procedimiento se encuentra tratado en el Título XVI del Libro I del Código de Procedimiento Civil, relativo a las “Disposiciones comunes a todo procedimiento”.Este incidente especial se relaciona al impulso procesal y “tiene por fundamentos la certeza jurídica y la tranquilidad social, pues ‘tiende a corregir la situación anómala que crea entre los litigantes la subsistencia de un juicio largo tiempo paralizado’”. Note19.Para algunos, esta institución constituye una sanción de carácter procesal al demandante, y así lo ha entendido la jurisprudencia en algún momento al señalar que “la institución del abandono del procedimiento es una sanción de carácter procesal cuando todas las partes que figuran en un juicio han cesado en su prosecución durante seis meses, contados desde la fecha de la última resolución recaída en alguna gestión útil para dar curso progresivo a los autos”. Note20. Mientras que para otros es una forma anormal de terminar el juicio, ya que el juicio no termina por sentencia definitiva, sino que por una sentencia interlocutoria, “que dados ciertos supuestos normativos cuya ocurrencia fáctica en el proceso fue discutida y probada bilateralmente, debe de imponerse por el tribunal la sanción legal”. Note21.2. CONCEPTOTeniendo presente que el abandono del procedimiento puede ser entendido bajo distintos prismas, en el aspecto doctrinario “se entiende por abandono del procedimiento aquella sanción que la ley impone al demandante negligente como consecuencia de la inactividad de todas las partes que figuran en el juicio por el término y en las condiciones que señala la ley, y cuya alegación es conocida y resuelta incidentalmente por el tribunal que conoce actualmente el litigio”. Note22.En tanto, en la jurisprudencia el concepto del abandono del procedimiento “constituye una sanción de carácter procesal al demandante, que encontrándose en la obligación del impulso procesal a fin de que el juicio prosiga, hasta su conclusión, no realiza gestiones en el sentido indicado. El reproche que se imputa al actor es en consecuencia no realizar gestiones útiles para dar curso progresivo a los autos, por lo tanto deben existir en el proceso actuaciones pendientes que hagan necesaria la intervención de parte. Note23.3. REQUISITOSPara que tenga lugar el incidente de abandono del procedimiento suelen señalarse diversos requisitos, entre ellos:Inactividad de las partesSe refiere a esta inactividad el artículo 152 del Código de Procedimiento Civil al señalar que “El procedimiento se entiende abandonado cuando todas las partes que figuran en el juicio han cesado en su prosecución”.Entendiendo por partes “a aquellas personas que ventilan ante un tribunal una contienda jurídica actual sobre sus derechos” Note24. , o según lo señala la jurisprudencia “por partes debe entenderse para estos efectos los sujetos activos y pasivos del proceso quienes tienen la responsabilidad de instar para que la controversia se resuelva mediante la dictación de la sentencia definitiva, lo cual excluye a quienes por tener interés actual en sus resultados intervienen como terceros en uso de la facultad que otorga el artículo 23 del Código de Procedimiento Civil”. Note25. De ésta forma, debe entenderse a las partes directas, tales como demandado y demandante. Sin embargo, Jorge Correa Selamé estima que la norma del artículo 152 comprende a las partes indirectas o terceros, que intervienen voluntariamente en el juicio una vez iniciado éste.Ahora bien, por juicio debe señalarse que éste existe como tal desde que la demanda ha sido legalmente notificada, pues desde ese momento se entiende trabada la litis.En tanto que la expresión “cesar en su prosecución” que utiliza el artículo 152 del Código de Procedimiento Civil, “ no significa otra cosa que a las partes corresponde la carga procesal de substanciación y que ellas deben siempre promover la continuación del juicio, aunque no lo haga el juez, no obstante sus facultades para actuar de oficio.” Note26.Transcurso del tiempoLa inactividad de las partes debe producirse “durante seis meses, desde la fecha de la última resolución recaída en alguna gestión útil para dar curso progresivo a los autos”, según el artículo 152 del Código de Procedimiento Civil. Se trata de un plazo de meses, por lo tanto no se suspende durante los días hábiles, ni durante el feriado judicial Note27. , siendo un “plazo fatal y consecuentemente se le aplican los artículos 64 del Código de Procedimiento Civil y 49 del Código Civil”. Note28.Petición de la parte demandadaSe colige del artículo 153 del Código de Procedimiento Civil, cuyo texto establece ensu inciso primero que “El abandono podrá hacerse valer sólo por el demandado, durante todo el juicio y hasta que se haya dictado sentencia ejecutoriada en la causa”. Resulta del todo “lógico que sólo el demandado sea el titular de la acción de abandono, pues en nuestro Procedimiento Civil esta figura tiene el carácter de sanción para el demandante negligente, sanción que no opera de oficio y en consecuencia la ley sólo establece el derecho a alegarlo en beneficio de aquel que tiene el rol de sujeto pasivo de la demanda”. Note29.Sentencia que lo declareAl aplicársele el procedimiento de los incidentes, la resolución que adopte el tribunal, acogiendo la petición, deberá ser pronunciada a través de una resolución judicial que tendrá el carácter de una sentencia interlocutoria, según lo dispuesto en el artículo 158 del Código de Procedimiento Civil, pues “falla un incidente del juicio, estableciendo derechos permanentes a favor de las partes” Note30. . Para el caso de rechazarse éste incidente, la jurisprudencia ha señalado que tal resolución sería un auto. Note31.4. TRAMITACIONSegún lo dispone el articulo 154 del Código de Procedimiento Civil el abandono del procedimiento se tramita como incidente, así “la alegación del abandono del procedimiento constituye un incidente al cual la ley procesal ha dado un tratamiento especial contenido en el Título XVI del Libro I del Código de Procedimiento Civil, indicando en el artículo 154 de ese cuerpo legal que ‘se tramitará como incidente’. Esta referencia supone la aplicación de las reglas generales para los incidentes y entre ellos el artículo 89 del Código de Procedimiento Civil ...” Note32. , es decir referente a la tramitación de los incidentes generales.Es un incidente de previo y especial pronunciamiento, según denominación que le ha dado la doctrina, que consiste en permitir que mientras ellos no se resuelven, suspenden el conocimiento del pleito. Note33.Su inicio es a petición del demandado, formulado por vía de acción o excepción y antes de realizar cualquier gestión en el juicio, e incluso debe formularse como petición principal y concreta en un mismo escrito, y no como parte de un otrosí.Note34. Deducido el incidente se proveerá traslado por el término de tres días fatales, aplicando las reglas generales, y así lo ha señalado la jurisprudencia: “el artículo 89 del Código de Procedimiento Civil que prescribe la obligación de conceder a la contraparte un plazo de tres días para responder la solicitud incidental, en concordancia con el principio formativo del procedimiento llamado bilateralidad de la audiencia.” Note35. . Este plazo se suspenderá durante los feriados, “salvo que el tribunal, por motivos justificados, haya dispuesto lo contrario”, según lo dispone el artículo 66 del Código de Procedimiento Civil.Vencido el plazo dispuesto por la ley o por el tribunal, haya o no contestado