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LA ESCUELA ESTRATÉGICA.

Apuntes
Iñaki Aramberri
Psicólogo. Psicoterapeuta familiar y de pareja. 2002

Índice

- Antecedentes
- Los dos momentos de la Escuela Estratégica
- La Terapia Estratégica
- La Terapia Familiar Estratégica
- Un ejemplo práctico: el niño con mala conducta
- Hacia una teoría de los valores: últimos desarrollos de Cloé Madanés
- Resumen
- Lecturas recomendadas
- Bibliografía

ANTECEDENTES:

Se entiende por ESCUELA ESTRATÉGICA el modelo de terapia familiar cuyos


primeros planteamientos básicos están planteados por Haley [Haley (1980b)] y
que prioriza, como su nombre indica, la elaboración y el desarrollo de
estrategias para resolver los problemas presentados por las familias.

Haley no proviene en sus inicios del campo de la psicoterapia. Como dice Don
D. Jackson en la introducción al primer libro de Haley [Haley (1966)], éste"...no
es psiquiatra, psicoanalista, ni psicólogo clínico". En efecto, Haley en sus inicios
era un analista de la comunicación especializado en películas populares, y fue
reclutado como investigador por Bateson para participar en el equipo que entre
1952 y 1962 estuvo estudiando la naturaleza de la comunicación desde el
punto de vista de los tipos lógicos de Rusell y Whitehead, dando especial
importancia a las paradojas que se producen en dicho proceso comunicativo.

Para realizar dicho estudio utilizaron datos de fuentes muy diversas: hipnosis,
ventriloquia, domesticación de animales, películas populares, juego, humor,
esquizofrenia, comunicación neurótica, psicoterapia, sistemas familiares y
psicoterapia familiar, y entre otras aportaciones, dicho equipo produjo el
conocido artículo "Hacia una teoría de la esquizofrenia" [Bateson y otros (1980)]
en la que desarrollaron el concepto de doble vínculo.

Es, pues, a partir de dicho trabajo, cuando Haley empieza a contactar tanto con
familias como con el ejercicio de las terapias, áreas ambas anteriormente
ajenas a su desarrollo profesional.

Durante la realización de dicha investigación, Bateson le puso en contacto con


Erickson para que indagase sobre la naturaleza de la hipnosis y sobre el
proceso de inducción hipnótica, visto desde el punto de vista comunicacional. El
interés de Haley fue tan grande que empezó a efectuar terapia breve con
hipnosis y pidió a Erickson que fuese su consultor. Esta colaboración le llevó a
profundizar en el estilo ericksoniano y a escribir las primeras producciones
teóricas en las que desarrollaba profusamente el concepto de terapia
estratégica [Haley (1966, 1980a)], pero sin implicar todavía a las familias
completas.
Apuntes “Escuela Estratégica” Iñaki Aramberri

Posteriormente pasó a trabajar con Minuchin en su clínica infantil, durante el


período en que éste estaba produciendo su modelo estructural. Esta
experiencia le llevó a Haley a entrar en una reflexión y un estilo de trabajo que
supuso un salto a una dimensión más amplia, elaborando su propio modelo de
terapia familiar.

LAS DOS FASES DE LA ESCUELA ESTRATÉGICA

La Escuela Estratégica tiene dos fases de elaboración distinta:

‐ La primera, que denominaremos "Terapia Estratégica" (dejando fuera el


concepto de familia), y que está centrada en el desarrollo de conceptos
estratégicos, pero aplicados al cambio individual.

Haley desarrolla esta elaboración principalmente en "Terapia no convencional",


a partir del modelo de intervención que utiliza Erickson. En esta fase, su
preocupación es la elaboración ordenada de la modalidad estratégica de
Erickson, haciendo hincapié en dos aspectos:

* el ciclo vital como referencia que orienta el trabajo a desarrollar por el


terapeuta
* la utilización de técnicas de tipo paradójico (tomadas de la relación hipnótica)
para vencer las resistencias que se presentan al intentar conseguir el trabajo
citado anteriormente.

‐ La segunda, que denominaremos "Terapia Familiar Estratégica", donde el


interés se amplia a la familia y a los sistemas de pertenencia, y donde
reflexiona sobre las secuencias, las coaliciones y las inversiones jerárquicas
que se producen en las familias.

El trabajo cotidiano con Minuchin le supone compartir su preocupación por los


aspectos estructurales y organizativos de las familias, ante los que Haley hace
su propia propuesta de intervención. El libro donde se produce su primera
elaboración, fundante de dicha Terapia Familiar Estratégica, es "Terapia para
resolver problemas" [Haley (1980b)].

En esta fase Haley conceptualiza:

* la modalidad de definir el problema como contrato entre personas; la


definición (o redefinición) que hagamos será lo que nos permita encarar con
éxito la terapia.
* el estudio de las secuencias comportamentales como forma de redefinir dicho
problema
* el planteamiento del "triángulo perverso" como resultado de inversiones
jerárquicas en la familia.
* el desarrollo de la primera entrevista a partir de esta modalidad de concebir
los problemas
* el planteamiento de directivas a desarrollar en casa (en esto difiere de
Minuchin que tiende a desarrollar las tareas en sesión), orientadas al cambio,
o de tipo paradójico cuando haya que superar las resistencias.

