la norma comienza a partir de la fecha en que se notifica la resolución
que queda firme.
13. La misma norma, por otra parte, no indica en ningún momento que el
plazo concluye a los treinta días hábiles de producida la notificación
de la resolución judicial firme. Lo que la norma analizada consagra es
un plazo que finaliza treinta días después de realizada la notificación
de la resolución que ordena se cumpla lo decidido. En otras palabras y
siempre que la resolución judicial que se juzga lesiva quede firme, se
puede interponer la demanda antes de que se expida o notifique la
posterior resolución que ordena se cumpla con lo decidido, pero de tal
circunstancia opcional no se sigue que ello resulte obligatorio en cual-
quier caso. Por lo tanto la notificación de la resolución firme que causa
el agravio no puede considerarse, en la generalidad de los casos, como
fecha de inicio del cómputo del plazo de prescripción del proceso de
amparo a efectos de que comience a correr el plazo de treinta días
hábiles.
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17. A juicio de este Colegiado una de las causas que producen la grave
situación reseñada en el párrafo precedente se debe a que en nuestro
ordenamiento no se tiene un concepto uniforme de lo que debe enten-
derse por resolución judicial firme. Así, es posible advertir que, sobre
ella, existen hasta dos tipos de conceptos: uno formal y otro material.
Para la concepción formal la firmeza de una resolución se adquiere
simplemente con el agotamiento de todos los recursos que la ley prevé
para el cuestionamiento del acto con el cual se está en desacuerdo. Pa-
ra la concepción material la calidad de firmeza de una resolución se
adquiere cuando se han agotado todos lo medios impugnatorios le-
galmente previstos, pero siempre que estos tengan la posibilidad real
de revertir los efectos de la resolución que se impugna. Es decir que si
lo que se cuestiona es un auto y contra éste se interpone un recurso
impugnatorio alegando causales imaginarias, el pronunciamiento de-
negatorio que el juez emita sobre dicho asunto no podrá entenderse
como generador de firmeza, puesto que al no haber sido correctamen-
te impugnada la respectiva resolución, se debe entender que el plazo
se cuenta desde que ésta fue emitida y notificada y no desde el pro-
nunciamiento judicial que resuelve el supuesto “acto impugnatorio”.
Entender lo contrario no hace más que contribuir a un uso negligente
de las instituciones jurídicas que afectan el derecho de los demás a la
ejecución de las sentencias y a la cosa juzgada.
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LIMA
18. Así pues, este Tribunal considera necesario enfatizar que, a diferencia
del modelo procesal que recogía la derogada Ley N.° 23506 y normas
conexas, el Código Procesal Constitucional (C.P.Const.) –vigente des-
de el 1 de diciembre de 2004–, ha incorporado en su artículo 22, se-
gundo párrafo, el régimen de actuación inmediata de sentencias esti-
matorias para los procesos constitucionales de la libertad. En conse-
cuencia, y sin perjuicio de lo que habrá de decirse más adelante, el juez
constitucional se encuentra habilitado en estos casos para ejecutar los
mandatos contenidos en su sentencia estimatoria, independientemente
de la existencia de mecanismos de acceso a la instancia superior. Por lo
demás, este Tribunal ya ha tenido ocasión de decantarse por esta posi-
bilidad –si bien incipientemente– en la sentencia recaída en el Expe-
diente N.º 05994-2005-PHC/TC.
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19. Sin embargo, toca ahora a este Colegiado precisar con mayor detalle
los alcances de dicha figura procesal toda vez que, si bien el legislador
ha reconocido positivamente su existencia, no ha hecho lo mismo en
relación a sus presupuestos procesales; generándose así un vacío que
este Tribunal está llamado a cubrir.
§4.1. Definición.
22. Dentro del contexto del proceso civil, suele entenderse por “actuación
inmediata de la sentencia estimatoria” (o “ejecución provisional”)
aquella institución procesal a través de la cual se atribuye eficacia a
una resolución definitiva sobre el fondo, pero carente de firmeza, cu-
yos efectos quedan así subordinados a lo que resulte del recurso inter-
puesto o por interponer. (CABALLOL ANGELATS, Lluís: La ejecución
provisional en el proceso civil, Barcelona, Bosch, 1993, p. 47)
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25. Sea como fuere, es obvio que una resolución definitiva no se convierte
en firme como consecuencia de su ejecución provisional. Antes bien,
los efectos de esa ejecución quedan siempre condicionados a lo que re-
sulte del recurso efectivamente interpuesto o por interponer. De modo
que, si la resolución de segundo grado confirma la resolución recurri-
da, esos efectos permanecerán; pero si la revoca, deberá restituirse to-
do lo percibido y revocarse cualquier efecto que se haya producido.
(CABALLOL ANGELATS, Lluís: op. cit., pp. 52-53)
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28. Por esta razón, bien puede afirmarse que la actuación inmediata, junto
a otras instituciones procesales como las medidas cautelares o las au-
tosatisfactivas, comparte con ellas un objetivo común: impedir que la
duración del proceso se convierta en una negación anticipada de tute-
la, sobre todo cuando resulta evidente que la razón le asiste al deman-
dante y que la parte demandada, abusando de su derecho a la plurali-
dad de instancias, cuestiona lo resuelto en primer grado esgrimiendo
argumentos manifiestamente impertinentes con la intención de dilatar
innecesariamente la culminación del proceso.
29. Pero, bueno será enfatizar que la actuación inmediata, a pesar de con-
tar con algunos antecedentes remotos, es primordialmente una institu-
ción procesal cuyo desarrollo doctrinario y jurisprudencial es de re-
ciente data y se enmarca dentro del conflicto de ideologías que mue-
ven hoy por hoy al proceso civil.
30. En efecto, obligado como estaba el juez del siglo XVIII a actuar en
forma subordinada a la ley –sujeción que hallaba su causa en la des-
confianza que la judicatura inspiraba al derecho liberal–, aquél termi-
naba siendo un “poder nulo” carente de imperium que no podía dar
fuerza ejecutiva a sus decisiones. Ello explica bien por qué el derecho
liberal limitaba los poderes del juez con relación a la sentencia conde-
natoria, definiendo taxativamente los medios de ejecución disponibles
y prohibiendo todo tipo de tutela fundada en la “verosimilitud” pues
se identificaba al procedimiento ordinario clásico con el valor de la se-
guridad jurídica. No por otra razón la cosa juzgada, a la par que petri-
ficar el contenido de la decisión judicial, terminó convirtiéndose en el
requisito sine qua non para su ejecución, renovándose así el sentido del
clásico principio nulla executio sine titulo. (MARINONI, Luiz Guilher-
me: Derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva, Lima, Palestra,
2007, pp. 22-32.)
31. Sin embargo, como bien apunta Luiz Guilherme Marinoni, esa separa-
ción que el derecho procesal clásico solía efectuar en fase de ejecución
entre sentencia condenatoria con autoridad de cosa juzgada y sentencia con-
denatoria recurrida nos sirve para concluir que “la doctrina clásica aso-
ció la plenitud de la cognición –inclusive en la fase recursal– con el
descubrimiento de la verdad, [por ello] acusó a la ejecución provisoria
de ser una figura anormal.” (MARINONI, Luiz Guilherme: op. cit., p.
37.)
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
32. Pues bien, para este Tribunal no pasa desapercibido que esta apelación
al “dogma de la verdad” como un efecto dimanante del recorrido
íntegro del iter procesal, denota una perspectiva teórica difícilmente
compatible con el diseño del proceso en un Estado constitucional,
pues ella toma al proceso como un fin en sí mismo y lo antepone a los
derechos y valores que subyacen en su interior.
