¿Qué Dios cómo Tú?

15 escritos cortos sobre el libro de Miqueas

Rafael Zúñiga
¿Qué Dios cómo Tú? Contenido
15 escritos cortos sobre el libro de Miqueas
Escrito por Rafael Zúñiga Dedicatoria

Todas las citas bíblicas son tomadas de la Reina-Valera

1. Cuando Dios se levanta
1960.
2. Busca la justicia
1a edición. 3. El liderazgo del buen Pastor
4. Llenos del Espíritu: Mejores testigos
Todos los derechos reservados © 2017. 5. El carácter del Reino
6. Un futuro glorioso
7. Contempla a Jesús
8. El nacimiento de la esperanza
9. Fuente de paz
10. ¿Qué te he hecho?
11. El mensaje de Miqueas para hoy
12. Es sabio temer a tu Nombre
13. Mas yo miraré al Señor
14. El trabajo del Pastor
15. ¿Qué Dios como tú?
 Dedicatoria
Estos pequeños escritos están dedicados principalmente a la
Iglesia, la novia de Cristo, para que nunca olvidemos lo
majestuoso que es nuestro Dios.
Es mi oración que este corto libro ayude en tu caminar
cristiano y sobre todo, que eleve tu visión del Dios tan
bondadoso que reina sobre su pueblo.
1. Cuando Dios se levanta
Lectura Bíblica: Miqueas 1:1-16
Siempre que Dios va a actuar a favor o en contra de alguien,
es necesario que Él levante a un hombre que lleve su mensaje.
Muchas veces mensajes de paz, consuelo y esperanza; muchas
otras, un mensaje de juicio y castigo. Y aquí tenemos a
Miqueas, profeta contemporáneo de Isaías, Amós y Oseas,
predicando una palabra, primeramente de juicio y castigo de
parte de Dios para con Israel, para después terminar con un
mensaje esperanzador.
Como iglesia cristiana y humanos con muchos problemas,
circunstancias y tormentas, es normal que deseemos palabras
de ánimo, que nos hagan sentir bien, que provoquen en
nosotros alegría y paz; pero muchas veces es necesario que
Dios empiece anunciándonos aquellas que cosas que Él tiene
contra nosotros a causa de nuestra necedad, nuestro pecado y
rebelión. De vez en vez queremos ignorar que Dios es
completamente justo, santo y que en Él no habita oscuridad
alguna (1 Jn. 1:5).
Nuestra vida cristiana suele convertirse en una rutina del día
a día. Vamos a la iglesia en domingo porque así nos lo
enseñaron, oramos por los alimentos solo por la rutina y
necesidad de comer cada día, ofrendamos y diezmamos para
que la gente vea que servimos a Dios con nuestros bienes;
pero, ¿donde dejamos el corazón que desborda en amor y
pasión por nuestro Salvador? Como diría el profeta Isaías y el
mismo Jesús: “Este pueblo de labios me honra, más su corazón
esta lejos de mí.” (Is. 29:13; Mt. 15:8).
¡Qué necesario es que muchas veces Dios tenga que levantarse
para venir y sacudir nuestras vidas! ¡Qué importante es que el
Rey levante siervos que prediquen juicio, verdad, gracia y
esperanza para dirigir los ojos de los hombres hacia el único
que es santo! Todo avivamiento empieza siempre con
limpieza y purificación de todo pecado y rebelión. Es
necesario que el Espíritu Santo venga sobre nosotros para
quebrantar nuestros corazones y ser llevados a un genuino
arrepentimiento, como lo hizo en el día de Pentecostés con la
gente que escuchó la predicación de Pedro (Hch. 2).
¿Permitirás que el Señor venga sobre ti para que remueva tu
corazón y lo convenza de toda maldad? Deja que el Espíritu
Santo hoy examine y despierte tu ser completamente para
que contemples la belleza y santidad de nuestro Dios.
2. Busca la justicia
Lectura Bíblica: Miqueas 2:1-11
A lo largo de toda la Biblia veremos constantemente el gran
abismo que hay entre el justo y el impío. Observaremos la
forma en que cada uno actúa, como Dios guía los pasos de
estos dos, y también notaremos cual es el destino final y
eterno de la persona que vive en justicia y de la que vive en
impiedad.
Esta sección del libro de Miqueas comienza con una fuerte
declaración en contra de los impíos: “Ay de los que en sus
camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la
mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder.” (v.
1). La palabra de Dios dice en el Salmo 5:4-5: “Porque tú no
eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no
habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus
ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad.”
¿Cómo está tu corazón en estos momentos? ¿Son tus deseos,
motivaciones e intenciones santas y puras, o hay en ellas
maldad, injusticia y avaricia? Es necesario que cada creyente
examine si esta firme en la fe (2 Cor. 13:5); que observe sus
pasos para ver si están yendo por caminos de justicia y
santidad (Sal. 23:3). Muchas veces no nos daremos cuenta de
lo que habita en nuestro corazón, porque el mismo corazón es
engañoso y demasiado profundo (Jer. 17:9), con muchos
cuartos que no alcanzamos a ver dónde probablemente hay
muchas cosas ocultas.
