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CAPITULO III. EL ABANDONO DEL PROCEDIMIENTO1.

GENERALIDADESEl abandono del


procedimiento se encuentra tratado en el Título XVI del Libro I del Código de Procedimiento Civil,
relativo a las “Disposiciones comunes a todo procedimiento”.Este incidente especial se relaciona al
impulso procesal y “tiene por fundamentos la certeza jurídica y la tranquilidad social, pues ‘tiende a
corregir la situación anómala que crea entre los litigantes la subsistencia de un juicio largo tiempo
paralizado’”. Note19.Para algunos, esta institución constituye una sanción de carácter procesal al
demandante, y así lo ha entendido la jurisprudencia en algún momento al señalar que “la institución del
abandono del procedimiento es una sanción de carácter procesal cuando todas las partes que figuran en un
juicio han cesado en su prosecución durante seis meses, contados desde la fecha de la última resolución
recaída en alguna gestión útil para dar curso progresivo a los autos”. Note20. Mientras que para otros es
una forma anormal de terminar el juicio, ya que el juicio no termina por sentencia definitiva, sino que por
una sentencia interlocutoria, “que dados ciertos supuestos normativos cuya ocurrencia fáctica en el
proceso fue discutida y probada bilateralmente, debe de imponerse por el tribunal la sanción
legal”. Note21.2. CONCEPTOTeniendo presente que el abandono del procedimiento puede ser entendido
bajo distintos prismas, en el aspecto doctrinario “se entiende por abandono del procedimiento aquella
sanción que la ley impone al demandante negligente como consecuencia de la inactividad de todas las
partes que figuran en el juicio por el término y en las condiciones que señala la ley, y cuya alegación es
conocida y resuelta incidentalmente por el tribunal que conoce actualmente el litigio”. Note22.En tanto,
en la jurisprudencia el concepto del abandono del procedimiento “constituye una sanción de carácter
procesal al demandante, que encontrándose en la obligación del impulso procesal a fin de que el juicio
prosiga, hasta su conclusión, no realiza gestiones en el sentido indicado. El reproche que se imputa al
actor es en consecuencia no realizar gestiones útiles para dar curso progresivo a los autos, por lo tanto
deben existir en el proceso actuaciones pendientes que hagan necesaria la intervención de
parte. Note23.3. REQUISITOSPara que tenga lugar el incidente de abandono del procedimiento suelen
señalarse diversos requisitos, entre ellos:Inactividad de las partesSe refiere a esta inactividad el artículo
152 del Código de Procedimiento Civil al señalar que “El procedimiento se entiende abandonado cuando
todas las partes que figuran en el juicio han cesado en su prosecución”.Entendiendo por partes “a aquellas
personas que ventilan ante un tribunal una contienda jurídica actual sobre sus derechos” Note24. , o según
lo señala la jurisprudencia “por partes debe entenderse para estos efectos los sujetos activos y pasivos del
proceso quienes tienen la responsabilidad de instar para que la controversia se resuelva mediante la
dictación de la sentencia definitiva, lo cual excluye a quienes por tener interés actual en sus resultados
intervienen como terceros en uso de la facultad que otorga el artículo 23 del Código de Procedimiento
Civil”. Note25. De ésta forma, debe entenderse a las partes directas, tales como demandado y
demandante. Sin embargo, Jorge Correa Selamé estima que la norma del artículo 152 comprende a las
partes indirectas o terceros, que intervienen voluntariamente en el juicio una vez iniciado éste.Ahora bien,
por juicio debe señalarse que éste existe como tal desde que la demanda ha sido legalmente notificada,
pues desde ese momento se entiende trabada la litis.En tanto que la expresión “cesar en su prosecución”