33. Antes bien, este Colegiado entiende que todo análisis sobre la lógica
del proceso en un Estado constitucional debe siempre partir de un en-
foque finalista o instrumental del mismo que reivindique en cada caso
la trascendencia del derecho o derechos materiales discutidos en su
seno y la prevalencia de su eficaz protección.
36. Ello explica bien por qué nuestro C.P.Const, junto a la jurisprudencia
de este Supremo Intérprete, reconocen sendas instituciones procesales
orientadas, desde diversos frentes, a hacer del proceso de amparo uno
realmente “sencillo y rápido”, tal como ordena el citado tratado inter-
nacional. Entre ellas, cabe mencionar los principios procesales de
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40. Siendo ello así, resulta fácil advertir que el proceso de amparo se pre-
senta más como un proceso de condena, antes que como uno de cogni-
ción o uno de declaración. En consecuencia, una sentencia de amparo
de primer grado que declara fundada la pretensión del demandante
ha de ser entendida, correctamente, como el resultado de una oportu-
na evaluación del derecho o derechos implicados en la litis, realizada
además por el juez constitucional que se encuentra más familiarizado
con los hechos del caso; decisión que, por ese motivo, merece ser eje-
cutada de inmediato.
41. Por todas estas consideraciones, pues, parece claro que la actuación
inmediata se proyecta como una herramienta eficaz para la consecu-
ción de aquellos fines que son inherentes y consustanciales al proceso
de amparo.
42. Pero, adicionalmente, este Tribunal estima que una “lectura desde la
Constitución” de la actuación inmediata como la que aquí se propone
implica también una invitación hacia la argumentación basada en la
ponderación de derechos.
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para hacer cumplir una decisión que le beneficia (lo que deriva de su
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, reconocido por el artículo
139.3 de la Constitución); y, por otra parte, el derecho del demandado
a impugnar esa decisión ante una segunda instancia (facultad recono-
cida también por la Norma Fundamental en su artículo 139.6).
46. Así las cosas, este Tribunal considera que una postura favorable a la
ejecución de la sentencia estimatoria de primer grado en el amparo –
en lugar de reservarla exclusivamente para la etapa final del proceso–,
protege adecuadamente el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
del demandante, por dos órdenes de razones: 1) porque la sentencia
de primer grado es ante todo una decisión obligatoria; y 2) porque esa
decisión merece una ejecución acorde con el carácter perentorio y urgen-
te que caracteriza al amparo.
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48. Y en segundo lugar, hay que poner de manifiesto que al cumplir una
función básicamente satisfactiva, la actuación inmediata se halla en
perfecta consonancia con el nuevo estado de cosas que se conforma
una vez dictada la sentencia de primer grado favorable al demandante
en el amparo. En efecto, en semejante contexto, resulta legítimo pre-
guntarse: ¿quién debe soportar la pendencia del proceso por la articu-
lación de un recurso: la parte que ya cuenta con una decisión o quien
requiere la revisión? Pues bien, el instituto procesal de la actuación
inmediata no hace otra cosa que asistir a quien ha demostrado, ante el
juez de primer grado, merecer la protección jurisdiccional. (OTEIZA,
Eduardo y Luis María SIMÓN: “Ejecución provisional de la sentencia
civil”, en Derecho Procesal. XXI Jornadas Iberoamericanas, Fondo Edito-
rial de la Universidad de Lima, Lima, 2008, pp. 525-526).
49. Todo lo dicho hasta aquí nos permite apreciar, en consecuencia, que la
firmeza y la ejecución son dos conceptos perfectamente escindibles. En
efecto, la institución la cosa juzgada, si bien garantiza que lo decidido
en última instancia se cumpla en sus propios términos, no llega a eri-
girse como un requisito de inexorable cumplimiento para la ejecución
de las sentencias judiciales, cuando de por medio se encuentra la de-
fensa oportuna de los derechos fundamentales. En dichos casos, por
tanto, la sentencia de condena recurrida debe ser entendida como un
auténtico título de ejecución. (MORENO CATENA, Víctor: La ejecución
forzosa, Palestra, Lima, 2009, pp. 139-140).
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52. Se trata, en estricto, de un derecho que nace a partir de una doble rea-
lidad: por un lado, la comprobación de la falibilidad humana, que en
el ámbito judicial recae en la persona del juzgador, y por el otro, el
hecho, consustancial a la pretensión de las partes de no aceptar la reso-
lución que sea desfavorable a sus propios intereses. (SOLÉ RIERA,
Jaume: “El recurso de apelación”, en Revista Peruana de Derecho Proce-
sal, Lima, T. II, marzo de 1998, p. 573).
53. Por otro lado, es bueno remarcar que al igual que el derecho a la ejecu-
ción de las resoluciones judiciales, el derecho a la pluralidad de ins-
tancias forma parte del contenido complejo de otro derecho funda-
mental, como lo es el debido proceso. (Cfr. STC 0282-2004-AA/TC, FJ.
4).
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59. En cualquier caso, este Tribunal estima que una medida igualmente
adecuada al fin perseguido por el régimen de efecto suspensivo de los
recursos, pero menos lesiva del derecho a la ejecución de las resolu-
ciones judiciales, podría consistir en la prohibición dirigida al juez de
conceder toda aquella actuación inmediata que genere un estado de
cosas tal que no pueda revertirse en el futuro, cuando se cuente con el
pronunciamiento judicial que resuelve el recurso efectivamente inter-
puesto.
c) A modo de conclusión.
60. Teniendo a la vista las consideraciones expuestas hasta aquí, este Tri-
bunal no puede sino concluir que la actuación inmediata de la senten-
cia estimatoria constituye una institución procesal de suma importan-
cia y utilidad para la efectiva concreción del derecho a la tutela juris-
diccional efectiva, como quiera que ella se dirige a conjurar daños
irreparables, a evitar el abuso procesal de la institución de la apelación
y a (re)asignar al juez de primera instancia un rol protagónico y es-
tratégico en la cadena de protección de los derechos fundamentales.
(MONROY GÁLVEZ, Juan: “La actuación de la sentencia impugna-
da”, en Revista Peruana de Derecho Procesal, tomo V, junio del 2002, p.
218).
62. En ese sentido, este Tribunal no puede obviar que en la medida en que
la actuación inmediata puede originar, en ciertos casos, determinadas
situaciones injustas para el demandado, se hace necesario precisar cuál
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EXP. Nº 1575-2007-PHC/TC
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§2. La reinserción social del penado como fin del régimen penitenciario
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11. En este contexto este Tribunal estima que las visitas de familiares y
amigos a los internos, particularmente la visita íntima, constituyen un
2 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso “Instituto de Reeducación del Menor” vs.
Paraguay. Sentencia del 2 de septiembre de 2004, párr. 159; y Caso de las Penitenciarías de
Mendoza, resolución del 18 de junio de 2005, párr. 7.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
3 Adoptadas por el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y
Tratamiento del Delincuente, celebrado en Ginebra en 1955, y aprobadas por el Consejo
Económico y Social de las Naciones Unidas en su Resolución N.º 663C (XXIV) del 31 de ju-
lio de 1957 y en su Resolución N.º 2076 (LXII) del 13 de mayo de 1977.
4 Adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución N.º 43/173
del 9 de diciembre de 1988.
5 Adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución Nº 45/111
del 14 de diciembre de 1990
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8 Ver: Defensoría del Pueblo. Supervisión del Sistema Penitenciario 2006. Lima: Informe Defen-
sorial N.º 113, 2007.
