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5/1/2018 Hoja de Insumo

Número Sede Importancia Tipo

166/2017 Tribunal Apelaciones Civil 2ºTº ALTA DEFINITIVA

Fecha Ficha Procedimiento

25/10/2017 291-675/2002 PROCESO CIVIL ORDINARIO

Firmantes

Nombre Cargo

Dr. Tabare Gregorio SOSA AGUIRRE Ministro Trib.Apela.

Dr. John PEREZ BRIGNANI Ministro Trib.Apela.

Dr. Alvaro Jose FRANCA NEBOT Ministro Trib.Apela.

Redactores

Nombre Cargo

Dr. Tabare Gregorio SOSA AGUIRRE Ministro Trib.Apela.

Abstract

Camino Descriptores Abstract

DERECHO CIVIL->DAÑOS Y PERJUICIOS

Descriptores

Resumen

Apelan codemandados perdidosos, se confirma sentencia en segunda instancia.

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Texto de la Sentencia

DFA-0005-000667/2017

SEF-0005-000166/2017

Tribunal de Apelaciones en lo Civil de Segundo Turno

Ministro redactor: Dr. Tabaré Sosa

Ministros Firmantes: Dr. Álvaro França, Dr. John Pérez Brignani y Dr. Tabaré Sosa

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Montevideo, 25 de octubre de 2017

V I S T O S:

Para definitiva en segunda instancia este juicio que por DAÑOS y PERJUICIOS siguen Felipe Máximo ROBAINA SOSA y Felipe Manuel
ROBAINA FERRER contra la UTE y la ANTEL (IUE: 291-675/02), venido a conocimiento de este Tribunal en mérito al recurso de apelación
interpuesto por los codemandados y la adhesión “ad eventum” efectuada por la actora contra la sentencia No. 10/17 de 6 de marzo de 2017,
dictada por la Señora Jueza Letrada de Primera Instancia de Maldonado de 6º Turno, Dra. Mª Constanza Farfalla y

R E S U L T A N D O:

I.- La apelada (fs. 542/546), a cuya exacta relación de antecedentes procesales útiles se hace remisión, ampara en parte la demanda y
condena a las codemandadas en proporción del 50% cada una, a abonar al actor Felipe Máximo Robaina la suma de U$S 14.000 y al coactor
Felipe Manuel Robaina la suma de U$S 7.000, ambos en concepto de daño extrapatrimonial, con intereses desde la demanda; desestima el
daño patrimonial, sin especiales condenas.

II.- Contra la misma se alzan los codemandados perdidosos y expresan agravios a fs. 547/550 (UTE) y 551/555 (ANTEL); en síntesis,
manifiestan:

UTE: que se valora erróneamente la prueba respecto de su responsabilidad, en tanto la caída de la columna sucedió con posterioridad al
accidente del actor y por ello no puede ser causa del daño. Sostiene que la responsabilidad es de ANTEL. Asimismo, manifiesta que el
justiprecio del daño moral es excesivo ya que el daño que se repara no tuvo la entidad suficiente para justificar la cifra fallada.

ANTEL: que se realiza una errónea valoración de la prueba y aplicación del derecho. Explica que no se valora adecuadamente la confesión
hecha por uno de los actores en la inspección judicial y que de ese modo quedó probado el hecho de la víctima. Además, manifiesta y
fundamenta que su parte no tiene responsabilidad en el caso; en ese orden estima que, en su caso, la responsabilidad es de UTE.

Por último, expone que el monto objeto de condena por concepto de daño moral es excesivo, dado que no fue de entidad y no se requirió
internación luego del accidente. Sobre Felipe Manuel Robaina entiende que el rubro no está probado.

Adhiere “ad eventum” la parte actora a fs. 558/563; básicamente, para el caso de que la responsabilidad recaiga sobre uno de los
codemandados solicita condena por el total del daño extrapatrimonial. Y para el caso de que la participación causal se determine de diversa
manera, impetra se revoque la apelada sumando la diferencia de responsabilidad disminuida a favor de uno de los codemandados al otro
hasta el 100% de la condena

III.- Se contesta el agravio eventual (fs. 567 y v.) y se franqueó la alzada (No. 2054/17 de fecha 21 de junio de 2017).

