van aproximando hacia el centro), asi son en el
Sur de Espaiia los de Menga y Romeral
(Mélaga).
En las islas Baleares encontramos construc-
clones megaliticas de época posterior, en su
mayorla correspondientes a la edad de Bronce,
¥ que responden a las necesidades de una so-
ciedad mas compleja, Los talayots son torre-
tas defensivas, utilizados como sistemas de vi
gilancia, similares por su forma a los nuragos
de Cerdefia (habitaciones —fortaleza de los je-
fes de tribus, que se situaban en lugares estra-
tégicos y protegidos por un muro); esta simili-
tud sugiere un tréfico étnico y comercial en el
Mediterraneo. La taula, mesa en forma de Te,
se utiliz6 probablemente para el descarna-
miento de los cadaveres. La naveta, asi deno-
minada por su forma de nave invertida, es otra
construccién funeraria.
Los megalitos piden un estudio més dete-
nido que el que los arquedlogos le han de
cado. Aparte del interés de los ajuares funera-
ios y de las posibilidades de indagar en las
concepciones religiosas del Neolitico y Bronce
esta construccién desprovista de adornos, que
se impone por su masa, y que con frecuencia
se desea resaltar al situarla en llanuras 0 luga-
res llanos, exigié de los constructores el des-
bastamiento de la piedra, el levantamiento de
los primeros muros, la invencién de los prime-
ros sistemas de techumbre, el nacimiento en
fin de la estructura arquitecténica, que en
esencia no es més que esto: unos muros y una
cubierta.
It. EGIPTO
3. FUNDAMENTOS DEL ARTE
EGIPCIO
La civilizaci6n del Egipto antiguo ha apor-
tado una religiosidad elevada, avances cienti
cos, especialmente en a medicina, y un arte de
jemos, en primer tér-
mino, algunas dimensiones de esa civilizacién
enigmética, que influyen en sus creaciones es-
téticas.
a) Religién. El culto a los dioses y las ideas
sobre la vida de ultratumba impregnan to-
das las manifestaciones del arte egipcio y
de manera més relevante su arquitectura,
limitada a una finalidad religiosa y funeraria
22
b)
(templos y tumbas). Se presta més aten-
cién a la mansién de los muertos que a la
vivienda de los vivos. En principio, se re-
dujo a creencias fetichistas, que otorgaban
a un objeto 0 a un animal poderes sobrena-
turales. Asi aparecen considerados como.
animales sagrados leones, gatos, buitres,
bueyes, y en alguna poblacién se otorga tal
carécter a alguna especie de plantas. En un
proceso de antropomorfizacién, los dioses
terminan adoptando formas y cualidades
humanas, tras un perfodo mixto en el que
se combina la forma humana y animal;
HORUS en principio se representa como un
halcén y en la VI Dinastia es una figura
sentada y con barba. En una serie de cos-
mogonias (en Hermépolis, Helidpolis, Men~
fis) se explica cémo nacen los diferentes
dioses y cémo se relacionan con los hom-
bres. El mito mAs bello, e! de Osiris, que re-
sucita, implica un proceso de democratiza-
cién, la posibilidad para todos los hombres
de alcanzar la inmortalidad, aunque segin
GORDON CHILDE sélo beneficié a las clases
adineradas, las Unicas que podian pagar las
costosas practicas de embalsamamiento,
imprescindibles para la conservacién del
cuerpo y para que el alma dispusiese de un
soporte fisico, de un lugar de residencia. La
revolucién que EJNATON acomete en la
XVIII Dinastia, al sustituir la pluralidad de
dioses por uno superior (henoteismo) y
providente, preocupado por el bien de las
criaturas, como se refleja en el «Himno al
Sol (Atén)», ejerce un gran impacto en un
arte mas rei ta y humano.
