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Isabel Maciel, Melanie Blanco, Ana Valentina De Sousa

3ro “B”

Pobreza en Brasil

Información del 24 de octubre de 2017

En total, 25 millones de personas dejaron de vivir en la


pobreza (extrema o moderada). Los expertos explican que hasta
1999, los índices de extrema pobreza en Brasil y en el resto de la
región eran parecidos y rondaban el 26%. Fue en 2012 cuando la
institución comenzó a observar una mayor reducción en territorio
brasileño: 9,6%.

La Institución explica las causas de los buenos resultados.


La primera es el crecimiento económico a partir de 2001, iniciado
durante el mandato del presidente Fernando Henrique Cardoso,
En segundo lugar, se alaban las políticas públicas que tienen
como objetivo la eliminación de la pobreza, como la Bolsa
Familia, que ofrece una modesta renta mensual a cambio de la
escolarización de los hijos, o el Brasil sin Miseria, pensado para
los más pobres. En último lugar se destaca el mercado de trabajo
nacional, donde las tasas de empleo formales aumentaron un
60% y la evolución del salario mínimo, hoy de 295 dólares.

Entre 2004 y 2014, decenas de millones de brasileños


salieron de la pobreza y el país fue citado a menudo como un
ejemplo para el mundo.

El crecimiento, modesto aunque sostenido, se volvió más


inclusivo gracias a políticas fuertemente enfocadas en la
reducción de la pobreza y a favor de un mercado laboral fuerte,
que advierte que el desafío todavía no ha acabado.
Si bien el país eliminó casi por completo la pobreza extrema
en la última década, pero, no obstante, 18 millones de brasileños
siguen viviendo en la miseria, un tercio de la población no
consiguió acceder a la clase media y se mantiene vulnerable
económicamente. La extrema pobreza continúa siendo un hecho
en este país sudamericano, donde quienes se encuentran en
esta situación ganan menos de 77 reales brasileños al mes.

Los economistas mantienen que una tasa de desempleo elevado


y los recortes en programas clave de bienestar social podrían
exacerbar los problemas.
Los altos precios de las materias primas y los recursos petroleros
durante la época de bonanza ayudaron a financiar programas de
bienestar social dirigidos a los más pobres.
Un año después de ser anfitriona de los Juegos Olímpicos de
2016, la ciudad de Río está tan quebrada que miles de
trabajadores públicos no cobran el sueldo o reciben pagos a
plazos.

"Cada día es una lucha por sobrevivir", reconoció Simón Batista,


de 40 años, con las lágrimas recorriéndole el rostro al
recordar que fue expulsada del Bolsa Familia tras el nacimiento
de su hijo, que ahora tiene un año. Quiere recurrir la decisión,
pero no tiene dinero suficiente para tomar los autocares para ir a
la oficina administrativa en el centro de la ciudad. Batista vive en
Jardim Gramacho, una favela en el norte de Río donde ella
y cientos de personas más buscan comida entre la basura
que se deposita ilegalmente en la zona.

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