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IV.- Recibido el proceso en el Tribunal, los autos se giraron a estudio en forma sucesiva y en acuerdo del día de hoy (art. 203.4 in fine y 204.2
C.G.P. –red. Ley 19.090-), por unanimidad de votos se resolvió el dictado de decisión anticipada (art. 200 C.G.P. –red. Ley 19.090-).

C O N S I D E R A N D O:

I.- La Sala irá a confirmar la sentencia en recurso, con las costas y costos de la instancia por su orden, por la fundamentación que subsigue.

II.- En cuanto a la responsabilidad del Estado, el Tribunal, al igual que la unanimidad de la jurisprudencia y doctrina actuales, entiende que la
misma debe calificarse como subjetiva.

En tal sentido, es del caso señalar que la Sala en anteriores pronunciamientos que pueden ser convocados (Nos. 171/11 y 5-219/14) ha
sostenido que “...para que el Estado deba responder por las consecuencias dañinas derivadas de su actividad se deben configurar una serie
de requisitos, a saber, 1) la existencia de un daño cierto; 2) la relación de causalidad entre el accionar del Estado y el perjuicio; 3) la
posibilidad de imputar jurídicamente esos daños a la demandada; 4) la necesaria verificación de la existencia de un sacrificio especial en el
afectado y 5) ausencia de un deber jurídico a su cargo de soportar el daño.

Asimismo conforme a nuestra Carta Magna el Estado es civilmente responsable en caso de que se configure una falta en el servicio a su
cargo que implique un 'daño causado a terceros' (art. 24 Constitución) y siempre que exista un nexo de causalidad entre tal falta y el perjuicio.

Y respecto al tipo de responsabilidad que emerge de dicha norma, la Sala en sent. 181/2008 sostuvo que, se trata de '...dilucidar si
efectivamente se configuró una falta de servicio (...), y si existió nexo causal entre dicha omisión y el daño alegado por el actor, de modo de
poder efectivizar la responsabilidad de la entidad demandada aquí pretendida. En ese sentido, el Tribunal tiene postura firme respecto al
criterio de atribución subjetiva emanada del art. 24 de la Constitución, admitida entre otros por Sayagués en Tratado de Derecho
Administrativo, Tomo I, pg. 660; Martins, La Responsabilidad de la Administración y los Funcionarios en la Constitución Uruguaya, R.D.P.P.
Tomo XXX pg. 267; Deus, L.J.U. Tomo 94 pg. 31, a todo lo que corresponde remitirse en beneficio de la brevedad.

Si el servicio no funcionó, si funciono con demora o funciono irregularmente deriva responsabilidad. En el mal funcionamiento del servicio
quedan comprendidos los casos de culpa personal del funcionario, porque es evidente que en tales casos el servicio no función o como era
debido (cfm. Sayagués, Enrique Tratado de Derecho Administrativo tomo I pág 663)”.

Ahora bien, en el caso y a los efectos de un encuadre más preciso, corresponde señalar tal como lo ha hecho el Tribunal en fallo que puede
ser convocado que al momento de analizar la responsabilidad “...se integra la normativa general constitucional con las normas de derecho
privado aplicables a la responsabilidad contractual o extracontractual (CF. DE CORES, ADCU T. XII p. 399 y ss.)” (Cf. Sentencia de la Sala en
BJN No. 166/11) y en igual sentido señalar que “ ….Siguiendo a De Cores (Reflexiones sobre la naturaleza de la responsabilidad civil del
Estado, en ADCU t. XXII p. 403 y ss.), es del caso señalar que la responsabilidad civil del Estado habrá de integrarse con las normas de
derecho privado aplicables a la responsabilidad contractual o extracontractual, según la concreta hipótesis sometida a decisión...”

III.- La responsabilidad en la especie debe ser juzgada bajo la óptica del hecho de las cosas (art. 1324 inc. 1º Código Civil) por cuanto en el
evento participa una cosa propiedad de ANTEL (cable del tendido telefónico), bajo su guarda y en condiciones inapropiadas según afirma la

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demanda, así como la energización que provee UTE y los cables por los que circula, también proveídos por UTE o personas por ésta
contratadas.

En consecuencia, a juicio del Tribunal, el daño resulta automáticamente imputado al guardián de la cosa, esto es, se pone a cargo del
guardián la obligación de reparar el daño, porque cuando la víctima demuestra que intervino una cosa y que determinado sujeto tenía la
guarda de ella, se desencadena la doble presunción de culpa y de causalidad (Cf. Gamarra, T.D.C.U. XXI, 3º ed., págs. 72/73).

