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La primera ponencia, a cargo del profesor Fernández, recordó que un negocio jurídico puede tener
defectos extrínsecos y defectos intrínsecos. Estos últimos se presentan cuando falta un «elemento
esencial o presupuesto necesario» para la formación del negocio. Cuando el defecto se traduce en
una «circunstancia externa», este es de naturaleza extrínseca. El defecto intrínseco da lugar a la
invalidez, en tanto que el defecto extrínseco a la ineficacia.
Dicho esto, destacó que no es lo mismo que un cónyuge, para disponer de un bien social, actúe
arrogándose indebidamente un poder de representación del otro y que actúe obrando en nombre
propio. El primer caso es ineficaz en virtud del artículo 161 del Código Civil. El segundo caso
constituye un supuesto de contrato sobre bien ajeno. Ambos casos, sin embargo, se encuentran
regulados en el artículo 315 del Código Civil y también constituyen casos de defectos extrínsecos,
esto es de ineficacia. En efecto, en ambos casos hay un problema con la legitimación para
disponer.
Aquí me interesa subrayar que ante una de las preguntas del juez Luis Almenara, el profesor
Fernández afirmó que la legitimación es un concepto problemático, porque, para algunas
legislaciones y doctrinas, es un factor intrínseco y, para otras, un factor extrínseco. Pero lo que
importa es cuál es la opinión que recoge nuestro Código Civil. Y este es claro: la legitimación es un
factor externo.
Por último, el primer amicus sostuvo que la nulidad por falta de manifestación de voluntad no es
aplicable, puesto que esta causal únicamente se refiere a quienes intervienen en el negocio.
Cuando un cónyuge celebra un acto de disposición de un bien social, pues no falta la
manifestación de voluntad de ninguno de los celebrantes. Esta causal de nulidad se presenta, por
ejemplo, cuando se falsifica documentos para hacer parecer que un cónyuge ha intervenido en el
acto, cuando esto no ha sido así en realidad.
La segunda ponencia, a cargo del profesor Alex Plácido, empezó indicando que es necesario saber
qué debe entenderse por el término «intervención» contenido en la primera parte del artículo 315
del Código Civil. En base a consideraciones de justicia distributiva, debe entenderse que ambos
cónyuges deben intervenir cuando se trata de actos de disposición «trascendentes». Cuando se
pretende efectuar actos no trascendentales para la sociedad de gananciales, cualquiera de ellos
puede celebrarlos. Así, se tiene que nuestro Código Civil acoge un sistema mixto para la gestión de
los bienes sociales. Por tanto, cuando un cónyuge no interviene en el acto de disposición, no hay
duda de que hace falta un elemento estructural. No está presente la voluntad de declarar ni la
voluntad declarada de quien necesariamente tendría que intervenir: el otro cónyuge. Nos
hallamos, pues, ante un supuesto de ineficacia estructural: la nulidad por falta de manifestación
de voluntad.
El segundo amicus es consciente de las críticas que se puede alzar contra esta idea: ¿la nulidad,
acaso, no resulta perjudicial si es que el cónyuge que no interviene considera conveniente y/o
beneficioso al acto de disposición? Claro, si sucediese esto, no podría hacerse nada y el beneficio
se perdería inevitablemente, puesto que la nulidad es insubsanable. Empero, el profesor Plácido
señala que, en estos casos, los intervinientes podrían celebrar de nuevo el acto de disposición
junto con el cónyuge que no intervino inicialmente. De este modo, el beneficio no se perdería y
asunto resuelto.
Por último, cabe recordar que el segundo amicus afirmó que la solución correcta sería la
anulabilidad, puesto que los intereses afectados no tienen relevancia general, sino que
corresponden solo al cónyuge que no ha intervenido.