el demandante, se resolverá el incidente sin necesidad de prueba, o si ella es necesaria porque existen hechos substanciales controvertidos, se recibirá el incidente a prueba y se fijarán los puntos sobre los que deba recaer.El término probatorio, por regla general será de ocho días, y en él se debe rendir la prueba, se presentará la lista de testigos dentro de sus dos primeros días, y se deducirán las tachas si éstas fueren procedentes.Una vez vencido éste el tribunal fallará inmediatamente o a más tardar dentro de tercero día, según lo dispone el artículo 91 del Código de Procedimiento Civil.Aspectos generalesEl abandono del procedimiento tiene la particularidad de que puede hacerse valer durante todo el juicio, desde su inicio, es decir “desde que la demanda se encuentra validamente notificada, momento desde el cual se producen todos los efectos de su interposición” Note36. , y hasta que se haya dictado sentencia ejecutoriada en la causa, según lo señala el artículo 153 del Código de Procedimiento Civil.La forma de hacer valer o alegarse este incidente en el juicio, será por la vía de la acción o de la excepción. La primera de ellas tendrá lugar cuando el demandado, constatando los requisitos que hagan procedente el abandono del procedimiento se presente en juicio así solicitándolo. En tanto la segunda de ellas tiene lugar, si el demandante después de haber cesado en su prosecución durante el plazo que establece la ley, pretende continuar el juicio, compareciendo el demandado alegando este incidente como primera gestión.De acuerdo al artículo 155 del Código de Procedimiento Civil “Si, renovado el procedimiento, hace el demandado cualquier gestión que no tenga por objeto alegar su abandono, se considerará renunciado este derecho”. Precluye su derecho, renovándose el procedimiento.5. EFECTOS PROCESALES Y CIVILES DEL ABANDONO DEL PROCEDIMIENTOLas consecuencias jurídicas que producen su declaración en el procedimiento y en los actos procesales que lo integran, pueden ser distinguidos sea en el aspecto procesal o en el civil.De esta manera lo ha entendido la jurisprudencia al señalar “Que el abandono del procedimiento produce efectos formales, procesales y de fondo de carácter civil. Desde luego, las consecuencias procesales causados por la sentencia firme que declara abandonado el procedimiento es el inmediato de hacer perder a las partes el derecho a continuar el procedimiento, el cual desaparece totalmente con el efecto mediato de no poder hacerlo valer en un nuevo juicio. Los efectos de carácter civil que esta situación procesal produce son: que no se extinguen las acciones que el actor dedujo en el juicio cuyo procedimiento se declaró abandonado, ni tampoco las excepciones opuestas por el demandado; el que subsisten los actos y contratos de que resulten derechos definitivamente constituidos, y que no se interrumpe la prescripción por la notificación de la demanda practicada en un procedimiento declarado abandonado, siendo este efecto consecuencia lógica de haber desaparecido todo el procedimiento y extinguido por tanto el juicio” Note37. En una sentencia de la Corte de Apelaciones de Concepción, sobre abandono de la instancia (Arancibia con Rodríguez, despojo, Gaceta 1909, 1, Pág. 907, s. 121) se sienta la doctrina, según la cual 'sentencia de término' equivale a sentencia ejecutoriada. Para llegar a tal conclusión, la Corte razona más o menos así: no puede entenderse que, al referirse la ley a 'sentencia de término en la causa', haya querido significar la sentencia definitiva sin la calidad de ejecutoria, porque, de ser así, una vez pronunciada la sentencia de 1.ª instancia, no habría derecho de alegar el abandonó en 2.