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Parshat Shemot
Likutei Sijot
Bsd.
1 Éxodo 1:22.
2 Véase Shemot Rabá 1:18.
3 Los astrólogos del Faraón le habían advertido que una mujer judía daría luz a un niño
que eventualmente habría de liberar de Egipto al pueblo judío (véase Rashi sobre Éxodo 1:16
y 22). Por ende, su temor era únicamente a los varones, entre quienes podría encontrarse el
Redentor, y no a las niñas.
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a los varones recién nacidos. Pero a ellas, a las parteras, no les dijo
tejaiún, harán vivir, sino tan solo “si es niña, vivirá”4, que quede con
vida, sin exigir más que eso, pues ¿podía acaso el Faraón pretender
que las parteras judías educaran a las niñas de acuerdo a la cultura
egipcia? Obviamente no. Pero cuando el decreto de matar a los recién
nacidos se hizo extensivo a todo el pueblo egipcio, en esa instancia,
el Faraón sí exigió de su propio pueblo que a las niñas sobrevivientes
“tejaiún – harán vivir” de acuerdo a las costumbres egipcias.
Y el hecho de que la Torá menciona ambos decretos juntos, en el
mismo versículo, es evidencia de que el “a toda niña harán vivir”
no es un decreto menos severo que el de “a todo niño que nazca,
lo arrojarán al río”. Matar el alma, Di-s nos proteja, es tan grave
como matar el cuerpo, e incluso peor, pues5 “la muerte espiritual
es más grave que la muerte física”.
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en su faceta espiritual: arrojarlos a los niños judíos dentro de la
idolatría y el placer de Egipto, esto es, asesinar sus almas, Di-s
libre, pues el Nilo es un río, o sea, está compuesto por agua, lo que
conceptualmente alude al plano de la sensación de placer (porque “el
agua es la que hace crecer todos los tipos de elementos que producen
placer”7).
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de Egipto” que desea que no quede vestigio ni sobreviviente, Di-s
libre, del judaísmo, de las almas judías, y mediante ello tampoco
quede resabio alguno de los cuerpos judíos.
Por lo tanto, hay que oponerse con la máxima energía a sus
“decretos”, y educar a los niños de acuerdo al espíritu tradicional
judío.
“actuemos astutamente con ellos” (es decir, con los Israelitas) sino “con Él” – el Redentor de
Israel, Di-s.
11 Deuteronomio 6:7.
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que viva con ellas”12, con las mitzvot de la Torá. Y que este maestro
eduque de ese modo a los niños en el sendero de vida de la Torá
y la mitzvot. Es específicamente con este tipo de educación que se
salva a los propios hijos, y por intermedio de ellos al pueblo judío
entero.
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que el Altísimo ordenó concebir hijos y formar familias judías, se
debe actuar en consonancia, sin especular qué utilidad tendrá eso.
Y en premio a estas mujeres virtuosas, nuestros ancestros fueron
liberados de Egipto.
Lo mismo también hoy en día. En cada país, y especialmente
en los Estados Unidos de América, no debemos prestar atención
a la pasión mundana que predomina en el ambiente nacional, ni
hacer cálculos acerca de las necesidades concretas del futuro. Hay
que educar a los niños tal como indicó el Todopoderoso, y Él ya Se
ocupará de todo lo que en el futuro precisen los niños y también sus
padres.
Es precisamente cuando ignoramos por completo el “decreto del
Faraón”, que salvamos a los propios hijos y traemos la Redención
global para todo el pueblo judío, a través de nuestro justo Mashíaj,
realmente pronto.
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fuera dicho” en otras ocasiones en que se interpreta un versículo
en párrafos de la Hagadá), pues al respecto no hay evidencia alguna
en el versículo. En cambio, la alusión es una de carácter general,
queriendo decir que hubo una situación de aflicción relacionada con
los niños. Pero que los niños mismos sean una “esforzada labor” –
la Hagadá no cita evidencia alguna de ello17.
Y como en la Hagadá no se cita prueba alguna al respecto, se
deduce que eso es algo obvio. Y si es así, no es preciso aprenderlo
mediante una interpretación de las Escrituras.
