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1.- Resumen
La Facultad de Ciencias Humanas de la UNLPam -formadora de docentes- ha realizado
en el año 2009 modificaciones de los planes de estudio. Entre ellas se dispone la
incorporación del Campo de la Práctica para la formación de profesores. Éste es un
novedoso espacio que se suma a los ya históricos Campos de la Formación General, de
la Formación Disciplinar y de la Formación Docente. Las prácticas aquí prescriptas
están “orientadas al aprendizaje sistemático de las capacidades para la actuación
docente en las aulas y en los distintos ámbitos donde se desempeñe profesionalmente”
(Resolución Nº 228-CS-2009). Esta propuesta supone un cambio sustantivo respecto a
la manera de entender la formación, pero también de entender el currículum que da
forma al proyecto político y a la enseñanza que se genera en este nuevo trayecto de
formación. Dicho en otras palabras, la formación de los estudiantes del profesorado
parece requerir la modificación de un currículum cuya finalidad es el estudio de las
diferentes disciplinas, para pensar un currículum que oferte posibilidades de activar las
capacidades de actuación docente en situaciones reales, complejas, inciertas y
problemáticas que requieran saber disciplinar y pedagógico articulados y que generen
conocimiento profesional del profesor -aquel construido a partir de las prácticas.-.
El aprendizaje sistemático de las capacidades para la actuación docente en las aulas
es lo que más se necesita aprender y, aparentemente, los centros de formación parecen
ser menos capaces de enseñar. En realidad, subyace una epistemología de la práctica
que durante mucho tiempo estuvo ajena al examen crítico y esta nueva currícula se
postula capaz de discutir esa concepción lineal, positivista. Desde el inicio de la
formación se prevé la implementación de estrategias destinadas a la transferencia de los
saberes propios del campo específico a la práctica profesional de manera transversal,
tanto en sentido horizontal como vertical.
De este modo los docentes de cada cátedra, paralelamente al dictado de los contenidos
específicos de la actividad curricular, desarrolla conocimientos y competencias
orientadas a la enseñanza de la disciplina con el propósito de superar la distancia
habitual que existe entre formación disciplinar y pedagógica. Por tratarse de un campo
multidisciplinario, la coordinación está a cargo de la Secretaría Académica y de un
equipo conformado por docentes de la disciplina y de formación docente que
acompañarán la tarea de los grupos para las distintas carreras. Al inicio de cada
cuatrimestre se genera una reunión de profesores para comentar, discutir, confrontar,
intercambiar puntos de vista, propósitos que cada cátedra o grupo de cátedras se
propone trabajar, las estrategias que se proponen llevar adelante, las dificultades que
buscan analizar, el ámbito donde se llevará adelante la propuesta. En este encuentro se
avanza en el análisis, en la discusión e interpelación de significados y sentidos
instituidos, acuerdos y desacuerdos conceptuales y metodológicos de la teoría y la
práctica: se activa el trabajo en grupos deliberativos; el diseño y seguimiento de
prácticas institucionales; la investigación en la acción – acerca de los modos de
enseñar, de evaluar y de producir conocimiento- así como una memoria de la práctica
para registrar de manera documental la experiencia. En esta tesis se analizará el Campo
de la Práctica como novedoso dispositivo matriz curricular reconstruido a partir del
análisis y la sistematización de la experiencia, la evaluación de lo implementado y la
explicitación de las modalidades de comunicación y de organizaciones flexibles que se
han consolidado así como del conocimiento del profesional construido a partir de las
prácticas. La voz de los actores en entrevistas, retazos narrativos, encuestas; las bases
documentales (experiencias, artefactos, plataformas virtuales) y la recuperación de los
mediadores simbólicos serán significados en una metodología cualitativa holística,
reflexiva, contextualizada y situada, que potencie la mirada política de la formación
docente en la universidad pública.
4.-Problema
Problematizar el componente práctico del curriculum de la formación como eje central
en torno al cual converge el proceso de formación.
