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Cuidado…
Muchas veces se deja de ser uno mismo, se pasa a la utilización de máscaras con el fin
de esconder los miedos, la vulnerabilidad, hacerse el fuerte, valiente, misterioso,
sabelotodo… se es hostil y se acaba hiriendo profundamente a los demás, y se hace
como una forma de defensa y manipulación, esto es “abuso emocional”.
Los seres humanos sin excepción utilizamos máscaras, se utiliza la que creemos sirve
más para con el jefe, para con los amigos, para con los compañeros de labor, para con
los hijos, para con la pareja, para con la madre… y las máscaras de mayor manipulación:
la del salvador, la de víctima, la de perseguidor.
• El salvador: quiere siempre ayudar a los demás, aún sin que se lo pidan, lo hace
porque se cree superior, es el único que sabe, tiene todas las soluciones posibles
a mano.
• El perseguidor: Su superioridad le permite ser severo en extremo, enjuiciador.
• La víctima: Le sale el papel de ser inferior, los otros son mejores que yo, pobre de
mí.
Estos roles son cambiantes, la persona una vez se muestra víctima, otra es el salvador y
a veces es quien persigue. Aparecen de forma inconsciente según la situación y la
conveniencia: el que siempre quiere ser útil; generalizar por un comportamiento concreto;
juzgar; etiquetar; echar en cara por cosas del pasado; vive en el reproche; es acusador y
amenazante; exigente y cantaletoso; no escucha, ya sabe lo que se va a decir; es
sarcástico, irónico; violencia verbal y/o física; queja permanente.