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Identidad y
multiculturalidad:
una vía del desarrollo
endógeno
Ensayo
No obstante, una condición para lograr lo anterior es contar con una cultura
de identidad territorial que permita potenciar los bienes intangibles de la localidad,
como la capacidad de organización, la confianza, la habilidad para negociar, la
capacidad de innovación, la participación social y otras más, ya que la cultura es el
soporte de estas cualidades, así como el territorio es el soporte de los recursos
naturales geofísicos.
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capacidad interna de un sistema para generar sus propios impulsos de cambio; y
por último, fundamental, la cultura, como una “matriz generadora de identidad
socioterritorial” y que promueve la participación colectiva como parte de un
sistema de valores y como elemento unificador para un proyecto de desarrollo
común (Boisier citado por Delgadillo, 2008).
Identidad y ciudad
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el exterior que proyecta las ventajas en cuanto a recursos naturales y sociales. Y
más allá, de eso puede generar procesos de simbolización de la ciudad que
capitaliza las capacidades de una urbe cuando ésta es percibida desde el exterior.
Es el caso de ciudades como París, Nueva York, Barcelona y Tokio, por decir sólo
algunas, cuyos nombres evocan sensaciones, historias, recuerdos e ideas
poderosas. Se convierten en ciudades-símbolo. Lo simbólico adquiere una vital
importancia, sobre todo en lo que se refiere a la actividad turística al vender una
ciudad no por sus atributos físicos, sino porque se constituye en un conjunto
insustituible de valores culturales, asociado al estatus al prestigio e incluso a la
clase social.
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espacios y los espacios dan cabida a las historias para perpetuarlas dentro de un
espacio ya sea urbano o rural. Sin embargo, en este proceso de retroalimentación
lo más importante es la intersubjetividad de los actores sociales, ya que el espacio
se convierte en lugar de vida, en terruño, en la matria, debido únicamente a la
valoración que aquellos le atribuyen, al peso afectivo y de utilidad que pueden
llegar a imprimirle.
Con el paso del tiempo las diferentes escalas del territorio (continente,
nación, estado-región, comarca, barrio…) adquieren nuevos significados e incluso
surgen nuevas formas de ordenamiento territorial apegados a conceptos
diferentes de acuerdo a los procesos económicos y sociales de cada época. Para
ilustrar vemos, por ejemplo, que el desarrollismo nacionalista ha cedido paso a los
procesos globales entre naciones.
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Sobre este punto, resaltan Borja y Castells:
La ciudad se expresa mejor como actor social en la medida que realiza un articulación entre
adminsitracioens públicas (locales y otras) , agentes económicos públicos y privados,
organizaciones sociales y cívicas, sectores intelectuales y profesionales y medios de
comunicación social. Es decir, entre instituciones políticas y sociedad civil […] 1
1
Borja, Jordi y Castells, Manuel (1998). Lo local y lo global. Grupo Santillana Ediciones, España, pp. 139
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de personas, además de ejercer un nuevo tipo de control con base en las
tecnologías de comunicación como el Internet y con una nueva valoración de las
distintas etapas del territorio y una manera de trazar las fronteras en contraste con
las divisiones geopolíticas convencionales.
[… ]Podemos observar un reescalamiento de lo que son los territorios estratégicos que articulan el
nuevo sistema. Con el desmembramiento parcial o al menos debilitamiento de lo nacional como
unidad espacial llegan las condiciones para el ascenso de otras escalas y unidades espaciales. Entre
éstas se encuentran las subnacionales, en especial, ciudades y regiones; las regiones fronterizas
que comprenden dos o más entidades subnacionales; y las configuraciones supranacionales, por
ejemplo mercados digitalizados y bloques de libre comercio.2
2
Sassen, Saskia. (2003). Localizando ciudades en circuitos globales. EURE Revista Latinoamericana de
Estudios Urbano Regionales, pp. 23
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composición multicultural, debido a los grandes movimientos migratorios tanto
nacionales como internacionales, así como al mecanismo de atracción que ejercen
las grandes urbes para millones de excluidos del sistema económico y de
seguridad social.
Una clara demostración del papel determinante que pueden jugar los
proyectos impulsados desde el gobierno, cuando éstos se fundamentan en una
base social amplia e incluyente, es el Plan estratégico, económico y social
Barcelona 2000, el cual tuvo como su eje rector la implementación de los Juegos
Olímpicos de 1992 como punto de partida para impulsar la proyección de la
ciudad, fortalecer la identidad local y atraer la atención del mundo entero, y para
ello se plantearon las siguientes estrategias principales:
-Conexión de Barcelona con la red de ciudades europeas mediante potenciación de los elementos de
comunicación y transporte y por vertebración interna de la metrópolis buscando su equilibrio y
mejorando la movilidad y accesabilidad;
- Mejora de la calidad de vida de los habitantes, acciones en el campo del medio ambiente, vivienda,
formación, cultura y bienestar social.