Influencia del vivir agrario. Desde
HERODOTO @ MORET, todos los historiadores
que se ocuparon del Egipto antiguo han re-
saltado que se trata de una civilizaci6n flu-
vial, de base agraria; las crecidas periédi-
cas del Nilo han permitido a lo largo de su
curso los centros de poblacién, el rfo es
fuente de fertilidad. Aunque la historiogra-
fla més reciente ha invertido los términos,
llegando a la conclusién de que los egip-
cios con su trabajo salvaron al rio de su en-
cenagamiento (wiLson), la relacién rfo-so-
ciedad se mantiene, y la influencia de la
economia agraria no es menor, en las for-
mas artisticas, que la de las concepciones
religiosas. En el mundo agrario nace la
geometria, la medida, el catastro, Estos
nuevos habitos mentales enmarcan la ar-t
|
quitectura, su disposicién de planos cua-
drangulares, su aparejo da losas geométri-
as, y enriquecen los temas de la pintura,
con plantas y flores, se introducen en los
elementos arquitect6nicos (capiteles con
hojas) y refuerzan el sentido de las propor-
ciones de la estatuaria. Los mismos hdbitos
mentales que inclinan a los egipcios a la
matemitica y a la agricultura, a la medida
de las parcelas, innovan los ritmos pldsti-
08; los escultores no se limitan a repre-
sentar las telas con pliegues mondtonos,
sino que disefian ondas y perfilan los
miembros con 4ngulos.
¢) Monarquia divin, Desde que MENes uni-
fica el Alto y Bajo Egipto hacia el afio 3400
a.C. el faraén tiene carécter sagrado, es un
dios en la tierra, y la supervivencia en la
vida de ultratumba depende de su proximi-
dad. Sélo asi se explica la existencia de un
pueblo que vivié para construir las tumbas
de sus reyes. Asombra la desproporcién
entre la magnitud de las pirdmides y su
funcién de simple tumba de la familia real,
pero mas asombrosa ha resultado la com-
probacién de que tan colosales construc-
ciones se realizaron con precarios medios
técnicos, sin conocimiento de la rueda (in-
troducida mucho més tarde por los hicsos),
es decir sin poleas ni rodillos, lo que exi
una mano de obra numerosa y un sentido
colectivo de la disciplina, incompatible con
otra estructura politica menos centralizada.
WILSON ha observado que las mastabas se
van separando de las pirémides a partir de
la V Dinastia; con el proceso de seculariza-
cidn del faraén, que pierde su carécter di-
vino, los sacerdotes y nobles dependen
menos dei favor real en este mundo y en
consecuencia no necesiten situar sus se-
pulcros al lado del faraénico, porque tam-
poco an al otra define la proximidad al fa-
ran la suerte ultraterrena,
4. COLOSALISMO ARQUITEC-
TONICO
La primera aportacién de la arquitectura
egipcia estriba en que se trata de construc-
cién en piedra, labrada de manera geométrica
(sillares}; no se reduce ya @ bloques desbasta-
dos de forma tosca, como en los megalitos,
sino a piezas de medidas precisas, con las que
se pueden elevar muros sin salientes y edifi-
cios de perfiles rectilineos. Se ha explicado la
preferencia por ia piedra por razones geoiégi-
cas; los egipcios disponen de piedra, mientras
los mesopotémicos carecen de ella. Pero no
puede ser ésta la raz6n, 0 al menos la Gnica ra-
26n, ya que durante siglos, en el Egipto pre
néstico y en las primeras dinastias, se cons-
truy6 con cafias, madera y ladrillos de arcilla
cruda. Asi la labra de la piedra aparece como
una conquista voluntaria, una manifestaci6n
més del espiritu geométrico que impregna a
una civilizacién agraria, Conservamos el nom-
bre del maximo reformador de los proced
mientos constructivos, ImHOTEP, a quien, segiin
los textos literatios, los egipcios elevaron a la
categoria de dios.
El rasgo més evidente de la arquitecture de!
