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van aproximando hacia el centro), asi son en el Sur de Espaiia los de Menga y Romeral (Mélaga). En las islas Baleares encontramos construc- clones megaliticas de época posterior, en su mayorla correspondientes a la edad de Bronce, ¥ que responden a las necesidades de una so- ciedad mas compleja, Los talayots son torre- tas defensivas, utilizados como sistemas de vi gilancia, similares por su forma a los nuragos de Cerdefia (habitaciones —fortaleza de los je- fes de tribus, que se situaban en lugares estra- tégicos y protegidos por un muro); esta simili- tud sugiere un tréfico étnico y comercial en el Mediterraneo. La taula, mesa en forma de Te, se utiliz6 probablemente para el descarna- miento de los cadaveres. La naveta, asi deno- minada por su forma de nave invertida, es otra construccién funeraria. Los megalitos piden un estudio més dete- nido que el que los arquedlogos le han de cado. Aparte del interés de los ajuares funera- ios y de las posibilidades de indagar en las concepciones religiosas del Neolitico y Bronce esta construccién desprovista de adornos, que se impone por su masa, y que con frecuencia se desea resaltar al situarla en llanuras 0 luga- res llanos, exigié de los constructores el des- bastamiento de la piedra, el levantamiento de los primeros muros, la invencién de los prime- ros sistemas de techumbre, el nacimiento en fin de la estructura arquitecténica, que en esencia no es més que esto: unos muros y una cubierta. It. EGIPTO 3. FUNDAMENTOS DEL ARTE EGIPCIO La civilizaci6n del Egipto antiguo ha apor- tado una religiosidad elevada, avances cienti cos, especialmente en a medicina, y un arte de jemos, en primer tér- mino, algunas dimensiones de esa civilizacién enigmética, que influyen en sus creaciones es- téticas. a) Religién. El culto a los dioses y las ideas sobre la vida de ultratumba impregnan to- das las manifestaciones del arte egipcio y de manera més relevante su arquitectura, limitada a una finalidad religiosa y funeraria 22 b) (templos y tumbas). Se presta més aten- cién a la mansién de los muertos que a la vivienda de los vivos. En principio, se re- dujo a creencias fetichistas, que otorgaban a un objeto 0 a un animal poderes sobrena- turales. Asi aparecen considerados como. animales sagrados leones, gatos, buitres, bueyes, y en alguna poblacién se otorga tal carécter a alguna especie de plantas. En un proceso de antropomorfizacién, los dioses terminan adoptando formas y cualidades humanas, tras un perfodo mixto en el que se combina la forma humana y animal; HORUS en principio se representa como un halcén y en la VI Dinastia es una figura sentada y con barba. En una serie de cos- mogonias (en Hermépolis, Helidpolis, Men~ fis) se explica cémo nacen los diferentes dioses y cémo se relacionan con los hom- bres. El mito mAs bello, e! de Osiris, que re- sucita, implica un proceso de democratiza- cién, la posibilidad para todos los hombres de alcanzar la inmortalidad, aunque segin GORDON CHILDE sélo beneficié a las clases adineradas, las Unicas que podian pagar las costosas practicas de embalsamamiento, imprescindibles para la conservacién del cuerpo y para que el alma dispusiese de un soporte fisico, de un lugar de residencia. La revolucién que EJNATON acomete en la XVIII Dinastia, al sustituir la pluralidad de dioses por uno superior (henoteismo) y providente, preocupado por el bien de las criaturas, como se refleja en el «Himno al Sol (Atén)», ejerce un gran impacto en un arte mas rei ta y humano. Influencia del vivir agrario. Desde HERODOTO @ MORET, todos los historiadores que se ocuparon del Egipto antiguo han re- saltado que se trata de una civilizaci6n flu- vial, de base agraria; las crecidas periédi- cas del Nilo han permitido a lo largo de su curso los centros de poblacién, el rfo es fuente de fertilidad. Aunque la historiogra- fla més reciente ha invertido los términos, llegando a la conclusién de que los egip- cios con su trabajo salvaron al rio de su en- cenagamiento (wiLson), la relacién rfo-so- ciedad se mantiene, y la influencia de la economia agraria no es menor, en las for- mas artisticas, que la de las concepciones religiosas. En el mundo agrario nace la