5.- Preguntas:
¿Cómo se organiza un plan de estudio que incorpora el Campo de la Práctica como
dimensión estructurante en la formación de los estudiantes del Profesorado en Geografia
de la FCH de la UNLPam?
¿ Qué modalidades organizativas se generan en la implementación de una curricula
universitaria transversalizada por el Campo de la Práctica?
¿Cuál es el valor formativo del Campo de la Práctica en la formación de los estudiantes
del Profesorado en Geografía de la FCH-UNLPam?
¿ Qué modalidades de interacción, comunicación y prácticas se potencian?
¿ Qué características tiene el saber profesional construido a partir de las prácticas?
En el año 2010 se implementa el primer año de los planes aprobados. Se pone en acto
el Campo de las Prácticas, campo que goza de acuerdo discursivo y de fuertes distancias
en sus sentidos implícitos. Son acuerdos discursivo porque tal como se ha señalado con
anterioridad, el campo de la práctica es aceptado como modalidad de desactivar un
conflicto, que sobrevive y genera resistencias en alguna cátedras.
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Resolución 323-CS-2009 Plan de Estudio de la Carrera Profesorado en Geografía de la Facultad de
Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa,
hegemónica, protegida en una racionalidad técnica, deja al profesorado sin herramientas
para intervenir en el mundo de la escuela, en las acciones que pueden modificar la
cultura vital, social y académica de los sujetos que interactúan en formas de vida cada
vez más democráticas (Da Silva, 2003; Gadotti, 2007).
Ken Bain (2006) analiza en su investigación el gran éxito logrado por los profesores a la
hora de ayudar a sus estudiantes. Se pregunta, entonces, qué hace particular la tarea de
un profesor y construye su respuesta a partir de las evidencias ofrecidas por los
estudiantes y por las reflexiones del estudio. Reconoce que los mejores educadores,
alejándose del interés clásico por lo que el profesor hace, pensaban en la docencia en
referencia a los estudiantes. “Enseñar es atraer a los estudiantes, diseñando
cuidadosamente un entorno en el que ellos aprendan” (Bain, 2006: 62). Estos profesores
conocen muy bien su materia; están actualizados en su campo; razonan de modo valioso
y original; leen sobre otros campos del saber; atienden cuestiones generales de su
disciplina (controversias/ discusiones epistemológicas); conocen a fondo los principios
fundamentales y conceptos organizativos; saben simplificar y clarificar conceptos
complejos; llegan a la esencia de los asuntos con revelaciones motivadoras; tienen
capacidad metacognitiva. De este modo se recuperan los argumentos de Merieu, dado
que estos profesores ayudan a aprender a la mayoría y comprenden cómo ayudar a
otros a aprender la disciplina, mantienen el interés, influyen en la forma de pensar,
sentir y actuar e impactan en el deseo de continuar aprendiendo.
Apple (2010) luego de veinte años de estudios acerca del sentido de la formación pone
el eje de la fundamentación en pensar una formación centrada en el saber y en el alumno
que aprende y se apropia de ese saber en prácticas educativas, situadas, contextuadas,
historizadas en sentidos y relaciones de poder. Sólo de esta manera podremos discutir
esas reformas prescritas, “externas”, que nos han propuesto, que involucran un fuerte
compromiso con las evaluaciones y los estrictos regímenes de responsabilidad, en dupla
con un currículum estandarizado y una pedagogía sincronizada (Apple, 2010). De más
está señalar que no se perciben evidencias relacionadas con este argumento; antes bien
las pruebas muestran que esta perspectiva no está funcionando (Apple 2006;
Valenzuela, 2005). Una de las razones, -en palabras de Apple-, una de las dificultades
mayores es que los pedagogos críticos no han estado lo suficientemente conectados a las
realidades mismas de las aulas y de las escuelas. Sólo cuando se vincula mucho más la
educación a problemáticas concretas de las políticas y prácticas educacionales y a las
vidas cotidianas de los educadores, los estudiantes, los movimientos sociales y los
integrantes de la comunidad, una educación crítica y democrática puede tener éxito.