Dios anhela fervientemente una generación y un pueblo de
hombres y mujeres, sin importar la edad, que busque
exclusivamente su rostro (Sal. 24:6). Él desea personas justas
que habiten en su monte santo: limpios de manos, puros de
corazón, no dado a cosas vanas, no engañadores (Sal. 24:3-4).
El justo siempre se deleitará en la palabra de Dios y en hacer
lo recto, mas el impío se recrea en el pecado, la burla e
insensatez.
Recuerda la promesa que Dios tiene para los justos: “Será
como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su
fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace
prosperará.” (Sal. 1:3); pero tampoco olvides lo que Él dice
para el injusto: “¡No sucede lo mismo con los malos! Son como
para inútil que esparce el viento.” (Sal. 1:4). ¡Que tu corazón
hoy sea hallado justo delante de Dios!
3. El liderazgo del buen Pastor
Lectura Bíblica: Miqueas 2:12-13
Después de palabras de juicio, de un llamado al
arrepentimiento y de exponer a aquellos profetas que estaban
hablando falsedades y verdades incompletas, viene una
promesa de restauración de Dios para su pueblo. Es una
gracia tan asombrosa el recibir palabras de consuelo para el
alma. después de haber sido expuestos ante un Dios santo que
ama la justicia.
Qué maravillosa promesa de Dios para Israel al decirles por
medio del profeta que los volvería reunir de toda su
dispersión por toda la tierra. Ya no iban a estar más tiempo
solos, sino todos unidos como un rebaño en el redil bajo la
dirección del Buen Pastor de nuestras almas; y así como esta
promesa es para el pueblo judío, también podemos tener la
certeza de que es para nosotros, los que hemos creído en
Cristo Jesús, el Obispo de nuestras vidas (1 Pe. 2:25).
¡Cuánto reposo puede hallar nuestra alma bajo el brazo del
Pastor! Él es nuestro guiador, el director de nuestra vida. Su
palabra. la brújula que nos lleva por el camino correcto, por
las sendas antiguas, senderos de justicia, camino de santidad y
no de pecado. De un desierto seco, sin alimento ni agua, nos
lleva a praderas verdes y ríos de gracia para que nuestra alma
este satisfecha solo en Él. ¡Cuántos beneficios encontramos
cuando somos liberados por Jesús!
“Subirá el que abre caminos delante de ellos; abrirán camino y
pasarán la puerta, y saldrán por ella; y su rey pasará delante de
ellos, y a la cabeza de ellos Jehová.” (v. 13). Es nuestro Pastor
quien busca, encuentra y abre los mejores caminos para sus
ovejas. Primero inspecciona y se asegura de llevarnos por
buen terreno. Aún si es necesario que nos conduzca por
caminos sombríos, Él nos protegerá, y destruirá a nuestros
enemigos. Los herirá en la cabeza, porque el Rey pasará
delante de nosotros para mostrarse poderoso y glorioso en
todo.
Vivamos bajo el liderazgo de aquel que es nuestro Buen
Pastor y Rey de nuestras vidas: Jesús. Confiemos plenamente
en sus promesas de restauración. Tengamos la esperanza de
que un día su pueblo, toda la Iglesia, estaremos reunidos en el
aprisco y disfrutaremos de Él para siempre.
4. Llenos del Espíritu: Mejores testigos
Lectura Bíblica: Miqueas 3:1-12
“Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio
y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su
pecado.” (v. 8). En el profeta Miqueas había una completa
seguridad de estar lleno de poder, lleno del Espíritu Santo. En
él era algo como lo sucedido en el día de Pentecostés siglos
después: “…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén…”
(Hch. 1:8).
¿Cuál es el propósito principal de ser lleno de poder según las
Escrituras? Tanto en Miqueas, como en Hechos podemos
observarlo: ser testigos de Él. Hemos sido llamados a ser hijos
de Dios, santos y amados, pero también a ser mensajeros
íntegros, mejores testigos, de un Mensaje glorioso. Esto es por
lo cual cada día debemos buscar ser llenos del Espíritu (Ef.
5:18).
Un testigo es aquel que da testimonio veraz de algo que ha
presenciado u oído; de algo que conoce de primera mano, y
uno de los objetivos de un testigo de Cristo es denunciar la
maldad y hablar justicia. Esto es lo que sucedía en los tiempos
del profeta: Dios tuvo que levantar a un hombre que hablará
sus palabras, y denunciará la maldad y corrupción de los
religiosos de aquel tiempo. ¡Que Dios levante profetas en este
tiempo! Profetas como Natán, Jeremías, Isaías…como
Miqueas. Profetas que no tengan temor ni titubeen al
momento de hablar la verdad.
