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Ree ar eo earc} ieelkess La Teologia luterana de la Cruz y el sufrimiento Pe ease ea Sue ee Ic! Peete eee og ee ae eerste auge y ratificacion de los laicos por el Magisterio / Humberto José Sanchez Zarifiana Pee ae eure Rarer) Sac Cae tt wae PAmen ict MBIT NOTICIA: OCR aCe eS ZU islet tee Clery [sass Blekt eB cme elit ae Wan (ee eC Rete ad de comunidad cristiana. Ser y hacer comunidad en crt ae Nao 1 ee es Ie ono Te alot ice] Carlos Mendoza-Aivarez, Escritos de un incierto peregrino / Gloria Prado Gardurio Nis oy 0-1 toy Ler Namero 23 julio - diciembre * 2016 Revista Iberoamericana de Teologia Uae Varean «s aledieand| |Iberoamericana UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MEXICO ® REVISTA IBEROAMERICANA DE TEOLOGIA Publicacién semestral del Departamento de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, que pretende ser un foro de reflexién ¥ didlogo académico, especializado y plural, sobre diversas tematicas twolégicas de actualicad, desce Ia perspectiva Jatinoamericana, ww wna my/ribet ribet@uia.mx Naim, 23, julio-diciembre, 2016 Comité Editorial: Luis Arturo Macias Medina (Universidad Iberoamericana, Ciudad de México), Gonzalo Balderas Vega (Universidad Iberoamericana, Ciudad de México), José Luis Franco Barba (Universidad Intercontinental), ‘Christa Patricia Godinez Munguia (Universidad Tberoamericana, Ciudad de México), Juan Carlos Lopez Saenz (Universidad Iberoamericana, Ciudad de México), Rodrigo Antonio Medellin Erdmann, Rail Cervera Milin (Universidad Iberoamericana, Ciudad de México) Coordinadora editorial: Christa Patricia Godinez Munguia Secretario: Joan Carlos Lopez Consulte los indices de la Revista Iberoamericana de Teologia en Rupee wruueia.ms ribet Dialnet hiip://dialuet.sniioja.es/ Latindes.— anmuefasindessnam.ansc/ Redalyc.— http: //redlye.uaemex-snix/ Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico REVISTA IBEROAMERICANA DE TEOLOGIA, Ao 12, No. 23, julio-diciembre 216, ema publicacién semestraleditada por el Departamienta de Ciencias Religiosss de ln Universidad Iberoamericana,.C., Ciudad de México, Pol. Paseo de la Reforma 880, Col. Lomas de Santa Fe, Alam Obregén, C2 D1219, Tel, 59 50 4 0, ext. 7150, 4155 y 4901, wowvcuiaams/ribet ribet@uia.my, Editor responsable: Chrisa Patricia Gadinez Munguia Reserva de Derechos al Uso Exclisivo No, (M-2016-N1509124618iX-102 ISSN 1870-316X Licitud de culo No. 13344, Licimd de Contenido No, 10917, ambos etorsados por Ja Comision Calificadom. de Publicaciones y Revistas llostradas de la Secretaria de Gobernacidn, Impresa por Disetos e [mpresos Sandoval, Tizapin 172, Col, , Ciudad Nezabualedyotl, Estado de México, C.P.57750, Ciudad de México 2, 5793 51 52, Este ndmero se termsind de imprimir en enero de 2017 con 00 ejemplares Mecropolitana, 4a, sect n tine d ‘Quedh estrictamente prohibida la reproduceién total ¢ parcial de Jos contenidas e imgenes de la publicacin sin previa autorizacién del editor y el Tastituto Nacional de Derechos de Autor Lib nec. /pbcaiones fa view Contenido Articulos La Teologia luterana de la Cruz y el sufrimiento de las victimas 11 José Ramon AtcAntara Mryia Los laicos se abren un lugar en la Iglesia. El siglo xx: auge y ratificacion de los laicos por el Magisterio 31 Humserro Jost SANCHEZ ZARINANA Los retos de la secularizaci6n al cristianismo y las religiones 69 Juan Antonio Estraba Diaz Noticia Retorno a la alegria del Evangelio 99 Jorcx Costapoar Resefia José de Jesiis Legorreta Zepeda (coord.) Hacia otros modelos de comunidad cristiana. Ser y hacer comunidad en sociedades de cambio, Iberoamericana, México, 2014, 340 pp. 105 Carlos Mendoza-Alvarez. Escritos de un incierto peregrino. Universidad Iberoamericana, México, 2016, 98 pp. ISBN 978-607-417-372-7 109 Groria Prapo Garpuxo Colaboradores en este ntimero 117 Normas para la presentacién de originales 119 Contents Articles Lutheran Theology of the Cross and the Suffering of the Victims 11 José Ramon AtcAnrara Mryia The Laymen Burst into the Church. The 20" Century: The Rise and Ratification of the Laymen by the Magisterium 31 Humperro Jost: SANCHEZ ZARINANA The Challenges of Secularization to Christianity and Religions 69 Juan Antonio Estrapa Dfaz News Return to the Joy of the Gospel 99 Jorcr Costanoar Reviews José de Jesiis Legorreta Zepeda (coord.) Hacia otros modelos de comunidad cristiana. Ser y hacer comunidad en sociedades de cambio, Universidad Iberoamericana, México, 2014, 340 pp. ISBN: 978-607-417-346-8 105 Luts Gustavo MELENDEZ GUERRERO Carlos Mendoza-Alvarez. Escritos de un incierto peregrino. Universidad Iberoamericana, México, 2016, 98 pp. ISBN 978-607-417-372-7 109 Giowa Prapo GarpuNo: Contributors in this Issue 117 Author's Instructions for this Submission of Original Papers 123 Articulos — EE RIBET vou. XII + ndim, 23, suuo-piciewsat 2076 + 11-30 * DentcrosrestRvapas oF LALA + ISSN 1870-316% La Teologia luterana de la Cruz y el sufrimiento de las victimas José RAMON ALCANTARA MBIA” RESUMEN La consideracién del sufrimiento de las victimas puede seguir dos caminos: la glorificacién propia al responder a éste desce fuera el camino de la solidaridad desde la experiencia propia del sufrimiento y la injusticia. En este trabajo se examinan ambas posiciones desde lo que Martin Lutero llamé la Teologia de la Cruz en oposicién a una Teologia de la Gloria. Palabras clave: victimizacién, sufrimiento, Teologja luterana, Teologia de la Cruz, Teologia de la Gloria ABSTRACT In considering the suffering of the victims, one finds two possible paths: the self-glorifcation as one responds to these from outside or the path of solida- fity from the experience of our own suffering and of the injustice, In this paper we consider both positions from what Martin Luther called the Theology of the Cross in opposition to a Theology of the Glory. Keywords: victimization, suffering, Lutheran theology, Theology of the Cross, Theology of Glory Phofesor investigador emérito del Departamento de Letras de la Universidad Ibe- ‘Foamericana Ciudad de México, y miembro del Sistema Nacional de Investigado- nivel 2. Profesor de la Comunidad Teoligica de México. Correo electrénico: se. haleantara@ibero.mx a IAEVISTA JBEROAMERICANA Dt TEOLOGIA