17 Véase el comentario de Rabí Iomtov Isbili (“Ritvá”) sobre este párrafo de la Hagadá.
18 Sobre el versículo “Las enseñarás a tus hijos” (Deuteronomio 6:7).
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con laborioso esfuerzo en el camino judaico durante la época del
decreto– fueron precisamente quienes Lo reconocieron primero”
a Di-s19 en el momento de la Partición del Mar de los Juncos. Los
primeros no fueron Moshé, Aharón, los hijos de Aharón, tampoco
los ancianos, y ni siquiera la generación previa a la esclavización,
sino estos niños judíos criados con mesirut néfesh –total entrega
y auto-sacrificio– “ellos fueron los primeros en reconocerlo” y no
apenas con un reconocimiento distante, superficial y borroso, sino
uno al que de tan próximo, visible y palpable se le puede aplicar
la expresión de ze, “Este (ze) es mi Di-s y lo alabaré”20 es decir,
“señalando” con el dedo, como si fuera.
19 Sota 11b. Cuando el Santo, bendito sea, se reveló en la Partición del Mar de los Juncos,
los hijos nacidos bajo esas duras condiciones y terribles decretos de Egipto fueron los primeros
en reconocerlo a Él, exclamando: “Éste es mi Di-s y yo lo alabaré” (Éxodo 15:2). Véase también
Shemot Rabá 1:12, e ibíd. 23:8 y 15.
20 Véase Rashi (y Shemot Rabá 23:15 etc.) sobre este versículo.
21 Levítico 19:17. La obligación de reprochar a otros cuando observamos su mal
comportamiento nos coloca a todos, no sólo a los maestros y educadores, en una relación de
maestros-alumnos.
22 Génesis 1:28, que, como todo precepto en la Torá, es aplicable a cada uno, solteros
y casados, jóvenes y ancianos, en todo momento a lo largo de nuestra vida entera. Como se
explicará a continuación, ello es posible en el sentido espiritual de “hacer a otro judío” al ayudar
al prójimo a lograr que sea como Di-s espera de él.
23 Sanhedrín 19b.
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Rebe, cuyo contenido es el siguiente: No sólo los conceptos y temas
de la Torá son Torá (“instrucción”), sino también el orden en la Torá
con que se presentan sus mitzvot y demás cuestiones, es asimismo
Torá24. Así, el primer fundamento en la Torá, y por lo tanto el
primer fundamento en la vida del judío es que “¡un judío debe
hacer nacer y formar a otro judío!”.
Por lo tanto a cada judío se le dice que debe tomar conciencia y
esforzarse laboriosamente en hacer otro judío, en general, llevarlo
a la senda de la Torá, y en particular esforzarse en que la educación
de los niños sea kosher, es decir, basada en los genuinos valores
milenarios del judaísmo.
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padre que les enseñe. Pero se encontraron con que aquel niño que
tenía padre era llevado por éste a Jerusalén a estudiar, pero el que
no lo tenía, no. En consecuencia, luego los Sabios instituyeron que
haya melamdéi tinokot en cada provincia y que enseñen a todos los
jóvenes de 16 y 17 años. Sin embargo el sistema tenía sus defectos;
a esa edad, si el maestro se veía obligado a disciplinarlos, los jóvenes
sencillamente se enojaban y abandonaban el estudio, hasta que vino
Iehoshúa ben Gamla e instituyó que en todas partes, en cada
provincia y en cada ciudad donde residieran judíos, haya maestros
que enseñen Torá gratuitamente a los niños a partir de los 5 o 6
años”27. En virtud de esta norma por él promulgada es recordado
para bien en todas las generaciones sucesivas.
En la ex Unión Soviética, cuando la Ievseksia28 bolchevique
prohibió el estudio de la Torá, no lo prohibió del todo. Sostenían
que una vez que el niño crezca, adquiera madurez mental, y elija
estudiarla, estará permitido enseñarle. Su prohibición sólo regía
para el estudio con niños pequeños. Y fue contra eso que los judíos
10 se plantaron con la mayor firmeza y mesirut néfesh –disposición
a todo sacrificio– porque toda la supervivencia del pueblo judío
depende de la educación recibida en los años de infancia.
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hacerlo una persona simple! ¿Hablar con alguien para que haga un
aporte de dinero para un Jéider –la escuela tradicional judía– o para
una Ieshivá –seminario rabínico–? ¡Eso corresponde a un meshulaj
–recaudador de donaciones– pero no a una persona como él! Y otros
argumentos por el estilo.
A este judío le decimos: ¡Esa evaluación tuya es tal vez válida en
épocas normales! Pero cuando hay un incendio, Di-s libre, ¡no se
convocan reuniones para evaluar quién lo extinguirá! En cambio,
¡cada uno actúa! ¡Cada uno debe hacer todo lo que pueda para
apagar el incendio!
En el otro extremo, está quien argumenta que ya se esforzó lo
suficiente en aras del jinuj hakasher. Ahora, que actúen otros. A él le
respondemos29: “La persona nació para esforzarse”. El ser humano
siempre debe estar activo, ser productivo y esforzarse en ello.