Las palabras del profeta siempre tienen que ser escuchadas, y
siempre causarán una agitación en el corazón de los oyentes.
Hoy es el tiempo donde se está despertando una generación
fiel a la palabra de Dios, que predican con integridad, que
hablan la verdad confiados como un león. Es en esta plena
confianza donde Dios derrama su Espíritu sobre los suyos
para darles las palabras exactas en el momento exacto (Mt.
10:16-20). ¡Qué Dios despierte el espíritu de los suyos para
que la Verdad sea oída hasta el último rincón del planeta!
“El profeta (Miqueas) tenía un amor ardiente por Dios y por
las almas de los hombres; profundo interés por su gloria y su
salvación, y celo contra el pecado. Las dificultades que halló
no lo alejaron de su trabajo. Tenía poder, no de sí mismo,
pero estaba lleno del poder por el Espíritu del Señor. Los que
actúan honestamente pueden actuar directamente. Los que
vienen a oír la palabra de Dios, deben estar dispuestos a que
les hablen de sus faltas, deben tomarlo amablemente y estar
agradecidos.” - Matthew Henry
5. El carácter del Reino
Lectura Bíblica: Miqueas 4:1-5
“Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de
Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que
los collados, y correrán a él los pueblos.” (v.1). Desde la venida
del Mesías, hasta este tiempo, el reino de los cielos se ha ido
estableciendo hasta que plenamente ese reino gobierne
completamente sobre la tierra, cuando Jesús regrese en gloria
y poder. Jesús lo dijo: “El reino de los cielos se ha acercado.”
(Mt. 4:17). Ciertamente estamos en los últimos tiempos en
donde vemos que el monte de la casa de Jehová se está
estableciendo con poder y fuerza.
¿Porqué debe ser importante para nosotros el establecimiento
del reino sobre la tierra? En primer lugar, puedo decir que este
gobierno celestial debe tener tanta relevancia para el pueblo
de Dios porque a partir de la venida de Jesús, todas las
naciones han estado volteando para ver las obras y maravillas
de nuestro Dios que está en el cielo. Desde que Jesús fue
levantado, tanto en la cruz como en su ascensión al cielo,
todos han sido atraídos al mensaje del Evangelio con más
fuerza que nunca, y lo vemos mucho más presente en todo el
mundo (Jn. 12:32; Miq. 4:2).
Segundo, cuando el reino de Dios está acercándose, podemos
decir que la justicia divina, la que es perfecta e incorruptible
está corrigiendo a las naciones. Desde la eternidad hasta antes
de la caída del hombre, todo era justo, perfecto, sin mancha;
pero a raíz de que el pecado entró por la desobediencia de
Adán todo se vino cuesta abajo. Es por eso que Dios pone
toda su fuerza por establecer sus caminos de justicia en el
corazón de cada hombre. Justicia fluye de su trono. Justicia se
demostró en el Calvario, y de justicia se nos ha revestido por
la fe en Cristo.
Por último, ver y experimentar el poder de este gobierno nos
llevará siempre a abandonar el viejo camino del pecado para
ir con todo en pos de nuestro Señor. No importa más si el
mundo anda tras la corriente de este sistema carnal que nos
rodea; si cada persona sigue tras sus diferentes ídolos que no
oyen, ni sienten, mucho menos entienden, “nosotros con todo
andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente
y para siempre.” (v. 5).
6. Un futuro glorioso
Lectura Bíblica: Miqueas 4:6-13
No es mi intención profundizar en las cuestiones
escatológicas (estudio de los últimos tiempos) en estos pocos
párrafos, pero si es de suma importancia obtener y entender
los principios necesarios acerca del poder y del
establecimiento del reino de Dios en la tierra, desde los
tiempos en que Jesús declaró que el reino se había acercado
hasta el final de los días.
Hay un futuro glorioso para el pueblo de Dios que se
encuentra alrededor de todo el mundo. No hay nada más
increíble de aquella gran obra que el Señor va a realizar, que
la de reunir a todos los suyos bajo su liderazgo en un solo
lugar para que gobiernen junto con el sobre todo las naciones.
Lisiados, débiles y desterrados son los que estarán junto a Él;
estos son los que Dios va a reunir cerca de Él. No es un reino
donde predominan los fuertes y sabios, sino los débiles y los
menospreciados. Este es un reino de gracia absoluta.
De esta debilidad aparente es de donde saldrá la fuerza. Un
pueblo débil se convertirá en una nación poderosa. ¿La razón?
Dios es su gobernante. El Todopoderoso es quien reina sobre
ellos, y ellos viven de acuerdo a su voluntad. La Iglesia es
poderosa cuando permanece y va a donde quiera que la
Cabeza quiere dirigirlos. ¡Qué privilegio se le ha dado a la
Iglesia de ser parte de su poder! Cuando Dios gobierna, sus
enemigos son destruidos.