9 Ver: Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe especial sobre la situación de
los derechos humanos en la cárcel de Challapalca, Departamento de Tacna, Republica del Perú.
Washington: OEA/Ser.L/V/II.118, 2003.
10 Tribunal Constitucional. Sentencia 05954-2007-HC/TC del 27 de noviembre de 2007.
Fundamento 6.
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23. Una de las facetas en las que se ve plasmado el derecho al libre desa-
rrollo de la personalidad es la sexualidad del ser humano el cual debe
verse de una manera integral teniendo en cuenta, por tanto, el aspecto
corporal o físico. De este modo, la relación sexual es una de las princi-
pales manifestaciones de la sexualidad. De ahí que, pueda considerar-
se que uno de los aspectos que conforman el desarrollo de una vida en
condiciones dignas sea la posibilidad de tener relaciones sexuales.
24. Por ello, tanto para aquellos internos que tengan conformada una fa-
milia, el derecho a la visita íntima constituye un desarrollo del derecho
al libre desarrollo de la personalidad, pues si bien la privación de la li-
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
27. Teniendo presente ello, esta Tribunal considera que las medidas adop-
tadas por las autoridades penitenciarias que restringen de manera ab-
soluta el ejercicio de la visita íntima vulneran el derecho al libre desa-
rrollo de la personalidad de los internos y resultan contrarias a los fi-
nes constitucionales del tratamiento penitenciario.
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32. Teniendo en cuenta ello este Tribunal estima que debe determinarse si,
en realidad, el texto del artículo 2° del Decreto Legislativo N.° 927,
prevé una limitación normativa para el goce y ejercicio a la visita ínti-
ma. Para ello conviene analizar la naturaleza de la visita íntima y su
relación con el delito de terrorismo. Al efecto, debe recordarse lo si-
guiente:
a. Mediante la Ley Nº 24651, publicada en el diario oficial El Peruano
el 20 de marzo de 1987, se introdujo al Código Penal el delito de
11 Corte IDH. Caso Tibi Vs. Ecuador, sentencia del 7 de septiembre de 2004, párr. 150; Caso Lori
Berenson Mejía Vs. Perú, sentencia del 25 de noviembre de 2004, párr. 104; y Caso Raxcacó
Reyes Vs. Guatemala, sentencia de 15 de septiembre de 2005, párr. 95, entre otras.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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34. De otra parte este Tribunal considera que el argumento del Instituto
Nacional Penitenciario consistente en que la limitación del beneficio
penitenciario de la visita íntima tiene como fundamento el temor de
que las internas queden embarazadas, carece de sustento legal y cons-
titucional.
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7. Dado que nuestro orden jurídico protege al ser humano desde la con-
cepción, y se acusa a la denominada “Píldora del Día Siguiente” de
afectar justamente al concebido, este Tribunal estima que en el decur-
so de esta sentencia deberá responderse las siguientes cuestiones:
Sólo a partir de las respuestas que se haga a estas preguntas será posi-
ble establecer jurídicamente si es que la denominada “Píldora del Día
Siguiente” afecta o no el derecho a la vida reconocido tanto por los do-
cumentos internacionales de derechos humanos como por nuestro or-
denamiento jurídico interno
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12. Así, por la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
(artículo I) “Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a
la seguridad de su persona.”; por la Declaración Universal de Derechos
Humanos (artículo 3º) “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la li-
bertad y a la seguridad de su persona.”; y por el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (artículo 6º) “El derecho a la vida es in-
herente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la ley.
Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente”. Igualmente, la
Convención Americana sobre Derechos Humanos –Pacto de San José de
Costa Rica- dispone en su artículo 4º, inciso 1), que “Toda persona
tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido
por la ley, y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie
puede ser privado de la vida arbitrariamente”. Este mismo documen-
to, en su artículo 5º, inciso 1), agrega: “Toda persona tiene derecho a
que se respete su integridad física, psíquica y moral”; y, en el artículo
11º, inciso 1), establece que “Toda persona tiene derecho al respeto de
su hora y al reconocimiento de su dignidad”. Asimismo, la Declaración
de los Derechos del Niño de 1959 (párrafo 3 del Preámbulo) “Conside-
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16. El proyecto de Código Civil de 1890 era, por su parte, hasta más preci-
so al establecer en su artículo 149 que “el hombre, según su estado na-
tural, es concebido o nacido”, agregando que “al concebido se le repu-
ta nacido para todo lo que le favorece”. Ya el Código Civil de 1936 no
utiliza el término “concebido”, como se preveía en el proyecto antes
glosado, sino que establecía que “El nacimiento determina la persona-
lidad. Al que está por nacer se le reputa nacido para todo lo que le fa-
vorece, a condición de que nazca vivo”.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
20. Aun así, y he ahí una de las claves de la controversia, del conjunto de
normas anotadas, que por cierto no agotan a todas las que en nuestro
ordenamiento hacen referencia a la vida y su protección jurídica desde
la concepción, se aprecia que ninguna de ellas explica o define en qué
momento del proceso vital se produce la concepción. Sin embargo, de-
be remarcarse que sí existe una norma, actualmente vigente, que de
alguna manera compromete su posición respecto al momento desde el
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23. Dentro del campo jurídico, como se encuentra glosado supra, si bien se
reconoce reiteradamente al concebido como sujeto de derechos, la
normativa no define ese estado, salvo un caso en el que, como se ha
señalado, expresamente se inclina a considerar a la vida como un pro-
ceso que se inicia con la fecundación. Dentro de esa situación de con-
troversia anotada, es posible identificar:
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26. De allí que, para el presente caso, tan controvertido y con posiciones
encontradas tanto en la ciencia médica como en la jurídica, resulta ne-
cesario acudir al criterio de interpretación constitucional denominado
por la doctrina como “interpretación institucional”, y que ya ha sido
utilizado y definido en la jurisprudencia de este Colegiado.
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29. Por todo ello, representa un mandato para este Colegiado identificar
los contenidos valorativos dispuestos en la Carta Fundamental, que la
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
erigen como la letra viva que plasma la propia esencia cultural de nues-
tra sociedad, y que son el fundamento tanto para reconocer las dificul-
tades y contingencias del presente como para avizorar las eventuales
soluciones a futuro.
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34. Debe también servir como pauta interpretativa de los derechos fun-
damentales implicados en el presente caso el principio favor debilis, pro
debilis o principio de protección a las víctimas, que junto con el princi-
pio pro homine antes anotado, configuran el principio de centralidad del
ser humano. Este principio manda que ante situaciones de derechos
fundamentales en conflicto, debe tenerse especial consideración con
aquella parte más débil, en una situación de inferioridad y no de
igualdad con la otra.
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países andinos puedan circular sin restricción alguna por los territo-
rios de dichos estados.
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15. A su vez, este criterio ha sido confirmado por dicho órgano en la sen-
tencia recaída en el Expediente N.° T-1050-02, al afirmar que la demo-
ra en la expedición de la cédula de ciudadanía del demandante por
parte de la Registraduría Nacional del Estado Civil, atenta contra el
derecho fundamental al reconocimiento de la personalidad jurídica.
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8. En este contexto, la salud como servicio público garantiza que las pres-
taciones sean ofrecidas de modo ininterrumpido, constante e integral
debido a que está de por medio la protección de derechos fundamen-
tales, como la vida, la integridad y la dignidad humana. De este modo,
la protección real y efectiva del derecho a la salud se garantiza me-
diante prestaciones eficaces, regulares, continuas, oportunas y de cali-
dad, que también sean, simultáneamente universales e integrales.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
12. Por ello, en armonía con los tratados sobre derechos humanos antes
referidos, en el artículo 7.º de la Constitución se estableció que la “per-
sona incapacitada para velar por sí misma a causa de una deficiencia
(...) mental tiene derecho al respeto de su dignidad y a un régimen le-
gal de protección, atención, readaptación y seguridad”. Concordante-
mente, el inciso 1) del artículo 2.º de la Constitución reconoce que toda
persona tiene derecho a su integridad psíquica.