que utiliza el artículo 152 del Código de Procedimiento Civil, “ no significa otra cosa que a las partes
corresponde la carga procesal de substanciación y que ellas deben siempre promover la continuación del
juicio, aunque no lo haga el juez, no obstante sus facultades para actuar de oficio.” Note26.Transcurso del
tiempoLa inactividad de las partes debe producirse “durante seis meses, desde la fecha de la última
resolución recaída en alguna gestión útil para dar curso progresivo a los autos”, según el artículo 152 del
Código de Procedimiento Civil. Se trata de un plazo de meses, por lo tanto no se suspende durante los
días hábiles, ni durante el feriado judicial Note27. , siendo un “plazo fatal y consecuentemente se le
aplican los artículos 64 del Código de Procedimiento Civil y 49 del Código Civil”. Note28.Petición de la
parte demandadaSe colige del artículo 153 del Código de Procedimiento Civil, cuyo texto establece ensu
inciso primero que “El abandono podrá hacerse valer sólo por el demandado, durante todo el juicio y
hasta que se haya dictado sentencia ejecutoriada en la causa”. Resulta del todo “lógico que sólo el
demandado sea el titular de la acción de abandono, pues en nuestro Procedimiento Civil esta figura tiene
el carácter de sanción para el demandante negligente, sanción que no opera de oficio y en consecuencia la
ley sólo establece el derecho a alegarlo en beneficio de aquel que tiene el rol de sujeto pasivo de la
demanda”. Note29.Sentencia que lo declareAl aplicársele el procedimiento de los incidentes, la
resolución que adopte el tribunal, acogiendo la petición, deberá ser pronunciada a través de una
resolución judicial que tendrá el carácter de una sentencia interlocutoria, según lo dispuesto en el artículo
158 del Código de Procedimiento Civil, pues “falla un incidente del juicio, estableciendo derechos
permanentes a favor de las partes” Note30. . Para el caso de rechazarse éste incidente, la jurisprudencia ha
señalado que tal resolución sería un auto. Note31.4. TRAMITACIONSegún lo dispone el articulo 154 del
Código de Procedimiento Civil el abandono del procedimiento se tramita como incidente, así “la
alegación del abandono del procedimiento constituye un incidente al cual la ley procesal ha dado un
tratamiento especial contenido en el Título XVI del Libro I del Código de Procedimiento Civil, indicando
en el artículo 154 de ese cuerpo legal que ‘se tramitará como incidente’. Esta referencia supone la
aplicación de las reglas generales para los incidentes y entre ellos el artículo 89 del Código de
Procedimiento Civil ...” Note32. , es decir referente a la tramitación de los incidentes generales.Es un
incidente de previo y especial pronunciamiento, según denominación que le ha dado la doctrina, que
consiste en permitir que mientras ellos no se resuelven, suspenden el conocimiento del pleito. Note33.Su
inicio es a petición del demandado, formulado por vía de acción o excepción y antes de realizar cualquier
gestión en el juicio, e incluso debe formularse como petición principal y concreta en un mismo escrito, y
no como parte de un otrosí.Note34. Deducido el incidente se proveerá traslado por el término de tres días
fatales, aplicando las reglas generales, y así lo ha señalado la jurisprudencia: “el artículo 89 del Código de
Procedimiento Civil que prescribe la obligación de conceder a la contraparte un plazo de tres días para
responder la solicitud incidental, en concordancia con el principio formativo del procedimiento llamado
bilateralidad de la audiencia.” Note35. . Este plazo se suspenderá durante los feriados, “salvo que el
tribunal, por motivos justificados, haya dispuesto lo contrario”, según lo dispone el artículo 66 del Código