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- Desarrollo económico equilibrado, creación de infraestructuras de ayuda a las actividades
económicas, acciones para hacer más competitivo el tejido industrial y de servicios avanzados, y
acciones para el desarrollo de sectores económicos con potencial.
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En este rubro, es necesario partir de la diferenciación entre urbanización y
ciudad. La primera se refiere a la articulación espacial continua o discontinua, de
población y actividades. En cambio, la ciudad implica un “sistema específico de
relaciones sociales, de cultura y, sobre todo, de instituciones políticas de
autogobierno” (Borja y Castells, 1997). Como se advierte, la ciudad es algo más
que un conglomerado de habitantes y de construcciones, representa una unidad
social y simbólica, aunque compuesta de forma heterogénea.
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La población total del país aumentó de 48.2 millones en 1970 a103.3 millones en 2005, mientras que la
urbana lo hizo de 22.7 a 71.5 millones, contribuyendo esta última con casi 90 por ciento del incremento
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Para muestra del vacío conceptual en esta materia, basta mencionar la
confusión en cuanto a las definiciones de ciudad y de zona rural. Se presentan
criterios que determinan una ciudad por el número de habitantes o por su actividad
industrial, o por sus características de infraestructura; y en contraparte, al campo
como la zona dedicada principalmente a la agricultura, y por tanto, áreas
atrasadas per se desde el punto de vista de las teorías de la modernización y su
respectiva ideología del progreso: la dicotomía campo-ciudad, como modernidad-
premodernidad, y lo que ha llevado a su vez a un consecuente abandono del
campo en las políticas públicas como lugar de vida y no sólo como proveedor de
materias primas y de alimentos.
El esquema dualista, adoptado desde hace mucho tiempo por las Ciencias
Sociales, excluye los estados intermedios, diferentes, y como puede ser el caso de
la región, al utilizar las definiciones global-local, territorios-redes, individual-social,
privado-público, entre otras concepciones que tienden a polarizar la discusión y a
borrar teóricamente aspectos trascendentes de la realidad empírica. (Rózga,
2001)
demográfico nacional. Lo anterior de acuerdo a información del libro Desarrollo Urbano y regional,
coordinado por Gustavo Garza y Matha Schteingart.
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población urbana de 69.2 por ciento, especialmente desde la década de 1980 las
grandes zonas metropolitanas concentran las principales actividades económicas,
además de la población y de los flujos de capitales y financieros. (Garza, 2010)
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industrial es un concepto que nació en el campo de la economía política y se
difundió sucesivamente a otros campos disciplinarios […] El desarrollo local no
nació en el campo de la economía de desarrollo; por eso su concepto no es tan
fácil de encontrar en esa área metodológica, sino que tiene que ser una fusión de
diversas categorías ya que la noción de desarrollo se explica con otras
condiciones de bienestar humano, como la libertad de expresión, los derechos
humanos, la equidad en la repartición de los recursos, la tolerancia y la aceptación
de la multiculturalidad. (Sforzi, 2007)
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de vida de la humanidad. Cabe hacer mención que estas diferencias se expresan
en numerosas ocasiones en términos de clase social, como con los grupos
indígenas, casi siempre asociados a la pobreza, al ser la contraparte del
paradigma cultural vigente proveniente de la cultura occidental y de la
modernización económica; y lo mismo sucede con otros grupos vulnerables, como
las mujeres, los campesinos y otros más. De tal forma, que al incluir las
diferencias se llegue a la conclusión de que no hay una sola vía para obtener la
integración económica y social en estos tiempos de globalización, sino que la
creatividad de las sociedades humanas se convierte en un detonante del
desarrollo a través de su riqueza cultural, compuesta de una amplia gama de
historias, de saberes, de habilidades, técnicas y conocimientos que pueden ser
reciclados y readaptados para el bienestar de la humanidad.
Bibliografía:
Becattini, Giacomo (1994). Las regiones que ganan: distritos y redes. Losnuevos
Expaña.
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Delgadillo Macías, Javier (coordinador) [2008]. Política territorial en México. Hacia
México, DF.
Vázquez Barquero, Antonio (2005). Las nuevas fuerzas del desarrollo. Antoni
Sforzi, Fabio (2007). “Del distrito industrial al desarrollo local”. EN: Rocío Rosales
(Iztapalapa). México.
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