Con el fin de desvirtuar la presunción relacionada, la demandada ANTEL alegó -luego de desmentir que hubiese un cable de ANTEL en el
lugar- que la caída de un cable de UTE con posterior incendio de un poste y caída sobre las líneas de ANTEL provocó que se aflojara la línea
de ANTEL, circunstancia que evidencia el contrasentido en la contestación de la demanda al desmentir su propia versión inicial.

En ese orden, alega como defensa la eximente del hecho del tercero, en tanto entiende que fue la conducta de UTE y sus dependientes, al
cortar ramas de eucalipto, que aflojó el cable de teléfono.

Por su parte, UTE ensaya su defensa en que la responsabilidad es de ANTEL por no mantener el cableado en forma reglamentaria. Es decir,
que también alega el hecho del tercero.

En definitiva, las demandadas se cruzan responsabilidad y es ello lo que debe elucidarse, careciendo de todo interés el hecho de la víctima
propulsado en el memorial de agravios de ANTEL, al que no puede ingresarse por no haber sido un punto propuesto en el grado anterior (art.
257.3 C.G.P.).

IV.- Es un hecho no controvertido que Robaina Sosa toma con su mano izquierda un cable de ANTEL que se encontraba fuera de su sitio y
que éste le provoca el choque eléctrico.

Las partes decidieron someter el punto relativo a la responsabilidad a la decisión de un perito (Ing. Gregorio), quien en informe de fs. 414/415
-no impugnado y del que no obran elementos para proceder a apartamiento, art. 184 CGP- fue contundente al sostener que un cable de
ANTEL -electrificado con tensiones no peligrosas al contacto- no puede provocar lesiones como las sufridas por la víctima directa, aún sin
esta persona portar elementos de seguridad. Luego de analizar diversas hipótesis de lo acaecido, en audiencia expresa que la hipótesis más
convincente es que el cable telefónico haya tenido contacto con una línea eléctrica (fs. 448/449).

Este supuesto es refrendado por otros materiales probatorios.

En efecto, el informe técnico de UTE de fs. 31 y v., donde con fecha 19/IV/01 (o sea, casi dos meses después del insuceso) se constituyó su
personal, es elocuente al describir que aún a esa fecha el cable de ANTEL se encontraba en posición antirreglamentaria, al alcance de la
mano de cualquier ser humano y con el inminente peligro de contacto por otras circunstancias con la red de UTE.

En idéntico sentido se encuentra el informe de la DNB (fs. 13/16 del acordonado penal), del cual se desprende que un pandeo pronunciado
de los cables de UTE, o caída de éstos, al descolgarse, podrían haber contactado a los cables de ANTEL, electrificando los mismos.
Además, de allí emergen los testimonios de De León y de Fernández (ambos dependientes de UTE), que son coincidentes en señalar que los

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cables de ANTEL tocaban la columna de UTE que se incendió y que alguno de los alambres de ANTEL se encontraba electrificado, hecho
que evidentemente provocó el accidente y luego el incendio de la columna. También estos dos testimonios comparten que los cables de
ANTEL cuentan con una pequeña corriente de 15 voltios, lo que no debería dar para quemar la columna, pero que es lo único que se puede
estimar. Para ambos testigos lucientes en el parte de la DNB, presumiblemente los cables de ANTEL tomaban electricidad de algún lado y
fueron los que quemaron la columna, ya que tocaban la columna de UTE.

Todo ello refuerza aún más las conclusiones periciales relacionadas, puesto que ni de obrados ni sus acordonados surge que estos cables de
ANTEL pudiesen haber sido electrificados de otro modo y/o por otro medio.

La existencia de estos cables de ANTEL -alambres desnudos de hiero galvanizado, fs. 226 “in fine”, testigo Masail- en forma
antirreglamentaria no halla explicación alguna de los elementos probatorios recolectados a lo largo de la instrucción; Masail refiere a que ello
puede deberse a un “accidente” (fs. 226), circunstancia que en nada enerva la responsabilidad de ANTEL.

