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Acercamiento a la obra de Bernardo Canal Feijóo

Pasión y muerte de Silverio Leguizamón de Bernardo Canal Feijóo (1944)

Pasión y muerte de Silverio Leguizamón de Bernardo Canal Feijóo (Santiago del


Estero 1897 - Buenos Aires 1982), confeccionado como un “film” por su extensión,
cantidad de personajes y dificultades para ser representada en escenarios
cerrados, es estrenada en el año 1944 en el Teatro Municipal de la Ciudad de
Buenos Aires. Lo dirige Orestes Caviglia y el elenco numerosísimo con más de
sesenta papeles para cubrir -con el agregado de “peones, soldados, indios,
cajoneros, músicos, bailarines, gente de pueblo”- se halla compuesto por artistas
calificados de la escena profesional, de los grupos independientes y egresados y
alumnos de la Escuela de Arte Dramático. Santiago Gómez Cou anima con
estampa y brío a Silverio, el protagonista (Ordaz, 1999: 286).

La obra comienza con un prólogo y un prefacio donde se explica el significado de


lo que es un “misterio”, de su importancia, lo que es una encomienda, una
estancia, la relación de la Aguada de Oncaba con la corona española. La fábula se
ubica en el siglo XVIII, en época de la colonia española. Silverio Leguizamón,
poseedor de las tierras de la Aguada por herencia de generación en generación de
padres a hijos, vive muy tranquilo con su familia. Por haber caducado la posesión
de las tierras luego de dos generaciones se produce la llegada del alcalde con el
Caballero que tomará posesión de la hacienda, quienes muestran el comunicado
de la posesión de esos terrenos. El protagonista decide no abandonarlas, ya que
los posee por estancia. Se entabla una lucha entre las dos partes y en ella muere
el viejo criollo por la causa de Silverio. Finalizada la pelea, prenden fuego a las
tierras, y el caballero perece en manos de Silverio, y el alcalde lo acusa por todos
los delitos cometidos. Silverio huye y comienza su pasión con peregrinaje y más
persecuciones. Se refugia en una toldería de indios. Luego, llega a una pulpería
donde todos comentan su heroísmo. Defiende a una mujer y mata a un hombre en
la fiesta del pueblo. Se refugia en la catedral para confesarse con el sacerdote y
éste lo perdona de sus pecados en nombre de Dios. Huye de un lado a otro,
siempre ayudado por distintas personas. La hija del alcalde lo atiende y lo
esconde a la llegada de la partida. Llega un chasqui a la pulpería, con la
noticia que Silverio ha sido apresado y debe anoticiar al Virrey. Inmediatamente
todos salen en su ayuda. Posteriormente es enjuiciado, azotado y condenado a la
horca. Al pie de ésta pasa la noche cubierto con un manto negro. A la mañana
siguiente al ser destapado el cadáver, se descubre que no es el cuerpo de Silverio,
que ha desaparecido, a pesar de la vigilancia de guardias. Se produce la
resurrección de Silverio que asegura la permanencia de éste como un mito.
Estamos en presencia de un “héroe arquetípico rebelde”, transmutado en mito por
los suyos, que despojado de sus tierras, se revela ante la autoridad, sufre
persecuciones, finalmente muere y resucita.

Orgullo, rebeldía, protesta social, vinculación con la tierra y redención de los


desposeídos en la imagen del héroe redentor

Silverio reencarna la rebeldía del hombre enfrentado a una autoridad abusadora y


prepotente que lo persigue y lo despoja de lo suyo.

Se inscribe en la línea de la literatura y el teatro gauchesco heredero de los


personajes de Martín Fierro, de Juan Moreira y del Zoilo de Barranca Debajo de
Florencio Sánchez. El autor proyecta la anécdota de la región natal, en un marco
argentino y americano.

En la configuración de su imagen unida a su orgullo en el duelo en buena ley, se


destaca el rasgo de buen peleador y el preciso manejo del cuchillo.

“SILVERIO. - ¿Y eras vos el que quería ser el Señor de La Aguada de


Oncaba?. . . La Aguada de Oncaba pidió siempre la vida de sus
señores. ¡Si eres su señor, entrégale la tuya!. . . (Le infiere una
puñalada en el pecho.)
ALCALDE. - ¡Habéis asesinado al caballero! ¡Será atroz el escarmiento
que habréis de recibir!. ¡Sois reo de los peores delitos! ¡Os habéis
alzado contra las órdenes del rey!
SILVERIO. - ¡En lucha lo maté . . . y él pudo hacer lo mismo!. ¡No me
alcé sino contra quien venía a arrebatarme lo mío!”.

