75/2015

n.o 75/2015
6,90 €

Evaluar la
PERSONALIDAD
Nuevos parámetros
para estudiar
la psique

NEUROLOGÍA COGNICIÓN PSICOLOGÍA EMOCIONES

NOVIEMBRE/ DICIEMBRE 2015

Mecanismo Metacognición: SOCIAL Neurobiología

del sistema el poder ¿El dinero da del miedo
neurovascular de la reflexión la felicidad?
00075

9 771695 088703
MONOGRAFÍAS CON NUESTROS
MEJORES ARTÍCULOS SOBRE TEMAS CLAVE
CUADERNOS 11: LENGUAJE
Y COMUNICACIÓN
La influencia del lenguaje en el pensa-
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CUADERNOS 8: NEUROGLÍA
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CUADERNOS 10: ADICCIONES
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CUADERNOS 7: EL SUEÑO
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CUADERNOS 9: LA MEMORIA
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CUADERNOS 6: EL MUNDO DE LOS
SENTIDOS
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SIGUE EL DESARROLLO DE LA PSICOLOGÍA
Y LAS NEUROCIENCIAS

MENTE Y CEREBRO n.o 74 MENTE Y CEREBRO n.o 73 MENTE Y CEREBRO n.o 72

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MENTE Y CEREBRO n.o 71 MENTE Y CEREBRO n.o 70 MENTE Y CEREBRO n.o 69

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QFEJEP Tlf. 934 143 344 | administracion@investigacionyciencia.es
SUM ARIO
10
Aprensión al gluten
Pese a su popularidad, los alimentos
sin gluten no aportan ningún beneficio
­demostrado en las personas sanas.
ARTÍCULOS
A L IMEN TACI Ó N
10 ¿Sensibilidad alimentaria
o moda?
Cada vez más personas consumen
productos sin gluten o sin lactosa
porque piensan que su cuerpo no
los acepta. ¿Existe este tipo de
­intolerancia? Por Susanne Schäfer
14 Dieta sin gluten
en personas sanas
Por Ydenice de la Rosa Mordán
y Victoria María Díaz Marugán
P SI CO LO GÍ A S O CI A L
16 Dinero y felicidad,
¿van de la mano?
El afán por disponer de un patrimo-
nio económico holgado m
­ oldea de
múltiples formas nuestra manera
de pensar y actuar. Sin embargo,
el dinero aporta felicidad cuando
­invertimos en los demás, no en
­nosotros mismos. Por Miriam Berger
Noviembre / Diciembre de 2015 – N.o 75
2
16
¿Más felices cuanto más ricos?
Según se ha constatado, el dinero nos
aporta felicidad si lo invertimos en otras
personas y en experiencias.
EN T RE V IS TA
22 «El dinero todavía
es un medio de coerción»
El sociólogo Paul Kellermann explica
las consecuencias de la obsesión por el
dinero y las alternativas que existen
para cambiar ese afán. Por Steve Ayan
P SI CO LO GÍ A
34 Estimulación emocional
de personas mayores
Los programas que combinan
la estimulación cognitiva y el
­en­trenamiento de la inteligencia
­emocional podrían aumentar el
bienestar psicológico en la senectud.
Por M.a del ­Carmen Pérez Fuentes,
José Jesús Gázquez Linares
y M.a del Mar Molero Jurado
P SI CO LO GÍ A
54 Meditación
para principiantes
La práctica de la relajación m
­ ental
requiere constancia, paciencia y un
instructor experto. Por Judith Merkelt
64
Energía para el cerebro
Los vasos sanguíneos llevan oxígeno
y ­glucosa a las neuronas. Las cé­lulas
­endoteliales son clave en este proceso.
N EU RO B I O LO GÍ A
58 El estudio del miedo
Con frecuencia se usan modelos
­animales para investigar la emoción
del miedo en los humanos. Pero
¿teme un ratón del mismo modo que
una persona? Por Dominik R. Bach
N EU RO LO GÍ A
64 El flujo sanguíneo
en el cerebro
Las neuronas y los vasos sanguíneos
del cerebro trabajan en sincronía.
¿Por qué? ¿Qué sucede si ese proce-
der falla? Por Elizabeth M. C. Hillman
MI CRO B I O LO GÍ A
72 Efectos de la toxoplasmosis
en los humanos
Toxoplasma gondii, un parásito­
­unicelular tan discreto como
­abundante, controla el cerebro
del roedor que infecta. También
­podría manipular nuesta conducta.
Por Gustavo Arrizabalaga
y Bill Sullivan
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
 P SI CO LO GÍ A

N U E VA S
DI M E N S I O N E S
D E L A P SI QU E
40 Los dos grandes factores
de la personalidad
Cuando nos juzgamos a
­nosotros mismos o a los de-
más, lo hacemos, de manera
espontánea, según dos dimen-
siones: agencia y comunión.
Estos dos grandes rasgos de la
­personalidad reflejan nuestros
principales intereses en las
relaciones con los demás.
Por Andrea E. Abele-Brehm
y Susanne Bruckmüller

46 La tríada oscura
de la personalidad
Narcisismo, psicopatía o ma-
quiavelismo. ¿Cómo se mani-
fiestan estos rasgos del carácter
en el día a día? ¿Qué efecto
producen en los demás?
Por Frieder Wolfsberger

SECCIO NES

4 Encefaloscopio 26 Avances 78 Syllabus

> La onicofagia puede deberse al
perfeccionismo
> Influencia negativa de los inexpertos
> Realidad virtual contra el dolor
> ¿Por qué algunos niños son reacios
a comer?
> Detección precoz de la demencia
por cuerpos de Lewy
> Los simios también interpretan
la realidad en positivo
> La salud mental del adolescente
padece si no duerme lo bastante
> El gran papel de los lípidos en el
desarrollo del cerebro
> Alteraciones cerebrales en la esqui-
zofrenia. Por Roberto Roiz Santiáñez
y Benedicto Crespo Facorro
> Tras la posibilidad de alterar los
recuerdos. Por Nicole Paschek
> Péptidos para atravesar la barrera
hematoencefálica. Por Macarena
Sánchez Navarro, Meritxell Teixidó
y Ernest Giralt
31 Instantánea
Neuronas en una larva de pez cebra
32 Sinopsis
Efectos físicos del miedo
Metacognición: el poder de la
­reflexión. Por Stephen M. Fleming
85 Ilusiones
El misterio del vestido viral.
Por S. L. Macknik, S. Martinez-Conde
y B. R. Conway
88 Retrospectiva
La máquina que pesaba la actividad
cerebral. Por Anna Gielas
93 Libros
> Neuronas espejo. Por Luis Alonso
> Cartografiando la experiencia
­espiritual. Por Carmen Agustín Pavón

www.menteycerebro.es

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 3

ENCEFALOSCO PIO

COMPORTA MIENTO

La onicofagia puede deberse al perfeccionismo

Las conductas repetitivas centradas en el cuerpo obedecen posiblemente a una reacción por aburrimiento o frustración

A menudo se piensa que la onicofagia trés les mostraron una película sobre un ac-

(el hábito de morderse las uñas) se
debe al nerviosismo, mas parece que la
ansiedad no sea la causa. Cada vez exis-
ten más pruebas de que comerse las uñas,
arrancarse los padrastros o tirarse del
pelo son gestos propios de perfeccionis-
tas y que en tales actos se busca aliviar el
aburrimiento, la irritación o el fastidio.
Alrededor de una de cada veinte per-
sonas experimenta conductas repetitivas
centradas sobre su propio cuerpo y se im-
plica en actividades como las descritas
hasta afear su aspecto o lesionarse. Estas
conductas corresponden a tics y se encuentran emparentadas,
más lejanamente, con los trastornos obsesivo-compulsivos. Los
tics y otros comportamientos reiterativos son sumamente difíci-
les de abandonar. Por otro lado, muchas personas siguen pensando
que se trata de un mero hábito nervioso y que su voluntad para
corregirlo es demasiado débil.
Un nuevo estudio apoya una teoría que asigna tales comporta-
mientos al perfeccionismo, no a la ansiedad. Los investigadores
examinaron a 48 probandos: la mitad de ellos manifestaba esta
conducta; la otra mitad, no. Quienes lo exhibían fueron califica-
dos de perfeccionistas organizativos, por su tendencia a la pla-
nificación minuciosa, a trabajar más de lo necesario y a sentirse
frustrados sin un alto grado de actividad.
Los investigadores crearon situaciones con el fin de provocar
emociones de cuatro tipos en los probandos: para suscitarles es-
CORBIS
cidente aéreo; para relajarlos les proyectaron
una grabación en la que aparecía el oleaje del
mar; para provocarles frustración les pidie-
ron que solucionaran un difícil rompecabe-
zas que, según les comentaron, era fácil, y,
finalmente, para aburrirlos, los mantuvieron
solos en una habitación. Quienes sufrían una
conducta repetitiva centrada en el cuerpo se
aplicaron a actividades insistentes en todas
las situaciones, excepto en la relajante.
El trabajo, que publicó a principios de este
año el Journal of Behavior Therapy and Expe-
rimental Psychiatry, baila en pareja con otra
teoría reciente, a saber, que el estrés dista de ser la única causa de
estos actos compulsivos. El aburrimiento y la frustración, sensacio-
nes que se dan con frecuencia en una personalidad perfeccionista,
pueden ser desencadenantes más vigorosos. Investigaciones ante-
riores proponen que rascarse o morderse consiguen, en efecto, que
estos individuos se sientan mejor por un instante, tal vez porque
satisfacen la urgencia en ocuparse en algo. Ahora bien, tras el alivio
inicial llegan el dolor, la vergüenza y el bochorno.
Estos hallazgos podrían ayudar a los terapeutas en el tratamiento
de pacientes que sufren este tipo de trastornos. Se ha constatado que
este tipo de conductas perfeccionistas se pueden aliviar mediante
terapia cognitivo-conductual. Si los pacientes lograsen aprender
a pensar y actuar de diferente modo cuando aumenta la tensión,
podrían bloquear sus impulsos antes de que estos se inicien.
—Susan Cosier

PSICOLOGÍA expertos. El efecto era específico de la ta-

Influencia negativa de los inexpertos rea: su actuación con los dardos no resultó
afectada al pronosticar la de jugadores de
El sistema motor cerebral sufre sesgos al analizar la actuación de deportistas novatos bolos.
Desde hace largo tiempo, los investiga-

S i destaca usted en un deporte, tal vez

le convenga apartar la mirada cuando
sea el turno de deportistas menos diestros.
Un estudio reciente señala que observar la
actuación de un novato puede degradar la
de un experto.
En experimentos dados a conocer en lí-
nea en Scientific Reports en otoño de 2014,
los investigadores solicitaron a expertos
lanzadores de dardos que presenciaran
vídeos de novatos y pronosticaran dónde
irían a parar sus lanzamientos. Los exper-
tos iban siendo informados de los aciertos
de sus respuestas durante el proceso, lo que
incrementaba la capacidad predictiva. Sin
embargo, se observó que, a la par que me-
joraba esta con respecto a los tiros de los
novatos, declinaba el tino de los lanzadores
dores debaten si las neuronas del sistema
motor participan en la comprensión de las
acciones de otros. En el estudio, la degra-
dación sistemática del tino de los expertos,
pareja a la mejoría en capacidad predictiva,
proporciona una prueba causal de que el
sistema motor se halla implicado, al menos
en ciertos aspectos (concretamente, en la
predicción de resultados) de la compren-

4 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

 PSICOTER APIA
Realidad virtual contra el dolor
Comprueban que sumergirse en una realidad alternativa ayuda a eliminar el dolor crónico
C asi todo el mundo cree que
el dolor es algo que sufre el
cuerpo: si me empeño en girar
demasiado la cabeza, el cuello
envía una señal de dolor al cere-
bro para indicar que la torsión
puede ser lesiva. Sin embargo,
el dolor no es sino una adver-
tencia del cerebro, que avisa
de un peligro. Aunque ciertas
terminaciones nerviosas del
cuerpo pueden detectar da-
ños, sus señales son solo uno
de los factores que el cerebro
utiliza para determinar si he-
mos de experimentar dolor.
Se cree que muchos casos de
dolor crónico son resultado de
asociaciones obsoletas entre
movimientos y dolores.
Para explorar la influencia
de la mente sobre el dolor, Da-
niel Harvie, doctorando en la
Universidad de Australia del
Sur, junto con otros colabora-
dores solicitó a 24 probandos
que sufrían dolor cervical cró-
KYLE T. WEBSTER
nico que, sentados en una silla
y con unas gafas de realidad
sión de acciones ajenas, explica Gowsris-
hankar Ganesh, neurocientífico experto en
robótica en el Instituto Nacional de Ciencia
Industrial y Tecnología, en Japón, y coau-
tor del estudio con Tsuyoshi Ikegami, del
JASON LEE
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
Centro de Información y Redes Neuronales
en Osaka.
Los autores confían en que su trabajo
contribuya algún día a la rehabilitación
cognitiva y motora. A más corto plazo,
virtual, girasen la cabeza. Los
visores creaban la sensación en
los participantes de que esta-
ban girando la cabeza en ma-
yor o menor grado de lo que
realmente hacían.
Los probandos lograban vol-
ver la cabeza un 6 por ciento
más de lo habitual si creían
estar girándola menos, y un 7
por ciento menos si creían estar
girándola más.
Estas observaciones llevan a
pensar que la terapia por rea-
lidad virtual ofrece la posibi-
lidad de entrenar de nuevo al
cerebro para que comprenda
que movimientos que fueron
dolorosos ahora son seguros,
extinguiendo la asociación
con el peligro. Harvie cree
que esta terapia puede ayudar
a restaurar los movimientos
dolorosos en personas con
lesiones y, tal vez, a tratar a
individuos con enfermedades
neurodegenerativas, como el
párkinson.
—Esther Hsieh
proponen que los deportistas no deberían
prestar mucha atención a las actuacio-
nes de compañeros menos diestros. Por
otra parte, educadores y entrenadores no
tendrían por qué apartar la vista de los
esfuerzos de sus discípulos. «Aunque los
resultados son preliminares, nuestros da-
tos indican que los expertos que enseñan
sufren menor deterioro», afirma Ganesh.
«Creemos que gracias a su gran experien-
cia con aprendices, los profesores pueden
aprender a no verse afectados por este
proceso.»
—Tori Rodriguez
5
ENCEFALOSCO PIO

ALIMENTACIÓN

¿Por qué algunos niños son reacios a comer?

Ciertos comportamientos a la hora de comer pueden no tener que ver con los alimentos

N o existe una definición científica para el niño remiso a

la hora de comer. Sin embargo, algunos padres conocen
muy bien esa situación. Y probablemente estén en lo cierto: sus
hijos son diferentes. Pero no todos los niños reacios son iguales,
según señala un estudio reciente. La manida frase «mi niño
no come» alude, en realidad, a un amplio abanico
hacia ciertos alimentos, se encogían y apartaban la cara, daban
manotazos a la cuchara o se atragantaban con la comida y la
escupían.
Según explica la coautora del estudio Sharon M. Donovan,
profesora de nutrición en la Universidad de Illionois Urbana-

GETTY IMAGES / ANDERS ANDERSSON

de comportamientos. Saber en qué categoría encua-
drarlos puede ayudar a los progenitores a dar con
soluciones constructivas.
Los investigadores reunieron a 170 niños de entre
dos y cuatro años de edad, de los cuales, según sus
padres, alrededor de la mitad eran «difíciles» con las
comidas. Durante dos semanas se les alimentó con
comidas estandardizadas. Los padres tenían que ob-
servar y registrar las respuestas de sus hijos.
Los niños sin problemas comieron cantidades más
abundantes que los otros y no pusieron dificultades.
Los «malos comedores» actuaron de distinto modo
antes y durante las comidas: se negaban a sentarse
a la mesa, mostraban cierta repugnancia o sospecha

PSIQUIATRÍA

Detección precoz de la demencia por cuerpos de Lewy

Un cúmulo de síntomas ayuda a pronosticar quiénes van a sufrir una de las demencias más frecuentes

G ritar durante una pesa-

dilla. Tener dificultades
para cuadrar los gastos. Debi-
litamiento del olfato. Alucina-
ciones. Estreñimiento crónico.
Tan curiosa mezcolanza de
síntomas desconcierta a los
médicos y, no pocas veces, son
algunos de los signos delatores
de la demencia por cuerpos de
Lewy, la segunda causa más
común de la demencia (tras
la enfermedad de Alzheimer)
[véase «Demencia por cuerpos
de Lewy», por Nele Langosch;
Mente y cerebro n.o 69, 2014].
Los cuerpos de Lewy son
agregaciones de proteínas
que matan neuronas. Según
dónde se apiñen pueden pro-
vocar el mal de Parkinson o
la demencia por cuerpos de
Lewy, aunque, al progresar,
ambas enfermedades tienden
a superponerse. La demencia
por cuerpos de Lewy resulta
más difícil de diagnosticar,
en parte porque sus primeras
señales de aviso eran desco-
nocidas. Ahora, en un nuevo
estudio, se ha encontrado que
ciertos síntomas sensoriales
y motores pueden ayudar a
predecir quiénes van a sufrir
la enfermedad.
Científicos del Centro de In-
vestigación Avanzada del Sueño
(vinculado a la Universidad de
Montreal) y de la Universidad
McGill efectuaron un segui-
miento de 89 pacientes que,
sin ser sonámbulos, se agitaban
en la cama o hablaban en voz
alta durante el sueño REM. La
incapacidad para suprimir tal
actividad nocturna puede ser
indicio precoz de una alteración
en el cerebro: estudios anterio-
res han mostrado que hasta un
80 por ciento de los pacientes
que actúan en sueños acabarán
por manifestar alguna forma de
neurodegeneración.
A lo largo de diez años, los
investigadores de McGill ras-
trearon en los sujetos posibles
síntomas de enfermedades ner-
viosas, como pérdidas leves de
cognición, depresión o dificul-
tades de movimiento. Según
el estudio que publicaron en
Neurology en febrero pasado,
descubrieron una multitud
de síntomas (anomalías en la

6 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

Champaign, identificaron cuatro catego- Los autores no disponen todavía de
rías de comportamientos, posiblemente Cuatro tipos de «malos pruebas para cada tipo de comensal rea-
superpuestas, que serían responsables de comedores» cio, pero Lee opina que podría ayudar a los
que los padres considerasen «difíciles» a n Niños sensorio-dependientes: padres darse cuenta de que las reacciones
sus hijos. Pueden rechazar un plato por su infantiles a la hora de comer no siempre
textura u olor.
Algunas de estas preferencias, como el tienen que ver con los alimentos. En tal
rechazo al brécol, pueden ser innatas. Las n Niños preferenciales: Rechazan caso, no tiene mucho sentido que los pro-
investigaciones indican que algunos niños comidas nuevas o la combinación genitores planteen conflictos de autoridad
de alimentos.
pueden ser genéticamente más sensibles con los pequeños sobre la comida, sobre
a los sabores amargos y, por consiguien- n Niños perfeccionistas: Presentan todo, porque tal comportamiento suele
te, tardar más en tomarle gusto a ciertas exigencias peculiares; por ejemplo, desaparecer o atenuarse cumplidos los
que un alimento no toque a otro.
hortalizas. Otras conductas, como mostrar cinco años.
tristeza o incluso atragantarse o vomitar, n Niños conductistas: Pueden Los nutricionistas, mientras no desarro-
encogerse o atragantarse cuando
pueden no tener ninguna relación con la llen métodos más afinados, recomiendan
la comida no les parece «correcta»
comida. Una niña, por ejemplo, puede estar («¡El jamón y el queso tienen que algunas estrategias. Si al niño no le gustan
enfadada porque tuvo que dejar de jugar estar en pan blanco, no en pan las mezclas, preséntele los ingredientes por
para ir a la mesa y trata de manifestar su integral!») o negarse a ir a la mesa separado la primera vez que vaya a servirle
antes de saber lo que hay para
independencia rechazando la comida, ex- una. Admita que su hijo tiene preferencias,
comer.
plica Soo-Yeun Lee, coautora del estudio y pero sírvale alimentos que considere in-
también profesora de nutrición en Illinois. aceptables junto a sus favoritos. No fuerce
No es raro que los niños le hagan ascos a la comida: Donovan al niño a comer algo nuevo, pero anímele para que lo pruebe.
afirma que entre el 19 y el 50 por ciento de los sujetos de hasta Y sobre todo, paciencia e insistencia, aconseja Donovan. «Puede
dos años son considerados malos comedores por sus cuidado- ser necesario ofrecer al niño diez veces un alimento nuevo antes
res. La renuencia a comer puede depender de las reacciones de de que lo acepte. Los padres, a menudo, ceden antes.»
sus padres. —Francine Russo
GETTY IMAGES / JAMES PORTER

visión de los colores, pérdida de tar lesivo. Por ejemplo, si el sínto-

olfato y disfunción motora) que
duplicaban la posibilidad de que
una persona con trastornos en el
sueño REM llegase a sufrir pár-
kinson o demencia por cuerpos
de Lewy en el plazo de tres años.
Quienes presentan este cúmulo
de síntomas tienen un riesgo del
65 por ciento de padecer la en-
fermedad en los próximos tres
años, por lo que es recomenda-
ble su participación en estudios
de sintomatología y tratamiento
precoz. Existe una acuciante ne-
cesidad de tales estudios porque
los médicos se encuentran a me-
nudo perplejos ante lo que pare-
ce ser una mezcla de alzhéimer,
párkinson y esquizofrenia, y un
diagnóstico erróneo puede resul-
ma más preocupante del paciente
son las alucinaciones, es posible
que se le administre un antipsicó-
tico. Sin embargo, tales fármacos
agravan rápidamente la demencia
por cuerpos de Lewy. Incluso si se
identifica correctamente esta pa-
tología, los médicos solo disponen
de tratamientos sintomáticos.
Los investigadores de McGill
confían en que sus hallazgos lle-
varán en breve a estudios orienta-
dos a determinar cómo progresa
la demencia por cuerpos de Lewy
con el tiempo. Un conocimiento
más pleno de esta enfermedad
podría llevar a terapias más efi-
caces o incluso a medidas pre-
ventivas.
—Katie Free

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 7

ENCEFALOSCO PIO

COGNICIÓN

Los simios también interpretan la realidad en positivo

Nuestra tendencia humana a ver la botella medio llena podría tener fundamento anatómico

¿S e inclinaría usted por adquirir un

costoso tratamiento adelgazante
una pieza de fruta cada vez que habían
de elegir, pero la mitad de las veces en
si supiera que fue de ayuda para un 40 lugar de una se les daban dos (encuadre

GETTY IMAGES / BRAD WILSON

por ciento de usuarios, pero ineficaz en
el 60 por ciento? La respuesta es fácil.
Planteada la elección en forma positiva,
es mucho más probable que la acepte-
mos, incluso aunque sea como jugar a
cara y cruz. Nuevas investigaciones indi-
can que nuestros primos evolutivos, los
simios, comparten con nosotros estas
querencias, lo que lleva a pensar que la
respuesta está más arraigada en la biolo-
gía que en la mera socialización cultural
y económica.
Los científicos denominan «sesgo irra-
cional» a la tendencia a la interpretación
positiva. Para comprender mejor por
qué nuestra psique responde de mane-
ra tan elaborada, Christopher Krupenye
y Brian Hare, de la Universidad Duke,
junto con Alexandra Rosati, de la Uni-
versidad Yale, reunieron a 40 de nuestros
parientes biológicos vivos más cercanos
(23 chimpancés y 17 bonobos) y les pro-
pusieron opciones para elegir comida:
podían recibir una o dos piezas de fru-
ta, o un número fijo de cacahuetes. En
ocasiones se les presentaba a los simios
positivo). En otros ensayos, se les pre-
sentaban dos piezas de fruta, pero en la
mitad de las veces solo se les daba una
(encuadre negativo). Al final, los anima-
les acababan recibiendo la misma can-
tidad de fruta, independientemente del
planteamiento o encuadre. Se observó,
sin embargo, que era más probable que
eligieran fruta cuando se les presentaba
solo una pieza, pues esta iba seguida a
menudo de una «prima», que cuando
se les ofrecían dos y sufrían «pérdida»,
pues solo se les daba una.
Krupenye opina que, puesto que com-
partimos estos efectos del planteamien-
to con nuestros parientes no humanos,
tales resultados apuntan a que estos ses-
gos se hallan biológicamente inscritos y
han podido implicar ciertos beneficios
evolutivos cuando los simios buscaban vez que encontremos un anuncio su-
comida. Ahora bien, una tendencia in- gestivo, pruebe a imaginar cuál sería
nata no tiene por qué ser una sentencia su encuadre negativo y considere si la
obligatoria. Aunque llevemos en la san- tentación perdura. Lo más probable es
gre esta tendencia cognitiva, tener cons- que sepa usar el cerebro para prevalecer
ciencia del sesgo puede ayudarnos a no sobre la biología.
tomar decisiones erróneas. La próxima —Francine Ruso

SUEÑO

La salud mental del adolescente padece si no duerme lo bastante

Cada hora menos de sueño nocturno eleva los riesgos de depresión

S on muchos los estudios que

han examinado los diferen-
tes efectos de no dormir lo su-
ficiente. En un nuevo trabajo,
publicado en febrero pasado en
Journal of Youth and Adolescen-
ce, se adopta un enfoque más
matizado, pues se propone de-
terminar el coste que les supo-
ne a los adolescentes cada hora
menos de sueño nocturno.
Los investigadores explo-
raron una muestra de 27.939
estudiantes de secundaria de
barrios residenciales de Virgi-
nia. Según los Institutos Na-
cionales de Salud de EE.UU.,
los adolescente necesitan, en
promedio, dormir nueve ho-
ras por la noche, pero solo un
3 por ciento declaraba dormir
tanto; un 20 por ciento de los
encuestados decía dormir cin-
co horas o menos. La media,
según estos informes subjeti-
vos, era de 6,5 horas de lunes
a viernes. Tras tener en cuenta
variables ambientales, como la

8 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

E VOLUCIÓN

El gran papel de los lípidos en el desarrollo del cerebro

La inteligencia humana puede estar ligada a los cambios en el perfil lipídico de la neocorteza

E s posible que debamos nuestras excepcionales facultades

intelectuales a los lípidos del cerebro. Un estudio publicado
en Neuron en febrero de este año revelaba que la diversidad de
moléculas grasas que se encuentran en la neocorteza humana,
región cerebral responsable de funciones cognitivas superiores,
como el lenguaje, han debido evolucionar con excepcional rapidez
tras la escisión de humanos y simios.
Los investigadores analizaron la concentración de 5713 lípidos
(moléculas grasas o sus derivados) en muestras de tejido cerebral,
renal y muscular tomadas de humanos, chimpancés, macacos y
ratones. Los lípidos son responsables de un abanico de funciones
críticas de todas las células y constituyen un componente funda-
mental de la membrana celular. Revisten especial importancia en
el cerebro, porque permiten la transmisión de señales eléctricas
entre neuronas. Pero hasta el estudio del que hablamos, se igno-
raba si los lípidos del cerebro humano diferían de los lípidos de
otros mamíferos.
El equipo descubrió que las concentraciones de diversos lí-
pidos hallados en muestras de tejido cerebral humano eran
singulares, sobre todo en la neocorteza. Según muchos datos
evolutivos, humanos y grandes simios se escindieron de un
ancestro común más o menos al mismo tiempo. Dado que es-
tas dos especies han dispuesto de casi el mismo tiempo para
acumular cambios en sus perfiles lipídicos, los investigadores
esperaban encontrar aproximadamente el mismo número de
lipídicos que la corteza cerebral del chimpancé desde la escisión
del antepasado común.
Estos resultados llevan a pensar que, a la par que evolucionaba
la cognición humana, los tipos y cantidades de lípidos en áreas
cerebrales clave estaban variando y mutando rápidamente y que
este desarrollo fue esencial para nuestras capacidades comple-
jas. Los investigadores explican que se tiende a dar a los genes la
máxima atención, pero estos solo son parte de la explicación. Por
ejemplo, una enzima codificada por un solo gen puede regular
la síntesis de muchos lípidos diferentes. «La importancia de este
estudio es que vamos a ver más análisis comparativos de concen-
traciones macromoleculares, como las diferencias en proteínas y
lípidos, que revelarán hechos que no podemos observar directa-
mente» a partir del genoma, indica Todd Preuss, neurocientífico
de la Universidad Emory especializado en evolución del cerebro
humano, quien no participó en el estudio. Saber que los lípidos
han desempeñado un papel esencial en la evolución de la inte-
ligencia humana «es la punta de un enorme iceberg», apunta.
—Andrea Alfano
CEREBROS GRASOS
El cerebro de todos los mamíferos
posee un elevado contenido gra-
so, pero el perfil lipídico del hu-
mano ha evolucionado a un ritmo
mucho más rápido.

SCIENCE SOURCE / EVAN OTO

lípidos específicos en cada especie, explica Kasia Bozek, del
Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig.
De hecho, en el cerebelo, una porción primitiva del cerebro
que es similar en todos los vertebrados, los cambios lipídicos
en humanos y chimpancés eran equiparables. En cambio, la
Ratón Macaco Chimpancé Humano
neocorteza humana ha acumulado unas tres veces más cambios

renta o el estatus familiar, los
investigadores determinaron
que a cada hora de sueño per-
dida se asociaba una probabili-
dad un 38 por ciento mayor de
sentirse triste y sin esperanza,
un 42 por ciento más de pensa-
mientos suicidas, e incremen-
tos del 58 y el 23 por ciento,
respectivamente, de tentati-
vas de suicidio y de abuso de
sustancias.
Estos hallazgos no son de
carácter causal, sino correla-
cional, es decir, no demues-
tran que los déficits en sueño
sean responsables de estos
problemas. De hecho, muy
bien pudiera ocurrir lo con-
trario, pues la depresión y la
angustia se acompañan de
insomnio. «Pero la mayoría
de los datos obtenidos en in-
vestigaciones respaldan que
el sentido causa-efecto va de
la falta de sueño a los trastor-
nos, y no al contrario», expli-
ca Adam Winsler, coautor del
estudio y profesor de psicolo-
gía en la Universidad George
Mason. Los déficits en sueño
merman la función cerebral y
perturban todavía más regio-
nes donde tropiezan incluso
los adolescentes bien descan-
sados: la función ejecutiva, el
control de sí mismos y la pru-
dencia en sus juicios.
«Los padres, los educadores y
los terapeutas tienen que pres-
tar atención al papel del sueño
en la prevención de enfermeda-
des mentales en la juventud»,
opina Winsler. «Probablemente
su efecto sea más acusado que
la mayoría de las terapias y me-
dicaciones.»
—Tori Rodríguez

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 9

ALIMENTACIÓN
¿Sensibilidad alimentaria
o moda?
Cada vez más personas consumen productos sin gluten o sin lactosa
porque piensan que su cuerpo no acepta estos compuestos. Pero no existen
todavía datos concluyentes que apoyen este tipo de intolerancia
SUSANNE SCHÄFER
EN SÍNTESIS
Miedo al plato
1 Los productos «sin» han
conquistado las estan-
terías de los supermercados
y los carros de compra de
muchas personas. Pero, en
lo que a salud se refiere, no
aportan ningún beneficio
demostrado.
2 Aunque cada vez más
personas se quejan de
molestias al ingerir fructosa,
lactosa o productos que
contienen histamina, los
investigadores no han detec-
tado ningún aumento de la
intolerancia alimentaria.
3 Los expertos sospe-
chan que el motivo de
muchos de estos síntomas
corporales se deben al lla-
mado efecto nocebo.
10
N
ovedad: las tortitas de arroz ya
no llevan gluten. Enhorabuena,
sobre todo porque nunca lo han
contenido. Sin embargo, un ele-
gante distintivo en el envoltorio
destaca la peculiaridad del producto.
En la actualidad, parece que la etiqueta de
moda en las estanterías de los supermercados
empieza con un «sin» y termina con un «gluten»
o «lactosa». Si bien no cabe duda de que la intole-
rancia alimentaria existe y que para las personas
que se ven obligadas a renunciar en parte o total-
mente a determinados componentes alimenticios
ese distintivo les facilita la compra, ha surgido
otro fenómeno. Cada vez son más las personas
que optan por consumir productos «sin» aunque
su salud no lo requiera ni tampoco les aporten
beneficio alguno.
Hoy en día, asociamos de inmediato nuestro
malestar con la alimentación. Quien amanece con
dolor de cabeza tras haberse bebido el contenido de
una botella de vino durante una velada amena la
noche anterior, fácilmente se plantea la duda de si
sufre intolerancia a la histamina. A la inversa, mu-
chas personas afirman que al renunciar a ciertos
alimentos han experimentado efectos fantásticos:
quien solo bebe leche sin lactosa se siente, de re-
pente, más ligero. En Alemania, la Sociedad para la
Investigación del Consumo descubrió que en 2012
se triplicó el número de personas que compraba
productos sin lactosa en comparación con 2007.
Más recientemente, en 2014, una encuesta entre
cerca de 2500 personas, elaborada por el instituto
de estudios de mercado Ears and Eyes por encargo
de la revista Spiegel en su versión en línea, demos-
tró que uno de cada cuatro alemanes renunciaba
a determinados alimentos porque creía que no los
toleraba. Entre estos, un 11 por ciento había redu-
cido el consumo de vino tinto, queso y diferentes
productos de carne y pescado porque contenían
histamina. Los investigadores, sin embargo, toda-
vía discuten si se puede hablar de una intoleran-
cia a la histamina. En cuanto al gluten, un 9 por
ciento de los encuestados señalaba que evitaba
todos o parte de los productos que lo contienen, a
pesar de que solo el 0,3 por ciento de la población
de Alemania sufre celiaquía, lo que les obliga a
renunciar al gluten. Además, todavía no se sabe
a ciencia cierta si existe una sensibilidad al glu-
ten no celíaca. El mismo estudio señala que un 13
por ciento de los consultados limita o suprime el
consumo de alimentos concretos (los cacahuetes,
entre otros muchos) porque son alérgicos. Según
los expertos, solo entre el 2 y el 3 por ciento de los
alemanes sufre una alergia alimentaria.
En España, este año diversos medios de comu-
nicación de información general se hacían eco
de la «moda sin gluten» proveniente de Estados
Unidos. Algunos de los expertos consultados por
la prensa achacaban la tendencia de no incluir
gluten en la dieta a la creciente preocupación
de las personas por los alimentos que ingieren
o porque cada vez más se asocian los productos
libres de gluten con beneficios físicos, cognitivos e
incluso la pérdida de peso. «No hay ningún estu-
dio científico que avale el uso de la dieta libre de
gluten para la pérdida de peso, pero sí algunos que
confirman que se gana», apuntaba Marta Cuervo,
nutricionista de la Universidad de Navarra, en el
periódico El País. Por otro lado, según la Asocia-
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

