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El propósito de este ensayo es tener una amplia visión, y un mayor dominio del
tema tomando en consideración a algunos aspectos relevantes.
En este tema se dan a conocer los propósitos del Tratado de Libre Comercio,
cómo se ha ido desarrollando y los efectos que ha ocasionado en el país.
Se llama “zona de libre comercio”, porque las reglas que se disponen definen
cómo y cuándo se eliminarán las barreras arancelarias para conseguir el libre
paso de los productos y servicios entre las tres naciones participantes; esto es,
cómo y cuándo se eliminarán los permisos, las cuotas y las licencias, y
particularmente las tarifas y los aranceles, siendo éste uno de los principales
objetivos del Tratado. Además el TLC propugna la existencia de “condiciones
de justa competencia” entre las naciones participantes y ofrece no sólo
proteger sino también velar por el cumplimiento de los derechos de propiedad
intelectual.
Por otra parte, el nivel de comercio es mayor ya que abarca un espectro más
amplio de bienes y servicios. La mayor diferencia está en el nivel de flujos
financieros y de capitales, ya que diariamente se ve reflejada la circulación de
dinero en gran cantidad tanto en efectivo como por medio electrónico.
Así mismo los mercados y la producción en los diversos países entran cada
vez más en una dependencia recíproca a causa de un comercio transnacional
con bienes, servicios, fuerzas de trabajo, el movimiento del capital y de la
tecnología.
Fue arriesgado para nuestro país ya que somos un país en vías de desarrollo
ya que el libre comercio no es una ganancia absoluta, ya que mina una
economía local de subsistencia y al hacernos dependientes de productos
vendidos en mercados mundiales ocurre un desequilibrio en los precios y al
cambio tecnológico.
El TLC constituye una de las mayores ventajas competitivas con que cuenta el
país pero, lamentablemente, hacemos poco por aprovecharla al máximo. No
hay la menor duda de que un creciente número de empresas mexicanas, que
emplean a millones de trabajadores, no sólo ha convertido al TLC en su
vehículo hacia el éxito económico, sino que han aprendido a explotarlo en
todas sus vertientes. Sin embargo, como sociedad, hemos desaprovechado la
extraordinaria (y única) oportunidad que entraña ese tratado. No se puede
descartar la posibilidad de que, en el curso de la próxima década, otros países
acaben gozando de ese mismo acceso privilegiado a los Estados Unidos y
Canadá. De no construir una verdadera base de competitividad, habremos
desperdiciado, una vez más, una oportunidad única de consolidar nuestro
desarrollo.