geometria, la medida, el catastro, Estos nuevos habitos mentales enmarcan la ar- t | quitectura, su disposicién de planos cua- drangulares, su aparejo da losas geométri- as, y enriquecen los temas de la pintura, con plantas y flores, se introducen en los elementos arquitect6nicos (capiteles con hojas) y refuerzan el sentido de las propor- ciones de la estatuaria. Los mismos hdbitos mentales que inclinan a los egipcios a la matemitica y a la agricultura, a la medida de las parcelas, innovan los ritmos pldsti- 08; los escultores no se limitan a repre- sentar las telas con pliegues mondtonos, sino que disefian ondas y perfilan los miembros con 4ngulos. ¢) Monarquia divin, Desde que MENes uni- fica el Alto y Bajo Egipto hacia el afio 3400 a.C. el faraén tiene carécter sagrado, es un dios en la tierra, y la supervivencia en la vida de ultratumba depende de su proximi- dad. Sélo asi se explica la existencia de un pueblo que vivié para construir las tumbas de sus reyes. Asombra la desproporcién entre la magnitud de las pirdmides y su funcién de simple tumba de la familia real, pero mas asombrosa ha resultado la com- probacién de que tan colosales construc- ciones se realizaron con precarios medios técnicos, sin conocimiento de la rueda (in- troducida mucho més tarde por los hicsos), es decir sin poleas ni rodillos, lo que exi una mano de obra numerosa y un sentido colectivo de la disciplina, incompatible con otra estructura politica menos centralizada. WILSON ha observado que las mastabas se van separando de las pirémides a partir de la V Dinastia; con el proceso de seculariza- cidn del faraén, que pierde su carécter di- vino, los sacerdotes y nobles dependen menos dei favor real en este mundo y en consecuencia no necesiten situar sus se- pulcros al lado del faraénico, porque tam- poco an al otra define la proximidad al fa- ran la suerte ultraterrena, 4. COLOSALISMO ARQUITEC- TONICO La primera aportacién de la arquitectura egipcia estriba en que se trata de construc- cién en piedra, labrada de manera geométrica (sillares}; no se reduce ya @ bloques desbasta- dos de forma tosca, como en los megalitos, sino a piezas de medidas precisas, con las que se pueden elevar muros sin salientes y edifi- cios de perfiles rectilineos. Se ha explicado la preferencia por ia piedra por razones geoiégi- cas; los egipcios disponen de piedra, mientras los mesopotémicos carecen de ella. Pero no puede ser ésta la raz6n, 0 al menos la Gnica ra- 26n, ya que durante siglos, en el Egipto pre néstico y en las primeras dinastias, se cons- truy6 con cafias, madera y ladrillos de arcilla cruda. Asi la labra de la piedra aparece como una conquista voluntaria, una manifestaci6n més del espiritu geométrico que impregna a una civilizacién agraria, Conservamos el nom- bre del maximo reformador de los proced mientos constructivos, ImHOTEP, a quien, segiin los textos literatios, los egipcios elevaron a la categoria de dios. El rasgo més evidente de la arquitecture de! Egipto antiguo es el colosalismo; la editice- cién resulta desproporcionada en relacién con la funcién, ni se precisaba tal volumen para er terrar en una pirdémide el cadaver del faraén ni en los templos se congregaban muchedum- bres que reclamaran espacios tan vastos, Se trata también aqui de una dimensién cons- ciente, de un propésito definido. El egipcio asta ‘obsesionado por la presencia de fuerzas soore- naturales y por el suefio de la supervivencie; en consecuencia, el edificio desborda la escala humana, se impone por su grandeza al 4nimo dei espectador y suscita sentimientos de te- mor. El colosalismo se inicla ya en la medida de los sillares, cuyo volumen sin duda hizo mas incémodo el trabajo de los albafiles. Luowic CURTIUS afirma que el gigantismo no es funcio- nal, sino la expresi6n de las posibilidades mas altas de un pueblo, una exhibicion de la poten- cia colectiva. Es arquitectura arquitrabada, desconoce- dora de los principios constructivos del arco, basada exclusivamente en lineas horizontales y verticales, 0, como en las pirémides, en un dis- positivo diagonal. La ausencia de la curva en las estructuras es correlativa con las lineas rec- tas que delimitan las parcelas agrarias, una vez mas el ideal geométrico