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El legado de Francisco de Miranda

Doscientos años más tarde, ¿cuáles aportes de Francisco de Miranda guardan relevancia?
Más allá de lo que fue una colorida vida signada por viajes, persecuciones, actividades subversivas contra
el orden colonial, y fracasados intentos de crear un estado moderno en Hispanoamérica (sin hablar del rol
inspirador que tuvo en las vidas de Bernardo O'Higgins, Simón Bolívar y otros tantos de aquéllos que
realizaron la independencia de América latina), algunas contribuciones de Miranda son aún dignas de la
mayor consideración:

Primera afirmación en un plano internacional de una identidad política o gentilicio


"hispanoamericano"

Papel sellado del año 1829 de la República de Colombia original, hoy recordada como Gran
Colombia
En 1783, cuando Miranda decide sustraerse del ejército español y viajar por los Estados Unidos, el gentilicio
"hispanoamericano" como apelación identitaria no era universalmente conocido, como tampoco lo era el de
"latinoamericano", creado mucho tiempo después.

Miranda fue percibido por sus anfitriones estadounidenses como un español americano. En aquel momento,
los territorios dominados por España entre el norte de California y la Tierra del Fuego eran considerados por
ella y las demás grandes potencias como entidades que podían ser ocupadas o cedidas según los avatares
políticos de Europa, sin que jugara rol alguno en ello la opinión de sus habitantes.

De Filadelfia a Moscú y de cuantas maneras le fue posible, Miranda fue el primer criollo hispano en propagar,
a una escala internacional, la idea de que España y la América hispana eran dos cosas distintas, y a
reivindicar el derecho de los habitantes de esta última a escoger su propia forma de gobierno y sus
instituciones, con autoridades y leyes emanadas de ellos mismos para regir sus propios destinos.

En nuestros días, esto se considera como un derecho inalienable, pero no siempre fue así. Es por ese trabajo
de formación de opinión y por los graves riesgos personales que corrió para propagar la idea de la
independencia, que a Miranda se le conoce con el título de El Precursor.

La adopción del nombre propio Colombia y el tricolor mirandino


Bandera de la Gran Colombia que perteneció a la Brigada Nacional de Artillería. Museo Nacional de
Colombia, Bogotá
Uno de los aspectos más resaltantes de Miranda en tanto que miembro del conjunto de personas que llevaron
a cabo la independencia de Norte, Centro y Sur América, es el de haber sido uno de los pocos que
propusieron o crearon personalmente elementos o símbolos para dar una identidad a la nueva nación que
buscaban crear. De esos elementos identificadores, al menos dos siguen siendo de relevancia en nuestros
días.

Uno, el nombre Colombia, fue retomado por Miranda de un debate que ya existía en el siglo XVIII sobre lo
apropiado o no de llamar América al continente al cual navegó Cristóbal Colón en 1492. Miranda compartía el
criterio de quienes pensaban que lo apropiado era honrar a Colón, y utilizó el término Colombia para designar
a toda la América hispana y diferenciarla de la América anglosajona. Este término fue retomado en 1812 por
Simón Bolívar en su Manifesto de Cartagena y luego en 1819 en su discurso ante el Congreso de Angostura,
y será finalmente adoptado ese mismo año en el nombre oficial de "República de Colombia" que denominó al
país que hasta 1831 reunió los territorios comprendidos entre Venezuela, la actual Colombia, heredera de la
denominación, y Ecuador.

El segundo elemento simbólico escogido por Miranda que es hoy aún relevante, es el esquema de colores con
el que quiso representar a la nueva nación, visible hoy en día en las banderas nacionales de los tres países
antes mencionados. Es con esos tres colores -el amarillo, el azul y el rojo- que más de 13 millones de
ecuatorianos, 43 millones de colombianos y 26 millones de venezolanos mantienen una relación afectiva
difícilmente cuantificable, pero no por ello menos importante.

Sus diarios y su archivo personal

Archivo personal de Francisco de Miranda, fotografía datante del período de conservación en la


Academia Nacional de la Historia
Desconocido durante más de un siglo tras el encarcelamiento de Miranda, el paradero de los diarios y el
archivo que guardó a todo lo largo de su vida fue definitivamente establecido por el historiador venezolano
Caracciolo Parra-Pérez en 1927: los 63 volúmenes que lo conforman se hallaban en una biblioteca privada en
Cirencester, Inglaterra, lugar adonde habían ido a parar tras acompañar a su autor en casi todas las
peripecias de su carrera política y militar.

Recopilados a partir de 1770, el año en el que deja su Caracas natal, los diarios y el archivo contienen una
variedad de informaciones que son relevantes tanto para el conocimiento de Miranda como figura histórica,
como para el estudio de ese período crucial de la historia de Occidente que comprende el final del siglo XVIII y
los inicios del XIX. Ellos registran no sólo información sobre su vida personal, su correspondencia con muchas
personas de relevancia de su tiempo y sus esfuerzos en función de la independencia de Hispanoamérica y,
particularmente, la de Venezuela, sino también una multiplicidad de datos rigurosamente recogidos por él
sobre diversos aspectos de la vida cotidiana en los países que logra visitar: los salarios de los funcionarios
públicos; las condiciones de salubridad en mercados, prisiones, escuelas y hospitales; la calidad de los
edificios y los méritos de diversas obras de arte; el comportamiento público y privado de numerosos
personajes de relevancia de la época, las maneras de la gente llana, y muchísimos datos más que resulta
imposible enumerar aquí.

Tras su adquisición por el gobierno de Juan Vicente Gómez, una primera edición del archivo fue iniciada en
1929 bajo la dirección de Vicente Dávila con el título de Archivo del General Miranda. Completada hasta llegar
a 24 volúmenes, esta primera edición transcribe una amplia selección de manuscritos en sus idiomas
originales, sin traducción al castellano. Una segunda edición crítica titulada Colombeia (designación que el
propio Miranda le dio a su archivo), fue emprendida en 1977 bajo la dirección de Josefina Rodríguez de
Alonso con la colaboración de Gloria Henríquez Uzcátegui y Miren J. Basterra hasta llegar a 20 volúmenes.
De muy fácil consulta, esta segunda edición puso por primera vez al alcance del público hispano traducciones
al castellano de más de cuatro mil documentos originalmente en lengua extranjera. Más recientemente, en
julio de 2011, el gobierno de Venezuela publicó en Internet una versión digitalizada de los manuscritos
originales de Colombeia (www.franciscodemiranda.org), gran esfuerzo divulgativo actualmente dirigido por
Carmen Elena Bohórquez que permite el acceso a los documentos originales de Miranda gratuitamente a toda
persona con acceso a Internet.

Este compendio personal, único en su género por el alcance de las observaciones recogidas en una época de
grandes transformaciones sociales y políticas, fue inscrito en 2007 por la UNESCO en el Registro de la
Memoria del Mundo, lista patrimonial de la cual forman parte documentos irremplazables como el manuscrito
de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven.

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Fuentes - Declaración legal - Actualización 11-02-2016

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