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15. Pues bien, teniendo presente que el derecho a la salud mental tiene
por finalidad la protección de los derechos a la salud, a la integridad
personal y a una vida en condiciones dignas, corresponde señalar de
manera enunciativa las manifestaciones que integran su contenido y
que pueden ser ejercidas y exigidas. Así pues, que el derecho a la sa-
lud mental comprende:
16. Ahora bien, la salud mental, como todo derecho fundamental, conlle-
va la realización de obligaciones de abstención y/o de prestación por
parte del Estado o de particulares que brindan prestaciones en salud
mental. Por ello, corresponde señalar también de manera enunciativa,
cuáles son estas obligaciones. Así se tiene que:
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1 Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149,
párr. 131.
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18. Así las cosas, este Tribunal considera que también la responsabilidad
de proteger y garantizar la salud mental de los enfermos psíquicos re-
cae sobre la familia, por ser la más apropiada para brindar apoyo, pro-
tección y cariño. La familia cumple un papel fundamental en el trata-
miento del paciente, pues su apoyo, protección y cariño puede permi-
tir que el paciente se reincorpore a la sociedad y recupere su estado
pleno de salud mental. En este contexto, la familia también asume una
posición de garante, pues es las más indicada para activar los servicios
de salud a favor de sus familiares afectados con trastornos mentales.
20. Por estas razones, en cada caso concreto, el juez evaluará y determi-
nará si el tratamiento prescrito puede practicarse con la participación
de la familia, siempre y cuando ella cuente con las características ante-
riormente mencionadas. Y en caso que no, se deberá acudir al princi-
pio de solidaridad para que el Estado sea quien garantice la efectiva
protección del derecho a la salud mental del afectado. Ello porque el
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LAMBAYEQUE
18. Por su propia naturaleza, y a diferencia de lo que sucede con otra clase
de remedios procesales constitucionales que tienen una marcada di-
mensión objetiva [como sucede con el proceso de inconstitucionalidad
de las leyes y el conflicto entre órganos constitucionales], en el caso de
los procesos constitucionales de la libertad (hábeas corpus, amparo y
hábeas data), lo resuelto con la sentencia vincula únicamente a las par-
tes que participan en él.
Excepto el supuesto de que sobre una persona que haya obtenido una
sentencia en su favor, un tercero pretenda o realice un acto similar de
agravio, al que se refiere el artículo 9° de la Ley N.° 23506, lo normal es
que la sentencia dictada en estos procesos sólo se pueda oponer al
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9. Por ello, este Colegiado considera que, en aplicación del artículo 201º
de la Constitución, más allá de los supuestos establecidos en el artículo
202º de la misma, es competente para revisar, vía RAC, las sentencias
estimatorias que bajo el pretexto de proteger ciertos derechos funda-
mentales, convaliden la vulneración real de los mismos o constitucio-
nalicen situaciones en las que se ha producido un abuso de derecho o
la aplicación fraudulenta de la Constitución; todo ello, en abierta con-
travención de los dispositivos, principios y valores materiales de la
Constitución.
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EXP. N° 2748-2010-PHC/TC
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15. Finalmente, cabe recordar que los delitos de tráfico ilícito de drogas y
lavado de activos, constituyen ilícitos de carácter pluriofensivo, en la
medida que ponen en estado de alarma y peligro a las bases sociales y
amenazan la propia existencia del Estado. Es por ello, que la obliga-
ción constitucional del Estado peruano, prevista en el artículo 8º de la
Constitución, de prevenir y sancionar este tipo de ilícitos “no debe ago-
tarse en la mera descripción típica de las conductas delictivas en el
Código Penal y en las leyes especiales, criminalizando el delito de
tráfico ilícito de drogas [y sus derivaciones], con penas severas pro-
porcionales a los bienes constitucionalmente protegidos que se afligen,
sino que además para llegar a tal cometido debe procurarse el estable-
cimiento de procedimientos de investigación eficientes, es decir, que
objetivamente demuestren resultados cada vez más eficaces; lo contra-
rio, significaría incurrir en una infracción constitucional por parte de
las autoridades competentes para ello” (Exp. Nº 04750-2007-PHC/TC).
En ese sentido, a fin de concretizar esta obligación constitucional de
prevenir y sancionar eficazmente el tráfico ilícito de drogas y sus deri-
vaciones, y estando a lo dispuesto por el artículo III del Título Preli-
minar del CPConst., este Tribunal considera que en los procesos cons-
titucionales en que se haya dictado sentencia estimatoria de segundo
grado relacionados con el delito de tráfico ilícito de drogas y/o lavado
de activos, excepcionalmente, la Procuraduría del Estado correspon-
diente se encuentra habilitada –independientemente del plazo– para la
interposición de un recurso de agravio constitucional especial, el mis-
mo que deberá concedido por las instancias judiciales.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
8. Los recursos, por su naturaleza, pueden tener dos tipos de efectos: los
que se deducen de la simple interposición del recurso, y los que se
deducen de la decisión del medio impugnatorio. En esta última
categoría se encuentra el RAC.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
Este contenido también debe ser traspolado a una categoría como la del
RAC, pero siempre tomando en cuenta lo que significa su introduc-
ción a los procesos constitucionales de libertad. En este esquema, si
bien es cierto que un sistema procesal en el que no se permitiese a ca-
da parte –en el caso de los procesos constitucionales, demandante o
demandado–, recurrir las resoluciones judiciales, y así resolver las con-
tiendas con tremenda rapidez, sería poco menos que inconcebible o in-
justo, no lo es menos que este servicio podría comprometer drástica-
mente el propio contenido de las resoluciones, sacrificando la justicia
de la decisión a su prontitud.
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
No hay que olvidar, además, que el TC, como parte del Estado, tam-
bién debe cumplir uno de los deberes primordiales asignados por la
Constitución (en su artículo 44°), cual es garantizar la plena vigencia
de los derechos humanos, función que es congruente con el rol especí-
fico que el artículo 201° de la propia Norma Fundamental le ha asig-
nado, en tanto órgano de control de la misma.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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14. El artículo 18° del CPCo desarrolla la figura del RAC, estatuyéndolo
como un recurso impugnativo que requiere de causales específicas
para su interposición.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
Entonces, por más sustracción de la materia que exista, y por más im-
posible que resulte cautelar la tutela subjetiva de los derechos de una
persona, igual se puede, vía el RAC, proteger la eficacia y respeto de
los derechos fundamentales, situación coincidente con el fin que este
recurso posee.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
Ante ello, sólo cabe mencionar que este Colegiado considera que una
lectura amplia y desventajosa de una excepción por parte de los juz-
gadores de primera y segunda instancias sí puede terminar vulneran-
do los derechos de las personas que acuden a los procesos constitucio-
nales. Por ello, queda claramente habilitada la vía del RAC para solici-
tar la protección en este supuesto.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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Con respecto a ello, debe fijarse con claridad cuál es la línea jurispru-
dencial que se debe seguir. El caso se refiere a la denegatoria del re-
curso por causa de vicio procesal por haber sido interpuesto por un
abogado que no tenía la representación de los demandantes; es decir,
que no fue éste el que firmó la demanda. Corresponde, entonces, uni-
ficar la jurisprudencia, léase, dejar sentado cuáles son los efectos de la
declaración de denegatoria del RAC. El fallo adecuado es el que pres-
cribe lo siguiente:
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
Esto es lo que se busca insistir con la existencia del RAC, toda vez que
con los supuestos antes explicados se puede conseguir la búsqueda re-
al de protección de los derechos fundamentales. Ahora bien, es nece-
sario determinar cómo, en este marco explicativo, se inserta la alegada
determinación de la responsabilidad del agresor.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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tiene relación alguna con lo que se busca con el RAC. Con la salvedad
de los supuestos jurisprudenciales explicados supra, sólo es pertinente
la utilización del RAC con el fin de atacar una resolución que sea pro-
piamente denegatoria de protección de derechos fundamentales (in-
fundada o improcedente) y, en el caso concreto, de la libertad perso-
nal.
