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meditación.
El mindfulness está de moda. Desde que en los años 60 empezaran a ser populares en
Occidente distintas formas de meditación, primero la meditación transcendental, hoy
una marca registrada y en su origen una técnica de meditación desarrollada por un
maestro indio a quien los Beatles o los Beach Boys, entre otras celebridades,
consideraban su gurú, Maharishi Mahesh Yogi; pero posteriormente también distintas
formas de meditación budistas, como la meditación Zen, Vipassana o tibetana, ahora,
más allá de la meditación llega el mindfulness.
Aunque para nosotros el mindfulness sea una moda, debemos ser conscientes que en
Asia lleva 2.500 años de moda. Como explicó en su reciente visita a España el biólogo
norteamericano Jon Kabat-Zinn, creador en 1979 del programa de Reducción del estrés
basado en mindfulness (MBSR en sus siglas en inglés) que ha popularizado el
mindfulness en Occidente: “el mindfulness es una forma de llevar aquellos aspectos
más universales del budismo a Occidente.“ Podríamos decir entonces que el
mindfulness es una moda, sí, pero una moda milenaria.
Cuarenta años después, esta suerte de “profecía” no deja de ser sorprendente puesto que
aunque quizás Trungpa Rinpoché no sabía qué nombre adoptaría esta forma de
psicología budista, ¡el hecho es que ya está aquí! Es, como titulaba el 23 de enero de
2014 la revista Time: “The Mindful Revolution”. Es la última revolución, la “revolución
del mindfulness”.
A menudo pensamos en las revoluciones como algo por venir, en el futuro, o como
hechos que sucedieron, en el pasado. Además solemos pensar en una revolución como
un suceso de enormes proporciones, grandioso. Sin embargo la revolución del
mindfulness no es así.
Te has preguntado alguna vez, ¿quién eres? O, ¿qué haces en el mundo? Incluso, ¿qué
posees en realidad? O ¿dónde está la conciencia? Por favor, te invito a que te pongas
estas preguntas por un instante. ¿Quién soy? ¿Qué hago en el mundo? ¿Qué tengo en
realidad? ¿Dónde está la conciencia? Observa, ahora mismo no tienes ni idea de cuál es
la respuesta. Todavía no lo sabes pero aquí radica la cuestión.
Lo que sí sabes es quién fuiste en el pasado, tienes una vívida imagen de tus recuerdos.
También sabes quién te gustaría ser o, quizás, quién no te gustaría ser. Del mismo modo
puedes recordar qué hiciste en el pasado o lo que te gustaría hacer en el futuro, qué
tuviste o qué te gustaría tener. Y ahora ya sabes donde está la conciencia, recordando el
pasado e imaginando el futuro. Es natural, los neurocientíficos lo llaman la Red
Neuronal por Defecto (DMN en sus siglas en inglés), es el modo de funcionamiento
automático de tu cerebro que te lleva a estar constantemente rumiando en el pasado y el
futuro.
El momento presente
Pero todo cuanto forma parte del pasado ya no está y todo lo relativo al futuro aún está
por venir, por lo que lo único que hay está en el momento presente, todo cuanto tienes
está en el momento presente, incluso cuando tu mente recuerda o imagina sigue estando
en el momento presente. El momento presente es todo lo que hay, por lo que si no
estamos atentos a cada pequeño momento perdemos todo cuanto hay, ¡lo perdemos
todo! El momento presente es todo cuanto eres, todo cuanto tienes, todo cuanto haces,
donde siempre están tu cuerpo y tu mente.
Pero no te agotes intentando estar atento en todo momento, para estar atento no hay que
hacer nada, la atención no puede fabricarse, simplemente ya está presente sin esfuerzo,
puesto que es una cualidad innata de la mente. Sólo tienes que recordar que ya está
aquí, en todo momento.
Mindfulness
Mindfulness en este sentido no significa ‘atención plena’, no hay nada que llenar. Si no
estás plenamente atento simplemente es que no estás atento. Quizás alguien en algún
momento pensó que la palabra inglesa mindfulness se compone de mind (mente)
y fullnesss (plenitud), pero en realidad se forma a partir de mindful y ness. To be
mindful en inglés significa ‘tener presente’, ‘tener en cuenta’, ‘ser consciente’ o ‘estar
atento’. El sufijo -ness sólo substantiviza la expresión: mindfulness es ‘la presencia’, ‘la
consciencia’ o ‘la atención’.
