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Florián Rey

(Antonio Martínez del Castillo; La Almunia de Doña Godina, 1897 - Alicante, 1962) Director
cinematográfico español. Florián Rey pasará a la historia por haber dirigido la que fue, con toda
seguridad, primera obra maestra del cine español: La aldea maldita (1930), cuyo guión escribió en
seis días durante el rodaje de otro film, emocionado por la desoladora visión del árido campo
castellano. La cinta narra el éxodo forzado de unos campesinos segovianos cuya vida está repleta de
confrontaciones familiares, amores rotos y luchas desesperadas contra las inclemencias del tiempo.
Aunque fue rodada sin sonido, Rey decidió viajar a París para aprovechar la recién nacida banda
sonora y reestrenarla con sonido de estudio. La restante filmografía de Rey es más bien irregular,
llegando incluso a realizar un remake de La aldea maldita, de inferior calidad. Estuvo casado con la
actriz Imperio Argentina, protagonista de algunas de sus películas más folclóricas.

Florián Rey fue periodista en Zaragoza antes de trasladarse a Madrid y actuar como galán en
películas de José Buchs: La inaccesible (1920), La verbena de la paloma (1921), Víctima del odio
(1921), La señorita inútil (1921) y Alma rifeña (1922). Debutó como director con La revoltosa (1924),
primero de sus más de cuarenta largometrajes, en muchos de los cuales fue también guionista.
Adaptó numerosas zarzuelas y obras literarias populares, entre las que destacan títulos en los que
aportó audaces innovaciones, como en El Lazarillo de Tormes (1925), cuyo relato ubicó en pleno siglo
XX.

Durante el rodaje de La hermana San Sulpicio (1927) conoció a la actriz Imperio Argentina, con la que
se casó en 1934 mientras ambos realizaban una nueva versión sonora. Sus últimos trabajos en el cine
mudo, Agustina de Aragón (1928) y Los claveles de la Virgen (1928), fueron sendos éxitos
comerciales, lo que aumentó su prestigio de realizador muy pulcro y meticuloso. La aldea maldita
(1930), obra a caballo entre el cine mudo y el sonoro, fue una película socialmente comprometida
reiteradas veces considerada una de las mejores de su época. Se trasladó a París para sonorizarla y
allí permaneció durante tres años como supervisor de diálogos de las versiones españolas de las
películas de Imperio Argentina en la Paramount.

Fotograma de La aldea maldita (1930)

De regreso a España, colaboró con la productora Cifesa y dirigió a la actriz en la mencionada nueva
versión de La hermana San Sulpicio, así como en Nobleza baturra (1935) y en Morena clara (1936),
con descomunal éxito de taquilla. Durante la Guerra Civil (1936-1939) el director y la actriz se
instalaron brevemente en Cuba y en México, pero finalmente emigraron a Berlín, donde realizaron
para la Hispano-Film Produktion Carmen, la de Triana (1938) y La canción de Aixa (1939), durante
cuyo rodaje se separaron.
De nuevo en España, Florián Rey fracasó con La Dolores (1940), con Concha Piquer de protagonista,
pero obtuvo nuevos triunfos con títulos como ¡Polizón a bordo! (1941), Éramos siete a la mesa (1942)
o bien Orosia (1943). Su carrera entró después en un progresivo declive con largometrajes entre los
que sólo destacaron Brindis a Manolete (1948) o Cuentos de la Alhambra (1950). Tras Polvorilla
(1956) se retiró definitivamente y se dedicó a las labores de hostelería en Alicante regentando un
mesón. Murió arruinado; sus restos mortales descansan en una fosa común del cementerio
municipal. Casi la mitad de sus películas se han dado por desaparecidas.

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