JOSE RAMON ALCANTARA MEIIA Introduccion El titulo de este articulo obedece a una reflexién sobre el sufrimiento de las victimas desde la Teologia luterana, llevado a cabo en el contexto del XII Simposio Internacional de Teologia, :Dios sin religiones? Reli- giones y teologias ante la crisis de las instituciones en un mundo glo- balizado, celebrado del 3 al 6 de septiembre de 2014 en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Es evidente que el suftimiento ha sido un tema central no sélo de la Teologia cristiana en una perspectiva ecuménica, sino atin desde otras religiones, cada una desde su particular punto de vista sobre este pre~ dicamento humano. Este trabajo, por lo tanto, sélo aspira a contribuir desde su propia especificidad y no pretende agotar el tema ni mucho menos ser concluyente. Més atin, ya que la Teologfa Interana ocupa un vasto campo histérico descentralizado en el que hay lugar para discutir y disentir entre los diferentes cuerpos luteranos, lo que aqui se presen- ta no podria ser sino una vision desde la “tradicién Interana” en ge- neral. Esto es posible porque, no obstante sus divergencias, todas corrientes luteranas se alimentan de ciertos principios fundamenta- Jes que han sido resumidos en tres afirmaciones: una sola Fe, una sola Gracia y una sola Escritura. Una sola fe, en la obra de Jesucristo como la tinica fuente de la justificacién por encima de las obras humanas. Una sola Gracia, dada incondicionalmente a todas las personas independien- temente de sus particularidades sociales, raciales, sexuales, religiosas, ideologicas, etcétera. Y una sola Escritura, como la inspirada fuente tinica de la revelacién Divina, interpretada por la raz6n. Este trabajo, enton- ces, se inserta en esta tradicion, Victima y victimizaci6n Dicho lo anterior, se hace necesario ser mas especifico con respecto al suftimiento de las victimas, lo que requiere matizar ambos conceptos: victima y victimizacién. En primer lugar, el sufrimiento es un campo amplio de la experiencia humana que va desde el resultado del dolor 12 REVISTA DE TEOLOGIA IBEROAMERICANA por cualquier pérdida natural, hasta aquel que es el resultado de la injusticia que obra con violencia contra individuos y comunidades vulnerables; es decir, la injusticia que produce violencia, dolor y su- frimiento, que por este hecho convierten en “victimas” a quienes la sufren. Entre estos dos extremos se encuentra un amplio espectro de situa ciones concretas que requerirfan abordar casos especificos. Esto nos leva a encontramos con una imposibilidad: la de poder hablar del su- frimiento en forma generalizada, ya que éste nunca es de la misma naturaleza en dos personas; y porque, en consecuencia, tampoco es posible hablar del sufrimiento de alguien mas en abstracto sin conver- ir al otro en un ente igualmente abstracto, que es lo que ocurre con jerto uso del término “vietima” al que me referiré mas adelante, En consecuencia, debemos empezar por reconocer que es imposible hablar del suftimiento desde el otro, porque el dolor ajeno es dinico ¢ intran: ferible, de tal manera que cualquier discurso, incluyendo el presente, nunca podra ser sobre el suftimiento real o vivencial del otro. De lo anterior se seguiria que, de hecho, s6lo podemos hablar autén- ticamente del sufrimiento desde nuestra experiencia. Esto significa, an- tes que nada, un acto de reconocimiento vivencial, pues sélo entonces puede realizar una reflexién sobre el sufrimiento propio, y desde ahi, tratar de comprender lo que significa el suftimiento inaccesible del otro. En otras palabras, mientras que uno no puede hablar del suftimiento de los demas, desde los dems 0 por los demas, si es posible partir del ufrimiento propio que entonces se convierte en un sufrimiento con los demas, en un acto solidario con una comunidad sufriente, junto con la cual es posible reflexionar sobre el sentido y significado del sufrimiento. En segundo lugar, me gustaria puntualizar el cérmino “victimas”” que he puesto entre comillas y que se encuentra anunciado en el titulo de este trabajo. Como he mencionado, este articulo es resultado de un Fencuentro teolégico en el que se abordé el tema del suftimiento de las Victimas, entendiéndose por ello victimas de la injusticia, o mAs bien, de ja violencia que es resultado de la injusticia que prevalece en nuestro ‘pais y en muchos otros. A diferencia de las victimas por causas natura- s, al sufrimiento de la victima de la injusticia se afiade la violencia del 13 REVISTA IBEROAMIERICANA DE TEOLOGIA JOSE RAMON ALCANTARA MEIIA acto mismo, la violacién de sus derechos y de su dignidad, De esta ma- nera, hablar efectivamente del suftimiento de las victimas de la injusticia requiere no solamente haber “experimentado” en carne propia el sufti- miento, sino también la violencia misma de la injusticia, es decir, haberse puesto en posicién de experimentar dicha violencia y, por lo tanto, sen tirse también victima de ella, Se entiende entonces la complejidad para abordar el tema del sufrimiento, especialmente este iltimo, desde la pe- riferia, con el riesgo de trivializar lo que éste realmente significa. De hecho, es solamente cuando el punto de partida es una reflexién ro propio suftimiento y el efecto de la violencia de la injus- tros propios cuerpos (entendiendo al cuerpo en un sentido sobre nue: ticia en nu integral: yo como cuerpo, mas que yo en mi cuerpo) que podemos decir que nuestra percepcin del suftimiento es “encarnacional”’ y, por lo tanto, no puede ser reducida a una operacién discursiva, sea politica, social © teoldgiea, sin riesgo de ideologizacién, aunque Ia solidaridad con el suftimiento leva a ver las dimensiones sociales, politicas y teo- ldgicas del mismo bajo otra luz, como lo ha sefialado Dorothee Soelle.' El conocimiento encarnacional parte de la experiencia corporal a la que sometemos los demis sentidos y facultades de comprensin; de tal manera es efectivamente posible que podamos identificarnos con el sufrimiento de las victimas desde nuestra propia experiencia, hacernos victimas sufrientes con ellas, y entonces, y s6lo entonces, reflexionar con ellas lo que esto significa en un contexto especifico dado. :Por qué es importante en nuestro enfoque la solidaridad encarna- cional con el sufrimiento del otro? Porque de hecho hay otra manera més comiin de abordar el asunto, no con la victima sino a partir de su “victimizacién”. Se trata de un proceso en el que se atribuye al otro la condicion de victima, no desde la experiencia solidaria sino desde una posicién externa y abstracta, con el fin de hacer de la victima el objeto de un discurso supuestamente ético. Esta sutil intervencién del agente externo hace que la persona suftiente asuma el papel de victima no por reconocimiento propio, sino porque es el que se le ha otorgado, como parte de un discurso cuyos fines no son siempre claros. Obviamente, la ‘ Dorothee Soelle, Suffering, Fortress Press, Philadelphia, 1975. 