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El Icono

El Icono no representa sino que hace presente. Muestra la divinidad y lo eterno en el ámbito
humano y temporal. Muestra el rostro transfigurado, glorioso. Nosotros estamos llamados a
ser “iconos” de Cristo resucitado en medio del mundo.

El nimbo es el círculo en el que se inscribe el rostro, signo del resplandor y la santidad del que
es representado.

El oro es signo de la presencia de Dios, que es Luz, que irradia, que sale de dentro a fuera del
Icono. Por eso en los iconos nunca hay sombras. El Icono es el que irradia la luz.

La arquitectura que se representa en los iconos detrás de las escenas, de fondo. Esto parece
indicar la trascendencia del acontecimiento al lugar y al tiempo en que sucedió. Las
proporciones se descuidan por completo.

La perspectiva que se usa en los iconos no es una perspectiva lineal sino invertida, así como el
Evangelio invierte la perspectiva del mundo. No es que nosotros miramos al icono, sino que es
Dios el que nos mira a nosotros. Se representa el mundo sagrado desde la fe, de dentro a
fuera. Los elementos se van haciendo más grande conforme se alejan del espectador.

10/1/2018

Arte S.XX expresa una búsqueda de trascendencia. El arte no es reproducir lo visible, sino
hacer visible lo invisible, revelar lo que no se ve.

En la Iglesia, ¿habría que pasar al arte abstracto para expresar lo inexpresable acerca de Dios?
¿Hay que seguir pintándolo como un viejo barbudo…?

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