El profesor Enrique Varsi, en la tercera ponencia, señaló que el artículo 315 del Código Civil es una
norma imperativa, de tal manera que las partes no pueden pactar en contrario. De igual modo,
dijo que el término «disponer» es omnicomprensivo, puesto que abarca todo acto que implique
«perder el control» de un bien (piénsese, por ejemplo, en la compraventa o en el usufructo). En
este sentido, para efectuar actos de disposición de bienes sociales, ambos cónyuges deben
intervenir porque así se protege mejor a los intereses de la familia, tal como manda el artículo 4 de
la Constitución.
Con arreglo a lo dispuesto por el artículo 326 del Código Civil, el profesor Varsi destacó que la
regulación contenida en el artículo 315 del Código Civil aplica también a las uniones de hecho. Si
bien existen varias teorías para comprender la consecuencia de la falta de intervención de un
cónyuge, lo cierto es que los sistemas legales modernos se caracterizan por flexibilizar la
intervención de ambos cónyuges; es decir, que no se suele optar ya por la nulidad, sino por la
ineficacia. De manera que el cónyuge que no interviene, puede intervenir después para «rescatar»
al acto de disposición. En este contexto, según el tercer amicus curiae, se tiene que entender que
el acto de disposición de bien social por un solo cónyuge, es un acto con eficacia suspendida, que
puede ser «rescatado» luego por cónyuge que no interviene.
Por último, añadió que no es posible establecer una regla general para estos casos, puesto que se
pueden presentar causales nulidad, como el fin ilícito, que se puede configurar cuando los
celebrantes se coluden para perjudicar al cónyuge que no interviene.
Cuarta ponencia: Rómulo Morales
El cuarto amicus curiae, el profesor Rómulo Morales, resaltó que en las principales legislaciones
(europeas y latinoamericanas) reputan ineficaz al acto de disposición de un bien social por un solo
cónyuge. Luego indicó que la primera parte del artículo 315 del Código Civil se refiere a tres
conceptos: legitimidad, falta de legitimidad y ratificación. Estos tres conceptos son ajenos a la
invalidez. De este modo, si un cónyuge celebra un acto de disposición sin la intervención del otro,
tenemos un acto que se celebra con falta de legitimidad, la cual provoca la ineficacia, no la
invalidez. El acto de disposición, así celebrado, es válido y eficaz entre las partes celebrantes, pero
no lo es para la sociedad de gananciales, no teniendo relevancia lo dispuesto en el artículo 2014
del Código Civil en estos casos. Para que la sociedad asuma los efectos, el cónyuge no interviniente
tiene que ratificar.
Un dispositivo que permitiría comprobar lo dicho es el artículo 1669 del Código Civil, que se refiere
a la ratificación de un acto de disposición sobre un bien que (parcialmente) es ajeno. De igual
forma, la regulación sobre los contratos sobre bienes ajenos indica claramente que la ausencia de
legitimidad no provoca la invalidez, sino tan solo la ineficacia del contrato.
El profesor Giovanni Priori, último amicus curiae, afirmó que la infracción a la primera parte del
artículo 315 del Código Civil provoca la ineficacia del acto de disposición de un bien social, mas no
su invalidez. Así también, destacó que esta es la tendencia en las codificaciones más recientes. Si
bien el Código Civil peruano no regula expresamente el concepto de legitimación, este existe y se
desprende de varias normas de nuestro Código Civil, que no sancionan con invalidez su ausencia.
Ahora bien, en opinión del profesor Priori, este Pleno Casatorio Civil debe llevar a cabo una tarea
de diferenciación de distintas hipótesis, tomando como referencia la buena o mala fe de las partes
contratantes, así como si el acto de disposición es a título oneroso o gratuito. Así, si la sociedad de
gananciales se beneficia del acto de disposición, mal puede invocarse la ineficacia. Si los cónyuges
obran de mala fe, tampoco pueden invocar la ineficacia. Si el tercero obra de mala fe, sí le puede
ser opuesta la ineficacia. Conforme a esta idea, si el acto de disposición es a título gratuito, el
tercero no podrá alegar buena fe.