Por eso, no es aceptable que el RAC, como bien está expresado en fojas
103 del Expediente, sea dirigido
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Por ende, este Colegiado considera que el RAC debe significar una
forma no exactamente de restringir arbitrariamente las prerrogativas
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De esta manera, las secciones han sido creadas con la finalidad de ser
órganos que se aboquen a realizar un filtro de las demandas que lle-
gan al TC, de tal manera que solamente sean resueltos mediante sen-
tencia aquellos casos que hayan pasado este filtro.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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Dado que ni la Constitución ni las leyes han establecido, más allá del
reconocimiento de la protección del contenido constitucionalmente
protegido, excepciones o limitaciones en cuanto a la procedencia de las
solicitudes de salvaguardia de los derechos, este Tribunal considera
que es necesario determinar, sobre la base de los criterios que se han
ido estableciendo supra, cuándo le corresponde intervenir. Así, a partir
de la jurisprudencia y las disposiciones del CPCo mencionadas, puede
inferirse que el contenido constitucionalmente protegido de los dere-
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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GRÁFICO N.º 1
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
Ésta debe ser la base para que el TC pueda aceptar un RAC. Sólo
cuando se alegue que el derecho involucrado está siendo vulnerado en
el contenido esencial de su ámbito constitucionalmente protegido, se
podrá llegar a analizar el fondo de lo pedido. Ante ello, es necesario
tener en cuenta lo que establece el CPCo respecto a la procedencia del
recurso.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
8. Por su parte, el artículo 2º, inciso 11, de la Constitución Política del Perú
establece que toda persona tiene derecho “A elegir su lugar de residen-
cia, a transitar por el territorio nacional y salir de él y entrar en él, salvo
limitaciones por razones de sanidad o por mandato judicial o aplica-
ción de la ley de extranjería”. Asimismo, el artículo 25, inciso 6, del
Código Procesal Constitucional establece que procede el hábeas corpus
ante la acción u omisión que amenace o vulnere “El derecho de los na-
cionales o de los extranjeros residentes a ingresar, transitar o salir del
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
16. De lo expuesto, se advierte que tanto el oficio que ordena el registro del
mandato de impedimento de salida del país contra “Victorio Trejo Car-
los” (fojas 27) como la resolución expedida por la Sala Penal Superior
que dispone no haber mérito para pasar a juicio oral y el oficio para
que sean anulados los antecedentes generados contra “Carlos Alberto
Victorio Trejo” (de fojas 45 y 46), están directamente referidos al proce-
so penal aperturado contra el ahora accionante “Carlos Alberto Victo-
rio Trejo”. Mas aún, si éste, en el fundamento 4 de su recurso de apela-
ción ha señalado que “se encuentra debidamente acreditado que el Jefe de la
División de Requisitorias no ha cumplido con el mandato del Poder Judicial
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
para que se deje sin efecto el impedimento de salida del país, para Carlos Victo-
rio Trejo ó Carlos Alberto Victorio Trejo, con lo que queda demostrado que los
denunciados han violado la libertad individual del recurrente” (fojas 40).
18. Finalmente, por lo expuesto, este Alto Tribunal considera que la medi-
da de impedimento de salida del país contra el accionante resulta in-
compatible con las formas de restricción a la libertad de tránsito previs-
tas por la Constitución y las leyes pertinentes que emergen de ella, por
lo que la demanda debe ser estimada.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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EXP. N° 3052-2009-PA/TC
CALLAO
24. En este contexto, bien puede afirmarse, sin margen a dudas, que el
cobro de la indemnización por despido arbitrario, regulado en el
artículo 34 y 38 del Decreto Supremo 003-97-TR, origina la aceptación
de una forma de protección contra el despido, que es la forma
resolutoria. Así, lo ha sustentado este Colegiado en reiterada
jurisprudencia, señalando que “el actor desde el momento que procedió a
cobrar el pago de la indemnización por despido arbitrario, optó por la eficacia
resolutoria frente al despido al cual estaba siendo objeto y no por la eficacia
sustitutoria, esto es por la protección procesal previsto a través del proceso de
amparo constitucional; quedando de esta forma extinguida la relación laboral,
desde el momento que el actor obtuvo protección adecuada; por ello a juicio del
Tribunal Constitucional, el artículo 34 del Texto Único Ordenado de la Ley
de Productividad y Competitividad Laboral aprobado por Decreto Supremo
003-97-TR, en concordancia con lo establecido en el inciso d) del artículo 7
del Protocolo de San Salvador, vigente en el Perú desde el 27 de mayo de
1995, ha previsto la indemnización como uno de los modos mediante los
cuales el trabajador despedido arbitrariamente puede ser protegido
adecuadamente (…)” (STC 03965-2007-PA/TC). En este sentido, si un
trabajador cobra su indemnización por despido arbitrario, de manera
voluntaria, como protección adecuada contra el despido arbitrario, la
interposición de un proceso de amparo devendrá improcedente.
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
27. Por último, no podemos dejar de anotar que, el inciso 2) del artículo 26
de nuestra Carta Magna, consagra el principio de irrenunciablidad de los
derechos laborales reconocidos por la Constitución y la ley, el cual
prohíbe que, mediante actos de disposición, el trabajador, se despoje
de sus derechos, previstos en las normas taxativas (no dispositivas),
las que son de orden público y tienen vocación tuitiva a la parte más
débil de la relación laboral (STC 0008-2005-AI/TC, FJ 24).
230
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
29. Es por esta razón que para evitar un accionar doloso por parte del
empleador, este Colegiado considera necesario establecer que, el
empleador debe proceder a depositar de ser el caso la indemnización
por despido arbitrario u otro concepto que tenga el mismo fin
“incentivos” únicos conceptos que supone la protección alternativa
frente al amparo, en una cuenta distinta a la que corresponde a la CTS;
de efectuarlo a través de consignación judicial no podrá incluirlo
conjuntamente con el pago de los beneficios sociales (CTS u otros
conceptos remunerativos), el que se efectuará en consignación judicial
diferente.
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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EXP. Nº 03247-2008-PHC/TC
CUZCO
CASO: J.V.C.B.
SISTEMA DE RESPONSABILIDAD PENAL JUVENIL
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
2 TEJEIRO LÓPEZ, Carlos. Teoría general de niñez y adolescencia. Bogotá: Universidad de Los
Andes y UNICEF, 3ra edición, 1998, p. 67.
3 Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 1386 (XIV)
del 20 de noviembre de 1959.
4 Convención adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución
44/25 del 20 de noviembre de 1989. Ratificada por el Perú mediante Resolución Legislati-
va N° 25278 del 3 de agosto de 1990.
5 Ver: GARCÍA MÉNDEZ, Emilio. Derecho de la infancia-adolescencia: De la situación irregular a
la protección integral. Bogotá: Universidad de Los Andes y UNICEF, 3ra edición, 1998, pp.