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Apuntes “Escuela Estratégica” Iñaki Aramberri

Sigue manteniendo el Ciclo Vital como eje referencial de la intervención, y el


bloqueo en dicho ciclo lo asocia con inversiones jerárquicas que generan
disfuncionalidad. La superación del problema se consigue recuperando una
coherencia jerárquica, aunque para obtenerlo no hay que hacer una
prescripción directa sino que se pueden utilizar fases intermedias de tipo
paradójico que desde un punto de vista lógico son incongruentes con el
objetivo a alcanzar.

Si bien hay elaboraciones que se mantienen en su paso de una fase a la otra,


Hoffman [Hoffman (1987)] plantea que el Haley de "Terapia no convencional"
está totalmente alejado del de "Terapia para resolver problemas" y habla de
una evolución suya en zigzag, pasando de un interés por las inducciones
relacionales que producen los diversos estilos comunicacionales así como la
utilización de las paradojas para superar las resistencias, a la investigación de
los aspectos organizativos de las familias y sus disfunciones (coaliciones y
alteraciones jerárquicas).

Veamos en más detalle ambas fases de la Escuela Estratégica

LA TERAPIA ESTRATÉGICA

El primer concepto sobre el que trabaja Haley es el de Terapia Estratégica. Es


un concepto más centrado en el cambio individual que en el familiar, pero va
sentado las bases de este tipo de abordaje, que en una fase posterior se
completará al ampliar a la familia su campo de interés.

Haley define con mucha claridad lo que para él es una terapia estratégica:

"… Una terapia se considera estratégica si el clínico inicia lo que ocurre


durante ella y diseña un enfoque particular para cada problema. Cuando
se encuentran un terapeuta y una persona con un problema, la acción
que tiene lugar está diseñada por ambos, pero en la terapia estratégica
la iniciativa corresponde en gran medida al terapeuta. Éste debe
identificar problemas solubles, fijar metas, diseñar intervenciones para
alcanzarlas examinar las respuestas que recibe para corregir su enfoque
y, por último, evaluar el resultado de la terapia para ver si ha sido eficaz."
[Haley (1980b)]. Sí podemos decir que Haley ha sido fiel a esos
planteamientos a lo largo de sus distintas producciones.

Un concepto que ya aparece aquí y que Haley enfatiza constantemente, como


algo que él considera "marca de la casa", es el del papel del terapeuta en el
cambio. Para él, el terapeuta debe asumir plenamente la responsabilidad de
influir directamente en la gente y por ello le corresponde dirigir las riendas de la
intervención de una manera clara lo que le llevará posteriormente a decir. Esto
le llevará a decir posteriormente, con su estilo provocativo habitual, que el
terapeuta tiene que insistir en la terapia hasta que el paciente cambie... o hasta
que el terapeuta se muera. Si la terapia fracasa, la culpa es del terapeuta.

También trabaja Haley sobre el concepto de Ciclo Vital: el objetivo de toda


intervención es poner en marcha dicho ciclo, que debido a los problemas del
individuo (no sólo comportamentales sino también de autoimagen o de
identidad) se encuentra bloqueado en el momento de la consulta. El terapeuta

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debe planificar tareas que le lleven a dicha persona a acceder a nuevas fases
evolutivas de dicho ciclo.

Pero la ejecución de dichas tareas se encontrará con dificultades, y éste es otro


de los puntos que Haley aborda. Toda terapia, como toda hipnosis, aunque sea
voluntaria, se enfrentará con resistencias ya sea por defecto de cooperación o
por exceso. Y el arte de la terapia consiste en encarar dichas resistencias y
producir un cambio. El terapeuta, pues, debe tener un repertorio de técnicas
que le permitan superar dichas dificultades.

En la lectura de Haley recomendada al final del capítulo, éste desarrolla toda


una serie de técnicas que permiten manejar adecuadamente estas resistencias:
aliento de ellas, ofrecimiento de una alternativa peor, aliento de recaídas,
frustración de respuestas, etc.

Para terminar, la teoría del cambio no está basada en la comprensión de las


supuestas causas de la conducta, sino en el impacto interpersonal del
terapeuta, registrado fuera del saber consciente del sujeto. El terapeuta no
debe buscar el insight. Haley se posiciona firmemente ante esto, y lo seguirá
manifestando a lo largo de su obra de manera tajante. No hay que pensar en
cómo ayudar a la gente a que se dé cuenta de por qué hace lo que hace, sino
que hay que pensar en cómo ayudarle a que cambie. Hay que ser activo, no
comprensivo.

LA TERAPIA FAMILIAR ESTRATÉGICA

Si bien el primer libro en el que esta escuela se presenta como terapia familiar
estratégica es el de Madanés [Madanés (1984)], las características distintivas
aparecen descritas ya de manera diferenciada en el libro de Haley "Terapia
para resolver problemas" [Haley (1980b)], un clásico de la terapia familiar, en el
que expone su enfoque de manera concisa, clara y bien delimitada. En este
libro aparte de presentar su modelo, polemiza con los modelos (principalmente
el psicoanalítico) que apuestan por la comprensión de los problemas y el
desarrollo de las personas [capítulo 7 de Haley (1980b]. Como buen analista de
la comunicación, sabe transmitir sus conceptos criticando de manera mordaz a
las escuelas con planteamientos distintos a los suyos. Ello le lleva no sólo a
criticar modelos claramente contrarios a sus planteamientos, como el
organicista y el psicodinámico, sino incluso modelos más cercanos como el
sistémico e incluso el concepto de doble vínculo, que él contribuyó a crear
[Haley (1985)].