2. Análisis de las cinco ponencias
En lo tocante a la primera ponencia, debo decir que la idea que asocia la invalidez a «defectos
intrínsecos» y la ineficacia a defectos «extrínsecos» ha sido ya superada por la doctrina. Y es que la
invalidez (tal como lo señalaran Luigi Cariota-Ferrara, Renato Scognamiglio y, más recientemente,
Vincenzco Scalisi) puede ser producto de defectos «extrínsecos» como de defectos «intrínsecos».
Por ejemplo, los defectos en el poder de representación provocan ineficacia (artículo 161 del
Código Civil), pero también invalidez (artículo 166 del Código Civil). Por ello prefiero quedarme con
la idea del profesor Fernández en tanto señala que la ineficacia y la invalidez dependen de lo que
el legislador disponga en un caso particular.
Por otro lado, hacia el 2014 publiqué algunos comentarios en los que sustentaba que existe la
imperiosa necesidad de distinguir entre la actuación de un cónyuge en nombre propio y la
actuación de un cónyuge irrogándose poderes de representación del otro que, en realidad, no
tiene. Sin embargo, en mi concepto, la distinción mencionada se regula por normas distintas. El
artículo 315 del Código Civil se refiere solo a poderes de representación. Si un cónyuge actúa en
nombre propio para disponer de bienes sociales, el artículo 315 del Código Civil no es aplicable. Si
sostengo que esta normativa se aplica a ambos supuesto (actuación de cónyuge en nombre ajeno
y en nombre propio para disponer de bienes sociales), pues prácticamente estoy sugiriendo que
las consecuencias jurídicas son las mismas, y ello no parece conveniente.
En cambio, si el cónyuge obró en nombre propio, tenemos un acto sobre bienes ajenos y,
conforme manda el artículo 1539 del Código Civil, en tanto no se peticione la rescisión, nos
hallamos ante un acto plenamente válido y eficaz entre los celebrantes. Si el cónyuge celebrante
del acto de disposición no consigue que el verdadero titular del bien (la sociedad de gananciales)
de desprenda del mismo en favor de la otra parte, esta podrá emplear la responsabilidad
contractual para satisfacer sus intereses frustrados.
Con respecto a la segunda ponencia, hay un punto en el que vuelvo a coincidir con el profesor
Fernández. La falta de manifestación de voluntad sólo puede predicarse respecto de los
celebrantes del acto jurídico. Si un cónyuge celebra en nombre propio o ajeno un acto de
disposición de un bien social, pues el otro cónyuge no es celebrante y, por tanto, no puede decirse
que su manifestación de voluntad falta. En este orden de ideas, cabe preguntarse qué son los
cónyuges frente a la sociedad de gananciales. Fácil, son representantes. No pueden ser otra cosa.
Si se dice que la declaración de los cónyuges es un elemento estructural o constitutivo del acto de
disposición de bienes sociales, pues se tendría que admitir que los esposos son auténticos órganos
de la sociedad de gananciales. Los cónyuges serían los órganos por medio de los cuales la sociedad
de gananciales declararía su voluntad. Empero, esta idea no tiene respaldo en nuestra normativa.
Los cónyuges están lejos de ser órganos de la sociedad de gananciales. Además, de acuerdo con la
tesis de la nulidad, si bien es verdad que se puede celebrar de nuevo el acto jurídico, no es menos
cierto que el tercero contratante tendría la plena libertad de «desanimarse» y no celebrarlo otra
vez. Se entiende, entonces, que si el acto de disposición es considerado beneficioso por el cónyuge
que no interviene, la conservación de este beneficio no dependería solo de la voluntad del
cónyuge que no intervino, sino también de la buena voluntad del tercero contratante. Este
inconveniente no se presenta si se adopta la tesis de la ineficacia.
Para terminar este apartado, no creo que sólo esté en juego el interés del cónyuge que no
interviene. Se trata de una norma que refleja la igualdad del hombre y la mujer en la
administración de la economía familiar, un asunto que ciertamente es de interés general.
Precisamente esta consideración debería empujarnos a tomar partido por la postura que resulta
más conveniente para los intereses de la familia: la de la ineficacia.