“Por lo tanto, existe una necesidad poderosa de conectar las teorías y los enfoques
educacionales críticos con los modos reales en los que pueden y están presentes en aulas
y otros sitios educativos reales”5. (Apple, 2013: 30)
Desde las pedagogías críticas (Giroux, 2013; McLaren, 2013; Freire 2011) se postula la
urgencia a la defensa de la educación pública y superior como esferas públicas
democráticas, para poder ofrecer modos de comprensión e intervención en relación al
sufrimiento y la exclusión (Giroux, 2013). El enfoque crítico no reduce la práctica
educativa al dominio de las metodologías, sino que enfatiza la importancia de
comprender lo que realmente ocurre en las aulas y en otros contextos educativos. En
este sentido se plantea interrogantes tales como cuál es la relación existente entre el
aprendizaje y el cambio social, qué tipo de conocimiento tiene más valor, qué significa
saber algo, y qué prácticas se legitiman en la acción. De este modo postulan la reflexión
crítica en contextos de actuación.
“La actuación no garantiza la comprensión (…) no significa que, gracias
a ella, sea capaz de ir hacia el otro y entenderle (…) pero permite
acceder a lo que me vincula a él, a esos objetos en los que podemos
reconocernos ambos, y así me proporciona los medios sin los cuales no
hay ningún verdadero ejercicio de comprensión, sin los cuales no hay
nada más que desesperación y delirio” ( Merieu, 1998:112)
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Apple (2010) se reconoce entre los autores que dieron origen a los enfoques críticos del estudio de la
educación en Estados Unidos, y cuestiona que estos enfoques se han vuelto simplemente una
especialización académica en las universidades, más que una forma de trabajar activamente para
vincularse con los problemas que rodean a lo que realmente debería estar sucediendo en las aulas y con
los movimientos y prácticas educacionales críticas en las comunidades locales. (Apple 2006; Apple,
2010; De Alba)
son constitutivos del conocimiento porque configuran y determinan lo que se consideran
objetos y tipos de conocimiento”. Habermas (1989) señala tres intereses cognitivos
básicos: técnicos, prácticos y críticos. En la racionalidad técnica la teoría es anterior y
determina a la práctica; en la racionalidad práctica prevalece la acción orientada al bien
común del grupo y en la crítica, la reflexión dialéctica organiza una praxis
transformadora.
Carr (1996) invita a reconstruir la historia del concepto de práctica porque pone de
manifiesto la potencialidad de significados estables y diferentes en distintos momentos:
Menciona tres momentos diferentes en los que la práctica se entiende en relación con la
teoría:
Perspectiva de la oposición: práctica es todo lo que no es teoría. La teoría se
ocupa de la generalización y la abstracción, la práctica de casos particulares; los
problemas de la teoría se resuelven conociendo algo, los de la práctica haciendo
algo; la teoría no especifica situaciones a resolver, la práctica sólo puede
resolverse actuando en un momento y situación concreta.
La práctica depende de la teoría: ya no se opone como la perspectiva anterior
sino que se presume que toda práctica está orientada por una teoría que
estructura, da forma a las actividades que llevan adelante los docentes en su
práctica educativa. Esto implica tanto la teoría que orienta la acción como la
teoría que los docentes hacen suya de otros contextos.
La práctica independiente de la teoría: en esta perspectiva los autores afirman la
autonomía de la práctica. Señalan que antes del saber qué de algo, se sabe el
cómo. Y esta mirada invita a pensar que toda práctica antecede a la teoría de la
misma.