Veamos cuáles son los rasgos distintivos de la Terapia Familiar Estratégica:

El problema como foco de la intervención

La escuela estratégica trabaja con el problema como foco central de la


intervención. El síntoma es pues el problema a resolver. No se plantea un
crecimiento del (de los) paciente(s) ni el desarrollo de experiencias
enriquecedoras, sino la resolución del problema por el que acuden al terapeuta.

Una de las tareas del terapeuta consiste en formular con claridad el síntoma
presentado de manera que la familia sepa cómo resolverlo. Es difícil cambiar a

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un "delincuente", a un niño afectado por una "disfunción cerebral mínima, a un


"esquizofrénico". Es más fácil trabajar cuando decimos que lo que pasa es que
hay "una madre dominante y un padre pasivo" o "una relación simbiótica entre
madre e hijo". La forma en que clasificamos un dilema humano puede cristalizar
un problema y volverlo crónico.

"Un síntoma es la cristalización de una secuencia que tiene lugar dentro de una
organización social, es una etiqueta que se le adosa. Si concebimos síntomas
tales como la depresión o la fobia como un contrato celebrado entre individuos
y, por ende, adaptado a las relaciones, accederemos a un nuevo modo de
pensar acerca de la terapia." [Haley (1980b)]

Si, trabajando en torno al problema-contrato, modificamos la implicación de los


miembros, el cambio en torno al problema supone también un cambio de las
relaciones, y es, en consecuencia, un cambio del sistema.

En su libro [Haley (1980b] describe de manera muy detallada, casi en plan


manual, cómo efectuar una primera entrevista centrada en el problema de tal
manera que hay una identificación de los problemas concretos así como de las
implicaciones de los distintos miembros y de los objetivos que la familia se
plantea, de tal manera que el terapeuta puede construir las primeras directivas
en torno a las que planificar y efectuar la intervención, que tenderá a ser lo más
breve posible; se efectúa un "contrato" con la familia sobre lo que se debe
cambiar, y una vez conseguido, se acaba la intervención. A no ser que la
familia presente otro problema distinto, y se efectúa un nuevo contrato.

Unidades sociales sobre las que intervenir

Las personas implicadas en dicho "contrato", es decir, las personas que


mantienen el síntoma, son aquéllas que mantienen una relación importante con
él. Otra tarea del terapeuta consiste en identificar la unidad social sobre la que
trabajar, que incluye a todos los que toman decisiones importantes para la
persona que presenta el problema: puede incluir no solo a la familia, sino
también a los compañeros de trabajo, a los amigos, e incluso a los otros
servicios y profesionales intervinientes (escuela, equipo de psiquiatría, sistema
judicial, etc...).

De todos modos, el terapeuta no debe hacer acción social o política, y si trabaja


con un menor con problemas de integración escolar, en vez de criticar dicha
institución si le parece mala, debe buscar la forma de utilizar lo mejor posible
las utilidades de dicho recurso.

También él debe considerarse parte de la unidad social en la que está


interviniendo, y plantearse en qué coaliciones se ve envuelto al actuar, sobre
todo cuando la petición del tratamiento no viene de la propia familia sino de
otras instituciones: escuela, etc... ¿A quién sirve el terapeuta? ¿Con quién está
aliado y contra quién?

Identificación de las secuencias de interacción:

Para poder desvelar el "contrato relacional" que hay en torno al problema


denunciado, tenemos que observar la secuencia de hechos que acaecen entre

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las personas que componen el sistema a observar. Esto nos permite tanto
desvelar dicho contrato como darnos pistas sobre lo que hay que modificar: en
efecto, si logramos que se produzca una nueva secuencia de hechos,
habremos cambiado el sistema e iremos encaminados hacia la resolución del
problema. La tarea terapéutica consiste en cambiar la secuencia interviniendo
en forma tal que imposibilite su continuación. El cambio no se logra haciendo
que la familia comprenda, sino haciendo que se modifique. Para lograrlo hay
que diferenciar tres etapas:

1.- determinar el tipo de secuencia que está manteniendo el comportamiento


específico;

2.- fijarse un objetivo específico: si la abuela se coaliga con el nieto contra la


madre, el objetivo será lograr que la madre se encargue del niño y que la
abuela asuma un rol de asesoramiento de aquélla; si uno de los progenitores
está demasiado unido a un hijo contra el otro progenitor, el objetivo es hacer
que los padres se relacionen entre sí y que el niño se interese más por sus
pares que por sus padres;

3.- es improbable, si no imposible, que un sistema pueda "normalizarse" de una


sola vez; el cambio debe ocurrir en etapas y la primera debe ser crear una
forma de anormalidad diferente: por ejemplo, pedir a los que estén más
vinculados al niño que no permitan para nada que el tercer miembro se
ocupe de él, con lo que, ante tanta tarea, acabarán cediendo espacio y poder
espontáneamente al otro implicado.

