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Los 4 Tipos de Oradores

Seguramente has visto oradores muy divertidos que mantienen muy entretenida a la
gente, pero también has escuchado a otros a quienes es muy difícil prestar atención por
mucho tiempo, ¿verdad?
¿Te gustaría saber cómo puedes mejorar tu estilo de oratoria sin dejar de ser tú mismo?
Entonces, esto te interesa…
Lo primero que debes de tomar en cuenta es que existen 4 tipos principales de
oradores y cada uno de ellos tiene sus ventajas y desventajas.
Una vez que identifiques cuál de ellos eres tú, podrás hacerte cargo de tus desventajas y
adoptar algunos de los recursos positivos de los demás estilos de oratoria.
Estos son los 4 tipos principales de oradores:
1. El Orador Reservado.
¿Has escuchado personas que dicen sólo lo más esencial con mucha cautela en sus
palabras y no comparten nada personal con el público? Así es el orador reservado.
Una persona introvertida tiende a caer dentro de este estilo de orador. Aunque también
se puede dar que el miedo a hablar en público y los nervios, juegan un papel importante
para que esta persona se sienta cohibida.
Pros: Transmite información confiable, está seguro de lo que dice y tiene mucha
capacidad de razonamiento.
Contras: Sólo comparte información e ideas lógicas, no usa ejemplos y no logra mantener
la atención del público.
2. El Orador Agresivo.
Desde el momento en que se pone de pie en el estrado, toda la gente le presta atención
porque impone autoridad y hasta transmite temor. Por lo general basa sus argumentos
en los aspectos negativos que no le gustan, y enfoca todos sus esfuerzos en provocar
cambios.
Pros: Es capaz de propiciar cambios drásticos, transmite lo que siente y despierta
emociones.
Contras: Le falta sensibilidad para comprender a su auditorio, puede provocar una
reacción negativa.
3. El Orador Simpático.
Al ver su gran sonrisa y percibir su manera de hablar, las personas sienten una reacción
muy positiva casi de inmediato. Es el tipo de orador que todo el tiempo está haciendo reír a
las personas y transmite mucha empatía y energía que inspiran.
Pros: Inspira con su carisma, es humorista, entretiene a su auditorio y los mantiene
atentos.
Contras: No suele transmitir un mensaje claro, no persuade fácilmente y tiende a perder el
objetivo del discurso.
4. El Orador Práctico.
No se anda con rodeos y busca siempre la mejor manera de transmitir directamente su
mensaje para que sea comprendido. A veces puede incluir un poco de humor pero sólo si
es necesario.
Siempre trata de compartir su experiencia personal y genera empatía gracias a todas
las historias, anécdotas y ejemplos que usa para aclarar su punto. Al final suele hacer
un llamado a la acción que cierra la venta.
Pros: Se da a entender fácilmente, es claro en su mensaje y tiene facilidad para motivar y
persuadir al público.
Contras: No siempre es preciso con la información que comparte y suele usar unas
palabras por otras.
Comparto contigo estos 4 tipos de oradores para que te des cuenta de que todos podemos
tener estilos diferentes, por eso la importancia de que no te compares con nadie ni intentes
imitar a alguien más.

Tipos de oradores
Publicado el 21 de julio de 2014por historiasvivas

Con la llegada del verano tenemos más tiempo que compartir, y compartiendo
unas cervezas surgen todo tipo de discusiones con diferentes grados de sentido.
Aquí os dejo algunos de los dolores de cabeza con forma de oradores que me he
ido encontrando.

1. El político.
Como buen mediador, jamás tomará un partido claro en una discusión. Dará la
razón a unos u a otros sin definir su postura. Se arrimará siempre al lado que
parezca llevar la razón sin aportar un solo dato que les refrende, pero tampoco
algo que se la discuta. Apoyará a unos y a otros durante toda la charla y, al
terminar, tendrá unas palabras para alagar lo bien que han entendido unos y
otros su mensaje. Cuidado con éstos personajes, pues si se les ríe la primera
gracia ya no conseguirás quitártelos de encima ni con espátula.

2. El amplio de miras.
Para ellos una paella es de arroz, y punto. Si les quieres mostrar que también se
compone de otros ingredientes se cerrarán en banda de tal forma que ni el
mejor catenaccio italiano.
3. El que sólo tiene una idea.
No confundir con el amplio de miras. Estos, defenderán a capa y espada la idea
que “leyeron” en algún sitio –entiéndase leyeron por recibieron de alguien, ya
fuese un mensaje escrito, radiado o rebuznado-. Se les puede mostrar una idea
nueva con mucho sudor y lágrimas, y empezarán a pregonarla como si fuese la
verdad universal. Puesto que pregonan sin entender realmente el conflicto,
suele resultar divertido adoptar el sofismo y ver cómo pueden llegar a defender
posturas completamente contrapuestas en la misma conversación, como si
jugasen una partida de ping-pong consigo mismos.

4. El heredero de la verdad universal.


La deidad creadora decidió otorgar la suma sapiencia a este personaje, que todo
sabe y nada ignora. Sabe mejor que tú como te sientes, y si le mandas a la
mierda, él mismo te demostrará cómo se le debe mandar a la mierda mejor. En
fin…
5. El que habla sólo por participar.
Después de una larga conversación, este personaje querrá intervenir con un
mensaje categórico y definitivo que demuestre la valía de sus convicciones.
Serán frases del tipo: Eso me parece bien, opino como tú o yo también lo creo. Si
esperas a que desarrolle un argumento te puede dar el final del verano,
conectados por una de esas miradas infinitas y eternas en las que tú esperas
algo, y él cree que ya lo ha dicho todo.