Esta praxis puede aportar los recursos intelectuales para emancipar a los docentes de su
dependencia de prácticas más habituadas, pensadas desde la costumbre, desde una
‘herencia recibida’, desarrollando formas de reflexión, análisis e investigación;
orientadas a esclarecer, confrontar, dilucidar creencias, representaciones, esquemas de
pensamiento, implícitos que dan forma a la experiencia escolar. De allí que resulten
fundamentales en este reflexionar las autocomprensiones de quienes participan desde la
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El concepto de práctica debe mucho a la filosofía de Aristóteles, en la que se enraíza teckné, poiesis,
phronesis y praxis. Será la praxis la que se convierte en acción reflexiva que puede transformar la teoría
que la rige, como una forma de criterios éticos propios a la misma practica en donde ni la teoría ni la
práctica tiene preeminencia: cada una modifica y revisa continuamente a la otra.
formación en esta perspectiva crítica de la práctica. En este sentido Kemmis señala “ En
tanto que podemos estar acostumbrados a pensar en la práctica como algo que no es más
que una ‘actividad’, puede demostrarse que el significado y la importancia de la práctica
educativa es social, histórica y políticamente construida y que no puede entendérsela
más que interpretativa y críticamente. Desde este punto de vista, la práctica no es
simplemente ‘hacer’. No es una especie de acción técnica, instrumental; tiene
significados e importancias que no pueden entenderse solamente por la observación de
nuestras acciones. Pero su significado e importancia no es solamente algo subjetivo
(asunto de las perspectivas y autocomprensiones de los practicantes); es también algo
interpretativamente comprendido por otros y enmarcado por la historia y la tradición, lo
mismo que por la ideología”. Kemmis, 1990:16
Por ello, se entiende la práctica docente como una práctica humana y social, (Contreras,
1994; Carr, 1993; Schön, 1992; Edelstein y Coria, 1995, Davini, 1995, Errobidart, 2005,
Pruzzo, 2010) altamente compleja, apoyada en distintos puntos de vista, perspectivas
que difieren en los distintos momentos históricos sosteniendo, conflictuando, resistiendo
a los valores dominantes en un sistema educativo determinado (Gimeno Sacristán,
1988; Gimeno Sacristán y Pérez Gómez 1993; Furlán y Remedi, 1981; Ezpeleta, 1989,
Da Silva, 1995). Una práctica condicionada por la cultura social, institucional, crítica,
experiencial, donde el significado de los intercambios -que se producen en el cruce de
culturas- definen el sentido político y la calidad de su desarrollo (Gimeno Sacristán,
1988; Gimeno Sacristán y Pérez Gómez, 1993; Tamarit, 1997). Una práctica que se
desarrolla en escenarios singulares, que se sitúa en tiempo y espacio, apoyada en
tradiciones históricas que le dan estabilidad y desde donde se gesta también el cambio.
Esta práctica genera situaciones irrepetibles, singulares, concretas, inestables,
arriesgadas. En esas situaciones las decisiones que se toman son únicas y particulares,
de alta implicación personal de cada uno de sus integrantes: experiencia, subjetividad,
biografía personal, formación, habitus, es decir, cada uno se convierte en partícipe de la
elaboración de su propio saber y accionar. La intervención es necesaria e
imprescindible.
En esta práctica el docente es entendido como un profesional activo “deja de ser
mediador pasivo entre teoría-práctica, para convertirse en un mediador activo que desde
la práctica reconstruye críticamente su propia teoría, y participa así, en el desarrollo
significativos del conocimiento y de la práctica profesional” (Carr, en Porlan, 1993:132)
Esta mediación la lleva adelante como “práctico reflexivo” (Schon, 1992) activando
procesos de reflexión: el conocimiento está en la acción (es un conocimiento tácito que
no siempre podemos explicitar, es un modo de hacer); luego se retoma el pensamiento
desde elementos intuitivos (emocionales, creativos) como racionales (selección y
análisis de la información) que interactúan para generar formas de intervención. Esto
constituyen los momentos que describe el autor: la reflexión en la acción y reflexión
sobre la acción y sobre la reflexión en la acción. Lo que más importante en esta última
reflexión es su función crítica ya que nos permite comprender las situaciones
problemáticas y reestructurar las estrategias de acción; permite tomar conciencia,
esclarecer las restricciones culturales (Carr, 1993; Pruzzo, 2006), y contrastarlas con
teorías pedagógicas y epistemológicas formalizadas.