Egipto antiguo es el colosalismo; la editice-
cién resulta desproporcionada en relacién con
la funcién, ni se precisaba tal volumen para er
terrar en una pirdémide el cadaver del faraén ni
en los templos se congregaban muchedum-
bres que reclamaran espacios tan vastos, Se
trata también aqui de una dimensién cons-
ciente, de un propésito definido. El egipcio asta
‘obsesionado por la presencia de fuerzas soore-
naturales y por el suefio de la supervivencie; en
consecuencia, el edificio desborda la escala
humana, se impone por su grandeza al 4nimo
dei espectador y suscita sentimientos de te-
mor. El colosalismo se inicla ya en la medida
de los sillares, cuyo volumen sin duda hizo mas
incémodo el trabajo de los albafiles. Luowic
CURTIUS afirma que el gigantismo no es funcio-
nal, sino la expresi6n de las posibilidades mas
altas de un pueblo, una exhibicion de la poten-
cia colectiva.
Es arquitectura arquitrabada, desconoce-
dora de los principios constructivos del arco,
basada exclusivamente en lineas horizontales y
verticales, 0, como en las pirémides, en un dis-
positivo diagonal. La ausencia de la curva en
las estructuras es correlativa con las lineas rec-
tas que delimitan las parcelas agrarias, una vez
mas el ideal geométrico resplandece en la ar-
quitectura. En la Pirémide de Keops se han
comprobado unos sistemas de medidas que la
convierten en simbolo de los conaci ntOs:
mateméticos egipcios, por ejemplo el vértice
dibuja el Angulo que trazan los brazos extre-
mos del Delta del Nilo. El maximo problema de
la arquitectura arquitrabada es la elevacién en
altura, pero el egipcio, con la grandeza de los
sillares y la disposicién diagonal de la pi-
23La tumba del faraén Zéser, concebida como una serie
de escalinatas que se elevan hacia el cielo, al contacto
con Ra. En ef alzado percibimos la mastaba inicial, las
sucesivas pirdmides de grades y los pozos de acceso a
Jas cdmaras funerarias.
Keops, Kefrén y Micerinos ordenaron la construccién de
Jas tres pirdmides de Gizoh, auténticas montarias geomé-
tricas de piedra. El interior es un dédalo de corredores yw
cémares.a ; os
a = Y ba
| ioe
ramide, obtuvo medidas hasta entonces nunca
alcanzadas. WORRINGER supone que probable-
mente las puntas de las pirémides estuvieran
doradas 0 con un remate de basalto brillante y
marcarfan el punto que recibe el primer rayo de
sol, el lugar de unién de la tierra y la accion
protectora de la deidad solar. En los templos,
la cubierta plana exigié la multiplicacién de
elementos sustentantes y determina la impor-
tancia de las columnas y la alternancia del pa-
tio sin cubierta y la sala hipéstila como bloque
columnario.
En la arquitectura religiosa la columna
juega un papel, ademés de estructural o de
sustentaci6n, decorativo. En la arquitectura fu-
neraria hablamos encontrado el geometrismo
frlo, la construccién sometida al imperio de la
forma desnuda y escueta; pero ya en el templo
la columna supone una innovacién audaz, la
introduccién de un elemento que recuerda la
forma vegetal de la palmera. En un principio
fueron las columnas simplemente haces de
troncos, luego fueron sustituidos por los fustes
de piedra, pero con una disposicién de estrias
verticales que recuerda los fustes vegetale:
s6lo posteriormente el fuste liso sefiala un dis-
tanciamiento de los origenes. No obstante el
recuerdo del 4rbol perdura en los capiteles, di-
sefiados con hojas de loto flotiformes) o de
Papiro (papiriformes) 0 palma (palmiformes).