En lo tocante a la cuarta ponencia, conviene reiterarlo, no creo que la primera parte del artículo
315 del Código Civil se refiera a la actuación de un cónyuge en nombre propio. Esta norma no
puede dejar de interpretarse sistemáticamente. Si los cónyuges, como ya se dejó sentado, son
auténticos representantes de la sociedad de gananciales, la intervención de la que habla el artículo
citado se refiere a la representación conjunta que se requiere para efectuar actos de disposición
de bienes sociales.
A diferencia de lo sostenido por el cuarto amicus curiae, opino que este último principio sí es
pertinente en estos casos. De hecho, así también lo consideró el profesor Plácido al recordar que
no sólo se debe tener en cuenta la información brindada por la SUNARP, sino también por la
RENIEC. Y es que es innegable la trascendencia que tiene la información que brinda el registro
público sobre la titularidad del bien. Por lo tanto, aunque el Pleno Casatorio no lo llegue a decir,
un tercero de mala fe no puede verse protegido ante a la pretensión de ineficacia. Del mismo
modo, un tercero de buena fe tampoco puede alcanzar tal protección si su adquisición es solo a
título gratuito, a menos que los cónyuges hayan obrado de mala fe. El principio de la buena fe
impone, evidentemente, que nadie puede obtener un beneficio de su propio actuar fraudulento o
malicioso.
Ciertamente los problemas que debe enfrentar el VIII Pleno Casatorio no se limitan a los descritos
en estas líneas. Hay otros problemas complejos e interesantes que este Pleno Casatorio tiene que
resolver, de los cuales me ocuparé en próximas publicaciones. Por ahora, hagamos votos para que
el VIII Pleno Casatorio Civil adopte una decisión debidamente justificada y conforme a las intereses
de la familia y del tráfico jurídico.
¿Nulo, anulable o ineficaz?:
A propósito del VIII pleno
casatorio civil
Por Dr. Wildert Pérez Pagán
Bibliografía:
RAMÍREZ JIMÉNEZ, Nelsón. (2016). Una crónica sobre lo que dijeron los amicus
curiae en el VII Pleno Casatorio. Lima: Gaceta Civil & Procesal Civil.
AVENDAÑO VALDEZ, Jorge. (1990). DERECHOS REALES. Lima: Pontificia
Universidad Católica del Perú.
LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo. (1994). El Negocio Jurídico. 1994:
Jurídica Grijley E.I.R.L..
ZANNONI, Eduardo A.. (2000). Ineficacia y nulidad de los Actos Jurídicos.. Buenos
Aires: Astrea.
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. (2013). Tratado de Derecho de Familia. Lima: Gaceta
Jurídica.
Referencias:
1. El amicus curiae –expresión latina que se puede traducir como “amigo del
Tribunal”– es un informe escrito que puede ser presentado por una persona natural o
jurídica que, a pesar de no tener un interés directo en el caso, interviene en él para
defender un interés de trascendencia general, como cuando está en juego la defensa
de los derechos fundamentales. En Defensoría del Pueblo, El amicus curiae ¿Qué es
y para qué sirve? Jurisprudencia y labor de la Defensoría del Pueblo, Serie
documentos defensoriales. Documento Nº 8, Lima, 2009, Pág. 45.
2. RAMÍREZ JIMÉNEZ, Nelson. “Una crónica sobre lo que dijeron los amicus
curiae en el VII Pleno Casatorio”. En: Gaceta Civil & Procesal Civil, Nº 31, Enero
2016. Pág. 96.
3. RAMÍREZ JIMÉNEZ, Nelson. Op. Cit., Pág. 109-110.
4. RAMÍREZ JIMÉNEZ, Nelson. Op. Cit., Pág. 109.
VIII Pleno Casatorio Civil: ¿En
qué se diferencian la nulidad y la
ineficacia en sentido estricto?