Alimentos que sientan mal: cuatro sospechosos principales
Lactosa: El cuerpo de las
personas que no toleran
bien el azúcar de la leche
(lactosa) no fabrica la en-
zima lactasa, o lo hace en
muy poca cantidad. Por lo
común, dicha molécula des-
compone el azúcar lácteo,
de manera que el conducto
digestivo la puede asimilar.
La intolerancia a la lactosa,
del mismo modo que la
mala absorción de la fruc-
tosa, puede diagnosticarse
mediante un test de hidró-
geno espirado.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
Fructosa: Ante una into-
lerancia del azúcar de la
fruta, el consumo de esta
última y de determinados
tipos de verduras provocan
molestias como retortijo-
nes y diarrea. Al parecer,
el intestino delgado de los
afectados solo puede asimi-
lar pequeñas cantidades de
fructosa, por lo que mucha
de esta llega al intestino
grueso sin ser digerida. Allí,
las bacterias fermentan la
fructosa, lo que provoca el
malestar.
Histamina:Esta molécula
endógena se encuentra
también en alimentos que
han madurado durante largo
tiempo. Algunas personas se
quejan de estornudos, dolor
de barriga y de cabeza cuan-
do ingieren alimentos con
mucha histamina (tomates o
queso alpino, entre otros); se
ha sugerido que su cuerpo
descompone la histamina
con menor rapidez. Sin em-
bargo, los científicos todavía
discuten si existe una intole-
rancia hacia la histamina.
THINKSTOCK / IODRAKON
Gluten:Esta proteína se halla
en cereales como el trigo, el
centeno, la espelta y la ceba-
da. Las personas que sufren
celiaquía, enfermedad en la
que la mucosa del intestino
delgado se inflama, deben evi-
tar, de por vida, alimentos que
contengan gluten, incluso en
pequeñas cantidades. Algunos
sujetos que no son celíacos
ni alérgicos al trigo se quejan
de dolores después de haber
ingerido gluten. Todavía se
debate si existe la sensibilidad
al gluten no celíaca.
11
ALIMENTACIÓN
THINKSTOCK / SOMCHAISOM
¡CUIDADO, FRUCTOSA!
Tras una noche animada,
aparte de la fructosa y la
histamina, también el alcohol
puede influir en el dolor de
cabeza matutino.
12
ción de Federaciones de Celíacos de España, se
calcula que uno de cada cien españoles es celíaco.
Resulta paradójico: cuanto, objetivamente, más
sanos estamos, más enfermos nos sentimos. Win-
fried Rief, profesor de psicología en la Universidad
de Marburgo, preguntó a ciudadanos alemanes si
encontraban una relación entre el estilo moderno
de vida y la salud. El 6 por ciento de los encues-
tados respondieron no preocuparse por ello. Por
el contrario, la mayoría recelaba de que la vida
de hoy en día dañaba su cuerpo. Sobre todo se
sentían amenazados por los productos transgéni-
cos, los alimentos contaminados con hormonas,
pesticidas y antibióticos y el agujero de la capa
de ozono. Los sujetos que exhibían más «preo-
cupaciones modernas por la salud» eran también
los que más se quejaban de síntomas corporales,
como dolor de barriga, y de sentirse abatidos, can-
sados y desanimados.
«Las preocupaciones exageradas pueden pro-
vocar depresión y molestias físicas reales», señala
Rief. Es probable que estos síntomas aumenten
asimismo el estado de desasosiego del individuo
e incrementen su necesidad de buscar explicacio-
nes para las molestias que al parecer siente. Sin
embargo, ¿qué surge primero, la preocupación o
el síntoma?
Rief señala que detrás de las molestias se es-
conde el miedo por las consecuencias de la civi-
lización. El mundo se ha vuelto complejo, y el rá-
pido progreso de la tecnología inquieta a muchas
personas: temen que estemos «sobrecivilizados»
y hayamos perdido las referencias de nuestras
raíces. Estos ciudadanos desarrollan una descon-
fianza exagerada, presienten peligros por doquier
y les preocupa infectarse, ya sea por la radiación
electromagnética o el veneno que, según ellos,
incluyen los alimentos.
Muchos consumidores opinan que tiempos pa-
sados fueron mejores, como cuando la abuela solo
cocinaba con ingredientes de su propia cosecha.
También la nostalgia puede expresarse en cifras:
más del 40 por ciento de los alemanes creen que
hoy en día, en comparación con 20 años atrás, los
alimentos en general resultan menos saludables
y contienen más sustancias nocivas. Con todo, en
ese intervalo de tiempo se han experimentado
numerosas mejoras. En la actualidad, la fruta y la
verdura apenas contienen pesticidas y, de haber-
los, estos se presentan por debajo de la cantidad
máxima permitida, lo que no resulta perjudicial
para la salud. Según el Instituto Federal de Evalua-
ción de Riesgos, hoy en día nuestro cuerpo presen-
ta un rastro mucho menor de dioxinas que hace
30 años. Prueba de ello son, entre otros resulta-
dos, los análisis periódicos de leche materna: esta
contenía en 2009 la sexta parte de dioxinas de la
registrada en 1990. En la actualidad, ningún ciuda-
dano de la Unión Europea debe temer la presencia
de hormonas en los productos cárnicos: en 1988
se prohibió su uso para la ceba de animales en
los estados miembros de la comunidad europea.
Escepticismo ante los expertos
Con frecuencia, valoramos los peligros de deter-
minados alimentos de manera poco racional y
desacertada. Mientras que estimamos los supues-
tos nuevos riesgos (gluten) como amenazadores,
perdemos de vista viejos conocidos (salmonela).
Del mismo modo, nos sentimos más intranqui-
los ante productos elaborados por los humanos
(conservantes) que ante amenazas naturales (setas
tóxicas). Posiblemente, los desarrollos técnicos han
reforzado estas preocupaciones. A lo largo de los
últimos siglos, los instrumentos de medición se
han vuelto más precisos, afirma Mark Lohmann,
del Instituto Federal de Evaluación de Riesgos. Ello
permite, por ejemplo, que se puedan detectar con-
centraciones ínfimas de sustancias nocivas en los
alimentos. «Eso no significa que las sustancias que
se encuentran en baja cantidad resulten perjudi-
ciales ni que antes no estuvieran allí. Quizá por
entonces todavía no se podían medir.»
Algunos científicos investigan qué molestias
conlleva el miedo hacia los alimentos dañinos. En
2002, el psicólogo Keith Petrie, de la Universidad
de Auckland, escribía: «El recelo de los humanos
ante la vida moderna ha aumentado tanto que
ha enturbiado la visión sobre la propia salud.»
Además, se ha originado un fuerte escepticismo
en torno a los expertos: ya no se confía en su
opinión. En el caso extremo, esta actitud lleva a
un «pensamiento teórico de conspiración» y a un
«estilo de vida moderno y paranoico».
Petrie investiga el fenómeno de la hipersensi-
bilidad. En Australia, algunos ciudadanos temen
los infrasonidos que emiten las turbinas eólicas,
los cuales resultan imperceptibles para el oído
humano. Aunque no se ha demostrado que perju-
diquen nuestra salud, muchas personas los tachan
de dañinos: los australianos que viven cerca de
una central eólica a menudo se quejan de mo-
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
lestias. Petrie decidió investigar el asunto. Invitó
a 54 personas a que vieran unos vídeos. A unos
sujetos les proyectaron grabaciones que advertían
sobre los peligros que conllevan los infrasonidos;
al resto les mostraron reportajes con información
neutra. A continuación, los científicos expusieron
a todos los probandos a infrasonidos reales duran-
te 10 minutos, y otros tantos minutos a estímulos
sonoros de muy baja frecuencia ficticios. ¿Resulta-
do? Los falsos infrasonidos produjeron el mismo
efecto que los auténticos, pero solo en aquellos
probandos que habían visionado la filmación que
alertaba sobre sus consecuencias perjudiciales
para la salud. En ambas situaciones (la auténtica
y la simulada), los probandos informaron de que
sentían más molestias. El experimento demostró
el llamado efecto nocebo, es decir, que algunos
síntomas pueden originarse a causa de una ex-
pectativa negativa (en el efecto placebo pasa justo
lo contrario: una expectativa positiva puede oca-
sionar una mejora de la salud).
La persona que se deja inquietar por informa-
ciones alarmantes que lee en Internet, libros o
artículos de prensa puede enfermar tan solo a
causa de las preocupaciones que estas le gene-
ran. Si siente molestias inocuas y busca posibles
causas, puede entrar en una espiral en la que los
miedos y los síntomas se retroalimentan.
La regla de oro para los pequeños achaques reza:
no busque en Google. Sin embargo, pocos resisten
a la tentación. Alrededor del 60 por ciento de los in-
ternautas buscan información sobre salud. Incluso
se habla de «cibercondría». Este concepto, que ya
incluyen algunas publicaciones científicas, descri-
be la preocupación excesiva por la salud que lleva
a individuos con síntomas poco claros a consultar
páginas de Internet para encontrar una explica-
ción a sus molestias. Como consecuencia, acaban
creyendo que realmente están enfermos.
La enfermedad de Google
Una encuesta entre 500 personas confirmó a
la empresa Microsoft que el uso de buscadores
puede agravar la preocupación por la salud.
«Doctor Google» hace enfermar, sobre todo,
cuando el usuario visita múltiples páginas,
consulta información sensacionalista y se deja
confundir en lugar de buscar explicaciones ra-
cionales a las dolencias. Sobre todo los sujetos
que soportan mal la inseguridad son propensos
a la cibercondría.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
Si se introduce el concepto «dolor de barriga»
en un buscador, se llega a portales en los que la hi-
persensibilidad a la lactosa, la fructosa, el gluten,
la histamina u otras sustancias se presentan como
posibles motivos de la molestia. Algunas páginas
contienen listas de síntomas que los usuarios pue-
den marcar para saber qué les sucede. En las in-
tolerancias alimentarias, a menudo los síntomas
resultan tan poco específicos que casi cualquiera
podría sentirse incluido. Dolor de barriga, ruidos
intestinales, cansancio y estómago hinchado... se
trata de indisposiciones que cualquier persona
sana puede padecer alguna vez.
«A veces, los pacientes se presentan al médico
con un artículo de periódico que habla sobre una
intolerancia alimentaria o con una copia impresa de
una página de Internet. Ponen el papel sobre la mesa
y preguntan: “¿Yo no sufro esto?”», explica Johann
Ockenga, profesor de medicina interna y gastroen-
terología de la Clínica de Bremen-Centro. Resulta di-
fícil sacar al paciente de esa convicción. «Ante estos
casos, los médicos hablamos del “morbo Google”.»
En los últimos tiempos se ha alimentado el
miedo al trigo. Libros como Wheat belly («Barri-
ga triguera»), publicado en 2013 por el cardiólogo
estadounidense William Davis , y la obra de 2014
Cerebro de pan, escrita por el neurólogo David
Perlmutter, son difíciles de superar en lo que a
dramatismo se refiere. En sus páginas se pue-
den leer frases como «Quien come trigo muere ¡OJO, HISTAMINA!
antes» o «El trigo de hoy en día descompone el Los alimentos ahumados, ma-
cerebro»; enunciados que, sin duda, logran difun- durados y curados son ricos
dir el miedo en el lector. Por otra parte, muchos en histamina. Los científicos
de los mensajes que transmiten estos libros son todavía discuten si existe una
intolerancia hacia este mensa-
banales y consabidos, entre ellos, el hecho de que
jero químico.
el consumo excesivo de pan, pasta y galletas pro-
voca sobrepeso y, como consecuencia, aumenta el
riesgo de padecer enfermedades. Efecto que, sin
duda, sucede con otros alimentos, como el salami
y el beicon. La afirmación de que el trigo o, peor
todavía, que el gluten que este contiene daña el
THINKSTOCK / ZOONAR RF
cerebro resulta, desde el punto de vista científico,
insostenible. Sin embargo, sembrar el pánico fun-
ciona. Millones de personas han comprado esos
textos. Incluso se han convertido en superventas
en Estados Unidos y Alemania.
Según revelan los foros en línea, muchos lecto-
res se esfuerzan por seguir los consejos de dichos
autores. Entre otras recomendaciones, Davis y Perl-
mutter aconsejan a sus seguidores que ingieran
pocos carbohidratos y, a cambio, coman mucha
13
ALIMENTACIÓN
Dieta sin gluten en personas sanas
¿Beneficia o perjudica una alimentación libre de gluten si no se padece una patología relacionada con este complejo proteínico?
YDENICE DE L A ROSA MORDÁN, VIC TORIA M ARÍA DÍA Z M ARUGÁN
E n los últimos años ha surgido un
boom en torno a la dieta sin gluten.
En Estados Unidos, por ejemplo, se estima
que de 2011 a 2013, la venta de produc-
tos sin gluten se incrementó en un 44
por ciento. Esta tendencia creciente se
debe, por una parte, a que las personas
cuidan más su alimentación e intentan
llevar una vida más sana, alegando que
los alimentos sin gluten son más sanos
que sus equivalentes con gluten. Por otra,
algunos personajes famosos, entre ellos
cantantes y actores, afirman que les per-
mite adelgazar. Esta «moda» se ha visto
favorecida, además, porque estos produc-
tos han mejorado su sabor y calidad y se
pueden adquirir a precios más asequibles.
Pero ¿qué hay de cierto en sus supuestos
beneficios para las personas sanas? ¿Se
trata de una medida alimentaria benefi-
ciosa para perder peso? ¿Puede perjudicar
la ingesta de este tipo de alimentos si no
se padece celiaquía?
Empecemos definiendo qué es el gluten:
se trata del principal complejo proteínico
del trigo, la cebada, el centeno y la avena.
Contiene proteínas ricas en prolina y gluta-
mina que lo hacen resistente a la digestión.
Se le relaciona con múltiples patologías:
celiaquía, alergia al gluten, sensibilidad al
gluten no celíaca, dermatitis herpetifor-
me, psoriasis, ataxia, neuropatía periférica,
autismo y fibromialgia, entre otras.
Las personas que padecen una enferme-
dad celíaca (patología sistémica e inmuni-
taria que provoca el gluten en individuos
genéticamente predispuestos) deben se-
guir una dieta exenta de gluten durante
toda su vida. Esta alimentación les permite
llevar una vida normal y evitar complicacio-
nes como el linfoma intestinal.
Otras enfermedades en las que se han
demostrado beneficios de la dieta sin glu-
14
ten son la dermatitis herpetiforme y la
alergia al gluten.
Asimismo, cada vez más pruebas apoyan
la existencia de una nueva entidad clínica:
la sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC).
Este síndrome se caracteriza por síntomas
gastrointestinales o extraintestinales tras
consumir gluten: falta de concentración,
cansancio, eccema, pérdida de peso, do-
lores articulares, mialgias y anemia. Tam-
bién se han descrito síntomas neurológicos
y psiquiátricos, entre ellos, alteración del
comportamiento, déficit de atención e hi-
peractividad, autismo, depresión, esquizo-
frenia y alucinaciones.
Estos pacientes, sin embargo, no suelen
presentar autoanticuerpos ni daño a nivel
intestinal, como es el caso de los celíacos.
Es decir, no cumplen los criterios para el
diagnóstico de una celiaquía o de una aler-
gia al trigo, aunque también se benefician
de una dieta libre de gluten. ¿Sucede igual
en las personas sanas?
Solo en ratones
Existen estudios que demuestran que la dieta
sin gluten es deficitaria en calcio, vitaminas
D y B12, hierro, ácido fólico y fibra. Además,
su aporte de grasas es elevado y el contenido
de hidratos de carbono bajo. Aunque se ba-
raja la hipótesis de que ello se debe a que los
alimentos sin gluten procesados suelen ser
ricos en lípidos y azúcares con un alto índice
glucémico, no se sabe con certeza.
José Carlos Salazar Quero, del Hospital
Universitario Virgen del Rocío, y sus cola-
boradores estudiaron a pacientes celíacos
antes y después de iniciar la dieta exenta
de gluten, encontrando que, en estos pa-
cientes, las deficiencias son similares con
ambas dietas (déficit de vitamina D, zinc y
fibra), pero con una mejoría del perfil lipí-
dico. En el mismo estudio constataron, no
obstante, que la alimentación sin gluten
propiciaba una mejoría en el perfil lipídico,
ya que aumentaba la proporción de ácidos
grasos monoinsaturados. En este sentido,
Alessio Fasano, médico italiano especialista
en la enfermedad celíaca, afirma en su libro
Gluten freedom («Libre de gluten») que una
dieta con gluten no supone ningún riesgo
para las personas sanas.
Aunque trabajos recientes en animales
revelan que una alimentación libre de este
complejo proteínico disminuye el tejido
adiposo, la inflamación y la resistencia a la
insulina, se necesita investigar en huma-
nos para apoyar la teoría de la pérdida de
peso. Hoy en día no se dispone de datos que
confirmen que una dieta carente de gluten
sirva para adelgazar en personas sanas. De
hecho, una galleta normal puede tener 60
calorías y una sin gluten unas 200.
En conclusión, no existen suficientes
pruebas que apoyen la necesidad de que
las personas sanas sigan una dieta sin glu-
ten. Sí se ha demostrado, en cambio, que
las personas con celiaquía o sensibilidad al
gluten no celíaca deben evitar la ingesta de
esta proteína, puesto que provoca efectos
perjudiciales en estos sujetos.
Ydenice de la Rosa Mordán
y Victoria María Díaz Marugán
 entro de Salud Pintores, Parla (Madrid)
C
Para saber más
Non celiac wheat sensivity diagnosed by
double-blind placebo-controlled challange:
Exploring a new clinical entity. A. Carroccio
et al. en American Journal of Gastroenterolo-
gy, vol. 107, págs. 1898-1906, 2012.
¿Puede ser el gluten perjudicial en pacientes
no celíacos? V. Díaz Marugán et al. en Evi-
dencias en Pediatría, vol. 9, pág. 1, 2013.
Valoración nutricional de la dieta sin gluten.
¿Es la dieta sin gluten deficitaria en algún
nutriente? J. C. Salazar Quero et al. Anales de
Pediatría, vol. 83, págs. 33-39, 2015.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
carne. Las reglas de la dieta resultan tan estrictas,
que probablemente muchas personas no soporten
acatarlas por largo tiempo. No obstante, quienes
deciden obedecerlas, pero se dejan seducir una y
otra vez por una rebanada de pan o un trozo de
pastel, pueden esperar graves consecuencias.
Jessica Biesiekierski y sus colaboradores de la
Universidad Monash, en Melbourne, demostra-
ron que el miedo al gluten puede causar dolencias
­reales. Durante unas semanas, los investigadores se
pusieron tras los fogones y cocinaron para indivi-
duos que se consideraban sensibles al gluten. Una
parte de los sujetos recibió alimentos sin gluten; al
resto se les sirvieron platos elaborados con poco o
mucho gluten. El experimento se llevó a cabo a do-
ble ciego: ni los participantes ni los investigadores
sabían qué persona pertenecía a qué grupo. Las tres
comidas se parecían tanto en el gusto, la consisten-
cia y el aspecto que los «catadores» solo podían
adivinar de manera azarosa si contenían gluten
o no. Todos afirmaron que sentían más molestias
(náuseas y dolor de barriga) tras la ingesta, aunque
solo una parte de ellos había ingerido gluten. El
simple miedo ante la posibilidad de haber comido
gluten les llevaba a desarrollar síntomas reales.
La persona que, después de leer Cerebro de pan,
teme, por un lado, que el pan o la pasta le per-
judican y, por otro, no aguanta la estricta dieta,
podría sufrir con facilidad las molestias sobre las
que alerta Perlmutter: miedos, problemas de con-
centración o dolor de cabeza.
El mito del glutamato
Las alarmas en torno a la salud van y vienen. En
los años ochenta y noventa del siglo pasado, la
llamada «sensibilidad química múltiple» (SQM)
hizo estragos entre algunas personas. Hoy en
día, en algunas páginas de Internet todavía se
presenta el cuadro clínico como un diagnóstico
concluyente. La SQM es una reacción excesiva del
sistema nervioso central hacia distintas sustan-
cias y contaminantes ambientales. Entre ellas, los
compuestos aromáticos, los disolventes y los de-
tergentes, sostiene el portal gesundheits-lexikon.
com de la editorial DocMedicus. Es decir, mientras
que la mayoría de las personas apenas las percibe,
este tipo de sustancias podrían ocasionar en los
individuos sensibles a ellas graves síntomas.
Durante un tiempo, la SQM ocupó también a
KATHRIN SPIRK
los expertos. Médicos y científicos se tomaban en
serio las molestias de los pacientes y analizaban
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
los residuos químicos que se encontraban en sus
ISTOCK / IVAN BAJIC
fluidos corporales. Llegaron a la conclusión de
que las cantidades eran demasiado bajas como
para causar algún tipo de efecto. Renate Wrbitzky,
de la Escuela Superior de Medicina en Hannover,
publicó junto con sus colaboradores un informe
en el que señalaba que hasta ese momento no se
había podido comprobar mediante ningún tipo
de test parámetros psicológicos o bioquímicos re-
lacionados con los síntomas. En pocas palabras,
no era posible un diagnóstico desde un punto de
vista científico. Por su parte, Niels Birbaumer, pro-
fesor de psicología médica en la Universidad de
Tubinga, explicó la sensibilidad química múltiple
con el efecto nocebo: el miedo a ciertas sustancias
provocaba las dolencias, no el contacto con ellas.
¡PELIGRO, LACTOSA!
La advertencia de que un componente de nues-
Algunas personas no toman
tra alimentación destruya lentamente el cerebro leche ni queso fresco. Su cuer-
se presta a captar la atención. Durante los años po no descompone la lactosa
noventa, el neurocirujano Russell Blaylock atemo- debidamente.
rizó al mundo con su libro Excitotoxinas, el sabor
que mata. Su tesis: una sustancia en nuestra dieta
destrozaba el cerebro. Por aquel entonces no se tra-
taba del gluten, sino de un potenciador del sabor,
el glutamato. Este «veneno» estimulaba las células
hasta que estas se excedían en su reacción y se auto­
destruían, alertaba el autor. El glutamato era una
bomba de relojería neurológica que algún día nos
Para saber más
traería una «muerte lenta» en forma de párkinson,
The relationship of modern
alzhéimer o enfermedad de Huntington. health worries to depres-
Este trágico panorama estuvo presente durante sion, symptom reporting and
quality of life in a general
muchos años entre la opinión pública; sus efectos population survey. W. Rief et
todavía perduran. En la actualidad, algunas per- al. en Journal of Psychosomatic
Research, vol. 72, págs. 318-320,
sonas consideran que los potenciadores de sabor
2012.
resultan peligrosos para la salud. No obstante, los No effects of gluten in pa-
numerosos estudios llevados a cabo no demues- tients with self-reported
non-celiac gluten sensitivity
tran ningún tipo de efecto. Organismos oficiales,
after dietary reduction of
entre ellos la Organización Mundial de la Salud, fermentable, poorly absorbed,
califican al glutamato de seguro. short-chain carbohydrates.
J. R. Biesiekierski et al. en
Antes de decidirse por los alimentos sin glu- Gastroenterology, vol. 145,
ten, quizá sea interesante echar la vista atrás: en págs. 320-328, 2013.
el pasado, la humanidad ha superado casos de Der Feind in meinem Topf?
Schluss mit den Legenden
gran alarma social, de manera que los miedos vom bösen Essen. S. Schäfer.
y las sensibilidades artificiales han quedado, en Hoffman und Campe, Ham-
burgo, 2015.
parte, en el olvido.
En nuestro archivo
Causas de la enfermedad
celíaca. Alessio Fasano en IyC,
octubre de 2009.
Cocina para celíacos. Pere Cas-
Susanne Schäfer es periodista tells en IyC, marzo de 2014.
­científica.
15
P SICOLO GÍA SO CIAL

16 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

 Dinero
y felicidad,
¿van de la mano?
El afán por disponer de un patrimonio económico holgado
­moldea de múltiples formas nuestra manera de pensar y actuar.
Sin embargo, el dinero aporta felicidad cuando invertimos
en los demás, no en nosotros mismos

MIRIA M BERGER

E
l dinero por sí solo no da la felicidad,
afirma Jeffrey Sachs, de la Universidad
neoyorquina de Columbia y uno de los
autores del Informe mundial de la feli-
cidad 2015, que anualmente encarga la
Organización de las Naciones Unidas. Está claro
que para una vida feliz no solo se necesita dinero:
nadie pone en duda que la salud, las relaciones
sociales y el sentido de la vida importan, incluso
más que la situación económica.
Pero el asunto se vuelve peliagudo si se eli-
mina la palabra «solo» de la siguiente frase: «El
dinero “solo” no da la felicidad». ¿Es cierto? Estu-
dios recientes indican que con un sueldo anual
superior a los 70.000 dólares (unos 61.920 euros)
no puede hablarse de ninguna relación digna de
mención entre sueldo y felicidad. Incluso más
dinero no lleva a experimentar más momentos
de felicidad, según descubrió Daniel Kahneman,
de la Universidad de Princeton y premio nóbel de
economía. Sin embargo, junto con otros inves-
tigadores, demostró que el bienestar material
contribuye en cierto modo a vivir feliz.
El psicólogo Kostadin Kushlev, de la Universi-
dad de la Columbia Británica, y sus colaboradores
investigaron hasta qué punto el sueldo de una
persona no aumenta su felicidad aunque ponga
remedio a la desdicha. Al fin y al cabo, la carencia
DEUTSCHE BUNDESBANK

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 17

P SICOLO GÍA SO CIAL
EN SÍNTESIS
Dar para recibir
1 El dinero no hace más
feliz a quien lo posee,
pero puede aliviar ciertas
cargas del día a día.
2 Los sujetos con el pen-
samiento puesto en el
dinero se muestran menos
dispuestos a cooperar, así
como poco interesados en
las relaciones sociales.
3 El dinero aumenta la
felicidad sobre todo
cuando lo invertimos en
otras personas y no en noso-
tros mismos, o lo gastamos
en experiencias en lugar de
en posesiones.
18
de felicidad no supone la tristeza, y a la inversa.
Los investigadores reunieron información de en-
cuestas llevadas a cabo entre más de 12.000 per-
sonas. ¿Cómo habían vivido el día anterior? ¿A qué
actividades se habían dedicado? ¿Cómo se habían
sentido al ejecutarlas?
Acorde con lo que sospechaban, los ingresos no
influían en el promedio de felicidad de la muestra.
No obstante, los encuestados más adinerados se
referían menos a momentos infelices. Ese resulta-
do se podría explicar de la siguiente manera: para
un propietario acomodado, un agujero en el techo
resulta fastidioso pero tiene rápida solución; en
cambio, para el individuo que debe vigilar sus gas-
tos, que debe mirar cada céntimo que desembolsa,
la reparación le supone una carga mayor. En otras
palabras, el dinero proporciona control sobre los
imprevistos de la vida y, de esta manera, mitiga
las preocupaciones. O, como expresó el crítico li-
terario Marcel Reich-Ranicki (1920-2013) en su día:
«El dinero solo no da la felicidad, pero es mejor
llorar en un taxi que en un tranvía».
Desvalorización negligente
El afán por gozar de bienestar y riqueza centra
la vida de numerosas personas. El psicólogo mo-
tivacional Jörg Zeyringer ha investigado cuánto
nos llega a incitar esa ansia. «El dinero nos abre
posibilidades. Cuanto más tengo, antes puedo or-
ganizar mi vida según mis planes», explica. Según
define, la frase «el dinero no es tan importante»
resulta negligente. «Si el dinero no desempeñara
ningún papel, daría igual que existiesen personas
que tienen poco y otras que cobran millones.»
El reconocimiento económico puede cambiar
de forma notable la valoración que nos merecen
nuestras actividades. Alicia Grandey, de la Univer-
sidad estatal de Pensilvania, recreó una situación
laboral en su laboratorio. Pidió a los probandos
que llamaran a estudiantes y los convencieran
para que participasen en unos experimentos. Para
ello, debían mostrar una actitud amable y con-
vincente. Los participantes a los que se prometió
que recibirían una recompensa de cinco dólares
por llamada valoraron la actividad más positiva-
mente que aquellos que carecían de expectativas
de ganancia económica.
El dinero no solo constituye un medio para un
fin; también es una atracción en sí mismo. Solo
pensar en poseerlo puede producir sensación de
placer. «El dinero activa el centro de recompensa
del cerebro de igual modo que una buena comida
o el sexo, queramos o no», sostiene Zeyringer. Se-
guramente por ese motivo no siempre actuamos
de manera racional cuando se trata de cuestiones
financieras. Según el neurólogo Klaus Fliessbach
y sus colaboradores de la Universidad de Bonn,
una ganancia económica puede causar una sensa-
ción similar a un orgasmo o, como mínimo, a un
elogio. Los científicos colocaron a sus probandos,
por parejas, en dos escáneres cerebrales situados
uno al lado del otro. Los sujetos debían calcular
el número de puntos que aparecían en una pan-
talla. Por cada respuesta acertada se les recom-
pensaba con dinero. A través de las imágenes por
resonancia magnética funcional, los científicos
observaron que cada ganancia se acompañaba de
un aumento en la actividad del cuerpo estriado
ventral, una región cerebral que desempeña un
papel importante en el sistema de recompensa
neuronal.
Objetivo: ganar más que los demás
Ciertas situaciones incrementaban el efecto ha-
llado por los investigadores. Los probandos vivían
la experiencia de ganar dinero con mayor inten-
sidad cuando los compañeros de juego se iban
(supuestamente) de vacío. «El dinero ejerce, por
encima de todo, una función social comparati-
va», concluyeron los investigadores. ¿Podría ello
explicar por qué los habitantes de los países más
industrializados del mundo se han convertido en
más ricos pero no necesariamente en más felices
a lo largo de los últimos 50 años?
«El sueldo ejerce una influencia relativa, no
absoluta, sobre el bienestar», explica el sociólogo
Glenn Firebaugh, de la Universidad estatal de Pen-
silvania. En un estudio publicado en 2010 junto
con Laura Tach, de la Universidad Cornell, analizó
los datos de unos 23.000 adultos estadounidenses
asalariados entre los años 1972 y 2002. Aunque los
individuos adinerados se sentían, de media, más
felices que los pobres, los que se consideraban
más felices eran aquellos que disponían de más
dinero que sus compañeros de trabajo, hermanos
o amigos de su edad.
En otro experimento, Firebaugh y Tach solici-
taron a los probandos que eligieran entre dos po-
sibilidades salariales. Una de las propuesta supo-
nía cobrar un sueldo anual de 60.000 dólares; sus
compañeros, en cambio, recibirían 50.000 dólares
por el mismo trabajo. La otra oferta consistía en
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
 Clasificación mundial de la felicidad
Suiza, Islandia y Dinamarca ocupan, por este orden, los pri-
meros puestos del Informe mundial de la felicidad 2015 de
las Naciones Unidas. La Red de Soluciones para el Desarrollo
Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés), de la misma insti-
tución, considera diversos factores para evaluar la situación
anímica de la población de 158 estados. Entre ellos, la percep-
ción subjetiva del apoyo social que reciben sus habitantes y
la libertad de la que gozan en todos los ámbitos. Como infor-
maciones objetivas se tienen en cuenta la renta per cápita y la
esperanza de vida, entre otras.
La gráfica refleja el valor total de los países que aparecen
(puntuación máxima: 9), así como la proporción estadística
de los factores más importantes (en color). El cuadro inferior
indica el cambio de los valores de cada país en comparación
con el último sondeo entre 2005 y 2007. Para más informa-
ción: worldhappiness.report.

Comparativa de los valores de felicidad internacionales

1. Suiza (7,587)
2. Islandia (7,561)
3. Dinamarca (7,527)
4. Noruega (7,522)
…
15. EE.UU. (7,119)
…
26. Alemania (6,75)
…
29. Francia (6,575)
…
36. España (6,329)
…
50. Italia (5,948)
…
1 02. Grecia (4,857)
…
135. Egipto (4,194)
…
153. Afganistán (3,575)
154. Ruanda (3,465)
155. Benín (3,340)
156. Siria (3,006)
157. Burundi (2,906)
158. Togo (2,839)
0 1 2 3 4 5 6 7 8

Renta per cápita Esperanza de vida Generosidad Otros factores

Apoyo social Estilo de vida Corrupción

Aumento y descenso de los valores de felicidad entre 2012 y 2014 en comparación con los de 2005 hasta 2007
GEHIRN UND GEIST, SEGÚN HTTP://WORLDHAPPINESS.REPORT

– 1,5   – 1,2 – 0,9 – 0,6 – 0,3   0,0   0,3   0,6 0,9 1,2
DEUTSCHE BUNDESBANK (billete)

3)
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Zi

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 19

P SICOLO GÍA SO CIAL
¿Infeliz por ganar
el premio gordo?
Con frecuencia se publican
artículos sobre personas que
cayeron en la miseria tras
ganar un sustancioso premio
de lotería. Es un mito que
eso ocurra con frecuencia,
sostiene la psicóloga Anna
Hedenus, de la Universidad
de Gotem­burgo. Según
reflejan las entrevistas que
ha efectuado a personas
millonarias gracias a la lotería,
la mayoría de ellas no dejan
su empleo de inmediato para
vivir a todo lujo ni ponen en
juego su pareja ni amistades.
En lugar de eso, siguen con su
ocupación habitual, consumen
de manera moderada, pagan
las deudas o ahorran dinero
para una i­nversión importan-
te. Sin embargo, es recomen-
dable refrenar el atractivo
que puede suponer el premio.
Algunos consejos para ello
son: separar el dinero del resto
de los bienes; considerarlo
un «patrimonio especial», y
limitar su disponibilidad de
manera consciente.
British Journal of Sociology, vol. 65,
págs. 225-244, 2014
20
que ellos serían remunerados con 80.000 dólares
al año, pero sus compañeros obtendrían 90.000.
Pese a que la segunda opción era más lucrativa
económicamente, la mayoría de los participan-
tes escogió la primera opción. Ergo, superar las
ganancias de los congéneres produce mayor satis-
facción que obtener el máximo de dinero.
Ese efecto refuerza el fenómeno de «la rutina
diaria hedonista». Por lo común, los trabajadores
con mayor antigüedad reciben un sueldo más
cuantioso, sin embargo, ello no los convierte en
personas más felices, puesto que se acostumbran
al nuevo salario con rapidez. Los otros empleados
aumentan posiblemente el efecto. «Siempre esta-
mos dispuestos a compararnos», indica Zeyringer.
«Por esa razón, la motivación para ganar dinero
resulta casi inagotable.»
En este punto emerge el peligro de la adicción.
Los psicólogos Stephen Lea y Paul Webley, de las
universidades de Exeter y de Londres, respectiva-
mente, definen el dinero como una «droga cogni-
tiva»: provoca un comportamiento adictivo simi-
lar al que produce el consumo de estupefacientes.
«Algunas personas son más propensas que otras»,
apunta Zeyringer. El psicoanalítico Martin Gras-
singer señala: «El dinero no corrompe el carácter,
solo hace visible un carácter corrupto».
Los efectos secundarios indeseados de la codi-
cia favorecen que muchas personas adopten una
posición escéptica ante el dinero. Ya sea en forma
de burbuja especulativa, explotación del entorno
o corrupción, la codicia ilimitada constituye el
origen de muchos males. Para no convertirnos en
víctimas, la mejor solución consiste en dedicarse
lo menos posible a temas financieros.
Por otro lado, pensar en el dinero lleva a coo-
perar menos, según constató Kathleen Vohs, de la
Universidad de Minnesota, en un estudio publica-
do en 2006. Los probandos a los que había pedido
que formulasen frases relacionadas con las finan-
zas, así como los sujetos que tenían a la vista un
montón de dinero, incluso si este era de juguete,
tardaban más en pedir ayuda para resolver una
actividad complicada. Además, las mismas condi-
ciones experimentales favorecían que los sujetos
se mostrasen menos colaboradores: dedicaban la
mitad de tiempo a ayudar a otros participantes a
solucionar una tarea difícil y recogían con menor
frecuencia los lápices que, de «manera accidental»,
se le habían caído al experimentador. También se
reducía su disposición para donar dinero a una
actividad con fines benéficos y preferían traba-
jar antes en solitario que en equipo. En resumen:
quien posee dinero se siente independiente y cree
no depender tanto de los demás.
En un estudio posterior, Vohs y sus colaborado-
res trataron de averiguar si el dinero podría fun-
cionar como «recurso social». Las relaciones con
las demás personas son indispensables para nues-
tra supervivencia, pero el dinero puede ejercer la
función de sustituto. O, expresado de modo tajan-
te: quien dispone de dinero no necesita amigos.
Los investigadores pidieron a los probandos
que elegieran con qué otros participantes querían
trabajar. A continuación, se los informaba de que
nadie los había elegido como compañeros, por lo
que debían solucionar las tareas pendientes en
solitario. El rechazo social elevaba en ellos el de-
seo de dinero. En cambio, las personas que debían
imaginar en qué invertirían las ganancias mos-
traban un mayor sufrimento si los rechazaban.
Además, pensar en el dinero no solo aliviaba la
sensación de rechazo en los probandos, también
los ayudaba a soportar el dolor físico cuando su-
mergían la mano en una cuba con agua caliente.
Invertir en los demás
Los psicólogos Jakub Wierzbicki y Anna Maria
Zawadzka, de la Universidad de Gdansk, apoyaron
en 2014 la hipótesis de que los pensamientos en
el dinero por sí solos ya modificaban la conducta
social. A partir de una serie de palabras, los par-
ticipantes en su investigación debían construir
frases que tuviesen que ver con dinero en efectivo
(«Los billetes caben en el monedero», por ejemplo)
o bien referirse a medios de pago abstractos («He
perdido mi tarjeta de crédito»). A los integrantes
de un tercer grupo les pidieron enunciados rela-
cionados con la fe («Ayer fui a la iglesia»). Final-
mente, el grupo de control debía construir frases
neutras (sobre el tiempo, entre otros temas).
Después, se les preguntó a todos si se querían
comprometer en un proyecto social y, de ser así,
cuánto tiempo estarían dispuestos a dedicarle. Los
voluntarios que habían pensado en el dinero (fue-
se en efectivo o virtual) manifestaron un menor
interés por acometer una buena obra. En el otro
extremo se situaban aquellos que habían estado
pensando frases en torno a la fe, quienes mostra-
ron la mayor disponibilidad para ayudar.
Cuando destinamos el dinero a buenas causas
o lo gastamos en beneficio de otras personas, in-
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
vertimos en nuestra propia cuenta de la felicidad.
Cómo nos sentimos no es solo una cuestión de
ingresos; en qué lo empleamos es tanto o más im-
portante, explican Elizabeth Dunn y Michael Nor-
ton, de la Universidad de la Columbia Británica. «Si
el dinero no te da la felicidad, probablemente no lo
estás invirtiendo correctamente», titularon estos
psicólogos su investigación publicada en 2011.
El estudio consistió en lo siguiente: entregaron
a los voluntarios 5 o 20 dólares, importe que de-
bían gastar ese mismo día. No obstante, solo la
mitad podían invertir el dinero en ellos mismos;
los demás debían donar la cantidad o comprar
con ella un regalo para alguna persona. Al final
de la jornada, los investigadores contactaron de
nuevo con los probandos para preguntarles qué
opción habían elegido y cómo se sentían después
de llevarla a término.
Experimentar en lugar de poseer
Mientras que algunas personas del primer grupo
compraron bisutería o maquillaje o se tomaron
un café en un establecimiento, los del segundo op-
taron por hacerse con un peluche para los sobri-
nos o se gastaron el dinero para ayudar a personas
sin hogar; aunque algunos también decidieron ir a
la cafetería, invitaron a alguien a tomarse algo. De
promedio, estos últimos voluntarios se encontra-
ban de mejor humor que antes del experimento,
independientemente de si habían dispuesto de 5
o 20 dólares. En cambio, el estado de ánimo de los
participantes del primer grupo no había variado.
Al parecer, no importa qué cantidad de dinero
nos gastamos en obras sociales: las pequeñas do-
naciones ya sirven para beneficiarse uno mismo.
Dunn y Norton confirmaron sus resultados
en diversos países. También analizaron otros
aspectos relacionados con el manejo del dinero.
Descubrieron que invertirlo en pequeñas alegrías
proporcionaba mayor felicidad que gastarlo en
grandes pero escasos caprichos. De la misma ma-
nera, hace más feliz emplearlo para experimentar
vivencias que para comprar bienes materiales.
Preferir experiencias o posesiones depende
también del patrimonio, apunta Stephanie Tully,
de la Escuela de Negocios Stern en Nueva York.
Las personas con escasos recursos económicos
invierten más en materiales que en momentos
fugaces de placer. La investigadora solicitó a sus
probandos que se imaginaran un objeto y una
vivencia por los que no les importaría gastarse
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
el dinero. Acto seguido, les explicaba que solo
podían permitirse uno de ambos caprichos. Los
individuos que, subjetivamente, se consideraban
en una peor situación económica optaban por la
posesión. Al fin y al cabo, el bien material dura
más tiempo que una experiencia.
Los sujetos
Aunque los sujetos adinerados tienen más
posibilidades de permitirse placeres, las perso-
que piensan
nas pobres presentan una ventaja: sacan mucho en dinero se
más provecho de las pequeñas cosas, afirma Jordi
comportan de
Quoidbach, de la Universidad Pompeu Fabra de
Barcelona.
manera menos
En uno de sus estudios, los probandos debían cooperativa,
rellenar un cuestionario por ordenador. En la pan-
según se ha
talla de algunos de ellos aparecía «por error» un
billete durante breves instantes. Los sujetos de
comprobado
control veían por unos momentos una imagen
neutra. Después, invitaron a todos a que comie-
ran chocolate. Los experimentadores registraron
cuánto tiempo se tomaban y el placer que mostra-
ban al consumir el dulce. Según observaron, los
individuos que habían visto el billete, por lo que
tenían el dinero en mente, masticaban de media
13 segundos menos y consideraban el chocolate Para saber más
menos suculento que los otros sujetos. If money doesn’t make you
happy, then you probably
Aunque el dinero abre muchas puertas, bajo aren’t spending it right.
algunas circunstancias dificulta gozar de los pe- E. W. Dunn et al. en Journal of
Consumer Psychology, vol. 21,
queños placeres de la vida. ¿Menos es realmente
págs. 115-125, 2011.
más? ¿Encontramos la felicidad en el día a día? The effects of the activation
«Aunque el dinero es importante, no todo debe gi- of money and credit card vs.
that of activation of spiri­
rar a su alrededor», advierte Zeyringer. Para man-
tuality: Which one prompts
tener una buena relación con él se recomienda no pro-social behaviours?
condenarlo ni idealizarlo. J. Wierzbicki y A. M. Zawadzka
en Current Psychology 10.1007/
Según el Informe mundial de la felicidad 2015, s12144-014-9299-1, 2014.
en los lugares donde viven las personas más in- Wie Geld wirkt. J. Zeyringer.
felices del mundo (Afganistán, Siria y ocho países Businessvillage, Gotinga, 2014.
Happy money. So verwandeln
africanos) reina la desigualdad, la violencia y la
Sie Geld in Glück. E. Dunn y M.
pobreza. En cambio, las personas que se sienten Norton. Börsenmedien, Kulm-
más felices viven en países en los que el bienestar bach, 2014.
Higher income is associated
ejerce posiblemente un importante papel. A pesar
with less daily sadness but
de que el dinero solo no da la felicidad. not more daily happiness.
K. Kushlev et al. en Journal
of Social Psychological and
Personality Science, en línea,
6 de enero de 2015.
En nuestro archivo
Codicia y crisis económica.
Nikolas Westerhoff en MyC
n.o 43, 2010.
Momentos de felicidad. Marc
Hassenzahl en MyC n.o 68,
Miriam Berger es psicóloga 2014.
y periodista.
21
 ENTRE VISTA
«El dinero todavía
es un medio de coerción»
El sociólogo Paul Kellermann explica las consecuencias de la obsesión
por el dinero que reina en nuestras sociedades actuales y las alternativas
que existen para cambiar ese afán
ENTRE VISTA RE ALIZ ADA P OR STE VE AYAN
JUST; CORTESÍA DE PAUL KELLERMANN
PAUL KELLERMANN
Nació en Stettin en 1937.
Estudió sociología, derecho
público y economía política
en Fráncfort del Meno y se
doctoró en Múnich en 1966.
Desde 1973 hasta 2005, año
de su jubilación, impartió
clases en la Universidad Kla­
genfurt Alpen-Adriático,
donde actualmente dirige
estudios para personas jubila­
das. Ha enseñado en distintas
universidades de Alemania,
Austria, América Latina, África
y Estados Unidos. Sus intere­
ses incluyen la sociología de
la formación, del trabajo y del
dinero, así como de las conse­
cuencias de la técnica.
22
Profesor Kellermann, ¿qué le llevó al estudio
del valor social del dinero?
El tema del trabajo. Hoy en día, bajo este concepto
entendemos casi exclusivamente la actividad pro-
fesional remunerada, es decir, la que realizamos
para ganar dinero de manera legítima. Muchos
trabajos solo se efectúan por dinero y, a la inversa,
existe una gran cantidad de tareas altamente más
urgentes que no se emprenden porque no apor-
tan ganancias económicas. Solo se piensa en el
desmoronamiento de la carcasa de hormigón del
reactor fundido de Chernóbil, pero nadie caería en
la cuenta de renovarlo si no se ganara nada con
ello. La focalización unilateral en obtener dine-
ro lleva a que otro trabajo que parece necesario
por motivos éticos, ecológicos o sociales quede
pendiente.
Todos ansiamos dinero, pero, al mismo tiempo,
en cierta medida, lo despreciamos. ¿Cuál es el
motivo de esta relación ambivalente?
El dinero es un medio de coerción porque sin él
no podríamos existir en nuestra sociedad. Casi
cualquier cosa que necesitamos la tenemos que
comprar. Pero existe una paradoja. El individuo
piensa que el dinero, y solo el dinero, le ofrece la
máxima libertad; sin embargo, visto desde una
perspectiva más amplia, es a su vez el medio para
la esclavitud. Aquellos que tienen poco o nada
deben someterse a los que poseen mucho. Deben
trabajar para ellos y seguir sus instrucciones. Jean-
Jacques Rousseau escribió en su obra El contrato
social que en una sociedad justa nadie debería
ser tan rico como para poder comprar a otras
personas y nadie tan pobre como para tener que
someterse a otros.
Pero nos hallamos bastante lejos de eso, ¿no
le parece?
Sí. Y la diferencia entre ricos y pobres es cada vez
mayor.
¿Cómo ha cambiado la función del dinero a lo
largo de los siglos?
En la economía de subsistencia, cuando casi todas
las personas eran autosuficientes, el dinero ape-
nas desempeñaba ningún papel. Solo se requería
para las relativamente pocas cosas que una perso-
na no se podía fabricar por sí misma, por ejemplo,
la sal. En la sociedad feudal se introdujo el dinero
sobre todo para la guerra; amplios sectores de la
sociedad quedaron excluidos de las operaciones
monetarias. Durante la industrialización entre los
siglos xviii y xix, en algunas regiones se empezó
a comprar y vender mano de obra a gran escala a
cambio de un sueldo. La división del trabajo que
conllevó la actividad fabril condujo a que el dine-
ro se convirtiese en necesario para comprar los
bienes producidos por otros. Con ello se originó
el mencionado carácter coercitivo.
¿Deberíamos volver a un mundo en el que cada
cual produce lo que necesita o intercambia esos
objetos por otros?
No. Por supuesto no existe vuelta atrás, hacia la
economía de subsistencia. En la actualidad me
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
parece más grave la desmaterialización del dinero.
De hecho, el dinero ha experimentado una trans-
formación rapidísima: de moneda ha pasado a
papel hasta llegar a los movimientos bancarios
virtuales de hoy. Detrás se esconde una lógica de
economía de empresa. Cuanto más «ligero» sea el
dinero, más rápido pueden ofrecerse los produc-
tos y servicios; es decir, venderse. De este modo,
podemos comprar con la tarjeta de crédito antes
de disponer del dinero para ello.
¿Qué sucede si lo pagamos todo digitalmente?
Ya que el dinero en metálico, que se puede ver y
tocar, cada vez resulta más insignificante y abs-
tracto, el endeudamiento en el ámbito privado y
social aumenta. Hacia dónde nos puede llevar este
fenómeno nos lo demuestra vivamente la crisis
financiera y económica de Grecia.
¿El dinero no tiene siempre una equivalencia
material?
No. Tanto la Reserva Federal de Estados Unidos
como el Banco Central Europeo hace tiempo que
emiten más dinero del que se encuentra cubierto
por bienes tangibles. Para ser exactos, el dinero
constituye un símbolo para la promesa de un ren-
dimiento al que tiene derecho aquel que lo posee.
Promesas y derechos no deben divergir mucho
entre sí, de lo contrario surgen las llamadas bur-
bujas que estallan de vez en cuando y empobrecen
a mucha gente de golpe.
«La creencia en el dinero
se ha expandido por la
Tierra más rápidamente que
cualquier otra religión»
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
Usted ha acuñado el término moneyismus («di-
nerismo»). ¿Qué se oculta detrás de este con-
cepto?
Me refiero a la creencia en el dinero que se ha
expandido por la Tierra más rápidamente que
cualquier otra religión. El «dinerismo» permite
olvidar la relación entre la promesa del servicio y
el derecho. Convierte al dinero en un objetivo en
sí mismo. Como si con su posesión se soluciona-
ran todos los problemas. Pero el dinero no sacia
el hambre, no depura ningún río ni sana a los
enfermos. Para eso siempre se necesitan personas
y ayuda concreta.
Sin embargo, esto último también requiere
­medios financieros.
Por supuesto. Usted también debe comprar lo que
necesita y ofrecer algo. Así funciona la «sociedad
del dinero». No me malinterprete, no estoy en
contra del dinero, pues cumple con muchas fun-
ciones. Sin embargo, no se debería perder de vista
su carácter instrumental. Non aes sed fides, se leía
en las antiguas monedas de Malta. Significa que
lo valioso no es el cobre, la plata o el oro, sino la
confianza de poder comprar algo con él. Ponga-
mos un ejemplo actual. Quien posee euros tiene
derecho a recibir una contraprestación, pero tam-
bién debe ser capaz de aportar algo a la economía
de los países del euro. Cuando esto no sucede y
se desvanece la confianza en el euro, la moneda
pierde su valor.
BARBARA MAIER, AAU KLAGENFURT
23
ENTRE VISTA
Los bancos y fondos de inversión tratan con di-
nero que ya no posee equivalente real. ¿Resulta
preocupante?
El dinero puede ser ambas cosas, medio de pago
y mercancía. Cuando la mercancía monetaria
vuelve a convertirse en un medio de intercambio,
aumenta el derecho de prestación. De este modo,
existe más dinero en circulación que los bienes
y servicios que se ofrecen, con lo que suben los
«Las personas precios. Siempre se recomienda vincular el dinero
emitido a la reserva de oro , por ejemplo, para evi-
necesitan
tar la inflación. El problema reside en que la pro-
ocupaciones ductividad, es decir, la oferta de mercancías, crece
que les den mucho más rápido. La limitación de oro originaría
una escasez de dinero y muchos productos no se
sentido, más
podrían vender. El resultado sería una limitación
allá del trabajo del mercado cada vez más fuerte y, finalmente,
remunerado» el derrumbamiento de la economía.
Hoy en día, muchas personas buscan alternati-
vas al dinero: bancos de tiempo, bonos sociales,
bolsas de trueque, etcétera. ¿Esta tendencia a la
moneda complementaria es una señal de una
sociedad posmaterialista?
No creo que esto sea posmaterialista, sino más
bien que se trata de una expresión del creciente
problema con el trabajo remunerado. Muchas per-
sonas ya no pueden vivir solo de su salario, por lo
que cambian especias, servicios o tiempo cuando
los pueden ofrecer.
Pero ¿no practican esta tendencia también las
personas con dinero? En lugar de ir a la verdu-
lería cultivan en un huerto urbano.
Se trata solo de una moda. Para ser felices, las
personas, además de dinero, necesitan sobre
todo una actividad a la que le encuentren senti-
do, que consolide su reconocimiento y contacto
con los demás. La idea de que debe «crearse»
trabajo nace de la mentalidad de la sociedad
asalariada; eso se encuentra, en mi opinión,
obsoleto. En los países altamente desarrollados,
donde los robots llevan a cabo cada vez más ac-
tividades, se necesitará, a largo plazo, una renta
básica incondicional. Para la persona que ya no
debe trabajar solo por dinero, la calidad y el pro-
ducto adquieren un nuevo valor. Götz Werner,
fundador de la cadena alemana de droguerías
Dm, a menudo pregunta a los asistentes de sus
conferencias quién dejaría de trabajar si no tu-
viera que hacerlo por necesidad. La mayoría de
24
las personas rechazan esa posibilidad, aunque
se la suponen a los demás.
¿Cómo debería establecerse una renta básica
incondicional?
Un cambio repentino no sería de gran ayuda. Si
la persona acostumbrada a trabajar solo por un
salario recibiese de pronto dinero sin más, en
un inicio, se tomaría seguramente un descanso.
Creo que se trata de un proceso de aprendizaje,
el cual podría impulsarse mediante la entrega de
una renta básica de nacimiento para cada niño.
De este modo, el cambio crecería, por así decirlo,
con la nueva generación. Las personas necesitan
ocupaciones con sentido, más allá de un trabajo
remunerado. Eso resulta más satisfactorio que un
mero sucedáneo como el dinero.
En cierto modo, ya existen tentativas en esa
dirección: el sueldo mínimo, los impuestos
negativos, la limosna, entre otras.
Sí, pero todo esto todavía funciona sobre la base
del sistema que obliga al empleo remunerado.
Existe otro motivo racional para la implantación
de un sueldo garantizado. Cuando en un futuro
las máquinas asuman más tareas y desaparezca
el trabajo asalariado, el dinero deberá ponerse a
disposición de los consumidores. De lo contra-
rio, no se podrán vender los productos realizados
por los autómatas. Sucede como en el Monopoly:
los jugadores solo pueden empezar a comprar y
vender cuando el dinero se encuentra repartido
proporcionadamente.
¿Y de dónde debe salir el dinero?
Si me hace esta pregunta en serio es que no me
ha entendido. La función más importante del
dinero consiste en ser un medio para facilitar el
intercambio de servicios. Cuando en una sociedad
existe, por un lado, mano de obra desaprovecha-
da, y por otro, gente necesitada, el dinero sirve
solo para unir ambas partes. En este caso, es el
medio para la organización del trabajo.
Steve Ayan es redactor de Gehirn
und Geist, edición alemana de Mente
y Cerebro.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
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MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 25
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 AVANCES