Para justificar los sufrimientos que permanentemente soporta el
alma, cuyo único interés es el apego a Di-s y la vida espiritual, debido
a su descenso a un cuerpo físico30 que por naturaleza no comparte
esos ideales y a menudo la obliga a transitar el camino opuesto, la 11
persona debe esforzarse todo el tiempo, pues durante aquel breve
instante en que no lo hace, los sufrimientos del alma son en vano.
Y tal como esta actitud debe desplegarse en cuanto a uno mismo,
del mismo modo debe ser31 respecto del prójimo, y en particular
en lo que atañe a la educación judía de los niños: hay que invertir
esfuerzo permanente en ello.
29 Iyov 5:7.
30 Véase la carta impresa a continuación del Maamar Batí LeGaní 5713 (Séfer
HaMaamarím Melukat I, pág. 38 y ss.).
31 Obsérvese el relato en Bavá Batrá 8b: “Ya van trece años...”. (El Talmud cuenta
que Rav encontró a Rav Shmuel bar Shilat en un huerto, por lo que le dijo: ‘¿Has abandonado
tu fidelidad (– tu trabajo de maestro que desempeñabas con fidelidad, supervisando a tus
alumnos constantemente; Rashi allí))?’. Le respondió bar Shilat: ‘Ya van trece años que no veo
el huerto, y aun así también ahora estoy pensando en ellos’. Tal era su entrega a la importante
labor de enseñar a niños.
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11. En el final de la Sección Semanal está escrito que Moshé
Rabeinu –al ver que como consecuencia de su gestión inicial ante
el Faraón para que libere a los judíos de su esclavitud aquel redobló
su exigencia, empeorando la situación de los judíos– cuestionó a Di-
s32: “¿Por qué has hecho mal a este pueblo? ¿Por qué me enviaste?
Desde que vine al Faraón a hablar en Tu nombre, él ha hecho mal a
este pueblo, y Tú no has salvado a Tu pueblo”. A lo que el Altísimo
respondió (al comienzo de la Sección siguiente, Vaerá)33: “Yo soy
Di-s (Havaiá). Me mostré a Avraham, Itzjak y Iaacov como E-l Sha-
dái, mas con Mi Nombre Havaiá no me hice conocido a ellos… Por
lo tanto, di a los Hijos de Israel: ‘Yo soy Havaiá. Los sacaré de debajo
de la opresión egipcia, los salvaré... los redimiré... y los tomaré..., y
sabrán que Yo soy Havaiá, su Señor”.
En Torá Or34 se explica que en el momento de la Entrega de la
Torá Di-s se reveló a los judíos como Él es en el excelso nivel de
Divinidad representado por el Nombre Havaiá (que a los Patriarcas
no les fuera revelado), pero para que les sea posible a los judíos
12 absorber esa manifestación –“sabrán que Yo soy Havaiá”– fue
imprescindible, como preparativo, el exilio en Egipto –“has hecho
mal a este pueblo”–.
Y allí, en Torá Or, concluye esta explicación diciendo que lo
prolongado de éste, el último exilio, responde a la misma razón: este
galut –exilio diaspórico– es una preparación para las Revelaciones
de Divinidad del Futuro Venidero, con la venida del Mashíaj.
32 Éxodo 5:22-23.
33 Ibíd. 6:2-7.
34 56d.
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ella queda en pie, y siempre tiene cabida
–tal como dijo mi suegro, el Rebe anterior, en ocasión de
un Farbrenguen –reunión jasídica– de Shavuot, respecto del
interrogante que se plantea en la Filosofía Jasídica, “¿por qué no
se fijó la festividad de Simjat Torá (que celebra la culminación de la
lectura anual de la Torá) en Shavuot, Época de la Entrega de nuestra
Torá (que es cuando el ciclo anual de lectura debería recomenzar)? Y
dijo que dado que esta es una incógnita planteada en un área de la
Torá, a pesar de tener respuesta la pregunta sigue teniendo cabida
y por lo tanto se puede decir, incluso luego de dicha respuesta, que
Simjat Torá debería ser no obstante en Shavuot–.
Así también es en el tema que nos atañe: en vista de que el planteo
de Moshé “¿por qué has hecho mal…?” figura escrito en la Torá,
incluso después de la respuesta de Di-s, “Me revelé a Avraham… y
(con) Mi Nombre Havaiá no Me di a conocer a ellos…”, sigue en pie
la posibilidad de preguntar: “¿Por qué has hecho mal…?”.