23-25.
234
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
6 CILLERO BRUÑOL, Miguel. “El interés superior del niño en el marco de la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño”. En: GARCÍA MÉNDEZ, Emilio y BELOFF,
Mary (Compiladores): Infancia, Ley y Democracia en América Latina. Editorial Te-
mis/Depalma, Santa Fe de Bogotá- Buenos Aires, 1998, p. 78.
7 Tribunal Constitucional. Exp. N.° 6165-2005-HC/TC. Sentencia del 6 de diciembre de
2005, fundamento 12.
235
ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
10. Que, de esta forma, los elementos principales de una doctrina de pro-
tección integral viene a ser, entonces:
a) La consideración del niño y el adolescente como sujetos de dere-
chos y no como meros objetos de protección. Estos derechos inclu-
yen todos los consagrados en la Constitución y los tratados inter-
nacionales ratificados por el Perú.
b) La obligación de la sociedad y del Estado en la adopción e imple-
mentación de políticas públicas, de carácter prioritario, en materia
de educación, salud, deporte, cultura, esparcimiento, seguridad
pública, justicia, trabajo, producción y consumo hacia el niño y
adolescente. De forma complementaria, se establece la necesidad
de que se adopten planes especiales sobre temas especiales enfoca-
dos hacia la infancia y adolescencia, tales como la trata de perso-
nas, programas de adopción, trabajo infantil, entre otros.
c) Un sistema de protección basado en la Constitución y la ley, y a
través del cual no es el niño o el adolescente los que se encuentran
en una situación irregular, sino que son las instituciones, públicas o
privadas, las que se encuentran en tal condición por no poder satis-
facer las necesidades de aquellos.
d) El diseño de un sistema de responsabilidad penal especial para
aquellas personas menores de dieciocho años (de acuerdo con el
Art. 1 de la Convención) que entren en colisión con la ley penal.
e) Un sistema de responsabilidad penal juvenil que desarrolle un me-
canismo de pesos y contrapesos, en la cual el juez, la defensa y el
Ministerio Público tienen atribuciones y funciones determinadas
por la ley. En el ámbito penal, se asegura el respeto al principio de
igualdad, sustituyendo “el binomio impunidad-arbitrariedad por
el binomio severidad-justicia”8.
f) En casos excepcionales, se permite una privación de la libertad pe-
ro bajo un régimen especial de acuerdo con la Constitución, la
Convención de los Derechos del Niño y demás instrumentos inter-
nacionales.
236
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
9 Ver: Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Observación General Nº
10- Los derechos del niño en la justicia de menores. Ginebra, 44º período de sesiones, 15 de
enero a 2 de febrero de 2007, numerales 6, 11, 12 y 13.
10 Ver: Ibídem, numeral 6.
237
ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
e) El respeto al debido proceso11: En este caso se reitera que tanto los pro-
cesos judiciales como administrativos deben estar sujetos a los de-
rechos y garantías del debido proceso consagrados en los tratados,
prestando especial atención, entre otros, a: (i) la presunción de ino-
cencia; (ii) la información sin demora y directa de los cargos; (iii) la
asistencia jurídica u social apropiada; (iv) los procesos sumarios y
participación directa de los padres; (v) el respeto a la vida privada;
y (vi) a la imparcialidad en el proceso.
238
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
12. Que este Tribunal no ignora la realidad del país en la cual la delin-
cuencia juvenil se ha convertido en un creciente problema de insegu-
ridad ciudadana. Sin embargo, se tiene la obligación de enfatizar que
ningún sistema de responsabilidad penal juvenil solucionará esta si-
tuación sin el desarrollo de políticas de prevención que logre socializar
e integrar a los niños con sus familias, con su colegio y con su comu-
nidad.
13 Ver: Ley Nº 27337 del 21 de julio de 2000 y publicada en el Diario Oficial El Peruano el 7 de
agosto de 2000.
14 Ver: Corte Interamericana de Derechos Humanos, Ob. Cit., numeral 109.
239
ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
15 Ver: Informe del experto independiente para el estudio de la violencia contra los niños,
presentado a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Resolución A/61/299 del 29
de agosto de 2006.
16 Ver: Ibídem, numerales 53 a 63.
17 Ver: Ibídem, numeral 112.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
16. Que el artículo 37 de la Convención sobre los Derechos del Niño de-
termina el marco general de un sistema de responsabilidad penal ju-
venil al establecer que la privación de la libertad del niño es posible
como una medida de último recurso, pero en establecimientos especia-
les separados del régimen para los adultos y por el menor tiempo po-
sible, tomando en cuenta sus necesidades especiales.
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
242
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
21 Ver: Asamblea General de las Naciones Unidas. Resolución 45/113, del 14 de diciembre
de 1990.
22 Ver: Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, Ob. Cit, numeral 89.
23 Ibídem.
243
ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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EXP. N° 3426-2008-PHC/TC
LIMA NORTE
12. El artículo 71º del Código Penal señala que las medidas de seguridad
son: 1) la internación, y 2) el tratamiento ambulatorio, las que sólo pue-
den ser ordenadas por intereses públicos predominantes y en casos ra-
zonablemente necesarios. Asimismo, el artículo 74º del mismo cuerpo
legal establece que: “La internación consiste en el ingreso y tratamiento del
inimputable en un centro hospitalario especializado u otro establecimiento ade-
cuado, con fines terapéuticos o de custodia. Sólo podrá disponerse la interna-
ción cuando concurra el peligro de que el agente cometa delitos considerable-
mente graves”.
13. En el derecho penal las penas tienen una naturaleza distinta respecto
de las medidas de seguridad. Mientras que la pena constituye la san-
ción tradicional que caracteriza al derecho penal y es un mal con el que
este amenaza en el caso de que se realice un acto considerado como de-
lito; las medidas de seguridad no suponen la amenaza de un mal en el
caso de que se cometa un delito, sino un tratamiento dirigido a evitar
que un sujeto peligroso nuevamente llegue a cometerlo. No obstante
ello, desde la perspectiva constitucional, la medida se seguridad de in-
ternación se justifica no sólo porque persigue evitar la comisión de fu-
turos delitos, sino también porque su finalidad es la recuperación de la per-
sona. Por ello, es una exigencia constitucional que, a fin de que dicha
medida cumpla su finalidad, la persona sea internada en un centro
hospitalario que cuente con tratamiento médico especializado y la ade-
cuada atención profesional.
245
ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
18. El artículo 11º de la Ley Nº 26842, Ley General de Salud, prescribe que:
“El alcoholismo, la farmacodependencia, los transtornos psiquiátricos y los de
violencia familiar se consideran problemas de salud mental. La atención de la
salud mental es responsabilidad primaria de la familia y del Estado”. En ese
sentido, resulta de especial relevancia la activa y oportuna intervención
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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EXP. N° 3561-2009-PA/TC
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
10. En buena cuenta, para los Convenios núms. 98, 151 y 154 y la
Recomendación núm. 91, la negociación colectiva es concebida como
el procedimiento que permite generar acuerdos y formalizar
compromisos que den respuesta a los distintos intereses de los
empleadores y trabajadores. Por ello, el contenido de la negociación
colectiva o las materias objeto de negociación se centran en las
condiciones de trabajo y de empleo en un sentido amplio, y en la
regulación de las relaciones entre empleadores y trabajadores y sus
respectivas organizaciones.
250
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
Por dicha razón, en el artículo 4° del Convenio núm. 98, con carácter
promocional, se postula que los procedimientos de negociación
voluntaria deben ser estimulados y fomentados. En sentido similar, el
artículo 5° del Convenio núm. 154 reconoce el deber de fomentar la
negociación colectiva.