Bourdieu (1993) señala que las prácticas no consisten en una aplicación mecánica de
ideas y conceptos construidos durante la etapa de la formación, sino que está constituida
por esquemas prácticos de acción en los que intervienen las experiencias previas de los
sujetos, las condiciones que impone el campo donde se desarrollan y también las
significaciones que han tomado en sus esquemas teóricos (Gimeno Sacristán1993) los
conocimientos de la formación de grado o inicial.
El mismo autor define los esquemas prácticos o de acción, como “los modelos de
actividades o tareas ligadas a un determinado contenido”. (1993: 137) Éstas actividades
o tareas le permiten al docente desarrollar su práctica escolar: en primer término, en
relación a las tareas vinculadas estrictamente a la enseñanza del contenido curricular,
pero también en relación a la direccionalidad de otras actividades que emergen en el
aula, sin ser estrictamente “ actividades académicas”. Constituyen un conjunto de
supuestos que dan sentido al mundo, no como simple reflejo de la realidad, sino como
algo construido a partir de esa realidad en la interacción con otros y con la propia
experiencia. Estos esquemas prácticos posibilitan enfrentar las situaciones cotidianas,
consolidando su validez en la posibilidad de interpretar el contexto, de comprender y
son la base para la toma de decisiones en la acción.
Como expresa Liliana Sanjurjo (2008) en su análisis acerca de la formación docente, los
trayectos más asistemáticos y acríticos, como la biografía escolar y la socialización
profesional, dejan marcas muy profundas en relación a los trayectos más sistemáticos y
formales de la formación. Aquellos, aprendidos vivencialmente y sin mediación crítica,
producto de complejas internalizaciones, se tornan en saberes fuertes, resistentes al
cambio y constituyen un fondo de saber regulador de nuestras prácticas. La
socialización profesional (Sanjurjo y Alonso, 2008) refiere a los procesos que se llevan
a cabo en la institución formadora como en los ámbitos de inserción laboral, a través de
los cuales se va construyendo conocimiento de las propias prácticas.
Y, particularmente de interés para este estudio, las diferentes perspectivas que analizan
el conocimiento profesional del profesor. Para Tamir (1991) el conocimiento
profesional se refiere al cuerpo de conocimiento y habilidades que son necesarios para
funcionar con éxito en una profesión particular. Para Compagnucci y Cardós (2007) el
conocimiento profesional del profesor es una categoría que involucra el saber teórico y
práctico del docente, es un sistema complejo que se va constituyendo en función de
saberes, creencias, destrezas, habilidades y capacidades. Elbaz (1983) propone la
conceptualización del ‘conocimiento práctico’ del profesor a través de cinco categorías:
conocimiento de sí mismo, del entorno, de la asignatura, del currículo y del proceso de
enseñanza. El trabajo de Shulman (1986) es uno de los primeros en advertir el carácter
específico del conocimiento del contenido para la enseñanza. Shulman y sus
colaboradores postulaban que el conocimiento profesional se divide en siete
componentes: conocimiento del contenido, conocimiento didáctico del contenido,
conocimiento de los alumnos y sus características, conocimiento de los contextos
educativos, conocimiento de las necesidades educativas, conocimiento curricular y
conocimiento didáctico general.