Hay un mandato y una exhortación que el Señor ha dado a su
pueblo: “¡Levántate y aplasta a las naciones, oh Jerusalén!” (v.
13). Dios gobierna, y sus enemigos huyen y se debilitan, pero
Él lo hace a través de sus hijos que obedecen y se someten a
Su autoridad. Esta es la clave de toda victoria: obediencia y
confianza en un Rey poderoso.
Cuando el Señor habla sus planes y sus mandatos, es porque
así se van a realizar, y nada ni nadie lo va a poder detener, y
su ejército, la Iglesia, estará lista para actuar a la voz de su
Señor.
7. Contempla a Jesús
Lectura Bíblica: Miqueas 5:1-2
“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de
Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas
son desde el principio, desde los días de la eternidad.” (v. 2).
Aquí tenemos una profecía mesiánica, una visión futura de la
persona que vendría para ser el representante de Dios en la
tierra, la imagen visible del Dios invisible para el mundo
descarriado: Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios.
Primero, se le describe como el que será “Señor en Israel”. En
otras versiones bíblicas, lo describen como “gobernante”,
“jefe” o “guiador” de su pueblo. Esto es lo que Cristo es para
la Iglesia hasta el día de hoy: su único líder, supremo en poder
y autoridad. Lo increíble es que cualquier persona, en su
razonamiento, cree que un hombre poderoso desciende de un
linaje asombroso, de palacios y lujos, de sangre “real”; pero
nuestro Rey no vino a la tierra por medio de lo ostentoso,
vino como hombre humilde a nacer en un pequeño establo en
una pequeña ciudad de las familias de Judá: Belén, que
significa “casa de pan”. De esa casa viene Jesús, el pan de vida
para todo aquel que tiene hambre de Él.
Es importante notar en segundo lugar, que el profeta hace
referencia a la eternidad de Cristo. Aquí el profeta está
proclamando la existencia del Salvador desde antes de que la
tierra viera por primera vez la luz del sol; desde mucho antes
de que los planetas y las estrellas existieran en el basto espacio
que conocemos como universo. Cuando aún no había ángeles
ni ninguna otra cosa creada, el Hijo ya estaba morando con el
Padre. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y
el Verbo era Dios.” (Jn. 1:1).
Es necesario que todo creyente sostenga esta doctrina de la
divinidad de Cristo firmemente en su mente y corazón.
Mantener esta verdad y esperanza en nuestro corazón, nos
ayudará mucho a comprender el hilo de la historia que Dios
ha diseñado para la humanidad desde antes de la fundación
del mundo. Nos llevará a un conocimiento más profundo de
nuestro Cristo, a una revelación de su Persona, y a una
comunión más íntima con Él.
¡Qué tus ojos siempre miren al Salvador de tu alma que esta
por regresar pronto por su pueblo!
8. El nacimiento de la esperanza
Lectura Bíblica: Miqueas 5:3-4
El profeta ya había hablado una palabra de esperanza, que de
Belén saldría el futuro gobernante del pueblo de Israel y de la
Iglesia que estaría por formarse. Y aunque esta profecía
provocaba alegría en el corazón de aquellos que esperaban
por su libertador (y que ya se cumplió en el nacimiento de
Jesús), el hombre de Dios tenía que expresar la contraparte y
lo que sucedería mientras se llevaba a plenitud tal palabra:
Israel iba a ser entregado a sus enemigos.
¿Quién, después de haber escuchado un mensaje gozoso,
esperaría después escuchar un mensaje tan desalentador?
Creo que nadie en su sano juicio estaría contento con una
noticia así. A ninguno le agrada que después de un buen
informe nos den malos resultados, o que nos comenten lo
difícil que va a ser el que se realice tal acontecimiento
esperanzador. Mas era necesario que Israel escuchara este
mensaje para que una vez más pusiera su confianza en su
Dios; y que llegaría el día en que ese gobernante prometido
vendría al mundo para nacer en el lugar profetizado
anteriormente.
Tal profecía en los versículos 2 y 3, del capítulo cinco de
Miqueas, se vieron cumplidos en el nacimiento de Jesucristo,
a través de la mujer escogida por Dios para realizar tal
función, María. Este es el momento en donde se da a luz la
esperanza de todo creyente. Es el tiempo en donde el
gobernador, jefe y guiador de los redimidos empezaría a
dirigir a su rebaño “con la fuerza del Señor y con la majestad
del nombre del nombre del Señor su Dios.” (v. 4, NTV).
Constantemente hemos visto a través de Miqueas la promesa
del liderazgo de nuestro Rey, ¡y que bendición más grande el
saber que Jesús nos hace vivir tranquilos en todo momento!
En Cristo somos redimidos, restaurados, completos y plenos.