Pero no se trata de indagar cualquier secuencia comportamental, sino aquéllas


que se producen de manera rígida y repetitiva, incluyendo en el campo de
observación al menos tres personas y teniendo en cuenta lo que sucede antes
del comportamiento problemático y después, de tal manera que podamos tener
a la vista un circuito cerrado de comportamientos. Esto se verá con más
claridad posteriormente en este capítulo, en el ejemplo tratado en el apartado 6

Incongruencias jerárquicas: el triángulo perverso

La observación de las secuencias rígidas y repetitivas nos permite descubrir la


organización y la jerarquía de la familia. Ya Haley desde su primera obra [Haley
(1966)] enfoca el síntoma como algo que da poder al que lo presenta, con lo
que el hecho de que, por ejemplo, un niño presente un síntoma, significa que
tiene un fuerte poder ante los otros miembros de la familia. A Haley le ha
preocupado el tema del poder, hasta el punto de plantear que el mantenimiento
de conductas problemáticas está asociado a una organización con
incongruencias o confusiones jerárquicas (por ejemplo, que un hijo tiene más
poder que un padre), y la resolución del problema pasa por la recuperación de
una jerarquía clara y coherente. Éste debe ser el objetivo de la terapia, y ello
llevará al desbloqueo del Ciclo Vital.

Cuando Haley plantea la incongruencia jerárquica, propone el concepto de


"Triángulo perverso", con lo que designa la estructura patológica que adopta
una relación entre tres persona, en la que dos de ellas con diferente nivel
jerárquico, por ejemplo madre e hijo, o abuela y nieto) constituyen una coalición
contra la tercera, de un nivel jerárquico superior a uno de ellos (generalmente,

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de nivel jerárquico superior al hijo, es decir, uno de los padres). Esto significa
un descuido de las barreras generacionales, lo que pone en peligro la jerarquía
familiar. Por ejemplo, es un triángulo perverso la alianza entre un padre que
quiere controlar a su mujer, y su hijo, que se niega a ir a la escuela, obligando a
la madre a estar en casa e impidiéndole recuperar su trabajo tras la crianza de
los hijos. O el adolescente que presenta un problema de drogas, y hace que su
padre no se separe ni se marche de casa dejando sola a la madre, hasta que
se resuelva el problema.

A la hora de resolver el problema que trae una familia, podemos identificar


varios triángulos perversos en el mismo sistema, que habrá que ir resolviendo
uno por uno (v.g.: madre-hijo contra padre, abuela-nieto contra madre, abuela-
padre contra madre)

El síntoma como metáfora

Pero el problema, aparte de la dimensión secuencial y pragmática que hemos


visto, tiene también una dimensión analógica, metafórica. Haley no se olvida de
su trabajo con Bateson ni de los axiomas de la comunicación, y también incluye
la dimensión "analógica" del problema: éste no sólo es un estilo de conducta
adaptado al comportamiento actual de los otros integrantes del sistema, sino
también una metáfora de su situación actual. El problema de un niño o el
síntoma de un adulto son los modos que tienen de comunicarse con los demás.
El presentar la dimensión metafórica permite prescribir intervenciones en torno
a dicho sentido, disminuyendo el énfasis en las secuencias comportamentales.

Veamos un ejemplo, a través de un caso seguido por el autor de este capítulo:

Acude una pareja a terapia, porque el marido tiene un miedo horrible a la


sangre, y se desmaya incluso ante la mínima gota. La situación se está
agravando y se está extendiendo a las situaciones de color rojo intenso, con
grandes inhibiciones y bloqueos a nivel relacional y social. Al concretar las
situaciones en que se producen, aparece como elemento que llama la atención
del terapeuta que sólo le tranquiliza la presencia de su mujer. Indagando sobre
la formación de la pareja (llevan 9 años casados), son de una zona rural, y
cuando él le vio a ella apostó con sus amigos a que se la iba a "ligar". Ella
conoce esto. El marido, en sesión, se presenta como una persona sensible, y
acepta ser definido así. Entonces, se presenta una definición metafórica del
síntoma: "Usted quiere mucho a su mujer, pero no sabe cómo expresarle su
amor. Tiene miedo a que ella interprete su matrimonio como una exhibición
ante los amigos y no como un interés real por ella. Entonces, ya que no
consigue demostrarle su cariño, le demuestra que es la única persona que le
puede tranquilizar. Al no saber decirle «Tú eres mi amor» le dice «Tú eres mi
calmante». Por eso, mientras no sepa expresarle su cariño de otra manera,
debe seguir teniendo miedo para que su mujer le tranquilice". La pareja acepta
esta redefinición metafórica del problema, y no sólo se supera el miedo a la
sangre, sino que desaparecen las inhibiciones de tipo relacional y social, ya que
el marido acaba presentándose a las elecciones municipales e interviene
activamente en los mítines.

