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EL CONVENIO DE ESTOCOLMO

A pesar del papel económico esencial


de los productos químicos y su
contribución al mejoramiento del
estándar de vida y el bienestar humano,
se reconocen cada vez más los efectos
adversos que pueden tener estas
sustancias sobre la salud humana y el
medio ambiente. Un grupo de
sustancias químicas conocido como los
“contaminantes orgánicos persistentes”
(COP), comparte cuatro características
en una combinación particularmente
peligrosa: 1) son persistentes; duran
años o inclusive décadas antes de
Figura 1 Daños que producen los COP
degradarse a formas menos peligrosas;
2) se evaporan y viajan largas distancias
por aire o agua; 3) se acumulan en los tejidos grasos; y 4) son sumamente tóxicos
(Secretaría del Convenio de Estocolmo, 2011). Debido a la presencia de estos
compuestos, el 22 de mayo de 2001, una Conferencia de plenipotenciarios celebrada
en Estocolmo (Suecia), adoptó el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes
Orgánicos Persistentes. El Convenio entró en vigor el 17 de mayo de 2004, noventa (90)
días después de la presentación del quincuagésimo instrumento de ratificación,
aceptación, aprobación o adhesión con respecto al Convenio.
Este convenio presenta algunos puntos interesantes como:
 Reconoce que los contaminantes orgánicos persistentes tienen propiedades
tóxicas, son resistentes a la degradación, se bioacumulan y son transportados
por el aire, el agua y las especies migratorias a través de las fronteras
internacionales y depositados lejos del lugar de su liberación, acumulándose en
ecosistemas terrestres y acuáticos.
 Conscientes de los problemas de salud, especialmente en los países en
desarrollo, resultantes de la exposición local a los contaminantes orgánicos
persistentes, en especial los efectos en las mujeres y, a través de ellas, en las
futuras generaciones.
 Reconoce que los ecosistemas, y comunidades indígenas árticos están
especialmente amenazados debido a la biomagnificación de los contaminantes
orgánicos persistentes y que la contaminación de sus alimentos tradicionales es
un problema de salud pública (PNUMA, 2009).
Por lo tanto El Convenio de Estocolmo establece: “Proteger la salud humana y el medio
ambiente de los contaminantes orgánicos persistentes (COP) a través de una serie de
medidas destinadas a reducir y de última eliminar sus descargas”.
En los últimos diez años el presente convenio ha logrado vencer las exenciones
específicas para aldrin, clordano, dieldrin, heptacloro, hexaclorobenceno y mirex; ya no
es posible hacer más registros para estas exenciones; además se estableció la Red
para la Eliminación de los PCB como un medio de acelerar el intercambio de información
y cooperación entre las partes interesadas que intervienen en la gestión ambientalmente
racional de los PCB; y se estableció la Alianza Mundial para el desarrollo y la utilización
de productos, métodos y estrategias como alternativas del DDT para el control de
vectores de enfermedades (Secretaría del Convenio de Estocolmo, 2011).
LA DOCENA SUCIA
Con motivo de la aprobación y desarrollo del Convenio de Estocolmo se han realizado
durante años tremendos esfuerzos para conseguir la prohibición de las doce sustancias
que se reconocían internacionalmente como las más conflictivas. Hablamos de una lista
de compuestos que durante un tiempo, por su mala fama, fue conocida con el
sobrenombre de la “docena sucia” y en la que se encuentran ocho pesticidas (aldrin ,
clordano, dieldrin, endrin, heptacloro ,mirex , toxafeno o el más famoso de todos,
el DDT), dos productos industriales (como el hexaclorobenceno y los policlorobifenilos,
los famosos PCBs, que han sido muy usados, por ejemplo, como líquidos aislantes en
instalaciones eléctricas) y dos residuos indeseados de la actividad industrial (como son
las dioxinas y los furanos). En la lista hay sustancias pertenecientes a un grupo que ha
dado mucho que hablar a los toxicólogos durante décadas: los organoclorados. A ellas
se han atribuido los más dispares daños en la salud humana, entre los que cabe
destacar los estragos tremendos que causan en el equilibrio hormonal y el cáncer.
Son algunas de ellas sustancias de gran volatilidad o fácilmente movilizables que
pueden ser llevadas por el aire o el agua a grandes distancias y muy persistentes,
acumulándose de forma creciente en los tejidos de los seres vivos (la alimentación es
una de las principales vías por la que llegan a nuestros cuerpos, como sucede, por
ejemplo, con las dioxinas que en más de un 90% llegan a nosotros de este modo). Hay
que advertir además que, aunque se hable de “docena”, en realidad los PCBs, por
ejemplo, son centenares de sustancias diferentes (FODESAM, 2009).

Figura 2 Los doce compuestos conocidos como la docena sucia.

Bibliografía
FODESAM. (2009). Fondo para la defensa de la salud ambiental. Recuperado el 17 de Diciembre
de 2017, de La "docena sucia": http://www.fondosaludambiental.org/?q=node/251

PNUMA. (2009). Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Recuperado el 17
de Diciembre de 2017, de Convenio de Estocolmo:
http://www.wipo.int/edocs/trtdocs/es/unep-pop/trt_unep_pop_2.pdf

Secretaría del Convenio de Estocolmo. (2011). Convenio de Estocolmo. Recuperado el 17 de


Diciembre de 2017, de LOS PRINCIPALES LOGROS DE ESTOS 10 AÑOS:
file:///C:/Users/Ordenador/Downloads/UNEP-POPS-PAWA-SC10-
Achievementbooklet.Sp.pdf

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