de Procedimiento Civil.Vencido el plazo dispuesto por la ley o por el tribunal, haya o no contestado el
demandante, se resolverá el incidente sin necesidad de prueba, o si ella es necesaria porque existen
hechos substanciales controvertidos, se recibirá el incidente a prueba y se fijarán los puntos sobre los que
deba recaer.El término probatorio, por regla general será de ocho días, y en él se debe rendir la prueba, se
presentará la lista de testigos dentro de sus dos primeros días, y se deducirán las tachas si éstas fueren
procedentes.Una vez vencido éste el tribunal fallará inmediatamente o a más tardar dentro de tercero día,
según lo dispone el artículo 91 del Código de Procedimiento Civil.Aspectos generalesEl abandono del
procedimiento tiene la particularidad de que puede hacerse valer durante todo el juicio, desde su inicio, es
decir “desde que la demanda se encuentra validamente notificada, momento desde el cual se producen
todos los efectos de su interposición” Note36. , y hasta que se haya dictado sentencia ejecutoriada en la
causa, según lo señala el artículo 153 del Código de Procedimiento Civil.La forma de hacer valer o
alegarse este incidente en el juicio, será por la vía de la acción o de la excepción. La primera de ellas
tendrá lugar cuando el demandado, constatando los requisitos que hagan procedente el abandono del
procedimiento se presente en juicio así solicitándolo. En tanto la segunda de ellas tiene lugar, si el
demandante después de haber cesado en su prosecución durante el plazo que establece la ley, pretende
continuar el juicio, compareciendo el demandado alegando este incidente como primera gestión.De
acuerdo al artículo 155 del Código de Procedimiento Civil “Si, renovado el procedimiento, hace el
demandado cualquier gestión que no tenga por objeto alegar su abandono, se considerará renunciado este
derecho”. Precluye su derecho, renovándose el procedimiento.5. EFECTOS PROCESALES Y CIVILES
DEL ABANDONO DEL PROCEDIMIENTOLas consecuencias jurídicas que producen su declaración en
el procedimiento y en los actos procesales que lo integran, pueden ser distinguidos sea en el aspecto
procesal o en el civil.De esta manera lo ha entendido la jurisprudencia al señalar “Que el abandono del
procedimiento produce efectos formales, procesales y de fondo de carácter civil. Desde luego, las
consecuencias procesales causados por la sentencia firme que declara abandonado el procedimiento es el
inmediato de hacer perder a las partes el derecho a continuar el procedimiento, el cual desaparece
totalmente con el efecto mediato de no poder hacerlo valer en un nuevo juicio. Los efectos de carácter
civil que esta situación procesal produce son: que no se extinguen las acciones que el actor dedujo en el
juicio cuyo procedimiento se declaró abandonado, ni tampoco las excepciones opuestas por el
demandado; el que subsisten los actos y contratos de que resulten derechos definitivamente constituidos,
y que no se interrumpe la prescripción por la notificación de la demanda practicada en un procedimiento
declarado abandonado, siendo este efecto consecuencia lógica de haber desaparecido todo el
procedimiento y extinguido por tanto el juicio” Note37.
En una sentencia de la Corte de Apelaciones de Concepción, sobre abandono
de la instancia (Arancibia con Rodríguez, despojo, Gaceta 1909, 1, Pág. 907,
s. 121) se sienta la doctrina, según la cual 'sentencia de término' equivale a
sentencia ejecutoriada. Para llegar a tal conclusión, la Corte razona más o
menos así: no puede entenderse que, al referirse la ley a 'sentencia de término
en la causa', haya querido significar la sentencia definitiva sin la calidad de
ejecutoria, porque, de ser así, una vez pronunciada la sentencia de
1.ª instancia, no habría derecho de alegar el abandonó en 2.ª, lo que sería