6. El juez.
Aparecerá cuando decida que la conversación ya se ha alargado lo suficiente, y
actuará de oficio, sin que nadie se lo pida. Repartirá justicia entre unos y otros
dando la razón equivalente y ecuánimemente. Al terminar, seremos conscientes
de que no ha cambiado nada y que las posturas siguen igual, pero él habrá
aparentado hacer “algo”.

7. El tertuliano.
Cada vez que abre la boca sube el precio del pan. Si les permites hablar, puedes
pasar de un intercambio de chistes a las manos en cuestión de minutos. Podrían
haber conseguido una pelea a machetazos entre la Madre Teresa y Gandhi, eso
sí, en absoluto prime, presentado por Jorge Javier Vázquez y narrado por Belén
Esteban.
8. El triplista.
Cada vez que habla –con una convicción tal que no se le puede discutir nada-, te
lo puedes imaginar botando el balón en el medio campo, apuntando hacia el aro
y lanzando, previo rezo susurrado, esperando a ver si esta vez “cuela”. Intentará
aportar datos, nombres y citas para dar credibilidad a su intento. Si no aceptas
el argumento y debates sobre algún punto, rápidamente adoptará cualquiera de
los otros roles.

9. El tocacojones.
Tocacojones, sí, no se le puede describir de otra manera. No aportará nada
valioso a la conversación, simplemente adoptará la postura contraria de
cualquiera que esté hablando, sea cual sea. Buscará interrumpir cada alegato,
bromear para restarte credibilidad y llevará al absurdo cualquiera de tus
argumentos. Si le preguntas directamente qué es lo que piensa, puede plegarse
sobre sí mismo, formar un capullo y renacer a los pocos días como la mosca
cojonera que te jode las siestas. Cosas de la evolución…

10. El posturitas.

No expone, declama. Al debatir parece que tiene delante al comité del Nobel al
completo, y no a Juan, Pedrito y Carlos en pantalón corto y sandalias,
tomándose unas cañas y una ración de berberechos. Adjetiva tanto su discurso
que puedes ver llover los adjetivos sobre ti igual que lo hacen los pequeños
escupitajos que expulsa al intentar seguir exponiendo mientras bebe y come,
pero siempre con la dignidad y elegancia de la aristocracia. En su discurso, los
adverbios brotan como las setas en otoño –en concreto todos los de modo
terminados en –mente-. Franca y sutilmente, forzada y apasionadamente,
vehemente y sabiamente usará también los superlativos más contundentes y las
palabras más comunes del diccionario, al menos del suyo. A día de hoy sigo sin
saber cómo pudo meter en la misma frase: Acular, in albis, jipiar, libelo y
refocilar, y sólo estaba pidiendo la cuenta.

Como siempre, existen más e incluso hay personas que adoptan varios roles… a
la vez. Espero no haberos quitado las ganas de debatir, de arreglar el mundo en
la barra de un bar, y menos aún, ¡de que me aportéis ideas divertidas!

¡LOS TIPOS DE ORADORES QUE NADIE


QUIERE ESCUCHAR!
1. “El Obtuso”: El comunicador que usa un lenguaje denso, técnico por lo que permanece
en un trono distante de su audiencia. Uno termina con una gran interrogante: ¿Qué fue lo
que dijo?
2. “El Protagonista”: Pareciera un personaje sacado de alguna obra de teatro. Se rige
por un guión que se aprende de memoria, sus movimientos “perfectos” van a la par de su
interpretación. Es enemigo de la improvisación (no puede) y el público que es muy
perceptivo, no llega a conectar con nuestro “protagonista” quien usa el “yo” con tanta
frecuencia que pareciera no conocer el “nosotros”
3. “El Tornado”: Habla sin detenerse, empieza con una historia que hilvanó con otra y la
audiencia perdida, no termina de encontrar el sentido. Es muy difícil seguirle el hilo y en
medio de tanta “información” es difícil discernir cual es el foco del mensaje. Escuchar un
discurso de “el tornado” te deja con la sensación de que ha arrasado con todo (incluyendo
tu tolerancia).
4. “La Negativa”: Todo está mal (menos ella). Lo mejor es sentarse en la última fila, para
que no vayas a caer noqueada en su lucha sin final. No se te ocurra preguntar, porque
siempre está a la defensiva y suele tomarse personal cualquier comentario. De sus
intervenciones, sales agotado o deprimida. El final de su discurso, suele parecerse a un
episodio tomado del Apocalipsis.
5. El “Des-graciado” Humorista: El cree que la mejor manera de llamar la atención es
con bromas, chistes, ironías… el tema es, que el auditorio no termina de encontrarle la
gracia. Parece no entender que lo que sobre abunda, daña, y cuando estas frente a él, te
preguntas si estás frente a un orador intentando compartir un mensaje o dentro de un
concurso de Club de Comedia
6. “El Congelador”: Más frío que el agua en Alaska. Habla en vez de comunicar. No mira,
parpadea. Gesticula el mínimo. Pareciera que en vez de sangre por sus venas circula
hielo. Cuando te toca un orador al estilo de “El Congelador”… protégete, que el tiempo
parece detenerse mientras el “recita” su discurso.
7. “El Acartonado”: Su contenido poético va estrechamente combinado a sus gestos
estereotipados. Cabellos perfectos, vestuario planchado… nada está fuera de lugar. Solo
él, que olvidó que la perfección no existe y que los seres humanos valoramos la
autenticidad y naturalidad, que nos hacen conectar con los demás.

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