Cuando Jesús es quien guía a su rebaño los lleva a lugares
tranquilos, les infunde paz, y su pueblo se goza grandemente
en Él, y Él es glorificado ante los ojos de muchos.
9. Fuente de paz
Lectura Bíblica: Miqueas 5:5-15
¡Paz, paz, paz! Todo mundo busca paz, tranquilidad y calma
en muchos lugares, y en ninguno la encuentran. Paz es lo que
toda alma humana necesita en su vida cotidiana. Con tanto
ajetreo y activismo, nuestros corazones se llegan a turbar y
cansar con tantas cargas encima. Paz es lo que permite al
hombre seguir su camino contentamente sin importar las
situaciones que estén sobre él. Lo importante es saber el lugar
donde se encuentra la paz verdadera…y se encuentra en
Cristo.
“Y éste será nuestra paz”. Es Jesús la encarnación misma de la
paz. Así como Él es amor, es también paz. Es un atributo
glorioso que pertenece a la Divinidad, pero en su bondad y
generosidad, transmite esta calma a su pueblo. Como hijos de
Dios, tenemos el derecho y la libertad de recibir este don de la
paz. Nada en este mundo puede satisfacernos ni darnos
calma, así que solo tenemos la opción de recurrir ante el
trono de su gracia y clamar, y el Señor abundantemente nos
llenará de dulces consuelos.
Que importante es tener tranquilidad en el corazón y en la
mente. Siempre estaremos rodeados de circunstancias que
van a querer agitar nuestras emociones y desviar nuestra
mirada del Único que tiene control sobre todas las cosas. Aun
cuando la tierra sea removida y el mar se vuelva violento,
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en
las tribulaciones (Sal. 46:1-3), por lo tanto, no debemos
temer. ¡Aleluya! Tenemos un Dios grandioso que nos protege
en medio de cualquier adversidad.
Nuestra paz viene de la cruz de Cristo. En el monte Calvario
se peleó y se ganó nuestra paz a través de la muerte de nuestro
Señor y de derramar su sangre a nuestro favor. Su muerte
produjo vida. Su vida está en nosotros en el momento de ser
declarados justos por la fe, y esta justicia produjo en nosotros
paz. Paz que nos deja entrar a esta gracia tan maravillosa e
incomprensible, para deleitarnos en Su presencia por siempre
y siempre.
“¡Paz!, ¡paz!, ¡cuán dulce paz!
Es aquella que el Padre me da;
Yo le ruego que inunde por siempre mi ser,
En sus ondas de amor celestial.”
10. ¿Qué te he hecho?
Lectura Bíblica: Miqueas 6:1-5
“Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado?” (v.
3). Esta es la pregunta que Jehová el Señor le hace a su pueblo.
Una pregunta sin respuesta de parte de Israel, y una pregunta
causada por las actitudes indiferentes y murmuraciones del
pueblo hacia lo que Dios estaba obrando a favor de ellos, aun
cuando las circunstancias parecieran diferentes.
Todo lo que Dios ha hecho por nosotros es bueno. Él no hace
más que mostrar su bondad para con su creación y sus hijos.
¿Cómo podemos quejarnos en contra de un Dios que ha sido
tan amoroso, misericordioso, justo y lleno de gracia en todo
lo que hace para con nosotros? ¿En que nos ha molestado Él,
si lo único que hace es bendecirnos? Tenemos al Dios más
bueno. Cada día Él nos colma de beneficios.
¿En donde vemos reflejada la bondad de Dios? De acuerdo a
este pasaje, dice Dios: “Porque yo te hice subir de la tierra de
Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí…”. Él fue quien
sacó al pueblo de Israel de la esclavitud en la que vivían en
Egipto. Los saco del desierto para llevarlos a una tierra que
fluye leche y miel. Los sustentó en el desierto, nunca les faltó
maná, extrajo aguas de la roca, aguas amargas las hizo volver
dulces para que ellos bebieran. Su calzado nunca se arruinó, y
a todos sus enemigos Él destruía. Los redimió, los libertó, los
dirigió a lugar espacioso para hacerlos Su pueblo, suyo solo.
¿No es Él un Dios bueno?
Otra manera en la que vemos la bondad de Dios es en lo
siguiente: “y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María”.
Él les puso líderes, personas que les hablaran consuelo, que
vieran y conocieran a Dios para después ir con todos ellos y
hablarles el mensaje que Dios tenía para ese momento.
Moisés como profeta, Aarón como sacerdote, y María como
alguien que sabía guiar al pueblo en adoración, cantos y
danzas ante el Señor. ¿No es acaso un gran acto de bondad
que Dios en su providencia cuidara de su pueblo por medio
de líderes que llevaran la carga de ellos?
Que Dios tan bueno tenemos, y nunca nos cansemos de
agradecerle por su infinita bondad y misericordia para con
nosotros. Que nuestra alma bendiga al Señor, y nunca se
olvide de sus beneficios.