Las directivas como herramienta principal de trabajo

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Como dice [Madanés (1991)] "Para la terapia estratégica la directiva es lo que


la interpretación para el psicoanálisis: el instrumento fundamental del modelo".
En efecto, las directivas, tanto si se cumplen como si no, son muy útiles pues
sirven para:

1.- Provocar el cambio, ya que pretende que haya un comportamiento diferente


al que se traía a la sesión
2.- Intensificar la relación entre clientes y terapeuta: tanto si las siguen como si
no, los clientes tienen presente al terapeuta y a la prescripción que éste hizo,
y el terapeuta tendrá en la próxima sesión más importancia que si no la
hubiese efectuado.
3.- Obtener información: la reacción cuando se recibe la directiva es
esclarecedora respecto a ellos mismos y a su respuesta ante los cambios
deseados. Ya cumplan la tarea, no la cumplan, la olviden o lo intenten sin
éxito, el terapeuta tendrá una información que de otro modo no tendría.

Haley trata de una manera amplia el tema de las directivas [capítulo 2 de Haley
(1980b)] y dice que todo terapeuta, incluso los que intentan no serlo, son
directivos. Cuando alguien dice "Hábleme más de esto" o sonríe animando a
seguir hablando, está siendo directivo. En este sentido, acepta plenamente el
sentido del axioma de la comunicación de que es imposible no comunicar, y
toda comunicación del terapeuta es una indicación de lo que el otro debe hacer.
Hay que reconocerlo, pues, francamente, y hacerlo de una manera honesta.

Una vez reconocido, hay dos tipos de directivas a utilizar:

‐ las que se dan para que se cumplan: es decir, proponen cambiar las formas
de tratarse la gente y se pide directamente que lo hagan; hay toda una serie
de técnicas que Haley explica para conseguir impartir estas directivas; entre
éstas se incluyen el fomento de una comunicación franca, redistribución de
tareas y privilegios, establecimiento de normas, la regulación de la
privacidad;
‐ las que se dan para que no se cumplan, o directivas paradójicas: éstas se
prescriben cuando el terapeuta percibe a la familia como resistente; entonces
pide que se siga manteniendo el problema para que la familia, al resistirse,
opte por el cambio. Este tipo de directivas es adecuado cuando la familia
está muy estabilizada en torno al comportamiento problemático ya que
puede desestabilizar a la familia y hacer que vayan hacia el cambio. Éstas
requieren tres pasos: 1) definir el síntoma como motivado por la intención
benévola de preservar el sistema familiar; 2) prescribir el ciclo de
interacciones generador del síntoma; 3) coartar a la familia cada vez que
muestre signos de querer cambiar.

Las directivas de la Escuela estratégica no se realizan en la sesión, sino que


son tareas que se llevan para casa, y cuando vuelva tienen que informar con
detalle de cómo las han seguido así como de las respuestas que han mostrado
los demás miembros de la familia.

El ciclo vital como criterio diagnóstico

Utilizar un enfoque estratégico implica suscitar la cuestión del fin al que apunta
dicha estrategia y Haley sigue manteniendo como objetivo implícito lo que

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Apuntes “Escuela Estratégica” Iñaki Aramberri

planteaba en la fase de la "Terapia Estratégica": es decir, la reactivación del


Ciclo Vital. El síntoma es una señal de que la familia enfrenta dificultades para
superar una etapa de su Ciclo Vital. Y aunque la terapia se centre en los
problemas o síntomas, su objetivo más amplio es que el Ciclo Vital del sistema
se ponga de nuevo en movimiento.

Por ello el terapeuta debería tener presente implícitamente en sus


intervenciones la fase del desarrollo familiar que se debe activar.

Esto se ve claramente en "Trastornos de emancipación juvenil..." [Haley


(1985)], donde plantea que todos los problemas que se producen con jóvenes
adolescentes, tienen que ver con sus dificultades de emancipación y salida de
casa, debido principalmente a las dificultades de los padres en aceptar dicha
salida; y esto vale aunque el joven viva fuera de casa, pues la desvinculación
es algo psicológico, no físico ni geográfico. El objetivo, pues, en estas
situaciones (ya sean los síntomas trastornos psicóticos, comportamentales, de
toxicomanía, etc...) es siempre que el joven sea capaz de salir del triángulo en
que se encuentra implicado con sus padres, para que pueda vivir como otras
personas jóvenes normales, y que la familia permanezca estable sin el hijo
problema.

UN EJEMPLO PRÁCTICO: EL NIÑO CON MALA CONDUCTA

Vamos a intentar aplicar lo visto hasta ahora utilizando un ejemplo práctico.


Analicemos una secuencia que se produce en torno a un niño con mala
conducta en casa, tomado de [Haley (1980b)]. Veamos cómo en función de los
comportamientos que observemos decidiremos uno u otro tipo de intervención

Si analizamos solamente el descontrol del niño, lo que observamos es:

1.- El niño presenta mala conducta en casa: empieza a manifestar síntomas o a


descontrolarse

Entonces, haremos hipótesis centradas en el individuo, que será el único


sintomático y el que tendrá que cambiar, aplicando intervenciones centradas en
la persona.

Si analizamos solamente la relación madre-hijo, se percibe:

1.- El niño presenta mala conducta en casa.


2.- La madre no es capaz de controlarlo: es incompetente; trata ineficazmente
de manejar al niño, y fracasa.

Veremos, pues, que por parte de la madre hay una incapacidad en ejercer la
autoridad, con lo cual se podría ir en la dirección de ayudarle a manejar mejor a
su hijo.