Ésta es la revolución del mindfulness. Sucede ahora, está presente en las pequeñas
cosas, puede practicarse haciendo cualquier actividad, promueve la salud física y mental
a un nivel interpersonal y ha generado una nueva disciplina científica. Es decir, el
mindfulness es meditación y no lo es, es meditación y post-meditación, es meditación
formal e informal. El mindfulness va más allá de la meditación y se ha convertido en
una práctica coadyuvante, literalmente que “contribuye a ayudar”, potencialmente en
todas las esferas de la vida humana. Estar atento o no es la clave de la transformación.
Ésta, sin embargo, es solo la primera parte, el mindfulness no solo consiste en el cultivo
de la atención. En efecto, como dice el Buddha: “Igual que el océano tiene un único
sabor (ekarasa), el sabor de la sal, del mismo modo estas Enseñanzas tienen un
único sabor, el sabor de la liberación.” Se refiere a la liberación del sufrimiento y ésta
es la única finalidad de la práctica del mindfulness. Sin embargo veremos que el cultivo
de la atención es solo un primer paso.
Fuente: http://www.psiquentelequia.com/revolucion-
mindfulness-meditacion/
Quizás uno de los factores que haya contribuido más en la llamada “revolución del
mindfulness” sea su promesa de felicidad. Esta promesa la comparte con tantas otras
formas de meditación, yoga, coaching o terapias alternativas también populares en
nuestro tiempo.
Sin embargo, existe un aspecto poco conocido del mindfulness, un tabú. Y es que las
prácticas de mindfulness no funcionan siempre, ni parecen funcionar para todo el
mundo. De hecho, incluso en algunos casos la persona se siente peor.
Es un fenómeno para el que se prepara nula o escasamente a los practicantes de
meditación, así como a los instructores. En contextos tradicionales budistas, por el
contrario los maestros sí que advierten de la peligrosidad de la meditación y, por lo
tanto, también de enseñar a meditar.
Por el contrario, me propongo indagar en los efectos adversos que parece tener la
meditación para algunas personas en un contexto laico. En efecto parece ser que la
popularización del mindfulness ha dejado en la sombra los riesgos de la meditación, por
otro lado conocidos desde antaño.
La popularización de la meditación
Cada día la meditación es más popular en nuestra sociedad y cada vez forma parte en
mayor medida de la corriente principal, el mainstream. Y no podría ser así si no la
asociáramos con la salud y el bienestar. Puede parecernos obvio, lo que nos muestra
hasta qué punto hemos internalizado esta creencia , ¿cómo va a no ser bueno meditar?
Sin embargo, debemos tener en cuenta que en Asia, en las sociedades budistas la gente
no medita. Ni siquiera los monjes budistas meditan. Recitan las escrituras, realizan
oraciones, invocan a las divinidades protectoras y ahuyentan a los espíritus maléficos,
etc., pero casi nadie practica la meditación tal como nosotros la entendemos.
Pero en Occidente pocos serían los interesados en pagar por una conferencia sobre
exorcismos o por un retiro de plegarias. ¡No, aquí queremos meditar! ¡Queremos todo el
pastel! Eso sí, sin renunciar a nuestro estilo de vida.
En una ocasión, al salir a la calle después de una sesión de uno de mis cursos, una
participante sufrió un ataque de ansiedad y fue hospitalizada de urgencia. Por suerte
volvió a la siguiente sesión y me lo contó ella misma, de lo contrario nunca lo habría
sabido. Al final del curso mostraba una sonrisa de satisfacción por su evolución
positiva.
Todos estos casos son muy poco frecuentes, al menos los que se visibilizan, pero son
suficientemente importantes como para recibir la atención debida.
En un segundo grupo, podríamos encontrar síntomas más leves pero que impactan a los
participantes con una cierta mayor frecuencia. Estos pueden ser la aparición inesperada
de un dolor abdominal, el aumento de un dolor cervical o insomnio.
Finalmente, en un tercer grupo, podríamos encontrar los efectos más leves pero de una
incidencia más común: cambios de humor, irritabilidad o apatía.