ª, lo que sería contrario al texto explícito del artículo 160; aduce la historia fidedigna del establecimiento de la citada disposición, considerando que la Comisión Revisora, en su sesión vigésimacuarta, sustituyó expresamente la frase 'sentencia definitiva', que empleaba el proyecto, por la de 'sentencia de término en la causa'; argumenta finalmente que en el supuesto que la sentencia definitiva sin el carácter de ejecutoria ponga fin a la instancia, -en consecuencia no podría alegarse después el abandono, por cuanto seria ilógico hacer abandono de una cosa que no existe,- hay que tener en cuenta, que después de dicha sentencia nacen para las partes procedimientos ulteriores, susceptibles de abandono. Estima, por tanto, que 'sentencia de término' equivale a sentencia ejecutoriada, y en tal virtud concede el abandono pedido después de dictarse sentencia definitiva y antes que ésta adquiera la calidad de ejecutoriada. En cuanto al primer razonamiento, olvida la Corte, que el artículo 160 dispone textualmente, que el abandono podrá hacerse valer tanto en primera como en segunda instancia, y que por lo tanto, no obstante haberse dictado sentencia de primera instancia, hay un procedimiento, el de segunda, que terminará mediante sentencia definitiva, cuyo abandono puede alegarse antes que dicha sentencia fuere dictada. En el mismo sentido debe entenderse la indicación del señor Ballesteros, erradamente traía a colación por la Corte, ya que en las Actas se dejó expresa constancia, que se cambiaba una dicción por otra para que quedara en claro que el abandono procedía en segunda instancia, aun cuando se hubiera dictado sentencia definitiva en primera instancia. Con lo expuesto, queda demostrado también que el último razonamiento de la Corte carece de base. A mayor abundamiento, con la sola lectura de lo preceptuado en el artículo 676, queda en claro que 'sentencia de término' no puede corresponder a sentencia ejecutoriada, por cuanto la disposición citada establece precisamente que la ejecutoria es una calidad que puede o no revestir la sentencia de término. 'Si se dedujere oposición y fuere desechada, regirá desde que cause ejecutoria la sentencia que ponga término al incidente de oposición'. Varios votos de minoría, insertos en juicios sobre mensura de salitreras, regidos por la ley de 2 de Febrero de 1907, consagran idéntica opinión (Pairoa con Fisco, Pág. 2511 del tomo III del 1.er apéndice a la 2 ª edición de Jurisprudencia el C. P. C., compilada por Franklin Otero; Zela con Fisco, Pág. 2503 del mismo tomo); básanse para ello en razonamientos propios a la ley que acabamos de citar, y que, en su artículo 2.° dice a la letra: 'la mensura de las pertenencias cuyos derechos hayan sido o sean declarados por la justicia ordinaria, deberá practicarse dentro del plazo de seis meses, contados desde la fecha de la presente ley o de la sentencia de término respectiva'. Interpretando, con arreglo a los principios de hermenéutica legal la disposición copiada, la minoría sostiene que 'derechos declarados por la justicia ordinaria' son, según el sentido natural y obvio, de la expresión sólo aquellos que revistan la inamovilidad propia de una sentencia ejecutoriada; añaden, que la ley ha equiparado en múltiples artículos la locución sentencia de término a la sentencia ejecutoriada, así, por ejemplo, 578 C. P. C. (¡completamente erróneo!) 97 y 98 C. P. Apoyando el parecer de la minoría, podríamos agregar, que de no aceptarse la doctrina por ella sustentada, podría llegarse al absurdo que el plazo establecido por la ley del año 1907 caducara interin se discute el derecho mismo que servirá de base a la mensura, tal podría acontecer si la sentencia definitiva de 2.ª instancia se recurre de casación en el fondo, (véase anormalidad del plazo del artículo 1880 C. C.).
