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EL QUEHACER FILOSÓFICO

EL INICIO DEL FILOSOFAR: PROBLEMATIZAR

Hemos visto al inicio que la opinión podía ser definida como una respuesta sin pregunta. En
efecto en el mundo de la opinión, la primera reacción es tener una respuesta inmediata para
todo, construir definiciones espontáneas y mantenerse en una realidad no problemática. El
filósofo, al contrario, desarrolla la actitud de interrogar el mundo, pero no de cualquier
manera. Primero, porque no todos los problemas son filosóficos. Segundo, porque la
formulación de un problema filosófico presupone todo un trabajo previo de
“problematización”, de duda, de sospecha, de puesta en tela de juicio de lo que aparece como
verdadero, de descubrimiento, de contradicciones inadvertidas y deconstrucción de las
evidencias (mostrar que las pseudo evidencias están construidas sobre argumentos que no son
evidentes). En lo que sigue, analizaremos algunos mecanismos que permiten una auténtica
problematización filosófica.

1. DISTINGUIR UNA PREGUNTA FILOSÓFICA


No todas las preguntas son filosóficas. Primero, hay que distinguir las verdaderas preguntas
que se refieren a un problema y suscitan investigación, de las demás preguntas que son o bien
vanas (por ejemplo: “¿cuántos ojos tienen los extraterrestres?”) o bien sólo pedidos de
información (por ejemplo: “¿qué hora es?”) o de colaboración (por ejemplo: “¿puedes
pasarme la sal?”) etc. Segundo, hay que aclarar que muchas de las preguntas que se refieren a
un problema no conciernen a la filosofía, sino a una ciencia o a otra disciplina. Y finalmente,
hay que distinguir entre preguntas formales e informales.

Una pregunta formal es una pregunta que contiene en su misma formulación la forma de la
respuesta esperada, de modo que se puede saber de antemano qué tipo de respuesta se
adecuaría a la pregunta. Por ejemplo la pregunta: “¿Dónde nació Aristóteles?” es formal por
que conocemos a priori la forma de la respuesta correcta: tendrá que indicar un lugar
geográfico, como un pueblo o una ciudad. Una pregunta puede ser calificada como “bien
formulada” para la actividad científica sólo si logra ser lo suficientemente formal como para
indicar las etapas y la forma de su respuesta. Al contrario, las respuestas filosóficas son
informales.

Una pregunta informal es una pregunta que no indica de antemano cuál sería la forma
correcta de su respuesta, una pregunta que invita a la investigación sin indicar por dónde ir.
Por ejemplo, la pregunta “¿Qué es el hombre?” es una pregunta radicalmente informal porque
no indica ninguna vía correcta o privilegiada par la respuesta. Es posible contestarla con un
ensayo filosófico o con un poema; también es posible que no pueda haber respuesta
satisfactoria. La pregunta misma no indica ningún criterio para considerar una respuesta como
satisfactoria. Las preguntas radicalmente informales se refieren a los grades y eternos
problemas de la filosofía como son el sentido de la vida, del Ser, de Dios, etc. En el transcurso
de su reflexión, un filósofo logra formular preguntas menos informales que serán susceptibles
de aceptar una respuesta determinada.
EJERCICIO
En el siguiente ejercicio, encontraras una serie de preguntas, para cada una de ellas indicarás:
a. Si se refiere o no a un problema, y en el caso de no referirse a un problema, si es una
pregunta vana o no.
b. Si es totalmente formal, más o menos formal, totalmente informal, o más o menos informal.
c. Si es estrictamente filosófica, si pertenece a otra disciplina o ciencia (indica a que disciplina o
ciencia), o si puede ser común a la reflexión filosófica y a otra disciplina.
- ¿Qué es un organismo?
- ¿Hay límites para el conocimiento científico de los seres vivos?
- ¿Existen seres razonables en otro planeta?

 ¿Cómo definir a un ser razonable?


 ¿Qué nos sucede al momento de morir?
 ¿Existe la vida después de la muerte?
 ¿Cómo es la vida después de la muerte?
 ¿Cuándo sabemos que un ser ha muerto?
 ¿Tiene sentido la muerte?
- ¿Qué ha dicho Platón?
- ¿Cuáles fueron para el Perú las repercusiones de la guerra con Chile?
- ¿Quién era Miguel Grau?
- ¿Quién era Sócrates?
- ¿Cuál es el sentido de la guerra en la Historia?
- ¿La Historia es sólo una serie de eventos?
-
- ¿Qué puede saber? o ¿Qué sé yo?
 ¿Qué ha cambiado en Grecia con el
nacimiento de la filosofía?
 ¿Qué significa empezar a filosofar?
 ¿El hecho de no creer constituye un progreso?
 ¿Qué significa creer en Dios?
 ¿Cómo se desarrollan los rituales de la religión
musulmana?
 ¿Los ángeles tienen sexo?
 ¿Qué es la fe?
- ¿Cómo deberíamos actuar?
- ¿Cómo pensamos?
- ¿La realidad es como debe ser o debería ser de otra manera?
- ¿Cuáles son los límites del conocimiento humano?
- ¿La Tierra podrá sostener el crecimiento de la población?
- ¿Qué son esos botones que aparecen al lado del nombre del canal?