Su lenguaje que no registra el habla gauchesca contrasta con las voces de


mando gritadas por los españoles tales como “vuesamerced”, “vuestro”, “Apeáos y
desensillad”, “Hacedle”, “arrojadle”, “veréis”, “pidiéndoos”, “dejéis”, “entrasteis”,
también se aportan vocablos indígenas.

Sin que Silverio se lo haya propuesto, se convierte en “arquetipo mítico” del criollo.
Su accionar eleva su nombre a la leyenda cantada y contada por otros paisanos:
(“y ya va enredado entre coplas de pulpería entonadas al son de la guitarra)

Por el carril de las cuerdas


al mundo vaya mi voz,
para ir diciendo la fama
de un criollo como no hay dos.
Tengo apuro de nombrarlo
porque su nombre es lección;
óiganlo bien los oídos,
los labios repitanló
El que aquí mento se llama
Silverio Leguizamón.”

Silverio que “roncea enérgicamente su caballo, para lanzarlo a la carrera” y


“empinándose, torcido el busto, en el instante de espolear su caballo” grita al
Alcalde y los suyos: “¡Ahí la tienen!. . . ¡Ya está vacante la Aguada de Oncaba!” se
transformará en el símbolo del pueblo. En la escena en la aparece en el cepo, uno
de los paisanos, riendo dice “¡Bárbaros!. . . ¡No se dan cuenta que ahora tendrán
que matarnos a todos para matarlo a él!” El parlamento demuestra la conciencia
colectiva del pueblo.

El carácter rebelde desencadenado por la imposición y la imposibilidad de arraigar


en la tierra y concebirla como centro de gravedad de su cultura, su identidad
espiritual y su vida material” (Rivera: 29-30), se une al orgullo propio del criollo.
Mediante el discurso directo se expresan así:

“SILVERIO. - Señor caballero: ‘La Aguada de Oncaba tiene ya su señor, y . .


. no hay lugar para otro! Tarde ha llegado su merced. . . ¡Ha andado lerdo! Si
hubiera venido hace cien años, antes que mi bisabuelo, porque cuando él vino
ya no pudo caber otro . . . Y cuando él se fue llegó mi abuelo para luego
heredar a mi padre, que era grande como este árbol y sólo admitía bajo sus
ramas a los que venían a pedirle amparo. Y él también se fue, y en el mismo
lugar donde él estaba, ahora estamos nosotros , todos nosotros . . . Y no
estamos quitando nada a nadie, sino teniendo lo que tuvieron ellos, para que
no se acabe y se pierda lo que hizo con la sangre y el amor del hombre . . . Y
ya no se necesitan otras manos para empuñar esta mansera, ni otra voz para
dar órdenes.: ¡La Aguada de Oncaba está ocupada, y desde la raíz de sus
muertos hasta el antojo de los vivos no reconoce más señor que el que la
tiene!”.

Silverio encarna al héroe del teatro gauchesco que yacía en el olvido pero a la vez
se transforma en la figura del redentor, proyectando la imagen rebelde del gaucho
protector de desvalidos en un sentido salvacional, doloroso pero esperanzado.
Silverio se equipara con la figura de Jesús en el calvario. La simbología responde
a la forma teatral del “misterio”, forma medieval cristiana que universaliza y aporta
mayor trascendencia a las denuncias de la literatura gauchesca y por último, el
planteo del misterio final de su desaparición física por el que asciende al plano
mítico y se propone la esperanza mesiánica de un posible retorno al menos como
la idea redentora de una prédica de la rebeldía y la libertad” (Castagnino, Raúl,
1983: 9).

La presencia de su inseparable caballo bayo y los signos propios del vestuario


tales como el poncho que está plegado debajo del pellón, en la cabecera de la
silla, el cabestro, la lanza y el cuchillo conforman los datos indiciales de su
imagen heroica subrayada por la información emanada de sus discursos, los de
los demás y las exhaustivas acotaciones destinadas a evocar las costumbres en
ese espacio y en ese tiempo. Las didascalias de Bernardo Canal Feijóo proponen
en forma permanente signos visuales con sentido plástico. En ellas aflora el
lirismo, el trazado de rasgos psicológicos y la observación de costumbres.

Bibliografía:
 González de Díaz Araujo, Graciela (2004) “Capítulo 4: Personajes teatrales de
las regiones argentinas e identidad nacional. En Trozzo, Ester et. all Didáctica
del teatro II Una Didáctica del Teatro para el Nivel Polimodal. Colección teatro
y pedagogía. Recuperado de http://www.espanito.com/didactica-del-teatro-ii-
una-didctica-del-teatro-para-el-nivel.html?part=28

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