Por dicha razón, puede concluirse que los convenios de la OIT sobre
negociación colectiva no imponen la obligación formal de negociar o
de obtener un acuerdo, ni obligan a los Estados a imponer
coercitivamente la negociación colectiva; sin embargo, ello no debe
entenderse como que los Estados tengan que abstenerse de adoptar
medidas encaminadas a estimular y fomentar el desarrollo y la
utilización de los mecanismos de la negociación colectiva que hayan
establecido.
251
ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
252
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
c. Principio de la Buena Fe
16. Para que la negociación colectiva funcione eficazmente, las dos partes
deben actuar con buena fe y lealtad para el mantenimiento de un
desarrollo armonioso del proceso de negociación colectiva, es decir,
deben realizar un esfuerzo sincero de aproximación mutua para
obtener un convenio. Sin embargo, como la buena fe no se impone por
ley, únicamente puede obtenerse de los esfuerzos voluntarios,
recíprocos, serios y continuos de las empleadores y trabajadores.
Por ello, es importante que tanto los empleadores como los sindicatos
participen en las negociaciones de buena fe y hagan todo lo posible y
necesario para llegar a un acuerdo razonable y coherente, es decir, que
debe buscarse la celebración de negociaciones verdaderas, eficientes,
eficaces y constructivas.
253
ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
18. Teniendo presente que los Convenios núms. 98, 151 y 154 desarrollan y
complementan el derecho de negociación colectiva para que su
ejercicio sea real y efectivo, este Tribunal considera que dichos
convenios forman parte del bloque de constitucionalidad del artículo
28º de la Constitución, razón por la cual pueden ser entendidos como
normas interpuestas al momento de evaluar los supuestos vicios de
inconstitucionalidad de una ley sometida a control concreto o
abstracto.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
4 DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría general del proceso. Aplicable a toda clase de procesos.
Buenos Aires: Universidad, 2002, 3ra. edición, pp. 454 y 455.
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
12. Se entiende por cese del acto lesivo aquella situación por medio de la
cual la acción u omisión que origina una amenaza o violación de un
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS JURÍDICOS EGACAL
21. Como se aprecia, la norma general prevista en el artículo 17º del Códi-
go Procesal Constitucional debe ser complementada con las normas
específicas señaladas en el cuadro, a fin de determinar lo que corres-
ponda ser establecido en una sentencia que declara fundada la de-
manda respectiva. Una lectura en conjunto de estas normas permite
concluir que toda sentencia estimativa emitida en un proceso de tutela
de derechos fundamentales debe precisar, en su parte resolutiva, lo si-
guiente:
266
DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
22. Del contenido de las sentencias depende en gran medida su cabal eje-
cución y cumplimiento, por lo que es importante que en todas las de-
cisiones relacionadas con la tutela de derechos fundamentales se esta-
blezca en forma clara los aspectos antes mencionados. La precisión de
todos ellos le permitirá al juez de ejecución resolver de modo rápido y
en forma adecuada los pedidos de represión de actos lesivos homogé-
neos.
24. Al respecto debe advertirse que en los casos en que luego de presenta-
da la demanda cesó el acto lesivo o devino en irreparable el derecho
fundamental, pero el juez emitió pronunciamiento sobre el fondo, en
aplicación del segundo párrafo del artículo 1º del Código Procesal
Constitucional, el mandato judicial no requerirá un cumplimiento in-
mediato, pues su objetivo es advertir que determinadas conductas no
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25. Algo similar ocurre si el Tribunal Constitucional declara que una de-
terminada situación lesiva de derechos fundamentales constituye un
estado de cosas inconstitucional, por cuanto los efectos de su decisión so-
bre un caso concreto benefician a cualquier otra persona que se en-
cuentre en similar situación. De producirse la afectación de un dere-
cho, a través de la reiteración de una acción u omisión que ha sido ca-
lificada como un estado de cosas inconstitucional, la persona agraviada
no tendría que dar inicio a un nuevo proceso constitucional (que es
justamente lo que busca evitarse con la mencionada declaración) sino
acudir a la represión de actos lesivos homogéneos.
a) Persona afectada
28. El primer aspecto que debe ser evaluado por la autoridad jurisdiccio-
nal se relaciona con las características de la persona que presenta un
pedido de represión de actos lesivos homogéneos, pues debe ser la
misma que en el proceso constitucional que dio origen a la sentencia
fue considerada como la persona afectada en sus derechos fundamen-
tales, lo que refuerza la necesidad de que en el fallo respectivo que de-
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
29. En los casos en que la demanda que dio origen al proceso fue presen-
tada por una sola persona, no debería existir mayores problemas para
evaluar este requisito. Las principales dudas podrían presentarse en el
caso de los denominados derechos difusos y colectivos (entendidos co-
mo derechos supraindividuales), así como en el caso de las demandas
sobre actos individuales homogéneos (entendidos como derechos pluriin-
dividuales). Si bien a nivel de la doctrina existen diferentes formas de
denominar a estos tres tipos de situaciones, es posible encontrar algu-
nas definiciones operativas que permiten comprender sus alcances.
10 FERRER MAC-GREGOR, Eduardo. Juicio de amparo e interés legítimo: la tutela de los derechos
difusos y D.F: colectivos. México Porrúa, 2003, p.12.
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11 El tercer párrafo del artículo 40º del Código señala: ”Asimismo, puede interponer demanda de
amparo cualquier persona cuando se trate de amenaza o violación del derecho al medio ambiente u
otros derechos difusos que gocen de reconocimiento constitucional, así como las entidades sin fines
de lucro cuyo objeto sea la defensa de los referidos derechos”.
12 El segundo párrafo del artículo 67º del Código señala: “Tratándose de la defensa de derechos
con intereses difusos o colectivos, la legitimación corresponderá a cualquier persona”.
13 FERRER MAC-GREGOR, Eduardo. Ob. cit., p. 16.
14 FERRER MAC-GREGOR, Eduardo. Ob. cit., p. 15.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
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36. El segundo aspecto que debe ser evaluado por la autoridad jurisdic-
cional se relaciona con el origen o la fuente del acto respecto al cual se
pide la represión por considerársele como homogéneo a uno anterior.
En ese sentido el nuevo acto lesivo debe ser llevado a cabo por la
misma entidad, autoridad, funcionario o persona que fue obligada a
dar, hacer o dejar de hacer algo a través de la sentencia de condena es-
tablecida en un proceso constitucional.
38. Sobre el origen o fuente del acto lesivo homogéneo, Sagüés señala15:
15 SAGÜÉS, Néstor Pedro. Derecho procesal constitucional. Acción de amparo. Buenos Aires:
Astrea, 4ta. edición, 1995, pp. 462-463.
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16 RIVAS, Adolfo Armando. El amparo. Buenos Aires: La Rocca, 2003, pp. 612-613.
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2.5.2 Elemento objetivo: homogeneidad del nuevo acto respecto a uno ante-
rior
42. El carácter homogéneo del nuevo acto lesivo debe ser manifiesto, es
decir, no deben existir dudas sobre la homogeneidad entre el acto an-
terior y el nuevo. En caso contrario, debe declararse improcedente la
solicitud de represión respectiva, sin perjuicio de que el demandante
inicie un nuevo proceso constitucional contra aquel nuevo acto que
considera que afecta sus derechos fundamentales, pero que no ha sido
considerado homogéneo respecto a un acto anterior.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
44. En el caso del proceso de hábeas data, el uso de esta institución puede
llevarse a cabo en función al artículo 65º del mismo Código, de acuer-
do al cual las normas sobre el proceso de amparo pueden ser aplicadas
al proceso de hábeas data.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
2.6.3 Trámite
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
de apelación. Esta opción ha sido acogida por el artículo 22º del Códi-
go Procesal Constitucional.