NEUROLO GÍA

Alteraciones cerebrales en la esquizofrenia

El cerebro de los pacientes esquizofrénicos presenta anomalías en las estructuras subcorticales

ROBERTO ROIZ SANTIÁÑEZ Y BENEDIC TO CRESPO FACORRO

L
a esquizofrenia es una enfermedad
  cerebral crónica frecuente: afecta al
  uno por ciento de la población. Por
lo general, debuta a finales de la adoles-
cencia o principios de la edad adulta y con
frecuencia se acompaña de discapacidad.
En las últimas décadas, numerosas inves-
tigaciones se han centrado en la búsqueda
de marcadores biológicos cerebrales que
CORTESÍA DE ROBERTO ROIZ SANTIÁÑEZ; ISTOCK / MIKOMO (cabeza)
permitan diagnosticar y pronosticar su
evolución.
Avances en la investigación
La técnica de la resonancia magnética
nos permite tener una imagen in vivo
muy optimizada de la estructura cerebral
cortical y subcortical. La constitución de
grandes consorcios internacionales de in-
vestigación también ha revolucionado las
estrategias en el estudio neurocientífico
de las enfermedades mentales. Entre es-
tos se encuentra ENIGMA (del inglés En-
hancing NeuroImaging Genetics through
Meta-Analysis), en el que participan más
de 300 científicos de 185 instituciones y 33
países. Este trabajo conjunto está permi-
tiendo avanzar en el conocimiento de las
alteraciones estructurales cerebrales y de
los condicionantes genéticos asociados a
la esquizofrenia.
Un primer peldaño para entender las
causas y la progresión de dicho trastorno
radica en conocer y establecer un mapa
riguroso de las modificaciones cerebra-
les asociadas. Distintos grupos de todo el
mundo han demostrado que los pacientes
esquizofrénicos presentan alteraciones en
la estructura de determinadas regiones y
tejidos del cerebro desde el comienzo de
la enfermedad. Estas anomalías pueden
conocerse incluso antes de los primeros
síntomas. Sin embargo, hasta ahora el
número reducido de probandos había res-
tringido la trascendencia de las investiga-
ciones. Además, los resultados de muestras

con pocos participantes pueden presentar

imprecisiones a causa de factores externos
que influyen en la estructura cerebral (des-
hidratación, actividad física, alimentación,
consumo de drogas, aislamiento social,
etcétera).

Anomalías subcorticales
A través del consorcio ENIGMA se ha
conseguido disponer de 15 cohortes for-
madas por un total 2028 personas con es-
CAMBIOS EN LAS ESTRUCTURAS SUBCORTICALES
quizofrenia y 2540 individuos sanos de
En el cerebro de los pacientes con esquizofrenia, el hipocampo (amarillo), la amígdala (azul) y
el tálamo (verde) presentan un menor volumen en comparación con el de los sujetos sanos. distintos países. El objetivo del estudio,
En cambio, el tamaño del pallidum (violeta) es mayor, según se ha podido comprobar me­ publicado recientemente en Molecular
diante imágenes obtenidas por resonancia magnética cerebral. Psychiatry, ha consistido en conocer la

26 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

integridad de las estructuras subcortica-
les, a saber, hipocampo, tálamo, pu­tamen,
caudado, globo pálido, amígdala y núcleo
accumbens, en las personas con esquizo-
frenia.
Dichas regiones desempeñan un pa-
pel fundamental en distintas funciones
mentales, entre las que destacan la expe-
riencia de emociones, la iniciativa, la ac-
tividad motora, la criba de estímulos y la
capacidad de planificar acciones. Unos cir-
cuitos cerebrales específicos y complejos
se encargan de conectar estas estructuras
con otras regiones alojadas en la corteza
cerebral.
Al estudiar y comparar, mediante téc-
nicas de análisis de imágenes cerebrales,
las estructuras subcorticales de pacientes
esquizofrénicos con las de sujetos sanos
se observó que, en los primeros, el volu-
men de ciertas áreas subcorticales se había
reducido, mientras que el de otras había
aumentado. El hipocampo, la amígdala, el
tálamo y el núcleo accumbens parecían
tener un menor tamaño en comparación
con el de los probandos sanos; en cambio,
el pallidum y los ventrículos laterales eran
mayores en el cerebro de los participantes
con esquizofrenia. Los resultados revela-
ron, asimismo, que el momento de desarro-
llo de la enfermedad y la edad del afectado
SUEÑO
Tras la posibilidad de alterar los recuerdos
Consiguen crear memorias artificiales en ratones dormidos mediante la excitación
de las células de lugar de su cerebro
NICOLE PA SCHEK
A
prenda mientras duerme. Este
  enunciado, que puede resultar
  harto sugerente para cualquiera,
sobre todo para los estudiantes, de alguna
manera lo ponemos en práctica. Cuando
dormimos, nuestro cerebro ordena las
memorias y fija las informaciones impor-
tantes. Si se observa la actividad cerebral
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
influyen en el volumen de alguna de las
áreas alteradas.
Modificaciones posteriores
Este hallazgo apoya la idea de que el cere-
bro es un órgano plástico: su estructura
puede cambiar. De hecho, dichas altera-
ciones nos hacen inferir que durante el
desarrollo cerebral pueden producirse
modificaciones que con posterioridad, en
la adultez temprana, favorecerán la apari-
ción de la esquizofrenia.
Por otro lado, también se constataron di-
ferencias en el volumen del núcleo accum-
bens y de la amígdala según el sexo de los
probandos: dichas estructuras aparecían
más reducidas en los pacientes varones.
Retos científicos
Nos encontramos inmersos en una etapa
histórica para la investigación de las bases
biológicas de la esquizofrenia. El cambio
experimentado en las últimas décadas ha
sido drástico y favorable, amparado por el
desarrollo extraordinario de nuestra ca-
pacidad de investigar la biología cerebral
desde perspectivas muy distintas.
La información sobre el cerebro in vivo
que permiten las técnicas de neuroimagen
cerebral de última generación, combina-
das con sofisticados métodos de análisis
durante el sueño profundo, se aprecian
las llamadas oscilaciones de ondas agu-
das (sharp wave-ripples), unas oscilaciones
­cortas y de alta frecuencia que aparecen en
el electroencefalograma. Al parecer, acon-
tecen siempre que reproducimos durante
el sueño una experiencia que hemos vivi-
do. Como si alguien hubiese apretado el
de estas imágenes, constituye una herra-
mienta crucial en el avance del conoci-
miento.
La estructura cerebral y la enfermedad
mental mantienen una relación más es-
trecha que nunca, lo que supone un reto
ineludible para los científicos: investigar
más para mejorar el pronóstico y la ca-
lidad de vida de las personas con esqui-
zofrenia.
Roberto Roiz Santiáñez
y Benedicto Crespo Facorro
Departamento de psiquiatría
Hospital Universitario Marqués de Valdecilla
Universidad de Cantabria
Idival-Cibersam
Para saber más
The ENIGMA consortium: Large-scale collabo-
rative analyses of neuroimaging and genetic
data. P. M. Thompson et al. en Brain Imaging
and Behavior, vol. 8, n.o 2, págs. 153-182, 2014.
Subcortical brain volume abnormalities in
2028 individuals with schizophrenia and 2540
healthy controls via the ENIGMA consortium.
T. G. van Erp et al. en Molecular Psychiatry,
junio de 2015.
En nuestro archivo
Bases bioquímicas de la esquizofrenia. José
L. Moreno, Miguel Fribourg y Javier González
Maeso en MyC n.o 44, 2010.
Las raíces de la esquizofrenia. Thomas Nick-
Jocksacht en MyC n.o 55, 2012.
botón de «repetir», las neuronas se activan
con un patrón parecido al que mostraron
durante el día, pero más rápido. Ello ayu-
da a que las vivencias y los aprendizajes
queden anclados en el cerebro.
Con el fin de descubrir si se pueden me-
morizar contenidos novedosos durante el
sueño, Karim Benchenane, de la unidad
27
AVANCES
ESTIMULACIÓN CEREBRAL
Para crear recuerdos artificiales, los
científicos colocaron un electrodo de
medición en el hipocampo del ratón,
con el fin de conocer la actividad de
las células de lugar de su cerebro.
Con otro electrodo estimulaban el fas­
cículo telencefálico medial del animal.
Esta estructura forma parte, junto con
el núcleo accumbens, del sistema de
recompensa, por lo que los investiga­
dores podían relacionar una célula de
lugar determinada con una experien­
cia positiva.
de plasticidad cerebral del Centro Nacio-
nal de Investigación Científica de Francia,
implantó dos electrodos en el cerebro de
ratones. Uno de ellos debía estimular el
fascículo telencefálico medial (región re-
lacionada con el sistema de recompensa
del cerebro); el otro era para medir una
zona del hipocampo, en la que se alojan las
células de lugar [véase «De A a B», por To-
bias Melinger y Christian Doeller; Mente
y cerebro n.o 53, 2012]. Estas células con-
forman, junto con las reticulares, nuestro
sistema de navegación y se activan cuando
nos encontramos en un sitio concreto: cada
célula representa un punto.
En el reciente estudio, los investigadores
dejaron a unos ratones que explorasen con
total libertad un espacio abierto. Median-
te el electrodo de medición, los científicos
elegían una célula de lugar que se excitaba
cuando el animal se hallaba en una zona
determinada.
En una segunda fase del experimento,
la mitad de los roedores volvieron al espa-
cio que habían estado explorando. Cada vez
que la célula de lugar elegida se activaba,
los científicos estimulaban el sistema de
recompensa del roedor a través del segun-
do electrodo. Durante ese rato, los demás
múridos pudieron dormir. Los científicos
aprovecharon una hora de sueño de los ani-
males para estimular su sistema de recom-
pensa cuando esa misma célula de lugar
se activaba.
28
Corte transversal
Hipocampo
del cerebro de un ratón
Núcleo Lóbulo frontal
accumbens medial
Recuerdos recompensados
Las células de lugar no se activan solo
cuando el ratón se encuentra en el sitio
que se corresponde a esa neurona; tam-
bién lo hacen mientras acontecen las os-
cilaciones de ondas agudas del sueño pro-
fundo. En otras palabras, durante el sueño,
el animal repasa mentalmente el entorno
que ha recorrido. Cuando los científicos
observaban que se excitaba la célula de
lugar que habían escogido, estimulaban
el sistema de recompensa del cerebro del
ratón. Ello no alteraba ni el ritmo del sue-
ño de los múridos ni el comportamiento
de la célula de lugar.
Una vez despiertos, volvieron a colocar
a los ratones en el entorno experimental.
Estos se dirigieron directamente al sitio
relacionado con la célula de lugar escogi-
da. También permanecían más tiempo en
ese emplazamiento que en otros, incluso
si la prueba se repetía; aunque hasta un
límite de veces. La tercera o cuarta ocasión
que se volvía a situar al animal en el am-
biente, su fijación se debilitaba. De hecho,
se comportaba de la misma manera que
sus congéneres recompensados durante
la vigilia: en las dos primeras ocasiones,
estos se dirigieron directamente al lugar
determinado por los científicos, pero en
el tercer intento se mostraban menos
perseverantes. Esta pérdida de memoria
resulta común en los experimentos sin
recompensa.
Cerebelo
SPEKTRUM DER WISSENSCHAFT / BUSKE-GRAFIK
Médula e
spin
al
En resumen, la recompensa asociada
a la actividad de las células de lugar re-
laciona el sitio que representa esa célula
con una experiencia positiva. La conducta
perseverante de los roedores sugiere que
se trata de un recuerdo concreto. En el
caso de los ratones que dormían, este se
había implantado artificialmente, pues
los animales no fueron recompensados
nunca cuando se encontraban en el lugar
determinado.
Aunque el hallazgo de las células de
lugar se remonta al año 1971 y se otorgó
el premio Nobel de fisiología o medicina
a sus descubridores, así como a los de las
células reticulares, justo el año pasado,
hasta ahora no se había comprobado su
función de forma directa. Durante la vi-
gilia resulta difícil distinguir la ubicación
de un animal a través de la actividad ce-
lular que acontece en ese momento. De
hecho, esta correlación llevó a establecer
el concepto de células de navegación. En
cambio, el desacoplamiento de ambos
aspectos durante el sueño ha permitido
demostrar el papel que desempeñan las
células de lugar durante la orientación y
la memoria espacial.
El nuevo hallazgo podría contribuir al
tratamiento de las personas con trastor-
nos del sueño. Al parecer, los recuerdos
traumáticos se encuentran almacenados
en redes neuronales concretas, como
también sucede con las informaciones
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
espaciales. Ello sugiere que también se Para saber más
podrían relacionar con señales positivas. Explicit memory creation during sleep demons­trates a causal role of place cells in navigation. Karim
No obstante, todavía deberemos esperar Benchenane et al. en Nature Neuro­science, vol. 18, págs. 493-495, febrero de 2015.

un poco para verlo.

En nuestro archivo
La memoria trabaja de noche. Ullrich Wagner y Susanne Diekelmann en MyC n.o 53, 2012
Nicole Paschek Secretos del descanso reparador. Jason Castro en MyC n.o 63, 2013.
Bióloga y periodista científica

NEUROLO GÍA

Péptidos para atravesar la barrera

hematoencefálica
Según se ha demostrado en ratones, los péptidos lanzadera podrían ayudar a que los fármacos
alcancen el tejido cerebral de los pacientes

M AC ARENA SÁNCHEZ NAVARRO, MERIT XELL TEIXID Ó Y ERNEST GIR ALT

L
a lista de enfermedades que requieren
  un tratamiento directo en el tejido
  cerebral resulta amplia y variada: in-
cluye desde el párkinson, el alzhéimer y la es-
quizofrenia, pasando por el trastorno bipolar
y la epilepsia, hasta los tumores cerebrales,
el sida y algunos aspectos de la obesidad.
De hecho, se estima que una de cada cuatro
personas necesitará tratamiento del sistema
nervioso central a lo largo de su vida.
Aunque para la cura de muchas de estas
enfermedades existen prometedores candi-
datos a fármaco, con frecuencia la barrera
hematoencefálica (BHE) impide que estos
compuestos lleguen al cerebro, su lugar de
acción. Se calcula que alrededor del 98 por
ciento de las potenciales sustancias tera-
péuticas «chocan» contra esta barrera físi-
ca, metabólica y de transporte que protege
al sistema nervioso central. Su componente
principal son las células endoteliales, las
cuales, fuertemente ensambladas, limitan
el paso de sustancias desde la sangre al ce-
rebro. Sin embargo, existen mecanismos de
transporte activos que permiten la entra-
da de nutrientes (azúcares y aminoá­cidos),
proteínas (insulina) o pequeños compues-
tos hidrofóbicos como la cafeína.
En nuestro laboratorio aprovechamos es-
tos mecanismos para descubrir compues-
tos capaces no solo de cruzar la BHE, sino
también de transportar sustancias que, por
sí solas, no serían capaces de atravesarla.
Este tipo de compuestos transportadores
reciben el nombre de «lanzaderas».
Desde un inicio, nos propusimos inves-
tigar si existía algún péptido que lograra
cruzar la BHE. Para ello diseñamos una
serie de compuestos mediante la metodo-
logía de síntesis de péptidos en fase sólida,
técnica que describió el bioquímico Bruce
Merrifield (1921-2006) y por la que recibió
el premio Nobel de química en 1984. Aún
hoy constituye el método más empleado
para sintetizar péptidos.
Salvar el obstáculo
Para evaluar el transporte a través de la
BHE se combinan diversas técnicas: ensa-
yos fisicoquímicos in vivo y modelos celu-
lares refinados. Por lo general, estos últimos
consisten en dos compartimentos separados
por un filtro en el cual se siembran las célu-
las endoteliales de capilar de algún animal
(ratón o vaca). Estas, en presencia de células
del sistema nervioso (astrocitos o pericitos),
forman las uniones estrechas que caracte-
rizan la BHE. El compuesto que se quiere
estudiar se coloca en el compartimento su-
perior del modelo; al cabo de cierto tiempo,
se comprueba si ha logrado pasar al inferior.
Este tipo de ensayos requiere una enorme
planificación, ya que solo puede ejecutarse
en el momento en el que las células forman
la barrera. En nuestro experimento, esa con-
dición se dio antes de lo esperado.
Para no perder la oportunidad del ensa-
yo, utilizamos los péptidos que habíamos
preparado aun sin tenerlos caracterizados.
Al analizar los resultados, descubrimos
que un producto había cruzado con éxi-
to la barrera, sin embargo, no era el que
preveíamos. Un examen más detallado
de la muestra nos reveló que se trataba de
un producto secundario de la síntesis, un
péptido cíclico: la dicetopiperazina. Este ha-
llazgo nos motivó a estudiar su mecanismo
de transporte y a explorar otros posibles
candidatos a péptidos lanzadera.
En la actualidad, no solo se ha desechado
la idea de que los péptidos no pueden cru-
zar la barrera hematoencefálica, sino que
nuestro grupo, junto con otros, intentamos
utilizar los péptidos lanzadera para mejo-
rar el transporte de compuestos que, por sí
solos, no pueden llegar al cerebro. Gracias
al trabajo de todo un equipo, hemos de-
sarrollado distintos prototipos.
Uno de los más importantes es el THR,
que consigue cruzar la barrera sin afectar

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 29

AVANCES
Representación esquemática
a del péptido lanzadera THRre
0,6 nm
PRUEBAS BAJO EL MICROSCOPIO
Mediante microscopía de doble fotón se observa que las nanopartículas fluorescentes (rojo) decoradas con el péptido lanzadera (b) se hallan
en el tejido cerebral de un ratón vivo (c), es decir, han cruzado la barrera hematoencefálica.
a su funcionamiento. Este péptido lanzade-
ra interacciona con el receptor de la trans­
ferrina, que se encuentra en la barrera
hematoencefálica. Como publicamos en
2012 en la revista Biomaterials, el THR es
capaz de transportar una nanopartícula
de oro recubierta por un inhibidor de la
agregación del péptido amiloide. Este tipo
de inhibición resulta de gran interés en el
tratamiento del alzhéimer, puesto que los
agregados de amiloide son los responsables
de la toxicidad celular en dicha demencia.
La principal característica de los péptidos
lanzadera que hemos desarrollado consiste
en su resistencia a proteasas: mientras que
un péptido suele durar entre 15 y 30 minu-
tos en el torrente sanguíneo, los nuestros
resisten más de 12 horas. Para conseguir
ese aumento de estabilidad utilizamos di-
ferentes estrategias. Por un lado, sinteti-
zamos la versión retroenantio de péptidos
que ya concíamos, es decir, generamos
péptidos con secuencia inversa y formados
por aminoácidos D (no naturales). En fe-
cha reciente, hemos descubierto que estos
aminoácidos artificiales no generan una
respuesta inmunitaria.
El THRre, la versión retroenantio del THR,
también se sirve del receptor de transferri-
na para cruzar la BHE. Además, presenta
una estabilidad en suero humano superior a
24 horas. En colaboración con Nikolaus Ples-
nila, de la Universidad Lud­wig Maximilians
en Múnich, constatamos por microscopía
30
Nanopartícula (rojo) decorada con
b peptido lanzadera (verde)
12 nm
de doble fotón que nanopartículas fluores-
centes recubiertas por este péptido eran
capaces de atravesar la barrera y alcanzar
el tejido cerebral de un ratón vivo.
Actualmente, estamos trabajando en el
desarrollo de nuevos péptidos lanzadera
con el objetivo de disponer de una ba-
tería que nos permita elegir el más ade-
cuado según el compuesto que se quiere
transportar hasta el cerebro. Por ahora,
hemos diseñado una familia de análogos
de la apamina, uno de los componentes
del veneno de abeja y que, como muchos
péptidos de origen natural, presenta una
estructura muy compacta que le confiere
una alta estabilidad ante las proteasas.
Como se conocen los aminoácidos res-
ponsables de la toxicidad de la apamina,
hemos podido preparar análogos que man-
tienen la capacidad de cruzar la barrera
hematoencefálica sin resultar tóxicos.
Además, su mecanismo de transporte ac-
túa de manera selectiva, ya que no cruza
otras barreras biológicas (como la intesti-
nal). Según nuestros resultados, uno de los
análogos sintetizados resultó incluso más
apropiado que la apamina original para
atravesar la BHE. También confirmamos
que se había eliminado su toxicidad aguda.
Ya que ese péptido conserva parte de la
complejidad estructural de apamina, he-
mos sintetizado análogos más sencillos,
los cuales son capaces de cruzar la BHE en
un modelo de ratón. Estamos explorando
Tejido cerebral
c del ratón
50 µm
la capacidad de esta familia de péptidos
para aumentar el transporte de proteínas
y anticuerpos.
A pesar de estos prometedores resulta-
dos, nuestro interés va más allá: queremos
hallar péptidos que, de manera selectiva, se
dirijan a una parte u otra del cerebro, lo que
permitiría aumentar la eficacia de los fár-
macos transportados, a la vez que reducir
el riesgo de efectos secundarios.
Macarena Sánchez Navarro,
Meritxell Teixidó y Ernest Giralt
Instituto de Investigación Biomédica
Barcelona
Para saber más
Delivery of gold nanoparticles to the brain by
conjugation with a peptide that recognizes the
transferrin receptor. R. Prades et al. en Bioma-
terials, vol. 33, págs. 7194-7205, 2012.
From venoms to BBB shuttles: Synthesis and
blood-brain barrier transport assessment of
apamin and a nontoxic analog. B. Oller Salvia
et al. en Biopolymers, vol. 100, págs. 675-686,
2013.
Applying the retro-enantio approach to obtain
a peptide capable of overcoming the Blood-
Brain Barrier. R. Prades et al. en Angewandte
Chemie International Edition in English, vol. 54,
págs. 3967-3972, 2015.
En nuestro archivo
Barrera hematoencefálica. Grit Vollmer en MyC
n.o 21, 2006.
Romper la barrera cerebral. Jeneen Interlandi
en IyC, agosto de 2013.
Minúsculas y penetrantes. Anna von Mikecz en
MyC n.o 53, 2012.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
INSTANTÁNE A

ERIC SCHREITER, LOOGER LAB, HHMI / JANELIA

Neuronas en una larva de pez cebra

Con ayuda de una proteína penetraba calcio en ellas, y se Hughes y uno de los autores de
fluorescente, los científicos las iluminaban con luz violeta, esta técnica. Los investigadores
pueden observar la actividad la proteína pasaba del color pudieron observar de esta ma-
del cerebro en una larva de pez verde al magenta. El resultado nera qué neuronas se activaban
cebra. Mediante manipulación es esta colorida instantánea. cuando una larva de pez cebra
genética se logró que las neu- Este novedoso método faci- se desplazaba libre por el agua
ronas del animal produjeran la lita el estudio de la actividad de durante 10 segundos. Como
proteína CaMPARI (de calcium- las neuronas, ya que con ayuda próximo paso, Looger y su equi-
modulated photoactivatable de la luz violeta pueden contro- po prevén introducir la proteína
ratiometric integrator), de larse de forma precisa las reac- en células de ratones vivos.
manera que aparecían ilumina- ciones en el cerebro, explica («Labeling of active circuits in vivo with
das en verde. Pero cuando se Loren Looger, biólogo molecular designed calcium integrators». E. Schrei-
encontraban activas, por lo que del Instituto Médico Howard ter en Science, n.o 347, págs. 755-760, 2015)

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 31

SINO P SIS

Efectos físicos del miedo

Cuando nos asustamos, nuestro cuerpo pone en marcha una serie de
procesos en cuestión de segundos. Antaño, esta respuesta permitía que Ojos: las pupilas se dilatan, el líquido
lacrimal disminuye.
nuestros antepasados reaccionasen prestos ante una amenaza. Aunque
hoy en día ya no nos topamos con hambrientos tigres de dientes de sable,
los efectos del miedo en el cuerpo han perdurado. Las reacciones de cada Aumento de la percepción visual.
uno de los órganos cumplen una importante función (+), pero también Ojos secos.
conllevan efectos secundarios negativos (–).

TEXTO: ELENA BERNARD | GRÁFICOS: MARTIN MÜLLER

Sistema inmunitario: entra en estado de

reposo.

Ahorro de energía.
En el miedo, sobre todo en los ataques de pánico, el sistema Mayor vulnerabilidad a las infecciones.
nervioso simpático se encarga de que el cuerpo disponga de un
rendimiento máximo por un breve espacio de tiempo. De esta
manera lo prepara para la lucha o la huida. Las funciones que Pulmones: la respiración se acelera.
no resultan precisas en ese momento decaen.
Aumento del intercambio entre
­ xígeno y dióxido de carbono.
o
Reacciones del sistema nervioso simpático

Sensación de opresión en el pecho.

Reacciones del sistema nervioso parasimpático

Corazón: late más deprisa y la presión

­sanguínea aumenta.

Acceso más rápido del oxígeno

y de los nutrientes a los músculos.
Taquicardia, zumbido en los oídos
y hormigueo en brazos y piernas.

Estómago: el número de enzimas

de digestión disminuye.

Ahorro de energía.
Náuseas.

Tras las reacciones transmitidas por el sistema nervioso sim-

pático, el sistema parasimpático lleva de nuevo el cuerpo al
Musculatura: se contrae.
estado normal. Aunque este último también se halla activo
en el primer segundo del sobresalto: posibilita un instante de
acumulación de fuerzas para la huida o la lucha. Si nos parece Activación para el movimiento rápido.
que una situación no tiene salida, el sistema nervioso parasim- Temblor y calambres.
pático permanece a menudo sobreactivado y nos lleva a una
especie de estado de choque.

32 MENTE Y CEREBRO XX

75 - 2013
2015
 Ojos: aumenta el líquido lacrimal

Eliminación de cuerpos extraños.

Lloro.

Corazón: late más despacio y la presión

­sanguínea desciende.

Disminución de la pérdida de sangre

por lesión.
Mareo y desmayo.

Pulmones: la respiración se ralentiza.

Normalización de la respiración.
Sensación de ahogo.

Intestino y vejiga: se vacían.

Huida más ligera.

Micción incontrolada.

Musculatura: la tensión muscular se pierde.

Rigidez (puede proteger del ataque

de algunos enemigos).
MARTIN MÜLLER

Flojera de rodillas.

MENTE Y CEREBRO XX - 2013 33

 P SICOLO GÍA

Estimulación emocional
de personas mayores
Las emociones desempeñan un importante papel en la mejora de la calidad
de vida durante la vejez. Los programas que combinan la estimulación cognitiva
y el entrenamiento de la inteligencia emocional podrían incrementar
el bienestar psicológico a esas edades

M . A DEL C AR MEN PÉREZ FUENTES, JOSÉ JESÚS GÁ ZQUEZ LINARES Y M . A DEL M AR MOLERO JUR AD O
ISTOCK / SHIRONOSOV

34 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015


EN POSITIVO
Las personas de edad avan­
zada tienden a obtener sa­
tisfacción de las experiencias
positivas más inmediatas.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
L
a vejez está colmada de cambios bio-
  lógicos, cognitivos y sociales, por lo
  que, también en esta etapa de la vida,
  se requiere la puesta en marcha de
  recursos para afrontarla y lograr una
correcta adaptación. Hasta no hace mucho, los
estudios sobre el envejecimiento se centraban,
en su mayoría, en las capacidades cognitivas y el
ámbito social. Sin embargo, la investigación sobre
el funcionamiento de las emociones en la vejez ha
experimentado un auge. Entre otros aspectos, se
ha constatado que la educación de las emociones
en las personas mayores favorece su bienestar
psicológico. En 2008, Lorenzo Fariselli y Massimi-
liano Ghini, de la Universidad de Bolonia, junto
con Joshua Freedman, experto en el desarrollo
de la inteligencia emocional, publicaron un estu-
dio con 405 sujetos de 20 a 70 años. Encontraron
que, a medida que envejecen, las personas que
tienen más oportunidad de aprender acerca de
las emociones y sus manifestaciones aumentan
el vocabulario emocional y experimentan más
y más variadas situaciones de la vida. La impor-
tancia de estos hallazgos reside en la existencia
de un componente de la inteligencia emocional
implicado en el desarrollo personal, es decir, que
la mayoría de los humanos va a mejorar en estas
competencias simplemente a través de la expe-
riencia vital. Ello refuerza la afirmación de que la
inteligencia emocional se puede aprender.
El hecho de que durante la senectud se reduz-
can los recursos somáticos para hacer frente a
la activación fisiológica derivada de la emoción
contribuye a que el entrenamiento de la capaci-
dad emocional goce de mayor relevancia en esta
etapa de la vida. Una persona mayor podría pre-
sentar dificultades para percibir las señales que
las emociones provocan en el plano fisiológico, lo
que interfiere tanto en el reconocimiento como
la expresión y el control de estas.
Con el fin de ahondar en el conocimiento de las
emociones en las personas mayores, dentro de la
psicología de la vejez se ha iniciado una novedosa
área de estudio: el envejecimiento emocional. Se
trata del análisis sobre los cambios emocionales
que experimentan los individuos de edad avan-
zada. Destacan tres enfoques teóricos: el modelo
de inteligencia emocional de Peter Salovey, actual
presidente de la Universidad Yale, y John Mayer, de
la Universidad de New Hampshire; la teoría de la
selectividad emocional, de Laura Carstensen, del
Centro para la Longevidad de Stanford, y la reso-
lución de problemas cotidianos de alta relevancia
(saliencie) emocional.
Los tres enfoques teóricos
Salovey y Mayer afirman que una persona con
un alto nivel de inteligencia emocional es capaz
de reconocer tanto las emociones propias como
las ajenas y mostrar un rendimiento óptimo en
la percepción, comprensión y regulación de las
mismas. De esta manera, el propio sujeto logra
modificarlas para alcanzar un estado emocional
adecuado. Desde este enfoque se hace referencia al
conjunto de habilidades necesarias para procesar
información emocional, mejorar el rendimiento
en tareas cognitivas y facilitar el funcionamiento
social. Por tanto, una persona mayor que cuente
con competencias emocionales suficientes será
menos vulnerable a las crisis y cambios caracte-
rísticos de esta etapa y afrontará con mayor éxito
todo tipo de situaciones estresantes.
Según Castensen, las personas mayores presen-
tan unas metas motivacionales focalizadas en el
presente, a diferencia de los más jóvenes, que se
marcan proyectos a medio y largo plazo. Es por
ello por lo que las personas de edad avanzada tien-
den a obtener satisfacción a partir a las experien-
cias positivas más inmediatas. Se trata del «efec-
to de positividad», es decir, la tendencia a prestar
atención a la información positiva. Este modo de
atender a la información emocional da lugar a la
evitación de emociones negativas y favorece la se-
lección de actividades y vínculos para ello.
En cuanto a la resolución de problemas coti-
dianos de alta relevancia emocional, se trata de
un modelo de regulación que analiza los recursos
que las personas mayores utilizan para resolver
situaciones emocionalmente problemáticas que
surgen en la vida cotidiana. Según los resultados
obtenidos a partir de esta línea de investigación,
en situaciones de conflicto con personas emocio-
nalmente cercanas, los adultos mayores prefieren
el uso de estrategias de regulación emocional re-
flexivas en lugar del afrontamiento directo. Según
Abby Heckman Coats, y Fredda Blanchard Fields
(1949-2010), del Instituto de Tecnología de Georgia,
los mayores presentan respuestas más flexibles,
más heterogéneas, maduras y efectivas que los
adultos jóvenes. Es decir, ante un conflicto inter-
personal, los jóvenes focalizan su atención hacia
situaciones puntuales; en cambio, las personas
35
P SICOLO GÍA
EN SÍNTESIS
Entrenar
los sentimientos
1 La estrecha relación
entre cognición y emo­
ción hace que las emociones
deban tenerse en cuenta
para el bienestar y la salud
durante la vejez.
2 Aunque los adultos
mayores usan estrate­
gias más adecuadas para
el control de las emociones
que los jóvenes, estas resul­
tan pasivas.
3 Los programas infor­
máticos de estimu­
lación podrían ayudar al
­entrenamiento de la inteli­
gencia emocional a edades
avanzadas.
36
mayores lo perciben como un proceso que requie-
re de una comprensión global de la situación, don-
de se valoran sus posibles formas de resolución.
Por ejemplo, en una situación de conflicto fa-
miliar donde se mantienen fuertes discusiones
entre hermanos adultos y sus respectivos cón-
yuges, no se seguirá el mismo proceso de resolu-
ción si esta ocurre en la etapa adulta o en etapas
posteriores. Probablemente, en el caso del adulto
el foco de atención tiende a limitarse a hechos
acontecidos durante los últimos enfrentamien-
tos, mientras que el anciano tiende a valorar as-
pectos más genéricos del conflicto, o incluso se
remontará a los acontecimientos que originaron
la disputa, valorando las diferentes posibilidades
de resolución del mismo.
Cognición y emoción
Aunque los adultos mayores regulen y utilicen es-
trategias más adecuadas para el control de las emo-
ciones que los jóvenes, estas herramientas resultan
pasivas. Durante la vejez también disminuye la
capacidad de integración del binomio cognición
y emoción, lo que no ocurre en la etapa adulta.
En este sentido, la mayoría de las teorías sobre la
emoción coinciden en que los procesos cognitivos
son parte esencial de las emociones y que estas, a
su vez, constituyen un poderoso sistema motiva-
cional que ejerce influencia sobre la percepción,
la cognición, el afrontamiento y la creatividad. Se
podría decir que un análisis de la conducta en el
que se descuida la emoción, atendiendo solo al es-
tudio de la cognición, estaría incompleto.
Para resumir, a medida que envejecemos se dan
cambios en el repertorio de estrategias emocio-
nales que ponemos en marcha. Pero a partir de
cambios selectivos y compensatorios en las pre-
ferencias y estrategias emocionales es posible que
los efectos del aprendizaje y la experiencia contri-
buyan a que los adultos mayores se muestren más
competentes en su regulación emocional.
En estos procesos destaca la importancia que
desempeña la inteligencia emocional para que las
personas mayores cuenten con los recursos nece-
sarios que les permitan enfrentarse a una etapa
repleta de cambios y retos novedosos que ponen
a prueba su capacidad adaptativa, por ejemplo, a
nuevas situaciones derivadas de acontecimientos
vitales estresantes, como la llegada de la jubilación,
el fallecimiento del cónyuge, la pérdida de autono-
mía personal, cambio de roles familiares, etcétera.
Otro aspecto a tener en cuenta es la atención
emocional, la cual se halla relacionada con una
capacidad cognitiva, en concreto, con la memoria.
A medida que se envejece aumenta la capacidad o
tendencia a focalizar la atención en los aspectos
positivos en vez de en los negativos. Lo mismo su-
cede con la memoria: durante la vejez aumenta la
probabilidad de recordar la información positiva
frente a la negativa.
Este fenómeno ha contribuido a que la inves-
tigación actual gire en torno a los efectos que la
emoción ejerce sobre el recuerdo. Según se ha
constatado, existe un sesgo en el envejecimiento
que nos lleva a que el individuo aumente la vi-
vencia de las emociones positivas y limite la
frecuencia de las negativas, a pesar de que en
esta etapa de la vida se supone que son más nu-
merosos los eventos negativos que los positivos.
Por tanto, existe una diferencia clara entre los
jóvenes, quienes se decantan por los estímulos
emocionalmente intensos (sean positivos o ne-
gativos) y los adultos de edad avanzada, quienes
prefieren los estímulos positivos, aunque de in-
tensidad menor.
Salud en el envejecimiento
Partiendo del papel determinante que cumplen
las emociones en la conducta, se aboga por la exis-
tencia de una estrecha relación entre emoción y
salud. Esta vinculación se torna bidireccional en la
medida en que las emociones podrían influir so-
bre la percepción de la propia salud; de la misma
forma, el estado de salud o el hecho de padecer
una determinada enfermedad pueden afectar a
las habilidades relacionadas con la inteligencia
emocional. Así, por ejemplo, la inhibición de la
expresión emocional se ha asociado con la pro-
gresión de enfermedades crónicas, entre ellas, las
dolencias cardiovasculares.
En otros casos, se han analizado los beneficios
de la inteligencia emocional y su papel protec-
tor sobre la salud física y mental. Mientras que
la afectividad negativa se ha relacionado con
un mayor riesgo de mortalidad en las edades
mediana y avanzada, las emociones positivas
promueven la resistencia a la enfermedad. En
un metanálisis de 35 estudios, Yoichi Chida y
Andrew Steptoe, del Colegio Universitario de
Londres, encontraron que el afecto positivo se
asociaba con una menor mortalidad en poblacio-
nes sanas y en personas infectadas con el VIH,
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
con riesgo de enfermedad cardiovascular o con
insuficiencia renal.
Por otro lado, las emociones ejercen un efec-
to modulador en la percepción o regulación del
dolor. Las emociones positivas atenúan la sensa-
ción de dolor, mientras que la intensidad de este
último puede llegar a aumentar a causa de los
sentimientos negativos.
También se ha comprobado que el déficit en la
percepción y regulación emocional supone una de
las piezas clave en el desarrollo de los trastornos
mentales. En 2012, Sandra J. Lloyd y otros investi-
gadores de la Universidad Northcentral en Pres­cott
Valley se preguntaron en qué medida la inteligen-
cia emocional podía funcionar como predictor de
la depresión. En una muestra de 128 adultos mayo-

res aplicaron la Escala de Depresión Geriátrica de
Yesavage y el Inventario de Inteligencia Emocional
de Bar-On. Los resultados mostraron que, por cada
punto positivo en el cuestionario de inteligencia
emocional, el riesgo de depresión disminuía en un
6 por ciento. En este caso, una mejora en la inte-
ligencia emocional tendría un efecto beneficioso
sobre la evolución de la sintomatología depresiva
en personas mayores.
Cambios en las relaciones sociales
Con el envejecimiento acontecen múltiples cam-
bios en la configuración de las relaciones sociales,
las cuales constituyen un componente fundamen-
tal en la configuración de los procesos emocionales
del individuo. Por ello, resulta fundamental dotar
a los mayores de herramientas suficientes para
responder de manera adecuada ante las propias
emociones y lograr una regulación óptima de los
procesos de comunicación, que tienen lugar en la
interacción social. Estrechamente relacionada con
la experiencia social se encuentra la empatía.
En algunos casos, se diferencia entre empatía
emocional y empatía cognitiva como requisitos
indispensables para un adecuado funcionamiento
social. La primera se refiere a la capacidad para
experimentar una respuesta empática a partir
de la observación de una emoción que experi-
menta otra persona; la segunda se define como
la habilidad para ponerse en el lugar de otra per-
sona e hipotetizar acerca de sus pensamientos y
sentimientos, teniendo en cuenta su perspectiva.
Con la edad disminuyen los recursos cognitivos,
mientras que los afectivos se mantienen estables
a lo largo del ciclo vital.
ISTOCK / KATARZYNABIALASIEWICZ
IMPORTANCIA
No obstante, en la población mayor se precisa la
DE LAS EMOCIONES
identificación de competencias emocionales que Una persona mayor podría
no han sido adquiridas adecuadamente o que presentar dificultades para
se encuentran aún por desarrollar. Las terapias reconocer las respuestas
para las personas mayores deben tener en cuenta fisiológicas que causan las
tanto la estimulación cognitiva como el entrena- emociones.
miento de habilidades propias de la inteligencia
emocional (como atención, comprensión, control
y expresión de las emociones, propias y de otros).
Envejecimiento activo
En los últimos años, los programas de enveje-
cimiento activo ocupan un lugar privilegiado
entre las intervenciones que se están llevando
a cabo con el colectivo de personas mayores. De El déficit en
entre la gran variedad de propuestas destacan
aquellas iniciativas que tienen como objetivo la
la regulación
conservación de las funciones cognitivas supe- emocional
riores o las que abogan por la educación de las supone una
emociones.
Se trata de proveer de recursos personales y
pieza clave en el
sociales suficientes, para el afrontamiento de las desarrollo de las
situaciones de cambio, que con frecuencia van enfermedades
asociadas a la vejez y que pueden suponer impor-
tantes fuentes de estrés durante esta etapa. A me-
mentales
nudo, los cambios que acontecen durante la senec-
tud (sea por la pérdida progresiva de autonomía
funcional, el declive en las funciones cognitivas
o el fallecimiento de personas allegadas) implican