11. El mensaje de Miqueas para hoy
Lectura Bíblica: Miqueas 6:6-8
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide
Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y
humillarte ante tu Dios.” (v.8). Permitamos que el Señor nos
hable a través de las palabras que aquel gran predicador
inglés, Charles H. Spurgeon, compartió acerca de este verso.
“Y, primero, esta humildad pertenece a la forma más elevada del
carácter. Observen lo que precede a nuestro texto, "solamente hacer
justicia, y amar misericordia." Supongan que un hombre hubiera
hecho eso; supongan que en ambas cosas hubiera alcanzado la
norma divina, ¿qué pasaría entonces? Bien, entonces debería
humillarse ante su Dios. Si camináramos a la luz, como Dios es luz y
tendríamos comunión con Él, tendríamos necesidad de caminar
delante de Dios muy humildemente, mirando siempre a la sangre,
pues incluso entonces, la sangre de Jesucristo nos limpia y continúa
limpiándonos de todo pecado. Si hemos realizado ambas cosas,
todavía tendríamos que decir que somos siervos inútiles, y que
debemos humillarnos ante nuestro Dios…Queridos amigos, si alguna
vez pensaran que han alcanzado el punto más alto de la gracia
cristiana, -casi desearía que jamás pensaran eso- pero supongamos
que lo pensaran alguna vez, les suplico que no digan nada que se
aproxime a la jactancia, ni exhiban ningún tipo de espíritu que
semeje a que se están gloriando en sus propios logros, sino que deben
humillarse ante su Dios.
Yo creo sinceramente que entre más gracia tenga un hombre, más 1. Spurgeon, C. (2017). Charles Spurgeon / El Mensaje de Miqueas
sentirá su deficiencia de gracia. Toda la gente de la que he pensado para Hoy/ sermón 2328 / Tabernáculo Metropolitano. [online]
alguna vez que pudiera llamarse perfecta delante de Dios, ha sido Spurgeon.com.mx. Available at:
notable por su rechazo de cualquier cosa de ese tipo; siempre han http://www.spurgeon.com.mx/sermon2328.html [Accessed 11
repudiado algo como la perfección, y siempre se han humillado Jun. 2016].
delante de Dios, y si uno ha sido constreñido a admirarlos, se han
ruborizado ante esa admiración. Si han creído ser de alguna manera
los objetos de la reverencia por parte de sus semejantes cristianos, he
notado cuán celosamente lo han desechado con comentarios
autodespectivos, diciéndonos que no conocíamos todo, pues de
otra manera no pensaríamos así de ellos; y por eso mismo los admiro
más…

En todos tus pensamientos relativos a las cosas santas, sé humilde;

los pensamientos de Dios deben abatirte, los pensamientos de Cristo
deben llevarte a Sus pies, los pensamientos del Espíritu Santo deben
afligirte por haberle molestado. Los pensamientos sobre cada
bendición del pacto deberían conducirte al asombro: que sea posible
que esos privilegios te hayan sido otorgados. Los pensamientos del
cielo te deberían maravillar: que sea posible que algún día te
encuentres entre los serafines. Los pensamientos del infierno te
deberían hacer humilde…¡Oh, hermanos, que el Señor nos ayude a
caminar humildemente con Dios! Esto nos mantendrá rectos. La
verdadera humildad consiste en pensar correctamente acerca de uno
mismo, no pensar malamente. Cuando hayas descubierto lo que
realmente eres, serás humilde, pues no eres nadie de lo que haya que
jactarse. Ser humilde te dará seguridad. Ser humilde te hará feliz. Ser
humilde producirá música en tu corazón cuando vayas a acostarte.
Ser humilde aquí te llevará a despertarte en la semejanza de tu Señor
muy pronto.”1
 12. Es sabio temer a tu Nombre
Lectura Bíblica: Miqueas 6:9-16
“La voz de Jehová clama a la ciudad; es sabio temer a tu
nombre. Prestad atención al castigo, y a quien lo establece.” (v.
9). Dios habla constantemente a nosotros. Día con día su voz
está siendo oída. Podemos escucharle en la naturaleza
diciéndonos: “Yo hice todo esto con mis manos”, pero
también le escuchamos constantemente cuando abrimos
nuestras Biblias y comenzamos a leerla. Allí, Él está
hablándonos, y nosotros con reverencia le escuchamos.
¿Cuál es nuestra actitud cuando estamos ante la Palabra
escrita de Dios? ¿Cómo nos comportamos cuando su
Evangelio está siendo predicado por pastores fieles y
verdaderos? ¿Estamos siendo humildes y atentos, u orgullosos
y desinteresados ante lo que estamos escuchando? La voz de
Dios está clamando a la ciudad, a su pueblo de creyentes
redimidos, a su Iglesia. Es tiempo de que pongamos atención
a sus palabras. Es momento de que nuestro espíritu despierte
cuando el susurro de Su voz se haga escuchar por los oídos de
nuestro corazón.