Si incluimos una tercera persona en el campo de observación - el padre - los


comportamientos que se producen a partir del síntoma son los siguientes:

1.- El niño presenta mala conducta en casa.


2.- La madre no es capaz de controlarlo.

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3.- El padre es competente: trata al niño con eficacia.

Lo cual nos puede hacer plantear la hipótesis de que la mujer es insegura y


necesita el apoyo del marido que es fuerte y eficaz. El descontrol del hijo
produce un acercamiento del marido a la mujer desde una posición de dominio.

Si en cambio a la hora de estudiar la secuencia incluimos lo que sucede


también antes de que se produzca el descontrol del hijo lo que percibimos es lo
siguiente:

1.- El padre es incompetente: viene cansado del trabajo a casa, y se muestra


apático, indiferente; se comporta de modo perturbado o deprimido, no
desempeñándose de acuerdo con su capacidad.
2.- El niño presenta mala conducta en casa.
3.- La madre no es capaz de controlarlo.
4.- El padre es competente: sale de su apatía.
5.- El niño presenta buena conducta: recobra su compostura y se porta bien, o
se lo define como normal.
6.- Madre competente: la madre se vuelve más capaz y se maneja de manera
más competente con el hijo y el padre, esperando más de ellos.
7.- Padre incompetente. El padre se comporta de un modo perturbado o
deprimido, no desempeñándose de acuerdo con su capacidad, y recomienza
el ciclo.

Incluyendo en la secuencia comportamientos precedentes a la aparición del


síntoma, percibimos en cambio, que el padre es el que desencadena dicha
secuencia, cuya finalidad, puesta ahora al descubierto, es ayudarle a salir de su
desinterés, de su "depresión".

Esta definición del problema permite planificar diversas intervenciones:

‐ de las que se deben cumplir: que el marido en lugar de controlar esté muy
encima de la mujer hasta que sea ésta la que le controle; de esta manera
también se activa, pero su interacción es con la mujer, como forma de
potenciar su relación con ella (pueden aparecer conflictos tapados) y se saca
al hijo del triángulo. Lo que puede suceder es que si hay un conflicto en la
pareja, la mujer sea incapaz de ayudar al marido y por eso tenga que ser el
hijo el que lo haga.

‐ de las que no se deben cumplir (tipo paradójico): se puede pedir al hijo que
se siga descontrolando, a la madre que siga siendo incapaz de contenerle, y
al padre que les premie a ambos por ello, pues es una ayuda que le están
dando, mientras no descubran otra manera de hacerlo. De esta manera se
redefine el síntoma como una forma metafórica de la ayuda que quieren dar
al padre, dejando abierta la puerta de encontrar otras modalidades menos
problemáticas.

HACIA UNA TEORÍA DE LOS VALORES: ÚLTIMOS DESARROLLOS DE


CLOÉ MADANÉS

La Escuela Estratégica tuvo en su período inicial su gran momento de


desarrollo conceptual [Haley (1980a, 1980b, 1985); Madanés (1984)] y aunque

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su influencia sigue siendo grande, se ha producido un parón a dicho nivel de


conceptualización. Desde "Trastornos de emancipación juvenil..." [Haley (1985)]
Haley sólo ha publicado unos libros en que recoge sus conversaciones con
Erickson, otro libro en que él conversa con otro terapeuta estratégico [Grove y
Haley (1996)], y otro libro en que profundiza en su planteamiento sobre lo que
implica aprender y enseñar terapia [Haley (1997)], desarrollando
planteamientos ya esbozados hace muchos años [Haley (1980b)]. En cambio,
ahora es Cloé Madanés, su antigua mujer, la que ha seguido desarrollando el
enfoque estratégico presentándolo desde una modalidad diversa, menos
pragmática y bastante más humanista, tanto en sus últimos libros como en la
descripción que realiza de la Escuela Estratégica en la nueva edición del
completo "Manual de Terapia Familiar" [Madanés (1991)]

Dicha autora aborda en dichas publicaciones problemas de gran impacto social


como el abuso sexual, o la violencia masculina, planteando modelos para
transformar la violencia en amor, a través del arrepentimiento y la reparación
[Madanés (1993)] o a través de la terapia de acción social [Madanés (1997)].
Dicha terapia implica hacer a cada uno responsable de sus comportamientos y
es "... una terapia que alienta a cada individuo a enfrentar el hecho de que es lo
que ha decidido ser, y de que deberá continuar eligiendo..."; como la capacidad
de elección respecto a lo que uno haga afecta a muchas personas, las
elecciones se deben considerar desde un marco social, y las consecuencias de
la terapia son también sociales. Se pasa, pues, de analizar el poder que da el
síntoma en situaciones no violentas, aborda a incluir la violencia física dentro
del campo de reflexión. Madanés introduce la dimensión espiritual,
anteriormente ausente a nivel de teorización en una escuela tan pragmática, y
plantea que los terapeutas necesitan una serie de valores que perduren a pesar
de los cambios sociales para poder mantener su integridad personal en el
ejercicio de su profesión.

Los problemas que requieren terapia derivan de la oposición entre amor y


violencia
L
a cuestión principal para los seres humanos atañe a la alternativa entre:

- amarse, protegerse y ayudarse; ó


‐ invadirse, dominar y controlar, hacer daño y usar la violencia sobre los otros.