La forma de enterramiento més antiguo es
fa mastaba. Hacia el afio 3000 a.C., durante la
fase en la que se produce la unificacién del
Alto y Bajo Egipto, es la tumba de los persona-
jes notables, sacerdotes o nobles, y de los pri
meros faraones. El deseo de grandeza y la acu-
Mapa de Tebas, Convertida Tebas en centro politico du-
‘ante los imperios medio y nuevo en ella se construyen
los hipogeos, y en localidedes préximas se elevan los mas
famosos templos del Egipto antiguo.
mulacién de poder en el faraén provoca la su-
perposicion de mastabas para distinguir la
tumba real, asi nace la pirémide escalonada,
como la de zOser (2700 a.C.). A partir de en-
tonces, la piramide distingue la tumba fa-
raénica de la de los grandes dignatarios. En
una seccién vertical puede comprobarse como
se mantiene alguna cémara de la mastaba, por
ejemplo la cripta mortuoria, subterrénea, que
comunicaba mediante un pozo vertical con el
serdab. A la cuarta dinastia corresponden las
grandes Pirdmides de Gizeh, localidad cercana
@ El Cairo; la mas Imponente, la de keors (137
metros) destaca de las de KEFREN y MIKERINOS
(entre 2600 y 2500 a.C.). Son las construccio-
nes més grandiosas entre una serie que se le-
vanta @ lo largo de 150 kms. Las pirdmides es-
tan rodeadas de edificaciones menores. La
Gran Esfinge que inicia el recinto funerario de
Gizeh es el retrato del faraén KeFREN combi-
nado con rasgos animales, es decir, deificado,
en una 6poca en que se concebia a los dioses
como un sincretismo de humanidad-animales
sagrados, El interior de las piramides es un
Conjunto de galerias, pozos, cémaras. de ex-
traordinaria complicaci6n, con el objeto de im-
pedir el expolio del riquisimo ajuar. Con la Di-
nastia XVIII el centro politico esté en el Sur, en
Tebas, en el Valle de los Reyes, y alli se cons-
truye un nuevo tipo de tumba excavada en la
ladera de una montafia, el hipogeo, con la
misma disposici6n laberintica pare preservar
25Consagrado @ le trlade Amén, Mut, Jonsu, e! templo de
Luxor, con estatuas de Ramsés |! que miden siete metros
de alture, ofrece un escenario colosa/ para les ceremonies
religioso-polticas.
Esquema do un
pilonos, ef patio, fas
‘surado, concebido ¢
lo egipcio: pueden distinguirse los >
hipdstla.. ES un conjunto desme-
10 simbolo de poder.
A otra modelided, ef speos o templo subterréneo, corres-
‘ponde el templo tunerario de le raina Heptshepsut, en
Deir el Bahari. Las rampas y as g diferentes nive-
es componen una entrada grandiosa haste /as sales
‘abjertas en el vientre de la montana.SEE"! a
los tesoros. Son tumbas enriquecidas por pin-
turas y de un singular valor arqueolégico por
Su ajuar; el tesoro de TUTANKHAMON ha sido el
més opulento de los conservados,
Es también la Dinastia XVIII, fundadora ha-
cia el alo 1880 a.C. del Imperio Tebano o
Nuevo, la que impulsa la construccién de
templos inmensos. La grandeza de los espa-
cos, que ofrecen un escenario deslumbrante a
'as festividades religiosas y politicas, se inicia
con la avenida, que desemboca en el templo
propiamente dicho y en la que se suceden dos
hileras de asfinges, el obelisco y los pilonos,
entrada monumental constituida por dos mo.
les trapezoidales, En el interior del templo, un
Patio rodeado de columnas prepara el acceso
a la sala hipéstila (de columnas) que estaba
recubierta de un techo de madera pintada; fi-
nalmente, la zona noble comprendia las habi-
taciones de los sacerdotes y la Barca de Osiris,
camara del altar del dios. Alrededor de 1500
aC. la reina HAPYSHEPSUT ordené levantar el
Primero de estos templos magnos, el de Deir-
el-Bahari, junto a una colina, Se trataba de una
innovacién, ya que el recinto se excava en el
interior de la montafia; es el tipo denominado
speos, que mas adelante repite RaMsés 11 en
Abu-Simbel y que puede considerarse antece-
dente del espiritu griego en el propésito de
fundir le belleza de a arquitectura con la del
espacio natural.