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kashá)” – ésta es la kushiá37”; “con argamasa (bejómer)” – este es
el kal vajómer38; “así como con toda tarea en el campo” – ésta es
la baraita39; “y con ladrillos (ubilveiním)” – esto es libún hiljetá40.
Véase allí, en Torá Or, el análisis exhaustivo.
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la semana, cuando lo sacude un fuerte aluvión intelectual, cuando
“corren” por su cabeza, sobre un mismo tema, razonamientos lógicos
que van en una dirección y simultáneamente otros que van en otra
contraria, tiene una solución: escribirlas. Es una solución pues las
letras escritas restringen y aminoran el torrente intelectual, y en
esa instancia le es más fácil arribar a una conclusión definitoria. No
así en Shabat. Como no cuenta con ese recurso de escribir, dado que
ello está prohibido, llegar a la resolución le demanda un esfuerzo
intelectual extremo.
Así también, se cuenta44 que cuando el Míteler Rebe45
pronunciaba un Discurso Jasídico, el silencio era absoluto. Y sin
embargo, a veces se lo escuchaba decir en medio de su alocución:
“¡sha! ¡sha!” –¡silencio! ¡silencio!–. El Rebe Rashab46 explicó que
ello no se debía a ruidos externos, ya que no los había, sino que era
para refrenar su propio torrente intelectual.
A simple vista el concepto no es del todo claro. ¿Por qué es preciso
frenar el flujo intelectual?
Conforme lo expuesto se entenderá: el flujo incesante de ideas 15
que corren en acelerada sucesión a favor y en contra de una hipótesis
hace difícil detenerse en el análisis de los pros y contras de cada una
de ella y volcarse por una de ellas de modo definitorio. La naturaleza
del intelecto hiperactivo es que apenas uno cree haber llegado a la
definición concluyente de un tema, resulta no ser así pues surge
inmediatamente una comprensión más profunda que produce una
hipótesis opuesta a la precedente – tal como la expresión usual del
Míteler Rebe en sus Discursos Jasídicos, que luego de desarrollar un
tema extensamente, presenta otro punto de vista y concluye: “...y no
como se expusiera antes”.
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judíos en el exilio egipcio fue “avodat párej – trabajo demoledor”.
¿Qué significa “trabajo demoledor”? La Guemará47 dice que
los egipcios asignaban a las mujeres tareas que suelen hacer los
hombres, y a los hombres tareas de mujeres, obligándolos a hacer
algo que no les es usual.
También este aspecto de “trabajo demoledor” se debe
reemplazar para que en vez de aplicarse a la vida física y generar
sufrimiento sea llevado a cabo de un modo espiritual; esto es: que
el servicio a Di-s en el estudio de la Torá y la observancia de mitzvot
no sea apenas en la medida de lo usual, sino que trascienda nuestro
hábito y costumbre.
Otro matiz del mismo concepto: Tal como en la esfera del trabajo
demoledor recién descripto, en el que usualmente el de las mujeres
es más fácil que el de los hombres –pues “es el hombre quien suele
conquistar, mas no la mujer”48– por lo que cuando el hombre debe
hacer trabajos de mujer pareciera ser un alivio, de todos modos no
lo es; como el hombre no está acostumbrado a ello, es un “trabajo
16 demoledor”.
Lo mismo es cuando se lleva a cabo espiritualmente: puede ser
que la tarea espiritual misma sea una pequeñez para este individuo,
pero en vista de que para realizarla la persona debe cambiar su
hábito, esa labor fuera de lo usual sustituye al trabajo demoledor en
su forma física.
El Alter Rebe, en el Tania49, aplica el mismo criterio cuando explica
la razón de que la Guemará50 diga que quien repasa un tema de
la Torá tan sólo 100 veces es llamado “aquel que no Lo sirvió (a
Di-s)”51, mientras que el que lo hace 101 veces es llamado “aquel
47 Sotá 11b.
48 Ievamot 65b. Como el versículo dice “Fructifíquense, multiplíquense, llenen la tierra y
conquístenla” (Génesis 1:28), los Sabios, apoyándose en que son los hombres quienes salen
a la guerra (“suele conquistar”) pero no las mujeres, definen que la ordenanza de Génesis está
dirigida al hombre pero no a la mujer.
49 Cap. 15.
50 Jaguigá 9b.
51 Malaji 3:18. “Y regresarán y discernirán entre el justo y el pecador, entre aquel que sirve
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que sirve al Señor”, pese a que la diferencia entre ambos es no más
que una vez: en vista de que este individuo cambia su naturaleza,
y supera su hábito –“en aquellos días del Talmud, era habitual y
natural repasar cada lección 100 veces”– éste que lo hizo 101 veces,
superando el hábito, es llamado “aquel que sirve al Señor”. (Y por
medio de esa única vez, la persona llega hasta la Iejidá, la esencia,
de su Alma. 100 veces, son las 10 facultades del Alma tal como cada
una de estas incluye a las 10, totalizando 100 sub-facultades; 100
veces más 1, es el nivel de Iejidá, que en lo Alto, en las Dimensiones
Espirituales, es el plano de Kéter52).