Problema: amor implica intrusión y dominio, y a veces se es violento en nombre


del amor.

Una madre que ama a su hijo y quiere dárselo todo, ¿en qué momento
transforma el amor en intrusión? Y un padre que pega a su hijo porque ha
cruzado una calle peligrosa, ¿no muestra amor en esa violencia? Amor cuando
expresa preocupación

Respecto a esto, diferencia cuatro dimensiones de la interacción familiar en


torno a los dilemas del amor y la violencia, que se corresponden con tipos
específicos de problemas llevados a terapia [Madanés (1993)]:

1.- Dominar y controlar: en esta dimensión, a las personas les interesa


principalmente dominarse unas a otras y luchar por el control y el poder. Están

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Apuntes “Escuela Estratégica” Iñaki Aramberri

motivadas por el deseo de dominar. El problema presentado puede ser visto


como una lucha por el poder con otras personas significativas. Es
característico hallar un joven delincuente, o toxicómano, o muy descontrolado,
o con conducta extravagante con violencia subyacente. En estas situaciones la
emoción que predomina es el miedo. El control y el dominio se logra a través
de la intimidación. El terapeuta debe redistribuir el poder entre los miembros de
la familia, y cambiar el modo de usarlo, para que en lugar del temor al castigo
aparezcan la protección y la atención. Este poder se debe otorgar a los padres
de tal manera que sean capaces de cederlo a los hijos al cambiar la situación.
Las estrategias más adecuadas comprenden una corrección de la jerarquía
dando más poder a los padres, la negociación de los privilegios y de las
obligaciones entre los miembros de la familia (búsqueda de acuerdos como
forma de evitar confrontaciones), el cambio de quien obtiene beneficio del
síntoma (a veces el más beneficiado es el que provoca los actos hostiles).

2.- El deseo de ser amado: en esta segunda dimensión la motivación es el


deseo de ser amado. Esto lleva a los miembros de la familia a una lucha para
ser atendidos que a menudo les conduce a la violencia autoinflingida. La
rivalidad, la discriminación, el antagonismo y el desacuerdo se basan en el
deseo de ser tenidos en consideración. La emoción predominante es el deseo
insatisfecho. Siempre hay frustración y descontento. Las interacciones se
caracterizan por exigencias y críticas excesivas. Por ejemplo, un niño procura
ser castigado como un modo de atraer la atención, aunque sea de tipo
negativo. Un cónyuge puede desarrollar un síntoma incapacitante con la
esperanza de suscitar la preocupación de su compañero o compañera. El
terapeuta debe redistribuir la atención y el interés entre los miembros,
transformando el deseo de recibirlos en deseo de darlos. Los problemas típicos
de esta dimensión son los síntomas psicosomáticos, la depresión, el ansia, las
fobias, los trastornos alimentarios y la soledad. El chantaje y la manipulación
reemplazan a la confrontación directa. Entre las estrategias adecuadas están
las que introducen metáforas de simulación y juego para apartar los conflictos
del nivel concreto en que los experimentamos y acercarlos a un mundo más
abstracto, más relacional. Las estrategias de elección son la modificación de la
implicación los padres con los hijos (que no se interesen por el síntoma sino por
aspectos positivos); la prescripción del síntoma, o de un aspecto de él, o de su
simulación (hacer "como si" [Madanés (1984)]; la prescripción de un gesto
simbólico (sustitutivo del síntoma a nivel simbólico, pero sin sus
consecuencias); o la prescripción de la simulación del síntoma. Estas
estrategias llevan a conseguir la atención sin tener que recurrir directamente al
sufrimiento del síntoma.

3.- Amar y proteger: en estas dimensiones la motivación principal consiste


en el deseo de amar y proteger a otros. Esto puede hacer emerger las más
elevadas cualidades de compasión, devoción, generosidad y gentileza, pero
también puede suscitar la intrusividad, posesividad, dominación y violencia. La
intrusión y la violencia a menudo se justifican en nombre del amor. El padre que
castiga al niño "por su bien", el amante que domina para proteger, son ejemplos
de amor que puede llevar a la violencia. La emoción que predomina es la
desesperación. El deseo de amar y proteger a los otros es la inclinación
humana más elevada, pero sin embargo dentro de este deseo se encuentran
las semillas de la violencia. EL terapeuta tiene que modificar la manera como
los miembros de la familia se protegen y se aman y quién se ocupa de quién,

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Apuntes “Escuela Estratégica” Iñaki Aramberri

introduciendo el deseo de arrepentirse por la violencia infligida. Lo


característico es que, cuando una persona de la familia está perturbada, otra se
quiera morir para ayudarla. Las personas sienten que han perdido el control de
sus propios pensamientos y de sus vidas, puesto que las acciones de un
individuo tienen repercusiones de vida o muerte sobre los otros miembros de su
familia. Son problemas típicos en esta dimensión las amenazas e intentos de
suicidio, los malos tratos y las negligencias, los sentidos de culpa, obsesiones,
los ataques de ira y trastornos del pensamiento.
Los miembros que han perdido el control, lo recuperan cuando aconsejan y
ayudan a los otros.