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 37

P SICOLO GÍA

la necesidad de «reconfigurar» la dinámica y el miento de habilidades propias de la inteligencia

funcionamiento sociofamiliar, los roles y el estilo
de vida, lo que requiere de un afrontamiento.
El hecho de trabajar de forma conjunta ambos
aspectos (cognición y emoción) supone un avance
con respecto a los métodos tradicionales utilizados
Las terapias en la intervención de capacidades cognitivas en
para personas personas mayores. Esto, unido al uso de las nuevas
tecnologías, hace de los programas de estimula-
mayores
ción cognitiva e inteligencia emocional una herra-
deben tener en mienta efectiva e innovadora para la intervención
cuenta tanto la en el colectivo de mayores, presenten deterioro
cognitivo o no. Sin embargo, en el campo de la
estimulación
intervención cognitiva —y recientemente, tam-
cognitiva bién emocional— computarizada, son escasos los
como el estudios que puedan servir de guía para mejorar
el desarrollo de herramientas de este tipo dirigidas
entrenamiento
a personas mayores. De ahí, el carácter innovador
de la del programa terapéutico de estimulación cogniti-
inteligencia va e inteligencia emocional para personas mayores
que proponemos desde la Universidad de Almería
emocional
y en el que han colaborado también África Martos
Martínez, Fernando Cardila Fernández y Ana Belén
Barragán Martín.
A grandes rasgos, este consiste en una aplica-
ción para tableta y combina técnicas de estimu-
lación cognitiva con recursos para el entrena-
emocional.
El programa de estimulación
En diferentes sesiones de entrenamiento, el usua-
rio debe resolver diversas actividades, cuya difi-
cultad se adapta a sus necesidades. En cada uno
de los ejercicios debe responder mediante la ma-
nipulación de cubos. Esta manera de responder
supone una evolución con respecto a los métodos
tradicionales, en los que el individuo es un mero
receptor de contenidos y donde su respuesta se
reduce a presionar una tecla. Este recurso infor-
mático permite trabajar las funciones cognitivas
(memoria y atención, entre ellas), así como la
inteligencia emocional (reconocimiento de emo-
ciones, autoconcepto, autoestima, manejo y con-
trol de emociones, empatía, etcétera). Aunque la
variabilidad de tareas y contenidos es amplia, la
presentación de contenidos incluye, en mayor o
menor medida, carga emocional.
Para comprobar si el programa beneficia a los
usuarios, pedimos a más de 150 participantes,
mayores de 55 años, que llevaran a cabo las dife-
rentes actividades en un total de 40 sesiones du-
rante un período de seis meses. Antes y después
del entrenamiento se evaluó, mediante test, la

Programa terapéutico de estimulación

El programa terapéutico de estimulación cognitiva e inteligencia emocional
para personas mayores que hemos elaborado desde el grupo de investi­
gación psicológica y médica a lo largo del ciclo vital, de la Universidad de
Almería, se realiza mediante una tableta digital. Esta herramienta infor­
mática permite la manipulación directa, a través de la pantalla táctil, de
los cubos con imágenes o palabras que la actividad presenta. El objetivo
es trabajar, por un lado, la conservación y la mejora del rendimiento de
las personas mayores en tareas que requieren la puesta en marcha de las
funciones ejecutivas y, por el otro, incrementar y aprovechar las estrategias
en el manejo de las emociones.

Entre las actividades cognitivas se encuentran: ordenar números, crear pa­

labras, relacionar imágenes, memorizar el orden de pictogramas, ordenar
acciones secuenciales, crear una historia con dibujos, memorizar palabras
y frases, completar la frase, detectar la palabra discordante, discriminar
ISTOCK / UGURHAN BETIN

números iguales, relacionar imágenes y conceptos, y ordenar fechas. Tam­

bién se incluyen actividades para entrenar el control y la expresión de las
emociones (véase el recuadro «Actividades para el entrenamiento de la in­
teligencia emocional»).

38 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

 Actividades para el entrenamiento de la inteligencia emocional
Para el entrenamiento de la inteligencia emocional, el programa terapéutico de la Universidad de Almería incluye diversas actividades.
Algunas de ellas son:

Relacionar pictogramas con palabras Discriminar emoticonos iguales

Tres cubos contienen un pictograma que representa una emoción; otros Un cubo contiene un emoticono que expresa una
tres muestran una palabra. El sujeto debe unir cada palabra con la emo­ emoción y que será el cubo guía. Los demás contienen
ción del pictograma correspondiente. emoticonos: unos coinciden con el emoticono del cubo
guía y otros no. La actividad consiste en manipular los
Relacionar imágenes cubos a través de la pantalla táctil y elegir los que con­
con palabras tengan emoticonos que sean iguales al del cubo guía.
Tres cubos contienen otras
tantas imágenes que mues­
tran diversas situaciones; tres
cubos más contienen cada
uno una palabra que expre­
sa una emoción. Los cubos
se presentan de manera de­
sordenada. La tarea consiste
en reunir cada imagen con la
palabra que exprese la emo­

CORTESÍA DE LOS AUTORES

ción correspondiente.

calidad de vida relacionada con la salud, la inte- ción puede personalizarse a través de la inclusión
ligencia emocional y la memoria de los sujetos. de imágenes del usuario o de sus familiares. Ello
Además, se registró el tiempo de ejecución en va a permitir en un futuro cercano la aplicación de
cada sesión. Tras la implementación del progra- este programa a enfermos de alzhéimer mediante
Para saber más
ma, se observó una mejora en diversas dimen- fotografías de la familia, entre otras.
Análisis de la memoria coti-
siones evaluadas (calidad de vida e inteligencia En definitiva, todo apunta a que los progra- diana en alumnos del progra-
emocional), así como una reducción de los fallos mas pensados para el incremento del bienestar ma universitario para mayores
en Almería. J. J. Gázquez,
de memoria cotidiana. y la salud durante la vejez deben tener en cuenta M. C. Pérez-Fuentes y J. J.
tanto la estimulación cognitiva como el entrena- ­Carrión en European Journal
Ventajas del formato digital miento de la inteligencia emocional. Además, la of Education and Psychology,
vol. 3, págs. 155-165, 2010.
Dado que el uso de las nuevas tecnologías va a inclusión de las personas mayores en el mundo Brief emotional intelligence
constituirse como herramienta de uso generaliza- de las nuevas tecnologías destaca como una de inventory for senior citizens
do, es importante la labor de inclusión progresiva las líneas de actuación actuales para el enveje- (EQ-I-M20). M. C. Pérez-Fuen-
tes et al. en Psicothema, vol.
de recursos de este tipo entre la población mayor cimiento activo. 26, n.o 4, págs. 524-530, 2014.
para la mejora de su calidad de vida. Este nuevo Estimulación de la inteligen-
formato de interacción proporciona al jugador una cia emocional en mayores:
El ­programa PECI-PM.
sensación de mayor control sobre la tarea, lo que se M. C. ­Pérez-Fuentes et al. en
traduce en un aumento en la seguridad y confianza ­European Journal of Investi­
gation in Health, Psychology
en sí mismo, una mejora de la autoestima, incre- and Education, vol. 4, n.o 3,
mento de la motivación, etcétera. Además, la propia págs. 329-339, 2014.
aplicación genera un archivo con los registros de la
ejecución del usuario (tiempo de reacción, número M.a del Carmen Pérez Fuentes, José Jesús Gázquez Lina- En nuestro archivo
res y M.a del Mar Molero Jurado son psicólogos y traba- Cerebro senescente. Christian
de aciertos, entre otros), lo que facilita el registro de jan como docentes en el departamento de psicología de la Behl en MyC n.o29, 2008.
su evolución. Asimismo, el programa de estimula- Universidad de Almería.

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 39

P SICOLO GÍA

Los dos grandes factores

de la personalidad
Cuando nos juzgamos a nosotros mismos o a los demás, lo hacemos,
de manera espontánea, según dos dimensiones: agencia y comunión.
Estos dos grandes rasgos de la personalidad reflejan nuestros principales
intereses en las relaciones con los demás

ANDRE A E. ABELE- BREHM Y SUSANNE BRUCK MÜLLER

¿AMABLE O DECIDIDO?
En una fiesta, rodeados de
desconocidos, nos basamos en
dos rasgos básicos para calibrar
con presteza la personalidad de
los invitados: ¿quién nos resulta
simpático y quién intrépido?

40
 41
P SICOLO GÍA
I
magínese usted que se encuentra en una
EN SÍNTESIS
fiesta, rodeado de un bullicio de personas
Firmes y cálidos a las que desconoce. Se pregunta con quién
1 En la autopercepción podría entablar una conversación para no
y la valoración de los quedarse a solas con el vaso en la mano.
demás se emplean, por lo Examina el rostro de los presentes y decide rápido
común, dos categorías de si quiere dar el paso o no. ¿Qué se le pasa por la
personalidad básicas: la cabeza en esos momentos?
agencia (determinación)
Según los psicólogos sociales, en esos casos nos
y la comunión (amabilidad).
basamos en dos medidas principales: calidez/
2 El equilibrio de ambas
dimensiones depende
de la situación y de la re-
simpatía, por un lado, y determinación/compe-
tencia por otro. El psicólogo estadounidense Da-
vid Bakan (1921-2004) formuló esta teoría ya en
lación con los demás. Nos 1966 en su libro The duality of human existence
gusta conversar con las
(«La dualidad de la existencia humana»). Bakan
personas agradables, pero
hablaba en él de «agencia» y «comunión».
preferimos trabajar con las
competentes. El término agencia se refiere al ser humano
como individuo autónomo; comunión, en cam-
3 Los estereotipos tam-
bién se nutren de la
determinación (directivos)
bio, destaca su pertenencia a un grupo. El prime-
ro pone énfasis en la competencia y el control,
mientras que el segundo subraya la comunidad y
y de la calidez (mujeres).
la cooperación. A las características «agenciosas»
pertenece la autoconsciencia, la orientación hacia
objetivos y la capacidad para imponerse; a las «co-
munales», las competencias sociales, sobre todo,
la amabilidad, la fiabilidad y la lealtad.
TODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTÍCULO: OLIVER WEISS
42
En 2014, junto con el psicólogo Bogdan Wo-
jciszke, de la Universidad de Ciencias Sociales
y Humanidades de Sopot, llevamos a cabo un
experimento similar al descrito en el inicio del
artículo. Pedimos a parejas de sujetos que no se
conocían que conversasen entre ellos durante al-
gunos minutos. Al final, debían valorar su propio
comportamiento así como el del otro participante
durante el diálogo.
Depende de la relación
Por lo general, los probandos describían a la otra
persona en términos de extraversión y amabi-
lidad. En cambio, valoraban su propio compor-
tamiento como más determinativo: ambas partes
se mostraban convencidas de que, si bien el otro
había sido simpático, ellos habían desempeñado
la parte activa en el encuentro y guiado la conver-
sación. Esta diferencia entre la autopercepción y
la manera de valorar lo ajeno se ha observado en
más exploraciones.
En un experimento de 2013, uno de nosotros
(Abele-Brehm) halló, junto con Susanne Brack,
también de la Universidad Erlangen-Núremberg,
que nuestra atención depende del tipo de relación
con los demás. Deseamos que solo sean amables y
cálidas las personas a las que apenas estamos uni-
dos (un nuevo vecino o alguien a quien conoce-
mos en una excursión, por ejemplo). Pero cuando
perseguimos una meta en común y dependemos
de los demás (como en un grupo de estudio para
preparar un trabajo) prestamos mayor atención
a la dedicación o a la ambición.
Agencia y comunión, ambas dimensiones de
la personalidad básicas, se reflejan en diversos
ámbitos de la vida cotidiana. La primera emerge
en cualquier circunstancia en la que se trate de
progresar personalmente y de defender los pro-
pios intereses, puesto que requiere de la capacidad
para imponerse y se orienta hacia la consecución
de metas. La otra dimensión conduce a que nos
vinculemos en una comunidad: las personas con
empatía y ganas de ayudar suelen construir me-
jor las relaciones. Esta doble vertiente, centrada
en uno mismo y en la colectividad, influye sobre
nuestro comportamiento y nuestros valores, así
como en el propio estilo de liderazgo y nuestros
prejuicios.
¿Por qué son tan universales estas dimensio-
nes? Probablemente, porque están relacionadas
con las demandas básicas que todos conocemos.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
 De los cinco y los dos grandes rasgos
Responsabilidad, extraversión, estabilidad emocional, apertura a nuevas experiencias y amabilidad.
Estas cinco dimensiones de la personalidad configuran el llamado modelo de «los cinco grandes» que
establecieron los psicólogos Robert McCrae y Paul Costa. Mediante tales factores es posible describir
la personalidad de un individuo de manera precisa y exhaustiva.
Si bien estos rasgos ayudan a muchos investigadores y psicólogos actuales a determinar el carácter
de cada uno de nosotros, los «dos grandes», es decir, agencia y comunión, representan categorías de
personalidad globales que ponemos en práctica a diario.
Mas existen relaciones entre ambos enfoques: la agencia se encuentra íntimamente ligada a la
estabilidad emocional, la extraversión y la responsabilidad. En otras palabras, las personas «agencio-
sas» tienen sus sentimientos bajo control y persiguen las metas que han elegido. La comunión, en
cambio, se identifica más con el factor de amabilidad y, en cierta medida, con el de responsabilidad.
En lo referido a la apertura a nuevas experiencias, las dos grandes dimensiones de la personalidad
se muestran más o menos neutrales.
En el día a día, solemos disponer de poco tiempo y de escasa información para configurar un
perfil de personalidad detallado de nuestros congéneres. Por otra parte, una imagen muy matizada
obstaculizaría con frecuencia la relación con los demás. Los dos grandes posibilitan disponer de una
buena base para describir el carácter en situaciones cotidianas; no solo acerca de los demás, sino
también de nosotros mismos.

Por un lado, necesitamos apoyo social y relacio-
nes de confianza para sobrevivir. Por otro, se re-
quieren competencias individuales para lograr
algo en la vida. Por este motivo resulta esencial
la capacidad de valorar si otra persona nos es afín
u hostil y si tiende a imponer sus intereses. Los
«dos grandes» se han consolidado como medidas
estables en la formación de un juicio social.
Esto no incluye solo la manera de juzgar a los
demás. Según un modelo de la psicóloga Susan
Fiske y sus colaboradores de la Universidad de
Princeton, los estereotipos siempre contienen
supuestos sobre la calidez y la competencia de
nuestros semejantes.
Con frecuencia, los grupos se valoran de acuer-
do con una dimensión positiva y otra negativa:
por lo general, el prototipo de anciano o de ama de
casa «típica» responde al mismo tiempo a los cali-
ficativos de cálido y cariñoso a la par que de débil
e incompetente. En cambio, a un director ejecu-
tivo se le asocia con atributos como calculador y
frío pero que posee la habilidad para imponerse.
También se caracterizan de esa manera los es-
tereotipos de género. Tradicionalmente se ha atri-
buido a las mujeres un sentido cívico y una menor
capacidad para imponerse, al contrario que a los
hombres. Según Fiske, la asignación de cualidades
como la amabilidad dependerá de que determina-
do colectivo nos parezca una competencia o una
amenaza para el propio grupo. La competencia
se calcula, sobre todo, en relación con el estatus
social. También es posible que ambas dimensiones
puntúen alto o bajo al mismo tiempo: los altruis-
tas competentes se idealizan con frecuencia como
santos u hombres de estado admirables, mientras
que a las personas incompetentes se las menos-
precia y tilda de perdedoras.
¿Amigo o enemigo?
Preguntarnos si una persona es amiga o ene-
miga suele tener efectos directos en nosotros.
En cambio, si ese sujeto persigue unos objetivos
determinados no suele desempeñar un papel im-
portante para nosotros. Es probable que, por ello,
la comunión resulte más relevante para nuestro
juicio social que la agencia.
Cuando se analiza qué informaciones procesa-
mos con mayor rapidez sobre otra persona, suelen
destacar la amabilidad y la fidelidad. En un estudio
pedimos a los probandos que observaran diver-
sas series de letras durante unos instantes (escasos
centenares de milisegundos). A conti­nuación, les
indicamos que juzgaran si se trataba de una pa-
labra con significado o una sucesión de signos al
azar. Los sujetos no solo reconocían, en promedio,
los vocablos que describían rasgos relacionados con
Estereotipos
en los anuncios
Según los clichés que se han
desarrollado en la publicidad,
los hombres se caracterizan
por ser competentes; las
mujeres, en cambio, por orien-
tarse hacia el bien común.
A lo largo del proceso por la
igualdad, esta imagen se ha
ido transformando, según re-
veló un análisis llevado a cabo
por las psicólogas Martina
Infanger y Sabine Sczesny, de
la Universidad de Berna.
(«Communion-over-agency effects
on advertising effectiveness».
M. Infanger y S. Sczesny en Inter­
national Journal of Advertisment,
art. 10.1080/02650487, 2014.993794,
en línea, 15 de enero de 2015)

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 43

P SICOLO GÍA

la comunión («fiable») más rápidamente que las

referidas a la agencia («ambicioso»), sino que estas
palabras también les provocaban una reacción más
emocional. Si una persona nos resulta simpática o
no depende en mayor medida de cuánta calidez y
civismo le atribuyamos o nos demuestre. Confir-
mamos esos resultados a través de otro estudio, en
el que pedíamos a los probandos que categorizaran
una serie de adjetivos con la mayor celeridad posi-
ble: los sujetos se mostraron más receptivos ante
las características prosociales.

El primate social
Las dos grandes dimensiones también ejercen una
función esencial en nuestra autoimagen. Si se pide
a una persona que se describa con adjetivos o ex-
plique en una redacción cómo es, gran parte de su
autorretrato se corresponde con los conceptos de
agencia (fiable y solidaria) o comunión (resuelta
y convincente). Ambos factores de personalidad
En el éxito cubren al menos dos tercios de las descripciones,
según comprobamos. Aparecen, asimismo, más
escolar o laboral,
características relacionadas con la comunión o se
la ambición y mencionan primero. En pocas palabras, casi todos
la competencia los individuos se consideran encantadores y so-
ciales, pero la autovaloración respecto a las com-
resultan más
petencias «agenciosas» presenta más oscilaciones.
relevantes que En cambio, si se analiza qué características pre-
el sentido de dicen mejor el comportamiento de un individuo,
destacan las relacionadas con la agencia. Se trate
colectividad
del éxito escolar o laboral, de la actitud de auto-
de una persona confianza o del manejo de contratiempos, la am-
bición y la competencia resultan características
más predictivas que el civismo de una persona. De
este modo, preferimos describirnos como cálidos
pero actuamos de acuerdo con nuestros rasgos de
agencia. ¿Por qué?
La investigación aún no dispone de una res-
puesta clara. Se podría pensar que, en general,
consideramos nuestra vertiente social como muy
obvia («¡Pues claro que soy servicial!»), de manera
que le conferimos poco valor predictivo. Por otro
lado, exteriorizamos con mayor frecuencia nues-
tro civismo para parecer simpáticos y encantado-
res. Imagínese que un vecino le pide ayuda para
podar el seto de su jardín. Si accede, el solicitante
le estimará como una persona dispuesta a ayudar.
Pero también podría aceptar la propuesta vana-
gloriándose de su propia habilidad en el sector
de la jardinería («¡Yo sé cómo se hace!»). En todo
caso, no importa si responde con espíritu sama-
ritano o heroico; ambas resoluciones se antojan
algo exageradas.
Mejor holgazán que egoísta
Para la autopresentación, es decir, el modo en
que nos mostramos ante los demás, resulta im-
portante parecer cálidos y amables. Los estudios
revelan que a las personas les suele molestar más
que su reputación social se vea perjudicada (que
les reprochen ser reservadas y egoístas) que si les
atribuyen cualidades como la pereza.
En ese sentido, los dos grandes influyen incluso
sobre nuestro bienestar. En una investigación se
encuestó a ciudadanos alemanes y rusos sobre su
autopercepción. Al mismo tiempo, los probandos
debían describir qué valores personales considera-
ban importantes y cuán satisfechos estaban con
su vida. Todos los participantes que valoraban de
manera destacada su competencia y que, además,
abogaban por el altruismo y la confianza se mos-
traban especialmente satisfechos con su vida. Al
parecer, la determinación y la competencia (en su
defecto, el convencimiento de ser determinado y
competente) impulsan la satisfacción vital, pero
solo en combinación con el sentido de comunidad.
Por el contrario, los valores relacionados con la
agencia por sí solos apenas influyen sobre el grado
de felicidad.

44 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

 SciLogs
La mayor red de blogs
de investigadores científicos

De ratones y humanos
Neurociencia imperfecta
Carmen Agustín Pavón
Universidad Jaume I
de Castellón

Las mariposas del alma

Nuevas ideas en psicología
Antonio Crego
Universidad a Distancia
de Madrid

En las entrañas de la mente

El cerebro y la inteligencia
Quizá los directivos, quienes suelen aplicar los humana
incentivos y el control en su relación con los tra- Ignacio Morgado
Universidad Autónoma
bajadores, debieran alguna vez expresar su valo-
de Barcelona
ración mediante halagos o bonos. Ante los ojos de
la plantilla acumularían muchos puntos positivos Bitácora primatológica
y contribuirían a la satisfacción laboral de todos. En la mente de los primates
En la vida cotidiana, el comportamiento deter- Miquel Llorente
minado y comunal no se oponen, en todo caso, Instituto Catalán
de Paleoecología Humana
se complementan. y Evolución Social
Todavía deberemos esperar para ver en qué
otros ámbitos se muesta fructífero el concepto
Artificial, naturalmente
de los dos grandes. Sin embargo, hoy en día esta La ciencia de los fenómenos
teoría ya supone un planteamiento de investiga- cotidianos

ción apasionante, pues aúna personalidad, com- Para saber más Claudi Mans Teixidó
The bigger one of the «Big Universidad de Barcelona
portamiento social y psicología aplicada. Two»: Preferential processing
of communal information.
A. E. Abele y S. Bruckmüller en
Journal of Experimental Social Antropológica Mente
Psychology, vol. 47, págs. 935- Antropología, cerebro y evolución
948, 2011. Emiliano Bruner
Communal and agentic con- Centro Nacional de Investigación
tent. A dual perspective mo- sobre Evolución Humana
del. A. E. Abele y B. Wojciszke
en Advances in Experimental Y mucho más...
Social Psychology, vol. 50,
págs. 198-255, 2014.

Andrea E. Abele-Brehm (izquierda) es profesora­de

­psicología social en la Universidad de E
­ rlangen-Núremberg
En nuestro archivo
El factor general de la per-
www.scilogs.es
y presidenta en funciones de la Sociedad A ­ lemana de sonalidad. Salvador Amigó
­Psicología. Susanne Bruckmüller es p
­ rofesora de psicología Borrás en MyC n.o 59, 2013.
social en la Universidad de Coblenza-Landau.

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 45

P SICOLO GÍA
La tríada oscura
de la personalidad
Narcisismo, psicopatía o maquiavelismo. ¿Cómo se manifiestan
estos rasgos del carácter en el día a día? ¿Qué efecto producen en los demás?
FRIEDER WOLFSBERGER
EN SÍNTESIS
Una trinidad
nada santa
1 Los psicólogos denomi­
nan tríada oscura a un
constructo de rasgos narci­
sistas, maquiavélicos y psi­
copáticos. Las personas con
estas características piensan
y tratan de forma egocéntri­
ca; anteponen sus intereses
sin miramientos.
2 Estos tres rasgos de
personalidad repercuten
en la convivencia de distinta
forma. Los sujetos psicopá­
ticos tienden con más fre­
cuencia a la infidelidad.
3 La tríada oscura favore­
ce un comportamiento
poco productivo en el tra­
bajo. Empleados con estos
rasgos suelen llegar tarde,
practicar el acoso contra
sus compañeros y cometer
hurtos.
46
E
l primero es autocomplaciente y arro-
gante; el segundo, agresivo y brutal, y
el tercero, insidioso y ávido de poder.
No se trata de un trío de gángsteres
de una película de serie B, sino de los
tres ingredientes del mal carácter: el narcisismo,
la psicopatía y el maquiavelismo.
Desde los años setenta del siglo xx, la inves-
tigación en torno al comportamiento egoísta
y desaprensivo se ha centrado en estos rasgos.
En 2002, los psicólogos Delroy Paulhus y Kevin­
Williams, de la Universidad de la Columbia Bri-
tánica, bautizaron estas características de la per-
sonalidad con un término pegadizo a la par que
inquietante: la tríada oscura.
El narcisismo, la psicopatía y el maquiavelismo
no siempre se presentan por separado. Muchas
personas con una de estas propiedades fuerte-
mente marcada tienden a manifestar también las
otras dos (para sufrimiento de los demás).
El narcisismo constituye, probablemente, el
componente más conocido de la tríada oscura. Su
nombre proviene de la mitología griega: el joven
Narciso se enamoró de su propia imagen reflejada
en el agua. No obstante, según el entendimiento
actual, no solo la vanidad caracteriza a las perso-
nas con un fuerte narcisismo; también se inclinan
hacia una sobrevaloración desmedida de sí mis-
mos y hacia una fuerte necesidad de atención y
admiración. Con frecuencia tratan a los demás
despectivamente y reaccionan con terquedad e
irritabilidad ante críticas pertinentes; a veces de
manera agresiva.
La denominación maquiavelismo alude a Nicco-
lò Machiavelli, filósofo político italiano, quien en
el siglo xvi escribriera el tratado político El Prín-
cipe. Una persona maquiavélica arquetípica está
sedienta de poder, es fría y egoísta. Siempre busca
el propio beneficio, manipula a sus congéneres y
los utiliza cuando y donde puede. No vacila en
pasar por encima de la justicia y la moral, aunque
deslumbra a los demás mostrándose inofensiva
y benévola. Paulhus destaca en los maquiavéli-
cos una propensión hacia el engaño hábilmente
planificado y bien calculado, como es el caso de
un fraude económico. Su punto fuerte: poseen un
gran talento para evitar que les descubran.
Esa habilidad los diferencia de las personas con
personalidad psicopática. Aunque estos últimos
también tienden a la transgresión de los límites,
por lo general actúan de manera más impulsiva.
Apenas reflexionan sobre las consecuencias de
OLIVER WEISS
sus acciones, con frecuencia se comportan con
agresividad y se esfuerzan poco en ocultar su
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
PERSONA NO GRATA
A los individuos aviesos o con
rasgos de personalidad de­
sapacibles se los suele tildar
de «arpías» o «bichos».

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 47

P SICOLO GÍA
EN BREVE
El modelo de la personalidad
HEXACO fue desarrollado
por psicólogos canadienses
a comienzos del siglo xxi. El
término recoge las siglas en
inglés de seis rasgos de per-
sonalidad: honesty-humility
(«honestidad y humildad»),
emotionality («emocionali-
dad»), extraversion («extraver-
sión»), agreeableness («ama-
bilidad»), conscientiousness
(«escrupulosidad») y openness
to experience («apertura a la
experiencia»). Este modelo
añade un sexto rasgo a los
cinco grandes factores de
la personalidad: una com-
binación de honestidad y
humildad. Los individuos que
puntúan muy bajo en esta
dimensión tienden a mostrar
una conducta asocial o crimi-
nal. (Los clásicos cinco grandes
incluyen la honestidad y la
humildad como facetas mora-
les de la amabilidad.) Análisis
estadísticos revelan que el
­núcleo común de los rasgos
que conforman la tríada
oscura guarda una estrecha
relación con la honestidad
y la humildad.
El modelo de los dos grandes­
diferencia a las personas
según dos dimensiones: la
dominancia y el civismo.
Los narcisistas tienden a un
comportamiento cordial y
dominante; los psicopáticos,
a uno hostil y dominante. Los
maquiavélicos también se
comportan de forma hostil,
aunque menos dominante,
probablemente por motivos
estratégicos.
(Personality and Individual
­Differences, vol. 67, págs. 2-5, 2014;
Social and Personality Psychology
Compass, vol. 7, págs. 199-216, 2013;
Personality and Individual ­Differences,
vol. 54, págs. 622-627, 2013)
48
Medición de la tríada oscura
Para la evaluación de la tríada oscura se utilizan principalmente dos instrumentos de medida: el cues­
tionario Dirty Dozen (DD) y el Short Dark Triad (SD3). El primero comprende la valoración de cuatro
ítems por cada componente (narcisismo, psicopatía y maquiavelismo) sobre una escala de nueve grados
(desde «completamente de acuerdo» hasta «completamente en desacuerdo»). El SD3 contiene nueve
ítems por cada característica en una escala de cinco grados. Por ejemplo:
Narcisismo Maquiavelismo Psicopatía
DD: «Quiero ser admirado.» DD: «He engañado o mentido DD: «No suelo tener senti­
SD3: «Sé que soy algo especial, a otros para imponer mis pro­ mientos de culpa.»
pues me lo dicen a menudo.» pios intereses.» SD3: «Quien se meta conmigo
SD3: «Se deben evitar los en­ se arrepentirá para siempre.»
frentamientos con otras perso­
na, puesto que estas nos pue­
den resultar útiles algún día.»
(Psychological Assessment, vol. 22, págs. 420-432, 2010;
Psychological Assessment, vol. 26, págs. 326-331, 2014;
Assessment, vol. 21, págs. 28-41, 2014)
conducta sociópata. Ello les lleva a tener proble- apostar con el dinero de otros, incluso si corrían
mas frecuentes con la justicia. También utilizan el riesgo de perjudicar las financias de los demás
a menudo el acoso en sus interrelaciones o con- participantes y las propias.
sumen drogas. A pesar de lo indeseables que puedan resultar,
¿Supone el comportamiento egocéntrico y este tipo de individuos no son necesariamente
poco respetuoso con la sociedad la esencia de un caso para los psicoterapeutas. Aunque los
la tríada oscura?, ¿el «núcleo del mal»? En un términos narcisismo y psicopatía aparecen entre
estudio publicado en 2015, investigadores cana- los trastornos de la personalidad que incluyen los
dienses indagaron qué modelo de personalidad manuales diagnósticos de enfermedades menta-
describía mejor ese núcleo. Concluyeron que el les, la tríada oscura se refiere a la manifestación
modelo HEXACO era el más adecuado. Aunque leve o «subclínica» de estos rasgos, es decir, no pa-
este se compone de una estructura de seis fac- tológica. El maquiavelismo no se contempla como
tores (honestidad y humildad, emocionalidad, trastorno mental ni siquiera en su forma extrema.
extraversión, cordialidad, escrupulosidad y
apertura a la experiencia), el equipo se fijó en
Todos lo llevamos dentro
el primero de ellos. Una carencia de honestidad Por regla general, los psicólogos evalúan las tres
y humildad, es decir, la codicia y la hipocresía, características de personalidad mediante cues-
caracteriza la intersección de la tríada oscura. tionarios. Parten del supuesto de que los rasgos
Ese rasgo predispone a una persona a explotar a «oscuros» se encuentran en todos nosotros, solo
los demás para beneficio propio; incluso a pesar que en distinta medida. De la misma manera,
de los riesgos inherentes. tampoco existe la persona maquiavélica o nar-
Los individuos con personalidad psicopática cisista, ya que las fronteras resultan difusas. La
presentan sobre todo dicha característica. En un diferencia entre los narcisistas o psicopáticos
experimento publicado en 2015 por Daniel Jones, subclínicos y sus homólogos patológicos radica,
también de la Universidad de la Columbia Britá- entre otros factores, en su idoneidad para la vida
nica, los probandos con rasgos psicopáticos, en diaria. Mientras las personas con trastornos de
comparación con los participantes narcisistas y la personalidad presentan, por lo común, sólidas
maquiavélicos, se mostraron más dispuestos a dificultades para superar las exigencias sociales
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
y profesionales usuales, los sujetos con la versión
subclínica de esos rasgos se defienden bastante
bien en el día a día. Incluso gozan de ventajas en
algunas áreas de la vida.
Frank Underwood, personaje de la exitosa y
premiada serie de televisión estadounidense Hou-
se of cards encarna a la perfección al maquiavélico
exitoso. Se mueve en los círculos más elevados de
la política de EE. UU. y conoce, e incluso refina, el
juego de influencia y poder. Underwood manipula
sin compasión ni escrúpulos tanto a sus adversa-
rios como a sus compañeros. Consuela poco saber
mejor consideración que a los demás participanes.
John Rauthmann, de la Universidad de Innsbruck,
señala que esta buena primera impresión es típica
de los narcisistas. No obstante, se evapora después
de un tiempo, con lo que rasgos negativos, como
la arrogancia, quedan al descubierto.
Posiblemente, en ello influya también que las
personalidades marcadas por la tríada oscura no
ejecutan el trabajo mejor que sus compañeros.
En un metanálisis, un grupo dirigido por Ernest
O’Boyle, de la Universidad de Longwood, recopi-
ló la en parte contradictoria bibliografía sobre el
Naturaleza
­pecaminosa
Donde predomina la tríada
oscura tampoco andan lejos
los siete pecados capitales.
Con una única excepción:
narcisismo y pereza rara vez
van de la mano. Por término
medio, las personas con ras-
gos narcisistas, psicopáticos o
maquiavélicos tienden sobre
todo al orgullo y la codicia.
(Personality and Individual Differences­,
vol. 67, págs. 75-80, 2014)

que se trata de un personaje de ficción, puesto
que la conjetura de que el éxito solo se alcanza
a través de un carácter miserable concuerda con
algunas carreras profesionales.
En el libro The elephant in the boardroom («El
elefante en la sala de juntas»), Adrian Furnham,
psicólogo de la personalidad, describe caracteres
cuestionables que han triunfado en el mundo de
la política y la economía. Señala que las personas
maquiavélicas, gracias a su tendencia a utilizar
estrategias oportunistas e hipócritas, se encuen-
tran bien equipadas, sobre todo, para desarrollar
una carrera política. Los psicopáticos poseen la
capacidad de permanecer impasibles bajo pre-
sión y en situaciones de competencia; también
se caracterizan por tomar decisiones resolutivas
y alejadas de sentimientos en momentos de ur-
gencia. A los narcisistas los beneficia su avezada
presencia, así como su autoimagen de líder. Si
el carácter oscuro va acompañado de atractivo
e inteligencia, el éxito está asegurado, apunta
Furnham.
Peter Jonason, de la Universidad Occidental
de Australia y uno de los investigadores más di-
ligentes de la tríada oscura, junto con Paulhus,
constató en 2015 que no existe nada que motive
más a estas personalidades que el poder. Sin em-
bargo, mientras que maquiavélicos y narcisistas
aspiran sobre todo al éxito, los psicopáticos bus-
can más la diversión (hedonismo) y la excitación
(estimulación).
Con todo, existen pocos estudios que demues-
tren que las personalidades oscuras ascienden con
mayor rapidez a posiciones de poder. Paulhus y
otros investigadores quisieron comprobarlo. Para
ello grabaron y analizaron entrevistas de traba-
jo simuladas. Según observaron, los probandos
narcisistas propendían a la autorrepresentación,
con lo que conseguían que el jurado los tuviera en
tema. Halló que los tres rasgos de la personali-
dad se acompañaban de un comportamiento
contraproductivo en el trabajo, ya fuese en foma
de retrasos frecuentes, robos o acoso a los demás
trabajadores. En los asalariados con tendencia al
maquiavelismo y a la psicopatía observaron que,
en promedio, mostraban un peor rendimiento,
según se podía concluir a partir de criterios ob-
jetivos como el número de productos vendidos.
Los narcisistas, en cambio, no presentaban esa
particularidad.
Grandes beneficios... y pérdidas
Aunque las personas sedientas de poder piensan
de forma no convencional, por lo que resultan
prolíficas en innovaciones, constantemente se
mueven en el umbral del fracaso, apunta Furn-
ham. Los investigadores Arijit Chatterjee y Donald
Hambrick, de la Universidad estatal de Pensilva-
nia, constataron que los grupos empresariales
dirigidos por narcisistas contabilizaban mayores
beneficios, pero también sufrían pérdidas econó-
micas más elevadas en comparación con otras
empresas.
Los empleados son siempre víctimas de los jefes
psicopáticos: se sienten menos satisfechos con su
trabajo e informan de una carga psicológica más Raíces del mal
fuerte, explica Cynthia Mathieu, de la Universidad Los adultos narcisistas suelen
informar de una infancia en
de Québec. la que experimentaron una
A pesar de todo, los «malvados» ejercen cier- falta de cariño por parte de
ta fascinación en algunas personas. En junio de la madre, aunque gozaron
de una relación positiva con
2014, la fotografía del criminal Jeremy Meeks cau-
el padre. En la adultez tienden
só revuelo en Internet. La policía californiana de a un estilo de apego seguro,
Stockton colgó el retrato en el perfil de Facebook al contrario que las personas
de la comisaría, lo que proporcionó un número con personalidad psicopática
y maquiavélica. Estas hablan
elevado de visitas a la página, además de una eti- con frecuencia de problemas
queta en Twitter y un contrato como modelo para con el padre durante la niñez.
el guapo preso. ¿Acaso resultan más atractivos los (Personality and Individual Differences­,
hombres malos? vol. 67, págs. 30-34, 2014)