contrario al texto explícito del artículo 160; aduce la historia fidedigna del
establecimiento de la citada disposición, considerando que la Comisión
Revisora, en su sesión vigésimacuarta, sustituyó expresamente la frase
'sentencia definitiva', que empleaba el proyecto, por la de 'sentencia de
término en la causa'; argumenta finalmente que en el supuesto que la sentencia
definitiva sin el carácter de ejecutoria ponga fin a la instancia, -en
consecuencia no podría alegarse después el abandono, por cuanto seria ilógico
hacer abandono de una cosa que no existe,- hay que tener en cuenta, que
después de dicha sentencia nacen para las partes procedimientos ulteriores,
susceptibles de abandono. Estima, por tanto, que 'sentencia de término'
equivale a sentencia ejecutoriada, y en tal virtud concede el abandono pedido
después de dictarse sentencia definitiva y antes que ésta adquiera la calidad de
ejecutoriada. En cuanto al primer razonamiento, olvida la Corte, que el
artículo 160 dispone textualmente, que el abandono podrá hacerse valer tanto
en primera como en segunda instancia, y que por lo tanto, no obstante haberse
dictado sentencia de primera instancia, hay un procedimiento, el de segunda,
que terminará mediante sentencia definitiva, cuyo abandono puede alegarse
antes que dicha sentencia fuere dictada. En el mismo sentido debe entenderse
la indicación del señor Ballesteros, erradamente traía a colación por la Corte,
ya que en las Actas se dejó expresa constancia, que se cambiaba una dicción
por otra para que quedara en claro que el abandono procedía en segunda
instancia, aun cuando se hubiera dictado sentencia definitiva en primera
instancia. Con lo expuesto, queda demostrado también que el último
razonamiento de la Corte carece de base. A mayor abundamiento, con la sola
lectura de lo preceptuado en el artículo 676, queda en claro que 'sentencia de
término' no puede corresponder a sentencia ejecutoriada, por cuanto la
disposición citada establece precisamente que la ejecutoria es una calidad que
puede o no revestir la sentencia de término. 'Si se dedujere oposición y fuere
desechada, regirá desde que cause ejecutoria la sentencia que ponga término
al incidente de oposición'. Varios votos de minoría, insertos en juicios sobre
mensura de salitreras, regidos por la ley de 2 de Febrero de 1907, consagran
idéntica opinión (Pairoa con Fisco, Pág. 2511 del tomo III del 1.er apéndice a
la 2 ª edición de Jurisprudencia el C. P. C., compilada por Franklin Otero;
Zela con Fisco, Pág. 2503 del mismo tomo); básanse para ello en
razonamientos propios a la ley que acabamos de citar, y que, en su artículo 2.°
dice a la letra: 'la mensura de las pertenencias cuyos derechos hayan sido o
sean declarados por la justicia ordinaria, deberá practicarse dentro del plazo
de seis meses, contados desde la fecha de la presente ley o de la sentencia de
término respectiva'. Interpretando, con arreglo a los principios de
hermenéutica legal la disposición copiada, la minoría sostiene que 'derechos
declarados por la justicia ordinaria' son, según el sentido natural y obvio, de la
expresión sólo aquellos que revistan la inamovilidad propia de una sentencia
ejecutoriada; añaden, que la ley ha equiparado en múltiples artículos la
locución sentencia de término a la sentencia ejecutoriada, así, por ejemplo,
578 C. P. C. (¡completamente erróneo!) 97 y 98 C. P. Apoyando el parecer de
la minoría, podríamos agregar, que de no aceptarse la doctrina por ella
sustentada, podría llegarse al absurdo que el plazo establecido por la ley del
año 1907 caducara interin se discute el derecho mismo que servirá de base a la
mensura, tal podría acontecer si la sentencia definitiva de 2.ª instancia se
recurre de casación en el fondo, (véase anormalidad del plazo del artículo
1880 C. C.).