14 EVISTA DE TEOLOGIA IBEROAMERICANA LATEOLOGIA LUTERANA DE LA CRUZ Y EL SLIFRIMIENTO DE LAS VICTIMAS persona que se deja asimilar como “victima” en un discurso lo hace por la expectativa de una respuesta a su condicién, convirtiéndose asi en suijeto pasivo. Entonces la “respuesta”, si es que la hay y es efectiva, viene desde la estructura en la que quien responde se coloca como parte activa de la respuesta convirtiéndose en el agente ético que eleva, en esa operacién, su posicién ante aquellos que ha pronunciado como “victimas” y, por su puesto, ante los “victimarios”. Esta es, como lo ha sefialado Walter Benjamin, y como todos lo sabemos por los aconte- cimientos recientes en nuestro pais, la estrategia del Estado para legiti- mar sus propias acciones violentas ¢ injustas en respuesta al sufrimiento de las victimas que él mismo ha victimizado.? Pero esto es cierto también para individuos u organizaciones que hacen de su propia moralidad, consciente 0 inconscientemente, una ley, usindola para lo que Marilena Chaui llama la “victimizacién de las victimas”. Se trata de una posicién ética que ha adquirido paulati- namente, a través de la modernidad, un caracter simbdlico que antes se Ie atribuia solamente a cierto tipo de teologia. Una ética que apela a un principio de justicia que originalmente estarfa enraizado en Dios, pero que, transitando por las estructuras religiosas, adquiere la categoria de Ley Divina, hasta convertirse en la ley normativa del Estado, por una parte, y en la ética liberal del humanismo por la otra. La justicia de Dios es transformada entonces en la Ley de Dios, que es la fuente de un su- puesto orden moral y, consecuentemente, de una ética que a su vez, sefia- Ja Marilena Chaui, se transforma en una ética moderna y posmoderna que ha perdido ya su caracter universal y se ha fragmentado. Esto sig- nifica que ya no es posible hablar de una ética y mucho menos de un principio de justicia universales, sino solamente de éticas que inchiso se pueden contraponer entre sia partir de su propia justificacién: una ética médica ante una ética legal, o una ética corporativa de empresas trans- nacionales de cara a la globalizacién que apela a “leyes” legitimas que regulen la competencia, y una ética que sefiala cémo esto afecta a las personas mas vulnerable. En cualquier caso, se trata ya no de un senti- do ético compartido, sino de éticas que sirven a los intereses de grupos ® Walter Benjamin, Critica de Ja violencia, Biblioteca Nueva, Madrid, 2010. 15 REVISTA IBEROAMERICANA DE TEOLOGIA, JOSE RAMON ALCANTARA MEJIA particulares. A partir de esto, Chaui nos habla de la ética de la vic zacion: Asi concebida, la ética se torna pura y simple ideologia y, como tal, ¢s propicia para el ejercicio de la violencia. {Por qué? En primer lu- gar, porque el sujeto ético o el sujeto de derecho, est escindido en dos: por un lado, el sujeto ético, como wictima, como el que padece pasivamente, y por otro el sujeto ético y compasivo que identifica el suftimiento y actia para alejarlo, Esto significa que, en verdad, la victimizacién hace que la accién se concentre en las manos de quienes no sufren, de quienes no son victimas y que deben traer, desde afure- ra, Ja justicia para los que no la tienen, Fstos, por lo tanto, pierden su condicién de sujetos éticos propiamente dichos para tornarse objetos de nuestra compasin. Y esto significa que para que quienes no sufren puedan ser éticos son necesarias dos violencias: la primera, la fictica, es la existencia de victimas; la segunda, el tratamiento del otro como victima pasiva e inerte.? La “vi mizacién” hace del otro una “victima” sobre la que se vierte el balsamo que alivia no al sujeto sufriente (cuyo sufrimiento es inaccesible excepto, oblicuamente, desde la encarnacién), sino a quien lo dispensa. Este es el sujeto ético que se autoconstruye desde su propia moralidad, en una operacion que Lutero Hamé la Teologia de la Gloria, Se trata de una construccién ideolégica que transformé la solidaridad encarnacio- ino de uno mismo, y cuya funcién era y, creo yo atin es, a autoglorificacién moral. En este proceso, no se tiene que reconocer en “carne propia” la raiz del problema, que es la injusticia humana; por consiguiente, tal reco- nocimiento pasa a segundo plano evadiendo la propia responsabilidad. nal en “buenas obras”, no al servicio de los demas. Lo que importa es la respuesta apropiada. El sujeto ético ve sus acciones desde una éptica que lo autoafirma como alguien que esté por encima de las causas de la injusticia y que, por lo tanto, no es parte de ella, sino todo lo contrario: es una persona “justa”y “buena”, cuya rectitud, civili- 3 Marilena Chaui, “Etica y violencia” en Nueva sociedad, 163:35. Disponible en: . 