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a ella y vencerla es suficiente con apenas forzarse, doblegarse a sí
mismo53 y de ese modo contrarrestar la incitación de la Inclinación
al Mal, cuyo argumento es mera ficción, pues la verdadera voluntad
del judío es hacer lo que Di-s quiere de él. Por lo tanto, dicho acto de
mitzvá, por más que parezca que se cumple “forzándose a sí mismo”,
en verdad no es así: emana de su más genuina voluntad interior y, por
ende, en ese momento, este individuo que trascendió su hábito está
sirviendo realmente a Di-s.
53 Véase Mishné Torá del Rambam, Hiljot Guerushín, final del cap. 2.
54 Tras la respuesta de Hilel, citada en la nota 51, Ben Hei Hei volvió a preguntar: “¡¿Acaso
por (faltarle) una única vez se lo llama ‘aquel que no Lo sirve’?!”. Le respondió Hilel: “Ve y
aprende del mercado de los que alquilan sus burros...”.
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analogía siempre pertenece a un plano inferior, pero comienza en, y
refleja al, plano superior del cual deriva. Por eso, todos los detalles
de la analogía deben coincidir con su objeto-origen del cual derivan.
Así es también en el tema previo: jamor –burro– alude al jómer,
la materialidad del cuerpo de la persona, y del judío se demanda
“ciertamente ayudarás (a descargar) con él”55. No podemos darnos
por satisfechos con un servicio a Di-s que se vincula sólo con el
alma y deja de lado al cuerpo; en cambio, debemos refinar y elevar
también al cuerpo; el servicio a Di-s debe ser “con él”, con el cuerpo.
Y en esta tarea de refinar el cuerpo, hay dos metodologías:
a) Hacer desaparecer al “jamor” de nuestro cuerpo;
transformarlo en un vehículo absolutamente subyugado a la
Divinidad del Alma Parlante – esto es, en la terminología jasídica,
ithafjá, transformación, sublimación, de la propia naturaleza en una
más elevada; su personalidad previa ha dejado de existir para dar lugar
a una “nueva persona”
– es conocida la historia, que cuando el Alter Rebe estaba
listo para iniciar el viaje de regreso de Mezritch a su hogar, el 19
santo Rabí, el “malaj” (el “ángel” – así es como llamaban a el hijo
del Maguíd de Mezritch) lo acompañó hasta la carreta, y dijo al
carrero: “Hay que azotar a los caballos hasta que estos dejen de
ser caballos’’. Otra versión: ‘’hasta que los caballos sepan que son
caballos”. Al escuchar esto, dijo el Alter Rebe que en ese momento
se le añadió una nueva senda en el servicio a Di-s, y postergó el
viaje, quedándose más tiempo en Mezritch–.
b) Permaneciendo tal cual la persona es, es decir, sin modificar
de fondo su personalidad, se doblega no obstante a sí misma una y
otra vez y modifica sus hábitos – esto es, en la terminología jasídica,
itkáfia, doblegar la propia naturaleza. Incluso con esta modalidad
de servicio que no ha modificado su ser interior, la persona se llama
no obstante un “sirviente de Di-s”.
Y esto último es lo que insinúan los pormenores en la analogía
55 Haiom Iom, 28 de Shvat. Véase también Likutéi Sijot (ídish), vol. I, pág. 32.
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del mercado de los burreros:
En el ejemplo, el burro no fue adquirido por él, por la persona que
hará el viaje. Es decir, el animal no se transformó en su propiedad, no
se volvió suyo (lo que, de suceder, en una analogía correspondería
con el nivel de servicio de transformación total, ithafjá). Él solo lo
arrendó. O sea, el burro sigue estando en su dominio previo, en
poder de su dueño original. Pero, aun así, la persona que lo arrendó
no se limita al hábito de aquel de viajar solo 10 parsi, sino que
trabaja con éste más allá de su costumbre.
Exactamente así es en el plano espiritual. Si bien el cuerpo
conserva su estado materialista tal cual éste es, no ha cambiado,
sin embargo, por medio de que la persona somete la materialidad
del mismo, al menos doblegándola contra su voluntad exterior, este
individuo es llamado ya por ello “sirviente de Di-s”.
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