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Introducción:
Cuando estudiamos la Palabra de Dios. Es necesario que reconozcamos que al confesar a Cristo como
nuestro Salvador personal, venimos a ser reflejo de Dios a otros. Dios comienza a manifestarse a través
y por medio de nuestra vida. Dios comienza a reflejarse en nosotros.
Hoy miraremos como se evidencia ese reflejo de Dios en nuestra vida, eso lo logramos con la obediencia.
Como padres que somos algunos, si nuestros hijos no obedecen a lo que se les dice, como nos sentimos,
unos fruncimos el ceño, otros reaccionan más fuerte, y así muchas otras características.
Lo mismo sucede en nuestro trabajo, si nuestro jefe da una instrucción para un trabajo específico y
nosotros no lo realizamos, que consecuencia podemos tener de no haberlo hecho.
Lo mismo en Dios. Como creemos que se siente Dios ante estos hijos desobedientes. Teniendo claro que
para ser llamados hijos de Dios, hubo un precio alto pagado por nosotros.
También podemos entenderlo más claramente en ISAIAS 30:1 que muchas palabras de las que
escuchamos son planes humanos y de pecado.
“ ¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con
cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!”.
No solamente las obras buenas que podamos hacer tocarán el corazón de Dios.
Cuantas veces muchos de nosotros hemos considerado que acciones que pensamos bondadosas
son agradables a Dios. Y tomo el caso de las veces que algunos pensamos que si vamos a la
cantina, al baile o a otro lugar que al Señor no le agrada con el pensamiento de evangelizar y
diciendo, eso lo estoy haciendo para alcanzar almas, “YO” no voy a participar de ello.
Hay momentos en que vivimos triunfos pasajeros, y los llamo así por el hecho de que nos
sentimos bien en el momento y pensamos que lo Dios nos decía en un momento anterior, era
errado, ya que habíamos conseguido el objetivo.
“HABACUC 2:4 He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe
vivirá.(B)”
“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique
adivinación, ni agorero,(B) ni sortílego, ni hechicero,(C)”
Por cuanto la adivinación es querer investigar que hacer, y la desobediencia a querer tener una
segunda opinión al mandato de Dios.
Ilustración:
“Cierto niño, muy pequeño, estaba agonizando y su padre, que lo amaba mucho, se afligía en
gran manera y no quería conformarse con que su hijo muriera, aunque con palabras de consuelo
se lo aconsejaban sus amigos. El pastor de la iglesia a la cual pertenecía ese padre atribulado le
daba iguales consejos y le decía que aceptara la voluntad divina y entregara la vida de su hijo a
Dios, principalmente porque no había probabilidades de que el niño sanara. El padre contestaba:
“No puedo conformarme. Estoy orando para que Dios me conceda la vida de mi hijo,
cualesquiera que sean las consecuencias.” Se realizó el anhelo del padre: el niño sanó, se
desarrolló, y su padre lo mimaba con exceso. El hijo llegó a ser un perverso: una espina que
siempre estaba hiriendo el corazón del padre. Cuando el hijo fue grande se hizo ladrón, robó
cosas de valor a uno de sus maestros, y cometió otros muchos delitos; fue llevado a la cárcel y
sentenciado a muerte. Tuvo una muerte ignominiosa, y sin que se arrepintiera de sus muchos
pecados. Cuando el hijo fue ejecutado, el padre se acordó de lo que le pidió a Dios, y con tristeza,
lágrimas y vergüenza confesó su insensatez y su pecado al no haber estado conforme con que se
hiciera la voluntad de Dios.”
La desobediencia remueve a Dios de su trono en medio de nuestra vida y coloca aquello que nos
produce satisfacción.
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo
quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”
Debemos entender que Dios se goza al igual que nosotros como padres terrenales de la obediencia de
nuestros hijos, y aún de aquellos que no tienen hijos, ven en sus padres la complacencia de su
obediencia.
Recordemos que es un verdadero discípulo, es aquel que cumple todo lo que su maestro indica.
b. Por cuanto nuestra obediencia es una manifestación del reflejo de Dios en nosotros.
i. JUAN 17:22-24
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. (23)
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me
enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (24) Padre, aquellos
que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi
gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.”
c. Por cuanto nuestra obediencia nos lleva a reprender toda desobediencia a Dios.
i. 2 CORINTIOS 10:3-6
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; (4) porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, (5) derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo, (6) y estando prontos para castigar toda desobediencia,
cuando vuestra obediencia sea perfecta.”
Entendamos lo que dice el versículo V.5, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de
Dios”.
“ECLESIASTES 10:20 Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara
digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la
palabra.”
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado
por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.”
e. Por cuanto nuestra obediencia es reflejo de nuestro cumplimiento a los mandamientos de Dios.
i. JUAN 14:23-24
“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos
a él, y haremos morada con él. (24) El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que
habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.”
“Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero
del mundo,(D) sino por la justicia de la fe.”
Conclusión:
Dios quiere que puedas entender que él demanda una obediencia completa.
Dios demanda una obediencia firme, aunque las circunstancias a nuestro alrededor no sean de estímulo
a ella.
Es por eso que nuestra obediencia debe estar basada en nuestra relación con Dios.
Te pregunto yo ¿Cuán obediente eres tú a Dios y a su Palabra? ¿Se refleja Dios en tú vida como resultado
de tú obediencia