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 49

P SICOLO GÍA
EN BREVE
Con los cinco grandes,
los psicólogos se refieren a
cinco rasgos principales de
la personalidad: extraversión,
neuroticismo, cordialidad,
escrupulosidad y apertura a
nuevas experiencias. Estas
­dimensiones se hallan, en
­parte, relacionadas con la
tríada oscura: el narcisismo,
el maquiavelismo y la psico-
patía se presentan con mayor
frecuencia en las personas
insociables. Además, los
caracteres maquiavélicos y
psicopáticos muestran pocos
escrúpulos. También son me-
nos inseguros y temerosos.
50
Nicholas Holtzmann y Michael Strube, de la
Universidad de Washington en San Luis, se intere-
saron por responder la pregunta. Tras fotografiar
a una serie de estudiantes y acompañar cada uno
de los retratos con los correspondientes datos de
personalidad, mostraron el resultado a personas
ajenas al experimento. Los estudiantes con un
carácter acorde con la tríada oscura fueron con-
siderados más atractivos por los participantes. No
obstante, la buena puntuación no se debía a su
belleza natural, sino a la capacidad (o voluntad)
de «sacar más provecho de sí mismos». Con ropa
convencional, sin maquillaje ni estilismo, el efecto
desaparecía.
Característica: rasgos masculinos
Según afirma Holtzmann, podría existir una fiso-
nomía característica de la tríada. En otro de sus
estudios, los probandos fueron capaces de reco-
nocer cuál de dos rostros, creados por ordenador
y que combinaban las caras de personas con per-
sonalidades semejantes («rostros promedio»),
pertenecía a un hombre o a una mujer con fuertes
rasgos de la tríada oscura. En 2015 se investigó
este fenómeno más a fondo. Un equipo británico
solicitó a 125 mujeres que puntuaran los rostros
promedio de varones, quienes previamente ha-
bían cumplimentado cuestionarios que valoraban
la psicopatía, el narcisismo y el maquiavelismo.
Las participantes calificaron las caras psicopáticas
y narcisistas como más masculinas. Una hormona
podría ocultarse tras estos resultados: el nivel de
testosterona influye tanto en el comportamiento
(sobre todo en la conducta sexual) como en las
características corporales.
Sin embargo, este fenómeno no supone necesa-
riamente una ventaja ante el sexo femenino. En
un estudio con más de 1600 probandos finlande-
ses, incluso las mujeres que preferían los rasgos
faciales masculinos eligieron como posible pareja
solo a los varones narcisistas, sin considerar ni a
los psicopáticos ni a los maquiavélicos. En general,
ninguno de los tres tipos de personalidad pare-
cía más ventajoso que otro para encontrar pareja,
fuese para mantener una aventura amorosa o una
relación estable.
Es probable que el hecho de que los hombres
con fuerte puntuación en la tríada oscura dicen
haber compartido la vida con numerosas com-
pañeras sexuales pueda explicarse mejor por su
característica propensión a la mentira. En un es-
tudio de 2014, Peter Jonason, por entonces en la
Universidad estatal de Nuevo México, constató
que todos tendían a mentir: los narcisistas para
la autorrespresentación, los maquiavélicos con el
fin de adular y los psicopáticos sin motivo alguno.
El secreto de su éxito podría hallarse en otro
lugar, sugiere Jonason, hoy en la Universidad de
Sídney: los hombres con una marcada tríada os-
cura suelen ser más infieles; también tienden a
quitar la compañera a los demás. Por otro lado,
los psicopáticos y los maquiavélicos prefieren a
personas con un carácter similar, mientras que
los narcisistas no quieren a un segundo narcisista
a su lado. Según Jonason, la cara negativa de la
estrategia basada en las aventuras amorosas espo-
rádicas es que son relaciones menos estables y de
peor calidad: carecen de profundidad emocional
y confianza.
Este 2015, investigadores croatas analizaron si
la tríada oscura caracteriza mejor este compor-
tamiento en las relaciones personales que otros
rasgos de personalidad, como son «los cinco
grandes». Preguntaron a más de 800 estudian-
tes si alguna vez habían animado a alguien a ser
infiel, si habían tenido éxito en ello, si les habían
robado alguna vez la pareja o si ellos mismos ha-
bían sido objeto de algún intento de seducción.
Sobre todo los estudiantes extravertidos con-
testaban a las preguntas con un sí. También los
probandos de ambos sexos con un alto índice en
apertura a nuevas experiencias afirmaron tener
éxito ligando. Pero la tríada oscura parecía ame-
nazar más las relaciones personales. La mayoría
de los intentos de seducción provenían de carác-
teres psicopáticos e iban dirigidos a con mayor
frecuencia a mujeres narcisistas. Asimismo, las
mujeres psicopáticas y narcisistas destacaban en
las artes de seducción.
Otro estudio, esta vez británico, mostró este
año que sobre todo las mujeres con rasgos nar-
cisistas, pero también psicopáticos y maquia-
vélicos, tienden al pensamiento competitivo
y emplean de manera más marcada todos los
medios a su alcance en la pugna por una pareja.
Por ejemplo, se visten con ropas provocativas,
critican el aspecto o peso de otras mujeres e
incluso recomiendan, intencionadamente, una
vestimenta poco favorecedora a sus «competi-
doras». Una investigación con sujetos de ambos
sexos confirmó que estas personalidades utili-
zan diferentes tácticas para seducir: los narci-
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
De la tríada a la tétrada
Existe controversia acerca de
que el abismo de la personali-
dad humana pueda describirse
solo a través del narcisismo, la
psicopatía y el maquiavelismo.
La psicóloga Erin Buckels, de
la Universidad de la Columbia
Británica en Vancouver, y sus
colaboradores completaron en
2013 el mal carácter con otra
faceta: la tendencia al «sadismo
cotidiano».
Los sádicos cotidianos expe-
rimentan alegría y satisfacción
cuando observan el sufrimiento
y los problemas del prójimo, o
incluso cuando pueden contri-
buir a ellos. Este tipo de sadis-
mo no consiste en un compor-
tamiento de enfermos asesinos
(los sujetos no sabían si los
insectos sobrevivían al proce-
dimiento). ¿Resultado? Cuanto
más elevada era la tendencia al
sadismo cotidiano, mayor era la
disposición para esta actividad.
Además, el espantoso pasa-
tiempo mejoró el humor en las
personas con valores altos de
sadismo (y solo en ellos), según
reveló una encuesta posterior.
Desafortunadamente, la
crueldad de los sádicos no se
dirige solo hacia las cochinillas.
En una segunda investigación,
Buckels y sus colaboradores
hicieron creer a los probandos
que podían molestar con se-
ñales acústicas a un adversario
de juegos de ordenador que se
a través del trolling. Se trata
de un estilo de discusión des-
tructivo y de mala reputación
en foros de Internet. Los troles
molestan en las conversaciones
por pura diversión, provocan
sin motivo a otros participantes
o los derivan a páginas web
de contenido dudoso. Buckels
descubrió que, en comparación
con los chateadores habituales
o con los comentaristas amigos
del debate, los troles tienden,
con diferencia, al sadismo, a la
psicopatía y al maquiavelismo.
Con buen criterio, los admi-
nistradores de foros en línea
advierten a los usuarios que
no entren en discusión con los
provocadores: «¡Por favor, no
alimente a los troles!».
(Psychological Science, vol. 24, págs.
2201-2209, 2013)

en serie ni de personas con
preferencias sexuales extrava-
gantes, sino en una caracterís-
tica normal de la personalidad.
Según Buckels, no se desprende
directamente de la tríada oscu-
ra, por lo que debería convertir-
se en el «cuarto miembro» del
grupo.
Para someter el constructo a
una prueba práctica, los inves-
tigadores invitaron a una serie
de sujetos a que participaran
en un estudio que comprobaba
(supuestamente) su idoneidad
para profesiones duras, como
la de desinsectador o técnico
sanitario. Los probandos debían
escoger entre diversas acti-
vidades y llevarlas a cabo en
el laboratorio. La tarea de los
desinsectadores consistía en
triturar cochinillas en una espe-
cie de molinillo de café, el cual
emitía un crujido muy fuerte
OLIVER WEISS
encontraba en la habitación
contigua. Los sujetos sádicos no
solo emplearon tonos más lar-
gos y altos; también se mostra-
ban más dispuestos a efectuar
previamente tareas aburridas
adicionales con el fin de lograr
esa opción. En ningún momen-
to, el supuesto contrincante
les dio motivo alguno para un
posible acto de venganza. Los
sádicos cotidianos no solo se
alegraron de la situación desa-
gradable que experimentaban
los otros, sino que se esforzaron
en originarla. Los investigadores
sugieren que estas personas
utilizan las perrerías para regu-
lar su propio estado de ánimo.
Fuera del laboratorio, los
sádicos cotidianos también
encuentran la oportunidad
de desahogarse. Buckels ha
constatado que, en Internet, el
sadismo cotidiano se manifiesta

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 51

P SICOLO GÍA
Para saber más
Geiz, Trägheit, Neid & Co.
A. Bucher en Therapie und
Seelsorge. Springer, Berlín,
Heidelberg. 2012.
The dark triad of personality.
Número especial en Persona­
lity and Individual Differences,
vol. 67, págs. 1-122, 2014.
Occupational niches and the
dark triad traits. P. K. Jonason
et al. en Personality and In-
dividual Differences, vol. 69,
págs. 119-123, 2014.
Unpacking «Evil»: Claiming
the core of the dark triad.
A. Book et al. en Personality
and Individual Differences,
vol. 73, págs. 29-38, 2015.
Women’s sexual compe­-
tition and the dark triad.
G. L. Carter et al. en Persona­
lity and Individual Differences,
vol. 74, págs. 275-279, 2015.
Mirror, mirror, on the wall,
who is the most masculine
of them all? The dark triad,
masculinity, and women’s
mate choice. M. T. Lyons et al.
en Personality and Individual
Differences, vol. 74, págs. 153-
158, 2015.
Personality and mate poa­
ching experiences. I. Kardum
et al. en Personality and Indi-
vidual Differences, vol. 75,
págs. 7-12, 2015
En nuestro archivo
Narcisismo. Michael J. Herner
y Hans-W. BIerhoff en MyC
n.o 12, 2005.
Atracción por lo desconocido.
Nicolas Westerhoff en MyC
n.o 36, 2009.
La sabiduría de los psicópatas.
Kevin Dutton IyC, abril de 2013.
52
sistas intentan demostrar su superioridad; los
maquiavélicos manipulan con métodos rudos,
y los psicopáticos destrozan la reputación de su
adversario.
Daniel Jones y Dana Weiser, de la Universidad
de Texas, publicaron en línea en 2014 un traba-
jo que revelaba otras diferencias en el compor-
tamiento relacional. Las personas que presenta-
ban los tres rasgos de la tríada reconocían con
mayor frecuencia haber sido infieles; pero sobre
todo los psicopáticos destacaban en este terreno.
Además, solo para ellos la infidelidad significa-
ba al mismo tiempo el final de la relación. Por
otro lado, la psicopatía va acompañada de unas
necesidades sexuales acusadas, informaron Jo-
nason y sus colaboradores, más que en el caso
de las dos otras dimensiones que componen la
tríada oscura. De promedio, las personalidades
psicopáticas presentan con mayor frecuencia
fantasías sadomasoquistas y el deseo de sexo
con desconocidos.
Tendencia a la actividad nocturna
¿Constituye la tríada oscura una adaptación ven-
tajosa o más bien desventajosa para las demandas
de la vida cotidiana? Probablemente resulta deci-
sivo si las tres personalidades han encontrado un
lugar adecuado en la sociedad, un nicho en el que
puedan vivir sus inclinaciones. Para ello desem-
peña un papel importante, entre otros factores,
la elección de la profesión, un terreno en el que
también los distintos «miembros» de la tríada se
diferencian, como Jonason descubrió. Mientras
que los narcisistas se interesan sobre todo por
ocupaciones profesionales que les aporten reco-
nocimiento y admiración (actividades artísticas
y sociales), las personalidades psicopáticas se in-
clinan sobre todo por el trabajo práctico o artesa-
nal, posiblemente porque no requiere tanto de la
actividad en equipo. Los maquiavélicos prefieren
evitar las ocupaciones sociales y de cuidado de
personas.
Otro descubrimiento le valió en 2014 a Jona-
son el premio Ig Nobel, distinción que se otorga
a investigaciones que «primero hacen reír y lue-
go pensar». El psicólogo averiguó si las personas
con una alta puntuación en la tríada oscura, al
igual que ocurre con los animales depredadores,
muestran una tendencia a la actividad nocturna.
Constató la hipótesis. Según argumentó, al ampa-
ro de la oscuridad se reduce el peligro de que estas
«criaturas de la noche» sean descubiertas en sus
dudosos quehaceres y se las castigue.
Para los maquiavélicos, la oscuridad también
desempeña un importante papel para atraer al
sexo opuesto, según sugiere un estudio llevado
a cabo por Rauthmann y sus colaboradores. En
verano de 2011 solicitaron a 59 hombres que
vagaran por la ciudad de Múnich a la «caza»
de mujeres y que pidieran los datos de contac-
to solo de aquellas que aceptaran su invitación
de un posible flirteo. (Después se explicó a las
casi 1400 mujeres que habían sido abordadas, de
ellas más de 400 solteras, que se trataba de una
investigación.) Según propias declaraciones, los
varones con rasgos maquiavélicos gustaron más
a las mujeres bajo un cielo nublado y oscuro.
Los investigadores atribuyeron ese efecto a que
los hombres se sentían más seguros de sí ­mismos
y se comportaban con mayor seguridad en los
días encapotados. Mas, independientemente de
las condiciones atmosféricas, los narcisistas ob-
tuvieron mejores resultados en su flirteo que los
psicopáticos y maquiavélicos.
Las redes sociales también facilitan la posibi-
lidad de permanecer oculto, por lo que no sor-
prende que las personalidades triádicas abunden
en el mundo digital. Twitter constituye la herra-
mienta ideal para la autorrepresentación de los
narcisistas, según algunos estudios; las personas
jóvenes con rasgos psicopáticos propenden al
ciberacoso y, por lo general, los alborotadores
en los foros de Internet se distinguen por su
maquiavelismo.
Esas personalidades abundan sobre todo en el
cine y la televisión: Frank Underwood, Batman y
el Padrino son algunos de ellos. Se trata de «an-
tihéroes de la cultura pop», amantes del riesgo,
sin escrúpulos y a menudo encantadores. La se-
guridad en sí mismos raya en la megalomanía;
también se burlan de las reglas. Estas figuras re-
flejan el tenebroso rostro de la tríada oscura, pero
también suscitan fascinación.
Frieder Wolfsberger es periodista
­científico.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
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Riesgos naturales
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6 GRANDES CIENTÍFICOS MyC 47: Neurobiología de la lectura
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7 MEDICINA MyC 49: Presiones extremas
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Defensas del organismo MyC 52: Claves de la motivación
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8 MEDIOAMBIENTE MyC 54: Naturaleza y psique
Cambio climático, Biodiversidad, El clima MyC 55: Neuropsicología del yo
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9 NEUROCIENCIAS MyC 57: Psicobiología de la obesidad
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desarrollo de la mente, El cerebro, hoy MyC 59: Las huellas del estrés
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MyC 64: Superstición
12 ENERGÍA MyC 65: Competición por el cerebro
Energía y sostenibilidad, El futuro de la MyC 66: Estudiar mejor
energía (I), El futuro de la energía (II) MyC 67: Hombre y mujer
MyC 68: La hipnosis clínica
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P SICOLO GÍA

Meditación
para principiantes
Concentrarse, fijar la atención, observar, no juzgar. La práctica de la relajación
­mental requiere constancia, paciencia y un instructor experto

JUDITH MERKELT

«M
EN SÍNTESIS
editar es como obser- menta la atención en el momento presente. Para
Inicio a la
relajación mental var un árbol. Uno se ello, se practica la mera contemplación, sin valo-
fija en el tronco; otro, rar los pensamientos, sin etiquetarlos, tan solo

1 La concentración, la
consciencia plena y la
compasión constituyen las
en las hojas, y un ter-
cero en las ramas. Sin
observándolos. La modalidad de la reducción del
estrés basada en la consciencia plena (MBSR, por
embargo, se trata del mismo árbol», explica Rein- sus siglas en inglés) se ha mostrado eficaz para el
tres formas de meditación
hard Mundt, de Heidelberg. Utiliza esta imagen tratamiento del dolor y de la depresión.
más comunes.
para ilustrar lo que sabe por propia y larga expe- En el tercer tipo de meditación mencionado, de

2 Focalizar la atención es
la base en las prácticas
contemplativas. Concentrar-
se en la propia respiración
facilita el trabajo.
riencia. Este profesor de astronomía combina su
ocupación laboral con la enseñanza de diferentes
métodos de meditación: concentración, conscien-
cia plena y compasión, una forma de contempla-
ción mental dirigida a la empatía y la bondad. Las
inspiración budista, la actitud positiva ocupa un
primer plano, cosa que no ocurre en las otras dos.
Según Tania Singer, directora del Instituto Max
Planck de Neurociencias y Cognición en Leipzig,
la meditación empática no solo beneficia a las

3 Aunque dejar pasar los
propios pensamientos o
aprender a ver a otras perso-
nas desde la bondad parece
una tarea sencilla, presenta
su dificultad. Es cuestión de
práctica y de una instrucción
adecuada.
técnicas que se emplean en las diferentes moda-
lidades no son del todo separables, sino que se
construyen unas sobre otras.
Focalizar la atención constituye la base de
cualquier tipo de meditación. Por este motivo,
los principiantes suelen comenzar con ejercicios
de concentración que calmen la mente. En el
siguiente paso, el de la consciencia plena, se fo-
personas adultas; también contribuye a prevenir
el acoso escolar y ayuda a los niños traumatiza-
dos a construir un vínculo de confianza con otros
individuos.
Para comprender las diferencias entre los tres
métodos de meditación, lo mejor es experimen-
tarlos en primera persona con la ayuda de un guía
experto.

54 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
55
TODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTÍCULO: NEUFFER-DESIGN
P SICOLO GÍA
Terapeutas plena-
mente conscientes
El trabajo de los psicotera-
peutas puede beneficiarse
de la actitud plenamente
consciente, según informa
Ludwig Grepmair, psicólogo de
Ratisbona. En su estudio, los
terapeutas seleccionados al
azar recibían una introducción
a la meditación zen. Estos
participantes tuvieron más
éxito con el tratamiento de
los síntomas de sus clientes
en comparación con el grupo
de control, formado por profe-
sionales que no meditaban.
(«Promoting mindfulness in psy-
chotherapists in training influences
the treatment results of their pa-
tients: A randomized, double-blind,
controlled study». L. Grepmair et al.
en Psychotherapy and Psychosoma-
tics, vol. 76, págs. 332-338, 2007)
56
1. Concentración
C oncentrarse en un objeto se antoja tarea sen-
cilla. Sin embargo, presenta su dificultad. Al
principio, se recomienda focalizar la atención en
un estímulo real y perceptible (por ejemplo, la lla-
ma de una vela o una sensación corporal). Muchos
seminarios de prácticas contemplativas comien-
zan indicando a los alumnos que se concentren
en su respiración, pues el ritmo constante resulta
fácil de percibir.
Me siento, relajada, con las piernas cruzadas;
cierro los ojos. Al cabo de un par de minutos, ad-
vierto mi postura. Todavía debo mejorar la posi-
ción hasta conseguir que sea la correcta. Observo
2. Consciencia plena
A la contemplación para concentrarse le si-
gue el entrenamiento de la meditación de
consciencia plena. Mundt nos enseña un ejercicio
básico: la marcha meditativa. Ando en calcetines,
junto a los demás asistentes, a cámara lenta por la
sala; trato de concentrarme en las plantas de mis
pies. ¿Qué movimientos realizo al andar? ¿Qué
sensación me transmite el suelo? A cada paso
que hago, siento cómo mi peso se traslada desde
que reposo los talones, pasando por la flexión del
pie, hasta la presión sobre la planta.
La finalidad de este ejercicio es lograr una per-
cepción lo más consciente posible de la marcha,
con atención mi respiración, sin por ello respirar
de forma más lenta o profunda.
El aire recorre mi nariz, noto cómo los pulmo-
nes se expanden y mis hombros se elevan. Ese
efecto lo puedo sentir perfectamente si coloco la
mano sobre el pecho o el vientre. También con-
trolo la espiración. Ahora debo escoger un punto
donde «anclarme». Me decido por la nariz. Este
sitio concentra toda mi atención.
Para los aprendices, entre los que me cuento,
esta actividad ya supone un esfuerzo. Comienzo
a contar mentalmente mis inspiraciones. Una,
dos, tres... Cuando llego a la séptima noto que mi
atención se dispersa. En lugar de percibir mi res-
piración, dibujo en mi cabeza los números; cada
uno de un color diferente.
Es normal que los pensamientos fluyan sin
rumbo, indica Mundt.
La meditación para concentrarse suele ser un
proceso circular: tras la focalización viene la di-
vagación, fenómeno del que la persona se hace
consciente, por lo que comienza a fijar de nuevo
su atención. Con el tiempo se consigue alargar las
fases de concentración; también se aprecia con
mayor rapidez cómo mengua la atención.
Una y otra vez redirijo mi concentración a la
corriente de aire que pasa por mi nariz. Empiezo
desde el principio. Con el tiempo, logro el estado
mental deseado con mayor facilidad.
aclara Mundt. Los pensamientos permanecen en
el aquí y ahora; la persona se contempla a sí mis-
ma sin emitir valoraciones. Cuando se consiguen
estos objetivos en el andar, esta técnica se aplica
en otras actividades cotidianas, como puede ser
lavar los platos o doblar ropa. El ejercicio de per-
cibir actividades rutinarias de manera consciente
forma parte de muchos programas de conscien-
cia plena.
A continuación, nos centramos en los propios
pensamientos. Me pregunto por qué el suelo cruje
a cada paso que hago. También cuánto rato más
estaremos caminando de esa manera. Por lo visto,
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
todavía no he alcanzado el estado de plena cons-
ciencia.
Mundt indica que el objetivo es observar con
atención el propio flujo de ideas, sin establecer
asociaciones ni valorar su contenido. Me resul-
ta difícil situarme a mi lado como una suerte
de «observador neutral». Una metáfora ayuda a
conseguir este propósito: los sentimientos y las
ocurrencias pasan como una corriente incesante
por delante de mí mientras trato de nadar hacia la
orilla. Concentrarme en la respiración me sirve de
ancla: puedo recurrir a ella cuando el río amenace
con llevarme.
3. Compasión
E ste tipo de práctica contemplativa también co-
mienza con la clásica concentración en la res-
piración. Tan pronto como el cuerpo y la mente se
encuentran relajados, cada uno de los aprendices
debemos pronunciar un mantra (frase sagrada)
para nosotros mismos: «Observo mi corazón con
una sonrisa». Esta afirmación logra que me sienta
bien y me concentre en la sensación que me ha
facilitado el mantra. Existen otras formulaciones
para expresar bienestar y emociones positivas.
«Deseo estar libre de peligro. Deseo ser feliz. De-
seo estar físicamente sano. Deseo atravesar la vida
con facilidad», indica Mundt.
Me siento un poco extraña. ¿Estas simples pa-
labras evocarán verdaderos sentimientos en mí?
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
De nuevo, una imagen mental me sirve de ayuda.
Debo imaginarme sosteniendo a un bebé en bra-
zos. A continuación, el amor y la atención que he
dedicado a la criatura los debo proyectar en una
persona cercana a mí o en cualquier otro indivi-
duo. Usamos los cuatro mantras para desearles
todo lo mejor.
Como último paso, se extiende el estado con-
templativo a una persona desconocida (por ejem-
plo, la cajera del supermercado o cualquier sujeto
que hayamos visto). Al final, debe dedicarse la
meditación a alguien que nos produzca senti-
mientos negativos (el jefe con quien tuvimos un
desencuentro o un compañero de piso agotador,
por ejemplo).
Con el fin de relacionar pensamientos bondado-
sos con estas personas, primero se las debe situar Para saber más
en la lejanía. Con el tiempo, se las va acercando Meditation für Skeptiker.
U. Ott. O. W. Barth, Múnich,
a uno mismo. 2010.
Mi breve experiencia en el mundo de la me- Mitgefühl. In Alltag und
ditación no me ha permitido llegar a ese punto. Forschung. T. Singer y M. Bolz.
(Libro electrónico): www.
Debo practicar más para sentir compasión por
compassiontraining.de
una persona a la que, más bien, detesto.
En nuestro archivo
La meditación refuerza la
mente. Dieter Vaitl en MyC
n.o 55, 2012.
La meditación de consciencia
plena. Christopher André en
MyC n.o 59, 2013.
Meditación y cerebro. VV. AA.
Colección Especial, 2015.
Judith Merkelt es periodista científica.
57
NEUROBIOLO GÍA
El estudio del miedo
Con frecuencia se usan modelos animales para investigar la emoción del miedo
en los humanos. Pero ¿teme un ratón del mismo modo que una persona?
Para comprobarlo, los científicos analizan el comportamiento y la actividad
cerebral de unos y otros en situaciones de peligro
DOMINIK R . BACH
EN SÍNTESIS
¿Qué es el miedo?
1 Los animales suelen res­
ponder a las amenazas
de modo similar a los huma­
nos: si se avecina un peligro,
unos y otros manifiestan un
reflejo de sobresalto poten­
ciado por el miedo.
2 En un entorno inseguro,
los roedores vacilan a
la hora de buscar comida,
conducta que se interpreta
como una señal de miedo. Se
hallan en un conflicto entre
aproximación y evitación.
3 Los investigadores utili­
zan juegos de ordenador
para observar la respuesta
de las personas ante el peli­
gro. En humanos y ratones,
áreas del cerebro equipara­
bles rigen la conducta en
esas situaciones.
58
E
l caracol de mar Aplysia californica,
también liebre de mar de California,
ocupa un lugar destacado en el mun-
do neurocientífico. Sus neuronas son
tan grandes que se observan y mane-
jan con facilidad. Este animal marino solo posee
unas 20.000 neuronas, una cifra reducida si se
compara con las de una rana común, que dispone
de unas 800 veces más, o con las de un humano,
que presenta cuatro millones de veces más. En
definitiva, a tenor del número de neuronas, no
parece que la liebre de mar de California deba ser
muy lista. Sin embargo, este pequeño animal es
capaz de adaptar su comportamiento a los cam-
bios del entorno de igual forma que muchos ani-
males superiores.
La liebre de mar respira a través de branquias,
las cuales irriga con ayuda de un sifón. Si se le da
un leve golpecito en la cola o se le tocan las bran-
quias, repliega estas últimas junto con el sifón
durante unos segundos. Se trata de un acto de
protección reflejo a través del cual pone a salvo
dichos órganos vitales. Con todo, la manifesta-
ción de los reflejos depende de las condiciones
externas.
En 1986, Edgar Walters, Thomas Carew y Eric
Kandel, galardonados años después con el pre-
mio Nobel de fisiología o medicina, mostraron
en la Universidad de Columbia que la experien-
cia ejerce un papel destacado en este contexto
[véase «Bases biológicas del aprendizaje y de la
individualidad», por Eric R. Kandel y Robert D.
Hawkins; Investigación y Ciencia, noviembre
de 1992]. Introdujeron en el acuario una sustancia
con un sabor que desconocía el caracol. Al poco
tiempo, le aplicaron una fuerte descarga eléctri-
ca. ¿Resultado? Cuando el animal volvía a recibir
golpecitos en la cola, replegaba las branquias y
el sifón durante veinte veces más de tiempo si
percibía la sustancia. ¿Puede deducirse de ello que
el animal temía la descarga eléctrica?
Para los humanos, el miedo y el temor son
buenos conocidos, puesto que se nos cruzan por
el camino en el día a día: tememos fallar en una
prueba importante o que no nos salgan las pala-
bras adecuadas durante una conferencia. Algunas
personas padecen un miedo exagerado e irracio-
nal: a las arañas, a las alturas, a las enfermedades
o al ridículo. Los psiquiatras califican esas emocio-
nes de fobias. Con el objetivo de entender cómo
se desarrollan estos trastornos y otras enferme-
dades relacionadas con el miedo, los biólogos y
los psicólogos investigan, desde hace más de cien
años, con modelos animales. Estos manifiestan
determinadas respuestas conductuales parecidas
al modo de actuar de las personas ante los miedos.
Igual que A. californica se «asusta» ante un peli-
gro amenazador, las personas nos sobresaltamos
cuando oímos un fuerte ruido en un bosque os-
curo. También nos estremecemos más que si nos
encontrásemos en el salón de casa.
¿Qué significa emoción?
Cuando hablamos de emociones, por lo general
nos referimos a los sentimientos subjetivos, es de-
cir, a cómo nos sentimos interiormente. Los inves-
tigadores solo pueden estudiar esa cualidad en las
personas. Por ello, si quieren comparar nuestras
reacciones emocionales con las de los animales
deben basarse en otros aspectos.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
 GENEVIEVE ANDERSON

MODELO ANIMAL
Los neurocientíficos han investigado en la liebre
de mar (Aplysia californica) qué sucede en las
células nerviosas cuando «graban» en su me­
moria experiencias negativas, como puede ser
una descarga eléctrica.

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 59

 NEUROBIOLO GÍA
REFLEJO DE SOBRESALTO
POTENCIADO POR EL MIEDO
Los sonidos fuertes repenti­
nos provocan en los roedores
un sobresalto involuntario.
Para medir esta reacción, se
coloca a un ratón en un tubo
estrecho con sensores de mo­
vimiento en la base y se pro­
duce un sonido a través del al­
tavoz (izquierda). Las personas
que oyen un estruendo suelen
cerrar los ojos, entre otras
respuestas reflejo. La activi­
dad eléctrica de los músculos
faciales implicados se registra
mediante electrodos, lo que
permite valorar la intensidad
del sobresalto (derecha).
Altavoz
Tubo transparente
GEHIRN UND GEIST / BUSKE-GRAFIK
Sensores de movimiento
60
Una persona que siente miedo presenta cam-
bios corporales: suda, el corazón se le acelera, su
presión sanguínea aumenta, su respiración se
vuelve más intensa, las pupilas se dilatan y libera
hormonas del estrés. El miedo también se refleja
en sus expresiones faciales.
Una posible reacción ante el miedo consiste en
huir. Este tipo de conducta sería la más fácil de
comparar entre personas y animales, pero resulta
difícil de estudiar en un laboratorio, ya que los
humanos podemos controlar nuestro compor-
tamiento a voluntad. Así, los probandos, por lo
general, intentan no llamar la atención ni ponerse
en ridículo en las pruebas psicológicas sobre el
miedo. Por otra parte, provocar ese tipo de sen-
sación de manera experimental no procede por
motivos éticos.
Si se quiere comprobar en el laboratorio el
comportamiento típico de una persona cuan-
do siente miedo, debe crearse un escenario en
el que no sufra daños psíquicos ni físicos. Por
otro lado, la respuesta refleja facilita el estudio
de la conducta ante el miedo, puesto que no
podemos controlarla a voluntad. Además, esta
emoción puede provocarse de manera experi-
mental a través de métodos inofensivos, como
es un fuerte e inesperado ruido. Este estímulo
repentino provoca, entre otros efectos, que los
sujetos cierren los ojos involuntariamente, lo
cual se puede medir a través de pequeños elec-
trodos colocados en los músculos alrededor de
los ojos. En los roedores se observa el estreme-
cimiento de todo el cuerpo.
Los ratones, igual que las personas, aprenden
con rapidez que a un determinado sonido le sigue
una desagradable descarga eléctrica. Si, inmedia-
tamente después del sonido, oyen un estruendo,
muestran un reflejo de sobresalto más marca-
do. Este «reflejo de sobresalto potenciado por el
­miedo» (SPM) se asemeja a la respuesta de protec-
ción que presenta la liebre de mar para preservar
sus branquias. Sin embargo, ¿«temen» los ratones
o los caracoles de mar la descarga eléctrica del
mismo modo que los humanos?
El estado emocional de un ser vivo no puede
deducirse de su comportamiento. Por ejemplo,
el reflejo de sobresalto disminuye después de un
fuerte chasquido si la persona en cuestión espera
una recompensa; en esta situación parece inopor-
tuno hablar de miedo.
Si se parte de la base de que personas y ani-
males se encuentran, hasta cierto punto, en un
estado emocional parecido, deben cumplirse,
como mínimo, dos criterios. Por un lado, el com-
portamiento se debe poder reconocer en situacio-
nes comparables (la expectativa de un estímulo
de dolor determinado, por ejemplo); por otro, el
comportamiento emocional en ambas especies
debe estar regulado por estructuras del sistema
nervioso similares.
Amígdala y respuesta refleja
Esos requisistos se cumplen en el caso del SPM. En
ambos hemisferios cerebrales existe un conjunto
de núcleos de neuronas, la amígdala. Esta estruc-
tura profunda es responsable, tanto en personas
VOLKER LANNERT; CORTESÍA DE LA UNIVERSIDAD DE BONN
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
como en animales, del aumento del reflejo de so-
bresalto causado por el miedo. Si se elimina las
amígdalas del cerebro de ratas o ratones, ese efec-
to desaparece, según demostraron, entre otros,
investigadores del equipo de Christian Grillon,
del Instituto Nacional de Salud en Bethesda, en
varios experimentos con roedores.
El síndrome de Urbach-Wiethe, una rara en-
fermedad genética, origina destrucciones selec-
tivas en la amígdala de los humanos. En 2012, un
equipo dirigido por el psiquiatra René Hurlemann
observó que uno de sus pacientes presentaba una
disminución del SPM.
En general, este fenómeno puede compararse
sin problema entre distintas especies de mamí-
feros. Incluso se observa en organismos muy
sencillos, entre estos, A. californica. Ello condujo
a que, ya a mitad del siglo xx, se llevaran a cabo
extensos estudios sobre el aprendizaje del miedo
en animales.
Aunque no sabemos si los animales poseen
un sentimiento subjetivo, cuando hablamos de
aprendizaje del miedo en un caracol o una rata
solo nos referimos a que el animal aprende a pre-
ver un peligro y a comportarse en consecuencia.
Sin embargo, los resultados de las investigaciones
mostraron que se podían reducir las expectativas
de un peligro concreto en animales y personas.
Ello inspiró el desarrollo de la terapia conduc-
tal para el tratamiento de las fobias. Aunque los
métodos para «desaprender» el miedo sufrieron
al inicio las burlas de los críticos —los descri-
bían como «psicología de las ratas»—, estos se
han consolidado con el tiempo. De hecho, los
métodos de psicoterapia más eficientes beben
de este principio.
Estrictamente hablando, bajo «miedo» se en-
tiende un estado de expectativa ante un peligro
inminente y concreto. Si una amenaza es poco
concreta a la vez que ineludible, hablamos de
ansiedad. Sería el caso de mantener un discurso
improvisado ante una audiencia. El orador se ve
amenazado por múltiples posibles meteduras de
pata. Sin embargo, estas resultan poco concre-
tas. Por otro lado, probablemente exista un buen
motivo para pronunciar el discurso, por lo que el
conferenciante no puede huir sin más. Al final,
el reconocimiento de los oyentes o el orgullo de
haber logrado el reto comportan la sensación de
éxito. Esta situación contradictoria, que se cono-
ce en psicología como «conflicto de aproximación-
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
evitación», constituye un desencadenante típico
de miedo.
¿Puede diseñarse un experimento para anima-
les que suponga peligro a la vez que recompensa?
Imaginemos un gran espacio abierto en el que
se deja que un ratón explore ese terreno a sus
anchas. La superficie carece de escondrijos para
guarecerse de posibles depredadores.
En esa prueba, conocida como «test de campo
abierto», el animal muestra un comportamiento
específico: en un inicio se atreve a avanzar un
poco; después se para y recoge información sobre
La respuesta
el terreno. Esta reacción, descrita en neurobiología
como «inhibición conductual» o «valoración de refleja facilita
riesgos», se interpreta con frecuencia como una el estudio de
expresión de miedo. Una región cerebral distinta
controla esta conducta: el hipocampo anterior.
la conducta ante
Se trata de una estructura cerebral responsable el miedo, puesto
también de la memoria y la orientación espacial; que no podemos
serpentea al lado de la amígdala y su forma re-
cuerda a la de un caballito de mar.
controlarla
En los humanos, un discurso improvisado a voluntad
comporta un conflicto de aproximación-evi-
tación, igual que la disposición de los roedores
que se encuentran en el campo abierto. También
se registran aspectos de miedo en las personas
durante el rato previo al discurso: sensaciones
subjetivas, sudores, secreción de hormonas, etcé-
tera [véase «Efectos físicos del miedo», por Elena
Bernard; en este mismo número]. Sin embargo,
estas reacciones no pueden compararse con el
comportamiento del ratón, ya que la inhibición
conductual y la valoración de riesgos del confe-
renciante resultan difíciles de medir. A pesar de
los nervios, la mayoría de las personas son capaces
de controlarlos y desarrollar la ponencia como si
no sintieran miedo.
Por el contrario, casi nadie se dejaría persuadir
para recorrer, como el ratón, un terreno con pe-
ligros potenciales. En la experimentación con
personas puede construirse, en cambio, una situa-
ción de riesgo en la que los individuos no tienen
que temer por su vida, aunque sí por su dinero.
Los juegos de ordenador que simulan pérdidas y
recompensas resultan muy apropiados para este
tipo de estudios. Además, permiten observar fá-
cilmente los movimientos del jugador.
Prueba virtual
Con el fin de imitar el modelo animal en el que
un ratón busca comida en un entorno poco
61
NEUROBIOLO GÍA

a b c d

Esconderse Acumular puntos Perseguido y atrapado

El color del marco del tablero

indica el grado de peligro Hipocampo anterior

Simulación de la amenaza
Un juego de ordenador simula
una situación de exploración
llena de peligros. La ficha
del jugador (verde) coleccio­
na puntos (amarillo) mien­
tras que uno de tres ladrones
(gris) aguarda en un rincón
del tablero de juego (a). Un
escondrijo (b) proporciona al
jugador protección ante el
ladrón (cuadrado negro). Los
puntos acumulados aparecen
fuera del campo de juego. Al
final de la partida, los puntos
acumulados se canjean por di­
nero (c). En algún momento, el
ladrón se activa y va a la caza
del jugador. Si lo atrapa, este
pierde todos los puntos y ter­
mina la partida (d). En la fase c
del juego se registran los mo­
vimientos del participante y su
actividad cerebral. Ante el la­
drón pasivo, que solo represen­
ta una posible amenaza, se re­
duce la inhibición conductual
del probando (mueve su ficha
lejos del escondrijo). Ante los
otros dos niveles de amenaza,
las estrategias de acumulación
de puntos apenas varían.
Por el contrario, la neuroi­
magen por espín nuclear re­
vela que, si el grado de peligro
aumenta, se incrementa asi­
mismo la actividad en el hi­
pocampo anterior. Esta región
cerebral también controla el
conflicto de aproximación-evi­
tación en los roedores.

seguro, dejamos que los probandos humanos
manejen una figura virtual en una pantalla
de ordenador. Junto con Marc Guitart Masip y
Raymond Dolan, del Colegio Universitario de
Londres, hemos diseñado un juego en el que un
triángulo verde (el probando) se mueve sobre
una cuadrícula por la que recoge puntos. Al final
de la prueba, los puntos se cambian por dinero.
El participante debe embolsarse tantos puntos
como le sea posible. Pero existe un peligro: en
una de las esquinas del tablero «duerme» un
ladrón que puede despertar en cualquier mo-
mento y cazar la ficha del jugador. Si la atrapa,
el jugador pierde los puntos acumulados y, con
ello, todo el dinero.
Seguro en el escondrijo
El jugador, o mejor dicho, su ficha, puede refu-
giarse en un escondrijo siempre y cuando llegue a
tiempo. No obstante, existe una versión del juego
con un ladrón más. A través de un código de color
se indica al participante si se enfrenta a un mal-
hechor muy peligroso, a uno medio activo o a uno
bastante perezoso, que casi nunca se despierta.
Para ganar la mayor cantidad de dinero posible
debe adaptarse la estrategia de acumulación de
puntos a la potencial amenaza del salteador.
Según demostramos a través de tres experi-
mentos, las personas se adaptan a la situación y
muestran una menor inhibición conductual ante
los ladrones menos peligrosos; sus movimientos
fuera del escondrijo también son más rápidos. Sin
embargo, en general, no siempre se comportan
para conseguir el máximo beneficio posible: los
jugadores sobrevaloran el peligro cuando entra en
acción el ladrón de «media categoría».
Pedimos a los sujetos que efectuaran la misma
prueba mientras yacían en un aparato de tomo-
grafía de espín nuclear. La imagen funcional nos
permitió constatar que la conducta de aproxima-
ción y de evitación en los probandos humanos se
hallaba controlada por la misma estructura cere-
bral que en los roedores, a saber, el hipocampo
anterior.

62 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

 ESPECIAL
Junto con Lluis Fuentemilla y su equipo del
Instituto de Investigación Biomédica de Bellvit-
ge investigamos a pacientes que padecían una
lenta disminución del hipocampo debido a una
enfermedad cerebral. Estas personas se compor- DESCUBRE LA NUEVA
taban en el juego de manera mucho más inse- REVISTA ­DIGITAL
gura en comparación con los sujetos sanos y no
Nuestros mejores artículos
adaptaban su conducta al grado de peligrosidad
que representaba cada ladrón. A pesar de ello, sobre temas de actualidad
obtenían casi tantos puntos como los probandos
sanos. Aunque utilizaban una estrategia mucho
más atrevida durante la partida, al final, de me-
dia, resultaban casi igual de exitosos que los otros
jugadores.
En conclusión, la conducta de miedo que se ob-
serva en los roedores también se aprecia en los
humanos y, en ambos casos, este comportamiento
se halla controlado por la misma estructura cere-
bral. Con todo, los participantes de las investiga-
ciones mencionadas no informaron sobre ningún
sentimiento subjetivo de miedo; antes bien, refi-
rieron un ligero cosquilleo. En otras palabras: no
necesitamos sentir miedo para tomar medidas de
protección ante un peligro. Para saber más
Phasic vs sustained fear in
Conforme a esta observación, no huimos por- rats and humans: Role of the
que estemos asustados, sino porque un piloto extended amygdala in fear
vs anxiety. M. Davis et al. en
automático en nuestro cerebro reconoce presto
Neuropsychopharmacology,
el peligro y propone salir corriendo. Cuando la vol. 35, págs. 105-135, 2010.
amenaza o el mecanismo de protección resultan Fear processing and social
intensos, la señal del piloto automático podría networking in the absence
of a functional amygdala.
penetrar en la consciencia, a semejanza de una luz B. ­Becker et al. en Biological
roja en la cabina de pilotaje. De esta manera, la Psychiatry, vol. 72, págs. 70-77,
2012.
pregunta sobre cómo se forman los sentimientos
Human hippocampus arbi-
caería en el mismo saco que la referente a cómo trates approach-avoidance
se forma la consciencia, otra de las cuestiones conflict. D. R. Bach et al.
en Current Biology, vol. 24,
apasionantes de la neurociencia. págs. 541-547, 2014.
No sabemos si los animales sienten miedo ni Coming to terms with fear.
cómo lo perciben; incluso quizá nunca lo descu- J. E. LeDoux en Proceeedings
of The National Academy of
bramos. También es probable que la consciencia Science, vol. 111, págs. 2871-
sea una de las pocas características que diferen- 2878, 2014.
cian a los humanos y a otros primates del resto
de los seres vivos. Aunque no solo en el terreno En nuestro archivo
del miedo y el temor. Emoción, memoria y cerebro.
Joseph E. LeDoux en IyC,
­agosto de 1994.
Neurobiología del miedo. Rü-
diger Vass en MyC n.o 1, 2002.
Miedo e irracionalidad. Fritz
Strack y Beate Seibt en MyC
n.o 7, 2004. investigacionyciencia.es/revistas
Dominik R. Bach es médico, doctor El hipocampo, un enigma por
en psicología y profesor de investiga- resolver. Helmut Wicht en
ción psiquiátrica en la Universidad Cuadernos de MyC n.o 1, 2012.
de ­Zúrich.