Cuando disponemos nuestro corazón sincera y
humildemente para escuchar la palabra de Dios, se produce
algo en nuestras vidas llamado temor de Dios. “El principio de
la sabiduría es el temor de Jehová” (Prov. 1:7). Si queremos
tener una vida de profunda reverencia ante el Señor, tenemos
que empezar por ser sabios. ¿Y cómo obtengo tal sabiduría
que producirá temor santo en mí? La respuesta es
aprendiendo a escuchar su voz; leyendo su Palabra;
meditando en sus dichos; guardando todo lo aprendido en mi
corazón, con el fin de no pecar contra Él (Sal. 119:11).
El temor de Dios tiene tantos beneficios para nuestras vidas,
que, si lo practicáramos verdaderamente, nos ahorraríamos
muchos dolores y pesares en esta vida, y disfrutaríamos
plenamente de las bendiciones que Dios tiene reservadas para
los que le honran. El temor del Señor produce: un
conocimiento profundo de Él (Prov. 2:5); larga vida (Prov.
10:27); confianza y seguridad en Dios (Prov. 14:26); vida, vida
abundante (Prov. 14:27).
Qué nuestro corazón sea humilde y temeroso delante del
Señor, para que cada día le conozcamos más. Que sus
palabras penetren profundo en nuestro ser hasta que el
Espíritu del Señor produzca tal reverencia en nuestras vidas.
 13. Mas yo miraré al Señor
Lectura Bíblica: Miqueas 7:1-13
“Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el
Dios mío me oirá.” (v. 7). Hay algo que sucede en lo más
profundo de nosotros cuando simplemente ponemos nuestra
mirada en el Señor. El profeta Isaías dice también: “Mirad a
mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra.” (Is. 45:22).
¿Qué tan difícil es mirar? ¿Acaso tiene algo de complicado
poner nuestra vista en alguien o algo? Esto verdaderamente
no resulta un esfuerzo grande para ningún humano. Miramos
a la naturaleza, los humanos, las cosas creadas por el hombre,
y muchas de ellas nos sorprenden o nos desagradan con tan
solo verlo. No ocurrió ningún esfuerzo pesado para hacer
esto. Simplemente por una mirada podemos ser cautivados o
decepcionados. Pero, ¿porque muchas veces no volteamos a
ver al cielo, en donde está sentado Aquel que es poderoso,
hermoso y digno de todo?
Nuestra mirada, por lo regular, la dirigimos a las cosas
terrenales y pasajeras, y dejamos de mirar a lo eterno, a lo que
verdaderamente tiene valor. Cuando nos encontramos en
situaciones desesperadas, empezamos a ver otras soluciones,
cuando podemos voltear arribar, ver a nuestro Dios y orar a
Él para que obre a nuestro favor. En tiempos oscuros y
difíciles, no mires a nadie más que a Aquel que es la luz que
disipa toda tiniebla. Él es solamente tu salvación; no hay nadie
más que con la fuerza de su luz pueda vencer toda oscuridad
en tu vida.
Solo mira a Él. Espera en Él. Y aunque haya enemigos
alrededor de ti, di con confianza: “Tú, enemiga mía, no te
alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more
en tinieblas, Jehová será mi luz.” (v. 8). Nuestros enemigos
han sido vencidos por el poder de la sangre de nuestro Señor
derramada en la cruz, y aun si tropezamos, su misericordia y
su brazo fuerte siempre nos sustentan; aunque tinieblas haya
a nuestro alrededor, nuestro Dios alumbrará en medio la
oscuridad, porque Él es tu luz y tu salvación, por lo tanto, no
temas.
Este es uno de los grandes principios que encontramos a través
de toda la Escritura, y es el siguiente: que, aunque el hombre
de Dios puede caer, Dios le levantará. Y, además, cuando
estamos en tinieblas, el Señor será una luz para nosotros. Por
esto, quiero repetir que nosotros debemos permanecer cerca de
la Palabra de Dios en días difíciles y tenebrosos.
 14. El trabajo del Pastor
Lectura Bíblica: Miqueas 7:14-17
“Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad,
que mora solo en la montaña, en campo fértil; busque pasto en
Basán y Galaad, como en el tiempo pasado. Yo les mostraré
maravillas como el día que saliste de Egipto.” (v. 14-15). El
gran Pastor y Obispo de las almas es aclamado por el profeta
Miqueas. No solo desea ser salvo por su poder, sino también
pastoreado por Él. Así como alguna vez clamamos: “Señor,
espero en tu salvación”, también debemos orar: “Se Tu mi
pastor”.