La opinión que prevalece en las sentencias mencionadas, sostiene que
'sentencia de término' equivale a sentencia definitiva, sin más aditamento; con ello queda formulada la segunda doctrina respecto al problema en estudio. Funda su parecer en las siguientes consideraciones, circunscritas algunas al espíritu y a la finalidad especial de la ley salitrera del año 1907: fluye, según esta jurisprudencia, de la definición del artículo 165 C. P. C., que 'sentencia de término' equivale a sentencia definitiva, por cuanto las palabras término y fin tienen, según el Diccionario de la Lengua, idéntico significado en la acepción en que se los emplea al definir lo que es sentencia definitiva; que, por otra parte, el C. P. C. y el C. P. con toda propiedad las emplean indistintamente (artículos 939C y 578P) ; y, en cambio, recalcan la diferencia entre sentencia de término o definitiva y sentencia firme, ya que la segunda de éstas es una categoría, calidad o grado que puede alcanzar la primera, correspondiendo ambas locuciones a concepciones jurídicas diversas e inconfundibles, en razón de diferencias sustanciales en cuanto a sus efectos y a los derechos que de ellas emanan; abundan, en fin, en razones derivadas de la finalidad misma de la disposición legal que sirve de base a su pronunciamiento, razones que echan de ver que el legislador, al decir 'sentencia de término', se ha referido indudablemente a la sentencia definitiva, porque, al establecer el plazo perentorio de seis meses para la mensura, estimó que éste debía contarse desde una fecha cierta, como es la que encabeza la sentencia definitiva, plazo en fin, que no podría quedar sujeto al arbitrio de las partes interesadas, al hecho de entablarse recursos o de notificarse, como necesariamente acontecería, si dicho plazo se contara desde el momento que dicha sentencia adquiera la calidad de firme o ejecutoriada. Niega, asimismo, la posibilidad que la 'sentencia de término' pueda ser la que ya tiene la calidad de ejecutoriada, una sentencia de gran claridad y fuerza en el razonamiento, redactada por el Ministro C. S. Fóster Recabarren (Gac. 1909, 11, Pág. 907, s. 1219, Carrillo con Fisco, sobre mensura de salitreras).
Resumiendo lo anteriormente dicho, debemos llegar a la conclusión que el C.
P. C., al referirse a la 'sentencia de término', ha querido significar con ello la sentencia definitiva que aún no tiene la calidad de firme o ejecutoriada. Si bien tal sentido y alcance de la locución en estudio basta para situaciones que pueden producirse en la acumulación de autos, no es suficiente para armonizar los términos de que se vale el legislador en el artículo 160, al reglamentar el abandono de la instancia. En efecto, permite el antedicho precepto, alegarlo así en primera como en segunda instancia, antes de haberse dictado 'sentencia de término' en la causa. Conforme a este artículo, puede reclamarse en segunda instancia el abandono, no obstante haberse dictado sentencia definitiva por el juez a quo, tal temperamento ha sido unánimemente aceptado por nuestras autoridades de derecho procesal y lo ratifica también la jurisprudencia constante de nuestros tribunales (Gac. 1909, 1, Pág. 184, s. 121; Gac. 1911, 1, Pág. 1137, s. 680). De aceptarse que aún en este evento, 'sentencia de término' equivale a sentencia definitiva; no podría aceptarse el temperamento consagrado, no podría alegarse el abandono en segunda instancia, como quiera que ya se habría producido la sentencia definitiva de primera instancia, se habría dictado, pues, 'sentencia de término'. Atento a los términos explícitos del precepto en examen, hay que convenir que en él la locución 'sentencia de término' se encuentra condicionada por el complemento 'así en primera como en segunda instancia', por manera que ya no es la sentencia definitiva lisa y llanamente. Así lo ha comprendido la Corte de Apelaciones de Temuco, en el fallo redactado por el Ministro señor. Urbano Marín, recaído en el juicio Suc. Schleyer con Carrillo (Revista La Jurisprudencia al Día, Junio de 1936, N.° 343, Pág. 236), declarando, que para los efectos del abandono de la instancia; 'sentencia de término' no es toda sentencia definitiva sino que, tratándose de juicios ventilados en dos instancias, la de segunda instancia que aún no tiene la calidad de firme o ejecutoriada (porque si se exigiera que tuviera esta, última calidad, se llegaría al contrasentido que un procedimiento definitivamente cerrado, como lo es aquel que ha terminado mediante una sentencia que produce la acción y excepción de cosa juzgada, pudiera ser abandonado).