resplandece en la ar- quitectura. En la Pirémide de Keops se han comprobado unos sistemas de medidas que la convierten en simbolo de los conaci ntOs: mateméticos egipcios, por ejemplo el vértice dibuja el Angulo que trazan los brazos extre- mos del Delta del Nilo. El maximo problema de la arquitectura arquitrabada es la elevacién en altura, pero el egipcio, con la grandeza de los sillares y la disposicién diagonal de la pi- 23 La tumba del faraén Zéser, concebida como una serie de escalinatas que se elevan hacia el cielo, al contacto con Ra. En ef alzado percibimos la mastaba inicial, las sucesivas pirdmides de grades y los pozos de acceso a Jas cdmaras funerarias. Keops, Kefrén y Micerinos ordenaron la construccién de Jas tres pirdmides de Gizoh, auténticas montarias geomé- tricas de piedra. El interior es un dédalo de corredores yw cémares. a ; os a = Y ba | ioe ramide, obtuvo medidas hasta entonces nunca alcanzadas. WORRINGER supone que probable- mente las puntas de las pirémides estuvieran doradas 0 con un remate de basalto brillante y marcarfan el punto que recibe el primer rayo de sol, el lugar de unién de la tierra y la accion protectora de la deidad solar. En los templos, la cubierta plana exigié la multiplicacién de elementos sustentantes y determina la impor- tancia de las columnas y la alternancia del pa- tio sin cubierta y la sala hipéstila como bloque columnario. En la arquitectura religiosa la columna juega un papel, ademés de estructural o de sustentaci6n, decorativo. En la arquitectura fu- neraria hablamos encontrado el geometrismo frlo, la construccién sometida al imperio de la forma desnuda y escueta; pero ya en el templo la columna supone una innovacién audaz, la introduccién de un elemento que recuerda la forma vegetal de la palmera. En un principio fueron las columnas simplemente haces de troncos, luego fueron sustituidos por los fustes de piedra, pero con una disposicién de estrias verticales que recuerda los fustes vegetale: s6lo posteriormente el fuste liso sefiala un dis- tanciamiento de los origenes. No obstante el recuerdo del 4rbol perdura en los capiteles, di- sefiados con hojas de loto flotiformes) o de Papiro (papiriformes) 0 palma (palmiformes). La forma de enterramiento més antiguo es fa mastaba. Hacia el afio 3000 a.C., durante la fase en la que se produce la unificacién del Alto y Bajo Egipto, es la tumba de los persona- jes notables, sacerdotes o nobles, y de los pri meros faraones. El deseo de grandeza y la acu- Mapa de Tebas, Convertida Tebas en centro politico du- ‘ante los imperios medio y nuevo en ella se construyen los hipogeos, y en localidedes préximas se elevan los mas famosos templos del Egipto antiguo. mulacién de poder en el faraén provoca la su- perposicion de mastabas para distinguir la tumba real, asi nace la pirémide escalonada, como la de zOser (2700 a.C.). A partir de en- tonces, la piramide distingue la tumba fa- raénica de la de los grandes dignatarios. En una seccién vertical puede comprobarse como se mantiene alguna cémara de la mastaba, por ejemplo la cripta mortuoria, subterrénea, que comunicaba mediante un pozo vertical con el serdab. A la cuarta dinastia corresponden las grandes Pirdmides de Gizeh, localidad cercana @ El Cairo; la mas Imponente, la de keors (137 metros) destaca de las de KEFREN y MIKERINOS (entre 2600 y 2500 a.C.). Son las construccio- nes més grandiosas entre una serie que se le- vanta @ lo largo de 150 kms. Las pirdmides es- tan rodeadas de edificaciones menores. La Gran Esfinge que inicia el recinto funerario de Gizeh es el retrato del faraén KeFREN combi- nado con rasgos animales, es decir, deificado, en una 6poca en que se concebia a los dioses como un sincretismo de humanidad-animales sagrados, El interior de las piramides es un Conjunto de galerias, pozos, cémaras. de ex- traordinaria complicaci6n, con el objeto de im- pedir el expolio del riquisimo ajuar. Con la Di- nastia XVIII el centro politico esté en el Sur, en Tebas, en el Valle de los Reyes, y alli se cons- truye un nuevo tipo de tumba excavada en la ladera de una montafia, el hipogeo, con la misma disposici6n laberintica pare preservar 25 Consagrado @ le trlade Amén, Mut, Jonsu, e! templo de Luxor, con estatuas