Habrás podido notar que no es siempre fácil saber cómo comprender una pregunta y que esto
depende mucho de la manera como interpretemos el problema al cual se refiere.
2. PASAR DE LA PREGUNTA AL PROBLEMA
Lee la siguiente pregunta: ¿La reflexión filosófica nos aleja del mundo? ¿Tienes una idea de la
respuesta? ¿Tienes ganas de contestar algo? No se trata de contestar inmediatamente la
pregunta sino, más bien, nota que puede contestarse con un “si” o con un “no”. Podemos pues
imaginar una discusión entre dos oponentes acerca del tema: uno sostiene que la reflexión
filosófica nos aleja del mundo, y el otro sostiene lo contrario. Cada uno presentará argumentos
al otro para tratar de convencerlo de la legitimidad de su posición. Comprenderemos de qué
problema se trata detrás de esta pregunta, analizando cuáles serían estos argumentos en pro y
en contra. Llamaremos “A” a la persona que contesta “sí” y “B” a la otra.
Para ver cuáles son sus respectivos argumentos, tenemos que saber cuáles son sus puntos de
vista sobre el problema. Para esto recuerda que las palabras pueden tener varios sentidos
según el contexto. Analiza primero la palabra mundo en la pregunta: examina cuáles pueden
ser sus diferentes sentidos:

¿Qué significa “mundo” en la expresión: ¿Qué significa “mundo” en la expresión:


“Todo el mundo lo hace”? “La ciencia estudia el mundo”?

¿Cuál sería el discurso de A si entendiera por “mundo” a “la gente, la vida cotidiana, la
opinión común”? ¿Es verdad que la reflexión filosófica nos aleja de la opinión común?

¿Cuál sería el discurso de B con esta misma significación de la palabra “mundo”? ¿No
parece extraño decir que la reflexión filosófica no nos aleja de la gente común, cuando
se trata de una disciplina difícil y complicada que pocos entienden y de la cuál se
burlan por ser inútil? ¿Qué punto de vista tendría que adoptar B para, sin embargo,
afirmar que la reflexión filosófica no nos aleja de la gente? Recuerda que el filósofo
reflexiona en gran parte sobre los problemas de la justicia y de la buena organización
de la sociedad. ¿B no estaría obligado a distinguir entre lo que aparece y lo que es en
realidad, y decir por ejemplo: “Parece ser que el filósofo se aleja de la gente común,
pero en realidad se preocupa más por ellos que ellos mismos porque reflexiona sobre
los verdaderos problemas de la vida cotidiana que son la Ética, la Política y la Justicia”?
Ahora si la palabra mundo designa “la realidad, la naturaleza, el ser”, ¿cuál sería el
argumento de A? ¿No estará obligado a llevar a cabo una crítica radical de la filosofía
diciendo que esta actividad teórica no permite conocer el mundo como lo hace la
Ciencia y que su discurso es vano e ilusorio? Al contrario ¿qué diría B? .... Ahora
podemos analizar también la palabra “alejar” ¿Qué significa cuando digo: “Tengo que
alejarme de las malas influencias”? ¿Qué significa cuando digo: “Tengo que alejar este
papel de mis ojos para poder leerlo bien”? Además, preguntémonos: ¿A dónde va
quien se aleja? ¿No tendría la persona A la tendencia a decir que, con sus reflexiones,
el filósofo se pierde en las ilusiones, en un mundo irreal y abstracto? Al contrario, ¿No
entendería B que el filósofo se aparta del mundo sensible ilusorio para acercarse al
mundo verdadero, un mundo inteligible que sólo aquél que filosofa puede llegar a
conocer? Vemos que si entendemos por “mundo” la realidad, alejarse de ella sería
considerado de manera peyorativa y la reflexión filosófica criticada como ilusoria. Esta
sería más o menos la posición de A. Al contrario, si entendemos por “mundo” la
opinión común de la gente, alejarse de ella sería considerado como una necesidad que
permite considerar la realidad tal como verdaderamente es, y la reflexión filosófica
sería vista como algo útil y bueno. Está sería más o menos la posición de B. Tenemos
ahora dos tipos de mundo y dos tipos de alejamiento, lo que hace que nuestra
pregunta inicial pueda reformularse así: ¿de que mundo se aleja el filósofo? ¿A cuál se
acerca? Y sabemos lo que está en juego con la pregunta es el valor de la reflexión
filosófica. Pero el problema se hace más complejo: Si entendemos por “mundo” la
realidad y la reflexión filosófica como el camino hacia la “ilusión”, ¿acaso no hemos
asumido de antemano una posición filosófica? ¿No hemos decidido a priori qué es la
realidad y qué es la filosofía? ¿No tenemos ya nuestra filosofía (aquella de la no-
filosofía, de la filosofía como ilusión)? De igual modo, si pensamos que el mundo
aparente es sólo un mundo sensible de ilusiones que la reflexión filosófica permite
criticar y destruir? ¿No tendremos también de antemano nuestra definición de
realidad y de la filosofía? ¿Esta diferenciación entre mundo sensible y mundo
verdadero no es ya filosófica? Luego podemos abordar la pregunta de manera
imparcial sin prejuzgar lo que son la filosofía y el mundo? Si no podemos hacerlo,
nunca podremos contestar la pregunta honestamente porque siempre encontraremos
al final la respuesta que queríamos encontrar al inicio. Y si podemos, parece que sería
después de haber contestado la pregunta: “¿Qué es el mundo?” y “¿Qué es la
filosofía?”, lo que parece muy difícil y volvería inútil nuestra primera pregunta. Quien
sabe que son el mundo y la filosofía sabe si esta última aleja o no del mundo. Luego en
este caso también habría prejuzgado la respuesta. Al llegar a este punto de nuestro
examen, ¿tienes todavía una respuesta lista para la pregunta inicial? Si ya no sabes que
contestar a la pregunta, quiere decir que has pasado de la pregunta al problema, que
la pregunta constituye ahora un verdadero problema para ti. Formúlalo y trata de
desarrollar una reflexión a partir de él.