Maria Cristina Davini (UBA) es una de las primeras investigadoras que ponen foco en
la formación docente a través de sus investigaciones acerca de “Planes de estudio y
programas de enseñanza en la formación del magisterio” que incluye un análisis
histórico longitudinal a partir de la formación docente en los institutos terciarios (1970
en adelante). Analiza el discurso pedagógico oficial y el discurso instruccional de la
programación docente. Los problemas curriculares en lo que profundiza son la
homogeneidad burocrática, la secundarización, la rigidez interna, la segmentación y la
organización deductiva. Conceptualiza las tradiciones en la formación de los docentes
como las configuraciones de pensamiento y de acción que, construidas históricamente,
se mantienen a lo largo del tiempo, en cuanto están institucionalizadas, incorporadas a
las prácticas y a la conciencia de los sujetos y que, más allá del momento histórico que
como matriz de origen las acuñó, sobreviven actualmente en la organización, en el
currículum, en las prácticas y en los modos de percibir de los sujetos, orientando toda
una gama de acciones. En 2010 aporta a esta tesis desde los nuevos argumentos de Las
pedagogías de la formación docente y el acompañamiento a docentes noveles.
En lo que refiere a las residencias tal como están formalizadas en los planes de estudio
universitarios para la formación de profesores, Raúl A. Menghini y Marta Negrin en
Prácticas y residencias en la Formación de Docentes (2011) compilan una selección de
trabajos presentados en las 2º Jornadas Regionales de Práctica y Residencia Docente en
la que participaron docentes e investigadores de universidades e institutos superiores en
la sede de la Universidad Nacional del Sur . Está organizado a partir del documento de
Marta Souto en relación a Políticas acerca de las prácticas y residencias en la
formación de docentes y analiza las prácticas y residencia desde las teorías de la
complejidad. En un segundo momento se analizan las prácticas en el marco de los
Diseños curriculares jurisdiccionales para la formación de docentes. El Conocimiento
que se enseña en las prácticas y residencias por parte de practicantes y residentes y Los
sujetos de las prácticas y residencias son los ejes finales de la investigación educativa
en la universidad argentina.
Las vacancias de la formación, los no dichos y ausencias son analizados por José
Alberto Yuni. El investigador compila en la Formación Docente: complejidades y
ausencias, la producción de docentes investigadores argentinos en el intercambio
generado en una jornada de formación docente en la Universidad de Catamarca. El texto
inicial toma los argumentos de Marta Souto quien plantea la formación docente desde la
epistemología de la complejidad atendiendo a la temporalidad, el sujeto y la
subjetividad, la inclusión del otro, el trayecto y la autoformación. Investigadores del
grado y del doctorado se centran en la discusión de las ausencias: la construcción de la
subjetividad, la dialéctica ante la fragmentación del saber, el curriculum de la formación
docente, identidad docente, las prácticas y la construcción de posibilidades de trabajo en
la escuela. Investigación educativa y prácticas situadas y contextuadas constituyen el eje
de los silencios y de los nuevos desafíos en el escenario contemporáneo que ofrecen
argumentos valiosos para esta tesis.
Maria Elsa Chapato y Analía Errobidart de la Universidad Nacional del Centro
coordinan “Investigaciones e formación inicial y practicas docentes” (2008) haciendo
referencia a las distintas responsabilidades que se depositan en los docentes a cargo de
los talleres de Prácticas de enseñanza y Residencia Docente, porque en el saber de uso
instalado en las instituciones educativas de los distintos circuitos del sistema (provincial
o nacional, terciario o universitario), es de “de los docentes de la práctica”, la
responsabilidad (en la mayoría de los casos) de los déficit de la formación y posterior
mal desempeño de maestros y profesores graduados en las universidades. Nos interesa
discutir la hipótesis de los estudiantes de esa investigación -que si bien se acercan
tempranamente a la escuela, no se sienten docentes en formación y sólo la teoría les
ofrece seguridad.
11. Metodología
En esta investigación se utiliza una metodología interpretativa cualitativa, holística,
reflexiva, contextualizada y situada ya que el interés radica en la comprensión de un
proceso curricular a partir de la implementación del Campo de la Práctica en el
Profesorado de Geografía de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNLPam. Tal
finalidad implica analizar la matriz curricular en complejidad, comprender sus
múltiples interrelaciones para construir posteriormente categorías teóricas y posibles
alternativas que provoquen mejora en la tarea educativa de la formación de profesores.