Y por más que se diga que la víctima, con fecha 20/II/01 -es decir, 7 días antes del hecho de marras- había solicitado la desconexión del
servicio telefónico tradicional para abonarse al novedoso RURALCEL (fs. 49), lo que efectivamente ocurre el 8/III/01 (fs. 49 v. y 187), es
evidente que estos cables debieron ser retirados si no cumplían ninguna función, ya que su inútil presencia bien puede ser -y fue- causa de
daños a terceros. Parece claro que la “práctica de rutina” (desmantelamiento inmediato de los alambres, fs. 204, testigo Masail a fs. 228 y
González a fs. 270) no fue debidamente cumplida y además, es poco serio para una empresa estatal la inexistencia de documentos que
avalen la fecha y demás datos de la desconexión del servicio anterior (fs. 204).

Los testigos de autos también deponen en ese orden. Corbo -empleado de ANTEL- explica que un alambre de teléfono no produce descarga
eléctrica, salvo una electrificación por descarga (fs. 172). Igualmente véase la declaración de Masail, también empleado de dicha
codemandada (fs. 225), del agente guardahilo que intervino en el caso (Canobra a fs. 230 y 234), de Lacero (empleado de UTE) a fs. 239, de
Fernández (también empleado de UTE, pero que declaró ante la DNB) a fs. 246/247, de González a fs. 270 “in fine” y del Ing. Cataldo
(dependiente de UTE) a fs. 394 y ss. Particularmente, Masail, de importancia gravital en el pleito por haber sido el jefe encargado de
desmantelar los cables de ANTEL días después del hecho, explica que la línea de media tensión de UTE había caído sobre los cables de
ANTEL, cables éstos que son de cobre, extremo refrendado por González (también empleado de ANTEL) a fs. 271 “in fine”/272.

Esta versión de la caída de cables de UTE sobre los de ANTEL es creíble, porque reglamentariamente aquéllos deben ir sobre éstos (vide
peritación de fs. 353 y ss.) y además, ningún testigo dice que en los hechos se hubiese realizado una colocación inversa. Cabe puntualizar
que la caída de los cables de UTE es un hecho acreditado por la testimonial de referencia.

Inclusive más aún. Hay testigos que son dependientes de UTE y que enseñan que para que un alambre sea conductor de la corriente no es
necesario que entre en contacto directo con uno electrificado por UTE, sino que basta una aproximación al campo magnético qué este
despide, generándose así un arco que es alcanzado por el alambre y de esa forma se energiza (Cancela, fs. 277 y ss., técnico de seguridad
e higiene de UTE que tomó conocimiento del caso y visitó el lugar, Lacero, fs. 236 y ss., empleado de UTE en Ing. Silveira, también empleado
de UTE a fs. 288); razón por la que puede explicarse que la manipulación del cable de cobre de ANTEL por parte de la víctima no
necesariamente tuvo que haber tocado al cable de UTE, sino que con una aproximación a éste y su campo magnético la posibilidad de
energización era plena.

En definitiva, ha quedado demostrado el mal funcionamiento del servicio. De parte de UTE, por el cableado electrificado -sobre el cual, se
reitera, tiene la guarda- que cayó sobre los alambres de ANTEL y de ésta por el no desmantelamiento oportuno de sus cables de cobre, o, en

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caso de que hubiesen estado en funcionamiento a ese momento, por haber existido un cable a mano de cualquiera sin explicación lógica ni
técnica alguna que lo justifique. Así las cosas, ninguna de las codemandadas ha logrado demostrar la culpa plena de la otra.

Por lo cual y a falta de pautas más precisas, es prudente establecer la responsabilidad de ambas codemandadas por culpa compartida en
mitades, como se hace en la resistida, lo que se confirmará.

Ello, sin perjuicio de relevar que otra solución técnicamente aceptable conforme la dogmatica civil, era sostener la existencia de guarda
colectiva o común entre ambos codemandados, teoría aplicada para cosas peligrosas como por ejemplo ascensores, armas de fuego, etc.
(STARCK-ROLAND-BOYER, Obligations I, 5 éd, p. 243 y ss), lo que ya aplicó el Tribunal para el caso de un muelle electrificado (véase LJU
c. 14554).