La opinión que prevalece en las sentencias mencionadas, sostiene que


'sentencia de término' equivale a sentencia definitiva, sin más aditamento; con
ello queda formulada la segunda doctrina respecto al problema en estudio.
Funda su parecer en las siguientes consideraciones, circunscritas algunas al
espíritu y a la finalidad especial de la ley salitrera del año 1907: fluye, según
esta jurisprudencia, de la definición del artículo 165 C. P. C., que 'sentencia de
término' equivale a sentencia definitiva, por cuanto las palabras término y fin
tienen, según el Diccionario de la Lengua, idéntico significado en la acepción
en que se los emplea al definir lo que es sentencia definitiva; que, por otra
parte, el C. P. C. y el C. P. con toda propiedad las emplean indistintamente
(artículos 939C y 578P) ; y, en cambio, recalcan la diferencia entre sentencia
de término o definitiva y sentencia firme, ya que la segunda de éstas es una
categoría, calidad o grado que puede alcanzar la primera, correspondiendo
ambas locuciones a concepciones jurídicas diversas e inconfundibles, en razón
de diferencias sustanciales en cuanto a sus efectos y a los derechos que de
ellas emanan; abundan, en fin, en razones derivadas de la finalidad misma de
la disposición legal que sirve de base a su pronunciamiento, razones que
echan de ver que el legislador, al decir 'sentencia de término', se ha referido
indudablemente a la sentencia definitiva, porque, al establecer el plazo
perentorio de seis meses para la mensura, estimó que éste debía contarse
desde una fecha cierta, como es la que encabeza la sentencia definitiva, plazo
en fin, que no podría quedar sujeto al arbitrio de las partes interesadas, al
hecho de entablarse recursos o de notificarse, como necesariamente
acontecería, si dicho plazo se contara desde el momento que dicha sentencia
adquiera la calidad de firme o ejecutoriada. Niega, asimismo, la posibilidad
que la 'sentencia de término' pueda ser la que ya tiene la calidad de
ejecutoriada, una sentencia de gran claridad y fuerza en el razonamiento,
redactada por el Ministro C. S. Fóster Recabarren (Gac. 1909, 11, Pág. 907, s.
1219, Carrillo con Fisco, sobre mensura de salitreras).

Resumiendo lo anteriormente dicho, debemos llegar a la conclusión que el C.


P. C., al referirse a la 'sentencia de término', ha querido significar con ello la
sentencia definitiva que aún no tiene la calidad de firme o ejecutoriada. Si
bien tal sentido y alcance de la locución en estudio basta para situaciones que
pueden producirse en la acumulación de autos, no es suficiente para armonizar
los términos de que se vale el legislador en el artículo 160, al reglamentar el
abandono de la instancia. En efecto, permite el antedicho precepto, alegarlo
así en primera como en segunda instancia, antes de haberse dictado 'sentencia
de término' en la causa. Conforme a este artículo, puede reclamarse en
segunda instancia el abandono, no obstante haberse dictado sentencia
definitiva por el juez a quo, tal temperamento ha sido unánimemente aceptado
por nuestras autoridades de derecho procesal y lo ratifica también la
jurisprudencia constante de nuestros tribunales (Gac. 1909, 1, Pág. 184, s.
121; Gac. 1911, 1, Pág. 1137, s. 680). De aceptarse que aún en este evento,
'sentencia de término' equivale a sentencia definitiva; no podría aceptarse el
temperamento consagrado, no podría alegarse el abandono en segunda
instancia, como quiera que ya se habría producido la sentencia definitiva de
primera instancia, se habría dictado, pues, 'sentencia de término'. Atento a los
términos explícitos del precepto en examen, hay que convenir que en él la
locución 'sentencia de término' se encuentra condicionada por el complemento
'así en primera como en segunda instancia', por manera que ya no es la
sentencia definitiva lisa y llanamente. Así lo ha comprendido la Corte de
Apelaciones de Temuco, en el fallo redactado por el Ministro señor. Urbano
Marín, recaído en el juicio Suc. Schleyer con Carrillo (Revista La
Jurisprudencia al Día, Junio de 1936, N.° 343, Pág. 236), declarando, que para
los efectos del abandono de la instancia; 'sentencia de término' no es toda
sentencia definitiva sino que, tratándose de juicios ventilados en dos
instancias, la de segunda instancia que aún no tiene la calidad de firme o
ejecutoriada (porque si se exigiera que tuviera esta, última calidad, se llegaría
al contrasentido que un procedimiento definitivamente cerrado, como lo es
aquel que ha terminado mediante una sentencia que produce la acción y
excepción de cosa juzgada, pudiera ser abandonado).