El efecto “backdraft”
Así pues, la pregunta es: ¿por qué a veces la meditación produce el efecto opuesto al
esperado? Yo lo llamo efecto “rebote”, aunque se suele traducir como “contracorriente”,
pero su nombre original es “backdraft”. Este concepto fue acuñado por los profesores de
psicología Christopher Germer (Universidad de Harvard) y Kristin Neff (Universidad de
Texas), dos de los mayores especialistas en mindfulness y los creadores del programa
Mindful Self-Compassion.
En efecto, el backdraft o “explosión de humo” describe la imagen bien conocida, por
fortuna para la mayoría de nosotros solo en el cine, en la que en un incendio al abrir
una puerta o una ventana la entrada repentina de oxígeno produce una violenta
explosión.
Los bomberos conocen muy bien los riesgos del efecto backdraft o “explosión de
humo”.
“¡Monjes, todo está en llamas! ¿Qué es lo que está en llamas? La visión está en llamas,
los objetos visibles están en llamas y la conciencia visual está en llamas.”
Toda forma de dolor es percibida como una amenaza. De hecho esa es la función
adaptativa del dolor, ser una señal nocioceptiva, el aviso de un posible daño. Como tal,
desencadena en la persona la primera fase del estrés, la “fase de alarma”. Es decir que
activa una reacción de evitación del peligro o la amenaza mediante la huída o la
parálisis, que se manifiesta con tensión muscular, sentimiento de miedo y pensamientos
de preocupación.
Pero qué sucede cuando es la propia reacción natural de estrés la que se percibe como
un peligro o una amenaza. Qué sucede cuando ya no es la infección gastrointestinal la
que mi organismo percibe como una amenaza, sino que ahora es el propio dolor
estomacal que me avisa de ello el que empieza a preocuparme y veo como peligroso.
¿Tendré una úlcera? ¿Será grave? Pues que reactivamos nuestra respuesta de estrés y el
dolor primario se ve incrementado con un nuevo dolor creado por nosotros o dolor
secundario. Se trata precisamente de la distinción entre dolor (inevitable parte de la
vida) y sufrimiento (evitable puesto que lo causa nuestra resistencia al dolor primario).
Este fenómeno se conoce como ciclo reactivo del estrés, donde es el propio estrés el
que nos estresa.
(Kristin Neff, 2012. Sé amable contigo mismo. El arte de la compasión hacia uno
mismo. Barcelona: Oniro, pp. 130)
Pero la meditación mindfulness no es una mera relajación, sino que partiendo de este
estado de atención receptiva y sin esfuezo, intencionadamente prestaremos atención a
las experiencias que se presenten momento a momento. Es aquí donde, debido al propio
ejercicio de relajación y atención consciente, de repente la persona se puede hallar
atrapada en un espiral en el que cuanto más huye del dolor más se adentra en el
mismo. Esto es el efecto backdraft o explosión de humo.
La autocompasión
Llegamos pues al corazón de la meditación mindfulness: la práctica de la compasión. En
nuestra cultura el concepto de compasión a veces puede entenderse de forma negativa.
En efecto la etimología del término significa “sufrir junto con”, si tu sufres yo sufriré
contigo. Per en el mindfulness compasión tiene un sentido muy distinto.
Para ello, una vez hemos traído de vuelta la atención errática al momento presente,
acogemos con amabilidad cualquier experiencia difícil que pueda surgir. Con una
sonrisa interior de ternura (el “yoga de la boca” como lo llama Thich Nhat Hanh), con
una mirada afectuosa, estamos atentos pero no de forma neutra, sino con una atención
amable y bondadosa. Podemos, por ejemplo, impregnar todo nuestro cuerpo de una
claridad cálida, la claridad de nuestra atención a las sensaciones del cuerpo. Como si
este se llenase de agua clara desde una fuente interna. Podemos abrazar a nuestro dolor
como si de un bebé se tratara, con delicadeza y ternura.
La ira es como un niño pequeño que llora por su madre. Cuando el niño llora, la madre
lo abraza amablemente entre sus brazos y lo escucha con atención para ver lo que está
mal (…) No tenemos que rechazar nuestra ira. Es una parte de nosotros que, como el
bebé, necesita nuestro amor y nuestra escucha profunda.