V.- En relación al daño moral a favor de la víctima directa, las lesiones sufridas no son de la gravedad que relata la demanda conforme
emerge de la historia clínica (fs. 136/142), de la cual se extrae que la internación fue únicamente por menos de 24 horas por quistes
sebáceos producidos por las quemaduras; aunque no es posible desconocer el mal momento vivido por Robaina Sosa al saberse preso e
indefenso por un cable electrificado en contacto con su mano izquierda, que de no estar presente su hijo bien pudo haberle costado la vida o,
quizás, algún mal menor que la muerte pero grave de todos modos y hasta tal vez irreversible, pues sabido es que las lesiones nerviosas -por
ejemplo- no son de fácil recuperación.

Es por ello que la cifra fijada en el grado anterior se conceptúa prudente, razonable y acorde a las penosas circunstancias vividas por el
reclamante y por lo tanto, el monto no admite el menor abatimiento.

VI.- Sobre el daño moral del entonces menor, en primer lugar ha de señalarse que el rubro se prueba “in re ipsa”, tal como lo sostiene la
abrumadora mayoría -por no decir unanimidad- de la doctrina y la jurisprudencia actuales en casos donde el perjudicado por rebote es
pariente directo de la víctima que sufre daños que, como en el caso, ponen en riesgo su vida. Basta para cotejar el punto un somero repaso a
cualquier repertorio jurisprudencial actualizado. La claridad del tema y su amplio tratamiento en el foro se reputa sabida y por ende, resulta
ocioso extenderse obre este aspecto.

En segundo término, respecto de la cuantía establecida como justiprecio de su daño extrapatrimonial se estima ajustada a lo sucedido, ya
que debió sufrir el mal momento, súbito, repentino e imprevisible, de enfrentarse a una situación de riesgo casi extremo (salvarle la vida o
algún otro mal de importancia a su padre) y además de exponer su propia vida en el intento. Decisión que debió tomarse en apenas
milésimas de segundos, hecho de no fácil intelección o comprensión para un menor de la edad de Robaina Ferrer, que por entonces contaba
con jóvenes 16 años. A su innegable juventud debió adoptar una decisión impropia para la edad, donde es razonable sostener que no se
encuentra preparado psicológicamente para afrontar una circunstancia tan delicada como la vivida y menos aún con un familiar directo como
su padre, con quien además convivía y trabajaba en las labores del campo.

En suma, se confirmará la decisión adoptada en elñ grado anterior sobre el punto.

VII.- Todo lo precedentemente expresado torna innecesario pronunciarse sobre la adhesión “ad eventum” propulsada por la actora.

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VIII.- Por último, forzoso es significar que la primera instancia en este proceso duró casi 13 años -la demanda tiene nota de cargo el 24 de
marzo de 2004 (fs. 45v) y la sentencia fue dictada con fecha 6 de marzo de 2017 (fs. 942-946)-, así como que las partes no hicieron suo de la
facultad prevista en el art. 92 inc. 2º CGP, lo cual pone de manifiesto el mal funcionamiento del Juzgado Letrado de Primera Instancia de
Maldonado de 6º Turno y la consecuente responsabilidad de los distintos titulares del mismo en el decurso de esos años, por dilación
procesal conculcatoria de los principios que recogen los arts 3, 9 y 11 del CGP. Si bien no se advierte mérito para eventuales correcciones
disciplinarias concretas (art. 116 LOT) igualmente se estima que debe darse cuenta a la Suprema Corte de Justicia para su conocimiento (art.
239 num. 2 de la Constitución).

IX.- Pese a la solución acordada, la correcta conducta procesal de las litigantes en el grado, la existencia de puntos en debate que pueden
conceptuarse juiciosamente opinables y la doble impugnación, imponen que las costas y costos de la presente instancia deban sufragarse
por su orden (arts. 56 [red. L. 19090] y 261 [red. L. 16699] CGP y 688 C. Civil).

Por los fundamentos expuestos y normas citadas, el Tribunal,

F A L L A:

Confírmase la sentencia apelada, con costas y costos del grado por su orden.

Téngase presente lo relacionado en el considerando VIII y oficiese a la Suprema Corte de Justicia a sus efectos.

Oportunamente, devuélvase.

Dr. Tabaré Sosa

Ministro

Dr. John Pérez Brignani

Ministro Dr. Álvaro França

Ministro

Esc. Rodolfo Benzano

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Secretario Letrado

Concuerda bien y fielmente con el tenor que tengo a la vista.

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