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Fachos pobres

Estando en el Estadio Nacional y, luego de los primeros cómputos, un grupo


de adherentes de Guillier gritaban enardecidos “fachos pobres” a un grupo de
simpatizantes de Piñera. No tenían cómo saber los “orígenes” de las personas,
salvo por cómo estaban vestidas y por su color de piel (morenos, como la
Commented [U1]: 1. Qué se deben estos gritos de las
mayoría de este país); sin embargo, repitiendo viejas prácticas clasistas y personas y qué intenciones tenían,

racistas distribuidas generosamente en todos los grupos sociales, trataron de


agraviarlos gritándoles “fachos pobres”, al mismo tiempo en que un grupo de
Commented [U2]: Qué actitud de enunciación manifiesta
jóvenes apoderados de Piñera, de rasgos europeos, pasaban por el lado sin el emisor

ser molestados.

Quizás un error fundamental de estas elecciones es olvidar el origen social de


la Nueva Mayoría (acá Concertación); y no me refiero exclusivamente a una
posición teórica de clase, sino también en reconocer que pertenecemos a un
país (o parte de) que tiene aspiraciones válidas de progresar social y
económicamente. La centro-izquierda históricamente ha tomado estas
banderas de lucha sin mayores complejos, sin embargo, y por alguna razón
que desconocemos, las motivaciones de este “pueblo” fueron dejadas de lado
sistemáticamente.
Commented [U3]: Cuál es el propósito de utilizar este
Algunos grupos progresistas creen, sin embargo, que el apoyo de las clases conector

populares y de trabajadores a un proyecto de izquierda, se logra fácil y


exclusivamente recordando las tropelías de la dictadura, o mencionando un
supuesto proyecto común para construir un Estado de Bienestar en tierras
neoliberales (como si fuera fácil de entender en qué consiste y cuáles son sus
Commented [U4]: Explica con tus palabras cómo se
límites). Es bueno es recordar, pero que lejos están de comprender las podría construir un proyecto de izquierda en Chile.

repercusiones de las transformaciones económicas y sociales que hemos


impulsado en los últimos 25 años.
Estos reducidos grupos progresistas, con desdén, creen que si los sectores
populares adhieren a un proyecto de derecha es exclusivamente por el
“dinero” o por un deseo de ascendencia social rápida. Pero evidentemente es
más que esto. Existe cierto cuerpo de evidencia que señala que lo que está en
juego para muchas familias es la calidad de vida, el progreso, el deseo de
movilidad social y los deseos de que sus hijos estén mejor (expuesto en
Desiguales, 2017). Desear mejores sueldos, poder consumir, tomar vacaciones
fuera de Chile, o simplemente disfrutar de los hijos luego de 12 horas fuera de
casa. Estos valores para muchos militantes de nuestro sector son simplemente
un pecado. La banalidad del buen vivir. Pero, ¿Es posible ignorar estas
realidades?

Reducir esto solo a la codicia, es un error que la izquierda, al no ver, o no


querer asumir, condiciona el éxito de un proyecto colectivo. La experiencia de
Brexit, por ejemplo, o lo que hemos visto en estas elecciones, nos entregan
algunas “luces” de estas contradicciones: mientras una izquierda ve con
buenos ojos el multiculturalismo, los más pobres lo pueden ver como amenaza
a sus fuentes de trabajo o a la cohesión ganada en sus barrios y territorios.

Mientras una izquierda goza con la posibilidad de eliminar la selección en


educación - y siguen enviando a sus hijos a colegios de élite, los más pobres
ven amenazadas sus oportunidades de movilidad social (aunque esta sea sólo
una percepción ajena a la realidad). Mientras una izquierda lucha contra el
CAE, los más pobres luchan por pagar sus casas o llegar a fin de mes.
Mientras una izquierda se preocupa de los metros cuadrados de parque, de los
street food festival, del consumo responsable, de la ecología y reciclaje, los
más pobres conviven con sus externalidades acogiendo vertederos, plantas de
tratamiento o basureros clandestinos.
Mientras nuestro sector no entienda que el proyecto de izquierda es colectivo
y que está en los barrios, poblaciones y villas, la derecha seguirá colonizando
estos espacios. Si nos enfrentamos a nuestro mundo insultando una forma
distinta de expresión política, la derecha seguirá ganando más adeptos. Si no
entendemos que el proyecto de izquierda es participativo, o criticamos
cínicamente los deseos de progreso y movilidad social de muchos, la derecha
seguirá haciéndonos creer que la meritocracia sólo es posible bajo sus
gobiernos.

La izquierda es progreso y desarrollo, es democracia, comunidad y


participación crítica, es emprendimiento, solidaridad, justicia y poder. Sin
olvidar el doloroso pasado dictatorial, debemos incorporar toda nuestra
historia para proponer un proyecto de futuro, de modernización y desarrollo
que involucre a todos y no a unos pocos, incluso a nuestros iguales que hoy
llamamos injustamente “fachos pobres”

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