Con ello hemos expuesto la tercera doctrina que respecto a la sentencia de
término se ha formulado, y que es aquella que también sustentan don Fernando Alessandri (Apuntes de clases, por A. Vodanovic, 'Reglas comunes a todo procedimiento y del juicio ordinario', Pág. 48) y don Darío Benavente (opinión vertida en su Cátedra de Derecho Procesal), haciéndola extensiva a todos los casos en que el Código emplea la locución tantas veces mencionada. Opina don Fernando Alessandri, que sentencia de término 'es aquella que pone fina la última instancia del pleito. Si el pleito es de aquellos que se fallan en única instancia, será la sentencia de única instancia la de término; y si es de los que se ven en primera instancia (debe decir en dos instancias) será la de segunda instancia la de término. (Vodanovic, op. cit. p. 48). Con todo, y salvando el respeto que nos merecen tan autorizadas opiniones, creemos que ellas van demasiado lejos al formular toda una teoría de la sentencia de término. Si bien es cierto que la opinión última es del todo correcta en lo que al abandono de la instancia concierne, ella es superflua en cuanto a la acumulación de autos, y no puede aplicarse al caso del convenio en el concurso de acreedores, ni mucho menos aun a la sentencia interlocutoria que pone término al juicio, a la cual se refiere el C. P. C. en el artículo 940, al enumerar las resoluciones contra las cuales procede el recurso de casación. Afirmamos, que el C. P. C. no ha querido significar una clase especial de sentencias al usar el vocablo 'sentencia de término'; éste no entraña, entonces, sino una deficiencia de terminología, como lo hacíamos ver en un comienzo, y tiene un sentido y alcance variado, que hemos dejado establecido para cada caso en el transcurso de este estudio. Criticando la teoría de la sentencia de término que hemos expuesto recientemente, aducimos el artículo 676 C. P. C., que habla de la 'sentencia que ponga término al incidente de oposición', considerada por la antedicha doctrina como tal sentencia de término, y el artículo 940 del mismo cuerpo de leyes, que enumera entre otras, 'las sentencias interlocutorias que ponen término al juicio' para demostrar, que ella es inconsecuente, pues, en la especie, no se trata en absoluto de sentencias que ponen fin a la última instancia del pleito. Ello fundamenta nuestro aserto, en el sentido que la locución objeto de nuestro estudio debe considerarse como un defecto de terminología, que no puede servir de base al establecimiento de una nueva suerte de sentencia, con caracteres propios y que el legislador hubiese omitido en la enumeración básica contenida en el artículo 165.
A mayor abundamiento, basta pasar revista a los diversos preceptos de nuestra
legislación positiva, para adquirir el convencimiento que el legislador ha empleado la frase 'sentencia de término' en las acepciones más arbitrarias y variadas. El Código Penal, en sus artículos 18, 81 y 98, al hablar de 'sentencia de término', puede referirse exclusivamente a la sentencia ejecutoriada (lo atestigua así el origen de esas disposiciones, artículos 2 ° y 88 del Código Español, ver también Actas y Jurisprudencias en P. J. Fernández, Código Penal); no obstante, la sentencia de la Corte de Temuco invoca dichos preceptos para realzar su doctrina de la equivalencia de sentencia de término y sentencia definitiva de segunda instancia. El Código de Enjuiciamiento Criminal, en su artículo 372, le da el carácter de sentencia ejecutoriada y en una disposición posterior, artículo 578, el de sentencia definitiva sin la calidad anterior.
Concluyendo, creemos poder afirmar con alguna razón, que el empleo,
variado y diverso que se hace de la locución 'sentencia de término', no autoriza para innovar en la enumeración y calificación de las resoluciones judiciales que hace el artículo 165 C. P. C.; que no existe, por tanto, una resolución judicial que se pueda calificar 'sentencia de término' y que tenga vida y caracteres propios; podemos afirmar, en último término, que 'sentencia de término' puede ser tanto una sentencia interlocutoria o definitiva, sentencias que a su vez pueden o no tener la calidad de firme; y que ella se debe a una deficiencia y a la falta de precisión en la terminología empleada por los legisladores, que con esa locución han querido significar brevemente resoluciones judiciales de diferente índole, en los casos en que ella, se ha empleado.