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17. La igualdad, en tanto principio, es uno de los pilares del orden consti-
tucional que permite la convivencia armónica en sociedad y es tam-
bién un principio rector de la organización del Estado Social y De-
mocrático de Derecho y de la actuación de los poderes públicos y de
los particulares. En tanto derecho implica una exigencia de ser tratado
de igual modo respecto a quienes se encuentran en una idéntica situa-
ción, debido a que los derechos a la igualdad y a la no discriminación
se desprenden de la dignidad y naturaleza de la persona humana.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
24. Para el caso que nos ocupa, esta Convención reafirma que la discrimi-
nación contra la mujer comprende toda distinción de trato por razón
de sexo que: (i) con intención o sin ella sea desfavorable para la mujer;
(ii) sea un obstáculo para que la sociedad en su conjunto reconozca los
derechos humanos de la mujer en la esfera pública y en la esfera pri-
vada; o (iii) sea un obstáculo para que las mujeres gocen y ejerzan ple-
namente todos sus derechos humanos.
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3 Ibídem.
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33. Entre las medidas que el Estado peruano ha adoptado para eliminar la
discriminación, tanto en la esfera pública como en el ámbito privado,
cabe destacar las siguientes:
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39. En el apartado a), del Art. 1.1 del Convenio 111 se define la discrimi-
nación laboral como “cualquier distinción, exclusión o preferencia ba-
sada en motivos de raza, color, sexo, religión, opinión política, ascen-
dencia nacional u origen social que tenga por efecto anular o alterar la
igualdad de oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación”.
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54. Asimismo debe tenerse presente que el Art. 11.1.2 de la CEDM esta-
blece que la mujer debe estar protegida en el trabajo frente a la discri-
minación basada en la maternidad. De ahí que el Estado peruano haya
asumido las obligaciones de prohibir a los empleadores utilizar el em-
barazo como criterio para la contratación o el despido de empleadas, y
de adoptar todas las medidas necesarias para permitir que los padres
combinen las obligaciones para con la familia con las responsabilida-
des del trabajo, concediéndoles prestaciones como la licencia de ma-
ternidad remunerada, subsidios para el cuidado de los hijos y una pro-
tección especial de la salud durante el embarazo.
56. De otra parte conviene señalar que cuando se sostenga que se es objeto
de una conducta discriminatoria, debe acreditarse la existencia de in-
dicios que generen una razonable sospecha, apariencia o presunción
en favor de semejante alegato, para lo cual se requiere, por lo menos,
la prueba indiciaria.
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JUNÍN
CASO: VÍCTOR ESTEBAN CAMARENA. CAUSALES DE
IMPROCEDENCIA DEL PROCESO DE HABEAS CORPUS
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8. En tal sentido cabe señalar que el juez constitucional al recibir una de-
manda de hábeas corpus, tiene como primera función verificar si ésta
cumple los genéricos requisitos de procedibilidad previstos en los artí-
culos 2º, 3º, 4º y 5º del CPConst., pues solo así podrá comprobar si la re-
lación jurídica procesal es válida y, por tanto, es factible que se pro-
nuncie sobre el fondo del asunto controvertido.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
12. Pues bien, delimitados los supuestos en los cuales no resulta válido que
los jueces constitucionales declaren liminarmente improcedente una
demanda de hábeas corpus, corresponde determinar en qué supuestos
si resulta válido rechazar liminarmente una demanda de hábeas cor-
pus. Así, los jueces constitucionales podrán rechazar liminarmente una
demanda de hábeas corpus cuando:
a. Se cuestione una resolución judicial que no sea firme (artículo 4).
b. Los hechos y el petitorio de la demanda no están referidos en
forma directa al contenido constitucionalmente protegido del de-
recho invocado (artículo 5.1).
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13. Así las cosas, en el presente caso resulta necesario abordar la causal de
falta de contenido constitucionalmente protegido del derecho a la li-
bertad individual o los derechos conexos a ella, debido a que el juez a
quo resolvió declarar improcedente la demanda basándose, precisa-
mente, en que la pretensión del recurrente no forma parte del conteni-
do constitucionalmente protegido. En tal sentido, señaló que:
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
15. De ahí que este Tribunal en el proceso de hábeas corpus haya venido
aplicando, caso por caso, la falta de contenido constitucionalmente pro-
tegido como causal de improcedencia. A modo de ejemplo, puede se-
ñalarse que en la RTC 2713-2007-PHC/TC, se precisó que la valoración
de los medios probatorios que a tal efecto se presenten en el proceso
penal es competencia exclusiva de la justicia ordinaria y no de la justi-
cia constitucional, razón por la cual la pretensión de revaloración de los
medios probatorios no está referida al contenido constitucionalmente
protegido por el hábeas corpus.
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EXP. N° 6534-2006-PA/TC
LIMA
15. Aunque como se ha visto lo que reclama la demandante tiene que ver
con una supuesta afectación de derechos como la libertad de contrato,
la salud y la dignidad, esconde tras de sí y en la lógica del propio peti-
torio planteado, un tema mucho más relevante, el de saber si la deci-
sión de cortar el servicio de agua potable afecta un derecho fundamen-
tal autónomo, consistente en el goce y disposición misma del líquido
elemento. Se trata en otros términos de verificar si a la luz de las op-
ciones valorativas reconocidas por nuestro ordenamiento constitucio-
nal, puede o no hablarse de un derecho constitucional al agua potable
y si tras su eventual vulneración o amenaza, le asiste la protección
constitucional que se otorga al resto de atributos y libertades expresa-
mente reconocidas por la Constitución.
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17. En el caso específico del derecho al agua potable, este Colegiado con-
sidera que aunque dicho atributo no se encuentra considerado a nivel
positivo, existen no obstante una serie de razones que justifican su
consideración o reconocimiento en calidad de derecho fundamental.
Asumir dicha premisa supone perfilar su individualización dentro del
contexto que ofrecen algunas de las perspectivas anteriormente enun-
ciadas. A tales efectos, atendiendo a que no existe norma expresa que
contenga dicho reconocimiento a nivel interno y a que a nivel interna-
cional aún se encuentran pendientes de desarrollo muchos de los
ámbitos que comprendería dicho atributo, puede acudirse primera-
mente a la opción valorativa o principialista y a la cláusula de los de-
rechos implícitos que le permite servir de referente. Así las cosas, la
utilización de la fórmula de individualización permitiría legitimar la
existencia de un derecho al agua potable en calidad de atributo fun-
damental no enumerado. Su reconocimiento se encontraría ligado di-
rectamente a valores tan importantes como la dignidad del ser huma-
no y el Estado social y democrático de derecho.
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DOCTRINA JURISPRUDENCIAL CONSTITUCIONAL • Parte II
20. Por ello, aun cuando no forma parte de la materia controvertida, que-
da claro que la consideración del rol esencial que tiene el agua para el
individuo y la sociedad en su conjunto permite situar su estatus no
sólo al nivel de un derecho fundamental, sino también al de un valor
objetivo que al Estado constitucional corresponde privilegiar.
22. Este acceso debe suponer que desde el Estado deben crearse, directa o
indirectamente (vía concesionarios), condiciones de acercamiento del
recurso líquido a favor del destinatario. Para tal efecto, varios pueden
ser los referentes: a) debe existir agua, servicios e instalaciones en for-
ma físicamente cercana al lugar donde las personas residen, trabajan,
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