Los reyes guerreros, los ramsés y Turmés,
que impregnan al pueblo egipcio de un espiritu
imperialista, del que hasta entonces habia ca-
recido, son los ms ardientes impulsores de los
templos gigantescos, que riman con los nue-
Vos ideales de dominio territorial. EI templo de
Luxor es terminado por Ramsés 11, y el de Kar-
nak, levantado como un simbolo de sus haza-
fas por TUTMés II. Atrios, patios, columnas, es-
culturas enormes, producen una sensacién de
poderio.
5. LA PLASTICA EGIPCIA
La casi totalidad de la escultura egipcia ha
sido encontrada en las tumbas; de su cardcter
funerario deriva su concepcién y sus rasgos
formales, Su ieratismo solemne, su impresi6n
estatica, la distingue de cualquier otra creacién
plastica de la historia de la escultura. Los ar-
caismos, almendrado de los ojos, falta de ex-
Presion en los rostros, mirada tensa, rigidez en
!a manera de doblar los dedos y cualquier arti-
culacién, se ponen al serviclo de un lenguaje
que no busca la representacién de la vida sino
retratos-soporte del alma para la eternidad, La
ley de la frontalidad, que reduce la contempla-
clén a un solo punto de vista, es el equivalente
al plano de un arquitecto, un disafio de la pri-
mera idea que se tiene de la figura. El fronta-
lismo se refuerza con la disposicién de los bra-
208 a los lados del torso y la rigidez de la nuca,
que sujeta en posicién central a la cabeza. En
los grupos, las diferentes figuras se yuxtapo-
nen, adoptando una misma posicién. Cabelle-
ras y barbas se reducen a una serie de lineas
Paralelas, sin ondulaciones, sin que ninguna
forma rompa la hierética solemnidad de lo in-
mévil. Estos rasgos generales son facilmente
Perceptibles, pero en una civilizacion de siglos
Por fuerza las circunstancias histéricas tienen
que producir una evolucién y algunos cambios.
En las primeras dinastias se alterna el tra~
bajo de la pequenia estatuilla de marfil con el
coloso de piedra. Igual que en arquitectura son
los monarcas de la IV Dinastia los impulsores
de la actividad artistica, La influencia religiosa
y el ansia de realismo se comprueban en las
denominadas «cabezas de sustituciin», que se
adaptaban a Cuerpos hechos en serie; sdlo ef
rostro se considera en ese momento como per-
Sonificacion del difunto. En esta etapa realista
dos esculturas, el llamado Cheik-el-Beled, yel
Escriba sentado, son obras magnas: el Escriba
esté diseftado con un criterio geométrico, una
serie de planos y cilindros que se ensambian, y
como testimonio histérico nos acerca a una
sociedad burocratizada, en la que los funciona-
rios desempefian una funcién importante, en
un perfodo en el que las estatuas de KEFREN y
MIKERINOS permiten comprobar el proceso de
divinizacién del faraén.
Poco antes del afio 2000 MENTUKOTER, tras,
un perfodo de decadencia, unifica nuevamente
Egipto y establece la capital en Tebas; se inicia
{a XI Dinastia y el Imperio Medio. EI arte se
acerca a la realidad cotidiana y pueden perci-
birse, si bien disimulados, algunos santimien-
108, expresiones graves y pensativas, como en
ol retrato de sesostRis i. El canon de las figu-
ras se alarga y la comparacion de varios retra-
tos de un mismo faraén trasluce los estigmas
de la edad; la estatuaria abandona los valores
intemporales de las obras de tumba y se acer-
ca a la vida. Pero en la Dinastia XI!I se vuelve
al academicismo y la frialdad. En ese momento
27El grupo del faraén Micerinos con su esposa y la diosa
‘Athor nos permite comprobar la yuxtaposicion de las fi-
‘guras, la concepcin frontal y la rigidez de Ja pléstica del
Egipto antigua.
a
Ey escriba sentado es una figure maciza construide con un
riguroso semtido geométrico de planos y cilindros. Lé
‘presién concentrada del funcionario, atento al dictedo de
‘su patrono, trasiuce una vida intense.
dle Beled corresponds @ un
funcionario menfita de hacia el 2.500 a.C. Hleratismo y
solemnidad se manifiestan como rasgos peculiares do /a
plastica egipcia.
a
En une de las piezes més antiguas, el cuchillo de Gebel o!