Por
Editorial EnfoqueDerecho
-
6 abril, 2016
2
1090
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Como bien se ha dicho, ser, valer y ser eficaz (4) son situaciones distintas
con connotaciones y consecuencias jurídicas distintas también. Para
calificar a un hecho jurídico en la realidad social y jurídica éste tiene
primero que existir, es decir, tiene que presentarse en la realidad. Por
ejemplo, para decir que un contrato –negocio jurídico por antonomasia–
existe en la realidad, tienen que presentarse conjuntamente todos aquellos
elementos que lo estructuran y que nos permitan identificar jurídicamente
que estamos frente a un auténtico acuerdo patrimonial.
Así, en el Código Civil (10) se regulan las causales que generan estas dos
formas de invalidez. Siendo un negocio jurídico sancionado con nulidad
cuando:
El negocio jurídico realizado por uno sólo de los cónyuges sería pues
también un caso en el cual el cónyuge que dispone unilateralmente carece
de legitimidad para contratar. (22)
El optar por una u otra opción, como se ha visto hasta este momento, tiene
consecuencias jurídicas distintas, en cuanto se ubican en etapas o
escalones distintos de la vida del negocio jurídico y toda vez que responden
a causales distintas también.
1. Artículo 315 del Código Civil: Para disponer de los bienes sociales
o gravarlos, se requiere la intervención del marido y la mujer.
Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene poder
especial del otro.
2. Es importante mencionar que no todos los casos de ineficacia en
sentido estricto responden a situaciones patológicas, tal como se verá
más adelante.
3. Para un análisis de la importancia y utilidad de la categoría de
existencia e inexistencia del negocio jurídico, véase: MORALES
HERVÍAS, Rómulo. “Inexistencia e invalidez del Contrato en el Código
Civil peruano de 1984”. En: Revista Jurídica del Perú. Derecho
Privado y Público. Normas Legales. Lima: Gaceta Jurídica. 2009. pp.
85-111. Disponible en:
http://works.bepress.com/romulo_morales/6/. Asimismo, para un
análisis detallado de la inexistencia del negocio jurídico como un
fenómeno distinto a la nulidad en el ordenamiento jurídico peruano
ver: VÁSQUEZ REBAZA, Walter. “La inexistencia del negocio jurídico.
¿Duplicación inútil, hipótesis de escuela o genuina categoría
operativa?”. En: Revista Jurídica del Perú 141. 2012. pp. 164-188.
Disponible en: http://works.bepress.com/walter_vasquezrebaza/3
4. MORALES HERVÍAS, Rómulo. “Patologías y Remedios del Contrato”.
Lima: Jurista Editores. 2011. p. 191.
5. Ídem. p. 193.
6. La formalidad obligatoria no se presenta en todos los actos de
autonomía privada, tan solo en aquellos llamados “ad solemnitatem”,
la regla general es que los negocios jurídicos tengan libertad de
forma.
7. Cabe mencionar que, por política legislativa, muchas veces las
consecuencias jurídicas ante la ausencia de algunos de estos
elementos podría variar. Por ejemplo, tal es el caso del ordenamiento
italiano en el cual la ausencia de acuerdo, de objeto o de causa no se
sancionan con la inexistencia, sino con nulidad (invalidez) toda vez
que se ha plasmado esa solución expresamente. Distinto es el caso
peruano, en donde no se menciona que la sanción aplicable ante la
ausencia del objeto o de la causa sea la invalidez del negocio jurídico,
pero sí se ha plasmado que la ausencia de declaración de voluntad
(caso que determinaría la inexistencia de un negocio jurídico
unilateral) o la ausencia de formalidad obligatoria, se sancionan con
nulidad.
8. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Ob. cit. 2011. p. 195.