Que agradable es para el pueblo cristiano ser dirigido por
Dios en todo este peregrinaje. Una vez rescatados de nuestras
maldades, si nos vuelven a dejar solos, nos extraviaríamos por
completo. Es por esta razón, que necesitamos ser guiados por
alguien que vea más allá de nuestra limitada visión; que
conozca más allá de nuestra propia sabiduría. “Tu vara y tu
cayado me infundirán aliento” (Sal. 23:4). Con su palabra Él
nos disciplina, nos corrige, pero también nos apacienta y nos
cuida. ¡Qué dulce es estar bajo el liderazgo del Buen Pastor!
Nosotros somos pueblo suyo, ovejas de su prado, ¡el rebaño
de su heredad! Somos la herencia de Dios. Somos especial
para Él. Somos suyos, y Él es nuestro. No ha fijado Sus ojos en
ninguna otra cosa en el mundo más que en su Iglesia. Por eso
vino Jesús, para morir por un rebaño; vino a rescatarla del
pecado, para hacer un solo pueblo para el Señor. Desde el
norte al sur, del oriente al occidente, reunió a todos los
dispersados y extraviados y los vino a traer a un redil
espiritual, en donde disfrutamos del cuidado de nuestro
Salvador.
Mientras estemos junto al Pastor, lo único que
contemplaremos serán obras maravillosas. Él es el mismo
ayer, hoy y siempre, y lo que una vez hizo en Egipto de
manera asombrosa por el pueblo de Israel, lo volverá a hacer
por su Iglesia hasta el final de los tiempos. Dice el Salmo
60:12: “En Dios haremos proezas, y Él hollará a nuestros
enemigos.”
Podemos descansar confiadamente que junto a nuestro Rey
veremos cosas poderosas, nunca antes vistas, con mayor gloria
y todos alrededor, como en el tiempo de Moisés, verán la obra
del Señor a favor de su pueblo, y temerán y confiarán en Dios.
 15. ¿Qué Dios como tú?
Lectura Bíblica: Miqueas 7:18-20
“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado
del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo,
porque se deleita en misericordia. El volverá a tener
misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y
echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.” (v. 18-
19). Quisiera dejar la exposición de estos versículos a la
sabiduría y enseñanza del maestro J. Vernon McGee.
“Regresemos ahora a esta maravillosa afirmación que tenemos aquí
en el versículo 18: ¿Qué Dios como Tú? Quizá esto pueda
sorprenderle, pero hay algo que Dios nunca ha visto. Quizá usted no
sabía que puede haber algo que Dios no puede ver. Le puede parecer
a usted como algo impertinente de nuestra parte, o irreverente e
inapropiado. Pero, queremos asegurarle que esta declaración es muy
sensata y que tiene una respuesta bíblica. El profeta aquí formuló
una pregunta: ¿Qué Dios como Tú?…
Cuán maravilloso es Dios. Dios no declara inocente al culpable. El
pecado es pecado, desde el momento en que ocurrió, hasta el día del
juicio final. Pero Dios, amigo oyente, perdona al pecador arrepentido
y le borra y limpia todas Sus acusaciones. Dios perdona, porque Su
santidad ha sido satisfecha. Y Su perdón se declara en un lenguaje
figurativo muy comprensivo. Es como una deuda que ha sido
pagada. Usted recordará que Isaías dijo en el capítulo 43 de su libro,
versículo 25: "Yo, Yo soy el que borro tus rebeliones por amor a Mí
mismo, y no Me acordaré de tus pecados". El apóstol Pedro dijo:
"Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados".
Nosotros somos deudores ante Dios. "La paga del pecado es muerte" -
nos dice la Escritura. (Romanos 6:23a). ¡Cuán maravilloso es nuestro
Dios, amigo! Ahora, ¿cómo perdona Dios?
Dios es diferente y no hay nadie como Él en Su forma de
perdonar…Dios no perdona hasta que la deuda haya sido pagada.
Pero Cristo la pagó en la cruz; allí es donde Él nos redimió. Él nos
redimió a todos, a cada uno. Nosotros, todos, nacimos y
pertenecíamos al pecado. Hemos ofendido la santidad de Dios, y
estamos en deuda con Él. Nosotros, todos estamos contaminados con
una enfermedad, el pecado. Pero Cristo pagó la deuda. Y Cristo es
Aquel que nos perdona. Por su llaga fuimos nosotros curados, nos
explica el profeta Isaías, en el capítulo 53, versículo 5. Hoy puede ser
su día de reconciliación y perdón, estimado oyente, si usted acepta el
regalo de la salvación que Cristo compró en la cruz para usted. Sólo
así podrá estar con Dios, y no apartado de Él, en la Eternidad, en el
Cielo. No lo demore, haga hoy su decisión por Cristo, y
experimentará Su perdón, Su limpieza, en un corazón nuevo. De esta
manera, podrá usted nacer de nuevo espiritualmente, y pertenecer
así a la Familia de Dios.”1
1. Vernon McGee, J. (2017). Estudios bíblicos por libros de la Biblia.
[online] Escuela Bíblica. Available at:
http://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=1144
[Accessed 11 Jun. 2016].