16 REVISTA DE TEOLOGIA IBEROAMERICANA LA TEOLOGIA LUTERANA DE LA CRUZ Y EL SUFRIMIENTO DE LAS VICTIMAS dad y compromiso ideolégico, ya sea religioso 0 liberal 0 ambos, lo colocan en otro nivel, en tanto que las victimas adquieren la categoria de objeto de su “buena voluntad”. Evidentemente, este ha sido uno de los mecanismos “legitimados” por medio del cual los pobres, marginados, discriminados y aquellos que han padecido violencia en sus miltiples formas, se convierten en sujetos de compasién y misericordia, lo que paraddjicamente los separa del su jeto ético. En este proceso, como seftala Chaui, el “otro” conereto desa~ parece y su suftimiento se disuelve en la “misericordia” que el sujeto ético activo se atribuye a si mismo como resultado de una supuesta comprensién del sufrimiento del otro. Desde este punto de vista, el sufrimiento de la victima es despojado de su sentido propio y es asumido por el discurso del sujeto ético. H biendo sido victimizado, el otro no puede encontrar por si mismo el sentido de su condicion y, por consiguiente, tampoco de su sufrimien- to. El discurso victimizador dicta la de Ja condicién de victima cau del otro, que pueden ir desde “la voluntad de Dios” hasta culpar, ex- cluyéndose uno mismo, a las estructuras injustas de Ia sociedad. Final- mente, la victimizacion supone, por lo tanto, un estatuto superior del sujeto ético en relacién a la “victima”, desde el cual, efectivamente, puede sentir compasién por ella y actuar para ella, es decir, propiciar de alguna manera la liberacién de su condicién de victima. Pero tal “li- beracién” estd confinada a aquella que el sujeto ético provee y que es ideolégicamente construida, Un ejemplo notable han sido las recientes “victimizaciones” de las poblaciones arabes, que glorifican a la demo- cracia occidental y a un liberalismo que aboga por los “derechos huma- nos”, sin incorporar acciones de justicia elemental que efectivamente impliquen un “sacrificio” solidario, nacido de un suftimiento com- partido. La Teologia de la Cruz Al hablar del sufrimiento de las victimas siempre esté latente la posibi- lidad de caer en la trampa de la victimizacién y la glorificacién de 17 REVISTA IBEROAMERICANA DE TEOLOGIA J09E RAMON ALCANTARA MEJIA cierta postura ética. Sin embargo, he mencionado que si se puede ha- blar del sufrimiento propio con las victimas, y esto me Hleva a profun- dizar esta declaraci6n ala luz de un locus central de la Teologia luterana: la Cruz de Cristo. La Teologia luterana de la Cruz encuentra su origen en la célebre disputacién de Heidelberg, realizada en abril de 1518, en Ia que el vicario general de la congregacién sajona de la orden agustina, Juan Staupitz, convocd a su reunion trienal ¢ invité a Lutero para que la presidiera.* La intenci6n era responder a los cargos que algunos meses antes habfa hecho ante Roma la asamblea provincial de los dominicos, quienes bajo el comando de Juan Tetzel habjan declarado heréticas las memorables 95 tesis contra la venta de indulgencia. La invitacién a Lutero significé el apoyo de la orden a su posicién, pero él no lego ala reunion para responder a los cargos de los dominicos, sino a presen- tar una serie de tesis nuevas que llegarian a formar el centro de su teolo- gia, y que han recibido el nombre de Teologia de la Cruz La Teologia de la Cruz ha tenido un papel central en el desarrollo de la Teologia luterana y otras corrientes teoldgicas hasta el presente. En el siglo xx fue reactivada precisamente bajo la experiencia real del sufrimiento que padecié el tedlogo alemin Dietrich Bonhoeffer, al ser testigo y opositor primero, y victima después, del régimen nazi. Mas recientemente Wolfgang Pannenberg con su escrito Cristologia, al igual que el tedlogo reformado Jiirgen Moltmann lo hace con El Dios cruci- ficado y Dorotee Soelle con Suffering Por supuesto, habria que incluir en esta recuperaci6n a la Teologia de la liberacién y a la Teologia poli- tica, cuyas versiones, si bien se distinguen de la luterana, evidentemen- te se alimentan de ella. ‘Martin Lutero. “La disputacién de Heidelberg”, en Obras de Martin Lutero, vol. 1, Paidés, Buenos Aires, 1967, pp. 25-46. Wolfhnang Pannenberg, Fundamentos de Cristolagla, Sigueme, Salamanca, 1974 (publicado en alemin en 1964 como Grundziige der Christologie, y en Inglés en 1968 como Jesus ~ God and Man); Jiirgen Molmann, El Dios crucificado. La cruz de Cristo como base y eritica de ta ceologia Cristiana, Sigueme, Salamanca, 1975. Dorotea Soelle, Suffering, Minneapolis, Fortress Press, 1984. ® Ver por ejemplo; Jon Sobrino, Cristolagia desde América Latina, Ediciones CRT, México, 1977; quien argumenta con Pannenberg y Moltmann, pero no con las 18 REVISTA DF TEOLOGIA 1BEROAMERICANA LA TEOLOGIA LUTERANA DE LA CRUZ Y EL SUFRIMIENTO DE LAS VICTIMAS La disputacién consta, segtin la ha estudiado Daniel Beros, “de cuatro grandes bloques tematicos” (2): 1) las obras de Dios y de los hombres; 2) el libre albedrio; 3) el “tedlogo de la gloria y el tedlogo de la cruz”, y 4) la recapitulacién que habla “del actuar de Dios y el hombre a partir de la fe en Cristo, que justifica e invita al seguimien- to” (2)! El primer punto que aborda Lutero es el de la diferencia entre la Ley de Dios como “doctrina saludable de vida" y su aplicacién errénea como fuente de la justificacién, es decir, como norma cuyo cumplimien- to supuestamente haria al hombre justo. Por el contrario, sefiala Lutero, Ja Ley se convierte en este caso en un obstaculo, porque crea la ilusién de la justificacion a partir de la obediencia a la Ley, y porque es sola~ mente a partir de este mecanismo que el hombre construye sus relacio- nes con los demas. No toma mucho esfuerzo observar que lo que Lutero Hama la Ley es todo aquello que se anuncia como normatividad ética hasta el presente, de tal manera que podriamos decir, como lo he sefialado antes, que la Ley de Dios es ahora simplemente la ley de la autoridad suprema, sea desde una perspectiva secular o religiosa, o de valores humanos superiores del humanismo liberal, Como dice Moltmann ci- tando a Loewenich: “La especulaci6n religiosa y Ia santidad por obras son s6lo dos efectos del mismo anhelo del hombre, del anhelo por un trato ininterrum- pido y directo con Dios”, De hecho jamis estin ética y metafisica sin relacidn la una junto ala otra, sino que se condicionan mutuamente en interés del hombre." fuentes de su teologia que, por supuesto, es Lutero, cuya visién esté mas cerca de la Teologia de la liberacién de lo que Sobrino reconoce, y por supuesto, Dorothee Soelle en Suffering. Daniel Beros, “La Disputacién de Heidelberg y su theologia crucis como grama~ tica fundamental de la teologia evangélica”, en Cuadernos de Teologia, vol. xx1x, 2010, pp. 1-13 Jiirgen Moltimann, El Dios Crucificado. La cruz de Cristo como base y critica de toda ta teologta cristiana, Sigueme, Salamanca, 1975, p. 109. lg: EVISTA IBEROAMERICANA DE TEOLOGIA 7 JOSE RAMON ALCANTARA MEIIA Justicia y Ley en la Teologia de la Cruz Lutero procede entonces a lo que sugiero es una