2. PASAR DEL PROBLEMA A LA PREGUNTA Una vez problematizado el tema de


investigación, el filósofo puede examinarlo gracias a ciertas preguntas
determinadas que van formalizando poco a poco la pregunta informal,
abriendo así un camino hacia una respuesta. Lee el siguiente texto de Bergson:

¿Qué sucede cuando una de nuestras acciones deja de ser espontánea para volverse automática? La
conciencia se retira de ella. Durante el aprendizaje de un ejercicio, por ejemplo, comenzamos por ser
concientes de cada uno de los movimientos que ejecutamos, porque viene de nosotros, porque resulta de
una decisión e implica una elección: luego, a medida que estos movimientos se siguen y se determinan
más mecánicamente unos a otros, eximiéndonos así de decidirlo y de elegir, la conciencia que tenemos de
ellos disminuye y desaparece. ¿Cuáles son, por otra parte, los momentos en que nuestra conciencia
alcanza la mayor vivacidad? ¿No son éstos los momentos de crisis interior, en los que dudamos entre dos
o más partidos a tomar, cuando sentimos que nuestro futuro será lo que habremos hecho de él? Las
variaciones de intensidad de nuestra conciencia parecen, pues, corresponder a la suma más o menos
considerable de elecciones o, si se quiere, de creación que distribuimos sobre nuestra conciencia. H
Bergson. La conciencia y la vida

EJERCICIO
1. Establezca el problema y tesis principal de la lectura de Bergson.
3. DELIMITAR EL PROBLEMA Es importante poder determinar precisamente un
problema a fin de definir el camino hacia la posible respuesta y evitar caer en
cuestionamiento vanos (por conducir a reflexiones huecas) o inútiles (por tener una
respuesta obvia). Lee el siguiente texto de Rousseau:

Concibo en la especie humana dos clases de desigualdades: una que llamo natural o física porque ha
sido establecida por la naturaleza y que consiste en la diferencia de edades, de salud, de fuerzas del
cuerpo y las cualidades del espíritu o el alma; otra que puede denominarse desigualdad moral o política,
pues depende de una especie de convención y está establecida, o cuando menos autorizada, por el
consentimiento de los hombres. Esta última consiste en los diferentes privilegios de los que gozan unos
en detrimento de los otros, como el ser más rico, más honrados, más poderosos que ellos o incluso
hacerse obedecer. No se puede preguntar cuál es la fuente de la desigualdad natural, puesto que la
respuesta se encontraría enunciada en la simple definición nominal. Todavía menos se puede buscar si
no habrá algún lazo esencial entre ambas desigualdades: la razón es que esto sería preguntar si los que
mandan valen necesariamente más que los que obedecen y si la fuerza del cuerpo o del espíritu, la
sabiduría o la virtud se encuentran siempre en los mismos individuos en proporción directa del poder o
la riqueza; tal cuestión es idéntica quizá para ser discutida entre esclavos escuchados por sus amos, pero
no conviene a hombres razonables y libres que buscan la verdad. J. J. ROUSSEAU. Discurso sobre el
origen de las desigualdades