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 63

NEUROLO GÍA

El flujo sanguíneo
en el cerebro
Las neuronas y los vasos sanguíneos del cerebro
trabajan en sincronía. ¿Por qué? ¿Qué sucede si ese
proceder falla?

ELIZ ABE TH M . C . HILL M AN

E
l cerebro consume energía sin cesar:
aunque su peso representa menos del
2 por ciento de nuestro cuerpo, gasta
casi la quinta parte de toda la energía
del organismo. Sus nutrientes (oxíge-
no y glucosa) los obtiene de la sangre que recibe
gracias a una enorme red de vasos sanguíneos
que alcanza casi 650 kilómetros de longitud. Si la
vasculatura se colocara en línea de un extremo a
otro, cubriría algo más de la distancia entre Bar-
celona y Madrid.
Los vasos sanguíneos son extremadamente di-
námicos: modulan el flujo de la sangre en respues-
ta a las necesidades momentáneas del cerebro.
Cuando una región cerebral determinada trabaja
de manera intensiva, aumenta la cantidad de san-
gre que fluye hacia ella para proporcionarle más
nutrientes. Los vasos se dilatan en los puntos en
los que se requiere ese plus de energía. Dicho en-
sanchamiento persuade a la sangre a redirigirse,
como ocurre con los clientes de un supermercado
que se redistribuyen cuando se abre una nueva
caja para pagar.
El «combustible» para las neuronas es limitado,
por lo que los vasos sanguíneos deben coreografiar
con cuidado cada instante para sustentar el cere-
bro. ¿Qué ocurriría si estos dejaran de funcionar
en sincronía con las neuronas? Si la vasculatura
fallase cuando las neuronas precisan más sangre,
estas se morirían de inanición. A corto plazo, se
producirían daños cognitivos y, en un plazo más
largo, toda la red de las células cerebrales acabaría
pereciendo.
Históricamente, los neurocientíficos han con-
siderado los vasos sanguíneos del cerebro como
vías ordinarias carentes de importancia para las
neuronas que alcanzan. Sin embargo, cada ciu-
dad necesita sus propias carreteras. Siguiendo
con el símil, más que de un simple camino para
vehículos ruidosos, esta infraestructura de trans-
porte modifica notablemente nuestra manera de
funcionar. Cuando, por ejemplo, el huracán San-
dy azotó Nueva York, las crecidas del agua y los
apagones eléctricos deterioraron las redes de dis-
tribución de personas, alimentos y suministros,
colapsando la ciudad.
De igual modo, el flujo sanguíneo resulta vital
para la función del cerebro y existen razones para
pensar que la alteración de uno perjudica al otro.
Las investigaciones mediante neuroimagen reve-
lan que el cerebro de sujetos sanos se comporta
de manera diferente que el de personas con una
psicopatología (alzhéimer, trastorno de hiperacti-
vidad con déficit de atención, esquizofrenia, de-
presión, autismo o esclerosis múltiple, entre otras
enfermedades). Por lo común se interpreta que la
actividad neuronal se desvía del curso habitual.

64 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

 CORBIS / RALPH HUTCHINGS

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 65

NEUROLO GÍA

Sin embargo, existe un pero. La resonancia
EN SÍNTESIS
magnética funcional (RMf), la técnica de neu-
Alimento roimagen más utilizada para visualizar la activi-
para el cerebro dad del cerebro, mide los cambios del flujo san-
actividad neuronal. Pero más que detectar si las
neuronas están mordisqueando el sándwich, la
RMf reconoce el camión que llega cargado con
una porción generosa de tartas y helado para los

1 Los vasos sanguíneos guíneo. Si la relación entre el torrente sanguíneo postres.

aportan oxígeno fresco
y glucosa a las regiones
cerebrales con mayor trabajo
neuronal.
y las neuronas se descarrila, el estudio por RMf Los científicos estiman que esos cambios en
se desviará de la norma, con independencia del el torrente sanguíneo reflejan la capacidad de
estado de las neuronas. Por ahora se desconoce las neuronas adyacentes. Pero tales inferencias
qué trastornos del cerebro afectan solo a estas adolecen de graves lagunas. En primer lugar, la

2 El acoplamiento disfun-
cional entre los vasos
sanguíneos y las neuronas
compromete la salud del
cerebro.
3 Estudios recientes reve-
lan que las células endo-
teliales, las cuales componen
la pared interna de los vasos
sanguíneos, constituyen una
parte actora esencial para
que las neuronas obtengan
más sangre.
Históricamente,
los vasos
sanguíneos del
cerebro se han
considerado
vías ordinarias
carentes de
relevancia
últimas y cuáles alteran, además, el flujo sanguí-
neo cerebral.
Para llegar al fondo de la cuestión, desde nues-
tro laboratorio nos hemos embarcado en la mi-
sión de descubrir cómo y cuándo pueden desin-
cronizarse los vasos sanguíneos y las neuronas.
Según hemos descubierto, esta relación puede
torcerse y contribuir o incluso causar trastornos
neurológicos o psiquiátricos. Por suerte, hoy en
día poseemos las herramientas necesarias para
corregir los patrones del flujo sanguíneo cerebral.
Escrito con sangre
Hace veinte años, la RMf revolucionó el modo en
que los científicos estudiaban la mente humana.
Esta técnica permite obtener imágenes que refle-
jan la respuesta cerebral ante un estímulo, sea un
sonido, una imagen o una insinuación verbal. El
funcionamiento del dispositivo se basa en las pro-
piedades de la hemoglobina, una proteína de los
glóbulos rojos de la sangre que contiene mucho
hierro y que transporta el oxígeno por el cuerpo.
Los aparatos de RMf no «ven» la hemoglobina
mientras se encuentra ligada al oxígeno, pero, en
cuanto este se desprende de ella, la hemoglobina
desoxigenada residual adquiere una propiedad
magnética que el dispositivo de neuroimagen de-
tecta. El oxígeno constituye un sustrato energéti-
co esencial para las neuronas. Según la creencia
general, las que están trabajando deben reponer
su suministro energético mediante el oxígeno que
transportan los vasos sanguíneos en el cerebro.
Explicado de modo sencillo, sería como cuando
nos comemos un sándwich a media tarde para
recargarnos las pilas. Sin embargo, el asunto se
complica, puesto que la RMf no muestra, en rea-
lidad, el consumo de oxígeno.
Cuando la actividad de una región cerebral de-
terminada se altera, sangre oxigenada fresca fluye
rápidamente hacia ella y reduce la hemoglobina
desoxigenada. En la RMf, la nueva sobreabundan-
cia de oxígeno se interpreta como una señal de
respuesta del flujo sanguíneo es lenta: aunque las
neuronas se excitan en cuestión de milisegun-
dos, el aumento máximo en el aporte de sangre
acontece entre 3 y 5 segundos después. Por consi-
guiente, las neuronas no necesitan tarta ni helado
para activarse.
El segundo problema reside en que todavía
se desconoce cómo se comunican las neuronas
con los vasos sanguíneos. Por ahora, los conoci-
mientos sobre el modo en que la variación de la
señalización neuronal (diferencias en amplitud,
frecuencia y duración de la actividad) modula el
flujo sanguíneo resultan muy vagos. En tercer lu-
gar, los neurocientíficos apenas se han planteado
qué sucedería si el torrente de sangre cerebral no
fluyera de acuerdo con la demanda neuronal.
El desequilibrio puede ocurrir por distintas
vías, según proponemos. Por un lado, los mensajes
que envían las neuronas para advertir a los vasos
sanguíneos sobre sus necesidades se podrían co-
rromper. O los propios vasos sanguíneos quizá
pudieran perder parte de su flexibilidad, constri-
ñéndose con excesiva facilidad o, por el contrario,
dilatándose de manera indebida. Por otro lado,
cualquier lesión cerebral aguda (desde un ictus
hasta un traumatismo craneoencefálico) podría
deteriorar la sincronización de la vasculatura en
la región cerebral dañada.
En breve, la premisa básica de la resonancia
magnética funcional consiste en que los cam-
bios en el flujo sanguíneo cerebral se encuentren
íntimamente acoplados a episodios neuronales
específicos. Si los vasos sanguíneos no satisfacen
la demanda de las neuronas, las implicaciones
pueden ser enormes.
Señales extrañas
Para asegurarse de que es el acoplamiento del flu-
jo de sangre el que se altera, más que las propias
neuronas, debería existir un método que midiera
los cambios en el torrente sanguíneo y las señales
eléctricas de las neuronas. Es más fácil decirlo que

66 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015


lograrlo. De hecho, si dispusiéramos de un méto-
do robusto para cartografiar la actividad neuronal
del cerebro en tiempo real ya no necesitaríamos
la RMf.
Una opción la encontramos en la electroen-
cefalografía (EEG), técnica que permite medir la
actividad neuronal mediante electrodos coloca-
dos en el cuero cabelludo. Sin embargo, recoger
datos de EEG depurados del interior del inmenso
y ruidoso imán eléctrico que presenta un aparato
de resonancia magnético constituye un reto. Los
investigadores siguen buscando la mejor forma de
combinar técnicas que detecten el acoplamiento
en el cerebro humano.
En nuestro caso, usamos microscopios de fa-
bricación propia, los cuales permiten visualizar
directamente el cerebro de un roedor vivo. En un
estudio publicado en 2013, abordamos un viejo
misterio en torno a la resonancia magnética fun-
cional. Casi desde los inicios de esta técnica, las
imágenes del cerebro de lactantes y niños dife-
rían de manera notable de las de adultos. En estos
últimos, el repunte de actividad neuronal suele
provocar un incremento de la señal en la RMf. En
cambio, muchos investigadores observaron que
la señal en los escáneres de lactantes disminuía.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
ISTOCK / INOK
Junto con mi estudiante Mariel G. Kozberg
SUMINISTRO PERFECTO
investigué esta rareza. Exploramos el flujo san-
La intrincada ramificación de
guíneo del cerebro de crías de roedor durante su la vasculatura en el cerebro
primer mes de vida. Grabamos películas a alta aporta nutrientes, oxígeno y
velocidad de la superficie cerebral de los anima- glucosa a las neuronas.
les mientras les dábamos golpecitos suaves en
las patas. Las imágenes nos mostraron que este
estímulo influía en el flujo sanguíneo del área
cerebral correspondiente a la sensibilidad en las
extremidades. Las variaciones sutiles en el color
de la sangre nos informaban también de la can-
tidad de oxígeno que esta transportaba.
Sabíamos que las neuronas de esa región res-
pondían a la estimulación táctil en las patas; sin
embargo, nuestros vídeos de las crías más jóve-
nes no mostraban aumentos del flujo sanguíneo
cerebral. Observamos, en cambio, un descenso
del torrente sanguíneo en el cerebro. Al exami-
nar ratas de diferentes edades descubrimos que,
con el paso del tiempo, la respuesta del flujo de la
sangre se parecía cada vez más a la que presenta
un ejemplar adulto. Los resultados, al parecer, in-
dicaban que el sistema neurovascular del cerebro
neonatal todavía no se encuentra sincronizado.
Si aplicábamos estímulos más fuertes, la pre-
sión arterial de las ratas jóvenes ascendía de for-
67
NEUROLO GÍA

DIVISIÓN DE NEUROCIENCIA COGNITIVA, DEPARTMENTO DE NEUROLOGÍA, UNIVERSIDAD DE COLUMBIA (a); HILLMAN LAB, UNIVERSIDAD DE COLUMBIA (b y d);
DE: «DENDRITIC SPINE ABNORMALITIES IN APP TRANSGENIC MICE DEMONSTRATED BY GENE TRANSFER AND INTRAVITAL MULTIPHOTON MICROSCOPY». TARA L.
Inmersión profunda en un cerebro vivo

 1X  40 X  300 X  750 X

a b c d

En humanos
La imagen por resonancia mag-
nética funcional de un cerebro
humano muestra las áreas
cerebrales activas en un mo-
mento concreto y registra las
variaciones del flujo sanguíneo.
Estas se consideran indicativas
de la actividad neuronal.
En ratones
Con un microscopio especial se
observa el cerebro de un roedor
40 veces ampliado, lo que revela
las fluctuaciones del flujo san-
guíneo cerebral. La estimulación
de una pata del animal produce
un incremento de la sangre
oxigenada en las venas (rojo).
En ratones con alzhéimer
En el cerebro vivo de un ratón
transgénico con la enferme-
dad de Alzheimer se aprecia,
gracias a la utilización de un
microscopio a 300 aumentos,
cómo las placas de amiloide
beta (azul) revisten los vasos
sanguíneos.
SPIRES ET AL., EN JOURNAL OF NEUROSCIENCE, VOL. 25, N.O 1, AGOSTO DE 2005 (c).
A más detalle en roedores
A 750 aumentos, la imagen
desvela las redes de astrocitos
(rojo) que se adhieren a una
arteria y una vena. Estos vasos
están recubiertos por células
endoteliales (verde) que pueden
actuar como conducto de rele-
vo de las señales ascendentes.

ma brusca, equivalente al reflejo de sobresalto que
hace llorar al recién nacido o al susto repentino
que provoca que se nos acelere el corazón. Este
aumento de la presión arterial provoca que la san-
Algunos gre se dirija de forma indiscriminada al cerebro de
las crías recién nacidas. En cambio, el cerebro ma-
problemas duro dispone de un sistema de autorregulación
del desarrollo que actúa como una esclusa evitando estos picos
podrían de presión. Este hallazgo sugiere que el sistema
autorregulador tampoco se encuentra maduro
deberse a en el cerebro en vías de desarrollo.
anomalías en la Esta idea tiene sentido, puesto que el cerebro
sincronización en vías de desarrollo experimenta un cambio
constante en numerosos aspectos. Sabemos que,
entre las después del nacimiento, en el cerebro de un bebé
neuronas continúan surgiendo neuronas y formándose nue-
y los vasos vas conexiones, aunque algunas se disuelven a
medida que el esquema general de la arquitec-
sanguíneos tura cerebral interna toma forma. Nuestro gru-
durante la etapa po sugiere que los mecanismos cerebrales para
de maduración desplegar la sangre se desarrollan a la vez que se
suceden estos otros procesos.
No obstante, el hecho de que el sistema neu-
rovascular inicie la vida de manera incomple-
ta suscita un par de dudas. En primer lugar, la
RMf podría estar ciega a las etapas iniciales del
desarrollo cerebral. En segundo lugar, algunos
problemas del desarrollo se deberían a anoma-
lías en la maduración de los mecanismos neu-
rovasculares. Nuestro grupo empieza a explorar
esta posibilidad mediante la creación de nuevas
técnicas de imagen cerebral que permitan averi-
guar cómo surge el acoplamiento vascular en los
bebés y niños pequeños.
Conexión entre cuerpo y mente
El estudio de trastornos que afectan a los vasos
sanguíneos y a la cognición supone otra fuente
de conocimiento importante. Durante un infarto
cerebral, el taponamiento o la rotura de un vaso
sanguíneo provoca que una región del cerebro se
vea privada de nutrientes. Si los vasos de esa área
no encuentran el modo de redirigir la sangre, las
neuronas empezarán a morir.
En este caso, la RMf quizá revele más de lo que
imaginamos. Los clínicos han confiado en que el
análisis de imágenes del cerebro facilitaría el pro-
nóstico de la evolución de las personas que sufren
apoplejía. Se creía que, si las meuroimágenes indi-
caban que la zona afectada por el ictus respondía
a los estímulos, el paciente había encontrado el
camino para la recuperación. Los datos, por des-
gracia, se han revelado contradictorios para utili-
zarlos como un oráculo. Algunos sujetos con una

68 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

actividad alentadora en la RMf no han llegado a la orden de dilatarse a los vasos sanguíneos. Si el
recuperarse bien; en cambio, otros, cuyos estudios acoplamiento entre el flujo sanguíneo y las neu-
cerebrales parecían menos prometedores, han re- ronas desaparece, la mejora en la modulación del
cuperado la función de esa región. aporte de sangre (en vez de simplemente aumen-
El problema estriba en que, cuando el vaso tar el flujo global) podría constituir una nueva
se daña, pueden obstruirse o alterarse las rutas estrategia para el tratamiento de ciertos tipos de
para el flujo de la sangre. Existen diversos meca- demencia.
nismos biológicos que tratan de salvar la región En numerosas investigaciones se ha observado
no afectada. En suma, parece casi imposible que una respuesta anómala en la RMf de pacientes
las respuestas del flujo sanguíneo a la actividad con alzhéimer, diabetes y algunas formas de car-
neuronal prosigan en medio de esta catástrofe. diopatía. Si estas anomalías constituyen un signo
No obstante, no hay que desesperarse. Aunque de que la regulación del flujo se tambalea, podría
la vasculatura no utilice su lenguaje habitual, la intervenirse y rescatar las neuronas acechadas
RMf sigue a la escucha. Si aprendemos a traducir antes de que sea demasiado tarde.
sus mensajes, quizás entendamos cómo el cerebro
trata de curarse a sí mismo después de un ictus,
El eslabón perdido
y sepamos predecir y orientar mejor la recupera- El siguiente paso crítico consiste en averiguar
ción del afectado cómo se comunican las neuronas con los vasos
Algunos trastornos que afligen la vasculatura sanguíneos. Queda mucho por conocer. Parece
del resto del cuerpo dañan igualmente la del ce- tentador pensar que las neuronas «hambrien-
rebro. La diabetes afecta a los vasos sanguíneos tas» recurren a las reservas locales de oxígeno,
y dificulta la memoria y la atención, además de de manera que propician un aumento del flujo A TRAVÉS DE LA RED
incrementar el riesgo de demencia; los individuos sanguíneo, por más que la realidad no resulte tan Los vasos sanguíneos se en-
con insuficiencia cardíaca experimentan trastor- sencilla. Incluso si se introduce un roedor dentro trelazan y sumergen por una
nos cognitivos similares. La hipertensión y la in- de una cámara de oxígeno hiperbárico (que satura densa malla de neuronas. En
azul se ofrece un plano de las
flamación (factores de riesgo para la enfermedad el cerebro de oxígeno), la sangre de ese animal
neuronas.
cardiovascular) incrementan el riesgo de padecer
alzhéimer.
Los médicos llevan años dando vueltas a estas
pistas y conexiones. Sabemos que en la enferme-
dad de Alzheimer interviene un componente del
flujo sanguíneo: el cerebro de algunos afectados
recibe menos sangre, en términos globales, que el
de una persona sana. Esta deficiencia dificulta la
síntesis de proteínas esenciales para el aprendizaje
y la memoria. Los tratamientos de dicha vertien-
te del alzhéimer se han centrado en reforzar el
flujo sanguíneo de todo el cerebro. Hasta ahora,
sin ningún éxito.
Es posible que esos tratamientos hayan omiti-
do una clave esencial. Quizás el problema se en-
cuentre en que el cerebro no responde de manera
adecuada a la demanda local de sangre fresca. Se-
LABORATORIO HILLMAN, UNIVERSIDAD DE COLUMBIA

gún se ha hallado, un posible mecanismo reside

en que los fragmentos de la proteína amiloide
beta, que forman las placas características del al-
zhéimer, se acumulan en porciones de los vasos
sanguíneos. El amiloide beta puede desencadenar
una serie de acontecimientos que reducen la dis-
ponibilidad del óxido nítrico por el cerebro. Se
trata de una molécula señalizadora vital que da

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 69

 NEUROLO GÍA
ISTOCK
TRANSPORTE DE OXÍGENO
Los vasos sanguíneos trans-
portan hemoglobina, una
proteína de los glóbulos rojos
que lleva el oxígeno por todo
el cuerpo.
70
sigue brotando hacia la zona donde las neuronas
se hallan en activo. Lo mismo ocurre cuando se
dispone de una elevada cantidad de glucosa.
La demanda de más sangre posiblemente de-
penda de algo más que de una simple alarma de
«reserva baja». Durante largo tiempo, la investi-
gación para identificar esta secuencia de aconte-
cimientos se ha centrado en las células de sostén
del cerebro; en concreto, los astrocitos y pericitos.
Los primeros son células con forma de estrella que
se encuentran dispersas entre las neuronas y que
pueden hallarse adheridas a los vasos sanguíneos,
envolviéndolos como una hiedra envuelve una
cañería vieja. Los pericitos, por su parte, tienden
espirales alrededor de los diminutos capilares del
cerebro. Según recientes estudios, son capaces de
contraerse y relajarse, es decir, pueden modular
con precisión el flujo de la sangre. Ambos tipos
de células modifican el flujo de sangre hacia el
cerebro, aunque todavía no se ha descubierto todo
el proceso.
En nuestros estudios nos hemos centrado en
otro componente del sistema neurovascular, a sa-
ber, los propios vasos sanguíneos. La vasculatura
cerebral se encuentra bien organizada; además,
grandes arterias y venas recorren su superficie.
Los vasos más pequeños se ramifican y sumergen
dentro del tejido cerebral, de manera que la sangre
se distribuye a través de lechos densos de capila-
res diminutos que se entrelazan por las neuronas.
Con el fin de averiguar qué serie de acontecimien-
tos pueden verse en el escáner de RMf, empleamos
una cámara de alta velocidad para fotografiar la
superficie cerebral de una rata.
Tras estimular la pata del animal, apreciamos
que, de inmediato, la región sensorial del cerebro
se enrojecía como si los glóbulos rojos se volvieran
más densos en los lechos capilares alojados bajo la
superficie. En una fracción de segundo, se dilata-
ban las pequeñas arterias de la superficie, seguidas
de las de mayor tamaño de las que derivaban.
Si registrábamos las imágenes a mayor veloci-
dad, observábamos cómo la onda de dilatación
recorría las arterias, en muchos casos en contra
del sentido del flujo sanguíneo. Esta onda se des-
plazaba más deprisa y más lejos de lo que cabría
explicar solo por los astrocitos y pericitos. Esta
información nos aportaba, básicamente, una serie
de estadísticas de juego. ¿Podíamos encontrar al-
gún componente que se moviese con esa rapidez
y recorriera esa distancia?
La búsqueda no duró mucho. De hecho, la res-
puesta la teníamos delante de nuestros ojos. En
nuestra pesquisa, tropezamos con un artículo que
hablaba sobre cómo los vasos sanguíneos de los
músculos emiten señales a gran velocidad, como
una suerte de cable eléctrico. La clave reside en
la capa más interna del vaso, un delgado mosai-
co de células endoteliales. En las arterias y en
las arteriolas (más pequeñas), esta capa interna
se halla enfundada por una camisa fornida de
células musculares lisas. Las células musculares
tienen capacidad para exprimirse y constreñir el
vaso o relajarse y dejar que se dilate. Estas células
musculares diminutas pueden recibir órdenes de
las células situadas fuera del vaso sanguíneo o
directamente de las células endoteliales internas.
Esta capa celular interna «susurra» la orden de di-
latación o constricción, sirviéndose de diferentes
mecanismos señalizadores.
Una vez que la célula endotelial percibe que se
requiere sangre, difunde el susurro a lo largo y
ancho del vaso sanguíneo. Cada célula muscular
situada en el trayecto de la señal obedecerá sin
rechistar la orden de dilatarse.
La mejor manera de demostrar la existencia de
esta vía en el cerebro consistía en intentar rom-
perla. Para ello utilizamos una técnica sencilla
pero precisa. Inyectamos un tinte especial dentro
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
del torrente sanguíneo. Cuando se proyectaba una
luz azul brillante, este generaba radicales libres de
oxígeno que solo dañaban las células endoteliales.
Escogimos una arteriola de la superficie cerebral
y arrojamos sobre ella una delicadísima línea
luminosa de un láser con el fin de «rebanar» el
endotelio vascular en un punto concreto. Las ca-
pas externas del vaso permanecieron intactas. Al
estimular de nuevo la pata del roedor, observamos
que bastaba con romper ese diminuto corte del
endotelio para impedir que la dilatación siguiera
propagándose por el vaso.
A continuación, proyectamos el láser sobre una
gran zona de la superficie cerebral, lo que impidió
la dilatación de todas las arterias superficiales.
Tras aplicar sustancias químicas con capacidad
para relajar o dilatar las células musculares, con-
firmamos que los vasos no habían sufrido un
daño irreparable. Estos experimentos revelaron
que la señalización dentro del endotelio resulta
crítica para el aumento del flujo sanguíneo dentro
del cerebro.
Tales hallazgos podrían llevar a conocimien-
tos relevantes. En primer lugar, si descubrimos
con exactitud qué señales emite el endotelio para
iniciar la onda de dilatación podremos garantizar
al fin qué muestran los escáneres de resonancia
magnética funcional. Otro dato importante es que
los mecanismos que regulan el flujo sanguíneo
en otras regiones corporales y que ya conocemos
intervienen también en el cerebro. Aunque este
enunciado pueda parecer obvio, hasta ahora mu-
chos investigadores suponían que el flujo sanguí-
neo cerebral obedecía normas distintas. Hoy se
sabe que enfermedades que afectan al sistema
cardiovascular del cuerpo repercuten directamen-
te en la salud del cerebro. Dicho de otro modo, los
mismos mecanismos que conducen a la úlcera en
el pie de un paciente diabético podrían explicar
los síntomas cognitivos.
Cómo solucionar el flujo sanguíneo
Con frecuencia, científicos y médicos manifies-
tan su frustración por la dificultad de elaborar
medicamentos contra los trastornos cerebrales.
La razón es simple: a diferencia de lo que ocurre
en el resto del cuerpo, el cerebro posee una pared
protectora, la barrera hematoencefálica, que lo
protege de casi todas las moléculas del torrente
sanguíneo. El endotelio es la barrera hematoence-
fálica y, por otro lado, se encuentra íntimamente
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
expuesto a las sustancias químicas del torrente
circulatorio. Este contacto directo podría repre-
sentar una buena o una mala noticia.
La buena noticia es que el endotelio consti-
tuye una diana accesible para los fármacos que
persiguen corregir el desequilibrio entre el flujo
sanguíneo y la demanda de las neuronas. Tanto si
la disfunción neurovascular es la causa o un sín-
toma, los fármacos que actúan sobre la regulación
vascular del cerebro podrían brindar tratamientos
frente a trastornos que, hasta ahora, se considera-
ban incurables. Son multitud los medicamentos
conocidos cuya diana es el sistema vascular, en-
tre otros, los analgésicos y los antiinflamatorios
del tipo del ácido acetilsalicílico o el ibuprofeno.
Los antihipertensivos, como los inhibidores de la
enzima conversora de la angiotensina, también
pertenecen a esta categoría. Incluso fármacos
como la Viagra modifican los vasos sanguíneos.
Ahora, la mala noticia: todavía no sabemos
cuáles de estos medicamentos podrían ejercer
un efecto positivo o negativo sobre la regulación
del flujo sanguíneo cerebral.
Por fortuna, en la actualidad disponemos de
una herramienta excepcional para el estudio del
flujo sanguíneo en el cerebro humano: la reso-
nancia magnética funcional. La podemos usar Para saber más
para buscar señales de disfunción neurovascu- Alterations in the BOLD fMRI
lar mediante la observación de desviaciones de signal with ageing and disea­
se: A challenge for neuroima­
los patrones normales de respuesta en distintas ging. Mark D’Esposito, Leon
fases patológicas. Si hallamos improntas fiables, Y. Deouell y Adam Gazzaley en
Nature Reviews Neuroscience,
la RMf podría erigirse como una herramienta clí- vol. 4, n.o 11, págs. 863-872,
nica valiosa para el diagnóstico y seguimiento de noviembre de 2003.
los trastornos neurovasculares y para orientar la Resolving the transition from
negative to positive blood
búsqueda de nuevos tratamientos. oxygen level-dependent
Nuestras investigaciones revelan que no debe- responses in the developing
brain. Mariel G. Kozberg et al.
mos seguir despreciando la vasculatura cerebral
en Proceedings of the National
como si de una infraestructura ordinaria se trata- Academy of Sciences USA,
ra. Se antoja determinante para la función normal vol. 110, n.o 11, págs. 4380-4385,
2 de marzo de 2013.
del cerebro. El análisis del sistema neurovascular,
Coupling mechanism and sig­
el conocimiento de su lenguaje y la comprensión nificance of the BOLD signal:
de su desarrollo, envejecimiento y respuesta a la A status report. Elizabeth
M. C. Hillman en Annual Re-
lesión podría acercarnos hasta el descubrimiento view of Neuroscience, vol. 37,
de los misterios del cerebro humano. págs. 161-181, julio de 2014.v
En nuestro archivo
Barrera hematoencefálica.
Grit Vollmer en MyC n.o 21,
noviembre de 2006.
Romper la barrera cerebral.
Elizabeth M. C. Hillman es profesora ­Jeneen Interlandi en IyC,
asociada de ingeniería biomédica y ra- ­agosto de 2013.
diología en la Universidad de Columbia.
71
MICROBIOLO GÍA
Efectos de la toxoplasmosis
en los humanos
Toxoplasma gondii, un parásito unicelular tan discreto como abundante, controla
el cerebro del roedor que infecta. También podría manipular nuesta conducta
GUSTAVO ARRIZ ABAL AGA Y BILL SULLIVAN
EN SÍNTESIS
Un parásito
persuasivo
1 Aunque Toxoplasma
gondii es un parásito
felino, podría habitar en el
cerebro de hasta tres mil
millones de personas.
2 Nuevos hallazgos mo-
leculares y celulares
indican que sus efectos en
el anfitrión son amplios y
duraderos.
3 T. gondii posee la fa-
cultad de modificar el
cerebro y el comportamiento
de los roedores. Se desco-
noce hasta qué punto esta
manipulación ocurre en el
ser humano.
72
I
magínese un mundo donde no existiera
el miedo. Podría andar por la vida sin que
los peligros cotidianos le hicieran flaquear.
Atravesaría impertérrito las autopistas,
perpetraría actos temerarios de todo tipo
y contemplaría películas de terror sin parpadear.
Pero, si lo piensa dos veces, verá que las posibili-
dades no son tan magníficas y las consecuencias
pueden resultar funestas. Al fin y al cabo, nues-
tros miedos nos protegen.
La aversión instintiva del ratón por el gato lo
mantiene alejado de sus fauces. Pero, por desgra-
cia para el roedor, existe otro enemigo al que debe
hacer frente y que puede impedirle experimentar
ese temor visceral. Un microorganismo unicelu-
lar, el protozoo Toxoplasma gondii, puede abolir
el instinto de supervivencia del ratón. El resul-
tado es un roedor que en lugar de poner pies en
polvorosa ante la presencia del felino siente una
insólita atracción por él.
La influencia de T. gondii sobrepasa con creces la
esfera del gato y del ratón. Aparte de mantener esa
peculiar relación con los roedores y los felinos que
parasita, este protozoo infecta el cerebro de millo-
nes de animales terrestres, marinos y voladores.
Los humanos no escapamos de él: se calcula que
el número de personas infectadas podría ascender
a tres mil millones. En EE.UU., la probabilidad de
tener alojado a este parásito en los circuitos neu-
ronales se sitúa en una entre cinco; en otros países
el porcentaje alcanza el 95 por ciento.
La mayoría de los infectados no experimenta
síntoma alguno, pero datos recientes demues-
tran que remodela el entorno molecular de las
neuronas de los mamíferos. Algunos expertos co-
mienzan a sospechar que este minúsculo parásito
unicelular podría influir con sigilo y sutileza en
la salud y en la personalidad humanas.
El gato como anfitrión
T. gondii fue descubierto en 1908. A finales de
siglo ya se conocía bastante bien cómo se insta-
la en los humanos. Todo comienza con el gato:
por razones desconocidas, T. gondii solo puede
consumar la reproducción sexual en el intesti-
no del felino. El parásito se multiplica dentro del
animal y se dispersa en las heces felinas. Mas su
anfitrión muestra tal pulcritud que raras veces se
le encuentra en el pelo. Las personas se infectan
por el contacto con la arena del gato o la ingesta
de agua o alimentos contaminados.
En el seno del nuevo hospedador, el parásito
inicia la división asexual y se disemina por todo
el cuerpo. En esta fase inicial de la infección, el
protozoo puede causar la toxoplasmosis a perso-
nas inmunodeprimidas o sensibles por otras cau-
sas y provocar extensos daños en los tejidos. Las
mujeres embarazadas son sobre todo vulnerables.
Si resultan infectadas por primera vez durante la
gestación, T. gondii puede invadir el feto viajan-
do a través de los tejidos y los órganos, saltando
de célula en célula. La infección en las primeras
semanas de embarazo puede provocar defectos
congénitos o el aborto.
En las personas sanas, el único síntoma per-
ceptible en ese período inicial consiste en un
breve cuadro seudogripal: padecen escalofríos,
fiebre y dolor muscular. En pocos días el sistema
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
 BORIS SÉMÉNIAKO

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 73

MICROBIOLO GÍA
inmunitario controla la invasión del parásito, el
cual cae en estado de latencia: se oculta dentro
de un quiste tisular, una cápsula resistente que
construye en el interior de las células infectadas.
En esa fase no se presentan otros síntomas
tangibles. No obstante, las personas afectadas por
infecciones latentes y cuyo sistema inmunitario
se encuentra debilitado (enfermos de sida, recep-
tores de trasplante o pacientes tratados con qui-
mioterapia) pueden sufrir complicaciones graves.
Ante un sistema defensivo debilitado, T. gondii se
reactiva y puede crecer sin freno.
Una vez infectada, la persona es portadora de
por vida. Al parecer, el sistema inmunitario es in-
capaz de acabar con los quistes; tampoco existe un
fármaco eficaz. Con todo, durante largo tiempo se
ha considerado este tipo de infección, que se puede
A raíz de la detectar con un simple análisis de sangre, como
infección, la relativamente benigna. Muchas personas son por-
tadoras sin que por ello manifiesten síntomas. No
actividad neural
obstante, esta opinión ha comenzado a cambiar.
se desplaza de la
vía defensiva a Roedores hiperactivos y manipulados
En los años ochenta del siglo xx, los investigado-
la reproductora.
res se percataron de que los ratones infectados
En lugar de por T. gondii manifestaban un comportamiento
miedo, las extraño. Eran hiperactivos y se aseaban menos.
En 1994, la epidemióloga Joanne Webster, enton-
ratas sienten
ces en la Universidad de Oxford, comprobó que
atracción el comportamiento de las ratas con quistes tisu-
lares difería del de sus homólogas sanas: en lugar
de huir del gato se acercaban a él, por lo que se
convertían en presas fáciles.
Webster sospechó que esa «atracción fatal»,
como la bautizó, consistía en una ingeniosa ar-
timaña del parásito para regresar al vientre del
felino y completar la fase sexual de su ciclo vital.
En los años siguientes, la idea ganó adeptos. En la
actualidad, muchas investigaciones confirman
la habilidad del parásito para manipular el com-
portamiento de los roedores al alterar la actividad
y la expresión génica de las neuronas.
Varios experimentos han demostrado que, a
diferencia de los roedores sanos, los infectados no
evitan las zonas impregnadas por el olor felino;
incluso se muestran indiferentes. Otro hallazgo
sorprendente: en 2011, el neuroendocrinólogo Ro-
bert Sapolsky, de la Universidad Stanford, junto
con el biólogo molecular Ajai Vyas, de la Univer-
sidad Politécnica de Nanyang en Singapur, y otros
colaboradores descubrieron que, por lo menos en
74
cuanto a la actividad neural se refiere, el olor del
felino parecía atraer «sexualmente» a las ratas
infectadas.
En el cerebro de los mamíferos, la vía neuronal
«defensiva» corre paralela a la vía «reproductora».
Ambas nacen en el bulbo olfatorio, involucrado en
la captación de los olores, y mueren en el sistema
límbico, una región fundamental para reacciones
instintivas como el miedo y el estado de alerta.
Su cercanía podría explicar en parte el modo en
que el parásito manipula el comportamiento del
roedor.
Sapolsky y sus colaboradores estudiaron el
comportamiento que 18 ratas macho infectadas
y otras tantas no infectadas manifestaban ante el
olor desprendido por ratas hembra, así como ante
la orina de gato. A continuación, las sacrificaron
con el fin de estudiar su cerebro. Según hallaron,
los roedores presentaban una acumulación ligera-
mente mayor de quistes del parásito en el sistema
límbico respecto a otras regiones del cerebro.
Además analizaron, mediante la tinción de las
células, las regiones cerebrales que habían estado
funcionando durante la exposición a los olores.
Descubrieron la presencia de c-Fos, una proteína
que se expresa cuando las neuronas se hallan acti-
vas. El equipo constató que tanto el olor a hembra
como a felino desataba una gran actividad en la
vía reproductora del cerebro de los roedores infec-
tados. Además, según observaron, esa misma vía
en esos mismos múridos se activaba ante la orina
de gato de manera similar a como sucedía en los
roedores sanos expuestos al olor de hembra. Estos
resultados sugieren que la actividad neural de las
ratas infectadas se desplaza de la vía defensiva a
la reproductora. Dicho de otro modo, en lugar de
percibir el peligro huelen la fragancia del amor.
No se sabe con precisión de qué modo el pa­
rásito se las apaña para desatar esa atracción fa-
tal, aunque en 2014 encontraron una pista en el
laboratorio de Vyas: T. gondii aumenta las concen-
traciones de un neurotransmisor implicado en el
comportamiento social y sexual del hospedador.
Para ello, el protozoo altera la metilación del ADN,
de manera que los genes metilados quedan silen-
ciados, bloqueados por un casquete molecular. Por
otro lado, el parásito activa un grupo de genes
que estimula la producción del neurotransmisor
sexual. Vyas y sus colaboradores descubrieron
esta artimaña al reproducir el proceso a la inver-
sa: si las ratas infectadas recibían un compuesto
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
químico que silenciaba los genes asociados, su
insólita atracción por el olor felino desaparecía.

Beso y salivazo
Los crecientes indicios de que T. gondii influye en
el cerebro del huésped llevaron a otros científicos
a estudiar los efectos del parásito en una escala
mucho menor: en la célula parasitada. Sus resul-
tados indican que se trata de un microbio particu-
larmente insidioso, pues los cambios que provoca
podrían resultar permanentes. Para multiplicarse,
ha de invadir una célula. John C. Boothroyd, para-
sitólogo de la Universidad Stanford, ha bautizado
este proceso como «beso y salivazo». Primero, el
parásito se aferra a la célula hospedadora (el beso)
y acto seguido vierte en ella un arsenal de proteí-
nas extrañas (el salivazo). A continuación, penetra
en la célula y «redecora» el nuevo hogar con la
ayuda de las proteínas inyectadas.
El primer paso del parásito consiste en levantar
una burbuja protectora donde iniciar la división
sin temer el ataque de las proteínas celulares. (Pos-
teriormente, en la fase latente de la infección, las
paredes de la burbuja aumentan de grosor hasta
quedar convertidas en un quiste.) T. gondii des-
plaza a las mitocondrias, que actúan como las

SCIENCE SOURCE / SCOTT CAMAZINE

centrales energéticas de la célula, hasta ubicarlas
junto a su burbuja protectora. Además, manipula
el ADN celular al inhibir la expresión de algunos
genes y activar la de otros. Por último, modifi-
ca las proteínas celulares con el fin de alterar su
función y desbaratar la respuesta inmunitaria.
Con esas modificaciones, la célula infectada po-
drá vivir mucho tiempo y suministrar energía al
ocupante sin alertar a las células inmunitarias
de su presencia. Aunque estos hallazgos se han
obtenido principalmente en roedores, los experi-
mentos con células humanas cultivadas indican
que probablemente sucede lo mismo en nuestro
cuerpo. Actualmente estamos estudiando la re-
producción de T. gondii y su interacción con el
hospedador con el objetivo de concebir nuevos
fármacos contra la toxoplasmosis.
Pero no todo acaba ahí. Un estudio publicado
por el grupo de Boothroyd en 2012 reveló que este
parásito no solo escupe a las células que invade:
también vierte proteínas en otras que no ocupará.
El fenómeno supone un descubrimiento novedo-
so en el mundo microbiano, puesto que células
que no alojan el parásito acaban conteniendo pro-
teínas suyas que pueden coartar y reprogramar
AL DESCUBIERTO
sus funciones. Las células cerebrales del ratón in-
Esta imagen coloreada y
fectado, que constituyen el blanco del «salivazo»
tomada a gran número de
sin ser invadidas, resultan más numerosas que aumentos con un microscopio
las que albergan el parásito. Esa dispersión tan electrónico de transmisión
amplia de proteínas significa que T. gondii afecta revela las células de Toxoplas-
a su anfitrión de forma generalizada, por lo que no ma gondii.
cuesta imaginar de qué modo puede manipular
la actividad de todo el animal.
En 2013, el biólogo Michael Eisen, de la Universi-
dad de California en Berkeley, y sus colaboradores
hallaron que la extraña atracción del roedor por
el olor felino podría ser permanente, aunque ya
no manifestara signos de la infección. En un estu-
dio, Eisen expuso ratones a una cepa mutante del
protozoo que no parece formar quistes cerebrales.
Cuatro meses después, los ejemplares infectados
no presentaban parásitos detectables en el cere-
bro, pero el olor a gato los seguía atrayendo. Este
hallazgo indica que, aunque el parásito pueda

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 75

MICROBIOLO GÍA

ser erradicado del cuerpo, los cambios de com-
portamiento pueden persistir. La infección deja
huella, como un tatuaje indeleble trazado por el
parásito.
Los cambios
de conducta La conexión humana
El hecho de que las personas no se abalancen
persisten
contra la jaula de los leones en el zoológico se
aunque el puede considerar un argumento de peso para
parásito afirmar que T. gondii no afecta de igual modo al
ser humano que al ratón. El cerebro de todos los
desaparezca
mamíferos no es idéntico; además, las artimañas
del cuerpo. La del protozoo parece que van dirigidas contra los
infección deja roedores. Desde el punto de vista evolutivo, una
adaptación para el control del cerebro humano
huella, como un
aportaría pocos beneficios a este parásito. Al fin
tatuaje indeleble y al cabo, somos un callejón sin salida para él,
puesto que resulta harto improbable que los pará-
sitos de nuestro interior acaben en el intestino del
gato, donde pueden completar el ciclo biológico.
Con todo, los quistes alojados en nuestro cerebro
podrían manipularnos de un modo sutil e ines-
perado.
Numerosas investigaciones, en su mayoría a
cargo del parasitólogo Jaroslav Flegr, de la Univer-
sidad Carolina de Praga, sustentan la idea de que
T. gondii es capaz de alterar la conducta humana.
En una serie de evaluaciones de la personalidad
con casi 2500 participantes y efectuadas a lo lar-
go de más de una década, Flegr y su equipo han
hallado que ciertos rasgos suelen coincidir con
la infección por el parásito que nos ocupa. Los
hombres afectados se manifiestan introvertidos,
desconfiados y rebeldes, mientras que las muje-
res acostumbran a ser extrovertidas, confiadas
y sumisas.
Con un sencillo test de tiempo de reacción,
Flegr también ha comprobado que las personas
infectadas tienen reflejos más lentos. Esa lentitud
podría hallarse relacionada con otra correlación
descubierta por él. En 2009, estudió a 3890 reclutas
checos llamados a filas; confirmó que los afecta-
dos por toxoplasmosis latente que presentaban un
grupo sanguíneo negativo, esto es, que carecían
de la proteína RhD, tenían una probabilidad seis
veces mayor de sufrir un accidente automovilís-

A la conquista del reino animal

Toxoplasma gondii es el parásito más ex-
tendido del planeta, pues se encuentra
en todos los continentes y en una amplia
gama de hábitats. Hoy comenzamos a
saber la gran diversidad de animales que
infecta. Científicos de la Universidad de la
Columbia Británica lo hallaron incluso en
CORBIS / LAUREN PUSCHAVER
belugas del Ártico en 2014. Frente a la costa
de California, la toxoplasmosis ha resulta-
do ser la culpable de la muerte de nutrias
marinas que hasta ahora se había atribui-
do a los tiburones o las embarcaciones
[véase «Infecciones que invaden el mar»;
por Christopher Solomon; Investigación
y Ciencia, marzo de 2014.]
El astuto intruso debe su éxito, en par-
te, a la gran capacidad de diseminación. Un
gato infectado por T. gondii puede excretar
hasta 800 millones de cápsulas portadoras
del protozoo (ooquistes) en apenas una o
dos semanas. Una vez liberado, el ooquiste
resiste años en el suelo o en el agua. Basta
inhalar o ingerir uno solo para contraer la
infección, lo que prácticamente asegura
que el parásito infecte a nuevos hospe-
dadores. Con todo, los gatos domésticos
no se lavan las manos después de limpiar la
caja de arena del gato. No obstante, los cien-
tíficos creen que el animal los excreta solo
una vez en su vida. A diferencia de los felinos
confinados en las casas, los callejeros y asil-
vestrados pueden diseminar los ooquistes
por los jardines, las granjas y los depósitos
de agua, por lo que probablemente sean los
principales responsables de la propagación
de T. gondii. Los ooquistes suelen hallarse
en aguas sucias o en frutas y verduras no
lavadas. El protozoo no infecta las plantas,
pero los ooquistes pueden permanecer en
ellas si no se lavan meticulosamente.
Además, muchos animales —humanos
incluidos— pueden contraer la infección al
ingerir carne cruda o semicruda. La persona
infectada será portadora de quistes tisu-
lares a lo largo de la vida. Si el parásito se

sufren una mala fama inmerecida a causa ingiere con un bistec tártaro, el parásito
de su relación con el parásito. pasará al nuevo anfitrión. Estos ingeniosos
Los propietarios de animales de compañía métodos han permitido a T. gondii propa-
pueden ingerir por accidente un ooquiste si garse por todo el planeta.