Las estrategias a utilizar son:

‐ la reunificación de la familia, cuando el problema está relacionado por el


dolor de la separación o de la exclusión de una persona querida; en este
segundo caso, la expulsión puede no estar en contradicción con el deseo de
querer y proteger a los hijos, y precisamente porque los quieren desean
confiarlos a otros, es decir a personas que serían mejores padres;

‐ cambiar quién ayuda a quién: el síntoma pude servir para ayudar a otro con
otro problema; se pide a este otro que simule el problema y al sintomático
que le ayude de otra manera más adecuada; también se puede pedir que se
turnen varios miembros en tener el síntoma, para que todo el trabajo no
recaiga sólo sobre uno;

‐ dar poder a los niños para ayudar adecuadamente

‐ orientación hacia el futuro y gestos de reparación: cuando hay una fuerte


desvalorización y sentidos de culpa, se pueden plantear gestos reparatorios
ante los demás para reconciliarse con uno mismo; así mismo una nueva
versión del pasado permite cambiar el presente y el futuro. (ver pág. 51 y
pág. 54 Madanes)

4.- Arrepentirse y perdonar: el problema principal entre los miembros de la


familia es el arrepentimiento y el perdón. Cuando los individuos se han
inflingido traumas mutuamente y han sufrido injusticias y violencias, las
interacciones se caracterizan por el dolor, resentimiento, mentiras, secretos,
engaños, aislamiento y disociación. La emoción dominante es la vergüenza por
lo que se ha hecho, por lo que se ha evitado de hacer, o porque no se consigue
olvidar. La comunicación entre los familiares se caracteriza por ser pobre y
sobre todo secreta. Temen hacer revelaciones que provoquen más vergüenza;
no obstante el secreto perpetúa los problemas, manteniendo alianzas indebidas
y haciendo posible el abuso sexual y el incesto. A menudo la culpa se le
atribuye al la víctima, y esto hay que cambiarlo. Cuando el terapeuta aclara
quién ha hecho qué cosa a quién, el deseo de evitar la responsabilidad y la
culpa se debe transformar en el deseo de volverse responsable y de desarrollar
un sentido de unidad con los otros. Son problemas típicos el incesto, los abusos
sexuales, el intento de homicidio y los gestos de sadismo. Las estrategias a
utilizar son el crear una atmósfera de emociones más elevadas, el encontrar
protectores para las víctimas y en solicitar el arrepentimiento, el perdón la
compasión y el sentido de unidad con los otros. Para ello desarrolla Madanés
un modelo de 16 pasos hacia la reparación que describe de manera amplia en
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Apuntes “Escuela Estratégica” Iñaki Aramberri

su libro "Sexo, amor y violencia. Estrategias de transformación" [Madanés


(1993)]

Otra técnica es desarrollar compasión y sentido de unidad: dejar atrás el niño


que ha sufrido, separarse de él, y hacerle que se sienta partícipe del resto de la
humanidad; esto les ayuda a superar los traumas y proseguir su vida (pág. 61)

LECTURAS RECOMENDADAS:

Haley, J. Terapia Estratégica. Capítulo 1º del libro de Haley, J. (1980). Terapia no convencional.
Las Técnicas psiquiátricas de Milton H. Erickson. pp. 7-32. Buenos Aires: Ed.
Amorrortu.

Stanton, D. Terapia Familiar Estratégica.

BIBLIOGRAFÍA:

Bateson, G; Jackson, D.D.; Haley, J.; Weakland, J.H. (1980). Hacia una teoría de la
esquizofrenia. En Sluzki, C. (1980). Interacción familiar. Buenos Aires: Ed. Buenos
Aires.

Cade, B.; O'Hanlon, W.H. (1995). Guía Breve de terapia breve. Barcelona: Ed. Paidós.

Grove, D.G.; Haley, J. (1996). Conversaciones sobre terapia. Buenos Aires: Ed. Amorrortu.

Haley, J. (1966). Estrategias en psicoterapia. Barcelona: Ed. Toray (1987).

Haley, J. (1980a). Terapia no convencional: las técnicas psiquiátricas de Milton H. Erickson.


Buenos Aires: Ed. Amorrortu.

Haley, J. (1980b). Terapia para resolver problemas. Buenos Aires: Ed. Amorrortu.

Haley, J. (1985). Trastornos de emancipación juvenil y Terapia Familiar. Buenos Aires: Ed.
Amorrortu.

Haley, J. (1987). Terapia de ordalía. Caminos inusuales para modificar la conducta. Buenos
Aires: Ed. Amorrortu.

Haley, J. (1997). Aprender y enseñar terapia. Buenos Aires: Ed. Amorrortu.

Hoffman, L (1987). Fundamentos de la terapia familiar. Méjico: Fondo de Cultura Económico.

Madanés, C. (1984). Terapia Familiar Estratégica. Buenos Aires: Ed. Amorrortu.

Madanés, C. (1991). Strategic Family Therapy. Publicado en Gurman A.L. y Kniskern D.P.
Handbook of Family Therapy vol. II. Nueva York: Brunner/Mazel, Inc.

Madanés, C. (1993). Sexo, amor y violencia. Estrategias de transformación. Barcelona: Ed.


Paidós.

Madanés, C.; Keim, J.K.; Smelser, D. (1997). Violencia masculina. Barcelona: Ed. Granica.

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