9. Un ejemplo de inexistencia del contrato es el contenido en el artículo
1359 del Código Civil que regula la ausencia de acuerdo: “No hay
contrato mientras las partes no estén conformes sobre todas sus
estipulaciones, aunque la discrepancia sea secundaria”. (El énfasis es
nuestro)
10. Causales de nulidad. Artículo 219.- El acto jurídico es nulo: 1.-
Cuando falta la manifestación de voluntad del agente. 2.- Cuando se
haya practicado por persona absolutamente incapaz, salvo lo
dispuesto en el artículo 1358. 3.- Cuando su objeto es física o
jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable. 4.- Cuando su
fin sea ilícito. 5.- Cuando adolezca de simulación absoluta. 6.- Cuando
no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad. 7.- Cuando la
ley lo declara nulo. 8.- En el caso del artículo V del Título Preliminar,
salvo que la ley establezca sanción diversa.Causales de
anulabilidad. Artículo 221.- El acto jurídico es anulable: 1.- Por
incapacidad relativa del agente. 2.- Por vicio resultante de error, dolo,
violencia o intimidación. 3.- Por simulación, cuando el acto real que lo
contiene perjudica el derecho de tercero. 4.- Cuando la ley lo declara
anulable.
11. Debe entenderse por no producción absoluta de efectos a aquellos
referidos al contrato mismo, dado que pueden darse casos en que el
contrato nulo sí produzca efectos jurídicos marginales, como por
ejemplo, en caso se hayan efectuado las prestaciones se genera la
obligación de restitución de las mismas, entre otros casos.
12. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Op. cit. 2011. p. 205.
13. “La demanda de anulación tiende a la remoción judicial del contrato;
la sentencia que acoge la demanda es una sentencia constitutiva,
pues modifica la posición jurídica de las partes, al privar al contrato
de su eficacia originaria”. En: BIANCA, Massimo. “Derecho Civil 3: El
contrato”. Traducción del italiano por Fernando Hinestrosa y Édgar
Cortés. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 2007. p. 690
14. Artículo 224 del Código Civil: El acto jurídico anulable es nulo
desde su celebración, por efecto de la sentencia que lo declare.Esta
nulidad se pronunciará a solicitud de parte y no puede ser alegada
por otras personas que aquellas en cuyo beneficio establece la ley.
15. Es importante mencionar que la diferenciación entre existencia y
validez como dos escalones distintos, además de las consecuencias
jurídicas que acarrean, sirve también para fines didácticos. En la
realidad ambas etapas convergen y son analizadas en el mismo
momento: la celebración del negocio jurídico.
16. Se tiene que tener cuidado con la utilización del término “ineficacia”,
ya que se lo suele utilizar indiscriminadamente cuando en realidad su
utilización tiene connotaciones y cargas distintas. No es lo mismo
hablar de “ineficacia en sentido general” que de “ineficacia en sentido
estricto”. La ineficacia en sentido general alude a la no producción de
efectos jurídicos de un negocio jurídico, sea cual fuere su causal. Es
así que un negocio jurídico inválido, por ejemplo, es a su vez ineficaz
en cuanto no producirá efectos negociales. En cambio la ineficacia en
sentido estricto es aquella que se presenta específicamente en este
tercer escalón, luego de haber comprobado la existencia y validez del
negocio. La ineficacia en sentido estricto es un tipo de ineficacia en
sentido general.
17. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Op. cit. 2009. p. 96
18. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Op. cit. 2011. p. 201.
19. Por ejemplo, el contrato por el cual se constituye una hipoteca que
no ha sido aún inscrito, existe y es válido pero aun es ineficaz en
sentido estricto hasta su inscripción en Registros Públicos. Véase al
respecto: MENDOZA DEL MAESTRO, Gilberto. “La constitución del
negocio jurídico hipotecario ¿Inscripción
constitutiva?” En: http://polemos.pe/2015/09/la-constitucion-del-
negocio-juridico-hipotecario-inscripcion-constitutiva/
20. “La legitimidad del sujeto proviene de ser titular de situaciones
jurídicas subjetivas. (…) la legitimidad es una cualidad del sujeto y la
ilegitimidad es la ausencia de dicha cualidad”. MORALES HERVÍAS,
Rómulo. “La falta de legitimidad del contrato: inoponibilidad o
ratificación”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Vol. 208. 2016. p.
310. Disponible en: http://works.bepress.com/romulo_morales/38/
21. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Op. cit. 2009. p. 95.