El fuerte carácter interpretativo se centra en la comprensión, dado que los hechos nunca
hablan por sí solos, y un estudio cualitativo hace posible un enfoque naturalista, no
manipulativo (Eisner, 1998). En este sentido en la investigación se entrevista, observa,
registra, documenta, describe, graba, interpreta y valora los intercambios al interior de la
matriz curricular. La actividad investigativa es relacional y situacional, cuestiona la
visión instrumental de la práctica, es realizada por los implicados en la práctica que se
investiga y con el objeto de mejorarla por ello le preocupa por la reflexión y la
comprensión de la realidad. Supone además, una visión sobre el cambio social. No se
trata de examinar conductas sino de entender la construcción del sentido del campo de las
prácticas y del conocimiento que se genera; es decir, estar con otros emotiva y
cognitivamente (Vasilachis, 2007). La empatía acerca y distancia el estudio sistemático y
riguroso de la investigación. Sin embargo, no basta acercarse o alejarse del sujeto
conocido, sino que es imprescindible reconocerlo como igual. Por ello, en esta
investigación, se retoma lo que Vasilachis (2007) denomina Epistemología del Sujeto
Conocido donde la reflexión epistemológica modifica los presupuestos ontológicos acerca
de la identidad de los sujetos, genera interacción cognitiva cooperativa, en tanto la
presencia del otro no sea oscurecida o negada y reconoce la dimensión esencial –que los
hace iguales- y existencial –que los hace únicos y distintos- de la identidad del sujeto
conocido.
El objeto empírico a abordar son las prácticas que se generan en el plan de estudio, las
modalidades organizativas que se generan, las dinámicas comunicaciones que se
instalan y el conocimiento del profesional construido a partir de las prácticas. Se
articula así:
a.- Marco documental de la temática a abordar; marco legal; plan de Estudios 2009 del
Profesorado en Geografía; propuestas de enseñanza implementadas por cátedra o
grupo de cátedra de cada año programas de las asignaturas del profesorado.
b.3. encuestas a los estudiantes que cursan el profesorado para evaluar cada propuesta
de cada asignatura o grupo de asignaturas, la relevancia de cada una en relación al
ejercicio profesional en la escuela, los procesos de aprendizajes consolidados y
sugerencia que se aportan para la mejora.
b.4 entrevistas grupales y focus grup con los estudiantes de distintos años del
profesorado para genera discusión y reflexión acerca del lugar y significado de la
práctica; preocupaciones, sentimientos, actitudes, miedos en relación al sentido de la
formación docente y la vinculación con los contextos socioeducativos.
-Para el análisis documental se trabajará con unidades socio discursivas. Las mismas
describen la utilización del análisis de contenidos a partir de la definición de unidades
semánticas construidas de la lectura integral del texto escrito (de Souza Minayo, 1997,
Mc Kernan, 1999). Estas unidades facilitan la organización de la información a partir de
lecturas transversales que superan los alcances descriptivos del contenido documental y
alcanzar una interpretación más aguda. Las “unidades socio discursivas” articulan la
superficie de los discursos con los factores que determinan sus características: variables
psicosociales (experiencias de aprendizaje mediado), contexto y proceso de producción
de mensaje. Para ello se considera –siguiendo a Brockart (1997) desde el
interaccionismo socio discursivo- que el discurso, es decir, tanto los signos como los
textos en los cuales se organizan, son productos de la interacción social, del uso y
dependen de él. El autor afirma que “la acción constituye el resultado de la apropiación
por el organismo humano de las propiedades de la actividad social mediatizada por el
lenguaje” (Brockart, 1997 en Riestra, 2007)
2015 C- D C C
13. Bibliografía
YIN, R. (2009) Case Study Research. Design and Methods. Thousand Oaks: Sage
Publications, 4th ed. 2009, pp. 240