distincién entre Ley y Justicia de Dios, puesto que la Ley se atribuye asi misma una funcién justificadora, de tal manera que al final Ley y Justicia se utilizan como sinénimos. Por consiguiente, Lutero parece sugerit que el tinico uso apropiado de la palabra Justicia es en relacién con Dios, mientras que, como ditfa San Pablo, la Ley es solamente una ayuda para vivir saluda~ blemente y no tiene nada que ver con la Justicia divina (Galatas 3: 24-29), Lutero afirma: “Esto resulta claro del apéstol (Rom 3): ‘Sin la ley se ha revelado la justicia de Dios, que san Agustin, en su obra Del espiritu y de la letra interpreta de la manera siguiente: ‘Sin la ley, es de- in la ayuda de la ley’"(32). Me permitiré aqui llevar esta distincién un paso mas y decir que el cir, término “Ley de Dios” funciona para atribuirle a la Ley un carécter divino en si misma hasta convertirse en algo independiente de Dios, es decir, con vida propia; se constituye asi, segtin sefiala Walter Benjamin, en Ia raz6n de ser del Estado, y por consiguiente puede ser invocada como valor supremo para crear el estado de excepcidn y legitimar el uso de la violencia institucionalizada."” Esto, por supuesto, era cierto en tiempos de Lutero tal como lo es ahora y lo ha sido desde los origenes del animal politico. Es por ello que uno tendrfa que leer, entre lineas, del texto de Lutero una critica devastadora al uso estatal y eclesial de la “Ley de Dios” para regular las relaciones humanas, cuando de hecho en su sentido negative no es m4s que una expresién de la maldad hu- mana estructurada. Lutero lo dice de la siguiente manera: “Este es el motivo por lo que el apéstol en el capitulo 8 Hama ley de muerte y de pecado a la Ley. Incluso, segim Cor. 3, ‘La letra mata’, que san Agustin, en su obra citada, aplica a toda Ia ley, incluida la ley santisima de Dios.” (33) Martin Lutero, “La Disputacién de Heildeberg 1518", en Obras de Martin Lutero. vol. 1, Paidés, Buenos Aires, 1967. Todas las citas son de esta edicién. * Ver Giorgio Agamben, Estado de excepcién. Homo sacer I, 1, Adriana Hidalgo, Bue~ nos Aires, 2007. 20 EVISTA DE TEOLOGIA IKI ROAMERICANA LATTEOLOGIA LUTERANA DE LA CRUZ Y EL SUFRIMIENTO DE LAS VICTIMAS Asi pues, a Dios sélo se puede atribuir la Justicia que es radicalmen- te diferente a la Ley. Y por ello, la ley y sus obras no pueden hacer justo al hombre, pues la justificacién slo puede venir de Dios. Por el contrario, la Ley se convierte en elemento de coaccién entre los hom- bres y en instrumento de su maldad. zCémo llega la Ley, destinada para una vida saludable, a convertir- se en todo lo contrario? La respuesta de Lutero es el pecado, pero esto también hay que matizarlo. Lutero sefiala: Porque fiarse de su obra sin desconfiar de ella es lo mismo que atri- buirse uno la gloria a si mismo y arrebatarsela a Dios, al que se le debe temer en toda accion. En esto reside precisamente la total perversidad: en complacerse en uno mismo, en gozarse uno mismo en las propias obras, en adorarse a uno mismo como a un idolo; porque es asi como acttia quien est4 seguro de si mismo y no teme a Dios, En efecto, si se tuviera este temor, no se estaria s guro de uno mismo y, en conse~ cuencia, no se complaceria en si mismo sino en Dios. (36) Un poco antes, Lutero ha dicho algo que complementa su idea: “Por- que fiarse de su obra sin desconfiar de ella es lo mismo que atribuirse a uno mismo la gloria a si mismo y arrebatarsela a Dios” (36). Un dios que, por supuesto ya no es Dios sino un idolo, es decir, la gloria que se arrebata es también una falsificacién, una ilusién."' El pecado es, en suma, la absoluta enajenacién del hombre de si mismo en tanto hijo de Dios, en tanto imagen y semejanza de Dios, en tanto ser justo y mise ricordioso como Dios. Dorotee Soelle lo dice desde su propia teologia de esa manera: “La tarea de una teologia liberadora es superar este tipo de trascendencia cosificada. La tra cia cosificada representa al Dios que puede actuar s6lo como un superhombre, que cenden= de esta manera acttia independientemente, intocable y poderosamente, Pienso que las tres afirmaciones acerca de lo absoluto de Dios ~omnipotencia, omnisciencia, ommipresencia-, los tres “omnies”, expresan una fatal tendencia imperialista en la teologia: el poder del gobernante independiente” (Dorothee Soelle, Essential Writings [Selec n ¢ introduccién de Dianne L. Oliver], Mariknoll, Nueva York, Modern Spiritual Masters Series, 2006, 43, traduccién del autor) 21 EVISTA WEROAMERICANA DE THOLOGIA JOSE RAMON ALCANTARA MENA, Es claro que el concepto de pecado del monje agustino es mas com- plejo que el que se define solamente a partir de la Caida. La expli- cacién biblica de ninguna manera excluye la responsabilidad concreta del hombre por sus propias motivaciones y consecuentes acciones, de tal manera que Lutero va al meollo del asunto: el ser humano es esen- cialmente egofsta, lo cual “consiste en complacerse a si mismo, en go- zarse a si mismo en las propias obras, en adorarse a si mismo como a un idolo, porque es asi quien esta seguro de si mismo y no teme a Dios” (6). Uno no puede sino asombrarse de la perspicacia de esta afirma- cién, que suena bastante posmoderna, pues se percibe una profunda comprensién de la psique humana y de la conducta del ser humano en sus relaciones con los demas, evidente en Ia glorificacién del indivi- dualismo en la actualidad. Uno podria decir que el hombre se mueve mis por un impulso biolégico de orden animal (como nos lo ha hecho comprender el psicoanilisis) que por el Espiritu de Di s, que es lo que le hace verdaderamente humano. Lutero, pues, denuncia aquella religién que efectivamente, como lo sefiala Sigmund Freud, es traumética, una enfermedad cuyo sintoma contundente es el creerse o desear ser superior a los demés, y por ello el hombre esta condenado a vivir tratando de ser “mejor” sin nunca lograrlo satisfactoriamente y que, en consecuencia, le lleva a construir un sistema expiatorio simbélico, cuyo centro son las “obras” que justi- fican, que hacen que uno tenga la ilusién de ser justo y bueno y, por lo tanto, aceptable a Dios, convirtiéndose asi en camino a la “santidad” Se trata pues de la humanizacién de la Ley eransformandola en un sis~ tema moral, en