‘Arak (izquierda), del 3,000 @.C. aproximademente, ¢/ ar-
tista ha sabido disponer en ef espacio reducido de!
‘mango la lucha de dos tribus rivales a orillas de un rio.
1.500 alos después, en el periodo de Ejnaton, o busto
de Nefertiti demuestra que los egipcios dominan ef mo-
delado y Io ponen al servicio de la elegancia.[2 invasién de los hicsos va a suponer un terri-
ble trauma en Ia historia egipcia.
ta recuperacién politica y artistica se ofec-
ta por la Dinastia XVIII, cercano ya el ato
1500 a.C. Para la plastica es un momento de,
cisivo, de renovacién en las técnicas, en los te.
nas, en la sensibilidad, Especialmente bajo
EJNATON, el reformador religioso, la escultura
adquiere una extraordinaria dulzura, asi en 1
busto de su esposa NeFERTII, y los relieves re-
Presentan escenas de la vida diatia —el mo-
area jugando al ajedrez— y no rehiyen, movi.
os or un intenso naturalismo, los aspostos
desagradables como el vientre hinchado del
fera6n hideépico y sus brazos deformados y lar.
auisimos que no hubieran sido representados
on otra época. En la época de los Ramésidac los
actitudes imperialistas no son propicias a re.
presentar dulzuras y se cultiva la estatua colo.
sal, como las que guarecen la entrada a los
templos de Abu-Simbel,
6. LAS PINTURAS DE Las TUMBAS
Para los egiptélogos, uno de los mas sor-
Prendentes descubrimientos de las excavacio-
hes fue ol de los frescos que cubren casi total. Exatues de Au-Sitel Em 41 imoerio nse, eolose-
mente algunas de las tumbas del Valle de los fismo, Hdd oleidado, adquiere nuevo imbulso af servicio
" de los ideatesimperialista; as! pueden rimar on pnee
Reyes, La pintura habia sido cultivada con es. (as esculturesy las consiruciones anguitectoonn
caso entusiasmo en las primeras. dinastias, yes
@n los hipogeos del Imperio Nuevo cuando re-
cibe atencién Y desplaza al relieve, hasta ese
momento ornamento de los muros. Contribuye
4 esta sustitucién ja blandura de la iedra en la
que se excavan las tumbas, que impedia ia
consistencia de la incisi6n o ¢! rej ieve. El con-
junto de frescos de la necr6polis tebana cubre
uno de los capitulos més bellos del arte egip-
cio. En todo momento esté presente el re
cuerdo de las ilustraciones del Libro de fos
Muertos: ‘contornos nitidos, colores intensos y
‘contrastados (ocres sobre fondo amarillo, rojos
sobre fondo azul, etc.), lienzos de escritura je-
roglifica. El amor a la naturaleza es una cons-
tante: hojas, espigas, pajaros, Peces, crean una
atmésfera de oasis, Igual que en el r
Posici6n de las figuras se define por un fronta-
lismo convencional, en el} que se combinan las
Perspectivas del frente y el perfil; torso de
frente, piernas, pies y rostro de Perfil, ojos alar-
gados como si se contemplaran de perfil pero
de contorno cerrado como si se viesen desde
el frente. Se rehtye cualquier efecto de profun-
didad, las figuras se yuxtaponen en un plano oMapa de Mesopotamia. Obsérvese /a localizacién de las
siudades, en una regién limosa que las ha sepultado,
Compérese con un mapa actual y se constataré que [a
desembocadura de Jos rlos, en Ie actualidad, es mucho
mas meridionel.
se superponen en varios niveles en vertical. A
diferencia de la escultura la pintura capta el
movimiento, es un arte para la vida.