22. Véase al respecto: MORALES HERVÍAS, Rómulo. “La falta de
legitimidad del contrato: inoponibilidad o ratificación”. En: Diálogo
con la Jurisprudencia. Vol. 208. 2016. pp. 309–332; y VASQUEZ
REBAZA, Walter. “Los actos de disposición de bienes sociales por
parte de uno de los cónyuges. Argumentos adicionales a favor de la
tesis “Pro ineficacia” ad portas del Octavo Pleno Casatorio Civil”.
En: http://enfoquederecho.com/civil/determinacion-del-objeto-de-la-
compraventa-inmobiliaria-o-relevancia-de-la-clausula-ad-corpus-
comentario-a-una-reciente-resolucion-de-la-corte-suprema-2/
23. ROPPO, Vincenzo. “El Contrato”. Traducción del italiano por Nélvar
Carreteros Torres a cura de Eugenia Ariano Deho. Lima: Jurista
Editores. 2009. p.283.
24. En ese sentido: MORALES HERVIAS, Rómulo. “La imprescriptibilidad
de la accionabilidad de la pretensión de ineficacia en sentido estricto”.
En: Actualidad Jurídica. Nº 230. Lima: Gaceta Jurídica. 2014. p. 84.
Así como ESPINOZA ESPINOZA, Juan. “¿Prescripción de la pretensión
de ineficacia ex artículo 161 del CC?”. En: Diálogo con la
Jurisprudencia 200. Lima: Gaceta Jurídica. Mayo de 2015. p. 45.
25. Tercer Pleno Jurisdiccional Civil y Procesal Civil, octubre de 2015,
Arequipa.
26. VASQUEZ REBAZA, Walter. “Los actos de disposición de bienes
sociales por parte de uno de los cónyuges. Argumentos adicionales a
favor de la tesis “Pro ineficacia” ad portas del Octavo Pleno Casatorio
Civil”. En: http://enfoquederecho.com/civil/determinacion-del-objeto-
de-la-compraventa-inmobiliaria-o-relevancia-de-la-clausula-ad-
corpus-comentario-a-una-reciente-resolucion-de-la-corte-suprema-2/
27. “Es llamado así porque se lo identifica con el interés a no iniciar una
tratativa como la que ha expuesto al sujeto a sufrir las incorrecciones
de la contraparte: y dado que iniciar esa tratativa ha grabado al
sujeto con gastos inútiles y le ha hecho perder otras ocasiones de
negocios (…)” (El énfasis es del original). En: ROPPO, Vincenzo. Op.
cit. p. 190.
28. Es el “(…) interés a la ejecución del contrato válidamente celebrado,
y a la adquisición de las correspondientes ganancias” (El énfasis es
del original). En: Ídem. pp. 190-191
8/12/2015
La materia de la referida casación bajo análisis implica dilucidar si el acto jurídico por
el cual uno de los cónyuges dispone de bienes de la sociedad de gananciales sin la
intervención del otro es nulo, anulable o ineficaz, lo que presupone fijar los alcances
del artículo 315 del Código Civil.Derecho comparado
, Chile, Colombia y Paraguay, entre otros países, el tema pasa por la validez, refirió.
Ante esa disparidad de tratamientos, Priori se inclinó por una solución que el propio
legislador haya considerado, en este caso, la ineficacia.
No obstante, sugirió tomar en cuenta las diferentes hipótesis existentes para emitir la
mejor solución.
Así, sostuvo que pueden presentarse actos de disposición a título gratuito en favor de
tercero que actúa de buena fe o mala fe, y actos de disposición a título oneroso en
favor de tercero que actúa de buena fe o mala fe.
También considera que pueden realizarse actos de disposición en los cuales el propio
cónyuge perjudicado actúa de mala fe, así como actos mediante los cuales se gravan
bienes en provecho del mismo cónyuge celebrante. A su vez, pueden producirse
actos mediante los que se gravan bienes por uno de los cónyuges, pero en provecho
de la sociedad conyugal, añadió.