ética humana, con su irremediable funcién diferencia- dora en las relaciones humanas. Esta es, pues, para Lutero la sabiduria de los hombres que se contrapone a la sabiduria de Dios. Teologia de la Cruz contra la Teologia de la Gloria En este punto Lutero ya ha identificado el aparato teolégico que sos~ “El tedlogo de la gloria tiene lo que el Ilamaria la Teologia de la Glori: 22 REVISTA DE TEDLOGIA IBEROAMERICANA LATEOLOGIA LUTERANA DE LA CRUZ Y EL SUFRIMIIENTO DE LAS VICTIMAS lama al mal bien y al bien mal”, ¢ inmediatamente introduce el con- cepto de Teologia de la Cruz: “el tedlogo de la cruz llama a las cosas como son en realidad” (42). Pannenberg lo resume de esta manera: Al convocar a la cruz de Cristo como el criterio de una teologia aurén- tica, Lutero cuestioné tanto el método como el contenido de la tradi- cién teolégica medieval. £] cuestioné el método por cuanto desarrolla su doctrina de Dios a partir del concepto filos6fico [...] de Causa Pri- mera, Pero su mayor oposicién fue a la concepcién equivocada de Ja justicia humana y de cémo una persona puede llegar a ser justa. Esto, dice, no es posible haciendo lo que es moralmente bueno, sino sélo por la fe en Jesucristo |...]. Esta tesis rechaza la nocién aristotélica de justicia como una virtud que es adquirida desarrollando una actitud apropiada o un habito de accién, Esta nocién de justicia promueve una actitud de orgullo personal en la conducta recta, como indicacién de conocimiento y sabiduria. |...] Este es el centro de lo que Lutero lama Teologia de la Gloria, la auto-glorificacién del obrar justamente, La nocién de Teologia de la Gloria fue ampliada por Lutero para ir cuir el método de la teologfa filoséfica que, en opinién de Lutero, era este método precisamente el que Ilevé a la definicién de justicia como virtud y finalmente también a las obras de justicia.'” El tedlogo de la cruz es, entonces, aquel que comienza desmantelando la pretensién humana de aleanzar la justicia por medio de sus propias obras, mostrando ademas que a lo mas que puede aspirar el hombre es a crear una relaci6n entre los demas en tanto animal politico, a partir de una estructura creada por él mismo, sea legal, moral o religiosa. Pero a la vez, el tedlogo de la cruz debe sefialar que tal estruc- tura sélo sirye para adelantar el interés propio, como los pensadores de la sospecha lo han sefialado: Nietzsche, Marx y Freud, y que tan elocuentemente lo presenté antes Adam Smith en La rigneza de las na- ciones (1776), y no para fomentar el bien de los demas, excepto cuando " Wolfhart Pannenberg, “A Theology of the Cross”, en Word & World, Luther Seminary, St. Paul, Minnesota, pp. 162-172, traduccién del autor. 23 REVISTA IBEROAMERICANA DE TEGLOGIA JOSE RAMON ALCANTARA MEJIA obedece a dicho interés personal. En otras palabras, el tedlogo de la cruz comienza reconociendo que el ser human, atin en sus mejores momentos, es esencialmente egoista y, por lo tanto, incapaz de actuar desinteresadamente, esto es, por amor. Y esto es asi porque la ver- dadera justicia y el verdadero amor sdlo pueden venir de la cruz de Cristo. En este punto Lutero invierte la epistemologia de la Teologia de la Gloria que “cree que las cosas invisibles de Dios pueden aprehenderse a partir de lo creado”, para aseverar que por lo contrario, la Teologia de la Cruz “aprehende las cosas visibles e inferiores de Dios a partir de la pasion y la cruz” (41). La critica implicita al tomismo y, en general, ala idea de que el conocimiento humano es autosuficiente para cono- cer las cosas de Dios no es, por consiguiente, gratuita. Es mas bien consecuencia de la antropologia luterana que ve la condicion humana dominada por sus propios deseos y, por lo tanto, apuntada siempre a si misma aunque diga que su conocimiento apunta a Dios y a glorifi- car dicho conocimiento que pretende desentrafiar la gloria invisible de Dios para alcanzar las cosas mas altas, Lutero, por el contrario, enfatiza que la Teologia de la Cruz apunta a las cosas mas bajas: “Las cosas inferiores y visibles de Dios son las, opuestas a las invisibles, es decir, la humanidad, la enfermedad, la lo- cura [,..]. Por tanto ~contintia-, aludiendo a lo que escribe el apéstol Pablo en el capitulo primero de Romanos: puesto que los hombres han abusado del conocimiento de Dios a tra- vés de sus obras, ha querido Dios ser conocido por estos sufrimientos; con ello ha reprobado esa ciencia de lo invisible a base de lo visible, para que quienes no le han adorado tal como se manifiesta en sus obras lo hagan tal como se esconde en sus padecimientos” (41).' Porque habiendo conocido a Dios, no Ie glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en vanos razonamientos y su insensato corazén se entenebrecié: jactindose de sabios se volvieron estipidos, y cambiaron la gloria de Dios incorruptible por una representacidn en forma de hombre corruptible (Rom, 1:21-23). 24 REVISTA DE TEOLOGIA IBEROAMERICANA LA TEOLOGIA LUTERANA DE LA CRUZ ¥ EL SUFRIMIENTO DE.LAS VICTIMAS decir, el hombre, al querer conocer a Dios por medio de su propia idurfa, ha sido incapaz de conocer al Dios verdadero, pues el Dios © conoce es de su propia creacién, es decir, un fdolo; “de tal manera ontintia Lutero-, que no basta ni aprovecha a nadie el conocimiento Dios en su gloria y en su majestad, si no se le conoce también en la mildad y en la ignominia de la Cruz”. ¥ concluye: “Por tanto, es en isto crucificado que estan la verdadera teologia y el conocimiento rdadero de Dios” (42). De hecho, la inversién epistemoldgica que aqui ha realizado Lutero plica que es imposible conocer a Dios en su gloria, sino solamente a martir de la cruz de Cristo, por lo que concluye que una Teologia de la loria es necesariamente falsa ~ Quisiera rescatar una frase de Ja cita anterior: Lutero dice que ha~ éndose cancelado la posibilidad de conocer a Dios a través de su acién, lo que ahora Hevarfa a la idolatria, El se manifiesta “como luien se esconde en sus padecimientos”, En otras palabras: Dios mis 10 ha abierto la via para conocerle verdaderamente, pero se trata de su stro escondido en sus padecimientos, en su sufrimiento. Asi, el tedlo- 1 de la gloria, indica Lutero, “al ignorar a Cristo, ignora al Dios que st escondido en sus sufrimientos. Prefiere asi las obras a los sufti- fentos, la gloria a la cruz, la sabiduria a la locura y, en general, el bien mal. Son aquellos a quienes el apéstol Hama la cruz de Cristo, por Jue aborrecen la cruz y los suftimientos y aman las obras y su glo~ De esto se sigue que la resistencia humana al suftimiento propio y ajeno es también la resistencia a enfrentarse con las propias limi- taciones humanas y el egoismo personal. Pero Lutero insistird en que ‘¢s precisamente ahi donde Dios ha decidido manifestarse en Cristo. Es solamente ahi donde se desprende el velo que oculta a Dios, manifes- tindose en el suftimiento humano de Cristo. Es, en exe encuentro don- de se crea un tipo distinto de relacién entre Dios y el hombre y, por consiguiente, se hace posible una forma diferente de relacién entre las personas. 