En los temas se trasluce una alegria que im-
plica la contraimagen de una civilizacién de
tumbas. Escenas de caza o pesca, de fiestas.
con masicos y bailarinas, los trabajos agricolas
en las diferentes estaciones, opulentos ritos
cortesanos, todo el bullicio de una sociedad
que disfruta, se pintan en un recinto funeral,
con un deseo tacito de que el difunto goce en
la otra vida de todos los placeres y bellezas.
Esta explosién pictérica tiene su momento
culminante en los siglos XV y XIV a.C., en la
Capilla funeraria de Tutmés II y en la Tumba de
Nebamén entre otras.
Ml, MESOPOTAMIA Y PERSIA
7. MESOPOTAMIA, SOLAR DE DOS
CIVILIZACIONES DIFERENTES
En las tierras regadas por el Eufrates y el Ti-
gris se desarrollan dos civilizaciones de funda-
30
mentos distintos y que van a suscitar en corre-
lacién dos manifestaciones artisticas de valo-
es opuestos. En el valle bajo, las regiones de
Summer y Akkad han sido lugar de paso y
hogar de una civilizacién urbana, las ciudades-
templo, que terminan uniéndose en los impe-
rios babilénicos. Las menos accesibles regiones
del valle alto del Tigris, Assur, fueron cobijo
de un pueblo guerrero, poco diictil a las in-
fluencias externas, y que en ocasiones varias
descendié a las fértiles tierras bajas para so-
meter a sus pueblos. En el Sur, sumerios y aca~
lios suscitan una civilizacién burocratica: ad-
ministracin compleja bajo GuEa, cédigo de
leyes bajo HAMMURABI, culto a deidades pro-
tectoras bajo la égida de un sacerdocio organi-
zado desde las épocas mas antiguas de las ciu-
dades-templo. En el Norte, los asirios poseen
una historia dramatica y terrible y son los por-
tadores de una civilizacién militar. Introducen
el hierro y el caballo como animal de carga
~para ellos como un arma que multiplica las
posibilidades de ataque—, y sus reyes no son
constructores ni legisladores sino grandes gue-
rreros (ASURNASIRPAL, ASARADDON. SENAQUE-
8),
Tal contraste no podia dejar de reflejarse en
el arte. Los sumero-acadios construyen tem-
plos; los asirios palacios-fortaleza; la escultura
sumeria y babilonia rinde culto a fos reyes pa-
cificos, cuyos atributos son rollos con leyes o
planos; los asirios se retratan con fustas o léti-
gos y en sus relieves plasman escenas de con-
quista y sumision de pueblos.
Hacia el afio 3000 a.C., los sumetios, proce-
dentes de las regiones situadas al Occidente
del mar Caspio, se instalan en las llanuras pan-
tanosas préximas al actual golfo Pérsico, y sus-
citan una civilizacion rica, a la que debemos e!
carro, el arado, una agricultura innovadora,
giles formulas comerciales en las que los gra-
Nos se usan como valor de cambio y una soci
dad compleja y activa (el Cédigo de Hammu-
rabi cita alfareros, canteros, sastres, forjadores,
curtidores, y en otro plano ‘superior arquitectos
y escultores). Diversas circunstancias han difi-
cultado el conocimiento de esta civilizacion. El
tio Eufrates no vierte sus aluviones en una
zona lejana, como el Nilo, sino que mantiene
toda su capacidad de arrastre hasta cerca del
Delta; esto explica que mientras en Egipto se
considera al rio como una deidad Protectora,
en Caldea se contempla como entidad amena-A.Fernandez
Profesor agregado de Historia
de la Universidad Complutense de Madrid.
E.Barnechea
Catedratico de Dibujo
del Instituto Nacional de Bachillerato
alsabel la Catélicay de Madrid.
J. Haro
Catedratico de Geografia e Historia
del Instituto Nacional de Bachillerato
«Cervantes» de Madrid.
RSITARIA
| vicens-vives
TEXTOS DE ORIENTACION UN