Con ello hemos expuesto la tercera doctrina que respecto a la sentencia de


término se ha formulado, y que es aquella que también sustentan don
Fernando Alessandri (Apuntes de clases, por A. Vodanovic, 'Reglas comunes
a todo procedimiento y del juicio ordinario', Pág. 48) y don Darío Benavente
(opinión vertida en su Cátedra de Derecho Procesal), haciéndola extensiva a
todos los casos en que el Código emplea la locución tantas veces mencionada.
Opina don Fernando Alessandri, que sentencia de término 'es aquella que
pone fina la última instancia del pleito. Si el pleito es de aquellos que se fallan
en única instancia, será la sentencia de única instancia la de término; y si es de
los que se ven en primera instancia (debe decir en dos instancias) será la de
segunda instancia la de término. (Vodanovic, op. cit. p. 48). Con todo, y
salvando el respeto que nos merecen tan autorizadas opiniones, creemos que
ellas van demasiado lejos al formular toda una teoría de la sentencia de
término. Si bien es cierto que la opinión última es del todo correcta en lo que
al abandono de la instancia concierne, ella es superflua en cuanto a la
acumulación de autos, y no puede aplicarse al caso del convenio en el
concurso de acreedores, ni mucho menos aun a la sentencia interlocutoria que
pone término al juicio, a la cual se refiere el C. P. C. en el artículo 940, al
enumerar las resoluciones contra las cuales procede el recurso de casación.
Afirmamos, que el C. P. C. no ha querido significar una clase especial de
sentencias al usar el vocablo 'sentencia de término'; éste no entraña, entonces,
sino una deficiencia de terminología, como lo hacíamos ver en un comienzo, y
tiene un sentido y alcance variado, que hemos dejado establecido para cada
caso en el transcurso de este estudio. Criticando la teoría de la sentencia de
término que hemos expuesto recientemente, aducimos el artículo 676 C. P. C.,
que habla de la 'sentencia que ponga término al incidente de oposición',
considerada por la antedicha doctrina como tal sentencia de término, y el
artículo 940 del mismo cuerpo de leyes, que enumera entre otras, 'las
sentencias interlocutorias que ponen término al juicio' para demostrar, que ella
es inconsecuente, pues, en la especie, no se trata en absoluto de sentencias que
ponen fin a la última instancia del pleito. Ello fundamenta nuestro aserto, en el
sentido que la locución objeto de nuestro estudio debe considerarse como un
defecto de terminología, que no puede servir de base al establecimiento de una
nueva suerte de sentencia, con caracteres propios y que el legislador hubiese
omitido en la enumeración básica contenida en el artículo 165.

A mayor abundamiento, basta pasar revista a los diversos preceptos de nuestra


legislación positiva, para adquirir el convencimiento que el legislador ha
empleado la frase 'sentencia de término' en las acepciones más arbitrarias y
variadas. El Código Penal, en sus artículos 18, 81 y 98, al hablar de 'sentencia
de término', puede referirse exclusivamente a la sentencia ejecutoriada (lo
atestigua así el origen de esas disposiciones, artículos 2 ° y 88 del Código
Español, ver también Actas y Jurisprudencias en P. J. Fernández, Código
Penal); no obstante, la sentencia de la Corte de Temuco invoca dichos
preceptos para realzar su doctrina de la equivalencia de sentencia de término y
sentencia definitiva de segunda instancia. El Código de Enjuiciamiento
Criminal, en su artículo 372, le da el carácter de sentencia ejecutoriada y en
una disposición posterior, artículo 578, el de sentencia definitiva sin la calidad
anterior.

Concluyendo, creemos poder afirmar con alguna razón, que el empleo,


variado y diverso que se hace de la locución 'sentencia de término', no
autoriza para innovar en la enumeración y calificación de las resoluciones
judiciales que hace el artículo 165 C. P. C.; que no existe, por tanto, una
resolución judicial que se pueda calificar 'sentencia de término' y que tenga
vida y caracteres propios; podemos afirmar, en último término, que 'sentencia
de término' puede ser tanto una sentencia interlocutoria o definitiva,
sentencias que a su vez pueden o no tener la calidad de firme; y que ella se
debe a una deficiencia y a la falta de precisión en la terminología empleada
por los legisladores, que con esa locución han querido significar brevemente
resoluciones judiciales de diferente índole, en los casos en que ella, se ha
empleado.

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