25 REVISTA IDEROAMERICANA DE TEOLOGIA JOSE RAMON ALCANTARA MEJIA El sufrimiento desde la Teologia de la Cruz ‘Asi pues, desde la Teologia de la Cruz, la tinica realidad palpable de Dios es Cristo y la tinica realidad palpable de Cristo es en el sufrimiento propio y del otro. Cristo mora en uno como el Espiritu, al igual que en el otro; pero esta es tna realidad que sdlo se hace patente al asumir el sufrimiento de los unos por los otros (I Cor, 12: 24-26).! Es sdlo a través de la experiencia del sufrimiento de los otros que uno descubre su propio sufrimiento, cuando uno se da cuenta de que Jo que los seres humanos tenemos en comtin no ¢s el bien sino el mal, y que esto es la causa de la injusticia, Es, pues, en el sufrimiento propio causado por su- frimiento de los demas donde nos encontramos como seres egoistas, ya que somos nosotros quienes infringimos sufrimiento a otros, indivi- dual © colectivamente, para prescrvar nuestros propios intereses. Pero es ahi donde también nos encontramos con el Dios sufriente, aquel que por su sufrimiento puede sanarnos. Moltmann ilustra este proceso citando un pasaje de la novela de Eli Wiesel La troche, basado en la ex- periencia del autor La SS ahorcé a dos judios y a un joven en frente de todo el campo. Los adultos murieron ripidamente, pero los espasmos del joven duraron una media hora. “Donde est Dios?” “:Dénde est Dios?”, pregun- taba alguien atras de mi. Conforme el joven continuaba colgando de la cuerda que apretaba por un tiempo interminable, escuché que el hombre gritaba nueyamente “:Dénde esti Dios ahora?” Entonces es~ cuche una voz dentro de mi que decia: “yDénde esté? El esti ahi, colgando del patibulo...""° Wiesel nos muestra la manera en que Dios se revela verdaderamente, haciéndonos gritar como Jests en la Cruz “gDénde esté Dios?”, no Sin embargo, es necesario aclarar que la solidaridad con los demas no se da solo en elsuftimiento, sino también el gozo compartido, que serfa tema de otro trabajo al respecto, y que esté implicito en la Teologia luterana, signiendo el texto citado, en particular ol versiculo 26. © Citado por Elizabeth A, Johnson en Consider Jesus. Waves of Renewal in Christology, Crossroad, Nueva York, 1992, p. 122. Traduccién del autor. 26 REVISTA DE TEOLOGIA IWENOAMERICANA LATEOLOGIA LUTERANA DE LA CRUZ Y EL SUFRIMIENTO DE LAS VICTIMAS desde el sufrimiento de los demas, sino del propio. No, desde la Teolo- gia de la Cruz no es posible saber del sufrimiento del otro, sino solamen- te podemos descubrir nuestro propio suftimiento ante cl suftimiento del otro. El auténtico sufrimiento no es Gnicamente un suftimiento simpaté- tico, sino el suftimiento que lleva a la comprensién de que uno es parte de la estructura que infringe tal suftimiento, y de la raza que se empefia en ocultarlo. Y cuando esto se torna intolerable, entonces “victimiza” al otro, para sustituir el sufrimiento auténtico por una compasi6n fal que, ultimadamente, lleva a la autoglorificacién. Ante esta perspectiva de la realidad humana que Lutero ve desde la Teologfa de la Cruz, ha sido criticado como perpetuador de una vision medieval que lo Ileva a tener una concepcidn profundamente pesimis~ ta del mundo, en oposicidn al optimismo renacentista. Pero de igual manera, uno podria decir que éste tiltimo est’ formulado en términos de la Teologia medieval de la Gloria, que deja a un lado el verdadero suftimiento y sus causas enraizadas en la injusticia humana. Aqui es necesario preguntarse si no es la experiencia que viene del verdadero sufrimiento del lado de los que sufren lo que constituye el “renacer” del hombre, y no la sabiduria y el conocimiento humanos. Pues esto leva necesariamente a enfrentar Ia realidad de la impotencia ante la injusticia del mundo, ante la impunidad y la corrupci6n, ante la discri- minacién y la marginacién, ante la desigualdad social y econdmica, ante la humillacién de la victimiza cién, de no poder ser sino objeto de compasién habiendo perdido la identidad propia, sujeto pasivo de las “buenas obras” de los demas, 1 que un ser activo que participa en la construccién de la verdadera justicia. El mundo de Lutero no era, pues, diferente del nuestro, y él puso el dedo en la Ilaga al indicar que el optimismo renacentista (0 humanista) que llega hasta nuestros dias con frecuencia oculta la experiencia del sufrimiento y la injusticia que lo produce, como ha ocurrido histéricamente hasta ahora. Es por ello que el tedlogo de la Cruz parte de la realidad del ser humano y no de un ideal humanista, del presente hist6rico concreto y no de futuro utépico de una sociedad perfecta, del verdadero su- frimiento junto a los demés y no simplemente en Ia coincidencia de valores compartidos, 7 HHEROAMERIEANA DE TROLOGIA, JOSE RAMON ALCANTARA MEJIA Es decir, de la realidad de una comunidad que es Cuerpo fisico real, no mistico, en el que Cristo no obstante ser la cabeza se convierte en el miembro més bajo de todos, como sefiala Lutero en su comenta- rio ala carta a los Filipenses. Un cuerpo, como lo hemos referido en el texto de la Primera Carta a los Corintios, en el que todos se duelen cuando uno se duele y, por tanto y sélo por tanto, todos se gozan cuando uno se goza. Ahi es donde la Gracia incondicional de Dios en Jesu- cristo se manifiesta en toda su plenitud, y donde nace la auténtica es- peranza ya anunciada por un cuerpo doliente que muere y resucita a la verdadera vida, y