76 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

tico que los libres de T. gondii o con un tipo san-
guíneo positivo. El papel de la RhD se desconoce.
Los resultados de Flegr indican que protege contra
los efectos del parásito, sin embargo, sigue siendo
un misterio de qué modo.
En fecha más reciente, Flegr y sus colaboradores
han comprobado que algunos de los cambios que
afectan a los ratones son extensibles al ser huma-
no, aunque de un modo específico según el sexo.
En 2011, pidieron a 34 estudiantes infectados y a
otros 134 no infectados que valoraran la intensi-
dad y la repulsión que les provocaban muestras
de orina de varios animales. Curiosamente, los
varones que presentaban la infección considera-
ron el olor a orín de gato menos repulsivo que los
no infectados. En las mujeres sucedió a la inversa.
También se ha analizado el posible vínculo en-
tre la toxoplasmosis y la esquizofrenia. En 2001,
el psiquiatra E. Fuller Torrey, del Instituto Stanley
de Investigación Médica, y el neurobiólogo Robert
­Yolken, de la facultad de medicina de la Univer-
sidad Johns Hopkins, describieron un número
mayor de anticuerpos relacionados con T. gondii
en los pacientes que habían sufrido un primer
episodio de esquizofrenia que en individuos sa-
nos. A pesar de que este trabajo inicial solo contó
con 38 personas, estudios ulteriores sustentan en
gran medida este vínculo.
Tal vez esas investigaciones resulten llamati-
vas y fascinantes, pero conviene matizar varios
puntos. El tamaño de las muestras es pequeño,
lo que significa que los resultados pueden consi-
derarse preliminares. No confirman de manera
concluyente que T. gondii modifique el compor-
tamiento humano. En el caso de la esquizofre-
nia, debe tenerse en cuenta la complejidad del
trastorno y la posible implicación de multitud
de desencadenantes. Aunque el parásito podría
constituir parte de ellos, también es posible que
los esquizofrénicos se comporten de un modo
que facilita el contagio. Hasta la fecha, no existe
ninguna prueba de peso que relacione el parásito
de manera directa con ninguna psicosis, incluida
la esquizofrenia.
En definitiva, estos hallazgos probablemente
reflejen un complejo intercambio entre diversos
factores. Tal vez cierta predisposición genética o
incluso la interacción de T. gondii con otro micro-
bio infeccioso influya en que algunas personas
resulten más vulnerables a este protozoo. Solo
estudios de mayor calado coordinados por varios
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
grupos de investigación permitirán dilucidar con
rigor lo que es capaz de llevar a cabo en las per-
sonas infectadas.
Intruso accidental
A medida que los investigadores revelan los sor-
prendentes efectos que T. gondii ha mantenido en
secreto durante tanto tiempo, crece la opinión entre
SCIENCE SOURCE
los científicos de que las impresionantes estrate-
gias celulares y moleculares que utiliza le capaci-
tan para causar trastornos en el cuerpo humano.
EFECTOS GRAVES
Cuando menos, los hallazgos de los estudios en La toxoplasmosis (amarillo)
personas claman un esclarecimiento. puede causar complicaciones
Si usted siente curiosidad por saber si porta el graves en los pacientes in-
parásito, puede someterse a un análisis de sangre. munodeprimidos, entre ellos,
También puede reducir el riesgo de contagio con personas infectadas por el
una correcta higiene, tanto personal como de sus VIH (imagen).
compañeros felinos. En caso de que por su jardín
merodeen gatos, la red de Centros para el Control
y la Prevención de Enfermedades aconseja el uso
de guantes y mascarilla durante las labores de jar-
dinería. Asimismo, recomienda tapar los areneros
de juego infantiles cuando no se utilicen. Otros
consejos básicos de salud, como lavar la fruta y la
verdura, cocinar bien la carne y lavarse las manos
con regularidad, también son importantes para Para saber más
prevenir la infección. Toxoplasma gondii: Transmis-
sion, diagnosis and prevention.
Sin duda, la idea de que T. gondii pueda reorien-
D. Hill y J. P. Dubey en Clinical
tar el cerebro y la conducta de las personas resulta Microbiology and Infection,
inquietante. Pero, tal vez, estos descubrimientos vol. 8, n.o 10, págs. 634-640,
octubre de 2002.
consistan en un recordatorio de una verdad más
Kiss and spit: The dual role of
profunda: cada uno de nosotros somos un rico Toxoplasma rhoptries. John
ecosistema. Por cada célula corporal humana C. Boothroyd y Jean-Francois
Dubremetz en Nature Reviews
existen más de diez células bacterianas que in- Microbiology, vol. 6, págs. 79-
fluyen en la fisiología, el metabolismo y la salud. 88, enero de 2008.
T. gondii solo es un polizón más, aunque, sin duda, Infected with insanity.
Melinda Wenner en Scientific
merece protagonizar nuevos estudios. Al fin y al American Mind, págs. 40-47,
cabo, nunca llegaremos a entendernos a nosotros abril-mayo de 2008.
mismos sin conocer a nuestros acompañantes mi- Fatal attraction. Christof Koch
en Scientific American Mind,
crobianos. págs. 16-17, mayo-junio de 2011.
How and why Toxoplasma
makes us crazy. Jaroslav Flegr
en Trends in Parasitology,
vol. 29, n.o 4, págs. 156-163,
abril de 2013.
En nuestro archivo
Estrategias parasitarias de
Gustavo Arrizabalaga y Bill Sullivan son profesores de los protozoos intracelulares.
farmacología y toxicología y de microbiología e inmu- Wanderley de Souza en IyC,
nología en la facultad de medicina de la Universidad de mayo de 1994
Indiana. Ambos dirigen sendos laboratorios dedicados al Parásitos cerebrales. Robert
estudio de la biología celular y molecular de Toxoplasma Sapolsky en IyC, julio de 2003.
gondii.
77
SYLL ABUS

Metacognición:
el poder de la reflexión
El concepto que nos formamos sobre nuestros pensamientos resulta clave para
sobresalir en cualquier campo

STEPHEN M . FLEMING

AUTOEVALUACIÓN NECESARIA
La capacidad de valorar nuestros
propios pensamientos influye en el
éxito académico y laboral, ya que
nos faculta para reconocer o corregir
decisiones erróneas.

TODAS LAS FOTOGRAFÍAS Y FOTOMONTAJES DE ESTE ARTÍCULO: BRANDON HILL

78 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

E
n la ronda final de un concurso de televi-
sión británico solo una pregunta separaba a
­Judith Keppel de un millón de libras. Faltaba
una última vuelta para ganar el premio. Esta era
la pregunta: «¿Qué rey estuvo casado con Eleonor
de Aquitania?».
Tras unos breves tanteos con Chris Tarrant, el
presentador del programa, Keppel se decidió por
Enrique II. «¿Respuesta definitiva?», le lanzó Ta-
rrant. La concursante, sin pestañear, asintió. El
público rompió en aplausos al comprobar que
había acertado.
Keppel no vaciló aquel día de noviembre de
2000 gracias a su metacognición. Este término,
acuñado por el psicólogo John Flavell en los años
setenta del siglo pasado, alude al don que nos fa-
culta para valorar nuestro pensar. ¿He introducido
la contraseña correcta? ¿Recuerdo con exactitud
ese momento de mi infancia? ¿Me resultará di-
fícil aprender otro idioma? La metacognición es
un tribunal interno que falla sobre el acierto de
nuestras representaciones mentales, como ocurre
al evocar un recuerdo o formular una opinión. La
metacognición de Keppel confirió un atronador
refrendo a su respuesta.
Con frecuencia se considera que la capacidad
de reflexión sobre los propios pensamientos es
exclusiva y propia de la mente humana. También
se trata de una facultad esencial para sobrevivir.
Gracias a la metacognición detectamos nuestros
puntos flacos y los compensamos. El estudiante
que no se cree preparado para su examen de quí-
mica tal vez dedique otra tarde más a los orbitales
atómicos. Cuando anotamos un recordatorio en
el calendario del teléfono, temiendo olvidar una
cita, o cuando preparamos una agenda de la ac-
tividad diaria, ha intervenido la metacognición
para salvar nuestras deficiencias.
Sin embargo, la metacognición no solo detecta
flaquezas; también interviene al valorar nues-
tras fuerzas. Tal hace el nadador alevín al pres-
cindir de flotadores, o el ciclista en ciernes que
desmonta las ruedas estabilizadoras. El individuo
dotado de una metacognición precisa podrá pa-
sar al asunto o problema siguiente en cuanto se
sienta preparado, y tomará sin pérdida de tiempo
la senda hacia la perfección.
En última instancia, el aprendizaje y el éxito se
fundan en la metacognición: si esta es deficiente,
el rendimiento escolar o laboral pueden resentir-
se. El sujeto se muestra menos capaz de reconocer
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
decisiones erróneas y corregir el rumbo. Varios
EN SÍNTESIS
trastornos psiquiátricos entrañan un déficit de
metacognición; tal vez esos enfermos no tengan Pensar
consciencia de sus problemas. Gracias a nuevas sobre pensar
1
técnicas para evaluar en el laboratorio la meta- La metacognición se
cognición y su relación con la función cerebral, define como la facultad
estamos empezando a comprender cómo opera y de formular juicios sobre
qué puede hacerla descarrilar. Muchos siglos des- nuestros pensamientos. Por
ejemplo, para valorar si una
pués de que Sócrates recomendase el «conócete a
decisión que tomamos es
ti mismo» a los atenienses de su tiempo, se están
acertada.
descubriendo los medios para lograrlo más eficaz-
mente, es decir, para ejercitar la metacognición y
afinar la valoración de nuestras capacidades. 2 La precisión de la meta-
cognición varía de unas
personas a otras. Ciertas
La mente metacognitiva enfermedades mentales,
como la demencia o la esqui-
La reflexión sobre el propio pensamiento es tan
zofrenia, pueden menosca-
antigua como la civilización. Su estudio cientí- bar esta facultad.
fico recibió de Sigmund Freud un gran primer
impulso al postular que el conocimiento que se
tiene de uno mismo puede ser erróneo y que
3 Diversas estrategias
parecen reforzar la
metacognición; entre ellas,
una gran porción de la mente humana resulta
los descansos durante el
inaccesible para la consciencia. Era convicción
estudio para reflexionar
de Freud que, excavando lo suficiente, podría- sobre el propio aprendizaje,
mos desenterrar las fuerzas ocultas que guían o la meditación.
nuestros actos y exponer así nuestras verdaderas
creencias a la luz de la consciencia. No se tardó
en comprender que este análisis era poco fiable;
por ello, la introspección pura, en cuanto vía de
comprensión de nuestra mente, ha ido siendo
gradualmente desechada.
Flavell, quien estuvo largo tiempo atento al
desarrollo infantil, propuso que un aspecto de la
introspección (la metacognición) desempeña un
papel clave en el éxito educativo. En una prueba
de memoria halló que, si bien los alumnos mayo-
res estudiaban un rato, se declaraban preparados
y normalmente lo estaban, los niños, en cambio,
estudiaban un rato, decían estar preparados y
normalmente no lo estaban.
Su observación apuntaba que, a la par que el ce-
rebro madura, resulta necesario que se consoliden
ciertas áreas o redes nerviosas en las mentes jóve-
nes para que los niños alcancen a juzgar más ob-
jetivamente su propio aprendizaje. Para estudiar
esta idea en el laboratorio, los investigadores han
tenido que solucionar antes un enigma: ¿cómo
pueden valorarse los pensamientos que tiene una
persona sobre sus propios pensamientos?
Al no existir referencias sobre metacognición,
tomamos un atajo: medimos la confianza que ma-
nifiestan los probandos sobre sus juicios y com-
79
SYLL ABUS
probamos después si su opinión estaba fundada.
Si un cocinero sin experiencia tiene por feliz la
idea de ensayar nuevas recetas para una docena
de amigos, pero socarra el salmón, convierte el
arroz en engrudo y se olvida de aliñar la ensalada,
seguramente esté demostrando una metacogni-
ción deficiente.
Nuestra prueba experimental resulta mucho
La facultad más sencilla que preparar un banquete de cuatro
de reflexión platos. Los probandos se sientan ante la pantalla
de un ordenador, en la que ven destellar por unos
sobre nuestros
instantes dos grandes círculos con puntos gruesos
pensamientos en su interior. La tarea consiste en decidir cuál de
suele ambas circunferencias contiene más puntos. Más
que una respuesta correcta, interesa saber en qué
considerarse
medida confían los sujetos en su elección. Ensayo
exclusiva de la tras ensayo, los participantes van eligiendo círcu-
mente humana los y valorando su confianza en la opción elegida.
Con el tiempo, se aprecia una regularidad. Si la
confianza del probando es elevada solo cuando
acierta, y a la inversa, su metacognición se consi-
dera excelente. Otras pruebas de planteamiento
similar permiten cuantificar la metacognición en
relación con otros aspectos de la conducta, como
el aprendizaje y la memoria.
Valiéndonos de ese tipo de experimentos, ob-
servamos que la exactitud de la metacognición
presenta amplias variaciones en la población.
¿ME LO SÉ?
Apuntar los nuevos
­conocimientos con palabras
clave ayuda a valorar
el propio aprendizaje.
80
Existen personas con un entendimiento muy li-
mitado sobre su propia inteligencia; otras, en cam-
bio, dan prueba de una excelente autoevaluación
mental. Sin embargo, cabe señalar que la destreza
metacognitiva de un individuo no pronostica su
rendimiento en la vida real. Una persona puede
tener una modesta opinión de su propia pericia y
realizar, no obstante, un trabajo maravilloso con-
tando puntos (u organizando banquetes).
Anatomía de la introspección
Los científicos, con los medios de la neurocien-
cia moderna, están empezando a identificar los
mecanismos cerebrales que gobiernan la me-
tacognición. Las primeras pistas se obtuvieron
de pacientes con una forma peculiar de lesión
cerebral. En los años ochenta, Art Shimamura y
Larry R. Squire, de la Universidad de California
en San Diego, estudiaban pacientes amnésicos,
todos ellos con lesiones en el hipocampo, una
región crítica para la memoria. Descubrieron en
sus datos una curiosa regularidad: la mayor parte
de los individuos manifestaban, como era de es-
perar, mala memoria, pero solo algunos de ellos
eran conscientes de sus dificultades para recordar.
Los pacientes amnésicos ignorantes de su déficit
(todos con una pobre metacognición) presentaban
el síndrome de Korsakoff, trastorno que se aso-
cia con frecuencia al alcoholismo; los afectados
no solo se vuelven amnésicos por lesiones en el
hipocampo, sino que también sufren daños en
el lóbulo frontal del cerebro. Esta observación
llevó a Shimamura y Squire a barruntar que la
metacognición podría estar regida por el lóbulo
frontal del cerebro.
Para confirmar su sospecha necesitaban encon-
trar probandos con lesiones en el lóbulo frontal
que conservasen intactas sus regiones de memo-
ria. En colaboración con Jeri Janowsky, de la Uni-
versidad de Ciencia y Salud de Oregón, hallaron
siete personas con lesiones en el lóbulo frontal
cuya metacognición se encontraba mermada:
cuando se les presentó una lista de frases y se
les preguntó en qué medida se estimaban capaces
de reconocerlas más tarde, sus pronósticos fueron
erróneos. En cambio, el recuerdo de las frases se
mantuvo intacto. Estos estudios revelaban por
primera vez que la metacognición constituye una
función cerebral independiente, no una parte más
del conjunto de habilidades y destrezas de uso
diario.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
 El lóbulo frontal del cerebro cubre una gran
parcela de territorio neuronal. Deseábamos ubicar
con precisión los nodos de actividad de la meta-
cognición. A eso precisamente estuvieron dedica-
das investigaciones que publicamos en 2010. En
un estudio conjunto con Rimona S. Weil, Geraint
Rees y otros investigadores, del Colegio Univer-
sitario de Londres, mostramos dos imágenes a
nuestros probandos durante unos instantes y les
preguntamos cuál de ellas les parecía más bri-
llante. Después, debían valorar la confianza que
tenían en su respuesta. Tras una serie de ensayos,
calculamos para cada probando un índice de me-
tacognición.
Con el fin de descartar posibles diferencias en
su percepción visual, nos cercioramos de que
los participantes pudieran identificar por igual
la imagen más brillante, lo que lograron en cer-
ca del 70 por ciento de las veces. Tras calificar su
metacognición, escaneamos sus respectivos cere-
bros. Comprobamos que las personas de metacog-
nición más elevada presentaban mayor densidad
de materia gris en la corteza prefrontal anterior
(CPFA), una región cerebral que es más grande en
los humanos que en otros primates. La materia
gris consiste, sobre todo, en el cuerpo (o soma) de
las neuronas del cerebro, a diferencia de la ma-
teria blanca, que se debe a los esbeltos axones,
largos filamentos que a partir del soma neuro-
nal transmiten impulsos eléctricos a otras neu-
ronas. Los sujetos con una mejor metacognición
presentaban también tractos más densos de ma-
teria blanca, los cuales conectan la CPFA al res-
to del cerebro.
Otros estudios mediante neuroimagen su-
gieren que la actividad neuronal en la CPFA y
la confianza en los propios juicios se hallan en
correlación tanto más estrecha cuanto mejor es
la metacognición del sujeto. Además, al someter
esta región a impulsos magnéticos, los cuales
perturban momentáneamente la actividad de
las neuronas, se constató una merma en la me-
tacognición de los probandos, sin que resultasen
afectados otros aspectos de su percepción ni de
su capacidad decisoria.
Muchos de los estudios para cuantificar la me-
tacognición proponen situaciones y experimentos
artificiales, por lo que sentíamos curiosidad por
saber si los principios y las regiones que estába-
mos identificando en el caso de valoraciones de la
propia certidumbre ante cuestiones muy simples
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
¡PREPARADO!
La metacognición nos ayuda a
valorar nuestras capacidades,
de manera que decidimos
avanzar en nuestro aprendiza-
je u objetivo.
ejercían asimismo un papel en decisiones más
complejas. En colaboración con los neurocientífi-
cos Benedetto De Martino, Ray Dolan y Neil Ga-
rrett, todos entonces en el Colegio Universitario de
Londres, diseñamos un experimento más acorde
con la vida real, aunque los probandos yacían en
un escáner cerebral. Les pedíamos que se deci-
diesen por uno de dos refrigerios: una bolsa de
patatas fritas o una chocolatina. A continuación,
les solicitamos que valoraran hasta qué punto
confiaban en haber elegido la mejor opción. Fue-
ra ya del escáner, debían decir cuánto estarían
dispuestos a pagar por cada aperitivo, con la in-
tención de que expresaran en dinero la confianza
que tenían en sus juicios.
Este proceder nos ayudó a discriminar la acti-
vidad cerebral que respalda nuestras acciones del
barullo neuronal que gobierna los pensamientos
concernientes a nuestras acciones. Resultó que no
todos se manifestaron dispuestos a pagar más
por el aperitivo preferido, lo que se antojaba la
­respuesta más lógica a primera vista. Pero algu-
nos de estos probandos sí parecían más cons-
cientes de lo incoherente de su comportamiento.
Según informamos en 2013, estas personas pre-
sentaban una conectividad más acusada entre
una región del cerebro implicada en la estima-
ción del valor y la CPFA. Aunque sus elecciones
81
SYLL ABUS

no siempre resultaban óptimas, al menos sabían
que estaban indecisos.
Todavía tenemos mucho que aprender. Ignora-
mos de qué forma contribuye a la metacognición
la CPFA; tampoco sabemos por qué un mayor vo-
lumen de cerebro en esta región provoca cambios
en la capacidad de introspección. Aun así, estos
hallazgos constituyen un primer y crucial paso
para identificar formas para reforzar la metacog-
nición, pues su carencia puede provocar efectos
desastrosos.
Fracaso introspectivo
El término anosognosia designa a las personas
que padecen una enfermedad o trastorno pero
que no son conscientes de ello. En la demen-
cia, el sujeto puede no darse cuenta de que está
perdiendo la memoria; como consecuencia, no

Metacognición en mamíferos y máquinas

¿Es la metacognición una singularidad de
los humanos? Pese a que no se puede pedir
una respuesta verbal a los animales, existen
ingeniosas pruebas, acordes con su naturale-
za, que permiten indagar si también forman
pensamientos sobre su propio pensar.
El psicólogo David Smith, de la Univer-
sidad de Buffalo, entrenó a un delfín, de
nombre Natua, para que nadase hacia una
palanca cuando oyera un sonido grave y
hacia otra si el sonido era agudo. Cuando
acertaba se le premiaba con un suculento
pescado. Pero ciertos sonidos le resultaban
más difíciles de distinguir. Smith introdujo
en el experimento una tercera palanca, la
¿ANIMALES INSTROSPECTIVOS?
Según algunos estudios, se puede entrenar
a los delfines para que nos revelen cuánto
confían en sus propios juicios.
UNIVERSIDAD DE BÚFALO
cual, al pulsarla, proponía una prueba más
fácil y permitía que Natua obtuviera su re-
compensa. El animal aprendió a pulsar este
dispositivo solo en los casos más difíciles.
Smith consideró que para que Natua
optara por la tercera palanca, debía reco-
nocer que no sabía lo suficiente, por tanto,
debía reflexionar sobre lo que sabía. Otras
observaciones respaldaron esta conclusión:
cuanto más tardaba el delfín en decidirse
o cuanto más vacilaba entre ambas opcio-
nes, más probable era que optase por la
tercera. Sus decisiones parecían basarse
en sentimientos auténticos de incertidum-
bre. Como se demostró en experimentos
posteriores, también los macacos exhiben
conductas metacognitivas similares, pero
no otras especies de monos, como los ca-
puchinos.
Algunos test de metacognición para
animales imitan las valoraciones de con-
fianza solicitadas a los humanos. Como en
el experimento con el delfín, el individuo
debe decidir cuál de dos respuestas cree
correcta. A continuación, se le concede la
oportunidad de mantenerse en su elección
o de optar por otra diferente pero segura,
ya que siempre le proporcionará una golosi-
na. De esta manera, apostar por la primera
posibilidad comporta un mayor riesgo: si
acierta cobrará una recompensa mucho
mayor, pero si yerra, no habrá premio. Los
macacos superan la prueba con buena
nota, puesto que aceptan la opción más
ponde con su confianza, lo que arroja luz
sobre los circuitos neuronales involucra-
dos en la metacognición. Incluso las ratas
aprenden a superar una variante de esta
prueba.
No existen estudios suficientes para con-
cluir que los animales poseen metacogni-
ción. Se sabe que la corteza prefrontal an-
terior, una región clave en la metacognición
humana, es mayor en nuestra especie que
en los monos e inexistente en ratas. Esta
diferencia anatómica no descarta necesa-
riamente la posibilidad de roedores intros-
pectivos, pues la metacognición ha podido
evolucionar en más de una forma y podría
manifestarse como un sentimiento implíci-
to de incertidumbre, que los animales com-
parten con nosotros, pero también como un
conocimiento consciente de uno mismo, que
tal vez sea exclusivo de los humanos.
Incluso ciertas computadoras podrían
incorporar una forma de metacognición.
Cuando Watson, la máquina de IBM para
jugar a Jeopardy, un concurso televisivo de
EE.UU. de preguntas y respuestas, venció a
dos ganadores humanos en 2011, lo logró
confiando en una capacidad similar al co-
nocimiento de sí mismo que tenemos las
personas. Watson no solo daba respuestas;
también generaba un índice de confianza
para ellas. En función del índice, la super-
computadora accionaba o no el botón de
respuesta. Resultó que Watson sabía que
sabía (calculaba un índice) antes de que los

arriesgada cuando ven más probable que concursantes humanos supieran que sabían.
van a acertar. La actividad de neuronas de La máquina de IBM obtenía así la ventaja
la corteza frontal de los monos se corres- necesaria para ganar.

82 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

busca ayuda profesional, se olvida de tomar sus
medicinas o se niega a aceptar que ya no puede
conducir vehículos. En la esquizofrenia, la dro-
godependencia o un accidente cerebrovascular,
la metacognición puede sufrir un deterioro. La
propia ignorancia de la enfermedad resulta muy
penosa para la familia del afectado y puede de-
rruir las relaciones sociales, un edificio que se alza
sobre una realidad compartida.
No obstante, la opinión tradicional de los psi-
quiatras ha sido que los anosognósicos se nie-
gan, sin más, a aceptar lo evidente. Aunque los
enfermos conocían sus limitaciones, no querían
admitirlas ante médicos o familiares. Se consi-
dera ahora, sin embargo, que esta claudicación
metacognitiva puede resultar de ciertos trastor-
nos. Son pocos los alcohólicos que consideren
problemáticos sus hábitos de consumo, a pesar
de estar convencidos de que los excesos en la be-
bida resultan perniciosos para la salud. Según
escribió en 2009 Rita Z. Goldstein, del Hospital
Monte Sinai, junto con otros científicos: «Uno de
los mayores problemas en las drogodependencias
es que los individuos que precisan tratamiento
no reconocen siquiera la necesidad de ayuda te-
rapéutica».
No está claro todavía si la metacognición y la
anosognosia son dos caras de una misma moneda,
pero sí se sabe que se hallan íntimamente rela-
cionadas. Las personas con esquizofrenia igno-
rantes de su trastorno suelen poseer un lóbulo
frontal más pequeño que los individuos que sí
saben que sufren esa psicopatología, siguiendo el
mismo patrón observado en sujetos sanos, pero
con metacognición deficiente. (Dado que la enfer-
medad psiquiátrica ejerce múltiples efectos sobre
el cerebro, lo más probable es que una disfunción
en una red de regiones cerebrales subyazga a la
anosognosia.)
Tal vez se descubra que la anosognosia cons-
tituye meramente una clase de deficiencia me-
tacognitiva. Estudios recientes apuntan que la
capacidad introspectiva de una persona puede
no ser la misma en distintos dominios; quizá la
anosognosia sea una de tales categorías. De he-
cho, se han documentado diferencias en la acti-
vidad cerebral asociadas con la metacognición
mnemónica («Dudo que mañana me acuerde de
pagar la renta; lo mejor será que me lo anote en
la agenda») y la metacognición perceptiva («¿He
oído a un gorrión en peligro o solo se trataba del
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
canto usual de un gorrión?»). En la Universidad
de Nueva York, junto con mis colaboradores, ha-
llamos, de manera análoga, que los individuos
con lesiones en la CPFA presentaban dificulta-
des con la metacognición perceptiva, aunque no
parecían tenerlas para juzgar con precisión sus
recuerdos. Si se desvelasen las raíces neuronales
de distintas clases de fracaso introspectivo se po-
drían desarrollar terapias contra la anosognosia y,
posiblemente, ayudar a los enfermos a gestionar
mejor sus dolencias o a buscar tratamiento. No está claro
Potenciar la metacognición todavía si
Los intentos de restaurar la metacognición se metacognición
iniciaron al filo del año 2000. En un ensayo clí- y anosognosia
nico a pequeña escala se estudiaron los efectos
de la clozapina, un medicamento antipsicótico,
son dos caras
en sujetos esquizofrénicos. Después de seis me- de una misma
ses de tratamiento, mejoraba la percepción que moneda
estos pacientes tenían de sus síntomas clínicos.
Mas, como la medicación también alivió los sín-
tomas de la esquizofrenia, los investigadores no
pudieron elucidar qué aspecto de su intervención
contribuyó a la metacognición.
En fecha más reciente, el psicólogo Robert Hes-
ter, de la Universidad de Melbourne, y sus colabo-
radores han señalado que el Ritalin (metilfenidato)
podía mejorar la metacognición de voluntarios
sanos. Los probandos debían solucionar con pres-
teza una difícil tarea de identificación de colores;
también debían señalar cuándo creían cometer
un error (juicio metacognitivo). Los participantes
a los que se había administrado Ritalin manifes-
taron una mayor capacidad para reconocer de for-
ma consciente sus fallos en comparación con los
probandos que recibieron otros fármacos, como
citalopram, un antidepresivo de uso frecuente.
También la estimulación eléctrica del cerebro
podría servir para potenciar la metacognición.
Un equipo del Trinity College dublinés ha seña-
lado que al aplicar una débil corriente eléctrica
en la corteza prefrontal de voluntarios de edad
avanzada mejoraba la consciencia de los errores
cometidos en la misma prueba. Estas corrientes
débiles excitan de manera temporal las neuronas,
lo que podría situar el lóbulo prefrontal en un es-
tado que mejorase la metacognición. Sin embargo,
todavía nos hallamos lejos de comprender cómo
los fármacos o la estimulación cerebral pueden
potenciar nuestra capacidad para razonar sobre
nuestros propios pensamientos.
83
SYLL ABUS
CONCENTRACIÓN
BENEFICIOSA
La meditación podría
­beneficiar la capacidad
de autoevaluación de los
propios pensamientos.
Para saber más
Metacognition. John Dunlosky
y Janet Metcalfe. Sage, 2009.
Relating introspective accu-
racy to individual differences
in brain structure. Stephen
M. Fleming et al. en Science,
vol. 329, págs 1541-1543, sep-
tiembre de 2010.
The neural basis of meta-
cognitive ability. Stephen M.
Fleming y Raymond J. Dolan
en Philosophical Transactions
of the Royal Society B, vol. 367,
págs. 1338-1349, mayo de 2012.
Domain-specific enhance-
ment of metacognitive ability
following meditation training.
Benjamin Baird et al. en Jour­
nal of Experimental Psycho­
logy: General. Publicado en
Internet, 12 de mayo de 2014.
84
La meditación puede ofrecer una vía más acce-
sible para mejorar la autoevaluación de nuestro
pensar. Según un estudio dirigido por los psicólo-
gos Benjamin Baird y Jonathan W. Schooler, de la
Universidad de California en Santa Bárbara, una
formación de dos semanas en técnicas de medi-
tación aumentó la metacognición durante un test
de memoria (aunque no durante una tarea que
implicaba discriminación visual). Dado que la me-
ditación entraña centrarse en uno mismo y con-
siderar los propios estados mentales, es posible
que afine también la capacidad para valorar los
propios juicios. En otros estudios se ha observado
que la meditación suscita cambios en la estructu-
ra, función y conectividad de la corteza prefrontal
anterior, lo que da pie a la tentadora hipótesis de
que tal ejercitación sea inductora de neuroplas-
ticidad en circuitos cerebrales implicados en la
meditación y en la metacognición. Pero esta idea
sigue siendo especulativa: nadie ha documentado
cambios neurales que persistan tras mejorías en
metacognición.
La metacognición puede ser reforzada en las
aulas mediante sencillas estrategias psicológicas.
En los primeros años noventa, el psicólogo Tho-
mas O. Nelson, ya fallecido, y su discípulo John
Dunlosky, entonces en la Universidad de Wash-
ington, comunicaron un curioso efecto. Cuando
se pedía a los probandos que reflexionasen sobre
si habían aprendido bien una lista de pares de pa-
labras, se mostraban más conscientes de ello al
cabo de un breve lapso que si se les preguntaba
inmediatamente después de la tarea de memo-
rización. Muchos trabajos han reproducido esta
observación: animar a los estudiantes a tomarse
un descanso antes de decidir si se han preparado
adecuadamente para un examen cercano podría
contribuir a que aprendieran de forma sencilla
y eficaz.
Otra forma de mejorar la consciencia del pro-
pio conocimiento puede consistir en la creación
de palabras clave. Según Keith Thiede, psicope-
dagogo de la Universidad estatal de Boise y sus
colaboradores, al pedir a los estudiantes que
generen unas pocas palabras que resuman un
tema determinado se logra una metacognición
más acertada. En su investigación, los alumnos
que distribuyeron mejor su tiempo de estudio
dedicaron más esfuerzo a las materias que habían
entendido peor.
Con todo, no siempre es deseable aumentar la
perfección del autoexamen. En ciertos supues-
tos podría resultar traumático. Una persona con
alzhéimer puede sentirse turbado al percatarse
de su cada vez más deficiente memoria. Será
necesario abordar esta y otras cuestiones éticas
conforme madura el campo de la neurociencia
metacognitiva.
Tenemos consciencia de nuestros pensamien-
tos y sentimientos a través de la lente de la me-
tacognición, pero el enfoque de esta lente es de-
licado y exige un ajuste fino. Una metacognición
manifiestamente deforme puede desembocar en
fallos en el conocimiento de sí mismo y provocar
decisiones erróneas. En casos extremos, como en
los trastornos psiquiátricos, el individuo puede
ser incapaz de conectar con la realidad social com-
partida de que otros disfrutan. Retocar el enfoque
de la lente pudiera constituir la clave para la mejo-
ría de ciertos misteriosos y devastadores aspectos
de las enfermedades psiquiátricas. El maridaje de
neurociencia cognitiva, psicología y modelización
computacional tal vez no tarde en poner a nuestro
alcance los medios para lograrlo.
Stephen M. Fleming es investigador
principal del Centro de Neuroimagen
Wellcome Trust del Colegio Universitario
de Londres.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
ILUSIO NES

El misterio del vestido viral

¿Azul y negro, o blanco y dorado? Docenas de laboratorios han tratado de responder
al enigma que originó la imagen de un traje colgada en Internet a principios de año

STEPHEN L . M ACKNIK , SUSANA M ARTINEZ- CONDE Y BE VIL R . CONWAY

E
n febrero pasado, la fotografía de un
vestido casi colapsa Internet. Todo
comenzó cuando una orgullosa can-
didata a suegra tomó una instantánea del
vestido que se proponía lucir en la boda de
su hija. Al mostrar la imagen a los futuros
esposos, la pareja no se ponía de acuerdo:
ella veía el traje de color blanco y oro; él,
azul y negro. Una amiga de la novia subió
la polémica foto a Tumblr (plataforma de
mensajes cortos de Internet), sus seguido-
res la reenviaron a Twitter y la imagen se
convirtió en viral: el vestido obtuvo millo-
nes de vistas en las redes sociales. Las opi-
niones de los usuarios estaban divididas:
unos votaban por el blanco y oro; otros,
por el azul y negro.
Con el fin de resolver el enigma, los me-
dios de comunicación consultaron a docenas
de neurocientíficos y psicólogos. La soberbia
de los científicos por aportar explicaciones
razonables a la sociedad se transformó en
vergüenza cuando nos percatamos de que las
aclaraciones para la «guerra de los colores»,
además de diferir entre unos y otros exper-
tos, resultaban insuficientes. El hecho de que
las personas vieran de distinto color una mis-
ma prenda desconcertaba a la comunidad
científica. La curiosa incoherencia perceptiva
llevaba a pensar que el vestido representaba
un fenómeno novedoso y desconocido hasta
entonces por la ciencia de la percepción.
Aunque algunas de las primeras explica-
ciones se centraron en posibles diferencias
en la estructura interna del ojo (la distri-
bución y la función de los conos y basto-
nes de la retina) o en las propiedades de
filtrado de la luz en el humor vítreo de los
observadores, la causa debía recaer, sobre
todo, en los mecanismos cerebrales para
procesar el color. Estos podrían variar de
una persona a otra, además de depender de
experiencias y convicciones previas.
Es posible que las presunciones de cons-
tancia cromática, fenómeno que nos facul-
ta para ver constante el color de un objeto
aunque varíen las fuentes que lo iluminan,
dependan de la persona. Bajo condiciones
naturales, la luz suele proceder directa-
mente del sol o «del cielo», en consecuen-
cia, nuestra percepción presume que, por

ELIJA UN COLOR
 n uno de los primeros experimentos con el
E
vestido, Bosco Tjan, de la Universidad del sur
de California, y sus colaboradores pidieron a
una serie de estudiantes que coordinasen los
tonos azules y dorados de la fotografía con un
continuo de amarillos y azules, pero sin nom-
brar los colores. Las percepciones de los pro-
bandos incluyeron múltiples puntos del con-
tinuo, lo que indica una gran variabilidad en el
modo de percibir los colores en la población
general. Sin embargo, cuando el equipo solicitó
a los mismos probandos que nombraran los
colores, obtuvieron dos respuestas principa-
les: azul y negro, o blanco y oro. Este hallazgo
TUMBLR / SWIKED (vestido); BOSCO TJAN (bandas de color)

apunta a que la llamativa división de opinio-

nes depende de cómo se formula la pregunta.
Un estudio de concordancia dirigido por Rosa
Lafer-Sousa y Katherine Hermann, del Instituto
de Tecnología de Massachusetts, y uno de los
autores (Conway), con la participación de más
de 1000 probandos, reveló que sus percepcio-
nes señalaban tres campos principales: blanco
y dorado, azul y negro o azul y marrón.

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 85

 ILUSIONES

VESTIR LA ILUSIÓN
 iversos laboratorios para la investigación de la visión han comprobado que
D
diferentes factores contribuyen a la enigmática percepción del vestido. En las
dos fotografías de abajo, aunque idénticas, el tejido parece de distinto color
dependiendo de si se muestra en un ambiente umbroso o en uno con luz solar
directa. Los auténticos colores de la prenda (azul y negro) resaltan más con la luz
exterior. Como Conway había pronosticado, los mecanismos de procesamiento
del color cobran mayor fuerza cuando asumimos que el sol y el cielo constituyen
AKIYOSHI KITAOKA / UNIVERSIDAD RITSUMEIKAN

las fuentes primarias de luz.