EJERCICIO
1. ¿Cuál es la pregunta principal sobre la cual discurre el texto de Rousseau?
2. ¿Cuál es la tesis principal de la lectura?

EL DESARROLLO DEL FILOSOFAR: LA ARGUMENTACIÓN


El acto de filosofar no es ni una serie de opiniones expresadas, ni una serie de
experimentaciones a partir de hipótesis (como sucede en las ciencias), sino el
desarrollo de un discurso conceptual que busca su propia legitimación a través de
argumentos (busca justificarse: tener razón). Frente a los problemas que plantea y
examina, el filósofo intenta establecer tesis bien fundamentadas. Argumentar
presupone querer someterse a la verdad –y no al interés- y no dejar de criticar las
propias tesis hasta encontrar, si es posible, conocimientos seguros y perfectamente racionales.
Esto supone dialogar y discutir consigo mismo, siendo su propio contradictor y juez. Veamos
enseguida algunos procesos de la argumentación filosófica.

DISTINGUIR LOS ARGUMENTOS VERDADEROS Es obvio que no podemos


fundamentar ninguna verdad escondiéndonos detrás de “argumentos de autoridad”, vengan de
donde venga: “MI profesor lo dice”; “el Presidente lo dice”; “tal libro lo dice” e incluso, “todo
el mundo lo dice”. Estos pseudo argumentos no constituyen nunca ninguna razón que puedan
legitimar una posición. Recordemos siempre que todo el mundo dijo durante siglos que el sol
giraba alrededor de la tierra... Pero tampoco demos confundir el hecho de dar un ejemplo con el
hecho de dar un argumento. Para considerar ahora un verdadero argumento, lee el siguiente
texto de Aristóteles.

Es evidente que (...) el hombre es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza y no
por azar es un ser inferior o un ser superior al hombre. Como aquel a quien Homero vitupera: sin tribu,
sin ley, sin hogar. (...) La razón por la cual el hombre es un ser social, más que cualquier abeja y que
cualquier animal gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano y el hombre
es el único animal que tiene palabra. Pues la voz es signo de dolor y placer, y por eso la poseen también
los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y placer e indicársela
unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo
injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y
del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas
constituyen la casa y la ciudad. Aristóteles, La política
EJERCICIO 1. ¿Cuál es la tesis central y el argumento que establece Aristóteles? 2.
ESTABLECER UNA TESIS En el siguiente texto de Epicuro consideraremos mecanismos
argumentativos que permiten, no sólo establecer una tesis con razones internas, sino
defenderla de posibles críticas externas. Eso significa que argumentar implica también
responder a objeciones implícitas o explicitas.

Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que el bien y
el mal no existen más que en la sensación, y la muerte es la privación de la sensación.
Un conocimiento exacto de este hecho, que la muerte no es nada para nosotros,
permite gozar de esta vida mortal evitándonos añadirle la idea de una duración eterna
y quitándonos el deseo de la inmortalidad. Pues en la vida nada hay temible para el
que ha comprendido que no hay nada temible en el hecho de no vivir. Es necio quien
dice que teme la muerte, no porque es temible una vez llegada, sino porque es temible
el esperarla. Porque si una cosa no nos causa ningún daño con su presencia, es necio
entristecerse por esperarla. Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte,
no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la
muerte existe, nosotros ya no somos. Por tanto la muerte no existe ni para los vivos ni
para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son. La mayoría de
los hombres, unas veces teme la muerte como el peor de los males, y otras veces la
desea como el término de los males de la vida. El sabio por el contrario, ni desea ni
teme la muerte, ya que la vida no le es una carga, y tampoco cree que sea un mal no
existir. EPICURO, Carta a Meneceo

EJERCICIO
1. ¿Cuál es la tesis principal que Epicuro quiere establecer?
2. ¿Cuáles son los argumentos principales?

Por VALLAEYS, Francois: Filosofar. Facultad


Teológica Pontificia Civil de Lima, Lima, 1998.

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