nosotros junto con él. Una resurreccién que ya esti operando en nosotros en medio de las contradicciones de nuestra natu- raleza humana, y cuya manifestacién concreta es el amor, Pero se trata de un amor que el hombre es incapaz de producir él mismo, un amor que slo puede venir de la experiencia de la cruz, del suftimiento, En la diltima tesis de la Disputacién de Heidelberg, Lutero propo- ne: “El amor de Dios no encuentra previamente el objeto de su amor: el amor del hombre es creado por el objeto de su amor”, y entonces elabora: Porque el amor de Dios viviendo en el hombre ama a los pecadores, a los miserables, a los necios y a los débiles a fin de hacerlos justos, bue- nos, sabios y fuertes; de este modo el amor de Dios mas bien derrama y confiere lo bueno, Por tanto, los pecadores son bellos por ser ama~ dos, no son amados por ser bellos [...] De esta indole es el amor de la cruz, nacido de la cruz, que no se dirige a donde se halla ¢l bien a donde confiere el bien al miserable o indi- para gozar de él, sino al gente (46) La Teologia de la Cruz leva entonces al verdadero amor. No al que es generado por el propio ser, sino a aquel que se desprende del sufri- miento de Cristo y, por ende, de nuestro propio sufrimiento en pre~ sencia del sufrimiento de los demés, esto es con los demas. Entonces y s6lo entonces, las obras hacia los demis no estariin motivadas por el autointerés enfermizo, sino por la saludable salvacién que viene de Dios. 28 EVISTA DE TEOLOGIA MEKOAMERICANA LA TEOLOGIA LUTERANA DE LA CRUZ Y EL SUFRIMIENTO DE LAS VICTIMAS Conclusion Quisiera terminar citando un pasaje de las cartas que el tedlogo lute~ rano Dietrich Bonhoeffer escribié poco antes de ser ejecutado por el régimen nazi. Creo que él fue el tedlogo que trajo la Teologia de la Cruz al siglo xx, no como discusién académica sino como una teolo-~ gia de vida, que las circunstancias le llevaron a vivir y sufrir, primero al contemplar toda la maldad del mundo concentrada en un régimen totalitario y en la hipocresia de los poderes mundiales cuya complici- dad permitié que esto ocurriera, y después al experimentar en carne propia el suftimiento de ser acusado de alta traicién por participar en el complot para derrocarlo, lo que le llevé finalmente a la muerte Esta accién tuvo su génesis cn la experiencia personal de lo que el régimen nazi llam6 “el problema judio” desde 1933, cuando Hitler ascendié al poder y emitid las leyes antisemiticas. Bonhoeffer escribid entonces: La iglesia tiene una obligacién incondicional hacia las victimas de cualquier reestructuracién de Ja sociedad, afin si no pertenecen a la comunidad cristiana: “Hacer el bien a todas las personas”, La iglesia sirve en libertad al estado libre, y en momentos cuando las leyes cambian, la iglesia no puede retirarse de esa tarea [...] No se trata so- lamente de vendar las heridas de las victimas bajo la rueda, sino de bloquear los ejes de la rueda misma." La ruta que sigutié él lo Ilevé a la muerte, pero no a la desesperanza. En una de sus tiltimas cartas, donde yo veo una velada alusion a su solida~ ridad con el pueblo judio, escribe: Somos Ilamados a encontrar a Dios en lo que conocemos, no en lo que no conocemos [...] Esto es verdad de la relacién entre Dios y el 1 Geffrey B. Keely y Burton Nelson (eds). A testament of Freedom. The Essential Writings of Dietrich Bonhoeffer, Harper, San Francisco, 1995, p. 132. Traduccién del autor. 29 REVISTA IBEROAMERICANA DE TEOLOGIA JOSE RAMON ALCANTARA MEJIA conocimiento cientifico, pero también es verdad de los problemas hu- RIBET vo. XI + tim, 23, uuo-oicensnt 2016 + 31-67 + Desecriosnescnvanos cea UA « ISSN 1870-316K manos més amplios de la muerte, el sufrimiento y la culpa.” | Es verdad que en el Antiguo Testamento la persona que tecibe la bendicién tiene que pasar por mucho sufrimiento [como los patriar~ cas}, pero esto nunca conlleva la idea de que la fortuna y el suftimiento, Los laicos se abren un lugar en la Iglesia El siglo xx: auge y ratificacion de los laicos por el Magisterio Ja bendicién y la cruz, son mutuamente excluyentes y contradictorias como tampoco el Nuevo Testamento-. Verdaderamente la éinica di ferencia entre el Antiguo y Nuevo Testamentos a este respecto es que en el Antiguo Testamento la bendicién incluye la cruz, y en el Nuevo ‘Testamento, la cruz incluye la bendicién '* H La Cruz, entonces, es paradéjicamente la Bendicién, pues el camino Humeerro José SANCHEZ ZARINANA* para reconocernos como verdaderamente humanes consiste en ser ¢a~ paces de sufrir y gozarnos con los demas, porque su sufrimiento y su RESUMEN gozo se hace nuestro. Los laicos fueron durante muchos siglos una fuerza viva ignorada por la jerarquia eclesial, con lo cual se perdié mucho del potencial evangelizadior de la Iglesia. El siglo xx es el despertar de los laicos, que fueron en un principio promovidos en Su patticipacion en la dinamica eclesial y evangelizadora y luego tomaron una iniciativa para insertarse responsablemente tanto en las realidades temporales desde la perspectiva del Evangelio como al interior de la Iglesia con su testimo- ni y su fiel colaboraci6n. En este momento ya no se puede prescindir de ellos sise quiere alcanzar una eficacia en el anuncio de! mensaje de Jesucristo, pues han madurado como apéstoles y como agentes de transformacién social y ecle- sial, especialmente en el contexto de una Iglesia definida como pueblo de Dios. Palabras clave: laicado, pueblo de Dios, compromiso, testimonio, pobres, Conecilio Vaticano I ABSTRACT For centuries, laymen have been a vibrant group ignored by the church hie- rarchy. Under these circumstances, much of their evangelizing potential has been lost. The 20" century has been the awakening of laymen, who were first Rector del Centro Interprovincial de Formacién “San Francisco Javier”, en Bo- y profesor de Eclesiologia y Ministerios en la Pontificia Universidad Javeria- Bogota, Colombia, clectronico: hjsz0601@gmail.com * Dietrich Bonhoeffer, Letiers and Papers from Prison, Macmillan, Nueva York, 1971, p. 164, Traduccién del autor. 8 Thid. p. 198, Traduecién del autor. 30 EVISTA BE TEOLOGIA IMIHOAMERICANA, 31 AEVIBTA WENOAMERICANA DE THOLOGIA i iain

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