de Ramsés |! que miden siete metros de alture, ofrece un escenario colosa/ para les ceremonies religioso-polticas. Esquema do un pilonos, ef patio, fas ‘surado, concebido ¢ lo egipcio: pueden distinguirse los > hipdstla.. ES un conjunto desme- 10 simbolo de poder. A otra modelided, ef speos o templo subterréneo, corres- ‘ponde el templo tunerario de le raina Heptshepsut, en Deir el Bahari. Las rampas y as g diferentes nive- es componen una entrada grandiosa haste /as sales ‘abjertas en el vientre de la montana. SEE"! a los tesoros. Son tumbas enriquecidas por pin- turas y de un singular valor arqueolégico por Su ajuar; el tesoro de TUTANKHAMON ha sido el més opulento de los conservados, Es también la Dinastia XVIII, fundadora ha- cia el alo 1880 a.C. del Imperio Tebano o Nuevo, la que impulsa la construccién de templos inmensos. La grandeza de los espa- cos, que ofrecen un escenario deslumbrante a 'as festividades religiosas y politicas, se inicia con la avenida, que desemboca en el templo propiamente dicho y en la que se suceden dos hileras de asfinges, el obelisco y los pilonos, entrada monumental constituida por dos mo. les trapezoidales, En el interior del templo, un Patio rodeado de columnas prepara el acceso a la sala hipéstila (de columnas) que estaba recubierta de un techo de madera pintada; fi- nalmente, la zona noble comprendia las habi- taciones de los sacerdotes y la Barca de Osiris, camara del altar del dios. Alrededor de 1500 aC. la reina HAPYSHEPSUT ordené levantar el Primero de estos templos magnos, el de Deir- el-Bahari, junto a una colina, Se trataba de una innovacién, ya que el recinto se excava en el interior de la montafia; es el tipo denominado speos, que mas adelante repite RaMsés 11 en Abu-Simbel y que puede considerarse antece- dente del espiritu griego en el propésito de fundir le belleza de a arquitectura con la del espacio natural. Los reyes guerreros, los ramsés y Turmés, que impregnan al pueblo egipcio de un espiritu imperialista, del que hasta entonces habia ca- recido, son los ms ardientes impulsores de los templos gigantescos, que riman con los nue- Vos ideales de dominio territorial. EI templo de Luxor es terminado por Ramsés 11, y el de Kar- nak, levantado como un simbolo de sus haza- fas por TUTMés II. Atrios, patios, columnas, es- culturas enormes, producen una sensacién de poderio. 5. LA PLASTICA EGIPCIA La casi totalidad de la escultura egipcia ha sido encontrada en las tumbas; de su cardcter funerario deriva su concepcién y sus rasgos formales, Su ieratismo solemne, su impresi6n estatica, la distingue de cualquier otra creacién plastica de la historia de la escultura. Los ar- caismos, almendrado de los ojos, falta de ex- Presion en los rostros, mirada tensa, rigidez en !a manera de doblar los dedos y cualquier arti- culacién, se ponen al serviclo de un lenguaje que no busca la representacién de la vida sino retratos-soporte del alma para la eternidad, La ley de la frontalidad, que reduce la contempla- clén a un solo punto de vista, es el equivalente al plano de un arquitecto, un disafio de la pri- mera idea que se tiene de la figura. El fronta- lismo se refuerza con la disposicién de los bra- 208 a los lados del torso y la rigidez de la nuca, que sujeta en posicién central a la cabeza. En los grupos, las diferentes figuras se yuxtapo- nen, adoptando una misma posicién. Cabelle- ras y barbas se reducen a una serie de lineas Paralelas, sin ondulaciones, sin que ninguna forma rompa la hierética solemnidad de lo in- mévil. Estos rasgos generales son facilmente Perceptibles, pero en una civilizacion de siglos Por fuerza las circunstancias histéricas tienen que producir una evolucién y algunos cambios. En las primeras dinastias se alterna el tra~ bajo de la pequenia estatuilla de marfil con el coloso de piedra. Igual que en arquitectura son los monarcas de la IV Dinastia los impulsores de la actividad artistica, La influencia religiosa y el ansia de realismo se comprueban en las denominadas «cabezas de sustituciin», que se adaptaban a Cuerpos hechos en serie; sdlo ef rostro se considera en ese momento como per- Sonificacion del difunto. En esta etapa realista dos esculturas, el llamado Cheik-el-Beled, yel Escriba