Planteamientos
En la medida que un precedente emitido por el Pleno Casatorio Civil debe generar
efecto vinculante, lo deseable es que la Corte Suprema proyecte su decisión
atendiendo más al efecto ius constitutionis (defensa del interés general) antes que al
ius litigatoris (defensa del individuo), pues el efecto que se busca generar en la
sociedad así lo reclama, indicó Ramírez. Sostuvo, además, que la máxima instancia
judicial del país debe precisar los hechos que específicamente sustentan la sentencia,
teniendo en cuenta el listado propuesto por Priori, para facilitar que los jueces
inferiores puedan apartarse del precedente haciendo la debida distinción, cuando el
caso que les toca juzgar tiene matices que hacen ineficiente o injusta la jurisprudencia
generadas.
Aportes
Así pues, se trataba de salvar una carencia del artículo 315 del Código Civil, esto es, la falta de
consecuencia jurídica de disponer de los bienes sin participación del otro cónyuge:
Para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se requiere la intervención del marido y la mujer.
Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene poder especial del otro.
Lo dispuesto en el párrafo anterior no rige para los actos de adquisición de bienes muebles, los
cuales pueden ser efectuados por cualquiera de los cónyuges. Tampoco rige en los casos
considerados en las leyes especiales.
El incansable litigante, don Nelson Ramírez Jiménez, que estuvo presente en el evento, hizo una
sabrosa y sustanciosa crónica de la intervención de los cinco reconocidos juristas que participaron
en calidad de «amigos del tribunal». En esta nota hemos transcrito los principales párrafos de la
crónica, no obstante que, al final, colocamos el enlace para que puedan leerla completa, e incluso
descargarla.
Sostuvo que el art. 315 regula un caso de Legitimidad para realizar un acto de disposición, lo que
constituye una circunstancia extrínseca al negocio mismo y distinto a la capacidad. Por ende, la
legitimidad debe ser considerada como un requisito de eficacia del negocio (no es estructural sino
funcional), pues así es regulado en el C.C., por ejemplo, en las disposiciones sobre representación
o sobre el objeto del contrato.
Sostuvo que el art. 315 exige la intervención de ambos cónyuges. Considera que nuestro C.C.
regula la administración de la sociedad de gananciales por ambos cónyuges, de manera conjunta.
El principio de igualdad explica que la voluntad de disposición se conforme por la concurrencia de
la voluntad de ambos cónyuges; en el sistema peruano no tiene cabida la administración separada.
Ambos cónyuges son titulares de los bienes y ambos deben decidir en conjunto su disposición, lo
que es propio de la justicia distributiva. Sin perjuicio de ello se acepta el régimen de
administración indistinta para los actos de mera administración ordinaria que regula el art. 292 del
C.C.
Sostuvo que es un tema complejo en la medida que más que un tema meramente patrimonial,
involucra a la familia. En este esquema hay 3 sujetos de derecho a considerar: el marido, la mujer
y la sociedad de gananciales. El art. 65 del C. Procesal Civil cataloga a la sociedad conyugal como
un patrimonio autónomo, por lo que solo ambos cónyuges pueden adoptar decisiones al respecto.
El art. 315 hace referencia al concepto “disponer” y faculta para que un cónyuge dé poder al otro
para que pueda disponer del bien común; la razón de ser de dicho dispositivo es proteger el
interés familiar.
Sostuvo que la tendencia legislativa latinoamericana en la materia es tratar el tema como uno de
legitimidad. La legitimidad directa exige que ambos cónyuges intervengan, por lo que si no hay
una actuación conjunta, lo que corresponde es decretar la inoponibilidad del acto. Solo si se trata
de falta de poder, que es un caso de legitimidad indirecta, sería aplicable el art. 161 que hace
referencia a la ineficacia. La solución que propone tiene en cuenta los alcances del art. 1669 del
C.C., que regula un tema análogo referido al arrendamiento de un bien indiviso, e igualmente el
art. 1539 del mismo Código sobre venta de bien ajeno, pues en ninguno de ambos casos el Código
los regula como causa de nulidad.
Dr. Priori Posada