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Cómo Ganar una Discusión sin Tener la

Razón
El uso que le darán a estos conocimientos no me importa. Si los emplean simplemente para
entretenerse de una forma enfermiza (es divertido “demostrar” lógicamente a Juan que todos
los Juanes son idiotas), para salir de discusiones incómodas, para subir el ego en público o
simplemente para sentirse como los maestros de la argumentación, sin serlo. Lo importante es
que entiendan que ninguna de estas técnicas es un argumento válido. Esa es la gracia. Si
quieren aprender a construir discursos coherentes, racionales y argumentativamente

Esto es pura mierda retórica y


correctos… lean un libro sobre la materia.

engañosa. Y eso la hace tan entretenida.

FALACIA DE FALSA BIFURCACIÓN:


Una falacia de falsa bifurcación es cuando damos una serie de alternativas exclusivas,
omitiendo que existen otras opciones. Ej: “Estudias una carrera tradicional o asumes que
serás un muerto de hambre toda tu vida”. En el ejemplo anterior, se están excluyendo otras
alternativas. ¿Acaso no puedo estudiar una carrera “no tradicional” y vivir dignamente
(incluso ganar mucho dinero)? La mejor manera de usar esta falacia a nuestro favor es
lanzarla y, rápidamente, desarrollar el escenario negativo con una pregunta abierta, que
invite a ser respondida a la brevedad. ¿No entendiste nada? Te explico.
Si le dices a alguien “o estudias ingeniería o serás un muerto de hambre”, la reacción natural
de cualquier mente levemente desarrollada, después de escuchar esa afirmación, es buscar
los otros caminos posibles y, por lo tanto, encontrar el error en la premisa: “te equivocas. Es
posible estudiar algo distinto que ingeniería y ganar buen dinero”. Para evitar eso, lo que
haremos será poner a funcionar la mente de nuestro interlocutor con una pregunta abierta,
que lo invite a buscar una respuesta a ella, en vez de encontrar el error lógico. En el ejemplo
anterior, la trampa que usaremos será: “estudias ingeniería o serás un muerto de hambre…
¿A caso crees que la gente que gana poco dinero puede ser feliz?. La reacción inmediata de
la mayoría de las personas (y, si no me crees, haz el ejercicio) será asumir la afirmación como
válida lógicamente y procesar la pregunta, respondiendo algo como “por supuesto que es
posible ser feliz con poco dinero”. Después de eso, ya habrá caído en la trampa y asumido,
de manera indirecta, que si no estudia ingeniería, ganará poco dinero.
NOTA: la pregunta que más me hacen cuando explico este ejercicio es “¿y qué pasa si la
persona se da cuenta, después de un rato, que es incorrecta la bifurcación y que existen más
alternativas que ser ingeniero/ser pobre (el ejemplo da lo mismo)?”. Simple. En ese caso, lo
que haces es responder algo como “no te des vuelta la chaqueta. Llevas media hora
defendiendo el argumento de que se puede ser pobre y feliz, y ahora, que te lo rebato,
vuelves atrás en la conversación en los puntos en los que ya teníamos acuerdo (el que calla,
otorga)”.
El ejemplo que usé vale fungi. Lo importante es que entiendas la esencia.

FALACIA GENÉTICA:
Nuestro objetivo aquí es descalificar un argumento atacando sus orígenes, sin importar la
validez del mismo. Ejemplo: “no es válido ese argumento de Nietzche, considerando que él
mismo era un loco que pasó años en instituciones psiquiátricas rallando la papa”. ¿Ven
donde está la trampa? Es lo mismo que decir “El volskwagen escarabajo es un mal auto
porque fue creado por el régimen nazi”. El truco de esta trampa recae, principalmente, en el

tono levemente soberbio con el que se debe utilizar. Practícala, es fácil de dominar.

CAMBIO DE PREMISA:
este es un filete. Es una de las técnicas más usadas, de manera casi inconscientes, por la
mayoría de las personas. Domínala y podrás detectarla fácilmente (y hacer pasar un mal rato a
tu contraparte), pero mejor aun, podrás utilizarla para nunca perder una discusión. Funciona
así: en un debate técnico, de torneo, la premisa o tema a debatir está definido y anotado.
Ejemplo: “¿Debe legalizarse la marihuana con fines terapéuticos?”. De igual modo, las posturas
se asignan. Un equipo está “a favor” y el otro “en contra”. ¿Cuándo fue la última vez que
participaste en una discusión en la que hubiese un gran papelógrafo con el tema y de tu cuello
colgara un cartel con tu postura?
Bien, imaginemos la siguiente situación:
Te encuentras en un pub, con tres cubalibres en el cuerpo, hablando sobre lo terrible que es el
trabajo infantil. Comentas distendidamente cómo los niños no se pueden desarrollar, no
tienen infancia, pierden la inocencia, etc. De pronto, el nuevo pololo de la mina que te gusta
(no sé, inventa alguien que puedas despreciar rápidamente), que es más simpático, más
inteligente, más mino y que por lo que dicen tira más rico que tú, saca una cifra de la OIT que
dice que, lamentablemente, no es posible eliminar el trabajo infantil en el mundo, porque en
los países más pobres, esos niños marcan la diferencia entre una familia que come poco… y
una que se muere de hambre. Asumamos que no eres un experto en el tema y que tampoco
eres campeón mundial de debate. Tranquilo, salir “ganando” la discusión es extremadamente
fácil. SÚMATE. ¿A qué, cómo, dónde? Sí, súmate a su argumento. Lo que él acaba de decir,
mágicamente, ayuda a probar lo que llevas todo el rato afirmando: que el trabajo infantil debe
ser regulado, para que los niños que están obligados a trabajar, lo hagan en condiciones dignas
y seguras.
Este es el momento en que tú, lector, me dices esto: “UN FUCKING MOMENTO, URI. No me
vengas ahora con eso. El tema de la discusión era si debe o no permitirse el trabajo infantil. Y
yo estaba en contra”. ¿Sí? ¿Estás seguro? ¿Dónde está escrito? Piénsalo detenidamente.
Nunca se llegó a un acuerdo de cuál era, exactamente, la premisa sobre la que se estaba
discutiendo. Tampoco, tú te “casaste” con una postura. Para todos los que están en nuestra
mesa virtual, de nuestro ejemplo virtual, en nuestro pub virtual, con nuestro odiado playboy-
tulón-millonario-tira-minas (sí, virtual)… lo que has estado diciendo durante media hora es que
“no te gusta el trabajo infantil, que es malo, bla, bla, bla”. Pero nunca has dicho la frase “yo
creo, bajo cualquier circunstancia, que el trabajo infantil debe ser prohibido en todas sus
formas, en todos los países del mundo”. Créeme, cuando te digo que, cuando tomes el
argumento del otro y lo uses para probar “tu postura”, nadie se dará cuenta de la trampa que
estás haciendo y anotarás un gol de media cancha (aunque, probablemente, esa noche le den
con inusitada rabia a tu amor platónico).

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