sentado, son obras magnas: el Escriba esté diseftado con un criterio geométrico, una serie de planos y cilindros que se ensambian, y como testimonio histérico nos acerca a una sociedad burocratizada, en la que los funciona- rios desempefian una funcién importante, en un perfodo en el que las estatuas de KEFREN y MIKERINOS permiten comprobar el proceso de divinizacién del faraén. Poco antes del afio 2000 MENTUKOTER, tras, un perfodo de decadencia, unifica nuevamente Egipto y establece la capital en Tebas; se inicia {a XI Dinastia y el Imperio Medio. EI arte se acerca a la realidad cotidiana y pueden perci- birse, si bien disimulados, algunos santimien- 108, expresiones graves y pensativas, como en ol retrato de sesostRis i. El canon de las figu- ras se alarga y la comparacion de varios retra- tos de un mismo faraén trasluce los estigmas de la edad; la estatuaria abandona los valores intemporales de las obras de tumba y se acer- ca a la vida. Pero en la Dinastia XI!I se vuelve al academicismo y la frialdad. En ese momento 27 El grupo del faraén Micerinos con su esposa y la diosa ‘Athor nos permite comprobar la yuxtaposicion de las fi- ‘guras, la concepcin frontal y la rigidez de Ja pléstica del Egipto antigua. a Ey escriba sentado es una figure maciza construide con un riguroso semtido geométrico de planos y cilindros. Lé ‘presién concentrada del funcionario, atento al dictedo de ‘su patrono, trasiuce una vida intense. dle Beled corresponds @ un funcionario menfita de hacia el 2.500 a.C. Hleratismo y solemnidad se manifiestan como rasgos peculiares do /a plastica egipcia. a En une de las piezes més antiguas, el cuchillo de Gebel o! ‘Arak (izquierda), del 3,000 @.C. aproximademente, ¢/ ar- tista ha sabido disponer en ef espacio reducido de! ‘mango la lucha de dos tribus rivales a orillas de un rio. 1.500 alos después, en el periodo de Ejnaton, o busto de Nefertiti demuestra que los egipcios dominan ef mo- delado y Io ponen al servicio de la elegancia. [2 invasién de los hicsos va a suponer un terri- ble trauma en Ia historia egipcia. ta recuperacién politica y artistica se ofec- ta por la Dinastia XVIII, cercano ya el ato 1500 a.C. Para la plastica es un momento de, cisivo, de renovacién en las técnicas, en los te. nas, en la sensibilidad, Especialmente bajo EJNATON, el reformador religioso, la escultura adquiere una extraordinaria dulzura, asi en 1 busto de su esposa NeFERTII, y los relieves re- Presentan escenas de la vida diatia —el mo- area jugando al ajedrez— y no rehiyen, movi. os or un intenso naturalismo, los aspostos desagradables como el vientre hinchado del fera6n hideépico y sus brazos deformados y lar. auisimos que no hubieran sido representados on otra época. En la época de los Ramésidac los actitudes imperialistas no son propicias a re. presentar dulzuras y se cultiva la estatua colo. sal, como las que guarecen la entrada a los templos de Abu-Simbel, 6. LAS PINTURAS DE Las TUMBAS Para los egiptélogos, uno de los mas sor- Prendentes descubrimientos de las excavacio- hes fue ol de los frescos que cubren casi total. Exatues de Au-Sitel Em 41 imoerio nse, eolose- mente algunas de las tumbas del Valle de los fismo, Hdd oleidado, adquiere nuevo imbulso af servicio " de los ideatesimperialista; as! pueden rimar on pnee Reyes, La pintura habia sido cultivada con es. (as esculturesy las consiruciones anguitectoonn caso entusiasmo en las primeras. dinastias, yes @n los hipogeos del Imperio Nuevo cuando re- cibe atencién Y desplaza al relieve, hasta ese momento ornamento de los muros. Contribuye 4 esta sustitucién ja blandura de la iedra en la que se excavan las tumbas, que impedia ia consistencia de la incisi6n o ¢! rej ieve. El con- junto de frescos de la necr6polis tebana cubre uno de los capitulos més bellos del arte egip- cio. En todo momento esté presente el re cuerdo de las ilustraciones del Libro de fos Muertos: ‘contornos nitidos, colores intensos y ‘contrastados (ocres sobre fondo amarillo, rojos sobre fondo azul, etc.), lienzos de escritura je- roglifica. El amor a la naturaleza es una cons- tante: hojas, espigas, pajaros, Peces, crean una atmésfera de oasis, Igual que en el r Posici6n de las figuras se define por un fronta- lismo convencional, en