¿NEGRO Y AZUL?
 l creador de ilusiones Akiyoshi Kitaoka, de la Universidad
E
Ritsumeikan de Kioto, resumió el problema con un sencillo
patrón (arriba). Si se toman los colores directamente de
la fotografía original, se obtiene esta imagen. No olvide
que, en realidad, el tejido del vestido es azul y negro, por
lo que no yerran quienes lo ven así. Si usted no logra ver
negro y azul, entorne los párpados, observe la imagen con
luz tenue o baje el brillo de la pantalla. Las condiciones de
observación influyen en cómo vemos los colores.

lo común, la iluminación es dorada o azul.
Las personas que contemplaban el vestido
podían dar por hecho que bien la luz del
cielo bien la solar iluminaban el tejido. Si
concluían, incluso inconscientemente, que
el cielo azul constituía la fuente de ilumi-
nación, su cerebro, con la mejor intención,
debía sustraer el azul de su percepción de
la imagen, por lo que el vestido les parecía
blanco y dorado. En cambio, el cerebro de
las personas que asumían que la luz solar
iluminaba el traje, restaba de la imagen el
color dorado, por lo que veían las rayas del
tejido azules y negros.
Hasta el descubrimiento del enigmático
vestido se pensaba que las personas con
una visión normal experimentaban las
ilusiones cromáticas de forma similar. Los
ejemplos de imágenes ambiguas se ceñían
a efectos de forma (entre ellas, la clásica
figura en la que puede verse un jarrón o
dos rostros enfrentados). Sin embargo, las
ilusiones por ambigüedad de la forma di-
fieren del caso del vestido en un aspecto
fundamental: en las primeras, el obser-
vador salta de una interpretación a otra
sin apenas esfuerzo; en la segunda, suele
quedarse anclado en una de las dos posi-
bilidades: o bien el traje se le antoja blanco
y dorado, o bien, negro y azul. Estas dife-
rencias pueden resultar irreconciliables;
además de las dicotomías típicas (quienes
ven la botella medio llena o medio vacía), el
vestido podría plantear dos nuevos grupos
de individuos. ¿Es posible que los humanos
nos diferenciemos en nuestra percepción
del color por la fuente lumínica? ¿O se trata
del tipo de tejido (brillante o mate)?
Tal vez el vestido demuestre que las per-
sonas podemos ver el mundo de formas
distintas según el cerebro de cada cual.
Aunque la causa de las diversas interpreta-
ciones de la prenda continúe suponiendo,
en gran medida, un misterio científico, los
laboratorios de visión de todo el mundo
llevan a cabo docenas de experimentos con
ISTOCKPHOTO (mujer)
el fin de averiguar el enigma. Ofrecemos
una recopilación de las teorías más prome-
tedoras que se han elaborado hasta la fecha
para resolver el caso. Los lectores curiosos
pueden encontrar los últimos progresos
al respecto en nuestro blog Illusion Cha-
sers (http://blogs.scientificamerican.com/
illusion-chasers).
Susana Martinez-Conde y Stephen L. Macknik
investigan en la Universidad estatal de Nueva
York. Martinez-Conde dirige el laboratorio de
neurociencia integrativa; Macknik el de neuro-
ciencia traslacional. Con la colaboración especial
de Bevil R. Conway, profesor asociado de neu-
rociencia en el Colegio Universitario Wellesley y
científico investigador principal en el Instituto
de Tecnología de Massachusetts.

86 MENTE Y CEREBRO 75 - 2015

 Sin ambigüedad: luz blanca Ambigua: dos fuentes de luz

ILUMINAR EL VESTIDO
L a neurocientífica Anya Huribert, junto con sus cola-
boradores Bradley Pearce y Stacey Aston, de la Uni-

BRADLEY PEARCE Y ANYA HURLBERT / UNIVERSIDAD DE NEWCASTLE (composición); ROMAN ORIGINALS (vestido)
versidad de Newcastle, así como Rosa Lafer-Sousa, del
Instituto de Tecnología de Massachusetts, en otro es-
tudio, combinaron dos fuentes de luz para fotografiar
el vestido (izquierda). Por un lado, usaron una ilumina-
ción azul difusa y fría; por otro, una luz directa y cáli-
da de tono dorado. En la imagen resultante, algunos
observadores perciben las regiones negras de un tono
marrón dorado, y las azules, blancas o de azul muy
pálido. Otros sujetos, en cambio, aprecian un encaje
negro sobre tela azul. Esta peculiar combinación de
fuentes de luz provoca la ambigüedad de la imagen.
DE: WHY WE SEE WHAT WE DO: AN EMPIRICAL THEORY OF VISION.

Para saber más

Color vision, cones and color-
D. PURVES Y R. B. LOTTO. SINAUER ASSOCIATES, 2003

coding in the cortex. Bevil

R. Conway en Neuroscientist,
vol. 15, n.o 3, págs. 274-290,
junio de 2009.
Color tuning in alert macaque
V1 assessed with fMRI and
single-unit recording shows
a bias toward daylight colors.
Rosa Lafer-Sousa et al. en
­Journal of the Optical Society
of America A, vol. 29, n.o 5,
CONTRASTE Y CONSTANCIA CROMÁTICA págs. 657-670, 2012.
L os neurocientíficos visuales R. Beau Lotto, del Colegio Universitario de Londres, y Dale Purves, de la Universidad Multistability in perception:
Binding sensory modalities, an
Duke, han creado la demostración quizá más notable sobre los efectos cromáticos en el cerebro.
overview. Jean-Luc Schwartz
¿Observa las plaquetas azules en la cara superior del cubo de la izquierda y las amarillas en la cara superior et al. en Philosophical Transac-
del cubo de la derecha? Si se eliminan los colores circundantes, son idénticos y parecen de color gris liso. Este tions of the Royal Society B,
fenómeno, conocido como contraste del color, provoca que las manzanas rojas parezcan aún más rojas contra vol. 367, n.o 1591, págs. 896-
905, abril de 2012.
un fondo de hojas verdes. Con mayor generalidad, es responsable de que colores iguales parezcan distintos
Striking individual differences
según el contexto.
in color perception uncovered
Los dos cubos demuestran también la constancia del color, fenómeno que Conway ya pronosticó para el by «The dress» photograph.
vestido. Dedique una mirada a las piezas rojas de ambos cubos. Si las mira de manera aislada, verá que las de R. Lafer-Sousa, K. L. Hermann
la izquierda son anaranjadas mientras que las de la derecha son púrpura. No obstante, en ambas imágenes y B. R. Conway en Current
Biology, vol 25, n.o 13,
parecen de un rojo similar, ya que el cerebro las interpreta como piezas rojas que, por un lado, ilumina una
págs. 545-546, junio de 2015.
luz amarilla, y por otro, una azul.

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 87

RETROSPEC TIVA
La máquina que pesaba
la actividad cerebral
Hace unos 130 años, el psicólogo italiano Angelo Mosso desarrolló un aparato para
medir el flujo sanguíneo durante la ejecución de una tarea mental. Las técnicas de
neuroimagen actuales se apoyan en el principio básico de ese antiguo invento
ANNA GIEL A S
EN SÍNTESIS
Sutileza afortunada
1 El médico italiano An-
gelo Mosso (1846-1910)
construyó un ingenioso
aparato de laboratorio que
permitía medir fenómenos
fisiológicos en las personas.
2 En 1884 construyó una
balanza que demostraba
el incremento del aporte
sanguíneo en el cerebro
durante una tarea mental.
3 Las actuales técnicas
de neuroimagen, ta-
les como la tomografía
funcional por resonancia
magnética, se basan en el
mismo principio sobre el
que se asienta la «balanza
de la circulación humana»
de Mosso.
88
E
l dispositivo aúlla. Las tablas de madera que
conforman su base crujen de vez en cuan-
do. Con razón: sobre ellas yace un hombre
adulto. El aparato se asemeja a una balanza. Pero
no lo es; al menos no una convencional.
En 1884, Angelo Mosso (1846-1910), investiga-
dor italiano pionero de la neurología moderna,
construyó la «balanza de la circulación huma-
na». Mosso, persona razonable y práctica, estaba
­convencido de que el aporte sanguíneo a la cabeza
se hallaba íntimamente relacionado con la fun-
ción cerebral. Su báscula serviría para demostrar
la relación entre el flujo de sangre en el cerebro y
el rendimiento cognitivo.
En su laboratorio de Turín, las personas se acos-
taban sobre el invento. Permanecían alli tumba-
das, inmóviles, durante unos minutos hasta que la
balanza se quedaba en equilibrio. Cuando el inves-
tigador pedía a los probandos que solucionaran
mentalmente un cálculo matemático, la parte del
dispositivo que ocupaba la cabeza de la persona
acostada se deslizaba hacia abajo. Para propor-
cionar al cerebro suficientes oxígeno y energía
durante el ejercicio cognitivo, el cuerpo bombeaba
un aporte adicional de sangre. Esa cantidad mí-
nima de flujo extra parecía suficiente para que la
balanza se desequilibrara.
Todos los experimentos actuales con técnicas
de neuroimagen se basan en la idea principal de
Mosso: las diversas actividades mentales (pensar
y percibir, entre otras) se hallan relacionadas con
el suministro de sangre al cerebro. Hoy en día, los
neurólogos se sirven de la tomografía funcional
por resonancia magnética para medir la irrigación
sanguínea de las distintas regiones cerebrales y
relacionarla con actividades psíquicas concretas.
En su época, los registros gráficos de Mosso des-
pertaron entusiasmo entre la población: pronto se
podrían descifrar los misterios de la psique me-
diante investigaciones fisiológicas. En 1908, se le
propuso como candidato para el premio Nobel
de medicina.
Mosso procedía de una familia humilde. Hijo
de madre costurera y padre carpintero, nació el
30 de mayo de 1846 en Chieri, una pequeña ciudad
cercana a Turín. Desde pequeño ayudaba en la car-
pintería paterna. Ya de adulto, los conocimientos
que había adquirido durante la práctica del oficio
familiar le permitieron fabricar con sus propias
manos numerosos aparatos para la exploración
fisiológica. Pero, antes de ello, su madre se obstinó
en que cursara estudios universitarios.
Para financiarse la carrera de medicina, Mos-
so combinó la formación académica con diversos
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
 DOMINIO PÚBLICO

HOMBRE DE ACCIÓN
Angelo Mosso (1846-1910) procedía de una familia de artesanos.
Se crio en Chieri, cerca de Turín. Después de sus estudios de
medicina y unos años como asistente en diversos laboratorios
europeos, en 1879 obtuvo la cátedra de fisiología de la Universi-
dad de Turín, donde construyó sus dispositivos pioneros.

MENTE Y CEREBRO 75 - 2015 89

RETROSPEC TIVA
¿CUÁNTO PESA
UN PENSAMIENTO?
La «balanza de la circulación
humana» de Angelo Mosso
consistía en una báscula de
brazos dotada de contrapesos
sobre la que una persona
yacía inmóvil. Cuando el suje-
to llevaba a cabo un ejercicio
intelectual (un cálculo men-
tal), se incrementaba el flujo
sanguíneo en su cerebro y la
balanza basculaba hacia el
extremo de la cabeza. Mosso
medía las diferencias de peso
en gramos. Sin embargo, no
podía calcular el volumen de
sangre que se redistribuía por
el cuerpo.
«La balanza
constituye una
posibilidad para
demostrar la
relación entre el
flujo sanguíneo
y la actividad
mental»
—Angelo Mosso
90
trabajos, entre ellos, el de profesor particular. En
1870 obtuvo el doctorado por la Universidad de
Turín con una investigación que versaba sobre el
crecimiento de los huesos.
Sus viajes posteriores por toda Europa le lleva-
ron a colaborar con los fisiólogos y los médicos
más reconocidos del viejo continente. En el labora-
torio de Carl Ludwig (1816-1895), en Leipzig, inició
sus experimentos sobre lo que se convertiría en el
caballo de batalla de sus cerca de 40 años de dedi-
cación científica: la representación gráfica de fenó-
menos fisiológicos. De su experiencia científica en
París obtuvo los conocimientos que le ayudarían
en sus ensayos con la balanza. Aprendió cómo se
podían tener en cuenta las oscilaciones básicas del
volumen sanguíneo en el cerebro (causadas por la
respiración, por ejemplo) durante la exploración
de los pacientes.
Inquieto y curioso
Regresó a Turín en 1875 con motivo de su nom-
bramiento como profesor universitario. En Italia
continuó con su estudio sobre el funcionamiento
del sistema circulatorio. Cuatro años más tarde
consiguió uno de sus objetivos: obtener la cátedra
de fisiología de la universidad turinesa.
El por entonces inexperto profesor ejerció
una influencia decisiva en la escuela italiana de
fisiología experimental. Incluso adquirió fama
más allá de las fronteras de su país. En torno al
cambio de siglo, el laboratorio de Mosso atrajo
a investigadores de todo el mundo. Entre ellos,
DE: APPLICAZIONE DELLA BILANCIA ALLO STUDIO DELLA CIRCOLAZIONE SANGUIGNA NELL’UOMO.
A. MOSSO. ATTI DELLA REALE ACCADEMIA DEI LINCEI, PÁGS. 531-543, 1884
Harvey Williams Cushing (1869-1939), médico
estadounidense al que se considera padre de la
neurocirugía. Cushing se interesó por los expe-
rimentos que el científico italiano llevaba a cabo
en relación a la presión intracraneal. Los trabajos
pioneros de Mosso sobre la enfermedad de altura
le llevaron a convertirse en 1893 en uno de los
primeros anatómicos en investigar los efectos
de las grandes alturas en el cuerpo humano. Dos
años más tarde fundó, en Monte Rosa, un macizo
de los Alpes Peninos, una estación científica para
investigar la climatología de alta montaña y la
fisiología respiratoria.
Autor de más de 170 trabajos y algunos libros,
Mosso ejerció de rector de la Universidad de Turín
durante los años 1899 y 1900. En 1904 recibió la
propuesta de convertirse en senador de su país,
encargo que aceptó no tanto por su trayectoria
profesional como por su talante inquieto y enér-
gico. Cuando, preocupados por su salud, los mé-
dicos le recomendaron que se jubilara y evitara
cualquier esfuerzo físico, Mosso, por el contrario,
tomó el martillo y el cincel: dedicó sus últimos
años de vida a la arqueología, afición que le apa-
sionaba. Por esas fechas, participó en las excava-
ciones que se estaban efectuando en la isla de Cre-
ta y en el sur de Italia. El 24 de noviembre de 1910,
poco antes de su muerte, fue nombrado miembro
de la Academia de Ciencias de Berlín.
Junto a la máquina para pesar la circulación,
Mosso ideó al menos doce aparatos de explora-
ción más. Aplicaba los instrumentos en diferentes
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
partes del cuerpo del sujeto, de manera que ob-
tenía múltiples parámetros simultáneamente: el
ritmo cardíaco, la respiración y el pulso. De este
modo logró mejorar la calidad de las investiga-
ciones fisiológicas.
Mediciones a cráneo abierto
Sin embargo, algunos de sus experimentos re-
sultaban molestos y complicados. Durante su
estancia en Leipzig diseñó un dispositivo para
medir las variaciones del volumen sanguíneo en
diversos órganos y distintas partes del cuerpo.
Esta pletismografía se introdujo en los anales de la
medicina bajo el nombre del «método de Mosso».
Por entonces, la irrigación de sangre en el cerebro
solo podía medirse en pacientes con una fractura
abierta en el cráneo. Fue el caso del agricultor Mi-
chele Bertino, quien presentaba una brecha en el
hueso frontal a causa de un ladrillo de tres kilos
que le había caído en la cabeza. Mosso conoció
al paciente en el hospital de Turín. Observó que
la herida de tres centímetros de profundidad y
crateriforme permitía ver su tejido cerebral. Si la
circulación sanguínea en el cerebro del paciente
aumentaba, la masa cerebral crecía; por el contra-
rio, si la primera descendía, se reducía también
la segunda.
Mosso construyó y fijó una cámara en la herida
del cráneo de Bertino. La presión en esta pieza va-
riaba según los desplazamientos que el tejido ce-
rebral exhibía si el agricultor resolvía problemas
matemáticos. «Se trata de la mejor demostración
de que el aporte sanguíneo al cerebro aumenta de
manera inmediata durante la actividad mental»,
afirmaría más tarde el filósofo estadounidense y
fundador de la psicología moderna William James
(1842-1910).
Sin embargo, Mosso se encontraba en un calle-
jón sin salida en la búsqueda de instrumentos más
adecuados para sus investigaciones. Hasta que se
le ocurrió la solución salvadora. «Con el fin de
simplificar los dispositivos que se emplean en la
exploración del riego sanguíneo de los humanos,
se me ocurrió la idea de colocar a la persona sobre
la plataforma de pesaje de una balanza», explica-
ría. Este método aportaba una ventaja decisiva: el
investigador ya no dependía de pacientes con una
herida en la cabeza, pues el método podía funcio-
nar en sujetos con el cráneo intacto.
Pidió a los participantes de su experimento
que leyeran una página de periódico o de un li-
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
bro de filosofía. Según su teoría, para la lectura de EN BREVE
un pensamiento filosófico, el cerebro requería un La tomografía por resonancia
aporte de sangre mayor. Si la báscula registraba magnética funcional (RMf)
permite detectar diferencias
una caída hacia la zona en la que descansaba la en la irrigación sanguínea de
cabeza del probando, su hipótesis era cierta: el distintas áreas del cerebro. Los
trabajo mental intenso provocaba un aumento núcleos atómicos del hidró-
del consumo energético.
geno de la hemoglobina so-
metidos a un potente campo
En su investigación, el científico italiano per- magnético se comportan de
mitió a algunos probandos que se durmieran forma diferente según la car-
mientras yacían sobre el dispositivo. Quería des- ga de oxígeno. De esta forma
puede medirse el nivel de san-
pertarles de repente con el fuerte sonido de una gre oxigenada que irriga una
campana. Observó que, bajo esas circunstancias, determinada región cerebral.
la báscula se desequilibraba. Según interpretó, el Un área activa consume más
oxígeno, por tanto, presenta
aporte sanguíneo también aumentaba en el cere-
un flujo de sangre mayor que
bro de las personas asustadas. cuando se halla en reposo.
Unos 130 años más tarde, los neurólogos David Esta técnica permite analizar
Field y Laura Inman, de la Universidad de Reading, las diferencias en la actividad
de las áreas cerebrales.
intentaron reconstruir la báscula de Mosso. Para
Un pletismógrafo mide
cambios en el volumen de una
parte del cuerpo (cuando, por
ejemplo, se llena de aire o de
sangre).
EL «MÉTODO DE MOSSO»
El paciente Michele Bertino
permitió a Angelo Mosso
desarrollar uno de sus ins-
trumentos de medición. El
investigador italiano constru-
yó una pequeña cámara en
torno a la herida que Bertino
presentaba en el cráneo y que
permitía ver su tejido cerebral.
Una membrana conectaba la
cámara con un mecanismo
registrador. De esta forma,
ANGELO MOSSO / DOMINIO PÚBLICO
Mosso conocía al momento
los cambios en la irrigación
sanguínea en el cerebro del
sujeto. No obstante, el «méto-
do de Mosso» solo podía utili-
zarse en un cráneo abierto.
91
RETROSPEC TIVA
Para saber más
Applicatione della bilancia allo
studio della circolazione san-
guigna dell’uomo. A. Mosso
en Atti della Lincei-Memorie
della Classe di Scienze Fisiche,
Matematiche e Naturali XIX,
págs. 531-543, 1884.
Weighing brain activity
with the balance: A contem-
porary replication of Angelo
Mosso’s historical experiment.
D. T. Field y L. A. Inman en
Brain, vol. 137, págs. 634-639,
2014.
Weighing brain activity with
the balance: Angelo Mosso’s
original manunscripts come
to light. S. Sandrone et al. en
Brain, vol. 137, págs. 621-633,
2014.
En nuestro archivo
Instantáneas de un cerebro
activo. Alexander Grau en
MyC n.o 7, 2004.
Evolución de las imágenes ce-
rebrales. Anna von Hopffgar-
ten en MyC n.o 55, 2012.
92
ello se basaron en la descripción que William Ja-
mes dejó escrita en su obra más importante, The
principles of psychology: «El participante yacía so-
bre una mesa refinadamente contrabalanceada
de modo que no podía volcar ni hacia el extre-
mo de los pies ni el de la cabeza en caso de que
aumentase el peso en uno de los dos lados. En el
momento en que el probando llevaba a cabo una
actividad emocional o intelectual voluntaria, la
zona de la cabeza se desplazaba hacia abajo como
consecuencia de la redistribución de la sangre en
el cuerpo del sujeto».
Reproducción problemática
Sin embargo, la reconstrucción resultó complica-
da. El dispositivo siempre se desequilibraba del
mismo lado. Field e Inman añadieron un contra-
peso y, con ayuda de un ordenador, intentaron
compensar los cambios de aporte sanguíneo pro-
vocados por movimientos respiratorios y latidos
cardíacos. El programa introducido en el ordena-
dor corregía de forma automática los resultados
de la medida. Los investigadores se cuestionan si
el artífice del invento se percató de esos proble-
mas y, de ser así, cómo los solucionó.
Aunque la balanza original de Mosso se con-
serva en el Archivo Científico y Tecnológico de la
Universidad de Turín, se encuentra en un estado
tan deteriorado que resulta imposible averiguar
hasta qué punto pudo aportar datos exactos. La
escasa información disponible sobre su construc-
ción tampoco permitió a los investigadores bri-
tánicos descubrir cómo solucionó los problemas
técnicos.
En fecha reciente, un grupo dirigido por el neu-
ropsicólogo Stefano Sandrone, de la Universidad
San Rafael en Milán, ha hallado informes origina-
les en un archivo turinés. La valoración que Mosso
realizó de su propio protocolo de investigación
permite confirmar que el fisiólogo identificó y
solucionó el problema.
Describió minuciosamente cómo había cons-
truido la particular balanza; también ilustró
todo el proceso mediante dibujos. Cualquiera
debía poder reproducir su aparato y usarlo. Por
ello, el mismo rigor que utilizó para documentar
su invento lo dedicó para fabricarlo. Con cuida-
do registraba las oscilaciones que con frecuencia
presentaba su instrumento de medición a causa
de la respiración del probando. Según Sandrone,
resulta notorio que Mosso considerara factores
como la edad, el sexo e incluso la complexión de
la persona como posibles causas de la variación
en los valores obtenidos.
«Mosso fue un pionero en la exploración de
la actividad cerebral. Tomó en cuenta los pro-
blemas con los que se enfrentan los neurólogos
modernos», señala Sandrone. En las actuales ex-
ploraciones mediante técnicas de neuroimagen,
los investigadores también deben reparar en la
relación entre la señal y el ruido de fondo para
garantizar la exactitud de sus estudios, entre otras
cuestiones.
Sandrone y Field consideran incluso que la ba-
lanza de Mosso pudiera resultar útil para la neu-
rociencia de hoy. Si bien la tomografía funcional
mediante resonancia magnética permite conocer
qué regiones cerebrales se hallan activas en un
determinado momento, no proporciona ningu-
na información sobre los cambios en el volumen
total de sangre del cerebro. La balanza de Mosso
puede llenar este hueco, ya que permitiría descu-
brir cuál de entre dos tareas cognitivas requiere
más actividad neuronal.
Field especula también con la posibilidad de
demostrar diferencias en el aporte sanguíneo
en uno u otro de los hemisferios cerebrales me-
diante el balanceo lateral de la báscula. De este
modo, podrían resolverse algunas preguntas que
continúan huérfanas de respuesta: ¿cuál de am-
bos hemisferios necesita mayor actividad neu-
ronal para llevar a cabo una actividad cognitiva
concreta?
El dispositivo de Mosso también podría ayu-
dar en la investigación médica, por ejemplo, para
valorar el efecto de un medicamento determina-
do sobre el aporte de sangre al cerebro. Todavía
debe demostrarse la contribución que la «balan-
za de la circulación humana» puede prestar a la
investigación neurológica actual. Mientras tanto,
la idea de Mosso permanece intacta: existe una
relación entre el flujo sanguíneo y la actividad
neuronal.
Anna Gielas es periodista científica.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
LIBROS
Neuronas espejo
Entre el mito y la realidad
THE MYTH OF MIRROR NEURONS.
THE REAL NEUROSCIENCE OF
COMMUNICATION­AND COGNITION
Por Gregory Hickock. W. W. Norton &
­Company, Nueva York, 2014.
S
abido es que, siempre que una idea
escapa del laboratorio y adquiere
vida propia como explicación de
todos los misterios, se amontonan las
supuestas pruebas y adquiere inusitada
resonancia en la pluma de ensayistas y
charlistas. Ha ocurrido así con la relati­
vidad, el principio de incertidumbre, la
incompletitud gödeliana, la evolución a
través del equilibrio puntuado, la plas­
ticidad (de ecosistemas, del cerebro), la
complejidad (de ecosistemas, del cerebro),
la epigenética, y, en lo que llevamos re­
corrido del siglo xxi, las neuronas espejo.
Autores ha habido que especularon con
entusiasmo sobre la función de las neu­
ronas especulares y las involucraron en
funciones tan dispares como la obesidad
o el autismo.
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
En 1988, un grupo de neurocientíficos
de Parma, encabezados por Giacomo Rizzo­
latti, comenzó a trabajar en un experimen­
to que se proponía desentrañar de qué
modo las neuronas de la corteza premo­
tora del macaco controlaban la acción de
prensilidad. El equipo aplicó el método de
«registro de una sola unidad», en el que las
sondas de microelectrodos se inserían en
el cerebro para medir la actividad eléctri­
ca de neuronas individuales («unidades»),
mientras el animal realizaba una tarea. En
concreto, los microelectrodos registraban
los potenciales de acción, las «espigas» que
una neurona genera para comunicarse con
otras. Los potenciales de acción constitu­
yen el lenguaje de las neuronas.
El trabajo desarrollado indicaba que las
células de una región cerebral particular
del macaco, la F5 (área 5 del lóbulo fron­
tal), se excitaba con intensidad cuando el
macaco realizaba acciones asociadas con la
prensilidad; unas células respondían mejor
a una sujeción de precisión (coordinación
pulgar-índice, como la que se da al sostener
entre los dedos un grano de uva), mientras
que otras se excitaban cuando entraba en
juego la mano entera (al asir una naranja).
Por lo que parecía, tales células codificaban
tipos específicos de sujeción de un obje­
to. Algunos datos provisionales sugerían,
además, que unas de esas neuronas de F5
se excitaban con solo ver objetos asibles.
Las neuronas de sujeción de precisión se
excitaban con la mera presentación de un
objeto pequeño. Esa y otras constatacio­
nes llevaron a sugerir que las neuronas en
cuestión representaban, en cuanto grupo,
una suerte de vocabulario de posibles ac­
ciones motoras y que la información pro­
cedente de rasgos sensoriales de los objetos
seleccionaba las acciones apropiadas.
La idea de que las neuronas F5 podrían
coordinar la información visual sobre los
objetos con programas motores para la su­
jeción resultaba del mayor interés e impor­
tancia, pero se necesitaban más datos para
confirmar la hipótesis. Puesto que los dos
fenómenos (ver y sujetar) se solapaban en
el tiempo, resultaba imposible determinar
qué acontecimiento era responsable de qué
cambios operados en las pautas de excita­
ción neuronal. Siguieron los experimentos.
El equipo publicó un resumen en 1992.
Esbozaban una explicación del fenómeno
peculiar que acontecía en la corteza pre­
motora del cerebro del macaco. Además
de excitarse durante sus propias acciones,
como agarrar un objeto, algunas neuronas
del mono respondían a las acciones equi­
parables ejecutadas por otros o el propio
investigador. A partir de tan simple pauta
de respuesta, neurocientíficos y psicólogos
habrían de pergeñar una de las teorías
más ambiciosas sobre la base neural de la
conducta humana en la historia de la psi­
cología. Esas células vinieron a llamarse
neuronas espejo y despertaron un enorme
interés científico.
El informe de 1992 no mencionaba la
expresión «neuronas espejo». El grupo
de Rizzolatti publicó un artículo más ex­
tenso sobre la nueva clase de células en la
revista Brain en 1996. El artículo, «Action
recognition in the premotor cortex», re­
cogía registros de 532 neuronas del área
F5. Había células en esa zona que se excita­
ban cuando los monos agarraban objetos y
cuando observaban que el experimentador
ejecutaba las mismas o similares acciones.
Los autores denominaron neuronas espejo
a las implicadas.
El artículo de 1996 corroboraba las ob­
servaciones iniciales. Sugirieron, además,
la importancia de las neuronas espejo pa­
ra la conducta humana. Y a la pregunta
so­bre la posible existencia de este tipo de
células nerviosas en los humanos respon­
dieron con un sí rotundo. Repasaron tres
líneas de prueba a favor de su tesis, dos
93
LIBROS
obtenidas por el equipo de Rizzolatti y una
tercera tomada de la bibliografía. En primer
lugar, un estudio de estimulación magnéti­
ca transcraneal mostró que en las personas,
cuando observan la acción de agarrar un
objeto, aumenta su excitabilidad motora
relacionada con la mano. En un estudio de
1995, el equipo de Parma empleó esa técnica
de aplicación de campos magnéticos para
despertar la actividad neural en regiones
de la corteza motora primaria que contro­
lan brazo y mano. El estudio halló que los
potenciales evocados motores cuando las
personas observaban la acción de sujeción
realizada por otros eran mayores que cuan­
do observaban solo los objetos. Los autores
del estudio interpretaron ese fenómeno
como una prueba de que la observación
activaba de manera automática el sistema
motor asociado a la prensilidad.
En segundo lugar, un estudio de tomo­
grafía de emisión de positrones mostró que
cuando los humanos observaban acciones
realizadas por otros, se producía un incre­
mento de la actividad neural en el área de
Broca, estructura que se supone homóloga
de la región F5 del macaco. En tercer lugar,
los pacientes que sufren lesiones en el ló­
bulo frontal, en la vecindad del área de Bro­
ca, presentan fallos de reconocimiento de
la pantomima. La bibliografía neurológica
reseña que los pacientes con trastornos de
lenguaje (afasias) suelen presentar fallos
en el reconocimiento de pantomimas, al
identificar en ellos un gesto intencional.
Su interés para el funcionamiento de las
neuronas espejo resulta manifiesto: el
reconocimiento de la pantomima puede
construirse como una forma de compren­
sión de la acción. El equipo de Parma su­
gería que la lesión del área de Broca era la
causante de los fallos en el reconocimiento
de la pantomima.
A finales de los años noventa, los teóri­
cos propusieron que las células aportaban
una forma nueva y elegantemente senci­
lla de explicar la evolución del lenguaje,
el desarrollo de la empatía humana y el
fundamento neural del autismo. Siguió
toda una cohorte de estudios científicos
que implicaron a las neuronas especulares
94
en los asuntos más dispares, desde la esqui­
zofrenia y abuso de drogas hasta la orienta­
ción sexual o el bostezo contagioso.
En el año 2000, el psicólogo V. S. Rama­
chandran pronosticaba que el impacto de
las neuronas espejo en psicología reme­
daría lo que fue la revolución en biología
auspiciada por el descubrimiento de la
estructura del ADN, una suerte de marco
unificador y principio capaz de explicar fa­
cultades mentales que habían permaneci­
do envueltas en el misterio, inaccesibles a
la experimentación. Entusiasmo al que se
sumaría, entre otros muchos, Marco Iaco­
bini, para quien alcanzamos la intelección
de los demás gracias a ese conjunto curio­
so de neuronas cerebrales. Estas servirían
para unirnos a los demás, mental y emo­
cionalmente. Se sucedieron artículos y pu­
blicaciones sobre el papel de esas células
en el lenguaje, la imitación, la percepción
social, la empatía, la lectura de la mente, la
apreciación de la música, la apreciación del
arte, el disfrute del deporte o el autismo.
El propio Dalai Lama visitó la Universidad
de California en Los Ángeles para asistir a
una conferencia sobre neuronas espejo y
cultivo de la compasión, por lo que a ve­
ces se les ha llamado «neuronas del Dalai
Lama». (En 2002, se informó de la presencia
de neuronas espejo fuera del área F5, en
una región sensomotora del lóbulo parietal
del mono, llamada PF.)
The Myth of Mirror Neurons, The Real
Neuroscience of Communication and Cog-
nitio refleja la frustración de Gregory Hic­
kok, profesor de ciencia cognitiva de la Uni­
versidad de California en Irvine y director
de su centro de ciencia del lenguaje, ante
la persistencia de tales declaraciones exa­
geradas sobre esas células. Hickok reexa­
mina la historia de las neuronas espejo
y pone al descubierto la debilidad de sus
apuntalamientos: un par de supuestos de­
pendientes de código sobre la actividad de
las neuronas espejo y la comprensión hu­
mana. Apoyándose en un amplio espectro
de observaciones procedentes de las inves­
tigaciones sobre conducta animal, técnicas
de neuroimagen, trastornos neurológicos,
etcétera, va desmoronando tales bases. No
hay pruebas en los monos de que las neu­
ronas espejo faculten la comprensión de
la acción, ni se requieren para entenderla.
Las neuronas espejo del macaco difieren de
las respuestas cerebrales paraespeculares
de los humanos; la ejecución de la acción
y su comprensión están disociadas en hu­
manos; la lesión del hipotético sistema de
neuronas espejo de los humanos no pro­
duce déficits en su comprensión.
De manera destacada, rechaza la pre­
tensión de reducir la complejidad de la
adquisición del lenguaje humano y su com­
prensión a las neuronas espejo. Se muestra
escéptico también ante la declaración de
que estas sean lo único que se requiera
para inferir la intención de los otros, una
capacidad conocida como comprensión
de la acción. Si las neuronas espejo de la
circuitería motora explicaran por sí solas
el lenguaje y la comprensión de la acción,
objeta Hickok, entonces los pacientes con
una circuitería motora deteriorada debe­
rían mostrarse incapaces de comprender el
lenguaje y las acciones de los demás.
En una investigación del reconocimien­
to del habla, a largo plazo y con la parti­
cipación de cien individuos con lesiones
cerebrales (en su mayoría resultantes de
ictus), quedó probado que los fallos en la
comprensión del lenguaje se debían a tras­
tornos en la región auditiva y no al hipoté­
tico sistema especular. Se ha comprobado
que, si bien hay pacientes con deterioro en
la circuitería motora que presentan mer­
mas sutiles en la percepción del lenguaje,
no ocurre lo mismo con otros pacientes
con la misma alteración. De hecho, se da
percepción del habla en pacientes que han
sufrido daños en sus centros cerebrales
motores y podemos entender acciones que
no podemos acometer. Alguno distinguiría
con razón entre Rizzolatti y sus epígonos;
el primero ha mantenido siempre que las
neuronas espejo no bastan para el lenguaje
o la comprensión de la acción, en tanto que
la postura radicalista sería privativa de los
segundos.
La intervención de las neuronas espejo
es limitada, al menos en el contexto de las
capacidades humanas cuya viabilidad se
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
les atribuye. No olvidemos que la piedra
angular teórica es una clase de células de la
corteza motora de un animal que no puede
hablar, ni apreciar la música ni mostrarse
amistoso con sus congéneres. ¿Cómo admi­
tir que una célula de la corteza motora del
Cartografiando la experiencia espiritual
La espiritualidad es una cualidad innata del cerebro y, como tal,
debe poseer una función biológica
EL CEREBRO ESPIRITUAL
Por Francisco J. Rubia. Fragmenta Editorial,
Barcelona, 2015.
¿E
s la experiencia espiritual un fe­
nómeno cultural o una cualidad
intrínseca de nuestro cerebro? El
profesor Francisco J. Rubia no tiene duda
alguna: lo segundo. Desde su primer ca­
pítulo, El cerebro espiritual nos revela un
claro objetivo: explicar la espiritualidad
desde un punto de vista biológico y los
mecanismos cerebrales que la subyacen.
El lector interesado en la neurobiología de
MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
mono se convierta en plantilla neural del
lenguaje humano, la empatía, el autismo y
muchos comportamientos más? La razón
aducida es sumamente sencilla y, por ello,
atractiva. Cuando el mono busca un obje­
to, «entiende» su propia acción, el fin de
la espiritualidad y la religión no quedará
defraudado, ya que encontrará un repa­
so exhaustivo a la cartografía cerebral de
ambas.
La tradicional separación entre mente y
cerebro, fruto del dualismo que impregna
nuestra cultura occidental, no tiene senti­
do desde el punto de vista del neurocien­
tífico; la distinción entre materia y espíritu
queda obsoleta una vez descartado el dua­
lismo; por ello, el autor se permite acuñar
un neologismo para aquello que constituye
nuestro cerebro: «espiriteria».
El problema de qué entendemos por es­
piritualidad va ligado a uno de los retos
más complejos a los que se enfrenta la neu­
rociencia actual, a saber, la definición de la
consciencia. Se señala que existen dos ti­
pos de consciencia: la del estado de vigilia,
aquella en la que nos encontramos usted
mientras lee esta reseña y yo mientras la
escribo, y la inhibida, a la que se accede
con dificultad mediante estados alterados,
y que, según el autor, son la base de la ex­
periencia espiritual.
Así pues, deben existir regiones en el
cerebro que, al ser estimuladas, generen
la experiencia espiritual. La humanidad
ha buscado desde antiguo rutas de acceso
a esta experiencia: desde la inducción de
estados de trance chamánicos mediante
el ayuno o melodías repetitivas hasta la
ingesta de sustancias psicoactivas. A lo
largo de varios capítulos de este libro, re­
corremos, en un contexto histórico y so­
esta y por qué la realiza. El mono «sabe»
lo que está ejecutando y por qué. La mente
del primate inquisitivo desea conocer qué
es lo que otros monos saben de sus propias
intenciones.
—Luis Alonso
cial, los usos de una amplia variedad de
drogas, como la mescalina y la ayahuasca
de los nativos en Sudamérica, el cornezuelo
en la antigua Europa o el LSD en la Euro­
pa contemporánea, todos ellos con fines
espirituales. Estas drogas, utilizadas para
acceder a la consciencia inhibida, reciben
también el nombre de enteógenas, es decir,
son sustancias que generan la presencia
de un ente (de un dios, en realidad) dentro
de nuestro propio cerebro. De hecho, el
uso de drogas enteógenas podría ser tan
antiguo como la humanidad: la coca se
utiliza en los Andes desde hace al menos
7000 años, mientras que el soma de los
vedas (y después de Huxley en su mundo
feliz), una bebida probablemente a base de
hongos alucinógenos, ya se menciona en
1500 a.C. en la India. Estas drogas actúan
sobre los sistemas de neurotransmisores
cerebrales, siendo las más potentes enteó­
genas aquellas que modulan los niveles de
dopamina y de serotonina.
Cada región del cerebro es rica en un
conjunto específico de neurotransmisores,
la señalización mediante los cuales ejerce
una función concreta. Por ejemplo, las neu­
ronas del sistema de recompensa cerebral,
indispensable para la supervivencia del or­
ganismo, utilizan dopamina. Se cree que la
dopamina de la región prefrontal señala el
valor de los estímulos que percibimos, por
lo cual la ingesta de sustancias que eleven la
dopamina podría incrementar la importan­
cia de los estímulos y episodios ocurridos
95
LIBROS
en los rituales espirituales. De hecho, enfer­
medades del sistema nervioso que cursan
con excesos o déficits de dopamina hacen
que quienes las padecen sufran cambios en
su espiritualidad. Por ejemplo, las personas
con párkinson, que cursa con degeneración
de neuronas dopaminérgicas, tienden a ser
menos espirituales, mientras que las perso­
nas con esquizofrenia lo son más.
Además de la corteza prefrontal, otras
regiones cerebrales como la amígdala y
el hipocampo podrían ser cruciales para
la experiencia espiritual. La estimulación
de estas estructuras, mediante drogas en­
teógenas, puede dar lugar a experiencias
de abandono del cuerpo. Además, estas
estructuras participan en las conductas
sexuales o agresivas, explicando que es­
tas acompañen a la experiencia mística.
El orgasmo, de hecho, produce cambios
similares en las estructuras cerebrales a
los éxtasis místicos.
Si la espiritualidad es innata, biológica,
debería estar sujeta a la evolución cerebral,
es decir, debería haber resultado beneficiosa
para la supervivencia durante la evolución.
El autor nos ofrece diversas posibilidades a
MENTE Y CEREBRO
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REDAKTIONSASSISTENZ  Hanna Sigmann
GESCHÄFTSLEITUNG  Markus Bossle, Thomas Bleck
96
este respecto: una de las consecuencias de
la espiritualidad es la tendencia a personifi­
car a seres inanimados, lo cual proporciona
ventajas para la supervivencia. Así, ver un
individuo en una roca no nos perjudica,
mientras que no reconocer a un predador
por confundirlo con un objeto inanimado
puede ser fatal. Sin embargo, también es
posible que la espiritualidad no sea más
que un subproducto de la evolución, sin
una función concreta. Para algunos auto­
res, la espiritualidad no es más que un
subproducto de la autoconsciencia. Pero
esta explicación no hace más que aplazar
el problema porque, entonces, ¿qué función
adaptativa tiene la autoconsciencia?
Si bien para el autor la espiritualidad es
una cualidad innata, la religión no lo es, ya
que se trata de un constructo de tipo social.
La religión sería una espiritualidad institu­
cionalizada. Con frecuencia escuchamos
que la religión es innata, ya que no existen
sociedades humanas que carezcan de reli­
gión, pero el autor puntualiza: las socieda­
des animistas y chamánicas, o sociedades
como la budista, no pueden considerarse
religiosas, solo espirituales. Mientras la re­
DISTRIBUCIÓN
para España:
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Ejemplares sueltos: 6,90 euros
El precio de los ejemplares atrasados
es el mismo que el de los actuales.
ligión no puede existir sin espiritualidad,
la espiritualidad es independiente de la re­
ligión, pero, además, es la fuente de esta. En
cuanto a los posibles beneficios biológicos
de la religión, encontramos el aumento de
la cooperación en el grupo y el alivio de las
tensiones internas en él.
El origen de la religión podría también
deberse al impulso antropomorfizador del
ser humano. La magia supone la capacidad
de los humanos de manipular el mundo
a voluntad; cuando esta falla surge la re­
ligión, que delega los poderes en un ser
superior.
En conclusión, el profesor Rubia nos con­
vence de que tener una mente humana no
significa tener religión, pero sí poseer la
capacidad de adquirirla a través de una es­
piritualidad innata. La espiritualidad sería,
pues, la parte subjetiva de la actividad de
estructuras mentales que están al servicio
de la supervivencia. La única característica
humana común a todos los seres espiritua­
les que la mente humana imagina es, de
hecho, que están dotados de mente.
—Carmen Agustín Pavón
Universidad Jaume I, Castellón
COLABORADORES DE ESTE NÚMERO
Asesoramiento y traducción:
Luis Bou: Encefaloscopio, Syllabus, Ilusiones; Núria
Comas: ¿Sensibilidad alimentaria o moda?, El estudio
del miedo, Dinero y felicidad, ¿van de la mano?, «El
dinero todavía es un medio de coerción»; Noelia de
la Torre: Los dos grandes factores de la personalidad,
Meditación para principiantes; Federico Fernández
Gil: La tríada oscura de la personalidad; Ignacio
Navascués: El flujo sanguíneo en el cerebro; Andrés
Martínez: Efectos de la toxoplasmosis en los humanos;
F. Asensi: Retrospectiva
Portada: Mente y cerebro
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MENTE Y CEREBRO 75 - 2015
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