el} que se combinan las Perspectivas del frente y el perfil; torso de frente, piernas, pies y rostro de Perfil, ojos alar- gados como si se contemplaran de perfil pero de contorno cerrado como si se viesen desde el frente. Se rehtye cualquier efecto de profun- didad, las figuras se yuxtaponen en un plano o Mapa de Mesopotamia. Obsérvese /a localizacién de las siudades, en una regién limosa que las ha sepultado, Compérese con un mapa actual y se constataré que [a desembocadura de Jos rlos, en Ie actualidad, es mucho mas meridionel. se superponen en varios niveles en vertical. A diferencia de la escultura la pintura capta el movimiento, es un arte para la vida. En los temas se trasluce una alegria que im- plica la contraimagen de una civilizacién de tumbas. Escenas de caza o pesca, de fiestas. con masicos y bailarinas, los trabajos agricolas en las diferentes estaciones, opulentos ritos cortesanos, todo el bullicio de una sociedad que disfruta, se pintan en un recinto funeral, con un deseo tacito de que el difunto goce en la otra vida de todos los placeres y bellezas. Esta explosién pictérica tiene su momento culminante en los siglos XV y XIV a.C., en la Capilla funeraria de Tutmés II y en la Tumba de Nebamén entre otras. Ml, MESOPOTAMIA Y PERSIA 7. MESOPOTAMIA, SOLAR DE DOS CIVILIZACIONES DIFERENTES En las tierras regadas por el Eufrates y el Ti- gris se desarrollan dos civilizaciones de funda- 30 mentos distintos y que van a suscitar en corre- lacién dos manifestaciones artisticas de valo- es opuestos. En el valle bajo, las regiones de Summer y Akkad han sido lugar de paso y hogar de una civilizacién urbana, las ciudades- templo, que terminan uniéndose en los impe- rios babilénicos. Las menos accesibles regiones del valle alto del Tigris, Assur, fueron cobijo de un pueblo guerrero, poco diictil a las in- fluencias externas, y que en ocasiones varias descendié a las fértiles tierras bajas para so- meter a sus pueblos. En el Sur, sumerios y aca~ lios suscitan una civilizacién burocratica: ad- ministracin compleja bajo GuEa, cédigo de leyes bajo HAMMURABI, culto a deidades pro- tectoras bajo la égida de un sacerdocio organi- zado desde las épocas mas antiguas de las ciu- dades-templo. En el Norte, los asirios poseen una historia dramatica y terrible y son los por- tadores de una civilizacién militar. Introducen el hierro y el caballo como animal de carga ~para ellos como un arma que multiplica las posibilidades de ataque—, y sus reyes no son constructores ni legisladores sino grandes gue- rreros (ASURNASIRPAL, ASARADDON. SENAQUE- 8), Tal contraste no podia dejar de reflejarse en el arte. Los sumero-acadios construyen tem- plos; los asirios palacios-fortaleza; la escultura sumeria y babilonia rinde culto a fos reyes pa- cificos, cuyos atributos son rollos con leyes o planos; los asirios se retratan con fustas o léti- gos y en sus relieves plasman escenas de con- quista y sumision de pueblos. Hacia el afio 3000 a.C., los sumetios, proce- dentes de las regiones situadas al Occidente del mar Caspio, se instalan en las llanuras pan- tanosas préximas al actual golfo Pérsico, y sus- citan una civilizacion rica, a la que debemos e! carro, el arado, una agricultura innovadora, giles formulas comerciales en las que los gra- Nos se usan como valor de cambio y una soci dad compleja y activa (el Cédigo de Hammu- rabi cita alfareros, canteros, sastres, forjadores, curtidores, y en otro plano ‘superior arquitectos y escultores). Diversas circunstancias han difi- cultado el conocimiento de esta civilizacion. El tio Eufrates no vierte sus aluviones en una zona lejana, como el Nilo, sino que mantiene toda su capacidad de arrastre hasta cerca del Delta; esto explica que mientras en Egipto se considera al rio como una deidad Protectora, en Caldea se contempla como entidad amena- A.Fernandez Profesor agregado de Historia de la Universidad Complutense de Madrid. E.Barnechea Catedratico de Dibujo del Instituto Nacional de Bachillerato alsabel la Catélicay de Madrid. J. Haro Catedratico de Geografia e Historia del Instituto Nacional de Bachillerato «Cervantes» de Madrid. RSITARIA | vicens-vives TEXTOS DE ORIENTACION UN

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